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EL TRABAJO SEGÚN LA ORGANIZACIÓN SOCIAL Gonzalez Wilkie, Gorr Virginia, Gorr Myriam Asociacion Civil Tierra- Fecunda – [email protected] Alvear 263 – 2000 Rosario INTRODUCCION Vivimos en una sociedad organizada según un orden jerárquico consolidado (burocrático), esto es, una sociedad con Estado. Éste garantiza Derechos 1 que son custodiados por sus instituciones, derechos que son numerosos y entre ellos, encontramos el Derecho humano fundamental del Trabajo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), hoy organismo rector cuando hablamos de este tema, lo define como la valoración del esfuerzo realizado por un ser humano, agregando más adelante que, si nos remitimos a épocas antiguas (de la historia europea) “(…) antes predominaba la esclavitud, un trabajo forzoso que se produce cuando un individuo ejerce sometimientos sobre otro y le impide tomar decisiones y desenvolverse con voluntad propia. A partir de mediados del siglo XIX, los niveles de esclavitud comenzaron a descender y esta modalidad fue declarada como ilegal. Desde entonces, el trabajo asalariado pasó a ser la forma de empleo más común”.2 En esta última frase se pone en evidencia que el trabajo asalariado (modalidad legal) reemplazó al trabajo esclavo (modalidad ilegal). Del punto de vista de la sociología, se lo define como la ejecución de tareas que implican un esfuerzo físico o mental y tiene como objetivo la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas. Pasamos entonces de trabajo forzoso (esclavo/obligatorio) a un esfuerzo físico o mental (libre/retribuido), cuyo objetivo consiste en cubrir las necesidades del hombre; esfuerzo que se realiza libremente pero requiere de un Derecho que le asegure la posibilidad de su ejercicio. Esta lógica laboral (que relaciona esfuerzo, necesidades y bienes con libertad y voluntad), corresponde a un tipo societario específico que es la sociedad occidental. Nos queda la curiosidad por saber que pasaba con esta actividad en otros tipos de organización social (decimos pasaba porque hoy, el pensamiento hegemónico se impuso en todo el planeta); nos preguntamos si el trabajo siempre fue considerado como un esfuerzo relacionado con las necesidades y la libertad (esto nos remite a indagar que entendemos por necesidades3, y qué pasa si no las hubiera). Para esto nos vamos a remitir al único lugar que 1 Según Foucault el Derecho es una regulación altamente sofisticada y especializada de la vida social conforme a ciertos principios de justicia, a la vez, un control social de toda sociedad organizada y políticamente desarrollada, en Derecho, verdad y poder en la teoría política de M Foucault, pág 2 2 Página web de la OIT 3 Necesidad se define como carencia de algo, también como lo hecho en forma obligada opuesto a lo espontáneo: lo que ha de ocurrir obligatoriamente en ciertas condiciones dadas. Obligación es imposición, exigencia moral que debe regir la voluntad libre (deber). En Diccionario de la lengua española, Ed. Visor, 2013

