Isis en Egipto Isis en Roma
Maat e Isis. Papiro Por Ester Zanón Introducción Antes de empezar a hablar de la diosa Isis, creo conveniente hacer una introducción a esta diosa de muchas culturas, enfocándonos en su propio pueblo, el egipcio, para poder dar una mejor idea de los cultos a esta diosa. Las pruebas y restos arqueológicos muestran que ya en el 6.000 a.C. había actividad en la zona de la cuenca del río Nilo. Esta actividad se vio intensificada por la paulatina desertización de la sabana africana que empujaba a los distintos pueblos que allí habitaban hasta el agua del Nilo. A lo largo de los 3.000 años siguientes, asistimos a la evolución de esta cultura hacia, primero, gobiernos democrático−militares (posteriormente llamados nomos), agrupados frente a dos regiones geográficas, las del Alto y Bajo Egipto (Sur y cascadas en una, rico Delta en la otra, respectivamente), hasta la unificación de las dos en el reino de Egipto en torno al 3.000 a.C., a manos de Menes, primer faraón del Alto y del Bajo Egipto (la nomenclatura se mantuvo en la intrincada burocracia egipcia), fundador de la primera dinastía y el 1
comienzo de la época denominada Imperio Antiguo. Destacar que son de esta época, que apenas abarca seis dinastías, cuando se construyen las pirámides de Gizeh, en el Valle de los Reyes, y creadores de una riqueza y un arte que las dinastías posteriores perseguirán con ahínco sin esperar superarlas. Es impresionante ver como una civilización tan antigua, y arcaica a nuestro modo de ver, creó ya en tiempos tan remotos algo como eso, estando aún la civilización griega y la romana en sus comienzos. Herodoto en su obra dice que Egipto es el don del Nilo, conocedor ya de una realidad evidente en el país: era una sociedad agrícola basada en las crecidas del Nilo, del cual dependían no solo como sistema de regado, sino también como fertilizante natural de una tierra casi seca en algunas fechas. Así la cultura, civilización y religión egipcias están centradas en el ir y devenir del río, sus crecidas y decrecidas (su vida y su muerte). Curiosamente, esta dependencia total del río para la supervivencia del país no afectaba en demasía en el calendario oficial, dando no sólo un conflicto de fechas, o una diferenciación entre la plebe y las clases dirigentes, sino incluso dos religiones o cultos distintos que giran sobre una misma mitología: El calendario oficial era lunar y, en relación con el calendario solar, sabían que les faltaban días. Cada dos años añadían cinco días dedicados a los dioses Osiris, Horus, Isis, Neftis y Seth, pero esto no arreglaba el hecho de que, en los casi cuatro milenios de dinastías, las fiestas dedicadas a los diferentes y múltiples dioses hubiesen visto una fecha y estación distinta cada año.Esto fue medio arreglado cuando, durante la dinastía Ptolemaica (Alejandría como capital, descendientes de un subordinado de Alejandro Magno), se adoptó el calendario solar alejandrino. Y luego estaba el calendario popular, basado en las estaciones y la agricultura, que marcaba rituales fijos como el de invocar las palabras del lamento de Isis al cortar el primer haz de la cosecha (vuelve a tu casa); los rituales de la crecida del río, como los montículos que hacían llamados novias, delante de los diques, para que el río se casase con la tierra al absorber el montículo; o los de la retirada del río, en los que se hacían tortas de limo del Nilo mezclado con semillas. Estas tortas se metían en figuras de tierra de Osiris, y al germinar representaban su fertilización de la tierra y su renacer. Como acabamos de ver en estos ritos agrícolas, la muerte era muy importante en su simbología con la agricultura del Nilo. Por esto, entrando en el tema religioso/ritual, no podemos dejar de lado los rituales funerales, principales en el país. De este estilo tenemos los rituales faraónicos sobre la muerte y el renacimiento, pero no solo del faraón−dios o de los hombres (a partir del s XII a.C. se aperturiza el derecho a la momificación), sino también de los animales−dios pertenecientes a cada templo y dependientes del dios al que se rendía culto. Así tenemos los entierros faraónicos de bueyes, conocido como Apis, en honor a Osiris y Horus, a veces a Amón−Ra; o los gatos en honor a Bast en Bubastis, o los ibis en honor a ThotMomificación animal que, por cierto, también llamó la atención de Herodoto. Esto nos lleva a dos puntos clave de la cultura/civilización/religión egipcias, ambas observaciones hechas por foráneos: la primera, también de Herodoto, es por la tremenda escrupulosidad religiosa de los egipcios. La segunda, por parte de múltiples arqueólogos e historiadores del mundo egipcio: todo Egipto es un inmenso sarcófago. Precisamente esta última afirmación se ve claramente reflejada por su mitología politeísta, en la cual la importancia del dios creador o del dios sol se ven supeditadas al gran mito de Isis y Osiris. Este mito tiene como idea central la muerte y posterior renacimiento en una vida del más allá del dios Osiris que, si ya era especialmente esencial por ser dios fertilizador, representante de las crecidas del Nilo, y soberano en la tierra, ahora se convierte en el dios más importante de todos, pues reina sobre los muertos en el mas allá, un lugar feliz y sin preocupaciones, eterno. Este mito es el referente para toda la ritualidad egipcia acerca de la momificación, siendo las momificaciones de los faraones un calco de lo contado en este mito, en un intento de convertirse en Osiris, librándose de las penas mortales. Así, dioses de la fertilidad y la cosecha como Isis y Osiris adquieren con las representaciones de las crecidas y 2
decrecidas del Nilo también poder sobre la muerte y la resurrección, siendo Isis la dadora del grano que luego Osiris fertiliza con su cuerpo muerto cual compost, dando así vida a la comida con su muerte, pero en clara metáfora de su vuelta posterior en el reino feliz de los muertos. La vida es, para todos los egipcios, un mero tránsito y prueba de validez para acceder al más allá osírico. Observado esto, y teniendo en cuenta que ya tuvieron contactos comerciales con cretenses en torno al 1166 a.C., quizá tengamos aquí el sustrato de los cultos mistéricos, que viajó hacia el mundo helénico y que, tras una absorción y período oscuro tras la última oleada indoeuropea, renació en Eleusis en forma de diosa Deméter−maga, que igualmente es diosa del grano y la fertilidad, y que a través de la muerte y resurrección de su hija Perséfone, se convierte también en diosa del más allá. Además en la Creta antigua del gran imperio minoico quizás esta diosa no fraguó como tal porque ellos ya tenían un sistema bastante matriarcal, y en el cual solo se conocen dos diosas, a parte de venerar la naturaleza como tal (aunque a las diosas las anunciaba un escarabajo, quizás reflejo de Egipto, quizás no). Pero muy probablemente los cretenses, al ver tantos dioses y sobretodo diosas con cabeza e incluso cuerpos de animales, es muy posible que reconociesen a la suya propia en todas aquellas facetas.
Desde un punto de vista histórico, tenemos que volver nuestra mirada, de nuevo, a la antigüedad egipcia: Manetón nos cuenta que en la época predinástica, a la que puso fin, como ya vimos, Menes, el linaje reinante era de dioses que dieron paso a semidioses. De esta mítica antigüedad de Egipto nos han llegado restos de un posible culto a la diosa madre (Hathor?) en forma de figurillas de barro representando mujeres desnudas (arriba), que se ponían junto al muerto, probablemente en una petición de fertilidad o renacimiento del fallecido. Sobre este tema, sin embargo, no deja de haber controversia en la egiptología, ya que los detractores inciden en que a las divinidades no se las representaba en barro, que los cultos son muy difíciles de rastrear en épocas anteriores a la dinástica, pero que quedarían restos posteriores, etc. De igual modo, también tenemos de época predinástica, en el período Nagada II, vasijas de cerámica decorada que nos muestran ya una costumbre que perdurará a lo largo de todo el imperio faraónico, las barcas con imágenes de dioses en el interior de una capilla central, que se sacaba a la calle en procesión, de manera que se acercaba por unos momentos la divinidad al pueblo llano (que tenía vetada la entrada al aposento del dios en el templo), y que luego sería tan característico, muy posteriormente, del culto isíaco, en una fiesta llamada 3
navigium isidis. En esta época los dioses aun se adoraban en forma de animales o fetiches, y ganaban poder y seguidores según el poder expansivo del nomo (ciudad) al que pertenecía la deidad: según un nomo absorbía a otro o lo vencía en sus disputas, la deidad vencedora se convertía en la principal de ambos nomos, mientras que la deidad vencida pasaba a ser ayudante o adepto en la mitología del vencedor. Asimismo, la divinidad vencedora asumía los rasgos más característicos de su contrincante vencido, ganando así poder y libertad de acción en otros campos que no eran originariamente el suyo. Ya hemos observado el contacto anterior egipcio con el mundo prehelénico, pero lo cierto es que, una vez convertida la zona del Egeo en Grecia, y hablando la koiné que es el mundo griego, se reestablecieron los contactos comerciales con Egipto en el S VII a.C, siendo la primera fundación griega en el año 650 a.C. Se sabe de estos contactos comerciales con el mundo pre−helénico y helénico por la palabra específica registrada en los papiros para la cerámica helena. Además, de este segundo contacto surgieron los helenomenfitas, griegos que, como mercenarios, participaron en las guerras de los faraones, y luego se establecieron en Menfis, formando un núcleo fuerte de tendencia helenizante, que despreció durante generaciones la cultura egipcia en un intento por mantener sus raíces. Son estos descendientes de griegos los que actúan como informadores de Herodóto, y el mismo habla de sus peculiaridades como pseudo−griegos. Esta situación que parece residual, sin embargo se notó bastánte en el lenguaje a través del decaimiento de las dinastías de faraones egipcios: textos administrativos y jurídicos bilingües empezaron a extenderse en aquellos tiempos, desplazando poco a poco el demótico a uso exclusivo de la religión. Esta situación, y la paulatina eclectización de la sociedad egipcia de a pié, hizo fácil que, cuando Alejandro Magno muriese, tras haber conquistado un basto territorio, incluido Egipto, Ptolomeo Soter tuviese claro como actuar en esta sociedad, autoproclamándose primer faraón de la dinastía Ptolemaica, última dinastía faraónica de Egipto, que terminó con el suicidio de Cleopatra VII ante la conquista de Egipto por Octavio Augusto. En las primeras décadas del S. I d.C, salvo excepciones como Calígula, los emperadores no mostraron especial interés en por los dioses egipcios, mas bien al contrario, como reflejan las actuaciones de los Iulo−Claudios, aunque el propio Augusto, tras su primera prohibición del culto, al final rectifica volviéndolo religión pública, aunque obliga a que sus templos se sitúen o fuera de los núcleos de las ciudades, o directamente fuera de la ciudad, como se puede observar en su Lucus Augustae. Ya a estas alturas en el culto había familias importantes, como la de los Metelos: como los cultos mistéricos o de origen mistérico no eran excluyentes (aunque sí henoteístas), se podía ser de varios cultos y seguir siguiendo religiosamente el culto publico oficial (es lo que Ogilvie equipara con una póliza a todo riesgo). A partir, sin embargo, de los Flavios y, sobretodo, de los Antoninos, los príncipes se vieron atraídos por estos cultos, lo cual favoreció su propagación por las provincias. Bajo los Severos, la religión egipcia disfrutó del favor imperial y Caracalla llegó a dedicar dos templos a Isis en la propia Roma, siendo esta época la de mayor esplendor del culto mistérico de Isis. No obstante, independientemente de su carácter <
> en la capital, en las provincias sí se le consideró culto oficial del Estado romano y, por consiguiente, integrado en la ideología dominante; por ello, a partir del S. II d.C, entre sus adeptos empiezan a figurar magistrados y funcionarios, es decir, los representantes de los poderes públicos. Religión Isíaca En el año 333 a.C los egipcios ya habían construido un templo a Isis en el puerto ateniense del Pireo. Sin embargo, no parece que este culto tuviese repercusión o sufriese una helenización, que sin embargo se consiguió con el culto ya helenizado que hizo oficial Ptolomeo Soter algo después: el carácter femenino de la diosa, la identificación con la reina y la presencia de sacerdotisas favoreció la consagración de de las jóvenes a la diosa, preparándose para el matrimonio bajo su tutela y manteniéndose vírgenes, favoreciendo la estabilidad de la institución matrimonial. Parece ser que gracias a esto y a su carácter integrador, tuvo una rápida acogida, y que la cercanía de Eleusis tuvo una influencia vital. En el S. I a.C, la boulé y el 4
arconte−basileus colaboraban en la preservación de los cultos isíacos, y hay datos epigráficos también de esta época que confirman que canéforas de Isis o de Serapis eran iniciadas en los misterios de Eleusis. Otro motivo importante para la fuerte relación entre los misterios eleusinos y los isíacos es que, al decidir crear un culto egipcio helenizado fuerte, Ptolomeo Soter recurrió a un Eumólpida, uno de los sacerdotes hereditarios de Eleusis, para organizar el culto isíaco a comienzos del S. III a.C y que resultase aceptable para el mundo griego. Ya en época imperial, el papel de Atenas es más bien el de vehículo del culto hacia el imperio que como enlace a trvés del cual se extiende el culto en época helenística: el aspecto mistérico del culto, alejado del culto egipcio, se vio favorecido por los contactos y similitudes con Deméter, que le granjearon mayor difusión en época imperial. En cualquier caso, el proceso de decadencia del culto como tal se vio agudizado en el S. III, coincidiendo con la decadencia de la ciudad. Como ya se vio, y aun a pesar del contacto entre Roma y Egipto desde cerca del año 200 a.C. a través de los esclavos y comerciantes, la verdadera llegada de Isis a Roma se sitúa en el 105 a.C. En esta llegada, conste que aun no era un culto mistérico, y que ni siquiera era realmente popular. Pero las clases sociales más desfavorecidas como los esclavos o las mujeres eran muy afines a las cosas nuevas que llegaban a Roma y, al igual que los misterios dionisíacos, o los de Cibeles, Isis acabó teniendo cierta relevancia. Es mas, la razón más plausible para las sucesivas prohibiciones que sufrió este culto, y los derribos de sus templos para su posterior reconstrucción, era el hecho de que se volviera un culto relativamente popular, y por lo tanto defendido políticamente por los populistas en el senado. No es así pues que el culto fuese considerado peligroso para la patria por las posibles orgías nocturnas (desmentidas por Apuleyo al exigirle la diosa rigurosa castidad), sino la presión contra el partido populista lo que más influía en estas decisiones. Es así realmente como Isis se vuelve una creencia tan popular y seguida, pues al meterla en el terreno de las peleas políticas se la asume como parte importante en Roma. De todas formas, las referencias a Eleusis continúan y están presentes en la novela de Apuleyo. En la época imperial, las sacerdotisas y dedicantes a Isis en Atenas pertenecen a grandes familias integradas en las estructuras del Imperio romano. De lo que no hay duda es de la evolución de Isis en el mito desde la época predinástica hasta lo que hoy día conocemos por fuentes como Plutarco (1), Heródoto o Apuleyo. En su estado primario, Isis no era mas que una de las hermanas de Osiris, que penan por todo Egipto en busca de sus restos mientras Horus lucha contra Seth. Desde este estadio poco importante y completamente secundario, ha ido avanzando por los estadios de esposa, madre, reconstructora y al final, todopoderosa restauradora de vida. Otros mito (2) que nos hablan de Isis nos la presentan como una especie de humana que tiene el poder de curar hasta el punto de resucitar, y que piensa un ardid para conseguir el estadio de divinidad superior, creadora y todopoderosa, de Ra creador de todo. Este mito nos muestra la creencia mágica egipcia más importante, como es el poder encerrado en los nombres verdaderos de las cosas. Es a través de un engaño como Isis logra robar su nombre a Ra y así asimilar sus poderes. Nosotros también podemos ver esta creencia en Roma: los romanos en sus conquistas tenían rituales para convencer a los dioses protectores de las ciudades enemigas que abandonasen el lugar y les fuesen favorables, persuadiéndoles de que ellos (los romanos) serían mucho mejores como fieles. Igualmente, ya a finales de la República, los romanos creían que Roma era en sí misma una diosa con su propio nombre, Roma Aeterna, y que si un enemigo llegaba a conocer este nombre podría persuadir a esta diosa de que abandonase a los romanos. En lo que se refiere estrictamente al culto y los ritos de Isis, las fuentes más detalladas son de época ya helenizada, siendo Plutarco y Apuleyo (3) los máximos exponentes de esta transmisión. Esta transmisión no sólo nos muestra la importancia grandísima que tiene a partir de la época Ptolemaica y sobretodo en época posterior, a través de Alejandría y de Roma; además, nos muestran que los rituales en ambos casos eran bastante parecidos a los que se realizaban en el resto de Egipto, incluidas épocas anteriores: las procesiones con imágenes de madera representativas de la deidad eran costumbre, no sólo de Isis, sino de todos los dioses, 5
