DOMINGO I CUARESMA PRIMERA PAGINA CELEBRACION PENITENCIAL. CANTO Misericordias Domini in aeternum cantabo. (Taizé)

Año XXXIX – Número 15 – Ciclo C – 17 de Febrero de 2013 DOMINGO I CUARESMA PRIMERA PAGINA CELEBRACION PENITENCIAL CANTO Misericordias Domini in aete

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Año XXXIX – Número 15 – Ciclo C – 17 de Febrero de 2013

DOMINGO I CUARESMA

PRIMERA PAGINA CELEBRACION PENITENCIAL CANTO Misericordias Domini in aeternum cantabo. (Taizé) SALUDO En el nombre del Padre...; la gracia y el perdón de n/Sr. Jesucristo estén con todos vosotros. Bienvenidos a la celebración del amor de Dios. El amor que ha sido derramado en nuestras vidas y que tan a menudo olvidamos, enredados como andamos en el trasiego de cada día. El amor siempre fiel y atento del Padre. El amor entrañable con el que Dios nos visita en cada curva del camino. El amor entregado y generoso que se funde en nuestras tribulaciones para acompañarnos, para dar sentido y esperanza.

El amor paciente que nos acoge en nuestras imperfecciones y egoísmos. El amor que siempre estimula y anima a volver a empezar. ORACIÓN Padre nuestro, que nuestra oración llegue hasta ti, que podamos vivir una vez más tu piedad y compasión, que tu misericordia renueve nuestro corazón y nuestra vida. Venimos a ponerla ante ti, Señor, para que tú la transformes desde dentro, como arcilla blanda en tus manos. Sabes que en nuestra fragilidad fallamos en el amor. Escucha Padre nuestra suplica y ayúdanos a cambiar lo que nos aleja de Ti. LECTURAS (utilizamos las lecturas del 1er domingo de cuaresma) Dt 26, 4-10: "... Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia..." Lc 4, 1 - 13: "No sólo de pan vive el hombre..., Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto..., no tentarás al Señor tu Dios..." (Entre las lecturas se puede cantar: "El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación") NOTAS PARA LA HOMILIA Y EL EXAMEN DE CONCIENCIA De la primera lectura evocamos y podemos hacer acopio de todas nuestras esclavitudes, todo aquello que nos quita la vida, lo que nos mantiene angustiados y anclados a la tristeza, a la impotencia, a la desconfianza. Muchas y variadas son nuestras cadenas, los lastres que nos obligan a vivir como arrastrándonos a veces, dejándonos llevar por la pereza, el cansancio, la inercia de nuestros hábitos a menudo tan poco saludables para nosotros y para los demás. De la lectura del evangelio... las tentaciones. Sugerentes por sí solas para descubrir nuestras sombras, aquellas situaciones en las que no amamos y traicionamos el amor que Dios ha puesto en nuestra vida. (Se puede repartir un texto con frases alusivas a cada una de las tentaciones sobre el ser más, mejor, distinto a lo que somos, nuestros apegos materiales y afectivos, nuestras tentaciones de poder, de quedar por encima de los demás, de perder el prestigio...) (Se puede añadir a ese texto frases que incluyan pedir perdón por nuestras pequeñas o grandes traiciones al amor de Dios, nuestros pequeños o grandes maltratos a sus criaturas, a nuestros hermanos y hermanas...) Recurro a un soneto de Lope de Vega que podemos hacer nuestro en cada verso. Quizás su lenguaje nos esté un poco lejano pero nos brinda la oportunidad desde el cálido ritmo de sus rimas de poner nombre en nuestra vida personal de las veces que no abrimos nuestra puerta al amor de Cristo. "¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía: "Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía!"

"¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras?

¡Y cuántas, hermosura soberana, "mañana le abriremos" respondía, para lo mismo responder mañana!

Demos un salto en la extrañeza del lenguaje y dejemos que cale su sentido. ¡Cuántas veces y de cuántas maneras distintas se nos regala Dios en nuestro día a día! ¡Cuánto y de cuántos modos se preocupa por salirnos al camino esperando que volvamos a su encuentro, que balbuceemos pidiendo perdón por nuestros desvaríos y escapadas! Este es un buen momento para hacer presente en nuestra memoria todo su amor y con valentía y humildad reconocer cuán imperfecta es nuestra respuesta a menudo, con la confianza de quien se sabe en camino y acompañado. vamos a mirarnos por dentro y poner en sus manos nuestra fragilidad, nuestros fracasos, nuestras traiciones al amor y pidamos perdón. CONFESIÓN GENERAL Yo confieso... CONFESIONES INDIVIDUALES PADRENUESTRO ORACIÓN Padre, bendecidos por tu perdón, salvados por tu amor, esperanzados en tu misericordia te pedimos que sigas caminando a nuestro lado. Señor nos ha hecho feliz tu ternura y tu presencia. Que seamos capaces de vivir siempre poniendo nuestra vida en tus manos. DESPEDIDA La bendición de Dios todobondadoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con todos vosotros. En el amor del Padre misericordioso, podéis ir en paz. ANA IZQUIERDO [email protected]

DIOS HABLA DEUTERONOMIO 26, 4-10 Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me has dado”. Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios». ROMANOS 10, 8-13 Hermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón». Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justicia, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él

quedará defraudado». Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará». LUCAS 4, 1-13 En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Jesús le contestó: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». Jesús le contestó: «Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”». Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

EXEGESIS PRIMERA LECTURA El texto que hoy escuchamos es el archiconocido como „Credo histórico‟ de Israel desde que así lo definiera Gerard von Rad, en su búsqueda de un núcleo esencial e inicial para la fe de Israel. En un contexto cultual como es la ofrenda de los primeros frutos, por mano del sacerdote Israel confiesa su fe en quien ha sido hacedor de su historia. Detrás de cada acontecimiento ha estado la mano de Yahvé. Y estos hechos presentados independientemente pero que aparecen conectados puesto que no se explican los unos sin los otros, se han convertido para él, para Israel, en hechos fundadores de su pueblo. Esta confesión de fe centra su atención sobre hechos históricos objetivos. Falta –como en el Credo Apostólico-cualquier alusión a revelaciones promesas, o enseñanzas; ni existe reflexión sobre el comportamiento que debiera provocar en nosotros esta historia divina. Hechos fríos sin reconsideraciones que no sea la pura historia. Ningún otro elemento que no sea la enumeración de hechos acontecidos perturba la admiración que esta confesión traduce hacia el poder y la generosidad de quien escucha su voz. La historia del pueblo a nivel colectivo y la propia experiencia personal se convertirán para Israel en fuentes prioritarias de revelación. Saber leer el pasado con sentido providencial ayudó siempre a Israel a rehacerse en momentos de fracaso. Esa historia no se repetirá ya nunca. Sobre todo a partir del exilio, fracasadas todas las esperanzas de retornar al país, se agota el recurso a los principios como base de su vida. Han aparecido elementos novedosos en la relación del pueblo con Dios; el pecado, la ofensa, la infidelidad, el arrepentimiento pesan tanto en el pueblo que no espera la repetición de tales prodigios si no se implica, por la conversión de sus pecados en el diálogo al que el Señor le invita cada día. La fe, entonces y ahora, nos llevará necesariamente al conocimiento de hechos históricos, a la admiración y glorificación de Dios. Y de esta, al compromiso con esa historia de salvación y a la conversión personal y colectiva en caso de infidelidad a lo pactado. TOMÁS RAMÍREZ [email protected]

SEGUNDA LECTURA El texto está enmarcado en un contexto en el que Pablo habla de la culpabilidad de Israel, a quien se le había ofrecido la salvación y la ha rechazado. Así, Israel es el responsable de su propio destino, y no Dios. La proclamación de la fe es accesible a todos los hombres de buena voluntad. Y es accesible también a los judíos que no se resisten a la acción de Dios (v. 8). La verdad completa es que el hombre entero debe decidirse por Cristo. Es necesaria la confesión de que Jesús es el Señor y la fe en su resurrección. Cuando todo esto expresa un convencimiento, el hombre obtendrá la salvación. Fe y confesión conducen a la justicia y al logro de la salvación escatológica y definitiva. Esto estaba predicho en la Escritura, pues Is 28,16 (LXX) dice así: “Quien confía en él no quedará defraudado”. El apóstol quiere dejar claro que la fe y la confesión son los únicos requisitos para la salvación, subrayando el sentido universalista con el que lee el texto (vv. 9-11). La diferencia entre judíos y paganos, que la sinagoga consideraba como decisiva, carece ahora de importancia frente a lo esencial: la salvación. Los cristianos invocan y honran a Cristo como al mismo Dios. Pablo aplica a Jesús (“todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”, Jl 3,5) una palabra que en el profeta se refiere a Dios, aclarando así su pensamiento: se puede orar a Jesucristo como a Dios, y él escuchará a quien rece (vv. 12-13). RAFA FLETA [email protected]

EVANGELIO 1. Aclaraciones al texto V.1 Lleno del Espíritu Santo. Referencia explícita al descenso del Espíritu de Dios sobre Jesús con ocasión de su bautismo en el río Jordán. El desierto. En su vertiente occidental, la judía, árida y desolada sucesión de montañas y colinas, con el Mar Muerto como frontera. Durante cuarenta días. Número redondo; número bíblico familiar para un judío por su empleo en situaciones protagonizadas por personajes famosos del pasado (Moisés, Elías). V.2 Tentar. Poner a prueba con intención siniestra. El Diablo. El Espíritu no santo, personaje misterioso y real. Vs.3 y 9 Si eres Hijo de Dios. Referencia explícita a las palabras venidas del cielo a raíz del bautismo de Jesús. V.4 No solo de pan vive el hombre. Cita de Deut.8,3. Vs. 4,8 y 10 Está escrito. V.12 Está mandado. En pasiva en el original, con Dios como referente implícito. V.6 A mí me lo han dado. Construcción pasiva en el original, remitiendo implícitamente a Dios como sujeto agente. En esta ocasión, es el diablo quien evita pronunciar el nombre divino en señal aparente y engañosa de respeto a Dios. V.8 Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto. Cita de Deut.6,13. V.9 Alero. No es probablemente la traducción más correcta de un término que, en el texto original, designa genéricamente la parte más alta del templo, el pináculo. Vs.10-11 Encargará a los ángeles que cuiden de ti. Cita del Sal.91,11. Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. Cita del Sal.91,12. Ambas citas aducidas esta vez por el Diablo. V.12 No tentarás al Señor tu Dios. Cita de Deut. 6,16. V.13 Hasta otra ocasión. En el sentido de ocasión propicia, momento propicio. 2. Texto. Qué dice en sí Larga estancia de Jesús en la zona desértica e inhóspita de Judea de resultas de la escena vivida en el cercano río Jordán. El Padre del cielo había regalado su paternidad a Jesús: él era su hijo especial, él tenía toda su complacencia. El espíritu santo de Dios era la fuerza que movía a Jesús.

¿Qué tiene de extraño que, estando así las cosas, el espíritu no santo del Diablo se revolviera contra Jesús y se enfrentara a él? El texto de hoy es la historia cruda y concisa de este revolverse, de este enfrentarse del Diablo con Jesús. Tú puedes convertir en pan la piedra que tienes delante, porque eres Hijo especial de Dios. (v.3). Tú puedes tener todo el poder y la gloria del mundo, porque Dios me los ha dado a mí y yo quiero dártelos a ti (v.6). Tú no corres ningún riesgo de muerte, porque eres Hijo especial de Dios (vs.9-11). Todo ello dicho sin una mala palabra ni un mal gesto por parte del Diablo. Al contrario: todo parece realista, razonado, razonable, verdadero. El Diablo cita incluso la Escritura Santa y hasta evita pronunciar el nombre divino en señal de respeto a Dios. Para Jesús, en cambio, todo ello era apariencia, engaño y mentira. Y así se lo dijo directamente al diablo ¿En qué se basaba Jesús? ¿Dónde lo había aprendido? No solo de pan vive el hombre (v.4). Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto (v.8). No tentarás al Señor tu Dios (v.12). Se basaba en la Escritura Santa, lo había aprendido en ella. Se lo había enseñado Dios, el alimento por encima de todo otro alimento (v.4), el único a quien hay que adorar (v.8) y a quien no hay que probar como se prueba una mercancía (v.12). Esto es lo que Jesús le dijo al Diablo, directamente a él, quien, sin embargo, no se dio por vencido en espera de otras ocasiones propicias. 3. Texto. Qué dice para mí Y lo que Jesús dijo entonces al Diablo nos lo dice hoy a nosotros. Exactamente igual. Aunque no porque realmente seamos diablos, sino porque a veces lo parecemos. ¿Cuándo? Cuando hacemos de Dios alguien prescindible; cuando hacemos de Él algo secundario, o incluso superfluo y molesto; cuando vivimos como si Él no existiera; cuando lo trajinamos como una mercancía; cuando lo convertimos en un objeto y le imponemos nuestras condiciones experimentales de laboratorio, que nosotros consideramos necesarias para llegar a una certeza sobre Él. ¿Qué nos pide hoy Jesús? Vencer al Diablo como él lo venció. ¿Cómo? Dejando entrar a Dios en nosotros, en nuestra vida. Contando con Dios para poner orden en nosotros y en nuestro ambiente. No cortando la corriente vital de comunión y de comunicación con Dios. Deponiendo la arrogancia de ponernos por encima de Dios, de convertirnos a nosotros mismos en Dios. ALBERTO BENITO [email protected]

NOTAS PARA LA HOMILIA Cuando emprendemos un viaje, normalmente, sabemos con antelación cuál es el destino de llegada, así podemos saber el camino que debemos recorrer, qué ruta seguir, etc. Si queremos ir a Málaga, no podremos hacerlo siguiendo los indicadores que nos llevan a Pontevedra. Hemos comenzado, pues, un camino cuya meta es la Pascua. En efecto, la Cuaresma es la carretera que nos conduce adonde queremos llegar: a la Pascua del Señor. Ya la liturgia del miércoles de ceniza nos daba algunas pistas de cómo hacer este recorrido (con ayuno, limosna y oración). Los domingos de Cuaresma nos dan también ciertas líneas maestras para llegar felizmente a destino. No perdamos de vista en ningún momento que ese destino es la renovación de nuestra vida a la Luz de la Pascua de Jesús. La primera gran pista nos viene dada en evangelio de hoy. Desde el Jordán, Jesús va al desierto a encontrarse con Dios y consigo mismo. Muchos especialistas coinciden en afirmar que la experiencia de revelación vivida en el bautismo, junto con el período de desierto vivido por Jesús, son los elementos que le harán tomar conciencia de quién es y cuál la misión a la que Dios le envía. ¿Se llevó Jesús “materiales” para su reflexión; el libro de Isaías, quizás? ¿Estuvo Jesús debatiéndose en la duda de si era o no el “Hijo de Dios”? ¿Querría Jesús pruebas incontestables de quién era y qué debía hacer en el mundo? No podemos dar respuesta irrefutable a éstas ni a otras preguntas, pero, siguiendo el

relato de Lucas, podemos afirmar que la tentación surge al final; que Jesús va imbuido del conocimiento de las Escrituras y de la Palabra de Dios y que las tentaciones descritas tienden a poner a prueba su filiación divina: “Si eres Hijo de Dios...” Esto nos muestra que Jesús es tentado como lo somos todos los seres humanos. Pero Jesús no cede a la tentación. Hay que tener en cuenta que, con frecuencia, el mal se disfraza de “bien” para hacernos dudar y caer. De hecho, mucha gente cede a propuestas corruptas porque no se da cuenta de que está siendo engañada. Así, pues, es necesario estar bien formados para saber distinguir, con las menos dudas posibles, el bien y el mal. Jesús no cede porque conoce bien la Palabra de Dios. Entonces, podemos deducir que una persona que conoce y vive la Palabra de Dios es más resistente a la tentación que otra persona que no mantiene viva la “Palabra” y que la ha dejado en el olvido con las cosas de niño. En la integridad de las personas se esa “herramienta” poderosa que es vencer el mal con la fuerza del bien. La primera pista, pues, que nos ofrece el evangelio de hoy para este recorrido cuaresmal hacia nuestra renovación pascual es hacer en nosotros un “desierto”; es decir, una introspección de conocimiento de nosotros mismos. Tomar conciencia de quiénes somos; saber los criterios con los que nos comportamos y ver aquello de lo que tendremos que despojarnos y aquello que deberemos transformar en nuestras vidas para volvernos de cara a Dios. El primer paso para la conversión es ver en qué aspectos concretos tenemos que convertirnos. Y en esta reflexión, estar pendientes de no ceder a la tentación. Refrescar la Palabra de Dios será también una actividad cuaresmal muy útil para el camino que queremos recorrer. Y en todo momento, ser humildes con Dios. La primera lectura nos hace ver en el texto de la ofenda de las primicias del pueblo de Israel el recuerdo de que nuestra vida depende de Dios y lo que vemos en nuestras manos es un regalo suyo, no solo producto de nuestro propio esfuerzo. Saber darle a Dios de lo que él nos da. Se humildes y reconocidos con él. Y, por último, no perder de vista nuestra meta. En palabras de Pablo: “Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”. En la Pascua gustamos, pues, esa salvación, que solo de Cristo, crucificado y glorificado, puede provenir. JUAN SEGURA [email protected]

PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar, permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Gracias.