conocemos un poco y cuyo pasado (a pesar de haber sido borrado intencionalmente por el pensamiento único), se está tratando de rescatar a través de sus restos arqueológicos y de los textos de viajes. Ese lugar es nuestro continente, hoy llamado América, pero que hace 500 años atrás recibía otros nombres. Proponemos la comparación de la concepción de trabajo del pensamiento hegemónico con las actividades de otras sociedades, porque pensamos que el trabajo puede considerarse no como un esfuerzo (un sacrificio) que se asegura mediante la protección de un Derecho, sino como una actividad integradora de los hombres, que viven en una sociedad que no es extraña a la naturaleza y que les permite desarrollar relaciones gratificantes entre ellos. En definitiva, si entendemos el trabajo como toda actividad que realiza un individuo para satisfacer sus requerimientos biológicos individuales (movimiento, abrigo, alimento, protección) y los de interacción social (educativos, religiosos, políticos), proponemos examinar en qué relación (forzada/sacrificial o lúdica/placentera) se encuentra con el tipo de organización social y como es concebido en cada una de ellas. EL TRABAJO COMO SACRIFICIO ¿Cómo se fue conformando la idea que hoy tenemos acerca del trabajo en nuestra sociedad actual, tecnocrática y consumista? Es allá en la lejana y conflictiva Grecia de los mitológicos dioses olímpicos -hace 2.800 añoses donde se produce un acontecimiento, que aporta una de sus características a esta sociedad y que nos va a traer el sentido del trabajo: un robo. Prometeo, contra la voluntad de Zeus, roba el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres. Este es un grave delito y como todo delito, debe ser castigado. El castigo consistió en imponer a los hombres el trabajo. El trabajo instituye entonces nuevas relaciones entre los dioses y los hombres; al decir de Hesíodo, los hombres renuncian a la hybris (desmesura) y por su parte los dioses aseguran a los que trabajan la riqueza “en rebaños y en oro”. El trabajo adquiere así un valor religioso: “los que trabajan llegan a ser mil veces más queridos de los Inmortales”4 En su obra “Los trabajos y los días”, el poeta, nos exhorta: “(….) voy a hablarte como hombre que solo quiere tu bien (…) pronto y sin esfuerzo alguno, se gana la maldad, porque el camino llano pasa muy cerca de nosotros. Pero el que lleva al bien y a la virtud los Dioses inmortales lo mojan de sudor. Ese camino es, en verdad, arduo y áspero, pero cuando se llega a la cima a la que conduce, todo se presenta ya fácil por difícil que haya sido antes. (…). Si quieres ser hombre de provecho (…) trabaja noble hijo, para que el hambre te aborrezca. Por tu labor incansable te harás querer por la augusta Deméter (…) que llenará tus graneros 4 Vernant, J-P, “Mito y pensamiento en la Grecia Antigua” pág. 246

del trigo necesario para vivir. El hambre es siempre fiel compañera del hombre que no trabaja. Y tanto los dioses como los hombres mortales se ponen furiosos contra el que vive sin hacer nada y muestra los instintos del zángano sin dardo, el cual como es sabido, rehuye el trabajo y vive dilapidando y devorando el producto de la labor de las abejas”5. El trabajo es un sacrificio, tributo rendido a los dioses, por lo que los hombres no pueden ni deben renunciar a él. Siguiendo esta línea, unos siglos después, el maestro Sócrates (siglo –V) sostenía que el trabajo es el precio al que los dioses nos venden los bienes y la conquista de la areté (virtud); afirmaba la dignidad moral del trabajo y que sólo a condición de trabajar y no ser parásito, se puede llegar a ser justo y sabio. Durante la europea Edad Media se predicaba lo sostenido por la Biblia en El Génesis 3:19: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado”. Tanto la tradición greco-romana como la judeo-cristiana legaron a esta época una idea negativa del trabajo, entendido como obligación. Posteriormente, la Reforma y la Ilustración descubrieron el trabajo como vocación y fuente última de toda riqueza, por lo que adquiere en esa época un valor positivo, en tanto inclinación natural del hombre (don). Esta concepción no ha desaparecido del horizonte del pensamiento occidental (sacrificio, esfuerzo, virtud, rechazo del ocio), si bien se han atenuado algunas de sus caracterizaciones. Llegados a nuestro globalizado mundo occidental contemporáneo, encontramos una organización social que cuenta entre otras, con las siguientes características: a) la institución de la democracia, a fin de que todos los hombres puedan participar en el gobierno de la comunidad; b) la declaración de derechos para proteger a los hombres y sus actividades, c) la instauración de la ley para obtener la civilización, e) la concepción de la libertad para diferenciar al hombre de los animales, f) la constitución de jueces para transformar la venganza personal en justicia comunitaria (domesticar la violencia por la operación simbólica), g) la institución del Estado para garantizar, para el hombre, el ejercicio de todos estos logros. Dentro de esta estructura conceptual el trabajo se convierte en un Derecho, es la fuente de la producción de bienes y de riquezas, que se logran mediante un esfuerzo libre que es remunerado, al mismo tiempo que le permite al hombre realizarse y superarse (ser partícipe cada vez más activo del mercado). Su lógica se asienta en el esquema de la producción (consumo) y del progreso (búsqueda de mayores comodidades). Estas categorías podemos rastrearlas en las definiciones del trabajo que nos proporcionan autores más cercanos a nosotros en el tiempo:

