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Cristo en el Apocalipsis

Conferencias de Nº 2 Cristo en el Apocalipsis Georges Stéveny Editada por: Edita Transcripción de audio a texto: Alfredo Cardona Ferraz Diseño gr

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Conferencias de Nº 2

Cristo en el Apocalipsis Georges Stéveny

Editada por:

Edita

Transcripción de audio a texto: Alfredo Cardona Ferraz Diseño gráfico y maquetación: Esther Amigó Marset

Aula7activa-Aeguae Barcelona Tel.: +34 616 754 880 E-mail: [email protected] Web: www.aula7activa.org

Cubierta: Pantocrátor. Pintura mural románica de Sant Climent de Taüll, Conservada en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), Barcelona.

Todos los derechos reservados. Se permite la impresión de las publicaciones de www.aula7activa.org solo para uso personal. No está autorizada la reproducción total o parcial de esta publicación por cualquier medio o procedimiento para su difusión pública, incluidos la reprografía, el tratamiento informático y su difusión por Internet, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos, sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Los archivos informáticos de las publicaciones electrónicas no pueden ser manipulados bajo ningún concepto. © 2007, Forum Paulí © 2008, Aula7activa-AEGUAE, de esta edición en español para todo el mundo. Depósito Legal: B-49357-2007

Aula7activa no se hace responsable de las opiniones expresadas en esta obra. El texto publicado expresa exclusivamente la opinión de su autor. No obstante, se debe tener en cuenta que se trata de la transcripción de exposiciones orales, y que el texto no ha sido revisado por su autor. 2

Georges Setéveny profesor y director del Seminario Adventista de Collonges-sous-Saléve (Francia), es autor de varios libros (algunos ya traducidos al español y que se pueden consultar en www.aula7activa.org, y otros en proceso de traducción que aparecerán en fechas próximas) y un profundo conocedor de la Biblia. Orador habitual en los encuentros del Fòrum Paulí (Barcelona), en el año 1998 presentó una serie de diez charlas sobre el Apocalipsis. El Apocalipsis siempre ha sido un libro estudiado y controvertido a lo largo de la historia del cristianismo. Georges Stéveny orador de verbo fácil y penetrante, con sus charlas sobre el Apocalipsis consiguió hacer accesible a un público no especialista, aquello que per se es complejo y difícil de entender como es el Apocalipsis.

Los editores

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Agradecimientos a: Alfredo Cardona por llevar a cabo el ímprobo trabajo de transcribir las grabaciones en audio casete a texto.

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SUMARIO Culto del sábado. El evangelio eterno ………………………………………………… Qué es el evangelio eterno confiado a la iglesia ……………………………….. Dos tendencias ……………………………………………………………….…….. Compatibilidad entre la gracia y la justicia……………………………………….. El movimiento de la “Carne Santificada” .………………………………………… Gracia versus obras ………………………………………………………………… Resumen …………………………………………………………………………. Cómo alcanzar la santificación ……………………………………………………. Conclusión ……………………………………………………………………………

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1ª Ponencia. Sábado tarde. Ser adventista hoy desde el punto de vista teológico, profético, histórico, ético y eclesiástico ……………………………………. Aspecto teológico …………………………………………………………………… Tres ejemplos ……………………………………………………………………. Aspecto profético ……………………………………………………………………. Aspecto histórico ……………………………………………………………………. Aspecto ético ………………………………………………………………………… Aspecto eclesiástico ………………………………………………………………… Conclusión …………………………………………………………………………… Preguntas y respuestas ……………………………………………………………..

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2ª Ponencia. Sábado tarde. Cristo, Señor de la iglesia ………………………………. Significado de ‘apocalipsis’ …………………………………………………………. Cosas que sucederán «pronto» ……………………………………………………. Apocalipsis, una revelación sobrenatural …………………………………………. Cristo, el logos ……………………………………………………………………….. Juan, transmisor del Apocalipsis …………………………………………………… Una bienaventuranza ………………………………………………………………… El tiempo está cercano ………………………………………………………………. Primera gran visión de Apocalipsis …………………………………………………. Qué es el «testimonio de Jesucristo» ……………………………………………… Paralelismo de las visiones de Apocalipsis ………………………………………... ¿Cuál es el «día del Señor»? ……………………………………………………….. Preguntas y respuestas ………………………………………………………………

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3ª Ponencia. Lunes. Primera gran visión: Las siete cartas a las siete iglesias. Cristo revelador de la verdad ……………………..………………………………………. Bosquejo del libro del Apocalipsis …………………………………………………… Cuatro escuelas de interpretación del Apocalipsis ………………………………… Primera gran visión Cristo en medio de los siete candeleros ………………………..………………. Cristo edifica su iglesia ………………………………………………..……………… Carta a la iglesia de Efeso: ………………………….…………………………….. Carta a la iglesia de Esmirna ……………………………………..………………. Carta a la iglesia de Pérgamo ……………………………………..……………… Carta a la iglesia de Tiatira …………………………………………..……………. Carta a la iglesia de Sardis …………………………………………..……………. Carta a la iglesia de Filadelfia ………………………………………..……………. Carta a la iglesia de Laodicea ………………………………………..……………. Preguntas y respuestas …………………………………………………………..……

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4ª Ponencia. Martes. Segunda gran visión: Los siete sellos. Cristo dueño de la Historia ………………………………………………………………………………………… Dos capítulos a modo de introducción ………………………………………..……… Capítulo 4 …………………………………………………………………………….. Capítulo 5 …………………………………………………………………………….. Aclaración imprescindible a Apocalipsis 5: 9 …………………………………….. Unas palabras de historia …………………………………………………………… Tres imágenes sobre la salvación …………………………………………………. Los sellos ………………………………………………………………………………… Quinto sello ………………………………………………………………………………. ¿Qué nos dice este quinto sello? ………………………………………………….. Sexto sello ……………………………………………………………………………….. Preguntas y respuestas …………………………………………………………………

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5ª Ponencia. Miércoles. Tercera gran visión: Las siete trompetas. Cristo en el corazón del conflicto de los siglos ………………………………………………………….. Una interpretación personal de las siete trompetas …………………………………. Apocalipsis 12: 1-6. La mujer y el dragón ……………………………………………. Apocalipsis 12: 7-9. Guerra en el cielo ……………………………………….……….. Apocalipsis 12: 10-12. El gran acusador ……………………………………………… Apocalipsis 12: 17. El dragón se aíra con el resto de la mujer ………………………

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6ª Ponencia. Jueves. Cristo traicionado por su iglesia ……………………………………. Nombres para designar a Satanás ……………………………………………………... Apocalipsis 13 …………………………………………………………………………….. La bestia que sale del mar ………………………………………………………………. Se hacen tres preguntas en relación a la purificación del Santuario ……………. Características de la bestia que surge del mar ……………………………………. Retrato ……………………………………………………………………………. Interpretación adventista sobre Apocalipsis 13 ……………………………………. La bestia que sube de la tierra ………………………………………………………….. Preguntas y respuestas …………………………………………………………………..

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7ª Ponencia. Viernes. Cristo enviado a los hombres. El último llamamiento ……………. Apocalipsis 14 …………………………………………………………………………….. División del capítulo 14 en tres partes ……………………………………………… Retención de los vientos ……………………………………………………………… El sello del Dios vivo ………………………………………………………………….. Pérdida del nexo con el Espíritu …………………………………………………….. Restablecimiento del nexo con el Espíritu ………………………………………….. Lo opuesto al sello de Dios …………………………………………………………… Los 144.000 ………………………………………………………………………………… La gematría judía ………………………………………………………………………. Las doce tribus de Israel ……………………………………………………………… Vestidos de ropas blancas …………………………………………………………….

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8ª Ponencia. Sábado mañana. Cristo y la seducción de Armagedón …………………… 94 Cuatro explicaciones sobre qué es Armagedón ………………………………………. 94 Metodología a seguir …………………………………………………………….…… 95 Armagedón ………………………………………………………………………………... 95 Cuándo ocurrirán los acontecimientos narrados en Apocalipsis 15 y 16 ……..... 95 De qué se trata realmente …………………………………………………………… 97 Qué significa el secamiento del Éufrates …………….…………………………….. 98 El secamiento del Éufrates prepara el camino a los reyes de oriente …….. 99 Qué es Armagedón …………………………………………………………………… 100

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9ª Ponencia. Sábado tarde. Cristo y la gran ramera. El final del gobierno mundial ……. Siete similitudes entre la bestia que sale del mar y Jesucristo ……………………… La bestia de Apocalipsis 17 ……………………………………………………………… Apocalipsis 17 visto desde la perspectiva de Daniel 2 ………………………………… Apocalipsis 17: 1-6. Descripción de la visión ……………………………………… Inventario de las bestias ……………………………………………………….. Apocalipsis 17: 7-18. Explicación de la visión …………………………………….. Cuáles son las siete cabezas de la bestia de Apocalipsis 17 ……….…….. Descripción de la amazona ……………………………………………………. Los diez cuernos aborrecerán a la ramera ……………………………………

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Conclusión ……………………………………………………………………………………… 110 Aplicación y promesa ……………………………….……………………………………. 111 Preguntas y respuestas ………………………………………………………………….. 112

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CULTO DEL SÁBADO

EL EVANGELIO ETERNO «Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua, y pueblo.» (Apocalipsis 14: 6).

Se me ha pedido que durante esta semana os hable acerca de Cristo en el Apocalipsis. Y también se me ha pedido que conteste a esta pregunta: ¿qué significa ser cristiano adventista en el mundo de hoy?

QUÉ ES EL EVANGELIO ETERNO CONFIADO A LA IGLESIA Esta mañana deseo meditar con vosotros las palabras del Apocalipsis «el evangelio eterno» (14: 6). Hace más de 150 años que nuestra iglesia se organizó. Aquellos de entre vosotros, que como yo, peináis canas, sabéis que es diferente ser adventista hoy, y ser adventista hace 50 años. Y esta es la razón por la cual nos hacemos la pregunta: ¿qué es el evangelio eterno que ha sido confiado a nuestra iglesia? Los teólogos dicen que este evangelio es eterno porque da acceso a la eternidad. Y desde el punto de vista exegético, es exacto, pero no es suficiente. Es necesario decir, que es eterno, porque no cambia. Hoy no hay un evangelio diferente al de hace cincuenta años. El evangelio para nuestros predecesores, para los fundadores de nuestra iglesia, era el mismo que tenemos nosotros hoy. Y sin embargo vemos surgir en la iglesia movimientos paralelos. La gran pregunta es saber, cual es la relación entre la gracia y la ley, en el seno del evangelio eterno. ¿Es que somos salvos por gracia? Y si la respuesta es sí, ¿por qué debemos obedecer a la ley de Dios?, ¿cuál es la relación entre las dos? Todos sabéis que nuestra iglesia nació en torno a la gran profecía de Daniel. La purificación, el restablecimiento, del santuario. Nuestros pioneros enseñaron que hay una relación entre el Yom Kippur judío y el último período de la historia de nuestro mundo a partir de 1844. A partir de 1844 los cristianos son llamados a una experiencia muy particular, que debe permitirles, por la gracia de Dios, vencer el pecado.

DOS TENDENCIAS Tanto es así, que aún hoy se manifiestan dos tendencias. Los que insisten mucho sobre la gracia, y los que insisten mucho sobre la perfección cristiana. Y la dificultad surge porque hay suficientes textos para sostener los dos puntos de vista. Todos conocéis las múltiples declaraciones del apóstol Pablo, afirmando que somos salvos por gracia sin la ley. Y también conocéis las afirmaciones que dicen que hemos de llegar a ser perfectos. En Efesios 4, el apóstol muestra que la iglesia ha sido organizada, para conducir los cristianos a la perfección. Efesios dice: «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura perfecta de Cristo» (4: 13). Fácilmente podríamos multiplicar las declaraciones que van en el mismo sentido.

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Entonces, ¿somos salvos por gracia?, o ¿somos salvos por nuestras obras? ¿Debemos ser perfectos para ser salvos? ¿Qué nos enseña el evangelio eterno?

COMPATIBILIDAD

ENTRE LA GRACIA Y LA JUSTICIA

Sabéis lo que dice el apóstol Pablo al comienzo de su epístola a los Romanos. Ya desde el capítulo 1 muestra que no hay incompatibilidad entre evangelio y justicia; dice así: «…no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, […] pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: “Mas el justo por la fe vivirá”» (vers. 16-17). La palabra ‘salvación’ es muy importante. Es un término del vocabulario médico, que tiene que ver con la curación. Desde nuestro nacimiento estamos aquejados de una enfermedad mortal. El bebé, recién salido del seno materno, es ya un condenado a muerte. Pero el apóstol Pablo dice, hay una salvación, una curación, para todo aquel que cree. El evangelio eterno nos trae esa curación. Es por eso que es «poder –dinámica, [du,namij (dýnamis)]– de Dios». Luego el apóstol añade en el versículo 17: «en el evangelio, la justicia de Dios se revela». Desgraciadamente muchos cristianos no ven la relación que existe entre la gracia y la justicia. Hay quienes olvidan la gracia, y hay los que olvidan la justicia. Hoy, especialmente entre los jóvenes, hay una tendencia a dar prioridad a la gracia sobre la justicia. Por esto es muy importante hacernos la pregunta: ¿qué significa hoy ser adventista?

EL MOVIMIENTO DE LA “CARNE SANTIFICADA” Este problema ha surgido en muchos momentos de nuestra historia. En el año 1899, un movimiento nació en Indiana, EE.UU. que se llamó el movimiento de la “carne santificada”. Los adventistas que participaron en este movimiento, enseñaban que Jesús, en su lucha en el huerto de Getsemaní, venció al pecado que portaba en su carne. Añadían, que todos debemos alcanzar la misma victoria; antes del regreso de Jesús debemos conseguir esa carne santificada. Ese movimiento estaba acompañado de toda clase de demostraciones conflictivas. Cuando Ellen G. White (1827-1915) fue informada, reaccionó con la mayor firmeza, y escribió: «Todos pueden obtener ahora corazones santificados, pero es incorrecto pretender que en esta vida se puede tener carne santificada.» (Mensajes selectos. T. 2, pág. 36). Es decir, santificación del corazón sí, santificación de la carne no. Esta es la clara posición adoptada por Ellen G. White, frente a este movimiento. La Asociación General condenó este movimiento en el año 1901. Después, otros movimientos se manifestaron en apoyo de la perfección absoluta. Posiblemente habréis oído hablar del movimiento conducido por Brinsmead.1 Siendo director del Seminario, vi aparecer ese movimiento en Collonges [Francia].2 Aun hoy existe una tendencia a pretender que debemos llegar a alcanzar una perfección absoluta. ¿Cuál es la enseñanza de la Biblia? ¿Cuáles son los consejos dados por Ellen G. White?

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Robert D. Brinsmead: En el pasado fue miembro de la Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día que abandonó hacia finales de los setenta en el siglo pasado. Su evolución personal y creencias le han llevado desde un extremo conservadurismo a posiciones propias del liberalismo teológico anglosajón. Ver «Robert Brinsmead» [En línea]. Wikipedia. [Consulta: 2 noviembre 2007] 2 El orador hace referencia al Seminario Adventista de Teología ubicado en la población de Collonges-sousSalève (Francia). [Consulta: 2 noviembre 2007]

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GRACIA VERSUS OBRAS 1. Obras. Veamos en primer lugar una serie de textos que aparecen en las Escrituras demandando obras. El apóstol Pablo enseña que seremos juzgados de acuerdo a nuestras obras: «En el día que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.» (Romanos 2: 16). Dios juzgará nuestras acciones. El apóstol Pedro dice lo mismo: «Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según las obras de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación.» (1 Pedro 1: 17). Dios juzga según la obra de cada uno. Podríamos multiplicar las citas. El apóstol Pablo, enseña también, que no hay salvación para los injustos: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?» (1 Corintios 6: 9-10). Y podríamos multiplicar también las declaraciones que dicen lo mismo. Pablo dice que debemos vencer el pecado: «Velad debidamente, y no pequéis.» (1 Corintios 15: 34). El texto, como vemos, se hace más exigente. Hay declaraciones que dicen que debemos ser irreprensibles: «El cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.» (1 Corintios 1: 8). Muchos otros textos nos dicen que debemos ser perfectos. El mismo Jesús dirá: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.» (Mateo 5: 48). En esta primera serie de textos, he querido llamar vuestra atención, sobre el carácter exigente del evangelio. Aquellos que imaginan que el evangelio hace desaparecer todas las exigencias de Dios, se equivocan. No podemos entrar en el reino de Dios, si no hemos alcanzado la victoria sobre el pecado. Si Dios dejase entrar en su reino, una sola oveja sarnosa, el drama del pecado volvería a empezar de nuevo. Es absolutamente necesario para entrar en el reino de Dios, alcanzar la victoria sobre el pecado. Notad esta declaración de Ellen G. White. «La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: perfecta obediencia a la ley de Dios, perfecta justicia. Si la vida eterna se concediera con alguna condición inferior a esta, peligraría la felicidad de todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con todo su séquito de dolor y miseria para siempre.» (Dios nos cuida, pág. 231).

Es lógico. Es suficiente que reflexionemos un poco para comprenderlo. Si se deja entrar el pecado en el reino de Dios, el reino de Dios deja de ser el reino de Dios. Ahí donde reina el pecado, es el reino de Satanás. Satán es el príncipe del mundo de pecado. Dios no puede ser mas que el Dios de un reino donde no se peca más. Son numerosos los textos que insisten sobre esto. Tanto en las Escrituras, como en los escritos de Ellen G. White. 2. Perfección. En una segunda serie de textos, veamos que se habla de perfección. ¿Qué significa exactamente perfección? En primer lugar, la palabra hebrea tamid [ ] y la palabra griega teleos [tele,wj] evocan la idea de completo. Se habla de la esperanza perfecta; es la esperanza a la que no le falta nada. Se habla del amor perfecto; es el amor que no deja nada de lado. Este es el primer significado de la palabra perfecto. Una segunda idea en relación con esta palabra. Nunca en la Biblia, la palabra ‘perfecto’ es opuesta a pecado, siempre aparece opuesta a ‘niño’. O somos niños, o somos perfectos. ‘Perfecto’ es opuesto a ‘niño’. Y perfecto es aquel que es maduro, aquel que ha desarrollado, que ha crecido. Pero perfecto no es sinónimo de quien no peca más.

