Cuarta semana María maestra

Cuarta semana María maestra Lunes, 23 de mayo de 2016 Hacemos silencio, respiramos profundamente para serenarnos por dentro y comenzamos la oración
Author:  Julia Ojeda Medina

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Cuarta semana María maestra

Lunes, 23 de mayo de 2016 Hacemos silencio, respiramos profundamente para serenarnos por dentro y comenzamos la oración con la señal de los cristianos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Estamos en la cuarta semana de mayo. Estos días queremos tenerte presente María en nuestra oración recordando cómo fuiste maestra, la que nos enseña, cuantas cosas podemos aprender de ti. Queremos acercarnos a ti un poquito más. Fue en Caná de Galilea, un lugar pequeño cerca de Nazaret. Había una boda, ya se sabe lo que son estas cosas ¡y más en los pueblos! Ya se habrían reunido los parientes de los novios la noche antes y la familia más cercana habría ayudado a prepararlo todo. Desde por la mañana, bien temprano había comenzado el hermoso ritual de las bodas judías, había transcurrido con normalidad y aquella pareja ya era marido y mujer; después llegó la fiesta. María, la mujer del carpintero de Nazaret, la madre de Jesús, estaba especialmente guapa, se había arreglado para la ocasión, había sacado de su arca de madera, como no podía ser de otra manera, su traje bueno y se había colocado un sencillo pero bonito aderezo que guardaba envuelto en unas telas. De repente, y de manera casi imperceptible, empezó a cundir la preocupación entre los responsables del festejo, no dijeron nada; pero, María se dio cuenta de que algo ocurría y, discretamente, descubrió lo que pasaba. -“No les queda vino”-“Mujer, mi hora aún no ha llegado”- le respondió Jesús. Pero ella tomó la decisión: -“Haced lo que él os diga”María, que había sido niña y joven y era madre, no solo vio, sino que supo mirar y apreciar la inquietud en los que se hallaban cerca. Descubrió, atenta, la necesidad aparentemente escondida detrás del ruido y la fiesta. Quiso ayudar, aún a riesgo de no ser entendida, de entrar en un asunto que parecía no ser el suyo, funcionando a golpe de corazón. Se alejó de su zona de confort, aquella en la cada uno se siente cómodo y se instaló en la calidez humana.

Apenas dijo nada, pero acertó con sus palabras. No se rindió, insistió y quiso seguir intentándolo. Se adelantó al primer milagro porque confiaba plenamente en aquel que le había sido encomendado. Casi sin querer, descubrió el alma verdadera y extraordinaria del hombre al que había criado y que tan bien conocía, Hijo de Dios, Dios mismo, pero su alumno pequeño en la vida. Y, al fin, como la buena maestra que fue, regaló a la humanidad su mejor lección: -“Haced lo que él os diga”Confiad, creed, esperad el milagro, porque lo extraordinario llegará y llegará en lo ordinario. Aquel día, María fue esa maestra que se mostraba especialmente hermosa, porque lo quería mucho; pero, desde entonces, lo quiso más. ¿Te has imaginado alguna vez a María de maestra? ¿Qué hay de extraordinario en su forma de ser maestra? María, acompáñanos en este día.

Rezamos juntos un Ave María. Terminamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Martes, 24 de mayo de 2016 Hacemos silencio, respiramos profundamente para serenarnos por dentro y comenzamos la oración con la señal de los cristianos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Escuchamos este texto de cómo fue María maestra: Muchas imágenes de la Virgen nos la representan con los ojos en el cielo y con las manos juntas, para darnos la impresión del espíritu de oración de María. No es justo que solo de esas imágenes nos hagamos idea de la vida de María. Las manos de María se movían haciendo este mundo más bello y más bueno. María, trabajadora. Siendo ella la única a quien el trabajo no se imponía como una pena. El único ser humano sin pecado original, trabajando para darnos ejemplo a nosotros , los pecadores, los que nos rebelamos contra el trabajo. María, la primera por las mañanas, la última por las noches, llenando con sus manos todas esas infinitas cosas grandes y pequeñas de las que depende la felicidad de un hogar. Las manos de María, útiles para sostener, acariciar, limpiar, curar, lavar y peinar, lavar y remendar, jugar… María, una maestra trabajadora… María, una maestra abierta a los demás… Gracias por enseñarnos el valor del trabajo. Gracias por enseñarnos lo valioso que es estar abierta a lo que nos pueden ofrecer los demás. Que lo aprendamos de ti. María, acompáñanos en este día.

