Del periodismo político al periodismo de empresa: el caso de El Guadalete (Jerez, )

2 3 4 Máster Universitario en Comunicación y Cultura Universidad de Sevilla, 2013 Del periodismo político al periodismo de empresa: el caso de

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INTRODUCCIÓN AL PERIODISMO
SÍLABO AREA : COMUNICACIONES CURSO : INTRODUCCIÓN AL PERIODISMO PRE – REQUISITO : TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN CREDITOS : 3 PERIODO : 2011 –

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Riesgos profesionales en el periodismo: Caso frontera del Táchira Memoria de Grado presentado como requisito parcial para optar al Titulo de Licenciad

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Máster Universitario en Comunicación y Cultura Universidad de Sevilla, 2013

Del periodismo político al periodismo de empresa: el caso de El Guadalete (Jerez, 1898-1936)

Virginia Montero Díaz Trabajo de Fin de Máster

Tutor: Dr Francisco Baena Sánchez

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AGRADECIMIENTOS

La realización de este Trabajo de Fin de Máster no hubiera sido posible sin la ayuda de todas esas personas que han sufrido mis horas de estudio, mis idas y venidas a la biblioteca, mis dudas y mis madrugones. Tengo que dar las gracias a toda mi familia y a mis amigos, por los ánimos que me han dado cuando los he necesitado y por su comprensión cuando he tenido que faltar a citas para no perder horas de investigación. Especial agradecimiento merece Julio, que ha vivido este proceso bien cerca y me ha levantado de la silla cuando sabía que me hacía falta tomar un poco el aire para poder escribir una frase más. No sabría qué hacer sin todos ellos. Gracias también a el que fue primero compañero de estudios y luego mi tutor para este trabajo, Paco Baena, por guiarme en un camino que nunca había recorrido. Sus correcciones y consejos siempre han sido provechosos. Cada una de las palabras de apoyo que he recibido de ellos en estos meses forma parte de este trabajo y solo espero poder corresponder su cariño. ¡Gracias a todos!

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DEL PERIODISMO POLÍTICO AL PERIODISMO DE EMPRESA: EL CASO DE EL GUADALETE

CAPÍTULO 1. Introducción 1.1. Objeto de estudio …………………………………………………………… 11 1.2. Estado de la cuestión ………………………………………………………... 14 1.3. Hipótesis de trabajo …………………………………………………………. 16 1.4. Objetivos ……………………………………………………………………. 19 1.5. Originalidad e interés científico …………………………………….............. 21 1.6. Limitaciones…………………………………………………………………. 22 1.7. Fondos documentales y otras fuentes ………………………………………. 23

CAPÍTULO 2. El Guadalete como agente histórico: posicionamiento teórico 2.1. Una aproximación a la historia del periodismo desde las nuevas tendencias historiográficas ………………………………………………… 25 2.1.1. El Guadalete: un ejemplo relevante y revelador en el ámbito local: microhistoria e historia local ………………………………... 25 2.2.2. El “rostro humano” de la prensa diaria en Jerez: historia de la vida cotidiana, historia desde abajo e historia de la lectura …….. 29 2.2.3. De la historia de la prensa a la historia de la comunicación social….. 31 2.2. Prensa de partido vs prensa de empresa …………………………................ 32 2.2.1. Del papel a la redacción: ficha de análisis y elección de la muestra.... 35

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CAPÍTULO 3.- Un diario de provincias en la edad de oro de la prensa 3.1. El negocio de la prensa en la conformación de la sociedad de masas……… 39 3.2. El atraso de la consolidación de la prensa de negocios en España (1898-1936) …………………………………………………….. 44 3.2.1. Libertad de prensa y censura en España entre 1898 y 1936 ………… 48 3.2.2. La prensa jerezana camina hacia la modernidad ……………………. 51 3.3. Jerez afronta un nuevo siglo: de la crisis de Cuba a la Guerra Civil ………. 56

CAPÍTULO 4.- El Guadalete, de la imprenta decimonónica al periodismo moderno 4.1. El periódico “político y literario” del siglo XIX (1852-1898) ……………... 65 4.2. La estabilidad empresarial y la radicalización política (1898-1936) ……..... 70 4.3. El periódico bajo el microscopio: el análisis de El Guadalete …………….. 74 4.3.1. Ficha descriptiva …………………………………………………….. 77 4.3.2. Ficha analítica ……………………………………………………….. 86 4.3.3. El cuarto poder de El Guadalete …………………………………...... 117 4.3.3.1. Cadáveres en el centro de la ciudad: la insalubridad del cementerio y el análisis de muestras ......................... 118 4.3.3.2. Medicinas con retraso para los pobres: inspecciones, declaraciones y multas ………………………………… 120 4.3.3.3. Denuncia política: la incompatibilidad de los concejales y sus acciones “perturbadoras” ...................... 122

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CAPÍTULO 5.- El Guadalete, en la senda de la prensa de empresa 5.1. Conclusiones generales: la reivindicación de la prensa local ……………… 125 5.2. Conclusiones específicas: un ejemplo de modelo mixto …………………... 126 5.3. Nuevas vías de investigación ………………………………………………. 129

CAPÍTULO 6. Bibliografía ………………………………………………………. 131 ANEXO DOCUMENTAL …………………………………………...................... 141

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CAPÍTULO 1 Introducción 1.1. Objeto de estudio

El 15 de abril de 1936, en medio de la fiesta por el quinto aniversario de la Segunda República, el periódico El Guadalete se consumió entre las llamas de un incendio provocado. Hasta ese día más de ochenta años de historia, no exenta de vaivenes y dificultades económicas, lo avalan como uno de los periódicos más longevos de Andalucía, junto con El Diario de Cádiz, El Correo de Andalucía y el Diario de Córdoba. Jerez vivía los prolegómenos de la Guerra Civil y en unas pocas horas se quedaba sin su prensa de referencia ya que junto a la maquinaria de El Guadalete también ardió la del Diario de Jerez, compañero y competencia. Fue el triste final de un medio de comunicación que nació de la mano de la imprenta de la familia Bueno Nuesa en 18521 en su establecimiento del centro de Jerez. Su evolución desde periódico político al nuevo concepto de prensa de masas incorporando las nuevas tecnologías y las tendencias periodísticas de la época es el objeto de estudio de este Trabajo de Fin de Máster (TFM en adelante), concretamente, en su última etapa, ya en el siglo XX: desde 1898 a la aciaga noche de abril de 1936. La incorporación del fotoperiodismo diario, la modernización de la maquinaria, la utilización de la portada como escaparate del periódico con diferentes tipografías y diseños y la concepción de la labor periodística como negocio en este diario local son algunos de los puntos clave que se estudian en esta investigación. Además, analizaremos esa evolución en un medio de comunicación periférico como es El Guadalete situándolo siempre en el contexto de la transformación general de la prensa a nivel nacional. En el estudio del periódico en la mencionada etapa vamos a analizar desde los aspectos más formales hasta los relativos al contenido, dándole especial importancia a las transformaciones que también vivió en estos años la labor periodística con la profesionalización de las redacciones y el nacimiento de las asociaciones de la prensa. 1

El periódico tiene una primera etapa entre 1837 y 1852, por lo que la presencia de esta cabecera entre los jerezanos es aún más antigua y roza el siglo de vida, como se explicará más adelante.

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En el caso de Jerez, la constitución del colectivo tuvo varias fases hasta su fundación definitiva en los primeros años de la década de 1930, como detallaremos más adelante. La elección concreta de esta cabecera y de este periodo de su existencia para esta investigación no es arbitraria. Dada su larga vida y su carácter moderado, el periódico El Guadalete se convirtió en el diario de referencia para la sociedad jerezana ya que mientras otras cabeceras aparecían y desaparecían –como El Guadalcacín, Democracia o el Diario de Jerez2- este periódico siguió imprimiéndose cada día durante más de 80 años. En la elección de este diario como objeto de la investigación ha pesado la influencia que ejerció este periódico en el ámbito social y periodístico de la ciudad, como demuestran los siguientes comentarios. De su existencia en el siglo XIX, dice García Figueras: “El Guadalete significó algo muy hondo y muy íntimo en la gran familia jerezana del XIX y dio a lo largo de su dilatada vida pruebas de sensatez y de amor a la ciudad” (1974, p. 68). Coincidiendo en la misma apreciación aunque refiriéndose ya al siglo siguiente, Leiva (1999, p. 78) concluye su valoración del periódico asegurando que “El Guadalete destaca por su permanencia, equilibrio e independencia”. De tal manera ha quedado El Guadalete impreso en la memoria colectiva de la ciudad que cincuenta años después de su desaparición, en 1988, otro diario local tomó su nombre –El periódico del Guadalete, de Publicaciones del Sur, también desaparecido3– argumentando además en su suplemento de salida la elección del nombre en recuerdo del antiguo Guadalete que aquí estudiamos. En un reportaje a doble página el periodista hizo un recorrido por la historia de la antigua publicación hasta llegar al mes de abril de 1936, “un final glorioso”, como lo calificó el autor del texto: “Así se trataba de acallar la voz de El Guadalete, una voz que, con distinto signo y durante más de un siglo, había sonado diariamente en la sociedad jerezana”. Justificó la elección del título del nuevo periódico “en memoria del nombre más representativo de la prensa jerezana durante más de un siglo” 4. Su evolución desde la prensa política decimonónica a la prensa de negocios contemporánea, su adaptación a las nuevas tendencias periodísticas de la época, su afán por la independencia y su influencia en la opinión pública en grandes temas para la 2

En 1904 apareció por cuarta vez la cabecera de Diario de Jerez, que aún tendría que reaparecer una vez más, ya en democracia y de la mano de la familia Joly. 3 Sustituido por el actual Información Jerez, que recientemente ha dejado de publicarse a diario para convertirse en semanario. 4 Jorge de los Santos: “La memoria de El Guadalete marca este relevo histórico en la prensa jerezana”, El Periódico del Guadalete, 24 de septiembre de 1988, p 20-21.

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ciudad lo sitúan como el pionero de la prensa moderna en Jerez. Esa relevancia social, unida a la ausencia de monografías sobre la publicación, lo convierte en un interesante objeto de estudio tanto para la historia de la prensa en general como para la historia de Jerez en particular5. Dentro de las ocho décadas de vida de El Guadalete merece especial atención la etapa comprendida entre 1898 y 1936, que es el periodo elegido para este TFM. Las razones son variadas. La principal y primera de ellas es que en esos años la prensa española vivió una profunda renovación en su concepción y sus estructuras. Con cierto retraso con respecto a la prensa de referencia de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, los periódicos españoles inician, sobre todo tras el Desastre de 1898, el camino hacia los nuevos modelos. Ese retraso de la prensa nacional con respecto a otros países es todavía más acusado en general en el caso de las provincias. A pesar de que El Guadalete ni siquiera es el periódico de una capital de provincias, no estuvo ajeno a las nuevas tendencias. Por ejemplo, en la información de portada del sábado 2 de febrero de 1907, el redactor del periódico contó que “para satisfacer la justa curiosidad de nuestros lectores, hemos creído oportuno celebrar una entrevista o interviú, como ahora se dice” con motivo de la presencia en su ciudad natal de Juan Pedro Aladro-Castriota, Príncipe de Albania. Otro ejemplo de esta adaptación a las nuevas tendencias del periodismo moderno se produjo cuando, el 1 de octubre de 1910, El Guadalete cambió definitivamente su subtítulo: del decimonónico “Político y literario” pasó al de “Periódico de interés general”, más centrado en la información, siguiendo así la tendencia generalizada. Otro motivo más para la selección de esta etapa es la inestabilidad política que se vivió en estos casi primeros cuarenta años del siglo XX. Del final de la Restauración, a la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República hasta el inicio de la Guerra Civil, la prensa convivió con diferentes regímenes y circunstancias a las que tuvo que adaptarse. Y, en el ámbito más local, las continuas épocas de carestía provocadas por la crisis del trigo, los cambios de gobierno, la necesidad de construir una presa para ampliar los cultivos regables y ofrecer así alternativas a los agricultores, las continuas y largas huelgas del movimiento obrero y la ausencia de una planificación urbana que proporcionara mejores condiciones de vida a los trabajadores más humildes fueron

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El Guadalete se posicionó en temas tan importantes para la ciudad en aquel momento como la viabilidad del proyecto ferroviario de Jerez a la Sierra, la creación del Ateneo de Jerez y la construcción del pantano del Guadalcacín, entre otros.

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objeto de debate de los lectores y periodistas, unas veces con más polémica que otras pero ninguna exenta de valor para la historia local. Se trata, además, de una interesante etapa del periodismo jerezano ya que es a partir de las postrimerías del siglo XIX –tras la dura represión de los sucesos de La Mano Negra– cuando viven su particular auge las publicaciones obreras (anarquistas y socialistas, fundamentalmente) con periódicos asociados a los gremios profesionales mayoritarios en la ciudad. Según Checa (2011, p. 216), algunos de los periódicos obreros que ven la luz en estos años se convirtieron en los más relevantes de Andalucía, como es el caso de El Martillo (1897), La Jarra (1898) y La Unión Obrera (1899). Todos ellos convivieron con El Guadalete que, a juicio del mismo autor, “será siempre el más sólido periódico local, su evolución es el fiel reflejo de la de la burguesía jerezana: liberal y progresista en sus orígenes, evolucionará hacia el conservadurismo de forma lenta pero continua” (p. 267). También en esta etapa es la primera vez que El Guadalete se enfrenta a un rival sólido y de larga duración, el Diario de Jerez, que nació en 1904. Es un periódico más escorado aún hacia posiciones conservadoras y de vinculación católica. Como apunta Checa, de 1917 a 1920 Jerez vivió uno de sus momentos álgidos en lo que a periodismo se refiere con la publicación simultánea de cinco diarios: El Guadalete, El Mensajero, Diario de Jerez, El Día y La Conferencia. Esa cifra de publicaciones informativas diarias no ha sido superada aún, otro de los síntomas de la relevancia del periodo elegido para analizar.

1.2. Estado de la cuestión La juventud de los estudios en historia de la comunicación conlleva que existan aún lagunas en la disciplina en España. Abordamos, además, el análisis de un medio de comunicación local de una ciudad que ni siquiera es capital de provincia por lo que el campo concreto de la investigación tiene todavía mucho por explorar. Hasta la fecha de culminación de este TFM no existen monografías sobre El Guadalete y apenas se pueden contar con los dedos de una mano las relativas al periodismo en Jerez. Aunque los estudios son escasos y se limitan, básicamente, a una cronología y a una sucesión de hechos y fechas, sin un análisis más profundo, lo cierto es que el interés por la historia del periodismo en Jerez se remonta a comienzos del siglo XX cuando De Góngora y Fernández (1900) publicó El periodismo jerezano. Apuntes para su historia. 14

Se trata, curiosamente, de una obra publicada por la Imprenta de El Guadalete, que tiene el honor de ser la pionera en la disciplina. Dada su veteranía, el libro de este catedrático de instituto es de mención obligada para todos los estudios posteriores. Tras él, Leiva es el autor de las dos obras de referencia para la historia del periodismo en la ciudad: El periodismo en Jerez, siglo XIX y El periodismo en Jerez, siglo XX. Prensa, radio y televisión. La primera de ellas, escrita en solitario en la década de los 80, parte del nacimiento del primer periódico jerezano, El Correo de Xerez, y termina en plena etapa de proliferación de la prensa obrera. Cuenta, además, con un interesante listado de periódicos clasificados en distintas tipologías que puede servir de punto de partida para cualquier investigador. La segunda entrega de su obra, editada ya a finales de los 90 junto a Leiva Ramos, afronta el siglo XX dedicándole especial atención a la radio y la televisión, los nuevos medios de comunicación que revolucionaron el periodismo tradicional. Tanto en un volumen como en otro El Guadalete tiene capítulos propios debido a su relevancia histórica y, en general, todo el texto está salpicado de referencias al decano de la prensa jerezana. De la Plata es el segundo de los investigadores que ha dedicado esfuerzos a la historia de la comunicación en la localidad. Este veterano periodista publicó en 2010 la que es hasta ahora la más reciente obra sobre esta disciplina Historia del periodismo en Jerez de la Frontera (1800-2010) donde, además de las publicaciones más relevantes, tiene un espacio notable la historia de la Asociación de la Prensa de Jerez. Igualmente, El Guadalete tiene una destacada presencia en sus páginas. Todas las obras citadas, como ya hemos mencionado más arriba, dibujan un completo panorama periodístico jerezano en los dos últimos siglos deteniéndose en determinados momentos históricos de relevancia –como los sucesos de La Mano Negra– sin que en ellos se encuentre un análisis pormenorizado de cada medio de comunicación. Nos sirven, pues, como punto de partida y contextualización de El Guadalete en su entorno profesional y social más próximo. El siguiente paso en el relleno de esas lagunas que existen en la historia del periodismo en Jerez pretendemos darlo, con toda modestia, en esta investigación que se adentra en cuestiones más profundas. Este avance ya se ha producido en otras ciudades cercanas, como Málaga, que cuenta desde hace años con estudios como Prensa y sociedad en Málaga (1875-1923) La proyección nacional de un modelo de periodismo periférico”, de García Galindo (1995), que aborda precisamente ese aspecto cualitativo que aún falta en el caso de 15

Jerez. El profesor analiza las décadas de transformación de la prensa de partido a la prensa de negocios teniendo en cuenta desde la composición de las redacciones, las idas y venidas de los periodistas de un medio a otro, la dignificación de la profesión, los intentos de innovación y la lucha contra la censura del periodismo malagueño, es decir, demostrando que esa evolución ejemplificada habitualmente con la prensa de Madrid tuvo lugar en las provincias con la misma relevancia, si no más. En la misma línea están otros autores como Víctor Rodríguez Infiesta, Celso Almuiña y Martín de la Guardia, entre otros, que reivindican el valor de la prensa periférica –como diría García Galindo– dentro de la historia del periodismo en España. Más extensa es la producción bibliográfica si ampliamos el punto de vista y nos vamos a la historia del periodismo en la provincia de Cádiz. Relevante en el mundo de la comunicación por su papel durante Las Cortes (de 1810 a 1812), la capital sí que ha generado estudios sobre su prensa aunque pocas veces cruzan los límites del puente Carranza y tampoco se prodigan mucho más allá del siglo XIX, que fue su principal época de esplendor. A nivel andaluz contamos con las importantes aportaciones de Checa en sus sucesivas publicaciones sobre historia del periodismo en Andalucía. Hay que mencionar que el profesor sevillano siempre otorga en ellas un lugar destacado a Jerez por sus niveles de producción periodística y por la influencia y permanencia de sus publicaciones, entre ellas, el periódico que aquí estudiamos. A modo de síntesis, podemos afirmar que, ya sentadas las bases eminentemente cuantitativas gracias a estas publicaciones, le toca al turno ahora al análisis cualitativo y a la puesta en valor del periodismo jerezano no por su cantidad sino por su relevancia social, su adaptación a las innovaciones técnicas y profesionales, su papel como conformador de la opinión pública y, en general, su presencia en el día a día de la ciudad. En esta ocasión es El Guadalete el ejemplo relevante y revelador para llevar a cabo dicho objetivo.

