Amsterdam Divertida, culta y cosmopolita Si nunca antes has viajado a Ámsterdam quizás debas saber que te vas a encontrar con una ciudad muy poco convencional. La capital holandesa es uno de los destinos de Europa preferidos por turistas de cualquier nacionalidad. Su grandeza radica en su gente, en su estilo de vida y ambiente divertido y desenfadado. Como es tanto su poder entre todo tipo de públicos, vamos a proporcionar una pequeña ayuda, para evitar los sitios excesivamente concurridos y disfrutar de todo lo demás

Lo primero es lo primero Diseminadas por toda la ciudad encontrarás numerosas oficinas de información turística, señalizadas con una triple v mayúscula, VVV. Aquí podrás conseguir mapas (imprescindibles para moverte por tu cuenta), tarjetas de teléfono y todo tipo de documentación y servicios. Hay una en la Central Station. Aquí mismo puedes hacerte con una Amsterdam Card, que te permitirá ahorrarte unos cuantos euros en tu visita de la ciudad. Con ésta tendrás la posibilidad de disfrutar de viajes ilimitados en transportes públicos y entrar gratis o conseguir descuentos en los principales museos. Si vas a estar poco tiempo en el destino, es una opción más que interesante. La tarjeta para 24 horas cuesta 33 €, la de 48 horas, 43 €, y la de 72 horas, 53 €

Casco viejo Lo realmente especial de la capital holandesa es que ha sabido convertirse en una metrópoli del siglo XXI sin perder el encanto de una villa medieval. Está formada por la unión de 18 barrios, situados en la orilla sur de la desembocadura del río Ij. Otro río, el Amstel, la atraviesa dando lugar a esa famosa estructura de canales e islas que se comunican por puentes. Romántica, divertida y culta: un destino para cualquier viajero, sean cual sean tus preferencias. El primer consejo es no agobiarse con el nombre de las calles, ni por la delimitación de los barrios, que muchas veces se solapan unos con otros. Moverse por la ciudad es más fácil de lo que parece, sobre todo por su casco antiguo y por el cinturón de canales. Puedes coger como referencia para iniciar tu itinerario la Central Station, o mejor aún, la cercana plaza Dam, a la que se accede bajando por la Damrak o por la Nieuwendijk, dos calles muy comerciales, repletas de tiendas de moda, coffeshops y restaurantes.

La plaza Dam Llugar muy animado a cualquier hora, donde lo mismo te encontrarás con mimos montando su espectáculo que con vendedores de prensa ambulante (de todos los países), bici-taxis turísticos o improvisados puestos de hot-dogs. Es inmensa, el lugar de celebración de los grandes acontecimientos de la ciudad. Está presidida por el palacio Real (Koninklijk Paleis. Entrada: 7 €), la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk, entrada gratuita) y el Madame Tussaud’s (de 10 h a 21 h. Entrada: 20 €), con una figura de Johnny Depp vestido de pirata caribeño dando la bienvenida al personal que se concentra –la cola es enorme– a sus puertas. Este museo de cera de Madame Tussaud’s –al estilo y semejanza del de Londres– acoge en su interior reproducciones

de personajes famosos, desde Rembrandt hasta actores de Hollywood. Visitarlo es cuestión de gustos. Si te decides, ten en cuenta que te llevará tiempo –unas tres horas, contando con la cola que habrá a la entrada.

