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¿Deudocracias o democracias? Ángel Calle Collado La actual crisis financiera, y sus implicaciones sociales, políticas y medioambientales, pone de manifiesto la relevancia de la deuda como herramienta de poder global. No se trata de una mera relación económica. Dicha herramienta trabaja a favor de la élite financiera y de la expansión geoestratégica de una agenda neoliberal que le sirva de sostén y apalancamiento 1. En un principio, allá por los 80, la “crisis de la deuda” parecía limitada a los países de la periferia mundial. Al igual que ocurre hoy con Alemania en relación a los países mediterráneos en el marco de la Unión Europea, países como México, Argentina o Brasil compensaron sus déficits con ingentes créditos provenientes de economías con grandes superávits, las cuales necesitaban colocar este exceso de dinero en sus arcas. En particular, jugaron un papel muy especial en los 70 los llamados “petrodólares”, dinero acumulado por países exportadores de petróleo, especialmente árabes, los cuales se habían beneficiado del alza de precios del barril de crudo en dicha década2. Bancos europeos y norteamericanos canalizaron estos depósitos, posteriormente, hacia economías gobernadas por dictaduras o élites clientelares. Estas redes encontraron facilidades en la obtención de créditos a bajo interés; y aún más facilidades en la conversión de estas deudas privadas en deudas públicas cuando las inversiones no resultaron “productivas”. Tal y como ocurre actualmente, las dependencias y desequilibrios comerciales entre economías exportadoras de bienes y capitales y economías subordinadas a ser suministradoras de materias y de mercados de consumo, aparte de la creciente financiarización especulativa de la economía mundial, hacen que la “crisis de la deuda” sea un elemento estructural del sistema capitalista mundial. Tanto ayer como hoy, la “solución” aportada por los países gobernantes de la economías mundializadas, a través del FMI y ahora la Unión Europea, es insistir en ajustes estructurales que salvaguarden los intereses de las élites del sistema financiero y de los prestamistas. Las medidas se encaminan hacia garantizar los pagos y acelerar los negocios de privatización en sectores estratégicos de la economía: el estado malvende o traspasa sus funciones a los grandes mercados, retirada de derechos sociales, subida de impuestos a bienes básicos, devaluaciones, concentración y aumento de las exportaciones sobre la base de una “ventaja comparativa”, etc. Se rechaza, por tanto, caminar por soluciones que apunten a anclar la economía en las necesidades básicas de la población: primacía de la “economía real” frente a la financiera, economías sociales orientadas por la población y por el estado, fiscalidad que enfrente las desigualdades y suprima especulaciones 1 Consultar el texto de varios autores, Vivir en Deudocracia, Barcelona, Icaria, 2011. En particular, retomo aquí argumentos desarrollados en los artículos sobre la visión de la deuda externa como herramienta de poder global en las relaciones de dominación de los países de la periferia o empobrecidos (ver mi artículo ¿Quién debe a quién?. Los países empobrecidos como acreedores económicos, sociopolíticos y ecológicos; disponible en internet) 2 Para una introducción consultar algunos textos clásicos de Eric Toussaint, La bolsa o la vida. Las finanzas contra los pueblos, Donostia-San Sebastián, Tercera Prensa-Hirugarren Prentsa, 2002, y de Susan George, El bumerang de la deuda, Barcelona, Deriva/Intermón, 1993.
