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Doña Francisquita Comedia lírica en tres actos Texto original de FEDERICO ROMERO y GUILLERMO FERNÁNDEZ SHAW Inspirada en la comedia de Lope de Vega «La discreta enamorada» Música de AMADEO VIVES
PERSONAJES Y REPARTO
FRANCISQUITA ................................... MARY ISAURA AURORA LA BELTRANA ......................... CORA RAGA DOÑA FRANCISCA ........................... FELISA LÁZARO IRENE LA DE PINTO .................... BEATRIZ CERRILLO LA BUHONERA .................................... SRA. ARANDA DOÑA LIBERATA .......................... SRA. MARTÍN (A.) DOÑA BASILISA ................................. SRA. ÁLVAREZ FERNANDO ................................ JUAN DE CASENAVE DON MATÍAS .................................... RICARDO GÜEL CARDONA ................................. ANTONIO PALACIOS LORENZO PÉREZ ............................. JUAN FRONTERA JUAN ANDRÉS ...................................... SR. GALERÓN EL LIBERAL .......................................... SR. FLAQUER UN CURA ............................................ SR. MONTANY EL LAÑADOR ........................................... SR. CRESPO COFRADE 1. ................................. SR. DE RUEDA (V.) EL SERENO ............................................ SR. LARRICA .
Estrenada el 17 de octubre de 1923 en el Teatro Apolo de Madrid.
ACTO PRIMERO Una plaza de Madrid con soportales. En esta plaza está enclavada la casa de doña Francisca Coronado, viuda todavía joven, que allí vive con su hija Francisquita. En la plaza se encuentra la «Botillería del Manchego», establecimiento propiedad de Lorenzo Pérez, y una iglesia con escalinata de varios peldaños. Es de día. Atraviesan la escena el lañador y la buhonera, ambos anunciando su trabajo y sus mercancías. Aparecen después Fernando y Cardona. El primero es un joven estudiante con ribetes de poeta, y el segundo también estudiante y más vivo que el hambre. Los dos acuden a la boda de su amigo Vicente; pero Fernando ve aparecer a Aurora la Beltrana, cómica del Teatro de la Cruz, garbosa, bella y provocativa, a quien acompaña Irene la de Pinto, otra bolera del mismo corral. Fernando está enamorado de Aurora, pero ésta, mujer esquiva y temperamental, acostumbra a darle desplantes y esquiva a Fernando, dándole celos con Lorenzo, quien poco después aparece en compañía de su amigo Juan Andrés; y Aurora y su amiga Irene http://lazarzuela.webcindario.com/
se marchan con estos dos majos, dejando a Fernando desesperado. Airadamente avanzaría sobre Lorenzo si Cardona no estuviera al quite, conteniéndole y haciéndole ver lo ridículo de su situación. Mientras tanto, Francisquita, la «discreta enamorada» de Fernando, ha aparecido en la puerta de la iglesia y ha observado las miradas de Fernando y Aurora. Francisquita sufre en silencio, pero está dispuesta a utilizar todo su ingenio para conseguir que Fernando se fije en ella. Nada más difícil, puesto que Francisquita permanece bajo la vigilancia de su madre, doña Francisca, y tiene poca libertad de movimientos. No obstante, aprovechando el momento en que doña Francisca se despide de sus amigas doña Basilisa y doña Liberata, dos devotas ancianas, Francisquita deja caer su pañuelo, que Fernando recoge. Esta situación la aprovecha Francisquita para reconocer su pañuelo amorosamente y mantener así un rato de charla con Fernando, charla cuya intención solamente Cardona llega a comprender.
LAÑADOR
BUHONERA
LAÑADOR AGUADOR BUHONERA LAÑADOR BUHONERA LAÑADOR BUHONERA LAÑADOR CARDONA FERNANDO 2
¡El lañador! El que tenga tinaja que componer, que me diga que suba porque yo sé remendarla y zurcirla con el punzón. Ha llegado, señoras, el lañador. Veinte alfileres doy por un cuarto. ¿Tienen pellicas para vender? ¡Hiladillos de Granada! ¡Agujillas de coser! ¡Adiós, paisano! ¡Adiós, galán! ¿Paisano has dicho? ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Hago por dos cuartos una ratonera! ¡Vean el surtido de la buhonera! ¡Cántaros viejos compongo yo! ¡La buhonera! ¡El lañador! Vamos a ver lo que pasa en la boda de Vicente. ¡Mírala por donde llega! ¡Cómo la mira la gente! http://lazarzuela.webcindario.com/
CARDONA FERNANDO
AURORA CARDONA AURORA
CARDONA FERNANDO CARDONA
FERNANDO IRENE AURORA
IRENE FRANCISQUITA DOÑA FRANCISCA DOÑA LIBERATA DOÑA BASILISA FERNANDO FRANCISQUITA AURORA FRANCISQUITA FERNANDO
Pero ¿no me oyes, Fernando? No puedo oírte, Cardona. Para mí no hay más derecho ni más ley que esa persona. ¡Aurora de mi día, estrella de mi cielo...! ¡Jesús, qué dos figuras! Nos va a lucir el pelo. Aurorilla, la Beltrana, soberana del bolero, ni se rinde por zalemas ni se vende por dinero. En la calle del Soldado come, duerme y vive sola. El que quiera conquistarla pida la vez en la cola. ¡Eso es una bola! ¡Es verdad que se la rifan! No se lo digas, melón, que hay que conocer el corazón de la mujer. ¡Quien supiera en el libro leer de un corazón de mujer! ¿Nos vamos o no? Con el desplante se asustó. Así podrá ver que yo soy ¡una mujer! ¡Serás siempre la misma! ¡Qué cosas tienes, mujer! ¡Cuánto la quiere el que adoro! ¡El sermón del padre Lucas fue una hermosa perorata! ¡Qué sermón, doña Francisca! ¡Digo, doña Liberata! No me niegues tu albedrío, que es el bálsamo vital! ¡Cómo le esquiva la ingrata! Me parece, don Fernando, que te han dirigido mal. ¿Por qué le quiero yo así? ¡Por Dios, contesta que sí!
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DOÑA FRANCISCA DOÑA LIBERATA DOÑA BASILISA DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA LORENZO JUAN ANDRÉS LORENZO AURORA
FERNANDO CARDONA
FERNANDO CARDONA FERNANDO DOÑA FRANCISCA CARDONA FERNANDO DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA DOÑA FRANCISCA CARDONA FRANCISQUITA CARDONA
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¡Qué magnífica oración! ¡Fenomenal! ¡Ay, qué sermón! ¡Qué bien está! ¡Quiérole sin que el me quiera! ¡No hay una desgracia igual! No tienen prisa. Velas allí. ¡Eh, Beltraneja! ¿Pero es a mí? ¡Si es mi Lorenzo! Fernando, adiós. Vamos, Irene, que están los dos. Ese sí que es un hombre con circunstancias, con circunstancias. ¡Malhayan las mujeres! Le desafío. ¡Guárdate, que si él te calienta no tendrás frío! ¡Mírala cómo se ríe! ¡Mírala tú! Tú no mires, porque haces el bú. Yo la quiero mirar, porque es mi vida y mi luz. Adiós, doña Basilisa. Adiós, doña Liberata. Fíjate, que no es ésta costal de paja. Para mí, sin Aurora, no habrá consuelo. Nos miran esos hombres; la vista baja. Déjame, madre mía, que mire al cielo. No repliques, bachillera. ¡Ah! Fíjate en sus ojos bellos. ¡Ah! Si a los ojos me mirara toda el alma viera en ellos. El pañuelito se le cayó. http://lazarzuela.webcindario.com/
FERNANDO
FRANCISQUITA FERNANDO DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA
FERNANDO FRANCISQUITA DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO DOÑA FRANCISCA CARDONA
FERNANDO FRANCISQUITA
FERNANDO
Deja, Cardona; lo cojo yo. Señorita... Caballero... Que os detenga, perdonad. ¿Qué es, Francisca? Nada, madre. El pañuelo que me da. Esperad, no sé si es mío. Al descuido se os cayó. No lo tengo en esta manga. Corta la conversación. Ni tampoco en esta otra. De que es vuestro yo doy fe. ¿Está un poco descosido? En efecto. Ya está bien. Por ventura, ¿es de encaje? Sí, yo os lo fío. ¿Tiene marcas en rojo? Son de advertir. Un corazón que sangra. Ese es el mío. Y una efe. Francisca quiere decir. ¡Es muy hermosa! ¡Gracias a Dios! Y he de advertirte, para inter nos, que, la madre y la hija, me gustan las dos. ¡Es deliciosa! ¡Oh, perdonad! Aunque las señas coinciden con mi pañuelo bordado, si alguna dama pregunta que si lo habéis encontrado, decidle vos que aquí vive la viuda de Coronado, y que su hija lo tiene para su dueña guardado. Perded, señora, cuidado. http://lazarzuela.webcindario.com/
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DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA CARDONA DOÑA FRANCISCA FRANCISQUITA CARDONA FRANCISQUITA DOÑA FRANCISCA FERN. Y CARD. BUHONERA LAÑADOR FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA
Pero ¿aún no habéis acabado? No está de más lo parlado. Ya he comprendido el recado ¡Cuidado! ¡Guardado! ¡Recado! ¡Y van dos! ¡Quedad, señores, con Dios! ¡Quedad, señores, con Dios! ¡Marchad, señoras con Dios! ¡La buhonera! ¡El lañador! ¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós!
