D. FEDERICO RUBIO Y GALÍ

Este número lleva doB pliegos y medio mis. TOMO VIH. SEPTIEMBRE, 1902 S ^ NÚM. XV ItlíVISTA IBEIIO-AMEIIICANA I)K CIENCIAS MÉDICAS FUNDADOB-PnOP

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Este número lleva doB pliegos y medio mis. TOMO VIH.

SEPTIEMBRE, 1902

S

^

NÚM. XV

ItlíVISTA IBEIIO-AMEIIICANA I)K

CIENCIAS MÉDICAS FUNDADOB-PnOPTETAÍiro

D. FEDERICO RUBIO Y GALÍ REDACTOR EN J E F E : - D R . L U I S

MARCO

FALLECIMIENTO DEL FUNDADOR

I á VIII

MKOUlVtN 4 ; i i l l l I I O A O U l U t J N A L J U E V E S CLÍNICOS) N o t a n cliwl«!aM: V l A S DIGESTIVAS, POR R . l-uis v YACÜK OBSERVACIONES ACERCA D E U N CASO D E L U P U S TUBERCULOSO, POHJKSI s M/iTnos SOTOS



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1



U N CASO D E INFFCCIÓN BLENORRAGICA AGUDA, POR HI. DR. CARLOS NEGRETK.

6

13

DOS LAPAROTOMÍAS I N S T R U C T I V A S , POR IÍI. IJR. MARTINRZ CERKCRUO

üonferenclafi

20

clfnlcaa:

SOBRE LA RESECCIÓN TOTAL D E L SIMPÁTICO D E L CUELLO, POR FL DOCTOR OTKRO ACEVEDO

•• AIlXl'CtlIiOM C I E N T Í F I C O »

24

OKIÍINAIÍBIS

EL EJERCICIO D E LA CIRUQtA, poH IÍI- D O C T O R F , G . C O R B I N , D K MENT>OZA INDICACIONES D E LA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA E N L A S AFECCIONES

3 i

D E L ESTÓMAGO, POR D . ADOLID I.ÓPKZ DURXN F Í S T U L A S U R O - G E N I T A L E í , POR RL D K . EUOKNIO GUTIARRHZ (con 1 6 grabados). . .

35 86

ALGO D E HISTOLOGÍA TOPOOBÁFICA D E LA LARINGE H U M A N A , POR EL 1>OC TOR FORNS (con 2 9 grabados e n negro) A N A T O M Í A Y FISIOLOGÍA D E L A N E U R O N A ,

(con n u e v e grabados e n color) KKVllitTA

143 I>K KRVItfiTAtit

El m o n t e Ulla, por Don Federico Kubio y (Jalí.—La adrenalina e n Olo-rinolaringologia, iwrel Dr. D. Ricardo liotey.—Los simuladores del talento, apuntes para la psitologia di hs aparaUs meniaks defensivos dr In personaliditd^'íiQV €[Ftohi,m TÁamoíi^flisí H I U M O M K A F Í A M a n U d l d e M e d i c i n a l e . q a l , ajustada

125

POR D . VÍCTOR MARÍN V CORRALÍ

I > 0 K \iVl»

á la legislación

nenezúlann,

189

IHAKCO por Francisco A . Risqtiex, Cúu

1,1 colaboraciiu de lo» Dres. Usteban Gil Borges y,), B. Balice.—Higiene d e l a s habitaciones y del agua en Costa R i c a , por Gerardo Jiinéiíez y Knrique Jimenei.—Climatoterapia e s pañola e n la tisis pulmonar, por 11. Aj;usiiii Hassols y Prim

256

VAKIK»AI»H:i!l Don Federico Rubio y BUS F u n d a c i o n e s (íi manera de prólogo, al frenie de LA MUJER GADITANA, obra postuma de DON FROKHK ti Rumo), ¡wr D. Luis Marco

260

IlicDAcoióN V ADMINISTUAWÓN: Ingtltnto QulrArglco de la Honeioa.

MAOIHO ESTABLECIMIUNTO TIPOGRAKiaO DK lOAMOH

1

M,OHKNO

niaxco de Garay, O.—Tel. 3.020

Dereclion rfücrvaduB.

S« piiblictt en Mm-z-o, .Jimiu, S«l)tioml)re y Diciembre.

No «e devuelren ]„• oriKlimle,.

Las suscripciones son por todo el año de la fecha, sea cnal fuere la ¿poca en que se hagan. Teléfono 8.067

AVISO. Sei-á para nosotros distinción agradecida que la prensa científica tiacianal ó extranjera tome ó copie lo que tenga á bien de esta humilde RHVISTA. En los trabajos del Director y Redactor jefe, doctores Rubio y Marco, concedemox libertad para hacer caso omiso de los nomlires. De los trabajos de los demás Profesores, no podemos disponer; conviene indicar fiambre y procedencia. Del nuestro, sí: ya porque entendemos que los productos intelectuales son esencialm.ente comunistas; ya porque, al poner venal cualquier escrito, el que lo compra adquiere la propiedad del usufructo de las ideas que contenga. FMa doctrina solamente defrauda la vanidad personal; y es cosa que tío viene mal tetier á raya. KBDIÜKIOO UUBIO.

=^=^-—.— A los Profesores de las Repúblicas Latino-Americanas qne asistieron al Congreso Internacional de Medicina en Berlin y el de Higiene en Madrid. Hace bastantes años que tuve el placer de estrechar vuestras manos con la efusión del que encuen tra personas de su propia familia, autex desconocidas por vivir separadas y á distancia. En la efusión de nuestras conversaciones íntimas con alguno de vosotros, hubimos de deplorar el aislamiento en que vivíamos y discurrir como recurso mejor para el remedio la publicación común de una REVISTA DK CIKNCIAS MBOIOAS, donde estampar las producciones de los que hablamos la misma lengua. Di palabra de acometei-1» empresa y desde entonces ha peeado sobre mí ese compromiso. Graves cuidados, urgentes atenciones, arduidad del proyecto, reconocimiento de la propia incapacidad, han diferido hasta ahora el cumplimiento de la promesa. T ya caduco de cuerpo y de Inteligencia, espoleando al ver cercano el término de la vida, sin restar otra cosa que la voluntad, pongo su esfuerxo eu el cumplimiento de aquella palabra. Has para que la obra no sea estéril necesito de vuestro concorso, del de vuestras Corporaciones y Sociedades y de vuestras prensas clentillcas. Eso os pido. Ho acudo á vosotros ostentando autoridad niiigana, antes al contrario: acudo como un hermana reñido i, menos, qne busca en su desgracio el calor del hogar de soaofros hermanos I''KI>KIIII.'O KIIHKI.

V?'. iyv .ij

REVISTA ÍBERO-AMEIUCANA DE

CIENCIAS SlíCClON

CIJNICA

MEDICAS OlíKilNAl,

(JlireVlCSOLÍNICOH)

NOTAS CLÍNICAS Estenosis pilórica benigna; operación; curación.—Estenosis pilórica benigna inoperable.—-Úlcera simple del estómago, que simulaba un cáncer. Hiperclorhidria simulando tumor cístico.—Apenaicitis, en apéndice de situación interna. K. A., (le eiiai'enta y cinco ailos, casada, de Asturias, residente y connaturalizada en Madrid, vive con buen género de vida, dedicada á tabernera, aunque sin beb(;r vino. Tiene padríi, do ochenta años; su madre murió á los cuarenta y seis, de «ata(ju(!S nerviosos»; y de sus nueve liornianos viven ocho, habiendo muerto de parto la única hermana que le falta. Sus antecedentes son esca.sos: menstruo A los tr(!ce años; casó á los treinta y trt's; ha tenido dos hijos y d(!spuós seis abortos consce>. (AunaUt de la SocUU Bélgt de CMrurgU, 1860.) -

AFBCCIONKS DBl. ESTÓMAGO

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Es exacto que en un número bastante considerable de casos «xiste una marcada disminución del ácido clorhídrico; pero también «s cierto que en otros enfermos, menores en número, es normal la •cantidad de ácido clorhídrico; y en otros, por último, existe hiper•clorhidria, aunque estos casos no dejen de ser raros. Con tal variabilidad, mal se puede fundamentar en este solo •signo un diagnóstico; sólo cuando la hiperolorhidria vaya unida á •otros síntomas, y en particular á la presencia de ácido láctico, podrá constituir un signo de algún valor por el que pueda llegarse á la sospecha de que existe el cáncer. El estudio de los microorganismos del estómago, y en particular •del bacilo de Kaufmann, sigue todavía despertando interés y sirviendo de motivo para algunos trabajos científicos. Godart Danhieux (1) ha comprobado la presencia del ácido láctico y del bacilo de Kaufmann en el jugo gástrico de todos los cancerosos por él observados, dándole resultados negativos las investigaciones hechas en enfermos que no padecían cáncer. Aun considerando Ulman (2) que tal bacilo no es la causa del «áncer, sino su efecto, concede una gran importancia diagnóstica al hecho de encontrarlo siempre en el jugo gástrico de estos pacientes. Pero el valor diagnóstico de este bacilo perdió su interés cuan•do los estudios de Rosenstein y Richter demostraron que la fermentación láctica no es específica, y que el bacilo de Kaufmann y •Schlesinger se encuentra indiferentemente en estómagos sanos y enfermos. La relativa importancia de este signo queda compendiacla en las conclusiones siguientes, sacadas del trabajo de Knickerboolsi^r (3): 1.° Aunque el bacilo de Opper-Boas no sea un signo patognomónico del carcinoma, tiene un gran valor diagnóstico. 2." En un momento determinado de la evolución del cáncer se •comprueba la presencia de dichos gérmenes. 3." En un gran número de enfermos, el bacilo se encuentra después que la neoplasia ha invadido los tejidos vecinos, ó sea «aando la extirpación es ya impracticable. 4.*> En un número limitado de casos, el bacilo puedo ser descubierto antes que el tumor se ponga de manifiesto. Quédanos por analizar, en último lugar, el valor del diagnósti•co hematológioo del cáncer gástrico. ' (1) OODABT-DANBHDX: tSur U bMlUe d« K»ufln»nu. (Butí de •« mi. «t nat. SrumtW ULUMI •OMtrie-CkrelDom». Th« prBienca of fadon. Opper-Boas, etc.» {Baffalo "•»». Joum, 1888). W KNIOKIBBOCKBS! «The OpperBoM baolllut in tha dlagrnoíl» of'gaetrlo c»roliio•»•• (PMlaMphia mtd. Journ, 1888).

