Descripcion que hace ` Pablo de la plenitud de Cristo (segunda parte)

Colosenses 2.10–15 Descripcion ` que hace Pablo de la plenitud de Cristo (segunda parte) Lo completo de Cristo (2.10–11) … 10y vosotros estáis comple

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Colosenses 2.10–15

Descripcion ` que hace Pablo de la plenitud de Cristo (segunda parte) Lo completo de Cristo (2.10–11) … 10y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. 11En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo… «… y vosotros estáis completos en él» (2.10a) La palabra completos es la traducción de peplhrwme÷ n oi (peple¯ro¯menoi). En vista de que este es un participio pasivo perfecto, significa que los cristianos están completos y siguen estando completos en Jesús. La palabra «plenitud» del versículo 9 procede de la misma palabra que significa «cumplir» profecías, sin embargo aquí significa que en los cristianos de Colosas no había deficiencia alguna en cuanto a las muchas necesidades de ellos. Debido a que Jesús personifica la «plenitud», esto es, la totalidad, de la naturaleza divina de Dios, Él puede hacer que Sus seguidores estén llenos, o «completos». «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia» (Juan 1.16). La frase en él insinúa la relación espiritual que es necesaria para que los cristianos estén completos. Todo lo necesario para una relación con Dios está disponible únicamente para los que están en Cristo. Toda bendición espiritual se encuentra en Él (Efesios 1.3). Estas bendiciones incluyen re­ dención, ninguna condenación, el amor de Dios, la santificación, la gracia, el ser nuevas criaturas, la reconciliación, la justicia de Dios, el beneficio de Su sangre, el perdón de pecados, la salvación y la vida eterna.1 Solamente los que son bautizados en Cristo  1  Estas bendiciones se mencionan, respectivamente, en Romanos 3.24; 8.1, 39; 1era Corintios 1.2, 4 (vea 2ª Timoteo 1.9); 2ª Corintios 5.17, 19.21; Efesios 1.7; 2.13; Colosenses 1.14; 2ª Timoteo 2.10; 1 era Juan 5.11.

se encuentran en Él (Romanos 6.3; Gálatas 3.27). Los que están fuera de Cristo están «sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Efesios 2.12). Fuera de Jesús, las personas están incompletas y están «lejos»; «en él», esta situación cambia. «Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo» (Efesios 2.13). Los que están «en Cristo» que no llevan fruto y que no permanecen en Jesús, serán quitados, cortados y quemados (Juan 15.2, 6). Si un cris­ tiano rompe su relación con Jesús, perderá el don de la vida eterna de Dios. Todos los que están en Cristo están completos, pero sin Él una persona no puede hacer nada (Juan 14.5b). Para permanecer en Cristo, una persona debe guardar Sus manda­ mientos (1era Juan 2.3–5). Jesús provee todo lo que una persona necesita para tener vida espiritual y para servir a Dios acept­ ablemente. Cualquier religión que se edifica sobre un maestro o una enseñanza diferentes, se está edi­ ficando sobre el fundamento equivocado. Jesús es el único fundamento verdadero (1era Corintios 3.11). Él es el camino, y la verdad, y la vida, el único camino al Padre (Juan 14.6). La salvación no se encuentra en ningún otro nombre (Hechos 4.12). El Nuevo Testamento contiene todas las ver­ dades del nuevo pacto que Jesús reveló a los após­ toles y a los profetas por el Espíritu Santo (Juan 16.13; Efesios 3.5). Jesús dijo que Sus palabras no pasarán (Mateo 24.35). Pedro escribió que la Palabra de Dios permanece para siempre (1era Pedro 1.23, 25). Sigue siendo la misma, inmutable, sin supresiones, ni adiciones. La revelación de Dios es completa y por lo tanto hace completos a los que la obedecen. Las Escrituras que fueron completadas en el siglo 1

primero nos proveen todo lo que necesitamos para servir a Dios (2ª Timoteo 3.16–17). Los escritos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (los Mormones) niegan lo completo de la Biblia. Por lo tanto, ellos niegan lo completo de las enseñanzas de Jesús. Por ejemplo, el libro del Mormón dice: «Por lo cual, porque tengáis una Biblia, no debéis suponer que ella contiene to­ das mis palabras; tampoco debéis suponer que no he hecho que se escriba más» (2ª Nefi 29.10). Esto contradice las enseñan­zas de Jesús. Tampoco pudo haber producido Mahoma verdades adicionales. Fue a los apóstoles a quienes Jesús prometió que Él enviaría el Espíritu Santo, el Consolador. Ellos ya habían estado muertos durante casi seiscientos años para cuando Mahoma vivió. Las enseñanzas de Mahoma por medio del Corán no contienen verdades reveladas anterior­ mente. Toda la verdad de Dios para la humanidad está contenida en la Biblia. Los cristianos están completos en Cristo y no necesitan obedecer ningún otro credo, ni manual, ni disciplina, ni así llamadas revelaciones de los últimos días, ni siquiera la Ley que Dios dio a Is­ rael. Las palabras de verdad de Jesús que fueron reveladas a los apóstoles no han pasado. El Nuevo Testamento contiene toda la revelación de Dios que Él dio por medio de Jesús a los que viven en estos postreros días (Hebreos 1.1–2). Son las palabras que se encuentran en el Nuevo Testamento, no las palabras de algún libro posterior, las que servirán de base del juicio para los que viven en la Era Cris­ tiana (Juan 12.48). «… que es la cabeza de todo principado y potestad» (2.10b) Con base en el hecho de que Jesús personifica lo completo de la Deidad, Él tiene la autoridad de la Deidad. Esta autoridad es una realidad del pre­ sente, no del futuro. Él tiene toda potestad en los cielos y en la tierra (Mateo 28.18), la cual recibió cuando ascendió a la diestra de Dios (Efesios 1.20–23; 1era Pedro 3.22). Todas las cosas y todos los seres, excepto el Padre, han sido hechos súbditos de Él (1era Corintios 15.27; 1era Pedro 3.22). La palabra «cabeza» (kefalh/ , kephale¯ ) 2 insinúa dominio y supremacía. El ser Cristo la cabeza de todo principado y potestad significa que todo poder del universo, tanto en los cielos como en la tierra, está ahora bajo Su autoridad. Por esta razón, los colosenses no habían de temer a otras  2

1.18.

2

 1era Corintios 11.3; Efesios 1.22; 4.15; 5.23; Colosenses

personas, ni someterse a autoridades que se oponían a Jesús y a las enseñanzas de Este. En el presente, Jesús es el único soberano del universo (Mateo 28.18). Antes de que viniera a la tierra, Él tuvo un gobierno compartido con el Padre (Juan 17.5). Cuando vuelva, su reinado como único soberano, terminará (1era Corintios 15.24). El reino será devuelto al Padre, con quien Jesús reinará sumisamente (1era Corintios 15.28). La doctrina de que Jesús ha de reinar en un futuro reino terrenal contradice 1era Corintios 15.24–28 y muchos otros pasajes bíblicos. Jesús ahora reina sobre todo principado y potestad. Su reino existe hoy, y los cristianos son los ciudadanos de este (Efesios 2.19; Colosenses 1.13). Los que se someten a Su reinado están completos. «En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano» (2.11a) Una vez que demostró que los cristianos están completos en Cristo, en el versículo 10, Pablo es­ pecificó algunas de las bendiciones que tenemos en Él. La primera que se menciona en esta sección es haber sido circuncidados con circuncisión no hecha a mano. A la circuncisión se le daba especial impor­tancia por la promesa de Dios hecha a Abraham. Dios dijo que Él sería el Dios de los que fueran circuncida­ dos (Génesis 17.7–13). Esta promesa no cobijaba a niños hebreos no circuncidados ni a gentiles no circuncidados; estos estaban excluidos de los pactos de la promesa (Efesios 2.11–13). Todos los hebreos no circuncidados habían de ser cor­tados de Israel (Génesis 17.14). Bajo el nuevo pacto, Dios es el Dios de los que han recibido la cir­cuncisión espiritual del bautismo. Cuando somos bautizados, llegamos a ser Sus hijos y somos hechos herederos de la promesa que Él hizo a Abraham (Gálatas 3.26–29). Los versículos 11 al 13 contienen dos compara­ ciones de lo físico con lo espiritual. Primero, Pablo comparó la circuncisión física con la espiritual. Los colosenses que estaban en Cristo habían sido circuncidados espiritualmente con la cir­ cuncisión de Cristo «no hecha a mano». Esto estaba en contraste con la circuncisión judía física, que se hacía con manos humanas. Pablo no estaba ense­ ñando que las manos humanas no admini­straron el bautismo a los que llegaron a ser cristianos en Colosas; antes, estaba aseverando que «el cuerpo pecaminoso carnal» fue echado de ellos sin inter­ vención de manos humanas. Dios hizo Su parte para desechar el cuerpo carnal cuando los colosenses hicieron su parte al ser sepultados y resucitados con

Jesús en el bautismo. (Vea: «Para pro­ Condiciones de los cristianos fun­dizar en el estudio: ¿Es el bau­tismo de Colosas (2.11–13) totalmente paralelo a la circun­cisión en 2.11–13?» en la página 20.) Condición pasada  Causa del cambio  Resultado La circuncisión judía era innece­ saria a estas alturas, pues los co­ Espiritualmente Echar fuera el cuerpo Espiritualmente   incircuncisos en   pecaminoso carnal,   circuncidados losenses estaban completos en Cristo.   la carne (pasiones   al ser sepultados   cuando fueron La Ley que Dios había dado a Israel,   carnales; vers. o 13).   y resucitados con   bautizados y no tenía nada más que ofrecer a ellos.   Cristo en el bautismo   fueron quitadas Jesús, por Su vida y Sus enseñanzas,   (vers. os 11–12).   las pasiones   carnales (vers. o 11). cubría todas las necesidades de ellos, Resucitados con como Pablo dijo anteriormente en su Espiritualmente   Cristo en el bautismo Recibieron vida con carta (1.14; 2.10a).   muertos (vers. o 13).   (vers. o 12).   Cristo por la fe en Si bien la circuncisión judía exigía   el poder de Dios Bautizados (vers.o 11).   (vers. os 12–13). echar fuera un pedazo de carne física, por medio de cortar el prepucio, la Muertos en pecados Todos los pecados circuncisión de Cristo, el bautismo,   (vers. o 13).   fueron perdonados echaba fuera la culpa del pecado.   (vers. o 13). «Pablo está recalcando que ella [la circuncisión espiritual] es la obra «… al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso de Dios, que se experimenta en el 3  carnal, en la circuncisión de Cristo…» (2.11b) bautismo». Pablo presentó tres condiciones en que se en­ El sustantivo griego aÓ p e/ k dusiß (apekdusis, que contraban los colosenses anteriormente y aseveró se traduce por echar fuera de vosotros) aparece cómo estas habían sido corregidos por Dios: únicamente aquí. Una forma verbal de la palabra, Condición 1 — Los colosenses habían sido espiritualmente incircuncisos en la carne y habían estado contaminados por el pecado debido a las pasiones carnales de ellos. Corrección — En el bautismo, ellos fueron circuncidados y sus pasiones carnales fueron echadas fuera. Condición 2 — Habían estado espiritual­ mente muertos. Corrección — Fueron resucitados con Jesús a una nueva vida espiritual por medio de participar físicamente de la sepultura y resurrección de Jesús en el bautismo gracias a la fe de ellos en el poder de Dios. Condición 3 — Habían estado muertos en pecado. Corrección — Se les dio vida y fueron perdonados de todas sus transgresiones cuando fueron bautizados.  Ralph P. Martin, Colossians and Philemon (Colosenses y Filemón), New Century Bible Commentary (Grand Ra­p ids Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1973), 82.  3

que Pablo usa en otro lugar, se traduce por «despo­ jando» (2.15) y «hacer a un lado» (3.9). «Insinúa un corte limpio con una vida pasada, aunque la metáfora tiene que ver con quitarse la túnica y con arrancarse un juego de vestiduras no deseadas».4 La circuncisión de Cristo implica quitarse, hacer a un lado, el «cuerpo pecaminoso carnal», las pasiones carnales, que controlan a las personas y llevan a la tentación a pecar. Tanto en la KJV como en la NKJV, a diferencia de las traducciones posteriores, se lee: «el cuerpo de los pecados de la carne». Un pie de página de algunas impresiones de la NKJV asevera que los manuscritos más antiguos no contienen la frase «de los pecados». La palabra cuerpo (sw◊ m a, so¯ma) no se refi­ ere al cuerpo físico en sí, pues el cuerpo físico no es echado fuera en el bautismo. En este con­ texto, «cuerpo» significa «sustancia», tal como en Romanos 6.6 («cuerpo del pecado») y 7.24 («cuerpo de muerte», lo que es personificado). El mismo significado se encuentra en Colosenses 2.17. Pablo nos está enseñando que la sustancia, la personificación de las pasiones carnales, fue cir­ cuncidada. En otras palabras, las pasiones carnales de los coloseneses fueron echadas fuera por la circuncisión de Cristo.  4

 Ibíd., 81.

3

La palabra carnal (sa¿ r x, sarx) se usa de diferentes modos en el Nuevo Testamento (vea «Para profundizar en el estudio: ¿Tiene «carne» (sarx) el significado de «naturaleza pecadora»?, en la página 22). A veces la palabra resulta difícil de traducir a nuestro idioma. Usar la palabra «carne» para traducir sarx, como la usan muchas traducciones,5 induce menos a error que traducirla por «naturaleza pecaminosa» (NIV) en este pasaje y en otros (vea la tabla «Sarx [“Carne”] en la NIV», en la cubierta interior). Al considerar el contexto, el lector puede determinar el significado. La palabra puede significar…

1. Carne, el tejido que cubre un cuerpo (Lucas 24.39; 1era Corintios 15.39). 2. El cuerpo de un ser animado (Hechos 2.31), que podría incluir debilidad corporal (Mateo 26.41). 3. La humanidad en general, los seres humanos (Mateo 16.17; Lucas 3.6; Juan 17.2; Hechos 2.17). 4. Lo que desciende de los humanos (Romanos 1.3; 11.14; Hechos 2.30; Gálatas 4.23). 5. La vida, con las limitaciones del cuerpo humano (Romanos 8.3). 6. Principios basados en estándares del mundo (1era Corintios 1.26). 7. Pasiones carnales relacionadas con la humanidad (Romanos 7.5).