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Tercera idea en relación con este término. «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos: y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.» (Filipenses 3:12-15).

Es curiosa esta declaración de Pablo. Por una parte dice: «todos los que somos perfectos», y por otra parte dice: no soy perfecto, corro hacia la perfección. Hay una tensión en el interior mismo del significado del término. Cuando Pablo dice, somos perfectos, quiere decir que somos cristianos maduros, que ya no somos niños espirituales, que hemos crecido con Jesús, que conocemos a nuestro Señor y le amamos. Pero Pablo es consciente, que siendo perfecto, tiene todavía que desarrollarse. Yo tengo ya una cierta edad, no soy un niño. Cuando se han sobrepasado tres cuartas partes de siglo, esto no es cualquier cosa. Desde un cierto punto de vista soy perfecto, pero Dios sabe que soy consciente de que no lo soy. Y constantemente pido al Señor que tenga piedad de mis limitaciones. Es la misma experiencia del apóstol Pablo. Se puede llegar a ser un hombre hecho, que en el vocabulario de la Biblia es un hombre perfecto, siendo consciente que queda mucho por crecer y desarrollarse. Ellen G. White dice: «No podremos decir: “Yo soy impecable”, hasta que este cuerpo vil sea transformado a la semejanza de su cuerpo glorioso.» (Mensajes selectos, t. 3, pág. 406). A causa del pecado, la descendencia nacida de Adán tiene tendencia innata a la desobediencia. No podemos decir estoy sin pecado en nuestro cuerpo mortal. [...] debemos ser hombres maduros. No debemos mas ser niños que no saben dónde van, atraídos por todas las novedades que se presentan. Debemos saber quienes somos y por qué somos. Debemos, en el plano espiritual, hacer una experiencia personal. Será cuando Jesús vuelva, dice el apóstol Pablo en Romanos 8, cuando seremos al fin librados de nuestro cuerpo. La declaración maravillosa del apóstol Juan, dice: «Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos a él.”» (1 Juan 3: 2) He aquí pues, la segunda categoría de textos.

Resumen: Primera categoría de textos, dicen: es imposible entrar en el reino de Dios sin haber conseguido la victoria sobre el pecado. La segunda categoría de textos, dicen:, no nos hagamos ilusiones, pues no seremos liberados de este cuerpo carnal, hasta el regreso de Jesús. Hasta ese momento experimentaremos la tentación, y habremos de obtener la victoria sobre la tentación. Jesús tuvo tentaciones hasta su muerte en la cruz, porque tenía una carne semejante a la nuestra. Y la tercera categoría: «La voluntad de Dios es vuestra santificación» (1 Tesalonicenses 4: 3). La epístola a los Hebreos añade: «La santificación, sin la cual nadie verá al Señor» (12: 14). Es lo que Dios quiere, no lo que desearía. No es lo que pretende, sino lo que quiere. Esta categoría es imperativa. Es necesario llegar a la santificación. Y es desde este punto de vista, que Ellen G. White dice, debemos vencer el pecado. Si continuamos viviendo en el pecado, falta todavía a nuestra experiencia un compromiso

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definitivo. «Vi que nadie podía participar del "refrigerio" –Llama así al derramamiento de la lluvia tardía. Ella asegura, pues, que es imposible obtener la lluvia tardía– a menos que venciera todas las tentaciones y triunfara contra el orgullo, el egoísmo, el amor al mundo y toda palabra y obra mala.» (WHITE, E. G. Dios nos cuida, pág. 348). Lo que Dios quiere es nuestra santificación. Todo el problema, queridos hermanos, consiste en saber: ¿cómo alcanzar la santificación?

CÓMO ALCANZAR LA SANTIFICACIÓN Primera noción: No digamos nunca que es imposible vencer el pecado. Esto es antibíblico. Si decimos esto, hacemos a Dios responsable del pecado. Si nos encontramos en una situación en la cual el pecado es invencible, Dios es culpable. Esto es lo que enseña la filosofía; el hombre es lo que es, y no puede cambiar. Esto es falso. El apóstol Juan es categórico respecto a esto, en su epístola se atreve a decir: «Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado... y no puede pecar.» (1 Juan 3: 9). Mi primera afirmación es categórica: cualquiera sea nuestra edad, si afirmamos que el pecado no puede ser vencido, hacemos a Dios responsable del pecado, y viviremos en el pecado. Esto es antibíblico. No somos perfectos, en el sentido bíblico, cuando razonamos de esta manera. Es lo que se llama, la gracia barata. Es la gracia que está en desacuerdo con la justicia. Mientras que la gracia enseñada por el apóstol, es una demostración de la justicia. Segunda posibilidad: ¡Voy a luchar para obedecer! Seguidme al pie del Sinaí. Dios llama a Moisés para que suba a la montaña. La hora es solemne. Hay que prepararse. Aquel que toque la montaña corre el riesgo de morir. El Dios tres veces santo va al encuentro de un hombre. Dios confía a Moisés las tablas de la Ley. Moisés desciende. ¿Qué dice el pueblo? Obedeceremos. ¿Y que nos dice la historia de este pueblo? Nunca dejaron de desobedecer. Si en lugar de seguir a Platón, siguiéramos a Moisés, y si creyéramos obtener la perfección, gracias a nuestra lucha por obedecer, realizaremos la misma experiencia que los judíos. Una experiencia dolorosa. Para poder observar el sábado, los contemporáneos de Jesús apremiaron a Pilatos para que tomara una decisión. Había que darse prisa, y poner a Jesús sobre la cruz, para poder guardar el sábado. He aquí la obediencia de los hombres. Es la obediencia del orgullo. Es la obediencia de aquellos que critican a los demás, porque no observan el sábado tal como les gustaría fuera guardado. Porque no observan la reforma pro salud como debiera ser observada. Porque hacen aquello que no deberían hacer. Tal perfección se convierte en crítica hacia los demás. Es una peligrosa perfección. Jesuscristo dijo: «sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto». Pero si leéis el mismo texto en el Evangelio de San Lucas, ¿qué encontramos?: «Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.» (6: 36). En lugar de perfecto, se emplea la palabra ‘misericordioso’. Lucas, que era griego, traduce el pensamiento de Jesús de otra manera, lo que muestra, que uno de los elementos importantes de la perfección, es la misericordia. Así pues, todos los amantes de la perfección, que critican a todo el mundo, y también hay que reconocerlo, están animados de buenas intenciones, sin duda se equivocan, y deberían caer de rodillas, para pedir a Dios que ponga en sus corazones la misericordia. Nada hay más grave que criticar a todo el

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mundo. Nada hay más grave que criticar a la iglesia. Esta es la segunda manera de querer obtener la santidad, y la perfección. Esto es muy peligroso. Una tercera vía posible: Creo que es necesario vencer al pecado, pero comprendo que no es posible con mis fuerzas. La perfección no es una orden a ejecutar. ¿Entonces? La tercera posibilidad es, saber que la perfección es un ejemplo a imitar. Jesucristo vino a darnos el ejemplo. Y nosotros, debemos aplicarnos a imitar ese ejemplo. ¡Esto ya es otra cosa! Cierta vez Eisenhower puso un cordel sobre la mesa y dijo a sus colegas: si quiero que me siga, es menester que tire de él, si le empujo se rompe. Con ello quería decir que era necesario dar ejemplo. Todo el mundo sabe que hay más virtud en el ejemplo, que en la orden. Si intentamos imitar a Jesús, con el mismo sentimiento interno que los judíos querían cumplir la ley, tendremos una experiencia dolorosa, porque descubriremos que ese ejemplo es inimitable. Y estaremos todavía más deprimidos y decepcionados, viendo que el ejemplo está ahí delante de nuestros ojos, en el centro de nuestra historia. Jesús vivió, y vivió una obediencia perfecta. De manera que vamos a intentar hacer como él, y eso será una experiencia dolorosa, porque no lo conseguiremos. Queda una cuarta posibilidad: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.» (Gálatas 2: 20). Es la verdadera posibilidad. No soy yo quien va a imitar a Cristo. No soy capaz, sino que voy a suplicar a Cristo que venga a vivir en mí, que venga a realizar en mí lo que realizó en Jesús de Nazaret. Otro poder diferente del mío, opuesto a mi orgullo espiritual, debe instalarse completamente en mi vida, en mis pensamientos, en mi corazón, en mi cuerpo. Otro poder, que proviene de Dios, debe tomarme. Ya no diré, ¿qué haría Jesús en mi lugar? Sino, ¿qué hará Jesús en mí? Es así como obtendré la victoria, porque es Jesús quien la alcanzará por mí.

CONCLUSIÓN He aquí hermanos como es posible poner en armonía la gracia y la justicia. Somos salvos por gracia, no podemos ser salvos de otra manera. Sin embargo, es necesario cumplir la justicia de Dios. No podemos esperar vivir con Dios en el pecado. Es necesario que la gracia de Dios se instale en nosotros, para poder vivir la voluntad de Dios. He aquí como es posible ser hoy adventista. Salvados por gracia, pero juzgados según nuestras obras. Salvado por gracia, pero debo ser perfecto. Salvado por gracia, pero debo alcanzar la santificación. Hermanos y hermanas, vivimos una hora solemne de la historia de este mundo. Las señales de los tiempos se precipitan delante de nuestros ojos. Estamos en la época en que es necesario que la iglesia viva una experiencia crucial. Y para esta experiencia, necesitamos el derramamiento de la “lluvia tardía”. Es necesario que el Espíritu Santo nos tome y transforme la iglesia, que pueda realizar en la iglesia esa experiencia dinámica. La gracia ha de ser dinámica en nosotros. Es la oración que hago a Dios por mí. Tengo necesidad. Deseo ardientemente, cada día, poder alcanzarla. Sufro cada vez que tengo el sentimiento de no haberlo logrado. Pero sé que la gracia de Dios me cubre. Porque será cuando Jesús vuelva, cuando al fin seré liberado de este cuerpo carnal. Pero hasta entonces, quiero vivir en la santificación, pidiendo a Jesucristo que viva en mí. Es la oración que dirijo a Dios por cada uno de vosotros. Amén.

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1ª PONENCIA. SÁBADO

SER ADVENTISTA HOY, DESDE EL PUNTO DE VISTA TEOLÓGICO, PROFÉTICO, HISTÓRICO, ÉTICO Y ECLESIÁSTICO Hace unos cincuenta años aproximadamente, todo el mundo sabía lo que era un adventista. Si examinamos hoy los adventistas, nos damos cuenta que hay entre nosotros muchas diferencias. Pero no dramaticemos, uno se siente en familia al visitar una iglesia adventista. Ahora bien, si examinamos los detalles, descubrimos ciertas diferencias. Diferencias en el plano teológico, en el terreno ético, en el eclesial. Vivimos, también nosotros, en la era del pluralismo. El pluralismo está de moda en el mundo actual. Y como iglesia, tampoco escapamos a esta tendencia. Razón por la cual es importante hacerse la pregunta: ¿Qué significa hoy ser adventista? Esta mañana hemos hablado qué es ser adventista, desde el punto de vista espiritual. Sin duda es el aspecto más importante del problema. Esta tarde quisiera hablaros desde un aspecto más intelectual, veremos el aspecto teológico, el profético, ético, histórico, y finalmente el eclesial. Por supuesto, tendré que tratar de resumir cada uno de estos aspectos.

ASPECTO TEOLÓGICO ¿Acaso la teología adventista es hoy un cuerpo de certezas sin fisuras como hace cincuenta años? La respuesta es no. El jueves recibí una carta. La que la persona que me escribía, me decía: «vuestra franqueza al hablar, es legendaria». Es cierto que tengo la costumbre de decir lo que pienso. Así que esta tarde también lo voy a hacer. Creo, de todo mi corazón, que la iglesia adventista juega una misión especial en el mundo actual. Somos una iglesia suscitada por Dios, para una misión particular. Cuanto más avanzamos, más esa misión consiste en ser fiel a la Biblia; reconocer que la Biblia contiene la palabra de Dios. Este es el primer aspecto sobre el cual quisiera hacer hincapié. Si alguno de vosotros asistió a la Asamblea de la Asociación General, que se celebró en Utrecht, el año 1995, se habrá dado cuenta, que nuestros teólogos no interpretan siempre la Biblia de la misma manera. El gran problema que estaba en el orden del día, era la ordenación de las mujeres. Hubo una exposición teológica a favor y luego otra en contra, y tomando ambas como base la Biblia. Lo que muestra que como iglesia no siempre leemos la Biblia de la misma manera. Siendo presidente del seminario de Collonges, teníamos todos los años tres jornadas de discusión, con los teólogos del Centro Ecuménico Mundial de Ginebra, donde examinábamos problemas teológicos. Durante tres días, de la mañana a la noche, y durante nueve años. En el año noveno, me di cuenta, que los argumentos que extraíamos de la Biblia, no tenían para ellos el mismo peso que para nosotros. Para nosotros era la Palabra de Dios, y para ellos no. Así que propuse que para el año siguiente, estudiásemos el tema: ¿Qué es la Biblia para el cristiano? Y ahí descubrí algo que me trastornó, y que voy a resumiros desde el punto de vista teológico. Para ello hay que remontarse a principios del siglo XX. Un filósofo austriaco, Martin

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Buber, publicó un libro que llevaba por título Ich Und Du (Yo y tú. Madrid: Caparrós, 1993). En este libro mostraba que hay relaciones diferentes en el pensamiento, y cita dos en particular, la relación yo-ello y la relación yo-tú. ¿Qué es la relación yo-ello? He aquí una botella de agua, no sé lo que hay dentro, puedo mirarla, describirla, pero no conozco su sabor. Esta es una relación yo-ello. Os veo, puede describir vuestra cara, algunos tenéis gafas, otros no; los hay que tienen una buena cabellera, y otros que la han perdido. Es la relación yo-ello. Pero podemos tener la relación yo-tú. Un buen día descubro una señorita, tenemos cierto contacto, hemos mantenido conversaciones, y el amor nace. De manera que entre ella y yo hay una relación íntima. No es una relación yo-ello, es una relación yo-tú; es una relación de tipo personal. Esto es lo que Buber describió en su libro. Posteriormente, un teólogo suizo, de nombre Emil Brunner, sobre el año 1925, retoma las dos categorías de pensamiento descritas por Buber, y dice, que lo dicho por Buber es verdad también con relación al cristiano. Podemos tener una relación con Dios, “yo-ello”. Al describir a Dios, diremos, es omnipresente, omnipotente, omnisciente y todos los “omni” que queráis añadir. Podemos decir multitud de cosas sobre Dios, sin tener una relación con él, “yo-tú”. Podemos hablar de Dios, sin conocer a Dios. De la misma manera que puedo describir el agua, sin saber que sabor tiene. Emil Brunner añade: «Hay hombres que con el correr de la historia han tenido con Dios una relación, “yo-tú”, son los profetas. Y cuando ciertos profetas han tenido con Dios una relación, “yo-tú”, escribieron lo que encontraron en esa relación». Notad que, escribieron lo que habían experimentado, no lo que Dios les había revelado. Describieron los sentimientos que ellos tenían. Y esto es la Biblia para muchos. La Biblia es la descripción de los sentimientos que experimentaron los profetas, después de haber tenido con Dios una relación, “yo-tú”. Así que, ya no encuentran más la verdad en la Biblia, –la verdad revelada por Dios–. Ya no encuentran más en la Biblia la palabra de Dios. No encuentran ya más en la Biblia, lo que se llama en teología, una verdad conceptual. De forma que, para algunos, tal versículo será verdad, y para otros, siendo también buenos cristianos, el mismo versículo no tendrá ningún sentido. He aquí por qué las conversaciones con los teólogos del centro ecuménico no conducían a ningún sitio. Nosotros abríamos la Biblia y leíamos: «Dice el Eterno». Pero para ellos no era el Eterno el que dice; era Isaías, o Daniel o Pablo traduciendo sus propios sentimientos. El drama de la teología, hoy día, es este. Es la razón por la cual el pluralismo cada vez está más extendido. Como iglesia debemos permanecer fieles a la concepción de la Biblia como revelación conceptual de Dios. Podría leeros muchos textos: Dios revela a Daniel la verdad histórica. Dios “se” revela a través de los mensajes proféticos. Dios revela a Jesuscristo en la Palabra. Este es un punto fundamental, y como iglesia debemos permanecer fieles a este concepto. No se puede ser un hoy un verdadero adventista, sin permanecer fiel a este concepto fundamental de la inspiración conceptual de la Biblia. Pero, debo añadir algo fundamental. Se le llama de muchas maneras, y debemos tener cuidado de no caer en la tentación de prestarnos a la crítica. Leamos un texto: «Dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña.» (Salmos 137: 9). Los judíos se encuentran en el exilio, en Babilonia, y el poeta está describiendo la tristeza que siente. A los músicos les dice, tomar vuestras arpas y suspenderlas de los árboles. Sabéis, que Verdi ha escrito una de sus músicas más hermosas, inspirada en la cautividad de los judíos en Babilonia: El canto a la libertad. Es en este Salmo 137, «lamento de los cautivos en Babilonia», en el que Verdi se inspiró. ¿Y cómo termina el salmo? El salmista dice, sería necesario que tomen a sus hijos y los estrellen contra las peñas. ¿Palabra de Dios?

