Discurso de Orden pronunciado con ocasión del inicio de actividades de. la Cátedra Fernando Cabieses

Discurso de Orden pronunciado con ocasión del inicio de actividades de la Cátedra Fernando Cabieses Me es indispensable traer a nosotros el recuerdo

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INICIO: ACTIVIDADES PREVIAS
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Discurso de Orden pronunciado con ocasión del inicio de actividades de la Cátedra Fernando Cabieses

Me es indispensable traer a nosotros el recuerdo de la obra de Fernando Cabieses, prolífica y abundante desde que egresó en 1945 de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde estudió medicina y paralelamente, Ciencias Biológicas. En mi estudio de la obra intelectual de Fernando Cabieses, pude identificar, quizás por interesante casualidad, el desarrolló de temáticas que cubren períodos de aproximadamente diez años de su vida que luego persisten y se entrelazan.

Entre 1945 y 1955, su primera década de trabajo académico, Cabieses publicó más de 50 artículos científicos en diversas revistas principalmente en la de la Sociedad de Neuropsiquiatría de Lima, producto de sus estudios y las investigaciones realizadas al retornar de la Universidad de Pennsylvania donde se especializó en Neurología y Cirugía Cerebral

La obra de esa primera década lo presenta ya, con la característica que será su marca de vida, un pionero audaz en búsqueda de la riqueza del conocimiento. Fernando Cabieses fue pionero en el tratamiento quirúrgico 1

de los aneurismas cerebrales pero también, y lo vemos en su Tesis de Doctorado en Ciencias Biológicas de 1946, es el primero en analizar científicamente el por qué del consumo de la hoja de coca entre los indígenas peruanos. De esta primera etapa, destaca su investigación “El sistema nervioso vegetativo cardiovascular y la vida en las alturas que resultó sumamente valiosa para la aviación, siendo invitado a los laboratorios Randolph Field en Texas donde se realizaban estudios similares. De igual forma destaca su extensa monografía sobre “El tronco encefálico en las lesiones expansivas supra tentoriales”, tesis de Doctorado en Medicina, que lo hizo acreedor al Premio Javier Prado del Certamen Nacional de Fomento a la Cultura, publicada en 1956. Entre estos años, Cabieses fundó los servicios de Neurología en el Instituto de Enfermedades Neoplásicas, en el Hospital del Niño, en el Hospital Loayza, en el Dos de Mayo, y en los 3 hospitales de la Fuerzas Armadas, reafirmando su carácter pionero y de servicio.

En la segunda década de trabajo, entre 1956 y 1965 vemos aparecer en la obra de Fernando Cabieses, junto a varias decenas de artículos científicos médicos, otros temas como: La trepanación del cráneo en el Antiguo Perú, Reflexiones sobre el Indígena y, La Terminología Neuropsiquiátrica en el Quechua del Siglo XVI. Todas estas obras reflejan la búsqueda de Fernando Cabieses por encontrar solución a una nueva inquietud, y a la vez, antigua angustia: La presencia cultural del indígena en nuestra sociedad. Cabieses nació en Mérida, México, en 1920, hijo del peruano Eduardo Cabieses Valle-Riestra, cónsul de nuestro país en esa ciudad. Vivió las secuelas de la revolución mexicana que derivaron en la pérdida de la fortuna familiar, pero aprendió de la búsqueda de justicia y de equidad. Hay un sentimiento de solidaridad cristiana profundizado quizás,

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como él nos comentó, por haber hecho su primera comunión en un sótano de la ciudad de Veracruz ocultándose de la persecución anticlerical.

La observación durante su adolescencia del movimiento indigenista mexicano trazó su sensibilidad adulta y su interés y simpatía por el movimiento indigenista de nuestro país del cual se convertirá en un militante científico, y desde la investigación científica de la historia del antiguo Perú se propuso motivar su renacimiento cultural.

Hurgó en el pasado para crear verdades al futuro a partir de una inquietud motivadora que nos expresó alguna vez. ¿Cómo un país con un pasado cultural indígena de enorme importancia puede vivir de espaldas a él observándolo con desprecio o ignorándolo? Para la sensibilidad, cultura e inteligencia de un hombre que había aprendido del orgullo mexicano por su cultura, resultaba chocante esta carencia de criterio de nuestra sociedad, ese pensamiento inexistente hacia lo indígena, como él lo describía. Ese vacío egoísta y discriminatorio a pesar de ser un país construido sobre lo indígena.

