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Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura INVESTIGACIÓN Y PROSPECTIVA EN EDUCACIÓN DOCUMENTOS DE TRABAJO 06 A

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Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

INVESTIGACIÓN Y PROSPECTIVA EN EDUCACIÓN

DOCUMENTOS DE TRABAJO

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Ago de 2013

Miles de millones de personas y medios financieros golpeados por la crisis La revolución del desarrollo sostenible La 61ª crisis Ponerse a la altura de los desafíos mundiales Necesidad de síntesis El desplazamiento de los centros de gravedad Redes, diversidad y complementariedad Solidaridad y diversidad Las ONG y las multinacionales La importancia de las relaciones humanas

LA ENSEÑANZA SUPERIOR FRENTE A LAS CONMOCIONES DE LA ÉPOCA Georges Haddad

Michel Drancourt

Director Investigación y Prospectiva en Educación UNESCO

Economista y escritor

El siglo XXI ha conocido desde sus albores una sucesión de conmociones cuyas repercusiones en los comportamientos socioculturales todavía son difíciles de prever. Las consecuencias se derivarán de dinámicas de evolución retardada sumamente complejas en razón de la multiplicidad de los parámetros en juego. Con todo, está claro que estas conmociones acarrearán crisis mucho más profundas y duraderas que las provocadas de una manera que podría calificarse de “endémica” por los propios sistemas. Algunas de estas conmociones son en parte consecuencia de las actividades humanas, otras vienen impuestas por una naturaleza de la que con harta frecuencia tendemos a olvidar la existencia, cegados como estamos por la ilusión de poder que nos ofrecen la ciencia y sus derivaciones tecnológicas. En el presente estudio trataremos de algunas de las conmociones que ilustran a la perfección esta fragilidad del poder humano, confrontado a un orgullo que podría perderlo si la educación, y en particular la enseñanza superior, no aborda estas cuestiones de modo pertinente e innovador al tiempo que sigue contribuyendo a la dinámica del progreso y el desarrollo a partir de los componentes transdisciplinarios de un humanismo educativo y científico replanteado, e incluso refundado, a la luz de estos acontecimientos que anuncian un nuevo orden mundial1.

La ampliación del campo cultural El inglés y las identidades culturales Reinventar el progreso

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Georges Haddad y Jean-Pierre Aubin, “Towards a humanism of knowledge, action and cooperation”, número especial de la International Review of Education del Instituto de la UNESCO para el Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida (IUAL), Springer, 2013, disponible a través del dispositivo “Online First” de Springer en: http://rd.springer.com/article/10.1007/ s11159-013-9342-8

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Mencionemos a título de ejemplo la excelente obra de Amin Maalouf "El desajuste del mundo"2, que aborda estas cuestiones con lucidez y sitúa a la educación en el eje de las misiones del género humano y de su futuro. Del 5 al 8 de julio de 2009 se celebró en la Sede de la UNESCO una conferencia mundial sobre el tema “Las nuevas dinámicas de la educación superior y de la investigación para el cambio social y el desarrollo”. Las conclusiones de sus trabajos3 constituyen una sólida base de reflexión y debate prospectivo sobre el papel de la enseñanza superior en nuestras sociedades. Prolongando esos trabajos, el presente estudio trata de las posibles repercusiones en los sistemas educativos de las crisis que atravesamos, pero también de las respuestas que estos pueden aportar a los desafíos resultantes. Sin perder de vista las realidades universitarias, el propósito de estas páginas es precisar ciertas expectativas que la opinión tiene puestas en la enseñanza. El  período que vivimos no solo está marcado por una crisis económica y financiera clásica, sino también por grandes conmociones cuyas consecuencias exigen la atención de todos los responsables sociales, y en particular los de los sistemas educativos. Tras la palabra crisis se esconde una serie de grandes conmociones que sacuden el planeta. La  crisis del crédito (conocida como la crisis de las hipotecas de alto riesgo) irrumpió en 2007, después de una crisis bursátil en 2000, en una economía cada vez más mundializada. Tras la implosión del sistema soviético (finales de los años 80), la apertura de las fronteras se generalizó. El dinero circula más fácilmente que las mercancías y las personas. Gracias al extraordinario desarrollo de las comunicaciones, la información se difunde prácticamente por todas partes simultáneamente. Cada vez es más difícil ignorar lo que ocurre al otro lado del mundo, sobre todo cuando se trata de algo grave. De ahí la rapidez con la que se contagian los movimientos de la bolsa y se comunican las modas y los sucesos tristes, como la muerte de Michael Jackson, o trágicos, como los tsunamis. Pero, más allá de los acontecimientos concretos, hay que tener en cuenta las corrientes de fondo. La primera, y con mucho la más cargada de consecuencias, es el enorme crecimiento reciente de la población mundial, que pasó de 1.500 millones de personas en 1900 a 6.500 en 2000.

MILES DE MILLONES DE PERSONAS Y MEDIOS FINANCIEROS GOLPEADOS POR LA CRISIS Al indagar sobre las perspectivas de las universidades en seguida se descubre que el número de personas que estas deben formar va en rápido aumento. Las necesidades no crecen en todas partes al mismo ritmo, pero en todas partes

2 Amin Maalouf, « Le dérèglement du monde  : Quand nos civilisations s’épuisent » [El desajuste del mundo: cuando nuestras civilizaciones se agotan], Grasset, 2009. 3 Informe final de la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, Sede de la UNESCO, París.

hacen falta cada vez más medios. Basta con observar lo que ocurre en China o África para hacerse una idea. Por lo que respecta a la educación básica, África cuenta con 18 millones de maestros para una población de 1.000 millones de habitantes. Se calcula que por término medio hay 80 alumnos por aula. Para alcanzar los niveles europeos harían pues falta unos 20 millones de maestros más y cuatro millones tendrían que incorporarse de inmediato si se dispusiera de medios para ello. El  número de profesores universitarios es obviamente menor, aunque tendría que aumentar, pues la población africana es la que más rápidamente crece hoy día en el mundo. Las necesidades en materia de financiación y docentes se incrementan todavía más debido a tres fenómenos: →→ El envejecimiento de la población, que hace necesario prolongar los períodos de formación permanente, tendencia que se intensificará en el futuro (trabajar hasta los 70 años en profesiones “intelectuales” exigirá reciclajes a los 45-50 años, y no solo antes de los 40). →→ La exigencia de mejorar los conocimientos técnicos, así como el nivel de cultura general, en gran número de actividades. →→ La sofisticación de las herramientas y los equipos necesarios para la investigación y la experimentación. El problema de los recursos económicos y humanos se agrava, como es natural, debido a los desórdenes financieros y la caída de la actividad en numerosas regiones. Las universidades más directamente afectadas son las que se financian con fondos privados. El capital de las fundaciones en las que se sustentan se ha reducido en muchos casos de forma espectacular. Hay  que limitar gastos y, por consiguiente, reducir ciertos programas y adaptar el número de profesores y personal de atención a las posibilidades. Estos cambios inevitables llegan en un momento en el que varias universidades estaban interrogándose sobre el contenido de la enseñanza que imparten sobre todo en razón de los imperativos del desarrollo sostenible, del que se hablará posteriormente. Así, la Escuela de Negocios Harvard está haciendo evolucionar sus programas insistiendo en la estrategia a largo plazo. Ya en noviembre de 2008, con motivo del centenario de esta institución, Bertrand Collomb4, buen conocedor de la sociedad estadounidense, sus mecanismos económicos y sus bases universitarias, constataba que en la Escuela de Negocios Harvard se estaba gestando un gran cambio en uno de los puntos fuertes de la enseñanza estadounidense: la gestión. “El decano de la Escuela salió muy airoso al citar un texto que se aplicaba perfectamente a la crisis actual pese a que databa, no de la crisis de 1929, sino de la conmoción financiera de 1907 que condujo a la creación de la Reserva Federal e, indirectamente, de la propia Escuela de Negocios. Con gran clarividencia, los profesores de Harvard decidieron en 2006 dedicar uno de los coloquios a debatir sobre “el porvenir del capitalismo”. Habían preparado los debates reuniendo, a lo largo de 2007, a jefes de empresa de los cinco continentes. 4