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y paraísos fiscales, bancos centrales al servicio de dichas necesidades, desarrollo de circuitos cooperativistas y economías endógenas, soberanía alimentaria, etc. ¿Cómo puede ser que se pueda insistir en esta recurrente utilización de la deuda como mecanismo que ahonda dependencias y siembra crisis económicas? Se puede entender mejor el papel de la deuda si pasamos a analizarlo como un mecanismo de “dominación suave”. Frente a formas de violencia explícitas, como invasiones, cárceles o leyes arbitrarias, las “crisis de la deuda externa” gozan, por lo general y hasta que el descontento social alcance ciertos niveles, de cierto aval de los sometidos. En efecto, el concepto de “deuda” tiene legitimidad social: si algo se pidió prestado, ha de devolverse, obviando en este caso que la deuda fue pedida por otro agente que trata ahora de socializar su descalabro económico. Y tiene también unas élites que se involucran en este negocio, las cuales, a su vez, pueden involucrar a capas inferiores de la población, con lo que cuenta con una constelación de intereses que apoyan este mecanismo. Un ejemplo lo tenemos en la burbuja inmobiliaria en el Estado español. Fundamentalmente la deuda externa española está motivada por la demanda de créditos de los bancos españoles con objeto de facilitar hipotecas, infladas por los altos precios de tasación y los movimientos especulativos subsiguientes 3. En este negocio, ruinoso para todo el mundo menos para la banca a tenor de las ayudas facilitadas por el gobierno 4, también participaron particulares que hicieron de la vivienda un proyecto de inversión o de especulación, alejados todos ellos de los intereses de la mayoría de la población, de menores ingresos, y en concreto de jóvenes que veían como la emancipación de sus hogares era una tarea imposible 5. Así, pues, contamos con dos claves que el sociólogo Weber considerara fundamentales para mantenerse en el poder: legitimidad y red de intereses favorables próximas a las élites. Añado también el envoltorio mediático que rodeó la imposición de este discurso de bonanza merced a créditos impagables. Países como Irlanda eran situados en el 2007 como ejemplo a seguir, refiriéndose la prensa económica como “tigre celta”, “ejemplo virtuoso del crecimiento”, etc. Incluso este país era considerado como equilibrado a tenor de las bondades que sugerirían las cifras macroeconómicas del crecimiento del PNB y del superávit estatal en el período de 2005 a 2007 (llegando al 2% del PIB), motivado fundamentalmente por la mayor actividad económica centrada en la especulativa burbuja inmobiliaria. Por todo ello, concluyo que era difícil pensar o convencer a la población de que “el rey iba 3 De la deuda exterior neta (descontados créditos debidos a acreedores españoles), que ronda el los 800.000 millones de dólares, sólo un 11% es imputable al sector público (ver Gómez-Olivé, p. 37 en Vivir en Deudocracia, obra citada). Esta deuda privada era de 558.542 millones de euros en 1999, 1,5 veces la del sector público. En la actualidad, es más de 3 veces superior (Consultar “El problema de la deuda”, diario El Público, 28 de octubre de 2011). 4 Sólo las ayudas conocidas del Estado español se estiman en 100.000 millones de euros, ver Vivir en Deudocracia, obra citada, p. 48. 5 En pleno boom inmobiliario, la precariedad, el precio de la vivienda y la desigual atención según comunidades hacían retrasar la edad de emancipación a los 30 años para el 60% de los jóvenes, y para casi la mitad hasta los 34 (aunque las mujeres se emancipaban antes). Datos del boletín n. 13 (cuarto trimestre 2005) del Observatorio Joven de la Vivienda en España, del Consejo de la Juventud de España.
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desnudo”, y que entonces, bajo estos mantos, la mayor parte de la población iba vistiéndose de pobreza real. Así pues, deudocracia puede entenderse como un sistema de legitimación social para garantizar flujos materiales, consumidores y monetarios entre economías periféricas y sus correspondientes economías centrales. Menciono algunos datos que avalan esa dinámica de transferencias de “los de abajo” hacia “los de arriba”, no sólo entre países sino también entre clases sociales (dentro de un país y a escala global). En Estados Unidos, origen del crash que desataran las “hipotecas basura”, tenemos que el 20% de la población más pobre fue el que más se endeudó, hasta un 90% más, al ser “el público natural de las subprime”6. A escala mundial, las transferencias netas (pagos de deuda menos créditos recibidos) de países empobrecidos a países centrales supusieron entre 1985 y 2008 un monto de 774.000 millones de euros, unos cuantos planes Marshall. En el estado español, las tres cuartas partes del crédito privado recae sobre particulares o familias endeudadas por la compra de un piso. Los hogares no llegan a fin de mes, pero la dinámica de