“No sólo de pan vive el hombre” (Lc 4, 4) Preguntas y cuestiones Jesús es tentado, pero en todo momento mantiene en su boca la Palabra de Dios, no deja de confiar en su Padre. ¿Dónde depositamos nuestra confianza? ¿Escuchamos, leemos y recordamos la Palabra para poder aplicarla en nuestras vidas? ¿Creemos que esta Palabra es la Revelación de Dios que debe guiar y orientar nuestras vidas? ¿Es la Palabra la que guía nuestros pasos hacia la Pascua?

PARA LA ORACION Señor, Dios nuestro: Ahora que tu pueblo empieza el camino cuaresmal, ven en su auxilio, para que las tentaciones que le ponen en este mundo las fuerzas del Maligno, se vean superadas con la fuerza de tu gracia y tu Palabra. ------------------------------------------

Como Israel ofrecía sus primicias, también nosotros, con humildad y agradecimiento, te ofrecemos este pan y este vino de todos los dones que recibimos de tu largueza para con nosotros. Haz que sirvan para nuestra felicidad y para nuestra salvación. -----------------------------------------En verdad es justo y necesario darte las gracias, Padre, en toda circunstancia, tiempo y lugar. Pues pones ante nosotros este tiempo santo de Cuaresma para prepararnos a celebrar los grandes misterios de nuestra salvación. Igual que el pueblo de la primera alianza recorrió el desierto durante cuarenta años para llegar a la tierra de promisión y adquirir, así, su tierra y su libertad, pones hoy ante el pueblo de la Alianza Nueva el recorrido cuaresmal para que alcance la salvación por medio de la Pascua de Jesús, tu Hijo amado y mediante la confesión de su nombre. Por esta benevolencia que nos muestras, queremos unir nuestras voces a las de los ángeles y los santos para proclamar y cantar el himno de tu alabanza. -----------------------------------------Alimentados con el sacramento eucarístico, memorial de la Pascua del Señor y anticipo del banquete eterno, nos revistes de una fuerza celestial para emprender el camino de la Cuaresma. Que tu pueblo se vea siempre alentado por la Eucaristía en la hora de la tentación.

LA MISA DE HOY MONICIÓN DE ENTRADA Acabamos de comenzar el tiempo santo de Cuaresma y hoy es el primero de sus cinco domingos. Sabiendo que tenemos como meta nuestra renovación en la Pascua de Jesús, la liturgia de la Iglesia nos propone algunas pistas para hacer posible ese objetivo mediante la conversión. Además del ayuno, la oración y la limosna, como prácticas que se nos proponían el miércoles de ceniza, hoy vemos una invitación a conocernos bien a nosotros mismos para cotejar nuestra vida con la voluntad de Dios y ver en qué aspectos tenemos que concretar nuestra renovación, huyendo de la tentación con la Palabra de Dios en la mano. Sigamos, pues, la pedagogía que nos propone la liturgia de la Iglesia. ACTO PENITENCIAL +Tú, un hombre tentado como nosotros. Señor, ten piedad. +Tú, que vences la tentación con la Palabra de Dios. Cristo, ten piedad. +Tú, que eres, en verdad, el Hijo de Dios enviado a salvarnos. Señor, ten piedad. MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA El libro del Deuteronomio recoge en estos versículos la fórmula con la que ha de ofrecer a Dios las primicias. Está escrita con tono humilde y agradecido. Hace memoria de las acciones de Dios a favor de su pueblo y se muestra agradecido con él por los bienes recibidos. SALMO RESPONSORIAL (Sal. 90) Está conmigo, Señor, en la tribulación. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti». Está conmigo, Señor, en la tribulación. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Está conmigo, Señor, en la tribulación. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. Está conmigo, Señor, en la tribulación. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.»

Está conmigo, Señor, en la tribulación. MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA Ya después de la experiencia pascual a la que nosotros ahora nos dirigimos, Pablo nos recuerda en su carta a los romanos que no hay distinción alguna entre los que creen en Jesús resucitado y glorificado. Éstos no quedan defraudados, pues “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará”. La fe en Cristo nos iguala a todos y nos da la salvación. MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA El texto de Lucas sobre las tentaciones de Jesús en el desierto nos sitúa a Jesús siguiendo los impulsos del Espíritu Santo y obedeciendo a sus inspiraciones. La etapa del desierto es importante porque, en ella, Jesús hará discernimiento sobre su persona y sobre su misión. La tentación pone a prueba su debilidad exactamente igual que en nosotros y solo con la fuerza de Dios y de su Palabra podrá vencer al tentador. ORACIÓN DE LOS FIELES En la liturgia, reservamos siempre este momento para hacer una oración universal en común y desde nuestra propia necesidad hecha plegaria. Dios Padre nos escucha. +Por los pastores y los fieles de la Santa Iglesia, para que hagan de la Cuaresma un verdadero camino de renovación y de llegada hacia la Pascua. Roguemos al Señor. +Para que el Espíritu Santo guíe los pasos de quienes toman en serio este tiempo cuaresmal y les ilumine para vencer cualquier tentación de abandono. Roguemos al Señor. +Para que los cristianos sepamos ser agradecidos y humildes con Dios, sabiendo que todo lo que tenemos es porque él nos lo permite y no es solo fruto de nuestro esfuerzo. Roguemos al Señor. +Para que los pobres, los marginados y los excluidos de nuestra sociedad vivan en la esperanza de un mundo mejor, según la enseñanza de Jesús. Roguemos al Señor. +Por todos nosotros, para que el deseo de conversión y de renovación de nuestras vidas según la voluntad de Dios nos lleve a una Pascua vivencial y existencial. Roguemos al Señor. +Por la felicidad eterna de nuestros familiares y amigos difuntos. Roguemos al Señor. Escucha, Padre, la plegaria de tus hijos y atiende con bondad cuanto te hemos manifestado. Por JCNS. DESPEDIDA Ahora es necesario ponerse en marcha y caminar a la luz del Señor. Examinar nuestras actitudes, nuestras motivaciones para hacer realidad en nosotros una renovación espiritual en la próxima Pascua. Que el Espíritu nos ayude a huir de la tentación.

CANTOS PARA LA CELEBRACION Entrada: Hoy vuelvo de lejos (CB-103); Cómo le cantaré al Señor (CB-44B); Nos ha llamado al desierto (2 CLN-126). Acto penitencial: Señor, ten piedad (del disco "Dios es amor"). Aclamación: (antes del Evangelio): Gloria a Ti, Señor (del disco " 16 Cantos para la Misa"). Ofertorio: Attende, domine o la canción Yo no soy nada de Luis Alfredo. Santo: (ICLN-1-17). Aclamación al memorial: Por tu cruz y resurrección (1 CLN-J 3 l). Comunión: Purifícame (del disco " 15 Nuevos Cantos para la Misa"); No podemos caminar; Oh buen Jesús (popular). Final: Gracias, Señor por tu palabra (1 CLN-0-4) Director: Enrique Abad Continente ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004 ZARAGOZA Tlf. del Evangelio: www.telefonodelevangelio.blogspot.com - Página web: www.dabar.net - Correo-e: [email protected]

Año XXXIX – Número 16 – Ciclo C – 24 de Febrero de 2013

DOMINGO II CUARESMA

PRIMERA PAGINA Haremos tres tiendas Es curioso como el evangelio nos muestra que los discípulos de Jesús no entendían nada, hasta reconoce que se adormecían en los momentos importantes, quizás porque no los identifican como tales, en el texto de la transfiguración que nos ocupa esta semana cuando acompañaron a Jesús a lo alto del Tabor, para orar, Pedro y sus compañeros se caían de sueño. Se duermen cuando Jesús va a orar para confrontar su vida, también en Getsemaní antes de la pasión se duermen, ajenos al drama que

acontecía a su alrededor. Quizás así sea la naturaleza humana, nos cuesta entender la importancia de orar la vida, de acompañar en el silencio, de permanecer cercanos en la distancia, de contemplar al hombre, la importancia de estar, escuchar, mirar, acompañar. Nos adormece el silencio, la escucha paciente, el encuentro con uno mismo y con Dios. Cuando vamos a visitar a un enfermo lo hacemos por cumplir, porque así alguien de la familia se puede ir a comer o a duchar, porque el enfermo o un familiar se entretengan charlando, porque es lo que está bien,… pero no entramos en contacto con la fragilidad de la realidad humana, no nos abrimos a sentirnos inútiles ante la debilidad y la enfermedad, impotentes, sin nada que hacer o decir, sin llevar un bocadillo o cumplir un turno… siempre andamos con la tentación de la utilidad, de hacer algo por el otro. Durante el largo proceso de enfermedad de Joseangel descubrí que justo eso que Jesús pide a sus más íntimos era lo único que él nos pedía, acompañadme, venced la tentación de querer hacer algo por mí, venced la tentación de construir una tienda para los tres, contempladme en silencio, regaladme el don de vuestra presencia pero no me traigáis nada, ni comida, ni regalos, ni libros, quiero morir ligero, quiero que seáis tan conscientes como yo de que mi vida se agota y no necesito nada más que vuestro amor, no quiero tampoco aferrarme a vosotros o a vuestras cosas, dejo pasar la vida, ya no está en mi mano aferrarme a ella y sus momentos de felicidad. Y fueran tan pocos los que se dejaron acunar para la lógica de la gratuidad frente a la tentación de aportar, los que saborearon los regalos que fueron los cortos paseos al bar de la esquina para compartir los cafés donde te preguntaba por cómo estabas tú, los momentos en la habitación porque no había fuerzas para salir a la calle, los largos abrazos, las risas, las muecas de dolor, el cansancio, la mirada ida, posada en un punto del techo, las escasas quejas, los silencios, las siestas demasiado largas, los pasos lentos agarrado de tu brazo, las sonrisas sinceras, los no necesito nada más… ¿Hay luz en la cruz o necesita la cruz ser iluminada por momentos de luz que le den sentido o permitan sobrellevarla pacientemente? ¿Son los momentos felices en la vida los que nos ayudan a vivir los de cruz? Sinceramente no lo sé, quizás no sean dos realidades contrapuestas. Intuyo que hay luz en la cruz, pero que por una extraña razón no somos capaces de percibirla, quizás por eso mientras oraba Jesús, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos, para que los discípulos pudieran entrar en una nueva lógica que les permitiera entender, más tarde, eso sí, en el momento no lo logran. El Pedro que en el pasaje inmediatamente anterior a la transfiguración se resiste a aceptar el futuro que anuncia Jesús para sí, ante la vivencia sagrada de descubrir el verdadero rostro de Jesús, su identidad de Hijo, sucumbe a dos tentaciones: la de quedarse ahí, quiere acaparar los momentos luminosos que le proporcionó Jesús y aislarlo de su proyecto y su futuro, convertirlo en objeto de posesión y la de no saber saborear el momento, contemplándolo, Pedro necesita hacer algo. "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todos necesitamos luz, y todos tenemos la tentación de aferrarnos a los momentos de luz, de vivir en ellos y por ellos, de hacer algo para que las cosas no cambien. Pero es una tentación, un imposible. Jesús, el inundado de luz es quien atravesó solo una de las noches más oscuras, la noche de la muerte, y no una muerte cualquiera, es quien renuncia a la seguridad que le proporciona la experiencia de luz, a quedarse allí, a vivir fuera del mundo cobijado entre algodones por su Padre, y acepta la realidad del pecado, del mal, de su poder sobre los hombres, acepta la cruz como final posible y acepta que su camino pase por ella, el iluminado por ser „mi Hijo, el escogido‟ fue crucificado en medio del peor de los fracasos y en un suplicio que sólo merecen los esclavos. Para poder vivir la cruz y encontrarle la luz que puede tener Dios nos dio una clave: Escuchadle. Orad como Él. Venced la tentación de hacer una tienda. Estar, contemplar, acompañar, aferrarse a su luz, saber vivir lo que el Evangelio nos da gratuitamente: la afirmación incondicional de cada persona, por un Dios que sigue diciendo a cada uno: tú eres mi hijo amado, en ti he puesto todas mis esperanzas. ELENA GASCÓN [email protected]

DIOS HABLA

GENESIS 15, 5-12.17-18 En aquellos días, Dios sacó fuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra». El replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eúfrates». FILIPENSES 3, 17-4, 1 Hermanos: nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos. LUCAS 9, 28b-36 En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle». Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

EXEGESIS PRIMERA LECTURA Para el contexto de esta lectura nos faltan unos versículos, los que abren este cap.15. Abrán recibe al Señor en visión que le dice: “No temas. Yo soy tu escudo y tu paga abundante”. (v1). Pero Abrán le replica: “No me has dado hijos y un criado me heredará” (v.3). El Señor le contradice: “… uno salido de tus entrañas te heredará” (v.4). Y a estas palabras corresponde la escena de hoy en la que el Señor empeña su palabra „en favor de Abrahán y su descendencia para siempre” (Lc 1,55.73). Una vez más el Señor va a establecer una alianza desigual con aquel a quien ha elegido como aliado. Él lo pondrá todo al comprometer su propia vida mientras que a Abrahán le promete, pero nada le exige a cambio. Más tarde esta alianza, definitiva por parte de Dios, irá progresivamente exigiendo una cierta correspondencia: guardar la ley, circuncidarse, cumplir diversos mandatos, o simplemente cumplir los propios compromisos. Por eso la conclusión de esta promesa es preludio de cumplimiento cierto, estando de por medio la Palabra del Señor, que se manifiesta tan generoso por su parte que no impone, ni espera contrapartida alguna. El sin embargo es un Dios fiel.