5 Hesiodo, Los trabajos y los dias, pag. 28

Según Marx, el trabajo es “ (…) un proceso en el que participa el hombre y la naturaleza, proceso en el que el ser humano con su propia acción, impulsa, regula y controla su intercambio material con la naturaleza” y agrega, “(…) actuando así sobre la naturaleza externa y modificándola al mismo tiempo que modifica su propia naturaleza”6. “En cuanto trabajo útil, creador de valor de uso, es una condición necesaria para la existencia del hombre independientemente de la forma de la sociedad en que vive; una necesidad natural que sirve como mediación para el intercambio de sustancia entre el hombre y la naturaleza y por lo tanto para la vida humana”7. Por su parte Marcuse sostiene: “(…) estructuralmente considerado en la totalidad de la existencia humana, el trabajo es necesariamente y desde tiempo inmemorial, anterior al juego”, “(…) porque solo él funda al mundo como objetivo y al hombre como histórico; en síntesis solo el trabajo funda una dialéctica real de superación y realización”8. Para Ana Arendt hay tres tipos de actividad humana: la labor, que tiene que ver con la naturaleza, la agricultura y otras vinculadas con las necesidades básicas de la subsistencia; los ritmos de la naturaleza le imponen a esta actividad una secuencia repetitiva. La labor produce bienes de consumo y es la actividad más elemental de la especie humana. El trabajo, produce bienes de uso que no se agotan en su propia producción. Instituye un tiempo que no es el de la naturaleza, tiene que ver con una transformación pero todavía está dentro del nivel de no verbalización necesaria. Y por último, la acción que es lo propiamente político, la relación que tienen los hombres entre ellos y que necesariamente implica el lenguaje, es la dimensión propiamente humana. Las dos anteriores se necesitan para subsistir y en cierto sentido la compartimos con los animales, pero la acción es lo que singulariza a lo humano, lo cultural y tiene la característica de ser impredecible, tiene que ver con la libertad (si bien aclara la autora ninguna de estas actividades se da pura). Recordemos que para la OIT, el trabajo es un esfuerzo realizado por el ser humano, antes bajo el régimen de esclavitud y ahora bajo el régimen del mercado (libre). A su vez lo considera en dos aspectos: 1- como una acción que realiza una persona que lleva a cabo una serie de actividades físicas o intelectuales (trabajo concreto cualitativo) y, 2- como toda ocupación que tiene una persona, varón o mujer, que lleva a cabo fuera del hogar, recibiendo por ella una asignación económica (trabajo abstracto cuantitativo). El trabajo concreto cualitativo produce objetos como útiles y corresponde a las necesidades del hombre, por ende, las actividades no son comparables en toda su extensión, todos los trabajos se presentan con cualidades diversas, son creaciones. 6 Citado por Claudia Mazzei Nogueira y otra en Revista conciencia social N° 11, octubre 2008. 7 Citado por Brodelier. En El espejo de la producción, pág. 32. 8 Ibidem pág. 33.

