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Juan B. Muñoz y la fundación del Archivo General de Indias

Conclusiones

Juan B. Muñoz y la fundación del Archivo General de Indias

difícil resumir en unas pocas líneas los años de intensa actividad intelectual de Juan Bautista Muñoz. Sin embargo observamos una serie de aspectos que caracterizan la trayectoria vital del ilustrado valenciano. Una de las primeras cosas que llama la atención fue su postura equilibrada y “ecléctica” en todos los campos (Filosofía, Historia) en los que trabajó. Nunca se definió por una u otra escuela, antes bien, buscó conciliar posturas distintas y difundir lo mejor de cada una de ellas. Lejos de cualquier sectarismo, supo escoger lo mejor de los diferentes movimientos, básicamente filosóficos, antitomistas y tomistas, y plantear una postura ecuánime y moderna, contraria a cualquier escolasticismo. Tal actitud no le impidió enseñar una Filosofía moderna en la Universidad de Valencia. El valenciano fue pionero en la introducción de los pensadores europeos en las aulas valencianas. Fue el primero en leer públicamente la obra de Musschembroek y la de Newton; y dio a conocer la obra de pensadores como Locke o Hobbes a finales de los sesenta cuando sus obras no fueron traducidas en España hasta finales del siglo XVIII. Asimismo adoctrinó en la lectura de buenos libros y la formación de un espíritu crítico (lectura de las Sagradas Escrituras, conocimiento de las lenguas clásicas, lectura de los Santos Padres) a personajes como Joaquín Lorenzo Villanueva y Antonio José Cavanilles, entre otros. A esta faceta de difusor de la filosofía moderna se unió su interés por los humanistas españoles del siglo XVI. Nebrija, fray Luis de Granada, Luis Vives y Pedro Juan Núñez, fueron algunos de los que más atención causaron en el valenciano. Muñoz fue el único en el siglo XVIII que editó las obras latinas de fray Luis de Granada. Con ello pretendía aleccionar a los jóvenes en los principios de una educación basada en la lectura de buenos libros, la inmersión en la filosofía moderna y el estudio de los clásicos y de los Santos Padres. Muy en la línea de recuperación de estos autores encontramos las preocupaciones pedagógicas de Muñoz. En este sentido toda su producción debía tener un caracter marcadamente útil, servir para la formación. La reedición de la obra de Verney (1768), y sus polémicas con el abate italiano Pozzi (1778) estaban encaminadas a mejorar la calidad

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de la enseñanza en nuestro país e introducir mejoras pedagógicas en la formación. Uno de los aspectos que más llama la atención en la proyección intelectual de Muñoz es el debate entre “tradición” y “modernidad” que encontramos en toda su obra. Así, en algunas obras, como en su reedición de Verney, se nos muestra como un autor moderno; mientras que en su polémica con Pozzi, ataca duramente a autores que considera como “herejes”, caso de Voltaire y Montesquieu, muchas de cuyas obras poseía en su selecta y bien nutrida biblioteca. Muñoz fue “consejero” estatal en asuntos americanistas en el siglo XVIII, al tiempo que fue “utilizado” para defender en algunas ocasiones la nación española. Así en el campo de las literatura contestó a Pozzi por el “honor de la literatura española”; y en la Historia hizo frente a los ataques de autores como Raynal y Robertson que criticaron la conquista y colonización española en América. Hay que destacar la preparación más que suficiente del valenciano para ocupar el cargo de “Cosmógrafo Mayor de Indias”, así como apuntar algunas facetas, hasta ahora desconocidas del personaje, como su paso por la burocracia indiana, o su papel como “arqueólogo”, que sirvió para conocer un poco más la cultura maya. De entre todas la facetas cultivadas a lo largo de su vida fue la fundación del Archivo General de Indias la que marcó un hito en la historiografía y archivística europea. Fue el primer archivo europeo que concentró documentos relativos a la colonización. Desde el punto de vista archivístico, sentó un precedente al respetar el moderno principio de la práctica de archivos, el de la procedencia de los fondos. El acondicionamiento del edificio, la catalogación y clasificación, así como la publicación de sus Ordenanzas fueron tareas llevadas a cabo por el valenciano con un cuidado extremo y con una capacidad de trabajo que no tiene parangón en la Europa del siglo XVIII. En Sevilla su actividad no se limitó al archivo, sino que participó activamente en el desarrollo cultural de la ciudad, al elaborar las Ordenanzas

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del célebre Colegio de San Telmo y Universidad de Mareantes, así como de la institución caritativa del Hospicio. Lo cierto es que Muñoz tuvo la gran suerte de contar con los máximos apoyos políticos del momento. Pérez Bayer, con quien colaboró en numerosos proyectos, José de Gálvez, Roda, Porlier, Floridablanca, todos ellos apoyaron sin titubeos las empresas muñozinas. Por ello sus proyectos estuvieron embueltos de un “aurea estatal”: la Historia del Nuevo Mundo (1793), y la fundación del Archivo General de Indias, eran todos ellos proyectos “oficiales” que tenían como misión exaltar la Historia española. Los trabajos de Muñoz no quedaron en el tintero. De sus fichas y notas se aprovecharon entre otros Martín Fernández de Navarrete y el expedicionario Alejandro Malaspina para su circunnavegación. Asimismó la Real Academia de la Historia puede vanagloriarse de poseer la Colección de Juan Bautista Muñoz, uno de los fondos sobre Historia de América más importantes de Europa. El valenciano fue ante todo un pragmático. Ningún conocimiento podía quedarse en el tintero. La filosofía debía ser enseñada a partir del contacto directo con las obras; la historia de América debía estar al alcance de todos, con su Historia y con la fundación del Archivo General de Indias. Con una curiosidad intelectual fuera de dudas puso sus conocimientos al alcance de todos, especialmente del gobierno borbónico de Carlos III.

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