Por eso hay autores que se resisten a llamar alianza lo que simplemente es una promesa o compromiso personal por parte de Dios. No obstante la forma en que esta promesa se cierra es claramente el ritual de una promesa o pacto. Nos lo describe claramente Jeremías en c.34, 18ss: “A los hombres que quebrantaron mi pacto no cumpliendo las estipulaciones del pacto que hicieron conmigo, los trataré como al novillo que cortaron en dos para pasar entre las dos mitades”. Poco más tarde, en el capítulo 17, se repite la escena con algunas variantes; el motivo es el mismo: la descendencia. La misma generosidad por parte de Dios; Él se compromete en alianza; y la misma promesa: una descendencia hasta alcanzar a ser “padre de una multitud de pueblos” (17,6). La reciprocidad que se le pide sin embargo es corresponder con la misma moneda de pertenencia: “Yo seré tu dios y el de tus descendientes” (v.7). Y nótese que el rito en este caso no es la sangre de novillos, sino la propia sangre: “Circuncidad a todos vuestros varones y será señal de mi pacto con vosotros” (v.11) Todo un anuncio de la generosidad más que plena de Dios con nosotros, personalizada en la entrega de su Hijo, sellada con su sangre, perpetuada con el signo vivo y verdadero de la Eucaristía. TOMÁS RAMÍREZ [email protected]

SEGUNDA LECTURA Pablo quiere llegar, con gran esfuerzo y empeño, a la perfección final, que no es otra que la unión con Cristo. Desearía que los fieles fueran llevados por el mismo deseo. Dios suplirá las deficiencias que existan. No hay que perder todo lo conseguido con la fe en Cristo y con su imitación, y no hay que dejarse embaucar por nadie en este punto. Con esta intención, Pablo avanza un paso más (v. 17) invitando a los fieles a seguirle, intentando convencer también a los vacilantes. También, Pablo, los pone en guardia contra aquellos que se portan “como enemigos de la cruz de Cristo” (v. 18). La cruz de Cristo exige que los discípulos hayan “crucificado sus pasiones”. Pero, de esto, no quieren oír nada los que están apegados a sus placeres. De éstos, “su Dios es el vientre” y su culto la satisfacción de sus pasiones carnales, lo que debería avergonzarlos, aunque no sea así. La meta de sus esfuerzos sólo puede ser terrena, por lo que no puede llevar más que a la condenación, porque, como ya se ha dicho en otras ocasiones (Ef 5,5; Rom 16,18; 1Cor 6,10; Gal 5,21), la avaricia, la lujuria, la adulación, la difamación… excluyen del Reino de Dios (v. 19). ¿Contra quién pueden ir dirigidas estas expresiones tan duras? No contra los que propagan falsas doctrinas, ya que éstos no predican una moral tan baja. Tampoco contra los paganos, que no entran en este contexto. Posiblemente, ya que Pablo habla con lágrimas en los ojos, se trate de miembros indignos de la propia comunidad cristiana, aunque no de Filipos, comunidad presentada por Pablo como ejemplar, sino, posiblemente, de las comunidades de Roma y Corinto (Rom 16,17s.; 1Cor 6). Para los auténticos discípulos de Jesús, sus preocupaciones y su conducta no están ancladas en elementos terrenos, aunque vivan en este mundo, porque su patria es el cielo. El bautismo les ha dado la ciudadanía en el reino de Dios, por lo que sus esperanzas están puestas en lo alto, a pesar de ser peregrinos en este mundo. Y confían en que el Señor volverá para terminar su obra redentora (v. 20).

Así, nuestro cuerpo se verá liberado de toda miseria terrena y se hará semejante a su propio cuerpo glorificado. Como ciudadanos del cielo, es necesario que nuestra vida terrena se conforme según esta orientación divina (v.21). Pablo acompaña esta exhortación a mantenerse fieles en el Señor, con palabras llenas de cariño a los filipenses. Con este recuerdo de los vínculos profundos que le unen a la comunidad de Filipo, Pablo termina esta parte de la carta dirigida a todos (4,1) y pasa a hacer algunas recomendaciones particulares (el caso de Evodia y Síntique, dos mujeres de la comunidad que se han enemistado). RAFA FLETA [email protected]

EVANGELIO 1. Aclaraciones al texto V.28 En aquel tiempo. Este encabezamiento habitual del texto litúrgico encubre la indicación temporal del evangelista: Unos ocho días después de estas palabras, en referencia a la invitación hecha por Jesús a seguirle en su camino de cruz y de gloria (9,21-27). A lo alto de una montaña. La montaña como lugar que facilita la cercanía de Dios. Vs.28-29 Para orar. Y mientras oraba. Lucas es el único evangelista que menciona la oración como finalidad de la ida de Jesús a la montaña. V.30 Moisés y Elías. Las dos grandes figuras de la Escritura Santa, cuya vuelta a la tierra era una de las expectativas del judaísmo inmediatamente anterior a la era cristiana. V.31 Hablaban de su muerte. El término empleado en el original no es muerte sino éxodo (salida), término que en el evangelio de Lucas engloba pasión, muerte y resurrección. V.32 Se caían de sueño; y espabilándose. Más en consonancia con el original: estaban profundamente dormidos. Cuando se despertaron, vieron… V.33 Maestro. El término utilizado por Pedro es epistáta, el mismo de hace dos domingos, cuando Jesús le pedía echar las redes mar adentro. Tiene el sentido de maestro, patrón, jefe, no el de maestro, enseñante, docente. Persona con capacidad de liderazgo. ¡Qué hermoso es estar aquí! En realidad, las palabras de Pedro no son una exclamación sino una constatación: Es bueno que nosotros estemos aquí. Pedro debió pensar que Juan, Santiago y él podrían evitar la marcha de Moisés y de Elías, mencionada poco antes por el evangelista. Chozas. Tiendas, cabañas. Evocan la morada de Israel en el pasado y prefiguran su morada en el futuro mesiánico. En tiempos de Jesús, la fiesta de las tiendas era una de las grandes concentraciones festivas de Israel, con la mirada puesta siempre en el pasado y, sobre todo, en el futuro. No sabía lo que decía, comentario de Lucas a unas palabras que, en un ejemplo de mala interpretación de la situación, pretendían perpetuar la presencia gloriosa de Jesús, Moisés y Elías. V.34 La nube. Símbolo de la presencia y de la gloria de Dios. Se asustaron. La misma reacción de estupor y espanto de Pedro y sus socios de pesca hace dos domingos. Miedo a desaparecer por completo ante la cercanía de Dios. Es el miedo que se recoge en la expresión clásica temor de Dios. Impresión profunda, estremecedora, paralizante. De ahí el comentario anterior de Lucas (no sabía lo que decía); de ahí también la contundente indicación final de Lucas en el v.36: Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. Silencio como reacción ante la magnitud de lo vivido y como recurso para no banalizar lo vivido evitando que ello deviniera trivial, común, insustancial. 2. Texto. ¿Qué dice en sí? Todo comienza en el silencio de la montaña y estando Jesús orando. Silencio, oración. La transfiguración de Jesús y la presencia visible de Moisés y Elías están envueltos en el silencio y son un acontecimiento de oración. Moisés y Elías hablan con Jesús, hablan de Jesús, de su futuro de cruz y de gloria. Hablan de lo que Jesús hablaba con Dios y de lo que Dios hablaba con Jesús. Así era la oración de Jesús (vs.29-31). A partir de aquí, el evangelista centra su atención en los tres discípulos. Es difícil hurtarse a la certeza de estar ante una situación imborrable para Pedro, Juan y Santiago. Situación que les cogió inicialmente dormidos, que ellos no provocaron, con la que se toparon, que malinterpretaron y que, en su tramo final,

los llenó de miedo. ¿Por qué este miedo? Porque Dios estaba allí, su nube los había envuelto y desde ella les hablaba a ellos: Este es mi Hijo elegido, escuchadlo. Cercanía misteriosa de Dios, pero cercanía real, audible, que señalaba y designaba al Jesús de carne y hueso que ellos conocían y a quien veían ahora como la tienda divina en medio de ellos. El Jesús de carne y hueso les libraba del miedo a la grandiosidad de Dios, pero desde ahora tenían la certeza del misterio divino encerrado en Jesús, con la única gran diferencia de que la cercanía de Jesús no les resultaba estremecedora ni aplastante. Por increíble que pudiera parecerles, Jesús era Dios accesible a ellos. A Él debían escuchar, Él era la Palabra de Dios encarnada, Él daba sentido a toda la Escritura Santa, representada en Moisés y Elías.

3. Texto. ¿Qué dice para mí? Los grandes momentos de Dios con nosotros están siempre envueltos de un gran silencio. Lo que es verdaderamente grande pasa a menudo desapercibido; el quieto silencio se revela más fecundo que la frenética agitación y el activismo. Estos nos hacen muchas veces incapaces de detenernos, de estar tranquilos, de escuchar el silencio en que Dios hace oír su voz discreta. El misterio de Dios sucede en el silencio y es en el silencio donde podemos oír la voz de Dios. Aturdidos por tantos ruidos, tantos estrépitos, tantas voces de nuestra ruidosa e hipersensibilizada vida moderna estamos perdiendo el recogimiento, la interioridad, la aptitud a prestar oídos a las secretas inspiraciones de Dios. Y sin recogimiento e interioridad, ¡qué difícil es hablar con Dios y que Dios nos hable! ¡La voz de Dios es habitualmente discreta! El misterio de Dios sucede en el silencio y es en el silencio donde podemos oír la voz de Dios. Hay situaciones que entenderemos mejor, si antes hemos orado. Hay cosas que haremos mejor, si antes hemos orado. Hay palabras que no diríamos, si antes hubiéramos orado. ¿No nos sobrarán actuaciones y palabras y nos faltará oración? ALBERTO BENITO [email protected]

NOTAS PARA LA HOMILIA Amados por Dios Padre, a la escucha de su Hijo. Nos encaminamos a la Pascua a través de este tiempo de Cuaresma. Es importante no olvidar la meta, el destino de este viaje, para que cada etapa de este camino quede “iluminada”, mostrándonos su sentido y fundamento y, a la vez, la llamada a convertirnos de corazón a Dios Padre. La clave para entender cada momento de esta peregrinación cuaresmal es Cristo mismo. En el Evangelio que se acaba de proclamar hemos asistido a la llamada “Transfiguración de Jesús”. En un ambiente de oración, el evangelista Lucas sitúa esta escena tan evocadora acerca de quién es Jesucristo y cuál es su misión. Jesús nos muestra su condición gloriosa. Es como un anticipo de su resurrección y su gloria, que tendrán lugar después de su pasión y muerte en la cruz. Si días antes los discípulos quedaban escandalizados ante el anuncio que hacía Jesús de su propia pasión y muerte, ahora él mismo desea fortalecer la fe de sus discípulos para que puedan afrontar lo que le va a suceder en Jerusalén días más tarde. Nos ayuda a comprender mejor la identidad y misión de Jesús la presencia de Dios Padre. Él, a través del signo de la nube, y de su voz nos muestra a su Hijo Jesús, y nos invita a escucharle. El ser hijos de Dios, por la fe en Jesucristo, y el escucharle a Él, su Hijo, “el escogido”, pone en nuestras manos la posibilidad de afrontar cualquier situación que se nos plantea, sobre todo aquellos momentos marcados por la dificultad y el sufrimiento, desde el mejor de los apoyos: Dios mismo que nos ama.

Escuchar a Jesús es escuchar a quien es la Palabra de Dios Padre. Cristo se nos ofrece como camino para llegar hasta el corazón de Dios. Él quiere que lleguemos a ser uno con Dios, Padre suyo y nuestro. Esta vida de comunión, de trato filial con Dios, se convierte en nosotros en la fuente de la fuerza que nos lleva a vivir de forma confiada aquellos momentos más difíciles. El clima de oración en el que se nos narra esta escena evangélica subraya el aspecto relacional, mucho más, filial de la oración cristiana. Somos conscientes de que la oración es un elemento fundamental en nuestra identidad y misión de cristianos. Y además no podemos olvidar que en este camino cuaresmal, la oración es un aspecto esencial en nuestra conversión al Señor y en el renovar nuestra condición de bautizados. Contemplando a Cristo camino de Jerusalén, lugar de su pasión, muerte y resurrección, podemos percibir cual es la raíz y fundamento de su misión redentora: Él es el Hijo amado de Dios Padre. La manifestación de Dios como Padre suyo que lo ama siempre, no sólo aparece en este momento de la Transfiguración. En su Bautismo en el Jordán (Lc 3,21-22), y en el momento de la cruz (Lc 23,46) vemos como la experiencia de sentirse amado por Dios constituye una pieza clave en su tarea salvífica. Desde el modelo que es Jesús somos invitados a orar a Dios Padre, a dejarnos amar por Él. La oración nos recuerda que somos sus hijos muy queridos, y nos lleva a una mirada nueva, “transfigurada” sobre cada persona y cada situación. A través de la experiencia orante de sentirnos hijos queridos de Dios somos llamados a mostrar con nuestro testimonio de fe el rostro de Dios Padre, y a la vez somos conducidos a descubrir su presencia en todas aquellas personas que sufren, en los pobres, en los humildes, y también en lo pequeño, en lo insignificante y “sin ruido”. Sigamos celebrando esta Eucaristía. Le pedimos al Señor que cada día podamos despertarnos recordando que somos hijos de Dios, y que Él nos ama de forma fiel, gratuita y desbordante. Que la experiencia del amor que recibimos de Dios nos lleve a una fe más firme y a una caridad fraterna constante. Que la comunión con Dios Padre vaya haciéndonos, transformándonos, a imagen de su Hijo Jesús. JESÚS GRACIA LOSILLA [email protected]

PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar, permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Gracias.

y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. (Lc 9, 32b) Preguntas y cuestiones El tiempo de Cuaresma es tiempo de conversión, pero también de esperanza. Se nos ha concedido anticipar el final de la “película”. ¿Cómo ando de esperanza en este tiempo de cambio, de conversión hacia Dios? Nos puede entrar la tentación de cambiar la alegría del Evangelio por la tristeza de la necesaria Pasión. ¿He olvidado que el Evangelio es Buena Noticia? ¿Yo también tengo que espabilarme para darme cuenta de la gloria que se anuncia y que junto a ella están los hombres?

PARA LA ORACION Señor y Padre nuestro, tu amor nos sobrepasa. Tanto nos has amado que quedamos boquiabiertos ante

tu fidelidad. Ayúdanos a vivir unidos a Ti para que en medio de las dificultades podamos permanecer firmes en el seguimiento de tu Hijo Jesús, Salvador nuestro. ----------------------------------------------------

Te ofrecemos, Dios Padre bueno, este pan y este vino, signo de todo lo que nos das. Que transformados a tu imagen, podamos convertirnos en signo de tu presencia viva y gloriosa, alimentándonos de toda palabra que sale de la boca de tu Hijo Jesucristo. ----------------------------------------------------

Te damos gracias, Padre misericordioso, por Jesucristo, tu Hijo muy amado. El amor que a él le tienes, es la fuente y fundamento de su misión salvadora. Unido a Ti, por ese amor generoso y fiel, lleva adelante el plan de nuestra salvación. Tú nos invitas a escuchar a tu Hijo, Él es tu palabra definitiva. Con toda su vida, con su muerte, resurrección y gloria nos conduce a unirnos estrechamente a Ti, para hacernos participar de tu misma vida. Cristo quiere fortalecer en nosotros la fe y la esperanza en los momentos de cruz y sufrimiento, para que lleguemos a comprender y vivir que la Cruz es el camino a la Pascua, que la pasión y muerte nos lleva, por la fe en Jesús, a una vida resucitada y plena. Ayúdanos, Señor, a vivir en comunión contigo, por tu Hijo, en el Espíritu Santo. Que no huyamos de la cruz y del servicio a los hermanos. Conviértenos a Ti, Señor. Purifícanos por tu Palabra, y fortalécenos con tu misericordia para que respondamos con nuestro testimonio valiente y gozoso en todas las situaciones que surjan para dar razón de nuestra fe y esperanza. Afianza nuestra fe en Ti, para que “transfigurados” a imagen de tu Hijo Jesús, podamos gozar de su destino glorioso y resucitado. Que vivamos, Oh Dios y Padre nuestro, siendo conscientes del amor que nos tienes, para realizar nuestra vocación y misión de cristianos, de hijos tuyos, aquí y ahora, en esta sociedad y en el tiempo de toda nuestra vida. ----------------------------------------------------

Te damos gracias Señor, por esta Eucaristía, en este tiempo de camino a la Pascua. Que apoyados en tu amor fiel y gratuito podamos vivir como hijos tuyos, siguiendo el modelo glorioso de Jesucristo, nuestro Mesías y Señor.

LA MISA DE HOY SALUDO Hermanos: Que Dios Padre, que en su Hijo Jesucristo, ha establecido con nosotros la nueva alianza de amor y vida esté con todos vosotros. ENTRADA Caminamos hacia la Pascua. En este segundo domingo de este tiempo cuaresmal se nos invita a intensificar y hacer más viva nuestra relación con Dios Padre. Cuanto más intensifiquemos nuestro trato con Él, más viviremos como hijos muy amados suyos.