El antiguo ser puede hacerse equivaler con las pasiones carnales (Romanos 6.6; Colosenses 3.9b) de una persona antes de ser renovada en Cristo (2ª Corintios 5.17). En el pasado, los colo­senses habían sido enemigos de Dios en sus mentes de­ bido a sus actos inicuos (Colosenses 1.21). Al igual que los efesios, ellos eran ignorantes por causa de sus corazones endurecidos (vea Efesios 4.18). Su iniquidad era el resultado de la condición de sus mentes; ellos no eran malos de por sí, ni estaban controlados contra su voluntad por una naturaleza pecaminosa. Si la circuncisión de Cristo quitara alguna «naturaleza pecaminosa», entonces los que reci­ bieron este bautismo ya no tendrían tal naturaleza pecaminosa y ya no pecarían más. Si la naturaleza de Adán y Eva llegó a ser pecaminosa después que comieron del fruto prohibido, entonces quitar esa naturaleza restituiría a las personas la misma  La KJV traduce sarx por «carne», 147 veces, por «carnal» dos veces, por «carnalmente», una vez, y por otra palabra inglesa que también significa «carnalmente», una vez.  5

4

inocencia que Adán y Eva tuvieron antes de comer. Tales personas no hubieran reconocido la desnudez, y no hubieran tenido vergüenza de ella. (Vea «Para profundizar en el estudio: ¿Tenemos nosotros una naturaleza pecaminosa?» en la página 21.) La segunda comparación que se usa, entre lo espiritual y lo físico, en los versículos 11 al 13, es entre la nueva vida de Jesús después de Su crucifixión y la nueva vida que inicia el cristiano después del bautismo. Después que Jesús murió, Él fue resucitado a una nueva vida física. De un modo semejante, en el bautismo, una persona que estuvo muerta en pecado, es sepul­ tada en agua y luego resucitada a una nueva vida espiritual. El bautismo no debe hacerse equivaler a la cir­ cuncisión como si fuera otro simple rito material. A los que eran circuncidados bajo la Ley, no se les exigía que hicieran una respuesta en su fuero interno cuando se les practicaba el acto de la circuncisión. No había mandamiento en el sentido de tener fe en la sangre purificadora de otro, ni exigencia en el sen­ tido de que debían experimentar una transformación en su vida. Es obvio que, con el bautismo, Pablo no estaba haciendo vinculante para los colosenses otro sacramento que fuera similarmente vano. «El bautismo es el Sacramento de Fe, y jamás, ni en principio ni en pensamiento, ha de ser separado del Acto que lo valida […] como si su obra se realizara en ausencia de ese Acto».6  Los colosenses habían sido circuncidados espiri­ tualmente y se les había dado vida espiri­tualmente cuando ellos, por la fe en el poder de Dios, entraron en Cristo por el bautismo. H. C. G. Moule observó correctamente cuándo fueron cir­cuncidados es­ piritualmente, al expresar: «Más bien, el fuisteis circuncidados, sucede cuando uno entra “en Cristo”. Ellos ya tenían esa Realidad Divina».7  En otro pasaje, Pablo indica que la circuncisión de Cristo echó fuera pecados pasados, del cuerpo de carne de los colosenses. Aunque los pecados son quitados en el bautismo, los que han sido bautiza­ dos deben dejar atrás las prácticas peca­minosas (Colosenses 3.8–9; 2ª Corintios 7.1). Mientras estaban siendo bautizados, los colo­ senses estaban poniendo su confianza en lo que Dios estaba haciendo, en el hecho de que Él les estaba dando nueva vida y les estaba administrando la circuncisión espiritual por medio de echar fuera los pecados de ellos.  H. C. G. Moule, The Epistles to the Colossians and to Philemon (Las epístolas a los Colosenses y a Filemón), The Cambridge Bible for Schools and Colleges (Cambridge: University Press, 1893; reimpresión, 1902), 103.  7  Ibíd.  6

La fe no habría tenido ningún valor si los her­ manos no hubieran puesto su fe en lo que Dios estaba haciendo para hacer realidad los resultados deseados. Estos resultados incluían echar fuera las pasiones pecaminosas por la circuncisión espiritual, la resurrección a nueva vida con Jesús, y el perdón de los pecados. La circuncisión judía servía únicamente para eliminar una pequeña porción del tejido del cuerpo físico; la circuncisión de Cristo, sin embargo, implica la totalidad del ser. Su efecto no es realizado por un acto físico solamente; antes, exige una asociación espiritual a la vez que se somete el corazón a un acto físico (Romanos 6.17–18). Es una circuncisión del corazón (Romanos 2.28–29). La circuncisión de Cristo ocurre cuando la persona es liberada del cuerpo de carne, el antiguo ser, de modo que puede llegar a ser una nueva persona (Romanos 6.6). Dios es el Único que realiza la circuncisión espiritual (Colosenses 2.12). Dios siempre ha deseado la circuncisión del corazón. Por medio de Moisés, Dios mandó al pueblo que circuncidara sus corazones (Deutero­ nomio 10.16). Jeremías hizo la misma exigencia a Israel (Jeremías 4.4; 9.25–26). Ezequiel dijo que Dios no aceptaría a los eran incircuncisos de corazón (Ezequiel 44.7, 9). A medida que Pablo siguió sus comentarios sobre la circuncisión espiritual, él enumeró varias bendiciones resultantes, entre las cuales se incluyen una nueva vida, el perdón y la libertad cristiana. Vida y perdón en Cristo (2.12–13) … 12sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. La circuncisión espiritual sucede cuando somos sepultados con Cristo en el bautismo (2.11–13). El autor estaba comparando dos actos físicos: la circuncisión y la inmersión en agua, con las realidades espirituales del bautismo. En el bautismo, una persona recibe vida al ser partícipe de la sepultura y la resurrección de Jesús. Pablo explicó que, en el bautismo, uno es trasladado de la muerte en el pecado a la vida espiritual, y además se le perdonan los pecados. Al bautismo se le señala como el momento cuando ocurren estos cambios. R. C. Lucas escribió: «Ser bautizado en Cristo significa ser partícipe de los beneficios de

Su muerte así como de Su resurrección». 8  Pablo relacionó varias realidades espirituales con el acto físico de la inmersión. Él usó el mismo enfoque en relación con la Cena del Señor. Las sustancias físicas del pan y del fruto de la vid son relacionadas con la comunión espiritual del cristiano con el cuerpo y la sangre de Jesús (1era Corintios 10.16). Para ser válido, el bautismo debe incluir las realidades espirituales que están relacionadas con la sepultura y la resurrección de Jesús, dando como resultado la sepultura del antiguo ser y la resurrección de un nuevo ser. Hay dijo: En el bautismo, los colosenses y otros creyentes vuelven a representar el despojarse, literal­ mente, el dejar atrás antiguas vestiduras y, figuradamente, el despojarse «del cuerpo de la carne» (2.11), su «antiguo ser» (3.9). Al quitarse el antiguo ser son liberados de la carne y de los gobernantes y potestades espirituales que anteriormente los dominaban o les tentaban a realizar prácticas pecaminosas.9 

No es una reforma mágica la que ocurre tan solo por una sepultura y resurrección con Jesús en el bautismo. La nueva vida resultante proviene del corazón (Romanos 6.4, 17–18). El que es bautizado se identifica con Jesús al ser sepultado y resucitado con Él. En la sepultura del cuerpo en el agua y en la resurrección del cuerpo al salir del agua, deben participar tanto el corazón como el cuerpo. «Pero esta transformación radical no se debe a ningún poder o discernimiento humanos. Es efectuada por fe en el Dios que ha declarado Su poder al resucitar a Cristo de entre los muertos».10  «… sepultados con él en el bautismo» (2.12a) La palabra que se traduce por sepultados con él (suntafe÷nteß, sun­ta­phentes) es un participio pasivo aoristo, que significa que la acción fue completada antes del verbo principal «resucitados», que aparece más adelante en el versículo. El único pasaje además de este en que se presenta, es Romanos 6.4. Este es un verbo compuesto, que combina su/ n (sun, «con») y qa¿ p tw (thapto¯, «sepultar»). Pablo hizo uso frecuente de verbos compuestos que comienzan con la preposición sun. En los versículos 12 y 13 se usan  8  R. C. Lucas, The Message of Colossians and Philemon: Fullness and Freedom (El mensaje de Colosenses y Filemón: Plenitud y libertad), The Bible Speaks Today (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1980), 102.  9  Hay, 94–95. 10  Carson, Colossians (Colosenses), 67.

5

tres palabras que tienen esta composición.11 Era en el bautismo que los colosenses habían sido cosepul­ tados, esto es, sepultados juntamente, «con Él»; cor­ resucitados, esto es, resucitados juntamente, «con Él»; y , como resultado, habían correcibido «vida», esto es, recibido vida juntamente, «con Él». El bautismo ha de ser administrado por medio de que alguien permita a otro sepultar su cuerpo en agua y luego levantarlo. De este modo, quien recibe el bautismo participa con Jesús de Su sepultura y resurrección. Del mismo modo que Jesús fue cru­ cificado y sepultado por hombres y levantado por Dios (vers.o 12), los que son bauti­zados se someten a las acciones de otros. Jesús no hizo la cruz, ni se clavó a sí mismo en ella, ni se levantó a sí mismo en ella. Aunque esto fue lo que Jesús soportó para salvar a la humanidad, la crucifixión no es algo que Él se hizo a sí mismo. Del mismo modo, el que es bautizado no se sepulta ni se levanta a sí mismo. Por lo tanto, es correcto decir que uno no obra cuando es salvado por medio de ser bautizado (Marcos 16.16; 1era Pedro 3.21). Él «nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo» (Tito 3.5; vea Efesios 2.8–9). Si bien son las manos de otra persona las que sepultan en el agua a quien recibe el bautismo y las que lo levantan para sacarlo de ella, es Jesús quien lleva a cabo la circuncisión no hecha a mano. Por lo tanto bautizar es algo que se hace a alguien. Si bien fue Noé quien construyó el arca, fue el Señor quien la llevó con seguridad por las aguas; y fueron Moisés y Josué quienes guiaron al pueblo a través de las aguas. El bautismo cristiano no es como el «lavaos y purificaos» de Isaías, ni como las purificaciones rituales del judaísmo, ni como las lustraciones de Qumran, ni como el bautismo judío de prosélitos; pues, tomando como modelo el bautismo de Juan (el cual Jesús mismo recibió), es siempre, en todo lu­ gar, y para todos, algo que se hace a alguien.12 

La persona que está siendo bautizada se pone en las manos de otro, confiando en que lo hará de­ scender dentro del agua y que tendrá la capaci­dad de sacarlo de esta. No obstante, su fe para recibir el perdón de pecados y la salvación, no está puesta en quien lo bautiza. Antes, su fe se encuentra en  Estas palabras son sunqa/ p tw (sunthapto¯ , «sepulta­ dos con»; vers. o 12a); sunegei/ r w (sunegeiro¯ , «resucitado con»; vers. o 12b); y suzwopoie/ w (suzo¯ opoieo¯ , «os dio vida juntamente con»; vers. o 13b). Compare con Romanos 6.5, 8; Filipenses 3.10; Colosenses 3.1; 2ª Timoteo 2.11. 12  John E. Burkhart, Worship (Adoración) (Philadelphia: Westminster Press, 1982), 131. 11

6

«el poder de Dios que le levantó de los muertos [a Jesús]» (vers.o 12). Algunos esgrimen el argumento de que no es necesariamente la inmersión lo que está implícito en este versículo. William Hendriksen presentó su objeción, expresando: Este comentario difícilmente estaría completo si nada se hubiera dicho en referencia al modo del bautismo, en vista de que es especialmente en pasajes como este que los partidarios de la inmersión basan su argumento de que el único bautismo válido es el bautismo por inmersión. Ellos ven en las palabras «sepultados con él en el bautismo» una aprobación para la inmersión en el agua; y en las palabras «en el cual fuisteis también resucitados con él» un sólido respaldo para la emersión del agua. Con todo el amor y el respeto para nuestros hermanos en Cristo, me atrevo a decir, no obstante, que en relación con el bautismo la Escritura también usa otras expresiones, las cuales, atendiendo a esta clase de razonamiento, entonces también tendrían que ser consideradas como indicaciones del modo correcto del bautismo. Si la expresión ser sepultados con Cristo (Colosenses 2.11–12; Romanos 6.4) significa que el bautismo debe ser por inmersión, ¿por qué no debería indicar la expresión ser crucificado con Él (Romanos 6.6) que el bautismo debe ser solamente por cru­ cifixión? ¿Por qué no hacer que la expresión ser plantados con Él (Romanos 6.5 A. V. y el original) debería ser por implantación y que la expresión revestirse de Cristo (Gálatas 3.27), debería ser por habilitación?13 

El argumento de Hendriksen presenta fallos porque el significado radical de la palabra «bau­ tizar» (bapti÷ z w, baptizo¯ ) es «sumergir». La figura de Pablo en el sentido de participar de la sepultura y la resurrección de Jesús en el bautismo no hace más que añadir peso a la evidencia en el sentido de que el bautismo es por inmersión. Muchas autoridades, aun aquellas que están fuera de los círculos religiosos, dan testimonio de este significado de la palabra. El American Heritage Dictionary da la definición etimológica de «bautizar» como «Del griego: baptein, sumer­ gir».14 Otras fuentes, no religiosas, ni partidarias, dan esta definición de bautismo: «Del griego baptisma, “zambullir en agua” […] para el desarrollo del sentido debe tenerse presente que bautismo

13  William Hendriksen, Exposition of Colossians and Philemon (Exposición de Colosenses y de Filemón), New Tes­ tament Commentary (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1964), 117, n. 87. 14  American Heritage Dictionary, 3ª ed. (2001), s.v. «bautizar».

con­sistía [originalmente] de inmersión».15 Otras fuentes dicen: El verbo griego para «bautizar», baptizein, se forma a partir de baptein, «zambullir», y «zambullir frecuente o intensivamente, hundir, sumergir».16  El método normal de tiempos antiguos era la inmersión, tal como lo demuestran los bau­ tisterios de antaño.17  … el apóstol introduce la frase «fuisteis sepul­ tados» en lugar de «muertos» con el fin de evocar la imagen del bautismo, un paralelismo que desaparece con nuestra práctica actual del bautismo por aspersión [rociar].18  Esta «sepultura» tuvo lugar cuando la persona fue descendida dentro del agua, y la «resurrec­ ción» que le acompañó, cuando él o ella estuvo siendo sacada del agua.19 

En el bautismo participa la totalidad de la per­ sona, cuerpo y alma. A ninguno de los dos debe impedirse el bautismo. El alma se entrega completa­ mente a Jesús, por fe que da como re­sultado el fin de una antigua vida y la entrada a una nueva vida. Por lo tanto, quien recibe el bautismo es sacado espiritualmente vivo de entre los muertos. La totali­ dad del cuerpo, al ser puesto bajo el agua, también participa en el bautismo. El derramar o el rociar un poquito de agua sobre el cuerpo no cumple la idea de participar de la sepultura y de la resurrección de Jesús como sí la cumple el sepultar la totalidad del cuerpo. Por este proceso la persona completa llega a estar dedicada a Cristo. Hay varios argumentos que se han formulado con el fin de escapar de la necesidad del bautismo 15  Ernest Klein, A Comprehensive Etymological Dictionary of the English Language (Diccionario etimológico comprensivo del idioma inglés) (Ámsterdam: Elsevier Publishing Co., 1966), 1:147. 16  Lars Hartman, «Baptism» («Bautismo») en The Anchor Bible Dictionary (El Diccionario Bíblico Anchor), ed. David Noel Freeman (New York; Doubleday, 1992), 1:583. 17  Massey H. Shepherd, Jr., Encyclopedia International (Danbury, Conn.: Lexicon Publications, 1981), 378. 18  J. B. Lightfoot, Notes on the Epistles of St Paul: 1 and 2 Thessalonians, 1 Corinthians 1—7, Romans 1—7, Ephesians 1.1—14 (Notas sobre las epístolas de san Pablo: 1 era y 2ª Tesalonicenses, 1 era Corintios 1—7, Romanos 1—7, Efesios 1.1–14), Thornapple Commentaries (London: Macmillan & Co., 1895; reimpresión, Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1980), 296. 19  Robert G. Bratcher y Eugene A. Nida, A Translators Handbook on Paul’s Letters to the Colossians and to Philemon (Manual para traductores sobre las cartas de Pablo a los Colosenses y a Filemón), Helps for Translators (New York: United Bible Societies, 1977), 57.

