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Siempre se ha creído que los conocimientos mágicos empleados por los hechiceros en sus practicas diabólicas están plasmados en textos ocultistas que solo eltos conocen y saben interpretar. En tales compendios del saber oculto estarían las fórmulas para realizar embrujas, preparar milagrosas pócimas, obrar prodigios y lograr pactos con infernales criaturas. En realidad, el contenido de los textos que durante siglos han sido la fuente del conocimiento empírico de nuestros magos resulta de una gran ingenuidad, solo comparable a los cuentos bíblicos de nuestras santas religiones y sus fórmulas litúrgicas para evocar dioses, santos y demás criaturas celestes. Sin embargo, en su aspecto formal, constituyen auténticas joyas literarias del ocultismo cabalista. La explicación de su hermético formalismo es evidente: preservar de los ojos profanos el contenido de sus fórmulas y recetas milagrosas, así adornando con la pompa del rito la candidez de su contenido real. Los ritos hechiceros, al igual que todas las fórmulas religiosas, se esconden detrás de un formalismo inescrutable solo descifrable por los iniciados. El propósito de nuestro trabajo es presentar al gran público el contenido de los textos clásicos de la magia negra con toda la grandeza de su forma1islTlo esotérico. De su lectura podremos sacar una importante conclusión: Los manuales de la magia negra son tan intranscendentes en su contenido como lo pueden ser la Biblia, El Corán y las demás obras santificadas por el divino saber y bendecidas por la infinita estupidez de que hacemos gala los humanos. Sin lugar a dudas los textos más importantes de la hechicería occidental son el GRAN GRIMORIO y el ENCHIRIDION LEONIS PAPAE. En su conjunto, constituyen el ritual y breviario de la magia negra tradicionalmente empleado por los grandes magos Los temas de mayor trascendencia tratados en sus páginas son los relativos a pactos satánicos y al contacto con difuntos .

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Conjunto de prácticas que realizan personas que se autodenominan brujos y brujas, a los que se supone dotados de poderes sobrenaturales que ponen en práctica mediante ritos mágicos, en general para causar un perjuicio. Se conoce también como magia negra o hechicería. La brujéría se extiende por todo el mundo, pero ha desempeñado funciones muy distintas según la época y el lugar. La antropología moderna distingue entre la brujería simple, los supuestos cultos de brujas diabólicas de la edad media y el

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adema movimiento neopagano. Este artículo está basado en los mitos diabólicos y características atribuidas por tradición a la brujería.

Por lo que se conoce del shabat, y a través de otras pruebas, los expertos han llegado a la conclusión de que la brujería constituía la reliquia de determinados aspectos de ritos arcaicos populares, y en especial los cultos a la fertilidad, que existían por toda Europa antes de la llegada del cristianismo. Según esta teoría, los antiguos ritos convivieron con el cristianismo durante la época medieval, aunque poco a poco fueron perdiendo adeptos e importancia. Al tiempo que el cristianismo fue más relevante, las autoridades eclesiásticas y los cristianos ortodoxos empezaron a considerar a los dioses adorados por este tipo de ritos como demonios y a los que los practicaban como brujos.

En la antigüedad, la creencia en las prácticas mágicas a través de la intervención de espíritus y demonios era casi universal. Los escritos egipcios hablan de conjuradores y adivinos que obtenían sus poderes de los demonios y los dioses extranjeros. En el relato egipcio del enfrentamiento entre Moisés y el faraón para que los israelitas pudieran salir de Egipto, Moisés aparece como practicante de la brujería y sus seguidores como siervos de un dios extranjero. En el relato bíblico del mismo episodio, los sacerdotes egipcios que compiten con Moisés aparecen como hechiceros malignos. El mandato bíblico: "No permitirás la vida de los hechiceros" (Éxodo 22,18), fue una