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Durante algún tiempo me ocurrió que no podía leer el Antiguo Testamento sin gran turbación. No hace mucho tuvo lugar un programa de televisión en Bélgica, en la que participaban católicos, protestantes, judíos, ateos y musulmanes. Un filósofo ateo abrió el debate, diciendo a los demás: «Vuestro Antiguo Testamento es espantoso. No solamente el dios del Antiguo Testamento es un dios violento, sino que hace de la violencia una obligación para el pueblo. Es necesario destruir sistemáticamente». Ninguno de los presentes, ni católicos, ni protestantes, ni judíos, ni musulmanes, no pudieron responderle. La crítica como argumento duró una hora, y no hubo ninguna respuesta. Debemos aprender a leer el Antiguo Testamento de una forma particular. Es lo que se conoce como hermenéutica. Hermēneúō [e`rmhneu,w] en griego, significa “interpretar”, “explicar”... Hay reglas de lectura de la Biblia, para explicar la Biblia, y si no las conocemos, o las aplicamos mal, decimos: «esto es la palabra de Dios», y estamos diciendo tonterías. Y en lugar de llevar a la gente a creer que Dios revelado es un Dios de amor, ponemos en sus manos argumentos contra nosotros. He escrito un libro sobre este asunto, lo he titulado: La no violencia de los hombres, y de Dios, en el que intento demostrar que si leemos correctamente, vemos que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios de amor. El Dios de Jesucristo, la no-violencia de Jesucristo, ¿de dónde procedía? Sin duda, del Antiguo Testamento. El Dios de Jesucristo, es el Dios del Antiguo Testamento, pero hay que saber leerlo. Os recuerdo lo que dice el apóstol Pablo en 2 Corintios: «Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará» (3: 14-16).

De manera que si no leemos el Antiguo Testamento a la luz de Cristo, leemos un Antiguo Testamento velado. Y aquí termino mi primera observación. Tenemos la necesidad de creer que este libro nos proporciona la palabra de Dios; pero también la necesidad de saberlo leer.

Tres ejemplos Primer ejemplo. A lo largo de mi ministerio he escuchado con frecuencia, algunos predicadores basar su sermón en el libro de Job. ¿Qué textos escogían? Los relacionados con los tres amigos de Job, que vienen a decirle, si sufres es porque has pecado. ¿Sufres? Es porque eres culpable. Esa era la teología de la época; el que sufría, sufría porque era castigado por Dios. Y los tres amigos vienen a darle a Job un largo discurso sobre esto: «reconoce que eres pecador». ¿Qué descubrimos al final del libro? «Después que habló Yahvé estas palabras a Job, Yahvé dijo a Elifaz: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job.» (Job 42: 7). De manera que hacer un sermón sobre lo que se ha dicho mal acerca de Dios, es correr el riesgo de decir errores sobre Dios. Las explicaciones sobre la Biblia deben responder a leyes precisas. Segundo ejemplo. Es la época cuando Nabucodonosor ataca Palestina. Dios suscita a Jeremías como profeta, para decir que la guerra se aproxima porque han sido infieles a Dios. ¿Qué actitud tomar? No resistir. Este es el mensaje que Dios da por medio de Jeremías. ¿Pero qué dicen los responsables religiosos del pueblo de Israel? Exactamente lo contrario: «Paz, paz, paz, y no escuchéis a ese traidor a la patria». Jeremías es acusado de ser un traidor a la patria, siendo que es él quien aporta la palabra de Dios. Ya veis que en el

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mismo seno del pueblo de Israel, unos responsables divinos decían errores y otros la verdad. Por tanto, al leer la Biblia debemos prestar mucha atención no tomar como verdad aquello que no lo es. Tercer ejemplo. Termino esta primera parte con un ejemplo adventista. Estoy convencido que la Biblia nos revela que Jesucristo vino a este mundo con una naturaleza particular. No con la naturaleza de Adán antes de la caída, y tampoco completamente con la naturaleza de Adán después de su caída. No es la naturaleza de Adán antes de la caída. El apóstol Pablo dice que «Dios, envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado» (Romanos 8: 3). ¿Podemos decir que Dios creó a Adán en carne semejante al pecado? No. Por porque hay una diferencia entre Jesús y Adán antes de la caída. Lucas y Mateo nos dicen que Jesús fue concebido del Espíritu Santo. ¿Podemos decir esto de nosotros? No. Ninguno de nosotros hemos sido concebidos por el Espíritu Santo. De manera que hay una diferencia entre Jesús y nosotros, y hay una diferencia entre Jesús y Adán. La teología adventista está discutiendo este problema, porque no hay un acuerdo sobre esto. Hay teólogos adventistas que hoy día sostienen, que Jesús vino con una naturaleza semejante a la de Adán antes de la caída; y otros dicen, no, Jesús vino con una naturaleza semejante a la de Adán después de la caída. ¿Qué nos dice la Biblia? Que ni lo uno, ni lo otro. No hay que encerrarse en esta alternativa. Ya veis hasta que punto, ser hoy adventista, es mucho menos fácil de lo que parece. No podemos ser adventistas, y fieles a la palabra de Dios, más que teniendo en cuenta todos los elementos de su Palabra. Es el tema anterior («El evangelio eterno»). Hay textos que afirman que somos salvos por gracia, y hay otros que afirman que seremos juzgados por nuestras obras. No hay que eliminar ni lo uno, ni lo otro. Si no encontrar una armonía. Esta es la misión de la iglesia adventista, y los únicos que podemos asumir esta misión, porque prácticamente somos los únicos que enseñamos que los mandamientos de Dios no han perdido su valor. Las otras iglesias que no reconocen esto, no pueden dar esta enseñanza. ¡Hermanos, que gran responsabilidad nos confía el Señor! Como iglesia estamos llamados a asumir una misión grandiosa y delicada.

ASPECTO PROFÉTICO Siendo un joven profesor en el seminario de Collonges, era el año 1945, el hermano AlfredFélix Vaucher (1887-1993), que era el director, propuso que cuando tuviéramos una reunión de profesores, dedicásemos un tiempo al estudio teológico. Todos aceptamos con entusiasmo, y preguntamos, ¿qué tema? Alguien, con una gran sonrisa, dijo: «El regreso de los judíos a Palestina». Era 1945, cuando se comenzaba a hablar del regreso de los judíos a Palestina. Muchos pastores adventistas decían: «No, nunca será posible, pues está escrito que los judíos jamás regresarán a Palestina». Nosotros, que éramos jóvenes, comprenderéis el gusto que nos daba presentar un tema tan controvertido. El hermano Vaucher, que tenía un gran sentido del humor, dijo: «Vamos a invitar al hermano JulesCésar Guenin (1883-1965)», que era el principal opositor de la tesis del regreso de los judíos a Palestina. Ya veis, que incluso en el plan profético, hemos tenido que hacer progresos y no detenernos en concepciones preconcebidas. Otro ejemplo, Armagedón. Son muchos los predicadores adventistas que han enseñado, que Armagedón será un combate armado, una batalla que tendría lugar en la llanura de Esdrelón en Palestina, entre

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Oriente y Occidente. Los que hayan visto la llanura de Esdrelón, comprenderán cuan pueril es esta idea. Es interesante constatar que Ellen G. White nunca estuvo de acuerdo con esta noción. En su época el gran teólogo era Uriah Smith (1832-1903) y enseñaba que Armagedón significaba un conflicto armado que enfrentaría Oriente contra Occidente. Pero Ellen G. White nunca estuvo de acuerdo. Como veis, tampoco en el terreno profético debemos bloquear nuestras convicciones. Debemos permanecer siempre abiertos. En el libro que Ellen G. White dedica a los escritores, dice: «Tenemos todavía muchas lecciones que aprender y muchas más que desaprender» (Counsels to writers and editors, pág. 37. Ed. esp. El otro poder). ¡Cuánta sabiduría! Ciertamente es necesario estar inspirada por Dios para decir una cosa semejante. Mas, no es fácil desaprender; como tampoco es fácil aprender. De forma, que también en el terreno profético debemos ser siempre muy prudentes. No decir solamente la verdad, sino procurar decirla de forma que podamos defenderla bíblicamente. Con anterioridad hacía alusión a esa discusión que tuvimos en el Centro Ecuménico Mundial. Uno de nuestros hermanos estaba presentando un tema sobre Apocalipsis 13; las dos bestias, la que sale del mar y la que sale de la tierra. El hermano exponía nuestras ideas. A mi lado estaba sentado el profesor de exégesis de la Facultad de Teología Protestante de Ginebra, y constantemente me daba codazos, diciéndome: «¡Pero de dónde saca eso!». No es suficiente con afirmar, es necesario poder demostrar con la Biblia que eso que decimos se mantiene, es sólido; y permanecer humildes, y reconocer nuestros límites. Hermanos, esta es una de las oraciones que yo dirijo constantemente al Señor. Hay muchas cosas sobre las cuales podemos tener certeza absoluta, pero también hay otras muchas sobre las cuales debemos reconocer humildemente nuestros límites. Sobre todo en el terreno profético.

ASPECTO HISTÓRICO Ya os he dicho que soy franco cuando hablo. Deseo aludir al año 1888, en el que tuvo lugar una grandiosa asamblea de la Asociación General en Indianápolis. Y digo grandiosa, porque se tocaron puntos fundamentales de la enseñanza de la palabra de Dios. Algunos de los hermanos presentes se sintieron molestos por causa de sus creencias. Escucharon cosas que nunca hubieran imaginado. Se vinculaba la justificación por la fe a la divinidad de Jesús. Y pensemos que la divinidad de Jesús, nunca había sido bien comprendida. Incluso el esposo de Ellen G. White no había comprendido bien la divinidad de Jesucristo. El año 1888 aportó luz que perturbó a la ortodoxia de la época. Esto se sabe y hay que reconocerlo con honestidad. Pero algunos piensan hoy que la Iglesia Adventista nunca ha reconocido el mensaje de 1888. Y aquí, debo decir, que se equivocan, no es exacto. Acabo de escribir, para el Comité de Investigación Bíblica de la División Euroafricana, un estudio sobre el volver a bautizarse. El Comité de Investigación Bíblica va a publicar próximamente un libro sobre el bautismo. He escrito un artículo sobre el bautismo de Jesús, –francamente es un misterio el bautismo de Jesús. Juan Bautista decía que su bautismo era un bautismo para arrepentimiento, entonces, ¿por qué Jesús quiso ser bautizado de arrepentimiento?– Es el tema que desarrollo en uno de los artículos, y en otro artículo estudio el bautizarse de nuevo, desde el punto de vista bíblico. Estudiando estos asuntos, he descubierto cosas que ignoraba. Por ejemplo, cuando Ellen G. White descubrió la verdad bíblica sobre el sábado, enseñada por Joseph Bates (1792-1872), quedó tan maravillada, y

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sorprendida, que pidió ser bautizada de nuevo. Para nuestros pioneros el volver a bautizarse podía tener un valor de reconsagración. Pues bien, después de 1888 varios pastores que habían tenido dificultad de comprender el mensaje de Alonzo T. Jones (1850-1923) y Ellet J. Waggoner (1855-1916), solicitaron volver ha ser bautizados. Esta es la prueba que habían comprendido y aceptado. Sufro cada vez que oigo decir, todavía hoy, que la iglesia no aceptó este mensaje. Esto no es exacto. Tal afirmación puede nacer de un buen sentimiento, pero no está fundada en los hechos históricos.

ASPECTO ÉTICO Siendo presidente del seminario de Collonges, tuve necesidad de responder a ciertas críticas de la Asociación General. En varias ocasiones, hermanos americanos, de visita en Collonges, habían visto a jóvenes jugar al balón. Esto para un americano es transgredir el sábado. Cuando vieron a los jóvenes jugar al balón, no vinieron a mí a decírmelo, sino que escribieron directamente a la Asociación General. ¿Para un niño jugar a la pelota es transgredir el sábado? Creo que jugar al balón en sábado puede ser transgredir el sábado, pero igualmente se puede transgredir el sábado estando sentado alrededor de una mesa. Se puede también transgredir el sábado hablando en el vestíbulo de la iglesia a la salida del culto. Hay muchas maneras de transgredir el sábado. Se puede perfectamente jugar a la pelota, sin transgredir el sábado. Es un problema de ética. Hay que reconocer que las cuestiones de ética adventista han evolucionado considerablemente. Hace aproximadamente un año, en la revista oficial de los pastores The Ministry aparecieron algunos artículos sobre la observancia del sábado. Los autores reconocían que hoy día no se guarda el sábado, como hace cincuenta años. De manera que hoy existe un problema de ética adventista. Hace cincuenta años, hubiera sido impensable ver en nuestras iglesias una señora con pendientes o collares, o pintada. Esto, sí se ve hoy. Ha habido una evolución. ¿Ha sido algo favorable, o desfavorable? Yo no contestaré ni sí ni no. Porque el problema es muy complejo, tiene muchos más matices de lo que parece. Me dijeron, hace aproximadamente un año, que el presidente de la Asociación General había dicho que de ahora en adelante se podían llevar joyas en la iglesia. Esto me sorprendió. Pero casi por casualidad, más adelante, tuve ocasión de escuchar el cassette con la grabación en relación con este problema. El hermano presidente estaba de visita en casa de un amigo, cuya hija llevaba pendientes, y esperaba que el presidente de la Asociación General diera a la joven una buena lección, la reprendiera. Pero esto no fue así. A raíz de esto, se comenzó a decir, que el presidente de la Asociación General autorizaba desde ahora las joyas. Pero la realidad no era eso. Nuestro hermano habló a la joven de Jesús, y del lugar que debía ocupar en su corazón, y de la influencia de Jesús en el corazón. Luego dijo a su amigo, Jesús hará la obra en su corazón. ¿Veis la diferencia? Lo que prueba, que también en el terreno de la ética debemos de hacer progresos. Es cierto que vivimos una época difícil, en la que frecuentemente rozamos y pasamos los límites. Tomemos como ejemplo, la homosexualidad. Estaba en Washington, para participar en un comité de la Asociación General. Un día vimos llegar una gran manifestación con pancartas. Eran homosexuales que reclamaban la posibilidad de ser miembros de la Iglesia Adventista. Hace cincuenta años no hubiéramos imaginado nada semejante. Ya veis hasta que punto los problemas éticos son cada vez más serios. La Biblia es clara en este asunto. Pero hay que tener cuidado de no servirse de la Biblia

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como una espada. El Espíritu Santo puede hacerlo, pero no nosotros. Debemos prestar atención de no emplear la Biblia para romperla en la cabeza de la gente. Y si tenemos personas que tienen ese problema, nuestro deber es hablarles con amor. Pero hay otro aspecto a tener en cuenta en este asunto. No puedo desarrollarlo completamente, voy solamente a levantar una esquina de la manta. Durante los tres primeros meses de la gestación materna el embrión tiene los dos sexos. Es a partir del tercer mes cuando uno se atrofia y se desarrolla el otro. La diferenciación sexual todavía no está terminada en el momento del nacimiento, sino que continúa con la educación. Hay aquí una gran responsabilidad para los padres, de no educar al hijo y a la hija de la misma manera. Es menester prepararles para que puedan afrontar las dificultades de la vida. Creo, que es necesario rehabilitar a la mujer en nuestra sociedad, pero también creo que hoy día hay muchas exageraciones, y la homosexualidad es una de las consecuencias. Cada día hay más dificultad de hacer la diferencia entre un hombre y una mujer, y esto es muy lamentable y peligroso.