Bella, cortés y discreta le parece Francisquita a Fernando, y Cardona suscita en él el deseo de dar celos a Aurora por medio de Francisquita. Le hace notar que el pañuelo de Francisquita no cayó por casualidad, pero Fernando asegura que no puede ver a una hermosa quien ciego por otra está. Fernando está dispuesto a marcharse, pero Cardona le recuerda que han recibido el encargo de avisar al cura y al sacristán para que preparen todo para la boda, pues a las doce ha de llegar el cortejo nupcial. Hacen mutis los dos hombres e inmediatamente sale Francisquita de su casa trayendo un cestillo de tortas que coloca sobre un puestecillo al borde del portal.
FRANCISQUITA
FERNANDO
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Peno por un hombre, madre, que no me quiere. ¡Cómo se lo digo, madre, para que el hombre se entere! ¡Qué feliz sería, madre, si me quisiera! Pero ¡cómo va a quererme, cuando yo peno y él no se entera! Siempre es el amor, siempre es el amor travieso y hace suspirar, hace suspirar por eso. El que quiere y no es querido nunca se debe dar por vencido. http://lazarzuela.webcindario.com/
CARDONA
FRANCISQUITA
FERNANDO
FRANCISQUITA
¿Has oído, Cardona? ¡Qué maravilla! Pues sí que tiene razón esa letrilla. Cuando el hombre más pintado se encalabrina, buscar deberá el olvido, que es la mejor medicina. Porque al hombre más pintado ¡quién le promete que una niña, si se empeña, no ha de tratarle como un juguete! Siempre es el amor, siempre es el amor travieso y hace suspirar, hace suspirar por eso. El que quiere y no es querido nunca se debe dar por vencido. Amor, amor... No juegues con mi corazón. ¡Amor, amor! ¡Amor!
Francisquita queda sola y se lamenta de su situación. Aparece después don Matías, un anciano sano y limpio que trae un ramo de lilas. Don Matías –que es el padre de Fernando– está enamorado de Francisquita y aquel día se halla dispuesto a declararle su amor y hacer su petición oficial de matrimonio. Aparece también doña Francisca y la situación se plantea un tanto equívoca, ya que doña Francisca piensa que es a ella a quien hace don Matías su proposición de matrimonio. Naturalmente todo son facilidades y el rostro de don Matías se alegra. «Un marido sensato, un marido formal, que haga honor al contrato matrimonial». Esto es lo que propone don Matías y Francisquita, que se da cuenta de la equivocación, sigue la broma hasta que al fin cae doña Francisca en la realidad y también en un medio desmayo. Francisquita decide entonces –astutamente– fingir un sí, dispuesta a llevar adelante la oportunidad de que Fernando se fije en ella. Segura de su idea empieza por decirle a don Matías que su hijo le escribe cartas de amor. Don Matías quiere castigar al bergante de su hijo y Francisquita le ruega que solamente le diga que no vuelva a poner sus miradas en ella. Se va don Matías airado y Francisquita entra en su casa, apareciendo después Aurora con su amiga Irene, Lorenzo y Juan Andrés; éstos últimos se despiden de las dos mujeres al mismo tiempo en que Fernando y Cardona salen de la iglesia. Quedan los cuatro frente a frente. Cardona ha insistido a Fernando para que acierte a darle celos a Aurora, y como Fernando pide ayuda, es Cardona quien le habla a Aurora de una tal Encarnación –pura invención de Cardona– que a su amigo http://lazarzuela.webcindario.com/
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Fernando le tiene sorbido el seso. La contestación de Aurora, dura e ingeniosa, no se hace esperar exaltando hasta el límite a Fernando, que llega a jurar a Aurora que llegará a suplicarle que le mire por favor. Por el momento Aurora tiembla comprendido que tal vez se ha extralimitado en sus desplantes, pero sin decidirse a ceder, se retira con Irene.
CARDONA
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AURORA
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Allí la tienes: prepárate para enrabiarla con tu desdén. Dale tú celos. Yo no sabré. No mires, chica; sígueme a mí, no se figuren que estar aquí no es coincidencia sino un ardid. Hagan el favor, señoras, de decirme, si lo saben, donde vive en esta plaza una tal Encarnación, que a mi amigo don Fernando le ha sorbido todo el seso y, aunque sabe que aquí vive, no conoce su mansión. No es ingeniosa vuestra invención; pero merece contestación. Va a contestar altiva y fiera. ¡Vaya una manera de rabiar! Su merced no es el primero, su merced no es el segundo; su merced es... el tercero que me viene a preguntar. Y, por no perjudicarle si cobró la tercería, le diré sencillamente que se acaba de mudar. ¿Qué ha contestado? Que este papel lo hacen las viejas con mucho aquel. http://lazarzuela.webcindario.com/
AURORA
FERNANDO
AURORA FERNANDO AURORA CARDONA AURORA FERNANDO AURORA
FERNANDO AURORA
FERNANDO IRENE CARDONA AURORA FERNANDO AURORA Y FERNANDO CARDONA AURORA
Y le puede usté añadir que a esa tal Encarnación no la debe hacer sufrir su volcánica pasión... Y que el modo de triunfar en las cosas del querer no es dar celos, sino dar... en el quid de una mujer... Dile tú que su querer de mi pecho se borró; que no vuelva a suponer que por ella sufro yo. ¡Ah! ¡No! Diga usté que ya le vi de coraje y de rabia temblar. Tú responde que de mí no se vuelva en su vida a acordar. Por mi parte... tururú que en latín significa, que en paz. No respondas... porque tú de insultarla serías capaz. ¿Es usté su ama de cría? ¡Y se burla todavía! Mira qué dos palominos, tan iguales, tan atontados. ¡Ay! ¡Los pobres están cortados! Están pasmados de tu frescura. Se me figura que al mirarme así, quedaron los dos prendados de mí. Vamos, tú. Anda ya. Vámonos. Déjala. ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja, ja! Esta carcajada suena a funeral. ¿De qué te finges valiente si estás, de verme, temblando? http://lazarzuela.webcindario.com/
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FERNANDO
AURORA FERNANDO AURORA IRENE FERNANDO CARDONA
Vete a buscar la calesa que te espera Encarnación. Yo te juro que has de verme de su brazo en el paseo y que vas a suplicarme que te mire por favor. ¡Ay, madre mía! ¿Será verdad? ¡Voy a hacer una barbaridad! Vamos ya. Vamos ya. Anda ya. Déjala.
Se han marchado las dos mujeres dejando a Fernando desolado. Por si poco le faltaba, aparece su padre, don Matías, que le acusa de perseguir constantemente a una mujer. Fernando no lo niega, puesto que cree se refiere a Aurora y solamente arguye que no es de desvergonzados querer con todo el corazón a una mujer. Don Matías, indignado, asegura que se ha de casar con ella y Cardona piensa que don Matías no está bien de la cabeza. Fernando asegura que aquella mujer le da celos con otro que la corteja y don Matías dice: «no es con otro, sino conmigo». Don Matías le asegura que ha de casarse con esa mujer y Fernando queda aterrado. Le dice también que esa mujer se queja de que le manda muchos recados y esquelas, pero de casamiento nada. Fernando no comprende cómo aquella mujer quiere casarse con él, y los dos estudiantes se marchan asustados, dejando a don Matías totalmente confuso. Don Matías entra en casa de Francisquita para aclarar las cosas. Comienzan a sonar alegremente las campanas de la iglesia y aparecen los novios y los padrinos seguidos de toda una comitiva de modistillass y estudiantes, invitados a la boda.