1.3. Hipótesis de trabajo Ya delimitados el objeto de estudio y el estado de la cuestión, es momento de plantear las hipótesis de este TFM de forma que, junto con los objetivos, guíen el desarrollo de la investigación. 16

La principal de ellas, que engloba a otras derivadas, es que El Guadalete estuvo atento a las innovaciones periodísticas de la época adaptando su original modelo de prensa a los nuevos gustos de sus lectores. Aunque con cierto retraso respecto a la evolución de la prensa nacional y, sobre todo, respecto a la de los países de referencia como Inglaterra, Francia y Estados Unidos, El Guadalete adquirió los nuevos usos de la prensa de masas contribuyendo así a la modernización del sector periodístico en la ciudad en particular, y de la sociedad jerezana en general. La sustitución de su tradicional subtítulo de “Periódico político y literario” por “Periódico de interés general” es uno de los indicios –como diría Ginzburg– de esta transformación. Pero los responsables del medio de comunicación más antiguo de la ciudad no se limitaron a la estricta modernización del producto atendiendo a las tendencias mundiales sino que también procedieron de forma paralela a la adaptación de la empresa periodística tradicional al nuevo modelo, iniciando un renovado camino para la decimonónica imprenta y librería de los Bueno Nuesa, línea que se vio truncada desgraciadamente por su inesperado final en abril de 1936. No obstante, se sentaron entonces las bases del funcionamiento moderno de un medio de comunicación que tuvo sus continuadores en la ciudad. Las redacciones prácticamente unipersonales (en las que, básicamente, escribía el director o propietario) aderezadas con varias colaboraciones de cierto renombre empezaron a quedar atrás y fueron suplidas por equipos de profesionales cada vez son más numerosos y especializados, conscientes de la creciente importancia de la labor informativa en las sociedades modernas. Sus trabajadores, ya considerados redactores a tiempo completo, profundizaron en áreas concretas de trabajo, lo que facilitó un resultado de mayor calidad para el lector y una mayor proyección para el periódico. Entre otras cuestiones destacables en este ámbito, los responsables de El Guadalete contribuyeron en buena medida a la creación de la Asociación de la Prensa de Jerez (APJ), como así se reflejó en la presencia de sus redactores en las primeras juntas directivas del colectivo, demostrando así que la profesionalización y dignificación del oficio del periodista estaba entre las preocupaciones de los promotores y trabajadores del diario, al igual que la reflexión sobre el estado del periodismo en aquel momento. Valga como ejemplo la reflexión que publicó el 7 de febrero de 1911 el redactor Ángel Guerra en la primera página del periódico, comparando la prensa española con los grandes diarios ingleses y franceses: “En España sospecho que no saldrá nuestro periodismo de la politiquilla al menudeo, de los toros y de los crímenes. 17

¿Es vicio de la prensa? ¿Es incultura de la opinión española? Convendría averiguarlo a los mismos periodistas, para corregirse o para corregir”6. Otra de las hipótesis que se plantea este TFM es que el periódico El Guadalete se convirtió en un agente dinamizador de la sociedad jerezana de cara a su progresiva regeneración. Hay que tener en cuenta que la ciudad, a pesar del progreso que experimentaba su industria agroalimentaria, estaba anquilosada en las estructuras sociales del siglo XIX, con una amplia masa de proletarios urbanos y rurales y una burguesía empresarial poderosa que manejaba los hilos de la vida cotidiana. Jerez, aunque con muchos problemas y carencias que tardaron aún en resolverse, iniciaba un lento pero inexorable proceso de regeneración en el que el periódico tuvo mucho que decir. Como otro indicio de su adaptación a la prensa de negocios, El Guadalete emprendió campañas y propuso medidas y alternativas desde sus páginas para los males de la ciudad. Se sumó así a la técnica explotada anteriormente en Estados Unidos por Pulitzer y Hearst, que propugnaron el valor de la prensa como cuarto poder y desarrollaron lo que se ha conocido como periodismo muckraking7. Por ejemplo, el diario fue el principal impulsor de la creación del Ateneo de Jerez, apoyó la construcción de la nueva presa de Guadalcacín y denunció en numerosas ocasiones el mal estado de las viviendas donde se hacinaba la clase trabajadora en los barrios a falta de una urgente planificación urbanística. Una ciudad en pleno crecimiento demográfico y económico como fue Jerez en las tres primeras décadas del siglo XX necesitaba un medio de comunicación moderno, implicado en los asuntos locales y en la vida cotidiana de sus habitantes, modelo hacia el que inteligentemente tendió El Guadalete sin que ello supusiera un cambio radical sino una evolución pausada y constante en sus páginas y, por supuesto, sin perder de vista que su principal público era la burguesía. La hipótesis más general, por tanto, recoge que la prensa periférica, como diría García Galindo (1995), contribuyó en gran medida a la modernización del periodismo en España y cumplió también un importante papel en la sociedad de su área de influencia a principios del siglo XX por lo que se reivindica en este campo una mayor 6

Guerra, A. (7/2/1911). Periódicos a la moderna. El Guadalete, p. 1, portada. El autor da cuenta de la declaración de intenciones del Excelsior, un nuevo periódico parisino, y lo compara con la prensa española. 7

El periodismo muckraking o los periodistas muckrakers –término traducido como removedores de basura o rastrilladores de cieno– se dedicaron a denunciar la corrupción política, los abusos laborales y escándalos de personajes conocidos. Esta tendencia se desarrolló en las primeras décadas del siglo XX. Hay estudiosos que lo consideran el inicio del periodismo de investigación.

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atención por parte de los investigadores, más centrados hasta ahora en el análisis de la prensa nacional, o sea, de la madrileña fundamentalmente. En este caso, además, se trata de un medio de comunicación de una ciudad que ni siquiera es capital de provincia pero que hacía ya años que había tomado el relevo en la hegemonía económica y social de Cádiz gracias a su potencial industrial, geográfico y demográfico. Como defiende García Galindo (1995, p.374), la prensa de provincias como Sevilla, Cádiz y Málaga “no desmerece cualitativamente a la del resto del Estado, y en todo momento se hallan a la vanguardia del proceso de modernización periodística”. 1.4. Objetivos El objetivo general de este TFM es analizar y divulgar la evolución de El Guadalete desde su concepción original como periódico político al modelo de prensa de negocios en el periodo comprendido entre 1898 y 1936, siguiendo la tendencia mundial. De este fin global derivan otros objetivos secundarios –y no por ello menos relevantes– que describimos a continuación: 1. Sacar a la luz un aspecto fundamental –y no lo suficientemente estudiado– de la historia local en Jerez como es su prensa, en concreto, su periódico de referencia durante más de 80 años. A pesar de su larga vida y de las innumerables ocasiones en que las páginas de El Guadalete son utilizadas en libros de historia local, no existe aún una monografía sobre la publicación que le otorgue la relevancia que merece. 2. Como ya se ha mencionado más arriba, esta investigación pretende analizar cómo se tradujo la evolución del periodismo tradicional de partido a la prensa de negocios en un periódico local, con lo que se consigue un doble objetivo: por un lado, ofrecer una nueva visión del periódico elegido y, por otro, situar la prensa de provincias en el foco de interés de la historia del periodismo, comparando las habituales referencias de medios de comunicación nacionales (mayoritariamente, madrileños) con lo que durante los mismos años se estaba haciendo en modestos periódicos de provincias. 3. Ofrecer una nueva lectura del panorama periodístico en Jerez a través del análisis no solo de aspectos formales y de contenido de este diario en concreto, sino de su público objetivo, las formas de lectura, la adaptación a las nuevas 19

tecnologías de la época, la estructura empresarial del periódico y la conciencia profesional de sus periodistas. En este sentido, en análisis de aspectos formales y de contenido no es suficiente para conocer a fondo un medio de comunicación sino que debemos tener en cuenta igualmente otros elementos como la identidad del dueño y el director, la composición de las redacciones, los medios técnicos y la capacidad económica, entre otros. Son cuestiones, todas ellas, que trascienden la mera historia cuantitativa del periodismo para pasar a la historia de la comunicación. Para ello confeccionaremos una ficha de análisis donde quedarán reflejados los aspectos más relevantes. 4. Situar a Jerez, a través del estudio pormenorizado de este periódico, como un núcleo activo y renovador de producción periodística dentro del conjunto de Andalucía, principalmente en los años que van de 1898 a 1936. Se da la circunstancia, además, que Cádiz es una de las provincias donde la actividad periodística no se limita a la capital –como sí ocurre en otros territorios– sino que tiene otros focos relevantes, como es el caso de la localidad que nos ocupa. 5. Dar a conocer cómo El Guadalete funcionó durante décadas como elemento vertebrador de la colectividad jerezana erigiéndose en uno de los principales transmisores de las necesidades, proyectos, problemas y avances de la sociedad local. Muestra de ello es la constante implicación del diario en cuestiones de interés local que van desde la política municipal a la demanda de construcción de un nuevo cementerio pasando por la información diaria de las huelgas obreras. 6. Como doble objetivo, con este TFM pretendemos contribuir tanto a la historia de la prensa jerezana, que cuenta con un notable fondo hemerográfico aún por explotar en su mayor parte, como a la historia de la prensa andaluza al tratarse de uno de los diarios más longevos de la comunidad autónoma. Siguiendo una de las más recientes tendencias de la historiografía –la microhistoria– esta investigación centrará su estudio un caso particular y extraerá unas conclusiones que se podrán extrapolar a cuestiones más generales de la historia de la prensa andaluza y nacional. 7. Por último, este trabajo pretende poner en valor los fondos hemerográficos de El Guadalete y de otros diarios que se estudiarán, aunque de forma más 20

superficial, y que se pueden consultar –dependiendo el caso– en formato digital o en diferentes bibliotecas públicas de la provincia de Cádiz. Tras el esfuerzo que ha supuesto la digitalización de la mayor parte de la valiosa colección de El Guadalete, es hora de aprovechar los recursos existentes para ofrecer nuevas lecturas alejadas de lo cuantitativo y lo anecdótico que proporcionen un mayor conocimiento de la riqueza patrimonial y, en consecuencia, de la historia de la prensa local. Así, en rasgos generales, con esta investigación queremos revisar la historia del periodismo y de la comunicación en Jerez tomando como ejemplo su periódico más longevo y como época de referencia una de las etapas más interesantes de la profesión a nivel mundial, para después estudiar su reflejo a nivel local. Entra en escena aquí la microhistoria y la reducción de la escala de estudio. Como defiende Burke (2001, p.138): “Los hechos mínimos y los casos individuales pueden servir para revelar fenómenos más generales”. 1.5. Originalidad e interés científico Cuáles son las razones que nos han llevado a elegir El Guadalete en su etapa entre 1898 y 1936 como objeto de estudio de este TFM es lo que vamos a exponer en este apartado, una vez ya definidas las hipótesis, el estado de la cuestión y los objetivos. Como hemos mencionado anteriormente, la notable producción periodística de Jerez de los dos últimos siglos no está lo suficientemente estudiada por lo que se mantiene abierto aquí un importante campo para la investigación especializada. Salvo excepciones como Leiva, Checa y De la Plata, la prensa jerezana apenas ha sido objeto de estudio de investigadores sino que más bien se ha utilizado como fuente histórica. Ante esta carencia general, destaca especialmente la ausencia de una monografía dedicada a la publicación que se mantuvo durante 80 años y que, hasta la fecha, es el periódico con una existencia más larga de la ciudad. El propio diario decía el 31 de enero de 1911 en un inserto autopromocional: “Por su antigüedad ocupa el cuarto lugar entre todos los periódicos que se publican en España, siendo el decano en la provincia de Cádiz” (Anónimo, El Guadalete, contraportada). Pretendemos, además, no limitar la investigación a un análisis descriptivo y cuantitativo del medio de comunicación en cuestión sino ir más allá de la estricta historia del periodismo para pasar a la historia de la comunicación, como se ha detallado 21

anteriormente. En el periodo estudiado la prensa no solo modificó sus planteamientos formales sino que vivió una profunda transformación de sus principios filosóficos, su estructura y sus objetivos hacia el modelo actual del periodismo como cuarto poder al servicio de los ciudadanos. La originalidad pasa, por tanto, por ofrecer una nueva manera de conocer la prensa jerezana, desde un punto de vista que permite sacar a la luz aspectos más complejos hasta ahora no desarrollados. ¿Por qué es interesante analizar la evolución de este periódico en el periodo elegido? Hearst, Pulitzer, Lord Northcliffe, Urgoiti… todos estos nombres resultan familiares para los investigadores y estudiantes de periodismo. No es cuestionable su decisiva influencia en la historia a nivel mundial pero hay otros muchos empresarios del sector que comprendieron, siguiendo el ejemplo de los mencionados, que el periódico de partido tenía los días contados y que era necesaria la renovación. Estos pequeños impulsores de la empresa periodística, con sus carencias y sus limitaciones, también jugaron un papel fundamental en la propagación y consolidación del nuevo modelo en capitales de provincia y localidades medias de toda España, contribuyendo de esta forma a la modernización general de la sociedad. Por este motivo es necesario que existan investigaciones que pongan en valor la labor de las pequeñas y medianas empresas que se esforzaron por desarrollar en el ámbito local el papel de la prensa como cuarto poder. En el caso de Jerez, la evolución de El Guadalete hacia la prensa de negocios es el ejemplo de esa implicación de las empresas locales a las nuevas tendencias y gustos de los lectores. Lógicamente, su influencia es limitada –en comparación con los diarios de Madrid y Barcelona– y sus tiradas son cortas pero ello no impide que, en la medida de sus posibilidades, el periódico diera pasos en esa dirección.

1.6. Limitaciones Como en toda investigación, este TFM también se ha enfrentado a problemas que han dificultado la obtención de los resultados. El primero de ellos ha sido la imposibilidad de hallar ciertas referencias de El Guadalete como empresa, como el sueldo de sus redactores, el número de trabajadores de la imprenta o la confirmación de la identidad del último propietario del medio. Dadas las limitaciones temporales y espaciales de esta investigación, la consulta de fuentes primarias se ha restringido a los Protocolos Municipales y legajos que contienen algún tipo de información sobre el diario en el periodo elegido y que se conservan en el 22

Archivo Municipal de Jerez. Para futuras investigaciones, queda pendiente el rastreo de archivos de carácter privado que puedan arrojar más luz sobre estos aspectos mencionados. Hay que tener en cuenta en este punto, no obstante, que las instalaciones del periódico fueron arrasadas por el fuego por lo que encontrar sus archivos puede resultar aún más dificultoso, si no imposible. En este mismo sentido tenemos que destacar la ausencia de referencias sobre innovaciones técnicas de la imprenta de El Guadalete. Aunque alardear públicamente de la compra de nueva maquinaria era una costumbre habitual en los periódicos de la época, no hemos encontrado referencia alguna en las páginas de este diario ni tampoco en las fuentes primarias consultadas. Otra de las aspiraciones que no hemos podido cumplir en el desarrollo de este TFM es la aplicación de la historia de la lectura a El Guadalete. Conocer en profundidad el perfil del suscriptor o comprador esporádico, como evolucionó, dónde y cómo se leía el periódico son características definitorias del medio que quedan pendientes para futuras investigaciones. Igualmente, el estudio quedaría más completo con una comparación completa de la evolución de El Guadalete hacia la prensa de empresa con el mismo proceso en otros medios de su misma ciudad y en los grandes periódicos madrileños del momento.

1.7. Fondos documentales y otras fuentes Para llevar esta investigación a buen puerto ha sido fundamental contar con importantes fuentes de consulta procedentes de diferentes organismos. La búsqueda exhaustiva de las fuentes adecuadas ha sido clave en el proceso de elaboración de este TFM y ha necesitado tiempo y dedicación. En nuestro afán por la recuperación y el análisis en profundidad de las fuentes primarias, este TFM no hubiera sido posible si no se hubiera conservado la colección prácticamente completa de El Guadalete en la Hemeroteca Municipal de Jerez, aunque muchos de ellos en un precario y delicado estado. Dada su relevancia para la historia de la ciudad y los problemas para su adecuada conservación, este periódico fue objeto entre 2006 y 2008 de un proyecto de digitalización que se hizo realidad gracias al convenio firmado entre el Ayuntamiento de Jerez y la Consejería de Cultura. El fruto del acuerdo es que a día de hoy se pueden consultar libremente y sin perjuicio para los originales los años 1852 a 1868, 1873 a 1882, 1884, 1888 a 1892, 1898, 1901,1902, 1904, 1908 y de 23

1910 a 1936 del periódico jerezano El Guadalete en la web de la Biblioteca Virtual de Andalucía (http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es). La ausencia de algunos años en la web autonómica queda suplida, por fortuna, por otra hemeroteca digital, en este caso, dependiente del Ministerio de Cultura. Así, desde 1883 a 1888, de 1890 a 1897, de 1899 a 1909 y 1918 se encuentran también digitalizados con acceso libre en la web http://prensahistorica.mcu.es/es. De esta forma, este TFM cuenta con fondos de todo el periodo seleccionado para estudiar: de 1898 a 1936. La mayor parte de los ejemplares de El Guadalete, ahora de cómoda consulta y acceso, no han sido aún analizados en la profundidad que se merecen, uno de los motivos de interés de esta investigación. Hay que destacar en este punto que la falta tanto en uno como en otro organismo público de los años comprendidos entre 1868 y 1872 no es casual ya que durante esa etapa el periódico El Guadalete cambió la cabecera por El Progreso: periódico político. Tal y como hemos podido comprobar in situ, de este diario solo se conservan en la Biblioteca Municipal de Jerez los años 1870 y 1871, estando el primero de ellos retirado de la consulta por su mal estado. Para demostrar que el periódico El Guadalete se encontraba en consonancia – con sus particularidades- con diarios nacionales coetáneos, ha sido necesaria también la consulta de El Sol (1917-1939), El Debate (1910-1936) y ABC (ediciones de Madrid 1905- y Sevilla, a partir de 1929). El primero de ellos se encuentra íntegro en la Hemeroteca

Digital

de

la

Biblioteca

Nacional

de

España

(http://hemerotecadigital.bne.es), mientras que del segundo, disponible en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica solo aparecen digitalizados los años de 1917 a 1923. Por último, para la consulta de las dos ediciones de ABC se ha utilizado su propia y rica hemeroteca (http://hemeroteca.abc.es/), además de algún que otro número antiguo de la colección particular de esta investigadora8. Los fondos de otras cabeceras locales relevantes, como el Diario de Jerez (19041936), no están digitalizados aún y su consulta ha sido física en la Biblioteca Municipal de Jerez, en tanto en cuanto su estado de conservación lo ha permitido. Igualmente, para la realización de este TFM ha sido necesaria la consulta en el Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (AMJF, en adelante), concretamente, de los protocolos municipales (PM) y legajos relativos a los años del periodo estudiado.