durante los cerca de 4.000 años de religión egipcia politeista. 1− Pues griego es el nombre de Isis y también el de Tifón, que es enemigo de la diosa y está cegado por la ignorancia y el engaño, y que dispersa y destruye la Palabra sagrada que la diosa reúne, ordena y entrega a los iniciados; pues la consagración, con un continuo régimen de vida austero y privación de muchos alimentos y de los placeres de Afrodita, refrena la intemperancia y la inclinación al placer y acostumbra a soportar los duros y rigurosos servicios en los templos, el fin de los cuales es el conocimiento del Ser primero, del Señor, del Inteligible, a quien la diosa invita a buscar como si estuviera y conviviera junto a ella y con ella. También el nombre de su templo delata claramente conocimiento y comprensión de la realidad; pues se llama Iséo en la idea de que conoceremos la realidad si con razón y piadosamente nos acercamos a los templos de la diosa. Además, muchos han contado que ella era hija de Hermes, otros muchos que de Prometeo, por considerar al segundo, descubridor de la sabiduría y de la previsión, y a Hermes inventor de la gramática y de la música'. Por lo cual, también a la primera de las Musas, en Hermópolis la llaman Isis al mismo tiempo que Justicia, por ser sabia, como ha quedado dicho, y desvelar los divinos misterios a quienes verdadera y justamente son llamados «portadores de los vasos sagrados» (hieraphóroi) y «conservadores de los vestidos sagrados» (hierostóloi) "; éstos son los que llevan en su alma, como en una cesta, la Palabra sagrada sobre los dioses, limpia de toda superstición e indiscreción y los que la protegen, insinuando las obscuridades y sombras así como lo evidente y luminoso de su concepción respecto a los dioses, cual se hace incluso evidente respecto al vestido sagrado. Por eso, también, el hecho de que los difuntos, adoradores de Isis, sean adornados con éstos es símbolo de que esta palabra está con ellos y de que en posesión de ésta y de ninguna otra cosa marchan allí; pues ni el dejarse crecer la barba, Clea, ni el llevar un c manto raído hace filósofos, ni isíacos el vestirse de lino e ir rasurados; sino que el verdadero isíaco es el que, cuando legítimamente recibe, según la tradición, lo que se muestra y realiza respecto a estos dioses, busca e investiga racionalmente la verdad que hay en estos rituales. Pues bien, cuando oigas lo que la mitología egipcia cuenta respecto a los dioses, vagabundeos, desmembramientos y sufrimientos sin cuento de tal tenor, debes recordar lo dicho antes y pensar que nada de esto se dice que así haya ocurrido y haya sido llevado a cabo; pues no es que llamen a Hermes «el perro» 5' en sentido propio, sino que la capacidad de vigilancia, el estado de vigilia y la sagacidad de este animal, distinguiendo, porque lo conoce y lo desconoce, al amigo del enemigo, como dice Platón, lo asocian con el más astuto de los dioses; ni piensan que el sol surge como un bebé recién nacido del loto, sino que representan así el nacimiento del sol, simbolizando que la iluminación del sol se produce a partir de la humedad y. Pues también al más cruel y temible rey de los persas, Oco, que condenó a muchos a muerte y, finalmente, también degolló a Apis y lo comió en un banquete con sus amigos, lo llamaron «espada» y lo llaman todavía así en la Lista de los reyes, queriendo significar, sin duda, no literalmente su naturaleza, sino comparando la inflexibilidad y maldad de su carácter con el mortífero instrumento. Ciertamente, si así oyes las narraciones sobre los dioses y las recibes de aquellos que explican el mito santa y filosóficamente, y pones en práctica siempre y observas los ritos establecidos, y piensas que nada es más grato a los dioses, ni sacrificios ni acciones, que el tener una opinión verdadera respecto a ellos, evitarás un mal no inferior al ateísmo: la superstición. . Se cuenta este mito con el menor número de palabras posible, omitiendo lo que es completamente inútil y superfluo. Dicen que el Sol, habiéndose enterado de la unión secreta de Rea con Crono, lanzó contra ella la maldición de que no daría a luz ni en el curso del mes ni del año; pero que Hermes, enamorado de la diosa cohabitó con ella; después, habiendo jugado a las damas con Selene y habiendo ganado de cada uno de sus períodos luminosos la setentava parte, formó con todo cinco días y los añadió a los trescientos sesenta; a éstos ahora los egipcios los llaman «adicionales» y en ellos celebran los nacimientos de los dioses . Dicen que en el primero nació Osiris y que cuando nació surgió una voz que decía: «el señor de todo llega a la luz». Y algunos dicen que un tal Pamiles, que estaba sacando agua en Tebas, oyó una voz que salía del templo de Zeus y le 6
ordenaba proclamar a gritos que el gran rey benefactor Osiris había nacido, y que por esto crió a Osiris, por habérselo confiado Crono, y que en su honor se celebra la fiesta de las Pamilias semejante a las Faleforias. En el segundo día nació Arueris, al que llaman Apolo y algunos Horus el Viejo, y en el tercero Tifón, no a su tiempo ni por la vía normal, sino que saltó del costado de su madre, habiéndolo desgarrado de un golpe. En el cuarto día nació lsis, en regiones completamente húmedas, y en el quinto Neftis, a quien llaman también Teleuté y Afrodita y algunos incluso Níké. Dicen que Osiris y Arueris son hijos del Sol, Isis de Hermes, y Tifón y Neftis de Crono. Por esta razón también, al tercero de los días adicionales los reyes lo consideraban nefasto y no se ocupaban de los asuntos públicos ni cuidaban de su persona hasta la noche. Dicen que Neftis se casó con Tifón y que Isis y Osiris, enamorándose incluso antes de nacer, se unieron en la oscuridad del seno materno Y algunos dicen también que de este modo nació Arueris y que es llamado «Horus el Viejo» por los egipcios, pero Apolo por los griegos. Tan pronto como Osiris fue rey de los egipcios, los liberó de una vida indigente y salvaje, mostrándoles los frutos, promulgado leyes y enseñándoles a honrar a los dioses; después recorrió toda la tierra civilizándola sin la más mínima necesidad de armas, sino arrastrando a la mayoría con el hechizo de la persuasión y de la palabra, acompañadas de todo tipo de canto y de música; razón por la que los griegos creen que es el mismo dios que Dioniso. En su ausencia, Tifón no osó emprender ninguna acción porque Isis vigilaba muy de cerca y estaba alerta con firmeza, pero, cuando volvió, maquinó contra él un engaño tras haber formado un grupo de setenta y dos conspiradores y teniendo como cómplice a una reina procedente de Etiopía, a la que llaman Aso. Habiendo medido ocultamente el cuerpo de Osiris y habiendo hecho fabricar un arca hermosa y extraordinariamente adornada, de su tamaño, la hizo llevar al banquete. Deleitados y admirados todos ante su vista, Tifón, bromeando, prometió regalar el arca a aquel que, tendido dentro, fuera del mismo largo. Intentándolo todos, uno a uno, como nadie encajaba, se metió Osiris y se tendió completamente. Los conjurados se precipitaron a poner la tapa y, habiéndola sujetado con clavos desde fuera, sobre los que derramaron plomo fundido, transportaron el arca hasta el río y la dejaron ir a través de la boca Tanítica hacia el mar, boca a la que, a causa de esto, incluso ahora los egipcios la llaman todavía «la odiosa» y «la abominable». Dicen que esto ocurrió en el decimoséptimo día del mes Athyr, en el que el sol pasa por el Escorpión, en el vigésimo octavo año del reinado de Osiris. Algunos, sin embargo, dicen que son sus años de vida, no que haya reinado tanto tiempo. . Por ser los Panes y los Sátiros los primeros que, al habitar la región que circunda a Quemis, se enteraron del acontecimiento y dieron la noticia de lo que había ocurrido, los repentinos tumultos y consternaciones de la multitud todavía ahora a causa de esto son llamados «pánicos»; e Isis, al enterarse, se cortó enseguida una de sus trenzas y se puso un vestido de luto, allí donde está la ciudad que todavía ahora lleva el nombre de Copto. Otros piensan que el nombre significa «privación», pues la idea de «privar» la expresan con kóptein. Errante por todas partes y sin salida, a nadie a quien' se acercaba dejaba de interrogar, sino que incluso a unos chiquillos con los que se encontró les preguntó por el arca; se dió la circunstancia de que ellos la habían visto y señalaron la boca a través de la cual los amigos de Tifón dejaron ir el ataúd al mar. Por esta razón piensan los egipcios que los niños tienen poder mántico y sobre todo obtienen augurios de las palabras de los niños cuando juegan en los templos y gritan lo que les viene a la cabeza". Isis, tras enterarse de que Osiris, enamorado, se había unido con su hermana por ignorancia creyendo que era ella, y habiendo visto como prueba la corona de meliloto que aquél dejó a la puerta de Neftis, buscaba al niño (pues tan pronto como ésta dio a luz lo expuso por temor a Tifón); encontrado con dificultad y esfuerzo bajo la guía de los perros, Isis lo crió, y él se convirtió en su guardián y servidor y recibió el nombre de Anubis, y se dice que protege a los dioses, como los perros a los hombres. Después de esto se enteró de que el arca, habiendo sido empujada por el mar hasta el territorio de Biblos, las olas la pusieron dulcemente en los brazos de una mata de erica; la mata, convirtiéndose en poco tiempo en un hermosísimo y crecido tronco la envolvió, se desarrolló en derredor y la ocultó dentro de sí; el rey, admirado del tamaño de la planta y habiendo hecho cortar el tronco que contenía el ataúd, sin que se viera, lo utilizó como soporte del techo de su palacio. Y dicen que Isis, habiéndose enterado de esto por un rumor de 7
inspiración divina, llegó a Biblos y, sentada sobre una fuente en actitud apenada y llorosa, no intercambiaba palabra con ninguna otra persona, pero acogía afectuosamente a las criadas de la reina y les mostraba sentimientos de amistad trenzando sus cabellos e impregnándoles el cuerpo de la admirable fragancia que emanaba del suyo. A1 ver la reina a las criadas le sobrevino el deseo de la extranjera, de sus cabellos y de su piel, que exhalaba ambrosía; y así, habiendo sido llamada y convirtiéndose en su amiga íntima, aquélla la hizo nodriza de su hijito. E1 nombre del rey dicen que era Malcandro ; el de la reina, unos que Astarté, otros Saosis y otros Némano, que los griegos dirían Atenaídey. Isis criaba al niño, poniendo el dedo en su boca" en lugar del pecho, y por la noche quemaba las partes mortales de su cuerpo; y ella, convertida en golondrina, volaba alrededor de la columna y gemía, hasta que la reina, que estaba vigilando y que lanzó un grito cuando vio a la criatura envuelta en llamas, la privó de la inmortalidad. La diosa se reveló y pidió la columna que sostenía el techo; tras haberla removido con toda facilidad, cortó la capa de erica, después la cubrió con tela de lino, la bañó en mirra y se la confió a los reyes, y todavía ahora los de Biblos veneran el leño depositado en el templo de Isis. Cayó sobre el ataúd y lanzó un lamento tal que el más joven de los dos hijos del rey murió; retuvo al mayor con ella y habiendo colocado el ataúd en una barca zarpó. Y, cuando el río Fedro alimentó un viento bastante violento hacia el amanecer, encolerizada secó la corriente. . En el primer lugar solitario que encontró, a solas consigo misma abrió el arca y juntando rostro con rostro lo abrazaba y lloraba ". Pero al darse cuenta de que el niño se había acercado por detrás en silencio y estaba contemplando la escena, se volvió y llena de cólera le dirigió una terrible mirada; el niño no pudo soportar el terror y murió. Otros dicen que no fue así, sino que, como ha quedado dicho antes, cayó al mar y recibe honores gracias a la diosa; pues a quien los egipcios celebran en los banquetes bajo el nombre de Máneros es éste. Algunos, sin embargo, sostienen que el niño se llamaba Palestino o Pelusio y que la ciudad epónima, fundada por la diosa, tomó el nombre de él); y cuentan que el Máneros objeto de sus cantos fue el primero que descubrió la música. Algunos, a su vez, sostienen que no es nombre de nadie, sino un brindis de hombres que beben y celebran una fiesta: «Buena suerte acompañe a tales cosas», pues esto es lo significado por «Máneros» cada vez que los egipcios usan la exclamación. Como sin duda también su exhibición de la ima-gen de un hombre muerto llevada en una cajita no es recuerdo de lo acontecido a Osiris, como algunos suponen, sino que, como una autoexhortación mientras beben a aprovecharse y disfrutar de los bienes presentes, en la idea de que muy pronto todos serán tales, introducen al desagradable convidado. . Isis se encaminó junto a su hijo Horus, que estaba siendo criado en Buto, y puso el ataúd en un lugar apartado; Tifón, que cazaba por la noche a la luz de la luna, tropezó con él, y al reconocer el cuerpo, lo dividió en catorce trozos y los dispersó. Isis, al saberlo, lo buscaba navegando a través de las marismas en un bote de papiro; ésta es la razón por la que quienes navegan en botes de papiro no son atacados por los cocodrilos, que muestran ya sea su temor ya su veneración hacia la diosa. Por esto también se dice que hay muchas tumbas de Osiris en Egipto, porque al encontrarse con cada parte, aquélla le construía un sepulcro. Pero otros dicen que no, que Isis hacía imágenes y las entregaba ciudad por ciudad, como si entregara su cuerpo, con el fin de que recibiera honores en el mayor número de ellas y, en el caso de que Tifón se impusiera a Horus, desistiera de buscar la tumba verdadera, al ser muchas las así consideradas y señaladas . La única parte de Osiris que Isis no encontró fue el miembro viril, pues fue arrojado enseguida al río y el lepidoto, el pagro y el oxirrinco lo devoraron, peces de los que especialmente abominan. Sin embargo Isis, en lugar del miembro viril, hizo una imitación de él y consagró el falo, en honor del cual todavía ahora los egipcios celebran una fiesta. . Más tarde, llegado Osiris del Hades junto a Horus, lo ejercitaba y entrenaba para la batalla; después le preguntó qué es lo que consideraba lo más hermoso; y al decirle él «vengar al padre y a la madre de uno por haber sido maltratados», le preguntó en segundo lugar cuál es el animal que consideraba más útil para quienes van al combate; y al responderle Horus «el caballo», se quedó sorprendido y preguntó por qué no más el león que el caballo; pues bien, Horus le respondió que el león era útil para quien necesitaba defensa, pero el caballo para dispersar y aniquilar al enemigo en la retirada Osiris se alegró de oír ésto, porque consideraba que Horus estaba lo suficientemente preparado. Y se dice que al ponerse muchos, sucesivamente, de parte de Horus, 8
también se adhirió la concubina de Tifón, Tueris; una serpiente que perseguía a ésta fue hecha pedazos por los seguidores de Horus, y ahora, por esta razón, echando en el medio una cuerda, la cortan en trozos. Pues bien, el combate duró muchos días y venció Horus; a Tifón, aunque Isis lo recibió encadenado, ésta no lo hizo perecer, sino que lo soltó y lo dejó ir; pero Horus no soportó esto de buen temple, sino que echándole mano a su madre le arrancó de la cabeza la corona; Hermes, entonces, le cubrió la cabeza con un casco en forma de cabeza de vaca . Tifón incoó un proceso contra Horus por bastardía, pero, con la ayuda de Hermes, Horus fue declarado por los dioses hijo legítimo, y Tifón fue derrotado en otras dos batallas "'. De Osiris, unido a ella después de la muerte, Isis engendró a Harpócrates. ****************************************** No sólo al Nilo, sino a todo lo húmedo lo llaman, sin más, flujo de Osiris, y las procesiones sagradas siempre las s encabeza el hydreion, en honor del dios. Escriben las palabras para «rey» y «la región meridional del mundo» mediante un junco, y el junco es interpretado como la irrigación y fecundación de todo, y por su naturaleza parece asemejarse al órgano de la generación'. Cuando celebran la fiesta de las Pamilias que, como ha quedado dicho"', es de carácter fálico. **************************************************** Dicen que Helio y Selene no usan, como vehículos de transporte en su vuelta al mundo, carros, sino navíos, queriendo así dar a entender que su crianza y nacimiento se produce a partir de la humedad. Y piensan también que Homero, como Tales, por haberlo aprendido de los egipcios, consideraba el agua principio y origen de todo; pues el Océano es Osiris y Tetis es Isis °, como la que nutre y alimenta todo. Pues también los griegos llaman a la emisión del esperma apousía y al coito synousía, y al hijo (h),ós) a partir de hydór («agua») y de hysai («llover»), y a Dioniso Hyés porque es señor de la naturaleza húmeda y no otro que Osiris; pues también Helánico parece haber oído el nombre de Osiris pronunciado Hysiris por los sacerdotes; en efecto, continuamente llama así al dios, verosímilmente por su naturaleza y por el rito de su descubrimiento (heúresis) ******************************************************* Isís es, en efecto, el principio femenina de la naturaleza y susceptible de recibir toda forma de generación, según la cual es llamada «nodriza» y «receptora de todo» por Platón, y por la mayoría «la de mil nombres» , debido a que es conducida por la razón a recibir todo tipo de formas y figuras. Tiene un amor innato por el primero y supremo señor de todo, que se identifica con el bien, y lo desea y persigue; en cambio, de la parte que deriva del mal huye y la rechaza; aunque es para ambos principios sede y materia, se inclina siempre hacia el principio mejor y le ofrece la posibilidad de engendrar de ella y de que le insemine emanaciones y semejanzas, con lo que se alegra y se siente gozosa de ser fecundada y preñada por estos gérmenes reproductores. En efecto, imagen de la esencia es la procreación en la materia y lo que llega a ser una imitación de lo que es. De ahí que, no de manera impropia, en su mitología narran que el alma de Osiris es eterna e imperecedera y que su cuerpo es muchas veces desmembrado y aniquilado por Tifón, pero que Isis, errante de un lado a otro, lo busca y lo recompone de nuevo'. El ser, en efecto, lo inteligible y el bien son superiores a la destrucción y al cambio; pero las imágenes que de él modela la naturaleza sensible y corpórea, y las determinaciones , formas y similitudes que recibe, como los sellos en la cera, no permanecen siempre, sino que el desorden y la perturbación se apoderan de ellas tras arrastrarlas aquí desde las regiones superiores y en lucha contra Horus, a quien, siendo el mundo perceptible, Isis engendra como imagen de lo inteligible; por lo cual, también se dice que es acusado de bastardía por Tifón, por no ser puro ni genuino como su padre, la propia Razón en sí misma, sin mezcla e impasible, sino estar bastardeado por la materia a causa del elemento corpóreo. Pero se impone y vence, porque Hermes> es decir la Razón, atestigua y prueba que la naturaleza, transformándose, produce el mundo de acuerdo con el principio inteligible '. En efecto, la referida procreación de Apolo a partir de Isis y Osiris cuando todavía estos dioses estaban en el vientre de Rea, tiene el significado alegórico de que antes de que este mundo llegara a ser visible y conformado por la razón, la materia, aunque probada por su naturaleza como imperfecta en sí misma, produjo la primera creación'; por eso también, dicen, aquel dios nació lisiado por culpa de la oscuridad y lo llaman Horus el Viejo; pues no era el mundo, sino una imagen y 9