En los años sesenta y en la búsqueda de estas respuestas, la investigación por las trepanaciones craneanas pudo ser el resultado final entre el científico neurocirujano y el conocimiento médico prehispánico, pero la relación fue más compleja. Permitió la aparición del militante social que amaba a su sociedad y el conocimiento científico era su manera de aproximación. El estudio de la Coca, había iniciado al Fernando Cabieses social, al antropólogo, que no sólo observó la planta y sus efectos. Observó su uso como instrumento del dominante hacia el dominado. Cabieses rechazó a la coca como la causa del atraso indígena y la observó como el paliativo ante el extremo cansancio del indígena por tanto abuso social. 3

A partir de esa experiencia, el conocimiento y la ciencia serán sus instrumentos para la transformación social. Fernando Cabieses fue un militante político de los valores de solidaridad y democracia. Supo plantear su verdad y sostenerla independiente de los adjetivos políticos, mantuvo su independencia personal a pesar de su militancia partidaria. Fue un militante pero antes un ser autónomo que nunca se refugió en el grupo.

Del 65 al 75, en su tercera década de labor intelectual, su preocupación por el país lo llevó a ocuparse de otro tema clave para el desarrollo nacional como es la educación. Le preocupó la educación en medicina y dejó San Marcos para fundar la Universidad Cayetano Heredia, de la cual se apartó por su preocupación pionera sobre el énfasis en la formación humana del médico, evitando el cientificismo. Le preocupó también el acceso a la educación y promovió un fondo de becas que dio origen al Instituto Peruano de Fomento Educativo. Es indispensable destacar también su preocupación pionera por el Por Qué y el Cómo en la educación, vinculados al gran problema que hoy todos comentan cual es, el desarrollo de la investigación y el uso de la Tecnología. Si el educador no estimula los Por Qué, escribió, es imposible que aparezca la actitud de la investigación, es decir, el pensamiento científico. Podrá aprender el Cómo usar la tecnología, pero la tecnología sin este pensamiento, sin la ciencia, nos obliga a usar la tecnología de otros. Cabieses nos enseñó como la libertad se expresaba creativamente en la investigación y que fue esta un rasgo principal de las culturas prehispánicas que las convirtieron, hasta hoy, en los mayores desarrolladores genéticos de alimentos y plantas medicinales para el mundo. Y nos ilustró también en la ideología educativa proveniente de nuestro pasado hispánico, el conservadurismo español dogmático de la época, que acuñó frases como 4

“… dejémonos de químicas, que nuestros antepasados curaron bien sin estas novedades …”, temas que él destacó en su ensayo: Educación para la Ciencia y Tecnología, para referirnos a continuación que “es ese Pensamiento Dogmático el que hace que nuestros jóvenes y niños sean obligados a memorizar lo que dijo –y sólo lo que dijo- el maestro … o el libro”.

El aporte a la educación se manifestó en importantes títulos publicados como: Nuestras necesidades educativas, Tecnología y Educación Permanente, La Tecnología de las Comunicaciones y la Educación, Educar para el Desarrollo del Hombre, Educación para el Renacimiento Rural, Cambios en la Educación para el Cambio, Las Migraciones Intelectuales y Educación para la Ciencia y Tecnología y otros tantos títulos más. Una intensa vida académica que lo hizo miembro y directivo de innumerables sociedades científicas, profesor emérito de las 7 universidades públicas más importantes del país, profesor clínico de Neurología de la Universidad de Miami, además de creador del Museo Peruano de Ciencias de la Salud y del Museo de la Nación, entre otras actividades académicas y que lo hicieron merecedor al grado de Amauta en Ecuador y de las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta en nuestro país.

De 1975 a 1985, su cuarta década de labor académica, Cabieses retornó a su pasión por la Botánica, y a sus estudios sobre la Coca, ampliando sus investigaciones al San Pedro y a la Ayahuasca. Investigó el uso del Tabaco, el chamico, y el floripondio. Estos estudios lo hicieron acreedor al Premio Roussel en 1988 por su ensayo: Las plantas mágicas del Perú primigenio. Sus investigaciones sobre estas y otras plantas nos muestran su rol de antropólogo e historiador que lo convierte en experto de la medicina pre hispánica. Como antropólogo observó que el uso de los alucinógenos por 5

las poblaciones nativas estaba alejado al placer, al escapismo o la adicción. Su uso respondía a un acto serio y aceptado por la sociedad en que se realizaba, ceñido a ritos vinculados al plano más elevado de la vida cultural de esos grupos humanos. Como neurólogo investigó la acción de estas plantas en aquellos complejos procesos que se gestan más allá de la conciencia como son, las premoniciones, las alucinaciones, los ensueños, la afloración de memorias instintivas o genéticas, es decir, las funciones psicológicas subconscientes y su actuación sobre los transmisores químicos que interconectan las neuronas. Estos estudios de la psicofarmacología le permitieron relacionar la acción de los alucinógenos con la génesis del pensamiento esquizofrénico. En 1979, junto a Alberto Seguín desarrolló el Primer Congreso de Medicina Tradicional. Sólo un año después que la Organización Mundial de la Salud, había decidido promover la incorporación de la medicina tradicional de cada nación en los planes de salud de cada gobierno. Sin embargo, Fernando Cabieses fue amonestado por el Colegio Médico de entonces, por tratar de romper las barreras que separaban a la medicina oficial de la medicina tradicional recibiendo felizmente, el respaldo de prestigiosos colegas.