6t

ARTff!Ur,0«( CÍEXTÍPICO* OltlfilVAr.K»

Es indudable que los estadios emprendidos por Hayem y otroshematólogos para conocer las alteraciones que sufre la sangre eo las afecciones del estómago y en particular en la lesión motivo de este estudio, ban reportado gran utilidad y mayores beneficios que el examen del quimismo gástrico. Los trastornos hemáticos consisten en lo siguiente: 1." En la existencia de una cloroanemia, es decir, de una gran disminución en la cantidad de liemoglobina relativamente á la del* número de hematías. 2." En deformaciones globulares (poikilocitosis, deformación en raqueta, palidez globular, disminución de tamafio). Pero Hayem afirma, con la seguridad que le da su competencia, que tales hechos no son exactos sino sólo para algunos casos particulares. Recientemente, Hartmann ha planteado en In Sociedad de Cirugía de París el problema del diagnóstico bematológlco del cáncer,, afirmando que además de las dos reglas anteriormente sentadaspara dicho diagnóstico, existen dos alteraciones importantes ea sumo grado. Estos nuevos caracteres son: 1." La existencia de una leucocitosis. 2° Las condiciones especiales de este trastorno. Desde el momento en que se ha comprobado que el primero d e estos nuevos caractei'es no ha sido confirmado de un modo constante en el cáncer del estómago, su valor diagnóstico ha pasado á ser relativo. Y en efecto, Alexandre (1), que ha analizado doce exámenes hemáticos hechos por Hayem en enfermos de cáncer gástrico, enaontróque en unos la cifra de leucocitos disminuía hasta 2.582, mientrasque en otros aumentaba hasta 64.480; por consiguiente, el cáncer del estómago no siempre da lugar á leucocitosis. Por otra parte, tal trastorno de la sangre no es exclusivo de esta, afección, pues Tuffier ha observado un enfermo de úlcera gástrica,, cuyo examen hemático también hizo Hayem, y en el que se comprobó una leucocitosis. £1 segundo carácter consiste en que los glóbulos blancos mononucleares son los que más abundan. Esta afirmación, que no está basada más que en la observación de dos enfermos, coloca á esta clase de cáncer fuera de una de la» leyes hematológicas fundamentales; lo que es tanto más de extrañar, cuanto que tal neoplasía se encuentra la mayoría de las vece» dentro de las condiciones de dicha ley, que se formula del modo SÍP guíente: (1) ALBZANOBB: «De U leacocitose ituu le Mücen, ISS7.

AFECCIONES DEL ESTÓMAGO

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«Toda pérdida de sustancia, infectada secundariamente, determina modificaciones en la sangre, caracterizadas principalmente por leucocitosis polinuclear.» Si no fuera bastante esta ley para contradecir tal carácter, la observación de los dos casos que Guillot (1) opone á los dos de Hartmann, sería suficiente para anularlo. En las dos observaciones que siguen, sacadas de la tesis de Guillot, sólo extractamos los datos precisos para el objeto que se estudia. I.—Enferma de treinta y ocho años, con síntomas que hacían probable el diagnóstico de cáncer gástrico. Se le practicó la gastroenterostomía posterior, por no ser extirpable el tumor pilórico. El examen histológico de un ganglio extirpado demostró que se trataba de un carcinoma. El examen de la sangre, hecho un día antes de la operación, dio: 3.820.000 glóbulos rojos, 10.000 glóbulos blancos y 11 por 100 de hemoglobina. Examen de sangre /'resca.—Glóbulos rojos normales, con suficiente riqueza de hemoglobina. Los glóbulos blancos parecían más numerosos que en el estado normal. Examen de sangre seca.—Aumento de glóbulos blancos. Glóbulos rojos deformados en gran número y con diferentes formas. La proporción de las formas leujocitarias fue de 85 por 100 de polinucleares, 14,8 por 100 de mononji}cleares y 0,20 por 100 de eosinofilos; por consecuencia, existían modificaciones en la serie hemoglobinífera y en la loucocitaria. En la primera serie se encuentra, pues, una anemia media, por cuanto el número do glóbulos rojos es inferior á la normal en un millón. Era una anemia y no una cloroanemia, porque la disminución do la cantidad de hemoglobina era proporcional al descenso del contenido hematimétrico; en cambio se encuentran deformaciones globulares, como si so tratase de una anemia profunda con cloroanemia. Existía, por tanto, oposición entreoí grado y calidad de lá anemia y la intensidad de las deformaciones globulares. En la segunda serie se encontró: 1.°, una leucocitosis; 2.°, que ésta era polinuclear neutrófila; 3.°, aumento del número de hematoblastos, con tendencia á agiómerarse en masas voluminosas. Las conclusiones que Guillot deduce de este caso son: *•'* Que entre las modificaciones de los elementos de la serie heO) QoiLiOT! «Tnitemeiit chirurglctt da cáncer du pylore», 1901.

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AB,TÍCVV08

CIENTÍFICOS OBIOINALGS

moglobinífera, cbntrasta la débil intensidad de la anemia con el número de glóbulos rojos deformados; lo que da lugar á pensar en un cáncer de estómago, por cuanto tales alteraciones van acompañadas de trastornos gástricos. 2.° Que las modificaciones leucocitarias implican la ¡dea de un estado infeccioso que se caracteriza por estatlo flegmásico de la sangre y por rotura del equilibrio leucocitario; de donde resulta que este estado infeccioso, acompañado de la sospecha de cáncer del estómago, permite admitir que se trata de un cáncer ulcerado. II.—Enfermo de cincuenta años, con trastornos gástricos sospechosos de cáncer. Se practicó la gastroenterostomía posterior, por igual causa que en el otro caso, dando el examen histológico de un ganglio extirpado el diagnóstico seguro del cáncer. El examen hematológico fue practicado el dia antes de la operación, siendo de 2.240.000 el número de glóbulos rojos, de 9.C00 el de glóbulos blancos y de 7 á 7 y ' t por 100 la cantidad de hemoglobina. Examen de sangre fresca.—Los glóbulos rojos aparecían en pilas, unos con aspecto normal y otros muy pequeños; su coloración era menos rojiza que la fisiológica. Los hematoblastos estaban en mayor número. Examen de sangre seca.—Los leucocitos se presentaban en mayor número, y los glóbulos rojos muy deformados. El número de leucocitos se distribuía en 78 por 100 polinucleares, 21 por 100 mononucleares y 1 por 100 eosinófilos. Las conclusiones de este caso son: que en la serie hcmoglobiniflca se encontró una anemia muy marcada, pero no ana cloroanemia; que el grado y la calidad de esta anemia no explican la aparición de deformaciones globulares tan marcadas como se observaron; y que en la serie leucocítaria las modificaciones eran sensiblemente iguales á las del caso precedente. Por tanto, por un razonamiento igual al anterior llegamos á las mismas conclusiones. Vemos, pues, que estos casos anulan á Jos de Hartmann y que, por consecuencia, si en algún sentido conviene bascar la fórmala hematológica del cáncer del estómago, no será en el indisado por Hartmann, sino en el trazado por Hayem; y aan en éste, no podremos darle un valor absoluto á un medio diagnóstico que tiene tantas excepciones. El examen hemático en las enfermedades del estómago no es, actualmente, más que uno de los mejores signos que poseemos (con

AFECCIONES DEL ESTÓMAGO

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íal que se le sume á otros factores), llegándose por este criterio integral á sospechar con más probabilidades de certeza la presencia de un carcinoma gástrico. Los trozos de cáncer arrojados por el vómito, ó mejor aún, encontrados en el recogido gástrico, constituyen un síntoma que es, sin duda alguna, el único por el que con certeza podremos diagnosticar tal afección; pero lo difícil y excepcional que es, según Sansonl, conseguir tal cosa, hace que se le excluya como si no existiera. Con esto damos por terminado el análisis de los signos considerados como patognomónicos. Resulta de las consideraciones precedentes, que no existe en la actualidad signo alguno precoz ni tardío que por sí solo nos dé la convicción, la certeza científica, de la presencia de un cáncer del estómago; eso no obsta para que los prácticos en afecciones gástricas lleguen á establecer seria y formalmente, sin que quepa la menor duda, el diagnóstico de la afección. Descartando á aquellos sabios para quienes este asunto, como otros muchos, no ofrecen jamás dificultades, la generalidad de los clínicos llegan á hacer tal diagnóstico cuando por exclusión, y después de algún tiempo, reúnen un gran número de síntomas (anorexia, tinte amarillento, caquexia, dolor epigástrico, vómitos negros, tumor, a4enopatias cervicales, ausencia de ácido clorhídrico libre, etc.) Nosotros no vemos én esta i'eunión de signos lo bastante para sentar un diagnóstico científico sin lugar á duda alguna, y si solaviente lo suficiente para uno de probabilidades. Mientras el estómago fue un arca cerrada en la que el cirujano no tuvo intervención, esos hermosos, claros y precisos diagnósticos precoces ó tardíos del cáncer gástrico bajaban á la tierra acompañando á los restos del paciente, y ésta jamás delató los secretos que se le confiaban; pero cuando el cirujano intervino y el microscopio pudo inspeccionar muchos de esos diagnósticos, las cosas cambiaron. A cada momento vemos enfermos diagnosticados en diferentes sitios por diversos y reputados clínicos, y en los que el microscopio viene A dar un mentís á sus afirmaciones diagnósticas. Y sin poder recurrir, por falta de datos publicados y autorizados, & le literatura patria ni & la práctica de nuestros clínicos, en donde encontrarfamos bellos ejemplares que confirmarían nuestro aserto, bascaremos en la literatura extranjera pruebas y conceptos que confirmen la opinión sentada. Carie y C. Fantino (1), al ocuparse del diagnóstico precoz de las «Btenoslscancerosas,afirman «que desgraciadamente, la ausencia de .. U) OAtLB • o. FARTINO: (Oontrlbuto allk patología e chlrargU dolió itomaeo» IfoUelin., WíB).