apariencia del mundo que había de nacer. Pero, ese Horus es él mismo determinado y perfecto; no ha aniquilado completamente a Tifón, sino que lo ha privado de su actividad y su fuerza Por decirlo en pocas palabras, no es correcto creer que el agua, el sol, la tierra o el cielo sean Osiris o Isis, ni a su vez que Tifón sea el fuego, la sequedad o el mar, sino que, simplemente, si atribuyéramos a Tifón cuanto hay en éstos de desmesurado y desordenado, por exceso o defecto, y si veneráramos y honráramos lo ordenado, bueno y útil como obra de Isis e imagen, representación y razón de Osiris, no nos equivocaríamos. Pero acallaremos también a Eudoxo en su desconfianza y perplejidad de que no sea de Deméter el cuidado de los asuntos amorosos, sino de Isis, y de que (equiparen con Osiris) a Dioniso, el cual no puede provocar la crecida del Nilo ni reinar sobre los muertos. En efecto, por una ley universal de la razón creemos que estos dioses están al frente de toda parcela de bien y que todo cuanto hay en la naturaleza de hermoso y bueno es gracias a éstos, dador el uno de los principios, receptora y distribuidora la otra. De este modo también atacaremos a una mayoría necia, que se deleita en poner en relación ya con los cambios estacionales de la atmósfera ya con el nacimiento de los frutos, la siembra y la arada, lo relativo a los dioses y en decir que Osiris es enterrado cuando, con la siembra, el grano es ocultado en la tierra y que de nuevo vuelve a la vida y reaparece cuando comienza a brotar; por lo cual también se dice que Isis, cuando se enteró de que estaba encinta, se puso al cuello un amuleto en el sexto día del mes Phaóphí y en el solsticio de invierno dio a luz a Harpócrates, ser imperfecto y prematuro , entre flores. 2− En ninguna parte se mantuvo más firme o más plenamente desenvuelto este concepto tosco del misterio y la virtud mágica del nombre divino que en el antiguo Egipto, donde las supersticiones de un pasado ignoto se momificaron en los corazones de las gentes con tanta eficacia como los cadáveres de gatos, cocodrilos y toda la serie de animales divinos en sus tumbas de roca viva. El concepto está bien esclarecido en una leyenda que nos cuenta corno la astuta Isis consiguió de Ra, el gran dios egipcio del sol, su nombre secreto. Isis, según la leyenda, era una mujer de poderosa palabra, hastiada del mundo de los hombres y ansiosa del mundo de los dioses. Ella meditó en su corazón, diciéndose: ¿Por qué no puedo, por la virtud del gran nombre de Ra, hacerme diosa y reinar lo mismo que él en el cielo y en la tierra? Porque Ra tenía muchos nombres, pero el gran nombre que le daba poder sobre todos los otros dioses y sobre los hombres, sólo era conocido por él mismo. El dios se iba haciendo viejo, su boca baboseaba y la saliva caía al suelo. Así, Isis recogió el salivazo y tierra con él y la amasó moldeando una serpiente que dejó en el sendero por donde el gran dios pasaba todos los días a su doble reino según los deseos de su corazón. Y cuando él llegó, como de costumbre, seguido de toda la compañía de, los dioses, la serpiente sagrada le mordió y el dios abrió su boca y su grito llegó al cielo. Los que le acompañaban preguntaron: "¿Qué le duele?" Y la compañía de los dioses dijo: "He aquí, mirad". Pero él no podía responder; sus mandíbulas rechinaban, sus labios temblaban, el veneno corría por su carne como el Nilo inundaba el país. Cuando el gran dios hubo aquietado su corazón, gritó a sus acompañantes: "Venid a mi, ¡oh criaturas mías, nacidas de mi cuerpo! Soy príncipe, hijo de príncipe, la estirpe divina de un dios. Mi padre inventó mi nombre; mi padre y mi madre me dieron mi nombre y ha permanecido oculto en mi cuerpo desde mi nacimiento para que ningún mago pudiera tener poder mágico sobre mí. He ido a contemplar lo que he creado. He paseado por los Dos Países,' que yo hice y ¡ved! algo me ha mordido. ¿Qué era? Yo no lo sé. ¿Era fuego? ¿Era agua? Mi cora-zón arde, mi carne tiembla, todos mis miembros están convulsos. Traedme todas las criaturas de los dioses con sus palabras saludables y sus labios inteligentes, cuyo poder alcanza el cielo". Entonces llegaron a él las criaturas de los dioses v todas estaban muy apenadas, cuando llego. con sus astucias, Isis, cuya boca está llena de aliento de vida, cuyos conjuros alejan el dolor, cuya palabra hace revivir a los muertos. Y dijo "¿Qué es, divino padre? ¿Qué es eso?" El sagrado dios abrió su boca y habló así: "Iba por mi camino. Caminaba paseando a gusto por las dos regiones, contemplando lo que he creado, cuando ¡he aquí que una serpiente que no vi me mordió! ¿Es esto fuego? ¿Es agua? Estoy mas, frío que el agua, estoy más abrasador que el fuego; todos mis miembros sudan. Tiemblo, mi vista se desvanece, no veo el cielo, la humedad baña mi cara como en el estío." Entonces habló Isis: "Dime tu nombre, Padre divino, pues vivirá aquel a quien se le llame por su nombre". Entonces Ra respondió: "He creado los cielos y la tierra. 10
He ordenado surgir las montañas. He hecho el grande y ancho mar. He tendido como una cortina los dos horizontes. Soy quien abre sus ojos, y hay luz, y quien los cierra, y todo es oscuridad. A mí mandato, el Nilo se desborda, pero los dioses no saben mi nombre; Khepera en la mañana, Ra a mediodía, Tum en la tarde". Pero la ponzoña no se le quitó; penetró aún más hondo v el gran dios no podía andar. Entonces le dijo Isis: "No es tu nombre el que me has dicho, ¡oh! dímelo para que la ponzoña salga, pues vivirá aquel cuyo nombre sea pronunciado." Ya el veneno quemaba como fuego; él estaba más ardiente que las llamas del fuego. El dios dijo: "Consiento que Isis busque dentro de mí y que mi Nombre pase de mi pecho al suyo." Entonces el dios se ocultó de los demás dioses y su lugar en la barca de la eternidad quedó vacío. Así le fue quitado al gran dios su nombre e Isis la hechicera habló: Fluye fuera, ponzoña, ¡sal de Ra! Soy Yo, Yo misma la que vence al veneno y lo tira al suelo; porque el nombre del gran dios le ha sido arrebatado a él. Deja a Ra vivir v que muera el veneno." Así habló la gran Isis, la reina de los dioses, la que conoce a Ra y su nombre verdadero. [ De la rama dorada] 3− Capítulo primero En el cual Lucio cuenta cómo, venido en aquel lugar de Zencreas, después del primer sueño vio la Luna, y pone una elocuente oración que le hizo, suplicando le diese manera cómo fuese convertido en hombre. [1] Cerca, poco más o menos, del primer sueño de la noche, despertado con un súbito pavor, vi la gran redondez de la Luna relumbrando y con un resplandor grande, que a la hora salía de las ondas de la mar. Así que, hallando ocasión de la obscura noche, que es aparejada y llena de silencio, y también siendo cierto que la Luna es diosa soberana y que resplandece con gran majestad, y que todas las cosas humanas son regidas por su providencia, no tan solamente los animales domésticos y bestias fieras, más aún las que son sin ánima, se esfuerzan y crecen por la divina voluntad de su lumbre y deidad, también por consiguiente los mismos cuerpos en la tierra, en el aire n en la mar ahora se aumentan con los crecimientos de la Luna, ahora se disminuyen, cuando ella mengua; pensando yo asimismo que mi fortuna estaría ya harta con tantas tribulaciones y desventuras como me había dado, y que ahora, aunque tarde, me mostraba alguna esperanza de salud, deliberé de rogar y suplicar a aquella venerable hermosura de la diosa presente, y luego, quitada de mí toda pereza, levantéme alegre y con gana de limpiarme y purificarme, lancéme en la mar, metiendo la cabeza siete veces debajo del agua, porque aquel divino Pitágoras manifestó que aquel número septenario era en gran manera aparejado para la religión y santidad, y con el placer alegre, saliéndome las lágrimas de los ojos, suplicábale de esta manera: [2] −¡Oh reina del cielo! Ahora tú seas aquella santa Cerca, madre primera de los panes, que te alegraste cuando te halló tu hija, y quitado el manjar bestial antiguo de las bellotas, mostraste manjar deleitoso, que moras y estás en las tierras de Atenas; o ahora tú seas aquella Venus celestial, que en e) principio del mundo juntaste la diversidad de los linajes, engendrando amor entre ellos y, acrecentando el género humano con perpetuo linaje, eres honrada en el templo sagrado de Paphos, cercado de la mar; o ahora tú seas hermana del Sol, que con tus medicinas amansando y recreando el parto de las mujeres preñadas, criaste tantas gentes, y aun eres adorada en el magnífico templo de Éfeso; o ahora tú seas aquella temerosa Proserpina a quien sacrifican con aullidos de noche y que comprimes las fantasmas con tu forma de tres caras, y refrenándote de los encerramientos de la tierra, andas por diversas montañas y arboledas y eres sacrificada y adorada por diversas maneras; tú alumbras todas ¡no ciudades del mundo con esta tu claridad mujeril, y criando las simientes alegres con tus húmidos rayos, dispensas tu lumbre incierta con las vueltas y rodeos del Sol; por cualquier nombre, o por cualquier rito, o cualquier gesto y cara que sea lícito llamarte, tú, señora, socorre y ayuda ahora o mis extremas angustias. Tú levanta mi caída fortuna, tu da paz y reposo a los acaecimientos crueles por mí pasados y ,sufridos; basten ya asimismo los peligros, y quita esta cara maldita y terrible de asno, y tórname a mi Lucio y a la presencia y vista de los míos; y si, por ventura, algún dios yo he enojado y me aprieta con crueldad inexorable, consienta al menos que muera, pues no me conviene que viva en esta manera. [3] Habiendo hecho mis rogativas y compuesto mis lloros tornó otra vez el sueño a oprimir mi corazón 11
soñoliento en aquel mismo lugar donde me había echado, y> no había casi cerrado bien los ojos, he aquí aquella divina cara alzando su gesto honrado, salió de medio de la mar, y en saliendo, poco .a poco su luciente figura, ya que toda estaba fuera del agua, pareció que se puso delante de mí: de la cual su maravillosa imagen yo me esforzaré de contar, si el defecto de la habla humana me diere para ello facultad o si su divinidad me administrare abundantemente copia de facundia para poderlo decir. Primeramente ella tenía los cabellos muy largos, derramados por el divino cuello y que le cubrían las espaldas; tenía en su cabeza una corona adornada de diversas flores, en medio de la cual estaba una redondez llana a manera de espejo, que resplandecía la lumbre de él para demostración le la Luna de la una parte, y de la otra había muchos surcos de arados torcidos como culebras y con muchas espigas de :trigo por allí nacidas; traía una vestidura de lino, tejida de muy muchos colores: ahora era blanca y muy luciente, ahora amarilla como flor de azafrán, ahora inflamada con un color rosado, que, aunque estaba yo lejos, me quitaba la vista de !os ojos; traía encima otra ropa negra, que resplandecía la obscuridad de ella, la cual traía cubierta y echada por debajo del brazo diestro, al hombro izquierdo, como un escudo pendiendo con muchos pliegues y dobleces. [4] Era esta ropa bordada alrededor con sus trenzas de oro, y sembrada toda de unas estrellas muy resplandecientes, en medio de las cuales la luna (le quince días lanzaba de sí rayos inflamados; y como quiera que esta ropa la cercaba pendiendo de toda parte y tenía la corona ligada con ella, adornada de muchas flores, manzanas y otras frutas, pero en la mano tenía otra cosa muy diversa de lo que habemos dicho; porque ella tenía en la mano derecha un pandero con sonajas de alambre, atravesadas por medio con sus vírgula. y con un palillo dábale muchos golpes, que lo hacía sonar muy sabrosamente; en la mano izquierda traía un jarro de oro, y del asa del jarro, que era muy linda, salía una serpiente, que se llamaba Aspis, alzando la cabeza y con el cuello muy alto; en los pies divinos traía unos alpargates, hechos con hojas de palma. Tal y tan grande me apareció aquella diosa echando de sí un olor divino, como los olores que se crían en Arabia, y tuvo por bien de hablarme en esta manera: [5] −Heme aquí do vengo conmovida por tus ruegos, ioh Lucio!; sepas que yo soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todos los difuntos, primera y única sola de todos los dioses y diosas del cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno. A mí sola y una diosa honra y sacrifica todo el mundo, en muchas maneras de nombres. De aquí, los troyanos, que fueron los primeros que nacieron en el mundo, me llaman Pesinuntica, madre de los dioses. De aquí asimismo los atenienses, naturales y allí nacidos, me llaman Minerva cecrópea, y también los de Chipre, que moran cerca de la mar, me nombran Venus Pafia. Los arqueros y sagitarios de Creta, Diana. Los sicilianos de tres lenguas me llaman Proserpina. Los eleusianos, la diosa Ceres antigua Otros me llaman Juno, otros Bellona, otros Hecates, otra Ranusia. Los etíopes, ilustrados de los hirvientes rayos de sol, cuando nace, y los arios y egipcios, poderosos y sabios, donde nació toda la doctrina, cuando me honran y sacrifican con mis propios ritos y ceremonias, me llaman mi verdadero nombre, que es la reina Isis. Habiendo merced de tu desastrado caso y desdicha, vengo en persona a favorecerte v ayudarte; por eso deja ya estos lloros y lamentaciones; Aparta de ti toda tristeza y fatiga, que ya por mi providencia es llegado el día saludable para ti. Así que, con mucha solicitud y diligencia, entiende y cumple lo que te mandare. »El día de mañana, que nacerá de esta noche, nombro la religión de los hombres y lo festivo y dedico para siempre en mi nombre, porque apaciguadas las tempestades del invierno y amansadas las ondas y tormenta de la mar, estando ya manso para navegar, los sacerdotes de un templo me sacrificaban una barca nueva, en señal y primicia de su navegación. Esta mi fiesta y sacrificio no la debes de esperar con pensamiento profano y solicito, [6] porque por mi aviso y mandado el sacerdote que fuere en esta procesión y pompa llevará en la mano derecha, colgando del instrumento, una guirnalda de rosas; así que tú, sin empacho ni tardanza, alegre, apartando la gente, llégate a la procesión confiando en mi voluntad, y blandamente, como que quieres llegar a besar la mano al sacerdote, morderás en aquellas rosas, las cuales, comidas luego, yo te desnudaré del cuero de esta pésima y detestable bestia, en que ha tantos días que andas metido; y no temas cosa alguna de lo que te digo, diciendo que es cosa ardua y difícil, porque en este mismo monte que estoy aquí y me ves presente, apercibo asimismo y mando en sueños al sacerdote lo que ha de hacer en prosecución de lo que te digo, y por 12
