Dios quería que su pueblo fuese una nación próspera. Para ello, dio leyes justas y que a la vez favoreciesen a los menesterosos

Lección 3 para el 16 de julio de 2016 Dios quería que su pueblo fuese una nación próspera. Para ello, dio leyes justas y que a la vez favoreciesen a
Author:  Juan Rojas Serrano

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Lección 3 para el 16 de julio de 2016

Dios quería que su pueblo fuese una nación próspera. Para ello, dio leyes justas y que a la vez favoreciesen a los menesterosos. Esto es lo que conocemos como «justicia social». . No engañar ni angustiar al extranjero. . No afligir a la viuda ni al huérfano. . No seguir a los muchos para hacer el mal. . No favorecer al pobre de manera injusta. . Ayudar a tu enemigo cuando esté en problemas. . No menospreciar al pobre en el juicio. . No mentir ni tratar con injusticia al inocente. . No aceptar soborno. . Permitir que el pobre recoja lo que sobra en la cosecha.

Dios mandó a Israel que observasen tres tipos de sábados (reposos): Levítico 25:8-55. El año de jubileo, cada siete años sabáticos.

Éxodo 20:8-11, El sábado semanal (el único de observancia universal).

Éxodo 23:10-11. El año sabático, para descanso de las tierras.

¿Qué hay de «justicia social» en cada uno de estos descansos? El sábado semanal

Deben descansar los sirvientes, los extranjeros y los animales. Éxodo 20:10

El año sabático

Todo el fruto del campo ese año era para los pobres. Lo que quedase, era para los animales. Éxodo 23:11

El año de jubileo

Las propiedades volvían a sus dueños originales. Levítico 25:10 Se perdonaban las deudas. Levítico 25:28 Los esclavos eran liberados. Levítico 25:40-41

«Si la ley dada por Dios en beneficio de los pobres se hubiera observado y ejecutado siempre, ¡cuán diferente sería el estado actual del mundo, espiritual y materialmente! El egoísmo y la vanidad no se manifestarían como ahora se manifiestan, sino que cada uno de los hombres respetaría benévolamente la felicidad y el bienestar de los demás, y no existiría la indigencia hoy tan generalizada en tantas tierras» E.G.W. (Patriarcas y profetas, pg. 516)

El sábado del séptimo día nos dice que Dios es el Creador y el Proveedor de descanso para todos los que viven sobre esta Tierra. La universalidad del reposo del sábado implica algo que es común a todos nosotros, ricos y pobres. La Paternidad universal de Dios significa igualdad y preocupación comunes entre los seres humanos. Por otra parte, los descansos «ceremoniales» ilustran principios eternos. Nos enseñan cómo debemos tratar a los necesitados. Viviendo conforme a estos principios eternos representamos el carácter de Dios ante el mundo.

Los profetas, a menudo, hablaban en favor de los necesitados, llamando al pueblo de Dios a que se arrepintiera por maltratar a los marginados y a los menesterosos. Dios rechaza la adoración de los que hacen tales cosas. «aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda» (Isaías 1:17) «… He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores» (Isaías 58:3) «¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?» (Isaías 58:6-7)

«Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos» (Salmos 82:3-4)

La mera creencia en Cristo no nos hace cristianos. El cristiano debe reflejar en su vida el carácter de Dios. Debemos ser una luz que alumbre en este mundo. Más allá de adorar en la iglesia, debemos vivir adorando. Y una forma de adoración (como nos mostraron los antiguos profetas) es ayudar al necesitado, dar su salario al obrero... En definitiva, ser justo y misericordioso (Deuteronomio 24:10-22). «La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo» (Santiago 1:27)

«El verdadero amor a Dios siempre se manifestará. No se lo puede ocultar. Los que guardan los mandamientos de Dios en verdad revelarán el mismo amor que Cristo reveló hacia su Padre y hacia sus prójimos. Aquel en cuyo corazón mora Cristo lo revelará en el carácter, en su obra en favor de los que constituyen la familia de la fe y en beneficio de aquellos que necesitan ser atraídos al conocimiento de la verdad. Mostrará siempre por medio de sus buenas obras el fruto de su fe, revelando a Cristo mediante obras de amor y actos de misericordia» E.G.W. (Alza tus ojos, 22 de abril)

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