transferencias de capital hacia los bancos está garantizada casi de por vida. Un estado español que está llevando su deuda pública, a partir del 2007, del 35% del PIB al 75%, en gran parte por el desembolso realizado para sostener bancos, sus riesgos y sus beneficios. Esto supondrá un incremento de 27.000 millones de euros de pagos anuales con cargo a todos los contribuyentes. Mientras, en paralelo, las cifras de beneficio de las grandes empresas (del IBEX-35) supusieron 50.000 millones de euros, el triple del monto “ahorrado” por el gobierno del PSOE en los recortes sociales efectuados en 20107. A escala planetaria, hay “super ricos”, como reconoce el multimillonario Warren Buffet, que están excesivamente “mimados” en este entorno global de grandes beneficios y bajos impuestos a las grandes fortunas y los grandes capitales 8. deudocracia es, como indican voces en el 15-M estadounidense, la política del 1% contra el 99%9. Un 1% que además una red de enlaces que consolida su capacidad de controlar la agenda económica. Las “puertas giratorias” entre estado, banca y cuentas en paraísos fiscales tienen nombres y apellidos como el del actual director de Bankia, Rodrigo Rato. Dinámica que se extiende a políticas educativas, de construcción de infraestructuras, de diseño del euro, etc10. Siguiendo al sociólogo Bourdieu, y rescatando sus libros Contrafuegos y Contrafuegos 2, bajo deudocracia se desarrolla un entramado de relaciones clientelares, un “campo social” favorable a sostener un “régimen económico”, que fundamente y promueva mediáticamente la legitimidad del “azote neoliberal”, a la vez que colapsa la difusión de alternativas, intentando establecerse como “pensamiento único”. Deudocracia es un sistema global. Pero conviene resaltar que las características de su implantación (dinámicas y jerarquía de élites que se benefician) dependen de su enraizamiento en un contexto dado. La especulación inmobiliaria en este país sienta las bases del proceso de 6 Ver Eric Toussaint, La crisis global, Ediciones Madres de Plaza de Mayo, 2011, páginas 37-41. 7 Ver Vivir en Deudocracia, pp. 45 y siguientes. 8 Un grupo de amigos, sin embargo, “muy decente” y dispuesto a contribuir a los “sacrificios”, ver artículo en New York Times, http://www.nytimes.com/2011/08/15/opinion/stop-coddling-the-super-rich.html. 9 Ver http://occupywallst.org/ 10 Ver Balanyà, Belén; Ann Doherty; Olivier Hoedeman; Adam Ma’anit y Erik Wesselius, Europa, S.A. La influencia de las multinacionales en la construcción de la UE, Barcelona, Icaria, 2002.
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endeudamiento de particulares, empresas, bancos y ahora del Estado que asume las pérdidas y descuenta riesgos al sistema financiero. En otros países, como es el caso de Grecia, aparecen con más nitidez las especulaciones de capital extranjero, la malversación de cuentas y balances públicos (Olimpiadas 2004), e incluso la relevancia de la deuda histórica o el gasto militar (sólo superado en la UE por Alemania, en términos de porcentaje de PNB). Y situándonos en otras latitudes, existen élites nacionales como las dedicadas a la exportación de materias primas (la élite sojera de Argentina o Brasil) que acompañan a la élite financiera en la obtención de beneficios en deudocracia. Podría ser más conveniente, entonces, hablar de deudocracias. Aunque, como el caso de Europa corrobora actualmente, todos se apoyan en una período de explosión de los beneficios bancarios derivados del pago de altos intereses por parte de los estados11, lo que supone y justifica un vacío de las arcas públicas a través de políticas neoliberales y condiciones de pagos de nuevos créditos. Así mismo, conviene destacar que siendo un sistema poroso, abierto a contextos y en constante intento de reflotación, deudocracia precisa de un fuerte sostén político, social y económico. Y que, en las actuales circunstancias, una explosión de “crisis de deuda” podría tener unas dimensiones mundiales no vistas anteriormente. En efecto, a la crisis de países periféricos de la Unión Europea (la periferia del centro), se podría prolongar la de países más centrales del llamado Sur (centros al interior de la periferia, como Brasil) 12, y también acompañarse de una enorme presión crediticia sobre el gran deudor internacional, Estados Unidos, cuya deuda es de 3,5 veces su PIB 13. Si el planeta se encuentra “lleno” de crisis, y éstas a su vez tienen un mayor impacto social, no queda ya la solución de exportar los desajustes de la economía capitalista como ocurriera antaño: se intensifican los shocks para seguir justificando trasvases de renta y de recursos (Naomi Klein, La doctrina del shock); en el corto plazo, existen restricciones espaciales y sociales para encontrar lugares donde verter la crisis o recomponer espacios económicos y de consumo alternativos que mantengan el soporte (la estructura coherente) de la agenda neoliberal (David Harvey, Espacios del Capital). El