De museos por Amsterdam En 2006 se celebró el 400 aniversario del nacimiento de Rembrandt, considerado el gran maestro del claroscuro. Su obra maestra, La Ronda Nocturna, es la joya del Rijksmuseum (Jan Luijkenstraat, 1. De 10 a 17 h. Entrada: 10 €), situado en la parte norte de la Museumplein, una plaza en torno a la que se distribuye este gran barrio cultural, que lo mismo acoge conciertos que los festejos del Día de la Reina. El edificio donde se ubica el Rijksmuseum es impresionante en sí mismo, en ladrillo rojo, muy similar a la Central Station. Actualmente, se encuentra en obras de remodelación y no se pueden visitar todas las salas. Pero podrás ver una importante selección de sus obras maestras, correspondientes al Siglo de Oro holandés. Verás, por supuesto, el famoso cuadro de Rembrandt y también La lechera, de Vermeer. Tras la visita al museo se impone un refresco en el café Cobra, junto al estanque, según se sale, o una foto trepando por las descomunales letras que componen el eslogan de Amsterdam. Justo al lado, sin necesidad de andar prácticamente nada, tienes tu siguiente parada obligada: el Van Gogh Museum (Paulus Potterstraat, 7. De 10 a 18 h. Entrada: 10 €), un museo luminoso que contiene la mayor y mejor colección de Vincent Van Gogh, incluidos su Autorretrato con sombrero de paja, El Sembrador y su archifamoso Dormitorio. El tercero de los museos que cierra este triángulo de oro está siendo remodelado: el Stedelijk Museum (Paulus Pottestraat, 13), que cuenta con una interesante colección de arte contemporáneo, parte de la cual se exhibe hasta que termine su remodelación en la antigua Oficina Central de Correos (Oosterdokskade, 5)

Un respiro. No sólo de museos y compras vive este barrio. En él se ubica también el Vondelpark, el parque más popular de Ámsterdam, con 45 hectáreas y más de 127 tipos de plantas y un centenar de árboles. Puedes tumbarte en la hierba como hacen los holandeses, patinar, montar en bici, o tomar algo en el café Vertigo, dentro del mismo parque, junto al Nederlands Filmmuseum (De martes a sábados, de 11 a 17 h. 8 €). Desde el barrio de los Museos es relativamente fácil llegar hasta el Pijp, una zona más popular, articulada en torno al Albert Cuypmarkt, el mayor mercado al aire libre de la ciudad (abre a diario). Se extiende a lo largo de 3 km y aquí se encuentran los mejores precios. Y ya que estás en la zona, reserva mesa en Bazar (Albert Cuypstraat, 182. Unos 30 €), un restaurante de moda. Puedes comer platos de Turquía, Argelia o Marruecos.

No te puedes ir del Pijp sin visitar el museo Heineken Experience (Stadhouderskade, 78. De martes a domingo, de 10 a 18 h. 12 €), instalado en la antigua fábrica de la cerveza más famosa de Holanda.

En bici o en barco En Ámsterdam se mueven 600.00 bicicletas. Es el medio de transporte ideal, así que ¿por qué no te haces con una? Existen carriles-bici por todas partes, semáforos específicos y muchos lugares donde poder alquilarlas. Las amarillas son de la empresa Yellow Bike, que tiene sede en la calle Nieuwezijds Kolk 29, a unos cinco minutos andando de la Central Station. Las rojas son de MacBike (Stationsplein, 5 y 33) Alquilarlas por dos horas te saldrá por unos 6 €, y un día entero, por 10 €. También realizan City Bike Tours, recorridos guiados por la ciudad (3 horas, 19,50 €). Respeta escrupulosamente las señales y ten cuidado con los peatones… y al revés. Si prefieres caminar, no olvides que existen. No hacen ruido y te puedes llevar un susto. Junto a la Central Station, frente a la casa de Anna Frank y la de Rembrandt, en Leidseplein. Aquí se emplazan las paradas del Canal Bus, un barco que realiza diferentes recorridos a través de los canales. Cuesta 18 € y te puedes bajar y subir de él tantas veces como quieras en un día (de 10 a 19 h).