mi mandado el pueblo, aunque esté muy apretado, se apartará y te dará lugar; y ninguno, aunque estés entre las alegres ceremonias y fiestas, se espantará en ver esta cara deforme que traes, ni tampoco acusará maliciosamente ni interpretará en mala parte que tu figura súbitamente sea tornada en hombre. »De una cosa te acordarás y tendrás siempre escondida en lo íntimo de tu corazón: que todo el tiempo de tu vida que de aquí en adelante vivieres, hasta el ultimo término de ella, todo aquello que vives lo debes, con mucha razón, a aquella por cuyo beneficio tornas a estar entre los hombres. Tú vivirás bienaventurado y vivirás glorioso, sin amparo y tutela, y cuando vivieres, acabado el espacio de tu vida, y entrares en el infierno, allí en aquel soterraño medio redondo, me verás que alumbro a las tinieblas del río Aqueronte y que reino de los palacios secretos del infierno; y tú, que estarás y moriras en los Campos Elíseos, muchas veces me adorarás como a tu abogada propia. Además de esto, sepas que si con servicios continuos, actos religiosos y perpetua castidad, merecieres mi gracia, yo te podré alargar, y a mí solamente conviene prolongarte la vida, allende el tiempo constituido a tu hada [7] En esta manera acabada la habla de esta venerable vi-sión, desapareció delante de mis ojos, tornándose en sí misma, Capítulo II En el cual se describe, con muy grande elocuencia, una solemne procesión que los sacerdotes hicieron a la Luna, en la cual procesión el asno apañó las rosas de las manos del gran sacerdote, y comidas, se volvió hombre. No tardó mucho que yo, despierto de aquel sueño, me levan, té con un pavor y gozo, y asimismo mezclado de un gran sudor, maravillándome mucho de tan clara presencia de ente diosa poderosa, y rociándome con el agua de la mar, estando muy atento a sus grandes mandamientos, recolegía entro mí la orden de su monición. En esto no tardó mucho que el sol dorado salió, apartando las tinieblas de la noche obscura, y llegándome a la ciudad, yo vi que la gente y pueblo de ella henchían todas las plazas en hábito religioso y triunfante, con tanta alegría, que además del placer que yo tenía, me parecía que todas las cosas se alegraban en tal manera, que hasta los bueyes y brutos animales y todas las cosas y aun el mismo día, sentía yo que con alegres gestos se gozaban, porque el día sereno y apacible había seguido a la lluvia que otro día antes había hecho. En tal manera, que los pajaritos y avecillas, alegrándose del vapor del verano, sonaban cantos muy dulces y suaves, halagando blandamente a la madre de las estrellas, principio de los tiempos, señora de todo el mundo. ¿Qué puedo decir sino que los árboles, así los que dan fruto como los que se contentan con solamente su sombra, meneando y alzando las ramas, con el viento austro, se reían y alegraban con el nuevo nacimiento de sus hojas y con el manso movimiento de sus ramos chiflaban y hacían un dulce estrépito? El mar, amansado de la tormenta y tempestad> y depuesto el rumor e hinchazón de las ondas, estaba templado y con muy grandísimo reposo. El cielo, habiendo lanzado de sí las obscuras nubes, relumbraba con la severidad y resplandor de su propia lumbre. [8] He aquí donde vienen delante de la procesión, poco a poco, muchas maneras de juegos muy hermosamente adornados, así en las voces como en los otros actos y gestos. Uno venía en hábito de caballero, ceñido con su banda; otro vestida su vestidura y zapatos de caza, con un venablo en la mano, representando un cazador; otro vestido con una ropa de seda y chapines dorados y otros ornamentos de mujer, con una cabellera en la cabeza, andando pomposamente, mintiendo con su gesto persona de mujer; otro iba armado con quijote y capacete y barbera y con su broquel en la mano, que parecía salía del juego de la esgrima; no faltaba otro que le seguía, vestido de púrpura y con insignias de se-nador, y tras éste, otro, con su bordón, esclavina y alpargates y con sus barbas de cabrón, representaba y fingía de persona de filósofo; otro iba con diversas cañas, la una para cazar aves con visco, y otra para pescar con anzuelo. Además de esto vi asimismo que llevaban una osa mansa, sentada en una silla y vestida en hábitos (la mujer casada y honrada; otro llevaba una mona con un sombrerete velloso en la cabeza, vestida con un sayo amarillo, con una capa de oro, que parecía a Ganimedes, aquel pastor troyano que Júpiter arrebató para su servicio; tras esto vi que iba allí un asno con alas, que 13
representaba aquel caballo Belerofonte, y cerca de él andaba un viejo, que podía decir, quien lo viese, que era Pegaso, como quiera que podía reírse y burlar de entrambos a dos. [9] Entre estas cosas de juego que popularmente allí se hacían, ya se aparejaba y venía la fiesta y pompa de mi propia diosa que me había de salvar y escapar de tanta tribulación¡ y delante de ella venían muchas mujeres resplandecientes con vestiduras blancas y alegres, con diversas guirnaldas de flores que traían, las cuales henchían de flores que sacaban de sus senos las calles y plazas por donde venía la fiesta r procesión. Otras llevaban en las espaldas unos espejos resplandecientes, por mostrar a la diosa que venía tras ellas el servicio y fiesta que le hacían. Otras había que traían muy hermosos peines de marfil en las manos, haciendo actos y gestos con los brazos, volviendo los dedos a una parte y a otra, fingiendo que peinaban y adornaban los cabellos de la reina Isis. Otras había que rociaban las plazas con muchos ungüentos olorosos> derramando bálsamo con una almarraja. Además de esto, iba muy gran muchedumbre de hombres y mujeres con sus candelas y hachas y cirios y con otro género de lumbre artificial, favoreciendo y honrando las estrellas celestiales. Después iban muy muchos instrumentos (la muy suave música, así como sinfonías muy suaves y flautas y chirimías que cantaban muy dulce y suavemente, a las cuales seguía una danza de muy hermosas doncellas con sus alcandoras blancas, cantando un canto muy gracioso, el cual en favor de las musas, ordenó aquel sabio poeta, en el cual u contenía el argumento y ordenanza de toda la fiesta. Otros también había que iban cantando canciones de mayores vistos, y otros con trompetas, dedicadas al gran dios de Egipto Serapis, los cuales, con las trompetas retorcidas, puestas a la oreja derecha, cantaban aquellos versos familiares del templo y de la diosa; otros muchos había que iban haciendo lugar por donde pasase la fiesta. [ 10] En esto vino una gran muchedumbre de hombres y mujeres de toda suerte y edad, relumbrando con vestiduras de lino puro y muy blanco, y mezcláronse con los sacerdotes que allí iban. Las unas llevaban los cabellos untados con olores y ligados en limpios y blandos trenzados; los hombres llevaban las cabezas raídas, reluciéndoles las coronas, como estrellas terrenales de gran religión, tañendo y haciendo dulce sonido con panderos y sonajas de alambre y de plata, y aun también de oro; y aquellos principales sacerdotes, que iban vestidos de aquellas vestiduras blancas hasta los pies llevaban las alhajas e insignias de sus poderosos dioses. El primero de los cuales llevaba una lámpara resplandeciente, no semejante a nuestra lumbre con que nos alumbramos en las cenas de la noche; pero era un jarro de oro, que tenía la boca ancha, por donde echaba la llama de la lumbre largamente. El segundo iba vestido semejante a éste; pero llevaba en ambas manos un altar, que quiere decir auxilio, al cual la providencia de la soberana diosa, que es ayudadora, le dio este propio nombre. Iba el tercero y llevaba en la mano una palma con hoja de oro muy sutilmente labrada, y en la otra un caduceo, que es instrumento de Mercurio. El cuarto mostraba un indicio y señal de equidad; conviene a saber: que llevaba la mano izquierda extendida, la cual, por ser de su natura perezosa y que no es astuta ni maliciosa, parece que es más aparejada y conveniente a la igualdad y razón, que no la mano derecha. Este mismo llevaba en la otra mano un vaso de oro redondo y hecho a manera de pecho, del cual salía leche. El quinto llevaba una criba de oro llena de ramos dorados. Otro también llevaba un cántaro grande. No tardaron tras de esto de salir los dioses que tuvieron por bien de andar sobre pies humanos. Y aquí venía una cosa espantable, que era Mercurio, mensajero del cielo y del abismo, con la cara ahora negra, ahora de oro, alzando la cerviz y cabeza de perro, el cual traía en la mano izquierda un caduceo y en la derecha sacudía una palma. Tras de él seguía una vaca levantada en su estado> la cual es figura de la diosa, madre de todas las cosas. Porque como la vaca es provechosa y útil, así lo es esta diosa, la cual imagen o figura llevaba en cuna de sus hombros uno de aquellos sacerdotes con pasos muy pomposos. Otro había que llevaba un cofre donde iban todas las cosas secretas de aquella magnífica religión. Otro asimismo llevaba en su regazo la muy venerable figura de su diosa soberana, la cual no era de bestia, ni de ave ni de otra fiera, ni tampoco era semejante a figura de hombre; mas por una astuta invención y novedad, para argumento inefable de la reverencia y gran silencio de su secreta religión, era una cosa de oro resplandeciente figurado de esta manera: un vaso pulidamente obrado, por abajo redondo y de partes (lo fuera bien esculpido, con figuras y simulacros de los egipcios; la boca no 14
muy alta, pero tenía un pico luengo, como canal por donde echaba el agua, y de la otra parte un ¡¡,so muy larga y apartada del vaso, encima del cual estaba torcida una muy poderosa serpiente Aspis, con la cerviz escamosa y el cuello alto y muy soberbio; [12] y luego he aquí donde llegan mis hados y beneficios, que por la presente diosa fueron prometidos, y el sacerdote, que traía esta misma salud mía, allegó a cumplir el mandado de la divina promisión, el cual traía en su mano derecha un pandero con sonajas, y colgada de ella una corona de rosas, la cual, por cierto, a mi se me podía muy bien dar, porque habiendo pasado tantos y tan grandes trabajos y escapado de tan grandes peligros por la providencia de la gran diosa, yo hubiese vencido y sobrepujado a la crudelísima fortuna, que siempre lucha contra sito, A todo esto yo no me moví súbitamente, arremetiendo recio y con ferocidad, temiendo que, por ventura, con el ímpetu repentino de una bestia de cuatro pies, no se turbase el orden y sosiego de la religión; mas poco a poco, tardándome, con la cara alegre y el paso como hombre de seso bajando el cuerpo, dándome lugar el pueblo> por la gracia de la diosa, Ileguéme muy pasito. [ 13] Entonces el sacerdote, siendo ya amonestado y avisado por el sueño y visión de la noche palada, según que del mismo negocio yo pude conocer, maravillándose asimismo cómo todo aquello concordaba con lo que le había sido revelado, luego estuvo quedo, y de su propia gana tendió su mano a mi boca y me dio la corona de rosas. Entonces yo, temblando y dándome el corazón muchos saltos en el cuerpo, llegué a la corona, la cual resplandecía tejida de rosas delicadas y muy frescas, y tomándolas con mucha gana y deseo deseosamente la tragué. No me engañó el .prometimiento celestial, porque luego, a la hora> se me cayó aquel deforme y fiero gesto de asno. Primeramente los pelos duros se me quitaron, y después el cuero grueso se adelgazó; el vientre, hinchado y redondo, se asentó; las plantas de los ,pies, que estaban hechas uñas, se tornaron dedos; las manos ,,a no eran como antes, y se levantaron derechas para muy bien hacer su oficio; la cerviz alta y grande se achicó; la boca v la cabeza se redondeó; las orejas, grandes y enormes, se tornaron a su primera forma, y también los dientes, como de piedra, tornaron a ser menudos, como de hombre; la cola, que principalmente me apenaba, desapareció. Aquellas gentes y el pueblo que allí estaba se maravillaron iodos; los sacerdotes adoraron y honraron tan evidente potencia de la gran diosa> y la magnificencia semejante a la revelación de la noche pasada, y la facilidad de esta mi refor-mación, y alzando las manos al cielo todos a una voz testificaban y decían este tan ilustre beneficio de su diosa. [14] Yo, espantado y como pasmado, estaba quedo y callando, revolviendo en mi corazón tan repentino y tan gran gozo> que no había en mí, pensando qué era lo primero que principalmente había de comenzar a hablar de dónde había de tomar exordio y comienzo de la nueva voz; con qué palabras podría ahora la lengua, otra vez nacida, comenzar con mejor dicha: con cuáles y cuántas palabras yo podría hacer gracia a tan gran diosa; pero el sacerdote, que por la divina revelación estaba informado de todos mis trabajos y penas desde el principio, como quiera que él también estaba espantada. hizo señal y mandó que primeramente me diesen una vestimenta dura de lino con que me cubriese, porque yo, luego que vi que el asno me había despojado de aquella cobertura bruta y nefanda, apretadas las piernas estrechamente y puestas las manos encima, según que convenía a hombre desnudo, tapaba mis vergüenzas con natural cobertura. Entonces, uno de la compañía de aquella religión prestamente desnudóse la ropa que traía él encima de todo y cubrióme, lo cual así hecho, el sacerdote, con cara alegre y cierto asaz humanamente, estando atónito de verme en la forma que me veía, hablóme de esta manera: [ 15] −¡Oh Lucio!, habiendo tú padecido muchos y diversos trabajos con grandes tempestades de la fortuna, y siendo maltratado de mayores turbaciones, finalmente viniste al puerto de salud y ara de misericordia, y no te aprovechó tu linaje y la dignidad de tu persona, ni aun tampoco la ciencia que tienes; más antes, con la incontinencia de tu mocedad, puesto en vicios de hombres siervos y de poco ser, reportaste el apremio y galardón siniestro de tu agudeza y curiosidad sin provecho; mas como quiera que sea, la ciega fortuna, pensando de atormentarte con estos pésimos trabajos y peligros, te trajo con su malicia, no por ella vista, a esta religión bienaventurada. Pues vaya ahora y bravee con su furia cuanto quisiere, y busque para su crueldad otra materia donde u ejercite, porque en aquellos cuyas vidas y servicios la majestad de nuestra diosa tomó so su amparo y protección, no ha lugar ningún caso contrario. ¿Qué le aprovechó a la malvada de la fortuna los ladrones? ¿Qué le aprovecharon las fieras o el servicio en que te puso, o las idas y venidas de los caminos 15
espesos que anduviste, o el miedo de la muerte en que cada tía te ponía? »Y ahora eres recibido en tutela y guarda de la fortuna, pero de la que ve, la cual, con el resplandor de su luz, alumbra a todos los otros dioses, y que se conforme con este tu ;hábito cándido y blanco; acompaña la pompa y procesión de esta diosa que te salvó con pasos alegres, porque lo vean los herejes y vean y reconozcan su error; he aquí, Lucio, librado de las primeras tribulaciones, se goza con la providencia de la gran diosa y triunfa con vencimiento de su fortuna; y por que seas más seguro y mejor guardado, da tu nombre a esta santa milicia y religión, a la cual en otro tiempo no fueras rogado ni llamado como ahora; así, que oblígate ahora al servicio de nuestra religión, y por tu voluntad toma el yugo de este ministerio, porque cuando comenzares a servir a esta diosa, entonces tú sentirás mucho más el fruto de tu libertad. [16] De esta manera habiendo hablado aquel egregio sacerdote, estado ya cansado de hablar, calló, y después yo, ;mezclándome con aquella compañía de religiosos, iba en la procesión acompañando aquella solemnidad, señalándome v notándome con los dedos y gestos todos los de la ciudad, y todos hablaban de mí diciendo: −La dignidad de nuestra gran diosa reformó y trasladó hoy a éste de bestia en hombre; por cierto él es bienaventurado y hubo buena dicha, que, por la inocencia y fe de la vida pasada, mereció tan gran favor y ayuda del cielo, que cuasi tornado a nacer hoy de nuevo luego fue dedicado y puesto en el servicio de las cosas sagradas. Dicho esto, viniendo un poco adelante con la procesión, [legamos a la ribera de la mar, en aquel mismo lugar donde otro día antes mi amo había tenido su establo; y allí puesta la diosa y las otras cosas sagradas en tierra honradamente, el principal de los sacerdotes ofreció a la diosa una nave muy pulidamente obrada, y pintada con pinturas maravillosas como las que se pintan en Egipto, y hechos sus sacrificios y solemnísimas preces con una tea ardiendo y un huevo y piedra azufre, rezando con su casta boca después de haberla limpiado y purificado, la dedicó y nombró a esta su gran diosa; la nave tenía una vela muy blanca de lino delgado, en la cual estaban escritas letras que declaraban el voto de los que la ofrecían porque la diosa les diese próspero viaje; tenga asimismo la nave su mástil, que era un pino redondo, alto y muy hermoso, con su entena y su gavia, y la popa de la navs era cubierta de láminas de oro, con las cuales resplandecía, y todo el cuerpo de la nave era de cedro limpio y muy pulido. Entonces todo el pueblo, así los religiosos como los seglares, con sus harneros y espuertas en las manos, llenos de olores y de otras cosas semejantes, para suplicar a su diosa, la lanzaban dentro de la nao, y asimismo desmenuzadas estas cosas con leche, las lanzaban sobre las ondas del mar, por ceremonia de sus sacrificios, hasta tanto que la nao, llena con estos dones y otras largas promesas y devociones, sueltas h* cuerdas de las áncoras, fue echada en la mar con su sereno y próspero viento, la cual, después que con su ida se nos perdió de vista, los que traían las cosas sagradas, tomando uno lo que traía a cargo, alegres y con mucho placer, en procesión, como habían ido, se tornaron a su templo. Después que hubimos llegado al templo, el principal de los cerdotes y los otros que traían aquellas divinas reliquias y los que eran novicios en aquella religión, entráronse dentro en el sagrario, adonde pusieron sus imágenes y reliquias que traían. Entonces uno de aquéllos, al cual los otros llamaban escribano, estando a la puerta, llamó allí todo el colegio de aquellos sacerdotes, y de encima de un púlpito comenzó a pronunciar en palabras y lenguaje griego, diciendo: «Paz sea al príncipe y gran senado, caballeros, y a todo el pueblo romano, y buen viaje a los marineros y a las naves que van por la mar, y salud a todos los que son regidos y gobernados debajo de nuestro imperio». En fin de lo cual, dio licencia a todo el pueblo diciendo que se fuesen con Dios, a lo cual respondió todo el pueblo con gran clamor y alegría, por donde pareció que a todos había de venir buena ventura como el escribano decía. Después de esto, todos los que allí estaban con gran gozo y con sus guirnaldas de rosas y flores, besados los pies de la diosa, que estaba hecha de plata y puesta en las gradas del templo, fuéronse para sus casas. Pero a mí no me dejaba mi corazón apartarme de allí cuanto una uña. Mas atento con la hermosura de la diosa, me recordaba de la fortuna y acaecimiento que me había acontecido. 16