El trabajo abstracto cuantitativo entiende a los objetos producidos como mercancía a consumir, generando otras necesidades; la consecuencia de la cuantificación es la universalización de esta forma de trabajo, lo que pasó en el siglo XVIII con la llegada del capitalismo. El eros productivo se transformó en el valor central por excelencia, y el discurso productivista impide pensar más allá o fuera del esquema general de la producción. El hombre se piensa sólo como algo que hay que producir, transformar, hacer surgir, de allí que la liberación de las fuerzas productivas se confunda con la liberación del hombre y se transforme en el acto por el cual los hombres se distinguen de los animales; la relación trabajo-libertad se constituye como fundante de lo humano. Pero en este proceso el hombre deja de ser un ser viviente natural para convertirse en un producto del sistema, ser cuantificado y normalizado. La tecnología continuó con su avance y hoy nos encontramos con que la riqueza ya no se considera sólo como el fruto del trabajo y la producción, sino también como resultado de la velocidad de desplazamiento de la información, lo que no deja de ser trabajo. En la actualidad, algunos pensadores postulan el fin del trabajo asalariado con sus implicancias: fin del salario, fin de la sociedad laboral, fin de la estrategia de poder de la burguesía; sosteniendo que lo que sí debe perdurar, es la concepción del trabajo como base de la vida y fundamento de la sociedad, porque permite la transformación del medio ambiente y la realización del individuo. Hoy se considera al trabajo como un derecho fundamental del hombre, actividad que hay que proteger porque es el cimiento de la organización actual, condición fundante del ser social y de la praxis social vigente: lo constituye como tal y lo perfecciona, le permite su emancipación y cambia la naturaleza poniéndola al servicio del hombre. Pero no encontramos que sea considerado gratificante, cuando la generalidad de los individuos tienen que poner su esfuerzo al servicio de la producción de riquezas/bienes, a las que la mayoría de las personas accede en muy poca medida o escasamente a la hora del reparto (de allí la presencia de descontentos e insatisfacciones que llevan a la práctica de huelgas, piquetes, y a hechos de violencia como robos o hurtos). La valorización del trabajo como realización del hombre y su ejercicio en las condiciones en que se está dando revela una obvia contradicción. EL TRABAJO COMO ACTIVIDAD GRATIFICANTE Ahora bien ¿en todos los lugares del mundo, la historia social del trabajo se desarrolló de igual manera?

Trataremos de dilucidar lo que aconteció en este continente, al que nuestros segundos antepasados9 llamaron América, pero al que los primeros habían dado otros nombres; uno de ellos fue Abya Yala, denominación que utilizaremos a partir de ahora cuando nos referiremos a él. Hoy sabemos que el hombre llegó aquí, a Abya Yala, hace por los menos 30.000 años y a este territorio en el que nos encontramos, hace entre unos 12.000 y 10.000 años atrás. Y en el transcurso de este dilatado tiempo elaboró numerosos tipos societarios que llegan a nosotros a través de sus restos materiales –estudiados por la arqueología-; así es como sabemos que hacia los 8.000 años atrás, según dataciones radiocarbónicas, eran capaces de elaborar delicados instrumentos líticos utilizando diversidad de técnicas, usaban fibras vegetales para tejer y teñían sus tejidos, se han encontrado cestas, bolsos, cunas, hechos con hilos de lana, de nervio de animal o fibras vegetales, los mismos que usaban para coserse la ropa que estaba confeccionada de pieles de animales. En cestería, usada para hacer también platos, sombreros, canastos, algunos empleaban técnicas como el espiralado y el encordado, hubo comunidades que, en los tejidos de lana incorporaron un “alma” diferenciada de un material más resistente que era preferentemente fibra vegetal, pero podía ser también pelo humano o nervio animal. Usaban calzados de cuero. Vivían en campamentos semipermanentes, dada su condición de cazadores y recolectores y tenían paraderos de caza y recolección. Realizaban distintos tipos de decorados para adornar sus utensilios, sus atavíos personales y aún sus elementos de trabajo. La introducción de la agricultura (quinoa, zapallo, calabaza, porotos, maíz), implicó la formación de aldeas más permanentes. Los pueblos agricultores, llegaron a desarrollar obras de riego artificial, uso de abonos orgánicos y silos para guardar el excedente. Todas estas actividades que son descubiertas por medio de los restos arqueológicos, nos permiten deducir que ellos también trabajaban. Por otro lado, acerca de estas actividades que hoy llamamos trabajo, pensamos que deben haber