ASPECTO ECLESIÁSTICO Voy a pedir a Dios que ponga prudencia en mis palabras. Cada vez más hay en nuestro medio discusiones por el desacuerdo con otras iglesias. El respeto del sábado cada vez se hace más difícil, sobre todo entre los jóvenes. En Francia, el país de los derechos del hombre, muchos de nuestros jóvenes han sido expulsados de las escuelas por causa del sábado. Tengo un hijo pastor, tiene tres hijos, y el mayor de ellos que tiene dieciséis años, está expulsado del colegio secundario desde hace dos años. El responsable del colegio lo llamó delante de todo el colegio y le preguntó, ¿Vas ha venir a la escuela el sábado? Y mi nieto contestó, no. Y delante de todos fue expulsado. Eso en Francia, el país de los derechos del hombre. Ante esta situación, algunos de nuestros dirigentes piensan, que si nosotros perteneciéramos a ciertos comités, podríamos defender mejor nuestras libertades. Esta posición puede comprenderse, y puede levantar temores. Yo creo, que también en esto, hemos de estar abiertos y evitar juicios demasiado rápidos. En Bélgica formo parte de un comité que está encargado de estudiar este asunto. El próximo miércoles debía reunirme con los teólogos de las iglesias evangélicas para estudiar las posiciones evangélicas. Puesto que ahora estoy en España, el presidente ha solicitado al hermano Richard Lehman que me reemplace. Es decir, se toman precauciones, y os aseguro que todo se hace sin ocultar quiénes somos. Tomo el ejemplo de Bélgica, puesto que hoy conozco lo que pasa mejor que en otros países. Los católicos, los judíos, los protestantes y los musulmanes son reconocidos oficialmente como iglesias, pero las iglesias evangélicas no. Todas tienen acceso a la televisión, pero las evangélicas no. Esta es la razón por la cual las iglesias evangélicas están estudiando formar una Federación de Iglesias Evangélicas, y desean que nosotros los adventistas también formemos parte. Nos han presentado un cuestionario evangélico, y el comité de la Federación Belga de la Iglesia Adventista me ha pedido que responda. La respuesta de los evangélicos ha sido sorprendente. Nos han dicho, vuestro sábado no nos molesta, hay bautistas entre nosotros que guardan el sábado. Lo que más nos molesta, es vuestro rechazo de las penas eternas del infierno. ¿Qué va ha salir de aquí? No lo sé. Todavía no hemos tomado una decisión. Pero ya hay críticos que dicen que estamos a punto de entrar en el ecumenismo. Es una mala información, pues no estamos de ninguna manera a favor del ecumenismo, en absoluto estamos de acuerdo de formar parte del

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ecumenismo. Puedo incluso deciros que el ecumenismo de hoy es muy diferente del ecumenismo de hace veinte años, y que en lugar de ahogar las diferencias, las pone en evidencia. Todavía una vez más os digo que no sé lo que va a surgir de estas reuniones. Pero no seáis demasiado rápidos en predicar que estamos ocultando nuestro estandarte en el ecumenismo. En el plano eclesiástico hay otra cosa que me parece importante. Es el hecho de no manifestarnos orgullosos frente a los demás. Voy a tratar de ser claro. Personalmente, tengo la certeza que la iglesia adventista forma parte de la iglesia del “resto”, según la Biblia. Tal vez tengamos tiempo de estudiarlo en el transcurso de la semana, en relación con el tema del Apocalipsis. Pero si decimos esto, excluyendo sistemáticamente a los demás, ¿acaso nos mostramos caritativos? ¿Estamos ayudando a los demás a aproximarse a nosotros? Daros cuenta que lo que os estoy diciendo es tremendamente nebuloso. Ahora bien, yo creo, y lo veremos a lo largo de la semana, que la iglesia del “resto” tiene los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Pero Dios tiene hijos fuera, y aun siendo la iglesia del resto, como en los días de los apóstoles «el Señor añadía cada día los que habían de ser salvos» (Hechos 2: 47). Y es la razón por la cual cuando hablamos de estas cosas, como adventistas hoy día, debemos evitar la falta de caridad. Un último punto. Es justamente lo contrario de lo que acabo de deciros. Hay en las iglesias adventistas gente que piensa que la iglesia adventista es hoy apóstata. Que no ha sido fiel a esto o aquello, y que será vomitada de la boca de Dios. Siendo presidente de Federación de la Suiza Romanda, uno de nuestros hermanos así lo creía, y lo decía bien alto por todas partes. Puesto que yo formaba parte del Comité de Investigación Bíblica, pedí que se le respondiera oficialmente. El comité me dijo: «Bien, escriba usted mismo el artículo». Y así lo hice, con el título: «La suerte de Laodicea»; mostrando desde el punto de vista exegético, y desde el punto de vista del Espíritu de Profecía, que un juicio semejante sobre la iglesia adventista es incorrecto. El texto griego de Apocalipsis 3 no dice que Dios vomitará la iglesia de Laodicea, sino que dice literalmente: «estoy a punto de [vuestro comportamiento es tal] que tengo náuseas». Es grave, terrible. Una iglesia que debería complacer a Dios, le da náuseas. Si esto no os hace temblar, no sé que hace falta para hacerlo. Corremos el riesgo de dar náuseas a nuestro Dios. Pero el texto griego no dice que Dios nos va a vomitar; el texto griego dice que tiene náuseas, y que Jesucristo está a la puerta, continúa llamando, y aquel que abra la puerta y le permita entrar, cenarán juntos. Esto es otra cosa diferente al rechazo de la iglesia de Laodicea. Visto el aspecto exegético, quisiera ahora apoyarme sobre alguna de las declaraciones de Ellen G. White. Os daréis cuenta que este es mi método. Yo no creo que metodológicamente debamos partir de los escritos de Ellen G. White. Debemos partir siempre de la Biblia. Pero es muy interesante poner en relación con las afirmaciones bíblicas, las de Ellen G. White. «La iglesia es la fortaleza de Dios, su ciudad de refugio. […] Por débil e imperfecta que parezca, la iglesia es el objeto al cual Dios dedica en un sentido especial su suprema consideración.» (Los hechos de los apóstoles, págs. 10-11). «… Dios ama a sus hijos con amor infinito. Para él el objeto mas caro que hay en la tierra es su iglesia.» (Palabras de vida del gran Maestro, pág. 130). «El Señor no confía a ningún hombre un mensaje que desanime y descorazone a la iglesia.» (Testimonios para los ministros, pág. 19). ¿Habéis escuchado bien? A pesar que sus discípulos se encuentren en un estado deplorable, no están, sin embargo, en una situación tan desesperada como en la que se encontraban las vírgenes fatuas.

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Resumo un estudio sobre textos de Ellen G. White titulado: «¿Somos Babilonia rechazada y vomitada por Dios?». Se publicó un folleto titulado El Fuerte Clamor, con algunas frases de Ellen G. White entresacadas de una carta particular que dirigió a un pastor, la publicación no se consultó con la autora. «¿Cómo es que estos panfletos que denuncian a la Iglesia Adventista como Babilonia…» (Testimonios para los ministros, pág. 19). –También Satanás decía lo mismo a Cristo cuando Josué estaba delante del ángel del eterno, su pecado era tan grande que merecía su aniquilación.– «Las personas que publicaron el panfleto sobre el Fuerte Clamor, y la caída de todas las iglesias, dan evidencia de que el Espíritu Santo de Dios no está trabajando con ellas.» (Testimonios para los ministros, pág. 30). «Cuando se levanta alguien que, ora sea entre nosotros o fuera de nuestro número, sienta la carga de un mensaje que declare que el pueblo de Dios se cuenta con Babilonia, y pretenda que el fuerte clamor es un llamamiento a salir de ella, podéis saber que no está llevando el mensaje de verdad. […] El mensaje contenido en el folleto titulado El Fuerte Clamor es un engaño. Tales mensajes surgirán, y se pretenderá que son enviados de Dios, pero la pretensión será falsa; porque no están llenos de luz, sino de tinieblas.» (Testimonios para los ministros, pág. 38).

Otra declaración: «…hay solo una iglesia en el mundo que en este tiempo está en la brecha, reparando el cerco, reconstruyendo los lugares asolados; y cualquier hombre que llame la atención del mundo y de otras iglesias a esta iglesia, denunciándola como Babilonia, está haciendo una obra que se halla en armonía con aquel que es el acusador de los hermanos.» (Testimonios para los ministros, pág. 47).

¿Queda claro? Decir que la iglesia adventista es Babilonia, o que será vomitada de la boca de Dios, a causa de su infidelidad, es hacer la obra de Satanás. Una última declaración. Son casi las últimas palabras de Ellen G. White. Fueron dirigidas al comité de la Asociación General, el 28 de mayo de 1913. He aquí lo que dijo: «Hermanos míos, tengo palabras de ánimo para vosotros. Debemos avanzar con fe y esperanza, y aguardar grandes cosas de Dios. El enemigo procurará por todos los medios posibles estorbar los esfuerzos que se realizan para promover la verdad, pero vosotros podéis tener éxito gracias al poder de Dios. […] Me siento animada y bendecida al comprender que el Dios de Israel sigue conduciendo a su pueblo y que continuará con él hasta el fin.» (Mensajes selectos. T. 2, pág. 467-470).

Esto fue escrito en 1913, bastante después de 1888. Y Ellen G. White dice que Dios seguirá al lado de la iglesia. Su pueblo gozará de un crecimiento constante, hasta el momento que el Señor descienda del cielo con gran poder y gloria, para poner sobre sus fieles el sello del triunfo final. Este es uno de los últimos mensajes de Ellen G. White a la Asociación General.

CONCLUSIÓN No es fácil hoy ser adventista del séptimo día. ¿Acaso ha habido alguna época que lo fuera? «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas…!», dijo Jesús: «cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (Lucas 18: 8). «…por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados» (Mateo 24: 22). Hoy vivimos en estos días de tensión, pero Dios está con nosotros, es su promesa, y Dios mantiene siempre sus promesas.

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PREGUNTAS Y RESPUESTAS P. ¿Por qué, los pastores, siempre que hablan del tema de las joyas, o diversiones, siempre se refieren a los escritos de Ellen G. White, y no se apoyan más en la Biblia? R. Espero que mi alusión a las joyas, no sea como una piel de plátano bajo nuestros pies, que nos haga resbalar. Hay multitud de cosas mucho más importantes. Quisiera, no obstante, hacer una comparación. ¿Los problemas de alimentación son importantes para nosotros? Sería absurdo decir no, porque nuestra salud depende de la manera como nos alimentamos. Y sin embargo, Jesús dijo: «No lo que entra por la boca contamina al hombre; pero lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.» (Mateo 15: 11). Jesús supo poner matices a la importancia de la alimentación. Hay que hacer una gran distinción entre la dietética, que es una ciencia en pleno desarrollo, y la alimentación pura e impura –sana e insana– que forma parte de otro ámbito. Vuelvo al terreno de las joyas. Cuando hablo sobre las joyas, nunca me refiero a los escritos de Ellen G. White, siempre hago referencia a las Escrituras, a la Biblia. Siendo joven, era presentado el problema desde un ángulo económico. Las joyas cuestan mucho dinero y se estimaba que era una mala inversión. Este argumento hoy ya no tiene valor, puesto que son numerosas las mujeres que llevan joyas que no cuestan mucho dinero. De manera que no es un problema económico. Personalmente, pienso, que hay otro argumento que merece nuestra atención. Es el hecho que hay signos distintivos en aquellos que pertenecen a Dios. El sábado es el más importante de todos, pero hay otros muchos. Puede ser que una mujer tenga interés de no señalarse como una mujer del mundo, llevando joyas. Dicho esto, voy a tener el valor de añadir, con riesgo de chocar a alguno de vosotros, que conozco hermanas adventistas que llevan joyas, y tienen un corazón de oro. Y conozco otras que jamás han llevado joyas, y me gustaría ver como su corazón de piedra se transforma en un corazón de carne. También en este problema hay que saber poner los matices en el buen sitio. Hay un ideal hacia el cual encaminarse. No os oculto que estoy muy contento de ver que mi señora no lleva joyas. Pero Dios me guarde de criticar a una señora que las lleve. El máximo que sentiré, será el deber de hablarle, dejando al Espíritu Santo la labor de hacer el resto. P. Si no somos, ni podemos ser nacidos como Jesús, por el Espíritu Santo. ¿Cómo comprender textos, como Juan 3: 5-6 o Hebreos 3: 17? R. Jesús es nacido del Espíritu Santo, y por eso desde su nacimiento era un niño santo. Por eso José no era su padre. Yo, sí tengo un padre y una madre, por lo que hay una diferencia entre Jesús y cada uno de nosotros. Hay una diferencia que es muy importante. Era necesario que desde su nacimiento Jesús estuviera en relación con su Padre. Mientras que nuestra relación con Dios está rota desde la caída. En Jesús, esta relación existía desde su nacimiento, y contrariamente a Adán y Eva, estando en una situación física mucho más desfavorable, Jesús conservó esa relación con su Padre. Esta es la gran diferencia entre Jesús y nosotros. Ahora bien, esa diferencia entre Jesús y nosotros, desaparece, cuando por medio del nuevo nacimiento, llegamos a ser con Jesús un solo espíritu. 1 Corintios 6. De esta manera, la ventaja que Jesús disfrutaba, está a nuestra disposición. Es decir, la diferencia entre Jesús y nosotros desaparece, gracias al nuevo nacimiento. Este tema exigiría un mayor desarrollo, pero lamento no tener tiempo. Especialmente sobre 1 Juan 3: 9 donde el apóstol dice: «Todo aquel que es nacido de Dios – nacido de nuevo, nacido del Espíritu Santo por el bautismo– no practica el pecado… y no puede pecar,

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porque es nacido de Dios.». Debo hacer una aclaración. La traducción correcta del texto no sería «no puede pecar», sino que no puede pecar de forma continua, que no puede instalarse en el pecado, que no puede pecar sin cesar. Esta sería la buena traducción del pasaje. Porque decir a alguien que ha sido bautizado «usted no puede pecar más», y no, «usted puede no pecar». Si no puede pecar más, es una experiencia que ningún bautizado ha podido hacer. Es pues importante comprender bien el texto. El texto señala, no obstante, que si por el bautismo tenemos un mismo espíritu con Cristo, podemos vencer el pecado. No pecar más, es la posibilidad que nos es ofrecida por la gracia de Dios. Significa, no pecar. Y aquí podría abrir otra problemática. ¿Qué es el pecado? El pecado es mucho más difícil de definir que a veces nos imaginamos. En general damos la definición del apóstol Juan: «pecado es trasgresión de la ley» (1 Juan 3: 4). Pero esto es relativamente fácil. Aunque, si examinamos la ley a la luz del Sermón del Monte, esto se hace todavía más difícil. Yo nunca he matado, pero, ¿nunca he tenido un mal sentimiento hacia alguien? A la luz del Sermón del Monte, tener un mal pensamiento significa transgredir el sexto mandamiento. Por lo cual, esta definición es delicada. El apóstol Pablo da otra en Romanos 14: 23, pecado es estar en contradicción con la fe. ¿Cuándo estoy en contradicción con mi fe? Como veis, los matices son cada vez más difíciles de entender. Es fácil decir que no debemos pecar más. Pero, ¿cuándo no pecamos más? Dejemos la respuesta al Señor, solamente él la conoce, no nosotros. Pues a partir del momento que digo a alguien has pecado, lo estoy juzgando y estoy tomando el lugar de Dios, ya que solamente él puede juzgar. Lo que puedo hacer a alguien es decirle: ¡Cuidado!, ¿has pensado en esto, y en aquello? Pero decir a alguien que ha pecado, es raro, aunque a veces ocurre El apóstol Pablo lo hizo con el asunto del incesto que había en la iglesia de Corinto. Pero esto son casos límite. P. He leído los veintiséis puntos fundamentales de nuestras doctrinas. Estoy de acuerdo solamente con veinticuatro. ¿Sigo siendo adventista? Es una pregunta que apareció en la Revista Adventista y nadie se atrevió a contestarla. R. Es una pregunta importante y delicada. Voy a haceros una confesión. Confío que no me preparéis una hoguera. No estoy siempre de acuerdo en la manera como se han formulado las veintisiete creencias fundamentales, tal y como han sido redactadas. Fundamentalmente estoy de acuerdo. Formé parte del comité de su lectura, antes de la publicación de las veintisiete creencias fundamentales, donde se hicieron las oportunas observaciones, especialmente sobre el dogma de la expiación. Yo creo que el dogma de la expiación, es mucho más un dogma pagano que un dogma bíblico. Recientemente estuve invitado a dar tres conferencias en la Universidad de Lieja, en Bélgica. Fui invitado por los estudiantes universitarios. Me enteré que algunos pastores protestantes habían intentado poner la zancadilla al saber que yo era adventista. Así que me enviaron un credo, pidiéndome si estaba de acuerdo con él. Pude subscribir todo, pero al margen de “expiación” contesté: «Sí, con la condición de quitar a esa palabra todo lo que contiene de paganismo». Es lo mismo que pienso con una de las creencias fundamentales adventistas. Ellen G. White, quién tanto escribió sobre la muerte de Cristo, emplea solamente treinta3 veces el término inglés expiation [expiación]. Palabra que no tiene el mismo significado que en francés –tampoco en español–4. Mientras que emplea centenares de veces el término atone, 3 El término expiation en el conjunto de todos los textos (libros, revistas y manuscritos) de Ellen G. White, incluyendo recopilaciones, aparece treinta veces. (N. del E.) 4 Expiar (del lat. «expiāre»): Sufrir el castigo correspondiente a un delito o a una culpa, o las consecuencias penosas de una falta. (N. del E.)

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(atonement: reconciliación, reparación). Este es el término que emplea Ellen G. White. De manera que sugerimos al comité, reemplazar la palabra ‘expiación’ por ‘reconciliación’, y en francés es esto lo que se ha hecho. Pero en muchas lenguas sigue apareciendo la palabra ‘expiación’. Personalmente lo lamento, pero esto no me impide de estar en comunión fraterna con aquellos que piensan de otra manera. Seamos honestos. Somos más de diez millones de adventistas, sin contar amigos y niños. Estas son en este momento las cifras dadas por la Asociación General, a principios del mes de noviembre de 1997. Más de diez millones de adventistas bautizados. ¡Cómo imaginar que todos tengamos exactamente las mismas ideas, y sobre todo, que las expresemos de la misma manera! Felizmente, en las cosas fundamentales nos expresamos de la misma manera, pero el lenguaje tiene para cada uno su valor y sus dificultades. Espero que la persona que ha formulado la pregunta, no esté en desacuerdo con principios fundamentales adventistas, esto sí sería grave. Pero si es cuestión de formulación, permitirme os dé un ejemplo muy sencillo. Ellen G. White, describiendo la educación de las jóvenes, dijo que había que enseñarles a enganchar una yunta de caballos. ¿Hay aquí alguna hermana que ha aprendido a enganchar caballos? Sin embargo, estoy seguro que muchas de vosotras han aprendido a conducir un coche. Este es el principio. En el momento que la señora White escribió había muchas granjas, vivían lejos los unos de los otros, de manera que si el marido caía enfermo, no había nadie para conducir los caballos y llevar el enfermo al médico. […].