para perdón de pecados, la salvación y una nueva vida. Estos argumentos contradicen las Escrituras que enseñan la necesidad del bautismo (Marcos 16.16; Hechos 2.38; 22.16; 1era Pedro 3.21). Warren W. Wiersbe aseveró: … en el Nuevo Testamento, la palabra bautizar tiene tanto un significado literal como figurado. El significado literal es «zambullir, sumergir». El significado figurado es «ser identificado con». Por ejemplo, esto es lo que dice de la nación judía: «… en Moisés fueron bautizados», cuando ella pasó por el Mar Rojo (1era Corintios 10.1–2). No hubo participación de agua en este bautismo, porque ellos pasaron por terreno seco. En esta experiencia, la nación se identificó con Moisés.20 

Un problema obvio de la anterior aseveración es que Moisés no fue el elemento en que el pueblo de Israel fue bautizado. Ellos fueron bautizados, esto es, sumergidos, por el mar y por la nube de humo, cuando pasaron por el mar (Isaías 4.5). El pasar por terreno seco, que ciertamente indica que no fueron hundidos en el agua, no es argumento en contra de que fueron bautizados, esto es, rodeados por la nube y por el mar o sumergidos en estos. El mar formó una barrera a ambos lados; ellos fueron sumergidos, bautizados, en el mar y en la nube de humo. Otros objetan que se haga uso del versículo 11 para enseñar que el bautismo en agua es la circuncisión de Cristo, diciendo: «Es probable que contenga una referencia a la conversión (“fuisteis circuncidados”, tiempo aoristo), la circuncisión del corazón realizada por el Espíritu…».21 Se llega entonces a la conclusión en el sentido de que el bautismo al cual se refiere el versículo 12 es el bautismo del Espíritu Santo, porque Pablo mencionó una «circuncisión no hecha a mano» (vers. o 11). Fue el bautismo que se mandó a todas las naciones el que la iglesia de Colosas recibió (Ma­ teo 28.19; Marcos 16.15–16), no el bautismo del Espíritu Santo de carácter l imitado que se prometió a los apóstoles y que recibieron estos (Hechos 1.2–5; 2.4) y que más adelante recibió Cornelio (Hechos 11.15–16). El hecho de que la circuncisión espiritual de Jesús se hace sin mano indica que los pecados de ellos no fueron quitados por manos 20  Warren W. Wiersbe, The Bible Exposition Commentary (El Comentario Expositivo de la Biblia) (Colorado Springs, Colo.: Chariot Victor Publishing, Cook Communications, 1989), 2:127. 21  James D. G. Dunn, The Epistles to the Colossians and to Philemon (Las epístolas a los Colosenses y a Filemón), The New International Greek Commentary (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1996), 156.

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humanas, sino por el poderoso accionar de Dios. El momento del bautismo fue el momento en que esto tuvo lugar. Albrecht Oepke hizo una observación correcta al expresar: Las referencias neotestamentarias al bautismo deben considerarse como bautismo en agua a menos que el contexto indique algo diferente. El bautismo se define técnicamente como «bautizar en agua». Por lo tanto no es necesario especificar el medio.22 

No hay nada en el contexto que obligue a que sea el bautismo del Espíritu Santo el que se propuso, de modo que es el bautismo en agua el que se debe considerar como el que Pablo tenía presente. «… en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos» (2.12b) En el bautismo, los hermanos de Colosas, no solo habían sido sepultados con Jesús, sino que también habían sido resucitados con él. La palabra que se traduce por «resucitados con Él» (sunhge÷ r qhte, sune¯gerthe¯te), un indicativo pasivo aoristo, representa acción completada. La misma palabra aparece en 3.1 y en Efesios 2.6. Cuando ellos participaron de Su sepultura y resurrección al ser bautizados, estos hermanos también parti­ci­paron y recibieron una nueva vida por medio de Él. Esto fue posible gracias a la fe (pi÷ s tiß, pistis) de ellos. Esta es la última vez que Pablo usó la palabra «fe» en Colosenses. (También aparece en 1.4, 23; 2.5, 7.) Hay varias preguntas relacionadas con la fe que se menciona aquí que deben atenderse. 1) En la frase fe en el poder de Dios, ¿debería traducirse pistis por «la fidelidad» del poder de Dios, y no por «fe»? La palabra pistis casi nunca es traducida por «fidelidad». En la KJV se traduce por «fe» 239 veces, y una vez por cada una de las siguientes palabras: «seguridad», «lealtad» y «creer», pero jamás por «fidelidad». En la NASB se traduce por «fe» 238 veces, por «prueba» una vez, y por «fidelidad» tres veces: en Mateo 23.23; Romanos 3.3 y Gálatas 5.22. ¿Por qué se considera «fidelidad» una mejor traducción que «fe» en Mateo 23.23 y Gálatas 5.22? ¿No es la «fe» en estos pasajes una virtud cristiana, tal como en 2ª Pedro 1.5? Ahora analicemos Romanos 3.3: «¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su 22  Albrecht Oepke, «ba÷ p tw», en Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento), ed. Gerhard Kittel, trad. y ed. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Pub­ lishing Co., 1964), 1:539.

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incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?». En este versículo, la palabra griega se traduce justificadamente por «fidelidad». No obstante, es mucho lo que también se debe decir en cuanto a «fe» como el significado en este pasaje. Barclay M. Newman y Eugene A. Nida escribieron: «Es posible […] hacer que esta pregunta signifique: “¿Significa que por esta razón la fe en Dios es in­ útil?”, sin embargo, ninguna traducción moderna le da tal sentido a la pregunta de Pablo».23  Tal vez, cuando Newman y Nida escribieron en 1973, ellos no conocían una traducción de 1971 que vertía Romanos 3.3 de este modo: «¿Hará el hecho de que ellos no crean que no sea útil la fe de Dios?» (LB). La palabra «fidelidad» no es la mejor traducción en Romanos 3.3. La expresión «fe de» es un genitivo objetivo, que debería traducirse por «fe en». No hay nada en la oración que obligue a una traducción diferente de esta: «¿Significa que por esta razón la fe en Dios es inútil?». Pablo estaba aseverando que la incredulidad de algunos no haría que perdiera valor la fe que otros tuvieran en Dios. Como regla general, al traducir una palabra, debería conservarse el significado normal de ella, a menos que el contexto obligue a una excepción. En el contexto no hay pasaje que obligue a que pistis se traduzca de algún otro modo que no sea «fe». No hay nada en el contexto de 2.12 que obligue a que se use «fidelidad» para traducir pistis. Por lo tanto, debe conservarse la frase: «fe en el poder de Dios». Son pocas las versiones antiguas que traducen pistis por «fidelidad» en el versículo 12, y puede que no haya ninguna que lo haga así. 2) ¿Está la resurrección de Jesús en aposición con «el poder de Dios» (en la cual una frase repite o define a la otra)? Si así es, esto significaría que la fe, en lugar de ponerse en el poderoso accionar de Dios para dar nueva vida al que está siendo bau­ tizado, ha de ponerse en la resurrección de Jesús. Esto fue lo que al respecto expresó A. S. Peake: … en otros pasajes, el genitivo que está después de pistis, a menos que se refiera a la persona que cree, expresa el objeto de la fe. El punto de vista de Hofman en el sentido de que t. ener. es un genitivo de aposición, y de que lo que se da a entender es «fe, esto es el poder de Dios», queda prácticamente descartado. Esto es así porque la fe se dirige hacia el poder de Dios que levantó de entre los muertos a Cristo, cf. Romanos 4.24. Dios se caracteriza de este modo, en vista de que el poder por el cual Él levantó a Cristo también 23  Barclay M. Newman y Eugene A. Nida, A Translators Handbook on Paul’s Letter to the Romans (Manual para traductores sobre la carta de Pablo a los Romanos) (New York: United Bible Societies, 1973), 53.

será eficaz en nuestra propia experiencia espiri­ tual. Nuestro bautismo no es, por lo tanto, una señal de nada, sino una verdadera sepultura y resurrección espirituales con Cristo.24 

De conformidad con Peake, el versículo 12 no presenta «fe» y «poder de Dios» como la misma cosa. En lugar de esto, «la fe se dirige hacia el poder de Dios que levantó de entre los muertos a Cristo». Esta fe se pone en el poder de Dios «en vista de que el poder por el cual Él levantó a Cristo también será eficaz en nuestra propia experiencia espiritual». 3)  ¿Debe traducirse la frase thv ß pi÷ s tewß (te¯s pisteo¯s) como «fe de» o como «fe en»? Thayer incluyó 2.12 como ejemplo de un genitivo objetivo, «gen[itivo] del objeto [fe en]».25  F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker inter­pretaron la frase de Pablo como «fe, confianza, seguridad en Dios». Luego, después de citar pasajes donde aparece esta forma de usar la palabra (por ejemplo, Marcos 11.22), ellos dieron esta traducción de Colosenses 2.12: «… fe en el poder de Dios, que le levantó de los muertos».26 En la revisión del 2000, Danker tradujo esta parte del versículo de modo idéntico.27  La mayoría de los traductores consideran la frase dia» thv ß pi÷ s tewß un genitivo objetivo.28 Por lo tanto la frase debe traducirse por «por la fe en». 4)  ¿Tiene que poner la gente su fe en lo que Dios está haciendo, cuando son bautizados? Sí. El que está siendo bautizado necesita tener fe en que el poderoso accionar de Dios, el mismo poder que levantó a Jesús, le dará una nueva vida espiritual. La nueva vida se da cuando, en el bautismo, él  A. S. Peake, Epistle to the Colossians (Epístola a los Colosenses), The Expositor ’s Greek Testament, ed. W. Robertson Nicoll (New York: George H. Doran Co., 1897), 526. 25  C. G. Wilke y Wilibald Grimm, A Greek-English Lexicon of the New Testament (Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento), trad. y rev. Joseph H. Thayer (Edinburgh: T. & T. Clark, 1901; reimpresión, Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1977), 513. 26  Walter Bauer, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana primitiva), 2ª ed., trad. William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, rev. y aum. F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker (Chicago: University of Chicago, 1979), 663. 27  Bauer (2000), 819. 28  Vea J. B. Lightfoot, St. Paul’s Epistles to the Colossians and to Philemon (Epístolas de san Pablo a los Colosenses y a Filemón), rev. (London: Macmillan & Co., 1916), 185; y Carson, Colossians (Colosenses), 67. Vea otros pasajes donde aparece el genitivo objetivo: Marcos 11.22; Romanos 3.22, 26; Gálatas 2.16, 20; 3.22; Efesios 3.12; Filipenses 1.27; 3.9; 2ª Tesalonicenses 2.13. 24

participa de la sepultura y de la resurrección de Jesús. Esto puede suceder solamente si la persona siendo bautizada tiene fe en la actividad de Dios para circuncidarlo espiritualmente y para hacerlo espiritualmente vivo. La seguridad de que Dios puede hacer esto, se basa en la poderosa obra de Este al levantar a Jesús. Marvin Vincent se refirió a «la fe de la operación de Dios, que no “no [es] la fe que Dios obra, sino la fe de uno en el hecho de que Dios obra” […] tal como se manifiesta en la resurrección de Cristo».29  El que está siendo bautizado no solo tiene fe en el «poder» de Dios, tal como se traduce en la NIV, sino también en el «accionar» (e˙ n e/ r geia, energeia) de Dios.30 Si Pablo hubiera dado a entender «poder», él habría usado la palabra griega e˙ x ousi÷ a (exousia, «derecho o autoridad para actuar») or du/ n amiß (dunamis, «poder o habilidad para actuar»). En lugar de esto, usó energeia, que significa poder en acción y que en la mayoría de los casos se traduce por «accionar». J. Ithel Jones aseveró: «Es “por fe en el accionar de Dios” (RV) que se le puede dar significado y validez a este rito».31 William Barclay lo expresa de este modo: «Solo podía suceder cuando un hombre creía en el eficaz accionar de Dios que había levantado a Jesucristo de entre los muertos y que podía hacer lo mismo por él».32  Herbert M. Carson comentó: El poderoso accionar de Dios como ya se había demostrado en la resurrección de Cristo es, por lo tanto, el objeto de la seguridad del creyente. El argumento sería entonces como sigue: Ellos habían aceptado el hecho de la resurrección de Jesús. Esta era la demostración manifiesta del poder de Dios, y con la confianza puesta en ese poder, ellos habían conocido una resurrección espiritual con Cristo.33 

Otros comentaristas coinciden: Crisóstomo señala: «ustedes creyeron que Dios puede resucitarlos, y de este modo fueron resucitados» […] no es simplemente la creencia de que Dios levantó a Cristo de entre los muertos, sino también la creencia de que 29  Marvin R. Vincent, Word Studies in the New Testament (Estudios de palabras del Nuevo Testamento) (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1946), 3:168. 30  La misma palabra aparece en Efesios 1.19; 3.7; 4.16; Filipenses 3.21; Colosenses 1.29; 2ª Tesalonicenses 2.9, 11. 31  J. Ithel Jones, The New Bible Commentary (El nuevo comentario bíblico) (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1964), 1048. 32  William Barclay, The Letters to the Phillippians, Colossians and Thessalonians (Las cartas a los Filipenses, los Colosenses y los Tesalonicenses), ed. rev., The Daily Study Bible Series (Philadelphia: Westminister Press, 1975), 140. 33  Herbert M. Carson, Stand Perfect in Wisdom (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1981), 110.