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ARTÍCULOS CIENTÍFICOS OBIOINAI.E8,

ácido clorliídrico, la presencia de ácido láctico, la hipoazaturia y lá movilidad del estómago, no tienen nada depatognomónicos». Y con el objeto de demostrarlo, pasan revista á los síntomas que presentaron 150 enfermos de cáncer gástrico, deduciendo de tal análisis que no hay signo patognomónico del carcinoma del estómago, aunque la reunión de muchos de los signos precitados puede autorizar, en un número muy limitado de casos, para establecer un diagnóstico. Según Th. van Kleef (1), el diagnóstico diferencial de la estenosis cancerosa y la tuberculosa es imposible. Además, como comprobación de lo silenciosamente que se desarrollan á veces esta clase de neoplasias y de lo inseguro de sus síntomas, podemos recordar el enfermo de Dervaux (2), enfermo que padecía de un cáncer poco desarrollado del píloro y un cáncer anular ulcerado del exófago. Este enfermo, salvo la caquexia, jamás había presentado síntomas que ni aun siquiera hiciesen sospechar la existencia de un tumor maligno; los ganglios claviculares estaban normales, y sin embargo, existían metástasis en el epiploon, hígado y rifión izquierdo. W. Croner (3) llega á establecer las conclusiones siguientes, en un estudio basado en el examen de 56 casos de cáncer del estómago: 1." No se conoce signo específico del cáncer del estómago; el diagnóstico no puede hacerse más que por la combinación de diferentes grupos de síntomas. 2." Ni la ausencia de ácido clorhídrico libre, ni la presencia de Acido láctico, constituye un síntoma específico. Sin embargo, no puede negarse que en la mayor parte de los casos de cáncer del estómago se encuentra ácido láctico; pero para el diagnóstico precoz no basta la demostración de su presencia. 3.» El examen microscópico no conduce al conocimiento de datoft ciertos. Los bacilos filiformes corresponden al desarrollo de ácido láctico, y las Barcinas se encuentran en el jugo gástrico qne contiene ácido clorhídrico, lo mismo si se trata de procesos de buena que de mala naturaleza. Bernays (4) cree que no hay medio de establecer, de un modo absoluto, un diagnóstico diferencial entre sarcomas y carcinomas, ni tampoco entre tumores malignos y benignos. Los estadios bacterio(I) TH. VAN KLBBF: «Demoatration eUiiiqne anr le traJtameot ebirofKteat de* ttenoMt L o c e i t . (8) LAMBEST: «L'kbUtlonda cáncer» (Echo med. áu Kord. Lllle, 18M). («) EiOARO, A.i «De rinterrentioD ehirargleale h&tive comme traitiiment da cáncer »

Gastroenterostomias,

7 meses. 9 y Vi 6 y V« 8 '5 G

Es Terdad que existen supervivencias hasta de ocho aflos, pero por desgracia, en número muy reducido. La supervivencia media es de un año y medio para las resecciones, y de siete meses para las gastroenterostomías. Sestütados funcionales.—Caeindo se compara el estado funcional del estómago posterior A las gastroenterostomías con el de las resecciones, las diferencias resultan muy marcadas. Si es verdad que en los gastroenterostomizados por^ lesiones no cancerosas las funciones se restablecen casi por completo en la mayoría de los enfermos, no por esto pasa lo mismo en los cancerosos.

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AUTÍCULOS CIENTÍFICOS OUIOIMALBS

En éstos, por el hecho de persistir el cáncer, siguen poniéndoáe los alimentos en contacto con él y los trastornos reaparecen la mayoría de las veces. En cambio, cuando se extirpa la neopiasia, el proceso de intoxicación general disminuye, el tubo gastroduodenal resultante de la operación, libre ya de adherencias, evacúa perfectamente en el duodeno; y no irritando los alimentos la neopiasia extirpada ni arrastrando sustancias tóxicas, poniéndose en contacto con la bilis y jugo pancreático, y á pesar de recorrer dicho conducto gastroduodenal casi sin detenerse ni recibir la acción de ios jugos gástricos, no ha lugar á graves trastornos. Vemos, pues, que por su menor mortalidad, su mayor supervivencia media y sus resultados funcionales, son preferible his resecciones, aunque no curen radicalmente el (íáncer, á las gastroenterostoraías. Estas no deben aplicarse al cáncer del estómago más que cuando no quede otro remedio. MODOS DK PROCKDKR SKGÚN LA DISPOSICIÓN ANATÓ-MICA DK LA

NE0PLA8IA GÁSTRICA.—Una vez que se haya sentado el diagnóstico •probable de cáncer del estómago y efectuada la laparotomía exploradora, debemos saber la conducta que ha de seguirse ante los problemas que se presentan. No existe tumor.—En el caso de que no exista tumor ni nada que se parezca al cáncer, se procederá según las circunstancias. Si antes de operar existen síntomas de estrechez pilórica, si comprobamos una dilatación gástrica, etc., algo que no sea el cáncer, se operará según las reglas que expondremos en otro capítulo de este trabajo. Sí, por el contrario, mediante la laparotomía nada anómalo se nota en la disposición anatómica de las partes, será prudente no seguirla investigación adelante en el sentido que pretende Maylard (1), es decir, abriendo el ventrículo gástrico. Con la simple exploración indicada debe darse por conclusa nuestra intervención quirúrgica. Existe tumor.—Cuando la neopiasia está libre de adherencias y reside en el píloro, en muchas ocasiones no es fácil diferenciar si se trata de un cáncer ó de una simple estenosis pilórica. Si el diagnóstico es claro, se procede por lo fícnerai á la extirpación en el primer caso; en el segundo, se hará la intervención con arreglo á lo que se establezca en otra parte de este trabajo. En caao de duda, inclinará la cuestión en el sentido del carcinoma la presencia de ganglios duros y pequefios, situados deb^o ó detrás del píloro y sobre la curvadura menor. Si á pesar de eso persiste la duda, debemos, ante la presencia .(U Loe. eit.

AFECCIONES DEL KSTÓMAGU

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de un tumor gástrico, optar siempre por su extirpación si no es' canceroso, porque de este modo se harán desaparecer en muchas ocasiones los trastornos de la motilidad gástrica y la insuflciencia de los orificios; y si lo es, practicaremos la operación que más alarga la vida del paciente. En la suposición de que el tumor carezca de adherencias, podrá ser atraído con más ó menos facilidad, según su situación, hacia la abertura practicada en la pared abdominal. Esta maniobra resulta fácil con las neopiasias de la curvadura menor. Por el contrario, no podrá conseguirse esto si la tumoración radica en el cardias, pues las condiciones anatómicas de este oriflcio y la facilidad con que la neoplasia invade el exófago, inmovilizan esta parte del estómago. Si radica en el pilero, que es lo más corriente, puede ser tal su movilidad, que fácilmente se enuolee fuera del abdomen. La movilidad de esta clase de tumores, así como su situación, €8 cosa que únicamente se confirma de un modo claro y preciso por la laparotomía exploradora. En la clínica, y por medio de determinados procedimientos de investigación, como son la insuflación del estómago, etc., podemos llegar á determinar en algunos casos y de un modo muy relativo dicha situación y movilidad. Ahora bien, las causas de error por estos medios son considerables. V Una vez puesta de maniflesto la situación del tumor, procederemos, en los casos libres de adherencias, 4e dos maneras: extirpándola, si la neoplasia reside en el píloro ó ourvadura menor; y absteniéndonos de resecar, si ha invadido el cardias. La resección de esta parte se ha hecho solamente en animales por Krukenberg (1). Estudios de las.conexiones del tumor. —Puede suceder que el tumor presente adherencias y que estén situadas entre la cara anterior del estómago y la pared abdominal. En ocasiones resulta tan íntima esta unión, que cáncer y pared abdominal forman fundidos un solo bloque. Estos casos son sumamente raros, pues según I^ange, sólo ha encontrado uno en 210 casos de cáncer gástrico; el que presentaba además la particularidad de una perforación de la pared del abdomen. Dos observaciones de Seggel (2) comprueban tal hecho en el curso de carcinomas del píloro. En una tercera observación, el tumor abdominal, aunque en re(1) KRDKÍÜBBUO: «Ueber Keeectlon der Oar(JI«>, 1838. ' W SHooKt, BunOLr; 'Ueber die MitbsChellung der vordereu Bauchwaiid belii M»«enearcliiom.» (Hunch. mtd. Wochtn$ch', 1889^

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AnTÍ0TTI.OS CIENTÍFICOS OBIGINALES

lación intima con el tumor gástrico, no era canceroso, sino resultante de una infiltración inflamatoria. Si las adherencias de la cara exterior del estómago con la pared abdominal son ligeras, se destruyen seccionándolas entre do» ligaduras; si son muy extensas, hay necesidad de sacrificar parte de la pared abdominal. Si existen adherencias epiploicas, lo que es muy frecuente, se procede de igual modo, es decir, seccionándola» entre dos ligaduras. El cáncer del estómago y principalmente el pilórico, puede presentar, aunque no con mucha frecuencia, adherencias al hígado y á la vesícula biliar; complicación que no sólo hace muy difícil ó imposible el acto de resecarlo, sino que aumenta las causas de mortalidad. Es necesario, siguiendo en esto á Guinard, que el cirujano aprecie, en presencia de tumores adheridos á la cara inferior del hígado, cuáles son las bridas que por su extensión no deben tocarse, á menos que al primer intento se rompan con facilidad. Con mayor razón debe conocer las que no interesan más que al borde libre, pues éstas permiten conducirse con más valentía. Entre estas adherencias hay algunas que son blandas, glutinosas y no vascularizadas, y á pesar de su extensión, se liberan fácilmente. Hartmann (1) cita un caso en el que encontró una masa neoplásica del píloro unida á la cara inferior del hígado por medio de adherencias fibrinosas, y en el que la extirpación fue fácil. Otras veces las adherencias son tan fuertes y extensas, como en el caso de Penquier (d'Amiens), en el cual fue necesario resecar una gran parte del borde anterior del hígado. El éxito coronó la empresa. Ricard, en uno de sus operados, encontró el píloro unido por adherencias á la vesícula biliar y á las partes próximas del hígado. Dichas adherencias fueron deshechas cx)n grandes dificultades, dando lugar á una abundante y persistente hemorragia en sábana, que obligó á dejar un drenado. El enfermo curó. Kocher, Billroth, Jaboulay y otros, han perdido enfermos á consecuencia de adherencias hepáticas muy extensas. Las adherencias descritas no son, generalmente, una contrain dicación para que el tumor se extirpe. Cuando la neoplasia ha invadido el colon transverso, ó se ha adherido á él, puede notarse fácilmente con sólo levantar el gran epiploon y explorar la parte media de dicho intestino. Estas adherencias, cuando son inflamatorias, se resecan fácilmente entre dos ligaduras. Las muy extensas y acompañadas de (1) TERBIBR BT HABTMAXB: •Ohirarsiede re*tomM.«(rnMi 1800.)