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2ª PONENCIA. DOMINGO

CRISTO, SEÑOR DE LA IGLESIA SIGNIFICADO DE ‘APOCALIPSIS’ Vamos a iniciar este gran viaje a través del libro de Apocalipsis, leyendo: «La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.» (1: 1). La primera palabra es ‘apocalipsis’. ¿Qué significa este término? Lo sabemos muy bien gracias a la forma como se utiliza en la Biblia. –Aprovecho la ocasión para deciros, que cuando se quiere conocer el significado de una palabra bíblica, no siempre es suficiente abrir un diccionario. Es mucho más útil estudiar el empleo que se hace en los textos sagrados.– La palabra ‘apocalipsis’ es frecuentemente utilizada en la traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como Septuaginta. –Abro todavía un paréntesis para decir, que entre el texto hebreo y el texto griego de la Septuaginta, existente algunas variantes. Por esta causa, durante bastante tiempo, se ha mirado con cierta sospecha al texto griego. Ahora bien, cuando los autores del Nuevo Testamento citan el Antiguo, casi siempre citan el Antiguo Testamento según el texto griego y no de acuerdo al texto hebreo. No hace mucho que se descubrió otro texto hebreo, gracias a los manuscritos del Mar Muerto, y por él se sabe que en la época de Jesucristo había una segunda tradición hebraica de los textos del Antiguo Testamento. Y de la noche a la mañana, el texto de la Septuaginta, ha recobrado todo su valor. Y cierro el paréntesis.– Consultemos algunos textos del Antiguo Testamento para conocer el verdadero significado de la palabra ‘apocalipsis’ [avpoka,luyij]: • «Y Yahvé volvió a aparecer en Silo; porque Yahvé se manifestó [avpekalu,fqh] a Samuel en Silo por la palabra de Yahvé.» (1 Samuel 3: 21). Es la epifanía de Dios, es la manifestación de Dios, la revelación de Dios. Es el medio de conocer a Dios. • «Porque no hará nada Yahvé el Señor, sin que revele [avpokalu,yh|] su secreto a sus siervos los profetas.» (Amós 3: 7). Aquí se trata del descubrimiento de secretos revelados por Dios. En lugar del descubrimiento de la persona de Dios es el descubrimiento de los secretos de Dios. • «Así dijo Yahvé: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse [avpokalufqh/nai].» (Isaías 56: 1). Aquí tenemos el descubrimiento de la justicia de Dios. De forma que el sentido de Apocalipsis en el Antiguo Testamento está muy claro. Es siempre la revelación de Dios, o de los secretos de Dios, o de lo que concierne a Dios. Y si estudiamos los textos en el Nuevo Testamento, queda perfectamente confirmado. La palabra ‘apocalipsis’ aparece 18 veces en el Nuevo Testamento, y casi siempre está en relación con la escatología, con el fin del tiempo. Vamos a leer solamente una o dos referencias: • «Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación [avpoka,luyin] de los hijos de Dios.» (Romanos 8: 19). Está claro que nos encontramos aquí delante de un texto que habla del fin del tiempo, del regreso de Jesús. • «Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada [avpokalufqh/nai] en el tiempo postrero.» (1 Pedro 1: 5). La salvación presta a ser revelada en el tiempo postrero.

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En cada uno de estos versículos se emplea la palabra ‘apocalipsis’, o el verbo apocalýptō [avpokalu,ptw]. Y notemos que se trata siempre de una revelación que viene de Dios, y especialmente orientada hacia el fin de la historia de este mundo. Tal es el significado de la palabra ‘apocalipsis’ en la Biblia. El texto, Apocalipsis 1: 1, dice: «La revelación de Jesucristo». Y aquí caben dos significados, todo depende del genitivo. Si se trata de un genitivo subjetivo u objetivo. Es una revelación que Jesucristo nos da, una revelación cuyo autor es él mismo. Entonces se trataría de un genitivo subjetivo. O bien, es una revelación donde él es el objeto. Entonces se trataría de un genitivo objetivo. O sea, se trataría de una revelación que Jesucristo proporciona, o de una revelación sobre Jesucristo. Es él, el que da la revelación, o es una revelación para conocerle. Este es el interrogante que suscita el versículo. Ahora bien, frecuentemente los dos sentidos en la Biblia, se complementan. Una cosa es cierta, en general, la revelación viene del Padre, de Dios. Es Dios quien revela. «En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.» (Mateo 11: 25-27). Está claro que es Dios quien toma la iniciativa de hacerse conocer. Es él quien toma la iniciativa de hacer conocer el evangelio. Es él quien toma la iniciativa de que se conozca a Cristo. El mismo Jesús nunca cesó de decir, que sin su Padre, él nada podía hacer. Es gracias a su Padre que podía hablar. Su doctrina venía de Dios. Y era gracias a su Padre, que él podía actuar. «…nada puedo hacer… sino la voluntad del Padre...» (Juan 5: 30). Está pues claro, que el primer sentido, aquí, es correcto. Es Dios quien va a intervenir en la revelación, en el Apocalipsis, que estamos analizando. Y sin embargo, Jesucristo participa en esta obra de su Padre. En la epístola a los Gálatas se nos habla de una revelación de Jesucristo a Saulo de Tarso. El apóstol Pablo evoca este encuentro que hizo con Jesús en el camino a Damasco. Y aquí es Jesucristo quien se presenta a Pablo. Hay por tanto aquí, una relación que va en los dos sentidos. Es el Padre quien toma la iniciativa, y el Hijo participa. Se puede asentir que Dios revela el ministerio especial de Jesús en el Santuario Celestial. Notad, que como iglesia adventista esto nos afecta de manera muy especial. La mayor parte de teólogos creen que la obra de Jesucristo terminó con su crucifixión. Pero en realidad, la obra de Jesucristo continúa más allá de su crucifixión y su resurrección. Jesús, a la derecha del Padre, no está de vacaciones. Esta cumpliendo para nosotros una obra determinante. ¿Y cuál es esta obra? Es justamente la que Apocalipsis nos va a decir. Ya veis hasta que punto es interesante analizar el término ‘apocalipsis’. Hemos visto «La revelación de Jesucristo, que Dios le dio… –Estamos todavía en el primer versículo del capítulo 1. El texto continúa diciendo– …para manifestar a sus siervos…» (Apocalipsis 1: 1). Si leemos otros textos, en los capítulos 2 y 7, descubrimos que los siervos son los hijos de Dios. Los hijos de Dios son aquí considerados como los servidores de Dios. Y en lugar de servidores podría perfectamente haberse puesto, colaboradores. Lo que muestra que Dios cuenta con cada uno de nosotros para el cumplimiento de su obra. Dios nos proporciona el Apocalipsis para ayudarnos a comprender lo que Dios espera de nuestra parte.

COSAS QUE SUCEDERÁN «PRONTO» ¿Qué va ha mostrar a sus servidores? «Las cosas que deben suceder pronto» (Apocalipsis

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22: 6). Esta palabra es problemática, y muchas veces me preguntan: «¿Cómo es posible? Dice que las cosas deben suceder pronto, y hace dos mil años que estamos esperando. ¿Acaso se ha equivocado, o se burla de nosotros?» Estas cosas deben suceder pronto, y estamos esperando desde hace más de dos mil años. He analizado en el Nuevo testamento todos los versículos donde aparece la palabra ‘pronto’. Y me he dado cuenta que ‘pronto’ no traduce siempre la misma expresión griega. Por ejemplo en ciertos textos es euthýs [euvqu,j], la que se emplea en el griego. Las palabras que veis en la pantalla en letra itálica, están en griego. • La primera palabra griega es euthýs, significa “dentro de poco”. Mateo 3: 16. • Segundo ejemplo lo vemos en 3 Juan 14. Ya no es euthýs, sino euthéōs [euvqe,wj] el vocablo que se emplea, pero tiene el mismo significado: “dentro de poco”. «Porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara.» • Tercer texto 2 Pedro 1: 14; se emplea tachinēº [tacinh,], y tiene el mismo significado: “en poco tiempo”. «Sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.» • Otro texto es Hechos 26: 28, y emplea la expresión griega en olígō [evn ovli,gw|], que también se corresponde con “pronto”. «Por poco me persuades a ser cristiano.» Sin embargo no es ninguna de estas palabras la que se emplea en el Apocalipsis. En Apocalipsis 1: 1 se emplea, en táchei [evn ta,cei], que significa “rápidamente”. No dentro de poco, sino rápidamente en el tiempo. Os doy una serie de referencias en las que se atestigua este sentido de la palabra: • «Y se presentó un ángel del Señor y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, lo despertó, diciendo: “Levántate pronto” [evn ta,cei]. Y las cadenas se le cayeron de las manos.» (Hechos 12: 7). • «Vi al Señor, que me decía: “Date prisa [evn ta,cei] y sal prontamente de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí”.» (Hechos 22: 18). • «Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, adonde él mismo partiría en breve [evn ta,cei].» (Hechos 25: 4). • «Y el Dios de paz aplastará muy pronto [evn ta,cei] a Satanás bajo vuestros pies.» (Romanos 16: 20). • «Me dijo: “Estas palabras son fieles y verdaderas. El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto [evn ta,cei].”» (Apocalipsis 22: 6). En cada uno de estos versículos veis que se trata de una acción que sucede rápidamente. No una acción que viene rápidamente, rápida en el tiempo, sino una acción que en el momento que comience será muy breve. Dicho de otra manera, lo que el Apocalipsis afirma, no es que Jesús va ha venir rápidamente, él mismo dio varias parábolas para decir lo contrario. Por ejemplo, en la parábola de las diez vírgenes, Jesús explica que él no va ha volver muy pronto. Todo está listo para la boda, pero el esposo se retrasa. Hay muchas parábolas que muestran, que pasará mucho tiempo antes de la venida de Jesús. Es lo que se conoce como la teología del retraso. Pero cuando el tiempo del fin se active, será un tiempo de crisis, un tiempo de prueba, y será un tiempo muy corto, porque las cosas irán muy rápidas. Esto es lo que nos dice el Apocalipsis. Es importante, porque su incomprensión, plantea un problema serio a mucha gente. Entonces, cuando el tiempo de crisis llegue, un tiempo de prueba, podemos estar confiados que las cosas no durarán mucho tiempo, Jesús vendrá pronto. Este es el significado de Apocalipsis 1: 1. Esta afirmación la encontramos de nuevo en el capítulo 22: «Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.» (Apocalipsis 22: 6)

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Mejor sería traducir: «Las cosas que ocurrirán rápidamente». El capítulo 22 confirma el capítulo 1, diciéndonos, ahora que Dios ha revelado su plan acerca del regreso de Cristo, podéis tener la seguridad que las cosas irán muy rápido. Todo el libro del Apocalipsis está dominado por una buena nueva. Es el libro de la esperanza por excelencia.

APOCALIPSIS, UNA REVELACIÓN SOBRENATURAL Volvemos al primer versículo, y una nueva idea: «enviándola por medio de su ángel» (Apocalipsis 1: 1). Es una manera de decirnos que la revelación de Dios es de tipo sobrenatural. Los filósofos adquieren sus conceptos a través de la razón; pero ningún filósofo puede encontrar a través de su razón, la revelación del Apocalipsis. Ningún filósofo puede por su razón descubrir al verdadero Dios. El Dios verdadero no puede ser conocido más que por una revelación que venga de él mismo. Podemos descubrir ciertas cosas acerca de Dios, por ejemplo examinando la naturaleza. Pero no siempre la naturaleza nos habla de amor, habiendo como hay, tempestades, terremotos, y toda clase de dificultades de este tipo, no revelan un Dios de amor. Si no tuviéramos la verdadera revelación de Dios, estaríamos confusos. Sócrates, el gran filósofo griego, tuvo la intuición de un dios al que no conocía. En su época había muchos dioses en Grecia, y Sócrates tuvo la audacia de proponer un solo dios por encima de todos los dioses griegos. Pago su audacia con la vida. Fue condenado a muerte y obligado a beber cicuta. Tiempo después, el apóstol Pablo visitó Atenas, y recordaréis lo que les dijo en el Areópago a aquellos sabios filósofos: «Atenienses, en todo observo que sois muy religiosos, porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: “Al dios no conocido”.» (Hechos 17: 21-22). A menudo, los intérpretes dicen, que los griegos tenían tal temor de olvidar algún dios, que habían erigido un altar al dios desconocido, de manera que todos los olvidados pudieran sentirse recordados. Sin embargo, yo creo que no es este el sentido que el apóstol Pablo da en este texto. Lo que el apóstol Pablo quiso decir, es que el dios desconocido, que Sócrates intuyó, él podía revelárselo. El apóstol Pablo, no iba a revelarles ese dios olvidado en la inmensidad de dioses del Panteón griego, sino que iba a revelarles al verdadero Dios, a Aquel que se hace conocer. Y es por medio de Juan que esa revelación llega a nosotros. Es a su siervo Juan que Jesús va a darle la revelación que viene de su Padre. Una conclusión de este primer versículo del Apocalipsis, es que Jesús y su Padre están estrechamente asociados.

CRISTO, EL LOGOS En Apocalipsis 19: 13, Jesús es llamado el logos [lo,goj]. Es la misma palabra que encontramos al comienzo del Evangelio según San Juan. Ahora bien, el Evangelio de Juan se escribió después del Apocalipsis, por tanto, la primera vez que Jesús es llamado el logos es por Juan en el Apocalipsis. Si se traduce como el “verbo”, o bien por la “palabra”, hay que reconocer que en sí mismo no dice gran cosa. Aunque la palabra logos en la lengua griega tiene un significado muy rico, se puede resumir su sentido en tres planos complementarios: • En primer lugar, logos es el pensamiento. Todos aquellos que han estudiado algo de psicología, saben, que un pensamiento que no se expresa, queda en la vaguedad. Es necesario que el pensamiento se exprese para que pueda precisarse.

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• El segundo sentido de logos es, la palabra. El pensamiento que se precisa en una palabra, normalmente desemboca en una acción. • El tercer sentido de la palabra logos: acción. Pensamiento, palabra, acción. Este es el término que el apóstol Juan emplea para designar a Cristo. Como diciéndonos que es a través de Cristo que Dios va a operar, que va a actuar. Y que todo lo más íntimo del pensamiento de Dios, se concretiza en la obra de Cristo. ¡Cuán maravilloso es saber que en Cristo podemos descubrir a Dios! Conocéis esas famosas palabras de Jesús a sus apóstoles: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14: 9). Una de las mayores revelaciones bíblicas se la debemos al apóstol Juan. Todo lo que tiene vida, la toma de Cristo. Los sabios buscan el origen de la vida, es su derecho y su trabajo. Pero el origen de la vida no lo descubrirán, a no ser que se vuelvan a las Sagradas Escrituras, porque el origen de la vida es Cristo. Esta es la gran revelación bíblica. Todo aquello que tiene vida, la toma de Cristo. Es la razón por la cual, no se puede esperar la vida eterna, más que a través de Jesucristo. Cuando el apóstol Pedro dice: «porque no hay otro nombre… dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4: 12), es a esto a lo que hace alusión. Nuestra vida viene de Cristo. Por el pecado interrumpimos el flujo de vida, y para recuperarla, será necesario retornar a Cristo. Como veis, esto se nos dice ya en el primer versículo del Apocalipsis.

JUAN, TRANSMISOR DEL APOCALIPSIS Pasemos al versículo 2: «Que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.» ¿Qué quiere decir este segundo versículo? Que Juan ha sido escogido por Jesucristo para transmitir la revelación de Dios. Y esto es atestiguado por la Palabra de Dios. Lo que significa que Juan ha trasmitido fielmente todo. Juan, Pedro y otros escritores bíblicos repiten la misma idea: que han transmitido aquellos que han visto y oído. Hay pues una gran seguridad en la transmisión del testimonio.

UNA BIENAVENTURANZA Y así llegamos al versículo 3: «Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.» Sabed que la palabra ‘bienaventurado’ se repite siete veces en el Apocalipsis. Siete beatitudes.5 El número siete en la Biblia es siempre simbólico. Está cargado de un doble significado espiritual. Siete es, tres más cuatro. Tres, representa siempre a Dios, y cuatro representa a la tierra con sus cuatro puntos cardinales. Siete, tres más cuatro, representa siempre la intervención de Dios en nuestra historia. Y el objetivo de esta intervención, es la felicidad de los hijos de Dios. ‘Bienaventurado’ es una palabra muy particular en la Biblia. No la ha inventado San Juan, puesto que ya la encontramos en los Evangelios. El maravilloso Sermón de la Montaña comienza con las bienaventuranzas. Ahora bien, en griego hay por lo menos dos maneras de decir bienaventurado o feliz. Son euvdai,mwn [eudaímōn] y maka,rioj [makários]. La primera es una palabra muy interesante. Eu, es el adverbio ‘bien’; dai,mwn [daímōn], designa algo sobrenatural. Es pues, una felicidad que se consigue con el concurso de una serie de circunstancias sobrenaturales. Dicho de 5

‘bienaventurado’: latín “beatus”, de donde se deriva la palabra ‘beatitud’. [N. del E.].

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otra forma, somos felices, eudaímōn, cuando todo va bien. Si viene la enfermedad, un duelo, o dificultades afectivas, o materiales, entonces ya no hay eudaímōn, felicidad. La segunda palabra, makários, escogida por Jesús, implica una verdadera paradoja. Bienaventurados, felices, si sufrís; felices, si sois perseguidos. Aquí algo asombroso, aparentemente contradictorio. La palabra que encontramos en Apocalipsis ‘bienaventurado’, designa una felicidad escatológica. Una felicidad interna. Una paz en el corazón, y no precisamente lo que nos deseamos al felicitarnos en el año nuevo. Cuando deseamos un feliz año, la mayoría de la gente piensa en la salud, el dinero o el placer; acepción que nada tiene que ver con la palabra que encontramos aquí. «Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía.» (Apocalipsis 1: 3). El verbo ‘oír’, en griego, significa también “obedecer”. Me gusta mucho este verbo, porque el verbo ‘obedecer’, tiene a menudo una connotación servil. Aquel que es humillado, oprimido, que está obligado a obedecer. Este no es nunca el sentido de la obediencia que Dios nos pide. El nos pide una obediencia que pasa por el oír, por comprender. Escuchar y comprender a Dios, es descubrir que la ley es el camino de la felicidad. La ley no está ahí para oprimirnos, sino para orientarnos hacia la felicidad. «Bienaventurado el que guarda» (Apocalipsis 22: 7). Si hay que guardar, significa que hay un peligro. Cuando Dios colocó a Adán y Eva en el huerto del Edén, les dijo que debían guardar el huerto. Había un peligro, pues la serpiente se manifestaría.