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Dios está activo en la naturaleza humana, re­ sucitándola a una nueva vida del mismo modo que resucitó a Cristo de entre los muertos, y como resultado de esta resurrección.34  De modo que el bautismo cristiano que responde a la circuncisión espiritual que la redención de Cristo logró, requiere recono­cimiento personal y aceptación de parte de los que son bautizados. Esto significa que la indispensabilidad de la fe dirigida, no al rito en sí, sino a Dios que obra en el «sacramento», aplica la eficacia salvadora de la muerte y la resurrección de Cristo en las cuales los creyentes murieron y fueron resucitados, y los coloca en esa esfera de la vida divina en la cual el pecado es vencido (Romanos 6.7, 9–11). 35  La sección central del versículo 12 puede traducirse como sigue: «… cuando fuisteis bautizados, Dios hizo que volvierais a vivir, por decirlo así, por su poder. Él os resucitó, por decirlo así, juntamente con Cristo. Esto sucedió como resultado de vuestra confianza en el poder de Dios».36  Es un error representar la función de la fe como si ella consistiera únicamente en pedir el bautismo en el cual Dios actúa sin tomar en cuenta la ac­ titud del hombre, ni el entendi­miento que este pueda tener de lo que Dios hace en el bautismo, ni la evidencia de una intención de hacer la re­ spuesta apropiada después del bautismo.37  Por lo tanto, a Dios se le caracteriza de este modo: se le caracteriza como quien lo resucitó de entre los muertos, porque el silogismo aplica: Si Dios resucitó a Cristo, entonces a mí también puede llevarme a nueva vida (comp. Efesios i. 19, 20). Es precisamente por fe en ese «accionar de Dios» que esta experiencia de nueva vida se realiza.38 

La fe del que está siendo bautizado no está puesta en el que administra el acto, ni en el agua, ni en el acto en sí, ni únicamente en la resurrección de Jesús. La fe ha de dirigirse a Dios, con la se­ guridad de que Su accionar puede efectuar las transformaciones prometidas en la nueva vida del 34  Lewis B. Radford, The Epistle to the Colossians and the Epistle to Philemon (La epístola a los Colosenses y la epístola a Filemón), Westminister Commentaries (London: Methuen and Co., 1931), 232. 35  Ralph P. Martín, Colossians: The Church’s Lord and the Christian’s Liberty (Exeter, England: Paternoster Press, 1972), 87. 36  Bratcher y Nida, 58. 37  G. R. Beasley-Murray, Baptism in the New Testament (Bautismo en el Nuevo Testamento) (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1962), 154. 38  Karl Braune, “The Epistle of Paul to the Colossians” («La epístola de Pablo a los Colosenses») en A Commentary on the Holy Scriptures: Critical, Doctrinal, and Homiletical, with Special Reference to Ministers and Students, trad. M. B. Riddle, ed. John Peter Lange (Edinburgh: T. & T. Clark, 1870), 7:46.

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cristiano. La fe de que Dios puede hacer esto y de que lo hará, se basa en Su activo poder tal como se demostró en el acto de resucitar a Jesús. No debe esperarse que Dios actúe a menos que una persona tenga tal fe en Él. Ser sepultado y resucitado con Jesús por causa de la fe en el poderoso accionar de Dios, produce tres resultados: circuncisión, nueva vida y perdón. En el momento del bautismo, los incircuncisos son circuncidados espiritualmente, los muertos en pecado reciben vida, y los pecados son perdonados. Eduard Schweizer hizo una correcta observación respecto de la progresión de pensamiento que manifestó Pablo al avanzar del versículo 12 al 13: «La oración que sigue, explica lo que en realidad se quiso dar a entender con la vida de resurrección que ellos ya habían alcanzado: denota el ser libres de incircuncisión, con fundamento en el perdón de pecados».39  «… estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne» (2.13a) Antes de que los colosenses fueran perdona­ dos, ellos estaban muertos en pecados. Pablo dijo a los romanos: «… el pecado revivió y yo morí […] porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató» (Romanos 7.9b, 11). Santiago escribió: «… el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte» (Santiago 1.15b). Los colosenses habían estado muertos en pecado porque habían pecado, del mismo modo que lo han hecho todos (Romanos 3.23). La condición de ellos cambió cuando, du­ rante el bautismo, pusieron su fe en el accionar de Dios, creyendo que Este les dio nueva vida y perdón de sus pecados. Por supuesto que Pablo no se estaba refiriendo a la muerte física. Por la expresión muertos en pecados, él dio a entender que estaban separados de la vida espiritual en Cristo (Efesios 4.18) como resultado del pecado. Debido a que Jesús es la fuente de vida espiritual (1era Juan 5.12), los que no están en Él están espiritualmente muertos. Con el fin de recibir la vida que hay en Cristo (1era Juan 5.11), un creyente debe ser bautizado en Cristo (Romanos 6.4; Gálatas 3.27). La verdad en el sentido de que cuando una persona es bautizada, ella entra en una nueva vida y escapa de la muerte espiritual, es clara-mente 39  Eduard Schweizer, The Letter to the Colossians: A Commentary (La carta a los Colosenses: Un comentario), trad. Andrew Chester (Zürich: Benziger Verlag, 1976: reimpresión, Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1982), 146.

enseñada por Pablo en los versículos 12 y 13. El versículo 13 comienza con la expresión kai« uJ m a◊ ß (kai humas, «y vosotros»), que lo relaciona con el versículo 12. La continuidad del tema no obliga a comenzar un nuevo párrafo. La NIV y la TNIV separan injustificadamente el versículo 12 del 13, al terminar la oración y concluir el párrafo al final del versículo 12. Esta es una decisión interpretativa; no se basa en la estructura del texto griego de estos pasajes. En el texto griego, el final del versículo 12 tiene como signo de puntuación una línea de pun­ tos por encima de la línea: «Los dos puntos, que son un punto por encima de la línea […] toman el lugar del signo de dos puntos y del punto y coma de nuestro idioma».40  Separar los versículos con un nuevo párrafo desliga el pensamiento que expresa Pablo en el versículo 12, del pensamiento que expresa en el versículo 13, no acertando a reflejar la relación entre las dos aseveraciones. Hay otras traducciones, las cuales no separan estos versículos con inicio de nuevo párrafo (vea NASB; KJV; NKJV; ASV; RSV; NRSV). La NAB hace una fuerte conexión entre los dos versículos, al traducir como sigue: « … Dios que lo resucitó de los muertos. Aun vosotros estabais muertos en pecados…». La NASB es casi igual de categórica: «… Dios, quien lo resucitó de los muertos. Cuando vosotros estabais muertos en vuestras transgresiones…». Hubo diferentes formas de la palabra «trans­ gresiones» (paraptw¿ m ata, parapto¯ mata) que fueron usadas por Jesús (Mateo 6.14–15) y por Pablo (Romanos 4.25). 41  En estos pasajes se traduce por «transgresiones» (en algunas ver­ siones, por «pecados» o por «ofensas»). Fuera del Nuevo Testamento, la palabra ha sido usada «en imágenes de uno que da un paso en falso, de modo que pierde el pie».42  Pablo usó «transgresiones» frecuentemente en plural. Si bien Pablo comenzó el versículo 13 usando el pronombre «vosotros», lo terminó escribiendo: «… perdonándonos todos nuestros pecados» (énfasis nuestro), haciendo uso del pronombre «nosotros». El uso de estas frases es algo de lo cual dan fe los manuscritos griegos más antiguos. (En la KJV y en la NKJV se lee: «perdonándoos todos los peca­ dos».) Al usar «nosotros», el autor se incluyó a sí mismo como uno a quien se le perdonaron sus 40  J. Gresham Machen, New Testament Greek for Beginners (Griego del Nuevo Testamento para principiantes) (Toronto: Collier-Macmillan, 1951), 12. 41  Vea Romanos 5.15–18, 20; 11.11–12; 2ª Corintios 5.19; Gálatas 6.1; Efesios 1.7; 2.1, 5. 42  Bauer (2000), 770.

transgresiones cuando participó de la sepultura y la resurrección de Jesús en el bautismo. Jesús había enviado a Ananías a Pablo para decirle lo que debía hacer (Hechos 9.6); y Ananías había dicho: «Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre» (Hechos 22.16). Pablo y los colosenses recibieron nueva vida y los pecados de ellos fueron perdonados del mismo modo. Los colosenses llegaron a estar completos en Jesús (2.10) en el bautismo, cuando fueron cir­ cuncidados espiritualmente, cuando se les dio vida espiritual y se les perdonaron todas sus transgresiones. La fe de ellos en que Dios hizo esto cuando fueron bautizados, se basaba en el poderoso accionar de Él al resucitar a Jesús. Ellos tenía fe en que si Dios podía poner vida nueva en el cuerpo muerto de Jesús, entonces Él podía llevarlos de muerte espiritual a una nueva vida espiritual. Esto fue lo que sucedió cuando ellos participaron de Su sepultura y de Su resurrección en el bautismo. En la era judía, a los judíos incircuncisos y a los gentiles se les consideraba separados de Dios y sin esperanza (Efesios 2.11–12). No eran acepta­ dos como pueblo de Dios por los judíos. En la era cristiana, los que no están espiritualmente circun­ cidados no son pueblo de Dios. En vista de que la circuncisión espiritual se recibe al ser bautizados, el bautismo es el momento en que la condición espiritual de una persona cambia. Es por la fe y el bautismo, que alguien llega a ser hijo de Dios (Gálatas 3.26–27). «… os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados» (2.13b) Las palabras que expresa Pablo a los colosenses revelan que la validez del bautismo depende de la fe del sujeto. Este debe creer que el poderoso accionar de Dios al resucitar a Jesús, puede darle nueva vida y perdonarle sus pecados. Sin fe en lo que Dios hizo al resucitar a Jesús y en lo que Él puede hacer por la persona que está siendo bautizada, el acto físico del bautismo sería un ritual vano y vacío. Para llegar a tener fe en lo que Dios está haciendo, la persona debe entender lo que Dios está haciendo cuando ella es bautizada. ¿Qué hace Dios en este proceso? El apóstol lo explicó: os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. Dios circuncida al que está siendo bautizado, al quitar las pasiones carnales, al darle vida con Cristo y al perdonarle sus pecados. Algunos cambios importantes habían ocurrido en las vidas de los colosenses, según los versículos 11

11 al 13. (Vea la tabla «Condiciones de los cristianos de Colosas [2.11–13]» en la página 3.) Estos cambios habían tenido lugar gracias a la fe de los colosenses, una fe en que el poderoso accionar de Dios que resucitó a Jesús, pudo quitar las pasiones carnales de ellos, y también pudo darles vida y perdonarles los pecados. La expresión «os dio vida juntamente» (sunezwopoi÷ h sen, sunezo¯opoie¯sen) procede de una palabra que significa «dar vida juntamente con alguien».43 El único versículo neotestamentario donde se repite el uso de esta palabra, es Efesios 2.5. Al usar esta forma especial de la palabra, Pablo se estaba refiriendo a un evento pasado que se había completado. Peter T. O’Brien escribió: La resurrección de los colosenses con Cristo ya había tenido lugar: se describe por medio de un tiempo aoristo sunhge/ r qhte («fuisteis resucitados»). Esto no es para insinuar que la escatología de los colosenses se había realizado en su totalidad […]; el elemento futuro se menciona como la revelación de esa vida que está actualmente escondida en Cristo con Dios (3.3–4), no como la resurrección de los muertos.44 

En los versículos 12 y 13, Pablo usó tres verbos compuestos que comienzan con su/ n (sun, que significa «juntamente»). En el bautismo, los colosenses habían sido sepultados y resucitados «con Él». Llegamos ahora a la tercera palabra que tiene sun como prefijo. Es un beneficio que resulta de las primeras dos: A ellos también se les dio «vida juntamente con él». Gracias a que ellos habían participado físicamente de una sepultura y de una resurrección con Jesús en el bautismo, ellos también participaban, en un sentido espiritual, de una nueva vida con Él. Una vez, ellos habían estado espiritualmente incircuncisos, muertos en pecados y separados de Dios; después del bautismo, ellos fueron circuncidados espiritual­ mente al quitarse sus pecados. La separación de ellos de Dios por causa del pecado, había cesado. «En el sentido bíblico, el perdón tiene que ver pri­ mordialmente con la restauración que hace Dios de la relación entre él y el hombre, que ha sido rota por el pecado del hombre».45  La mención que se hace de resurrección aquí, no es la expectativa de una resurrección futura, sino que es una referencia a la experiencia que tuvieron los  Ibíd., 954.  Peter T. O’Brien, Colossians, Philemon (Colosenses, Filemón), Word Biblical Commentary, vol. 44 (Waco, Tex.: Word Books, 1982), 119. 45  Bratcher y Nida, 60. 43 44

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colosenses al participar de la re­surrección de Jesús en el bautismo. Para recibir vida juntamente con Cristo, fue necesario que ellos fueran sepultados y resucita­ dos con Él. Entonces podían participar en una nueva vida con Él. Nadie puede entrar en una nueva vida espiritual sin experimentar primero una muerte es­ piritual al pecado al participar de la muerte de Jesús (Romanos 6.3–4). Para entrar en la nueva vida, el que está siendo bautizado también debe cooperar obedeciendo de corazón, efectuando una reforma interna (Romanos 6.4, 17–18). Cuando uno es re­ sucitado con Cristo en el bautismo, la nueva vida llega a ser una realidad presente. A pesar de que Pablo relacionó claramente el bautismo y el perdón de pecados en el contexto del versículo 13, algunos han tratado de separar el uno del otro. Estos esfuerzos no se justifican, pues el bautismo y el perdón son inseparables. La relación se observa especialmente en Hechos 2.38, donde se dice del bautismo que este es «para [ei˙ ß , eis] perdón de los pecados». Algunos han argumentado que eis en Hechos 2.38 significa «a causa de». No obstante, muchas gramáticas y léxicos confirman que «eis», tanto aquí como en Marcos 1.4 y Lucas 3.3, significa propósito. La recientemente publicada y altamente respetada revisión del léxico de Walter Bauer que hizo Frederick Wilson Danker, describe eis como «marcador de objetivos que implican aspectos afec­ tivos / abstractos / de idoneidad, hacia, para […] que vuestros pecados sean perdonados Mateo 26.28; cp. Marcos 1.4; Lucas 3.3; Hechos 2.38». 46  Según la definición, la palabra griega eis, en con-textos que relacionan el bautismo con el perdón, significa «de modo que», «dado el propósito» o «para recibir». La conclusión obvia es que las personas han de ser bautizadas de modo que sus pecados puedan ser perdonados. Otros pasajes enseñan que el bautismo es necesario para recibir salvación (Marcos 16.16; 1era Pedro 3.21). Un ángel aseveró que Jesús salvaría a Su pueblo de los pecados de ellos. Esto indica que «salvos» se relaciona con el perdón. A los que son salvos al ser bautizados les son perdonados los pecados. El concepto de que todas las transgresiones son perdonadas cuando uno es bautizado, es con­secuente con otros pasajes del Nuevo Testamento que muestran que el bautismo es necesario para ser perdonados. Todos los pasos erróneos dados por los colo­ senses habían sido perdonados. El perdón de Jesús no fue parcial, sino total, al cubrir toda mala obra que habían hecho. La sangre de Jesús perdona todos los pecados (1era Juan 1.7) de los que le obedecen 46

 Bauer (2000), 290.