Cristo manifiesta su gloria de forma anticipada para fortalecer la fe de sus discípulos ante la experiencia inminente de la pasión y la cruz. En cada Eucaristía, Jesús el Señor recuerda y anticipa nuestra meta. Su pasión, muerte y resurrección muestran su gloria y la vida nueva a la que todos estamos llamados. Que esta Eucaristía nos ayude en este tiempo de conversión a escuchar a Jesús, el Hijo amado de Dios, a renovar nuestra fe en Él y a mostrar su rostro en nosotros. ACTO PENITENCIAL Dios nos ha amado primero. Él es fiel y quiere nuestra salvación. Con humildad de corazón reconocemos que hay momentos en que no amamos a Dios Padre. Por eso pedimos perdón por nuestros pecados. - Porque a veces vivimos sin confiar en las promesas de Dios. Señor, ten piedad - Porque en ocasiones no aspiramos a las cosas de Dios. Cristo, ten piedad. - Porque no seguimos a Cristo y huimos del camino de la cruz. Señor, ten piedad. MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA Abrahán es modelo de fe para todo creyente. Dios establece con él una Alianza, que tiene el carácter de promesa. Dios no sólo toma la iniciativa sino que es el único que promete, que da, que llama. Le promete una gran descendencia y una tierra. Abrahán cree, y el Señor le toma en cuenta su fe. La fe es don de Dios, iniciativa de Dios, confianza y obediencia en el hombre, que acepta la promesa y entra en amistad con Dios, en alianza con Él. SALMO RESPONSORIAL (Sal. 26) El Señor es mi luz y mi salvación. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? El Señor es mi luz y mi salvación. Escúchame, Señor, que te llamo, ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». El Señor es mi luz y mi salvación. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. El Señor es mi luz y mi salvación. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. El Señor es mi luz y mi salvación. MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA Pablo exhorta a los cristianos a vivir consecuentemente su fe en Jesucristo. Para ello, el apóstol recuerda su propia experiencia, mostrando quién es el Señor, y cuál la condición gloriosa y meta que espera al cristiano que cree en Jesús: “nosotros somos ciudadanos del cielo”. Unidos a Cristo los cristianos están donde el mismo Cristo está. MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA Después del anuncio de la pasión, Lucas nos muestra a Cristo “transfigurado”. Él es el Mesías, el Salvador, el Hijo amado de Dios. Cristo nos iluminó definitivamente en su Pascua, es la Luz del mundo. En la transfiguración anticipó esta luz que es el resplandor de la gloria de Dios. La fe en Cristo llena de luz nuestra vida. La experiencia de la cruz y la pasión queda iluminada por la resurrección y la gloria del Señor. ORACIÓN DE LOS FIELES El Señor es nuestra luz y salvación. Confiando en su presencia misericordiosa le presentamos nuestras súplicas. Diremos: Conviértenos, a ti, Señor.

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Por toda la Iglesia, para que a través de sus palabras y acciones siga mostrando en medio de la sociedad el rostro glorioso de Cristo. Oremos - Por los que rigen el destino de los pueblos y naciones para que trabajen por el desarrollo integral de toda la persona humana. Oremos - Por todos los que viven bajo el peso del sufrimiento y la falta de esperanza, para que descubran en Cristo el apoyo y la fuerza que necesitan para afrontar su futuro con confianza. Oremos. - Por esta parroquia (esta comunidad) para que vivamos más unidos a Cristo, por medio de una fe viva, y sepamos descubrir su presencia en medio de los hermanos, especialmente en los pobres y los humildes. Oremos Señor y Dios nuestro, acudimos a Ti, origen de todo bien y fuente del amor pleno. Atiende nuestros ruegos y concédenos seguir a tu Hijo Jesús con fidelidad y actitud de servicio fraterno. Por Jesucristo, nuestro Señor… DESPEDIDA Esta Eucaristía nos abre a la esperanza, el anuncio de la Pasión va acompañado del de la Gloria. Nuestras vidas tienen que ser testimonio de esa esperanza, y ese testimonio tenemos que darlo durante toda la semana ante aquellos que se relacionan cada día con nosotros.

CANTOS PARA LA CELEBRACION Entrada: Gloria a Cristo, Señor (Canto de entrada para la Cuaresma, del disco de Erdozáin titulado “Cantos para participar y vivir la Misa); Sube a la montaña (del disco “Cristo libertador”); Haz brillar sobre nosotros (de Elizalde, 2CLN-714); Cristo nos une en torno a su altar (del disco “15 Cantos para la Cena del Señor”). Acto Penitencial: de Aragüés. Salmo: El Señor es mi luz (1CLN-505). Ofertorio: Con amor te presento, Señor (del disco “Viviremos con Él”); Este pan y vino. Santo: 1CLN-I 8; Santo (del disco “Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”; puede ensayarse este “Santo” durante toda la Cuaresma). Cordero de Dios: 1CLN-N 2; o el que se puede aprender del nuevo disco “15 Cantos para la Cena del Señor”, de Erdozáin. Comunión: Purifícame… transfigúrame (del disco “15 Nuevos cantos para la Misa”; varias estrofas de este canto pueden ser muy útiles en este día); Cerca de Ti, Señor (popular); Tan cerca de mí (de Luis Alfredo). Final: Gracias, Señor, por tu palabra (1CLN-O 4).

Director: Enrique Abad Continente ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004 ZARAGOZA Tlf. del Evangelio: www.telefonodelevangelio.blogspot.com - Página web: www.dabar.net - Correo-e: [email protected]

Año XXXIX – Número 17 – Ciclo C – 3 de Marzo de 2013

DOMINGO III CUARESMA

PRIMERA PAGINA Se buscan disidentes con ilusión Podemos considerar a Moisés como uno de los grandes místicos de la historia. Sus experiencias espirituales son extraordinarias. Los sacerdotes egipcios y los especialistas de la época quedaban anonadados, no estaban a la altura de aquel disidente que regresaba transformado del desierto. Lo que sorprende es el contenido de su revelación particular, Dios le explica a Moisés algo que él ya sabe: los israelitas viven oprimidos por los egipcios. No era necesario cruzar el desierto y subir al Horeb para descubrir esto. La situación de los hebreos era conocida por todos. Pero quizá no todos eran conscientes de que Dios también lo sabía y no estaba, precisamente, de acuerdo. La gran revelación del Horeb no es un conocimiento nuevo, no es la transmisión de una verdad escondida y reservada. La novedad es dar a conocer que Dios no tolera la opresión, más aún, toma partido en favor de las víctimas de la injusticia. El Todopoderoso no está en el bando de los dominadores sino en el de los oprimidos. Y va a poner todos los medios para que esa situación cambie, por eso, llama a Moisés para que libere al pueblo de la opresión. Lo que más llama la atención es el medio del que se vale Moisés para ejercer su liderazgo. El liberador de Israel moviliza a todo el pueblo a partir de una ilusión, de una esperanza: llegar a la Tierra

Prometida. ¡Qué importante y necesario es esto! Porque estar ilusionadas implica estar motivadas, que hay algo que nos empuja a vivir. Implica que estamos interesadas por la vida y por el mundo, y por esta razón nos comprometemos con la realidad. La ilusión marca una meta hacia donde dirigirnos. De este modo, abandonamos el lamento, la queja, el desencanto, el inmovilismo estéril para comprometernos plenamente en la construcción de nuestro porvenir como individuos y como pueblo. Estar ilusionadas o ilusionados es vivir intensamente la vida y, por tanto, ser plenamente humanos. Nadie duda del peligro de las ilusiones, pueden ser un elemento que mantiene a las personas e incluso a los pueblos en un estado infantil, ya que la ilusión se antepone a la racionalidad, entonces el ser humano se vuelve iluso, cándido, crédulo. También pueden servir para evadir de una realidad que no resulta agradable y sumergir en un delirio más o menos querido; o peor, al rechazar el presente la persona se instala en un futuro que nunca será, con lo cual acaba generando la peor de las frustraciones al no ver nunca logrados sus propósitos... Por tanto, una ilusión puede ser un espejismo muy peligroso que nos desorienta y nos hace perder por el desierto. O, por el contrario, nos indica el sentido de nuestro viaje; la brújula que nos guía en la exploración de las veredas de la vida; una imagen anticipada de la meta hacia la que nos dirigimos. Hace falta una ilusión para tener un referente que oriente y motive la construcción de una sociedad mejor y qué duda cabe, que nuestra sociedad actual está carente de líderes y, sobre todo, de líderes disidentes del sistema que aporten ilusión. La ilusión no nace en el vacío sino que es engendrada por un deseo que, a su vez, nace de una necesidad capaz de hacer salir al ser humano de sus letargos y lo espolea para vivir intensamente. La ilusión nos hace confiar que existe respuesta a nuestra precariedad. Por eso es un estímulo que nos empuja a avanzar. El pueblo de Israel desencantado, sin la esperanza en una Tierra Prometida, es más fácil de someter, más fácil que caiga en las trampas de la magia (becerro de oro) o más fácil que se conforme con las migajas de la vida (los ajos y cebollas de Egipto). El deseo de liberar a los israelitas y de conducirlos hasta la Tierra Prometida es la ilusión que mueve a Moisés. Tiene el coraje suficiente para cruzar el desierto y dirigir a un pueblo numeroso, porque en su corazón hay una esperanza que lo fortalece. Puede afrontar las dificultades y los peligros porque su vida tiene un sentido. Sin miedo a exagerar cabe decir que sin ilusión o, mejor aún, sin capacidad para ilusionarnos no podremos llegar a ninguna parte, de ahí la invitación en esta cuaresma a la conversión y, tal vez, la conversión hoy tiene nombre de ilusión, que no es lo mismo que hacerse ilusiones sino tener la ilusión de que un mundo mejor es posible y luchar por ello. MARICARMEN MARTÍN [email protected]

DIOS HABLA EXODO 3, 1-8a.13-15 En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza». Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés». Respondió él: «Aquí estoy». Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado». Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy

a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel». Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: “el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» Dios dijo a Moisés: «“Soy el que soy”; esto dirás a los israelitas: “„Yo-soy‟ me envía a vosotros”». Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: “Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”». 1ª CORINTIOS 10, 1-6.10-12 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga. LUCAS 13, 1-9 En una ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortarás”».

EXEGESIS PRIMERA LECTURA La narración de hoy constituye un punto clave en la historia de la Salvación en el A.T.; y es un modelo de redacción para poder contener con sutileza diversas tradiciones e intenciones en el itinerario iniciático de Moisés y por ende, del pueblo de Dios. Se marca la importancia del „camino‟ en el acercamiento al conocimiento de Dios. Es parte de esa paciencia del evangelio de hoy que Dios tiene para esperar a que su pueblo –y cada uno de nosotrosvaya adentrándose en el conocimiento de Dios hasta poder dar frutos de vida. Sin saber adónde iba Moisés va conduciendo a sus ovejas „hasta llegar al Horeb, el monte del Señor‟. Que aquí se le llame Horeb o Sínai responde más a diversas tradiciones que a diferencias locales o de actitudes teológicas: son el nombre (Horeb/Sinaí) del „lugar teológico‟ elegido por Dios para su revelación a Moisés y por mano de éste, a su pueblo. Un Dios majestuoso, potente, admirable que, en su teofanía, provoca el temor de Moisés. A quien efectivamente le hace sentir la distancia al invitarle a entrar descalzo en el ámbito de lo sagrado „el sitio que pisas es sagrado‟ (v6). Pero a quien inmediatamente después se le muestra cercano, familiar, como dios de sus padres Abrahán, Isaac y Jacob‟ (v6).

A partir de aquí se desarrolla un esquema que conocemos por otras elecciones/vocaciones ejemplares, como las que escuchamos hace unos domingos, las vocaciones de Isaías y Jeremías. La elección con frecuencia parece que sigue a la misión. Pero es al contrario: nadie es elegido para la nada, sino al contrario, es llamado (somos llamados) „desde el seno materno‟ (Jer 1,5) para la misión a la que el Señor quiere enviarnos; para cumplir nuestra tarea en la vida. Del mismo modo Moisés (Como Isaías, Jeremías… o María) se sorprende de haber sido elegido para algo que él mismo es consciente a las claras de que le sobrepasa: “¿Quién soy yo para acudir al Faraón?” (v.9). Y como siempre, la misma respuesta de Dios... “Yo estoy contigo” (v12). Una vez más cuestionamos por qué se han suprimido estos versos intermedios, pues precisamente esta `pregunta y su respuesta provocan la decisión de Moisés y subsiguiente pregunta: “Yo iré a los israelitas y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros” (v.13). La respuesta final solemne, concisa, misteriosa sin embargo quedará para siempre como el gran interrogante: Yavé. Yhwh, el nombre misterioso, impronunciable, magnífico, el que tiene poder „me envía a vosotros‟ (v.14); pero sin negar a la vez que hay que descalzarse, no pronunciar su nombre en vano, es un dios cercano y familiar. El que me envía es el mismo que acompañó a nuestros padres (v.15). “El Dios con nosotros” de la Navidad es el „Deus semper maius‟ (el Dios siempre mayor) de la teología y de la realidad creyente. TOMÁS RAMÍREZ [email protected]

SEGUNDA LECTURA Después de referirse Pablo a sí mismo como ejemplo de amor fraterno hecho a través de renuncias, recuerda ahora una serie de ejemplos instructivos sacados del Antiguo Testamento. Al igual que el pueblo de Israel recibió, en cierto modo, el bautismo, y participó de la cena del Señor, pese a lo cual no todos los israelitas se salvaron, así, el bautismo y la cena del Señor tampoco proporcionan a los creyentes una seguridad absoluta en su salvación. Son necesarios un esfuerzo serio y una lucha fuerte contra las tentaciones. Los antepasados del pueblo judío fueron los protagonistas de la historia de la salvación y son, también, antecesores de los cristianos. “Estuvieron todos bajo la nube” (Sal 105, 39; Ex 13,21), atravesaron el mar (Ex 14,22). Éste fue su bautismo en Moisés, el cual era imagen anticipada de Cristo. Y, además, comieron el alimento sobrenatural, el maná (Ex 16,14-18) y bebieron de la bebida sobrenatural que Dios les proporcionó milagrosamente. Al mencionar una roca espiritual, Pablo alude a una tradición rabínica, según la cual según la cual, el manantial acompañaba a los israelitas durante todo su camino. En esa roca reconoce Pablo la presencia misma de Cristo, que existe desde la eternidad. Pese a todo, los israelitas fueron culpables delante de Dios y no pudieron entrar en la tierra prometida (Nm 14,23-30) y acabaron pereciendo en el desierto (Num 14, 23.30) (vv. 1-5). Todos estos acontecimientos tienen un profundo sentido para la comunidad cristiana, sirviendo de advertencia a los creyentes en Cristo, que viven en el tiempo de la salvación, contra comportamientos iguales. Los cristianos no deben codiciar el mal, como lo codiciaron en otro tiempo los israelitas (Num 11,4.34) (v. 6). Si los corintios, con su conducta liberal frente a las ofrendas de los ídolos -que provoca escándalo- (v. 9) tientan a Cristo, el Señor, incurrirán en el castigo divino, como en otro tiempo incurrió Israel (Num 21, 5.6). Y si, imitando al antiguo pueblo elegido, murmuran (v. 10) contra las órdenes de Dios y de sus representantes, deberán temer la venganza divina. Por el “exterminador” (¿figura del ángel exterminador de Ex 12,23?) hay que entender algún demonio o el propio Satanás (Cf 1Cor 5,5). El v. 11 enlaza con el v. 6. Los acontecimientos del Antiguo Testamento predicen misteriosamente el tiempo final y han de mantener alerta a los cristianos que viven los tiempos escatológicos. Hay que

excluir toda falsa confianza en sí mismo, porque no existe una seguridad absoluta de la propia salvación (v. 12). RAFA FLETA [email protected]