EL TIEMPO ESTÁ CERCANO El versículo 3 termina diciendo: «porque el tiempo está cerca» (Apocalipsis 1: 3). La palabra ‘tiempo’, aquí también es muy interesante. En griego hay dos palabras para designar tiempo: cro,noj [chrónos] y kairo.j [kairós]. Chrónos es el tiempo del reloj, es el tiempo del calendario. Kairós es la ocasión, es el momento de escoger porque pudiera ser que no volviera. Sin duda conocéis esa famosa declaración del apóstol Pablo en su epístola a los Efesios, donde dice: «Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (5: 16). El apóstol Pablo no dice rescatar el tiempo, como dicen algunas traducciones, pues es imposible rescatar el tiempo. Si ayer yo perdí el tiempo, no puedo hoy recuperar el tiempo de ayer. El chrónos pasado, es perdido definitivamente. Es muy interesante meditar acerca del tiempo, ya que el tiempo es una invención que no existe. Ayer no existe, mañana tampoco. Lo que existe, es hoy, ahora. Lo que me da la ilusión del ayer y del mañana, es mi paso por el tiempo. No es el tiempo el que pasa, soy yo el que pasa. Soy yo el que pierde su pelo, no es el tiempo el que pierde el cabello. Hay una ilusión en relación a la palabra tiempo. Así que el apóstol Pablo no dice, rescatar el tiempo, sino aprovechar la ocasión. Cuando la ocasión pasa, no la desaprovechéis, no la dejéis pasar. Y es esto lo que el apóstol Juan dice aquí, prestad atención. Dios os da una suprema revelación, la cual confía a Jesucristo, y por el intermedio de un ángel la va ha confiar a Juan. Aprovechad la ocasión, porque las ocasiones pasan. No perdáis la ocasión de descubrir esta revelación de Dios. Este es el verdadero significado de este texto.

PRIMERA GRAN VISIÓN DE APOCALIPSIS Pasamos al versículo 4, donde veremos la primera gran visión del Apocalipsis: «Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que

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era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y los lavó de nuestros pecados con su sangre.» (Apocalipsis 1: 45).

Aquí hay una expresión cargada de significado: “gracia y paz”. Es una expresión privilegiada que encontramos en el Nuevo Testamento para expresar lo que Dios desea para nosotros. Gracia y paz, es todo lo que Dios puede ofrecernos. Que la «gracia y la paz os sean dadas, –de parte de aquel– que es, que era y que ha de venir». Estoy seguro que esto os hace pensar en la gran revelación de la zarza ardiendo. Dios sufre viendo a su pueblo en dificultad en Egipto. Llama a su siervo Moisés para que vaya a hablar con Faraón. Y Dios se revela a Moisés en la zarza ardiendo. En una zarza, en un simple arbusto, no en una encina. Y cada vez que la palabra zarza se emplea en la Biblia, en relación con Dios, es para expresar su humildad. ¿Habéis oído hablar de la humildad de Dios? Para mí fue un descubrimiento. Acabo de escribir un artículo, de unas veinticinco páginas, acerca de la fragilidad de Dios. Dios, que nos ha ofrecido la libertad, acepta sufrir a causa de nuestro rechazo. Hay aquí una verdadera humildad de la parte de Dios. ¿No es acaso una demostración de la humildad de Dios, verlo manifestarse en un bebé, que tiene necesidad de todo y de todos? Un bebé que es totalmente dependiente. Ese bebé es, Dios con nosotros. ¡La humildad de Dios! ¡La fragilidad de Dios! Dios se revela a Moisés en una zarza. En hebreo la palabra ‘zarza’ evoca siempre humildad. En un momento dado, Moisés dice a Dios, tú me envías a Faraón, y a tu pueblo. ¿Pero de parte de quién? ¿Quién me envía? Aquí descubrimos algo sorprendente. Es el hecho que Dios no era plenamente conocido cuando Dios se reveló a Moisés. «Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Yahvé, no me di a conocer a ellos.» (Éxodo 6: 3). ¿Os habéis dado cuenta lo que dice el texto? Entre Abraham, Isaac y Jacob de una parte, y Moisés de la otra, hay una progresión en la revelación de Dios. Dios dice a Moisés, no he sido conocido por Abraham, por Isaac, ni Jacob, como me hago conocer por ti. El apóstol Pablo dirá un día en su epístola a los Efesios: en ninguna época anterior a la nuestra, el misterio de Cristo ha sido conocido como hoy se conoce. Hay pues un progreso entre Abraham, Isaac y Jacob en relación a Moisés. Pero hay otro progreso entre Moisés y Jesucristo, es Dios el que se da ha conocer. La manera cómo Dios se revela a Moisés no es fácil de definir. Se ha dicho que Dios se revela a Moisés como el Eterno, como “el que es, que era y que será”. Todavía hoy, los judíos no saben como debe leerse correctamente el famoso tetragrámaton sagrado. Cuatro letras hebraicas, hwhy [YHWH]. Cuatro letras para decir ‘Dios’, son cuatro consonantes. No se sabe que vocales deben asociarse a estas consonantes. Traducir al castellano como “Jehová”, es un error. Para leer el famoso tetragrámaton sagrado, hay que asociar las vocales de Adonai [yn"Üdoa], y se completa como “Jehová”. La lectura, que posiblemente sea la mejor, es Yahvé. Hoy día, cuando los judíos leen el texto, la mayoría de ellos no se atreven a decir Yahvé. Se detienen, y deletrean el tetragrámaton, YHWH, para estar seguros que no se están equivocando, porque lo judíos son conscientes que la revelación de Dios es misteriosa y sagrada. «Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo» (Éxodo 3: 12). Un excelente hebraísta, que enseña en Chicago, ha escrito todo un libro sobre este versículo, para demostrar que no debe leerse «yo estaré», sino «yo seré», o mas bien «llegaré ha ser contigo». Voy a tratar de explicar de otra forma, el sentido de este versículo. Jamás podemos llegar a conocer a Dios de forma definitiva. Dios está siempre acrecentando su manifestación hacia nosotros. Tenemos la tendencia de encerrar a Dios con afirmaciones definitivas, en definiciones definitivas, pero la Biblia no lo hace nunca. De forma que siempre hemos de

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redescubrir a Dios. –Tengo el íntimo convencimiento, que la labor más sagrada de la teología, hoy en día, en el umbral del tercer milenio, es la de redescubrir a Dios. Porque tengo la convicción de que no le conocemos tal como él es. Y que con frecuencia nos falta humildad a la hora de hablar de Dios. Ningún filósofo hablaría de la humildad de Dios o de su fragilidad, y sin embargo la Biblia sí habla.– Vuelvo al texto de Apocalipsis: «Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir» (1: 4). Hay solamente un paso en relación al texto de Éxodo. El libro del Éxodo dice: “el que es, que era y que será” [«Yo soy el que soy»] (3: 14). Apocalipsis dice: «el que es, el que era y que ha de venir» (1: 8). Es decir, Dios no está aquí todavía. Todavía tenemos que descubrir mucho sobre Dios. Para mí esto es una revelación muy importante. «…de los siete espíritus que están delante de su trono. –Se ha discutido mucho sobre este texto. Pero el siete, debe probablemente ser comprendido aquí en un sentido puramente apocalíptico. En una manera de decirnos que el espíritu de Dios es siete. Es decir, que está al servicio de Dios para cumplir el Apocalipsis, la revelación de Dios.– Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano príncipe de los reyes de la tierra.» (Apocalipsis 1: 4-5). La palabra que aquí presenta un problema, es ‘primogénito’, traducción de la palabra griega prwto,tokoj [prōtotokos].

QUÉ ES EL «TESTIMONIO DE JESUCRISTO» «…del testimonio de Jesucristo» (Apocalipsis. 1: 2). La noción de ‘testimonio’ aparece varias veces en el Apocalipsis. –Nosotros, como iglesia adventista, tenemos una teología al respecto un tanto particular.– Reencontramos de nuevo la noción de testimonio en el capítulo 12: «...los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo» (vers. 17). También en el 19: «Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» (vers. 10). ¿Qué significa esto? ¿Qué es el espíritu de la profecía? El testimonio de Dios. Debo razonar sobre esta expresión, de la misma manera que lo hemos hecho acerca de la revelación de Dios. Hemos dicho que revelación de Dios es posiblemente la revelación que viene de Dios, pero puede ser una revelación que viene de Jesucristo. Y aquí encontramos el mismo significado. El testimonio. Jesús vino a dar un testimonio sobre Dios. Dijo a Pilatos: «he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad» (Juan 18: 37). En la oración sacerdotal dice: he venido para hacer conocer a Dios (Juan 17: 3). Encontramos que hay un testimonio, cuyo sujeto o autor es Jesús. Es Jesús el que proporciona ese testimonio. Surge una pregunta: ¿cómo podemos conocer el testimonio de Jesús? Jesús nunca dejó algo escrito. ¿Cómo podemos conocer al Dios que vino a revelar? ¿Cómo podemos conocer la verdad de la cual vino a dar testimonio? Es gracias al Nuevo Testamento. Si los evangelistas no hubieran escrito sobre Jesús, no sabríamos nada acerca de lo que Jesús enseñó. La primera acepción sobre el «testimonio de Jesús» es sin duda el Nuevo Testamento. Gracias a lo que los apóstoles dijeron de Jesús, sabemos lo que este dijo acerca de Dios y de la verdad. Sin el Nuevo Testamento no tendríamos el testimonio de Jesús. Este es el sentido exegético, no podemos ignorar esta verdad y así hay que reconocerlo. No tenemos tiempo para leer todos los textos del Apocalipsis acerca de “testimonio.” Pero todos ellos confirman lo que acabo de decir. Cuando el apóstol Pablo escribe a Timoteo y le dice: «Toda escritura es inspirada por Dios...» (2 Timoteo 3: 16). ¿A qué escritura hace referencia? Se refiere al Antiguo Testamento, pues el Nuevo todavía no existía. Ahora bien, Juan dice en Apocalipsis que «el testimonio de Jesús –es decir, el Nuevo Testamento–, es el espíritu de la profecía» (19: 10).

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Dicho de otra forma, el Nuevo Testamento es tan inspirado como el Antiguo Testamento. Ya sabéis que Jesús prometió la ayuda del Espíritu Santo sobre este asunto. Este es el sentido principal de lo que es el espíritu de la profecía. Una nueva pregunta nos asalta ¿Acaso el Espíritu Santo ha enmudecido, ha dejado de hablar después de la inspiración del Nuevo Testamento? La respuesta es, no. La prueba es que había una promesa hecha a la iglesia por el apóstol Pablo que encontramos en 1 Corintios 12 y 14, y en Efesios 4. Dios promete aquí a su iglesia el don de la profecía. Es gracias al don de la profecía que los apóstoles pudieron escribir la vida y la obra de Jesús. El Espíritu Santo nunca ha cesado de hablar después de la inspiración del Nuevo Testamento. Esta es la razón por la cual tenemos buenas razones para pensar que nuestra iglesia disfruta también del don de profecía, expresada de forma particular en la obra de la hermana Ellen G. White. Si decimos: el espíritu de la profecía es Ellen G. White; no somos fieles al texto. Para serlo, hay que reconocer que el espíritu de la profecía, el testimonio de Jesús, es en primer lugar el Nuevo Testamento. Lo cual no nos impide pensar, y enseñar, que el Espíritu Santo ha continuado manifestándose. La misma hermana White escribió: «Los testimonios escritos no son dados para proporcionar nueva luz, sino para impresionar vívidamente en el corazón las verdades de la inspiración ya reveladas.» (Joyas de los testimonios. T. 2, pág. 280). Así que, los testimonios de Ellen G. White no tienen el propósito de minimizar la palabra de Dios, sino de magnificar y atraer sobre ella toda la atención. Me ha parecido útil daros hasta aquí, un ejemplo del estudio palabra por palabra del libro del Apocalipsis, para mostraros la riqueza que contiene cada palabra inspirada por el espíritu de Dios. Y habréis descubierto que por este método hemos visto en el Apocalipsis nociones sobre Jesús muy interesantes. Más adelante analizaremos las enseñanzas dadas a las siete iglesias, y veremos que el Señor de la iglesia es Jesucristo. La revelación de estas siete cartas están para mostrarnos que Jesús desde lo alto en el cielo es el señor de la iglesia. No estudiaremos con detalle los siete sellos, ni las siete trompetas. Pero sí resumiremos el sentido de estas dos grades visiones.

PARALELISMO DE LAS VISIONES DE APOCALIPSIS Todavía un pequeño paréntesis, para deciros que ha habido en Francia cierta inquietud. Algunos pastores tuvieron la feliz iniciativa de reunirse para estudiar el Apocalipsis. Y se centraron especialmente en la visión de los sellos. Es la segunda gran visión. Y pensaron que esta visión era históricamente continuación de las siete cartas. Con anterioridad, un médico americano ya había escrito un libro en la misma línea. De manera que en Francia corrieron dos enseñanzas opuestas sobre esta parte del Apocalipsis. La Asociación General estableció un comité de investigación para estudiar el asunto de forma sistemática y llegaron a la conclusión que esta forma de entender el texto es inexacta. Debemos aceptar el principio de paralelismo de las dos visiones. Nuestra iglesia ha estudiado mucho estos últimos años lo que se conoce como “la estructura literaria” del Apocalipsis. Es muy interesante, pero es demasiado técnico y no me parece útil hablaros sobre ello. Sin embargo, sí es muy importante saber que las visiones del Apocalipsis son todas paralelas. Tenemos la visión de las siete cartas a las siete iglesias. Después, volviendo a Jesucristo encontramos la visión de los siete sellos. Y volviendo de nuevo a Jesucristo, tenemos la visión de las siete trompetas. Estas tres visiones son paralelas. Cada una parte de la primera venida de Jesús y termina en su segunda venida.

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CUÁL ES EL «DÍA DEL SEÑOR» «Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.» (Apocalipsis 1: 10). ¿Qué significa esto? Muchos teólogos pretenden decir que Juan tuvo esta visión en domingo. El día del Señor, dominica die, es el domingo. Luego Juan debió tener la visión en domingo. Pero la expresión en latín, dominica die, para designar al domingo, vino mucho más tarde. Es históricamente falso tomar esta expresión para designar la fecha de la visión. Algunos de nuestros teólogos adventistas dicen, no era domingo sino sábado. El día del Señor no es el domingo, sino el sábado, porque Jesús dijo que él era Señor del sábado. No os oculto que me cuesta aceptar esta interpretación, por varias razones. Primera razón: la expresión “día del Señor” no era empleada en esa época para designar al sábado. Segunda razón: desde el punto de vista de la gramatical, pretender que tenemos aquí la fecha de la visión, es forzar la gramática griega. Tercera razón: ¿qué importancia puede tener que Juan tuviera la visión en domingo, en sábado o en miércoles? ¿Puede cambiar alguna cosa? No añade nada al valor del texto. Sin embargo, la expresión “día del Señor,” es frecuentemente empleada, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento para señalar el regreso de Jesús. Este es el día del Señor. Dicho de otra manera, lo que el espíritu del Señor afirma en este versículo, no es la fecha de la visión, sino el objetivo de la visión. ¿Qué es lo que Dios reveló a Jesús y por este a Juan? Nos hemos concentrado tratando de descubrir el sentido de esta revelación. Y hemos dicho que Dios va a revelar la obra de Cristo en el Santuario Celestial. Nos va a mostrar que esta obra arranca en su encarnación y llega hasta el regreso de Jesús, hasta la apoteosis, hasta la parusía. Este es el día del Señor. Esta es la razón por la cual, cada visión, partiendo de la encarnación, llega hasta el regreso de Jesús.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS P. Considerando que no siempre tenemos el privilegio de tener entre nosotros un especialista como el pastor Stéveny, le pregunto si podría darnos alguna orientación para sacar mayor provecho del estudio del Apocalipsis. R. Le responderé de forma matizada en dos planos. Primero. Tengo la convicción que si Dios inspiró la Biblia, también está dispuesto a inspirar al lector que quiera comprenderla. Aquel, que sin ser especialista, lee el Apocalipsis con un espíritu de oración, extraerá grandes bendiciones. Esta es mi profunda convicción. Hay una bendición prometida por Dios para aquellos que estudian este libro del Apocalipsis. Y en consecuencia Dios ayuda a aquellos que lo estudian seriamente, incluso sin ser un especialista. Segundo. Lógicamente, si Dios ha creado su iglesia, también le ha prometido dones particulares. En Efesios 4, Pablo dice claramente que «constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y doctores» (Efesios 4: 11). En griego, la palabra doctor (dida,skaloj [didáskalos]) significa “aquel que enseña”. En la iglesia hay diversos dones, incluido el de la enseñanza. Por tanto, aquellos que estudian por sí mismos el Apocalipsis, encontrarán en la iglesia, gracias al don que le ha dado, la ayuda que les sea necesaria para ir más lejos en su comprensión. Actualmente la iglesia hace en este dominio una obra grandiosa. Para daros un solo ejemplo, el Comentario Bíblico Adventista,6 ved hasta que punto esta obra es considerable y de un valor extraordinario. Por tanto, aquellos que quieren ir más lejos en el estudio, me parece necesario que deben tener las herramientas necesarias.

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NICHOL, F. D.; COTTRELL, R. F.; NEUFFER, J. (eds.). Comentario bíblico adventista del séptimo día. 7 tomos. Ed. esp. Mountain View (California): Publicaciones Interamericanas-Pacific Press Publishing Association, 1978ss.