Rezamos juntos un Ave María. Terminamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Miércoles, 25 de mayo de 2016 Hacemos silencio, respiramos profundamente para serenarnos por dentro y comenzamos la oración con la señal de los cristianos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Escuchamos este texto de cómo fue María maestra: En treinta años de vecindad de Nazaret, no hubo ni un gesto de María que indicara a los vecinos y vecinas su fenomenal categoría de Madre de Dios, de reina del cielo y del mundo. Esta absoluta carencia de orgullo, de vanidad, de aparentar, es algo que no podemos comprender en una mujer… en un hombre. Todos somos tan innata, tan estúpidamente vanidosos, que la mitad de nuestras actitudes se reducen a aparentar que somos más de lo que somos: más inteligentes, más guapos… La humildad. La virtud que muchas veces les falta a los héroes, a los sacrificados, a los desprendidos, a los generosos. Y la capacidad de admitir respuestas que no entiendes, como tantas veces hizo María con Jesús. Así María es capaz de encontrar a Dios en su vida. María, una maestra humilde… María, una maestra carente de orgullo y vanidad… María, una maestra que admite respuestas de Dios que no entiende… Gracias por enseñarnos a ser humilde. Gracias por enseñarnos a vivir sin orgullo y vanidad. Gracias por acoger lo que no entendías en tu corazón. Que lo aprendamos de ti. María, acompáñanos en este día. Rezamos juntos un Ave María. Terminamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Jueves, 26 de mayo de 2016 Hacemos silencio, respiramos profundamente para serenarnos por dentro y comenzamos la oración con la señal de los cristianos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Escuchamos este texto de cómo fue María maestra: Alguna tarde se juntaban en casa de María. Ellas, las mujeres de Nazaret, comienzan a contar a María sus noticias, sus cosas, sus alegrías, sus penas…; ellas han intuido que María está en el mundo para eso; para ser madre, Hermana y Amiga de nuestras confidencias. Ella siempre tiene abierta la puerta de su casa. María no sabía, cuando se juntaba con sus familiares y amigas, que en adelante, llegarían millones de todas partes del mundo a llevarle flores y a llamarla bendita entre las mujeres. María sabe que detrás de su puerta está Dios. María sabe que no puede cerrar su puerta a los que quieren visitar su casa. María, una maestra que nos enseñas… María, una maestra que derrocha cariño… María, una maestra que nos acercas a Jesús… María, que contemos contigo, que te contemos nuestras cosas. Y que nos enseñes a cercarnos a Jesús y contárselo también. Que lo aprendamos de ti. María, acompáñanos en este día. Rezamos juntos un Ave María. Terminamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Viernes, 27 de mayo de 2016 Hacemos silencio, respiramos profundamente para serenarnos por dentro y comenzamos la oración con la señal de los cristianos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy María queremos acercarnos a nuestro mundo, a los maestros de nuestro mundo: Carta de Albert Camus a su maestro al recibir el premio Nobel de Literatura en 1957. "Esperé a que se apagara un poco el ruido de todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un alumno agradecido. Un abrazo con todas mis fuerzas". María, madre nuestra y maestra de vida, tu ejemplo de fidelidad y entrega nos acerca a Jesús, tu hijo. Danos un corazón generoso; y hagamos nuestras las palabras del escritor y filósofo francés, para agradecer tu presencia y amor infinito hacia nosotros. María, acompáñanos en este día. Rezamos juntos un Ave María. Terminamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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