ESTUDIANTES
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Cuando un hombre se quiere casar, si puede ser, ha de mirar la gracia de la mujer. En el amor la belleza es lo primero; mas lo mejor es el garbo y el salero. Gentil mujer: tu gracia sin rival nos tiene que vencer. Cuando un hombre se quiere casar, si puede ser, http://lazarzuela.webcindario.com/
UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS UNOS OTROS FERN. Y CARD.
ESTUDIANTES
MODISTAS
TODOS
ha de mirar la gracia de la mujer. ¡Ya están aquí! ¡Llegando van! ¡Mirad! ¡Mirad el garbo madrileño! ¡Venid! ¡Llegad! ¡Viva la sal! ¡Reíd! ¡Cantad! ¡Olé! ¡Bien va! ¡Qué envidia dan tus flores! ¡Me muero por tus amores! ¡En tu cara miro el cielo! ¡Me ciega tu resplandor! ¡Tú serías mi consuelo! ¡Ay, quién pudiera conseguir tu favor! ¡Ya llegan! ¡Viva el rumbo, viva el buen humor! Ya viene aquí la flor de lo castizo; diciendo van lo bien que Dios las hizo. No igualan su hechizo en todo Madrid. ¡Vivan las mujeres finas y arrogantes! ¡Olé ya! Dime tú si quieres a los estudiantes. ¡Bueno va! Si una niña se llega a casar, en el amor ha de encontrar lo bueno de lo mejor. Unidos van el amor y la alegría. Cortejo dan a la novia en este día. ¡Reíd, reíd!
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CARDONA
TODOS CARDONA
TODOS
FERNANDO
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Que acaba de pasar la gracia de Madrid. Ved que en todos los lances de amor ha de vencer, sin vacilar, la gracia de la mujer. Amigos, oídme: en estos instantes yo quiero ofrendaros mis flores fragantes. Ahí va, con mi alma entera, mi canción de primavera. ¡Cantad! Canto alegre de la juventud que eres alma del viejo Madrid: vuela ya y, en tu volar de pájaro, pregona nuestro júbilo por los celestes ámbitos. Canto feliz, tú que puedes volar, difunde hasta el sol la dicha de amar. Contigo quisiera la primavera y el amor cantar. Gozad la primavera de vuestra vida; muy juntos gozad. Las penas ya muy lejos están. Pero el encanto de aquel momento en que os jurasteis amor eterno, nunca, nunca volverá. Si es igual amor que primavera, debéis amaros la vida entera y eterno así, será vuestro abril. ¡Viva el alma juvenil! http://lazarzuela.webcindario.com/
TODOS
ESTUDIANTES
Canto alegre de la juventud que eres alma del viejo Madrid; vuela ya y, en tu volar de pájaro, pregona nuestro júbilo por los celestes ámbitos. Canto feliz, tú que puedes volar, difunde hasta el sol la dicha de amar. Y en la primavera que nos espera suena sin cesar. ¡Suena tú, que sabes al amor cantar! Cuando un hombre se quiere casar, si puede ser, ha de mirar la gracia de la mujer.
Don Matías sale de casa de Francisquita limpiándose el sombrero con una manga y muy cariacontecido. Después de ver a su hijo, se encasqueta el sombrero bruscamente y se planta en una actitud de indignada apostura; entonces recrimina duramente a Fernando y a Cardona por haber dicho de Francisquita que es casquivana y coqueta cuando ella se niega a admitir sus recados, pese a que Fernando la llama continuamente y la escribe cartas y cartas. Le indica a Fernando que ya puede hacer la maleta, puesto que su sola presencia le irrita. La decisión está tomada. Fernando partirá al instante para alejarse de Madrid. Por fin Cardona empieza a darse cuenta de que don Matías habla de Francisquita y queda sorprendidísimo. Se marcha don Matías irritado, y los dos jóvenes recapacitan sobre la situación. Cardona, que se va dando cuenta de todo, insiste en que el pañuelito que se le cayó a Francisquita fuera algo más que una simple casualidad. El pañuelo lo dejó caer adrede y a don Matías le dice que Fernando la escribe; eso quiere decir que la escriba, por lo que anima a Fernando a que coquetee con Francisquita, pues es una buena oportunidad para dar celos a Aurora. En esa situación aparece Francisquita para recoger su puesto y pregunta a los dos estudiantes si quieren alguna cosa. Con un juego de palabras Cardona empuja a Fernando, que intenta dar explicaciones sobre el asunto de las cartas a las que aludía don Matías. Pero Francisquita no está interesada por esas explicaciones y decide contar a Fernando un pequeño cuento.
FRANCISQUITA FERNANDO CARDONA
Ese es mi nombre. Nombre divino. Ya me parece que está en camino. http://lazarzuela.webcindario.com/
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FERNANDO
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CARDONA
FRANCISQUITA
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Yo quiero daros explicaciones, pues me figuro que algún bribón mi nombre honrado tomó el menguado para fingiros una pasión. ¡Pues vaya modo de comenzar! ¡Lo ha echado todo, todo a rodar! ¡Ah! ¿No era usté? Juro que no. Alguien, entonces, lo simuló. Ningún recado yo os he mandado, ni a vuestra reja vine jamás. Todo el zurcido se ha descosido. ¡Bien lo merezco; no lo haré más! No os sofoquéis, Fernando, que acaso la invención fue de alguien que ha querido hacer la imitación de un cuento que mi abuela solíame contar. ¿Os divierten los cuentos? ¿Lo queréis escuchar? Era una rosa que en un jardín languidecía de casto amor por un ruiseñor, mientras un zángano zumbador, a enamorarla desde el panal todas las tardes venía al rosal. Y al ver la rosa que el ruiseñor amor sentía por otra flor, al zángano infeliz, cuando venía, la rosa decía: ese ruiseñor, http://lazarzuela.webcindario.com/
FERNANDO CARDONA FRANCISQUITA
FERNANDO
FRANCISQUITA
FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA
ese ruiseñor soberbio y cantarín, cuando tú no estás, cuando tú no estás, señor, en el jardín, viene a mi rosal y en esta rama me dice que me ama, me dice que me ama. Y, aunque creo yo, creo yo que con su pico miente, jamás, jamás cantó un trino y un gorjeo tan valiente. ¿Y después, y después, qué pasó? Eso mismo digo yo. Que el pobre zángano, más infeliz, aunque más viejo que aquella flor, llamó al ruiseñor, para quejarse de su actitud y amenazarle con su aguijón, si no sabía callar su pasión. Desde el día aquel, supo el ruiseñor de la rosa ser tierno trovador, y enfrente del rosal, desde aquel día, el pájaro decía... Este ruiseñor, este ruiseñor prendado está de ti. ¿Cómo pudo ser, cómo pudo ser, si nunca vino aquí? Viene a tu rosal y en esta rama te dice que te ama. Me dice que me ama. Te dice que te ama. Y, aunque creo yo, creo yo que con su pico miente, jamás, jamás cantó un trino ni un gorjeo tan valiente.
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La llamada de doña Francisca hace que su hija tenga que entrar en la casa. Fernando admite que Francisquita es muy hermosa, pero sigue enamorado de la cómica. Una rondalla celebra el carnaval y Aurora –que sube en una calesa conducida por Juan Andrés– vuelve a hacer gala de su pasión hacia Lorenzo, lo que excita aún más la pasión en Fernando. Sin embargo, Francisquita –que ve la escena desde lejos– no pierde la esperanza de atrapar al joven estudiante.