Miembro del Instituto y expresidente del grupo mundial Lafarge. Véase L’Usine Nouvelle nº 3122.

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La imagen proyectada por esas reuniones ya no era ni mucho menos la de un capitalismo triunfante y ponía de relieve los desafíos que afrontaba nuestro sistema liberal mundializado. Se consideró que la insuficiencia de las políticas de educación (tanto en los países industrializados como en muchos países del Sur), el aumento inexorable de las desigualdades y las amenazas que pesan sobre el equilibrio físico del planeta eran lo bastante preocupantes para poner en riesgo el porvenir del capitalismo. También se deploró la supremacía de los círculos financieros con tendencias cortoplacistas, al tiempo que se expresaron temores de que surgiera un nuevo capitalismo de Estado, encarnado por los fondos soberanos o las grandes empresas estatales rusas o chinas. Los jefes de empresa consultados no imaginaban ni por asomo que unos meses más tarde serían ni más ni menos que los Estados Unidos y Europa quienes iban a inventar una nueva forma de capitalismo de Estado al apoyar a sus bancos. La propia celebración del centenario dio lugar a declaraciones inesperadas. Por ejemplo, Larry Summers, asesor del Presidente Clinton y del Presidente Obama, señaló que el nivel de vida de más de la tercera parte de los estadounidenses no había aumentado nada en 20 años, a pesar de que el país había registrado un crecimiento notablemente sostenido. Tras enumerar las siete crisis financieras de los últimos 20 años se preguntó si un sistema tan inestable era verdaderamente el mejor de los mundos posibles. Jeff Immlet, patrón de General Electric, no dudó en decir que nunca había creído que el Estado no debiera intervenir en la economía. Todos destacaron la necesidad de que las empresas se distanciasen de los dictados del corto plazo y asumiesen su responsabilidad en la construcción de un mundo sostenible. Ciertos profesores se preguntaron si el mundo académico conservaba la distancia y la independencia de criterio que le habrían permitido apreciar mejor excesos y peligros. Desde entonces, los programas de la Escuela se han modificado y este no es el único caso. El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), templo de la investigación y la enseñanza superior en los ámbitos de la ciencia y la tecnología al que se deben muchas innovaciones, desempeñó un papel decisivo en el auge de Internet, las tecnologías digitales, la robótica, el medio ambiente, las neurociencias y la biología sintética, que son algunos de sus grandes temas de estudio. El Instituto sigue siendo, hoy más que nunca, fiel a su divisa: “la mano y la mente”, que resume su preocupación constante por vincular teoría y puesta en práctica concreta. Signo de los tiempos y de la “ampliación” del mundo, ya hay universidades no estadounidenses como la de Queensland en Brisbane y la de Singapur que se han impuesto en el plano mundial. La educación del mañana ya no estará marcada únicamente por las escuelas o universidades más importantes, sino también por el peso considerable de las universidades y escuelas de países emergentes como China, la India y el Brasil, y también por avances menos conocidos o notorios en muchas otras regiones del mundo. Estos nuevos centros serán competitivos antes de lo que algunos piensan. El exrector de la Universidad Tecnológica de Compiègne, Ronan Stéphan, señalaba en

octubre de 20095 que los chinos tenían una extraordinaria capacidad de reacción: “en  tecnología, estaban muy por debajo de los niveles internacionales en 2001, pero los han alcanzado rápidamente. En 1977 no había el menor rastro de biotecnologías en China. Hoy está a la vanguardia”. Por consiguiente, incluso si los medios de financiación de los estudios se han reducido en función de la caída temporal de la actividad, la formación registra un auge importante en el mundo y progresa con fuerza en los países “consolidados”, los cuales, por otra parte, deben tomar conciencia de la necesidad de evolucionar para evitar que sus sistemas de formación ya no estén a la altura de los tiempos. En Europa y muchas otras regiones las universidades son mayoritariamente públicas. Como su financiación corre a cargo del Estado o las administraciones públicas, la pérdida de recursos derivada de la crisis económica se siente menos directamente. Pero, leyendo los proyectos de presupuesto de los próximos años, se ve perfectamente que las restricciones del gasto público serán inevitables mientras el nivel de ingresos fiscales, que depende de la actividad, siga siendo bajo. Ello puede conducir a las universidades a buscar otras fuentes de financiación mediante acuerdos con empresas privadas o públicas. Esta evolución puede ser positiva en la medida en que favorezca la multiplicación de los lazos entre dos mundos complementarios que en ciertos países, como Francia, han tendido a ignorarse, o incluso a oponerse. Queda por ver, y no es un problema menor, cómo los estudiantes financiarán sus estudios (cuando sean de pago) y sus vidas cotidianas. En la mayor parte de los casos, dependen de sus familias, pero los recursos de muchas de ellas distan de ser abundantes. En estos casos se recurre al sistema de becas, que también se ve afectado por las conmociones demográficas y económicas. Hay préstamos bancarios reembolsables tras la finalización de los estudios, pero están relativamente poco extendidos. La difusión de la práctica del aprendizaje, en la que la formación puede estar remunerada, es sin duda una vía de futuro, pero para que funcione hace falta que las empresas y demás empleadores apliquen políticas de largo plazo. Por muchos esfuerzos que se desplieguen para financiar la formación, la necesidad de hacer “más con menos” acabará por imponerse. Esta exigencia de productividad, muy patente en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en razón de la destrucción y las penurias, se impondrá cada vez más, pues la sociedad de la sobreabundancia (no en todas partes, es cierto) está siendo remplazada por una sociedad de la escasez de recursos naturales.

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“Cerveaux en réseaux”, Les Echos, Enjeux Les Echos, octubre de 2009.