sistema-mundo (Wallerstein) se encontraría en su totalidad envuelto en una globalización de los abismos, como analizo a continuación, una crisis suicida e insustentable (desde el punto de vista social y medioambiental) a la que deudocracia da aliento. La globalización de los abismos La periferia se ha extendido. El contrato de legitmidad vertical entre estados del centro y sus 11 En los años 80, la subida de intereses hizo impagable los créditos asumidos por el Sur, y a los que se había accedido en condiciones favorables, dada la necesidad de colocar la liquidez excedente de los petrodólares. En la actualidad, el Banco Central Europeo no puede prestar directamente a gobiernos que manejan dicha moneda (caso insólito en el mundo), abocando a éstos a acudir a los bancos privados para financiarse. Ello da lugar a que países como Grecia o el Estado español tengan que pagar entre un 3% y un 10% más de intereses que Alemania. 12 Ver el libro de Toussaint, La crisis global, Ediciones Madres de Plaza de Mayo, 2011, o sus artículos en internet www.cadtm.org o www.quiendebeaquien.org 13 Una quinta parte sería tan sólo la deuda pública, unos 10 billones de dólares, cantidad similar a la que deben en concepto de créditos hipotecarios los estadounidenses; ver artículo en La Jornada, 24 de julio de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/07/24/opinion/029a1eco
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ciudadanos se rompe por imperativo del neoliberalismo. El estado retrocede en sus funciones de intervención económica, particularmente de emisión de moneda, redistribución de renta, sustento de derechos sociales y laborales o en el mantenimiento de estructuras económicas básicas para la marcha del país (banca, infraestructura de comunicaciones, energía, producción de alimentos sanos, etc.). Esto no quiere decir que sea o haya sido el estado el satisfactor de necesidades básicas. En muchos casos invisibiliza u oculta formas emergentes (cotidianas, cooperativas) de acceso a dichas necesidades básicas. Estoy pensando, por ejemplo, en las economías de cuidados y de supervivencia que se desarrollan en hogares, recayendo el peso preferentemente en las mujeres, y que suponen el 70% del trabajo real (mercantilizado o no) que se realiza en este país para garantizar la vida, la reproducción social14. O también en la importancia de redes de economía social que trabajan desde el cooperativismo, el consumo ecológico o asociaciones con fines educativos o de apoyo a la crianza. Lo que es indudable es que, en términos prácticos y de legitimidad social, el estado de bienestar supuso un intento de homologación con los países de la Unión Europea. “Intento” digo, al hilo de los argumentos de Viçenc Navarro en El Subdesarrollo Social de España, ya que a partir de 1996, con el ministro Solbes como principal abanderado, tanto el PSOE como el PP conforman un alianza que aleja cada día a la ciudadanía española de los derechos consolidados en países de Europa: el estado español presenta el menor gasto público por habitante de la llamada UE-15, los 15 países más ricos de la UE; el nivel impositivo se fija en el 32% del PIB frente al 52% de países como Suecia. Todo ello acompañado de una reciente constitucionalización del reembolso de la deuda como pago preferente y sin poder renegociarse los términos de su concesión en el futuro. Así, bajo la llamada globalización (mundialización capitalista) determinadas élites han jubilado al estado como intermediador de conflictos: i) en la redistribución de derechos políticos y expresivos:¿quién puede hablar y de qué y cómo se puede hablar? (parafraseando a Foucault), imponiéndose el “espectáculo de las bolsas” como referente de la economía; y por parte de las élites asentadas en este país una “cultura de transición” que blinda las democracias autoritarias, y que tiene en el 15-M una contestación en las calles. ii) En la conformación de quiénes intervienen en la creación de deseos o necesidades colectivas (medios de masas, educación privada, márketing social; consumo con centro de la actividad urbana, económica y social, etc.) las cuales contribuyen tanto a asentar desigualdades como a desarrollar condiciones subjetivas que ayuden a justificar y reproducir jerarquías sociales, en complementariedad con otros ejes de autoritarismo (etnocentrismo, patriarcado)15. iii) Dejando entonces a las actividades de consumo, y al sistema financiero que las impulsa, como ordenadoras de relaciones y espacios (urbanos, relaciones campo-ciudad) que no 14 Ver Pérez Orozco, Amaia, Perspectivas feministas en torno a la economía: el caso de los cuidados. Madrid, Consejo Económico y Social, 2006. 15 Deseo y capitalismo han sido ampliamente trabajados en los textos de Deleuze y Guattari. Para una conexión de jerarquías entre capitalismo, patriarcado y aproximación a la naturaleza ver el texto de Alicia Puleo, Ecofeminismo para otro mundo posible, Madrid, Cátedra, 2011.
