ASPECTOS TEÓRICOS DE LA INFLACIÓN EN LA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. Antonio Jorge y Raúl Moncarz*

ASPECTOS TEÓRICOS DE LA INFLACIÓN EN LA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE Antonio Jorge y Raúl Moncarz* Las causas y las consecuencias de la inflación en la

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ASPECTOS TEÓRICOS DE LA INFLACIÓN EN LA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE Antonio Jorge y Raúl Moncarz* Las causas y las consecuencias de la inflación en la América Latina y el Caribe han sido principalmente discutidas, con anterioridad a los años setenta, en términos de dos grupos o tendencias conocidas en una definición amplia bajo las denominaciones de monetarista y estructuralista. Cada grupo representa ima forma propia de entender la inflación y su relación con el crecimiento y el desarrollo económico. Hay los que ven estas dos tendencias como políticamente diferentes, y la llamada izquierda se muestra como adscrita al fenómeno estructuralista, mientras que la derecha para ser congruente se identifica con el grupo monetarista.^ L Los ESTRUCTURALISTAS

Los estructuralistas se refieren a la inflación como un proceso inevitable en economías que están tratando de crecer con rapidez y que se enfrentan constantemente a estrangulamientos estructurales, o cualquier otra variable social, económica o política que inhibe la expansión económica.* En la transición de una economía abierta, basada en la exportación, a otra basada en mercados internos, la inflación es un acompañante obligado. Los cambios necesarios en la estructura socioeconómica para llevar a cabo el desarrollo no pueden ser efectuados por el mecanismo de precios cuando éste opera en mercados extremadamente imperfectos, caracterizados por un mínimo de flexibilidad en la asignación de los factores de la producción, y frecuentemente plagados por carestías y desequilibrios. El análisis estructuralista trata, por tanto, de identificar y analizar los estrangulamientos, esto es, las presiones básicas o estructurales más importantes.^ Los más reconocidos son: i) la oferta inelástica de comesti• El doctor Antonio Jorge es profesor de economía política y el doctor Raúl Moncarz es profesor de economía en la Universidad Internacional de la Florida, en Miami, Florida. 1 D. Félix, "An Altemative View of the Monetarist-Structnralist Controversy", A. O. Hirschman (comp.). Latín American Issues: Essays and Comments, Nueva York, The Twentieth Century Fund, 1961. 2 R. Thorp, "Inflation and the Financing of Economic Development", K. Griffen (comp.), Financing Development in Latín America, Nueva Yoric, MacMillan, 1971, p. 185. » C H. Kirkpatrick y F. I. Nixson, The Origins of Inflation in Less Developed Oiuntries: A Selective Review", G. Zis y M. Pairkin (comps.), Inflation in Open Economies, Inglaterra, Manchester University Press, 1976. 871

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bles; ii) la falta de divisas, y iii) la limitación de los presupuestos gubernamentales. El problema con la falta de elasticidad en la oferta de comestibles es que está sujeta al siguiente proceso. La urbanización y el aumento en los ingresos hace que la demanda de comestibles aumente. Sin embargo, ésta no puede ser satisfecha por el sector agrícola. El incremento en la oferta es bajo, ya sea debido a las limitaciones estructurales del sector agrícola, o a consecuencia de la tenencia de la tierra, o simplemente por la falta de integración del sector agrícola a los cambios habidos en la economía. Esta oferta inelástica constituye un importante factor en la inflación estructural.* A su vez, la falta de divisas surge ya que el aumento en las mismas no es suficiente para satisfacer el incremento aún mayor en las importaciones. Éstas ascienden rápidamente debido al esfuerzo por acelerar el crecimiento y propiciar el desarrollo, así como por los aumentos en la población y el avance de la industrialización, todo esto teniendo lugar en un ambiente de limitaciones en la tecnología, desequilibrios estructurales e imperfección en la movilidad de los factores. Por otro lado, la carestía de los productos importados y el aumento en sus precios crea aumentos de precios cumulativos en la economía, es decir refuerza la inflación. A esto se unen los problemas de balanza de pagos, los cuales pueden causar devaluaciones eventuales que producen una mayor inflación local, especialmente cuando la elasticidad de la demanda de importaciones es baja. De acuerdo con las teorías monetarias de la balanza de pagos un déficit reduce la oferta monetaria local y por tanto reduce las presiones en los precios. Por el contrario, el cambio de un déficit a una plusvalía en la balanza de pagos puede ir acompañado por un aumento en los precios. El tercer estrangulamíento identificado por los estructuralistas se debe a la falta de recursos financieros internos. Los esfuerzos por estimular el crecimiento y el desarrollo hacen que el gobierno aumente sus gastos, pero los ingresos no son suficientes para satisfacer los aumentos en los gastos, lo que a su vez provoca déficit presupuestarios con sus consecuencias inflacionarias. Además de las presiones inflacionarias básicas, Sunkel° identifica presiones inflacionarias exógenas. Éstas incluyen aumentos en los precios de * O. Snnkel, "Inflatíon in Chile: an Unorthodox Approach", International Economic Papers, 1960, pp. 111-115 [versión en español en EL TRIMESTRE ECONóMICO, vol. XXV, núm. 100]. » ¡bid., p. 112.