EVANGELIO 1. Aclaraciones al texto V.1 En aquella ocasión. En referencia a dos preguntas de Jesús a la gente: ¿Cómo es que no sabéis interpretar el momento presente? (12,56); ¿Por qué no podéis juzgar por vosotros mismos lo que se debe hacer? (12,57). Vs.2 y 4 ¿Pensáis que eran? Continúa el recurso de preguntar a la gente. Vs.3 y 5 Os digo que no. Negación enfática hecha con autoridad, dentro de la misma línea de contacto directo con la gente. V.6 Higuera y viña. Símbolos entrañables para los oyentes judíos. Higuera plantada en una viña. Costumbre agrícola de la época. 2. Texto. ¿Qué dice en sí? Lucas ha evitado que cayeran en el olvido las palabras de Jesús recogidas en el texto de hoy: él es el único evangelista que las transmite. Y lo hace manteniendo la espontaneidad y la fuerza de la pregunta directa, que deja sin escapatoria al oyente, porque le deletrea su mundo de sentimientos y de pensamientos ante hechos como la violencia sangrienta o el accidente laboral trágico, el mundo de los porqués. ¿Pensáis que eran más pecadores, más culpables que los demás? Los oyentes tenían muy clara la respuesta afirmativa, dando por sentado que, entre pecado y castigo, existía una relación de causa y efecto. Efectivamente, sí lo pensaban o sí lo sospechaban, aunque no lo verbalizaran. Pues yo os digo que no eran más pecadores que los demás. Con autoridad, con rotundidad Jesús les dice que no es ese el camino correcto, que no es en las víctimas en las que debían centrarse, sino en los que no habían sido víctimas, en los demás, en ellos mismos. No ser víctimas de una desgracia no significa ser mejores, menos pecadores, menos culpables que los que han sido víctimas. No ser golpeado por la desgracia no significa no ser pecador. “¿Pecadores los masacrados por Pilato o los que murieron aplastados por la torre de Siloé? ¡No más que cualquiera de vosotros!” Jesús hablaba al más puro estilo profético: directo, claro, gráfico, paradójico a veces. Era la forma de garantizar que las palabras no cayeran en el olvido. Y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. Con autoridad, con rotundidad Jesús señala a la introspección como el camino correcto. ¡Convertíos! ¡Dad los frutos propios de un cambio de rumbo en vuestras vidas! ¡No os fijéis en la mota en el ojo ajeno; fijaos más bien en la viga en el vuestro! Esto es lo que Jesús pedía a las higueras plantadas en la viña del Señor. Esto es lo que Jesús esperaba de sus oyentes. A ello dedicó Jesús sus cuidados y desvelos de viñador de la viña del Señor. 3. Texto. ¿Qué dice para mí? Todos debemos mirarnos a nosotros mismos, porque todos tenemos necesidad de conversión. Todos: buenos y malos; unos por unos motivos, otros por otros. Un ejercicio de introspección saludable y necesaria, si no queremos caer en el orgullo del autosuficiente religioso. Contamos con la ayuda de Jesús, que se desvive por nosotros para que nos convirtamos, que apuesta por nosotros ante Dios, que confía en nosotros. ¡No defraudemos a Jesús! Somos nosotros su única razón de ser en este mundo. ALBERTO BENITO [email protected]

NOTAS PARA LA HOMILIA Del horeb a egipto

El Horeb hace referencia al desierto, lugar simbólico de la experiencia de soledad ante la inmensidad de un mundo natural en el que todo ser humano vive la relación de sí mismo con el conjunto de un universo que se le hace presente en forma de ambiente global y abarcador que le rodea y engulle como abismo ante el que siente su pequeñez. El desierto es el signo literario de la soledad, pero también lo es de la naturaleza en su sentido más desnudo y crudo. Sus noches son contacto directo con el mundo de las estrellas que parecen dispuestas a caer sobre la inmensa planicie que, en su aridez, destaca y grita la pequeñez humana integrada en los abismos siderales y cósmicos. Todo en ella es grito de infinitesimal medida e incapacidad ante la grandeza desmesurada del todo. El ser humano se experimenta libre de toda posibilidad de actuar para cambiar los regulares acontecimientos de la vida cósmica que son manifestación de la divinidad que la rige y gobierna sin interferencia humana. Pero el Horeb, que es una etapa en la revelación de lo divino a la vez que de lo humano, no anulada todavía, remite y convoca a otra experiencia designada en la Biblia con el simbólico nombre de Egipto, que no es el nombre de un país ni un lugar sino el nombre de la historia, de la experiencia cotidiana donde se vive la dificultad de los problemas, la sensación de no poder remontar y superar las ataduras. Esa experiencia que todos sentimos cada día ante las muchas dificultades del caminar humano y que manifiesta, sobre todo, nuestra básica condición de seres necesitados, con los muchos problemas que cada día la vida nos hace presentes, pero también de seres responsables que tienen una función ante la inmensa tarea que es la historia humana. De los fenómenos a los hechos Allí, en medio del fango cotidiano en el que todos nos vemos incrustados con harta frecuencia, se hace oír la llamada del Inefable a través del clamor de los necesitados que elevan sus gritos de angustia y de protesta en las muchas formas de denuncia que se generan por las pésimas condiciones de vida en que se ven atrapados. La Historia significa un cambio en la relación con Dios. Ya no es solo la grandeza de una creación que hace pequeño al más grande de los humanos. Es experiencia de llamada, vocación, que impulsa a desarrollar la propia realidad personal en el servicio y la solidaridad con los necesitados del mundo a través de las relaciones personales y en el trabajo de conversión de las estructuras en que se organiza la convivencia. Ya no es cosa de echarle la culpa a una naturaleza desbordante sino de asumir la propia responsabilidad histórica, la cual requiere un cambio del corazón y de nuestra actitud ante la historia de los necesitados que es la mediación privilegiada para escuchar a Dios y hacerle llegar, en forma de preocupación eficiente y efectiva, nuestra gratitud y nuestro compromiso. El amor a Dios adquiere rostro en la imagen de un necesitado que vive su vida a nuestro lado o su tiempo al compás de nuestro reloj. JOSE ALEGRE ARAGÜES [email protected]

PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar, permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Gracias.

“Yo cavaré alrededor y la abonaré para que dé fruto” (Lc 13,9) Preguntas y cuestiones Es cierto que la naturaleza tiene cosas de gran belleza que nos contagian un sentido de admiración e, incluso, de imitación. Hay otra parte de ella tremendamente cruel y feroz que manifiesta la presencia de una lucha dura y terrible por la vida, Pero todo forma parte de ella.

Dios nos invita a la contemplación, pero nos invita, sobre todo, a la transformación. Sin violentar las dinámicas naturales, sin hacer grandes alardes de fuerza. Él quiere cambiar el interior de la vida y del mundo, nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestra sensibilidad y nuestros valores, para que surja, sin forzar, el ser humano que toda la realidad añora y anhela. Hacer un mundo humano es un esfuerzo titánico que no admite atajos apresurados. ¿Tenemos y cultivamos la paciencia de Dios? ¿No nos ocurre, a veces, como a los de Corinto, que basaban su seguridad en la pertenencia exterior y no en vivir interiormente la confianza en Dios? El Dios inefable, inexpresable, sin rostro. El Misterio se hace presente en el rostro histórico de los necesitados, que suelen ser feos, como el de Jesús cuando era torturado. ¿Ponemos esa excusa para no identificarle con ellos y así no reconocerlo?

PARA LA ORACION Dios bueno que nos reúnes a celebrar la vida contigo y nos transmites esperanza y ánimo para hacer frente a las situaciones negativas y, sobre todo, a nuestro cansancio. Transforma y renueva nuestro corazón y hazlo fuerte para ser capaz de amar solidariamente a los necesitados superando los desánimos y las desilusiones. ----------------------------------------------------------En el pan están presentes los esfuerzos y tareas de la vida, sus dificultades y sus penas, sus angustias y sus hambres. En el vino reconocemos toda la solidaridad hecha esfuerzo. Haznos sonreir como los niños hambrientos cuando reciben un trozo de pan o un sediento recibe un trago de amor y de esperanza, Cámbianos como haces con el pan y con el vino para que seamos sacramento-signo de tu presencia en medio de la vida. ----------------------------------------------------------Y siempre hemos de reconocer lo lógico de la acción de gracias. Es la actitud fundamental que nos caracteriza a los cristianos porque todo es regalo y don, gracia y obsequio tuyo. Desde este escenario cósmico en el que nos hemos encontrado y nos asombra con su grandeza y belleza hasta esta vida que es, fundamentalmente, una invitación a la felicidad y a la plenitud, pero que nos confunde porque la queremos inmediata y sin esfuerzo. Te damos gracias, también, y sobre todo, porque la presencia de Jesús en nuestra historia y en nuestra vida personal nos centra en lo realmente importante, en la tarea de hacer posible esa felicidad compartida y convivida entre todos y para todos. De él solo recibimos ánimo esperanza. Él es el mejor mensaje que los humanos podíamos esperar. Y Él es la invitación continua a ser responsables y a vivir nuestra libertad en la preocupación por los demás que contagia a tanta gente y la pone a trabajar por los otros. ----------------------------------------------------------En nuestra despedida recordamos lo humano que eres y cómo representas el mayor estímulo para humanizar nuestras entrañas que, a veces, se manifiestan tan frías y duras. Por eso recogemos tu grito de cambio y nos proponemos hacer el esfuerzo de parecernos un poco más a ti. Eso nos hará más humanos.

LA MISA DE HOY MONICIÓN DE ENTRADA Estamos en cuaresma, es el domingo tercero de esta serie de semanas que dedicamos a preparar nuestra cabeza para celebrar los días finales de la vida de Jesús. En todos ellos se nos propone un tema para concretar el cambio de nuestro corazón. Hoy se nos dice que la religión nuestra no es la que toma la naturaleza como el centro de la relación con Dios, sino la Historia. Ya no es solo la contemplación de la creación, es la responsabilidad ante la historia y lo que ocurre. Vamos a tratar de verlo en las lecturas. SALUDO Dios que nos acoge en su casa y su familia nos invita a celebrar la vida con Él, en la alegría y en la

reflexión. Sed bienvenidos en su nombre. Padre, Hijo y Espíritu Santo ACTO PENITENCIAL Ante Dios que nos conoce muy bien y nos acepta tal y como somos, reconocemos los ocultos recovecos de nuestra personalidad interior. - Tú que tienes toda la comprensión de un Padre y abres tus brazos para recibirnos. Señor, ten piedad. - Tú que tienes la comprensión de los compañeros de camino y sabes cuales son nuestra debilidades. Cristo, ten piedad. - Tú que no dejas de difundir tu aliento y tu esperanza para que no desfallezcamos. Señor, ten piedad. El Dios comunidad y relación que nos hizo a su imagen nos acoge, nos acepta, nos anima y nos perdona. MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA El Dios a quien los antiguos relacionaban con la naturaleza decide darse a conocer a la humanidad curiosa y crítica. Hasta entonces era el Dios creador de cielo y tierra. Ahora es también el Dios de la Historia, del tiempo, que es la dimensión de los humanos. Y si en ese tiempo de nuestra vida la experiencia fundamental es la de ser necesitados, como los israelitas en Egipto, Dios nos empujará y dará fuerza para hacer frente a los problemas y necesidades de todos. Él nos llama a la responsabilidad. SALMO RESPONSORIAL (Sal. 102) El Señor es compasivo y misericordioso. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. El Señor es compasivo y misericordioso. El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. El Señor es compasivo y misericordioso. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. El Señor es compasivo y misericordioso. MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA Pablo les habla a los cristianos de Corinto porque han creído que la fe es un salvoconducto de seguridad que exime de la responsabilidad y de la preocupación por la suerte de los demás. La fe, les viene a decir, se manifiesta en la constancia y la esperanza con que se trabaja y se lucha por hacer un mundo más humano y más sensible. MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA Si hay señales en el cielo y en la naturaleza que nos permiten adivinar algunas cosas que van a ocurrir porque hay una relación de regularidad, también en la vida humana y social hay cosas que nos permiten ver como es nuestra relación, nuestro grado de solidaridad, nuestra disposición para hacer frente a las necesidades de todos. Si hay crisis no es por un fenómeno fatal sino por disposiciones y decisiones humanas que nos dicen cómo debemos cambiar. ORACIÓN DE LOS FIELES En forma de petición digámosle a Dios cuáles son nuestras necesidades concretas y así sabremos en qué debemos trabajar nosotros. - Para que los creyentes centremos nuestra fe en la historia, es decir, en la vida, y trabajemos por

un mundo mejor. Roguemos al Señor - Para que hagamos posible la creación de empleo, para que fomentemos la sensibilidad social y no dejemos a nadie abandonado. Roguemos al Señor. - Para que los más necesitados, quienes no tienen pan o esperanza o amor o alegría, descubran la fe como fuente inagotable de las hambres. Roguemos al Señor. - Para que pase el invierno de la fe en la juventud y llegue la primavera de una humanidad que redescubre la luz de Dios y la vitalidad de su cercanía. Roguemos al Señor. Escucha, Dios bueno, estas oraciones que brotan de nuestra experiencia cotidiana y de las necesidades de un mundo que te necesita. Escúchalas por eso y porque te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. DESPEDIDA Que sea una semana feliz e intensa en vivencias de amistad y bienestar, pero que nuestra actitud sea la de hacerlo posible para los demás. Hasta la semana que viene.

CANTOS PARA LA CELEBRACION Entrada: Perdona a tu pueblo (Popular); El pueblo gime en el dolor (de Espinosa); El Señor es mi fuerza; Hoy vuelvo de lejos; El pueblo gime en el dolor. Acto Penitencial: 1CLN-B 4. Salmo: LdS o del Libro del Salmista de Manzano; también puede cantarse el salmo Gustad y Ved de Manzano. Aclamación antes del Evangelio: Gloria a Ti, Señor, por tu palabra (del disco “16 Cantos para la Misa”). Ofertorio: Cristo fue sincero (del disco “Cristo libertador”); Bendito seas, Señor (de Juan Alfonso, 2CLN-H 6). Santo: 1CLN-I 1. Comunión: No adoréis a nadie (de Luis Alfredo Díaz); El Señor nos invita junto a su mesa (del nuevo disco titulado “15 Cantos para la Cena del Señor); El Señor es mi fuerza (1CLN-717). Final: Dad gracias al Señor (1CLN-O 6).

Director: Enrique Abad Continente ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004 ZARAGOZA Tlf. del Evangelio: www.telefonodelevangelio.blogspot.com - Página web: www.dabar.net - Correo-e: [email protected]

Año XXXIX – Número 18 – Ciclo C – 10 de Marzo de 2013

DOMINGO IV CUARESMA

PRIMERA PAGINA El gran corazón del Padre ¡Vaya sorpresa! Qué alegría poder escribir sobre la Parábola del Hijo Pródigo, reflexionar sobre ella dio un giro total a mi vida, la hice mía, personal, es el retrato de cada uno de nosotros. Seas quién seas, siempre estás representado en uno de los personajes de la historia. Tal vez seas el hijo menor que quiere regresar a los brazos de su padre… o el padre que espera con los brazos abiertos a su hijo…o el hermano mayor celoso y orgulloso que cree que lo tiene todo, menos lo más importante el amor, o tal vez en los dos.

Es la parábola de Dios Padre, del corazón de Dios, es la que define nuestra relación con Él. Esta historia no habla sólo de perdón…. aunque está presente en el silencio del encuentro… el hijo que lo pide a gritos y el padre que lo otorga sin condiciones… el gran mensaje, es la misericordia, es la compasión, que brota desde lo más profundo del corazón para volcarse en amor sobre la miseria del que sufre…ese es el amor de Dios que nos brinda a cada uno de nosotros. “Su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello, y se puso a besarlo” (Lc 15, 20) gesto que habla de más de mil palabras. Ese beso y ese abrazo que envuelve con su paternidad y le devuelve la dignidad a su hijo. Ese es el protagonismo del Padre, devolvernos a ese lugar olvidado. Nosotros buscamos hacernos un lugar en esta vida, pero nos olvidamos del Señor, del Dios que nos guía en nuestro camino. Me vienen a la cabeza la otra cara de la moneda, personas que nos encontramos diariamente en la calle, que bien pueden ser el hijo pródigo…deambulando sin rumbo fijo, pidiendo limosna, tal vez para saciar su adicción, o llevarse un bocado de comida a la boca… no lo sé…tampoco conozco las circunstancias que les ha tocado vivir…. Y no hablemos del maltrato a los hijos, abandonos… acaso no sentimos envidias, recelos y orgullo por los demás, cuando pensamos que son mejores. Todos estamos en las mismas condiciones, representados en los hijos de la parábola, pero seguimos juzgando, condenando a los demás, seguimos creyéndonos mejores. Este es el mensaje: la forma a la que estamos llamados a amar, amar al otro y perdonar con el mismo amor generoso que el Padre nos perdona a nosotros. Jesús deja claro en la parábola que el Dios del que habla es misericordioso y da la bienvenida y acoge encantado a los que se arrepienten, no importa cuál sea su sufrimiento. Me sorprende, a veces, el sufrimiento, es en él donde se forman los grandes hombres y mujeres del mundo, que lo trastocan, lo entienden y sienten de una manera especial, el dolor hace que el hombre sienta la necesidad de Dios, necesita de su compañía, y el dolor pasa a convertirse en motivo de alegría. Hace unos años leí los libros “El regreso del hijo pródigo”, y “Esta noche en casa” de Henri Nouwen, me impactaron, me ayudaron a analizarme a mí misma, analizar mi labor como madre, como hija y como persona, y me llevó a mi conclusión final ¿cómo es mi Dios? Un Dios que desde el comienzo, ha extendido sus brazos misericordiosos, sin forzarme, dejándome libre para poder actuar, pero esperándome siempre, sin dejar que sus brazos caigan y esperando que yo y que cada uno de sus hijos vuelva, para hablarles con palabras de amor, sin importarle mis errores, ni mis caídas y dejando que sus brazos cansados descansen en mis hombros con ternura y cariño. Gracias Señor, porque tu amor incondicional hace que tu perdón sea infinito. Gracias Señor, porque tu perdón es siempre motivo de alegría y felicidad. SUSI CRUZ [email protected]

DIOS HABLA JOSUE 5, 9a.10-12

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: «Hoy os he despojado del oprobio de Egipto». Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ácimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán. 2ª. CORINTIOS 5,17-21 Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. LUCAS 15, 1-3.11-32 En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y él empezó a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado”».