DOÑA FRANCISQUITA FRANCISQUITA FERNANDO CARDONA FERNANDO FRANCISQUITA FERNANDO CARDONA FERNANDO CARDONA FERNANDO CARDONA FERNANDO
CARDONA
FERNANDO MUJERES
HOMBRES
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¡Francisca! ¡Francisca! Mi madre me llama. Su madre me estorba. Su madre me escama. De hablarla yo siento la necesidad. De mí, de seguro, muy pronto sabrá. Es Francisca muy hermosa. Al fin logro que lo digas. ¡Cuando a Aurora se lo cuenten sus amigas!... Esta tarde, con Lorenzo, al Prado va. ¡Y nosotros! ¡Qué ceguera! No lo puedo remediar. ¡Esos ya van! ¡¡Qué alegre es Madrid en Carnaval!! El pueblo de Madrid encuentra siempre diversión lo mismo en Carnaval que en viernes de Pasión. Conserve Dios su buen humor. Me ha dicho mi marido que no me vista de maja ni manola de Buenavista, porque prefiere el hombre que vean todos que soy una manola de todos modos. No vayas con careta, porque repara que no hay otro aliciente como tu cara, http://lazarzuela.webcindario.com/
CORO LORENZO FERNANDO AURORA CORO LORENZO FERNANDO AURORA CORO AURORA CORO AURORA CORO AURORA FERNANDO CARDONA AURORA
FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA AURORA
CORO
ni te vistas de seda, que a tu figura le basta ¡ay!, con el garbo de tu cintura. Una calesa. ¡Vamos, chiquilla! ¿Oyes, Cardona? ¡Ya estoy aquí! Es la Beltrana. Sube, princesa. Me desafía. ¡Viva Madrid! ¡Viva! Soy madrileña... ¡Olé! ...porque Dios ha querido que así lo sea. Es la verdad. Y, en mis amores... ¡Yo no resisto! ¡Calla! ...siento igual que una moza de Embajadores. Quiero a un hombre porque sí. Que él me quiera no lo sé. ¡Qué más da! Soy así; le prefiero a todos ¡y rabien los demás! Le ha vuelto loco esa mujer. De mí ya más no se ríe. ¡Lo vas a ver! Si Dios protege mis artes, yo venceré. ¡Vivan los novios! ¡Vivan mil años! ¡Que el cielo les dé felicidad! De la emoción la novia ya perdió el color.
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TODOS
Gocen por siempre, de amor. Suenen guitarras mientras cantan las voces de las campanas. ¡Viva el jaleo y al amor abran paso los madrileños! ¡Viva el pueblo de Madrid por gallardo y por jovial! ¡Eres tú sin igual, porque llevas dentro campanas de cristal! ¡Viva!
ACTO SEGUNDO Un merendero en la explanada del Canal. Es la tarde del Miércoles de Ceniza. Gentes de diversa condición entran y salen de escena. Un grupo de comparsas aparece con llamativos disfraces y da la nota festiva a la escena. Dentro del merendero, a través de la reja, se oye la voz de Aurora la Beltrana.
AURORA TORERO AURORA
TORERO MAJA MILICIANO MAMÁ NIÑA 1.ª NIÑA 2.ª MAMÁ
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Cuando te digo que vengas y no quieres tú venir... ¡Olé lo fino! ...no sabes, niño del alma, lo que me haces tú sufrir. Que si lo supieras vendrías corriendo a beberte las lagrimitas que por tus ausencias estoy yo vertiendo. ¡Vaya estilo y gracia! ¡Sí que canta bien! Esa es Aurorilla. ¿Cómo ha dicho usté? Mamá... Mamaíta... ¿Qué ocurre?
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NIÑA 1.ª NIÑA 2.ª JORNALERO SU MUJER CHICO AGUADORA MAMÁ TORERO MILICIANO DEPENDIENTES
TORERO DEPENDIENTE 1.º DEPENDIENTE 2.º DEPENDIENTE 3.º MAMÁ AGUADORA MAMÁ DEPENDIENTES NARANJERA CHICO JORNALERO NARANJERA COFRADES
¡Por Dios! No alternes con ellos. Mira lo que son. Niño, niño... quieto. Cuidado, Pepín. ¡Es que no me quedan torrijas a mí! ¡De la Fuente del Berro!... ¿Quién quiere el agua? ¡Aguadora, aguadora!... ¡Venga un jarra! ¡Lástima que Aurora no vuelva a cantar! ¡Esa es una chica para trastornar! Con el brillo de la chistera y este traje de estambre inglés, de seguro que quien me mire me confunde con un marqués. ¡Vaya unos tipos! ¡Fíjate, Inés! Oye, Atilano... ¿Pero, no ves? Son dos huríes. Hombre... son tres. Niñas, niñas: conviene que los miréis. ¿Ha acabado usté, señora? Sí, señora... ¿Cuánto vale? No podemos consentirla que pague. ¡La naranjera! Naranjas, padre. ¿No estás aún harto? ¡La naranjera! ¡Tres por un cuarto! ¡Alza, Pilili! ¡Sube, Manuela! ¡Canta, compadre! ¡Baila, Ramón! ¡Ruede la bola! ¡Siga el jaleo! ¡Viva la bulla! ¡Y el buen humor!
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TODOS LOS DE ESCENA
COFRADES
COFRADE 1.º
TODOS COF. 1.º, 2.º Y 3.º
TODA LA COFRADÍA COF. 1.º, 2.º Y 3.º
TODA LA COFRADÍA COF. 1.º, 2.º Y 3.º
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¡Ruede al bola! ¡Siga el jaleo! ¡Viva la bulla! ¡Y el buen humor! ¡Baila, baila, baila! ¡Canta, canta, canta! ¡Siga, siga, siga! ¡Viva, viva, viva el buen humor! Oíd la nueva canción. ¡Ahí va! La cofradía de la alegría la cantará. En toda nuestra nación no habrá mayor diversión. Y aquel a quien el cantar le pueda picar, si mucho le pica será un picarón. ¡Abajo el mentir! ¡Y arriba el porrón! ¡Porrón! Si ves la gran silueta de un burro con careta... Con el tirolirolí, con el torilorilón... Con el tirolirolí, con el torilorilón... ...no te rías porque en su rebuznar algo, a lo mejor, te puede enseñar. Mas viendo a tres señores con caras de doctores... Con el tirolirolí, con el torilorilón... Con el tirolirolí, con el torilorilón... ...no te debes en cambio fiar no vayan también careta a llevar. ¡Zumba! http://lazarzuela.webcindario.com/
TODA LA COFRADÍA
COF. 1.º, 2.º Y 3.º
TODA LA COFRADÍA COF. 1.º, 2.º Y 3.º
TODA LA COFRADÍA COF. 1.º, 2.º Y 3.º
TODA LA COFRADÍA
COFRADES
¡Zúmbale la pandereta! ¡Zumba! ¡Y que escape cada cual! ¡Zumba! ¡Zúmbale la pandereta! ¡Zumba! ¡Todo el año es carnaval! Si ser dichoso quieres, huirás de las mujeres. Con el tirolirolí, con el torilorilón... Con el tirolirolí, con el torilorilón... Mas si buscas solamente ascender, te podrá ayudar muy bien tu mujer. Y si ella fuese hermosa y un tanto dadivosa... Con el tirolirolí, con el torilorilón... Con el tirolirolí, con el torilorilón... ...ten cuidado al probar la ascensión, que podrás muy bien hacerte un chichón. ¡Zumba! ¡Zúmbale la pandereta! ¡Zumba! ¡Y que escape cada cual! ¡Zumba! ¡Zúmbale la pandereta! ¡Zumba! ¡Todo el año es carnaval! ¡Alza, Pilili! ¡Sube, Manuela! ¡Canta, compadre! ¡Baila, Ramón! ¡Ruede la bola! ¡Siga el jaleo! ¡Viva la bulla! ¡Y el buen humor!
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Cardona llega disfrazado de maja, con mantilla, peineta y abanico, perseguido por varios hombres atraídos por sus «encantos». Luego aparece Fernando. Cardona asegura que se ha vestido de maja «para arrimarse a la cola de las palomitas tiernas», pero su mala suerte ha hecho que le acosen todos los hombres, los cuales no le dejan tranquilo ni a sol ni a sombra. Fernando ríe de buena gana y pregunta si ha visto a Aurora. Cardona le recrimina nuevamente y le recuerda si no está allí para ver a Francisquita, la futura esposa de su padre, a quien debe rendir sus respetos. Tal cita no es más que un ardid de Francisquita para verse con Fernando, el cual recuerda a Cardona que tendrá que salir de Madrid en la primera posta. Cardona le recuerda también que eso le ocurrirá si a Francisquita no se le ocurre otro artificio. Francisquita, que indudablemente buscaba a Fernando, simula sorpresa al encontrarse con él. Viene sola y, según asegura, se ha perdido de su madre y de don Matías. Fernando empieza ya a sentir amor por la joven, molesto al pensar que ella piensa casarse con un anciano como su padre. Sin darse cuenta se ha enamorado de ella y termina por declararse, pero ella simula que no lo ama y se aleja dejándolo sumido en la más extraña incertidumbre.