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LA REVOLUCIÓN DEL DESARROLLO SOSTENIBLE Esta es la segunda gran conmoción que está sacudiendo nuestras sociedades. Las necesidades mundiales son cada vez más importantes, pero los recursos que permitieron la revolución industrial, sobre todo los energéticos, empiezan a escasear. Hay que economizarlos o sustituirlos con nuevas tecnologías. Este es el reto del siglo: ¿cómo y a qué precio hacer frente a las necesidades del crecimiento? Por una parte, la población mundial, que ya era de 6.500 millones de personas en 2000, aumentará en 1.800 millones de aquí a 2025 y en 1.200 millones más entre 2025 y 2050. Por otra parte, si los hogares de los países emergentes se equipan en automóviles, al igual que muchos hogares occidentales, el número de vehículos ascenderá a 3.000 millones (más del triple que en 2000). Estos vehículos tendrán que disponer de motores que apenas consuman petróleo, de lo contrario los precios de los combustibles pesarán excesivamente en los presupuestos. De todas formas, habrá que multiplicar las infraestructuras y, sobra decirlo, los medios de producción de vehículos, lo que entrañará un mayor consumo de materiales, comprendidos los metales raros necesarios para la fabricación de motores eléctricos. Este tipo de constatación se aplica a muchas otras actividades: la construcción, la urbanización masiva (las ciudades gigantes sobrepasan los 10 millones de habitantes), la utilización del agua, el tratamiento de residuos y humos, las superficies de tierra cultivable. Sin caer en el catastrofismo de algunos militantes pro desarrollo sostenible, hay que poner de relieve la “contradicción interna” de las sociedades industriales o “emergentes”. Para reducir los riesgos ecológicos y ambientales, convendría limitar el aumento del consumo, pero para garantizar un buen nivel y tipo de vida a una masa creciente de personas, habría que promoverlo. Se tiene constancia de las repercusiones negativas en el empleo, el clima social, los ingresos fiscales y la vida política de la reducción de la actividad. También se ha constatado que los cambios de comportamiento conducentes al desarrollo sostenible no se producen en un abrir y cerrar de ojos, sino que precisan políticas de largo aliento que engloben los mecanismos de producción, las orientaciones en materia de inversión y financiación, los comportamientos sociales y, por consiguiente, la educación. Hasta ahora, aunque los retos del desarrollo sostenible son mundiales, las posiciones varían según los países y las poblaciones. Quienes han alcanzado niveles de vida elevados (respecto de la media de la población mundial) no renuncian a seguir progresando. Quienes están lejos de estos niveles aspiran al progreso y reclaman a los “países ricos”, que durante dos siglos han producido gran cantidad de CO2 y explotado muchos recursos, que asuman total o parcialmente el costo ecológico derivado de la aceleración de su crecimiento. Los debates nacionales e internacionales son a menudo confusos y apasionados. El mundo universitario y docente participa en ellos, pero más a título individual que colectivo.

En realidad, para superar las incomprensiones y los bloqueos, hay que “pasar a la etapa siguiente”, es decir, a la investigación científica y a la innovación en los productos, las técnicas y las organizaciones, lo que requiere la intervención directa de los medios docentes y de investigación, como por otra parte de los responsables económicos y sociales. El planteamiento ha de ser lúcido aunque positivo, concreto pero dinámico. El  objetivo no es prepararse para el fin del mundo, sino construir el futuro. En tiempos recientes ha habido experiencias instructivas. Pero antes de nada un recordatorio. Una magnitud física que crece a un ritmo del 7% anual se duplica cada diez años, por lo que al cabo de 500 años se habrá multiplicado por más de mil billones. Esto significa que unos índices de crecimiento como los que hoy tiene China, idénticos a los de los países occidentales tras 1950, no podrán sostenerse durante mucho tiempo. Este planteamiento también se aplica al crecimiento de la población. Las previsiones demográficas son más fiables que muchas otras, pero más allá de unos cincuenta años se vuelven inciertas. Según las proyecciones esbozadas hasta la fecha, la población mundial se reducirá a finales de siglo. Mientras no se produzcan ciertas evoluciones naturales que se producirán a ciencia cierta, habrá que hacer frente al crecimiento demográfico del período. Para atender a las necesidades de energía y alimentación, los obstáculos que deberán sortearse en los próximos decenios son de organización antes que de carácter físico. Hay reservas petroleras, pero su valorización depende esencialmente de los Estados que las poseen. Si no se invierte lo suficiente y a corto plazo, hay riesgos reales de variación extrema de los precios. Lo mismo ocurre con la alimentación. La productividad agrícola todavía puede mejorarse, pero también puede verse ralentizada por movimientos de opinión o deficiencias regionales. Con todo, por necesidad, los obstáculos no serán a fin de cuentas infranqueables. Pero hay que hacer investigaciones y estudios técnicos, económicos, financieros y sociales. Unos para intentar reducir los costos (cuestión de productividad) y otros para prever las repercusiones de las transformaciones en las mentalidades (el efecto de los precios, por ejemplo) o en la vida social (cómo frenar el éxodo rural en los países en desarrollo, por ejemplo). La lucha contra las diferentes contaminaciones también será una preocupación mayor. Aunque no faltan organismos de estudio, las conclusiones de las investigaciones sobre, en particular, la profusión de emisiones de CO2 tendrían que traducirse en acciones concretas. Pittsburgh, que era una de las ciudades más lóbregas del mundo, es hoy un modelo de limpieza. En Tokio, que en los años 1980 se parecía al Beijing actual, el aire ha vuelto a ser respirable. Gracias, en muchos casos, a los movimientos ecologistas, la lucha contra la contaminación local ha avanzado mucho. Se llevan a cabo actividades concertadas entre responsables políticos y de asociaciones o empresas, que seguirán multiplicándose en el marco del trabajo de fondo realizado sobre todo en escuelas y universidades. Una investigación reciente permite ilustrar este punto6. 6 Dorian Malovic, “Luo Ying, d’une ferme chinoise à l’École Centrale de Paris”, La Croix, 1º de octubre de 2009.

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Luo Ying es una joven china de extracción modesta que, tras realizar tres años del primer ciclo de estudios en la Escuela Central de Beijing, entra en la Escuela Central de París en 2008. Habla y maneja el francés sin dificultad, aunque solo empezó a aprenderlo en 2005. La Escuela está en Châtenay-Malabris y la joven se siente a gusto en ella. Está rodeada de estudiantes franceses, pero también mexicanos, tunecinos, españoles, alemanes y japoneses. La mezcla de culturas propicia los intercambios. Esta joven está entre los 1.400.000  chinos que, desde la fundación de la República Popular China, han estudiado en el extranjero. Al principio eran unos cientos. En 2008 ya eran cerca de 200.000 de un total de seis millones. A Luo Ying le apasionan la mecánica y la electrónica. Participa en un proyecto de grupo sobre la cámara de combustión destinado a reducir la contaminación que producen los motores de 90 caballos. En China, el profesor marca las etapas por las que hay que pasar. En Europa hay que buscar por sí mismo. Luo Ying ya hizo unas prácticas de verano en una empresa que fabrica automóviles. Tras profundizar en su especialidad de tercer curso en Beijing, emprenderá un gran proyecto sobre el mismo tema. Después de titularse, realizará unas prácticas de tres años en la empresa EDF (Électricité de France), que financió su beca de estudios, para incorporarse a continuación en una empresa internacional, probablemente en China “donde las cosas se mueven muy rápido”. En Francia hay cada vez más cursos de este tipo, como en muchos otros países, sobre todo los Estados Unidos. Los pasantes suelen cursar estudios científicos (ingeniería) o jurídicos y económicos. Los temas de estudio relativos al desarrollo sostenible los atraen y sería conveniente que en el futro resultasen tanto o más atractivos que los temas financieros desde los años 1980. Los responsables de enseñanza y educación han de poner empeño en ello. Se trata de sustituir la sociedad de “consumo” por una sociedad de “crecimiento sostenible”. La evolución de la formación en este sentido es tanto más necesaria cuanto que esta mutación plantea cuestiones de organización mundial. La principal dificultad no estriba las más de las veces en saber lo que habría que hacer, sino en la disolución y la dispersión de las responsabilidades. Para que se impongan unas normas comunes será necesario que, progresivamente, muchos responsables de las decisiones de países diferentes actúen en el mismo sentido. Cuanto mayor sea el número de responsables que hayan participado en formaciones comunes, más posibilidades habrá de llegar a acuerdos internacionales y, sobre todo, de aplicarlos.