AFECCIONES DEL ESTÓMAGO

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infiltración cancerosa y de estenosis del intestino, dan lugar á una serie de modificaciones en la técnica operatoria. Cuando tales adherencias se suman á otras causas que dificultan la resección del tumor, es preferible abstenerse. La gastroenterostomía, combinada con la enteroanastómosis, término-lateral, será la operación que deba hacei'se cuando la neoplasia no obstruye la luz del colon; pues de ocurrir esto, se hace imprescindible (como en el caso de Ricard, en el que existía un cáncer de la corvadura mayor y del colon transverso, con estenosis de éste) resecar todo en bloque, terminando la operación con el afrontamiento independiente de los extremos gástrico é intestinal resecados. Este enfermo murió, así como también, y por la misma causa, los de Socin y Heinecke; solamente Kocher ha podido salvar á un enfermo, después de la resección de 20 centímetros de intestino grueso. Este último autor (1) da una explicación racional de los fracasos citados. En un enfermo á quien resecó el estómago, mesocolon, colon y ganglios infiltrados, y que terminó por muerte, la autopsia demostró que las suturas estaban íntegras, y sólo existia una placa gangrenosa de la mucosa intestinal, situada á dos centímetros por encima de la válvula ileocecal. Supone Kocher que en el curso de la operación se hizo un estir ramiento arterial que modificó la circulación de la parte iníerior del intestino, de tal modo que la necrosis fue su consecuencia. Kocher opina que en los casos en donde la operación se prolonga mucho, por existir adherencias del estómago ó de otros órganos con el mesocolon y mesenterio, es preciso preocuparse del daño que producen los obstáculos circulatorios, aunque sean pasajeros, y evitar todo atirantamiento del estómago é intestino que dure algo. De no hacerlo, se expone el cirujano á que se necrose por anemia la mucosa del tramo intestinal. Es necesario también que en la pared abdominal se haga una incisión suficiente para que el órgano atraído hacia afuera no se estrangule. Debe además vigilarse que los gases del intestino no compriman demasiado. De igual modo aconseja que se libere convenientemente la cara posterior del estómago, de modo qae la viscera pueda movilizarse en tales condiciones, que la tracción ejercida sobre ella no obre en la inserción mesentérica ni en los vasos intestinales. Así se estará al abrigo de estiramientos, estenosis arteriales y sus consecuencias (anemia intestinal, necrosis y peritonitis). II) KooBCR! «Totule eiclilou des Magenn inlt l)armre«ectloncomblui.> (IMultch. m»d, Wochín$ehr., 1899).

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ABTÍCCLOS CIENTÍFICOS OBIOINALES

Sí las adherencias que hasta ahora hemos estudiado tienen importancia, por cuanto de su coincidencia con otras complicaciones y de la facilidad con que se las libere depende la clase de intervención quirúrgica que ulteriormente debe efectuarse, las adlierencias que nos quedan por conocer tienen también gran valoi', porque por sí solas dan lugar á que se sustituya una resección por una gastroenterostomia. Para descubrir las adherencias descritas nos ha bastado con la incisión abdominal, y á lo más, con levantar el reborde hepático, ó el gran epiploon; pero ahora, para descubrir las restantes bridas, necesitamos abrir un orittcio en sitio no vascular del pequeflo epiploon ó ligamento gastrohepático, y en el gran epiploon, ó mejor dicho, en el ligamento gastrocólico. De este modo, é insinuando el dedo por dichos orificios, podremos reconocer, por el primero, la porción subhepAtica de la cavidad posterior de los epi piones: así nos daremos cuenta de las adherencias que existen entre el estómago y la pared posterior de dicha cavidad; además exploraremos el páncreas, los ganglios retropilóricos y pancreáticos; y por último, nos enteraremos de la condición especial en que se encuentra la primera porción del duodeno con la cabeza del páncreas. Entrando el dedo por el orificio practicado en el ligamento gastrocólico, reconoceremos la porción retroestomacal de la cavidad posterior de los epiplones, y por ende, la disposición en que se encuentran los ganglios infrapilóricos y el mesocolon transverso. Las adherencias del estómago al páncreas han sido y son motivo de preocupación para el cirujano, hasta el extremo de que Jonnesco dice: «que es tal su gravedad, que para Ja mayor parte de los cirujanos debe constituir una contraindicación para la resección del ventrículo gástrico». En contra de este prudente criterio hablan los resultados de un buen número de casos en los que pudo conseguirse, á pesar de todas las dificultades, resecar con buen éxito el tumor, pero sacriflcan AMJD niS LA COSDCCCIO.N

La onda sensitiva recibida en la periferia por una expansión protoplásmica y trasmitida á los centros por una sola fibra nerviosa, no se propaga á lo largo de una cadena de neuronas, sino que puede difumlirse por varias cadenas, creciendo como un alud el número de células interesadas en la conducción. Esta ley, entrevista ya por Goliji, sólo ha recibido phíua demostración desde que se han sorprendido las leruiiiiaclones nerviosas verdaderas eu el eje cerebro espinal. Ejemplos do esta ley: Kn la foseta central de la retina, paraje donde la acuidad visual es mayor, un cono improHioiíado por la luz lleva su conmoción á una célula bipolar; é.sta la conduce después A un corpúsculo ganglionar subyacente (célula de la capa ganglionar; cuya expansión funcional, ramificándose prolijamente en el tubérculo cuadrigéniino anterior, difunde el movimiento pir un grupo considerable de células; en fin, los cilindro-ejes de este grupo celular terminan en la región occipital de la corteza del cerebro, donde, merced á sus ramificaciones, tocan á los penachos terminales de infinidad de corpúsculos piramidales. Ke.sulta, jiues, que la unidad de impresión, recogida por un solo cono,

ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DE LA NKUKONA

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ha logrado afectar á cientos y quizá miles do neuronas del centro cortical. Lo mismo sucede en el aparato acústico. El alud de la conducción en el aparato olfativo, en los nervios sensitivos, etc., es también cvidentisimo, habiendo sido confirmado por cuantos histólogos han estudiado recientemente la estructura del bulbo olfatorio y la de la médula espinal (Golgi, Cajal, van Lenhosselc, ran Gehuchten, luilliker, Jíetziu.s, etc.) Después de haber estudiado en el primer ca|)ítulo de la segunda ))arte de este trabajo la fisiología morfológica de la neurona, esto es, cómo se relacionan entre sí dichos elementos, ó lo que es lo mismo, el modo do |)asar las corrientes nerviosas do unos á otros, vamos aliora á indicar en este segundo capítulo su fisiología intima, expresando qué oficio tiene el l)rotoplasina con su espongioplasma, jugo, etc., el núcleo y el nucléolo, manifestando á la ve/, las modificaciones que en la estructura íntima neuronal ha producido el importantísimo destino que al corpiiscuio nervioso le ha sido confiado. Haremos primero el estudio del funcionalismo del protoplasma, luego el del núcleo y después el del nucléolo. l'ISIOLOGÍA DI3I. PROTOPLASMA NBUUONAL

Kl protoplasma celular, llamado por //. Mühl primera formación, es la parte de la célula que en forma de masa transparente granulosa y sernisólida separa el núcleo de la inombraiia. El realiza las funciones nutritivas y de la vida de relación, pues sólo al núcleo y nucléolo corrosponderíai) las de reproducción. Abundante en aquellos corpú.sculos que tienen gran vida y activo papel fisiológico (cual el leucocito) y escaso é infiltrado de ciertas sustancias en aquellos otros que por su imposibilidad y sus funciones casi químicas no tienen otro objeto en el organismo que servir de medios ó vehículos de conducción de gases (como los glóbulos rojos), ó en aquellas otras células queratinizadas cuyo fin funcional orgánico está precisamente basado en esta escasez de protoplasma y en la abundancia de sustancias extrañas que, cual la queratina, incrustan y degeneran á las córneas células de la epidermis. Si esto vemos que sucede en las distintas células de la economía, ,:,quó cosa más lógica y natural que el olemonto nervioso sufra también modificaciones estructurales en su protoplasma, intimamente enlazadas con el alto fin funcional que se lo ha conferidoV El protoplasma neuroiml realiza, como tal protoplasma, las funciones de nutrición y de relación; pero así como vemos que, por ejemplo, la célula cardíaca acrecienta la contractilidad á costa de sus otras funciones; así como el hematíe se diferencia infiltrándose de hemoglobina, para servir con más perfección al fin funcional orgánico á que ha sido destinado, el protoplasma nervioso se modifica favorablemente también para la mejor recepción y transmisión de la» corrientes nérveas. ¿Cuál os y en qué consisto esta inodiftcaclón? En primer lugar, la rica y abundantísima ramificación de las expansiones protoplásnilcas en aquellos elementos que tienen que ponerse en