FRANCISQUITA
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¡Le van a oír! ¡Cállese usté, imprudente! No puedo yo poner murallas a un torrente. Si en un momento yo creí que le amaba, fue una ilusión fugaz, porque a su padre di, con mi amor, la fiel promesa de una esposa muy cariñosa. No mate en flor una ilusión de primavera, ya que sus ojos avivaron esta hoguera. Por Dios, no siga con tan loco desvarío... Su amor es de otra, su amor no es mío. ¡Mi amor es sólo de quien supo encenderle! Mas yo, ¿qué haré, pobre de mí, si ya le di todo mi amor a quien su mano me ofreció? (De mi pecho ya se escapa la verdad del amor mío; mas sabré poner a prueba la verdad de su cariño.) http://lazarzuela.webcindario.com/
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De su padre seré siempre, muy contenta, esposa fiel. Quiero verla muy dichosa, mas conmigo, no con él. Tiemblo ya emocionada, trémula de alegría, cuando en mi boda pienso... ¡Por caridad, no siga!... Voy a ser señora y, desde ese día, quiero que me llamen: ¡Doña Francisquita! Con ese tratamiento, ya no seré tan niña, pues creceré a los ojos de todas mis amigas. Y serán mis sueños realidad cumplida cuando escuche a todos: ¡Doña Francisquita! Por Dios se lo pido, ¡no me dé tormento! Porque su voz hiere cruel, mi corazón. Sus palabras me emocionan, sus acentos me enternecen... ¡Amor tardío! ¡Cuando en mi pecho prendió otro amor. Cuando sea una señora... ¡Por mi amor! ...por merced de un caballero... ¡Yo seré! ...no podré con mis amigas... ¿Quiénes son? ...ir al Prado de paseo. ¡Claro está! Como ya estaré casada... ¡Como yo! ...tendré sólo permitido... http://lazarzuela.webcindario.com/
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¿Qué tendrá? ...cuando salga por las tardes... ¡Dígalo! ...pasear con mi marido. ¡Pues seré yo ese hombre afortunado! El esposo afortunado será don Matías... que llegó primero. ¡Pobres de mis sueños! No desesperen, sin embargo, sus anhelos... ¡Que si mi amor le ha de faltar, sabré a su amor corresponder con un cariño maternal! Yo su amor pretendo con pasión ardiente; ¡viva pasión que hace estallar mi corazón! (La emoción va a descubrirme; pero ¡siga la comedia!) Un amor de pronto, sólo es flor de un día; en la misma forma que llega se olvida. Yo no olvido. ¡Qué ilusiones! ¡Yo la adoro! ¡No se aloque! ¡Bella locura! ¡Ah! ¡Sol que me alumbra! ¡Ah! (¡Que ya por fin, pueda mi amor conquistar su corazón!) Fernando, adiós. ¿Por qué se va? Comprenda usté... Mas ¿volverá? Vendré después. La espero aquí. http://lazarzuela.webcindario.com/
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¡Adiós! ¡Adiós! (¡Por fin!)
Cardona sale del merendero tirando de Fernando, quien teme haberse excedido en su conversación con Francisquita y ambos hacen mutis, dando lugar a que aparezcan después Francisquita, doña Francisca y don Matías. Los dos viejos aparecen muy fatigados. Francisquita, que decide seguir dando su paseíto hasta que llegue el momento de decir adiós al hijo de don Matías, les regaña al no saber dónde se metieron. Hacen mutis los tres y aparecen otra vez Fernando Cardona. Están dispuestos a seguir a Francisquita, pero en esto se oye la voz de Aurora, que canta dentro del merendero, y Fernando decide quedarse para hablar con la Beltrana para que vea que no está dispuesto a sufrir más por ella. Se marcha Cardona y queda Fernando solo debatiéndose en una lucha interna entre la pasión que siente por Aurora y su nuevo amor por Francisquita.
FERNANDO
Por el humo se sabe dónde está el fuego; del humo del cariño, nacen los celos. Son mosquitos que vuelan junto al que duerme y, zumbando, le obligan a que despierte. ¡Si yo lograra, de verdad, para siempre, dormir el alma! Y en la celdilla del amor aquel borrar el vértigo de aquella mujer. Por una puerta, del alma va saliendo la imagen muerta. Por otra puerta llama la imagen que podría curarme el alma. Se me entra por los ojos y a veces sueño que ya la adoro. Cariño de mi alma recién nacido, la llama extingue, ¡ay! de aquel cariño. http://lazarzuela.webcindario.com/
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¡Vana ilusión! En amores no vale matar la llama si en las cenizas muertas queda la brasa. El amor se aletarga con los desdenes y parece dormido pero no duerme. ¡Ay, quién lograra de verdad, para siempre, dormir el alma! Y en la celdilla del amor aquel borrar el vértigo de aquella mujer fatal. Lorenzo y Juan Andrés marchan en busca de una rondalla para preparar la fiesta de carnaval. Cardona, que sigue disfrazado de mujer, continúa despertando los requiebros de los hombres. Aparecen después Aurora e Irene. Cardona y Fernando aprovechan la ocasión de dar celos a Aurora fingiendo una escena amorosa. La Beltrana queda sorprendida al ver a Fernando con una mujer –Cardona– y por primera vez reconoce sentir celos y dice: «¡Qué buenos los que se dan, qué amargos los que se toman!». Pero llega un momento en que Aurora no puede más y, abalanzándose sobre Cardona, consigue arrancarle el moño y quitarle el antifaz; éste esquiva el rostro y se va corriendo con unos cuántos golpes encima. Quedan solos Aurora y Fernando y esta vez es Aurora la que lucha y suplica por retenerlo, y Fernando quien casi sin darse cuenta la desprecia, gozando de su situación. Al final, Fernando se marcha y Aurora se queda sola con visible desesperación.
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¡Escúchame! No puedo escucharte; calla, déjame. ¡Ah! Escucha, Fernando: no vayas con ella, que si me abandonas ¡qué va a ser de mí! ¡No me grites así! Lo que he de decirte se dice muy bajo; lo siento en el fondo de mi corazón. http://lazarzuela.webcindario.com/
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¡Gentil canción! Bien sabes tú que tengo el alma por tu querer atormentada. No te reirás de que lo dude. ¡Lo juro yo por estas cruces! Por ti, mujer, no he de sufrir, ni he de volver a padecer por tu querer. No sé fingir; no puede ser. No sé si tú me quieres. ¡Bah! Tampoco sé si tú me olvidas. ¿Yo? Lo que yo sé es que vivo cuando tú me miras. Y en cambio muero si tú no quieres verme. ¡Con lo que yo te quiero! ¡Bien sabes tú que te quería con el afán de hacerte mía! Fernando, ven, que todavía seré tu amor y tu alegría. ¡Si estoy leyendo en tus ojos que tu vereda es la mía! No puede ser; aquel amor mío murió y siento el ansia de otro querer. ¡No! Escucha, mi bien; tú no debes tratar a tu nena ¡mi vida! con ese desdén. http://lazarzuela.webcindario.com/
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No digas que no: tú no puedes querer a ninguna ¡mi vida! queriéndote yo. Te quiero besar... y mis ojos, temblando en los tuyos, ¡mi vida! se quieren mirar. No sigas, Aurora. ¡Te acuerdas ahora de hacerme dichoso! ¡Ven, celoso! ¡No lo creas! Pues, entonces, ¿por qué me aperreas? Me gustas, mujer, cuando pliegas los labios y dices, ¡mi vida! fingiendo un querer. ¡Qué hermosa que estás! Ya comprendo por qué a tantos hombres, ¡mi vida! los llevas detrás. Cuando tantos sedientos por ti beben los vientos, no se diga que estás penando por otro, que es uno más. Te quieres burlar, mal hombre, de mí. Te juro que sí te vas a acordar. Porque a la Aurora Beltrán no la puede morder ningún alacrán. Me dices a mí que es burla el desdén. Tú sabes muy bien de quién lo aprendí. Y de Fernando Soler no se puede reír ninguna mujer. ¡Te tendrás que acordar!
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FERNANDO AURORA
No te enfades, mujer. Deja el tiempo correr. ¡Pues de esta mujer te vas a acordar!
Aurora, ante la ofensa por el rechazo de Fernando, se deja caer sobre una mesa. Sale Cardona, ya con su traje masculino, y observando a la Beltrana adivina el efecto que le ha causado la escena con su amigo. Llegan Francisquita, doña Francisca y don Matías. La primera se pone muy contenta de ver a Cardona porque comprende que el otro debe estar cerca. Se presenta Fernando, y don Matías consiente en que se despidan los dos jóvenes; despedida en la que los dos jóvenes se las arreglan para decirse lo que piensan de ellos mismos sin que se entere don Matías. Claro está que no pueden conseguir que don Matías no llegue a irritarse y se produzca una escena de cierta violencia, pero hasta cierto punto cómica.