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los bienes y servicios importados, tales como el petróleo, los fertilizantes y los comestibles. También existen presiones inflacionarias debido a aumentos en los gastos públicos causados por desastres naturales o por presiones políticas. Asimismo, hay que notar que existen fuerzas inflacionarias cumulativas que son originadas por la misma inflación. Estas presiones son función de la tasa y la duración de la inflación, incluyéndose entre ellas las inversiones con muy poco riesgo, que son por lo general no productivas; las expectativas adversas; el efecto negativo de la inflación en la productividad, y la falta de incentivos para la exportación. Para que las diferentes limitaciones estructurales den como resultado un aumento en los precios debe existir un vehículo efectivo que trasmita o propague la presión inflacionaria. Uno de los principales componentes de este mecanismos de trasmisión es el déficit presupuestario, el cual propicia un aumento en la oferta monetaria. Los gastos públicos son difíciles de reducir y los ingresos reales difíciles de aumentar. Por tanto, los déficit del sector público representan la existencia de cantidad de problemas estructurales que evitan el equilibrio presupuestario.' Para los estructuralistas el aumento en la oferta monetaria es un factor que permite que la inflación se manifieste y se haga cumulativa. Es decir, es un síntoma de la rigidez estructural que causa las presiones inflacionarias y no la causa misma de la inflación. Un aumento en la oferta monetaria es una condición necesaria para el aumento en el nivel general de los precios y por tanto de la inflación, pero no constituye una condición suficiente. II. Los MONETARISTAS

Los monetaristas en la América Latina creen que la inflación es originada y sostenida por la política fiscal y por una política monetaria expansionista. Entre los mecanismos que la provocan tenemos los déficit gubernamentales, el aumento del crédito o una política expansionista con respecto a las divisas por parte del banco central. Según los monetaristas la tasa de la inflación será reducida, junto con las distorsiones causadas por ésta, si se logra una baja en la demanda excesiva mediante la aplicación de políticas monetarias y fiscales apropiadas, o bien a través del control de los aumentos de salarios de manera que éstos respondan a incrementos de productividad y no a presiones políticas o redistributivas, y también por medio de la eliminación de la sobrevaluación de la tasa de cambio. ■ David Colman y Firederick Nízson, Economics of Change in Leas Developed Countries, Nueva York, Halstcad Press. 1978, pp. 272-286.