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Concretamente, el número del 12 de octubre de 1929, el primero de la edición de Sevilla.

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CAPÍTULO 2 El Guadalete como agente histórico: posicionamiento teórico

2.1. Una aproximación a la historia del periodismo desde las nuevas tendencias historiográficas

Una vez definidos el objeto de estudio, objetivos e hipótesis, en este apartado nos vamos a centrar en el marco teórico de la investigación, es decir, qué modelos sigue y en qué tendencias historiográficas y epistemológicas se inscribe este estudio que aborda la transformación del periódico El Guadalete al periodismo de empresa entre 1898 y 1936. Son varios los conceptos a los que nos referiremos en los párrafos siguientes, empezando desde la nueva historia socio-cultural de Burke hasta la historia de la lectura sin olvidarnos de la microhistoria italiana, la historia local, la historia de la vida cotidiana y la historia desde abajo. De igual forma, nos plantearemos el necesario paso de la historia de la prensa – en su aspecto más cuantitativo y formal– a la historia de la comunicación social siguiendo las reflexiones, entre otros, de Marín Otto.

2.2.1. El Guadalete, un ejemplo relevante y revelador en el ámbito local: microhistoria e historia local La nueva historia, como recoge Burke, aglutina las tendencias arriba mencionadas, además de otras más específicas como la historia de las mujeres y la historia medioambiental. En un somero resumen, el concepto definido por Burke (2003, pp.1438) tiene como características esenciales el interés por cualquier actividad humana al margen de la alta política, la relevancia del análisis de las estructuras frente a la tradicional narración de acontecimientos, la atención a las opiniones y la vida de la gente corriente, la incorporación de nuevas fuentes, la subjetividad inherente a toda narración histórica y la interdisciplinariedad de los profesionales que la desarrollan.

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Dentro de esta nueva forma de afrontar el relato histórico, son varias las tendencias o escuelas –aunque hay autores que ponen en duda esta denominación– que hemos tenido en cuenta en nuestro planteamiento. En primer lugar tenemos que ocuparnos de la microhistoria, corriente fundamental para el desarrollo de este estudio. Nacida en Italia en los años 70, esta rama de la historia social recupera “la medida humana”, propugna el estudio de lo particular, de las microestructuras frente a las macroestructuras, otorgando así justa relevancia a los procesos locales, grupales e incluso individuales. La reducción a escala, la atención sobre elementos considerados tradicionalmente menores y el cuidado por el relato son algunos de los principios de la tendencia defendida y aplicada por Levi, Ginzburg y Davis, entre otros autores, que están presentes en esta investigación. En primer lugar, hemos elegido un periódico local de una ciudad de tamaño medio alejada de grandes capitales y con unas circunstancias sociales y económicas particulares. El objetivo, como ya se ha descrito, es analizar la evolución general del periodismo desde la prensa decimonónica de partido hacia la concepción empresarial, un fenómeno muy estudiado en la historia del periodismo, pero haciéndolo con la singularidad de que se analiza un proceso global en esta publicación de provincias que pudo haber alcanzado, como mucho, los 4.000 ejemplares en su mejor época, frente a los 100.000 de periódicos madrileños. Sin embargo, como defiende la microhistoria, su carácter marginal y reducido no debe restar interés a su estudio. Así lo explica Ginzburg (2003, p. 264): “El prefijo micro alude al carácter analítico del modo de ubicarse frente al problema (al microscopio, si se quiere) y no precisamente a la pequeñez y la marginalidad del objeto”. La adscripción al enfoque microhistórico responde también a la convicción de que, como señala Levi (2003, p. 124), “la observación microscópica revelará factores anteriormente no observados. Burke (2003, p. 142) abunda en esta importante aportación de la microhistoria asegurando que “la causa de los acontecimientos, gracias a la posibilidad de verlos bajo el microscopio histórico y no a simple vista, se descubra distinta por otros motivos”. Así, este estudio sobre El Guadalete contribuirá a describir el proceso de transformación de la prensa fuera de la capital y lejos de los grandes medios, en ámbitos más modestos, destacando los problemas a los que se enfrentaron, sus principales carencias y sus diferencias con las empresas más poderosas, cuestiones que pudieron ser comunes a otros periódicos que vivieron similares circunstancias en

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otros lugares. De esta forma –respondiendo a esta característica de la microhistoria– la investigación puede contribuir con nuevos datos a la historia global. Juega aquí un papel fundamental el contexto, al que le otorgamos la importancia que le da Grendi asegurando que “el análisis que se realice sobre cualquier hecho histórico solo puede adquirir significado dentro de un conjunto de hechos y siendo también cada uno de ellos un eslabón de una cadena” (Serna y Pons, 2002, p. 203). No podemos desligar cada indicio, síntoma y signo relevante en la evolución de El Guadalete hacia el periodismo de negocios sin situarlo en las circunstancias que lo determinan. Es precisamente, el concepto de indicio una de las claves de la microhistoria. Planteado en profundidad por Ginzburg, el paradigma indicial propugna un sistema de conocimiento que opera mediante el método inductivo, de forma similar a como un médico diagnostica una enfermedad o un investigador resuelve un crimen. Como defiende el mismo autor (1989, p. 162): “Si la realidad es impenetrable, existen zonas privilegiadas –pruebas, indicios–, que permiten descifrarla”. A este respecto, Levi (2003, p. 135) apunta que “la microhistoria aborda el problema de cómo acceder al conocimiento mediante diversos indicios, signos y síntomas. Toma lo particular como punto de partida y procede a identificar su significado a la luz de su contexto específico”. Este sistema de conocimiento, por tanto, debe ser “intuitivo, elástico. Aspiramos a la verdad pero solo contamos con datos inconexos, con huellas escasas” (Serna y Pons, 2002, p. 211). Un ejemplo adecuado para ilustrar esta concepción teórica lo encontramos en el Protocolo Municipal de Jerez 0620, relativo a 1937, que recoge en su apartado dedicado a la prensa una relación de publicaciones y redactores solicitados por el gobernador civil de la provincia. En ella aparece el semanario falangista Amanecer, fundado cuatro meses después de que ardieran las instalaciones de El Guadalete, con Manuel Esteve Guerrero, Diego García Pérez y Rafael Pozo Roldán como redactores. Destaca la nota que solo el último de ellos cobra salario “puesto que es profesional”, indicio a partir del cual podemos deducir en un primer momento y a falta de comprobar otros signos que lo corroboren –siguiendo el método inductivo propuesto por Ginzburg– que aún a esas alturas del siglo XX la conciencia de profesionalización del periodismo era escasa en la ciudad. Entra en escena en este punto la retórica o “el arte de la convicción basado en pruebas”, como defiende Ginzburg, convirtiendo así la narración en uno de los 27

elementos clave de la microhistoria. Se trata, además de uno de los puntos que separa dos líneas marcadas dentro de la microhistoria: la de Grendi y la del autor de El queso y los gusanos. La intención es la de restituir un mundo ya desparecido del que el historiador, a base de un análisis intensivo de variadas fuentes, ha entresacado esos indicios, síntomas y signos que va conectando mediante la narración. “No se trata de una mera cuestión de retórica, pues el significado de la obra histórica no puede reducirse a ella, sino de un problema específico de comunicación con el lector”, señala Levi (2003, p. 134) que, asegura, además, que mediante el relato, el microhistoriador tiene que demostrar “el verdadero funcionamiento de ciertos aspectos de la sociedad que resultarían distorsionados por la utilización independiente de la generalización y la formalización cuantitativa”. Según concluyen Serna y Pons (2002, p. 214), “la mayor responsabilidad del historiador es la consciencia de estar creando, de estar imaginando documentada, escrupulosa y rigurosamente ese mundo perdido”. En este sentido, la microhistoria incluye otras novedades con respecto a la historiografía tradicional. Es característica común de sus representantes la inclusión de las principales dificultades, obstáculos y resultados parciales en sus investigaciones, sin ocultar a los ojos del lector los métodos seguidos y posibles las carencias del trabajo. “En microhistoria, el punto de vista del investigador se convierte en parte intrínseca del relato. […] El lector entra en una especie de diálogo y participa en la totalidad del proceso de construcción del razonamiento histórico”, asegura Levi (2003, pp. 134-135). Íntimamente ligada con la microhistoria está la historia local, fundamentalmente porque el ámbito local es un espacio fructífero para los estudios microhistóricos. Para no caer en un exceso de localismo y en su opuesto, hay que partir de la vía intermedia, como mantiene Man (2013, p. 172): “La intención no es en sí misma analizar una localidad en particular sino sobre todo estudiar determinados problemas generales en una localidad específica, pero que puede ser cualquier espacio”. En el caso que abordamos, la ciudad de Jerez es el contexto particular donde se desarrolla un proceso generalizado en la prensa de la época. Este estudio pues, puede guardar similitudes con otros realizados en ciudades del entorno como Málaga o Sevilla, aunque las particularidades de cada localidad pueden conllevar rasgos diferenciales. Ahora bien, hay que tener en cuenta, como defiende Man (2013, p. 172) que “lo local no es un reflejo de procesos más amplios sino que la singularidad de lo local puede poner en cuestión evidencias postuladas desde la generalidad de una historia global/total”.

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Se inserta aquí, pues, un razonamiento lógico que ya hemos planteado con anterioridad con respecto al estudio sobre El Guadalete: la idea de que el proceso de conversión de la prensa política decimonónica al modelo de prensa de negocios propio del siglo XX puede tener muchos matices más de los que se han estudiado hasta ahora porque la investigación de esta evolución se ha centrado fundamentalmente en la prensa madrileña, extrapolando sus resultados a la generalidad del país. Ni que decir tiene que las diferencias de contexto entre la prensa de ámbito nacional y la de provincias –como hemos destacado anteriormente– pueden ofrecer una nueva visión más profunda y completa del asunto que aquí se estudia. A juicio de García Galindo (1995, p. 171), la prensa circunscrita al ámbito local “es el primer estadio obligado de todo acto comunicativo de carácter colectivo”, de ahí la relevancia que ha de tener y que, sin embargo, había perdido en el conjunto de la historia del periodismo en pro de los diarios de la capital. La investigación sobre El Guadalete contribuye, por tanto, a una de las ideas defendidas por Hernández Sandoica respecto a la “reintroducción del sujeto individual en la historia social” (2004, p. 503). 2.2.2. El “rostro humano” de la prensa diaria en Jerez: historia de la vida cotidiana, historia desde abajo e historia de la lectura Como hemos señalado anteriormente, esa investigación se enmarca también dentro de otra corriente de la nueva historia socio-cultural de Burke: la historia de la vida cotidiana, cuyo origen hay que situarlo en Alemania en la década de 1980. Este enfoque, como su propio nombre indica, se centra en el estudio de lo cotidiano, de la vida privada en oposición a la vida pública, fijándose en personas o colectivos concretos y ubicados en espacios pequeños. Su objeto de estudio son tanto los aspectos materiales como los culturales. Según señala Castells (1995, p.12), principal precursor de la historia de la vida cotidiana en España, “puede ser un terreno privilegiado para el estudio de los comportamientos sociales y de las redes que en diferentes ámbitos se establecen, permitiendo, además, acercarse a las fuerzas profundas que recorren la sociedad y la configuran”. Entre otros ámbitos, la historia de la vida cotidiana afronta el análisis de la educación, hábitos sociales como las formas de vestir, las relaciones en el mundo del trabajo, la cultura popular, el consumo y el ocio. El estudio intensivo del periódico El Guadalete entre 1898 y 1936, además del análisis de los usos de lectura y la relación de los lectores respecto al diario, entroncan 29

directamente con la Al1tagsgeschichte alemana o “historia de lo que sucede a diario”. La investigación tiene en cuenta aspectos materiales y culturales del periódico, de sus redactores y sus lectores, así como de las relaciones que los unen. Como explica, nuevamente, Castells (1995, p.12), la historia de la vida cotidiana, desde su inherente perspectiva micro, “proporciona una imagen con rostro humano de la evolución histórica”. Siguiendo la misma tendencia de la historia de la vida cotidiana sobre la importancia de estudiar el día a día de la gente corriente –al margen de cuestiones anecdóticas como advierte Hernández Sandoica (2004, p. 507)– se sitúa la historia desde abajo impulsada por Hobsbawn, Le Roi Ladurie y Thompson. “Dar una dimensión desconocida al pasado” utilizando fuentes y materiales antes ignorados es el objetivo de esta corriente de origen marxista que pretende conocer el por qué de los comportamientos de la gente corriente. Muy unida en su concepción con las escuelas anteriormente descritas, la historia desde abajo parte de la necesidad de despolitizar la historia y dar el protagonismo que se merece a las sociedades que contribuyeron a ganar una guerra, a la Revolución Industrial o al fin de la Inquisición. La variedad de las fuentes y el uso de la imaginación histórica para plantear nuevas preguntas son algunas de las herramientas utilizadas por los historiadores que se adscriben a la historia desde abajo. Sharpe (2001, p. 56) se plantea que este modelo de historiografiar “ofrece también el medio de restituir a ciertos grupos sociales una historia que podría haberse dado por perdida o de cuya existencia no eran conscientes”. Encaja aquí la percepción de que la historia desde abajo contribuye a la construcción de la identidad del pueblo, “recordándonos que nuestra identidad no ha sido formada simplemente por monarcas, primeros ministros y generales” (2001, p. 56). Eso sí, como señala el mismo autor, los usos habituales de la gente corriente no deben separarse de las macroestructuras sociales y de poder, por lo que vuelve a revelarse aquí como fundamental la contextualización del proceso histórico. La investigación sobre el periódico más longevo de la prensa jerezana toma, entre otras cosas, de la historia desde abajo la necesidad de ofrecer una nueva visión de la profesión partiendo de la vida cotidiana de los periodistas que la ejercían entre 1898 y 1936. Además de las innegables aportaciones de los grandes magnates del periodismo, como Pulitzer, Hearst, Lord Northcliffe y Urgoiti, otros empresarios más modestos como José Bueno –fundador y director de El Guadalete– también contribuyeron al

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desarrollo de la profesión en sus ámbitos de influencia. La búsqueda y estudio de nuevas fuentes antes no exploradas es otra de las herramientas de esta investigación. Otro de los aspectos que abordará –aunque de manera más superficial que las anteriores– este TFM es el análisis de los usos de lectura de la población en el periodo comprendido entre 1898 y 1936. Conocer qué se leía, cómo se leía y cuál era el perfil de lector de prensa escrita en Jerez es fundamental para poder establecer la capacidad de influencia de los medios de comunicación. Hay diferencias, evidentemente, entre la forma de leer El Guadalete y, por ejemplo, El Martillo, un periódico obrero editado por el gremio de los toneleros. Mientras que el perfil del lector en el primer caso responde a la burguesía acomodada y la aristocracia local, el segundo era más habitualmente leído (que no es lo mismo que comprado) por trabajadores del sector con unos intereses diferentes. Esta distinción se evidencia también en la forma de lectura, seguramente la segunda de ella más oral y colectiva que la primera. Igualmente relevante es conocer con qué fórmula se vendía el periódico –por suscripción o al número–, una circunstancia determinante también para conocer el perfil de su público. Abordaremos pues, desde la perspectiva de la historia de la lectura, la relación que mantenían El Guadalete y sus lectores.

2.2.3. De la historia de la prensa a la historia de la comunicación social Abordar actualmente el estudio monográfico de un medio de comunicación implica una lectura mucho más allá de lo cuantitativo, de la mera descripción de la distribución de espacios, los temas tratados y el diseño formal. Por eso, este TFM se enmarca necesariamente en una concepción postmodernista de la historia, en la que el relato de una sucesión de acontecimientos políticos pierde fuerza frente a la importancia de la evolución de las sociedades, las mentalidades y la cultura. Centrándonos en la prensa en concreto, significa ubicar esta investigación dentro de la historia de la comunicación social, como defiende entre otros Marín Otto. Es fundamental superar la barrera de la historia de los acontecimientos –como explica Burke– para adentrarnos en el análisis de las estructuras, propio de la nueva historia, que rechaza la concepción historiográfica política tradicional para poner en su punto de mira todo lo relativo a la actividad humana. Entendemos comunicación social como toda aquella comunicación que se produce en sociedad y que parte de la base de la necesidad de los hombres de 31

comunicarse con otros hombres. No nos vamos a limitar al estudio del objeto comunicativo en su aspecto más formal sino a todo lo que rodea al proceso comunicativo que protagonizaba El Guadalete y que abarca desde su propia configuración como medio a la recepción de sus lectores y su imbricación en la sociedad en el contexto determinado entre 1898 y 1936 en Jerez de la Frontera. De esta forma, superamos el límite de la historia de la prensa en su aspecto más descriptivo para llegar a la historia de la comunicación social. Como señala Marín Otto (1982, pp. 323324), “el discurso periodístico impreso no es sino la expresión de un sistema de signos orgánicamente vinculado en su totalidad a un sistema de sistemas que en su conjunto constituyen la cultura (de masas en el caso de la prensa)”. Como no podía ser de otra manera, entra aquí en escena la historia de las mentalidades y las representaciones propugnada por Roger Chartier. Mantiene que todo producto cultural –como es el caso de este periódico– tiene tres sentidos diferenciados: el autor, el propio texto (y, en este caso, el medio como empresa) y el lector, de ahí la importancia de abordar los tres estadios de la comunicación periodística en esta investigación. Vuelven a salir a colación en este punto la historia de la lectura como complemento indispensable para conocer el proceso de recepción del producto cultural así como la importancia del contexto en el que se desarrolla ese proceso comunicativo. El marco global de la comunicación social de la época se revela, por tanto, fundamental para comprender e interpretar los resultados de una investigación como la que abordamos: “Sólo en ese marco adquiere sentido todo el esfuerzo del investigador sobre tiradas, capital de la empresa editora, intereses económicos, políticos e ideológicos del emisor y su relación con los intereses de los receptores a los que se dirige, contexto político-jurídico, etc… (Moreno Sardá, 1982, p. 289).