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ARTÍCULOS CIENTÍFICO.S ORIGINALES

contacto con muchas fibras terminales, y por ende recibir abundantes corrientes nerviosas; en segundo lugar, ¡a aparición en estas expansiones de las espinas, que aumentando la extensión superficial de aquéllas, favorecen de este modo la .superficie nérvea receptora; y en tercer lugar, la aparición en el espesor del protoplasma de los grumos basiófilos ó cromáticos que aumentarían, en sentir de Marineaco, la tensión de la onda nerviosa; sin embargo, respecto al verdadero funcionalismo de los grumos cromáticos, no está todavía dicha la última palabra, sino que reina diversidad de opiniones entre los sabios, quienes sólo nos dan hipótesis, no conclusiones reales y positivas. Como es do gran importancia esta cuestión, me detendré algo, indicando las diversas apreciaciones que de ella han hecho los histólogos. .SIONIFK.'ACIÓ.N Í'UNCIOKAL liE LOS OHl'MOS C K O M . Í T K J O S

Imposible es, comt/ ya dije antes, determinar con exactitud en el estado actual de la ciencia el papel íisiológico desempeñado por la materia basióflia del protoplasma. He aquí, sin embargo, alguno de los ¡larecercs más autorizados. llosin estima los citados grumos como inclusiones del protoplasma en un todo comparables á las granulaciones basiófilas señaladas por l'Virlich en los leucocitos y células cebadas. Benda considera los grumos como un protoplasma embrionario indiferenciado, en oposición al fibrilar ó diferenciado situado entre los mismos y encargado de la misión conductriz. Valí Gehuditon (18!»7) y otros autores conceden á los grumos cromáticos la cualidad de material de reserva acumulable en el espongioplasma durante el estado de reposo, y destinado á gastarse durante la fase funcional. Este material sería susceptible de disgregarse y disolverse en cuanto la neurona es atacada en su integridad anatómica ó perturbada en su actividad fisiológica. En sentir de Marinesco ; ISIiT), que ha consagrado á este punto varios trabajos y suma atención, los grumos basiófilos gruesos serían depósitos de una materia dotada de alta tensión química íkinetoplasma); en tanto que la.s granulaciones finas y la red de espongioplasma constituirían un aparato conductor de las corrientes. La onda nerviosa aportada por las expansiones protoplásmicas (polo de recepción), llega al soma con una débil tensión; ])ero en ])resencia de los grumos que están unidos, como ha demostrado Cajal, á la red incolora ó conductriz del espongioplasma, la energía de la onda aumenta, alcanzando el máximo de energía en el axon (polo de emisión). Ciertos venenos producen un gran consumo de estos grumos, de !o que se sigue aumento en la tensión de la« corrientes ¡venenos tetánicos, estricnina, etc.); ciertos otros los destruyen ó disgregan, provocando, por consiguiente, la paresia y la debilidad nerviosa. Difícil es escoger entre las opiniones que dejamos expuestas, dada nuestra ignorancia sobre las condiciones químicas determinantes de la transmisión de la descarga nerviosa. Ni siquiera podemos, discurriendo por analogía, llevar al tejido nervioso inducciones sacadas del fisiologis-

ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DE LA NEUUONA

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mo de las materias basiófilas contenidas en otros corpúsculos; porque hasta hoy nadie lia logrado esclarecer la sigiiiíicación funcional de los granitos basióíilos de leucocitos, células cebadas de Khrlich y mieloplaxos. Kl único dato positivo que tenemos para conjeturar la función de los grumos es el lieclio demostrado, al parecer, por diversos autores del consumo do los mismos durante el estado de actividad do las neiironas. Y si este heclio os cierto, hay que confosar que la opinión de Marinesco no parece aventurada. Dicha materia basiófila representaría, pues, no un material necesario á la producción de la onda nerviosa, sino un alimento subsidiario exigido solamente por la actividad funcional do las células más voluminosas, quo son precisamente lasquetransmiten corrientes á un gran número do corpúsculos. Ko deja do ser favorable A esta opinión la circunstancia do que cuando los conductores son cortos ó las células donde las ondas se inician se conexionan con un reducido número de elementos, falta la referida materia (bipolares de la retina, bipolares olfatorias, etc.); mas si las ondas deben recorrer grandes trayectos ó repartirse por un gran número de neuronas, lo que exige natuialniente una mayor tensión del movimiento nervioso, la sustancia basiólila aparece (células sensitivas, corpúsculos de Golgi, elementos motores, etc.) Poro si, abandonando ol terreno de las generalidades, deseamos puntualizar el mecanismo de acción del mencionado alimento, las dudas nos asaltan por todos los lados. La referida materia, ¿se halla dotada, como ftsevera Marinesco, de alta tensión química, cediendo por oxidación al espongioplasma ó elemento conductor do la neurona, cierta cantidad de calor transformable en movimiento ondulatorio? ¿Actúa, acaso, á guisa de fermento destinado il transformar en dinamógenos otros principios arribados de la sangre durante la fase de actividad funcional? ¿Representa simplemente un alimento do reserva y fácilmente asimilable, cuya misión sería reparar rápidamente el desgaste orgánico sufrido por las gruesas neuronas tras las violentas excitaciones? En el estado actual do la ciencia es imposible disipar estas dudas. Una cuestión también do gran importancia, dentro del estudio de la fisiología íntima del protoplasma nouronal, es la signiflcación funcional del retículo celular. Indicaremos algunas i} han instituido experimentes consagrados á fijar la expresión anatómica del estado de actividad normal de las neuronas. El primero hace un estudio histológico comparado de las centros ópticos de los animales, en los cuales un ojo ha pern-.anocido cierto tiempo cerrado, y encuentra como característica somática de la fase de reposo, aumento del volumen del núcleo y de la cantidad de cromatina de las células retinianas, y en la fase de actividad una retracción del núcleo y notable consumo de su cromatina. Finalmente, Valenza (1896), en un trabajo sobre los efectos déla excitación farádica en las células del lóbulo cerebral eléctrico del torpedo, declara que en la zona más fuertemente excitada, el núcleo de las neuronas se arruga, concentrándose la nucleína.»en el interior (hipercromatosis central); en tanto que en los territorios poco excitados, el núcleo se hincha y su cromatina se disloca hacia la periferia (hipercromatosis periféri-

ToBo vni.-i



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ABTÍCÜL08 CIENTÍFICOS OBIGINALES

ca). En cambio, no ha logrado confirmar las modificaciones señaladas por Hodge y Mann en la parte cromática del protoplasma, ni el aumento correlativo del cuerpo celular y niicleo indicado por Hodge, Mann y LMgaro; antes al contrario, ha creído notar durante la fase de fatiga mengua marcada del volumen de estas partes. Niega también dicho autor toda relación entre la actividad funcional y la cantidad de cromatina pro toplásmica. En su concepto, los estados pyknomorfo (oscuro) y apyknomorfo (claro) de Niisl, representarían caracteres celulares individuales, acaso debidos al grado de evolución de las neuronas. En suma; del conjunto de los experimentos relatados, parece surgir como probable esta conclusión: el estado de actividad se asocia á una disminución, tanto de la cromatina protoplásmica como del volumen del cuerpo celular; el estado de reposo se revela por efectos contrarios. De todos modos, exige todavía este punto nuevas investigaciones, las cuales, si han de ser concluyentes, deben inspirar.so en las ejecutadas por Pergeña y Deinonr, piies sólo haciendo obrar sobre los centros los estímulos fisiológicos cabrá eliminar toda causa de error. Este criterio es el que defienden también Nissl y Van Gi otros tériniíios: toleran una dosis de cocaína 20 ó 25 veces más fuerte que de adrenalina, lo que prueba que esta última sustancia es 25 veces más venenosa que aquélla. De estos experimentos se deduce también que el ácido fénico realmente dificulta los efectos tóxicos de la cocaína, teniendo además la ventaja de facilitar su conservación casi indefinida. Usando, pues, en la

LA ADKENAIJNA

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práctica oto-rino-laringológica soluciones de cocaína fenicadas, no nos expondremos á intoxicaciones y no tendremos necesidad de que sean siempre recientemente preparadas, pues aunque daten de algunos días ó semanas, la solución anestésica no habrá sufrido alteración. Los conejos tienen, de la propia manera, una gran i-esistencia para la morfina; resistencia, si cabe, mayor aún que para la cocaína. En efecto; parece invcro.símil que un animal que no alcanza á tener 2 kilogramos de peso, soporte sin morir 15 centigramos de cloruro mórflco en inyección hipodérmica; mientras que en el hombre esta dosis sería tan excesiva, introducida bajo la piel de una sola vez, que con seguridad ocasionaría la muerte. De estos experimentos se deduce también, que la adrenalina es 25 ó 30 veces más tóxica que la morfina. Si á un conejo intoxicado con una dosis mortal de 10 centigramos de cloruro mórflco bajo la piel le inyectamos 2 ó 3 miligramos de adrenalina, el animal generalmente no sucumbe á la intoxicación morfínioa. Lo propio acontece, como hemos visto, si previa introducción hipodérmica do adrenalina morfinizamos después al animal con la misma dosis tóxica. La adrenalina es, por lo tanto, un antídoto de la morfina y debe usarse en los envenenamientos por el opio y sus derivados. La adrenalina no es, pues, absolutamente inofensiva, y sus efectos fisiológicos parecen idénticos á los del extracto de las cápsulas supra-renales. Sin embargo, no creo que esté completamente demostrado todavía que se trate de una sal alcaloidea bien definida, y que represente ésta verdaderameiite el genuino principio activo de estas glándulas vasculares sanguíneas. La experiencia ulterior y las sucesivas comprobaciones, han de demostrar si el alcaloide descubierto por Takamine, de Nueva York, es realmente el único legítimo, y si el que descubrió vou Fiirth, en 1897, con el nombre de supra-renina, ó el que encontró Abel en 1899 y que bautizó con el de epinefrina, no tienen también derecho á ser considerados como un alcaloide del extracto de las cápsulas supra-renales, puesto que unos y otros producen efectos análogos; y si los fisiólogos pueden estar de acuerdo en el fondo, en cambio los químicos no han podido determinar con un rigorismo perfecto la naturaleza de las sustancias activas que las cápsulas supra-renales contienen. Sin embargo, parece que Takamine acaba de dar un gran paso, puesto que el producto descubierto por él es cristalizado, siendo de presumir que resulte su descubrimiento el del primer alcaloide de origen animal; lo que no deja de tener mucha trascendencia para el porvenir de la opoterapia, si resultan confirmadas sus investigaciones químicas, como creoque lo serán. Sea como quiera, con la adrenalina poseemos una sustancia fija, siempre la misma y cuya dosificación y efectos consiguientes han de ser siempre idénticos en igualdad de circunstancias, lo que no deja de ser una gran ventaja para la práctica médica. De estos experimentos se deduce también que es bastante defectuoso el socorrido sistema de contar los efectos fisiológicos de una sustancia por kilogramo de animal. Habría que contar por susceptitjilidad, por impresionabilidad (cosa que no puede medirse) y no por peso, puesto que el