Llegar al Barrio Rojo de Amsterdam Justo a espaldas del palacio Real está el Magna Plaza, un centro comercial (abre todos los días, hasta las 19 h), con tiendas de todo tipo, restaurantes y cafés, que goza de gran aceptación entre los habitantes de la ciudad. Desde aquí puedes coger la Kalverstraat, una bulliciosa calle que te permitirá adentrarte en la zona de Spui, cuyo mayor reclamo patrimonial es el Museo Histórico (Historisch Museum), con una importante colección de cuadros, mobiliario, mapas, armas y restos arqueológicos. Está a la altura del número 92, pero es difícil ver la entrada. Para llegar hasta él tienes que estar atento a los carteles. Justo delante de su puerta, una inesperada sorpresa: la Schuttersgalerij, una galería de arte al aire libre, de acceso gratuito, donde se pueden admirar 15 gigantescos retratos de milicianos del siglo XVII al estilo de la famosa Ronda Nocturna, de Rembrandt, que cuelga de las paredes del Rijksmuseum. La galería une la calle Kalverstraat con el patio de las novicias, el llamado Begijnhof (horario: de 8 a 13 h, entrada gratuita), una íntima plazuela del siglo XVI que sirvió en sus tiempos para alojar a mujeres solteras y piadosas que no deseaban tomar los hábitos. Es realmente bonito, muy tranquilo, con un jardín bien cuidado y una pequeña iglesia, que se comunica con la plaza del Spui, que es en realidad una calle rectangular que se ensancha y sirve para conectar el canal Singel con Rokin, otra de las arterias importantes de la zona. En esta plaza hay ambiente intelectual, marcado por sus librerías y por sus cafés, a los que acuden principalmente periodistas, ya que en los alrededores se concentran las principales sedes de periódicos del país. Es muy agradable el Caffe Esprit (abre de 9 a 22 h), en la misma plaza (Spui, 10). Un buen lugar para hacer un alto y tomar un helado o un café. El centro histórico de Ámsterdam está siempre atestado de gente, pero ninguna zona concita, para bien o para mal, tanta atención como su barrio Rojo. Poco

importa que en sus límites se encuentre la Oude Kerk, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, de estilo gótico holandés y renacentista. Lo que de verdad atrae a curiosos y no tanto son sus escaparates, donde las prostitutas se exhiben en busca de potenciales clientes. Ni se te ocurra hacerles una foto: te puedes meter en un auténtico lío. Es muy fácil llegar al barrio Rojo. Basta que bajes desde la plaza Dam por la Damstraat y gires a la izquierda, a la altura del canal Oudezijds Voorburgwal que, junto al Ouedezijds Achterburgwal, forma el núcleo más caliente de la ciudad, con sex shops de lo más llamativo. Aquí mismo, al borde del canal (en el número 40) abre sus puertas el Museo Erótico (entrada: 5 €), Un poco más arriba, en el número 130, otro lugar para lo prohibido: el Museo del Hachís, la Marihuana y el Cannabis (entrada: 5,70 €), única sala europea sobre la materia. En las inmediaciones de esta zona se suceden numerosos coffeshops, locales con amplia carta de pasteles con el cannabis como principal ingrediente. Hay que cruzar el barrio Rojo de este a oeste, por Bloedstraat o Bamdesteeg, para cambiar radicalmente de ambiente y recalar en una coqueta plaza, adoquinada y abierta, que durante el siglo XV se utilizó como mercado. Es el Nieumarkt, en cuyo centro se alza el imponente Waag, única parte de las murallas de Ámsterdam que se conserva entera. Hoy acoge un agradable café con terraza, el In de Waag, donde descansar un rato después de comprar en los mercadillos de fruta, flores y quesos que se despliegan cada día en esta misma plaza. Desde aquí, sigue la Saint Antoinesbreestraat, y llegarás a la Jodensbreestraat, la calle del barrio judío donde se ubica la Rembrandthuis (en el numero 4. Abre de 10 a 17 h. Entrada: 8 €), la casa en la que residió Rembrandt junto a su esposa Saskia entre 1639 y 1658. Los muebles y la decoración no son originales, pero ofrece una visión bastante aproximada de cómo era la vida del pintor durante aquella época. La colección del museo incluye aguafuertes y dibujos, entre los que destacan sus autorretratos y su serie de desnudos. Para visitarla te tocará madrugar: las colas son infinitas.

Un trago bien frío Ya te hemos dicho que la noche en Ámsterdam es mítica, así que no te queda más remedio que salir a disfrutarla. El club de moda en la zona de los canales es el Odeon (Singel, 460), donde se puede cenar, bailar y tomar cócteles variados. Por lo original del invento nosotros te recomendamos que no dejes de visitar el Xtra Cold (Amstel, 194-196), un local con dos ambientes: una sala pintada en rojo para comer algo y un Ice Bar, donde podrás tomar un trago (desde 7,50 €) en copas hechas de hielo. La temperatura es de 8ºC y no podrás permanecer más de 30 minutos. A la entrada te darán ropa térmica (abre de 14 h a 1 h).