LA 61ª CRISIS La tercera conmoción, que se añade a las dos anteriores y viene a desbaratar las tendencias de la evolución mundial, trastocar las posiciones alcanzadas, interpelar a los responsables y acarrear adaptaciones a menudo difíciles, sobre todo en las instituciones tradicionales, es la crisis económico-financiera en curso. Sin duda sería más preciso hablar de crisis financieroeconómica, pues surgió directamente de una enorme “burbuja financiera” y de la ilusión de que las deudas siempre acaban

por disolverse en el crecimiento. Dicho sea de paso, no es la primera vez en la historia que esto ocurre ya que, desde los reveses de los especuladores del siglo XVIII y el nacimiento de la sociedad de la máquina de vapor (en la década de 1780) por obra de James Watt y Matthew Boulton7, se han contabilizado nada menos que 60 crisis provocadas por el desfase entre la realidad económica y social y el optimismo financiero que lleva a creer que los “árboles crecen hasta el cielo”. La repetición, con variantes, de esta ilusión hace pensar que de la historia solo se aprende lo que se quiere y también, fenómeno cada vez más frecuente, que el desconocimiento o el rechazo de la historia impiden que se aprendan sus lecciones. Se trata de un buen tema de reflexión “académica” que podría proponerse a algunas asambleas de prestigio. Es verdad que cuesta más poner de acuerdo a un grupo de economistas, aunque solo sea en razón de su cultura (estadounidense o francesa, por ejemplo), que a un grupo de físicos, pero puede conseguirse, sobre todo si los economistas en cuestión participan en actividades mundiales en el marco de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin ánimo de imponer los temas actuales y futuros que merecen estudiarse para actuar, conviene analizar las causas y la naturaleza de lo que generalmente viene denominándose “la crisis”, recordando que, por grave que resulte, no deja de ser solo una de las grandes conmociones de la época.

PONERSE A LA ALTURA DE LOS DESAFÍOS MUNDIALES Las crisis que estamos viviendo, en particular la crisis financiera y económica, son mundiales, por lo que deberían propiciar las tomas de conciencia generales con miras a la adopción de medidas comunes o, cuando menos, concertadas. Pero los diversos actores (Estados, empresas, organizaciones políticas y sociales, etc.) tienen opiniones diferentes sobre las realidades y las perspectivas de futuro. Los medios educativos y de investigación pueden caer en la tentación de asumir el punto de vista de sus países, y sin embargo, ¿no deberían, por el contrario, contribuir a clarificar los diagnósticos y a aportar coherencia a las políticas convenientes? Tenemos derecho a esperar que los profesores y los investigadores se pongan a la altura de unos desafíos que tienen carácter mundial. Algunos así lo hacen. Las crisis deben contribuir al fortalecimiento de la conciencia mundial. Constituyen una gran ocasión para innovar. A continuación se expone una serie de constataciones y sugerencias. Empecemos por la crisis financiera. La mayoría de los especialistas concuerdan en destacar la importancia del aumento del crédito, sobre todo en los Estados Unidos, pero de rebote también en otras partes. “El sector financiero” se ha vuelto cada vez más sofisticado, hasta el punto de que 7 Michel Drancourt, Leçon d’histoire sur l’entreprise de l’Antiquité à nos jours, PUF, coll. Major, 1ª edición (1998). James Watt, que mejoró considerablemente el rendimiento de la máquina de Newcomen, fundó con el fabricante Matthew Boulton la Soho Foundry, que marca el verdadero inicio de la aventura de la máquina de vapor.

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en algunos casos los propios especialistas se quejan de su complejidad. Se ha intentado explicar e incluso justificar este fenómeno afirmando que el propósito era hacer que el crédito llegara a más personas. Pero se hablaba menos de que un reparto amplio de los riesgos, en particular a través de la titulización, permitía a los bancos soportarlos mejor, hasta el punto de que demasiado a menudo se olvidaban de su existencia o, peor aún, pensaban librarse de ellos con solo desmenuzarlos. El día en que unos bancos debilitados por haber controlado mal ciertas operaciones tuvieron un grave tropiezo, el castillo de naipes se vino abajo provocando bruscamente la pérdida de confianza en el sistema crediticio y paralizando una parte importante de la economía. Presentado así, el diagnóstico parece apuntar a que el principal culpable fue el sistema financiero estadounidense. No es el único en tela de juicio, pero es verdad que vivir a crédito o en números rojos se convirtió, primero en los Estados Unidos aunque también en muchos otros países, en un fenómeno de tal envergadura que merece ser estudiado. El gran aumento del consumo estadounidense impulsó las importaciones, y por ende el crecimiento mundial. El déficit exterior estadounidense, sufragado en gran parte con apoyo del yen y el yuan, es motivo de preocupación desde hace mucho tiempo; pero se había olvidado que el crédito tiene que sustentarse en el ahorro. ¿Es lógico que el gasto del país más rico del mundo (14,264.6 billones de dólares en 2008) se vea ampliamente favorecido por el ahorro del Japón (4,923.8  billones de dólares de PIB8 en 2008) y China (4,401.5 billones de dólares)9? En el examen de las crisis financieras también hay que tener en cuenta los tipos de cambio, es decir, el valor comparado de las divisas, que varía constantemente. Otro aspecto que también sería digno de estudio y debate: si la mayoría de los países del mundo se pusieran a vivir a grandes dosis de crédito, ¿se crecería a un ritmo sostenible? La abundancia de crédito y su falta de control no son solo problemas económicos y financieros, sino también sociales. ¿Es más razonable optar sistemáticamente por quererlo todo de inmediato o ahorrar primero y gastar después? Es poco probable que este tipo de pregunta figure oficialmente en los órdenes del día de los encuentros internacionales, lo que no impide que sea digna de debate. Situándonos en una perspectiva más inmediata, parece que algunos círculos financieros siguen queriendo prolongar ciertas prácticas de antes de la crisis. Sería muy útil recordar las dimensiones teóricas y prácticas de la noción de riesgo en los próximos años. ¿Qué límites deben tener los riesgos financieros? ¿Quién debe asumirlos? ¿Qué relación hay entre riesgo y prosperidad? Tantas preguntas como temas de estudio. Las perspectivas financieras hacen aflorar otro tipo de cuestiones: para limitar el descalabro resultante de las restricciones del crédito provocadas por la caída de Lehman Brothers y algunos otros, los bancos centrales aprobaron préstamos masivos 8 9

Producto interno bruto. Apuntamos de pasada que, globalmente, la Unión Europea registró en 2008 un PIB de 18,3941 billones de dólares.