2.2. Prensa de partido vs prensa de empresa El siguiente paso que tenemos que dar en este TFM es definir cómo se va a llevar a cabo la investigación, es decir, la metodología elegida para analizar la evolución del periodismo político del siglo XIX al periodismo noticioso propio del siglo XX en las páginas de El Guadalete entre 1898 y 1936. En este apartado vamos a argumentar la elección de la terminología empleada y la utilización de modelos de fichas de análisis como las que proponen Rodríguez Infiesta y García Galindo. 32

En primer lugar nos vamos a centrar en el léxico utilizado. El primer término que es necesario describir es el de prensa política o prensa de partido, acepciones que se emplean indistintamente en este trabajo aunque tienen matices que debemos aclarar. Por prensa política entendemos a aquellas publicaciones que ya en su mismo subtítulo declaran su ideología y que ocupan la mayor parte de su espacio en pro de defender esa ideología y arremeter contra la opuesta en detrimento de la información. Con formato de características periodísticas, este modelo de prensa vivió su etapa de auge en la primera mitad del siglo XIX y, bajo el prisma actual, se pueden asociar hoy más a panfletos propagandísticos que a la actividad propiamente periodística. Estas publicaciones de carácter político que solían defender el liberalismo, el conservadurismo, el carlismo –es decir, las ideologías en su sentido amplio– fueron fragmentándose poco a poco con la creación de los diferentes partidos para convertirse prácticamente en órganos suyos. Así, los periódicos pasan a defender ideologías a partidos concretos (puede haber más de un partido por cada tendencia política) e incluso a personalidades políticas. Como argumenta Barrera (2008, p. 119-120): “Los periódicos dependían en gran medida de los políticos que los sustentaban como plataformas personales u órganos de expresión propios. Los grandes partidos (...) contaban con el eco de diarios portavoces de sus principales líderes o facciones internas”. En el siglo XIX no se concebía un periódico sin su correspondiente adscripción política por lo que no es de extrañar que muchos de ellos la llevaran a gala. Las únicas publicaciones que podían salirse de esta costumbre generalizada eran las culturales o gremiales. El Guadalete, por ejemplo, no eliminó definitivamente la expresión periódico político de su subtítulo hasta el 1 de octubre de 1910, coincidiendo también este cambio con la ampliación de cinco a seis columnas. El concepto de objetividad se había abierto paso en el periodismo y, aunque el periódico conservara firmemente sus afinidades, había llegado la hora de apostar por la información neutra (aunque fuera en apariencia). El modelo, pues, evolucionó de prensa política decimonónica a prensa de negocios, prensa de empresa o prensa de masas, otros tres términos igualmente válidos para aglutinar las nuevas tendencias. Los dos primeros responden al cambio, o más bien a la aparición, del criterio empresarial para la publicación de periódicos. Mientras que en el caso de la prensa del siglo XIX el objetivo no era la rentabilidad económica sino la política, en la nueva prensa la meta es vender ejemplares y publicidad para ganar dinero. Y si no se gana dinero, el periódico no tiene sentido. Surgen así nuevas técnicas de 33

venta, una nueva organización de los medios y las redacciones y de búsqueda de ingresos con la rentabilidad del negocio como prioridad. Ya a finales del siglo, “el carácter de negocio del periódico comienza, aunque de forma tímida, a convertirse en una de las razones de su existencia, y en la estrategia a seguir (García Galindo, 1995, p. 43). El término prensa de masas, también atribuido a este modelo propio del siglo XX en España, alude más a criterios de tirada y difusión de las publicaciones en su aspecto cuantitativo, y a una adscripción al surgimiento del concepto de sociedad de masas, ampliamente discutido en los primeros años de la centuria por los intelectuales del país. El concepto, pues, de prensa de masas con el que se denomina a la industria periodística de estos años (a partir del millón de tirada), no responde en el caso de España únicamente a criterios cuantitativos ya que las cifras no eran tan espectaculares como en otros países sino que tiene en cuenta otras características como el grado de industrialización del proceso productivo, el modelo de generación de ingresos, el precio por ejemplar y los contenidos. De la misma opinión es Gómez Mompart (1989, p. 232), que asegura que “por el número de tiradas, especialmente en la periferia, no se puede hablar de prensa de masas en España. Hay que tener en cuenta pues su modelo cualitativo-formal típico de la comunicación de masas y por la función que cumplían en esa incipiente sociedad de masas”. Hay que recordar que en España también se reprodujo el fenómeno de la concentración empresarial, un comportamiento propio de la consolidación de la prensa industrializada. El ejemplo por excelencia es la Sociedad Editorial de España, un trust formado por El Imparcial, El Liberal y El Heraldo (además de varios periódicos regionales y un par de semanarios de nueva fundación) que vio la luz a principios del siglo XX y que tuvo una azarosa vida. En este TFM, como ya hemos explicado en otros apartados, el periódico El Guadalete se sitúa fundamentalmente como objeto de estudio pero también sirve de fuente en algunas ocasiones. Por ejemplo, ha funcionado como fuente de información para conocer indicios del estado de la profesión en la ciudad o para la contextualización histórica de periodo. La disponibilidad de la colección prácticamente completa de estos años de El Guadalete en internet (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica y Biblioteca Virtual de Andalucía) ha facilitado la criba de ejemplares para trabajar en profundidad y ha propiciado que se pueda consultar un buen número de ellos para asuntos menores con comodidad. A lo largo de este trabajo, nos hemos planteado qué criterios había que tener en cuenta para alcanzar los objetivos y los hemos dividido en dos, principalmente: 34

formales y de contenido. Así, se ha analizado desde la generalización del uso de la fotografía y la evolución en el diseño del periódico hasta la inclusión de secciones como las Notas del Reporter o las crónicas deportivas, síntomas todos ellos de la modernización del periodismo entre finales del siglo XIX y principios del XX.

2.2.1. Del papel a la redacción: ficha de análisis y elección de la muestra Con el fin de ordenar los datos y establecer un formato que pueda servir de base para continuar profundizando en esta misma investigación o para otros estudiosos, hemos optado por elaborar una ficha de análisis que recoja las principales características del diario. Tras la consideración de diferentes modelos, hemos decidido elaborar una ficha propia sobre la base de dos, fundamentalmente: las propuestas por García Galindo (1999) y Rodríguez Infiesta (2007), y hemos añadido algunos parámetros que nos parecen interesantes para esta investigación. Es el caso, por ejemplo, de la inclusión de un apartado específico relativo a la publicidad, un elemento tan relevante para el mantenimiento de los periódicos de empresa y a la vez un indicio del grado de profesionalización de cada medio de comunicación. La ficha hemerográfica que vamos a aplicar a El Guadalete queda como sigue: 1. Ficha descriptiva A) Cabecera: -Título -Subtítulo B) Cronología: -Primer número -Último número -Periodicidad -Ediciones -Contexto de aparición -Épocas. C) Sedes: -Redacción, administración e imprenta (en el caso de que sean espacios diferentes, se separarán en epígrafes) D) Características técnicas: -Número de páginas -Formato y dimensiones 35

-Número de columnas -Tipografía -Dirección telegráfica y telefónica -Tipo de impresión, maquinaria empleada. E) Reformas F) Productos paralelos de la misma empresa: revistas, suplementos… 2. Ficha analítica A) Contenidos: -Secciones más destacadas -Temas principales -Colaboraciones -Opinión -Números especiales -Información de agencias internacionales -Metaperiodismo B) Empresa periodística: -Aspectos jurídicos -Fundadores -Administrador -Sistema de venta mayoritario -Precio de suscripción -Precio del número suelto -Número de suscriptores -Tirada -Métodos de distribución -Zonas de difusión -Campañas promocionales -Organización de otras actividades no directamente relacionadas con el ejercicio del periodismo -Convenios con otros medios C) Recursos Humanos: -Directores -Redactores jefe -Redactores 36

- Corresponsalías -Fotógrafos y/o dibujantes -Empleados en administración -Personal de imprenta -Sueldos D) Publicidad: -Ubicación de la publicidad en el periódico -Características técnicas de la publicidad -Tarifas de publicidad -Anuncios por palabras -Productos que más se anunciaban -Convenios publicitarios -Agencias publicitarias -Publicidad de fuera de la ciudad -Técnicas publicitarias E) Casos de censura y otros incidentes: -Suspensiones -Multas -Otros conflictos F) Naturaleza y orientación: línea ideológica y carácter informativo del periódico. G) Localización de fondos

Como el periodo elegido abarca casi 40 años, el siguiente paso es la elección de una muestra representativa para el análisis ya que el estudio minucioso de cada ejemplar (serían casi 14.000) es inabarcable para un TFM. Con el objetivo de estudiar la evolución de El Guadalete de la prensa política a la prensa de empresa o de negocio, vamos a optar por un criterio cronológico eligiendo un ejemplar de cada mes en días de la semana aleatorios entre 1898 y 1936, lo que supone el análisis de 448 números en total (en el último año el periódico solo se publicó hasta abril). Además, vamos a añadir en la medida de lo posible algún ejemplar más que resulte relevante para la investigación atendiendo a diversos criterios como la incorporación de innovaciones técnicas por primera vez o la concurrencia de hechos de interés (por ejemplo, la reparación del periódico después de una interrupción debido a una huelga). 37

Además de El Guadalete como fuente primaria, es necesario acudir a otras fuentes relevantes para la investigación que planteamos. Así, hemos analizado todos los protocolos municipales y legajos que se conservan en el Archivo Municipal de Jerez relativos a la prensa local en el periodo elegido. Allí hemos podido encontrar comunicaciones del periódico a la autoridad municipal relativas a cambios en la dirección o en la propiedad, casos de censura y suspensiones (como la motivada por la revuelta de Sanjurjo) e interesantes –aunque siempre cuestionables– datos de tirada ofrecidos por el propio director del diario a petición del gobernador civil de la provincia con cierta periodicidad. Los resultados obtenidos en la investigación se han contrastado con la bibliografía especializada, lo que nos ha permitido determinar el grado de adaptación de El Guadalete a las nuevas tendencias del periodismo mundial, sus principales aportaciones y sus carencias.

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CAPÍTULO 3 Un diario de provincias en la edad de oro de la prensa

3.1. El negocio de la prensa en la conformación de la sociedad de masas La independencia de Cuba, los felices años 20, la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión de 1929… Occidente vivió acontecimientos decisivos en el periodo comprendido entre 1898 y 1936, hechos que marcaron un antes y un después en las relaciones internacionales, en el desarrollo industrial y tecnológico e incluso en la vida cotidiana de los ciudadanos. El periodismo no fue ajeno a esas situaciones sino que participó activamente en ellas, como en el caso del conflicto cubano o la contienda mundial. Los periódicos, entre la segunda mitad del siglo XIX y mediados del siguiente, tomaron conciencia de su influencia en la nueva sociedad de masas y la llevan al extremo en muchos casos. El gran salto cuantitativo y cualitativo de la prensa hacia los nuevos modelos que dominaron el siglo XX se produjo a partir de la década de 1880 y permite a los especialistas hablar de “un antes y un después, de un viejo orden y un nuevo periodismo” (Timoteo Álvarez, 1987, p. 23). La diferencia cuantitativa se centra en el vertiginoso crecimiento de las tiradas, que alcanzaron el millón de ejemplares en muchos casos. En el aspecto cualitativo, los medios se atribuyeron nuevas funciones colaborando con ello a la formación de la opinión pública y de la nueva sociedad de masas, donde gran parte de la población trabajadora acababa de llegar a la ciudad procedente del campo y buscaba su identidad como grupo social. Como dice el mismo autor antes citado, “los medios hicieron, como mínimo, conscientes a las masas de su potencial de poder, las empujaron a la acción y las llevaron al protagonismo” (Timoteo Álvarez, 1987, p. 14). La principal consecuencia fue que los periódicos se convirtieron también en productos de consumo de masas por lo que hacerlos cada día más atractivos que la competencia era la meta de los empresarios de este sector económico emergente. Una legislación más permisiva para las publicaciones periódicas –con diferencias según cada país–, las mejoras introducidas gracias a la Revolución Industrial y la incorporación de la publicidad como principal fuente de ingresos para los medios de 39

comunicación (en algunos periódicos el peso entre información y publicidad llega a estar repartido al 50%) contribuyeron decididamente a este desarrollo sin precedentes del sector. Los países pioneros en el ámbito periodístico fueron Estados Unidos –con su temprana libertad de prensa–, Inglaterra y Francia, que desarrollarán distintos modelos evolutivos. Concretamente, en estos primeros treinta años del siglo XX nos encontramos a caballo entre lo que Timoteo Álvarez clasifica como tercera generación de prensa de masas, reacción elitista y cuarta generación (1987, pp. 50-109). Partimos en la década de 1890 de una prensa de masas ya consolidada en Estados Unidos (segunda generación). El modelo sensacionalista de Joseph Pulitzer con The World fue todo un éxito y constituyó el punto de partida de lo que vendría después con la evolución hacia el amarillismo más feroz personalizado en Williams Randolph Hearst y el New York Journal. El poder de la prensa era indiscutible en estos años y las cifras que movía el sector constituyen un récord con tiradas de más de un millón de ejemplares diarios y abultadas cuentas de resultados. Los titulares llamativos y en grandes tipos para captar la atención, un lenguaje sencillo y accesible, los bajos precios de venta (incluso inferiores al coste de producción), la autopromoción constante, la proliferación de ilustraciones con la continua incorporación de las más modernas tecnologías y la realización de campañas en pro de los desfavorecidos y en denuncia de los poderosos –lo que les valdría a varios periodistas y periódicos el apelativo de muckrakers o rastrilladores de cieno– dieron un vuelco al negocio de la prensa. Estas nuevas circunstancias le valieron al sector el apelativo de “cuarto poder”. La evolución amarillista de alguna de estas características –como es el caso de provocar la noticia hasta el punto de inventarlas, como hizo Hearst– llevaron a la prensa al paulatino descreimiento por parte de la sociedad y a una obligada reconducción de la situación. Los detonantes fueron la Guerra de Cuba y el asesinato del presidente Mckinley, en el que se vio envuelto el Journal de Hearst, que hasta tuvo que cambiar de nombre la cabecera sin que eso evitara su desaparición a los cuatro años del suceso. No fue, sin embargo, el final de la carrera empresarial de Hearst ni de su modelo, que siguió creciendo en los años siguientes. En Europa, la evolución fue diferente en los dos países de referencia. Mientras que en Inglaterra fueron surgiendo nuevas cabeceras adaptadas a los sucesivos modelos, en Francia fueron los periódicos tradicionales los que iban adquiriendo las 40

características propias de cada etapa. En esta tercera generación, el sensacionalismo europeo (con el inglés Daily Illustrated Mirror y el francés Le Matin) también derivó hacia el amarillismo aunque los efectos no fueron tan graves como en Estados Unidos. Con el péndulo de la prensa amarilla en un extremo en la última década del siglo XIX, se produjo la reacción opuesta y el viejo orden informativo, en vías de extinción, vivió un resurgimiento de su modelo aunque con actualizaciones. Un sector del público, cansado ya de los escándalos y montajes del amarillismo, reclamaba otro tipo de periodismo más serio, con la atención en la noticia de alcance contrastada, en la política y la economía, y más dirigido a la racionalidad que a los sentimientos. Apareció aquí el estandarte de la objetividad, que estos diarios enarbolarán como signo de distinción frente a los “Yellows”, a los que despreciaban continuamente. Otro factor vino a sumarse a ese descontento palpable: la necesidad y el consiguiente desarrollo de la información económica y financiera a raíz de la crisis de 1870, considerada la primera depresión cíclica del capitalismo moderno. En este contexto resucitaron los quality papers o elite press con cabeceras como el New York Times (1851) en Estados Unidos, The Times (1785) en Inglaterra o Le Figaro (1826) en Francia, que paulatinamente fueron ampliando su capacidad de influencia. En España podemos incluir en esta familia periodística a El Imparcial (1867) y El Liberal (1879). Como representantes del auge del la información económica tenemos que citar al Wall Street Journal (1889) y el Financial Times (1888). La Primera Guerra Mundial (1914-1918) vino a acentuar la manipulación informativa iniciada ya en tiempos de la tercera generación de prensa de masas y perfeccionada por las técnicas propagandísticas puestas en marcha durante el conflicto por las naciones implicadas. La propaganda y la utilización de la prensa con el objetivo de ganar la guerra con “todas las armas posibles, y no solo las de fuego” (Garrido Donaire, 1994, p. 239) se oficializó hasta tal punto en Inglaterra que los grandes magnates de la prensa fueron los principales dirigentes de los organismos creados al efecto. A la larga, la dificultad de distinguir entre la propaganda y la información propiamente dicha generaron un hastío considerable en toda la sociedad que, en el ámbito de la prensa, derivó en una importante pérdida de credibilidad de los lectores que dura hasta hoy, a juicio de Timoteo Álvarez (1987, p. 91). El periodismo necesitaba nuevos atractivos que le hicieran recuperar el prestigio y la capacidad de influencia perdidos.