Capítulo III Cómo Lucio cuenta el ardiente deseo que tuvo de entrar en la religión de la diosa y cómo fue primero industriado para recibirla. 18] En esto la fama, que vuela con sus alas muy ligeramente, no cesó ni fue perezosa, y antes voló muy presto en mi tierra, recontando el honorable beneficio de la providencia de la diosa y la memorable fortuna que por mí había pasado en tal manera, que mis familiares y criados, asimismo mis parientes, quitado el luto que a mi causa habían tomado por fa falsa relación y mensajería que de mi muerte tenían, súbitamente se alegraron, y luego corriendo vinieron a mí cada uno con su presente, para ver mi cara y presencia cómo era ;ornado cuasi del infierno a esta vida. Yo asimismo holgándome con ver mi gesto y persona, de lo cual ya estaba desesperado, recibí sus dones y presentes, dándole muchas mercedes y gracias por ello,' lo cual yo tenía razón de hacer, porque estos mis familiares y amigos habían tenido cuidado de traerme cumplidamente lo que había menester, así para mi vestir y ataviar como para el otro gasto; [ 19] así que después que les hube hablado en general y a cada uno en particularmente, diciéndoles todas mis primeras fatigas y penas y el gozo presente en que estaba, tornéme otra vez a la muy agradable vista y presencia de la diosa> y alquilada una can dentro del cerco del templo, constituí allí mi morada temporal, sirviendo por entonces en las cosas de dentro de case que me mandaban, estando de continuo en la compañía de aquellos sacerdotes, no apartándome del servicio de la diosa en tal manera, que ninguna noche pasé ni hube reposo alguno sin que viese y contemplase en esta diosa, cuyos sagrados mandamientos y servicios, como quiera que mucho antes a él yo me hubiese obligado, me parecía que ahora lo comenzaba a hacer y a servirla, aunque en esto yo tenía gran deseo y voluntad. Pero excusábame y deteníame con un religioso temor y vergüenza mayormente que con mucha diligencia preguntaba la dificultad que había en el servicio de aquella religión. y sabía yo que había gran abstinencia y castidad. Ademas de esto, miraba con mucha cautela que la vida de aquella religión era disminuida y estaba debajo de muchos casos y ocasiones, lo cual, todo pensado entre mí muchas veces, no se cómo dilataba lo que mucho deseaba. [20] Estando en este pensamiento una noche> soñaba que el sumo sacerdote me daba y ofrecía la falda llena, y preguntándole yo qué cosa era aquélla, me respondía que traía ciertas cosas que me enviaban de Tesalia, y que asimismo había venido de allá un siervo mío que se llamaba Cándido. Despertando con este sueño, revolvía muchas veces mi pensamiento diciendo que cosa podía ser aquésta, mayormente que no me recordaba en tiempo alguno haber tenido siervo que por tal nombre se llamase. Pero porque la adivinanza y presagio de sueno enderezase a bien, yo creía se me figuraba que el ofrecimiento de aquellas cosas que me daban en todas maneras .,significaban alguna cierta ganancia. En esta manera, estando en congoja, atónito con la prosperidad de la ganancia, esperaba la hora de maitines para que las puertas del templo fuesen abiertas, las cuales, desde que se abrieron, comenzaron a adorar, a suplicar a la imagen venerable de la diosa, y el ,sumo sacerdote> andando por esos altares y aras, procuraba el hacer su sacrificio y divinos oficios, y después tomó un vaso de agua de la fuente secreta, e hizo la salva como se acostumbra en las solemnidades y suplicaciones divinas, lo cual, todo muy bien acabado, los otros religiosos comenzaron a cantar la hora de prima, adorando y saludando a la luz del día, que entonces comenzaba. En esto he aquí que vienen de su tierra mis criados y servidores, que allá había dejado cuando Andria, criada de Milón, me encabestró por su necio error; así que conocidos mis criados y mi caballo cándido y blanco que ellos me traían, el cual era perdido y lo habían cobrado por conocimiento de una señal que traía en las espaldas, por lo cual yo :me maravillaba de la solercia de mi sueño, mayormente que de más de concordar con la ganancia prometida, me habría dado, en lugar de siervo Cándido, mi caballo, que era de color cándido y blanco, lo cual todo así hecho con mucha solicitud y diligencia, yo frecuentaba el servicio del templo, con esperanza cierta que por los servicios presentes habría futura remuneración; [21] no menos con todo esto, cada día me recrecía el deseo y codicia de recibir aquel hábito y religión, por lo cual muchas veces rogué y supliqué ahincadamente al principal de los sacerdotes que tuviese por bien de ordenarme para que yo pudiese intervenir en los secretos sacrificios; pero él era persona grave y muy afamado en la observancia y guarda de 17
su religión; con mucha clemencia humanidad, como suelen los padres templar los deseos mesurados de sus hijos, halagaba y aplacaba la fatiga de mi deseo, dilatando mi importunidad con promesa de mejor esperanza: diciendo que el día que cualquiera se hubiese de ordenar, había de ser mostrado y señalado por la voluntad de la diosa, y también por su providencia había de ser elegido el sacerdote que había de administrar en sus sacrificios, y, por semejante, ella había de declarar el gasto necesario para aquellas ceremonias, las cuales cosas nosotros somos obligados a guardar con mucha paciencia, y también guardarnos de ser apresurados y de ser remisos, apartándonos de no caer en culpa de lo uno ni de lo otro; conviene a saber que si yo soy llamado a la religión, no tengo de tardarme, y si no me llaman, que no dé prisa a que me reciban; ni hay ninguno del número de estos sacerdotes que tengan tan perdido el seso, ni se pondría tan a peligro de muerte, que sin ser llamado por la diosa osase emprender tan sacrílego ministerio, de donde pudiese contraer culpa mortal, porque en mano de esta diosa están las llaves de la muerte y la guarda de la vida, y la entrada de esta religión se ha de celebrara manera de una muerte voluntaria y rogada salud; mayor mente que esta diosa acostumbra a elegir para su servicio r religión los hombres que ya están en el último término de ata vivir, a los cuales seguramente se puede cometer el silencia y autoridad de su orden, porque con su providencia hato tornar luego a vivir los que, en alguna manera renacidos a esta religión, entran en ella; por las cuales razones me con venía obedecer el mandamiento celestial, y como quiera que clara y abiertamente la diosa, por su gracia y bondad, me hubiese señalado y elegido para el ministerio de su religión; pero que ni más ni menos que los otros sus servidores me había de abstener, guardar y apartar de todos los manjares y actos profanos y seglares, por donde más derechamente pudiese llegar a los secretos purísimos de esta sagrada religión. [22] Después que el sacerdote hubo dicho esto, no creáis que por ello yo me enojase ni se interrumpió mi servicio; antes muy atento, con gran paciencia y sufrimiento, continua mente hacía el oficio conveniente a las cosas sagradas del templo, y no recibí en ello engaño ni la liberalidad de la diosa consintió que yo padeciese pena de luenga tardanza. Mas una noche oscura, claramente en sueños me reveló diciendo que ya era llegado el día que yo mucho deseaba, en el cual alcanzaría y habría efecto mi voto y deseo, diciendo asimismo cuánto era lo que se habría de gastar en el aparato de los oficios y ceremonias, y cómo aquel su principal sacerdote, que Mitra se llamaba, me había de ayuntar a la compañía sagrada de las estrellas, señalándome ministro de la santa religión. Yo, cuando oí estas razones y otras semejantes palabras de aquella gran diosa, recreado en mi corazón, cuasi aún no era bien de día, cuando muy presto me fui a la celda del sacerdo-te. Y yo que llegaba a la puerta, si os place él que salía, dile los buenos días, y con mayor instancia y ahínco que salía, pensaba decirle que tuviese ya por bien de recibirme al servicio y deuda que debía su religión; el sacerdote, luego que me vio, antes que nada le dijese, comenzó en esta manera: −¡Oh, Lucio! Tú eres dichoso y bienaventurado, pues que por su propia voluntad nuestra diosa santa te ha juzgado y escogido por hombre digno para su servicio; así que, pues esto así es, ¿por qué te tardas y no despachas presto? Éste es aquel día que tú mucho deseabas, en el cual por estas mis manos tú seas ordenado para los purísimos secretos de esta diosa y de su santa religión. Diciendo esto aquel viejo honrado, tomóme con su mano derecha y llevóme muy presto a las puertas del magnífico templo, las cuales abiertas con aquella solemnidad y rito que conviene, acabado el sacrificio de la mañana, sacó de un lugar secreto del templo ciertos libros escritos de letras y figuras no conocidas; en parte eran figuras de animales que declaraban lo que allí se contenía, y en parte figuras de sarmientos torcidos y atados por las puntas, porque la lección de estas letras fuese escondida de la curiosidad de los legos; de allí me dijo y me enseñó las cosas necesarias para aparejar para mi profesión,[23] las cuales luego yo con alguna liberalidad por una parte y mis compañeros por otra, procuramos de comprar y buscar. Así que, venido el tiempo, según que el sacerdote decía, llevóme, acompañado de muchos religiosos, a unos baños que allí cercan estaban, y primeramente me hizo lavar como es costumbre, y después, rezando y suplicando a los dioses, rociándome todo de una parte y de otra, limpióme muy bien y tornóme al templo cuasi pasadas dos partes del día, y púsome ante los pies de su diosa diciéndome secretamente ciertos mandamientos que es mejor callar que decir; pero en presencia de todos me dijo estas cosas, conviene a saber: Que en aquellos diez 18
días continuos me abstuviese de comer, ayunando, y que no comiese carne de ningún animal ni bebiese vino. Las cuales cosas por mí guardadas derechamente con ve-nerable abstinencia, ya que era llegado el día señalado y pro-metido para mi recepción, cuasi a la tarde, cuando el sol baja, he aquí donde vienen muchos con paños vestidos al modo antiguo de vestiduras sagradas, y cada uno de ellos di-versamente me daba su don. Entonces, apartados de allí todos los legos y vestido yo de una túnica de lino blanca, el sacerdote me tomó por la mano y me llevó a lo íntimo y secreto del sagrario. Por ventura tú, lector estudioso, podrás aquí con ansia preguntar qué es lo que después fue dicho o hecho que me aconteció; lo cual yo diría si fuese conveniente decirlo, y si no conociese que a ninguno conviene saberlo ni oírlo, porque en igual culpa incurrirían las orejas y la lengua de aquella temeraria osadía. Pero con todo esto no quiero dar pena a tu deseo, por ventura religioso, teniéndote gran rato suspenso. Mas créelo que es verdad; sepas que yo llegué al término de la muerte, y hallado el palacio de Proserpina, anduve y fui traído por todos los elementos, y a media noche vi el sol resplandeciente con muy hermosa claridad, y vi los dioses altos y bajos, y lleguéme cerca y adorélos; he aquí, te he dicho, lo que vi, lo cual como quiera que has oído es necesario que no lo sepas; pero aquello que se puede manifestar y denunciar a las orejas de todos los legos, yo muy claramente lo diré. Capítulo IV En el cual cuenta su entrada en la religión, y cómo se fue vuelto a Roma, donde, ordenado en las cosas sagradas, fue recibido en el colegio de los principales sacerdotes de la diosa Isis. [24] Otro día, como fue de mañana, acabadas las horas solemnes, salí vestido con doce vestiduras, que es hábito muy devoto y religioso, del cual puedo hablar sin prohibición alguna, mayormente que en aquel tiempo muy muchos que estaban presentes lo vieron. Estaba en medio del templo sagrado delante de la imagen de la diosa hecho un cadalso de madera, encima del cual yo estaba muy adornado de una vestidura que era blanca de lino, pero de diversas flores pintadas, que me colgaba de los hombros por las espaldas hasta los pies; ella era tan rica y preciosa, que de cualquier parte que la viese parecía de diversos colores y muy adornada de animales en ella bordados; de una parte había dragones de India; de la otra, grifos hiperbóreos que nacen y son criados en otro mundo, con alas a manera de aves; a esta vestidura llamaban los sacerdotes estola olímpica. En la mano derecha yo tenía una hacha encendida, y en mi cabeza una hermosa corona resplandeciente, a manera de unas hojas de palma alzadas arriba como rayos. En esta manera yo adornado, que parecía el sol, y ataviado como una imagen, súbitamente alzaron la vela que estaba delante y quedé descubierto en presencia de todo el pueblo. Después de esto celebré muy solemnemente la fiesta de mi profesión e hice convite de muy suaves manjares y otros placeres y fiestas que duraron tres días, así en lo que pertenecía a la honesta y religiosa comida, como en todas otras cosas que eran necesarias a la solemnidad y perfección de mi entrada; después, continuando allí algunos pocos días> mi deseo y trabajo gozaba de aquel gozo inestimable por estar en servicio de la divina diosa, siendo prendado de tan grande beneficio. Finalmente, que habiendo referido humildemente, según mi posibilidad, aunque no tan entero como era razón, las gracias del beneficio y merced recibida, siendo amonestado por la diosa y con gran pena rotas las áncoras de mi ardiente deseo, alcancé licencia, aunque tardía, para tornar a mi casa; así que echado en tierra con mi cara ante sus pies y lavándolos con mis lágrimas, matando la habla con grandes sollozos y tragando las palabras finalmente, dije en esta manera: [25] −¡Oh, reina del cielo! Tú, cierto, eres santa y abogada continua del humanal linaje. Tú, señora, eres siempre liberal en conservar y guardar los pecados, dando dulcísima afición y amor de madre a las turbaciones y caídas de los miserables: ningún día, hora, ni pequeño momento pasa vacío de tus grandes beneficios. Tú, señora, guardas los hombres, así en la mar como en la tierra, y apartados los peligros de esta vida, les das tu diestra saludable, con la cual haces y desatas los torcidos lazos y nudos ciegos de la muerte, y amansas las tempestades de la fortuna, refrenas los variables cursos de las estrellas: los cielos te honran, la tierra y abismos 19
te acatan. Tú traes la redondez del cielo, tú alumbras el sol, tú riges el mundo y huellas el infierno; a ti responden las estre-llas, y en tí tornan los tiempos; tú eres gozo de los ángeles; a ti sirven los elementos; por tu consentimiento expiran los vientos y se crían las nubes, nacen las simientes, brotan los árboles y crecen las sembradas; las aves del cielo y las fieras que andan por los montes, las serpientes de la tierra y las bestias de la mar temen tu majestad. Yo, señora, como quiera que para alabarte soy de flaco ingenio y para sacrificarte pobre de patrimonio, y que para decir lo que siento de tu majestad no basta facundia de habla, ni mil bocas, ni otras tantas lenguas, ni aunque perpetuamente mi decir no cansa-se; pero en lo que solamente puede hacer un religioso, aunque pobre, me esforzaré que todos los días de mi vida contemplaré tu divina cara y santísima deidad, guardándola y adorándola dentro del secreto de mi corazón. De esta manera, habiendo hecho mí oración a la gran diosa, abracé al sacerdote Mítra padre mío, y colgado de su pescuezo, dándole muchos besos, le mandaba perdón, porque no podía remunerar ni agradecerle tantos beneficios y mercedes como de él había recibido. [26] Finalmente, que a cabo de gran rato que pasamos en referir las gracias y ofrecimientos, nos partimos. Yo a poco tiempo aderecé mi camino para tornar a ver la casa de mis padres. Así que, ya pasados algunos días, por aviso y mandado de la gran diosa, hice liar prestamente mi hacienda, y entrando en la nao tomé el camino hacia Roma, y navegando con favor y prosperidad de los vientos que nos traían, muy presto tomé puerta. De allí por tierra subí en un carro y llegué a esta sacrosanta ciudad a doce días del mes de diciembre, adonde no tuve otro mayor cuidado, como llegué sino cada día irme a rezar y orar a la gran majestad de la reina Isis, al templo donde con gran veneración se adora, que se llama Campense, tomando el nombre del sitio donde está edificado, así que yo era orador continuo de aquel templo. Y aunque nuevamente venido, era casi nacido en la religión; he aquí dónde, pasado el sol por los doce signos del cielo, había cumplida un año, y el cuidado de la diosa que bien me quería tornó de nuevo a interrumpir mi descanso y reposo, diciéndome en sueños que otra vez aparejase para limpiarme y ordenar y para entrar en la religión. Yo estaba ,maravillado qué cosa podía ser aquélla, si por ventura no era bien ordenado y me faltaba algo. [27] En tanto que yo tenía este religioso escrúpulo cerca de mi pensamiento y , disputaba en el así entre mi como también comunicándolo a los otros letrados del templo, hallé una cosa nueva y maravillosa: que aunque yo estaba embebido en los sacrificios de la diosa Isis, no estaba alumbrado ni limpio para los del gran dios y soberano padre de todos los dioses, Osiris, y como quiera que toda cuasi fuese una misma religión y ambas estuviesen juntas, pero que había gran diferencia cuanto al hacer de la profesión y consagración. Por ende, que supiese como me convenía ser también servidor del gran dios, y que así era pedido por él. No estuvo mucho tiempo la cosa en duda, porque esta noche vi en sueños uno de aquellos sacerdotes cubierto de una vestidura de lino sagrada, el cual ponía a mi puerta pámpanos, hiedras y otras cosas que traía en su mano, y sentado en mi silla denunció los manjares y fiestas de la gran religión de Osiris. Este sacerdote, por darme conocimiento de sí por alguna cierta señal, andaba poco a poco, con pasos tardíos, cojeando un poco del calcañar del pie izquierdo. Así que, quitada toda oscuridad de duda por la manifiesta voluntad de los dioses, luego, de mañana, acabadas las horas matutinas, miraba con gran diligencia a cada uno quién de ellos era semejante al que vi en sueños, y no me faltó lo prometido, porque vi luego uno de aquellos sacerdotes que, de más de indicio de ser cojo del pie izquierdo, concordaba justamente en todo lo otro, así en hábito como en estatura, al cual vi en sueños durmiendo, y, según después supe, se llamaba Asinio Marcelo, el cual nombre no era ajeno de mi reformación de cuando yo andaba hecho asno. Visto esto, no me tardé y fuile luego a hablar; pero él no estaba incierto de lo que yo le decía, que ya no había sido avisado por semejante relación cómo me había de administrar y admitir en estas cosas de sus sacrificios y religión, porque en sueños él había sido la noche próxima pasada al gran dios Osiris, estándole ataviando la corona a su propia boca, con la cual dice y declara los hados y ventura de cada uno, cómo le era enviado un hombre de Madaura muy pobre, al cual luego él recibiese a sus sacrificios, porque de aquello este de Madaura alcanzaría gloria de sus virtudes y el sacerdote gran provecho y ganancia.