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KEVISTA DE BEVISTAS

.conejo, V. gr., resiste dosis de morfina que matarían al hombre, y sin embargo, éste pesa treinta ó cuarenta veces más que aquél. Es de suponer que los roedores, y en general todos los herbívoros, tienen una resistencia y tolerancia insólitas para los alcaloides de origen vegetal, puesto que únicamente así se explica el que los conejos soporten también dosis de cloruro de cocaína que no nos atreveríamos á dar á nuestros semejantes. Acaban)0.s de ver igualmente que el gato soporta bastante bien la morfina, mucho mejor también que el hombre mismo. Así las cosas, y no queriendo continuar por más tiempo estos estudios experimentales, podemos ahora indicar aquí que por lo visto hay que andarse cou muchísimo cuidado al pretender aplicar al hombre el resultado de lo observado en los animales, por más que se tenga muy en cuenta el volumen del animal objeto de la experimentación. OB.SERVACIONES Rinoiogia. OBSERVACIÓN I.—(20Enero 11K)2).—Francisco Ferrán, treintay dosaños. I'seudo-henioptisis de origen naso-faríngeo. El día del examen sale sangre tras el velo palatino, después de un toque en el cnvum con el portaalgodón en seco. Otro toque local de cloruro de adrenalina al ¡milésimo, cohibe instantáneamente la hemorragia retro-nasal. Para evitar la recidiva se le mandan unas pulverizacione.s intra-uasales, inclinando el paciente la cabeza hacia atrás, de adrenalina al 1 por 10.000 durante un par de minutos cuatro veces al día. No se presenta nueva efusión sanguínea en los ocho días subsiguientes y el enfermo desaparece de mi visita privada. OBSERVACIÓN II.—(3 Febrero 1802).—Pedro Coma, de treinta y cinco años, vendedor ¡uiibulante, preséntase también en mi visita privada con pólipos mucosos de ambas fosas nasales. Es muy aprensivo y neurósico. Después de la primera sesión de extracción de los pólipos con el asa fría, previa cocainización enérgica, comienza á preocuparse de la hemorragia consiguiente y tiene miedo de estar solo en la fonda. Ingresa aquella misma tarde en la Clínica, donde se le aplican dos torunditas de la solución de adrenalina al milésimo, en cada fosa nasal, que cohiben en absoluto todo flujo sanguíneo, y á los dos días se le extraen los pólipos que todavía quedaban en las fosas nasales. Hemorragia nula, el campo operatorio parece más amplio, y sobre todo, más limpio; lo que hace que se trabaje con holgura y facilidad. Sale el enfermo de la Clínica á los cuatro días, perfectamente curado. OBSERVACIÓN III.—(10 Febrero).—Amalia Mestres, cuarenta y únanos. Kiiiitis vaso-motora, con ingurgitación de ambos cornete.-i inferioren. Un toque de adrenaliiia-eocainada despeja en seguida la obstrucción nasal. Unas pulverizaciones intra-nasaleij de adrenalina al 1 por 10.000 repetidas cada cuatro horas, curan el proceso en pocos días, permitiendo constantemente la permeabilidad de las fo.sas na.sales. OBSERVACIÓN IV.—(17 Febrero 1902).—Manuel Tamayo, cuarenta y un años, maestro de escuela en San Saturnino de Xoya. lilnitis hipertrófica; desviación derecha del »eptum con adherencia al cornete inferior. Laringitis sub-aguda cou corditis y paresia vocal. Cocaíno-adrenallnización de la pituitaria; sección de la sinequla y de una exuberancia ósteocartilaginosa del extremo ántero-lnferior del tabique nasal, sin una gota erdi-ta vez anestesiada la parte como no esjjeraba. Con las piíü-as entonces saco tres ó cuatro enorme» fragmentos de tejido que reducen el coloso á proporciones muy razonables: pero el enfermo queda tan postrado, que se le debe acompañar en brazos en una de las habitaciones de la Clínica, en donde se le mete en cama. Allí dice que se siente morir; el pulso se concentra con tendencia al «incope; la respiración laríngea es un tanto ruidosa, poro no hay tiraje. So trata do un neuropático muy espasmodizable, fatigado en extremo y atnedrentado con la operación actual, que jamás había sido tan seria, por lio haberse podido continuar las veces anteriores más que algunos minu-

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REVISTA DE UETISTAS

tos. No doy grande importancia á su eMado, que combato con el éter, los bromuros y un poco de cognac, y que desaparece á las cuatro ó cinco horas. 20 de, Jüiio.—Comprendiendo que el secreto de poder operar á este enfermo por las vías naturales consiste en conseguir una anestesia completa, y teniendo en cuenta que además de refractario se acostumbra rápidamente á la cocaína, utilizo esta vez una solución de clorliidrato de cocaína al 30 por 100, á la que siguen cuatro toques endo-laringeos de extracto de cápsulas supra-renales. El efecto es maravilloso por lo inesperado, pues queda la mucosa laríngea completamente insensible; pudiendo quitar con las pinzas otros tres ó cuatro fragmentos de la ncoformación, que parece ahora verdaderamente papilomatosa, dado su aspecto aframbuesado y que se hunde bajo la glotis á cada introducción de las pinzas. En otras tres sesiones por el estilo de.sembaracé por completo de la neoplasia la laringe y despedí al enfermo estanilo todavía ronco, pero respirando ampliamente ]ior el órgano fonético. El 20 de Noviembre de lítOl compareció de nuevo con la voz clara y completamente curado. Al examen laringo-'^cópico no se conoce tan siquiera donde radicaba el pólipo gigante. Según cuenta el enfermo, durante los meses de Agosto y .Septiembre estuvo bien, pero con la voz siempre un tanto velada y con un cosquilleo laríngeo especial que le obligaba á toser. Últimamente, á primeros de f>ctubre, expulsó con la los un fragmento de neoplwia del tamaño de un garbanzo pe falso Cid: asusta con el artificio, ó, como decimos nosotros, con IB, parada. En la India existe una serpiente que, careciendo de otros medios d e defensa, imita admirablemente las actitudes de la ¡terrible Cobra de Capello, y á la aproximación del enemigo engrosa su cuello, imitando s» silbido y abriendo la boca para producir el aspecto formidable de la terrible culebra. Pero aquel pez maravilloso que para vivir entre las algas simula sus colores y sus formas caprichosas, supera á casi todos esos

LOS SIMaLADOBES DEL TALENTO

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grandes estrategas de la protección. Reclus, que lo ha observado con su Jiabitual curiosidad, decía qu3 ningún caballo del Apocalipsis poseía más fantástica apariencia y cabellera más hermosa y flotante, cuando convertido en un paquete de cintas glaucas disimulaba sus ojos fúlgidos •detrás de las hojas verdinegras. Amarrado á alguna rama por su cauda prehensible, se balancea entre las ondas con el mismo movimiento de otras algas; va, viene, y ondulando su cuerpo blanda y muellemente, se desliza, despistando el ojo penetrante de sus adversarios. Y si, forzando apenas el recuerdo, traéis á vuestra membria los gratos recuerdos de amena zoología tantas veces saboreada por vuestra juvenil curiosidad, aún Tais á ver desfilar innúmeros ejemplos do tan peculiar manera de defender la vida y labrarse posiciones, sin más trabajo que el de la corablna•ción instintiva de estas pequeñas aptitudes, que tan grandes aparatos lleg a n á formar. Se os presentarán aquellas especies débiles y tan mal dotadas que, ó se entregan á las fuertes y bien dotadas como pasto fácil de su voracidad, ó tienen que recurrir á tales medios de engaño y simula•ción: imitan y simulan las especies comestibles para defenderse de las otras; y como la simuladora cuenta siempre uu número relativamente reducido de individuos, porque no tod,os poseen en el grado necesario semejantes aptitudes, el buen éxito es por eso más seguro. La simulación está, pues, en la naturaleza misma; simula la planta, simula el animal más desprovisto, y hasta simulan vida las cosas inorgánicas, si hemos de creer en los oscuros resultados de cierta filosofía que d a alma y sensibilidad al reino inanimado de la piedra. La simulación es un recurso trascendental de la vida, es en la especie humana el talento de los impotentes, la pierna de palo y el brazo artificial con que el arte d é l a •cirugía ortopédica suple á maravilla el déficit que dejala enfermedad. En la vida social esta otra singular ortopedia del engaño, armado con el gran instrumento do la prensa, hace geniales creaciones, poniendo á los ccre•bros valetudinarios circunvoluciones artificiales, como ese otro arto simulador, los diversos miembros ausentes. Así es cómo, por obra .suya, veis •caminar á los que antes eran cojos, manejar la elocuencia de la acción á los mancos y lucir cabezas de artificio á los acéfalos que no la llevaroii jamás. El contraste entre los apetitos y el escaso vigor del instrumento que debe satisfacerlos, es en algunos ejemplares, tal vez en todos, la caracterí.stica especial. La desesperación y la necesidad aguzan el ingenio y fustigan al instinto para obligar á sacar fuerzas de flaqueza; el hombre mentalmente desarmado pide al animal lo que no puede darle la perfección de su propia especie. Por eso se lo parece tanto en esa lucha cruel, bajo cuya dura ley no se siente tan deprimido cuando desciende de su altura de Adán degenerado para pedir al mono perfeccionado lo que no puede darle el orgullo de la divina imagen y nemejanza. Las peculiaridades de la vida moderna y la urgencia de sus necesidades han modificado de tal manera la» condiciones de la lucha á ultranza, •que parecen haber obligado á modificarse profundamente hasta la misma estructura mental de los hombres. Las tendencias de nivelación, llevadas •cou tanta insolencia hasta el sagrario del genio, han difundido el concepto equivocado do que todos somos aptos para todo; y siéndolo, justo es que