las principales justificaciones para perseguir a los brujos en tiempos posteriores. En el Código de Hammurabi se encuentra una prohibición aún más antigua sobre la brujería, pero a pesar de todo ésta continuó floreciendo y tanto los caldeos y los dgipcios, como otros pueblos occidentales, se hicieron famosos por sus conocimientos sobre el tema. La hechicería y la magia también se desarrollaron en la antigua Grecia y su práctica pasó a Roma y fue asimilada por la población. En el siglo U, Lucio Apuleyo afirmó que la región helénica de Tesalia era morada de brujas que podían dominar la naturaleza. Sin embargo, otros escritores como Petronio y Horacio se habían burlado de estas creencias, que consideraban propias de gente inculta y vulgar. Con la llegada del cristianismo y el rechazo de los cristianos a aceptar las divinidades oficiales, sufrieron persecución, pero gracias al emperador Constantino I el Grande, que fue el primero en convertirse al cristianismo, se atacaron los ritos paganos. Durante el siglo IV se desarrolló el Código Teodosiano, en el que se condenaba explícitamente el culto idolátrico y los ritos mágicos. Una de estas leyes condenaba con la pena capital a quienes celebraran sacrificios nocturnos en honor del diablo y sus acólitos, lo que dio comienzo a la persecución de Jas brujas. La Iglesia cristiana, sin embargo, fue indulgente con ciertos ritos que estaban muy arraigados en la población, sobre todo con los supuestos hechizos o pócimas que acompañaban a las oraciones y que servían para curar un catarro o despertar una pasión amorosa. La Iglesia consideraba que no eran más que hierbas medicinales y afrodisiacos, y las personas convictas por estas prácticas sólo eran condenadas a hacer penitencia. Los sacerdotes luchaban por erradicar la fe pagana y el elemento mágico o 'mjJagrero' que se atribuía a un remedio medicinal. Pero, para consolidar su poder, la Iglesia no podía ni plantear un conflicto global con los numerosísimos devotos de estas creencias, ni tolerar los ritos antiguos, pues al parecer eran muchos los cristianos que también creían en el poder de estos hechizos. Por ello, se decidió perseguir y erradicar los auténticos actos heréticos.

La actitud de la Iglesia empezó a endurecerse conforme se fue fortaleciendo para poder luchar abiertamente contra los ritos arcaicos, ya en decadencia. Por otra parte, la creciente inquietud social y las tensiones sociales que gestaron la Europa moderna encontraron su expresión en la brujería, así como en la herejía y la secularización. Como estas tendencias amenazaban con socavar la autoridad eclesiástica, los prelados de la Iglesia las consideraron herejías e intentaron acabar con ellas. La fiebre de la caza de brujas obsesionó a Europa desde el año 1050 hasta finales del siglo XVII, apaciguándose ocasionalmente para resurgir después con furia. En el siglo XIII apareció el tribunal de la Inquisición, que se encargó de perseguir a los herejes. Los hijos eran obligados a denunciar a sus padres, los maridos a sus mujeres y los familiares y vecinos se denunciaban entre sí. Cientos de miles de personas fueron condenadas a la muerte por practicar la brujería. Se pagaba a los testigos para que declararan y a los sospechosos se les infligían torturas inhumanas para forzar su confesión. Los inquisidores no dudaban en traicionar sus promesas de perdón a aquellos que reconocían su culpa. Surgieron 'cazadores de brujas', a los que se pagaba una recompensa por cada fallo condenatorio, que reunían las acusaciones y después ponían a prueba a los sospechosos. Se suponía que todos los brujos y brujas tenían marcas hechas por el diablo en alguna parte de sus cuerpos, que eran insensibles al dolor. Algunas señales que probaban ser acólito del diablo era tener los pezones grandes, que supuestamente servían para amamantar a los espíritus siervos, o ser incapaz de llorar. Además, se llevaban a cabo pruebas que determinaban la culpabilidad; una de ellas era la prueba del agua, que consistía en arrojar a la supuesta bruja a un tonel de agua: si se hundía era considerada inocente, pero si flotaba era reconocida culpable de herejía. Los colonos ingleses llevaron a Norteamérica las creencias en la brujería. Es famoso el proceso de Salem (Massachusetts), que tuvo lugar en 1692 y en el cual, después de numerosos interrogatorios y torturas, se condenó a más de 20 personas.