(Hebreos 5.9). Esto fue lo que Pedro ofreció a los judíos en el día de Pentecostés (Hechos 2.38) y lo que se ofreció a Pablo, el perseguidor y asesino de cristianos, cuando iba en el camino a Damasco (Hechos 22.16). El ser perdonados de todos los pecados pasados no significaba que los colosenses habían de confiar en su purificación pasada sin tomar en cuenta que debían vivir una vida justa. Los cristianos han de procurar perdón de cualesquiera pecados cometidos después del bautismo. El entrar en la nueva vida debe dar como resultado una vida santa para Jesús. Los cristia­ nos no deben seguir en pecado tan solo porque pueden ser perdonados por la gracia de Dios (Romanos 6.1–6). Los que siguen en pecado están insultando al Espíritu (tal vez el «espíritu») de gracia. La gracia de Dios que se ofrece a los cristia­ nos, no tiene como propósito fomentar el pecado; es para los que están tratando de vivir sin pecar (1era Juan 2.1–2). Un acróbata de la cuerda floja que protagoniza actos por encima del nivel del piso, tiene la elección de hacer que le pongan una red de seguridad debajo de él. No desea caerse, pero desea que la red esté allí para que lo reciba en caso de que caiga. Del mismo modo, Dios provee la gracia como una red de seguridad para los cristianos que están tratando de vivir vidas sin pecado, pero que a veces pecan. Libertad en Cristo, de los decretos de la Ley (2.14) … 14anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz… «… anulando el acta de los decretos que había contra nosotros» (2.14a) Para que podamos entender lo que fue anulado, «quitado de en medio», debemos determi­ nar el significado de acta de los decretos. La pa­ labra ceiro/ g rafon (cheirographon, «certificado de deuda») se define como «documento escrito, [es­ pecíficamente] un certificado de deuda, de cuenta, de registro de deudas». 47 La palabra «decretos» proviene de do/ g ma (dogma), «una aseveración formal relacionada con normas o reglas que han de ser observadas […] de conjuntos formalizados de ordenanza, de decisión, de mandamiento de reglas».48  Muchos comentarios y traducciones coinciden en que «acta de los decretos» se refiere a «decretos». 47 48

 Ibíd., 1083.  Ibid., 254.

Si esto es correcto, entonces «acta de los decretos» se refiere a decretos u ordenanzas que aparecen en una fórmula escrita a mano. En este caso, es exacta la traducción de la NASB donde se lee «certificado de deuda que consiste en decretos». Los comentaristas interpretan esta frase de diferentes maneras. Entre otros puntos de vista, hay cinco interpretaciones que son las más impor­tantes: 1) Pablo se estaba refiriendo a un documento que consignaba la deuda de pecados que se mantenía contra los colosenses. 2) Su referencia era a un pa­ garé, una promesa firmada de cumplir las estipu­ laciones especificadas. 3) Se estaba refiriendo a una «confesión firmada de deuda que se mantenía como testimonio perpetuo en contra» de los colosenses. 49 4) Estaba dando a entender la Ley que Dios dio a Israel en el Sinaí, que terminó, o que, en sentido figurado, murió, al ser clavada en la cruz. 5) Estaba comentando dos conceptos separados. En relación con la cuarta interpretación, Hen­ driksen escribió: «Esta escritura a mano o docu­ mento escrito a mano, es claramente la Ley (cf. Efesios 2.15)».50 Este autor explicó: «Lo que se ha abolido por la cruz no es un “certificado de deuda con nuestra firma en él”, sino “la ley de los man­ damientos con sus exigencias”».51  Carson llegó a la misma conclusión: «Por lo tanto, la ley de Dios con sus ordenanzas específicas representa la aseveración de Dios de nuestro estado de deuda […] La ley de Dios no solo aseveraba nuestra culpa, sino que también clamaba por el castigo debido por tal culpa. De modo que la fianza era nuestra enemiga».52  Los versículos que siguen, del 15 al 17, indi­ can que Pablo estaba hablando de la Ley. El «Por tanto» (ou™ n , oun) del versículo 16 se refiere al versículo 15, que explica lo que Pablo da a entender con «decretos» en el versículo 14. Se trata de los «decretos» que han sido anulados y clavados en la cruz. Jesús despojó a los principados y a las potestades. Con fundamento en esta verdad, los colosenses no habían de permitir que nadie los juzgara en cuanto a mandamien­ tos que se encontraban en los decretos escritos a mano. De conformidad con el versículo 16, estos incluían normas sobre alimentos, bebidas, fiestas, 49  E. K. Simpson y F. F. Bruce, Commentary on the Epistles to the Ephesians and the Colossians (Comentario sobre las epístolas a los Efesios y a los Colosenses) The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1957), 238. 50  Hendriksen, 120–21. 51  Ibíd., 121, n. 90. 52  Carson, Colossians (Colosenses), 69.

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celebraciones de luna nueva y de días de reposo. La Ley que Dios dio por medio de Moisés (no las leyes paganas) exigía la observancia de tales nor­ mas.53 El versículo 17 se refiere a estas cos­tumbres religiosas como simple sombra de lo que había de venir. Las costumbres paganas no eran sombra de cosas venideras, sino que la Ley era la sombra de realidades futuras (Hebreos 10.1) que se encuentran en enseñanzas del Nuevo Testamento. Muchos comentaristas creen que Pablo se estaba refiriendo a la ley de Moisés. La Ley era un documento escrito que Dios mandó a Moisés que escribiera (Éxodo 34.27–28). Israel había de observar todo lo que estaba escrito (Deuteronomio 28.58; 30.10; Josué 1.8). Esto solo se podía aplicar a las leyes del Antiguo Testamento, pues el Nuevo Testamento no estaba escrito todavía. La ley existió como vara de medir para los que vivieron bajo ella. Todos los que eran circuncidados estaban obligados a guardar la totalidad de la Ley (Gálatas 5.3). La «deuda» no la constituía el pecado de los que vivían bajo la ley. Antes, la «deuda» la constituía la obligación, el peso de deuda que mandaba a los que estaban bajo el antiguo pacto a obedecer a la perfección todo mandamiento de la Ley. Todos los que estuvieron bajo la Ley, que­ brantaron esta y fueron dignos de muerte por causa del pecado (Romanos 6.23; Santiago 1.13–15). Como ministerio de muerte (2ª Corintios 3.7–9), aunque podía dar vida, la Ley producía condena­ ción por causa de los pecados de todos los que vivían bajo ella (Romanos 7.9–11). Con funda­ mento en las normas de la Ley dada por medio de Moisés, todo el mundo estaba encerrado bajo pecado (Gálatas 3.22). La «deuda» era la obligación impuesta sobre el pueblo de Dios en el sentido de guardar los decretos de la Ley. «… que nos era contraria» (2.14b) ¿En qué sentido nos era contraria la Ley? La palabra «contraria» (uJpenanti÷oß, hupenantios), que insinúa «intensa oposición» se encuentra única­ mente aquí y en Hebreos 10.27, donde se traduce por «adversarios». La Ley era buena (vea Romanos 7.12); no obstante, la humanidad es pecadora. Por esta razón, el buen estándar de la Ley revelaba la pecaminosidad del hombre (Romanos 7.8–11). Los que la hacían a un lado habían de morir sin mise­ ricordia (Hebreos 10.28). Era más de lo que Israel podía resistir, porque exigía obediencia sin errores 53  Vea Éxodo 34.22–25; Levítico 10.9; 11.1–40; Números 10.10; 29.6; Deuteronomio 5.12–15; 2º Crónicas 8.13.

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(Santiago 2.10). Por lo tanto, la Ley maldecía a los que estaban bajo ella (Gálatas 3.10). Pedro, hablando a los cristianos de origen judío de Jerusalén, se refirió a la Ley, en estos términos: «un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar» (Hechos 15.10b). Todos los que procuran ser justi­ ficados por ella son cortados de Cristo y han caído de la gracia (Gálatas 5.4). El castigo por quebrantar la Ley era la muerte en la mayoría de los casos. Siete de los Diez Man­ damientos exigían la muerte para el que los que­ brantara. A las personas de Israel que sirvieran a otros dioses, tal como se prohíbe en los primeros tres mandamientos, se les daba muerte (Deuter­ onomio 17.2–5). El mismo castigo estaba estipulado para los que quebrantaran el cuarto mandamiento al trabajar en el día de reposo (Éxodo 31.15), o el quinto, al golpear o maldecir a sus padres en lugar de honrarlos (Éxodo 21.15, 17), o el sexto, al com­ eter homicidio (Números 35.30–31), o el sétimo al cometer adulterio (Deuteronomio 22.22–25). En lugar de producir las bendiciones que Dios había prometido a la simiente de Abraham (Géne­ sis 22.18; Gálatas 3.16), la Ley maldecía a los que vivían bajo ella (Gálatas 3.10). «Porque si aquel [primer pacto] hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo» (Hebreos 8.7). La «debilidad e ineficacia» (Hebreos 7.18–19) de la Ley puede observarse en lo que esta no podía realizar. No podía dar libertad a las personas (Hechos 13.39), ni justificarlas (Romanos 3.20; Gálatas 2.16; 3.11), ni darles herencia (Gálatas 3.18; 1era Pedro 1.3–4), ni darles vida (Gálatas 3.21), ni hacerlas justas (Gálatas 3.21), ni proveer gracia (Gálatas 5.4), ni hacerlas herederas (Romanos 4.14), ni hacerlas perfectas (Hebreos 7.19), ni perdonar pecados (Hebreos 10.4), ni proveer misericordia (Hebreos 10.28). «… quitándola de en medio y clavándola en la cruz» (2.14c) Si bien la Ley cumplía con su propósito, había mucho que no podía hacer. Por lo tanto, de con­ formidad con el plan de Dios, Pablo pudo decir: quitándola de en medio y clavándola en la cruz. Quien la quitó de en medio fue Dios, que actuó por medio de la cruz al eliminar la Ley contenida en decretos escritos. «Dios» (vers.o 12) es el anteced­ ente del pronombre implícito «Él» de los versículos 13 al 15. La expresión «Su cruz» que aparece en la KJV, indica que «Él» (NASB), quien ha «[quitado la Ley] de en medio», es Jesús. No obstante, la expresión «la cruz», tal como aparece en las

más recientes traducciones, cuenta con mejores evidencias del manuscrito griego que la expresión «Su cruz». J. B. Lightfoot creía que Pablo cambió de Dios a Cristo con el uso de «Él» en el versículo 14. 54 Carson observó correctamente, al expresar: Sin embargo, postular tal cambio de tema equivale a hacer una inferencia arbitraria con la gramática del pasaje en el cual el tema es claramente el mismo de principio a fin. Por lo tanto, resulta bastante claro que el sujeto del versículo 13 es Dios; Él es el que nos resucitó con Cristo. Pero el participio del versículo 13 guarda paralelo con el del versículo 14, el cual tendría lógicamente el mismo sujeto. Además la conjunción y que viene antes de tomó, erken, la vincula con el versículo anterior y lleva a la conclusión en el sentido de que el tema de los dos es el mismo.55 

El Nuevo Testamento es consecuente con la ense­ ñanza en el sentido de que la Ley ha sido quitada de en medio. Algunos cristianos de origen judío que procuraban imponer la Ley sobre los cristianos de origen gentil decían: «Es necesario circunci­darlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés» (Hechos 15.5). La respuesta de los apóstoles y de los ancianos de Jerusalén fue «no dimos orden» (Hechos 15.24). Es obvio que lo que estaban diciendo, es que ellos no habían dado instrucciones en el sentido de que los cristianos de origen gentil debían circuncidar a sus hijos ni de que debían guardar la Ley. Hay más pasajes que enseñan que los cristianos no están bajo la Ley:



• • • • • • • • •

54 55

«… no estáis bajo la ley» (Romanos 6.14). «… no estamos bajo la ley» (Romanos 6.15). «… habéis muerto a la ley» (Romanos 7.4). «… ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que está­bamos sujetos» (Romanos 7.6). El pacto grabado en piedras «perece» (2ª Corintios 3.7–13). «… soy muerto para la ley» (Gálatas 2.19). «… ya no estamos bajo ayo [la Ley]» (Gálatas 3.25). «… no somos hijos de la esclava» (Gálatas 4.31, una referencia al pacto que «proviene del monte Sinaí»; vers.o 24). «… [Cristo derribó] la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos…» (Efesios 2.14–15).

 Lightfoot, Colossians (Colosenses), 189.  Carson, Colossians (Colosenses), 69.



• «Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior [la Ley]» (Hebreos 7.18–19). • «… ha dado por viejo al [primer pacto]» (Hebreos 8.13; vea vers.o 7). • «… quita [el primer pacto]» (Hebreos 10.9).

El Antiguo Testamento contiene más que la Ley que ha sido «[quitada] de en medio». La Ley se encuentra principalmente en Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La aplicación de la Ley se da a conocer en el resto de los libros del Anti­ guo Testamento. Además de los libros de la Ley, el Antiguo Testamento contiene historia, salmos, dichos sabios y profecía. Estos contienen valiosas instrucciones (Romanos 15.4) y ejemplos para los cristianos (1era Corintios 10.6, 11). Las Escrituras contienen materiales de referencia que los cris­ tianos pueden aprovechar, especialmente en Job, Salmos, Proverbios y los Profetas. Estos textos son citados y aplicados frecuentemente con el fin de instruir y dar ánimo a los cristianos. La Ley, los Profetas y los Salmos pueden usarse para probar que Jesús es el Cristo (Lucas 24.44; Hechos 28.23), pues la mayoría de las profecías se cumplieron en el Nuevo Testamento (1era Pedro 1.10–12). No obstante, la Ley, con sus normas y regulaciones, fue abolida junto con sus rituales religiosos y sus prácticas de adoración. Una vez que las profecías se cumplieron en su tota-lidad, estas también fueron abolidas (Mateo 5.17–18). La iglesia primitiva no se dedicó al cumpli­ miento de la Ley; antes, fue en la doctrina de los apóstoles que ella perseveró (Hechos 2.42). Por medio del Espíritu Santo, Jesús enseñó a los após­ toles todas las cosas y les dio a estos toda la verdad (Juan 14.25–26; 16.12–13). Más adelante, les mandó enseñar a los demás «que [guardaran] todas las cosas que [Él les había] mandado» (Mateo 28.20). Eran las enseñanzas de Jesús, no las de la Ley, las que habían de ser enseñadas a Sus seguidores y habían de ser observadas por estos. Hay diferentes aspectos de la Ley que podrían ser guardados por los cristianos, pero no con el fin de ser justificados ni de ser hechos justos (Hechos 13.39; Gálatas 2.16, 21). Ananías, un cristiano que fue enviado por Jesús para decir a Pablo qué debía hacer para ser salvo (Hechos 9.10–11; 22.12–16), era un «varón piadoso según la ley». Pablo se purificó en el templo para mostrar que él andaba «ordena­ damente, guardando la ley» (Hechos 21.24). No obstante, hay una diferencia, y esta era que la Ley no debía hacerse vinculante para nadie, incluyendo a los cristianos de origen gentil. Esto fue acordado cuando los apóstoles y los ancianos se reunieron 15

en Jerusalén para considerar el asunto (Hechos 15.19, 24). Muchos que creen que la Ley sigue vigente, usan Mateo 5.17–18 para probar que no fue abolida. En ese pasaje, Jesús no estaba hablando solamente de la Ley, sino también de los Profetas. Él aseveró que ninguna profecía de la Ley ni de los Profetas, relacionada con él, pasaría sin que se cumpliera. Cuando Jesús cumplió las profecías relacionadas con Él, Él no estuvo obligado a cum­ plirlas nuevamente; de modo que pasaron, fueron cumplidas. Jesús cumplió todas las profecías rela­ cionadas con Él (Lucas 24.44–48). A continuación se ilustra lo que Jesús estaba diciendo. Imagínese a un hombre que compra a crédito algunos artículos de una tienda. Al volver a hacer un pago de la factura, él podría decir: «No he venido a destruir la factura, sino a pagarla. De todos los artículos, ninguno se quedará sin pagar sino hasta que yo cumpla el mandato de la factura». Al hacer esta aseveración, él habría hecho votos en el sentido de pagar todo lo que está en la factura. Una vez que se ha pagado, puede quedar como un registro relacionado con el endeudamiento ante­ rior, pero ya no tiene vigencia; se ha cumplido. No necesita volver a pagarse. El mismo principio se aplica a las palabras de Jesús. De todo lo que se profetizó en relación con Él, en la Ley y en los profetas, nada pasaría sino hasta que todo se cumpliera. Una vez cumplidas en Cristo, estas profecías ya no tendrían vigencia. Quedarían solamente como un registro; Él no tendría que cumplirlas una y otra vez. Pablo hizo tres aseveraciones para mostrar que la Ley había sido abolida. Él aseveró que esta fue «anulada», «quitada de en medio» y «cla­ vada en la cruz». Las tres frases expresan la misma verdad. «Anulada» (e˙xalei÷yaß, exaleipsas) significa «suprimida, borrada». Bauer la definió, según el uso que se hace de ella en este versículo, como «elimi­ nar sin dejar traza alguna, quitar, destruir, arrasar con».56 «Quitada de en medio» (h™ r ken, e¯rken, que proviene de ai¶rw, airo¯) significa «quitar de un lugar, remover o tomar control de algo sin insinuación de levantarlo… destruir [cuan­do se aplica al vers.o 14]».57 Significa remoción completa. «Clavada en la cruz» da a entender la muerte de la Ley. Estas tres aseveraciones recalcan el hecho de que la Ley, que ya no era un documento viviente, había sido borrada o echada fuera. En el versículo 14c, la expresión «clavándola en 56 57