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Una vez acabada la Primera Guerra Mundial, los periódicos incorporaron dos novedades principales. La primera de ellas fue el paso de la simple utilización de las fotografías al fotoperiodismo, es decir, de una mera inclusión de ilustraciones a una forma de expresión gráfica que sustituyera al texto, que en muchos casos se redujo a la mínima expresión. La segunda fue la aplicación de las técnicas propagandísticas surgidas en el reciente conflicto armado a la captación de lectores y suscriptores (Timoteo Álvarez, 1987, p. 105). Además, el desarrollo de nuevos medios de comunicación de masas como la radio y el cine –que ya demostraron su poder durante la guerra– pusieron contra las cuerdas a la prensa escrita y elevaron el grado de competitividad al máximo: “Los diarios de masas de los años 20 fueron conscientes de la dificultad y llevaron a cabo, para superarla, una auténtica guerra de tiradas fundamentalmente entre neonatos diarios tabloides y periódicos de la segunda o tercera generación de masas” (Timoteo Álvarez, 1987, p. 103). Aparecen aquí los regalos por suscripciones y la venta de artículos a bajo coste –como libros populares– junto con el ejemplar del periódico. El pionero en utilizar armas propagandísticas para la captación masiva de lectores fue el Daily Herald, un periódico nacido en 1912 y reflotado tras una primera y discreta etapa como diario socialista. Entre otros métodos, los vendedores del Herald utilizaron la técnica puerta a puerta para atraer nuevas suscripciones con ofertas y promociones. En el aspecto formal, otra novedad más vino a marcar la aparición de la cuarta generación de prensa de masas: el formato tabloide. El tamaño de los nuevos periódicos se redujo a casi la mitad que los anteriores (asemejándose a la petit presse francesa), lo que lo hacía más manejable para los lectores y paliaba los efectos de la subida progresiva del papel desde 1909. Esta cuarta generación de prensa de masas innovó también en lo que se refiere a las funciones sociales de los medios. En la década de 1920 los periódicos se erigieron en vías de escape de una realidad difícil, propulsaron el individualismo y fomentaron el concepto de la ciudad como el mejor lugar para vivir. En Estados Unidos se bautizó a este nuevo modelo como Jazz Journalism, puesto que coincidió con el auge de este estilo musical. Fue la aparición del New York Daily News, de Joseph Medill Patterson, lo que marcó el pistoletazo de salida a esta nueva generación de periódicos en 1919. El gusto por historias espeluznantes, los escándalos sexuales y los crímenes, bien aderezados con grandes fotografías y textos contundentes, fueron los principales atractivos de este tipo de prensa. Básicamente, reprodujeron las técnicas del amarillismo en estado puro sumándole la información 42

gráfica y las fórmulas propagandísticas. Aunque el auge de los tabloides fue disminuyendo a partir de 1930, el modelo se ha mantenido hasta nuestros días. La época de entreguerras supuso una etapa de expansión para la prensa inglesa, aunque no evitó efectos negativos. Como señala Schulze Schenider (2008, p. 196), “empujada por una competencia despiadada y la exigencia de tiradas cada vez mayores, se fue desviando hacia un periodismo sensacionalista al estilo norteamericano”. Al otro lado del Canal de la Mancha, la situación era bien distinta para los cinco grandes periódicos de París: Le Petit Parisien, Le Petit Journal, Le Matin, Le Journal y L’Echo de Paris. La crisis económica que atravesaba el país debido a la reconstrucción, la búsqueda de influencia política como principal fin de los propietarios de los medios y la caída en las ventas fueron algunas de las causas del declive, principalmente, en la década de 1930. Como indica Albert, a partir de 1920 “la prensa, que todavía continuaba siendo una potencia, ya no era un poder. No obstante, aún podía influir en el modo de vida y de pensar, pero era incapaz de formar y dirigir las opiniones” (1990, p. 101). En la historia del periodismo universal a partir del XIX en adelante no podemos eludir la consolidación de las agencias de información, principalmente, en los países donde también tuvo mayor calado la evolución de la prensa. Charles Louis Havas, Paul Julius Reuter y Bernhard Wolff son los padres de estas empresas suministradoras, en principio, de traducciones de periódicos extranjeros para los diarios de sus naciones aunque pronto ampliaron el negocio y extendieron sus redes por todo el mundo convirtiéndose en poderosos agentes económicos y propagandísticos. Su importancia es tal que, según Paz Rebollo (1999, p. 101), “se convierten en las responsables del surgimiento de la prensa informativa en casi todos los países, menos en España, donde la creación de la agencia Fabra es posterior a la implantación del periodismo noticioso”. Después de crecer y asentar su posición en sus respectivos países hasta mediados del siglo XIX, las agencias Havas (Francia), Reuter (Inglaterra) y Wolff (Alemania) dieron el salto al resto de Europa constituyéndose en cártel y diseñando un sistema de reparto de áreas de influencia similar al utilizado por las potencias coloniales. Para poder abarcar más volumen de negocio, las agencias fueron incorporando las nuevas tecnologías a su quehacer diario e incluso contribuyeron a ellas con nuevas aplicaciones de herramientas como el telégrafo eléctrico. El cártel desapareció definitivamente en 1934, cuando Europa había perdido definitivamente su hegemonía y el auge de las agencias nacionales hicieron imposible la 43

existencia de un ente que monopolizara la información más allá de las fronteras de cada país.

3.2. El atraso de la consolidación de la prensa de negocios en España (1898-1936) El año de 1898 supone para la prensa española el inicio de una etapa clave para su desarrollo empresarial y social. Puestas las bases ya en los primeros años de la Restauración (desde 1874) del periodismo de negocio –cuya principal característica es la concepción empresarial de los medios de comunicación– la relativa estabilidad económica y legislativa –que no política– propició que el sector fuera consolidando el nuevo modelo aunque con sus particularidades propias. La prensa española llegó a la crisis de fin de siglo tras más de tres décadas muy fructíferas en cuanto a títulos pero, no solo por la cantidad –que supone una auténtica eclosión periodística, con algunos vaivenes, a partir de 1874– sino por la calidad. En estos últimos años del siglo XIX vieron la luz publicaciones que se convirtieron en protagonistas del panorama periodístico nacional ya durante la centuria siguiente y que contribuyeron a la modernización del sector, siempre a la zaga de la prensa estadounidense, inglesa y francesa. Dice Pizarroso Quintero (2010, p. 45) al respecto que, “la peculiaridad del caso español, con respecto a la situación general europea en cuanto al desarrollo de la información, podemos cifrarla en una palabra que arrastramos hasta nuestros días: atraso”. España se incorporó a la industrialización de la prensa con notables títulos como La Correspondencia de España (1858), El Imparcial (1867), El Liberal (1879), La Vanguardia (1881), El Heraldo de Madrid (1890) y la revista Blanco y Negro (1891), que vieron la luz en este periodo. En esta etapa tiene igualmente su origen el jerezano El Guadalete, nacido en la temprana fecha de 1852. Según Pizarroso Quintero (1994, p. 285), en el último tercio del siglo XIX en España “podemos hablar claramente ya de una prensa industrial sólidamente asentada. Estos periódicos –en referencia a El Imparcial y El Liberal– disponían de edificios propios construidos ex-profeso para albergar un periódico, contaban con numerosos empleados y obtenían, en general, saneados beneficios publicitarios”.

Lógicamente,

no todas las empresas tenían las dimensiones de las citadas en último lugar –que son los dos estandartes periodísticos del momento– pero el proceso de modernización técnica, adaptación de contenidos a los nuevos gustos de los lectores y de explotación de la publicidad como principal fuente de ingresos era ya generalizado en el sector. 44

En comparación con los países más desarrollados de su entorno, como Francia e Inglaterra, los datos de tirada de la prensa española eran muy bajos. Mientras que en estas naciones vecinas fueron varios los periódicos que habían alcanzado ya el millón de ejemplares, España aún estaba lejos de conseguirlo. No obstante, hay que tener en cuenta factores como el estado de las comunicaciones, la escasa urbanización o la alta tasa de analfabetismo aún existente en el país para comprender que el desarrollo del periodismo español en esta etapa no pudo equipararse al modelo anglosajón. El Imparcial, que fue el periódico de mayor difusión de final de siglo, tiraba en torno a 130.000 ejemplares diarios aunque hay una gran disparidad en cuanto a las cifras según diferentes autores9. En provincias, los datos de tirada eran modestísimos ya que había casos en los que ni siquiera llegaban a los 1.000 ejemplares. Ya en el siglo XX se incorporaron a la prensa diaria española otros títulos relevantes como ABC (1905, y 1929 su edición de Sevilla), El Debate (1910), El Sol (1917) e Informaciones (1922), además de revistas gráficas y especializadas. Estos medios, de variadas tendencias, nacieron ya en pleno desarrollo del periodismo de negocio por lo que aplicaron desde sus inicios los nuevos conceptos. A juicio de Seoane y Saiz, “es hora de los grandes diarios de empresa, con una fuerte base económica, una sólida administración, buena información, buena colaboración literaria, mucha publicidad, relativamente neutra en lo ideológico y respetuosa con los valores establecidos” (1996, p. 271). El paso de la prensa de partido a la prensa de negocio en España no fue tajante sino que los dos modelos convivieron durante muchos años. De hecho, hasta finales de la década de 1920 son más numerosos los periódicos “no ya de partidos sino de fracciones o de hombres” que los propiamente considerados de información en un considerable porcentaje (Pizarroso Quintero, 1994, p. 287). Fue la Dictadura de Primo de Rivera la que aceleró la caída de los viejos periódicos políticos y reprimió el desarrollo de la prensa anarquista y comunista. Hay autores que defienden, como García Galindo, la existencia modelos mixtos, es decir, periódicos donde se concentraban características de uno y otro modelo, refiriéndose principalmente a aquellos periódicos “que son de opinión y pretenden simultáneamente ser de información” (1995, p. 160). Seoane y Saiz van aún un paso más allá al asegurar que “no se da en España en esta 9

Los datos de tirada de esta época no suelen ser muy fiables puesto que proceden de estadísticas que rellenaban los propios periódicos y que exageraban descaradamente en algunos casos. Así, mientras que Albert (1990) mantiene esta tirada para El Imparcial, Seoane y Saiz (1996) aseguran que ningún periódico español alcanzó los 100.000 ejemplares diarios antes de la Primera Guerra Mundial.

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época en estado puro ninguno de los dos tipos de diarios característicos de las sociedades desarrolladas”. De ahí a que califiquen a los diarios de mayor difusión como “género híbrido” (1996, pp. 27-28). Además de la nueva concepción del negocio periodístico, las innovaciones técnicas constituyeron otro puntal de la evolución de sector, al igual que en el resto del mundo. La generalización de las rotativas, el papel continuo, la mejora de los sistemas de comunicación y la incorporación del fotoperiodismo a los diarios propiciaron una mejor recepción y difusión de la información. Los editores se preocupaban por la calidad técnica del periódico y hacían gala de las adquisiciones de nueva maquinaria y la aplicación de nuevas tecnologías. Por ejemplo, El Imparcial presumió en el año 1900 de contar en sus talleres con cinco linotipias, las primeras de España. A principios de siglo llegaron también los primeros teléfonos a las redacciones más modernas, como fue el caso de El Guadalete. En cuanto al contenido, los periódicos del primer tercio del siglo XX fueron adaptándose a las tendencias ya consolidadas de los países pioneros. No obstante, técnicas como la del sensacionalismo nunca se aplicaron en España a los niveles de Inglaterra y Estados Unidos aunque era evidente su influencia en un notable crecimiento del interés –y, por tanto, de espacio– por todo tipo de sucesos como asesinatos, incendios, catástrofes naturales y accidentes. A partir de la Primera Guerra Mundial cobraron fuerza las noticias internacionales, un foco de atención que hasta entonces no empezó a despertarse en la prensa española. Igualmente, se hicieron ya un hueco definitivo en los diarios las informaciones deportivas, taurinas, de temática femenina e infantil y de crítica teatral y cinematográfica, que se complementó con la aparición de publicaciones monográficas especializadas. Especial mención merece la calidad literaria e intelectual de los diarios españoles de este periodo. Todas las plumas ilustres del momento como Ortega y Gasset, Unamuno, Azorín y los miembros de la incipiente Generación del 27 hicieron su aportación a una prensa que jamás volvió a gozar de tal calado cultural. Como señalan Seoane y Saiz, “la filosofía española del primer tercio del siglo XX se hizo en gran parte en los periódicos” lo que, junto a artículos de la más variada temática, propiciaron una simbiosis entre el periódico y el escritor (1996, pp. 62-63). Los escritores buscaban en las páginas de los diarios la notoriedad que no les daba el libro y las empresas periodísticas ganaban prestigio social con colaboraciones que les resultaban más baratas que grandes coberturas informativas. 46

En el aspecto formal, cada vez se otorgaba más espacio a la publicidad y los anuncios saltaron definitivamente a la portada, que empezó a concebirse como escaparate del periódico en la década de 1920. El diseño de los diarios se fue renovando continuamente con mejoras como la desaparición de la verticalidad; la utilización de tipos más grandes para los titulares –que superaron el límite de la columna– se generalizó y el uso de fotografías se fue incorporando hasta que llegan a ocupar la portada completa, como en el caso de ABC. La potencia de las nuevas máquinas, además, favoreció que los periódicos pudieran dejar atrás el pliego único y ampliar su número de páginas a ocho, doce o dieciséis. Si algo les impidió hacerlo fue el incremento del precio del papel, que fue un caballo de batalla constante en el sector. Son varios los hitos reseñables en este periodo en la industria periodística. El más relevante de ellos es quizás la alianza empresarial de El Imparcial, El Liberal y El Heraldo de Madrid (además de varios periódicos regionales y un par de semanarios de creación propia) conocida como el trust. Bajo la denominación de Sociedad Editorial de España, estos tres medios de competencia directa convivieron durante una década llena de polémicas y avatares. No obstante, su existencia es destacable porque demuestra un síntoma más de la industrialización del sector: la concentración empresarial como técnica para ahorrar gastos, unir sinergias y, por tanto, obtener mayores beneficios. La conformación de la alianza fue muy discutida en la profesión y hubo diarios que hasta incluyeron en sus cabeceras la leyenda “Este periódico no pertenece al trust” como señal de independencia. Fue el primer caso pero no el único: en 1914 se creó otro trust madrileño, en este caso, integrado por revistas gráficas. Otro signo de la modernización en España es el intento de dignificación de la precaria profesión periodística. A la fundación de la Asociación de la Prensa de Madrid en 1895 habrá que sumar en las décadas posteriores otros muchos colectivos similares – entre ellos, la de Jerez definitivamente en los años 30, aunque hay intentos de asociacionismo desde 191110– que, no obstante, centraron sus esfuerzos en la beneficencia más que en la defensa de unas condiciones de trabajo dignas para los trabajadores. Muchas fueron las polémicas surgidas en el seno de estas sociedades que, poco a poco fueron recogiendo las reivindicaciones del sector. Dentro de esta necesaria lucha laboral situamos la fundación del primer sindicato nacional de periodistas, 10

Hasta el año 2010 se consideraba 1935 –con antecedentes que se remontaban hasta 1919– como año fundacional de la APJ pero recientes investigaciones del historiador y socio de honor del colectivo, Juan de la Plata, revelan que hay un acta fundacional y una primera junta directiva en 1911, solo dos años después de que se constituyeran las asociaciones de Cádiz y Sevilla (2010, p. 5).

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adscrito a la UGT, en 1919. Fue precisamente en este año, en el mes de diciembre, cuando tuvo lugar también la primera huelga de periodistas, en demanda de unos salarios mínimos para vivir, entre otras mejoras laborales.

3.2.1. Libertad de prensa y censura en España entre 1898 y 1936 Aunque las leyes incrementaron la libertad de los periódicos y los periodistas en teoría, en la práctica el control de los sucesivos gobiernos sobre la prensa fue una constante en todo el periodo comprendido entre 1898 y 1936, sobre todo, durante la Dictadura de Primo de Rivera. El artículo 13 de la Constitución de 1876 garantizó la libertad de prensa, regulada años más tarde por la Ley de Policía de Imprenta de 1883. Esta normativa (que se mantuvo parcialmente vigente hasta la Ley Fraga de 1966) derivó los delitos de prensa e imprenta al Código Penal ordinario y suponía la equiparación de la legislación española a la de otros países europeos en muchos aspectos. No obstante, la propia Constitución reseñada también incluía un artículo en el que contemplaba la suspensión de las garantías constitucionales en determinadas circunstancias, párrafo al que los gobiernos recurrieron en muchas ocasiones para mantener a la prensa bajo control. Así, a pesar de que la ley promulgaba un ambiente de libertad para la prensa, lo cierto es que sucesivas suspensiones gubernativas (hasta 23 entre 1898 y 1923) y la profusión de normativas y decretos al respecto no contribuyeron precisamente a ello, como analizamos más adelante. La normativa que primero modificó los principios de la Ley de 1883 fue la Ley de Jurisdicciones, aprobada en 1906 y vigente hasta 1931. En ella, los delitos de imprenta que incluyeran injurias al Ejército y a la patria pasaban a depender de los tribunales castrenses. Los gobiernos tampoco escatimaron esfuerzos a la hora de enviar circulares a los periódicos prohibiendo hablar de determinados temas e incluso llegaron a interrumpir las comunicaciones por teléfono o telégrafo ante determinados sucesos (Seoane y Saiz, 1996, p. 65). No obstante, no fue éste el periodo de mayor acción de la censura, exceptuando la Dictadura primorriverista, y los periodistas gozaron de determinadas libertades que sí se vieron coartadas en otras etapas, como el posterior franquismo. La llegada al poder del general Primo de Rivera, en 1923, supuso el regreso de la censura previa. Sólo tres días después del pronunciamiento, todos los diarios incluyeron 48

en sus ediciones la leyenda “Este periódico ha sido visado por la censura”. Los gobernadores civiles fueron los encargados de aplicarla en cada provincia, bajo las directrices de la Oficina de Información y Censura creada al efecto. La arbitrariedad fue la característica predominante de la censura, que prohibía en unos periódicos lo que autorizaba en otros. Fue, además, extrañamente benévola puesto que permitía que se cuestionase la existencia de la propia Dictadura siempre y cuando no se incluyeran elementos separatistas (Seoane y Saiz, 1996, p. 323). Los periódicos, sin embargo, no podían dar noticias de huelgas, delitos, escándalos e incluso condiciones meteorológicas adversas. En el Archivo Municipal de Jerez se conservan varias comunicaciones en las que los gobernadores civiles daban instrucciones a los medios de comunicación sobre la censura. En 1926, por ejemplo, el censor les hizo llegar a los periódicos jerezanos algunas normas, como éstas: “Respecto a la campaña de Marruecos y movimientos de tropas, no debe autorizarse más que el parte oficial o las crónicas episódicas que en sustancia coincidan con él. Las noticias de política internacional, relativas a España, no deben autorizarse más que siendo satisfactorias”. En el mismo documento se dan instrucciones acerca de noticias sobre la iglesia, sobre los valores del país, sobre los sucesos, sobre las sentencias judiciales y sobre “las campañas contra la propiedad y los patronos con tendencia a agitar pasiones”, naturalmente, prohibidas11. Cada medio intentó salvar la vigilancia del censor a su manera aunque no siempre lo consiguieron. Fue habitual utilizar los puntos suspensivos o dejar los espacios en blanco allí donde había actuado la censura como técnica de rechazo a la misma aunque esa práctica fue prohibida en 1927. También a modo de protesta, muchos periódicos optaron por no hacer referencia a los éxitos del gobierno, algo que despertaba la indignación del dictador, que se quejó de ello en las conocidas como notas oficiosas. Estos textos escritos de puño y letra por el militar se enviaban a los medios de comunicación para su inserción (aunque no hubo una normativa clara al respecto hasta 1929, después de la polémica entre algunos periódicos y los diarios del régimen). El dictador, que siempre se jactó de ser periodista, –de hecho, dijo haber iniciado su carrera en el periódico El Guadalete– expresaba en ellas sus pensamientos acerca de cuestiones de diversa índole e incluso respondía a sus adversarios. El resultado final fue

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Consultado en el protocolo municipal 0511, de 1926 .