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[28] En esta manera, estando yo destinado para entrar en la religión, estaba impedido, contra mi voluntad, por la pobreza y por no tener para cumplir lo que era necesario para la costa, porque los grandes gastos de mi larga peregrinación habían consumido las fuerzas de mi patrimonio, y también las costas y expensas que se habían de hacer en Roma precedían y eran mayores que las que se habían hecho en la provincia de Acaya, donde tomé el hábito. Así, que con la pobreza y necesidad que tenía estaba en mucha fatiga, puesto, como dice el proverbio, entre el cuchillo y la piedra. De más de lo cual, continuamente era fatigado y amonestado por la instancia de la diosa. En esta manera inducido y estimulado muchas veces, no sin gran turbación y pena mía; finalmente, visto que no había otro remedio, viendo esas alhajas y ropa que tenía, aunque poca, apañé alguna suma de dineros, lo cual especialmente me había sido mandada por la diosa, diciéndome: −Veamos: si tú quisieses hacer alguna cosa para tu placer y deleite temporal, ¿perdonarías tus ropas? Pues para entrar en una religión como ésta> ¿por qué tardas en acompañarte de pobreza que nunca te arrepientas? Así que, aparejadas abundantemente las cosas que eran menester, otra vez torné a ayunar diez días, contentándome con manjares de hierbas y no comer de cosas animadas. De más de esto, siendo amonestado por las nocturnas revelacio-nes del dios Osiris, estaba ya muy satisfecho para entrar en su religión, por ser hermana de la otra de la gran diosa Isis, y por esto yo frecuentaba su divino servicio, lo cual daba gran descanso y placer a mi luenga peregrinación y trabajo; no menos me ayudaba y daba abundantemente lo necesario a mi vivir el oficio de abogar causas en lengua romana, que con el favor de mi buena dicha yo ejercitaba y tenía, en que ganaba algo de lo que había menester. He aquí a poquillo tiempo, no pensándolo yo, que otra vez soy amonestado, compelido por maravillosos mandamientos de los dioses, para que la tercera vez me ordenase y consagrase en su religión, lo cual no poco cuidado y pena me dio, antes con gran congoja de mi corazón pensaba qué cosa podía ser esta nueva y no oída intención de los dioses, qué querían decir o adónde se enderezaba, o qué faltaba a la procesión y entrada que ya dos veces había hecho: ¿por ventura maliciosamente y no bien habían entrambos los sacerdotes celebrado mi entrada y profesión? Y aun por Dios que ya comenzaba a dudar de su fe, pensando ser de otra manera, cuando estando yo en este pensamiento, como hombre sin seso, me pareció en sueños una persona que mansamente me instituyó y dijo en esta manera: −No hay causa de que te puedas espantar creyendo que por ordenarte tantas veces faltó algo de lo que era necesario en tu primera institución y entrada; antes te debes alegrar, haciendo tres veces lo que una a otros apenas se concede, y con este número ternario siempre presume que has de ser bienaventurado: así que este acto y entrada, que te mandan hacer, te es muy necesaria, y si contigo mismo pensares, hallarás que en Roma te cumple perseverar en el templo de la diosa Isis con el hábito y vestiduras de su religión, que tomaste en la provincia de Acaya, y no puedes en los días solemnes suplicar, ni tampoco cuando te fuere mandado puedes ser ilustrado y alumbrado sin este felice y religioso hábito, lo cual por que para t i sea dichoso y de buena ventura, recíbelo otra vez con ánimo gozoso y placentero, pues lo mandan y son autores de ellos los dioses grandes y soberanos. [30] Hasta aquí, de la manera que he contado, me persuadió la revelación de la divina majestad, diciéndome todo lo que era menester para mi entrada: en adelante no dilaté ni olvidé el negocio; antes luego me fui al sacerdote principal, y dichas todas las cosas que había visto, me puse a la obediencia yugo de la castidad y abstinencia de comer cosa de sangre, y por la ley perpetua de aquellos días, yo de mi propia gana multipliqué otros más adelante, de manera que largamente aparejé todo lo que era menester para mi profesión y entrada, porque muchas cosas de aquellas que me fueron dadas más por virtud y piedad de algunos que por medida de dinero; como quiera que a mí no me pesaba del trabajo ni del gasto, pues que liberalmente la providencia de los dioses había bien proveído en los negocios y causas de mi abogacía; finalmente, después de bien pocos días, el dios principal de los grandes dioses y soberanos de los mayores, y más grande de los soberanos, Osiris, digo que reina sobre todos los altos y grandes, me apareció en sueños, no en persona o figura ajena, sino con su venerable gesto y presencia, tuvo por bien de hablarme mansamente, mandándome que sin alguna tardanza tomase cargo de patrocinar y ayudar en las causas y pleitos de los que poco pueden, y no temiese las envidias y murmuraciones de los que mal me querían, las cuales allí se cansaban y divulgaban por la doctrina y trabajo de mi estudio, y no solamente su gran majestad tenía por bien que yo fuese ayuntado en la compañía 21
de los sacerdotes, mas que fuese uno de los principales entre los decuriones que de cinco en cinco años se elegían. Finalmente, que yo, trayendo mi cabeza rasa de cada parte, según la ceremonia e institución del antiguo colegio que se instituyó en los tiempos de Sila, me ejercitaba y servía mis oficios y cargos, perseverando en ellos con mucho placer y alegría. Otros textos isíacos de interés No ha mucho ha sido mencionado, basándose en Díodoro, que el antiguo Egipto los segadores acostumbraban a lamentarse cuando cortaban la primera gavilla, invocando a Isis como la diosa a quien debían el descubrimiento del cereal. A esta lastimera lamentación cantada o pronunciada por los segadores egipcios dieron los griegos el nombre maneros, y lo explicaban con una fábula en la que Maneros, hijo único del primer rey de Egipto, inventó la agricultura y, muerto prematuramente, era lamentado así por el pueblo. Parece ser, sin embargo, la denominación maneros se debe a un mal entendimiento de la fórmula maaa~ne−hra, "ven a tu casa", que ha sido descubierta en varios escritos egipcios, como en el canto fúnebre de Isis en el Libro de los Muertos Por esto debemos suponer que el grito maa−ne−hra era cantado por segadores como una oración fúnebre a la muerte del espíritu del grano (Osiris o Isis) y una rogativa para su vuelta. Como el grito se alzaba sobre el primer haz segado, podría creerse que el espíritu del grano es presente para los egipcios en la primera mies cortada y moría bajo la hoz. Hemos visto que en la península malaya y en Java, las primeras espigas de arroz son recogidas para representar el alma del arroz novia o novio arroz************************************************ [De la rama Dorada] Disputa entre Horus y Seth Horusy Se/1) se disputan la herencia de Osirzs [1,1] [Entonces tuvo lugar] el juicio entre Horus s Seth, misteriosos de formas, grandes, príncipes, (los más) poderosos que (jamás) existieron. Entonces un joven ¡dios] estaba sentado delante del Señor Universal`, reclamando la función de su padre Osiris`, hermoso de aparición, [hijo] de Ptahl', que ilumina [el Ameny con] su [brillo]; v Thot presentaba el ojo−udjat (al) príncipe poderoso que está en Heliópolis's. Chu, hijo de Ra, habló ante [Atum, el príncipe] poderoso que está en Heliópolis: «La justicia pasa ante la fuerza": [haz]la [realidad] diciendo: Dad esta función a [Horus].» /[1,5] Y dijo Thot a la [Enéada: «Ello es justo,] un millón de veces». Entonces Isis lanzó un gran grito y se regocijó [en extremo. Luego fue] ante el Señor Universal y ella dijo: «Viento del norte, (ve) hacia el occidente y lleva la noticia al (rey) Onnofris VPS.'°» Y Chu, el hijo [de Ra], dijo: «Presenta el ojo−ucjat (a Horus), es justo por parte de la Enéada». Pero el Señor Universal dijo: «¿Qué significa que toméis una decisión [vosotros] solos?». Entonces [la Enéada] respondió: «Que él (Thot) tome el cartucho real para Horus y que se [coloque] la corona blanca sobre su cabeza». Entonces el Señor Universal permaneció silencioso durante largo [rato], habiéndose irritado [contra] la Enéada. Después de ello Seth, el hijo de Nut, dijo: «Que se le mande afuera /[1,10] conmigo: yo te mostraré que mis manos ganan a sus manos ante la Enéada, puesto que no se conoce iningún] medio [de] desposeerlo.» Pero Thot le respondió: <¿Es que no debemos (mejor) averiguar quién es aquél que está equivocado? ¿Es que se va a dar la función de Osiris a Seth siendo así que [su] hijo Horus está aquí (vivo)?». Entonces Pra−Harakhti se enfadó en extremo, /[2,1] pues el deseo de éI era dar la función a Seth, grande en fuerza, hijo de Nut. Y Onuris lanzó un gran grito frente a la Enéada, diciendo: «¿Qué vamos a hacer?». Entonces Atum, el príncipe poderoso que está en Hclióípolis, dijo: «Que se [llame] a Banebdedet, el gran dios vivo, para que él juzgue a 22
los dos jóvenes». Trajeron entonces a Banebdedet ante Atum, el gran dios que reside en la (isla) de Setit', acompañado de Ptah−Tanen. El les dijo: «Juzgad a los dos jóvenes y, evitad que estén así y peleen todos los días»./12,51 Pero Banebdedet, el gran dios vivo, respondió con respecto a la cuestión que (Atum) le había dicho: «No permitáis que nosotros decidamos (acerca de esto) en nuestra ignorancia, pero haced enviar una carta a Neith, la poderosa, la madre divina. Lo que ella diga, nosotros lo haremos». Entonces la Enéada dijo a Banebdedet, el gran dios vivo: «Un veredicto fue (ya) emitido respecto a ellos en los tiempos primordiales en la gran sala blanca de justicia». Tbot escrihe a Neith; respuesta de Neith Después de eso, la Enéada dijo a Thot delante del Señor Universal: «Elaborad pues una carta para Neith la poderosa, la madre divina, en nombre del Señor Universal, el toro que reside en Heliópolis». Y Thot dijo: «Con gusto, sí, con mucho gusto» . Entonces se sentó para elabo-rar la carta, y dijo: «El rey del Alto y> del Bajo Egipto, Ra /[2,10]−Atum, el amado de Thot, el señor del doble país, el Heliopolitano, el Disco solar que ilumina el doble país con su brillo, el Nilo poderoso que toma posesión (de las tierras), Ra−Harakhti (en tanto que` Neith la poderosa, la madre divina, que iluminó el primer rostro, está viva, en buena salud y siempre joven), el alma viva del Señor Universal, el toro en Heliópolis, en calidad de rey perfecto de Ta−meri− Objeto de la carta': Este humilde servidor ha pasado la noche preocupado por Osiris, consultando (al respecto) al Doble País cada día, en tanto que Sobek, (él), permanece estable para siempre . ¿Qué vamos a hacer con estos dos hombres que, desde hace ochenta años hasta ahora, están delante del tribunal, /[3,1] sin que se sepa cómo juzgarlos, a estos dos adversarios? Ordénanos pues lo que debemos hacen>. Entonces Neith la poderosa, la madre divina, envió una carta a la Enéada diciendo: «Entregad la función de Osiris a su hijo Horus, y no cometáis estos grandes actos de iniquidad que no están en su lugar; de otro modo, yo me irritaré y el cielo se aplastará contra el suelo. Y que se le diga al Señor Universal, el toro que reside en Heliópolis: duplica los bienes de Seth', entrégale a Anat y Astarté, tus dos hijas, y /[3,51 coloca a Horus en el lugar de su padre Osiris». La Enéada delibera He aquí que la carta de Neith la poderosa, la madre divina, llegó a los dioses de la Enéada cuando estaban sentados en la gran sala Horus ante los Cuernos, se devolvió la carta a las manos de Thot. Y Thot la leyó ante el Señor Universal y ante la Enéada entera, y todos dijeron con una sola voz: «Esta diosa tiene razón». Pero el Señor Universal se enfureció contra Horus y le dijo: «Eres débil de miembros esta función es demasiado pesada para un mozalbete como tú, cuya boca huele mal"». Entonces Onuris se enfureció un millón de veces e igualmente la Enéada entera, a saber los Treinta. Y el dios Baba se alzó, y /J3,10] dijo a Pra−Harakhti: «¡Tu templo está vacío!». Entonces Pra−Harakhti quedó herido por la respuesta que le había sido hecha; se tendió sobre la espalda, teniendo el corazón muy triste. Después de esto, los dioses de la Enéada salieron y lanzaron un gran grito delante del dios Baba, y le dijeron: «Vete afuera, tú; el crimen que has cometido es grave en extremo». Después se fueron hacia sus moradas. Y el gran dios pasó un día /[4,1] tendido sobre la espalda en su pabellón, teniendo el corazón muy triste, y solo. Tras largo rato Hathor, la dama del sicomoro del sur, vino v se puso ante su padre, el Señor Universal, y descubrió su desnudez ante su rostro. Entonces el gran dios se rió de ella. Después se alzó y (volvió) a sentarse con la gran Enéada.` Y dijo a Horus y Seth: «Vosotros, hablad`». Horus y Seth defienden sus causas Seth, grande en fuerza, hijo de Nut, dijo entonces: «Yo soy Seth, (el más) grande de fuerza en el seno de la Enéada, y mato /[4,5] al enemigo de Pra cada día, cuando voy en la proa de la Barca de Alillones`1': ningún 23
(otro) dios es capaz de hacer lo mismo. Tomaré entonces la función de Osiris». Y ellos (los dioses) le dijeron: «Seth, cl hijo de Nut, tiene razón». Entonces Onuris y Thot lanzaron un gran grito, diciendo: «¿Es que vamos a dar la función al hermano de la madre, siendo así que el hijo según la carne está aquí (vivo)?». Pero Banebdcdet, el gran dios vivo, replicó: «¿Y vamos a otorgar la función a este joven siendo así que Seth, su hermano mayor , está aquí (vivo)?». Después de eso los dioses de la Enéada lanzaron un gran grito ante el Señor Universal y le dijeron: «¿Qué significan estas palabras que tú has dicho y que no son dignas de ser escuchadas?"». Entonces Horus, hijo de Isis, dijo: «No está en absoluto bien que yo sea despojado delante de /[4,10] la Enéada y que se me arrebate la función de mi padre Osiris». Isis se irritó contra la Enéada e hizo un jura mento por dios ante la Enéada, diciendo: «Tan cierto como que mi madre, la diosa Neith, vive, y tan cierto como que vive Ptah−Tatenen, de altas plumas, que dobla los cuernos de los dioses, que serán puestas estas palabras delante de Atum, el poderoso príncipe que está en Heliópolis, e igualmente (ante) Khepri;9, que reside en su barca». Pero la Enéada le respondió: «No te enfades; se reconocerá (su) derecho a aquél que esté en su derecho, j' se hará todo lo que tú digas». Entonces Seth, el hijo /[5,11 de Nut, se enfadó con los dioses de la Enéada, cuando dijeron estas palabras a lsis la poderosa, la madre divina. Y Seth les dijo: «Voy a coger mi cetro de cuatro mil quinientos nenae.r'° voy a matar cada día a uno de vosotros». Y después Seth hizo un juramento por el Señor Universal diciendo: «No voy a discutir ante este tribunal en tanto que Isis esté aquí». Entonces Pra−Harakhti les dijo: «Marchad en barca hasta la Isla del Centro` y juzgadlos allá, y decid a Anti el barquero''−: "No dejes pasar /[5,5] a ninguna mujer que se parezca a Isis"». El episodio de la Irla del Centro Los dioses de la Enéada se fueron pues en barco a la Lila del Centro y se sentaron, comiendo pan. Y he aquí que Isis llegó, y se acercó a Ánti el barquero, que estaba sentado no lejos de su barca. Ella se había transformado en una vieja mujer y avanzaba encorvada, con un pequeño anillo de oro en la mano. Y ella le dijo: «He llegado a ti para que (me) transportes a la Isla del Centro, pues he venido con este pote de harina para el pequeño: /[5,10] he aquí que hoy hace cinco (días) que guarda algunos animales" en la Isla del Centro, y tiene hambre». Él le respondió: «Se me ha dicho: no hagas pasar a ninguna mujer». Pero ella le objetó: «Lo que estás diciendo, (no) es (acaso) respecto a Isis lo que te han dicho?'4». Entonces él le dijo: «¿Qué me darás si te hago pasar a la Isla del Centro?». Isis le respondió: «Te daré esta hogaza de pan». Pero él le dijo: «¿Qué es para mí esta tu hogaza de pan? No voy yo a pasarte a la Isla del Centro −después de que se me haya dicho: no transportes a ninguna mujer− por tu hogaza de pan?». /[6,1] Entonces ella le dijo: «Te daré el anillo de oro que tengo en la mano». El le respondió: «Da(me) el anillo de oro». Ella se lo dio 5 la hizo pasar a la Isla del Centro. Entonces, mientras ella avanzaba bajo los árboles, observó v vio a los, dioses de la Enéada que estaban sentados, comiendo pan, ante el Señor Universal en su pabellón. Seth miró entonces y la vio, aún desde lejos, acercándose allí. Inmediatamente ella recitó un encantamiento con su magia y se transformó /[6,5] en una joven hermosa de cuerpo", (tal que) no había su igual en este país entero. Entonces él la deseé) hasta el punto de estar muy enfermo. Y Seth se alzó (del sitio en que) estaba sentado comiendo pan con la gran EInéada, y marchó para reunirse con ella, siendo así que nadie la había visto excepto él. Después é1 se puso tras un sicomoro y la llamo diciéndole: «Me gustaría estar contigo aquí, bella joven!». Pero ella le respondió: «¡Ciertamente, mi gran señor! Yo era la mujer de un pastor de ganado. Le di un hijo varón`. Mi esposo murió, y el pequeño quedo a cargo del ganado'' que pertenecía a su padre. /[6,101 Pero llegó un extranjero, se sentó en mi establo y habló así, dirigiéndose a mi hijo: Te golpearé, tomaré el ganado de tu padre y te arrojaré fuera. Así habló él`. Y mi deseo es conseguir que tú te conviertas en su campeón». Y Seth le respondió: «¿Es que va a entregarse el ganado al extranjero siendo así que el hijo del padre de familia está aquí (vivo)?». Entonces Isis se metamorfoseó en un milano, emprendió el vuelo y, colgándose en lo alto de un árbol, interpelo a Seth y le dijo: «Llora por ti mismo: es tu propia boca la que ha hablado, es tu capacidad /17,11 la que te ha juzgado a 24