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(Fui demasiado vehemente.) (Ya le tenemos aquí.) (Ya te aguardaba impaciente.) (¡Los dos frente a frente! ¿Por qué consentí?) Por despedirme he venido. Venga, hijo mío, con Dios... (Hay que afinar el oído.) (De nuevo he podido juntar a los dos.) (Va a delatarme la emoción.) (Aunque me obliguen no me iré.) Al grano ya sin dilación. ¡Qué malas pulgas tiene usté! (Se está cargando el nubarrón.) Bella estrella de la tarde que en el cielo apareció: ¡Dios te guarde! (Seré su estrella de la tarde sola yo.) Vespertino lucero, que me alumbres espero desde ahora y que no te apagues con la aurora. Adiós, adiós... ¡Oh, luz del claro sol! http://lazarzuela.webcindario.com/
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Del amor insensato que le atormenta... (Así me gusta.) (¿Qué es lo que intenta?) ...si se va de la Corte podrá curarse. (No hay más remedio que fastidiarse.) Y yo espero que vuelva pronto, pronto y curado... ¡No tengas prisa! (¡Ya la he calado!) ...para ser el tesoro de nuestra casa. ¡Sermón perdido! (¡Menuda guasa!) Tenía un amor, un amor que creí que llenaba mi vida, mas ya se acabó. (¿Qué es lo que dice? ¿Que aquel cariño ya se acabó?) Para yerno Fernandito me parece a mí mejor. Si mañana se arrepiente y se aparta de ese amor imprudente... (Su dulce voz hirió de amor el corazón.) ...cual querré a mi marido, le prometo quererle si es que regresa. Recordad en vuestra ausencia mi promesa. ¡Adiós! ¡Adiós! Yo quedo aquí pensando en vos. Si te vas, como dices, yo no te fuerzo... (¿Será farsante?) (¿Será mastuerzo?)
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DON MATÍAS FRANCISQUITA FERNANDO DON MATÍAS FERNANDO DOÑA FRANCISCA CARDONA FERNANDO DON MATÍAS FRANCISQUITA CARDONA DOÑA FRANCISCA DON MATÍAS
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CARDONA DON MATÍAS CARDONA FRANCISQUITA FERNANDO CARDONA DON MATÍAS
FRANCISQUITA
Mas abrevia, Fernando, que el tiempo vuela. Tal despedida me desconsuela. Pues besando su mano, que es de princesa... ¡Rayos y truenos, que se la besa! ...me despido muy triste, porque me alejo. (¡Se explica el joven!) (¡Se irrita el viejo!) Pequeña mano, blanca y hermosa. ¡Tu cortesía ya es enfadosa! No te disguste que sea amable. (¡Qué intransigente!) (¡Qué insoportable!) ¿Para qué dices blanca y hermosa? Con decir «mano», ya basta y sobra. Dos epitetos añadir quiso su lengua ampulosa. Al rendirla mis respetos yo la beso con amor. Pero hazme el favor de besar sin epitetos. ¡Ea...! ¡Fuera ya! ¡Se acabó! ¿Qué es lo que dice? ¡Fuera! No vi desvergüenza igual. ¡Cómo se pone! (¡Qué dulce beso me dio!) Padre, ¿por qué enfadado estás? ¡Ahora sí que te vas! Yo no me enfado, pero a mi lado no volverás. (¡Nunca me he emocionado más!) http://lazarzuela.webcindario.com/
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DOÑA FRANCISCA CARDONA FERNANDO
FRANCISQUITA DOÑA FRANCISCA CARDONA
DON MATÍAS
¡Qué pálida estás! ¡Qué pena me das! ¡Partir yo debo y no volver quizás! (Si no es para adorarla no volveré jamás.) (¡Si no ha de ser mi esposo no quiero verle más!) (¡El pobre chico no volverá jamás!) (Se incomoda; tiene la mosca en la oreja ya. Preveo que a su lado no volverá jamás.) Por fin te vas. Sabes que a mi lado no volverás jamás. CO N C ER T AN T E
FERNANDO
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¡Ay! Madrid de mi alma, guarda a la que adoro bajo llaves de oro; porque no volveré su cariño a buscar y a jurarla mi fe, que sin ella no sé cómo voy a alentar. Vivo en la esperanza de volver un día para hacerla mía. Volveré, lo juro; quiero volver soñando con su querer. Ya no puedo vivir sin su amor celestial, ni sus ojos de luz, ni su voz de cristal. Yo no debo partir sin hablarla de amor, sin volver a escuchar su voz de cristal. http://lazarzuela.webcindario.com/
FRANCISQUITA
DOÑA FRANCISCA
No me aventuro a dejar que se vaya pues ya me parece que tengo su amor. Y es peligroso perderle de vista cuando es necesario cuidarle mejor. Quiero tenerle cerca, muy cerca. Se impone de nuevo buscar un ardid. Si se va de Madrid, bien me puede olvidar. Porque gane la lid, hadas buenas, venid y ayudarme a triunfar. Vivo en la esperanza de que sea mío. Si se va, Dios mío, debe volver soñando con mi querer. Yo no puedo vivir sin la dulce ilusión de que voy a vencer con ingenio y tesón. Él no debe partir sin hablarme de amor. ¡Que yo vuelva a escuchar su voz de cristal! Yo no comprendo por qué don Matías no deja a Fernando que siga en Madrid. ¡Ay, Virgen mía, si yo consiguiera que un mozo tan guapo viniera por mí! No lo puedo soñar si se va de Madrid. ¿Por qué no gestionar que lo dejen aquí? ¡Qué alegría me da como llegue a saber que ya no se va! Yo no comprendo por qué don Matías no deja a Fernando que siga en Madrid. http://lazarzuela.webcindario.com/
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CARDONA
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¡Ay, Virgen mía, si yo consiguiera que un mozo tan guapo viniera por mí! Si se va, Dios mío, no hay que pensar que vuelva por mi portal. Yo no puedo vivir sin la dulce ilusión de un apuesto galán que me llame al balcón. Él no debe partir sin que hablemos los dos. Si cayera a mis pies, ¡Jesús, qué emoción! Quiere ponerle barreras al viento, tejado a los mares, distancia al amor... Más le valiera, señor don Matías, ponerse en ayunas, y a buenas con Dios. ¡Quién es el guapo que para los vientos, que encierra los mares y mata el amor! Si se va, volverá. Si se queda, peor; porque veo que ya le ha cazado el amor. Y aunque Dios dispondrá, tengo yo para mí, que ya no se va. Quiere ponerle barreras al viento, tejado a los mares, distancia al amor... Más le valiera, señor don Matías, ponerse en ayunas, y a buenas con Dios. Si se va, sospecho que volverá más loco de lo que está.
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DON MATÍAS
Yo tendré que danzar y coser y zurcir, pues habré de terciar en la trama sutil. Él no debe marchar sin que hagamos los dos una barbaridad. ¡Se hará, vive Dios! Ya no me cabe ni sombra de duda de cómo la quiere; la adora el bribón. Debe salir de mi casa al instante porque es peligrosa la aproximación. Si se va de Madrid, ya podré respirar, porque al cabo en la lid me podría ganar. Si a Francisquita la noble apostura del joven Fernando le hiciera «tilín», cuando no viera más que esta figura, que no es justamente la de un serafín, me abrumarían las comparaciones, mas yéndose él fuera soy un figurín. Si se va, de fijo no volverá. Le exijo que viva allá. Me podré yo casar sin azar ni temor de que vuelva a terciar en mis lances de amor. ¡Qué feliz voy a ser! ¡Un marido ejemplar con mi nueva mujer! ¡Vivir para ver!