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Los monetfiristas no niegan la existencia de variables restrictivas reales, pero no creen que éstas sean necesariamente estructurales o autónomas. Pueden provenir de distorsiones en los precios causadas por la inflación y por los propios esfuerzos del gobierno por eliminar estos efectos. Por ejemplo, los monetaristas mantienen que el problema citado por los estructuralistas de la inelasticidad en la oferta de comestibles proviene de los controles administrativos que existen sobre los precios, es decir, del mantenimiento de precios bajos para proteger a los trabajadores y consumidores urbanos, a fin de evitar presiones al aumento en los salarios. Esta interferencia en las fuerzas del mercado tiene efectos negativos ya que reduce los incentivos a los productores de comestibles. La deficiencia en la producción es, según los monetaristas, resultado de los controles administrativos y no está necesariamente relacionada con la tenencia de la tierra. Los monetaristas admiten la existencia de variables que restringen el crecimiento, pero su origen según ellos es el opuesto al que aducen los estructuralistas. Los estrangulamientos en la economía que hacen detener el proceso de crecimiento serán eliminados cuando la inflación sea controlada. La mayoría de los monetaristas también reconocen la prioridad social del crecimiento y el desarrollo, pero mantienen que su desenvolvimiento estable y sostenido puede lograrse solamente en un ambiente de estabilidad monetaria.^ La única interpretación realista del modelo monetarista es la versión que incluye no sólo las políticas monetarias tradicionales, cuyos resultados, como se sabe, son muy limitados ya que los mercados financieros en la América Latina son muy primitivos o no existen. Lo mismo pudiera decirse en relación con las políticas fiscales y con la ineficiencia administrativa en el gasto público y en el cobro de impuestos. También debe considerarse que la efectividad de los instrumentos monetarios es mayor en los casos de inflación causada por la demanda que en el caso de la inflación debida a la presión de los costos, que es la variante que estamos experimentando hoy en día, y la que hemos vivido en la década del setenta. No hay duda de que la reducción en la oferta monetaria causaría que el aumento en los precios se detuviera, pero a corto plazo el precio a pagar en la cantidad de desempleo o baja de la producción sería pavoroso. Otra crítica es que los instrumentos monetarios no son los más ^ R. O. Campos, Reflections on Latín American Development, Texas, Univerfity of Texas Press, 1967, pp. 117-120.

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indicados para disminuir el consumo, mientras que sí lo son para detener las inversiones.* Lo importante en estas observaciones es que los instrumentos monetarios, aunque un ingrediente indispensable en la lucha antinflacionaria, tienen que ser usados en combinación con la política fiscal. Estos instrumentos son insuficientes no sólo en que afectan a las inversiones más que al consumo sino también debido a la organización y el efecto limitado de los mercados monetarios y de crédito en la América Latina. La efectividad de la política monetaria es función, en el caso de la inflación, de la rapidez en su aplicación, así como del nivel de los salarios y de la flexibilidad de las organizaciones laborales. Este último factor es un determinante básico en la posibilidad de usar controles en el crédito sin los efectos negativos en la cantidad del desempleo. IIL

LA EVIDENCIA

La obra básica de referencia para comenzar cualquier estudio sobre las diferencias entre los monetaristas y los estructuralistas es el libro escrito por Baer y Kerstenetzky," publicado en 1964. Las investigaciones empíri cas más recientes incluyen los estudios hechos por Edel,^° Argy,^^ Kahil,'13 Vogel," Barro" y Hanson." Edel investigó un aspecto del análisis estructuralista con respecto a los estrangulamientos en comestibles en ocho países en la América Latina. Las siguientes proposiciones fueron examinadas: i) la oferta de comestibles ha tenido un retraso cuando es comparada con la tasa de crecimiento " R. O. Campos, "Economic Development and Inflation with Special Reference to Latin America", OCDE, Development Plans and Programmes, París, OECD Development Center, 1964, pp. 129-137. ' Wemer Baer e I. Kerstenetzky (comps), Inflation and Growth in Latin America, Homewood, Richard D. Invin, 1964. ^" M. Edel, Food supply and Inflation in Latin Ameríca, Nueva York, Praeger, 1969, páginas 135-136. " V. Argy, "Structural Inflation in Developing Countries", Oxford Economic Papers, 1970, marzo, pp. 70-85. p R. Kahil, Inflation and Economic Development in Brazil, 1946-1963, Clarendon, Clarendon Press, 1973. ^3 R. C. Vogel, "The Dynamics of Inflation in Latin America", American Economic Remeto, vol. 64, mareo de 1974, pp. 110-115. ^* R. Barro, "Money and Output in México, Colombia and Brazil", Jere Behrman y James Hanson (comps.), Shon Term Macroeconomic Policy in Latin America, Cambridge, Bullinger pub., 1979. '* J. A. Hanson, "The Short-Run Relation Between Growth and Inflation in Latin America: A Quasi-Rational or Consistent Expectations Approach", American Economic Review, vol. 70, dirif-mbre de 1980, pp. 972-989.