al sistema bancario. Parece que esos préstamos, utilizados al menos en parte de manera especulativa, alimentan a los mercados financieros más que a las empresas. Históricamente, la banca nació antes que la industria. Hoy las finanzas dominan la economía. Aunque es verdad que las primeras son necesarias para el buen funcionamiento de la segunda, también lo es que es peligroso crear “falsa moneda”. Hay  mucha materia gris en las finanzas, pero convendría que hubiera más materia gris en los sectores industriales para garantizar ampliamente la transmisión de conocimientos en las actividades de desarrollo. Si esto es cierto en todas partes, aún lo es más en los países de bajos ingresos. Pero el reequilibrio no se conseguirá en un día o incluso en diez años. Se trata realmente de una política a largo plazo, a veces difícil de poner en marcha porque sus iniciadores no siempre llegarán a ver todos sus frutos políticos y sociales. Pero, como reza la fábula de La Fontaine, alguien tiene que plantar árboles para que quienes vengan después puedan disfrutar de su sombra. ¿Cuáles son las innovaciones posibles en aras de una regulación financiera mundial? ¿Qué  medidas aplicar en las universidades y escuelas superiores para promover a los “ingenieros fundamentales”? Hay que tomar en consideración muchos otros elementos en el estudio prospectivo de las realidades financieras mundiales, por ejemplo las consecuencias del aumento en todo el mundo de la esperanza de vida y la financiación de la jubilación, aunque también las de las necesidades de financiación de diversos tipos de hábitat, centros hospitalarios, prisiones, ciudades que hay que construir o acondicionar, medios de transporte. También hay casos en que los gastos corrientes se financian a crédito, lo que es muestra de una gestión demagógica. Aunque no faltan especialistas en técnicas financieras, demasiados estudios sociopolíticos siguen sin integrar de raíz la dimensión financiera. Por otra parte, en la formación sobre técnicas financieras ¿se tienen suficientemente en cuenta sus diversas aplicaciones? Cuando se debate sobre nociones como el producto interno bruto (PIB) u otras cifras reductoras, ¿no habría que detenerse más de lo que hoy se acostumbra en la noción de balance global de una política o una decisión?

NECESIDAD DE SÍNTESIS Más allá de las cuestiones financieras, es patente que muchas formaciones universitarias incitan a la especialización. La especialización es obviamente necesaria: no es posible improvisarse analista financiero o biólogo, y lo mismo ocurre con muchos “oficios”. Pero también hacen falta personas con capacidad de síntesis. Este es el desafío de la cultura general. Para ilustrarlo con un ejemplo sencillo, un piloto de caza tal vez sea mejor especialista en el manejo de los aparatos que su general. Pero el general debe fijar los objetivos de la misión y se considera que tiene que saber escuchar a quienes las llevarán a cabo, aunque no forzosamente seguir sus pareceres. La formación de especialistas es cuestión de método. La formación de responsables de síntesis es más compleja. Es a veces sorprendente constatar que excelentes dirigentes de empresas u otras organizaciones complejas tienen en su

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bagaje universitario títulos inesperados, en idiomas orientales, por ejemplo. Incluso los hay sin titulación alguna.

vez mayor de europeos y estadounidenses interesados por lo que se aprende en otras latitudes.

General Electric surgió del genio de Edison y de una fusión de su empresa con el grupo formado por Thomson y Houston, dos investigadores también geniales. Pero la empresa se hizo rentable el día en que los bancos confiaron su dirección a Charles Coffin, conocido por haber triunfado en el sector del calzado. Este hecho constituye un alegato en favor de la diversidad de los talentos y los temperamentos, así como de la formación al espíritu de equipo, de que se tratará posteriormente.

Ya hay becas que incitan a estudiantes “occidentales” a pasar un tiempo en universidades japonesas y lo mismo ocurrirá con otras universidades. Se trata de un fenómeno al que habrá contribuido la crisis actual y que confirma, de hecho, que el potencial de desarrollo de los países emergentes es mayor que el de los países “consolidados”.

EL DESPLAZAMIENTO DE LOS CENTROS DE GRAVEDAD Además de económica, la crisis es social; para muchas personas y familias se ha traducido en la disminución del poder adquisitivo y el aumento del desempleo. Las restricciones del crédito han contribuido a extender la crisis al ámbito industrial. Pero ha habido otras causas, por ejemplo, el retraso del sector automovilístico respecto de las expectativas ecologistas y más aún de las realidades de los países emergentes. Aunque no hubiera habido crisis, la caída de General Motors (símbolo de una época) era previsible. El  aumento de los precios del petróleo contribuyó a ello. Pero por encima de todo, la competencia mundial afecta directamente a unos asalariados “intercambiables”, lo que hace que los de los países desarrollados necesiten una mejor formación de base y un sistema de formación que favorezca la adaptabilidad a unos oficios en evolución constante. Un empleado europeo poco especializado compite directamente con uno indio o marroquí. Cuando las empresas desean imponerse reduciendo gastos, con harta frecuencia empiezan recortando costos salariales, luego buscando proveedores baratos. Hay empresas que “deslocalizan” actividades para pagar salarios más bajos y unos años más tarde se dan cuenta de que en los lugares en los que se han instalado los salarios aumentan con rapidez. Las preocupaciones de corto plazo se imponen a la visión de futuro, incluso cercano. En cambio, es evidente que si una empresa quiere vender en un mercado emergente tiene que instalarse en él, en general asociándose con una empresa local. Una de las consecuencias de ello es la necesidad de adaptarse a idiomas extranjeros, a pesar de que el inglés se está convirtiendo en el esperanto mundial, y a culturas diferentes. Este aspecto de la mundialización entraña también el desplazamiento de estudiantes (movilidad) y docentes: como hemos visto, hay chinos que van a los Estados Unidos o a Europa para aprender o informar; estadounidenses o europeos que pasan periodos de iniciación en China, el Japón, la India u otros países. Incluso hay universidades que intentan implantar filiales en regiones emergentes. Se trata a todas luces de un movimiento de largo recorrido, en el que no solo habrá estudiantes de países emergentes que vayan a estudiar a universidades europeas o estadounidenses, sino también un número cada

Los países emergentes no son solo mercados. Sus empresas se incorporan rápidamente a la competición mundial. Los ámbitos abiertos a la competencia van a ampliarse, y no solo para las industrias automovilística o alimentaria. Veremos, por ejemplo en medicina, formaciones diferentes de aquellas en las que los países occidentales suelen ganar terreno. Las universidades actuales también se verán sometidas a la competencia, lo que no significa que todas ellas tengan que convertirse en “multinacionales”, sino tomar conciencia de la ampliación del horizonte y poner en cuestión las posiciones que se consideraban ganadas. No cabe duda de que la mayoría de los jóvenes franceses y españoles estudiarán en Francia y en España, pero en su vida activa tendrán que vérselas con competidores o asociados de otros horizontes. Las grandes empresas ya conocen estas realidades; sería sorprendente que el mundo de la educación, la cultura y las artes las ignorara.