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son sustentables: promoviendo intercambios sociedad-naturaleza (un metabolismo) que chocan con los límites del planeta y desperdician formas de conocimiento más eficientes (Toledo y Barrera-Basols, La memoria biocultural: la importancia ecológica de las sabidurías tradicionales); afianzando una relación predatoria con la naturaleza que acentúa la posibilidad de que en dos o tres décadas no haya ni condiciones de este capitalismo por quiebra del modelo energético (Ramón Fernández Durán); e imponiendo desequilibrios ecológicos que aumentan exponencialmente con el desarrollo del capitalismo financiero (trabajos de Óscar Carpintero y José Manuel Naredo). iv) y todo ello desde la lógica cultural del tiempo lineal y linealizante (Sousa Santos, ver El milenio huérfano), cuyo objetivo es contraer alternativas, ya que se excluye o sanciona todas las propuestas que no sean eficientes en la producción virtual de dinero en el corto plazo, desatendiendo así a la pluralidad y a la expansión de visiones y prácticas que existen o emergen a la hora de satisfacer nuestras necesidades básicas (Vandana Shiva, Democracia en la Tierra). Esta ruptura en vertical, alimenta una ruptura en horizontal de las condiciones sociovitales de llevar una vida digna. Deudocracia reclama y justifica la ruptura de vínculos al quebrar: pactos políticos, dinámicas estables de trabajo, derechos sociales, espacios para el encuentro y encuentros para recrear economías sustentables. Así, la precariedad laboral es soledad (Castillo, La soledad del trabajador globalizado), crecimiento de ansiedades a la hora de contestar a la pregunta de quénes somos o a quién le podemos importar (Sennet, Bauman), quiebra de cuidados y de políticas públicas de cuidados, movilidad que implica desamparo o migraciones masivas, y, finalmente, sustitución del Welfare por el Workfare/Warfare, la consolidación del estado neoliberal que se aligera de responsabilidades sociales a la vez que aumenta la población reclusa y la construcción de cárceles (Wacquant). Las consecuencias de las crisis, pues, aunque extensibles al conjunto de la población, lo hacen de manera desigual. Bajo un ajuste estructural, las dinámicas patriarcales imponen más pesos sobre las mujeres y refuerzan la distribución de roles. Así, a título ilustrativo, en el estado español tenemos que las mujeres: figuran como único titular en un 2% de los créditos y sólo están como primer titular en un 5% de las cuentas corrientes; los varones dedican a los cuidados del hogar un 2,5 veces menos de tiempo que las mujeres, diferencial mayor que en los países de nuestro entorno; y ellas están alejadas, mayoritariamente, de los grandes ámbitos de decisión política y económica 16. Pues bien, la crisis justificará la necesidad de políticas más autoritarias y tenderá a agravar estas situaciones: los recortes sociales trasladarán a la esfera privada muchos cuidados que recaerán en las mujeres; las mayores condiciones de precariedad afectarán a esferas laborales a las que tienen más acceso jóvenes, mujeres y especialmente migrantes; el sistema económico trabajará en su conjunto por el rescate financiero de los bancos y no por una economía de los cuidados. Por el contrario, la caída de los niveles de bienestar no supone una caída del estado penal. El estado español es el país 16 Ver Desiguales. Mujeres y hombres en la crisis financiera, coordinado por Lina Gálvez y Juan Torres, Barcelona, Icaria, 2011.
