TRIMESTRE DÉCIMO-QUINlO. CAULLADA. 327,

MAUZO 50 »'; 18! 1.

FRAY «IRIDIO.

Epístola 5 / CÁDIZ 19 de marto, din del SH. S . José. F». GERUNDIO EN EL SALÓN DE CORTES. Seguramente os sorprenderá, hermanos míos muy amados, que hallándose Fji. GEBcrpfDio en Cádiz, tantas leguas apartado de la capital, se en. cuentrc en el salón de las cortes, precisamente el dia mismo en que se verifica su solemne centésima apertura en Madrid. Y no penséis que me hallo en ¿1 con solo el pensamiento, que eso fuera muy vulgar, y en tal caso seria también el vice-vcr« TOMO XUI.

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sa de mas de cuatro diputados nuevos, que i imi-, tacion de mas de cuatro dipntadúS viejos estaráii con el cuerpo ocupando un asiento en los escaños de las Cortes, y con el pensamiento estarán en el olivar de su coto, ó en el majuelo de su quinta ó eti el ministerio en que se ajcncia el espediente dii la colocación de so sobrino , ó en el despacho del director que le dio palabra • de proponer á su hermano el primero en la terna: nó , yo estoy en el salón en cuerpo y a l m a , y eso que iip sé cómo alguna vez no se me ha escapado el slraa del cuerpo en pensar que se ha abierto tantas veces el templo de las l e y e s , y que la •' Eipaüa sigue tan destemplada como el primer disj d nías. Mas no estoy en el salón del Espíritu Santo de Madrid, hermanos mios, sino en el salón de San Felipe de Cádiz: aquí donde la libertad española tuvo su verdadera c u n a ; aquí donde se hicieron las leyes que salvaron la independencia de la nación; aqui donde hace hoy 29 años se publicó el primer código constitucional; aquí en el salón de las cortes del año 12. Aquí estoy, hermanos mios, el dia en que se abren las Cortes del año 41 en Madrid. Era la primera hora matutina cuandQ mi paternidad entró en el santo templo á cumplir coa la obligación de cristiano y de sacerdote. La soled a d , el silencia, el sublime recogimiento que el lugar inspiraba, los recuerdos históricos que encierra , la importancia y celebridad que en los fastos nacionales ha adquirido este sagrado recinto, fue-

jTon ÍDMnsiti|letneat« apartando |ni iiitaginacioa ¡d¿> bll imaginacioD 4^ un mortal 1 do la cont^nnplaciah religiosa, y jeoibargtiadola ea pensamientos políticos y ea meditaciones profanas. «Aquí en estas bóve.das, decía y o , aq»i retumbó el eco de los prime|-os patricias ^qe tubieron J^ jgauta osadía de aclamar la re*H»ira(;ioí» de los olvidados derechos del pueblo español. J^qw en derredor de esta rotonda se sentaban los padres conscriptos que reconquistaron b i n dependencí» de la patria, qae le Tplyieren bajo una nueva forma las venerandas leyes que en apartados siglos dieron prez y gloria i la nación. Aqui, mientras en los campos de batalla la espada del guerrero templada en fuego patrio se teñía en sangre ene^ni^a y derrotaba las huestes del couquis» tador gigante, aquí la robusta elocuepcia del ilustrado patricio pon/undia y aaotiadaba las débiles é interesadus declaioapioiies d« los sostenedores de rancios privilejios y del viejo fanatismo. ¡Ah.'{cuantas vicisitudes , cuantas faces ha corrido mi patria desde aquella era hasta este dia! ¿Dónde estáis, qu¿ os habéis hecho, forzudos atletas de la libertad? Y esclamaba tristemente con el cantor de las ruinas de Itálica: «¡De todo apenas quedan las señales!» Yacen los mas en la morada de los muertos.prófugos otros por estraños climas, publican alli su lamentable inconsecuencia y la desgracia fatal de la nación: fogosés impugnadores del despotismo en este salón, le llamaban embozadamente desde