REDES, DIVERSIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD En Europa se han puesto en marcha iniciativas para lograr que el nivel de su enseñanza superior siga siendo competitivo. Entre las medidas útiles para el intercambio de conocimientos y culturas y el fortalecimiento de redes “intelectuales”, cabe recordar el proceso de Bolonia y el programa Erasmus. El proceso de Bolonia tiene por origen la Declaración de la Sorbona, firmada en 1998 por Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, en la que se fijan unos objetivos europeos comunes para la enseñanza superior. Desde entonces la han suscrito 46 países. El proceso tiene por objeto facilitar e incluso organizar la circulación de estudiantes en un espacio global en el que las etapas de formación superior sean comparables y en el que, por consiguiente, los estudiantes puedan moverse de manera natural. También se pretende lograr una política de convalidación de títulos y hacer atractivo el espacio europeo de enseñanza superior. La búsqueda de atractivo no tiene por objeto uniformizar el conjunto, sino posibilitar la “traslación” de un sistema a otro. La organización del proceso, a la que se asocian los países, la Comisión Europea y organismos europeos e internacionales entre los que está la UNESCO, es bastante compleja y consta de una serie de reuniones, algunas de ellas ministeriales. Ello exige un planteamiento coherente de educación superior e investigación en el que se presta especial atención a la evaluación de la calidad. También se trata de fomentar la libertad intelectual, el sentido democrático, los derechos humanos y el Estado de derecho, luego el diálogo y el espíritu de tolerancia. El propio éxito del proyecto hace que su puesta en práctica sea bastante lenta,

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aunque los gobiernos interesados disponen de un marco de acción que favorece la complementariedad de las labores de formación superior e investigación. Erasmus Mundus es un programa destinado a mejorar la calidad de la enseñanza superior europea y a fortalecer la comprensión intercultural. Periódicamente se ponen en marcha programas de maestría y doctorado, patrocinados con medios financieros europeos (en forma de becas). Los proyectos de estudio deben tener un carácter europeo, pero de dimensión mundial, de modo que las titulaciones europeas sean atractivas en todas partes. El despertar económico de grandes conjuntos emergentes repercute directamente en la actividad mundial. El ritmo de crecimiento mundial se ve cada vez más influido por ellos. Es cierto que el PIB de China equivale solo al de Alemania y Francia juntas, pero su ritmo de crecimiento recuerda al de los periodos en que volvimos a la senda del crecimiento en la década de 1950. En la actualidad ya se nota el peso de China en el suministro de materias primas escasas, que los chinos compran de manera sistemática (su mercado automovilístico es ya el más importante del mundo), y este peso es cada vez más patente en los intercambios mundiales y el mercado de divisas. Hay empresas de países emergentes, sobre todo China, la India y el Brasil, que ya se cuentan entre las primeras del mundo. En el caso chino, el sistema político, basado en un partido fuerte y una centralización financiera que fomenta un capitalismo ambicioso, es bastante diferente del occidental, en el que la democracia basada en la alternancia en el poder es más exigente con el capitalismo en el plano social. Por otra parte, hay zonas de influencia otrora “occidental” que se están convirtiendo en zonas de influencia china o india. La implosión del sistema soviético ha abierto muchas regiones del mundo al mercado. Los intercambios avanzan con fuerza. Los intercambios Sur-Sur son comparables a los intercambios Norte-Sur. Desde finales del siglo XX el comercio transpacífico ya supera al trasatlántico. Los chinos se han convertido en promotores del comercio en contenedores. Los  grandes mercados internos se volverán (¿a qué ritmo?) grandes polos de atracción y ofrecerán fuertes posibilidades de desarrollo a los transportes aéreos y tal vez ferroviarios. Los grandes países emergentes están multiplicando los centros de formación e investigación inspirándose, sin duda, en los sistemas existentes, sobre todo los estadounidenses, pero con capacidad de innovar a su manera, por ejemplo en los ámbitos médico o farmacéutico (India). Otros países participan a su manera en la aventura renovada del desarrollo, por ejemplo Turquía, Viet Nam y ciertas zonas de África. Hay países ricos en tierras agrícolas que atraen a inversores chinos e indios, y no solo en África. ¿Cómo evolucionará la agricultura en las regiones? ¿Cómo evolucionará en general? Este es un tema de estudio esencial porque, por una parte, las necesidades alimentarias van en aumento y, por otra, las superficies explotables son limitadas, a menos que, de nuevo, se encuentren soluciones gracias a

la investigación y la innovación. El crecimiento de los países emergentes planteará retos a las economías “consolidadas”, pero también puede ofrecerles oportunidades de transformación.

SOLIDARIDAD Y DIVERSIDAD Como constató uno de los grandes patrones del sector automovilístico mundial, “el crecimiento está trasladándose”. ¿Pero seguirá, prioritariamente en los países emergentes, basándose en el modelo dominante hasta tiempos recientes o en uno o varios modelos diferentes? La revolución de las comunicaciones y la generalización del uso de Internet, incluso si se toman medidas para intentar regularlo, fomentan el mimetismo en el consumo y, sin duda, en los comportamientos. No obstante, es innegable que las bases culturales y políticas en las que se asienta la sociedad industrial en su versión occidental, hasta ahora dominante, no se generalizarán. Simplificando, puede decirse que, en economía, estas bases son el intercambio y unas reglas que garanticen lo bastante ampliamente su fluidez. Es evidente que el proteccionismo no ha desaparecido, ni mucho menos, pero se considera que puede acarrear conflictos comerciales que, a la postre, podrían amenazar la prosperidad y la paz. Es bien sabido que la ola de proteccionismo y nacionalismo a ultranza tras la crisis de 1929-1930 contribuyó al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pero también hay que recordar que la industrialización de los grandes países se hizo bajo la protección de las fronteras durante años. Con todo, en los productos industriales clásicos se tiende a la apertura. Por lo que toca a la agricultura y los servicios, aunque las negociaciones internacionales son más complejas, hay intercambios. A no ser que ocurra algo grave, puede preverse que los intercambios están llamados a continuar. Pero la otra cara del modelo aún hoy dominante es una concepción de la democracia asentada en el respeto de las personas y el Estado de derecho, que no se reconoce en todas partes como correlato necesario del espíritu empresarial o la realidad del crecimiento. En el contexto de un estudio como el presente, que analiza si los sistemas de enseñanza superior e innovación tienen (o no) en cuenta las nuevas realidades resultantes de las crisis que vivimos, no es posible tratar la cuestión de las diferentes formas de democracia y gobierno con la debida profundidad. En cambio, el economista puede afirmar que, en aras del interés común mundial, hacen falta normas comunes, reglas de derecho aceptadas en todas partes y espacios de arbitraje neutrales. ¿Sigue reconociéndose esta exigencia de solidaridad en la diversidad de intereses e incluso de filosofías como uno de los grandes temas de estudio jurídico y de organización? Hay instituciones internacionales que trabajan en este sentido, por ejemplo en el ámbito de la salud. Pero a menudo topan con obstáculos que solo se superarán a medida que se vaya produciendo una mejora general de las condiciones de existencia. Según un estudio de la OCDE, la mitad de la población ocupada mundial trabaja “en negro”, es decir, con poca o ninguna protección social. Lo realista, en este caso,

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no sería decir que hay que imponerla aunque no se aplique, sino buscar mecanismos que puedan ponerse en marcha para crear ciertas condiciones de crecimiento. La invención de los microcréditos en Bangladesh, obra de Muhammad Yunus, universitario y fundador del banco Grameen imitado en todo el mundo o casi, y autor del libro Un mundo sin pobreza en el que expone sus principios, es un ejemplo de vías posibles. Pueden concebirse otras innovaciones de este tipo, por ejemplo para optimizar la utilización de los recursos hídricos o mejorar rápidamente las condiciones de los asentamientos informales, como han mostrado experiencias realizadas en el Brasil y otros países.