ti mismo. ¿Qué más quieres?». Entonces él permaneció allí llorando, y después se dirigió al lugar en que estaba Pra−Harahhti y lloró. Y Pra−Harakhti le dijo: . Y Anti el barquero fue llevado ante la Enéada, y se le arrebató la parte anterior de los pies`. Entonces /J8,1J Anti abjuró del oro, hasta este día`, ante 1a gran Enéada, diciendo: «Que e1 oro sea (en adelante), por mi causa, un objeto de abominación para mi ciudad». . La Enéada reconoce los derechos de Horuss Después de esto, los dioses de la Enéada volvieron en barco a la orilla occidental v se sentaron en la montaña. Y (cuando llegó) el tiempo de la tarde, Pre−Harakhti v Atum, señor del Doble País, e1 Hcliopolitano, en viaron un mensaje a los dioses de la Enéada diciendo: «¿Que hacéis, pues, vosotros, vosotros (os otros) sentados allá? Y en cuanto a los dos jóvenes, ¿es que vais a dejarles pasar su vida entera en el tribunal? En cuanto mi Carta os llegue, habréis de poner la corona blanca en la cabeza de Horus, hijo de Isis, y vosotros lo nombraréis en el lugar de su padre /(8,51 O siri s». Entonces Seth se enfadó hasta ponerse my− enfermo. Pero la Enéada dijo a Seth: «Por qué te enfadas? rNo 'ha de actuarse según lo que ha dicho Atum, señor del Doble País, el Hcliopolitano, y° Pra−Harakhti?». Y se situó la corona blanca sobre la cabeza de Horus, hijo (le Isis. Entonces Seth lanzó un gran grito en la cara de la Enéada y protestó con violencia diciendo: «¿Va a entregarse la función a mi hermano menor siendo así que yo, que soy su hermano mayor, estoy aquí (vivo)?». E hizo un juramento, diciendo: «Se arrebatará 1a corona blanca de la cabeza de Horus, hijo de Isis, j− (a él), se le arrojará al agua, para que yo pueda disputar (todavía) con él por la función (le rey». Y Pra−Harakhti estuvo de acuerdo Escenas de magia Entonces Seth le dijo a Horus: «Ven, transformémonos en dos hipopótamos y lancémonos a las profundidades en medio del Lago Verde. Y aquél que emerja en un período de tres meses ", a éste no le será atribuida la función». Y se sumergieron los los adversarios. Entonces Isis se sentó llorando v dijo: «Seth mata a mi hijo Horus». Después ella se marchó a buscar una bola (?) de hilo e hizo (con ella) una cuerda; incorporó enseguida un deben"" de oro, que ella fundió como un arma marina: le ató la cuerda y lo lanzó al al,mar, en el lugar en que se habían zambullido Horus ? Seth. /(9,1] Pero el arpón mordió" en el cuerpo"" de su hijo Horus, y Horus lanzó un gran grito, diciendo: «¡Socorro`, madre (mía) Isis! Ordena a tu arpón desprenderse de mí. Yo soy Horus, el hijo de lsis». Entonces Isis lanzó un gran grito s− dijo a su arpón. «Despréndete de él. Mira, es mi hijo Horus, es mi niño». Y el arpón se desprendió de él. Entonces ella lo lanzó de nuevo al agua, v mordió en el cuerpo de Seth. Entonces Seth lanzó un gran grito, 25
diciendo: «;Qué es lo que te he hecho, Isis, hermana mía? Ordena /[9,5] a tu arpón desprenderse de mí. Yo soy tu hermano uterino, Isis». Entonces ella concibió una compasión extrema por él. Y Seth la interpeló diciendo: «;Prefieres antes a1 extranjero que a (tu) hermano uterino Seth?`». Entonces Isis se dirigió a su arpón diciendo: «Despréndete de él. Mira, es el hermano uterino de Isis aquél a quien muerdes». Y el arpón se desprendió de é1. Sin embargo Horus, hijo de Isis, se enfadó con su madre Isis. Salió (del agua), con el rostro furioso como (el de) un leopardo , y su cuchillo de dieciséis deben en mano. Cortó la cabeza de su madre Isis, la tomó en sus brazos, y después subió a la montaña. E Isis /[9,10] se transformó en una estatua de sílex que no tenía cabeza. Entonces Pra−Harakhti dijo a Thot: «rQuién es esta recién llegada, que no tiene cabeza?». Y Thot repondió a Pra−Harakhti: «Mí buen señor, es Isis la poderosa, la madre divina: Horus, su hijo, le ha cortado la cabeza». Entonces /[10,1] Pra−Harakhti lanzó un gran grito y dijo a la Enéada: «Vayamos y apliquémosle un severo castigo». Y la Enéada subió a la montaña para buscar a Horus, hijo de Isis. Horus estaba tendido bajo un arbol−chenucbá, en la tierra de los oasis. Seth lo encontró, se apoderó de él y lo arrojó sobre la espalda, sobre la montaña. Después le arrancó los ojos de sus órbitas y los enterró sobre la montaña para iluminar la tierra'. Y las dos niñas de sus ojos se convirtieron /[10,5J en dos brotes y se desarrollaron como flores de loto. Entonces Seth volvió y dijo a Pra−Harakhti, engañosamente: «No he encontrado a Horus», aunque (en realidad) lo había hallado. Entretanto Hathor, Dama del Sicomoro del Sur, se puso en camino y encontró a Horus tendido v llorando, sobre la meseta del desierto. Ella se apoderó de una gacela, le tomó su leche y dijo a Horus: «Abre tus ojos'', para que meta estas gotas de leche». Abrió sus ojos y ella puso ahí las gotas de leche: ella la puso en el derecho, ella la puso en el izquierdo, y entonces dijo: «Abre tus ojos». El abrió los ojos, ella los observó v los encontró curados`. Luego ella /[10,101 marchó a decir a Pra−Harakhti: «Horus ha sido encontrado: Seth lo había privado de sus ojos, pero yo he hecho que se restablezca, s− helo aquí que viene»". Entonces dijo la Enéada: «Que se llame a Horus y Seth que se les juzgue». Fueron llevados pues ante la Enéada. Y el Señor Universal dijo, ante la gran Enéada, a Horus y a Seth:
vomitaron v escupieron en e1 rostro de Horus. Pero Horus se mofó de ellos. Y Horus hizo / [12,5] un juramento por Dios diciendo: «Es falso todo lo que Seth ha dicho. Que se llame a la semilla de Seth, y veremos desde dónde responde ella; después que se llame a mi semilla y veremos desde dónde ella responde». Entonces Thot, el maestro de las palabras divinas, el escriba verdadero de la Enéada, puso su mano sobre el brazo de Horus v dijo: «Sal, semilla de Seth». Y ella 1e respondió (desde el fondo) del agua en el interior de la marisma. Después Thot posó su mano sobre el brazo de Seth y dijo: «Sal, semilla de Horus». Y ella le respondió: «,:Por dónde he de salir?». Thot le dijo: «Sal /[12,101 por su oreja». Pero ella 1e dijo: «Acaso puedo salir por su oreja, yo que soy, un fluido divino?». Entonces Thot le respondió: «Sal por su frente». Y salió bajo la forma de un disco de oro sobre la cabeza de Seth`. Entonces Seth se irritó muy, muy fuertemente. Extendió la mano para tomar el disco de oro, pero Thot se lo cogió /[ 13,1] y se lo colocó como ornamento sobre la cabeza. Y los dioses de la Enéada dijeron: «Horus tiene razón, Seth se equivoca». Pero Seth se irritó muy, muv fuertemente, y lanzó un gran grito cuando dijeron: «Horus tiene razón, Seth se equivoca». Nuevas escenas de magia Después de esto Seth hizo un gran juramento por Dios, diciendo: «No se le debe dar la función antes de dejarlo afuera conmigo,: no', construiremos entonces algunos barcos en piedra y nos desafiaremos en una carrera, nosotros, los dos adversarios. aquél que venza a su compañero, es a él a quien se le /(13,11 dará la función de Soberano VP.S.». Entonces Horus se construyó un barco en madera de pino, lo untó de Yeso y lo lanzó al agua, en el tiempo la tarde, sin que ninguno de aquéllos lque estaban en el país entero se diera cuenta. Seth, sin embargo, vio el barco de Horus y pensó que era de piedra. Fue sobre 1a montaña, talló un pico de roca y seconstrulló un barco de piedra de ciento treinta y ocho codos. Después descendieron en sus barcos ante la Enéada. Pero el barco de Seth se hundió en el agua, y Seth lo transformó en hipopótamo /(13,101 e hizo zozobrar la barca de Horus. Entonces Horus tomó su arpón y golpeó en el cuerpo de Seth. Pero la Enéada 1e dijo: «No lo golpees». Episodio de HoruS con NEITH Después fue a buscar sus pertrechos náuticos, los colocó en su barco descendió hacia Sais para decir (a) Neith, la poderosa, la madre divina: «Haz que se decida (en fin) entre Seth y yo, pues he aquí que hace ahora ochenta años que estamos en e1 tribunal /[14,11 sin que se sepa cómo juzgarnos. Jamás sin embargo su derecho ha sido establecido contra mí, en tanto que hasta ahora mil veces yo he sido reconocido en mi derecho contra él, cada día. Pero él no se preocupa para nada de todo lo que ha dicho la Enéada. He discutido con él en la gran sala Camino de Justicia": se me ha dado la razón frente a él. He discutido con él en la gran sala Horus ante los Cuernosr: se me ha dado la razón frente a él. He discutido con él en la gran sala Campo de Juncos: se me ha dado la razón frente a él. ¡le discutido con él en la gran sala El lago de loa Campos: se me ha dado la razón frente a él. La Enéada ha dicho (además) a Chu, hijo de Re: él tiene razón en todo lo que ha dicho, Horus, hijo de Isis`». Correspondencia con Osiris /[14,5] Entonces dijo Thot al Señor Universal: «Haz enviar una carta a Osiris para que juzgue entre los dos jóvenes». Y Chu, hijo de Ra, dijo: «Es justo, un millón de veces, esto que ha dicho Thot al la Enéada». El Señor Universal dijo entonces a Thor: «Siéntate elabora una carta para Osiris para que oigamos lo que tenga que decir». Thot se sentó pues para componer una carta a C)siris, así concebida: «Tóro''−: león que caza para sí Mismo, aquél que protege a los dioses v que Subyuga a1 Doble País. Horus de Oro: inventor de los hombres en los tiempos primordiales. Rey del Alto y Bajo Egipto, toro que reside en Heliópolis V.PS. Hijo de Ptah: 27
benefactor (para) Egipto(?), apareciendo como padre de su Enéada, en tanto que se nutre de oro" y, de piedras preciosas, de todo tipo, magníficas. ¡(En) vida, salud v fuerza! Escríbenos lo que debemos hacer con Horus y Seth, para que no tomemos medidas en la ignorancia en la que estamos». Y después de tras esto, la /114,1OJ carta llego al rey , hijo de Ra, grande en abundancia, señor de las provisiones'''. Lanzó un gran grito cuando la carta fue leída ante él, y respondió, muy apresuradamente, a1 lugar en que e1 Señor Universal se encontraba con la Fnéada, diciendo: «;Por qué se hace daño a mi hijo Horus, siendo así que soy yo quien os ha convertido en seres fuertes? Pues yo soy− quien ha creado el trigo y la cebada" para alimentar a los dioses, así como al ganado después de los dioses: no existía (antes de mí) ningún dios ni ninguna diosa para hacerlo». Entretanto 1a /(15,1] carta de Osiris llego al lugar en que se encontraba Pra−Harakhti, que estaba sentado con la Enéada en e1 Campo Blanco', en Xois. Entonces la Ieyeron ante él v la Enéada y Pra−Harahhti dijo: «Elaboradme" rápidamente una respuesta a esta carta para Osiris, y decid en relación a esta carta: Incluso si tú no hubieras existido (jamás), incluso si tú no hubieras nacido, el trigo y la cebada no habrían, por ello, dejado de existir». La carta del Señor Universal llegó a Osiris y (se) la leyeron ante él. Entonces escribió de nuevo a Pra−Harakhti, diciendo. «,Es hermoso en verdad todo lo que has hecho, oh, inventor de la Enéada! Sin embargo se ha permitido que la justicia sea engullida en el mundo inferior. ¡Pero date cuenta, tú también, de 1a situación! El país en que vo habito está lleno de emisarios de rostro feroz, que no temen a ningún dios ni a . Si los hago salir, traerán los corazones de todos aquellos que cometen malas acciones, y (éstos) permanecerán conmigo aquí". Y además, :qué significa que yo quede aquí, en reposo, en e1 Amenti, en tanto que vosotros estáis afuera, todos los que existís? rQuién es entre ellos.". más fuerte que yo? Pero mira, en verdad que ellos han inventado la mentira! Y ptah, el grande al sur de su muro, el señor de Ankh−Taui, cuando creó el cielo, no dijo acaso a las estrellas que allí se encuentran: habréis de ir a reposar (en) el Amenti cada noche, al lugar en que el rey, Osiris está? Pero tras los dioses, los nobles y el pueblo irán asimismo a reposar al lugar en que tu estás, −así me habló él». 103 Y después tras esto, la carta de Osiris llegó al lugar en que el Señor Universal se encontraba con la Enéada. Thot recibió entonces la carta y° la leyó delante de Pra−Harakhti /[15,10) v los dioses de la Enéada. Dijeron: «Tiene ciertamente razón en todo lo que ha dicho, el grande de abundancia, el señor de las provisiones, V:P.S.»". El triunfo de Horus Después de esto, dijo Seth: «Hagámonos llevar a la Isla del Centro para que yo pueda discutir (todavía) con éli>. Fue pues a la Lsla del Centro, v se dio la razón a Horus contra él. Entonces Atum, el señor del Doble País, el Heliopolitano, se dirigió a Isis diciendo: «Trae a Seth, con un pie atado (al cuello)'°'». Isis trajo pues a Seth, con un pie atado (al cuello), 5 era como un prisionero. Y Atum dijo: <¿Por qué te opones a que seáis juzgados y tratas de apoderarte de la función que pertenece a Horus?». Pero Seth le respondió. «¡Nada de eso, mi buen señor! Que se llame a Horus, hijo de Isis, y que se le dé la función de /[16,11 su padre Osiris». Fueron a buscar a Hoxus, hijo de Isis. Se le puso la corona blanca so-bre la cabeza y se le situó en el lugar de su padre Osiris. Se le dijo: «Tú eres el rey perfecto de Ta−meri! ¡Tú eres el buen señor VES. de todos los países hasta el final de los tiempos, hasta la eternidad!». E Isis gritó fuertemente hacia su hijo, diciendo: «¡Tú eres el rey perfecto! Wi corazón está en alegría, pues iluminas el país con tu brillo». Ptah el grande al sur de su muro, el señor de Ankh−Taui, dijo entonces: «¿Qué se va a hacer (ahora) con Seth? Pues he aquí que Horus ha sido puesto en el lugar de su padre Osiris». Y Pxa−Harakhti respondió: «Que se 28
me entregue a Seth, hijo de Nut, para que permanezca conmigo. estando cerca de mí como un hijo: él aullará" en el cielo y se le tendrá miedo». Entonces se /[16,51 vino a decir a Pre−Harakhti: «Hoxus, hijo de Isis, se ha alzado'°? como soberano VPS.». Y Pra−Harakhti se regocijó en extremo, después dijo a los dioses de la Enéada: «¡Aclamad, aclamad, (in-clinados) hasta la tierra, a Hoxus, hijo de Isis!». E Isis dijo: «¡Horus se ha alzado como soberano V.PS. Los dioses de la Enéada están al frente, el cielo se congratula; toman guirnaldas cuando ven a Horus, hijo de Isis, que se ha alzado como gran soberano VES. de Egipto. Los dioses de la Enéada, sus corazones están satisfechos, el país entero se alegra, cuando ven a Horus, hijo de Isis, a quien ha sido transmitida la función de su padre Osiris, señor de Busiris!» Ha venido felizmente (a su fin), en Tebas, el lugar de Justicia. HIMNO DE DIODORO DE SICILIA (I, 27,4)* (1 a. C Yo soy Isis la reina de toda la tierra, instruida por Hermes, y cuantas leyes he establecido nadie puede derogarlas. Yo soy la hija mayor del dios más joven, Cronos. Yo soy esposa y hermana del rey Osiris. Yo soy la primera en descubrir el trigo para los hombres. Yo soy la madre del rey Horus. Yo soy la que se eleva en la estrella en Canis Maior. La ciudad de Bubastis fue fundada por mí. Salud, salud, Egipto que me alimentó. HIMNO DE MESOMEDES (135 d.C.) A Isis. Un solo himno se canta, en la tierra y en las naves que surcan los mares. Baja ritos multiformes no hay más que un misterio: Isis en el creciente profundo, que en primavera, en verano y en invierno tiene las riendas que nacen nuevamente. Ellos te invocan, fuego del Hades, himeneo terrestre, trabajo de la vegetación, deseos de Chipre; ella te invoca, el nacimiento de todo lo pequeño, oh fuego perfecto, inefable; los Curetes de Rea, la cosecha de Crono, los astros en sus templos, todo forma coros en honor de Isis. HIMNO DE CIME (I−II d.C.)