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la pérdida de calidad de los periódicos con el abuso de los temas generales e intrascendentes que sí autorizaba la censura. La Segunda República trajo consigo la anulación de la Ley de Jurisdicciones, el restablecimiento de la Ley de 1883 y el artículo 34 de la Constitución de 1931, que garantizaron la libertad de prensa. No obstante, la aprobación e inclusión de la Ley de Defensa de la República –aprobada dos meses antes– en el propio documento constitucional coartó claramente el ejercicio del derecho ya que consideraba agresiones al régimen “la difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público”, “toda acción y expresión que redunde en menosprecio de las instituciones y organismos del Estado” y “la apología del régimen monárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación” (Seoane y Saiz, 1996, p. 404). Las multas y suspensiones también aparecieron detalladas. El bienio derechista fue más estricto aún con la sustitución de la última normativa por la Ley de Orden Público en 1933 que, además de las actuaciones ordinarias, incluía tres situaciones extraordinarias en las que se suspendían las libertades: los estados de prevención, alarma y guerra. Cada uno de ellos contemplaba distintos niveles de intervención del Estado en la prensa, que iban desde la presentación de los periódicos ante la autoridad una hora antes de su publicación hasta la suspensión inmediata. El proyecto de Ley de Prensa de 1935 –más restrictivo aún– se quedó en el intento y los periódicos sufrieron 15 meses de censura previa entre 1934 y enero del 36, situación que volvería a instaurarse pocas semanas antes del estallido de la Guerra Civil. Durante la Segunda República se produjeron suspensiones masivas de periódicos que estuvieron varios meses sin salir a la calle, como le ocurrió a ABC con motivo de la sublevación de Sanjurjo, el 10 de agosto de 1932. El diario no volvió a tener la autorización pertinente hasta el 30 de noviembre. En esta misma oleada de suspensiones por toda España se vio inmerso El Guadalete –junto a otros periódicos locales– que estuvo 20 días sin imprimirse. El Archivo Municipal sirve nuevamente de fuente para comprobar las limitaciones que impuso el régimen republicano a la libertad de prensa. Por ejemplo, en noviembre de 1934 las autoridades provinciales transmiten las consignas a los directores de los diarios, entre las que se incluyen la obligación de ceñirse escuetamente a los hechos sin grandes titulares (en referencia a los sucesos), no informar de operaciones militares y no publicar caricaturas alusivas a jefes de Estado, entre otras.

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3.2.2. La prensa jerezana camina hacia la modernidad La Restauración es un periodo de bonanza para la prensa andaluza, que evoluciona – sobre todo en las últimas décadas– desde el modelo de prensa política propio del siglo XIX hacia la prensa de empresa o de negocios. Así lo señalan las estadísticas de prensa diaria, que reflejan un predominio de los periódicos vinculados a los poderes políticos en los primeros años de la etapa que se invertirá al final en pro de los medios de comunicación que se declaran independientes y de carácter informativo (Checa, 2011, p. 211). Se consolidan los grandes títulos andaluces –como La Unión Mercantil, de Málaga; El Defensor, de Granada; o El Liberal, de Sevilla–, se alarga la vida media de los periódicos y la prensa local se asienta más allá de las capitales. Hay que destacar, además, que en estos años aparece la prensa católica y se desarrollan la prensa republicana –aunque con desigualdades según cada provincia– y la prensa obrera, que vivirá diferentes momentos de expansión y de contracción según las coyunturas políticas y los territorios. Aunque Andalucía acarrea cierto retraso con respecto a los principales focos periodísticos del país –Madrid y Barcelona– su incipiente industria periodística se desarrolla de forma paralela al resto de la prensa periférica. Como indica García Galindo (1995, p. 71): “Al igual que en el resto de España, hasta la segunda década del siglo XX no podemos hablar de forma generalizada de periodismo moderno”. La Dictadura de Primo de Rivera supuso un corte en la evolución cuantitativa de la prensa andaluza que vio cómo caía la mayor parte de la prensa obrera y republicana y cómo disminuían los títulos asociados a los partidos liberales. En el otro lado de la balanza se encontraron en estos seis años las publicaciones profesionales y corporativas, los periódicos deportivos, las revistas literarias y gráficas. No obstante, se trata de una etapa de expansión económica en la que los diarios que sobreviven –son pocos los que se fundan nuevos– vieron incrementar sus ingresos por publicidad. La llegada de la Segunda República fue un nuevo revulsivo para la prensa andaluza, aunque la inestabilidad política conllevó suspensiones a la prensa y recesión económica. En palabras, nuevamente, de Checa (2011, p. 417): “En ese panorama, y aunque el periodismo ha alcanzado en Andalucía una innegable madurez a la altura de 1930 o 31, se inicia una profunda renovación que truncará la guerra civil”. A tenor de la nueva situación, en toda España se vive una momentánea resurrección de la prensa política y aumenta la lectura de periódicos. 51

Al igual que el resto de Andalucía, Jerez empezó el nuevo siglo en mitad de la ola regeneracionista surgida tras la crisis de 1898. Esta ciudad de casi 65.000 habitantes ni siquiera era capital provincial pero su crecimiento demográfico y económico la situó como puntal de desarrollo en Cádiz. Fiel reflejo de esa situación es su prensa, variada y abierta a las innovaciones propias de la etapa que abordamos. Dos fueron sus estandartes entre 1898 y 1936: El Guadalete (nacido en su segunda etapa en 1852) y Diario de Jerez (1904, heredero de El Eco de Jerez de 1899), que se convirtió en el competidor directo del primero. Ambos diarios, de tendencia conservadora, se mantuvieron hasta pocas semanas antes del estallido de la Guerra Civil. Compartieron el mercado jerezano con un gran número de publicaciones de diversa índole: desde destacados periódicos obreros, republicanos, anarquistas y tradicionalistas hasta boletines gremiales y propagandísticos, pasando por revistas ilustradas, culturales y especializadas. Por ejemplo, a finales del siglo XIX ya se habían publicado en Jerez hasta 15 periódicos taurinos (Checa, 2011, p. 268). En líneas generales, la provincia de Cádiz es un foco de interés histórico para el periodismo. Al protagonismo de la prensa en la capital durante la Guerra de la Independencia y la redacción de la Constitución de 1812 le toma el relevo Jerez hacia el último cuarto del mismo siglo, coincidiendo con la etapa de desarrollo de la industria vinatera. Según recogen Leiva y Leiva Ramos (1999, p. 18), la ciudad pudo contar aproximadamente en torno a 1900 con un periódico por cada 5.000 habitantes, lo que la situaba al nivel de otras ciudades con gran tradición periodística, como la mencionada Cádiz, y por encima de núcleos urbanos como Córdoba y Badajoz, entre otros. En esta estadística, evidentemente, hay que tener en cuenta el alto nivel de analfabetismo aún existente en la ciudad, que no comenzó a descender de forma notable hasta que los planes educativos de la Segunda República causaron efecto. Además de los dos ya mencionados, Jerez inició el siglo con El Guadalcacín (1901) y El Mensajero (1897). Hasta 1920 se les unieron La Unión (1904), Alma Rebelde (1911), El Día (1915) y La Conferencia (1917), lo que provocó que la ciudad viviera su mejor momento periodístico en cuanto a número de diarios durante el trienio bolchevique con cinco publicaciones, junto a una numerosa lista de títulos menores de las más variadas tendencias. Jerez fue en esta etapa una ciudad pródiga en publicaciones obreras, que resurgieron tras un momento de crisis sufrido a raíz de los sucesos de a Mano Negra y el asalto campesino a la ciudad en la década de 1880. A finales del siglo XIX nacieron 52

títulos tan relevantes como El Martillo y La Jarra, al que se sumó en la década de 1920 La Voz del Campesino, que se convirtió en el órgano de la CNT a nivel nacional a pesar de sus continuas apariciones y desapariciones. Tal fue el auge de la prensa obrera en la ciudad que entre 1916 y 1919 se editaron de forma simultánea en la localidad cinco periódicos obreros: dos socialistas y tres libertarios (Checa, 2011, p. 218). Especial mención merece también la actividad periodística republicana, promovida siempre por el que luego sería alcalde y diputado Manuel Moreno Mendoza. En las dos primeras décadas del siglo XX fueron varios ya los síntomas de la modernización de la prensa jerezana, aunque todavía en un estado incipiente. Por ejemplo, la publicidad salió de su espacio reservado en las últimas páginas de los diarios e incluso llegó a la portada. Jerez contaba incluso con títulos íntegramente dedicados a la publicidad como El Anunciador jerezano (1900), El Reclamo (1901) y El Propagandista (1911). Llegó, pues, a los empresarios periodísticos jerezanos la concepción de los anuncios como principal sustento de las publicaciones por encima de la venta de ejemplares. También fue evidente el aumento de la autopromoción de los diarios, que utilizaron sus páginas para publicitar otros productos que vendían en sus propias imprentas y librerías. Tradicionalmente, las sedes sociales de los periódicos estaban en el mismo local que las imprentas, produciéndose una simbiosis entre ambos negocios que no empezó a desvanecerse hasta el siglo XIX. Es más, en Jerez siguieron tan unidos aún en la centuria siguiente que en las declaraciones de actividad que las imprentas tenían que hacer a la administración local y que se recogen en diversos Protocolos Municipales aparecen los ejemplares de los periódicos en medio de otros trabajos como esquelas, manuales gremiales, memorias de asociaciones, reglamentos y otro tipo de documentos y hojas sueltas. Señalan Leiva y Leiva Ramos (1999, pp. 24-25) que las redacciones de los diarios jerezanos en los primeros años del siglo XX estaban en grandes salas donde los periodistas trabajaban en una única mesa, en la que también se acumulaban otros periódicos, libros y cartas. Contaban con “unos viejos divanes que servían para dormir a los periodistas que no tenían dónde, para la tertulia de ocio y para tomar el café los que no podían ir al bar”. Las plantillas eran reducidas y en muchas ocasiones el propietario ejercía varias funciones a la vez. Aunque la profesionalización del sector ya iniciaba su camino, la labor periodística solía ser “una segunda actividad” de ahí que las redacciones estuvieran llenas de maestros, escritores, abogados e incluso algún médico. 53

Como afirman los mismos autores (1999, p. 24), “la empresa periodística jerezana de estos años era aún muy elemental”. Dentro de esa carrera para la profesionalización del periodismo hay que situar como momento clave la fundación de la Asociación de la Prensa de Jerez (APJ). Fueron varios los intentos de consolidación de un colectivo que aglutinara a todos los periodistas de la ciudad entre 1911 y 1935, fecha de la última reunión constitutiva de la actual asociación. Son varios los redactores de El Guadalete que aparecen en las primeras juntas directivas de la agrupación, como Diego Brocardo y Forcades, Rafael Pozo Roldán, José Luis Fernández Cala y Manuel Pareja Isla, entre otros, lo que evidencia que los trabajadores que desarrollaban su labor en este periódico lo hacían ya con una conciencia profesional propia (De la Plata, 2010, pp. 5-30). Como ocurrió en otras ciudades del país, estas primeras asociaciones de la prensa nacieron con un claro fin benéfico y de socorro que fue evolucionando con el paso de los años. En cuanto al contenido, creció el interés por las noticias internacionales y sucesos como el hundimiento del Titanic (1912), que saltó hasta las portadas de diarios locales como El Guadalete. También fueron numerosas las referencias a la Primera Guerra Mundial o a los acontecimientos de la Rusia zarista. Estas informaciones fueron posibles, por otra parte, gracias a la mejora de las comunicaciones y al desarrollo de las agencias informativas internacionales. “Los periódicos locales, sin grandes medios, se asociaban a periódicos nacionales con el fin de poder recibir las noticias de agencia”, explican Leiva y Leiva Ramos al respecto (1999, p. 27). Dos periódicos siguieron esta fórmula en Jerez: La Correspondencia de Jerez –que salió adosada a la cuarta página del periódico madrileño La Correspondencia de España– y La Crónica de Jerez, que hizo lo propio con El Día. También era habitual en los medios locales la inserción de artículos o fragmentos de artículos de diarios nacionales publicados un día o dos antes con un comentario previo justificativo. Así no es de extrañar encontrar en títulos jerezanos textos de “colegas” como El Imparcial, de La Correspondencia o de El Liberal. Otra característica propia del nuevo estilo periodístico es la denuncia pública, rasgo definitorio de la prensa como cuarto poder. Al igual que el World de Pulitzer – aunque algunos años más tarde– los periodistas jerezanos fueron conscientes de la utilidad del periódico para denunciar los problemas de la ciudad. Los primeros casos datan de finales del siglo XIX debido a las crisis del trigo y la filoxera y las acuciantes necesidades que padeció una parte importante de la población. De esa fecha en adelante 54

encontramos otros ejemplos de variada temática como la campaña de El Guadalete en pro de un nuevo cementerio por el mal estado del que existía entonces y los numerosos artículos reclamando mejoras urbanísticas y la construcción de nuevas viviendas para la clase obrera. También fue prolífico Jerez en revistas ilustradas y literarias, siguiendo la corriente nacional. Hay que mencionar a este respecto publicaciones como la temprana Revista del Guadalete (1858 a 1862), Asta Regia (1880, dirigida por la primera mujer periodista de Jerez, Carolina de Soto y Corro), Los Lunes Ilustrados del Guadalete (1896), Las Letras Jerezanas (1903) y Semana (1907), que sobrevivieron diferente número de años. Ya en la década de 1920 se sumó a la lista La Revista del Ateneo, que se consideró una de las publicaciones culturales andaluzas más importantes durante diez años por la elevada calidad de sus colaboradores. Cuando el general Primo de Rivera tomó el poder, en Jerez había cuatro diarios y un puñado de publicaciones menores. Seguían existiendo El Guadalete y el Diario de Jerez, que aceptaron el nuevo régimen, mientras que los de tendencia progresista y los obreros fueron desapareciendo paulatinamente a consecuencia de las sucesivas restricciones gubernamentales. Al terminar la Dictadura, en 1930, la producción periodística había mermado considerablemente en la ciudad. Además del cierre de publicaciones, la censura tuvo las consecuencias habituales: “Los grandes temas locales, la denuncia pública y el debate político, que habían ocupado los principales espacios de los periódicos jerezanos, cedieron ante los temas intrascendentes, oficiales y religiosos” (Leiva y Leiva Ramos, 1999, p. 46). Ya en la República, el efecto de la censura fue especialmente significativo con motivo del motín del general Sanjurjo, el 10 de agosto de 1932. La misma suerte que un centenar de periódicos en el resto del país corrieron El Guadalete, Diario de Jerez y Claridad, que fueron suspendidos. Veinte días tardó el primero de ellos en volver a salir a la calle, tal y como recoge el editorial del 31 de agosto del mismo año. Pero no fue la única actuación del lápiz rojo, ya que durante estos años hubo multas y llamadas de atención a los directores de los medios por numerosos artículos. Entre 1930 y julio de 1936 la ciudad vivió un nuevo despertar de la prensa, sobre todo, de índole política, que vino acompañado por el crecimiento generalizado de la lectura de periódicos, al igual que en el resto del país. Prensa de izquierdas –reapareció El Martillo (1931-1936), nacen Democracia (1931) y La Razón (1931) y la revista ilustrada Ráfagas (1930)–, prensa libertaria –La Voz del Campesino (1931), La Jarra 55

(1932)–, republicana –La Verdad (1933) y Hoy (1933)–, radical –El Nuevo Régimen (1931)– y de derechas –semanario Claridad (1931)– componen el panorama periodístico jerezano junto con los dos diarios veteranos ya mencionados, varias publicaciones profesionales y culturales. “Las comarcas más activas en estos años son desde luego las de la cuenca del Guadalquivir: Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz” (Checa Godoy, 2011, p. 445). Las principales características de este periodo, además de la politización, fueron la escasa duración de las publicaciones debido a la inestabilidad política y el descenso de los ingresos por publicidad con respecto a la década de 1920. Con la llegada de la Guerra Civil, la prensa jerezana y española vivió su interrupción más radical, ya que no volvió a desarrollarse en libertad hasta la transición democrática a finales de los años 70. Entre las primeras víctimas del conflicto en la ciudad estuvieron El Guadalete y Diario de Jerez, que desaparecieron entre llamas en abril de 1936, y también varios conocidos periodistas y promotores de periódicos como Sebastián Oliva y Francisco Tenorio, fusilados en las primeras semanas de la contienda. La localidad que solo 15 años antes había llegado a tener hasta cinco diarios en los quioscos, se quedaba en 1936 solamente con un semanario derechista, Claridad, al que se sumaba en el mes de junio el diario matutino Ayer, de la misma tendencia afecta al régimen golpista que acabó por imponerse.

3.3. Jerez afronta un nuevo siglo: de la crisis de Cuba a la Guerra Civil Jerez llegó al final del siglo XIX compartiendo con el resto del país males crónicos – como el sistema caciquil del turnismo– y padeciendo además otros problemas particulares, como la plaga de la filoxera en sus viñedos. Al igual que en Madrid, donde Antonio Cánovas agotaba sus últimos años al frente del partido conservador, en la ciudad eran los conservadores Camacho y Alboloduy, junto con el liberal Duque de Almodóvar del Río, los que estaban al frente del gobierno. Solo seis años antes la ciudad había sido escenario de la última algarada atribuida a la organización bautizada como La Mano Negra: el asalto campesino de 1892, que fue duramente reprimido con varias condenas a muerte como ya ocurrió en los sucesos de 188212. No obstante, ya en los albores del nuevo siglo, la lucha obrera y 12

Entre finales de 1882 y principios de 1883 se produjeron varios asesinatos en el campo jerezano y sus localidades cercanas que fueron atribuidos a La Mano Negra, una supuesta organización anarquista clandestina y violenta. Hubo varias condenas a muerte y cadenas perpetuas tras un consejo de guerra.