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con más reclusos por habitante, siendo de los más bajos en temas de delitos 17. Tanto el gasto militar como el gasto en construcción de nuevas cárceles parecen a salvo de los recortes considerados “sociales”. Se trata, en definitiva, una corrosión de los vínculos (Ángel Calle), de aquellas redes (afectivas, familiares, laborales, políticas, metabólicas) que posibilitan unas condiciones mínimas de atender necesidades básicas que se satisfacen en nuestros entornos próximos o en el entorno planetario en su conjunto, el ser vivo llamado Gaia. De esta manera, al hablar de deudocracia no estamos hablando de un problema político o financiero, no sólo. Estamos refiriéndonos en última instancia a los problemas globales y abismales (en el sentido de precipicio humano) que genera una cultura insustentable (social y medioambientalmente) de manejar el tiempo y de entender nuestras necesidades básicas. Deudocracia nos aleja de poder construir una vida digna. Deudocracia es contraria los diálogos, en plural. Deudocracia se opone a la emergencia de democracias. El 15-M y el debate de la democracia Deudocracia se presenta como un sistema abiertamente enfrentado a la participación de la ciudadanía. En primer lugar, los canales de expresión política se desconectan de la legitimación de la población. Durante 2011 diversas encuestas pusieron de manifiesto que siete de cada diez ciudadanos de este país se oponían a las ayudas con las que el gobierno obsequiaba a los bancos; y nueve de cada diez reclamaban una devolución de lo ya obsequiado18. Quizás el hecho más simbólico haya sido la aprobación de una “reforma exprés” de la constitución española, otrora carta o mandato tildado de “inalterable” por las élites. En ella se garantiza que, ante un escenario de deudas privadas que pasan a ser deudas públicas, el estado otorgará prioridad a estos pagos, y por lo tanto, concede solvencia a las entidades bancarias a costa de su pago por el resto de ciudadanos y ciudadanas. El estado se desentiende de la ciudadanía en su afán de aplazar la crisis bancaria y la reestructuración de un sector que, en general, sigue aportando beneficios privados y ratios de lucro en alza a las élites financieras: existen suculentos retiros de grandes directivos, ahora y en la llamada crisis de 2008; las dificultades de financiación de los estados se corresponden con un mayor beneficio de bancos europeos que piden prestado al 1% al Banco Central Europeo y venden crédito a un 6% al Estado español; las emisiones de deuda, en países como Grecia, están controladas por agencias internacionales como JP Morgan o Goldman Sachs.
17 La tasa anual de delitos viene decreciendo, a pesar de la crisis, mientras aumenta el número de reclusos. El índice de delitos por mil habitantes está en 45,1, lejos del 74 por mil de Alemania o del 84 por mil del Reino Unido. Se pueden consultar los informes oficiales relevantes en www.otroderechopenal.com 18 Ver trabajo coordinado por Bibiana Medialdea, Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan, Barcelona, Icaria, 2011.
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Por otra parte, el sistema financiero gana peso en detrimento de las economías reales 19. Los préstamos bancarios internacionales son ya ocho veces mayor que el volumen de intercambios comerciales reales. Un sistema bancario cada vez menos ligado a su papel de banco comercial y más involucrado en los mercados de derivados (entre ellos los alimentos convertidos en moneda especulativa). Estos multiplican por 100 el dinero destinado al comercio mundial. Y si hablamos de entidades de inversión (pensiones, seguros, fondos de riesgo) tenemos que su volumen de negocio prácticamente es el doble que la renta anual producida en los países de la OCDE en su conjunto. Ello explica su enorme poder económico, poder que sirve de argumento y pábulo para el desarrollo de políticas neoliberales en contra de una población que en la última década, a pesar de los avances de la agenda de privatizaciones, sigue convencida de la necesidad de un estado público de bienestar 20. Por último, la opacidad de los instrumentos financieros y la prevalencia en la economía mundial de paraísos fiscales hacen de deudocracia un sistema muy opaco, carente de reglas que puedan estructurarlo o darle seguimiento para un posible control, y por ello, lo alejan del control de la ciudadanía. En su lugar aparecen las famosas agencias de rating, jueces que son también parte del negocio de la especulación internacional alrededor de deudocracia. El espacio 15-M está reflejando estos conflictos políticos con deudocracia, primeramente, a través de sus proclamas: “no somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, “lo llaman democracia y no lo es”. Desde el 15 de Octubre de 2011, esta contestación tiene un decisivo enlace internacional: “por una democracia global”. Desde Estados Unidos, el llamado espíritu de la plaza Tahrir y la Puerta del Sol, tiene argumentos sólidos en clave democrática y de mayorías frente a Wall Street: somos el 99%21. La democracia ha de entenderse como verbo. No existe “democracia a secas” como proclamara Esperanza Aguirre, ya que, en tanto que un proceso que se supone participativo, es lógico que vivamos la democracia como algo activo, en proceso, vivo. La democracia como orden finalizado no existe (Castoriadis), lo que acontecen son “procesos de democratización” (Sousa Santos). Si bien tiene en occidente un conjunto de prácticas y embalajes teóricos y conceptuales, lo cierto es que a lo largo y ancho del mundo existe y han existido experiencias que han aportado horizontes para la misma (Ángel Calle coord., Democracia Radical). En muchos casos son experiencias de democracia radical que problematizan la participación en entornos donde el poder retorna constantemente, está “en la base” si se me permite la expresión: formas de democracia directa, democracia deliberativa, propuestas de redes organizativas con fuerte autonomía e interdependencia de sus integrantes, procesos 19 Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan, obra citada. 20 Las encuestas muestran desde los años 90 en adelante la oposición de la población a las medidas de la agenda neoliberal en temas, por ejemplo, de privatización de servicios sociales. Es el llamado “consentimiento sin consentimiento” del que hablara Noam Chomsky. 21 Ver el artículo en Público de Richard Kirsch http://blogs.publico.es/dominiopublico/4129/somos-el-99/ Vandana Shiva apostilla que, bajo deudocracia, el G-20 se está enfrentando al G-7.000.000.000 que constituye la población del planeta.