tenido

sus

ordenamientos,

comportamientos,

costumbres,

creencias,

mitos,

precisamente es lo que pretendemos relevar. Para acercarnos a ello, además de la arqueología, recurrimos a los datos que nos llegan a través de los relatos de los sacerdotes, arribados aquí para convertir a estos pueblos bárbaros (sin ley, sin rey y sin Dios) a la fe católica y a los testimonios de los soldados, que llegaron para dominarlos y poder imponerles la “civilización”. En estas crónicas nos hablan de cómo percibieron los recién llegados a nuestros primeros antepasados, recogiendo e interpretando sus creencias, mitos, leyendas y cuentos (que creyeron entender desde su supremacía). Debemos recurrir a los mencionados relatos por dos 9 Acerca de Nosotros. Se nos salió el indio, Santa Fe, 2011

motivos: en primer lugar, algunos pueblos originarios transmitieron su memoria y sus recuerdos a través de la oralidad y en segundo lugar, la conquista y colonización fue tan brutal, que los que tenían algún tipo de escritura sufrieron el despojo y la destrucción de todo lo que dejaron sentado de forma diversa a la letra europea. Estos pueblos habían elaborado pautas de vida comunitaria, distintas a las europeas, que presentaban las siguientes características: a) la práctica de la igualdad, la libertad y la solidaridad, b) la cooperación en todas las actividades, c) la distribución generosa de la riqueza, d) la integración con la naturaleza, e) la presencia de jefes sin poder, aunque con autoridad en el momento oportuno. De aquellos relatos llegamos al entendimiento de que la mayoría de estos pueblos desarrollaron una economía comunal, que apuntaba al abastecimiento óptimo de todos sus integrantes y que dependía para lograrlo de la cooperación entre los mismos. Incluso esto se dió en una organización social bastante estructurada y jerárquica como la incaica, a la cual los europeos consideraron como una “alta cultura” debido a que observaron algunas cosas similares a las de ellos, sin percatarse de las grandes diferencias como era el hecho de “que solo se trabaja unas horas del día, y que el resto era para el descanso y las fiestas”10 y según el padre José de Acosta en su “Historia natural y moral de las Indias” “... e iban todos, sin excepción, a trabajar, vestidos de fiesta y diciendo cantares...”11. El inca Garcilazo de la Vega nos cuenta en sus “Comentarios Reales”, que la tierra que se trabajaba estaba dividida en tres partes: una para el Sol, una para el Inca y una para el Pueblo y cuando el pueblo crecía se le quitaba tierra al Sol y al Inca, para que al pueblo nunca le faltase tierra, de cualquier manera, en épocas difíciles, de malas cosechas por ejemplo, los graneros del Inca eran abiertos para manutención del pueblo. Y en el caso de los guaraníes, nos dice Rubén Bareiro Saguier en “Los mitos fundadores guaraníes y su reinterpretación” “...que su economía era tan eficiente, que se hallaba en condiciones de prescindir por meses de una gran parte de mano de obra en la producción”, y no olvidemos que la producción y la distribución, sigue diciendo este autor “... son determinados por los mecanismos de la reciprocidad y de la redistribución y en la cual el sustento de la vida... no se obtiene por venta en el mercado”. De allí que tampoco hayan tenido la necesidad de elaborar grandes cifras, números, debido a que no tenían acumulación excesiva, además esto nos da una pauta de que debían haber tenido frecuentes y abundantes momentos de ocio.