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1 Demetrio, hijo de Artemidoro, también llamado Traseas, de Magnesia del Meandro, oración a Isis. 2 La copió de una estela de Menfis, que estaba junto al templo de Hefesto: 3 «Yo soy Isis, señora de toda la tierra; fui criada por Hermes, y junto con él descubrí la escritura sagrada y pública, para [que no sea escrito todo con la misma escritura. 4 Yo di las leyes a los hombres y establecí lo que era justo, [que nadie puede alterar. 5 Yo soy la hija mayor de Cronos. 6 Yo soy la esposa y la hermana del rey Osiris. 7 Yo soy la que descubrió a los hombres el grano. 8 Yo soy la madre del rey Horus. 9 Yo soy la que se manifiesta en la constelación del perro. 10 Yo soy a la que llaman `diosa' entre las mujeres. 11 Me construí la ciudad de Bubastis. 12 Yo separé la tierra del cielo. 13 Yo establecí los caminos de las estrellas. 14 Yo dispuse los caminos del sol y la luna. 15 Yo inventé la navegación. 16Yo engrandecí lo que era justo. 17 Yo uní al hombre y a la mujer. 18 Yo hice que la mujer alumbrara cada diez meses un feto. 19 Yo establecí que lo justo era que los padres fueran amados por los hijos. 20 Yo establecí que se castigara a los padres que se comportaban mal con sus hijos. 21 Yo puse fin, junto con mi hermano Osiris, a la antropofagia. 22 Yo di a conocer los misterios a los hombres. 23 Yo enseñé a los hombres a honrar las estatuas de los dioses. 24 Yo fundé los santuarios de los dioses. 25 Yo derribé los gobiernos de los tiranos. 30
26 Yo acabé con el crimen. 27 Yo dispuse que las mujeres fueran amadas por los hombres. 28 Yo hice más preciado lo justo que el oro y la plata. 29 Yo establecí que es justo que se tenga por hermosa la verdad. 30 Yo inventé los contratos matrimoniales. 31 Yo fijé las lenguas de griegos y bárbaros. 32 Yo hice que lo hermoso y lo vergonzoso se diferenciaran físicamente. 33 Yo hice que nada fuera más terrible que un juramento. 34 Yo entregué al tramposo a aquellos a quienes había puesto la trampa. 35 Yo decidí que se castigaran las acciones injustas. 36 Yo permití que se acercara el suplicante. 37 Yo honro a quienes se defienden con justicia. 38 Junto a mí prevalece lo justo. 39 Yo soy la señora de los ríos, vientos y mar. 40 Nadie alcanza la gloria sin mi consentimiento. 41 Yo soy la señora de la guerra. 42 Yo soy la señora del rayo. 43 Yo aplaco el mar y desencadeno 44 Yo estoy en el aura del sol. 45 Yo indico la ruta al sol. 46 Lo que pienso, se cumple. 47 Todo el mundo me obedece. 48 Yo libero a los que están encadenados. 49 Yo soy la señora de la navegación. 50 Yo hago innavegable lo navegable a mi antojo. 51 Yo construí las murallas de las ciudades.
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52 Yo soy la que llaman Tesmoforia. 53 Yo traje las islas del fondo del mar a la luz. 54 Yo soy la señora de la tormenta. 55 Yo venzo al Destino. 56 El Destino me obedece. 57 Salve, Egipto, al que yo nutro». Simbología mediterránea en Isis 63. También el sistro (seistron) indica que lo que tiene existencia debe ser sacudido (seíesthai) y jamás cesar de mo-verse, sino ser como despertado y agitado cuando entra en esta-do de somnolencia y de entorpecimiento. En efecto, dicen que con los sistros alejan y rechazan violentamente a Tifón"', dando a entender que, cuando el principio corruptor sujeta y retiene el curso de la naturaleza, de nuevo el poder de creación lo libera y restablece por medio del movimiento. Al ser el sistro de forma redondeada por arriba, su bóveda abraza los cuatro elementos que son sacudidos. También la porción del mundo que está sujeta a la generación y a la destrucción está rodeada por la esfera lunar y dentro de ella toda está sujeto al movimiento y al cambio por la acción de los cuatro elementos: fuego, tierra, agua y aire. En la cima de la bóveda del sistro cincelan un gato con rostro humano, y abajo, bajo los elementos que son sacudidos, de un lado el rostro de Isis, de otro el de Neftis, simbolizando con los rostros el nacimiento y la muerte (pues estos son cambios y movimientos de los elementos) y con el gato la luna, por el pelaje abigarrado, actividad nocturna y fecundidad del animal. Se dice, en efecto, que primero pare un gatito, después dos, tres, cuatro, cinco, y así, de uno en uno, incrementa el número hasta siete, de modo que en total pare veintiocho, cuantas son también las iluminaciones de la luna. Pues bien, esto tal vez sea pura leyenda; pero en sus ojos las pupilas parecen llenarse y dilatarse en luna llena, y disminuir y contraerse en las fases menguantes del astro. Con la figura humana del gato se representa la inteligencia y la razón que guían a las fases de la luna. Así nos habla Plutarco sobre este objeto conocido por formar parte importante del culto a Isis. Más allá de las consideraciones sobre si representa el firmamento o las fases de la Luna, lo cierto es que el que este autor ya se preocupase en su Moralia de tratar este objeto, nos da muestra de lo significativo que resultaba ya en su época. Sin embargo, y como podemos apreciar en la imagen superior, perteneciente al 600 a. C., la imagen que aparece en el mango no es el rostro de Isis, sino el de la diosa Hathor, que en Egipto tenía fiestas dedicadas al amor y el desenfreno alegre y feliz, por lo que hicieron de este objeto un importante fetiche cultual, usado en todas las ceremonias de cualquier dios que así lo requiriera aquí los gatos pueden ser muestra de que fue usado en los ritos a la diosa Bastet. Sin embargo, por los múltiples testimonios que nos han llegado, este objeto no fue usado exclusivamente en Egipto. La imagen de la izquierda nos muestra un sistro cretense, más tosco pero también mas antiguo que el anterior caso egipcio ya visto: pertenece a un período entre el 2100 y el 2000 a. C. Además, como podemos ver en las imágenes inferiores pertenecientes a una vasija de bronce llamada vaso Harvester, del 1550−1500 a.C, también en la cultura minoica estaba relacionado con las fiestas multitudinarias, y en ningún caso se puede descartas que no fuesen de ámbito religioso. Está claro que este objeto perteneciente a la cultura festiva y religiosa no puede que darse como propiedad de ninguna nación, ya que, quizás al sincretismo Isis−Hathor, Isis y su culto fueron máximos exponentes de la utilización de este objeto. Me explico: es indudable que el fenómeno que llevó a Isis a ser diosa de la unión amorosa entre mujeres y hombres, como también a la utilización del sistro como símbolo de la religión isíaca fue el fenómeno del sincretismo, que entre Isis y Hathor dio como resultado no solo estos dos rasgos, sino 32
también otros como la utilización de los cuernos y el disco solar por parte de Isis, cuando eran típicos de la diosa matrona Hathor. No creo que sea necesariamente ni este culto ni este fenómeno los responsables de la utilización de este objeto por parte de los cretenses, aunque el hecho de que tuviesen relaciones comerciales con Egipto atestiguados desde el 1166 a.C aproximadamente ayuda a ver una relación e incluso a pensar que el préstamo fuese al revés (o un objeto de transmisión indoeuropea quizás). En cualquier caso, lo que veo indudable es el hecho de que los restos romanos que representan a Isis o sus sacerdotisas con el sistro en la mano (arriba y a la izquierda) ha de ser la influencia posterior al sincretismo, que llevó a Isis a absorver muchos aspectos de diosas egipcias y ser la diosa mistérica todopoderosa que conocemos, relacionada con las Minerva, Ceres, Diana, Hécate y Afrodita, englobando los aspectos más importantes de las diosas helénicas, y además ofertando la binaventuranza no solo en esta vida, sino también en la del más allá. Sin embargo, este no es el único rasgo de la religión egipcia que es compartido con la minoica o la posterior cultura romana. Muy conocidas son las características de la activa sociedad cretense, pues sus obras artísticas y arquitectónicas nos han llegado hasta nuestros días con suficiente nitidez como para percibir de ellas estas características: gran relación con el mar, eran una cultura que navegaba y que, como la fenicia, se dedicaba a abrir relaciones comerciales con otras culturas y en otros países. Otra característica es su culto a la diosa madre, religión matriarcal, que queda patente en incontables figurillas femeninas como la que se ve debajo (1600 a.C), con pechos al descubierto, tocados enrevesados y, lo más importante, dos serpientes enroscadas en los brazos; esta relación también queda patente en las pinturas que nos muestran a estas diosas en un carro tirado por serpientes. Es interesante comentar que la serpiente como símbolo es entendida como benefactora a la vez que mortífera, siendo símbolo de vida y de muerte: es usada por los griegos como símbolo de la medicina, pero también es la terrible Pitón a la que Apolo da muerte para abrir su santuario en Delos. Igualmente para los egipcios era el símbolo de la destrucción, la terrible Apofis devoradora del mundo, pero también era símbolo de la medicina, a parte de diosas y dioses que la usan como signo por entenderse como protectoras del ser humano contra las serpientes, y símbolo también de sabiduría (Meresger, etc). A la izquierda podemos observar una estatuilla tebana del 1900 a.C, utilizada por un tal Rameseo en sus rituales mágicos, la cual nos muestra a la diosa Bastet con una máscara, complemento habitual en los rituales mágicos, llevando en sus manos unas serpientes. Peculiaridades de esta figura son, por ejemplo, los materiales: la diosa en de madera, mientras que las serpientes son de cobre. Esta figurita se encontró junto a unos papiros con fórmulas mágicas, cuentas y escarabeos de colores y algunas semillas. Sin embargo, aunque haya relación en la manera de mostrar este símbolo, las dos culturas lo entendían de una manera diferente, puesto que para los cretenses representaba a su máxima diosa, mientras que en el contexto egipcio solo era usado para algo como la magia, que no siendo minoritario ni poco respetado, y aun formando parte de fórmulas del culto, no es ni mucho menos el culto en sí o el poder divino por si mismo representado la figura minoica es una representación divina, la egipcia es un fetiche para ser usado. Igualmente podemos ver que, sea por la influencia que sea, bien por la helenizada Isis o por ser el símbolo de la serpiente algo universal, en el culto romano a Isis las serpientes también eran usadas de este modo: la imagen superior se corresponde a un relieve que ahora se encuentra en el musei vaticani, y que nos muestra una procesión isíaca en época romana. Con dificultad se puede ver que la sacerdotisa o adepta que abre la marcha tiene en su mano levantada una cobra enroscada y mirando al frente. Precisamente en esta fotografía se puede apreciar el uso de otros símbolos, como el sistro antes tratado (final de la marcha) o el cántaro, del que habla Apuleyo en sus Metamorfosis
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Como ya dijimos antes, la cultura minoica tenía unas características marcadas que nos han llegado con bastante nitidez, de las cuales ya expusimos que eran una cultura marítima y matriarcal, desde luego por sus ritos y su culto, aunque el rey fuese varón. Ahora bien, otra característica que marca el carácter minoico es el culto al toro (a la izquierda rhyton, cabeza de toro adorada en Creta en torno al S XVI a.C), como ocurre en otras civilizaciones mediterráneas, sin ir más lejos la egipcia, en la que Hathor como diosa−madre primera de Egipto era representada como una vaca; o la imagen física y viviente de Osiris era el toro blanco Apis, deificado y cuidado en el templo hasta su muerte, tras la que se le momificaba y enterraba con todos los honores, escogiendo otro para sustituirle como imagen de Osiris (o sea, Apis). La propia Isis, en su relación sincrética con Hathor, recoge en su imagen los cuernos con el disco solar propios de esta diosa nodriza de faraones (abajo a la izquierda, Isis con este tocado y Harpócrates en brazos, a punto de amamantarle), haciéndose partícipe también de esta faceta cultural común en la religión mediterránea, y que parece tener una especial relevancia, pues se sabe del toro blanco sobre el que monta Mitra, o que una de las pocas tradiciones que conocemos de los Íberos era su culto al toro, identificando su piel con la forma de nuestra geografía Así pues, se muestra aquí otro elemento en común entre estas culturas, pero que, llendo más allá de lo ya dicho, llega a reflejarse en una estatuilla cretense de una diosa concentrada, como invocando algo, que no sólo tiene unos cuernos, parecidos a los hathóricos, sobre su diadema, sino que detrás lleva un montículo que me recuerda a las flores y capullos que se usaban en Egipto sobre las pelucas para darles buen olor, y que también llevan algunas diosas en sus representaciones pictóricas.
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