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necesaria o requerida por el país, y ii) este retraso agrícola ha sido asociado con la inflación, los problemas de balanza de pagos y el estancamiento en la economía. Los resultados fueron los siguientes: para México, el Brasil y Venezuela la oferta fue mayor, o por lo menos aproximadamente igual, a las necesidades de comestibles. Si se toman en consideración los cambios en los precios Argy encontró que en cinco países había tasas de crecimiento consideradas adecuadas. Chile, Colombia, el Perú, el Uruguay y la Argentina mostraron un incremento en los precios relativos y un crecimiento insuficiente. El autor no encontró una relación perfecta entre la oferta de comestibles y el curso de la inflación, pero su evidencia justifica la conclusión de que la dirección de la relación es la indicada por los estructuralistas. Esta relación refleja que al no haber suficiente producción de comestibles la inflación tiende a aumentar. Asimismo, el nivel de control en los precios de los comestibles no parece mantener una relación sistemática con el rendimiento en el sector agrícola en los países estudiados. Debe señalarse que se encontró que la tenencia de la tierra y la baja productividad están entrelazadas. Argy en 1970 trató de determinar la contribución de elementos estructurales en el proceso inflacionario usando datos de 22 países para los años 1958-1965. El autor elaboró un número de índices para examinar las diferentes hipótesis estructurales. Encontró que los cambios en la demanda de productos adquiridos causan cambios ascendentes en los precios. La inestabilidad en las exportaciones y la hipótesis de la existencia de estrangulamientos en la agricultura así como en los mercados de divisas son también estudiadas. En algunas de las regresiones el déficit gubernamental y la tasa de cambio en la oferta monetaria fueron incluidos. La conclusión de su estudio para las variables estructurales es débil, excepto por el hecho de que hay una ligera tendencia en países donde los precios de los comestibles han subido más que el costo de la vida a mostrar niveles más altos de inflación. Este estudio también nos enseña una vez más las dificultades en examinar a las variables estructurales consideradas y en definir cada una de ellas. Finalmente, existen problemas de multicolinearidad entre las variables independientes usadas en el análisis de las distintas regresiones. Kahil en su estudio sobre el Brasil publicado en 1973 analiza cuatro limitaciones estructurales: los estrangulamientos en el sector agrícola y

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en el sector externo, la inadecuada movilidad del capital financiero y los efectos de la rápida urbanización. Los resultados de los estudios arrojan que los problemas estructurales no fueron significativos en la evolución de los precios en el periodo estudiado (1946-1964). El deterioro de las variables estructurales fue más un efecto que una causa de la inflación. Los aumentos en los precios se debieron en gran medida a los déficit presupuestarios, a una rápida expansión en el crédito bancario y a incrementos en el salario mínimo. Estos factores interactuaron en forma tal que fue imposible distinguir las causas de los efectos. Esto lleva a concluir que las causales básicas de la inflación parecen ser parte del mecanismo estructural de propagación. El autor califica su conclusión monetarista diciendo que los factores en verdad responsables de la inflación son políticos y no económicos. Vogel en su estudio de 1974 ha extendido el modelo de Harberger^' hecho sobre Chile para el periodo de 1939 a 1958, a quince países de la América Latina, cubriendo el periodo de 1950 a 1969. La variable dependiente es el índice de los precios al consumo, y las variables independientes son la oferta monetaria (circulante y depósitos a la vista), los ingresos reales y los cambios en la tasa de inflación. Basado en sus resultados Vogel concluye que un modelo monetarista puro sin variables estructurales revela poca heterogeneidad entre los países de la América Latina, a pesar de la diversidad entre ellos. Las diferencias considerables en las tasas de inflación entre los países analizados no pueden bajo el modelo estudiado atribuirse a diferencias estructurales sino interpretarse como debidas a las diferencias en el comportamiento de la oferta monetaria." Hay algunos que mantienen que los resultados obtenidos no justifican las conclusiones del estudio. Betancourt^* sostiene que los monetaristas no defenderían el uso del mismo modelo para todos los países de la América Latina. Señala que existen diferencias significativas en el proceso inflacionario en la América Latina, haciéndose necesario im análisis comparativo detallado de grupos de países distintos a través del tiempo. Hanson en un estudio que cubre de 1950 a 1974 examinó la relación entre crecimiento e inflación usando una variante del modelo de Phillips, >• Amold C. Harberger, "The Dynamics of Inílation in Chile", C. Christ y otros (comps.), Measurements in Economía: Studies in Mathematical Eeonomies and Econometrics, California, Stanford University Press, 1963. " R. C. Vogel, op. cit., p. 113. 1* R. R. Betancourt, "The Dynamics of Inflatíon in Latín America: Comment", American Economíc Review, vol. 66, septiembre de 1976, pp. 688-691.