LAS ONG Y LAS MULTINACIONALES Dos tipos de organización pueden contribuir a generar evoluciones positivas. Las primeras son las organizaciones no gubernamentales (ONG), que contribuyen a dar a conocer dramas o disfuncionamientos sociales duraderos. Algunas de ellas se sienten a veces más atraídas por la ideología que por la dedicación a los desfavorecidos. Pero esos excesos no deben ocultar la entrega de las demás, que se dedican prioritariamente a los excluidos de la modernidad y los grandes riesgos ecológicos. Es obvio que no basta con ser miembro de una ONG para tener razón. Pero los problemas que plantean son con creciente frecuencia retomados por investigadores y pueden dar lugar a innovaciones positivas. De igual forma, las empresas multinacionales pueden ser, a su manera, difusoras de avances no solo económicos, sino también sociales y ecológicos. Así, la instalación en regiones emergentes de empresas cementeras que producen la menor cantidad posible de polvo, de plantas de montaje que respetan las normas de seguridad o de empresas alimentarias que comprueban la compatibilidad de sus productos con las condiciones de higiene y vida locales contribuyen a un progreso global, al absorber a empresas obsoletas modernizándolas o al incitar con su ejemplo a las empresas locales a cumplir normas más estrictas, haciéndoles de paso descubrir que ello no está reñido con la rentabilidad. →→ Es evidente que no faltan ejemplos de excesos de empresas mundiales que arrasan selvas, superficies agrícolas o minas. Pero ello no ha de conducir a afirmar sin pruebas que todas ellas son malas. Por el contrario, cuando aplican estrategias de largo plazo (como ocurre con las mejores), a las propias empresas les interesa difundir las técnicas y la ética del progreso económico y social. →→ ¿Son estas experiencias suficientemente conocidas y divulgadas en las universidades? Más de lo que suele decirse. Es verdad que el diálogo entre docentes y empresarios, cuando existe, es a veces difícil. Pero se evoluciona rápidamente. Así, en Francia, un jurado selecciona todos los años a los economistas más jóvenes que ya han adquirido gran notoriedad mundial entre sus pares. →→ Muchos de ellos (y ellas) se dedican a investigaciones sobre el desarrollo y la lucha contra la pobreza en algunas regiones de la India, África y América Latina. Las empresas recurren a estos universitarios para adaptar su gestión a las realidades

de países que conocen mal. La  cooperación entre empresas e investigadores se refuerza en los ámbitos de la salud, en particular en la lucha contra el SIDA en establecimientos o fábricas10. Las empresas tienen también, y seguirán teniendo, una necesidad creciente de asociar a universitarios a sus labores de búsqueda de medios para reconvertir centros tradicionalmente implantados en los Estados Unidos o Europa Occidental, que pagan las consecuencias del desplazamiento de los centros de gravedad mundiales.

LA IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES HUMANAS Estas observaciones y sugerencias generales sobre las conmociones (o crisis) actuales y sobre los riesgos y oportunidades resultantes para los organismos de enseñanza superior e investigación deben prolongarse con una reflexión enfocada en la acción que interese a los docentes e investigadores, sean hombres o mujeres, pero también a las personas que tienen la responsabilidad dela formación. Hay estudios y trabajos de calidad dedicados a estos temas a que se hizo amplia referencia durante la Conferencia Mundial sobre Educación Superior de la UNESCO, celebrada en París en julio de 2009. No obstante, debe subrayarse la necesidad de tener en cuenta algunos retos en materia de relaciones humanas originados o acentuados por las crisis. Las situaciones sociales no son idénticas en todas partes. En la etapa inicial de un desarrollo industrial rápido tiende a imponerse la organización de tipo taylorista, en la que los mandos intermedios dictan la conducta de las bases. Las tensiones existen, pero las bases solo pueden expresarse a través de unos sindicatos también jerarquizaos o recurriendo a la violencia. El  ambiente de trabajo depende mucho de la dirección, que puede ser rígida o más sensible a las necesidades de los asalariados. Castrense en un extremo, paternalista en el otro, la empresa tiende las más de las veces a mejorar, voluntariamente u obligada por la ley, las condiciones materiales de los asalariados, que también son clientes en el mercado interno. Por una parte, Henry Ford, que decidió incrementar considerablemente los salarios y mejorar las condiciones de trabajo para fomentar la adhesión del personal a la empresa y la venta de automóviles. Por otra, Bismarck, quien al generalizar las experiencias de empresas como Siemens, fue el verdadero inventor de la “seguridad social”. Ambos siguen teniendo émulos en las regiones en desarrollo. Sin embargo, en la mayor parte de las economías postayloristas, las realidades sociales han evolucionado considerablemente. Las poblaciones activas ya no pasan directamente de la granja a la fábrica. Proceden de medios en los que ya se ha consumado esta etapa. Han recibido formación y esperan que sus títulos les proporcionen empleos de calidad. Tienden a preferir la oficina al taller. Esta propensión, que afecta a las formaciones de alto nivel, provoca disfuncionamientos económicos y sociales. Llevamos ya decenios constatando una tendencia, cada vez más marcada en países como Francia o