el saloa d« M a d r i d : ¡ quie'n sabe si a l g u n o , qae del solo i n t e r é s patrio aparecía movido entonces, insulta ahora desde allá, con los tesoros qbe á la patria usurpó d e s p u é s , nuestra miseria y nuestro sufrimienta! ¡Hen! ¡Quantum mutatus ab illo! Y so*. lo tal cual resto se dejará v e r hoy en la asamblea de Madrid como uno de aquellos monumentos q u e quedan en una ciudad destruida en señal d e que n o todo cede á la corrupción. A r r o b a d o en estas meditaciones estaba, yo F B . GEBüffDio, cuando con sorpresa y con espanto vi abrirse una de las losas sepulcrales de la capilla, y levanta'ndose d e ¿1 una figura que representaba una venerable matrona de blanco talar, y pálido y desencajado rostro: «¡Oh F R . GESÜMDIO! me dijo acercándose á mí: he oido tu voz, y no be podido ser insensible á t a s acentos. A u n q u e me ves salir de este s e p u l c r o , mi sepulcro es la España: nacida en este mismo recinto que tantas reflexio» Mes te sugiere a h o r a , tres veces be descendido á la t u m b a ; víctima la primera de la negra ingrati^ tud de un monarca, sacrificada la segunda por el hierro estranjero llamado contra mí por hijos d e s naturalizados de nuestra misma patria, ¡hijos mios algunos quizá! y sustituida la tercera por otra que el pueblo en uso de su derecho y convencido acaso de mi» defectos legalmente reemplazarme quiso.... —Según eso, s e ñ o r a , vos sois....—Sí, yo soy t * CONSTITUCIÓN DEL AÑO

12.»

Iba á doblar la rodilla en signo de veneración y r e s p e t o , y detúvome diciendo: «nó, mi reinado acabó ya y n o d e b e r á v o l v e r : refpetable p o r las

circunstancias de mi nacimiento, esperlmentada por las vicisitudes que he c o r r i d o , testigo imparcial d e s de mi silenciosa morada de acaecimieutos posterior e s , me levanto solamente para dirigirte hoy dos p a l a b r a s , hijas de mi esperiencia y de mi amor al suelo en que nací; hoy que te hallas eu este v e n e r a n d o l u g a r , y hoy que se congregan en otro sitio no menos venerando que este los nuevos r e p r e s e n tantes di! la nación. ; O h F « . GERONDIO ! Harto se han fatigado ya los españoles en discusiones políticas, harto lastimosamente se han destrozado los p a r t i d a rios de cada forma de gobierno, sobrado han g u e r reado e n t r e sí los sostenedores de diferentes teorías, demasiado han padecido los verdaderos intereses del pais eu tanto tiempo desaprovechado en apasionadas cuestiones de p a r t i d o : conforme yo con la suerte que los hombres ó el d e s t i n o , ó mi propia naturaleza me han deparado, convencida de que el iroperio de mis leyes no conviene á la nación, se'ame lícito al menos emitir u n consejo con la buena fé que reconocerás en mi. Habéis vencido al des» potismo, relegasteis al mezquino Estatuto, y os d i s teis la Constitución que 03 rige hoy; abrazásteisla con universal beneplácito , y yo le cedí mi puesto de buen grado. ¿Aun querréis correr el riesgo de nuevos esperiraentos? ¡Cuánta sangre os he costado yo, mi amado Fft. GERUNDIO! ¡Cuánta os ha costado la que ahora tenéis! ¡Cuántos sacrificios para v e n c e r á nuestros enemigos! ¡Cuan lastimosas y fatales divisiones entre vosotros mismos! M i r a , ¿ v e s esas negras m-'U'^^'^'' ^°'^ 1 " ^ todavía está afeado ese pulpito que tienes junto á ti? P u e s esos sou ves-

ligios de Us inbeFables i-eocill«3 qué os han d¡TÍdid¿ y dividen, y cuyas deplorables consecuencias p e . netraroa hasta este templo^ y aau subsisten grabadas én él (i). «Tiempo és ya, hermano Fa. GBRUIIOIO, y diselo así con voa fuerte y atrbÍBitdora, tiempo es ya de que los representantes del pueblo, dando de mano á la inútil y vaáa palabrería , á discursos de mezquinas y bajas re