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formulado por Phelps^' y Lucas.'" El modelo consiste en la aplicación del concepto de la expectativa racional o congruente con cinco países inflacionarios en la América Latina. Algunas conclusiones son las siguientes: en el Brasil, Chile (con anterioridad a Allende), Colombia, México y el Perú existe una relación significativa entre el producto y el crecimiento por un lado, y la inflación no esperada por el otro. Este resultado es más potente que los obtenidos por Barro** en 1974 y 1979.*' Otra importante conclusión es que 10 % de la inflación no esperada produce alrededor de 1 % de crecimiento. Este efecto no se puede distinguir estadísticamente entre los cinco países una vez que los diferentes procesos de la oferta monetaria y las formas correspondientes a la expectativa son tomadas en consideración. Este resultado corrobora la hipótesis de Lucas*^ de que la reacción a una inflación no esperada depende de cuan predecible sea la ocurrencia de la inflación ya que en este caso la predictibilidad en los cinco países es similar una vez que se permitan las diferencias en el proceso de oferta monetaria. Este efecto es también significativamente menor que los obtenidos por Lucas para los países desarrollados con inflaciones más predecibles, corroborando su hipótesis de una curva de Phillips casi vertical cuando las demandas nominales son impredecibles. Finalmente, existen diferentes procesos en la formulación de la expectativa sobre la inflación que trabajan aproximadamente de la misma manera en explicar el producto en países con inflación moderada, como son Colombia, México y el Perú. En el Brasil y en Chile el crecimiento monetario se predice mejor por inflaciones precedentes que por el crecimiento monetario anterior. Experimentos con los datos brasileños indican un ajuste rápido a los nuevos procesos de oferta monetaria. Esto ha sucedido así como consecuencia de la predictibilidad de la inflación y de la medida de las ecuaciones de producto. IV.

RESUMEN DEL ARGUMENTO

La conclusión de que las variables monetarias tienen una alta correlación con la tasa de inflación debe ser examinada con cautela, y de ahí que los ^* E. Phelps, "Money Wage Dynamics and Labor Market Equilibrium", Journal of Political Economy, agosto de 1968, parte II, vol. 76, pp. 678-7n. 2" R. Lucas, "Some International Evidence on the Output-Inflation Tradeoffs", American Economic Retdew, vol. 63, junio de 1973, pp. 326-334. ^^ R. Barro, The Short-Run Relation Betiveen Oatput and Employment: Is There a Phillips Curve in Colombia?, Departamento Nacional de Planeación, Bogotá, 1974. ^^ R. Barro, "Money and Output in México.. .", op. cit. 2' R. Lucas, op. cit., pp. 326-324.

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tnonetaristas pueden ser criticados por su posición. La evidencia basada en esa correlación fracasa en proporcionar un entendimiento de la relación causal que pudiera existir entre las restricciones estructurales, la expansión monetaria y la inflación. Además, aunque un modelo estrictamente monetario pudiera explicar las causas de la inflación, la política de estabilización por seguir debe ir más allá de una política monetaria pura ya que los niveles de inflación pueden tomar hasta dos años en ajustarse a cambios en la oferta monetaria, y este puede ser un periodo tal que no pueda ser tolerado por la mayoría de los países de América y del Caribe. Al presente tenemos el caso de un país de la América Latina, Chile, que está ganando la batalla a la inflación por la vía monetaria, mientras que Inglaterra sigue tratando de disminuir su inflación por esa misma ruta sin gran éxito. Los escritores estructuralistas pueden ser criticados por no haberle dedicado suficiente atención al mecanismo de trasmisión de la inflación. Tampoco han analizado en detalle el efecto de la expansión monetaria, la cual debe tener lugar, ceteris paribiis, para que los precios se mantengan altos. El argumento estructuralista de que los aumentos en la oferta monetaria son secundarios puede contribuir a quitar claridad al marco en el cual esa política fue adoptada o forzada por el gobierno. Los dos grupos aceptan la proposición de que cambios en la oferta monetaria ocurren debido a factores políticos, pero la pregunta básica continúa siendo si estos cambios simplemente permiten o son ellos la causa del proceso inflacionario. Las diferencias fundamentales entre las dos escuelas están basadas en sus respectivas políticas de estabilización. La solución monetarista consiste en evitar los déficit presupuestarios, mantener las restricciones en el crédito y eliminar las distorsiones en el mecanismo de la economía de mercado. Los estructuralistas no niegan que las variables monetarias determinan parcialmente la inflación ya que ésta no puede continuar por mucho tiempo sin que hubiera una correspondiente expansión monetaria. Sostienen, sin embargo, que aunque la demanda agregada fuera reducida las presiones estructurales para que la inflación se mantenga continuarían latentes y se presentarían nuevamente en cualquier momento. Thorp** se ha referido a todas las diferentes políticas de estabilización en la América Latina como fracasos muy costosos. Éstas han sido criticadas porque aun cuando estimaron correctamente los problemas políticos asociados con los diferentes programas de estabilización, no pudieron identificar los sec»* R. Thorp, op. du, pp. 170-185.