Tenlo en cuenta: no es lo mismo un coffeshop que un café marrón. Estos últimos son locales algo oscuros, de ambiente tranquilo y con historia. Cerca de la estación de tren, en el número 2 de Martelaarsgracht, está el Café Karpershoek, abierto en 1629. El suelo está cubierto de arena, como entonces.

Aquí se come ligero A la hora de la comida hay muchos sitios donde elegir, desde modernos como el Envy (Prinsengracht, 381), hasta clásicos como D’Antica (Reguliersdwarsstraat, 8082), un restaurante italiano en el que se dejan ver famosos de vez en cuando (unos 40 €) Muy recomendable el café de Jaren (Nieuwe Doelenstraat, 20-22), muy céntrico (junto a Muntplein), con una espectacular terraza y un ambiente de lo más acogedor. Aquí se come ligero: desde sopas y ensaladas a riquísimos bocadillos (4,75 €) de humus, salmón y queso o pollo marinado. Sirven cenas en la planta de arriba, desde las 17.30 h. Por las tardes, es un concurridísimo café.

De puente a puente Comienza tu recorido por los canales en la Rembrandtplein, famosa por sus tiendas de moda y decoración, por sus terrazas y restaurantes y, sobre todo, por un grupo escultórico que representa la Ronda Nocturna del pintor holandés.

El Amstel está a tan sólo unos pasos de aquí y también el puente más famoso. Blanco y levadizo es el Magere Brug. Se ordenó sus construcción en 1672 por dos hermanas millonarias que vivían a ambos lados del río y querían verse con frecuencia.

Pero el cinturón de canales de Ámsterdam cuenta con otro puente de interés, justo en el cruce de los canales Reguliersgracht y Herengracht, junto a la Thorbeckeplein, al lado de la Rembrandtplein. Es un puente entre 15 puentes, que puedes ver en su totalidad. A tu frente, seis. A tu izquierda, otros seis. A la derecha, dos. El número 15 es el que estás pisando. Los otros dos canales que debes ver son el Prinsengracht y el Keizersgracht, flanqueados por hermosas casas señoriales… y repletos de casas flotantes, de lujo variable, que deben pasan su inspección de rigor.

Bloemermarkt, el mercado flotante de flores Una visita imprescindible es el Bloemermarkt, el mercado flotante de flores, que ocupa una parte del canal Singel, entre las calles Muntplein y Koningplein. Abre de lunes a sábado, de 9.30 a 17 h, aproximadamente, y es el único que se conserva de los dos que existían en el siglo XVII. No sólo hay tulipanes (10 por 3,5 €): también azucenas, gladiolos, bonsáis… Pásate también por 100% Holland (al principio de la Damstraat, junto a la plaza Dam), con estantes llenos de vacas, mini-bicicletas, tulipanes de madera, jarras, zuecos... Si buscas artículos para fumar, un clásico: The Head Shop (Kloveniersburgwal, 39) fue la primera tienda de la ciudad dedicada en exclusiva a la venta de productos relacionados con las drogas blandas. Y para los amantes de lo diferente, dos direcciones: What’s Cooking (Hartenstraat, 16), con objetos casi

imposibles, y Kitsch Kitchen (Rozengracht, 8-12), con manteles de colores, sillas de plástico, muebles y más que divertidos utensilios.

Compras más chic Prada, Versace, Gucci, Armani, las calles próximas a los tres museos principales de Ámsterdam son un derroche de lujo y glamour. La arteria principal es la Peter Cornelis Hoofstraat (más conocida como PC Hoofstraat) donde cualquier diseñador que se precie ansía abrir su tienda. No le va a la zaga la Van Baerlestracht, cuyo número 42 está ocupado por The People of the Labyrinths, marca holandesa de renombre mundial cuyas prendas son auténticas obras de arte que se rifan las superstars de todo el planeta, entre ellas Elton John.