10 Adán Quiroga Calchaquí, 1923, pág. 116 11 Capitulo XV: De la hacienda del Inga, y orden de tributos que impuso a las indios. Biblioteca Virtual Cervantes

La vida aquí, en Abya Yala, hace 500 años atrás, se desarrollaba plena y gratificante y el trabajo era una de esas gratificaciones. Y decimos que era gratificante porque no se trabajaba para satisfacer lo que hoy llamamos “necesidades” (obsesión de consumo), sino los requerimientos naturales de cada uno y de todos (el todos incluye los jefes y sus mujeres también, quienes trabajaban como cualquier vecino). Según el padre Alonso Castro “El cacique respetado y de mayor representación entre ellos ha de ir a cazar y pescar si quiere comer, y su mujer todos los días ha de ir a buscar raíces y frutos como las demás indias (...) y en sus borracheras, tan buenos golpes llevaba el cacique como los otros”

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; a ese trabajo lo hacían comunitaria y cooperativamente, al

respecto dice Musters: “La ley india de repartición de la caza evita toda disputa, y es esta: el hombre que bolea el avestruz deja que el otro que ha estado cazando con él se lleve la presa o se haga cargo de ella, y al terminar la cacería hace el reparto: las plumas, el cuerpo desde la cabeza hasta el esternón y una pierna pertenecen a el que cazó y el resto a su ayudante ”13, y el padre José Gumilla: “… porque cada capitanía siembra y coge el grano en comunidad y se reparte entre todos el trabajo y el fruto; lo mismo sucede con el pescado, tortugas, caimanes, y lo demás que buscan para vianda”.14 La naturaleza en este continente, les proporcionaba pródigamente sus frutos para consumir en el momento o para almacenar, si así lo consideraban. Esto pasaba porque los requerimientos naturales que satisfacían, eran las demandas que conservaban la vida en condiciones de alto bienestar (no había necesidades superfluas) y por otro lado, nuestros primeros antepasados vivían integrados a la naturaleza y no pretendían dominarla. Cuenta el padre Pedro Lozano: “La caza es gran parte de su alimento, y para que no se consuma toda en un paraje, mudan de sitio cada dos años, porque se procree de nuevo en el antiguo...”15, por su parte el padre Cristóbal de Acuña, describiendo el río Amazonas nos cuenta de sus habitantes que “todo su trato es por agua, en embarcaciones pequeñas que llaman canoas”, a las cuales no les cuesta trabajo obtenerlas porque esperan las crecientes del río que siempre arrastra troncos lo suficientemente adecuados para construir dichas canoas, y por ello sólo tienen que: “...echarle un lazo cuando va pasando, y amarrarle a los mismos umbrales de sus puertas, donde queda preso hasta que habiendo ya bajado las aguas, y aplicando cada uno su industria y trabajo, labra la embarcación de que tiene necesidad.”16

12 Furlong, Guillermo, 1939, Entre los Vilelas de Salta, pág.44. 13 Musters, Jorge, 1964, Vida entre los patagones, pág.131 14 Gumillia, José, Historia natural, civil y geográfica de las naciones situadas en las riveras del río Orinoco. Biblioteca Virtual Cervantes. 15 Lozano, Pedro, 1873, Historia de la Conquista del Paraguay Río de la Plata y Tucumán, pág. 424. 16 Acuña, Cristóbal de, 1942, Descubrimiento del Amazonas, pág. 55