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P. Llegando a la conclusión de que Dios se da ha conocer progresivamente ¿Hemos de entender que ya se ha revelado del todo, y es el hombre quien lo tiene que ir descubriendo, o por el contrario debemos de entender que Dios aún no se ha revelado del todo? R. Pienso que la revelación de Dios, la más perfecta que podamos tener, es Jesucristo. Jesucristo sobrepasa la naturaleza, la conciencia, la historia e incluso a la Biblia. Conocéis el comienzo de la epístola a los Hebreos: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.» (1: 1). Vemos que aquí se habla de la cima. Si Jesús dijo: «quien me ha visto, ha visto al Padre» (Juan 14: 9), es porque el máximo de la revelación la tenemos en Jesucristo. Pero, ¿conocemos a Jesús perfectamente? Jesucristo vino velado con nuestra propia naturaleza. Muchos encontraron a Jesucristo sin saber que era el Hijo de Dios. No obstante, a Jesucristo no lo descubriremos perfectamente hasta que él vuelva. Si bien es cierto que Dios nos ha dado todo lo necesario para conocerlo, y el máximo fue Jesús; es cuando Jesucristo vuelva, cuando lo veremos tal como él es, y entonces seremos metamorfoseados a su imagen. Creo que no es contradictorio decir que Dios se ha revelado perfectamente, y que nosotros tenemos muchas cosas todavía que descubrir en relación a él.

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3ª PONENCIA. LUNES

PRIMERA GRAN VISIÓN: LAS SIETE CARTAS A LAS SIETE IGLESIAS CRISTO REVELADOR DE LA VERDAD Hemos visto que el Apocalipsis contiene una revelación especial de Dios. Por supuesto, toda la Biblia está inspirada por Dios, pero nuestro Padre celestial ha querido darnos un mensaje muy especial. Y este mensaje nos ha sido dado por medio de visiones.

BOSQUEJO DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS Se acepta el hecho que hay en el Apocalipsis siete grandes visiones. • Primera: Siete cartas a las siete iglesias. • Segunda: Los siete sellos de la historia. • Tercera: Las siete trompetas. • Cuarta: En el centro del libro la famosa triada, es decir, el demonio, la bestia del mar y la bestia de la tierra. • Quinta: Las siete plagas. • Sexta: Los castigos enviados sobre la ramera. • Séptima: La Nueva Jerusalén. ¿Por qué repetir lo que ya sabéis todos vosotros? Para atraer vuestra atención sobre un detalle importante: • La primera visión se introduce por los siete candeleros de oro. • La segunda visión es introducida por la mesa de los panes de la proposición, que se corresponde con el trono. • La tercera visión se introduce con el altar de los perfumes, y vemos que aquí nos encontramos en el lugar santo del santuario. A la entrada del lugar santo, en la parte izquierda tenemos el candelabro de siete brazos. A la derecha, la mesa con los panes de la proposición. Y en el frente, el altar de los perfumes. • Si continuamos observando las siete visiones, descubrimos que la cuarta es introducida por la visión del arca de la alianza. Y así pasamos del lugar santo, al santísimo. • Después está la visión del mar de vidrio. Y si estudiamos Ezequiel capítulo 1, descubrimos que ese mar de vidrio se abre delante de Dios. Y el texto dice que estamos encima del cielo. Podríamos leer muchas referencias, pero no tenemos tiempo en esta ocasión. En Ezequiel 1: 22, 25 veréis que Dios está encima del cielo. –Es sorprendente. Tenemos la costumbre de poner a Dios en el cielo, pero la Biblia lo sitúa encima del cielo.– Aquí estamos en el umbral de la quinta visión. • En la sexta visión nos encontramos en pleno desierto. Es la introducción sobre la visión de la gran ramera: «Me llevó en el Espíritu al desierto» (Apocalipsis 17: 3). Ciertamente es el desierto el que rodea al santuario. El santuario fue construido en pleno desierto. • Finalmente, la última visión se introduce por la Nueva Jerusalén. Podemos decir pues, que las tres primeras grandes visiones se articulan alrededor del lugar santo, y las cuatro últimas alrededor del lugar santísimo. Y a través de estas últimas visiones se nos conduce al final de la historia. Las tres primeras visiones son paralelas, comienzan con la encarnación de Jesús, de su

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primera venida, y llegan hasta la parusía. Estas serían las tres primeras visiones, y las cuatro últimas desarrollan los acontecimientos del fin. Podemos decir que aquí nos encontramos alrededor del año 1844. Un estudio atento de la historia así lo confirma. He aquí el plan general del libro del Apocalipsis. Observaréis que el número siete se repite constantemente, aparece más de 50 veces en el Apocalipsis. Tiene un significado simbólico, indica siempre la acción de Dios en la historia humana. Es gracias a esa acción que nuestra historia se convierte en historia de la salvación.

CUATRO ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN DEL APOCALIPSIS Todavía una consideración introductoria más. ¿Cómo deben ser interpretadas esas siete visiones? Sin duda no ignoráis, que los intérpretes del Apocalipsis se agrupan alrededor de cuatro grandes sistemas. • Al primer sistema se le conoce como preterista. Muchos exegetas hoy escogen este sistema. ¿En que consiste? Dicen que todo lo escrito en el Apocalipsis se cumplió ya en los días de Juan. No hay en el libro del Apocalipsis ninguna proyección profética. Se trata únicamente de una narración histórica contemporánea de los días de Juan. Pero un estudio atento del libro muestra que esto no es posible. «Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas» (Apocalipsis 4: 1). La expresión griega significa “en la continuación del tiempo”. Esta sola indicación prueba que hay una perspectiva de tiempo en el libro del Apocalipsis. Al llegar a los capítulos 13 y 17 del libro, es totalmente imposible explicar estos capítulos a la luz de la historia contemporánea de Juan. De manera que debe abandonarse el sistema preterista. Contiene algo de verdad, es cierto que Juan escribió a las iglesias que se mencionan, y que estas iglesias están involucradas en el mensaje. Lo que resulta grandioso en la Biblia, es el hecho que siempre se enraíza en la historia. No es una filosofía en las nubes, sino una enseñanza concreta en la historia. • El segundo sistema de interpretación, está en el lado opuesto. En lugar de ver todo en el pasado, todo está puesto en el futuro. Y a esta escuela se le conoce como futurista. Muchos teólogos católicos han aceptado este modelo de interpretación. Y por una razón fácil de comprender. Todo lo que afecta a la historia de la iglesia es borrado, olvidado. Es evidente que una gran parte del Apocalipsis, como acabo de decir, se enraíza en la historia, y que no concierne solamente al futuro. • El tercer sistema, es el conocido como idealista, o simbólico, en la que nada hay de histórico, sino solamente una enseñanza teológica dado bajo la forma de símbolos. Estamos de acuerdo que hay mucho de simbólico en el Apocalipsis. Y que también se ocupa de la numerología, la ciencia del razonamiento por medio de los números. Efectivamente hay mucho simbolismo en el Apocalipsis, pero no elimina en absoluto la historicidad del texto. Hemos eliminado el sistema preterista, que coloca todo en el pasado. Hemos eliminado el sistema futurista, que pone todo en el futuro. Y también el sistema idealista, que hace desaparecer la historia. • Nos queda un último sistema: Es la escuela historicista, que reconoce que los hechos parten de la historia contemporánea en los días de Juan, con una proyección profética de la historia de la iglesia en el transcurso del tiempo. En la época antigua de la iglesia cristiana, muchos comentaristas adoptaron ya este sistema. También, la mayor parte de reformadores adoptaron este sistema. Como adventistas, no estamos solos a la hora de

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adoptar este sistema de interpretación. Lo que si debemos decir, es que hoy molesta a muchos teólogos por causa de sus implicaciones.

PRIMERA GRAN VISÓN Con anterioridad os decía sobre Apocalipsis 1:10, que el objetivo del Apocalipsis es llegar hasta los acontecimientos que preceden al regreso de Jesús. Y en el versículo 11, Juan recibe la orden de escribir a las siete iglesias: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia, a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.» (1: 11). Esta es la orden que recibe Juan de parte de Dios y transmitida por Jesús. Es sorprendente, porque las iglesias citadas no son las más importantes en los días de Juan. Por ejemplo, por qué no cita Colosas, teniendo en cuenta que ya les había dirigido una epístola, o Troas, o Heriápolios que tanta relación tuvieron con Pablo. Esto añade más dificultad a la interpretación que debe darse a esta primera gran visión. Lo primero que descubrimos es que esas siete ciudades se encontraban en un circuito. Se partía de un punto y se volvía al mismo lugar, después de haber visitado las siete iglesias. Es como si se nos dijera que la historia de la iglesia que va a comenzar, parte de la iglesia fundada por Jesucristo, para recorrer a través de los siglos, las diferentes etapas de esta iglesia. Ciertamente las siete iglesias reciben el mensaje, pero también es cierto que esos mensajes no están destinados solamente a las iglesias mencionadas. Leamos algunos versículos, «el espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 2: 7, 11. 17. 29; 3: 6, 13, 22), en todos ellos se habla en plural. Lo que se dice a las siete iglesias mencionadas, concierne a todas ellas. Podemos afirmar que afecta no solamente a las iglesias de esa época, sino a las iglesias de todas las épocas. Razón por la cual, cuando vemos a Jesús en medio de los candeleros, se trata de un misterio. «El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro.» (Apocalipsis 1: 20). Os recuerdo que la palabra ‘misterio’ en la Biblia no designa algo desconocido, sino una verdad que solamente Dios puede revelarnos. El hecho que las iglesias sean comparadas a estrellas, nos conduce a pensar que podemos prolongar estas siete cartas para descubrir gracias a ellas las siete grandes etapas de la iglesia en el tiempo.

Cristo en medio de los candeleros Apocalipsis 1: 12-20. Aquí vemos la visión de Cristo en medio de los candeleros. Hemos dicho anteriormente que nos encontramos aquí en el corazón del lugar santo del santuario. Debemos comprender que Dios ha querido por este medio indicarnos una verdad fundamental. El Señor está en medio de los candeleros. Y quiere decirnos que él es el Señor de la iglesia. Jesús es quien utilizó por primera vez la palabra iglesia. La primera mención se debe a Jesucristo. Lo tenemos registrado en Mateo: «sobre esta roca edificaré mi iglesia» (16: 18). Ya en el comienzo de esta visión del Apocalipsis descubrimos que Cristo va ha edificar su iglesia. Cristo el Señor de su iglesia. Otra cosa que descubrimos de la lectura del texto, es que cada uno de los rasgos característicos de Jesús en esta primera visión, servirá de introducción a las siete iglesias. La introducción a cada una de las siete cartas, retoma uno de los rasgos distintivos de Cristo en la visión de los candeleros. • Hijo del Hombre. Otra verdad es que Jesús aparece aquí como «hijo del hombre». Os

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recuerdo el significado de esta expresión en la Biblia. El primero, y muy obvio, “hijo del hombre” es un hombre. Alguien que desciende del hombre, y que es hombre totalmente. Cuando se dice que Jesús es hijo del hombre, se insiste sobre su humanidad. Hay un segundo significado, y es que en las religiones esotéricas griegas contemporáneas de Jesús, se denominaba “hijo del hombre” a un hombre tipo, modelo, un hombre perfecto. Sin duda este significado se acomoda perfectamente a Jesús. El apóstol Pedro dice que vino para darnos un ejemplo a seguir. La expresión hijo del hombre todavía tiene una tercera connotación semántica. Es Daniel quien la utiliza por primera vez, cuando ve en el corazón de su primera visión, en Daniel capítulo 7, a Cristo como «hijo del hombre» en una escena de juicio. La connotación profética de la expresión “hijo del hombre” es aquel que restablecerá todas las cosas al fin de los tiempos. Al designar aquí a Jesús como «hijo del hombre», en el corazón de esta primera visión, se nos recuerda su humanidad, la perfección de su ejemplo, y también que es él quien restablecerá todas las cosas al orden primitivo. Y es evidente que Juan pensaba en el libro de Daniel al escribir este pasaje. • Santuario celestial. El vestido de Jesús nos recuerda al sumo sacerdote. Os recuerdo el texto magistral de Hebreos: «el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos un tal sumo sacerdote» (8: 1). El autor de la epístola a los Hebreos dice, que la cima de la epístola es el hecho que Jesús es para nosotros nuestro sumo sacerdote. Recordar que todo el Apocalipsis esta escrito en relación con el lugar santo y santísimo. Descubrimos a Cristo en el santuario celestial. Estamos actualmente en el Santuario Celestial, y aquí me permito abrir un pequeño paréntesis, porque creo, que cuando hablamos del santuario celestial, olvidamos frecuentemente algo muy esencial. Leemos: «Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.» (Efesios 2: 6). ¿Quiénes son esos «nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús»? Vosotros y yo. ¿Dónde estamos ahora? Estamos a la vez en la Tierra, y en el santuario celestial. ¿Por qué? Porque Cristo es la cabeza del cuerpo de la iglesia. Y Cristo no está decapitado, no tiene la cabeza en el cielo y el cuerpo en la tierra. ¿Habíais pensado en esto alguna vez? ¿Sabíais que estáis actualmente en el santuario celestial? Afirmo que si no comprendemos esto, toda la teología del santuario celestial cojea. Porque cuando Daniel anuncia la purificación del santuario celestial, no significa que allí arriba ocurre algo que no nos afecta a nosotros. Sino que la purificación del santuario nos afecta directamente a nosotros, y también al cielo, ¿Por qué? Por algo que vimos el sábado a la hora del culto. ¿Cómo podemos llegar a la santificación exigida por Dios? ¿Cómo podemos alcanzar la perfección que Dios pide, hasta la estatura perfecta de Cristo? La respuesta que os sugerí el sábado por la mañana era, no por nuestra obediencia, no mediante nuestros esfuerzos para imitar a Jesús. Sino por el abandono en las manos de Jesús. Suplicando a Cristo que viva constantemente en nosotros. Y haciendo todo aquello que depende de nosotros, para vivir en Cristo. Si examináis todos los textos del Nuevo Testamento que hablan de ello, descubriréis que esto significa tener los pensamientos de Cristo, las palabras de Cristo, las obras de Cristo, el amor de Cristo y a veces los sufrimientos de Cristo. Pablo decía: «completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, en favor de su cuerpo, que es la iglesia.» (Colosenses 1: 24, NBJ). Esto es vivir en Cristo. Esta es la razón por la cual la purificación del santuario celestial no es solamente un juicio que se realiza allá arriba consultando unos libros. Es algo mucho más serio. Es una obra que Cristo realiza en el cielo para conducir a su iglesia al estado de santificación sin la cual nadie verá al Señor. Ya veis que es algo muy importante. Jesucristo nuestro sumo

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sacerdote. • Características del Hijo del Hombre. Se habla de la cabeza de Jesús: «Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve» (Apocalipsis 1: 14). –La misma reseña encontramos en Daniel 7: 9.– También se habla de los ojos de Jesús: «sus ojos como llama de fuego» (Apocalipsis 1: 14). –La misma declaración encontramos en Daniel 10: 6.– Y los pies de Jesús «como bronce bruñido» (Apocalipsis 1: 15). Jesús ve. Jesús tiene la estabilidad del bronce. El carácter metálico marca su estabilidad, su potencia. La iglesia fluctúa. La iglesia se agita. La iglesia resbala. Pero no Cristo, él siempre permanece estable. Y el peligro al que estamos expuestos en la iglesia, es querer adaptarla a los tiempos que vivimos. No es Cristo quien debe adaptarse a nuestro tiempo, sino somos nosotros quienes debemos adaptarnos a Cristo. También se nos habla de «su voz como estruendo de muchas aguas» (Apocalipsis 1: 15). –Lo mismo en Daniel 10: 6.– Esto evoca la suprema autoridad del Hijo del hombre. Debo añadir, que por supuesto, esto no son imágenes pictóricas, aunque si lo son en cierta medida. Si conocéis la obra de Durero, amigo del gran reformador Lutero, sabréis que plasmó en imágenes las visiones del Apocalipsis. Hay pues un aspecto pictórico en el Apocalipsis, pero hay que sobrepasar este aspecto ya que sus imágenes tienen un significado. • Soy el Alfa y la Omega. «Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.» (Apocalipsis 1:17-18).