Ten en cuenta Los horarios comerciales oscilan entre las 9 y las 18 h. Los gastronómicos también varían: se desayuna pronto, se come ligero hacia las 13 h y se cena (más abundante) entre las 18 y las 20 h. En la calle encontrarás aseos públicos, pero es mejor que utilizes los de bares, cafés y restaurantes (pueden pedirte unos 0,40 €) En cuanto a las drogas, mucho cuidado. En Holanda están toleradas, pero no legalizadas. Así que tú mismo.

Recordando a Anne Frank Los canales recorren de forma radial todo el centro de Ámsterdam. Si sigues el Prinsengracht llegarás a la Casa Museo de Anne Frank (Anne Frankhuis), en el número 267 (de 9 a 19 h. Entrada: 7,50 €), en el lugar exacto en el que se ocultó con su familia durante la Segunda Guerra Mundial. En cuanto a las colas: intenta ser el primero, ése es nuestro consejo. Prácticamente al lado se alza la Wester Kerk, una iglesia de estilo renacentista con una torre a la que se puede subir… si tienes paciencia. Cuesta 6 € y las vistas son buenas, pero sólo pueden coincidir en ella un máximo de seis personas y las entradas se reparten cada media hora (de lunes a sábado, de 10 a 17.30 h). La plaza de la iglesia, la Westermarket, es un lugar muy animado, donde se organizan con frecuencia exposiciones al aire libre. Justo al lado del templo abre sus puertas el restaurante Werck, muy fashion, con una amplia carta de ensaladas, sándwiches y paninis (desde 10 €) y cócteles variados. Esta zona, a orillas del canal, está repleta de terrazas y bares, coquetos y muy agradables, donde se dan cita los holandeses, sobre todo, los fines de semana.

El barrio de Zeeburg Es lo último Si buscas una nueva imagen de Ámsterdam, dirígete a la orilla del río Ij, detrás de la Central Station, donde se han construido una serie de islas en las que despuntan auténticas virguerías arquitectónicas, como la terminal de pasajeros para cruceros, el palacio de la Música o el Nemo (Oosterdok, 2. De 10 a 18 h. 12 €), edificio diseñado a modo de barco a punto de hundirse, por el arquitecto Renzo Piano. Éste alberga en su

interior un museo científico donde se puede conocer de forma interactiva el origen de diversos fenómenos naturales. El Zeeburg es un barrio ideal si ya conoces lo esencial de Ámsterdam. Hay un edificio de viviendas que simula una ballena (el Whale), casitas de colores y fachadas onduladas en la llamada Isla de Java, un puente rojo con forma de serpiente –el Pytonbrug– y un complejo residencial con una llamativa verja que recibe el nombre de Barcelona. Lo mejor que puedes hacer en Zeeburg? Caminar y admirar para después saborear la cena en alguno de los restaurantes más in de la ciudad. El Odessa (Veemkade, 259) ocupa la réplica de un barco mercante ruso, y el Fifteen (Jollemanhof, 9), un gran almacén al frente de cuyos fogones se sitúa el famoso cocinero inglés Jamie Olivier. El más concurrido en cuanto cae la noche sigue siendo el Panamá (Oostelijke Handelskade, 4), en un antiguo edificio portuario (precio medio: 40 €). En la carta, langostinos, berenjenas rellenas de espárragos, queso y tomate y otras delicias. Cuenta, además, con sala de teatro y discoteca. El otro club nocturno de la zona es el 11 (Oosterdokskade, 3-5), en la antigua oficina principal de correos de Ámsterdam.

Descarga tensiones En un barrio tan joven y moderno como Zeeburg no podía faltar un centro de ocio alternativo. Ése es el Klimur Centraal (Jaap Edenweg, 10), que está cerca de la Terminal de Pasajeros, en dirección al Nemo. Es un recinto cerrado preparado para practicar escalada, con paredes verticales y vías por donde la gente trepa derrochando adrenalina. ¿Te animas a probarlo? La entrada al recinto cuesta 12 €. Si quieres ver un auténtico molino de viento holandés, en Ámsterdam tienes una única opción, el De Gooyer, no demasiado lejos del barrio de Zeeburg, rodeado de cafés y terrazas, junto al canal Nieuwe Vaart.