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 Bauer (2000), 344.  Ibíd., 28–29.

la cruz» no debe tomarse literalmente. Las páginas en que estaba escrita la Ley, no fueron clavadas en la cruz. En realidad esta es una figura retórica que se refiere al proceso por el cual la Ley fue quitada de en medio, y que identifica el momento cuando fue quitada. Cuando Jesús fue clavado en la cruz, la Ley murió, terminó, y dejó de estar en vigencia. Fue quitada en el mismo momento en que, por la muerte de Jesús, se inauguró el nuevo pacto (He­ breos 9.16–18; vea también Mateo 26.28). «… quita lo primero, para establecer esto último» (Hebreos 10.9b). En Efesios, Pablo abordó la misma doctrina. Al derribar la pared intermedia de separación que había entre judíos y gentiles, dijo él, Jesús abolió «la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas» (Efesios 2.14–15). La palabra para «or­ denanzas» es do/ g mata (dogmata), la misma palabra que se traduce por «decretos» en Colosenses 2.14. El uso que hace Pablo de dogmata tanto en Efesios como en Colosenses, le añade peso a la conclusión en el sentido de que él se proponía transmitir la misma idea en ambos pasajes. Ahora, la Ley está muerta, al haber sido clavada en la cruz, al haber sido anulada y quitada de en medio. Note el paralelismo de ideas que hay en estos dos textos:  Efesios 2.14–15

 Colosenses 2.14

«Porque él […] [derribó] la pared intermedia de separación»

«anulando el acta» («quitándola de en medio»)

«… aboliendo en su carne las enemistades»

(«clavándola en la cruz»)

«de los decretos «… la ley de los [dogmasin] que había mandamientos contra nosotros, que expresados en nos era contraria» ordenanzas [dogmasin]» (Las frases en paréntesis han sido reposicionadas para recalcar semejanzas.)

La frase «en su carne» (Efesios 2.15) es una refer­ encia a la acción de clavar «en la cruz» (Colosenses 2.14). Cuando Su cuerpo fue clavado en la cruz, la Ley fue clavada juntamente con Él. Cuando murió en la cruz, Él cumplió las exigencias de la Ley en cuanto al sacrificio por el pecado. De este modo, «en su carne», por decirlo así, cuando Él murió en la cruz, la Ley fue cumplida, anulada y abolida. Por lo tanto, el gobierno de la ley cesó cuando Jesús murió en la cruz. Los siguientes son los términos que se usan en estos versículos que indican que la Ley fue quitada:

«derribando la pared intermedia», «aboliendo en su carne», «anulando», «quitándola de en medio» y «clavándola en la cruz». Pablo deseaba que los colosenses supieran que, por medio de Cristo, ellos habían sido liberados y seguirían siendo libres, de la Ley. Esta es la razón por la que les dijo que todos los tesoros de sabiduría y conocimiento están en Cristo (2.3), no en la Ley. Ellos habían de seguir a Jesús, sin sentirse obligados a guardar la Ley. En vista de que la conclusión a la cual llegó Pablo, es que los cristianos son libres de la Ley, él no tuvo necesidad de aseverar que otras leyes reli­ giosas de institución humana no tienen autori­dad. Los esenios y otros de los tiempos de los colosenses, tenían ordenanzas que prohibían el matrimonio y ciertos alimentos, incluyendo la carne de animales. Cuales hayan sido las regulaciones religiosas de la procedencia de aquellos que habían venido a Cristo, la única obligación de los colo­senses era poner la mirada en Jesús. No tenían necesidad de seguir ordenanzas humanas, ni la Ley, pues Jesús había liberado de estas a Sus seguidores. La oposición es exhibida por Cristo (2.15) … 13y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. «… y despojando a los principados y a las potestades» (2.15a) Puede que Pablo haya acuñado una palabra nueva cuando dijo que Jesús ha desarmado 58 «a los principados y a las potestades», pues esta es la primera aparición del término en la literatura griega. Debido a esto, no hay contexto contemporáneo disponible que nos ayude a deter­ minar su significado. El apóstol usó la palabra una vez más como participio, que se tradujo por «poner a un lado» (3.9),59 y una vez en forma sustantivada («remoción»; 2.11).60 La expresión «desarmado» (aÓ p ekdu/ o mai, apek­duo­mai) puede significar «quitar, arrancar», tal como se hace al quitar la ropa. No obstante, en este contexto, la mejor traducción es «desarmado», al referirse a lo que Dios hizo por medio de Jesús al reducir a la ineficacia a las fuerzas del mal. 58  N. del T.: Esta es la forma como la traduce la NASB, que usa el autor de este estudio. 59  N. del T.: En la Reina-Valera se traduce por «despo­ jado». 60  N. del T.: En la Reina-Valera se traduce por «echar de».

¿Quiénes son los principados y las potestades? ¿Cómo fueron desarmados? ¿Quién los desarmó? H. Dermot McDonald propuso: «Este es uno de los pasajes de Colosenses de los cuales es más difícil hacer exégesis,»61 y surgen tres preguntas. 1) ¿Por qué usó Pablo la voz media (aÓ p ekdusa¿ m enoß, apekdusa­menos, «desarmado»)? La voz media ex­ presa un significado tal como «yo me lavé», en oposición a la aseveración activa «yo lo lavé». ¿Significa que Dios y Jesús se quitaron algo, o que ellos desarmaron a otros? 2) ¿Es Dios el sujeto, o lo es Jesús? 3) ¿Qué principados y potestades fueron desarmados? McDonald resumió como sigue:62 

1. Cristo exhibió públicamente a los principados y a las potestades, al despojarse de sí mismo cuando se deshizo de Su cuerpo. 2. Al haberse quitado de sí mismo los poderes hostiles del mal que anteriormente le rodeaban, Cristo al final los arrojó de sí para siempre en Su cruz. 3. Dios arrancó de nosotros los poderes hostiles del mal por la obra de la cruz. 4. Al haber hecho a un lado a los principados y a las potestades por los cuales anterior­mente daba a conocer Su voluntad (vea 1era Pedro 3.22), Dios los exhibió pública­mente, llevándolos en triunfo, por sujetar­los a Cristo. 5. Al haber estropeado de sí mismo la espantosa jerarquía de principados y potestades de maldad que procuraban mantener a los hombres despojados de Dios, como botín, Cristo los expuso a vergüenza pública por la victoria de Su cruz.

Algunos concluyen que a «desarmado», como participio, se le debe dar la fuerza de la voz media, que significaría «arrancar algo de uno mismo». Por esta razón, algunos creen, como indicó McDonald en las explicaciones 1) y 2) de arriba, que Pablo se estaba refiriendo a la obra de Cristo de despojarse Él mismo de Su cuerpo, de los poderes hostiles del mal y aun de ángeles, in­ cluyendo la Ley mediada por ellos (vea Hechos 7.35; Gálatas 3.19b; Hebreos 2.2). La anterior puede no necesariamente ser la conclusión, tal como hizo notar Clinton E. Arnold: 61  H. Dermot McDonald, Commentary on Colossians & Philemon (Comentarios sobre Colosenses y Filemón) (Waco.: Word Books, 1980), 86. 62  Ibíd.

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La mejor interpretación del participio aquí es entenderlo como activo en significación con Dios como el sujeto y los principados y las potesta­ des de maldad como los objetos. Esto es más conforme a la imagen que sigue de la procesión triunfal, que lleva implícita no solo la derrota sino también el desarme de los enemigos. Esto corresponde bien con el uso del mismo participio en 3.9 […] que también se explica muy bien como un activo: «despojarse del antiguo ser». 63 

El que está actuando en este caso debe de ser Dios, a menos que Pablo estuviera cambiando el sujeto. Al considerar la progresión del pensamiento de Pablo, debemos concluir que el pronombre im­ plícito «él» de los versículos 13 y 15 se refiere a Dios (vers.o 12), mientras que el pronombre «él» de la expresión «con él» (vers.o 13) se refiere a Jesús:

• «… mediante la fe en el poder de Dios» (vers.o 12; énfasis nuestro). • «[Dios] os dio vida juntamente con él [Jesús]» (vers.o 13). • «[Dios la ha quitado] de en medio» (vers.o 14b). • «[Dios desarmó] a los principados y a las potestades [Dios triunfó] sobre ellos [por medio de Él, Jesús]» (vers.o 15).

La expresión «principados» se traduce de la palabra aÓ r ch/ (arche¯ ), que a veces significa «prin­ cipio», «preeminencia» o «fuente». La palabra «au­ toridades» (e˙ x ousi÷ a , exousia) insinúa el derecho de ejercer poder (vea el comentario sobre 1.11a). Estas palabras griegas aparecen juntas en otros pasajes de los escritos de Pablo (1era Corintios 15.24; Efesios 1.21; 3.10; 6.12; Colosenses 1.16; 2.10; Tito 3.1). En estos pasajes él dio a entender cualesquiera poderes o autoridades existentes que ejercen su influencia entre los hombres. (Efesios 6.12 incluye gobiernos corruptos y poderes de maldad.) Estos actúan en oposición a Dios, para procurar la condenación de la humanidad, y son enemigos de la salvación y del Salvador. Los que interpretan que estos son poderes angelicales por los cuales fue dada la Ley (Hechos 7.38; Gálatas 3.19) aplican los términos de modo diferente de cómo Pablo los usó normalmente. Hay otro problema que se presenta en relación con la forma como Dios desarmó estos poderes, triunfó sobre ellos y los exhibió públicamente. Él logró esto por medio de vencerlos y derrotarlos por la muerte y la resurrección de Jesús. Una victoria 63  Clinton E. Arnold, The Colossian Syncretism (El sincretismo colosense) (Grand Rapids, Mich.: Baker Books, 1996), 279.

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como esta sobre tales fuerzas, no se aplicaría en sentido alguno a desarmar seres angelicales buenos y no rebeldes. Por la muerte y la resurrección de Jesús, Dios derrotó a todos los que se oponían a Sus planes. Por Su resurrección, Jesús triunfó sobre los diri­gentes judíos que le dieron muerte, sobre el poder del diablo, y sobre todas las demás fuerzas opositoras. Jesús informó a Pedro de que los solda­ dos judíos que habían venido a arrestarlo, no tenían poder sobre Él (Mateo 26.53). Jesús reveló a Pilato que la autoridad imperial de la más poderosa nación del mundo no tiene poder sobre Él (Juan 19.11). Por Su muerte y resurrección, Él demostró que la muerte no tiene poder sobre Él (Hechos 2.24). Por Su muerte, Él destruyó el poder del diablo (Hebreos 2.14; vea también 1era Corintios 15.55–57) y sus mensajeros de maldad (Mateo 25.41), las fuerzas demoníacas. Las «potestades» de este pasaje son las mismas que Pablo mencionó en su aseveración anterior en el sentido de que los colosenses habían sido «[librados] de la potestad [e˙ x ousi÷ a , exousia, la misma palabra que se tradujo por “potestades” en el versículo 15] de las tinieblas» (1.13a; vea también Lucas 22.53). Por lo tanto, por medio de Jesús, Dios derrotó el «reino» o las «potestades» de las tinieblas por medio de «desarmarlos» y de liberar a los colosenses de ellos. Por Su muerte en la cruz y por Su re­surrección, Jesús exhibió públicamente Su derrota triunfal de todas las fuerzas opositoras (Juan 12.31). Su victo­ ria ha brindado victoria para todos Sus seguidores (1era Corintios 15.57; 2ª Corintios 2.14). Satanás trata de motivar a la gente a oponerse a Jesús. En la parábola del sembrador, Jesús enseñó que Satanás arrebata la Palabra de los corazones de aquellos que la oyen, para que no crean (Mateo 13.19; Marcos 4.15; Lucas 8.12). Él influyó en Pedro para que hiciera una aseveración errónea a Jesús (Mateo 16.22–23) y procuró zarandearlo como trigo (Lucas 22.31). Él trabajó por medio de Judas y entró en este para que traicionara a Jesús (Lucas 22.3; Juan 13.2, 27). Jesús dijo a los judíos que se le oponían que ellos eran de su padre, el diablo, y que los deseos de este cumplían (Juan 8.44). Él man­ tiene cautivos a los súbditos que hacen su voluntad (2ª Timoteo 2.26). Juan escribió: «Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo» (1era Juan 3.8b). Cuando Jesús anticipaba la crucifixión que se acer­ caba y el posterior triunfo sobre los soberanos del mundo, Él dijo: «Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera» (Juan 12.31). Jesús se refirió a Satanás en otro pasaje

como «el príncipe de este mundo» (Juan 16.11; vea 14.30). Jesús derrotó todo esfuerzo del diablo y a los soberanos del mundo que procuraron llevar a cabo la voluntad de Satanás. Satanás es el príncipe de todos los demonios, o de los espíritus malos (Mateo 9.34; 12.24; Marcos 3.22; Lucas 11.15), que son los «ángeles», o men­ sajeros (a¡ g geloi, angeloi; Mateo 25.41), por los cuales él actúa. Él es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2.2) y el soberano o dios de este mundo (Juan 12.31; 2ª Corintios 4.4). Pablo llamó poderes satánicos a «los gobernadores de las tinieblas de este siglo, [a las] huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6.12b). Estos son los «principados y las potestades» sobre los cuales triunfó Dios por medio de Jesucristo. Por todo lo que Dios hizo por medio de la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesús, Él desarmó, esto es, «despojó» el poder de todas las fuerzas que parecían tener autoridad sobre Él y sobre aquellos a quienes liberó de su dominio. Por medio de Jesús, Dios expuso la debilidad de ellos y reveló Su fuerza. Por esta razón, los cristianos pueden tener seguridad. Por medio de Cristo, podemos triunfar sobre el reino de Satanás, sobre todos los soberanos del mundo, y sobre todos los hacedores de maldad que están bajo su dominio. La victoria que vence al mundo viene por fe era (1 Juan 5.4). Los colosenses fueron vencedores sobre las fuerzas de maldad por causa de la fe de ellos en el accionar de Dios. En el bautismo, ellos participaron de la victoria de resurrección de Jesús. Arnold observó, expresando: Los colosenses ya habían ejercido fe en la efica­ cia del poder de Dios (del griego energeias tou theou; 2.12), un poder que fue suficiente para resucitar a Cristo de entre los muertos, cuando ellos fueron incorporados inicialmente a Cristo. El autor ahora anima implícitamente a tener la misma clase de fe en el poder de Dios / Cristo sobre las «potestades» de modo que los lectores no se sometan a las diferentes costumbres debido al temor de ellos del poder de los stocheia y de los principados y de las potestades.64 