Es la primera vez que Jesús habla en el Apocalipsis. ¿Y qué dice?: «Yo soy el primero y el último –no tengas miedo–, y estuve muerto, mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.» Estas palabras dominan todo el Apocalipsis, y de un extremo al otro va ha mostrarnos como el Señor de la iglesia conseguirá la victoria sobre la muerte. Aquí se le llama «el Alfa y la Omega», titulo que se le da al mismo Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso» (Apocalipsis 1: 8). Y Jesús recibe también este título en: «Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último» (Apocalipsis 22: 13). Daos cuenta cuan importante es ver que todo lo que se dice del Padre se puede decir también del Hijo. Para mí fue un descubrimiento. No se si os he confesado que tuve un tiempo dudas en admitir que Jesús era Dios. Cuando me encontraba inmerso en mis estudios filosóficos tuve serias dudas al respecto. Pero cuando descubrí que el Nuevo Testamento dice de Jesús todo lo que la Biblia dice sobre JHWH, comprendí que hay una reciprocidad entre los dos. El Padre es el pastor, el Hijo es el pastor. Roca es el Padre y roca es el Hijo. El Padre es el libertador y también lo es el Hijo. El Padre es justicia y el Hijo es justicia. El Padre es la sabiduría y el Hijo es la sabiduría. El Padre y el Hijo son el Alfa y la Omega. Y así podríamos continuar. ¿Cómo dudar que entre el Padre y el Hijo haya una relación extraordinaria? Visto esto, no hay duda en reconocer la divinidad de Jesucristo. Se dice también que está vivo, «el viviente» (Apocalipsis 1: 18). Y una vez más es un título divino. En el libro de Josué Dios es llamado el viviente: «En esto conoceréis que el Dios viviente está en medio de vosotros» (3: 10). Dios es el viviente y Jesús es el viviente. Hay pues una transferencia de todos los atributos de Dios el Padre, sobre su hijo Jesucristo. • Jesús tiene las llaves de la muerte. Llegamos al final de esta primera parte de la visión,

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donde se dice que las llaves de la muerte le son dadas a Jesús. Si tengo tiempo volveré mas tarde al asunto de las llaves. Retengamos por el momento el hecho que Jesús domina la muerte. La muerte cede delante de él. Conocéis el texto de Hebreos 2: 14, Jesús vino para vencer a la muerte. Se discute mucho acerca del por que vino Jesús a la tierra. Durante las vacaciones de este verano me he volcado en el estudio de este asunto. He releído todo el Nuevo Testamento y he subrayado todos los textos que dicen por qué Jesús vino entre nosotros. Si queréis hacer un estudio interesante, os recomiendo que os centréis en este tema. Jamás descubriréis que Jesús vino a morir a la tierra, aunque muchos cristianos sigan afirmándolo. Descubriréis más de treinta razones por las cuales Jesús vino: Para dar testimonio de la verdad; para decir a los hombres que sus obras son malas; revelar a Dios como Padre; y una larga serie de razones. Cristo vino también, no a morir, sino para vencer a la muerte. Es gracias a Jesús que la muerte ya no es un enemigo. • Jesús sabe, conoce. Terminando el sucinto vuelo de esta parte del texto, notad una afirmación muy importante. Cristo sabe, conoce: «Yo conozco tus obras» (Apocalipsis 2: 2). «Yo conozco tus obras, tu tribulación» (Apocalipsis 2: 9). «Yo conozco tus obras y dónde moras, donde esta el trono de Satanás» (Apocalipsis 2: 13). Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia» (Apocalipsis 2: 19). «Yo conozco tus obras» (Apocalipsis 3: 1, 15). Cuando una declaración se repite de esta manera, es como cuando un martillo clava un clavo. Es como decirnos, no lo olvidéis jamás. Jesús es el Señor de la iglesia, conoce a su iglesia, y nada se le escapa a su vista de fuego. Y en cuanto a nosotros, pensemos que no podemos escapar a la mirada de Jesús. Hecha la introducción, vamos ahora a considerar las siete cartas a las iglesias.

CRISTO EDIFICA SU IGLESIA Carta a la iglesia de Efeso La introducción la encontramos en el primer versículo: «Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto.» (Apocalipsis 2: 1). Habréis reconocido que es exactamente lo que se dice en la primera visión de Jesús. Cristo tiene siete estrellas en su mando derecha; y las estrellas representan la iglesia. Una o dos palabras para precisar que el texto dice: «el que tiene las siete estrellas» (Apocalipsis 2: 1). El verbo griego que aquí se emplea es muy fuerte, significa “tener firmemente”, “con fuerza”. No teniendo débilmente, que pueda caer, sino teniendo con perseverancia. Él tiene las estrellas en su mano derecha. Si leéis las referencias que os indico, veréis que la mano derecha es siempre sinónimo de poder. Y el hecho que anda en medio de los candeleros, significa que está en acción, en actividad. Y vimos ayer que Dios se nos presenta no solamente como aquel que era, y que es, sino también como aquel que viene. Hay un dinamismo de Dios en la historia. ¡Hermanos, es muy importante saber esto! Ayer, al final de la exposición, una persona me preguntó si es posible sentir al Espíritu Santo. Leímos algunos textos muy concretos y le respondí que no, no se siente. No es cuestión de sentir, sino de saber. Lo que Cristo sabe, nos lo revela. Mirando la historia contemporánea, sentimos a veces la impresión que nada marcha bien. Todo el mundo está inquieto, todo el mundo se pregunta que sucederá en el tercer milenio. Gracias al Apocalipsis nosotros sabemos que Cristo camina en medio de su iglesia. Y que a pesar de todos los sufrimientos y todas dificultades que podamos pasar, él triunfará. «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 2: 7). Cada vez 42

que encontréis esta expresión en la Biblia, estad seguros que ahí hay un enigma. Algo oculto que debe ser revelado. Cada vez que Cristo emplea esta expresión, hay algo que debemos descubrir en el texto. Y aquí también ocurre lo mismo. Hay que descubrir, que ya al final del primer siglo, cuando Juan escribía el Apocalipsis en la isla de Patmos, Jesús estaba ya decepcionado. Decepcionado de su iglesia, de su corazón. ¿Por qué? Porque su primer amor había desaparecido. Os recuerdo lo que decía el sábado por la mañana. Cuando Mateo dice: «sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (5: 48). Lucas repite las mismas palabras, pero diciendo: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (6: 36). La iglesia adventista tiene, desgraciadamente, la reputación de tener un cierto espíritu de crítica. Es la contrapartida de la fraternidad. Nos conocemos todos, hay afecto, nos vemos frecuentemente, pero el peligro está en la crítica. Y cuando una iglesia se da a la crítica, hace llorar a Jesús. Cristo lamenta precisamente al final del primer siglo que ha perdido su primer amor. Del texto podemos deducir el aspecto histórico, y Efeso corresponde a la iglesia primitiva, a la iglesia apostólica, iglesia que trabaja, es dinámica, pero no tiene amor. Hay una promesa maravillosa a la iglesia de Efeso. Apocalipsis 2:7. «Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios» (Apocalipsis2: 7). Todos sabéis el significado de árbol de la vida. Era el árbol que se encontraba en el huerto del Edén, para decir a Adán y Eva, y por medio de ellos, a todos nosotros, que no somos dioses. No poseéis vida en vosotros mismos. Si queréis vivir, tenéis necesidad de recibir la vida. Y esta vida no se puede recibir sino a través de Cristo. Cuando se promete a los que vencieren que podrán comer del árbol de la vida, se les está prometiendo la vida eterna. No tenemos tiempo de detenernos sobre el aspecto psicológico del árbol. El árbol es un arquetipo. Si dais una hoja de papel a un niño, y un lapicero, y le pedís que dibuje un árbol. Luego se lo mostráis a un psicólogo, y veréis que descubrirá sobre su inconsciente multitud de cosas fantásticas. Tuve la oportunidad de hacer este test con una serie de niños, en ocasión de unos programas que presenté en la radio. No es sin razón que el salmo primero compara los hombres a los árboles. El árbol de vida, es el Hijo del Hombre. Es el hombre tipo, es Cristo.

Carta a la iglesia de Esmirna «Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió dice esto.» (Apocalipsis 2: 8). Quien dice esto, «es el primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió». Es una declaración que ya hemos encontrado en la visión inaugural. «El primero y el postrero», es también una expresión que encontramos en el Antiguo Testamento que se dice de Dios (Isaías 44: 6; 48: 12). ¿Qué se quiere decir cuando se afirma que Dios es el primero y el postrero? Que no hay nada fuera de él. Por muy arriba que vayamos, allí está él. Por lejos que vayamos, allí estará él. Es lo que dice David en el Salmo 139: 7-10 «¿A dónde huiré de tu presencia?» Es la misma idea. Él es el primero y el último. De nuevo lo que se dice del Padre, se dice también del Hijo. Este título se atribuye tres veces a Jesús en el Apocalipsis. El texto dice: «el que estuvo muerto y vivió» (Apocalipsis 2: 8). Ya hemos dicho que esta fue una de las razones por las cuales vino aquí a la tierra. Lo cual nos suscita una pregunta. ¿Por qué venció a la muerte? ¿Por qué era necesario Jesús para vencer a la muerte? La respuesta es evidente. La da el apóstol Pedro en su discurso después del día de

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Pentecostés: «Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.» (Hechos 2: 24). ¿Por qué resucitó Dios a Jesús? El apóstol Pedro dice: «por cuanto era imposible que fuese retenido por ella». ¿Y por qué no era posible? Porque la muerte es la paga del pecado, y puesto que Jesús nunca pecó sería injusto que muriera. Jesús en uno de sus discursos después de celebrar la Santa Cena, dijo: el hecho que me vayan a matar, es la prueba que el mundo está en pecado. El mundo que me va ha matar, siendo que yo nunca he pecado, firma su condena de muerte. ¿No es extraordinario? (Juan 16). Y Jesús añade: el Padre me resucitará, y esta será la prueba de la justicia de Dios. La crucifixión de Jesús, es la prueba del pecado del mundo; su resurrección, prueba de la justicia de Dios. Si Dios hubiera dejado a Jesús en la muerte, hubiera sido injusto, y no podríamos tener esperanza en Dios. Pero Jesús, por su perfecta obediencia, fue elevado a la perfección. Así se afirma dos veces en la epístola a los Hebreos. En consecuencia la muerte hubiera sido una injusticia. Es así como Jesús venció a la muerte. Y por este hecho es llamado el primogénito entre los muertos. ‘Primogénito’ es una expresión griega (prwto,tokoj [prōºtótokos]). Los testigos de Jehová emplean mucho esta expresión para decir que Jesús no es Dios. Dicen que Jesús es el primero de lo que Dios creó. Leamos: «Yo también le pondré por primogénito. El más excelso de los reyes de la tierra.» (Salmo 89: 27). Dios dice de David que lo hará el primogénito. ¿Acaso David era el primogénito? Absolutamente, no. Era el más joven. Cuando Samuel fue enviado a escoger a aquel que habría de ser el rey, David se encontraba paciendo las ovejas. Su padre ni siquiera le había hecho venir a la casa. Era el más joven, y sin embargo es llamado el primogénito. Primogénito significa en la Biblia, “escogido por Dios”, “querido”, “amado de Dios”. Podría citaros otros muchos ejemplos. De manera que cuando Jesús es llamado el prōºtótokos, no debe darse a esta expresión un carácter cronológico, sino un significado afectivo. Ver también Éxodo 4 y Efesios 1. La conclusión sobre la iglesia de Esmirna está en: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la muerte segunda.» (Apocalipsis 2: 11). Me parece que esto está claro para cada uno de nosotros. Desde el punto de vista histórico, aplicamos este período de la iglesia a los siglos II y III, hasta la persecución de Diocleciano, que terminó el año 313 d. C.

Carta a la iglesia de Pérgamo El significado de Pérgamo es “elevación”. Con las dos primeras cartas asistimos a la formación de la iglesia. Jesús, el Señor de la iglesia, edifica su iglesia. En Pérgamo asistimos a la deformación de la iglesia. Si Jesús es el que edifica, y estimula a su iglesia, aquí se convierte en aquel que juzga. «Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto.» (Apocalipsis 2: 12). Se dice que lleva la espada. Y la espada es siempre un signo de juicio. No tenemos tiempo de leer los textos. Pero sabemos que el período de esta carta, corresponde a la iglesia elevada por Constantino, del año 313 al 538 d. C. aproximadamente, después del Edicto de Milán hasta el famoso Decreto de Justiniano, del cual nos ocuparemos a propósito del capítulo trece. Decreto que concede al obispo de Roma, por primera vez en la historia, plenos poderes sobre los otros obispos incluido el de Constantinopla. ¿Cuál es la promesa a esta iglesia? «Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno

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conoce sino aquel que lo recibe.» (Apocalipsis 2: 17). El maná escondido es sin duda una alusión a lo que ocurrió en el desierto. Mientras Israel se encontraba en plena prueba, Dios cuidó de ellos. Esto es lo que evoca el maná. Hoy, la iglesia también está en plena prueba, pero aquel que escudriña las escrituras encontrará el alimento del cual tiene necesidad. Es el maná escondido. Y el hecho de recibir un nombre nuevo, es una alusión a la metamorfosis de nuestro carácter. También recibe una piedrecita blanca, alusión a la defensa en el juicio. «Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.» (Romanos 8: 1).

Carta a la Iglesia de Tiatira Cristo aparece aquí como siendo el censor de la Iglesia. «Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto.» (Apocalipsis 2: 18). Es el único versículo en todo el Apocalipsis, en el cual Jesús es llamado Hijo de Dios. –Os recuerdo que tampoco aquí debemos dar a la palabra ‘hijo’ un significado cronológico.– Hijo de Dios no significa que un día surgió de Dios. Por culpa de haberlo comprendido de esta manera, Calvino hizo quemar a Miguel Servet que no creía en la divinidad eterna de Jesús. Perseguido se refugió en Ginebra, y se hizo amigo de Calvino. Un día Calvino descubrió que Miguel Servet no creía en la divinidad eterna de Jesucristo. Servet decía, Jesús es hijo, por tanto hay un momento en la historia que él no existía. Hubo un momento en el que el Padre existente, puso al Hijo en el mundo. Por tanto Jesús no es eterno. Y si no es eterno, no es Dios. Cuando Calvino se enteró hizo quemar a Miguel Servet. Es en la plaza Champel de Ginebra donde levantaron la hoguera. En el último momento parece ser que Calvino tuvo cierto temor, y subiéndose a la hoguera le dijo: «Miguel, solamente diciendo que Jesús es el Hijo eterno de Dios, eres libre. Hijo eterno de Dios, y eres libre.» Y Servet contestó: «Yo creo que Jesús es, el Hijo de Dios eterno». Calvino descendió de la pira y ordenó prenderle fuego. He aquí hasta donde se llega por la mala comprensión de las palabras bíblicas. «Jesús Hijo de Dios». Podría mostraros con más de veinte ejemplos, en el Nuevo Testamento, que hijo no tiene que tener precisamente ese sentido. Hijo significa que tiene, que posee el mismo carácter; que vive con una alianza y una relación especial. Cuando decimos que Jesús es el Hijo de Dios, y el unigénito de Dios, quiere decir que es el único que ha mantenido con Dios una relación excepcional. «El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego». Parece algo peligroso... Quiere decir que hay cosas por revelar que no son agradables. Conocéis ese largo período de la iglesia de la Edad Media, –del cual hablaremos en relación con Apocalipsis 13– período de supremacía absoluta, que ocupa desde 538 a 1798. No obstante, durante este período, hubo hombres notables. Por ejemplo, San Francisco de Asís, Juan Hus, Jerónimo de Praga, y podríamos prolongar la lista. Si analizáis bien la carta, descubriréis las diferentes tendencias en el interior de esta iglesia, que caracterizaron la iglesia de la Edad Media. Como conclusión, leamos: «Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con barra de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.» (Apocalipsis 2: 26-27). El que «guardare mis obras», dice el texto. Se trata pues de la vida práctica. Este tendrá «autoridad sobre las naciones». Los papeles son invertidos. Recibirá una vara de hierro, alusión al Salmo 110. Representa el restablecimiento final. La estrella de la mañana,

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designa a Cristo. Y aquí habría mucho que decir. Si os dijera que Cristo es Lucifer, ¿qué efecto os produciría? Veo que la sorpresa es grande. El versículo del cual nos servimos para llamar a Satanás, Lucifer, está en el libro de Isaías en el capítulo 14. Y la palabra traducida por Lucifer, es empleada por el apóstol Pedro en su segunda epístola, para designar a Cristo. Cristo es Lucifer, es “el porta luz”, es “la estrella de la mañana”, es así como se denominaba a la estrella del pastor, pues era la primera en aparecer por la tarde en el firmamento, y la última en desaparecer del cielo por la mañana. Jesús es el verdadero porta luz, es él la verdadera estrella de la mañana. Pero cuando lleguemos al capítulo 13 os mostraré hasta que punto Satanás intenta reemplazar a Cristo.

Carta a la iglesia de Sardis La introducción, una vez más, se toma de la visión inaugural. Lo que aquí nos llama la atención, es que aparentemente hay una contradicción. Contradicción entre los vestidos blancos, que simbolizan la justificación y el hecho que el texto dice: «Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.» (Apocalipsis 3: 1). Si aplicamos esto a la iglesia histórica de Sardis, es ya sorprendente. Pero si aplicamos esto a la iglesia de la Reforma, es verdaderamente extraño. Ahora bien, hemos visto la formación de la iglesia, Efeso y Esmirna; hemos visto la deformación de la iglesia, Pérgamo y Tiatira; estamos ahora en los albores de la Reforma de la iglesia, y esto es Sardis. Desgraciadamente todos sabemos que la Reforma no consiguió completamente el objetivo de su misión. No se trata de minimizar la magnífica obra hecha por los reformadores. Personalmente estoy convencido que Lutero estuvo inspirado por Dios. Y a pesar de los errores que cometieron, bien sea Lutero o Calvino o Juan Hus, sin ellos nosotros no estaríamos hay aquí. Pero desgraciadamente no llegaron hasta el final. Es la ocasión de recordar cuan importante es perseverar hasta el fin. Partir sin llegar a la meta, no sirve de mucho. Y esto es lo que desgraciadamente ocurrió en la historia. Si hubo muchos momentos de luz en la vida de Lutero, por no citar más que a él, también es cierto que en su vida hubo grandes sombras. Si estudiáis la actitud que asumió en la lucha de los campesinos contra sus señores, sentiréis escalofríos en la espalda, escuchándole decir a Dios, mátalos, no se puede permitir su tiranía. Nos preguntamos, cómo es posible que un hombre como Lutero pudiera escribir una cosa semejante. Esto nos explica el juicio que hace el Apocalipsis de Sardis. Juicio que no concierne al hombre. Algo que habremos de recordar constantemente, incluso cuando se trata del catolicismo, ya que el juicio se hace sobre el sistema. Desgraciadamente el sistema protestante, el sistema de la reforma, no alcanzó su objetivo.

Carta a la iglesia de Filadelfia Con Filadelfia se da un gran paso hacia delante. Si Cristo inspiró a los reformadores, mucho más lo hizo con el reavivamiento del siglo XIX. «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.» (Apocalipsis 3: 7). He aquí lo que dice el Santo, el que tiene la llave de David. ¿Recordáis exactamente lo que significa santo? Hace unas semanas estudiábamos acerca de la santidad de Dios, y se insistió sobre uno de los aspectos de la palabra ‘santo’, vd

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