El estudio de la botánica lo llevó, en la quinta década de labor académica entre 1985 y 1995, y siempre paralelo a su rol de neurocirujano, a profundizar el estudio de la medicina tradicional de nuestro país. Cabieses, inició esta década publicando en 1986: Definición y delimitación del concepto de Medicina Tradicional, así como, Medicina Tradicional y el Perfil Profesional de Médico. En 1990, el Ministerio de Salud crea el Instituto de Medicina Tradicional del cual Fernando Cabieses fue promotor y fundador. El Perú, gracias a este esfuerzo de Cabieses fue el primer país 6

en Latinoamérica en cumplir con las recomendaciones de la OMS y pionero en el continente en el desarrollo de conocimientos sobre la medicina tradicional y las plantas medicinales de nuestro territorio.

Pero como siempre sus investigaciones irán más allá hurgando en lo que él llamó la irracionalidad de la antigua medicina peruana, lo mágico, lo místico, el pensamiento chamánico. Cabieses nos dijo que a diferencia del dominio científico, el pensamiento chamánico acepta cualquier verdad de origen popular, no piensa que existen imposibles. A contracorriente de la ciencia no estructura paradigmas para su desarrollo sino incorpora conocimientos tanto antiguos como los más modernos, y destaca de este pensamiento, su visión holística de la salud humana que la medicina actual debe recoger, más allá de quedarse con la sabiduría de tal o cual planta.

Con estas investigaciones, Cabieses ingresó a terrenos que nos confesó, lo atraían y asustaban. Fue más allá de lo explicable demostrando su raíz de investigador nato, pero actuando con el respeto de lo que no puede decirse como verdad. Cabieses nos dijo, exponía el problema. Así, investigó lo místico y lo mágico, expresando su sentir y dejando al lector que entienda con total libertad.

Y así definió la investigación, un constante planteamiento de dudas que se responden y generan nuevas. Debemos dudar, nos decía, mientras más dudes, más maravilloso ha de ser tu despertar. Si dudas poco tu despertar será mediocre. Y si no dudas ¡nunca despertarás! Así definió la investigación, su gran pasión.

Fernando Cabieses entrevistó chamanes, probó sus alucinógenos. Su pasión por la ciencia lo llevó al más allá de la ciencia para retornar con 7

sabiduría y enseñarnos que la verdad en la ciencia no existe. Fernando Cabieses destacó con sus investigaciones sobre la uña de gato, la maca, el ají y muchas otras plantas pero se acongojaba humilde al decirnos que lo por él escrito no es ni la cincuentava parte de lo aprendido y observado en cada mercado en sus innumerables viajes a lo largo del país. Fernando Cabieses quiso ir más allá de curar la enfermedad física incorporando el deseo de aliviar el sufrimiento. Puso mucho cuidado en enseñar a los alumnos de medicina la diferencia entre enfermedad y dolencia. Esta última nos dijo es el sufrimiento, la repercusión que la enfermedad tiene sobre la persona humana, sea el enfermo o quienes lo aman y por ello su afán de formar en estas aulas un médico humanizado, sensible, que pueda dar amor y curar también el alma.

Fernando Cabieses fue un sabio, un orientador y líder por su intelecto y bonhomía pero también un aventurero no sólo de la ciencia, sino de retos como para acompañarme a emprender un proyecto tan difícil y trascendente como una nueva universidad que fue la pasión de su última década de vida. Todo ello nos hizo sentirnos honrados de haber gozado de su conversación, de haber sido tocados con el ejemplo de su fructífera vida. Una vida rica en conocimientos, en un hombre, quizás por ello, ajeno a los bienes materiales. Una vida que excedió lo que cualquiera de nosotros soñaríamos vivir en la nuestra, médico ilustre, científico, antropólogo, músico intérprete del trombón, campeón de lucha libre, novelista, viajero incansable. La Cátedra esperamos, será nuestro homenaje permanente al Maestro, al Dr. Fernando Cabieses. Muchas gracias,

José Dextre Chacón, Lima, abril del 2013. 8

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