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HBVI8TA DE UETI8TA8

nos baste estirar la mano para obtener con tal facilidad lo que otros obtienen con el talento ó la virtud. Conquistada por la casualidad, el engaño ó tantos otros medios, una posición, la defensa sugiere prodigios; el cerebro, torturado por la misma impotencia, encuentra dentro de la relativa oscuridad del bajo psiquismo, reflejos que .simulan la luz, actitudes, gestos y movimientos que hipnotizan los mentidos, provocando las deformaciones sugeridas de la ilusión. El material intelectivo real es escaso en el simulador y claudica apenas se le pone en acción: como es lámpara cuya lumbre se extingue si ligeros vientos soplan adversos, echa mano de estas combinaciones de colores diestramente distribuidos para que la ilusión de ¡a luz y de la vida sea completa y eficaz. Ciertas aptitudes dispersas, que por una educación progresiva han llegado á un desarrollo considerable, establecen por el uso la corrección falaz de un funcionamiento complicado, alcanzando á constituir verdaderos aparatos mentalex que, invitados al movimiento por cualquier remotopeligro, entran en la acción con la regularidad de un mecanismo regi.strador. Tales aparatos están generalmente constituidos por grandes ó pequeñas disposiciones para la simulación; aptitudes y actitudes, ambas combinadas, porque en el fondo no'hay otra cosa que un histrionismodesvergonzado. Por aptitudes de los instintos y de las pasiones adie„stradas de cierta manera y por todo ese mundo ignoto de la psiquisidad subconsciente que recoge todas las necesidades y todas las impresiones, d e que uno sólo se da cuenta cuando suben á imponerse á las capas superiores de la mente. Por actitudes del fisico, cuando dispone de singulares bellezas ó de sugestiva fealdad, calidades de estatura y esqueleto, disposiciones mil para adaptar la dócil musculatura á la plástica maravillosa de su mimetismo. Como el Dorífero de Policleto expresa en su cráneo, lleno de serena fiereza, el dominio do la fuerza en la robustez del cuello y del brazo, en el amplio pecho y la espalda robusta, la resistencia para la lucha y la completa sensación del mando; así ellos sugieren sólo con sus actitudes falaciosas la misma sensación, pero con completa ausencia do la fuerza efectiva: son los atletas del circo, cuyos pintados deltoides hacen prodigios de destreza sobro las balas de madera que imitan el rudo fierroTienen en el espíritu todos los elementos de la ilusión y un dispositivoteatral por medio del cual, combinando simples manchas, dan en el lienzo la sensación completa de cosas que á distancia resultan acabadas; con la escoba sugieren la sensación de un hombre, con un diario una bandera, con el bastón un cetro; y si el ptiblico tiene cierta disposición que las preocupaciones y el interés de otro.; ha 8u.scitaiio, resultan estigmas de la gloria las erupciones, cicatrices los traumatismos, y rastros do la vigilia estudiosa las ojeras libertinas de la mala noche. Esa vacía cuba cerebral tiene que llenarse de doradas virutas para que la penetrante radiografía popular no vaya á desculjrir su completa orfandad de ideas: todos los huecos, y son muchos, e.ttán repletos con la arena estéril, pero pesada, que imita las auríferas; dentro del oscuromeandro está preparado y armado ese ilusionismo, con los cubiletes mentales que la vanidad les sugiere. Nada hay más cómico, pero ¡ay! má» fructif'ero al mismo tiempo, que ia silenciosa solemnidad del imbécil afor-

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tunado. Siempre que los veo huir del contacto imprudente de la gente, envueltos en la pedantesca discreción con que se defienden, me viene el recuerdo de aquellos vagones que ya vacíos de explosivos ostentan sin embargo la terrible palabra ¡peligro! que sigue ahuyentando á los medrosos é infundiendo el profundo respeto de la muerte. Si el defensivo puede agregar á su solemnidad y á su silencio la colaboración de la calumnia biográfica, tan útil y tan benevolente cuando procede de amigos interesados, el aparato se completa á maravilla y sus efectos trascendentales escapan á los límites de la vida privada; los simples goces de la cauongía subalterna se dilatan hasta la celebridad mundial, y sobre el erial de su mente franciscana, esos amigos calumniadores levantan enormes fábricas, monumentos de arquitectura híbrida, que tienen del cuartel y de la penitenciaría y que al fin y á la postre hay que voltear á latigazos para dejar expedito el camino. No los sorprenderéis jamás en desarme ni con la puerfa abierta; la vida eterna funcionarán así, porque una vez montados caminan poi; la propia virtud de su automatismo. Un ejemplo histórico de esta gravedad defensiva lo tendréis en aquel general, don Frutos liivera, de tan risueña memoria: «cierta afectación de gravedad estudiada, que probablemente era una forma adquirida después de haber llegado á ser entidad (dice quien le conoció de cerca), y con la que disimulaba la falta de proporción éntrela posición que asumía y sus méritos reales, parecía ser una especie de precaución íntima contra la fama de embrollón y tramposo que bien sabía él que se le reprochaba». La gravedad era una rueda importante de su aparato do protección (1). No concurre menos á crear de todas piezas estas curiosas armazones, la complicidad eficaz de la pública ignorancia, dispuesta siempre á magnificar con sus habituales tendencias megalomaníacas todo lo que de suyo es pequeño y precario. Basta que le entreguéis ti uniforme ¡qué digo el uniforme! un galón, la hoja fugitiva de un ñamante entorchado, para que de ella haga un general, luego un gran estratega y por fin el genio mismo de la guerra, el número de cuyas batallas ganadas por los amigos excede, con mucho, al de las famosas listas de D. .Juan Tenorio. Y sin embargo, apenas penetráis más allá del dintel de la puerta, el vacío os sorprende con su olor de tierra hiiineda, como en los sepulcros y en los sótanos abandonados. El silencio que reina alrededor, ese silencio lleno de misterios de las casas desocupadas, os intimida sin embargo. Porque el silencio es el vigoroso volante que da movimiento y vida al rtjoarato cuando diestramente colocado puede dominar todo el singular rodaje. He dicho diestramente, porque en efecto hay destreza, diré más, suele haber algo á modo de verdadero talento en la simulación, por medio de su empleo, do las grandes aptitudes del genio y de la virtud, tanto más ausentes cuanto mayor es el uso de su fantasmagoría protectiva. Su colaboración negativa consiste en dejarse vestir por la inexplicable complacencia de la amistad y luego desempeñar los papeles ajustándose Alas circunstancias y al ambiente: suerte de mimetismo del cerebro, si me de(I) Eso se denomina la «serledail del asiio> en Eapaha, y.la tienen un montón de individuos que llegan por ella A personajes.—L. M.

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jáis pasar lo exótico de la imagen (y volviendo de nuevo á mis comparaciones zoológicas) que permite á la pobreza mental vestir la púrpura del talento y deslizarse imitando sus coloraciones; como el instinto de la vida, la variadísima homocromia á que recurre el pescado, que va cambiando de aspecto ¡I medida que se transforma el inedia líquido en el que se desliza precipitando la fuga; como las aves de las ingratas regiones, los abigarrados tintes defensivos con que el sol, acariciando de cierta manera el dorso movedizo, transforma su pluma dándole analogías salvadoras. En la esgrimf. de estas aptitudes de protección, el defemivo suele tener golpes de éxito que lo equiparan al genio; porque llegar á la cumbre sin talento, ilustración, virtudes domésticas elementales, siquiera, es sin duda poseer un género singular de superioridad. ¿ \ o lo tiene acaso, el que por medio del silencio recamado con la fnlsa pedrería de los gestos, de los monosílabos y exclamaciones, mantiene por largo tiempo la sensación de su misteriosa existencia (1)? Hay un arte, casi estoy por decir que es una ciencia, que enseña á vislumbrar los provechos del silencio y revela el secreto de sus usos, educando la perseverancia y el dominio tan útil sobre la fisonomía y los nervios. Poseerlo es una de las características más humana de la protección. ¡Cuántas cosas no teje detrás de él la imaginación popular! Pero ¡ay de él, el día en que el defensivo á fuerza de tironeársela, pierde en un instante de desequilibrio la preciosa virginidad de la lengua, entregándose á un verdadero libertinaje verbal que le arranca violentamente de aquel olimpo prestigioso de la sombra! En la historia argentina, los caudillos silenciosos por anemia cerebral han dado más días de oprobio á la República que toda la zarandeada tiranía de Rosas. La gravedad solemne, el silencio sugestivo y el valor personal evidente para la rompida y el entrevero, constituían las principales piezas de su aparato defensivo, tan eficaz como fue. El único caudillo risueño ¡y qué risa! fue Ro.sas: los demás carecieron de este atributo tan característico do la personalidad humana; no rieron jamás, por temor de descubrir aquella oreja alerta y aquel colmillo prominente que fijaba su filiación y revelaba la naturaleza de sus prestigios. Si recordáis la famosa conferencia, tan cómica como famosa, entre el general Bustos y Carreras, que refiere el Dr. López en el tomo Víll de su obra, vais á tener de bulto, y diré así, accionada, la verdadera intervención perturbadora del silencio defensivo, en el juicio de los más inteligentes espíritus. El zurdo mutismo del héroe de Arequito produjo en la desordenada imaginación del oficial chileno la extraña sensación de mil proyectos é ideas trascendentales, que el buen burgués no tuvo jamás. Lleno de instintos de defensa, no había hecho otra cosa, sin embargo, que ocultarse en la maleza de sus aptitudes protectoras, como el molusco en la dura coraza que lo sustrae á la agresión. Con cierto conocimiento de la vida, valor personal indudable aunque sin brillo, y sobre todo con esa viveza que ¡da al animal el claro sentimiento del peligro y los medios de orillarlo, había Bustos combinado los (1) Tal era el famoBO bbate Hleyea, autor de una Constitución política en Francia y que subid á Cónsul, hotnbreáudose con Kapolcón el Grande.—h. M.

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«uyos; asegurándose por breve tiempo una situación política que, A tener mediano talento, hubiera sido para él, para su provincia y tal vez para la República misma, de trascendentales resultados. Haciéndose el palurdo bonachón, supo deslizarse en el afecto de los comandantes de cuerpo, todos ellos hombres medianos y vulgares, pero de avería, que teniéndole por buen compañero y siu ambiciones, intentaban levantarle para hacer fortuna á su lado. Ese rasgo psicológico, en todos ellos presente, con su habitual iuvariabilidad atávica, estaba en él más vivamente fijado; sin embargo, es el mismo cliché que se reproduce en cada uno, como la aptitud para la nidivicación en todas las aves, sin olvidar un detalle. Detrás de su aspecto simple, funcionaba cómodamente aquella larga vista de la astucia que parece dar A cada ojo una visión singular y á cada dedo una antena sensible, con las que el instinto toca las cosas de la vida y discierne, en lo que ataile á la propia conservación, con una seguridad que no tiene el genio seguramente. Cierta sensatez vulgar, su pesada negligencia y ese abandono complaciente, no falto de habilidad, con que aparentaba mirar las dificultades, sugerían la impresión corriente de modestia y de bondadoso retraimiento, detrás de los cuales su ambiente sospechaba, oomo era lógico, grandes condiciones que explicaban su exaltación y la importancia que dejaban trascender. La captación animal de su instinto había llegado hasta conquistar la estimación del mismo general Belgrano, que era un espíritu simple y sin malicia, «incapaz de sondar á un tartufo que parecía indolente, pero que cultivaba con respetuosa asiduidad y cuidado el trato de su General». La especie, naturalmente calumniosa, de que Bustos era su consejero político y militar, él la dejaba correr, despertando la sensación de su ficticio valer. Con ella se grangeó las amistades valiosas de San Martín y de O'Higgins, magnificadas por medio de hábiles y constantes manejos de unas pocas cartas vulgares, arrancadas á la necesidad política de mantener al general Carreras de esto lado de los Andes. El raciocinio era sencillo para el criterio popular; debía ser de una indudable importancia moral aquel cuya modestia y talentos estaban abonados con la amistad de hombres tan justamente admirados por la América entera; afinidades epistolares tan afectuosas procedían, sin duda, de una importancia igual entre ellos. Y si á esto se agrega aquel garbo que la postura del oficio y del cuartel daban á su físico, su continente de tan cómica solemnidad, tendremos al liéroe mediterráneo incorporado de lleno al elenco rumboso de las celebridades argentinas do su tiempo. Por esta hábil simulación de amistades ilustres llamaba sobre sí la atención de todos los que en ese tiempo clamaban por una personalidad suficientemente importante, que, á su posición militar, reuniera el afecto de aquellos grrandes luminares, por lo ajenos á las pasiones del momento, en mejores condiciones para discernir la verdad. Por un instante logró hacer creer que en caso d e q u e San Martín viniera á sostener el orden constitucional, él sería el elegido para realizar la obra de paz y de organización que se esperaba de su influencia. Esa ora la sensación de la época, y tanto en Córdoba como en Buenos Aires nadie hubiera dicho entonces que Bustos no fuera lo que la personalidad artificial que él so había fra-

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guado demostraba con tan hábiles artificios, de pura protección animal. Y sin embargo, todos sabemos hoy que, fuera de lo que esta combinación de peculiares aptitudes le daba, Bustos fue un pobre hombre de indudable pobreza mental; un militar mediocre y adocenado, sin ninguna de las calidades del oficio, empuje é iniciat¡%'a en el momento critico del combate para discernir siquiera la oporluuidad de la cooperación espontánea. El general Paz, que, como es notorio, tenia el talento y la escuela de un eminente militar, decía: que era «una figura de paja, que después de hacerla servir de espantajo se la apartaba á un lado como inútil». En sus Memorias afirma que jamás habia conocido hombre más inepto y de una negligencia más vergonzosa. El tiempo roe al rin la dura caparazón, y la luz se hace camino á través de las más tenaces resistencias; el molusco abre imprudentemente sus valvas á la mirada curiosa y agresiva del público que entra, cuchillo en mano, entregándose á una verdadera debauche de anatomízación. Llega, pues, el momento de hace; aquella autopsia popular que la frialdad implacable del público, con igual y alternativo furor fctiquista é iconoclasta, hace á veces con tanta eficacia. Habló Bustos, por mal de sus pecados, con el lenguaje torpe de sus actos; y más le valiera no haber hablado, porque cuando llegó el momento de justificar lo.s méritos que habia mentido, fue tal su ineptitud, tal la impericia y la indolencia suyas, que graves historiadores afirman que su campaña contra Ramírez y Carreras pudo calificarse de vergonzosa. Cayó en tan completo descrédito, «que al operarse la pacificación general en 1821, nadie lo consideraba válido ya, para servir de centro á la reorganización nacional, ni había provincia alguna donde su influencia fuera aceptada como digna de consideración». Mientras vegetó satisfecho en la inútil holganza de su pereza, contento con su lote local y sin más ambición que conservarlo así, chiquito, mediterráneo, oscuro y aislado, vivió tranquilo (1); pero el día en que desarmó el aparato y quiso tentar sus propla.s fuerzas, acabóse todo, volviendo como antes á la oscura penumbra de su indolencia vegetante. Entre otros muchos, más desteñidos, éste es uno de los ejemplos que muestran mejor el papel político de estos apáralos de defeiwa mental. Esa luz engañosa que en ocasiones confunde, pero que en realidad no ilumina, los hace á veces grandes por adiposidad, no por musculatura; brillantes en ocasiones, pero sin expresión duradera, «sentimentales sin ternura». Fromentin diría que son superficiales como pintura de lienzo bizantino, donde la masa de color destituida de matices y sin las virtudes del relieve, no alcanza á mentir el bulto. No es meuos defensiva, en muchos casos, la misma oratoria, cuando como ese silencio fructífero, se emplea para ocultar pobrezas mentales vergonzante». Ese orador verboso, pero estéril, de todos tnn conocido, es el tipo del defensivo superior; mezcla curiosa de tintorero astigmata, por la abundancia de colores cliillones que maneja, de pirotécnico por el ruido inútil que produce, de cómico por el gesto abusivo, la pose sugeridora, el ademán del atleta y de augur confundidos fraternalmente, con que (1) LÓPBZ, V. F., l¡i$loria ele la República Argenlina.

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sugiere la sensación de plenitud en el vacio. Nadie como él, más feliz cuando despliega sus trapos abundantes de serpentina, dominando la atención de la simplicidad de espíritu con aquella verbosidad venturosa que pone láminas á su inútil facundia. Es el espíritu más consumado de la prestidigitación psicológica, el mentiroso emotivo por excelencia. Su charla no es jamás vehículo de ideas-, ó si a l a s veces existe alguna, lo que pai-ece bien raro, es sólo en un estado tal de dilución que no sería posible pescarla en aquel mar de papelitos de todos colores. Algunos, más alados que otros, suelen en ocasiones suspenderse un poco más arriba de la tierra; porque con la maravillosa inflexión de la voz y algunas otras raras cualidades puramente externas, ó encantan el oido ó sorprenden la sensibilidad tocándola con mansedumbre. Por eso medio acaban por dominar el corrillo, desterrar el aburrimiento de la espectativa y conquistar el privilegio do, la atención en los cerebros dóciles al engaño. Su habilidad protectiva está principalmente en detenerse cuando ya asoma dentro de su incoercible verborragia la vaga silueta de aquel delicioso macaneador, cuyo espíritu tan ingenuamente expansivo, vela siempre experto dentro del alma del orador. Hay que reconocer, con todo, que tiene la facultad de hacerse oir siempre en los más graves problemas, por la audacia en el /ibordaje, la felicidad envidiable en la cita y aquella rara habilidad con que pono al servicio de todas las inteligencias la chispeante vulgarización délas arduas cuestitines. Todo lo allana su incierto y débil raciocinio: la verbosidad, que alternativamente tiene de la ducha y de la lluvia menuda, simula la total destrucción de las dificultades; todos los problemas hallan una solución fácil que al fin no encuentra, pero cuya sensación falaz sugiere con su mímica de convención, solemne ó alegre, según los casos, y con su voz flexible que tiene de la lira y del cascabel. Jamás los veréis concebir un proyecto en que se vea palpitar el sentimiento de una necesidad pública, escribir un libro trascendental, pronunciar un discurso con un pensamiento que lo anime; porque toda la intelectualidad del orador defensivo no pasa más allá del tegumento, oprimidos los meollos por un despliegue invasor de la circunvolución de Broca y de todas sus adyacencias, movilizadas por un verdadero eretismo verbal. Viven así, engañando por medio de este artificio coloque deforman su propio ser, en esta eterna preñez de aire, que no llega jamás al alumbramiento y que los lleva indefectiblemente al fracaso cuando van á la acción del pensamiento ó de la voluntad. Si llegan á un elevado puesto público, vegetan ó claudican torpemente; yerran cuanto más apuntan; si comen, se atoran; si caminan, caen al precipicio;

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