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el republicanismo tomaron otra vez impulso con la proliferación de la prensa gremial y la aparición de líderes locales como Manuel Moreno Mendoza, que organizó todo un sistema de asociacionismo obrero que acabaría llamando Federación de Trabajadores de Andalucía que “representaba a un contingente de más de 240.000 obreros” (Morales Benítez, 2008, p. 40). El punto de partida fueron las elecciones de 1905, cuando por primera vez los republicanos se hicieron con la victoria en Jerez, Trebujena y Chipiona con Amalio Saiz como candidato. No obstante, no fue hasta los siguientes comicios, celebrados solo dos meses después, cuando definitivamente los republicanos dejaron en minoría a los conservadores. Como en el resto del país, la gran crisis de este sistema político decimonónico llegó en 1917 para concluir con el alzamiento de Miguel Primo de Rivera en 1923, tras un largo periodo de inestabilidad en el que se sucedieron 14 gobiernos. A esta situación hay que sumarle los efectos que provocó en la economía la neutralidad de España ante la Primera Guerra Mundial. La agricultura, concretamente, vivió un periodo de expansión que pronto desembocó en una etapa inflacionista y que derivó en una profunda crisis de subsistencia reflejada en medio centenar de huelgas solo en Jerez entre 1918 y 1920. Fue el caldo de cultivo perfecto para que los jerezanos recibieran con vítores la noticia de que el general Primo de Rivera (Jerez, 1870 - París, 1931) se había hecho con el poder en septiembre de 1923. A las pocas horas, el marqués de Villamarta –una de las principales fortunas de la ciudad– fue proclamado alcalde. No obstante, la figura que volvió a ser protagonista de la política local durante la Dictadura fue el Conde de los Andes, como ya ocurría con el sistema del turnismo, haciendo más evidente aún que en el fondo poco iban a cambiar las cosas. A las demostraciones de euforia de los primeros meses respondió Primo de Rivera con hasta tres visitas oficiales a su ciudad natal en un solo año y haciéndose acompañar por el Rey Alfonso XIII. Las grandes apuestas de la Dictadura primorriverista en Jerez fueron el ferrocarril de la Sierra –proyecto que luego quedaría abandonado– y la construcción del actual Teatro Villamarta, que inauguró él mismo en 1928. Tras la dimisión de Primo de Rivera en 1930, Jerez y todo el país iniciaron el camino hacia la II República. Las candidaturas monárquica y republicano-socialista quedaron empatadas en Jerez a 19 concejales en las elecciones de 1931 “con una clara victoria antidinástica en los barrios más populares de Jerez como Santiago y San Telmo, 57

y denuncias sobre pucherazos de los monárquicos en el colegio electoral instalado en San José del Valle” (Caro Cancela, 1999, p. 384). Mientras que en ciudades cercanas como Cádiz y Sanlúcar ganaron los partidos dinásticos, en las principales capitales españolas el triunfo fue claramente republicano. En Jerez fue la Central de Correos y Telégrafos la que izó por primera vez la bandera tricolor el 15 de abril, un día más tarde que en otras muchas poblaciones ya que en la ciudad los dirigentes salientes y los entrantes –se proclamaría alcalde a Manuel Moreno Mendoza– quisieron que el traspaso de poderes se realizara sin ningún tipo de desorden público y tomando toda clase de cautelas. La manifestación por la República fue la tarde del 15 de abril, justo cinco años antes de que otra comitiva –esa vez, más violenta– destruyera los locales de los periódicos El Guadalete y Diario de Jerez. Entre 1890 y 1936, la identificación en Jerez entre el poder político y el económico es total. Como recoge Tusell (1975, citado en Caro Cancela, 1999, p. 364) entre los diez mayores contribuyentes de la ciudad en 1923 “figuraban nada más y nada menos que seis representantes parlamentarios, de los cuales cuatro eran nobles y uno más iba a recibir el título en poco tiempo”. El mismo autor indica que Jerez “era la circunscripción electoral de Andalucía que a lo largo de todo el periodo de 1890-1923 va a elegir el mayor número de diputados aristócratas de la región: nada menos que 25”. La mayoría de esta clase adinerada tiene en la tierra y en los negocios del vino – en muchas ocasiones, ambos unidos– su fuente de riqueza. El Conde de los Andes, el Marqués de Villamarta, la familia Ysasi y el Marqués de Bertemati, entre otros, eran destacadas figuras de la política local –o iban a serlo– y a la vez aparecían en la lista de los grandes propietarios de tierras en Jerez en 1899. “La influencia social que suponía la posesión de importantes cantidades de tierra fue el punto de partida para su carrera política” (Montañés Primicia, 1995, pp. 53-54). En 1898 la principal preocupación económica en la zona fue la crisis de la filoxera que, en apenas ocho años acabó con las mejores viñas de la comarca. La replantación con vides americanas fue lenta y hasta 1925 no se repuso la mitad del cultivo que había desparecido por la enfermedad (Ruiz Mata, 2010, pp. 180-181). La plaga, unida al estancamiento de los precios del mosto y a la devaluación del trigo (el principal cultivo en extensión en la comarca) provocó que se acentuaran las malas condiciones que la gran mayoría de la población –jornaleros y pequeños propietarios– ya sufría.

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Tres eran las principales necesidades de los agricultores jerezanos, según Gutiérrez Molina y Oslé Muñoz (2006): la introducción de nuevas técnicas en el trabajo del campo, la mejora de las comunicaciones hacia el Este de la ciudad y la construcción del pantano de Guadalcacín y el sistema de regadío. No obstante, la lentitud de las obras de los canales de riego –hasta 25 años– menguaron las expectativas del sector. De forma paralela llegaron los proyectos de colonización, como el de Caulina, cuyo éxito se vio condicionado por la tardanza del agua. La otra cara de la moneda la presentó la floreciente industria bodeguera que, aunque ya había alcanzado en 1873 uno de sus máximos históricos –más de 100.000 botas, cifra que no superaría hasta 1966– seguía generando una importante riqueza una vez recuperado el sector de la filoxera. Como en el caso de la tierra, los negocios vinateros se fueron concentrando a lo largo del último tercio del siglo XIX en unas pocas manos hasta quedar reunidos en 35 empresas. Hasta 1980 el crecimiento de las exportaciones fue constante y ni siquiera la Guerra Civil afectó a las ventas al extranjero (Ruiz Mata, 2010). El auge de la industria vinatera propició en 1872 la puesta en marcha de un ferrocarril urbano, conocido como “la maquinilla” (Sánchez Martínez, 2007, p. 77), de uso exclusivo de las bodegas para el traslado de sus productos. Con parada en los principales núcleos bodegueros de la ciudad, el ferrocarril llevaba las mercancías hasta la estación para conectar rápidamente con los puertos marítimos más cercanos. El tren estuvo operativo hasta 1962 y fue desmantelado definitivamente en 1969 (Aladro Prieto, 2006). Relacionadas también con el sector vinatero hay que citar la instalación en Jerez en 1896 de la fábrica de botellas y la proliferación de los negocios de imprenta y serigrafía. Las dos primeras décadas del siglo XX no supusieron grandes avances para la sociedad jerezana, que sí vivió un notable crecimiento demográfico a partir de 1920, alcanzando los 80.000 habitantes en vísperas de la Guerra Civil. La caída de la elevada tasa de mortalidad y el aumento de la inmigración hacia la ciudad propiciaron este incremento inaudito de la población. La consecuencia directa fue el hacinamiento de las familias, que tuvieron que apretarse en casas de vecinos donde convivieron hasta un centenar de personas (Caro Cancela, 2001, p. 19). El propio periódico El Guadalete destacó XX la escasa higiene con la que vivían los ciudadanos como uno de los principales males de la ciudad y como causa fundamental de la elevada tasa de mortalidad todavía en las primeras dos décadas del 59

siglo. En su editorial del 1 de enero de 1908, publicado en portada, El Guadalete decía a este respecto: “Mucho necesita Jerez para ponerse a la altura de una población moderna. Ante todo es preciso la higienización de las casas, para lo cual bastaría un poco de voluntad”. A las casas comunales se le sumó la proliferación de “chozas, cuevas, silos, lo que viene a demostrar el empeoramiento de las condiciones de vida de las clases más humildes” (Ruiz Mata, 2010, p. 222). Ante las estrecheces de la vida en la ciudad, muchas familias optaron por marcharse al campo, a los pequeños núcleos de población diseminados por todo el término. En treinta años la población rural creció en más de 13.000 personas, casi igual que la urbana. Hay que tener en cuenta, pues, como rasgo característico de la ciudad que se mantiene hasta hoy en día, la dispersión de la población, lo que dificultaría aún más si cabe el acceso a la educación, la cultura y también a los periódicos. Con estas características, Caro Cancela (2001, pp. 21-22), califica Jerez como modelo de “agrociudad”, basándose en el concepto que desarrolla López Ontiveros (1994). Los rasgos definitorios de las “agrociudades” coinciden casi en su totalidad con las peculiaridades de Jerez: número relativamente alto de habitantes, concentración mayor en el núcleo principal (circunstancia que no es incompatible con aglomeraciones más modestas, como es el caso de Priego de Córdoba y Jerez, y dispersión de la población en las zonas rurales), predominio del sector agrario, grandes términos municipales (el de Jerez es uno de los mayores de España, aún después de la independencia de San José del Valle) y cierto desarrollo del sector urbano (comercio e industria) para prestar servicio a la población que habita en el núcleo principal. La sombra de la miseria de los obreros y jornaleros no terminó nunca de borrarse en Jerez, donde los más humildes aún tuvieron que sufrir huelgas y épocas de gran carestía. La más grave comenzó el 13 de agosto de 1918 cuando el gobierno tuvo que decretar el estado de guerra durante seis días. El precio del pan en Jerez entre 1918 y 1919 creció de 36 céntimos el kilo a 54 y aún siguió aumentando para desesperación de las clases más desfavorecidas. Los altercados en las calles, la alarma general en la población y los intentos de los gobernantes para paliar la situación se volvieron habituales. Dentro de la diversidad de la clase trabajadora, hay que destacar la importancia de la gran masa de jornaleros sometidos a las necesidades estacionales de los cultivos que procedían de otras localidades cercanas y que constituían una población flotante. La mayor parte de ellos se alojaba en las gañanías, unas dependencias en su mayoría en un 60

estado deplorable reservadas para los trabajadores en los cortijos. En 1902, como recoge González González (1989, p. 50), “los jornales no habían experimentado ninguna subida en los cinco años anteriores, exceptuando el de los segadores”, lo que llevaba a las mujeres a buscar empleo en el servicio doméstico. “El presupuesto medio anual de una familia de obreros del campo de Jerez, formada por el matrimonio y dos/tres hijos, fue estimado por la Junta Local de Reformas Sociales en 856,25 pesetas (…), un presupuesto verdaderamente exiguo y de mera supervivencia” (González González, 1989, p. 51). En el ámbito de los trabajadores agrícolas hay que destacar la existencia de un grupo de empleados que gozaban de ciertos privilegios –como un mayor salario y mejores condiciones laborales– así como de cierto prestigio social. Eran los trabajadores de las viñas, que disfrutan de mayor estabilidad y consideración que los jornaleros. Igual ocurrió en la ciudad con los trabajadores de las bodegas (arrumbadores, toneleros…) que, aún perteneciendo a la clase obrera, no sufrieron las duras condiciones de otras profesiones urbanas como la de albañil. La clase media estaba compuesta por pequeños propietarios de tierras, comerciantes, profesiones relacionadas con la industria del vino, profesiones liberales y funcionarios del Estado. A juicio de Caro Cancela, “su escasa conciencia de clase –que le hará bascular desde posiciones pro republicanas hasta tentaciones autoritarias– son factores determinantes para explicar el fracaso de la experiencia democrática del nuevo régimen –la Segunda República– más acentuado en Jerez que en otras ciudades españolas, por las abismales diferencias de clase que se daban” (2001, p. 40). Con este panorama, no es de extrañar que las tasas de analfabetismo fueran muy elevadas y las posibilidades de una mínima educación se limitaran a un grupo muy reducido de la población. Leer el periódico estaba en manos principalmente de la minoría adinerada y pudiente, que iba a reunirse al Círculo de Labradores y al Casino Nacional a comentar la actualidad. Según González González, “en 1902 solo un 20% de los obreros agrícolas de Jerez sabían leer, siendo menos aún, un 10%, aquellos que sabían leer y escribir (1989, p.52). La diseminación de la población en numerosos núcleos rurales y cortijos dificultaba la asistencia a clase. Según un estudio elaborado por el profesor Fernando Carrasco para la Junta Local de Primera Enseñanza de Jerez en 1928 (citado en Caro Cancela, 2001, pp. 166-167) había en Jerez 57 maestros cuando eran necesarios 187 para cumplir la ratio (1/50) con los 9.350 niños de entre 6 y 14 años censados en la 61

ciudad. Además, los centros escolares estaban mal repartidos y había distritos urbanos donde, directamente, no había escuela alguna. La tasa de alfabetización en 1930 era del 53,9%, “casi dos puntos por debajo de la media española” (Caro Cancela, 2001, p. 167). Como en el resto del país, la Segunda República trajo una clara preocupación de los gobernantes por la enseñanza. Solo en el primer año se autorizó en Jerez la creación de 22 escuelas y un año más tarde ya funcionaban diez de ellas mientras que las demás estaban pendientes de una ubicación adecuada (Caro Cancela, 1999). En 1936, en vísperas ya de la Guerra Civil, según la Guía Oficial de la ciudad 13, había 45 escuelas y ya se habían incorporado a la comunidad educativa otras instituciones de mayor nivel académico como la Escuela de Artes y Oficios y la Escuela de Comercio, que completaban la enseñanza del Instituto Provincial. El asociacionismo obrero es otra de las características destacables de la sociedad jerezana de principios del siglo XX. La Guía de Jerez de 1900 (De Bustamante y Pina, p. 58) recoge que “durante el año que acaba de terminar ha sido muy de notar en nuestra población, el movimiento de asociación iniciado por todas las clases obreras y la solidaridad que han demostrado para solucionar las diferencias surgidas con los patronos”, circunstancias que no siempre terminarían así. En la misma publicación se citan hasta veinte sociedades obreras, entre las que se encuentran la de zapateros, albañiles, toneleros, viticultores, pintores, constructores de coches, guarnicioneros, hojalateros…. Durante la Segunda República se reprodujeron en Jerez los sucesos ocurridos en otras partes del país, como la quema de conventos del mes de mayo del 31, la movilización política y sindical del Bienio Reformista con la creación de 49 entidades obreras, patronales y políticas (Morales Benítez, 2008) y una eclosión periodística local sin precedentes acompañada por un auge en la lectura de periódicos. Señala Caro Cancela (1999, p. 390) que en los quioscos y por las calles se vendían cada día “1.500 ejemplares del ABC de Sevilla, 700 del azañista Ahora, 360 del Heraldo de Madrid y 550 de El Liberal”, además de los títulos locales. El regreso de la derecha en 1933 trajo nuevamente incidentes a la ciudad y los que más padecieron los efectos del cambio de rumbo de la joven república fueron, nuevamente, los obreros y jornaleros. La huelga del verano de 1934 puso en jaque a toda la localidad convirtiéndose en un duro pulso entre trabajadores y bodegueros. Con 13

Aunque constituyen una fuente cuantitativa detallada, hay que tomar con precaución los datos de las guías oficiales, elaboradas directamente o encargadas por el Ayuntamiento para promoción de la ciudad.

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los paros extendidos ya a toda la provincia y altercados en las calles, no fue hasta el mes de octubre cuando el conflicto llegó a su fin con la declaración de huelga general en toda España y la derrota de las asociaciones obreras jerezanas ante acontecimientos nacionales como la revolución asturiana. Estos agitados años de la República terminaron en Jerez con la reaparición de la violencia política que tuvo uno de sus puntos de inflexión los días 14 y 15 de abril de 1936. La última noche, como relata Caro Cancela (1999), la fiesta por el quinto aniversario de la República acabó con la muerte de un camillero de la Cruz Roja y varios heridos en un tiroteo que provocó una violenta respuesta popular con el asalto a varios edificios y entre ellos, el incendio de los locales de los diarios El Guadalete y Diario de Jerez. La algarada concluyó con el allanamiento del domicilio de un conocido falangista que terminó con el asesinato a tiros en la calle de éste, su hijo y otras dos personas más. En el ámbito cultural, el Desastre del 98 había dejado tal conciencia de fracaso en la sociedad española que se tradujo en un movimiento regeneracionista que pretendía erradicar los males del país y abrir una nueva vía de modernización a través de la cultura y la educación. Y Jerez no fue ajena a ese resurgir nacional representado por la Generación del 98 y por figuras clave como Ortega y Gasset, Clarín, Unamuno y Baroja, entre otras plumas ilustres. La ciudad terminó el siglo XIX dentro de esa corriente con la fundación – precisamente, a instancias de El Guadalete y su director José Bueno– del Ateneo Científico, Literario y Artístico, que reunía a la élite intelectual y económica de la época con 267 socios. La presidencia del Conde de los Andes vuelve a evidenciar la hegemonía de los grandes propietarios y políticos en la vida de la ciudad, incluida la cultura. Con épocas mejores y peores, la organización publicó la Revista del Ateneo en 1924, que duraría 10 años y se convertiría en una de las “mejores revistas culturales andaluzas de su época” (De la Plata, 2001, p. 201). Los años más prósperos del Ateneo fueron los de la Dictadura de Primo de Rivera y pudo resistir el envite solo hasta el final de la Guerra Civil, aunque conseguiría resucitar más adelante. De esta forma, Jerez sumaba a su vida una institución que estaba muy presente en otras capitales como Madrid (desde 1835), Sevilla (desde 1887) y Cádiz (desde 1858). A finales del siglo XIX y principios del XX existían tres casinos –Jerezano, Nacional y el de Artesanos– el Círculo Lebrero, la Real Sociedad Económica de Amigos del País y otros círculos pequeños relacionados con diferentes gremios, donde 63

los socios acudían en sus ratos de ocio. La peculiaridad más destacable de este periodo fue la notable influencia cultural británica que tenía la ciudad dada la presencia de empresarios ingleses en la zona debido a los negocios vinateros y el contacto frecuente de los locales con Gran Bretaña por las exportaciones de caldos. Así, no es de extrañar que Jerez contara con un Jockey Club (1868) y un Jerez Gun-Club, a los que solo tenían acceso las clases privilegiadas. Jerez contaba con “un mediano Teatro llamado Principal, que carece de comodidades para el público y de los requisitos que las leyes exigen” (De Bustamante y Pina, 1900, p. 61), además de otra sala de verano en la Alameda Fortún de Torres. Para el Teatro Villamarta hubo que esperar hasta la Dictadura de Primo de Rivera. Y desde el Día del Libro de 1873 –23 de abril– Jerez tenía biblioteca pública, ubicada entonces en la plaza de La Asunción. Su fundación se debió al alcalde Francisco Revueltas y Montel y hoy es la biblioteca pública municipal más antigua de Andalucía. Tras algunos avatares14, la institución vivió una época de expansión y crecimiento de fondos muy notable hasta 1931. Según Caro (1999, p. 390), “en poco menos de dos años pasó de los 6.117 lectores del año 1929 a los 10.133 de 1931”. Curiosa fue también la costumbre de instalar pequeñas bibliotecas públicas en ciertos enclaves de la ciudad como los Jardines del Retiro, el Tempul o la Alameda Vieja, que desparecerían en los años 50 (De la Plata, 2001). Como ocurrió en el resto de España, los intentos regeneradores, la lucha contra el analfabetismo y el tímido despegue económico, social y cultural de la década de los años 30 quedaron truncados por la ya inminente Guerra Civil.