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comunitarios afianzados en una economía social, economías de supervivencia, etc. Desde este arte de la democracia se han ido gestando iniciativas de democracia institucionales, formas de gobierno que han intentado respetar, retóricamente en muchos casos, este espíritu de atender de forma horizontal e inclusiva nuestras necesidades expresivas (participación, libertad) y materiales (cuidados básicos). Hoy, sin embargo, deudocracia es una expresión más de lo que puede conocerse como democracias autoritarias: democracias excluyentes, democracias del 1%, democracias elitistas, democracias tecnocráticas, etc 22. No faltan, sin embargo, propuestas y experiencias que intentan oxigenar estos procesos excluyentes de concentración de poder en un intento de abrir agendas y canales de expresión, las llamadas democracias participativas. Su objetivo sería partir de las actuales instituciones para ofrecer más participación y fomentar una economía más cooperativista 23. Ello puede suponer un paraguas para procesos de empoderamiento social, pero también se corren los riesgos de no neutralizar deudocracia y de continuar invisibilizando e imposibilitando expresiones de democracia radical ancladas en economías sociales, autogestión de bienes comunes (tecnologías, agua, semillas) o en proyectos altermodernos, como pueda ser el “buen vivir” de comunidades andinas. Democracias emergentes y auditorías sociales frente a Deudocracia Puede decirse que existe una pugna abierta entre estos modelos de democracia autoritaria, participativa y radical. Y deudocracia es un sistema que precisa y da cobertura a las formas de democracia autoritaria, habida cuenta de los beneficios de una élite y los perjuicios y falta de capacidad de decisión de la gran mayoría de la población. El 7 y 8 de octubre asistíamos a un encuentro sobre el tema: “Viviendo en Deudocracia. La deuda en los países del Norte: Aprendiendo del Sur”. Lo organizaba la red ¿Quién debe a Quién? (www.quiendebeaquien.org) y a ella acudían diferentes asambleas y comisiones del 15-M, sindicatos y partidos alternativos, organizaciones ecologistas y otras redes sociales. Planeaban en el encuentro dos preguntas sobre deudocracia: • ¿A qué nos enfrentamos? • ¿Qué podemos hacer? La primera, con sus matices personales, aparece expresada en este documento y en textos como Vivir en Deudocracia (Icaria, 2011). Los países de la periferia de la Unión Europea, entre ellos España, están a las puertas de ver cómo se justifica una estatalización progresiva de la deuda privada en manos de los bancos, una socialización de pérdidas y riesgos. No ocurrirá así, como ya han confirmado las ayudas desde el 2008 en adelante, con las deudas de particulares, principalmente hipotecas, que habrán de sostener con sus aportes el negocio bancario sin que las economías reales y locales tengan tampoco acceso a crédito. En el contexto de la Unión Europea se intensificarán medidas de ajuste estructural, por un lado, dado 22 Ver capítulo primero del texto Democracia Radical, Barcelona, Icaria, 2011. 23 Ver Democracia Económica. Hacia una alternativa al capitalismo, coordinado por Antoni Comín y Luca Gervasoni, Barcelona, Icaria, 2011.