En la edad media el concepto de brujería se basaba en ciertos preJuICIOS. Éstos incluían la creencia de que e1 diablo y sus acólitos, -demonios, trasgos (duendes), íncubos y súcubos- eran reales y ejercían sus poderes en el mundo, y que las personas podían tener relaciones físicas y establecer pactos con ellos. Se creía que los brujos eran siervos del diablo. Por lo general, la brujería era practicada por mujeres viejas, temidas o marginadas por su conducta antisocial, y, con menos frecuencia, por jóvenes u hombres. Las brujas y brujos, en compensación por servir al diablo bajo contrato, recibían supuestamente ciertos poderes, en especial para provocar epidemias o traspasar enfermedades, generar fenómenos devastadores de la naturaleza (como tormentas o sequías, arruinar cosechas), provocar la impotencia en los hombres y esterilidad en las mujeres, así como abortos, o convertir a los animales en estériles y volver agria su leche. Además, se creía que las brujas eran capaces de despertar el

or por medio de fiÍlros y pociones, o de destruirlo con hechizos y encantamientos; de causar daño clavando alfileres en una muñeca o figura de cera, e incluso provocar la muerte con una mirada, mediante el llamado mal de ojo. Supuestamente podían hacerse invisibles y desplazarse volando sobre escobas. Se creía que adivinaban el futuro, reanimaban objetos inanimados, revivían a' los muertos o conjuraban otros espíritus; así mismo, podían transformarse e incluso convertir a otros en animales, especialmente gatos y lobos.

En esencia, la brujería es similar en todas partes del mundo. Las creencias han desaparecido prácticamente, aunque de forma esporádica surgen casos aislados en comunidades menos cultas o en regiones de escaso desarrollo social. En algunas sociedades, los brujos, algunos considerados chamanes o curanderos (véase Curandería), han desempeñado una función incuestionable dentro de su propia comunidad. Al asumir que reciben su poder de espíritus que son venerados o temidos por los miembros de su pueblo, se cree que tienen acceso a un mundo oculto y reservado sólo para ellos, siendo contemplados con respeto e incluso temor. Los médicos brujos, al contrario que los brujos y brujas malignas de la época medieval, luchan contra las fuerzas del mal: poseen supuestamente poder para curar las enfermedades, convocar la lluvia y asegurar el éxito de la caza o de la guerra; también, practican exorcismos para expulsar a los demonios que puedan poseer a miembros de la comunidad o aplacan a los que podrían volverse hostiles; asimismo, extirpan el mal, denuncian a los malhechores e intentan llevar a cabo su destrucción. En la India, algunas tribus o miembros de las castas más bajas acuden con frecuencia a brujos y hechiceros. Incluso los hindúes de las castas más altas recurren a ellos en tiempos de sequía o hambruna. En Birmania, Indonesia y otras zonas de Asia los brujos constituyen una parte importante de la vida cotidiana. La brujería también está extendida por todo el continente africano.

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En América, el vudú de Haití, Cuba o Brasil, y los brujos, hechiceros y echadores de mal de ojo todavía están presentes en algunas comunidades de Latinoamérica, practicando ritos mágicos y de brujería, al igual que algunos habitantes de las Islas Salomón y Vanuatu (antigua Nuevas Hébridas) que hoy continúan rindiendo culto al diablo. En los últimos años ha aumentado el interés general por diversos tipos de ocultismo. Se han publicado numerosos libros sobre brujería y astrología, y surgen personajes que se cree poseen poderes sobrenaturales. La aparición de formas modernas de brujería puede atribuirse a la influencia de varios escritores de culto y antropólogos de principios del siglo XX, además del creciente interés por formas

de expresión religiosa. Similares en las ceremonias y en la organización a los cultos diabólicos, estas modernas organizaciones no rinden culto al diablo ni realizan prácticas malignas. Sin embargo, algunos expertos consideran que las diferencias en métodos y filosofía vuelve muy compleja su generalización. ernativas

Culto a Satán, por tradición relacionado con el ocultismo, la brujería y la misa negra. Si bien antes del siglo XIX muchos especialistas creyeron que la misa negra era una invención literaria, ésta se ha considerado por lo general como el principal rito del satanismo. El oficiante lleva una túnica similar a la que usan los sacerdotes cristianos para oficiar la misa, con la diferencia de que la casulla puede mostrar la imagen de una cabra, animal asociado con Satán. Otras características de la misa negra pueden ser la presencia de una cruz colgada al revés, así como la parodia y la alteración de las oraciones y los credos cristianos, el sacrificio de animales y las orgías rituales. El satanismo aparece como un residuo del culto a los demonios, ya que no considera al diablo como un ser benefactor o maltratado sino como un enemigo más poderoso que las fuerzas del bien, que se han mostrado incapaces de cumplir las promesas hechas al mundo. La historia del satanismo es oscura. Es posible que el mariscal francés Gilles de Rais, condenado por herejía, satanismo e infanticidio, fuera uno de los primeros adeptos a este tipo de culto. El satanismo pareció revivir en Francia durante el reinado de Luis XIV y ha pervivido desde entonces, casi siempre en secreto pero, en ocasiones, continúa siendo objeto de la atención pública.

Parodia de la misa católica que rinde culto a Satán o al demonio. Los relatos sobre la misa negra tienen su origen en la literatura y la leyenda. En ellos se describen diversos rituales que por lo general se burlan del valor sacro de la misa cristiana. Los participantes sostienen a veces un crucifijo cabeza abajo, recitan oraciones tradicionales al revés, realizan una bendición burlesca con agua sucia, emplean como altar el cuerpo de una mujer desnuda, sacrifican animales o ejecutan extrañas prácticas sexuales. La leyenda de la misa negra tiene su origen quizá en la edad media, cuando algunos combinaban el ritual cristiano con la magia. Los observadores han relacionado estas prácticas con la brujería o el culto satánico. Algunos expertos afirman que la imagen moderna de la misa negra surge a partir de 1600, cuando muchas personas en Europa y en las colonias de América del Norte fueron condenadas a muerte por brujería. Los tribunales debieron haber forzado a las personas acusadas de brujería a admitir la práctica de este ritual descrito en las leyendas antiguas. Las sociedades de brujería no reconocen la existencia de la misa negra.

n las creencias hebrea, cristiana e islámica, nombra el espíritu supremo del mal que durante un tiempo inmensurable ha regido el universo de los espíritus del mal y es una oposición constante a Dios. La palabra viene, a través del término daeminium del latín eclesiástico, del griego daimonion, un adjetivo que significa 'calumnioso' utilizado . también en griego clásico como un nombre que identifica a una persona como un calumniador. El término se utilizó en la traducción griega de la Biblia, la Septuaginta, no para referirse a los seres humanos sino más bien como traducción del ha-satan hebreo ('el Satán'), una expresión utilizada al principio como título de un miembro de la corte divina que actuaba de espía errante de Dios recogiendo información de los humanos en sus viajes por la Tierra. Como algunos aspectos de esta figura divina tal vez se formaron de la experiencia con los servicios secretos reales del antiguo Oriente Próximo, no es de sorprender que Satán también fuera visto como un personaje que intentara provocar la sedición punible allí donde no hubiera ninguna, actuando así como un adversario de Jos seres humanos para separarlos de Dios. En toda especulación en torno a Satán, el mayor problema que se presenta es el del origen y la naturaleza del mal. En la tradición judía, y por ende en el primer pensamiento cristiano, el título se convirtió en un nombre propio. Satán empieza a ser considerado como un adversario, no sólo de Jossefes humanos sino también -e incluso sobre todode Dios. Esta evolución es probablemente el resultado de la influencia de la filosofía dualistp persa con sus opuestos poderes del bien (Ormuz) y del mal (Ahriman). Pero tanto en el modelo judío como en el cristiano, el dualismo siempre es provisional o temporal, y el demonio en última instancia está sometido a Dios. En los escritos de la secta de Qumran recogidos en los manuscritos del mar Muerto, el demonio aparece como ~elial, el Espíritu de la Maldad. En algunas tendencias del pensamiento rabínico, Satán está ligado al "impulso del mal" que, de alguna manera, resulta así personificado. Esta personificacjón es una variante judía de la suposición antigua y generalizada de que los seres humanos pueden estar sometidos a fuerzas malévolas distintqs a sus conciencias. Así, tanto en eJjudaísmo como en el crjstianismo se cree que los seres humanos pueden estar "poseídos" por el demonio o por sus servidores, los diablos. La esencia de las enseñanzas cristianas sobre el demonio es, tal vez, que Jesucristo rompió el poder que tanto él como sus diablos tenían sobre toda la humanidad (la "posesión" de algunos es un síntoma del dominio general sobre todos) y que en la crucifixión el demonio y sus secuaces, explotando lo peor de ellos mismos, fueron, por paradójico que resulte, JJevadosa su última derrota. En la edad media, el demonio jugó papeles importantes en el arte y el folclore, siendo casi siempre visto como un animal humano perverso e impulsjvo con una cola y cuernos, acompañado algunas veces por sus diablos subordinados. La idea de que estos últimos podían penetrar en los cuerpos y las almas de los seres humanos sirvió la mayoría de las veces para diferenciar al ser poseído del normal más que para indicar algo sobre el estado general de la humanidad. La complejidad, el misterio y la naturaleza combinada del mal han llevado a algunos pensadores a creer que hay que encontrar un lugar para el demonio incluso en el pensamiento moderno. El islam, que acepta el judaísmo y el cristianismo como inspirados por Dios, extrae su concepto del demonio de las mismas

uentes. Se menciona a Iblis, el demonio, en el Corán, donde es el único ángel que se niega a inclinarse ante Adán. Por lo tanto, Alá le maldice pero le deja libre para tentar al incauto, como así hace en el relato coránico del Jardín del Edén.

De todas las invocaciones satánicas esta es la más universal. Con ínfimas variantes está presente en el "Libro de Thot" , "Las Clavículas de Salomón", los textos revelados de Nicolás Flamel en "La Cábala", "Los Secretos" del Gran Alberto y, con ligeros cambios, en muchos otros textos fundamentales del ocultismo. El texto reproducido pertenece al "Enchiridión" de León 111. El día uno de Noviembre, a las doce de la noche, enciérrate en una habitación. Estará toda cubierta de paños negros y tendrá por único mueble una mesa de tres pies. Coloca sobre la mesa dos cirios de cera encendidos y, en medio de ellos, un cráneo humano. Desnúdate por completo, y en pie, con la mano izquierda sobre la calavera y sosteniendo en la derecha un tridente, elevarás la vista al techo de la habitación, que también estará cubierto con un paño negro, y pronunciarás mentalmente esta frase: Rey de los infiernos, poderoso señor a quien el mundo rinde culto. Tu que dominas desde los antros tenebrosos del infierno hasta la superficie de la tierra y sobre las aguas del mar. Tu espíritu infernal todo lo puede. Yo te adoro, te invoco, te pido y exijo, después de entregarte mi alma para que de ella dispongas, que abandones las regiones infernales y te presentes aquí dispuesto a concederme lo que te pida. Rey de los infiernos, de todo corazón y con el alma condenada te entrego mis tesoros, mi dicha entera sí accedes a mis ruegos. Ven a mi, rey y señor, soy tu siervo, ninguna imagen o objeto religioso hay en mi casa. Rey de los infiernos, preséntate sin temor a ser desobedeGido, desciende, penétrame con tu luz, lanza tu sombra majestuosa sobre tu esclavo. Maldito, maldito, maldito sea el día en que sobre mi cabeza derramaron agua bendita. Satán mi rey, Satán rey de los reyes, soy tuyo y quiero ser tu esclavo. Satán, mi rey y señor, invoco tu presencia ante mi Concluida esta invocación se traza con el tridente un triángulo en el aire y el diablo aparece dentro de las tres líneas sobre un foco de luz. En este instante, échate en el suelo boca abajo y mientras la sombra diabólica te cubre, pide en voz alta lo que desees y se te concederá. Debes ser prudente y tener mucho valor. Si oyes ruidos espantosos no te amedrentes y sí el señor de los infiernos te habla no contestes en voz alta, sino mentalmente y con profundo respeto. Se ha de tener especial cuidado en no mirar el foco de luz.

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Los textos reproducidos a continuación pertenecen al "Libro Revelado" del "Enchiridión" atribuido a León 111.

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