Y no podemos sostener que las cosas se daban de esta manera porque eran pocos los habitantes, puesto que cronistas como Ulrico Schmidl, o Cristóbal de Acuña, entre otros, nos cuentan cómo se encontraron con cantidad considerable de pobladores en sus recorridos de descubrimiento y ocupación de estos lugares. Schmidl sostiene, por ejemplo, que fueron hasta veintitrés mil hombres los que atacaron el recién fundado fuerte de Buenos Aires y recorriendo el Paraná afirma: Se calcula a esta nación (timbúes) como de quince mil hombres, más bien más que menos..., y más adelante ...a cuatro leguas del camino a una nación que se llama Corondá y son ellos aproximadamente cerca de doce mil en gente adulta que se emplea para la pelea..., siguiendo con su recorrido se encuentra con ...una nación que se llama Quiloaza y son ellos alrededor de cuarenta mil hombres de pelea; y de esta manera continua su relato hasta su llegada a la localidad guaraní de Lambaré que se llamará a partir de entonces Asunción17. Y si volvemos al relato del padre Cristóbal de Acuña leemos: Están tan continuadas estas naciones, que de los últimos pueblos de las unas, en muchas de ellas, se oyen labrar los palos en las otras...18 Este río tiene muchos brazos (...) hace gran multitud de islas, habitadas todas de infinitos bárbaros19(se entiende que con bárbaros está haciendo referencia a los pobladores abyayalenses) REFLEXIONES FINALES En esta búsqueda de la historia social del trabajo encontramos que en los tipos societarios jerarquizados, sedentarios, etnocéntricos, se elaboraron jefaturas rígidas y autoritarias que necesitaron la invención del Estado para mantenerlas. Esto generó desigualdad y pobreza, lo cual se tradujo en violencia y agresividad de unos contra otros y el Estado, tuvo que recurrir a la creación de los Derechos para asegurar su existencia y continuidad: derecho a la vida, a la libertad, a la educación, al trabajo y más. El trabajo se valuó como esencial porque permite producir bienes; es un esfuerzo que se debe realizar para satisfacer las necesidades de los individuos que cada vez son más numerosas y que deben ser ineludiblemente satisfechas; así es como entramos en el consumismo (que nos consume) donde nos topamos con jerarquías de consumidores, pero dentro de ellas todos tenemos Derecho a Consumir. El consumo incluye el espectáculo, que ha permitido pasar del ser al tener y del tener al parecer, que postula una inactividad, que no está liberada de la

17 Schmidl, Ulrico, Derrotero y viaje a España y las Indias, 1946, págs. 42 a 55. 18 Acuña, Cristóbal de, 1942, Descubrimiento del Amazonas, pág. 53. 19 Acuña, Cristóbal de, 1942, Descubrimiento del Amazonas, pág. 63.

actividad productiva: “(…) es sumisión inquieta y admirativa de la necesidades y resultados de la producción”20 Esto lleva al Estado a proponer cada vez más Derechos, más libertad, más educación, más productos y al mismo tiempo, los vemos acompañados con más violencia, con más inseguridad, con más pobreza. Pero también nos encontramos, en esta búsqueda, con sociedades que no tenían Estado, no lo habían creado, no lo precisaron; pero tampoco tenían derechos, nunca los necesitaron debido a que éstas elaboraron una organización social donde la igualdad, la libertad, la solidaridad (fenómenos a los que no nombran), eran prácticas cotidianas y por ello carecían de violencia, inseguridad, pobreza. En estas comunidades el trabajo compartido llevaba a compartir también el producto obtenido, de tal manera que todos podían tener todo. Eran sociedades de la abundancia y la recreación, no sociedades de consumo. Dicho de otra manera, en algunos tipos de organización social la actividad del trabajo es algo placentero y efectivo, que permite satisfacer los requerimientos naturales de todos los hombres de esas comunidades, mientras que en la sociedad occidental el trabajo se concibe como una actividad constituyente del ser humano dado que lo diferencia del animal y le permite realizarse, pero ello requiere esfuerzo y sacrificio; lo que deriva en consecuencias sociales negativas: lo lleva a consumir obsesivamente, a endeudarse a futuro y a negar los momentos de ocio, a desinteresarse del cuidado de sí mismo, de sus pares y de la naturaleza. La propuesta entonces apunta a reflexionar sobre las consecuencias de universalizar una única concepción de trabajo, generada en determinado tipo social y no visibilizar otras posibilidades, de las que tenemos ejemplos que nos pueden servir de guía para intentar una solución a esta situación de malestar social.

Bibliografía 20 Guy Debord, 1976, La Sociedad del Espectáculo, revista Observaciones Filosóficas.

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