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que no es asumible una quita de deuda importante (el volumen de dinero podría asfixiar en el corto plazo al sistema financiero internacional), salvo casos excepcionales como el de Grecia. Y por el otro, ante las presiones económicas y sociales es posible que surjan pactos en torno a un papel menos financiero del Banco Central Europeo, la emisión global de bonos por parte de la UE para acudir en ayuda de cualquier gobierno, la posibilidad de una tasa financiera que grave mínimamente a los capitales “golondrina”, y ciertas moderaciones del propio ajuste estructural ante la comprobación de la creciente asfixia de los países deudores (a la hora de poder devolver créditos, no de las condiciones de vida de la población). La segunda cuestión es más compleja. Y oído los debates está aún en el aire cómo construir procesos sociales que sirvan para: • repudiar la deuda ilegítima (corruptelas, medidas en favor de lasa élites financieras) y odiosa (contraria a los intereses de la población) • desarrollar mecanismos y políticas que reviertan los pilares de deudocracia • hacer emerger otras formas de democracia (y de políticas económicas, sociales, endógenas) contrarias a deudocracia y que aseguren un control real del sistema económico para la satisfacción de necesidades básicas de la población. Gran parte de este debate está ya en las redes sociales. Como propuesta emergente encontramos el 15-M y su apuesta implícita por una transición social, que altere las formas de democracia autoritaria presentes tras la transición política auspiciada por las élites 24. Entroncando con este espacio de movilización desarrollan su trabajo organizaciones críticas con la llamada globalización, redes sindicales que apuntan a una mayor autogestión social, redes del ecologismo social y otros actores que se sitúan como catalizadores de los nuevos movimientos globales (Ángel Calle, Editorial Popular, 2005). Lo que sí arrojó el encuentro fueron dos posibles iniciativas para pensar el desafío a deudocracia: las auditorías de deuda y la consulta vinculante ante futuros ajustes estructurales. Ambas herramientas se consideraron como parte de engranajes democratizadores más amplios, que sirvieran para conocer y poder repudiar socialmente otras deudas (locales, políticas, ecológicas), a la vez que permitieran auspiciar formas más inclusivas y solidarias de concebir y practicar la democracia. ¿Qué son las auditorías de deuda?25 Se trata de desvelar y responsabilizar a agentes y personas concretas de la construcción de deudocracia para enriquecimientos privados. A grosso modo, se pueden identificar tres tipos de auditoría, las cuales obedecen a iniciativas políticas o populares; buena parte de ellas son ejemplos de acciones llevadas a cabo en países del llamado Sur: • auditoría técnica: expertos de la sociedad civil investigan y ponen de relieve la existencia 24 He desarrollado este argumento en artículos aparecidos en Público y en la revista Rojo y Negro, que pueden consultarse por internet. 25 Más información en www.quiendebeaquien.org, www.cadtm.org, www.odg.org
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de deudas ilegítimas u odiosas; es el caso de Argentina, con el proceso iniciado por Alejandro Olmos en los 80 y que culminarían con un fallo favorable en los juzgados, si bien con menor repercusión política26. auditoría institucional: como la llevada a cabo por el propio gobierno de Ecuador que culminó a finales del 2008 con una moratoria unilateral en el pago de ciertos bonos y una quita general del 65% de la deuda considerada ilegítima. auditoría social: procesos como los que están avanzando en países como Grecia, donde ante el bloqueo político a cualquier revisión de deudocracia se persigue visibilizar la ilegimitidad general del mecanismo de endeudamiento, establecer sus mecanismos y responsables generales; y, sobre todo, involucrar a la población en el repudio y en el planteamiento de alternativas.
Por supuesto, estas iniciativas se complementan entre sí. Y, dada la situación actual que se vive en la periferia de la Unión Europea, la auditoría partiría de la constatación del enriquecimiento de bancos privados y la socialización de pérdidas (deudas impagables y menores márgenes de beneficios) con cargo a las arcas públicas. Quizás en ese contexto, y dado que en la calle se apela constantemente al “¡queremos decidir!”, iniciativas como la presión para realizar consultas vinculantes sobre futuros ajustes estructurales podrían servir de trampolín o de punta de lanza para auditorías sociales. En cualquier caso, dada la coyuntura financiera y el apoyo de los gobiernos a los bancos frente a la ciudadanía, el debate entre deudocracia o democracia irá tomando cuerpo en tiempos no muy lejanos 27.
26 Ver artículo de Emilio Marín en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=100417 27 Tras el encuentro de Madrid de octubre, los grupos se citaron para encontrarse y valorar formas de respuesta a deudocracia, entre ellas la consideración de auditorías y consultas vinculantes. Consultar www.quiendebeaquien.org
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