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La situación se ha puesto grave y Francisquita no encuentra en aquel momento mejor recurso que desmayarse en brazos de Fernando. El momento de barullo es aprovechado por Fernando y Francisquita para besarse y confesarse –en un aparte– que se aman, mientras don Matías corre en busca de ayuda. Un camarero aplica la boca de una botella de vinagre a la nariz de Francisquita y ésta no tiene más remedio que espabilarse, coincidiendo con la aparición de Aurora e Irene. Don Matías calma sus iras y todos quedan sentados, formando un grupo en torno a una de las mesas del merendero. Suena una rondalla que se va acercando. Entran Lorenzo y Juan Andrés con un grupo de gente y da comienzo la fiesta preparada para aquella tarde. Lorenzo Pérez, que es hombre rumboso, obsequia a todos y pide a la Beltrana que baile un bolero. Aurora recibe la invitación de mal talante. Ella quiere bailar una mazurca, una danza que Lorenzo no sabe, y afirma que alguien la sacará a bailar. Entonces Aurora toma un vaso de vino y ofrece el vaso al que quiera bailar con ella. Lorenzo, adelantándose, asegura que rajará la frente a quien baile con ella. Ante aquella amenaza todos quedan atónicos, pero Francisquita, muy hábilmente, incita a don Matías para que acepte el reto. Fernando, mientras tanto, se dirige hacia Aurora valientemente; pero don Matías, con ánimo de quedar bien ante Francisquita, se le adelanta y llega junto a Aurora, bebiendo en su vaso. Lorenzo se abalanza sobre don Matías y éste, mientras echa atrás a Fernando, sale violentamente al encuentro de Lorenzo, dominándolo y dejándolo en ridículo. Don Matías baila entonces la mazurca con Aurora, y Francisquita aprovecha una vez más la ocasión para bailar con Fernando. Al verlos, don Matías quiere soltarse de los brazos de Aurora para separarlos, pero ella le retiene y siguen bailando los jóvenes con la consiguiente indignación de don Matías. Cardona, por su parte, baila con doña Francisca.
TODOS CORO
LORENZO AURORA
FRANCISQUITA CARDONA
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¡Olé! ¡Viva! ¡Olé! Los que quieran patatas y vino añejo que se acerquen y formen en el cortejo; porque un hombre rumboso paga el guateque, ¡y no es nadie obsequiando Lorenzo Pérez! Ya tienes, Aurorilla, lo que has pedido. Muchas gracias, Lorenzo, pero es sabido, que quien mucho desea cuando lo tiene, piensa ya en otra cosa que nunca viene. ¡Qué bizarra es la moza y él qué gallardo! Bizarría y gallardía que huele a palos. http://lazarzuela.webcindario.com/
LORENZO
AURORA
LORENZO
AURORA LORENZO FRANCISQUITA DON MATÍAS AURORA LORENZO FERNANDO FRANCISQUITA
AURORA LORENZO AURORA FRANCISQUITA CARDONA
FERNANDO
Báilanos, Aurorilla, aquel bolero tan resalado. El que mis bailes quiera que vaya a verme sobre el tablado. Si conmigo esta tarde bailar no quieres, en berlina me pones ante esta gente. Bailaré una mazurca que es lo nuevo en el baile. Yo no entiendo esa danza; no podré acompañarte. ¡La mazurca, Matías! ¿Quieres tú que bailemos? Si tú quieres yo bailo de cabeza en el suelo. ¡Alguien puede que quiera decidirse a sacarme! ¡Alguien puede que quiera la pelleja jugarse! (Me molestan los hombres que presumen de jaques.) Tiene grandes peligros apelar a desplantes. (Quiere la Beltrana con Fernando bailar; mas eso, como pueda, lo habré de evitar.) El que quiera bailar con mi cuerpo, que se acerque a beber en mi vaso. ¡Al que beba le rajo la frente! ¿Quiénes gustan del baile y del trago? ¡Nadie la baila! ¡Qué desencanto! Yo, señorita, bebo en mi vaso. Y a éste no quiero verle borracho. Este Cardona siempre es igual.
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AURORA FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA DON MATÍAS FRANCISQUITA DON MATÍAS TODOS DON MATÍAS LORENZO FERNANDO CARDONA LORENZO FERNANDO DON MATÍAS TODOS DON MATÍAS
AURORA DON MATÍAS CARDONA DOÑA FRANCISCA DON MATÍAS AURORA DON MATÍAS
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El que quiera bailar con mi cuerpo, que se acerque a beber en mi vaso. No hay un hombre capaz de bailarla. Si tú quieres que salga, yo salgo. ¡Claro que quiero! ¿Qué hace este ganso? Ese es un hombre tranquilo y guapo. Ese no es nadie. ¡Venga ese vaso! ¡Olé! ¡Ya está! ¡Dejadme todos! ¡Tú, Juan Andrés! ¡Padre! ¡Caramba con su merced! ¡A ver ese jaque! Padre: quite usté... ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Olé! Pero ¿qué te has creído, jovenzuelo? ¿Crees tú que no hay vigor en estos brazos? Ya ves lo que me queda todavía de aquel vigor de antaño. No vuelvas a crecerte con desplantes, porque vas a perder ante esta joven. Y deja que la baile un caballero, porque no se la come. Y, por si andando el tiempo, te ves en este trance peliagudo, aprende la mazurca y quedarás mejor que con los puños. Gracias, caballero. Hija, ¡no hay de qué! ¡Es una peonza! ¿Se ha fijado usté? (¡Qué bien he quedado!) (¡Me ha salido mal!) (Ahora Francisquita que soy todo un hombre verá.)
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AURORA
FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA DON MATÍAS AURORA DON MATÍAS FRANCISQUITA
FERNANDO FRANCISQUITA
FERNANDO
FRANCISQUITA
FERNANDO CARDONA DOÑA FRANCISCA CARDONA
(Yo que he pretendido que él se decidiera, no lo he conseguido; ¡pero me han cogido en la ratonera!) ¿Qué vamos a hacer nosotros dos? Lo indicado creo que es bailar. Pues aprovechemos esta casualidad. ¿Qué hace este granuja? ¡No me deje usté! Cuando acabe el baile ya te lo diré. ¡Pobre don Matías; ya se enfurruñó! Tú no temas nadas. Nada temo yo. No te irás, porque yo me muero si tú te vas. Yo pensé que tú me alejabas, no sé por qué. Porque vi que tú suspirabas por otro amor. Fue pasajera locura, no tal amor. ¿Y usté no se anima? ¡No me he de animar! ¡Olé ya su cuerpo! ¡A bailar!
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ACTO TERCERO CUADRO PRIMERO.– Una calle de Madrid en la que está situada la casa de don Matías. Es de noche. A lo lejos suenan castañuelas, como de un baile. Por la calle pasean varias parejas de enamorados.
ROMÁNTICOS SERENO
ELLOS
ELLAS
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¡Ah! ¡Ah! ¡Ave María Purísima! ¡Las nueve... y sereno! ¡Todo son bultos! ¡Todo parejas! ¡Todo son citas de ellos y de ellas! Yo, sin embargo, no estoy tranquilo; por las esquinas huelo y vigilo, por si en los grupos de rondadores hay endiablados conspiradores. ¡Ave María Purísima! ¡Las nueve... y sereno! ¿Dónde va, dónde va la alegría? ¿Dónde va, dónde va la hermosura? Oiga usté, por favor, vida mía, que la noche está oscura y el amor no es amigo del día. Venga usté, por Dios, madrileña guapa, que en esta capa cabemos los dos. Sepa usté, sepa usté, caballero, que el amor, que el amor no me asusta; sepa usté que yo quiero al que quiero, si al mirarle me gusta a la luz del primer reverbero. Como yo no sé, porque no le veo, si es guapo o feo, retírese usté.