«… los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (2.15b) Dios exhibió públicamente y expuso las debili­ dades de todas las fuerzas opositoras por Su victoria sobre ellas por medio de Jesús. Con la pa­ labra «exhibir» Pablo dio a entender que Dios reveló la verdadera naturaleza, la completa in­defensión 64

 Ibíd., 302.

y la total carencia de poder, de los principados y potestades. Al hacer esto, Él hizo exhibición pública de las debilidades de ellos en comparación con Su poder. Por la obra de Jesús, Dios dejó carentes de poder a las poderosas fuerzas que estaban sujetas a Satanás, y no lo hizo por medio de destruirlas, sino por medio de sojuzgarlas y exhibir la incapacidad de ellas para resistir la obra del Todopoderoso Dios. Satanás no puede ver el futuro, y tampoco pueden los que se someten a él. Al escribir a los corintios, Pablo habló de la sabiduría «que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria» (1era Corintios 2.8). En el pasado, ellos habían dado la apariencia de ser fuertes, pero quedó al descubierto que son controlados por los débiles y pobres rudimentos del mundo (Gálatas 4.9). No pudieron prever su derrota, la cual Dios exhibió públicamente. Las fuerzas terrenales del mal y los poderes satánicos creyeron que podían derrotar a Dios por medio de la muerte de Jesús. Al hacer que se llevara a cabo la crucifixión, creyeron que habían ganado sobre Él. ¡No tenían en cuenta la re­surrección! Fu­ eron derrotados por causa de las mismas acciones despiadadas de ellos. La expresión por él65 (e˙ n auj t wˆ ◊ , en auto¯) de este contexto se refiere más probablemente a Jesús (RSV; NASB), que a «ella» (KJV; NKJV; TNIV), y que a «la cruz» (NIV). Las notas al pie de página de estas traducciones indican que uno y otro significado es gramaticalmente posible. Por lo tanto, hay que recurrir al contexto, para determinar el significado. En vista de que en los versículos anteriores todo se realiza en Jesús y es realizado por Este (2.9–11, 12, 13), el significado que más parece adecuarse al contexto aquí es la continua acción de Dios por medio de Él. La palabra griega para exhibió, deigmati/ zw (deigmatizo¯ ), se usa en la literatura no bíblica para indicar deshonra pública. El único pasaje neotestamentario, además de este, en que aparece, es en referencia a la ocasión en que José quiso evitar el exponer públicamente a María (Mateo 1.19) para no deshonrarla ni avergonzarla. Aunque Jesús fue expuesto a vergüenza y de­ shonra pública por Su muerte en la cruz (Hebreos 12.2), Dios convirtió lo que parecía una derrota en una gloriosa victoria en la Resurrección. La Muerte no pudo retenerlo (Hechos 2.24). Al hacer volver a Jesús a la vida, Dios dejó al descubierto cuán vanos 65

 N. del T.: En la Reina-Valera se lee: «en la cruz».

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fueron los intentos de las fuerzas del mal que habían instigado a Su muerte. La figura del «triunfo» (qriambeu/ w , thriambeuo¯), cuya única aparición, además de esta, es en 2ª Corintios 2.14, tiene que ver con una alusión a la práctica de los generales romanos victoriosos. Pablo elabora ahora sobre la idea de una ex­ hibición pública de los poderes, lo cual realiza por medio de echar mano de la vívida imagen de un triunfo romano. Cuando un general ll­ evaba a su ejército a la victoria en una batalla, el ejército que volvía celebraba su conquista con una «procesión triunfal» (thriambeuo). El exitoso general encabezaba la tumultuosa pro­ cesión marchando por las calles, seguido por este ejército que cantaba himnos de victoria y que se gozaba con júbilo por su conquista. Al rey derrotado, junto con todos sus guerreros sobrevivientes y el botín de la guerra, también se les hacía desfilar para que sirvieran de espe­ ctáculo que todos pudieran ver.66 

Después de la derrota de las fuerzas del mal, Pablo presentó un cuadro de ellas siendo exhibidas como un ejército vencido y deshonrado. Después de las campañas militares victoriosas, los ge­nerales romanos desnudaban a sus cautivos y los hacían desfilar con humildad por las calles delante de los ojos del público. Al contemplar a los enemigos derrotados, el pueblo se daba cuenta de que ya no había causa para seguir temiéndoles. Se presenta un cuadro de Dios, en el que este ha derrotado las fuerzas del mal por medio de Jesús. En un desfile triunfal, Él, el Victorioso, ex­ hibió públicamente tales fuerzas para mostrar que habían sido derrotadas. Esta figura no debe ser tomada literalmente, como si aquellos que fueron derrotados eran llevados en cadenas por las calles en un gran desfile de victoria. Antes, la figura es de poderes del mal derrotados y sometidos que están siendo exhibidos. «Pero en vista del uso figurado que da a entender este pasaje, puede ser necesario señalar la expresión como un símil, por ejemplo, “como si marcharan en triunfo”».67  Aparentemente, en Efesios 4.8, por medio de usar diferentes términos, Pablo describió la misma derrota de fuerzas del mal. Cuando Cristo ascendió para ponerse a la diestra de Dios, to­ dos los poderes, tanto buenos como malos, fu­ eron puestos debajo de Él (Efesios 1.20–22). ¡Las fuerzas del mal fueron conquistadas por medio de Su resurrección y ascensión!

66 67

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 Ibíd., 281.  Bratcher y Nida, 63.

para profundizar en el estudio: ¿Es el bautismo totalmente paralelo a la circuncisión en 2.11–13? Cuando Pablo comparó la circuncisión con el bautismo en 2.11–13, ¿estaba diciendo que el bautismo es totalmente paralelo a la circuncisión? No, no lo estaba. Lo que estaba haciendo era una comparación solamente en un sentido: Del mismo modo que la circuncisión corporal quita carne, la circuncisión espiritual quita la contaminación del espíritu. (Vea el comentario sobre 2.13b). La semejanza entre dos prácticas no signifi­ ca que sean totalmente paralelas. El bautismo cumple un propósito diferente del que cumple la circuncisión. La circuncisión era el sello del pacto para los judíos, era un recordatorio de que Dios era el Dios de ellos, y de que Este les daría la tierra de Canaán (Génesis 17.7–8). El bautismo hace a los seres humanos hijos de Dios, hijos espiritu­ ales de Abraham, para que puedan heredar las bendi­ciones del cielo prometidas a este patriarca (Gálatas 3.16, 29; 1era Pedro 1.3–4). El Antiguo Tes­ tamento tenía que ver mayormente con realidades materiales, mientras que el Nuevo Testamento pre­ senta en muchos casos las realidades espiri­tuales correspondientes. Esta comparación revela lo siguiente: los niños entraban a la familia hebrea por nacimiento físico. La circuncisión se administraba para sellar a cada Idea

Antiguo Testamento (Físico)

Nuevo Testamento (Espiritual)

1.  Nacimiento   para llegar a   ser uno de los   hijos de Dios:

Nacimiento físico dentro de la familia hebrea (Levítico 12.1–2)

Nacimiento espiritual, bautismo de entrada en la familia espiritual de Dios (Juan 3.5)

2.  El sello   administrado   después de ese   nacimiento:

El sello era la circuncisión, que era administrada por el hombre, y que sellaba a cada hijo varón como integrante de la familia de Dios (vea Romanos 4.11).

El sello era el Espíritu Santo administrado por Dios, y que sella a cada nuevo cristiano como un integrante de la familia de Dios (2ª Corintios 1.22).

Era señal del pacto, para los descendientes de Abraham (Génesis 17.11).

El Espíritu Santo es un sello para los que llegan a ser hijos de Dios por el bautismo (Hechos 2.38; Gálatas 3.26–27; 4.6).

hijo varón como integrante del pueblo de Dios con quien Éste había celebrado un pacto. El bautismo es el nacimiento espiritual que convierte a cada persona en un miembro de la familia espiritual de Dios. Los cristianos son sellados por el Espíritu Santo porque ellos son hijos de Dios (Gálatas 4.6). El paralelo es entre el nacimiento físico, se­ guido del sello de la circuncisión administrada por el hombre, por un lado, y el nacimiento es­ piritual, recibido en el bautismo y seguido por el don del Espíritu Santo como el sello administrado por Dios, por otro lado. El paralelo no es entre el bautismo y la circuncisión. Antes, es entre el nacimiento físico y el bautismo donde se observa un paralelo, mientras que un segundo paralelo es el que existe entre el sello de la circuncisión y el sello del Espíritu Santo. Si el bautismo guardara un paralelo total con la circuncisión, entonces las enseñanzas de Dios relacionadas con los que están siendo circun­cidados, se aplicarían igualmente a los que están siendo bautizados. Por lo tanto, los siguientes afirmaciones serían ciertas:

1. El bautismo sería necesario para varones únicamente (Génesis 17.10). 2. El bautismo para niños varones tendría que llevarse a cabo al octavo día después del nacimiento (Génesis 17.12). 3. La bendición esperada sería la tierra de Canaán (Génesis 17.8), no el cielo. 4. Tendría que haber como resultado una «señal del pacto» de naturaleza física, al cual sería permanente y aparente (Génesis 17.11). 5. Los esclavos comprados con dinero ne­cesitarían el bautismo, sin consideración de sus creencias ni de sus estilos de vida (Génesis 17.13). 6. Los que no fueran bautizados tendrían que ser cortados del pueblo (Génesis 17.14). 7. Los varones mayores que los niños serían bautizados sin tener que cumplir requisitos excepto el de ser descendientes de Abraham o el de ser un esclavo comprado con dinero por un judío (Génesis 17.27).

Los requisitos bíblicos para los que sean bau­ tizados, serían innecesarios si el bautismo hubiera de ser administrado en los mismos términos que era administrada la circuncisión. En cambio, el Nuevo Testamento enseña que aquellos que hoy llegan a ser Sus hijos por el bautismo, necesitan hacer lo siguiente:



1. Oír la palabra de Dios (Hechos 2.41; 18.8). 2. Creer en Cristo (Marcos 16.15–16; Hechos 8.12; 18.8). 3. Arrepentirse antes del bautismo (Hechos 2.38). 4. Ser levantados para andar en vida nueva (Romanos 6.4).

¿Tenemos nosotros una naturaleza pecaminosa? El concepto de «naturaleza pecaminosa» es una suposición teológica en el sentido de que la humanidad nace con una naturaleza corrupta here­ dada de Adán y Eva. Se sustenta en la con­clusión de que estos recibieron una naturaleza pecaminosa al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 3.6). Sin embargo, no hay nada en el texto bíblico que enseñe que su natura­leza llegó a ser corrupta. Dios les dijo que si comían del árbol del conocimiento del bien y del mal, ellos morirían (Génesis 2.17), no les dijo que desar­rollarían una naturaleza mala, como la del diablo. Hay dos aseveraciones bíblicas que indican que Adán y Eva no llegaron ser corruptos por naturaleza. 1) Génesis 3.7–10. Antes de que co­mieran, ellos estaban desnudos y no se aver­gonzaban (Génesis 2.25). Después que comieron, se dieron cuenta de que estaban desnudos. En lugar de exhibir su des­ nudez, lo cual habrían hecho personas corruptas, ellos se avergonzaron; se escondieron y procuraron vestirse. Si la na­turaleza de ellos hubiera llegado a ser corrupta, sus conciencias no les habrían moti­ vado ni a sentirse avergonzados ni a buscar ropas. 2) Génesis 3.22a. Dios aseveró: «He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal». Dios sabe el bien y el mal y no es corrupto. Una vez que Adán y Eva llegaron a saber el bien y el mal, estuvieron confrontados con elecciones morales. Cuando comieron, dejaron el estado de inocencia moral y entraron en un estado de perceptibilidad moral. De allí en adelante, tendrían que elegir entre el bien y el mal. Casi inmediatamente, hicieron una buena elección moral en el sentido de vestirse a sí mismos, una señal de que deseaban hacer el bien, no el mal. En lugar de decir que Adán y Eva llegaron a ser malos, podríamos concluir con toda lógica, que ellos desarrollaron una buena naturaleza; pues ellos habían obtenido conocimiento del bien y del mal. No obstante, como consecuencia de que comieron del árbol prohibido, los descendientes de ellos, toda la gente, desarrollan un conocimiento del bien y del mal al llegar a cierta edad (Deuterono­ 21

mio 1.39) y con el tiempo hacen frente a la muerte física. Nosotros sufrimos las consecuencias del pecado de Adán y Eva, pero no llevamos la culpa de ellos. Las consecuencias para nosotros son que moriremos (1era Corintios 15.22) y que debemos hacer elecciones morales (Isaías 7.16). La «circuncisión de Cristo» en Colosenses 2.11 no quita una supuesta naturaleza pecaminosa inher­ ente, porque la humanidad no tiene tal naturaleza que deba ser quitada. Antes, lo que quita la circun­ cisión espiritual es la contaminación desarrollada y acumulada por la sumisión a pasiones carnales y a acciones pecaminosas debidas a malas decisiones morales y espirituales. Todos han pecado, pero el «todos» de Romanos 3.9, 19, 23 debe entenderse que incluye solamente a los de la categoría que se comenta. Si bien «todos» los que tienen la capacidad de pecar han pecado, debe entenderse que no son absolutamente «todos» los que tienen la capacidad de pecar (Juan 9.41). Por ejemplo, los niños pequeños y ciertos adultos care­ cen de la capacidad mental necesaria para entender el bien y el mal. El reino de los cielos pertenece a los niños pequeños (Mateo 19.14); de modo que ellos no necesitan nacer de nuevo para entrar en el reino (Juan 3.5). Pablo escribió que todos los que alcanzan la ma­durez moral en la vida, han pecado (Romanos 3.23) y necesitan «la circuncisión de Cristo». Las pasiones carnales y los pecados resultantes son quitados única­mente en el caso de los que entien­ den «la circuncisión de Cristo» y participan espiri­ tualmente de ella. El mensaje de Romanos 7.18–23 es malin­ terpretado por los que enseñan que la humanidad tiene una naturaleza pecaminosa inherente. Pablo no dijo que era una naturaleza pecadora la que lo estaba haciendo pecar. Lo que en realidad dijo, fue esto: «De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí» (Romanos 7.17). El griego usa aquí una construc­ción «no… sino». Esta construcción (me¯ . . . alla o ou . . . alla) se encuentra muchas veces en el Nuevo Testamento (Juan 6.27; 1era Timoteo 5.23; 1era Pedro 3.3–4). El énfasis se hace en la segunda parte de la oración, pero no excluye la primera parte. Lo que Pablo estaba diciendo es esto: «No solamente yo lo estoy haciendo, sino el pecado que mora en mí». Pablo estaba reconociendo que pecaba; no obstante, no deseaba hacerlo (Romanos 7.15– 21). Si él tenía una naturaleza corrupta, estaría deseando hacer el mal. No era una naturaleza pecadora, sino el pecado lo que le estaba moti­ vando a pecar. Anteriormente, en Romanos 6.16, 22