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Estuvo cerrada en 1875 tras tener que devolver los libros incautados a la Colegial por la desamortización y pudo reabrir gracias a las donaciones particulares de los jerezanos solo un año después.

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CAPÍTULO 4 El Guadalete, de la imprenta decimonónica al periodismo moderno

4.1 El periódico “político y literario” del siglo XIX (1852-1898) El 6 de abril de 1852 empieza una nueva etapa para el panorama periodístico en Jerez. Renace el periódico El Guadalete con un renovado entusiasmo después de una primera fase entre 1837 y 185215. Nuevo propietario, nueva numeración y nuevo director16 para una publicación que acabó siendo testigo de casi un siglo de historia de Jerez. Pero los 84 años de vida que le quedaban por delante tampoco estuvieron libres de vaivenes, cambios de nombre, desapariciones momentáneas y otros avatares que fue salvando hasta llegar ya con más regularidad al siglo XX. Aunque no se trata del primer periódico que tuvo la ciudad17, sí se considera a El Guadalete como uno de los primeros exponentes del periodismo jerezano debido a su longevidad e influencia social. En el Prospecto que salió publicado a modo de declaración de intenciones junto al primer número, dijo El Guadalete: “Animamos el deseo ardiente de contribuir en lo posible al bien moral y material de nuestro pueblo: queremos, dando un paso más en la carrera de su civilización, unir nuestros esfuerzos á los de tantos otros que, promoviendo su engrandecimiento desean colocarlo a la altura que por sus recuerdos históricos, por su posición y su riqueza le corresponde”. Hace referencia a la inserción de ciencias, artes, agricultura y poesía en las páginas del diario y se detiene en la publicidad, muy presente desde el principio, como “alma de todas las empresas y especulaciones, que tiene su primer elemento en el periodismo”. Su nacimiento vino aparejado al subtítulo de “Periódico literario y de interés general” que cambió a los pocos años por “Periódico político y de interés general”, 15

El Guadalete tiene dos etapas diferenciadas. La primera de ellas fue de 1837 a 1852 y la segunda, desde el mismo año hasta 1936. Una de las razones de esta división dentro de la misma cabecera es que el 6 de abril de 1852 aparece El Guadalete con el número 1 y un prospecto de declaración de intenciones. En el resto de números, la fecha de fundación que aparece es la de 1852. También había cambiado de dueño y de dirección. En 1837 su director y editor responsable era Salvador Paradas y el subtítulo del 14 de junio de dicho año, su primer número, era el de “Diario económico y político”. De Góngora (1900) asegura que entre 1834 y 1835 se publicó un periódico con el mismo nombre aunque es difícil comprobar el dato. 16 Figuran como fundadores José Bueno y Juan Piñero. 17 “El Correo de Xerez”, publicado en 1800.

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luego “Político y literario” y finalmente “Periódico de interés general” (1 de octubre de 1910 hasta su desaparición), adoptando así una fórmula más acorde a los tiempos que, sin embargo ya había usado con anterioridad. En un principio, la publicación se editó martes y sábados hasta que se hizo diario (salvo los lunes, como era costumbre) en 1854. Su primer diseño fue de dos columnas, llevaba cuatro páginas los martes y ocho los sábados. La suscripción costaba 6 reales al mes. Como era habitual en la prensa decimonónica, El Guadalete nació en el seno de una imprenta constituida como negocio familiar. Conocida en sus orígenes como la Imprenta de Bueno –por la familia Bueno Nuesa–, acabó llamándose Imprenta del Guadalete por su total identificación con el medio. Además de imprimir el diario, el establecimiento se dedicaba a otros trabajos tan variados como la edición de libros, memorias de asociaciones y reglamentos, tal y como consta en los protocolos municipales que se conservan en el Archivo Municipal de Jerez. Hay que tener en cuenta, además, que el negocio de las imprentas fue bastante próspero en Jerez durante todo el siglo XIX y hasta la segunda mitad del XX gracias al auge de las bodegas, que requerían de sus servicios para el etiquetaje de las botellas y para los enseres de oficina, entre otras necesidades. La imprenta de los Bueno era especialmente floreciente en la ciudad y “alcanzó una envergadura inusitada en la época” (López Romero, 2002, p. 239). Esta familia fue la primera en disponer de una imprenta a máquina en la década de 1880 situándose un peldaño más arriba que sus competidoras en calidad y rapidez. José Bueno y Julián Piñero fueron los que aparecieron como primeros directores del periódico en 1852, aunque este último cesó en 1860. Lógicamente, no fue el único cambio en la dirección del diario, también influenciado por los vaivenes políticos y las conveniencias empresariales. José Bueno y Nuesa estuvo ligado al medio hasta su muerte, en junio de 1903. Prueba del carácter familiar del negocio es que tanto a éste como a Piñero le sucedieron sus hijos y otros parientes. De las pocas semblanzas que se conservan sobre el fundador de El Guadalete, destaca la de León Díaz, que le describió como un autodidacta, un hombre de negocios, un periodista a la antigua, polemista “cuya pluma siempre ha estado al servicio de las buenas causas” (1897, p. 88). Algunas de esas cuestiones que el periódico de Bueno defendió fueron la construcción del ferrocarril a la sierra y a Algeciras, el teléfono comarcano, la necesidad de un nuevo cementerio para la ciudad y el traslado de la Feria a su emplazamiento actual, entre otros temas. Z, Zaide, Tarfe y Job fueron algunos de 66

los seudónimos con los que el director del diario escribió artículos de opinión. Como crítica, León Díaz hizo especial mención a la cantidad de artículos que El Guadalete copiaba de periódicos nacionales y extranjeros, una costumbre generalizada en los diarios de provincias. El impresor del periódico no se quedó solamente con el diario sino que añadió otros productos relacionados como La Revista del Guadalete (1858-1862) y más tarde, Los Lunes Ilustrados del Guadalete (1896-¿?), impresos en Madrid, una publicación que evidencia su adaptación a las nuevas tendencias periodísticas del resto del mundo. En los países donde el periodismo tuvo un mayor desarrollo, las revistas ilustradas se habían generalizado en la década de 1840 con publicaciones como The Illustrated London News (1842) y la parisina L’Illustration (1843) mientras que en España La Ilustración española y americana comenzó su prestigiosa andadura en 1869. No fue hasta 1891 cuando nació Blanco y Negro (precursora de ABC), una revista ilustrada que introdujo un nuevo estilo. Aún habría que esperar a los últimos años del siglo a que esa nueva modalidad de prensa llegara al periódico de provincias que nos ocupa. En 1858 la publicación jerezana añadió a su oferta el periódico La Moda, publicado en la capital gaditana (y más tarde en Madrid) y considerado “el periódico de España que mejor satisface las exigencias del bello sexo”, según el anuncio de El Guadalete a sus lectores. Se trata de una publicación, nacida en 1842, que se mantuvo hasta finales de 1927 y que cosechó un gran éxito en toda España. Incluía en sus páginas patrones, dibujos de tapicería y figurines. Tal era la calidad de sus ilustraciones que muchas de ellas se imprimían aparte en láminas sueltas. En 1863 cambió su título por La Moda elegante y al año siguiente, por La Moda elegante ilustrada. En 1868 su editor se marchó a Madrid y lanzó también La Ilustración Española y Americana, una de las más conocidas revistas ilustradas de la época. La especialización de la prensa, –otra de las características de la evolución hacia el periodismo de masas–, dirigida hacia potenciales sectores de público ya era un hecho también en la mayor parte de la prensa periférica y El Guadalete supo aprovechar la existencia de esta revista en la ciudad vecina para propiciar un acuerdo empresarial. Las revistas médicas y las dedicadas a la pedagogía son otros ejemplos similares. El siguiente paso fue la generalización de la información especializada (mayoritariamente, deportes, toros y otros espectáculos) en las propias páginas del periódico. Fueron muchas las vicisitudes empresariales de El Guadalete a lo largo de su vida –algunas de ellas, como las suspensiones de la autoridad, más bien habituales en la 67

época– aunque quizás las más notables fueron las interrupciones momentáneas en dos fechas concretas. La primera de ellas es el 3 de enero de 1855, día en que cesó para reaparecer como El Correo de Jerez (asociado al periódico El Correo Universal). Se trataba de una práctica habitual en la prensa de provincias en España. Solo tres días después, según el propio medio, los suscriptores reclamaron que volviera la cabecera original y se independizara del diario nacional. El periódico atendió sus demandas y el 7 de enero El Guadalete volvió a imprimirse como tal y con novedades: periodicidad diaria, un nuevo formato de cuatro páginas y con carácter político. En julio de 1859, sin perder su nombre, volvió a repetir la experiencia y empezó a publicarse reducido a una hoja y junto a La Correspondencia Autógrafa de Madrid. No volvió a publicar dos hojas hasta 1868. La inestabilidad que afectaba a El Guadalete en su etapa del siglo XIX era evidente pues, pocos meses después de la última alianza empresarial, concretamente entre 1869 y 1873, la cabecera fue sustituida por El Progreso. Fue Bueno el que se la vendió a un tal Pedro López –del que desconocemos más detalles– “si bien reservándose la cuarta plana y con la condición de continuar imprimiéndose en la misma tipografía” (Góngora, 1900, p. 35). En el citado año de 1873, los jerezanos recuperaron su antiguo El Guadalete con Bueno nuevamente como responsable. Entre sus redactores principales de los primeros tiempos, De Góngora (1900) cita a Juan M. Capitán18, Juan Miró, Modesto de Castro, José Ruiz, Gumersindo Fernández de la Rosa19, Juan Cortina de la Vega, Manuel Bellido20, Agustín Muñoz, Francisco Sierra, Agustín y Javier Piñero y Fernández Caballero, José Franco LópezCepero, J. Vega, Luis Pérez Jurado, Joaquín Aguado e Ignacio Patac. La dirección también vivió cambios y fueron varios los que pasaron por ella, aunque los apellidos casi siempre fueron los mismos: Bueno y Piñero. En esta primera mitad de su existencia, El Guadalete respondió básicamente al modelo de prensa política decimonónica en cuanto a diseño y contenidos: profusión de textos y artículos largos, escasa división en columnas, ausencia prácticamente total de titulares, inclusión diaria de folletines de la más variada temática (desde tratados de 18

Su colaboración poética en el periódico El Guadalete fue asidua hasta poco antes de su fallecimiento, en 1854 (Mariscal Trujillo, 2006, p. 56) 19 Este ingeniero agrónomo publicó numerosos trabajos sobre viticultura y otros temas agrícolas y sanitarios en general en publicaciones como el Boletín de Agricultura Técnica y Económica, la Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento y El Guadalete, entre otras. 20 El poeta y profesor jerezano fue redactor jefe de El Guadalete a partir de 1890, cargo que compatibilizará con el de catedrático del instituto provincial aunque sin determinar cuánto tiempo (Mariscal Trujillo, 2006, p. 32).

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agricultura hasta La isla misteriosa, de Julio Verne), escasez de ilustraciones, inserción de artículos de opinión o noticias de otros medios nacionales e internacionales y venta por suscripción. A medida que avanzaba el siglo, el diseño empezó a modernizarse con dos modificaciones principales: se amplió el número de columnas y cambió la tipografía de la cabecera, fundamentalmente. Era habitual también en este periódico desde sus primeros años la inserción de esquelas, una sección de miscelánea, otra de noticias municipales (básicamente, de breves consistoriales) y de variedades (con las funciones diarias de teatro) y una notable cantidad de anuncios de todo tipo, en los que se publicitaban desde medicinas milagrosas hasta cafeterías de moda y maquinaria agrícola. Hay que reseñar igualmente la importancia que el diario le dio a los asuntos económicos. Así, El Guadalete acostumbró a insertar los precios de los principales cultivos de la zona –trigo, cebada, uva, maíz… – así como de las arrobas de vinos para la exportación y los productos de consumo habitual del mercado municipal (carnes, legumbres, pan…). Como es lógico, el cultivo de la vid, la elaboración y la exportación de los caldos fue un tema relevante para El Guadalete desde sus inicios y habitualmente llevó a portada las noticias del sector, como las nuevas tasas a la exportación de alcoholes, la plaga de la filoxera o los datos de producción de cada temporada. En cuanto a la adscripción ideológica, recoge Checa (2011, p. 267) al respecto que “es el más sólido periódico local. Su evolución es fiel reflejo de la burguesía jerezana: liberal y progresista en sus orígenes, evolucionará hacia el conservadurismo de forma lenta pero continua”. Otro de los aspectos que debemos analizar es la relación que este medio de comunicación mantuvo con la censura. Fueron varias las denuncias y multas a las que se enfrentó durante la segunda mitad del siglo XIX, como la suspensión que sufrió el 26 de junio de 1868 a causa de la inclusión de una hoja suelta donde Ventura Soto, una persona conocida y respetada en la ciudad, denunciaba su injusta detención en plena calle y su ingreso en los calabozos unos días antes. Pero no fue éste el primer conflicto con los censores sino que hay que remontarse a 1855, solo tres años después de su fundación, para encontrar el primer caso. Fue el 24 de febrero cuando por primera vez el gobernador civil de la provincia ordenó la suspensión de la publicación ya que incluía un artículo de crónica política rescatado de otro medio nacional cuando solo estaba autorizado como periódico literario. Curiosamente, como destaca López Romero (1999), la sanción no llegó a ejecutarse. El último de los capítulos reseñables en esta 69

etapa relativos a la censura se produjo en 1884, cuando el periódico sufrió una sanción ejemplarizante por insertar un artículo de La Era de Cádiz donde se denunciaba una presunta negligencia cometida por la Junta de Sanidad. En su dilatada trayectoria, El Guadalete tuvo enfrente a numerosas publicaciones que aparecían y desparecían con mayor o menor acierto. Aunque supuso la definitiva eclosión periodística de la ciudad, el siglo XIX fue más inestable en cuanto a la duración de los periódicos mientras que en el XX los rivales estaban más consolidados y definidos. En la etapa decimonónica, algunos de sus competidores fueron Diario de Jerez, Jerez, El Correo de Jerez, El Eco de Jerez, La Voz de Jerez y La Crónica, entre otros.

4.2 La estabilidad empresarial y la radicalización política (1898-1936) Ya centrándonos en el siglo XX, que son los años en los que se detiene este TFM, hay que destacar que se trató de una etapa en la que el periódico alcanzó cierta estabilidad empresarial frente a los vaivenes que sufrió en las décadas anteriores. Mientras que en su existencia decimonónica –como ya hemos detallado anteriormente– el diario cambió de nombre, desapareció y reapareció asociado con otros periódicos nacionales, entre 1898 y 1936 la cabecera se mantuvo inalterable salvo en ciertas situaciones motivadas por causas externas. Es el caso, por ejemplo, de la suspensión gubernativa que sufrió durante el motín de Sanjurjo en el verano de 1932 (entre el 11 y el 30 de agosto) o la debida a la huelga de trabajadores de las bodegas que lo mantuvo inactivo entre el 11 de septiembre y el 10 de octubre de 1934. El Guadalete inició la nueva centuria como el principal impulsor de la fundación del Ateneo de Jerez, hecha realidad en 1898. El diario, pues, gozaba ya de una notable influencia en la sociedad jerezana. Pronto llegó su principal competidor en esta etapa, el Diario de Jerez (1904), más escorado aún a la derecha. En 1898, según recogen los protocolos municipales, José Bueno vendió la propiedad del periódico a Agustín Piñero y Fernández Caballero que, a su vez, lo transfirió a José Vega Pomar en 1900. Bueno Nuesa se mantuvo como director hasta su fallecimiento, en 1903, cuando lo relevó Agustín Piñero. Tras la muerte de éste último en 1906, tomó las riendas del diario Jacinto Ribeyro aunque fue sustituido en solo unos meses por Javier Piñero y Fernández Caballero. La dirección del periódico alcanzó la estabilidad con la llegada de Diego Brocardo Forcades en 1912, que ostentó su dirección hasta el último número en 1936. 70

Figuró entonces como propietaria del diario “una empresa particular”21, sin que consten más detalles. También sufrió cambios la dirección social del medio, que pasó de la calle Compás a la plaza de Eguilaz, luego a la calle Évora y de ahí a la calle Horno, su última ubicación. Ya asentado, el periódico continuó el proceso de modernización de su diseño – ahora más horizontal– incrementó el número de ilustraciones y cambió definitivamente su subtítulo por el de Periódico de interés general, eliminando el calificativo de político (octubre de 1910). Insertó nuevas secciones y temas de actualidad entre los que había notables denuncias sociales y consolidó la información deportiva y taurina, en definitiva, se fue acercando paulatinamente al modelo de prensa de negocios que ya llevaba décadas dominando en otros países y que ya se había consolidado también en Madrid y Barcelona. Con un estilo de redacción más ágil, el diario siguió incluyendo artículos de otros medios regionales, nacionales e internacionales aunque los asuntos locales cobraron aún más peso: los presupuestos municipales, la crisis de la filoxera, las crónicas consistoriales, las denuncias sobre el sistema de salud pública o la desaparición de la casa cuna y las noticias del sector del vino fueron algunos de los temas tratados. Igualmente, los sucesos de calado mundial como el naufragio del Titanic o la Primera Guerra Mundial merecieron su espacio en la portada. Hay que señalar que en el año 1900 el periódico ya contaba con un corresponsal en Madrid que le enviaba las crónicas del Congreso de los Diputados (Leiva y Leiva Sánchez, 1999, p. 20). Poco después, en 1904, incorporó a un corresponsal en Barcelona, Francisco Vilaseca, y finalmente contrató los servicios de la Agencia Fabra para disponer de noticias nacionales e internacionales de primera mano. Entre los redactores de esta etapa hubo conocidos nombres del periodismo jerezano como Rafael Pozo Roldán (fundador y presidente de la Asociación de la Prensa de Jerez), Rafael Balao, Juan José del Junco (médico e inspector municipal de Sanidad), Ramón de Cala y Luis de Castro Palomino. Figuran, en 1935 (según recoge el Protocolo Municipal 0613), también como parte de la redacción José Pareja Isla, Antonio Solís Pascual, