ACTA El electrum. Tecnología del metal en la Antigua Grecia que sobre cada objeto de propiedad caben dos usos. 3 Uno es propio de la cosa considerada

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AUTORES CIENTÍFICO-TÉCNICOS Y ACADÉMICOS

El electrum. Tecnología del metal en la Antigua Grecia Javier Picón Casas [email protected]

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lgunos inventos forman una parte tan esencial de las sociedades organizadas que no se concibe su cariz convencional. Probablemente uno de los más cruciales en la historia de la humanidad haya sido el de la moneda. La metalización y la monetización del dinero fueron dos de los hitos más importantes de la civilización, en cuyo desarrollo juega un papel crucial la tecnología metalúrgica de los antiguos.

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I. Metalización y monetización

Se denomina “dinero” a cualquier cosa (en general, un objeto físico) usada ampliamente para realizar pagos y contabilizar deudas y créditos.1 La aparición del concepto de “dinero” no implica la existencia de un patrón de medida ni de un sistema de numeración. Cuando Adresto suplica a Menelao que le perdone la vida a cambio de un rescate no cifra los tesoros guardados en casa de su padre en referencia a un patrón de medida. Simplemente dice que aquél tiene “bronce, oro y muy forjado hierro”.2

La inexistencia de ese patrón o canon no es óbice para impedir la transacción comercial. La teoría de Aristóteles lo advierte. Comenta 1 2

Davies (1994: 29). Véase también Meadows (2001: 8). Hom., Ilias, (VI, vv. 47-48). De manera análoga se expresa el troyano Dolón ante el acoso de Diomedes (Hom., Ilias, X, v. 379), Pisandro e Hipóloco ante Agamenón (Hom., Ilias, XI, v. 133), etc. No hay una medida común: a veces se alude a talentos de oro (pero se trata de un peso), pero en otras oportunidades habla de bueyes, trípodes, hachas, etc. Sobre la creencia en que la medida común fue el ganado véase: – Ovid., Fasti, 5.280-281. – Plin., Historia Natural, 18.11. – Plut., Publicola, 11.6.

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que sobre cada objeto de propiedad caben dos usos.3 Uno es propio de la cosa considerada (su finalidad pragmática o valor de uso)4 y otro es su cotización para el intercambio (o valor de cambio).5 Éste puede ser aplicado sobre toda propiedad6 (siendo su origen un hecho natural).7 Por un lado, en un principio el intercambio pudo ser referido a los objetos necesarios para la supervivencia8 (con ánimo de completar la suficiencia natural o aétarkeÛa);9 pero, por otro, las sociedades, de manera espontánea, tendieron a exportar cuanto tuvieron en abundancia.10 Por lo tanto, para Aristóteles, en este uso ocioso radicó la invención del dinero.11 Comenta, además, que en el siglo IV a. C. el trueque referido a los productos necesarios era caracterizado como “cosa de bárbaros”. Sin embargo, se consideraba un signo de civilización la conversión a un material que fuera de fácil manejo para la vida (como el hierro, la plata o algo semejante).12 La primera determinación o medida sobre el metal dependió del peso13 y, para evitar la mediación que supone toda medida, su valor fue asignado acuñando metal (pues el sello indicaba la cantidad).14 Para que se produzca el intercambio es preciso igualar15 cosas inconmensurables, es decir, reducirlas a términos en algún sentido comparables.16 Se precisa encontrar una proporción que permita tal reducción y, además, un patrón común a través del cual igualar los diferentes bienes.17 Este canon es la necesidad que lo mantendrá todo unido en un sistema.18 En último lugar, tal patrón se encuentra en la moneda, cuyo valor dice Aristóteles que, en su momento, era ya convencional19 pues podía ser cambiado o inutilizado.20 En la Política y en la Ética a Nicómaco no se presentan dos teorías diferentes y antagónicas sobre el 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20

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Arist., Politica, A, 9, 1257 a 06. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 08. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 09. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 15. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 15 – 16. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 23 – 24. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 30. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 32 – 33. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 33 – 34. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 37 – 38. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 38 – 39. Arist., Politica, A, 9, 1257 a 41. Arist., Ethica Nicomachea, E, 5, 1133 a 18. Arist., Ethica Nicomachea, E, 5, 1133 a 19. Arist., Ethica Nicomachea, E, 5, 1133 a 26. Arist., Ethica Nicomachea, E, 5, 1133 a 26 -27. Arist., Ethica Nicomachea, E, 5, 1133 a 28 -29. Arist., Ethica Nicomachea, E, 5, 1133 a 30 -31.

dinero, sino dos descripciones de una misma teoría que cabría expresar a través de los siguientes puntos: 1. Los bienes y las actividades humanas son en sí inconmensurables. 2. Para que haya intercambio de bienes y servicios es preciso la reducción de los mismos a un patrón común de medida (p‹nta gŒr metreÝ). 3. Este patrón común es el “dinero”. 4. Un sistema económico rudimentario (b‹rbarow), fundamentado sobre una economía de subsistencia, depende del trueque. 5. Cuando el sistema económico se desarrolla sobre la producción y la exportación de bienes de consumo aparece la metalización del “dinero” (es decir, en el peso y la medida de los metales). 6. En una fase posterior el metal se acuña con objeto de facilitar las transacciones comerciales evitando pesarlo. 7. Finalmente, el valor del metal se independiza apareciendo la monetización. La simbolización o forma impresa en el metal concede un valor convencional. Ello permite que no haya correlación alguna entre el valor de uso del metal acuñado y su valor de cambio. Por lo tanto, la evolución económica de las sociedad supone: n El desarrollo desde la metalización del dinero

hasta su monetización.

n La transformación (como objeto de propiedad)

del valor de uso de la moneda a su valor de cambio.

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n El reemplazo del sistema de medida y peso por

el de la impresión de su valor simbólico convencional a través de la impresión de un sello o cuña.

Del análisis aristotélico se deduce que todos los bienes y servicios son per se inconmensurables y, en consecuencia, predice que el “dinero”, patrón común de medida, no resuelve los conflictos potenciales. Éstos, en el trueque, se producen en el mercado en el intercambio (regateo). Sin embargo, con la aparición del “dinero” el conflicto se producirá al asignarles valor o “precio” a los bienes y a los servicios.

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II. Parámetros de la monetización

El valor de una moneda antigua dependía de: 1. Su materia21 o tipo de metal del cual estuviera hecha. Para la mayoría de las monedas se emplearon aleaciones (entre las cuales destacó el electrum,22 mezcla constituida por oro y plata). No todos los pueblos antiguos emplearon los mismos tipos de metal. Egipcios y babilonios no se sirvieron del oro o la plata para sus monedas.23 Los primeros en utilizar tales aleaciones fueron los lidios.24 Probablemente su uso lo introdujeron en Grecia los fenicios.25 Incluso cuando el electrum ya tuvo una amplia difusión hubo alteraciones en la proporción constitutiva; en un principio la razón entre el oro y la plata era de 3:1 (es decir, 75-80% de oro por 25-20% de plata),26 pero tales proporciones distaron de ser estables y hacia el siglo IV a. C. ya había sido reemplazado por la plata (la cual habría sido conocido tardíamente por los

romanos durante su helenización, pues, según Plinio, en un principio la plata pura era un metal desconocido en Roma) Las conflagraciones bélicas jugaron un papel determinante en el tipo de metal o aleación a emplear. Cuando la actividad minera quedaba interrumpida a causa de la guerra, las autoridades políticas echaban mano de las reservas de metal de los templos. Las ofrendas a los dioses no eran depósitos financieros, pero tanto los donativos como las estatuas de metal fueron objeto de incautación.27 Probablemente el destino de la mayor parte de las tallas ciclópeas de oro de los templos griegos que “desaparecieron” misteriosamente (como el Zeus Olímpico de Fidias o la Atenea Pártenos) terminaron siendo pasto de la fundición, acuñadas para financiar batallas. Así, durante el transcurso de la interminable contienda del Peloponeso se fundieron no menos de siete estatuas de oro.28 Tenemos otro testimonio de que la práctica era habitual, pues, ya en el siglo IV a. C., durante la toma de Delfos por los fóceos, el tesoro de los templos fue confiscado como stock para la fundición.29 Un factor que determinaba el metal o la aleación a emplear era la institución que promoviera su impresión; éstas solían decidir en razón de la disponibilidad de metales30 (por ejemplo, el plomo se introdujo cuando el bronce perdió su valor relativo e interesó incrementar la emisión de moneda abaratando costes).31 2. La forma,32 que quedaba definida por el diámetro y el grosor de la misma (el aspecto habitual era el de disco plano que ha llegado hasta nuestros días). No siempre las monedas fueron discoidales. Se usaron como dinero las barras, los lingotes y las placas. Incluso no siempre que se

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ìlh: Bonitz (1960: 784 b 53 – 787 a 26); Liddell (1996:1847 b). Electrum: Glare (2002, 598 a). El término griego ´lektron (Liddell, 1996: 768 a) se empleaba también para designar al ámbar. Neuburger (1930: 41). Her., Historiae, I, 94.1. Del hecho de que la cita de Heródoto sea genuina no se deduce que la primacía de Lidia fuera cierta (Kraay, 1976: 313). 25 Neuburger (1930: 11). O más bien para competir contra el comercio fenicio, el cual pagaría las mercancías en “patrón oro”. 26 Neuburger (1930: 11). 27 Linders (1989-1990: 281-285). 28 Kraay (1976: 68). 29 Carradice (1995: 12-13). El oro para la construcción de las estatuas de los templos dependía de los donativos de los fieles. La mayor parte de los autores coinciden en entender que la Atenea Pártenos fue desmontada y fundida en monedas (Eddy, 1977: 111). 30 El senado romano controlaba el erario a mediados del siglo II a. C. con una supervisión total de los ingresos y de la mayoría de los gastos. Véase Pol., Historiae, VI.13.1. 31 Hacia el siglo IV a. C. se incrementó la proporción de plomo en las aleaciones (Bouyon, 2000: 35). 32 morf¯: Bonitz (1960: 474 a 11 – b 07); Liddell (1996: 1147 a).

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buscó la forma de disco se obtuvo. Por un lado, porque al ser acuñado todo cospel deja un borde irregular;33 por otro lado, porque a veces se empleaba el procedimiento de verter metal fundido directamente sobre las chapas para obtener volúmenes discoidales.34 Este método, abarata la producción al prescindir de moldes y aprovecha la tensión superficial de los fluidos metálicos. Pero incluso cuando asegure un peso determinado para cada pieza, el perímetro resultante no es circular sino ovalado. De ahí la falta de perfección de buena parte de las monedas que han llegado hasta nuestros días.35 3. El peso, determinado por la forma, la materia y el sistema de medida. Desde épocas muy remotas la emisión de moneda se realiza a partir de un standard en relación con el cual se crean múltiplos y submúltiplos. Así, por ejemplo, los babilonios hicieron fracciones en razón del sistema sexagesimal de peso y medida.36 Sin embargo, el standard asumido no fue siempre el mismo. Sólo en la Grecia arcaica se presumen no menos de catorce standards37 (entre los que sobresalieron las normalizaciones de Solón y Fedón de Argos).38 4. La simbolización,39 es decir, cuánto convencionalmente se estimaba que una determinada pieza valía para una sociedad organizada (lo cual depende de la confianza en que el valor de cambio fuera el determinado por el sello impreso).

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No hay seguridad acerca de la función de las primeras monedas (enterradas en los cimientos del Artemision y datadas hacia el 540 a. C).40 Probablemente tuvieron un significado conmemorativo. No se asumía que el valor de la moneda equivaliera a su peso en oro. El desarrollo de la monetización griega indica que la mayoría de las piezas tendían a ser usadas localmente (es decir, en regiones muy cercanas al lugar de emisión).41 Esto significaría que sólo los naturales conocían el ajuste entre el símbolo y el peso. Por otro lado, el estancamiento de las monetizaciones persa, etrusca, fenicia y cartaginesa42 (debido a la emisión en metales inferiores) indica el menosprecio común por unas piezas cuyo valor simbólico era notablemente superior al del metal en el cual venían impresas. En tercer lugar, la difusión de las monedas atenienses43 (cuya pureza en oro y plata era enorme) sugiere que, al menos hasta el siglo IV a. C. la difusión de la moneda dependía del valor de uso. Sin embargo, este panorama cambió con Alejandro Magno. Hasta bien entrado el siglo IV a. C. las simbolizaciones de anversos y reversos representaban a los dioses y a sus atributos.44 Pero tras el empleo de la moneda como herramienta de propaganda por parte de Alejandro,45 se produjeron toda suerte de impresiones dependiendo del perfil de la autoridad gobernante. Tras la era de Alejandro se produjo el fenómeno de que el valor de cambio comenzó a solapar al valor de uso. A esto se refiere probablemente Aristóteles. Un ejemplo lo tenemos en sus tetradracmas.

Breglia (1964: 41). El experimento de Sellwood muestra el ajuste del peso deseado al cospel (Sellwood, 1963: 225.), pero no el de la forma. Neuburger (1930: 42). Head (1910: xxxvi). Es harto improbable que las monedas babilónicas tuvieran como objeto el cambio. Eso no significa que los lidios no aprovecharan su sistema de medida y peso para poner en curso por primera vez las monedas (Head, 1910: xxxix). Acerca de los orígenes del sistema sexagesimal, véase el artículo divulgativo de Ifrah (2001: 233-243). 37 Meadows (2001: 18). 38 Arist., Atheniensium Res Publica, III, 10.2. 39 eädow: Bonitz (1960: 217 b 58 – 219 b 59); Liddell (1996: 482 b). 40 Howgego (1995: 2-3). Hodges considera que la moneda comenzó a ser acuñada mucho antes, hacia el año 700 a. C. (Hodges, 1970 p. 166). 41 Kraay (1964: 90). 42 Kraay (1964: 88). 43 Kraay (1964: 91); Wallace (1987: 395). 44 En las primeras monedas del siglo VI a. C. (como las medias estateras de Creso, Mileto, Aegina o Lesbos) el anverso consiste en una figura animal (león, tortuga, osos, gansos, etc.), mientras que el reverso presenta una figura o motivo geométrico. 45 Con independencia de que fuera el primer político con ìbriw suficiente como para no sólo desplazar de los anversos las efigies de los dioses sino para hacerse representar con atributos de héroes, lo cierto es que su influjo se debió a la emisión desproporcionada de moneda tal como el mundo nunca había conocido. La expansión de su imperio y la apropiación de un botín inmenso (Patterson, 1972: 221-222) dinamizaron la economía de la época monetizando y normalizando el comercio de vastas regiones de Oriente.

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Durante el helenismo el culto a la fortuna (tæxh) cobró un auge tan desmedido que todavía casi un milenio después de su muerte los tetradracmas de Alejandro, a pesar de no constituir la moneda en curso, seguían siendo buscados por ser considerados piezas únicas capaces de atraer la buena tæxh.46

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III. La fabricación de moneda

Los elementos implicados en la acuñación de moneda son dos: 1. El cospel o disco de metal plano. 2. El sello, cuño o troquel. La simbolización aparece como imagen especular en los cuños, el cual se imprime sobre ambas caras del cospel. Tanto el valor de uso como el valor de cambio dependen de un standard. El objeto de las instituciones emisoras era fabricar monedas idénticas. Ese standard simbólico podía ser un patrón de medida y peso o sólo de medida.47 Las autoridades trataron de plasmar a través del metal aquello que en terminología aristotélica se denomina especie48 (id est, una impresión idéntica en distintas piezas de metal que tienen igual forma). Pero la tecnología de la época sólo conseguía acuñar piezas semejantes. Puesto que la producción en serie era artesanal, cada moneda fue susceptible de variar en base a diferencias de cospel y troquel. De manera que en lugar de species, lo que las técnicas de fabricación conseguían producir eran monedas diferentes (lo cual, en terminología aristotélica, se conoce como individuos).49 Es decir, cada pieza antigua es un objeto singular susceptible de ser apreciado por sí mismo. De ahí las enormes alteraciones en el valor de cambio que sufrieron dichas monedas. Por eso en la actualidad, aparte del valor de uso y del valor de cambio, hay que considerar también el valor artístico y el valor documental de cada ejemplar.

La producción del cospel podía deberse a procesos conservativos.50 Éstos se conseguían: 1. Por fusión en alveolos dentro de un molde (vertiendo el metal fundido en molduras independientes o bien interconectando moldes en rama o en serie). 2. Mediante el corte de una barra transversal (en rodajas). Pero los cambios en la simbolización debidos a los vaivenes de la política pusieron en juego procesos noconservativos de troquelado. Los más importantes fueron: a. El reacuñado o eliminación parcial o total de un cuño fuera de curso por otro vigente. Este sistema permite (1) reutilizar el metal de las emisiones anteriores, (2) adaptarlo a la inflación y a la vez (3) deslegitima una simbolización previa que ha devenido en indeseable. b. El contramarcado o aplicación de un resello al cual se añade un mensaje con objeto de modificar el valor de la moneda.51 A su través se solía aumentar el precio de una pieza (corrigiendo el problema de que el coste del metal de la moneda superase al que indicaba la simbolización impresa). El cuño es el elemento crucial. La producción de piezas mediante moldes generaba piezas de peor calidad, más fáciles de falsificar. El problema es que apenas disponemos de troqueles. No conocemos de Roma ninguno, de manera que cabe suponer que fueron objeto de un minucioso control y de una cuidadosa eliminación. Sólo un documento griego de principios del siglo IV a. C. permite conocer la existencia de un cuño móvil (xarakt®r) y de uno fijo (akmonÛmskoi).52 Muy probablemente el anverso recibía el golpe del cuño mientras que el reverso permanecía encajado en un yunque. Pero no hay manera de determinarlo en la actualidad. Tampoco sabemos si los pocos sellos que han llegado hasta nuestros días eran institucionales o si pertenecieron a falsificadores.

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De hecho, hacia el 400 d. C. San Juan Crisóstomo se sentía obligado a reprender a la población de Antioquía por llevar monedas de Alejandro como amuletos de buena fortuna (Pollit, 1989: 65). 47 Por ejemplo, el sello que simboliza a un céntimo (medida) no tiene por qué pesar la centésima parte del patrón de medida. 48 species: Glare (2002, 1799 a). 49 indiuiduus: Glare (2002: 885 b). 50 Un proceso conservativo tiene por objetivo conservar el peso del cospel. Sin embargo, el fin de un procedimiento no-conservativo consiste en adecuar la simbolización del cospel a una forma que asegure su curso. 51 Le Rider (1975: 27-56). 52 Kalligas (1997: 144).

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IV. El problema del electrum

La teoría aristotélica acerca del origen de la moneda es coherente con las tesis económicas contemporáneas. Pero, no obstante, presenta ciertas inconsistencias con vestigios arqueológicos existentes y con la tecnología del metal en la Antigüedad Clásica.

Después de que Arquímedes formulara el principio de la hidrostática, la determinación (teórica) de la densidad de los sólidos de figura irregular era factible. El problema es que las primeras monedas fueron acuñadas en electrum. Durante al menos tres siglos no sólo no existieron métodos estandarizados de peso, sino que la proporción entre el oro, la plata y los demás metales del electrum era imposible de determinar. ¿Sirvieron las monedas durante la Antigüedad para el cambio? Aristóteles escribe mucho después de que Atenas impusiera su moneda por todo el Mediterráneo. Pero durante el siglo V a. C. los atenienses acuñaron sus monedas en oro o, sobre todo, en plata casi pura. Hay dos teorías que consideran como origen de la monetización la conveniencia práctica, las cuales siguen a Aristóteles: 1. Privada, la cual considera que las primeras piezas fueron emitidas por mercaderes y banqueros particulares para facilitar sus negocios.53 Esta hipótesis resulta problemática puesto que la limitación de su difusión ha sido probada (es decir, el que las monedas sólo circulaban en áreas muy cercanas a su lugar de emisión).54 2. Pública, según la cual las monedas se imprimieron por orden de los Estados con objeto de pagar sus servicios a los mercenarios.55 Las monedas habrían operado como las tarjetas de crédito actuales o como los bonos cuyo objeto expreso es satisfacer determinadas tasas e impuestos estatales (al modo en que se emplean las pólizas). En este caso, la simbolización

expresa una garantía. El sello impreso en la moneda constituye el aval estatal que garantiza su curso. El problema es que los mercenarios tendrían la pretensión de regresar a sus hogares y por lo tanto el pago en metal no habría sido normal56 (sobre todo atendiendo a la disimilitudes de las aleaciones del electrum).57 Cabe que el pago se efectuara en razón de un peso en oro acordado y que las monedas constituyeran una bonificación (una especie de bonos como primas por los servicios prestados). Los cambios se habrían producido en oro y en plata mientras que el electrum circularía bajo una garantía58 (plasmada en el sello).59 La simbolización no indicaría el valor de la moneda, sino que garantizaría el sello emisor (y, presumiblemente, el canje en la zona donde tal autoridad fuera respetada). Ninguna de las dos teorías explica la razón de que las monedas más antiguas fueran acuñadas en una aleación tan dudosa como el electrum. Como standard de pago, no hay peor cosa que una aleación. Ciertamente, en Anatolia existen minas de oro y de plata, pero de la disponibilidad local60 de los metales a crear como standard a una aleación hay un paso de gigante. Toda aleación supone una proporción de los metales que entran en ella. Y si ya la razón entre el oro y la plata podían alterar el valor de cada pieza, la posibilidad de añadir otros metales inferiores al electrum crearía desconfianza. Ciertamente, en cada transacción las monedas debían ser pesadas,61 pero el peso es un parámetro relativamente significativo en la determinación del valor de cualquier aleación. Ciertamente existieron patrones estandarizados de pesos, pero hasta tiempos de Arquímedes no hubo un modo (teórico) de determinar cuál era la proporción del oro y la plata presente en cada colada de electrum. Hay tres procedimientos para obtener esta aleación: 1. Añadir plata a un volumen de oro existente. 2. Agregar oro a un volumen de plata dado.

53 Wallace (1987: 386). 54 Cook (1958: 259); Holloway (1978: 11-12). 55 Jenkins (1972: 11, 28); Grierson (1975: 10); Starr, C. (1977: 112-117). 56 Price (1983: 7). 57 Según el análisis espectrográfico de Kraay la variabilidad en la composición va de un 20% a un 70 % de plata (Kraay, 1958: 21-23). 58 Holloway (1978: 10-13). 59 fÅkh: Liddell (1996, 1967 a). 60 Kraay (1976: 28). 61 Kraay (1964: 91).

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3. Fundir conjuntamente oro y plata (debido a la falta de medios tecnológicos para separar el uno de la otra o bien con objeto de reducir costes de producción). Los dos primeros procedimientos implican una voluntad financiera deliberada y fraudulenta en el empleo del electrum como materia de pago.62 El valor real de la moneda siempre sería inferior a lo contemplado por el sello. Se ha discutido acerca de cuáles habrían sido los posibles tests del electrum. Los especialistas encuentran tres procedimientos para determinar la proporción de oro en una moneda troquelada en tal aleación: 1. Mediante el principio de Arquímedes. El problema es qué metales y en qué cantidad integran un volumen de la aleación. El peso específico de la plata es sensiblemente menor que el del oro, pero la variación puede ser corregida añadiendo un metal de peso mayor, como el plomo. Adviértase que tanto los tasadores como los falsificadores tendrían en cuenta el principio de la hidrostática. Pero este test no fue disponible hasta el III a. C. En esa época, la plata había desplazado al electrum. 2. El uso de piedras de toque. El espectrógrafo de la Antigüedad de los orfebres era el toque (procedimiento visual, cualitativo y conservativo de análisis metalúrgico, destinado a la determinación de la ley de una pieza de oro o plata).63 El método era rudimentario pero reactivo a ciertos metales inferiores como el cobre. Este procedimiento fue citado por Teognis, Teofrasto, Baquílides y Plinio.64 3. Separación por cementación. Este proceso fue desarrollado por los egipcios hacia el 2000 a. C. y conocido por la civilización cretense entre el 1050 y el 950 a. C. A su través cabe separar la plata del oro. Pero el conocimiento se había perdido hacia el siglo vII a. C. De hecho Heródoto ya no es capaz de entender que el electrum es una amalgama; diferencia entre oro blanco (leukòw xrusñw) y oro puro (xrusñw Žp¡fyow).65 Pero la cementación no es un proceso inmediato. Más efectivo habría sido realizar los pagos en oro y plata en polvo.

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El electrum debió ser sobrevalorado y su valor dependía del sello emisor. De manera que su uso sólo fue local. Quizás no cabe hablar de monetización hasta la imposición de las monedas atenienses de plata. La confianza en el metal sustituyó la confianza en el sello. Así se eliminaron las interpretaciones en el valor y se permitió la normalización monetaria. Pero la simbolización del dracma y el tetradracma de plata atenienses no fueron expresión de la autoridad de la polis sobre el Mediterráneo; constituían la marca de autenticidad de la plata de sus cóspeles. A diferencia de lo que consideraba Aristóteles, la difusión de las monedas en su época dependía en gran parte del valor de uso. Fue el desarrollo ulterior de la monetización (y, en particular, el fanatismo provocado por la figura de Alejandro) lo que convirtió en cierta a su teoría.

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