Pablo había comentado la naturaleza esclavizante del pecado, tal como la habían comentado Jesús (Juan 8.34) y Pedro (2ª Pedro 2.19). En vista de que todos han dado cabida al pecado en sus vidas, todos tienen que vérselas con el pecado, pero no con una naturaleza pecaminosa. ¿Tiene «Carne» (sarx) el significado de «naturaleza pecadora»? Son unas 150 veces las que aparecen diferentes formas de sa/ r x (sarx) en el Nuevo Testamento Griego. En la mayoría de estos pasajes, no es posible que el significado sea «naturaleza pecaminosa». Por ejemplo, Jesús se hizo sarx, «carne» (Juan 1.14); nuestro pan de vida es Su «carne» (Juan 6.51), un pan que debemos comer (espiritualmente) para tener vida (Juan 6.53–56). La «carne» de Jesús no sufrió corrupción (Hechos 2.31). Él era descendi­ ente de David y de los patriarcas según la «carne» (Romanos 1.3; 9.5). Jesús era Dios revelado en la «carne» (1era Timoteo 3.16) y se le dio muerte en la «carne» (1era Pedro 3.18). La expresión «naturaleza pecaminosa» no tiene cabida en estos contextos. Cuando sarx se usa para hacer referencia a una persona como un ser cuyo cuerpo puede ser usado, ya sea, para propósitos santos, o para propósitos malos, la palabra se refiere a sus «pasiones carnales» buenas o malas respectiva­ mente. Es únicamente por el contexto que puede determinarse el significado (Hechos 2.26; Romanos 8.7). Cuando las personas tienen ante sí decisiones morales, tales pasiones son por lo ge­neral malas; por lo tanto el significado es más a menudo negativo que positivo. Ni uno solo de los léxicos, diccionarios o en­ ciclopedias griegos importantes, define sarx como «naturaleza pecaminosa». La referencia más cercana a «naturaleza pecaminosa» es «pasiones pecamino­ sas» en Romanos 7.5. Aun en este con­texto, Pablo no se refirió a «carne» pecaminosa (sarx), sino a «pasiones» pecaminosas (pathe¯mata). Además es la «Ley», no la «carne» la que provoca las pasiones pecaminosas al accionar por los miembros del cuerpo. Al relacionar sarx con las pasiones del hombre, los léxicos dan definiciones como siguen: «[La carne] está dominada por el pecado a tal grado que donde sea que la carne esté, todas las formas de pecado están [igualmente] presentes, y no hay cosa buena que pueda vivir en la sa/ r x».68 Lo que se propone como una posible traducción es «carne pecaminosa», 68

 Bauer (2000), 915.

pero por ningún lado se usa la expresión «naturaleza pecaminosa». Al resumir su comentario de sarx, Eduard Schweizer escribió: «Por lo tanto, la carne no es una esfera que se haya de diferenciar de las demás cosas terrenales en las cuales es intrínsicamente [inherentemente] mala o especialmente peligrosa. Llega a ser mala solamente cuando el hombre con­ struye su vida sobre ella».69  McDonald observó correctamente, cuando expresó: Sin embargo, «carne», sarx, no es un simple nombre de la debilidad del hombre como cria­ tura de Dios. Es cierto, la carne es corruptible (1era Corintios 15.53, KJV) y está sujeta a muerte (2ª Corintios 10.2). No obstante, Pablo da un contenido ético más positivo a su idea de sarx. Por lo tanto, si bien la carne no es en sí misma pecaminosa, ella es aquella parte de la naturaleza humana que le da al pecado su oportunidad. Ella provee al pecado una base preparada para las operaciones. Sarx es aquel elemento en el hombre que el pecado afecta y al cual se adhiere. Por lo tanto, en un amplio espectro, si bien Pablo no enseña ninguna noción gnóstica de la maldad sustancial de la materia, él sí considera que la carne está de algún modo impregnada por la presencia del mal, lo cual da como resultado las «obras de la carne» (cf. Gálatas 5.19; etc.). 70 

Si bien los seres humanos somos débiles y propensos a pecar, nosotros no estamos obligados por una naturaleza pecaminosa a hacer el mal. Tal como el desafío que presentó Josué hace mucho tiempo (Josué 24.15), nosotros debemos elegir a quien vamos a servir. ¿Deberían bautizarse los niños? Colosenses 2.11–12 es usado como «prueba» de que los niños deben bautizarse. William Hen­ driksen, al tratar de explicar por qué creía que los niños deben bautizarse, escribió: Estoy hablando aquí de una clara inferencia. El contraste superficial es el que se da entre la circuncisión literal y la circuncisión no hecha a mano, concretamente, la circuncisión del corazón, tal como se explica. Pero la siguiente inferencia también es correcta: «Por lo tanto, en vista de que el bautismo ha llegado a llegado a ocupar el lugar de la circuncisión (Colosenses 2.11–13), los niños deberían ser bautizados como herederos del reino de Dios y de su pacto» (Forma 69  Eduard Schweizer, «sa/ r x», en Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento), ed. Gerhard Friedrich, trad. y ed. Geof­ frey W. Bromiley (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1971), 7:135. 70  McDonald, 102.

para el bautismo de niños en el Himnario Psalter de la Iglesia Cristiana Reformada, Grand Rapids, Mich., 1959, p. 86). Cuando Dios hizo su pacto con Abraham, los niños fueron incluidos (Génesis 17.1–14). Este pacto, en sus aspectos espiritu­ ales, fue continuado en la nueva dispensación (Hechos 2.38–39; Romanos 4.9–12; Gálatas 3.7–8, 29). Por lo tanto, los niños todavía están inclui­ dos y todavía deberían recibir la señal, que en la presente dispensación, como Pablo deja claro en Colosenses 2.11–12, es el bautismo. 71 

Los «hijos» de Hechos 2.39 no son niños sino descendencia. Si Pedro hubiera dado a entender niños, se hubiera usado una forma de la palabra bre÷ f oß (brephos, «infante»), o de paidi÷ o n (paidion, «niño pequeño»). Pedro usó te÷ k non (teknon), que significa «descendencia» o «linaje». Las promesas de perdón de pecados y del don del Espíritu Santo eran para la descendencia del pueblo de Israel. Estas ben­ diciones son solamente para los que se arrepienten antes de ser bautizados (Hechos 2.38). El Espíritu Santo no estaba siendo prometido a niños. Colosenses 2.11–13 no fomenta el bautismo de niños. Por el contrario, este pasaje lo excluye. El cuerpo de pasiones carnales es quitado en la circuncisión espiritual del bautismo; pero los niños todavía no tienen pasiones carnales, y tam­ poco pueden hacer las obras de la carne (Gálatas 5.19–21). En sus primeros años de inocencia, ellos no tienen conocimiento del bien y del mal (Deuteronomio 1.39). Debido a esta ceguera moral, ellos no tienen pecados (Juan 9.41) a ser perdonados. Por esta razón, ellos no están «muertos en pecados». La muerte en pecados es resultado de ceder a los malos deseos (Santiago 1.13–15). Debido a que no están muertos en pecados, no necesitan recibir vida (Colosenses 2.13). Además, son incapaces de tener la «fe en el poder de Dios» que se ha de relacionar con el bautismo (Colosenses 2.12). Los requisitos para el bautismo incluyen re­ quisitos que los niños no pueden llenar. Los que son bauti­zados, primero han de ser enseñados el evangelio (Marcos 16.15–16); han de oír y recibir la Palabra (Hechos 2.41; 18.8); han de creer (Marcos 16.15–16; Hechos 8.12; 18.8); han de arrepentirse (Hechos 2.38); y han de confesar su fe en Jesús como el Hijo de Dios (Romanos 10.9–10; 1 era Timo­ teo 6.12). Los ejemplos que se consignan de aquellos que fueron bautizados, son de hombres y mujeres, no de niños (Hechos 8.12). Se trataba de personas que estaban aspirando de buena conciencia hacia Dios

71

 Hendriksen, 116, n. 86.

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(1era Pedro 3.21). Debido a que los niños no pueden hacer estas cosas, ellos no reúnen los requisitos de candidatos para el bautismo. Otro argumento que se presenta a favor del bautismo de niños se basa en la aseveración en el sentido de que los bautismos de casas enteras incluían el bautismo de niños. Esto presupone que en todas las casas hay niños. Los contextos en que se consignan bautismos familiares, indican que los niños no estaban incluidos. 1) Hechos 2.36–41. A los miembros de la casa de Israel se les mandó arrepentirse y bautizarse. Ellos habían preguntado qué debían hacer. Las personas que fueron bautizadas recibieron la Palabra. Los niños no pudieron haber llevado a cabo estas ac­ ciones y no habrían sido incluidos. 2) Hechos 10. Toda la casa de Cornelio tenía temor de Dios y se reunió para oír el mensaje de Pedro. Se les dijo que debían creer con el fin de ser perdonados. Ellos oyeron la Palabra y la recibieron (11.1). Luego recibieron el Espíritu Santo y habla­ ron en lenguas. Al final, pidieron a Pedro que se quedara con ellos por un tiempo. Las anteriores aseveraciones no habrían incluido a niños. 3) Hechos 16.14–15. Es probable que la casa de Lidia no incluyera niños, pues Lucas usó la ex­ presión «su familia», y ella dijo «mi casa», en lugar de «nuestra casa». Lo que se desprende de esto es que ella no tenía marido. No obstante, la casa de ella pudo haber incluido siervos o esclavos. 4) Hechos 16.23–34. Pablo y Silas dijeron al carcelero de Filipos que él y su casa necesitaban creer para ser salvos. Luego, a todos los que es­ taban en su casa, ellos les hablaron la palabra del Señor; y es evidente que en esta se incluyeron todas las enseñanzas de Jesús acerca de qué hacer para ser salvos (Marcos 16.15–16). Después de esto, el carcelero y todos los de su casa creyeron y fueron bautizados. Luego ellos se regocijaron. Pablo no habría predicado la palabra del Señor a niños, y estos no habrían estado en capacidad de creer; sin embargo, él habló la palabra a «todos los que estaban en su casa». 5) Hechos 18.8. Crispo (a quien Pablo bautizó personalmente; 1era Corintios 1.14) oyó y creyó en el Señor, junto con todos los de su casa. Los niños no tienen la capacidad de creer. 6) 1era Corintios 1.16. Pablo escribió que él bautizó la casa de Estéfanas. Los niños no habrían estado incluidos aquí, pues la familia de este se «[había] dedicado al servicio de los santos» (1era Corintios 16.15). La Biblia no contiene ejemplo alguno de bau­ tismo de niños en la iglesia primitiva. Los requisitos 24

que debe reunir una persona para ser bautizada excluyen a los niños de la necesidad del bautismo o de recibir el bautismo. Aplicación Cristo en nosotros En la forma como los cristianos se inter­relacionan se presentan vislumbres de la im­portancia de Cristo en las vidas de ellos. Como cristianos que somos, se espera de nosotros que obtengamos nuestros vislumbres de la forma como Dios planea que nos relacionemos por medio de Cristo (2.2). Hemos de andar en Cristo (2.6) como aquellos que estamos vivos con Él (2.13) y quienes lo consideramos cabeza nuestra para crecer (2.19). La palabra de Jesús mora en nosotros (3.16). Nuestras relaciones con los demás han de basarse en nuestra relación con Cristo: Las esposas han de relacionarse con sus esposos «como conviene en el Señor» (3.18); los hijos han de obedec­ er a sus padres, «porque esto agrada al Señor» (3.20); los siervos han de obedecer a sus amos, «temiendo a Dios» (3.22); y los amos han de tratar bien a sus siervos, sabiendo que tienen «un Amo en los cielos» (4.1). Todo servicio ha de hacerse de corazón, como si el servicio se estuviera haciendo para Cristo (3.23). Jesús tiene la plenitud de la Deidad (2.9) Jesús no es menor en naturaleza que el Padre. Él es elevadamente superior a toda la humanidad. Por esta razón, a Él se le debe mostrar el más alto respeto y honor. Él es digno de adoración. Los veinticuatro ancianos se postraron delante de Jesús, el Cordero (Apocalipsis 5.8), y junto con todos los ejércitos celestiales rindieron honor reverencial a Este y al Padre (Apocalipsis 5.11–14). A los ángeles se les exhorta a adorar (Hebreos 1.6). Como Deidad que Él es, no tiene las limita­ ciones de la humanidad. Tiene todo el poder y la autoridad (Mateo 28.18), y Su presencia impregna el universo, de modo que puede estar con todos Sus seguidores dondequiera que estos estén (Mateo 28.20; vea Salmos 139.7–12). Jesús llena a total satisfacción nuestras necesidades (2.10) Al ser Alguien que lo tiene todo, Jesús puede suministrar todas las cosas que necesitamos. El acto final que hizo posible esto fue Su muerte en la cruz (Hebreos 5.8–9). Por Su vida, muerte y resur­ rección, Él hizo posible las bendiciones para todas las personas. Estas incluyen reconciliación con Dios (2ª Corintios 5.18–20; Colosenses 1.20–22), perdón de

pecados (Mateo 26.28) y justicia (2ª Corintios 5.21), así como el llenar necesidades materiales y espiri­ tuales (Filipenses 4.19). Los cristianos pueden decir con seguridad: «Él Señor es mi ayudador» (Hebreos 13.6a). Él hizo una promesa con estas palabras: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13.5b). Debido a la capacidad de Jesús para cuidar

de Sus seguidores, los cristianos están com­ pletos en Él. Su cuidado de las personas está con-dicionado. Jesús aseveró que todos los que buscan primeramente el reino de Dios y Su justicia, tendrán provisión para sus necesidades (Mateo 6.33). Dios no retiene ninguna cosa buena de los que viven justamente (Salmos 84.11).

Autor: Owen D. Olbricht © Copyright 2008 por LA VERDAD PARA HOY Todos los derechos reservados

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