sao

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tores donde existían estrangulamientos en la economía y en los cuales las inversiones debían ser mantenidas o aceleradas.^" V.

MYRDAL Y LA INFLACIóN"*

De acuerdo con Myrdal es un truismo decir que existen limitaciones en la oferta e inelasticidad en la misma, ya que nunca podemos tener simultáneamente todo lo que queremos. De ahí que no pueda afirmarse que dicha limitación de la oferta sea la causante de la inflación. La situación típica en un país en vías de desarrollo se caracteriza por una bajísima utilización del capital y el trabajo disponibles, junto con la presencia de grandes limitaciones y estrangulamientos. Debido a estas complejidades surgen amplias dudas con respecto al entendimiento y la aplicación de términos tales como inflación y deflación. Si sencillamente entendemos por inflación la tendencia generalizada al alza de precios, la existencia de cierto tipo de racionamiento, y la presencia de largas filas de espera en los establecimientos, entonces la encontraremos con frecuencia. Si la deflación se define como el proceso inverso donde la capacidad productiva y la fuerza laboral no son empleadas en gran parte, entonces también será común. En realidad tenemos que considerar que existe frecuentemente una falta de utilización de trabajadores en ciertos sectores de la economía, mientras que en otros hay gran escasez de otro tipo, o del mismo tipo de trabajadores. Mirando la economía como un todo tendremos que admitir que la inflación coexiste con la deflación, esto es, que un tope coexiste con recursos no utilizados. La tendencia a la inflación en los países en vías de desarrollo está fuertemente relacionada con la presencia de estrangulamientos. Esta es una posición que el mismo Myrdal califica de estructural. En ella se toman en consideración las imperfecciones en los mercados, y la fragmentación existente en la economía, sobre todo entre grupos no competitivos o grupos especiales muy apartes uno del otro. Esta situación implica con bastante claridad la ausencia relativa o absoluta en gran parte de la economía de las motivaciones racionales supuestas por la teoría occidental ortodoxa o la marxista. De acuerdo con esta interpretación los estrangulamientos pueden haber sido causados por las diferentes políticas de desarrollo utilizadas a " R, O. Campos, Reflections on Latín American Development, op. cit., pp. 117-120. *« Gunnar Myrdal, Asian Drama, Nueva York, Pantheon Books, vol. III, 1968, pp. 19231932.

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través del tiempo. Las tendencias inflacionarias y los desequilibrios reales que éstas provocan dan lugar al llamado desarrollo inflacionario. Como seibemos, existen diferentes clases de estrangulamientos. Sin embargo, todos por lo general están acompañados por rigideces en los precios, bajas elasticidades de la oferta y reacciones retardadas por los mecanismos económicos, así como por diferentes grados de sustitución por parte del comprador con sus efectos múltiples en la distribución del ingreso. Estos estrangulamientos aparecen no sólo en la agricultura sino también en otros sectores, especialmente en la producción de electricidad, combustible y materias primas importadas, el transporte, las reparaciones de bienes de capital y también en los mercados financieros. El desarrollo inflacionario no es inevitable, aunque no siempre puede ser combatido por medio de políticas antinflacionarias tradicionales. Frecuentemente resulta mejor el uso de controles específicos basados en la planeación efectiva, los cuales servirían para eliminar los estrangulamientos. El proceso de planeación por seguir puede ser visto en la obra original de Myrdal. Es importante en su estudio comprender lo que Myrdal entiende por estrangulamiento o por una serie de éstos. Según su definición, un estrangulamiento ocurrirá cuando el precio que equilibraría la oferta y la demanda es considerablemente más alto que el costo de producción correspondiente. En un sistema donde las actitudes y las instituciones responden con efectividad a los incentivos económicos los recursos se desplazarán hacia la producción en el campo del estrangulamiento. Desde luego éste no siempre es el caso. Hay sociedades o localidades donde un precio alto no estimula necesariamente un aumento en la oferta y puede hasta reducir la disponibilidad del producto. Debe notarse que en los casos en que los recursos muestran fluidez y movilidad en su asignación a los puntos de estrangulamiento, aumentos moderados en los precios pueden resultar más eficientes para lograr el equilibrio deseado de mercado que no grandes alteraciones en los mismos. Desde la perspectiva de la demanda un precio alto tiene la función en las economías desarrolladas de distribuir los recursos escasos donde sean más necesarios, empleándolos en la forma más eficiente posible en cada uno de sus usos. En países menos desarrollados no sólo está la propensión a la compra muy poco relacionada con el deseo del producto sino que un aumento en los precios, especialmente si es significativo, puede resultar en un incremento en otros precios. En ese caso el aumento original de precios no cumple su función distributiva de recursos. Por tanto, aumentos en los precios que en ciertas so-