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ELLOS
ELLAS
ELLOS ELLAS ELLOS
ELLAS ELLOS ELLAS ELLOS ELLAS ELLOS TODOS
¡Cuanto daría si me alumbrara la luz primera del buen amor! ¡Rasga las nubes, luna, lunera; pon en mi cara tu resplandor! Ven, mi lucero, que soy un caballero y en esta capa, que a mí me tapa con garbo y arte, sabré cantarte lo que te quiero. Guarde su capa de guapo mozo; no estoy por eso de la canción; porque me asusta que en el embozo se esconda un beso de perdición. Si en esta capa quisiera usté encerrarme tendrá que amarme como yo quiero. Por tu amor, hermosa, soy capaz de todo. Yo no le querría sino de este modo. Dime lo que pides, dime lo que quieres. Pide ya, por favor. Pediré sólo amor. ¡Amor! ¡Ay, qué hermosa noche! ¡Noche de cantares! ¡Noche de querellas! Tiemblan las estrellas con febril temblor. ¡Noche misteriosa, madre del amor! http://lazarzuela.webcindario.com/
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caballero galante capullito fragante a correr amorosa aventura. Me venció tu galana hermosura. ¡Caballero galante...! ¡Vamos ya, que la noche está oscura! Del amor en pos cuando usté me tapa con esa capa marchemos los dos. Ven aquí, por Dios, madrileña guapa que en esta capa cabemos los dos. Vamos despacito. Vamos, vida mía. Para hablar quedito. Hasta el nuevo día. Todo amor respira. Quiero suspirar. Cuando amor suspira pronto va a besar... Vamos ya
ELLOS ELLAS ELLOS ELLAS
ELLOS
ELLAS ELLOS ELLAS ELLOS ELLAS ELLOS
Dentro de la casa están don Matías y Fernando. El primero, arreglado para salir. Don Matías manifiesta a su hijo, del que sigue teniendo celos, que va a buscar a su novia porque le está esperando. Por otra parte aparecen Francisquita y doña Francisca. Francisquita lleva corriendo a su madre porque, según dice, la espera su novio. En efecto, Francisquita y don Matías se encuentran en la calle, y Francisquita, de muy mal humor, asegura a don Matías que aquella noche no irá al baile de Cuchilleros porque va Fernando y va por ella. Don Matías se irrita una vez más y se decide a hablar seriamente a su hijo. Entonces es cuando Fernando le dice que las cartas que él escribe no son a Francisquita, sino a Francisca; y doña Francisca, que lo oye, queda verdaderamente encantada. Poco después aparece Cardona, quien se reúne con Fernando, y deciden los dos marcharse al baile de Cuchilleros a ver si por casualidad está allí Francisquita. Se adelanta Fernando por instigación de Cardona, quien ve venir a lo lejos a la Beltrana, y decide esperarla para hablar con ella. Pasa primero una pareja de enamorados, de la cual la figura de él se parece bastante a la Fernando, y Cardona hace ver a Aurora que aquél que se ve a lo lejos es su amigo, que va junto con la célebre Encarnación, lo cual colma las iras de la Beltrana. Lo cierto es que Aurora y Cardona hacen buena pareja. Después vienen Irene y Lorenzo, y Aurora discute agriamente con él. Las dos mujeres ser marchan y Lorenzo, muy indignado, avisa a don Matías y le dice que le transmita a Fernando que está dispuesto a batirse con él en el baile de Cuchilleros; con lo cual, una vez ha desaparecido Lorenzo, don Matías decide ir también al baile de Cuchilleros para defender a su hijo.
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CUADRO SEGUNDO.– El baile de Cuchilleros. Gente de diversa condición, guitarristas y bailarinas llenan el patio. Aurora aparece en lo alto del corredor, rodeada de algunos amigos. Fernando, sentado en una de las mesas. Cardona, en los primeros peldaños de la escalera. Una pareja baila seguidillas. Aurora desea cantar unas boleras y todos la jalean, e incluso Cardona se decide a acompañarla en su baile y en su canto. Después, otros piden que se baile un fandango, y varias muchachas se lanzan al tablado.
CARDONA AURORA CORO CARDONA AURORA TODOS FERNANDO AURORA
CARDONA AURORA
Aurorilla la Beltrana ¿no quiere cantar? Allá bajo muy gustosa; no me hago rogar. ¡Viva, viva la Beltrana! ¡La sal de Madrid! Es la sal y la pimienta y el ajonjolí. Unas boleras cantaré si así le place a la reunión. Unas boleras cantará para alegrar el corazón. Yo no comprendo cómo esa mujer pudo tenerme loco de ilusión. Pues atended. Pues escuchad. ¡A ver si hay uno que me sepa acompañar! ¿Qué le acompaño, morena? Pues el Marabú, bolero gitano, que usté ya sabe que tiene mucho salero. _____ A un jilguero esperaba mi jaula de oro... Con el ay, con el marabay; con el ú, con el marabú. ¡Ay, que me mú, que me muero, San Juan de la Cruz! ...Pero en vez de un jilguero se ha entrado un loro.
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CARDONA
AURORA
CARDONA
LOS DOS
Con el ay, con el marabay; etc. Esa jaula no sabe lo que la espera... Con el ay, con el marabay; con el ú, con el marabú. ¡Ay, que me mú, que me muero, si me vences tú! Es un pájaro el loro de mucha cuenta... Con el ay, con el marabay; con el ú, con el marabú. ¡Ay, que me mú que me muero, Virgencita de la Luz! Yo acostumbro a los pajarracos cortar las alas sin decir Jesús. Y después, para mí... ¡Marabú! Mira bien que los pajarracos podrán picarte si los retas tú. Y después de picar... ¡Marabú! ¡Viva el bolero del Marabú!
Aparece Lorenzo dispuesto a pelearse con Fernando; pero a éste ya no le interesa absolutamente nada la Beltrana y no acepta el reto. Por si fuera poco, entran después Francisquita y doña Francisca, y Fernando sale emocionado a recibir a doña Francisca. Lorenzo se marcha, corrido de su plancha. Fernando está ahora siguiendo la broma de Francisquita y hace el amor a doña Francisca. La madre, convencida de las palabras de su hija, coquetea ridículamente con Fernando. Llega ahora don Matías, quien se dirige hacia Lorenzo. Éste, al verlo, le dice que todo está arreglado y le comunica que su hijo está persiguiendo a doña Francisca, lo cual deja perplejo a don Matías. Aurora interfiere 44
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violentamente en la conversación y aclara un enredo que va en aumento. Don Matías recrimina a doña Francisca su actitud, haciéndola ver que Fernando podría ser su hijo. Ello es aprovechado por Cardona, que dice a don Matías que se aplique el cuento, que él también podría ser el padre de Francisquita. Al oír tal argumentación, reconoce su error, quedando suspenso y entristecido. Es entonces cuando Francisquita y Fernando avanzan hacia él, y con ternura le ruegan que les perdone; a lo que don Matías, emocionado, accede con lágrimas en los ojos.
FRANCISQUITA
FERNANDO
FRANCISQUITA
FERNANDO
FRANCISQUITA FERNANDO FRANCISQUITA
Yo no fui sincera, perdóname; si yo te engañé, fue porque le amaba. Tú mis travesuras perdonarás, y este matrimonio bendecirás. Padre, no me niegues tu bendición y tu corazón abre a la indulgencia. Ya que su marido no puedes ser tú serás el padre de mi mujer. Yo voy a tener siempre para ti un amor filial puro y verdadero. Mira que en su voz cálida y cordial, vibra el madrigal del amor sincero. ¡Cómo me entristece tu cara afligida! Padrecito mío se impone la vida. Ven, que con un mimo te quiero probar que voy a ser la miel de tu hogar. Debes olvidar mi maquinación, pero no me borres de tu corazón. http://lazarzuela.webcindario.com/
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FERNANDO
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FERNANDO
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LOS DOS
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Hija cariñosa seré para ti. ¡Mírame! ¡Bésame! ¡Ven aquí! ¿Es que te ha dolido que te engañé? Mira por qué fue; tú eres justo y bueno. ¿Cómo ser, Matías, tu esposa fiel, si antes suspiraba de amor por él? Junto a Francisquita nacer sentí un amor que en mí yo no sospechaba. Ve que ya no sabe mi corazón cómo desprenderse de esta ilusión. Dime tú por qué de tu lagrimal gotas de cristal salen a tu cara. El feliz amor que logré alcanzar, te hace a ti llorar. ¡Nunca lo pensara! Padrecito mío, perdona mi engaño. Dime, al ver mi dicha, que no te hace daño. Ven, que con un mimo te quiero probar que voy a ser la miel de tu hogar. Debes olvidar mi maquinación, pero no me borres de tu corazón. Hijo/a cariñoso/a seré para ti. http://lazarzuela.webcindario.com/
¡Mírame! ¡Bésame! ¡Ven a mí! Don Matías reacciona y comprende que ha sido un visionario. El amor nunca mira el calendario porque lleva en los ojos una venda. Pide a sus hijos que sean felices, y a la gente y a los amigos que acudan para celebrarlo; todo lo paga un viejo que no duda de que el amor ya es dueño de su casa, y brinda por la juventud que vence. Todos celebran el próximo enlace mientras Aurora la Beltrana coquetea con Cardona.
TODOS
Canto alegre de la juventud que eres alma del viejo Madrid: vuela ya y, en tu volar de pájaro, pregona nuestro júbilo Canto feliz, tú que puedes volar difunde hasta el sol la dicha de amar. y en la primavera que nos espera suena sin cesar.
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