10 Caso de Lafarge.

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Inglaterra y los Estados Unidos: el éxodo de los ingenieros hacia profesiones financieras, con frecuencia mejor remuneradas que las industriales. Ahora bien, para hacer frente a los retos técnicos y ecológicos, la innovación técnica y organizativa es más necesaria que nunca. Los laboratorios deberían ser tanto o más atractivos que las salas dela bolsa. ¿Contribuyen a ello las políticas de orientación profesional? No lo lograrán sin una evolución de las remuneraciones, que puede llevarse a cabo con sensatez, valorizando al investigador o al ingeniero si, como ya ocurre en las profesiones jurídicas, se permite que los expertos ejerzan a la vez de docentes y consultores o de directivos de empresa y formadores. El positivo aumento del número de titulados entraña sin embargo algunas dificultades. En razón del gran número de personas que lo obtienen, el bachiller se ha convertido en Francia en un título banal al alcance de cualquiera. Algo muy similar ocurre con las formaciones de mayor nivel. Quien creía salir del montón, acaba ocupando el mismo puesto que su abuelo, que no había estudiado. Cuando este tipo de situación se generaliza, la inquietud o la decepción se instalan en la sociedad. La solución pasa obviamente por el crecimiento, pero no necesariamente en el estrecho sentido material del término, sino el crecimiento en calidad, en cultura y, sobre todo, en mejora de la productividad, algo que consiguen cada vez más las empresas al reducir el consumo de energía para una producción dada. También radica en la búsqueda de un equilibrio de vida que depende de cada persona pero también de la organización social. Cuando están bien dirigidos, los departamentos de recursos humanos pueden contribuir provechosamente a esta búsqueda. Sin ánimo de criticar puede afirmarse que, si bien estos departamentos han cobrado importancia en los grupos privados, en donde a pesar de todo la tarea sigue siendo considerable, no ocurre lo mismo en la mayoría de los organismos públicos, en los que se considera que, cuando existen, los estatutos bastan para garantizar la satisfacción de las personas. ¿Sigue siendo esto así? Sea como fuere, en el ámbito de la enseñanza superior y la investigación todos los problemas relativos al trabajo, las relaciones entre los actores y la eficacia de los servicios tienen que estudiarse y orientarlos cursos de formación. Lo mismo vale para el trabajo en equipo. Suele admitirse que los descubrimientos científicos y las innovaciones son rara vez obra de una sola persona. De tanto en tanto surge un genio o un innovador, pero cada vez se habla más de equipos de investigadores. Ahora bien, el trabajo en equipo es un arte que debe cultivarse. Afortunadamente, muchos jóvenes lo adquieren en grupos más o menos relacionados con la universidad (deporte, voluntariado, organizaciones de manifestaciones, de exposiciones, etc.). Pero sería bueno que los propios docentes lo practicaran o incluso lo adquirieran. Hay que saber conciliar competitividad y espíritu de grupo, como sabe cualquiera que haya practicado un deporte colectivo como el baloncesto, el balonvolea, el balonmano o, más común entre los hombres que entre las mujeres, el fútbol. Hasta el tenis, que es un deporte individual, exige por momentos el espíritu de equipo cuando hay torneos. Por eso algunas empresas u organizaciones recurren a entrenadores

deportivos y por eso no es absurdo que las universidades formen y respalden equipos deportivos.

LA AMPLIACIÓN DEL CAMPO CULTURAL Se preparan grandes cambios en los ciclos de formación, especialmente como ya se ha señalado, en razón, del aumento de la esperanza de vida. La formación permanente ha progresado, sobre todo gracias a las empresas que han comprendido que la formación adquirida a los 25 o 30 años, o con anterioridad, suele quedarse anticuada a los 40 debido a las innovaciones y la evolución del mercado, aunque pocas se han preparado para adaptarse al trabajo de los mayores de 60. Tampoco es impensable que los propios docentes tengan que hacerlo. Es verdad que los docentes tienen mayores ocasiones de seguir aprendiendo a lo largo de sus carreras, pero también los hay que siguen enseñando sobre las realidades de ayer. El ámbito de la formación permanente es vasto y variado, pues no solo concierne a las actividades “técnicas”. Es posible descubrir la pintura, el arte egipcio o la arquitectura paladiana después de los 50. También puede imaginarse que, con el tiempo, más expertos o dirigentes participen en programas de formación. Ya hay asociaciones que proponen a ingenieros o a organizadores experimentados reforzar las competencias de los responsables de formación de países con carencias en este ámbito, lo que suele conllevar la organización de cursos previos de formación y un control de seguimiento. Pero con ello también se amplían los límites de la enseñanza tradicional. Las disciplinas de enseñanza asociadas a la salud, el ocio, las artes y las culturas están sin lugar a dudas llamadas a progresar con fuerza en una sociedad del desarrollo sostenible, un tema que en sí mismo será objeto cada vez más frecuente de estudios e investigaciones.

EL INGLÉS Y LAS IDENTIDADES CULTURALES Otra cuestión que se impone en las universidades debido a la mundialización creciente de los intercambios y la economía, son los idiomas y, más allá de ellos, la compatibilidad entre diversidad cultural y utilización masiva del inglés, que de hecho ilustra la importancia histórica de Inglaterra, primero, y de los Estados Unidos después, en la organización y las prácticas económicas, financieras y comerciales. Muchas clases se imparten en inglés, incluso en universidades de países en los que no es lengua vernácula, lo que tiene la ventaja de permitir la difusión rápida de la información y facilitar el diálogo entre personas de procedencia diversa. La generalización del uso de Internet, sin duda la innovación que más incidirá en las relaciones entre las personas, fortalece el peso del inglés. Uno de los riesgos de la generalización de su uso es el posible desfase entre las poblaciones que manejan este idioma y las que lo desconocen. A este respecto puede incluso hablarse de oposición de clases: una que tiene acceso al mundo y otra que se ve confinada en su “aldea”.

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El medio de limitar este riesgo es generalizar el aprendizaje del inglés. Se está obrando en este sentido, aunque parcialmente. Hay quien puede temer una forma de uniformización si este aprendizaje llega a ser sistemático (a este respecto, será interesante seguir de cerca el caso chino). Pero también puede aducirse que un buen medio para evitar la pérdida de identidades culturales debido a la influencia anglosajona (o estadounidense) sería que las personas de culturas diferentes, además de manejar el inglés, participaran de forma cada vez más activa en la edificación del futuro.

El reto de la formación y la investigación es pues considerable, pero nunca antes en la historia un número tan importante de personas ha tenido la posibilidad de participar en el desarrollo de un progreso que debe reinventarse. Todas las personas dedicadas a la formación deben convencerse de que, más allá de las preocupaciones cotidianas inevitables, la tarea es excepcional y las crisis que vivimos, otras tantas posibilidades de superación.

El Japón o Corea del Sur ya han mostrado que los atrasos técnicos pueden subsanarse sin que los países pierdan toda su originalidad (si bien es verdad que en estos dos países la mayoría de la población no habla inglés). En otras palabras, para afirmarse y mantener sus bases culturales los países deberían participar plenamente en la modernidad.

REINVENTAR EL PROGRESO El mundo en el que nos movemos es complejo pero dinámico, cargado de retos, pero también de oportunidades. En materia de formación e investigación abundan los ejemplos de éxito y hay que inspirarse en ellos. Más que establecer clasificaciones para glorificar a los mejores, tal vez convendría interesarse también en la formación de los dirigentes de nuestras sociedades. Luc E. Weber y James J. Duderstadt recuerdan en un capítulo de la obra Reinventing the research university11 que no todas las universidades pueden aspirar a los primeros puestos mundiales en formación e investigación. Un buen sistema universitario depende de unas instituciones regionales sólidas que ofrezcan buenas posibilidades de formación profesional y respondan a la diversidad de la demanda. Este punto de vista contrasta afortunadamente con la tendencia demasiado extendida de querer universidades o instituciones idénticas, carentes de originalidad. No puede haber un número excesivo de universidades con vastos programas de investigación en razón de su costo y de la concentración de materia gris que exigen. En cambio, unas buenas universidades pueden contribuir al progreso de una región y ofrecer mayores oportunidades a los jóvenes (y menos jóvenes). La carrera por la excelencia tiene el mérito de favorecer la competencia e incitar a la búsqueda de resultados. Pero, sin la fuerza de las personas que la rodean, la élite apenas puede esperar llevar a cabo grandes proyectos. Para ser sostenible, el desarrollo debe estar “sostenido” por miles de millones de personas. 11 Economica, 2004.

Cítese el presente artículo como sigue: Haddad, G., Drancourt, M. (2013). La enseñanza superior frente a las conmociones de la época. Investigación y Prospectiva en Educación UNESCO, París. [Documentos de Trabajo ERF, No. 6].

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