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ciedades estarían restringidos a ciertos productos y traerían su propia cura con ellos mismos, no operan en forma y con resultados similares en sociedades en vías de desarrollo. En éstas es posible que un aumento en ciertos precios pueda tener efectos multiplicadores en los precios de toda la economía. Esto no significa, desde luego, que distintas políticas de precios no tengan un papel importante que desempeñar en políticas integradas y coordinadas hacia el crecimiento y el desarrollo. En una observación final retornemos a Myrdal, quien concluye su análisis diciendo que existen muchas limitaciones en relación con la disponibilidad de un gran número de variables específicas, tales como la oferta de capital financiero y humano, que surgen a medida que el crecimiento y el desarrollo avanzan. Si el concepto de un tope es usado como recordatorio de que los recursos, incluyendo tecnología, talento administrativo, divisas y otros son escasos, y que las actitudes y las instituciones vinculadas con el desarrollo frecuentemente están ausentes, esto de por sí es suficientemente provechoso. Es más importante aún, sin embargo, no olvidar el hecho fundamental de que muchas de las demandas que enfrentamos en los procesos de cambio económico no pueden ser satisfechas debido a limitaciones de la oferta. Planteado en estos términos el problema tiene que ser manejado mediante las técnicas de la planeación económica. Ellas servirán para anticipar la aparición de estrangulamientos en el sistema económico y de este modo evitar que el crecimiento se vea disminuido o detenido por puntos de estrangulamiento en la matriz productiva que entorpezcan el flujo de las relaciones intersectoriales. CONCLUSIóN

El gran economista Harry S. Johnson^' resume la relación entre la inflación y el desarrollo diciendo que una política de desarrollo debe contar con cierto grado mínimo de inflación como un medio de una mayor y mejor movilización de los recursos de la economía. En este sentido limitado la inflación es un precio a pagar en la facilitación de un desarrollo rápido. Hay que recordar, no obstante lo dicho, que aunque la política de financiar el desarrollo por medio de la inflación es muy atrayente desde los puntos de vista teórico y político, las posibilidades de estimular el desarrollo económico por su medio es muy limitada. En la práctica las políticas inflacionarias de desarrollo tienen posibi2' Harry G. Johnson, "Is Inflation the Inevitable Price of Rapid Development or a Retarding Factor in Econoraic Growth?", Malayan Economic Review, vol 11, abril de 1966, pp. 22-28.

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lidades muy bajas de lograr un efecto estimulador sobre la economía. El resultado más común ha sido lo contrarío, es decir disminuir el proceso de crecimiento económico. Esto se sigue de que la inflación distorsiona la distribución eficiente de los recursos, lesiona la producción, desperdicia muchos recursos destinados al consumo, aumenta la incertidumbre y reduce los incentivos para las innovaciones, la inversión y el mejoramiento económico. Además, por sus efectos adversos sobre la balanza de pagos, promoviendo ineficiencias mediante políticas proteccionistas y de control de cambio, la inflación puede convertirse en una opción muy costosa a mediano y largo plazos. Concluyamos este trabajo señalando que Myrdal ha impulsado grandemente el estudio de la inflación en los países en vías de desarrollo y que asimismo le ha dado nuevas luces a los teóricos latinoamericanos en su percepción de los problemas estructurales como básicos en el estudio de la inflación en la América Latina y el Caribe,

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