EXEGESIS PRIMERA LECTURA En época de efervescente reflexión e investigación sobre los primeros libros de la Biblia se propusieron diversas agrupaciones de estos libros en razón de su relación intrínseca y narrativa, y no de la simple tradición que había agrupado de forma reverencial los primeros cinco libros (Pentateuco), como la TORAH. Era el núcleo doctrinal, el fundamento de la vida del judío creyente, la base de todo el resto “Todo está en la Torah, lo demás es comentario‟.

Así surgió la división que comprendía los cuatro primeros libros del Génesis como Tetrateuco, en razón de que el Deuteronomio es repetición de lo anterior, hasta la visión de Moisés sobre la Tierra prometida y su muerte. Otros hablaron, por el contrario de Hexateuco, en cuanto llevados por la narrativa, concluyeron que esta historia solo se debe dar por concluida cuando el pueblo hubiera entrado en la Tierra prometida y la hubiera poseído tras conquistarla. Finalmente habrá otros que lleguen a hablar, por el mismo camino, del Heptateuco, siete libros, porque el libro de los Jueces también cuenta la parte conclusiva de la historia inaugurada en Génesis y coronada en la época de los Jueces. Después de haber recibido promesas desde Abrahán, todo se cumple, herederos, tierra que mana leche y miel, y el tener a Dios por dios “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”. de la alianza de Dios con Moisés. Este arco histórico quedaría concluido en falso si termina en Números con Moisés a las puertas de Canaán. O quedaría coronado con la conquista de la Tierra, pero habría dos libros añadidos porque son repetición, con otra visión teológica e histórica como el Deuteronomio y Jueces. Al margen de estas teorías, hoy volvemos a tomar la Biblia tal como nos ha sido entregada por la tradición, son su división de los libros. El texto de hoy confirma esta impresión de culminación de ciclo histórica anticipada, como la visión de Moisés desde el Monte Nebo adelanta la conquista. En 5,1 los reyes a ambos lados del Jordán se dan por vencidos y Josué adelanta también la solemne celebración de la Alianza en c.24 al cumplir una de las condiciones de la primera alianza con Abrahán (Gen 17, 9-11) circuncidar a todos los aún incircuncisos de Israel (Jos 5,8). Dios mismo da por finalizado este ciclo de promesa y cumplimiento (“Hoy os he despojado del oprobio de Egipto” v.9). La celebración de la Pascua se convierte así en „memorial‟ para siempre. Pasó el tiempo de las promesas; el desierto, tiempo y lugar que la confianza en Dios es puesto a prueba y ha sido superado. Pueden confiarlo a la memoria. El maná nos será necesario al conocer el fruto del país. Será conservado, como las tablas de la ley, en el Arca de la Alianza (Ex 16,33s), memorial para siempre del vínculo que les une al Señor. No alcanzamos a ver su relación con el Evangelio de hoy, si bien podría enlazar los dos textos la afirmación d Pablo en I Co 5,17: “Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado”. Los traumáticos cambios de era tan temidos siempre se convierten en nuevas esperanzas. Y vivir el momento desde la actitud reconocida al pasado ayuda a evocar lo antiguo agradecidamente e incluso como frutos ya recibidos en el presente, por lo que se lo celebra en fervientes memoriales que crean tensión generadora de esperanza en cada momento. Si el texto de hoy concluye etapas pasadas y abre la puerta a su celebración, San Pablo rompe con el A.T. para presentar como absolutamente novedoso el encuentro con Cristo que nos reconcilia con el Padre bueno y generoso de la perícopa evangélica que hoy leemos. TOMÁS RAMÍREZ [email protected]

SEGUNDA LECTURA Los primeros versículos del capítulo quinto (vv. 1-16) sirven de introducción para el tema de la reconciliación con Dios. “Lo viejo” ha pasado, ha llegado “lo nuevo”, que proviene de Dios, el cual nos ha reconciliado consigo mismo por Cristo. “El que es de Cristo”, nada tiene ya que ver con el viejo mundo, en el que dominaban el pecado y la muerte. Es una criatura nueva – con esta palabra abarca Pablo toda la acción de Dios sobre el creyente, cf. Gal 6,15 – (v. 17). El autor último de la obra redentora de Cristo es Dios, que quiso la reconciliación y la ha puesto en marcha. A él hay que atribuir en exclusiva la acción reconciliadora, no a los hombres. Pero es el predicador, al que Dios ha encargado “el servicio de reconciliar” quien

pone a cada uno la necesidad de decidirse. Cada uno puede aceptar o rechazar la reconciliación que le ofrece y que procede de la gracia de Dios (v. 18). El v. 19 amplía el círculo razado por el v. 18. En Cristo, el mundo entero se reconcilió en principio con Dios, ya que Dios dejó de tener en cuanta las transgresiones (“sin pedir cuentas al mundo de sus pecados”). En la acción de los mensajeros del Evangelio la actividad misericordiosa de Dios se extiende a todo el mundo. Quien proclama el evangelio prolonga la obra de Cristo y dirige el llamamiento de Dios hacia la libre elección de cada hombre: “¡En nombre de Cristo, os pedimos que os reconciliéis con Dios!” (v. 20). Con gran energía, quiere el apóstol poner ante la conciencia de sus lectores lo inaudito del don que se les ha otorgado. Para ello encuentra una fórmula que sobrecoge. Cristo no había cometido pecado y, si tuvo que morir en la cruz, no lo hizo para sí, sino que asumió de forma sustitutiva la expiación de todos los pecadores. Por este sacrificio, que puso de manifiesto la santidad de Dios y su voluntad misericordiosa de una forma inesperada y desbordante, ya que “nosotros, unidos a él (Cristo), recibimos la salvación de Dios”. Así, hemos recibido la gracia divina que nos transforma en hombres nuevos (v. 21). RAFA FLETA [email protected]

EVANGELIO 1. Aclaraciones al texto V.1 Publicanos. Personal encargado del cobro de impuestos. V.11 Un hombre tenía dos hijos. Así comienza la parábola contada por Jesús. No caben dudas sobre cómo designarla: parábola del padre y sus dos hijos. V.15 Cuidar cerdos. Para los judíos el cerdo era animal impuro. Cuidar cerdos era expresión de alienación y empobrecimiento humanos. V.20 Se conmovió. El verbo griego empleado expresa la compasión a partir de la imagen del seno materno: conmoverse, tener entrañas maternas. V.29 En tantos años como te sirvo. El verbo griego empleado dice literalmente ser esclavo. De ahí la traducción más ajustada: en tantos años como soy tu esclavo.

2. Texto. ¿Qué dice en sí? El texto comienza situando históricamente la escena: Se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Jesús responde a estas murmuraciones con una parábola: Un hombre tenía dos hijos. En realidad, esta parábola viene precedida de otras dos, que hablan de la alegría de Dios por la conversión de los pecadores. Ello hace que el hombre de la parábola de hoy pueda ser razonablemente interpretado en clave de Dios. El primer cuadro de la parábola lo conforman el hijo menor y su padre. El hijo pide al padre su parte de herencia y se marcha a un país lejano, donde derrocha esa herencia sin cabeza, sin preocupaciones ni previsiones de ningún tipo. Cuando ya lo ha gastado todo, se convierte en cuidador de cerdos, anhelante de la comida de estos. Llegado a este punto, el hijo menor recapacita, reconoce su pecado e inicia la vuelta, humilde y sin exigencias, a su padre. Hasta este momento, el padre ha actuado silenciosamente, magnánimamente, respetuosamente. A raíz del v.20 y como lectores de la parábola, descubrimos que hasta ese momento este padre ha amado y sufrido mucho. Su padre lo vio, se conmovió, se le echó al cuello y se puso a besarlo. El padre escucha la confesión del camino interior de vuelta de su hijo a él. El padre ni siquiera lo deja terminar, sino que manda celebrar un banquete, porque este hijo mío estaba perdido y lo hemos encontrado.

El segundo cuadro de la parábola lo conforman el hijo mayor y su padre. El hijo mayor regresa a casa tras el trabajo en el campo, oye la fiesta en la casa, se entera del motivo y se enoja. En tantos años como soy tu esclavo, sin desobedecer nunca una orden tuya. Estas palabras destilan amargura interior por la obediencia prestada, algo así como si el hijo mayor tuviera envidia solapada de lo que su hermano se había podido permitir, como si sintiera disgusto de haber sido obediente, de no haberse marchado también él lejos de su padre. En el fondo y en silencio, también él había soñado con una libertad sin límites. El padre le escucha y, con la misma conmoción que en el caso del hijo menor, dice al hijo mayor: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Con eso le expresa la grandeza de ser hijo y le manifiesta el sufrimiento que le produce el que no haya descubierto esa grandeza, el que no haya conocido la fortuna que supone estar en casa. Para terminar con una invitación implorante: Deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba perdido y lo hemos encontrado. La parábola se interrumpe aquí; nada nos dice de la reacción del hermano mayor. Tampoco podría hacerlo, pues en este punto la parábola pasa directamente a la situación real que tiene ante sus ojos: con estas palabras del padre, Jesús estaba hablando al corazón de los fariseos y de los letrados que murmuraban y se indignaban de su acogida a recaudadores y pecadores y de su comida con ellos (léanse de nuevo los dos versículos iniciales). Ahora se ve totalmente claro que Jesús identifica su bondad hacia los pecadores con la bondad del padre de la parábola, y que todas las palabras puestas en boca del padre las dice él mismo a las personas piadosas. Lo que Jesús dice y hace lo ha aprendido en la escuela del Padre.

3. Texto. ¿Qué dice para mí? El hijo menor es infiel; el mayor, engreído. El menor es consciente de que necesita conversión; el mayor no es consciente de esa necesidad. El menor reconoce su pecado; el mayor, no. El que era problemático deja de serlo; el que no era problemático empieza a serlo. A buen seguro todos tenemos algo de hijo menor o de hijo mayor. ¿Hemos pensado en lo que unos y otros hacemos sufrir a nuestro Padre Dios? En todo caso, la parábola de hoy deja en nosotros una certeza: hijos menores o hijos mayores, pecadores o piadosos, Dios es el Padre que nos espera a unos y a otros con entrañas de madre, con el corazón en la mano. Nos espera a los pecadores, porque la libertad no consiste en disfrutar lejos de Dios, en vivir sólo para sí mismo y sin ninguna exigencia; nos espera a los piadosos, porque la libertad de ser hijos no es llevar una vida de esclavo en la casa del Padre: la relación con Dios no es una relación jurídica que sitúa al obediente a la par con Él, no es una relación con el Dios-Ley sino con el Dios más grande, con el Dios-Amor. ALBERTO BENITO [email protected]

NOTAS PARA LA HOMILIA El proyecto misericordia El ser humano no puede vivir del pasado, si bien necesita conocerlo para no repetir errores, para no dar palos de ciego y para no vivir como un ser desenraizado, como si su presencia en el mundo fuera la primera y la única, al margen de toda historia y tradición. Sin embargo, lo que define al ser humano no es su capacidad de repetición y de imitación, sino su capacidad de mirar al futuro, de proyectar, de tener esperanza. El determinismo (nada se puede cambiar, todo está determinado), el derrotismo (de nada sirve luchar), el inmovilismo (haz lo mismo que tus predecesores), nos condenan a no soñar, ni proyectar, ni creer en el futuro. El cristiano no cree en el destino, no se siente derrotado y no se limita a repetir. El cristiano está plantado en una gran tradición, la bíblica y la de la Iglesia, pero no está aherrojado a ella: tiene proyectos de futuro porque tiene esperanza y porque cree en la historia a la que Dios lleva a buen puerto. ¿Cuál es el gran proyecto de Dios que puede transformar la historia? La misericordia. No lo es ni la violencia, ni el egoísmo ni la codicia. Dicho en términos religiosos: el «culto laico» a la violencia

como forma de solución de los problemas; el «culto laico» al egoísmo que piensa que todo el mundo está a mi servicio; el «culto laico» a la codicia, ídolo que continuamente exige víctimas, no son proyectos viables para el mundo. El evangelio de hoy nos habla del proyecto de Dios, proyecto de misericordia, como única salida a un mundo que, a veces, parece que se nos quiere escapar de las manos. 1. De generación en generación… Este proyecto no es nuevo; más bien es antiguo, como las Sagradas Escrituras. El Antiguo Testamento ya nos lo anuncian en los profetas, especialmente en Oseas. Sin embargo será Jesús el que le dé forma definitiva por medio de la «gran parábola», el «marco» que encuadra la vida no sólo de los cristianos, sino de los que quieren vivir humanamente. Al igual que todos los proyectos, también este tiene sus detractores. Algunos de ellos, incluso, los más virulentos, son precisamente los más cercanos. Es el caso del hijo mayor de la parábola que hemos escuchado. El hijo mayor no soporta, ni acepta que su padre sea misericordioso: él se sigue moviendo por los criterios del egoísmo, de la codicia y de la violencia (aunque esto último no lo diga expresamente). Bíblicamente hablando, son los criterios de las buenas obras como criterio último y de la imposición a los demás. Precisamente porque los detractores de este «proyecto de la misericordia» renacen con argumentos nuevos, hay que retomarlo, como si nunca se hubiera puesto en marcha, de generación en generación. 2. Misericordia y reconciliación se besan. San Pablo no nos habla de misericordia, sino de «reconciliación». El proyecto de Dios no es el de la confrontación que lleva a la destrucción, sino el de la misericordia que lleva a una vida reconciliada con uno mismo y con los demás. La misericordia no es una «cualidad» divina, sino revelación de la intimidad de Dios, tal como refleja la parábola conocida como del «hijo pródigo», que hoy se conoce más bien como «del padre misericordioso». El ser humano sólo puede llegar a serlo si vive «reconciliado» él mismo, con Dios (su origen, su sustento y su meta), y con los demás. 3. Dios como garante. La Sagrada Escritura es la gran «historia de la salvación». Así nos lo indica la primera lectura de este tiempo de Cuaresma. Hoy recuerda cómo el pueblo esclavo que salió de Egipto y recobró la libertad, celebrando la primera Pascua, después de atravesar el desierto, puede celebrar la Pascua en la Tierra Prometida. Dios fue el garante de la liberación, de la travesía y de la entrada en la Tierra; Dios es el garante de que su palabra se cumple. Tiene sus tiempos, y por eso mismo se nos revela en la historia, pero es una «historia preñada de misericordia». Este es el gran y definitivo «proyecto de Dios» para toda la humanidad. PEDRO FRAILE [email protected]

PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar, permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Gracias.

"Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." (Lc 15, 22-24) Preguntas y cuestiones ¿Qué significa en el contexto de la parábola el poner el „traje de fiesta‟, y el „anillo‟? ¿Los hijos van vestidos con harapos? ¿Un padre regala un anillo a un desconocido? ¿Quién lleva anillo de la familia en el dedo, los hijos o los siervos? ¿Qué quiere decir que el padre de la parábola ponga el anillo al hijo que se fue?

¿Por qué celebrar un banquete cuando debería, según los criterios humanos, reprenderle e incluso castigarle? El padre da dos razones: „estaba muerto y ha revivido‟, „estaba perdido y lo hemos encontrado‟. ¿Creemos que son suficientes para justificar su comportamiento? ¿Qué nos enseña esta parábola sobre nosotros y nuestra forma de relacionarnos? ¿Qué nos enseña sobre Dios? ¿En qué debería cambiar nuestra imagen y nuestra experiencia de Dios a partir de esta parábola?

PARA LA ORACION Dios, Padre de Bondad, rico en piedad y misericordia, acoge la oración que te presentamos y haz que aprendamos a ser misericordiosos como tú. Te lo pedimos por J.N.S. ----------------------------------Acoge, Señor, con nuestras ofrendas, nuestros esfuerzos, trabajos e ilusiones por construir un mundo según tu voluntad. Por J.N.S. ----------------------------------En verdad es justo y necesario bendecir tu nombre siempre y en todo lugar, «Padre Bueno», «Rico en Misericordia», «Perdón Incondicional», «Entrañas de ternura», porque en ti podemos descansar y por ti vivimos cada día con esperanza renovada. Te revelas como „padre que abraza‟ y „convoca a la fiesta‟; no quieres que vistamos harapos, ni que nuestras manos revelen nuestra indigencia. A pesar de nuestras contradicciones, errores y pecados, nos devuelves una y otra vez la categoría de hijos amados. Por eso, te damos gracias y Con toda la Iglesia cantamos ----------------------------------Que esta eucaristía, Señor, alimente nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Que sepamos servirte con fidelidad y bendigamos siempre tu nombre. A ti que eres Dios y que vives y reinas por los siglos de los siglos.

LA MISA DE HOY MONICIÓN DE ENTRADA ¿Quién de nosotros no tiene proyectos? El tener proyectos es un signo evidente de estar vivo. Podemos preguntarnos: ¿Dios tiene proyectos? ¿Cuáles son o cómo son? La respuesta nos la da el evangelio de hoy. El proyecto de Dios para toda la humanidad es la misericordia. No hay nadie, por indigno que se sienta, o incluso tocado por la culpabilidad, que no sea destinatario definitivo de este proyecto de Dios. Estamos llamados a entrar en el «proyecto de la misericordia» y a vivir inmersos en él. SALUDO ¡Que el Dios de la misericordia que nos espera y nos busca para darnos el abrazo de padre, esté con todos vosotros! ACTO PENITENCIAL Nuestra vida no es perfecta ni nuestros comportamientos irreprensibles. Pero mayor que nuestra debilidad es el amor de Dios. Al Dios que nos busca para devolvernos nuestra dignidad de hijos, nos

dirigimos en esta eucaristía. - A ti, que nos buscas porque nos amas, te decimos: ¡Señor ten piedad! - A ti, que nos abrazas sin condiciones previas, te suplicamos: ¡Cristo ten piedad! - A ti, que nos revelas tu amor incondicional, te imploramos: ¡Señor ten piedad! Que Dios, revelado como misericordia entrañable, nos haga sentirnos hijos amados. Amén. MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA La historia de la salvación sigue su curso aun en medio de las dificultades. Dios acompaña a su pueblo y éste lo reconoce celebrando la Pascua. Después de atravesar el desierto el pueblo entra en la Tierra Prometida. Las promesas de Dios se han cumplido y es necesaria la celebración. Dios camina con su pueblo y éste lo sabe reconocer. SALMO RESPONSORIAL (Sal. 33) Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Gustad y ved qué bueno es el Señor. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Gustad y ved qué bueno es el Señor. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. Gustad y ved qué bueno es el Señor. MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA Pablo grita en medio de la asamblea dividida de Corinto, ¡dejaos reconciliar con Dios! A veces el mismo ser humano, en su dureza de corazón, da la espalda a Dios para vivir en la confrontación y en la imposición, creyendo que le darán triunfo y felicidad. Nada más contrario. Sólo la reconciliación es el camino para la verdadera paz. MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA La parábola del «Hijo pródigo» es de las más conocidas del evangelio. No habla de un sentimiento humano, sino que nos habla de Dios. ¿Cómo es el Dios de los cristianos? No es el Dios terrible, ni el que necesita ser aplacado, sino el Dios de la misericordia que nos espera, nos perdona y nos pone de nuevo el anillo de los hijos. No es una parábola para conocerla o saberse de memoria, sino para vivirla. ORACIÓN DE LOS FIELES En el corazón de la Cuaresma, puestos los ojos en la próxima Pascua, supliquemos a Dios que nos haga sentirnos hijos amados suyos, reconciliados y esperanzados. - Por la Iglesia, pueblo reconciliado en Cristo, que sepa vivir y comunicar su misión de reconciliación con toda la humanidad. Roguemos al Señor. - Por las personas que se sienten indignas, culpables, o incapaces de vivir ante Dios, para que escuchen con el corazón abierto el evangelio de Jesús. Roguemos al Señor. - Por todas las personas que son excluidas de nuestra sociedad, sea por la razón que sea. Que sepamos abrir puertas, sanar heridas, tender puentes para el perdón y la reconciliación. Roguemos al Señor. - Por todos nosotros, para que hagamos experiencia interior y personal de este evangelio, y así sepamos transmitirlo con la propia vida. Roguemos al Señor. Acoge Señor la oración que te presentamos con un corazón sincero y agradecido. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

DESPEDIDA Jesús nos ha enseñado la esencia del Padre, el Amor, no dejemos de intentar imitarle en nuestras vidas, todos los días de esta semana.

CANTOS PARA LA CELEBRACION Entrada. Hoy vuelvo de lejos; Cristo ayer y hoy; Cristo es el camino (del disco “Dios es amor” de Erdozáin). Acto penitencial. Señor, ten piedad (del disco “Dios es amor”). Salmo. Gustad y ved (1CLN-518). Ofertorio. Ten piedad, Dios mío (1CLN-111). Aclamación al Memorial. (1CLN-J 31). Comunión. Fiesta del banquete (del disco “Cristo vive”); Oh, Señor, delante de Ti (del disco “16 Cantos para la Misa”); Sí, me levantaré (de Deiss). Final. Un nuevo sitio disponed.

Director: Enrique Abad Continente ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004 ZARAGOZA Tlf. del Evangelio: www.telefonodelevangelio.blogspot.com - Página web: www.dabar.net - Correo-e: [email protected]

Año XXXIX – Número 19 – Ciclo C – 17 de Marzo de 2013

DOMINGO V CUARESMA

PRIMERA PAGINA Pecados ajenos… …que no lo son tanto. No es que no sean pecados, sino que no nos son tan ajenos. La impresión general es que cada vez hay menos cosas que son pecado. O, aunque lo siguen siendo, importa menos, o asusta menos, o da menos respeto. A la noción de pecado le perdemos la prevención, y hasta nos

gustaría cambiarle el significado. Porque está mal saltarse los mandamientos, pero hay eximentes (y hasta el código penal reconoce la necesidad como motivo para no condenar el robo). Y hay cosas (como hacer llorar por crueldad, o consentir que un niño pase hambre) que deberían estar entre lo más feo de lo feo, y lo más perseguido y castigado. A nuestra protagonista de la lectura de hoy se le pasarían consideraciones parecidas por la cabeza cuando la arrastraban de mala manera ante Jesús. En este último domingo de Cuaresma nos enfrentamos a un texto que nos propone variadas pistas para la reflexión y revisión de nuestra vida. En primer lugar, nos presenta a una mujer sin nombre, ni linaje, ni vínculos familiares: es “”la adúltera”. No merece más designación que la que le da su pecado. Sin historia ni cosa buena en su haber. Ella es lo malo que ha hecho, y nada más. ¿Cuántas veces nosotros definimos a una persona por un único fallo? ¿Cuánto nos cuesta valorar al prójimo en su totalidad de personas? A esta mujer la llevan ante Jesús porque “la han sorprendido” en flagrante adulterio. ¿Acaso estaba en un sitito público? ¿O han allanado su casa por las bravas, invadiendo su intimidad? ¿Y qué sabemos de quien estaba con ella? Nunca nos hablan de él ¿Es totalmente inocente? ¿No habrá nada que decir de quien se aprovecha de la debilidad de una mujer sola? ¿Por qué cargamos todo el peso del pecado en una de las partes, dejando irse de rositas a la otra? Jesús se abstiene de opinar. Sabe que le tienden una trampa. Diga lo que diga está condenado de antemano por los fariseos. Y no se deja liar. No va con su estilo sumarse a un grupo iracundo que arrastra por los suelos a una mujer. Ni participa del torrente de comentarios que acompañaría, sin duda, al tumulto. No presta oídos a los maledicentes, no aporta nada. Sólo calla, reflexiona dibujando en el suelo. ¿Seríamos nosotros capaces de mantenernos en silencio cuando en nuestra presencia se crucifica a alguien? Más aún, ¿tendríamos la presencia de ánimo necesaria para levantar la cabeza y hacer esa pregunta que hará avergonzarse a todos? Todos desfilaron, empezando por los más viejos. Los ancianos, los más respetados, los más escuchados, los que más ocasiones han tenido de saltarse más mandamientos. ¿Será éste el momento en que se dan cuenta de que para juzgar al prójimo es necesaria la conducta intachable? Y ¿sabrán apelar a la piedad, necesaria con todos como con uno mismo? Jesús no condena, sólo espera. Y contempla a la mujer como persona, no como pecado. Parecería que se escabulle de condenar el pecado de adulterio, pero lo que hace es compadecer a la pecadora, dándole ocasión de rectificar su conducta y enderezar su vida. Los acusadores: avergonzados. La pecadora: redimida. Jesús, puesto a prueba: sale airoso, una vez más, de una trampa envenenada. ¿Y qué aprendemos nosotros? La conducta a seguir: no calumniar, no participar en condenas. Mirar la viga de nuestro ojo antes que la paja del ajeno. Esperar lo mejor de cada persona y ejercitar la compasión infinita. Que para terminar la Cuaresma y empezar la Pascua ya son bastantes cosas en qué pensar. A. GONZALO [email protected]

DIOS HABLA ISAÍAS 43, 16-21 Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las

bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza». FILIPENSES 3, 8-14 Hermanos: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús. JUAN 8, 1-11 En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

EXEGESIS PRIMERA LECTURA Hoy Isaías parece haber tomado el testigo del pasado domingo (Jo 5,9-12) invitando a “olvidar lo de antaño, a no pensar en lo antiguo” (v.13) para anunciar un tiempo nuevo. Y como tal mejor y más pleno que lo anterior. Dios va avanzando con su pueblo, pero cada nuevo paso es para el Pueblo de Dios un escalón en el acercamiento a ese „dios siempre mayor‟ que es su creador y Señor y Rey (v.15). Gira en redondo para hacer que su Pueblo retorne sobre sus pasos. De nuevo la evocación de las gestas del Señor en el desierto (v.16-17): paso del mar, derrota de los enemigos, pero silencio sobre los pecados, las infidelidades o los castigos implacables; silencio sobre la sed y el hambre, sobre los alacranes y serpientes. Que nada perturbe la memoria de la Gloria del Señor, para que miren con confianza las promesas (v.18) Y el desierto dejó de ser árido, duro, seco, guarida de alimañas y refugio de enemigos. Por el contrario, las mismas bestias glorifican al Señor (v.20). Y el desierto viene a ser paraíso, lugar de diálogo con Dios como al principio de la creación, porque también entonces los animales convivían en paz y el agua regaba con profusión la tierra (Gen 1, 10-11.17). Una vez más el Señor re-creará las cosas. Como al principio. Después del fracaso existencial del Pueblo, renacerá de sus cenizas, para cumplir el fin para el que fue creado: “proclamar las alabanzas del Señor” (v.21). Lo que fuera el desierto tras la esclavitud de Egipto lo ha sido para Israel tras la deportación a Babilonia, lugar de prueba, enemigos, burlas, humillación, a la vez que tentación constante para el creyente al vivir entre adoradores de dioses ajenos.

La nostalgia del pasado (Sal 137) no serviría ya para el futuro; el deseo de retorno a lo viejo sólo alimentaría sueños incumplidos; tal había sido el resultado de la historia de Israel y Judá en los siglos de monarquía dividida e infiel al Señor. Por eso el Señor anuncia tiempos nuevos, nueva alianza, nueva relación con Dios que en Cristo va a mostrar un rostro nuevo y maravilloso de Dios: el perdón y la compasión. TOMÁS RAMÍREZ [email protected]

SEGUNDA LECTURA La primera parte de este capítulo tercero (vv. 1-7) la dedica Pablo a dar la voz de alerta ante los que siembran falsas doctrinas en la comunidad, pasando luego a dar su propia experiencia. Él había pertenecido al partido fariseo y era fiel cumplidor de la ley, personificando en su vida el ideal farisaico, es decir, las obras como criterio de piedad. Pero, ¿qué piensa ahora de todo eso? A la luz de la aparición de Damasco, se produjo en él un cambio total de valores, y lo que antes tenía por privilegio, le pareció entonces una pérdida. Pese a que el seguimiento de Jesús le ha costado fatigas y sufrimientos, que los fariseos hagan gala de sus privilegios por cumplir perfectamente la ley, le parece, a la luz de Cristo, pura vanidad que no da el acceso a Cristo y que debe, en consecuencia, rechazarse (v. 8). Llegar a la plena comunión con Cristo es ahora su única aspiración. En otro tiempo, pensando como un fariseo, había tratado de constituirse su propia justicia mediante la rigurosa observancia de todas las prescripciones de la ley, pero ha comprendido que la verdadera justicia sólo puede venir de Dios y no puede ser fruto de las obras de cada uno, sino don gratuito de la mano de Dios. Esta justicia sólo se recibe si nos entregamos por la fe a Cristo, que nuestro mediador (v. 9). Este camino lleva a conocer a Cristo, y no con un simple conocimiento intelectual, sino con la experiencia de su contacto personal. Conoce el poder de Dios, que se manifiesta en la resurrección de Cristo y obra también en los fieles. Y conoce, por último, el sentido de su comunión con Cristo a través del dolor, ya que todo cristiano se ha hecho semejante a Cristo en el dolor y la muerte, presentando la última etapa, la resurrección y la gloria, como una esperanza que recibirá de la mano de Dios (“para llegar un día a la resurrección de los muertos”), (vv. 10-11). Recurriendo una vez más a la comparación con el atleta que corre en el estadio, Pablo la aplica a sí mismo. La meta es la perfección en Cristo, aquella manifestación de la semejanza divina, que aparece cuando Dios y el hombre se dan la mano y cuando el hombre recibe la justicia de Dios como un deber que ha de cumplir ayudado por la gracia de Dios. Si Pablo, en otro tiempo, persiguió a Cristo con gran odio, ahora corre tras él con más fuerza. Como el atleta fija la mirada en la meta final, Pablo deja atrás y olvida lo que ya pasó, tanto los caminos perdidos del fariseísmo, como los logros alcanzados al servicio de Cristo. Nada valen para él los triunfos conseguidos mientras la meta final esté aún por alcanzar. Hacia ella corre para recibir el premio de la victoria del cielo. La seguridad de que para tal premio lo llamó Dios en Cristo, le da fuerzas y no lo deja desfallecer (vv. 12-14).

RAFA FLETA [email protected]

EVANGELIO 1. Aclaraciones al texto Vs.1-2 Se retiró al monte de los Olivos. De nuevo en el templo. Estas indicaciones remiten a una permanencia de Jesús en Jerusalén desde la fiesta de las Tiendas (en octubre, Jn.7,2) hasta la fiesta de Hanukká (dedicación del templo, en diciembre, Jn.10,22). Estancia caracterizada por duros enfrentamientos de los dirigentes religiosos con Jesús. Sentándose, les enseñaba. Los maestros judíos solían enseñar sentados en el suelo. Los alumnos estaban igualmente sentados alrededor del maestro. V.3 Letrados. Laicos o sacerdotes encargados de la enseñanza e interpretación de la Ley después de largos estudios, que los hacían acreedores al título de maestro. Pertenecientes tanto al partido fariseo como al saduceo, no eran, sin embargo, confundibles con ninguno de estos dos grupos. V.3 Colocando a la mujer en medio. En el centro, donde estaba sentado Jesús rodeado de la gente. V.5 La Ley de Moisés. La construcción sintáctica del original no pone el énfasis en la Ley sino en Moisés: En la Ley, Moisés nos ordena apedrear a las adúlteras. Tú ¿qué dices? Los maestros piden a Jesús confrontarse con Moisés. ¿Pondrá Jesús en tela de juicio la autoridad de Moisés y, por elevación, la de Dios? Sería una blasfemia. Éste es el sentido del comprometerlo y poder acusarlo del v.6. V.11 Señor. La interpelación bíblica por antonomasia referida a Dios. En adelante. La traducción es correcta. El original dice literalmente a partir de ahora, tal vez para dar énfasis al momento del encuentro con Jesús, un encuentro capaz de generar conversión, de cambiar una vida. 2. Texto. ¿Qué dice en sí? Tú ¿qué dices? (hoy, 8,5) Con anterioridad al texto de hoy: ¿Dónde está ése? (7,11). ¿Cómo entiende de letras sin haber estudiado? (7,15). ¿Adónde se irá éste que nosotros no lo podamos encontrar? (7,35) Con posterioridad al texto de hoy: ¿Dónde está tu Padre? (8,19) Tú ¿quién eres? (8,25). ¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Mesías, dínoslo abiertamente. (10,24) Preguntas y más preguntas sobre Jesús en una sección del cuarto evangelio que abarca los capítulos 7 al 10. En ellos se encuentra la pregunta que maestros reconocidos formulan a Jesús: Tú ¿qué dices? Una pregunta dentro de un texto, que el cuarto evangelista ha querido expresamente que no cayera en el olvido. El caso aportado por los maestros hablaba por sí solo: adulterio flagrante. Moisés había sentado jurisprudencia para casos así: pena de muerte. Sentada alrededor de Jesús había mucha gente, que había madrugado para escuchar su enseñanza. Nada de esto es invención. Hay situaciones impactantes, que, precisamente por ello, dejan huella imborrable en quienes las viven. La del texto de hoy es una de ellas. Tú ¿qué dices? La pregunta, en realidad, no obedecía a un interés sincero por una actuación ajustada a derecho. De ahí la respuesta de Jesús: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra. Respuesta sorprendente por inesperada, aunque no nueva en Jesús: recuérdese el texto de Lucas de hace dos domingos (13,1-9). Parafraseando la respuesta de entonces, Jesús dice hoy a los maestros que han traído a la adúltera: ¿Pensáis que esta mujer es más pecadora que vosotros? Os digo que no. En su respuesta de hoy, Jesús vuelve a invitar a la introspección, a mirarse cada uno dentro de sí mismo, antes de enjuiciar a los demás. Todo ello en una secuencia de gran plasticidad y fuerza expresiva por la combinación de cambios en la dirección de la mirada de Jesús, de silencios y de palabras. Tal vez uno de los cuadros más inolvidables y de mayor impacto de la literatura evangélica. Merece la pena detenerse en el final, después de que los maestros habían marchado. Jesús sentado en el suelo; la mujer de pie. Los dos en el interior del círculo formado por la gente que había madrugado para escuchar la enseñanza del maestro. Jesús levanta sus ojos hacia la mujer y le pregunta: ¿Ninguno te ha condenado? La mujer le responde: Ninguno, Señor. La mujer verbaliza lo que estaba viendo: en Jesús había encontrado a Dios en persona y así se lo expresa otorgándole el título de Señor. Y el Señor le dice: Tampoco yo te condeno. A partir de ahora, no peques más. El encuentro con Jesús había operado en la adúltera el milagro de la conversión: la vida de esta mujer había cambiado por completo, había pasado de la muerte a la vida, había experimentado la misericordia de Dios.

3. Texto. ¿Qué dice para mí? ¡Qué fácil le resultó la conversión a la mujer adúltera! Le llevaron ante un maestro y se encontró con Dios, con su Señor. ¿Y si lo que de verdad y en el fondo nos falta a nosotros es encontrarnos con Jesús? Cuando esto suceda (que sucederá) no tengamos reparo en llamarle Señor. Jesús es Dios en la tierra. Sólo Él es Señor. ALBERTO BENITO [email protected]

NOTAS PARA LA HOMILIA Aunque la mayoría de los biblistas -por razones histórico-arqueológicas, lenguaje y temáticacoinciden en que el pasaje proclamado no sería del autor del cuarto Evangelio, el mismo encaja perfectamente en la perspectiva que desde el domingo pasado ha asumido nuestro camino de preparación a la Pascua. Es decir, en la perspectiva de la Misericordia. En efecto, hace una semana, cuando nos preguntábamos si realmente queríamos llegar a la Pascua, descubríamos que la llegada a la misma venía a depender totalmente de que nos encontrásemos con el Padre Misericordioso. De que quisiéramos entrar en su misma dinámica vital. Descubríamos entonces, que para no caminar en vano debíamos comenzar a vivir desde la identidad de hijos. Hijos que sabiéndose amados, no tenían por qué hacer cálculos egoístas sobre los bienes futuros, segregando en ello a los malos hijos, esos sobre los que veces tan rápidamente levantamos el dedo acusador. Pero hoy, en vinculación a la Misericordia como venimos diciendo, nuevamente el Evangelio nos hace de espejos. Nos muestra nuestros propios rostros y actitudes. ¿Cómo? Fundamentalmente a través del pecado de la mujer. Situación e imagen de unas personas y un pueblo que no son inocentes, que son responsables de lo que se les acusa, pero que muchas veces no encuentran posibilidades de cambio. De hecho deberíamos preguntarnos: ¿qué habría pasado si nosotros, como el hermano menor de la parábola del domingo anterior, al regresar a la casa paterna nos hubiésemos encontrado con el hermano mayor? Seguramente nos habríamos quedado -entre el dolor y la rabia- perplejos ante las acusaciones indolentes e inmisericordes de quien es nuestro hermano, de quien al menos debería haber intentado escuchar nuestras razones o pretextos. Sin embargo, para entender del todo como el pasaje nos refleja, deberíamos cambiar el enfoque de la situación. ¿Qué sucedería si nosotros fuésemos el hermano mayor? Constataríamos que nos parecemos bastante a los que hoy enjuician a la mujer desde el rigor seco de la ley, sin escuchar tampoco razones o pretextos. En el fondo, comprobaríamos que cuando se vive desde la auto-indulgencia y la autojustificación -tal como nosotros vivimos- es muy fácil ser terriblemente severos con el otro al momento de asumir sus faltas o culpabilidad. Acaso desde nuestro mundo de satisfechos, no creemos y decimos muchas veces, que los males de tantos obedecen en el fondo a su falta de responsabilidad o previsión. Pero seamos tanto responsables sin posibilidad de que alguien aliente nuestra mejora o cambio, o quizá peor, inocentes pretendidamente dispuestos a tirar piedras sobre la vida del otro, lo que sí es claro en ambos casos, es que no reflejamos la vida de este Jesús que incansablemente vuelve a revelarnos la Misericordia del Padre. ¡Pero cuidado! ser como el Padre, ser sus hijos, no pasará sólo por desarrollar la actitud de la compasión sensiblera del que tiene un gesto más o menos benigno para con el que padece cualquier tipo de miseria: social o moral, sino que principalmente, irremediablemente pasará por el desarrollo de una responsabilidad exigente ante el otro que es el hermano y ante nosotros mismos, todo desde la única dinámica de ser fieles al Otro que es Dios Padre. Este es el verdadero,

único sentido de la Misericordia que pedimos sea nuestro programa de preparación a la Pascua inmediata, pero también a la Pascua como pre-anuncio de la vida que deseamos vivir en y con Dios. Por eso la Misericordia que revela Jesús, lejos de quedarse en esa tan acostumbrada discriminación positiva que a veces desarrollamos los cristianos para no tener que mojarnos ante las cosas que nos molestan o desacomodan, deja en descubierto nuestras más profundas hipocresías. ¿Acaso alguno de nosotros está tan limpio que sí puede tirar la primera piedra? Una frase, un interrogante durísimo, que más que subrayar nuestra condición de pecadores en determinadas instancias, viene a poner el acento en ese sentido de “bien responder” por la vida propia y la del hermano ante el Padre común. Precisamente el sentido que proclama y vive Jesús con sus palabras y gestos. Un sentido que perdona y rehabilita al pecador, dándole la oportunidad de comenzar de nuevo. De camino a la Pascua, de camino por la vida... podemos ser la mujer que necesita de la Misericordia o bien los fariseos que no están dispuestos a darla, pero a lo que Dios nos llama es a ser como su Hijo, un Hijo que llama a las cosas por su nombre, acoge al pecador, pone en evidencia que nadie es tan puro como podría creer y sobre todo, da al necesitado que así lo quiera -tal es el caso de la mujer y no el de los auto-suficientes fariseos-, la posibilidad de un futuro distinto, mejor. Que el Señor nos conceda la gracia de encontrarnos en esta pascua con su rostro Misericordioso, un rostro que sólo descubriremos siendo nosotros misericordiosos; pues quien de nosotros aún siga tirando piedras será porque no se ha encontrado con este Dios. ¡Que el camino no sea en vano! SERGIO LÒPEZ [email protected]

PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar, permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Gracias.

Y tú, ¿qué dices? (Jn 8, 5c) Preguntas y cuestiones La pregunta, se nos hace, como siempre, a nosotros. ¿Qué es más importante para nosotros, la ley o las personas? Jesús está convencido que las personas podemos cambiar, y tú, ¿qué dices? Jesús mira al corazón de las personas, y tú, ¿qué dices? Jesús perdona, y tú, ¿qué dices? Jesús enseña con su vida, y tú, ¿qué dices?

PARA LA ORACION Oh, Señor que perdonas a quienes te escuchan, abre nuestros corazones a tu Palabra y transfórmalos Para que seamos capaces de llevarla a cabo en nuestras vidas. -----------------------------------Junto al pan y el vino queremos poner en tu altar lo mejor que tenemos, nuestras vidas llenas de ilusión y de esperanza y, nuestra capacidad de perdón que hemos aprendido de Ti. -----------------------------------Hoy, Señor, queremos agradecerte que, en Jesucristo, nos hayas mostrado la compasión. Que en tu Hijo nos hayas reconciliado contigo. En Él nos has enseñado el poder del perdón, en Él nos has mostrado que lo importante

es lo que está en nuestro corazón, que la ley no es más que un instrumento para convertir nuestros corazones según tu voluntad. Por eso, con los ángeles y los arcángeles, te cantamos sin cesar. -----------------------------------Que esta eucaristía que hemos recibido es para nosotros el alimento que transforme nuestra vida para que seamos capaces de compartir la vida, de entender a quienes nos rodean.

LA MISA DE HOY SALUDO Hermanos: La paz y el amor de parte de Dios nuestro Padre que nos invita a gustar y disfrutar su perdón esté con todos vosotros. ENTRADA Somos bienvenidos para celebrar la Eucaristía, a sólo dos semanas de la Pascua: la meta de nuestra peregrinación personal y comunitaria. De nuevo nos encontramos con un Jesús que perdona, que nos llama a vivir en su amistad, lejos del pecado. Su pedagogía sanadora y liberadora nos recuerda la dignidad de la persona humana. En este tiempo cuaresmal, los que hemos abrazado la fe, queremos liberarnos del pecado, y participar de la novedad que Cristo nos trae. Los bautizados renovamos cada año, en la Pascua, nuestro bautismo, pero esa renovación no se improvisa, sino que la vamos preparando día a día. Por eso le pedimos a Dios en esta celebración que nos ayude en esta tarea de tomar conciencia de nuestra identidad y misión de cristianos. Que nuestra mirada a la gente que quiebra su amistad con Dios sea como la mirada de Jesús. ACTO PENITENCIAL Resuenan en nosotros, en esta parte de la Misa, las palabras de Jesús: "El que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Reconocemos desde la sinceridad, que somos pecadores y que deseamos convertirnos con la gracia de Dios. -

Tú que nos invitas a no pecar más. Señor, ten piedad. Tú que nos devuelves con tu perdón nuestra dignidad. Cristo, ten piedad. Tú, que no has venido a condenar, sino a salvar. Señor, ten piedad.

LECTURA PROFÉTICA El pueblo de Israel sufre el destierro. El enemigo ha triunfado sobre él, lo ha sometido y esclavizado. El profeta Isaías anuncia la salvación que viene de Dios. Recuerda el paso del mar Rojo. De la misma manera que en el pasado Dios libró al pueblo de la opresión, ahora la liberación continúa. Una liberación distinta, mayor, nueva: transformar las situaciones de muerte en situaciones de vida. SALMO RESPONSORIAL (Sal 125) El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. LECTURA APOSTÓLICA Pablo, a partir de su encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, opera en su vida una profunda transformación y no desea otra cosa que ganar a Cristo. El núcleo de esta lectura está en "el conocimiento del Señor". Conocer a Cristo no es algo intelectual, sino relacionarse con Él, existir en El. Supone comunión con Cristo: con sus padecimientos, su muerte y la fuerza de su resurrección. Comparando su vocación con una carrera: Pablo corre para alcanzar a Cristo. Tarea no terminada todavía, sino que tiene un sentido dinámico y progresivo. LECTURA EVANGÉLICA La escena del Evangelio resalta la actitud de Jesús con los pecadores. Él ha venido a salvar, no a condenar. Un perdón, una salvación que comporta una transformación una conversión de vida en el pecador. Jesús no niega la culpa de la mujer, no disculpa la acción que ella ha cometido, pero hace valer para ella la gracia y no el rigor de la justicia. El perdón de Jesús habla de un orden nuevo basado en el amor; un orden nuevo, hecho de respeto, de delicadeza, de comprensión, de amor. ORACIÓN DE LOS FIELES Con Jesucristo ha llegado el tiempo de la gracia y el perdón; en el brilla la bondad y la fidelidad de Dios. Con confianza presentamos al Señor nuestras necesidades. Diremos Te lo pedimos, Señor. - Por todos los que formamos la Iglesia para que aportemos a la convivencia humana, amor, alegría y esperanza. Oremos - Para que a la hora de renovar y construir las relaciones laborales y económicas, políticas y sociales no caigamos en la indiferencia y el desánimo. Oremos. - Por los personas que sufren nuestros juicios y prejuicios, nuestro rechazo y nuestras condenas para que su sufrimiento nos lleve a transformar nuestras actitudes inhumanas y poco fraternas. Oremos - Por nuestra comunidad (parroquial) para que en esta Cuaresma pasemos del simple lamento ante los problemas que vivimos a preguntarnos que podemos hacer por los demás. Oremos Acoge, Padre, nuestra oración, escucha las necesidades de esta comunidad y concédenos aquello que te pedimos por Jesucristo, tu Hijo. DESPEDIDA Jesús nos ha enseñado el poder de la compasión, de ser capaz de ponerse en el lugar del otro, vivamos esta semana siendo capaces de amar a los que nos rodean comprendiéndoles.

CANTOS PARA LA CELEBRACION Entrada. Cristo nos da la libertad; Somos un pueblo que camina; Camina Pueblo de Dios (1CLN726); Cristo es el camino (del disco “Dios es amor”). Acto penitencial. Kyrie gregoriano de la Misa de Difuntos, Señor, ten piedad (del nuevo disco “15 Cantos para la Cena del Señor). Salmo. LdS. Aclamación antes del Evangelio. Tu Palabra, Señor, es la verdad. Ofertorio. Llevemos al Señor (del disco “16 Cantos para la Misa”). Santo. De Palazón; Santo (del disco “Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”). Comunión. Oh, Señor, yo no soy digno (popular); No podemos caminar; Danos un corazón grande (de Espinosa, del disco “Así Cantamos”). Final. Libertador de Nazaret (del disco “Cerca está el Señor”); Busca el Reino de Dios y su justicia.

Director: Enrique Abad Continente ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004 ZARAGOZA Tlf. del Evangelio: www.telefonodelevangelio.blogspot.com - Página web: www.dabar.net - Correo-e: [email protected]

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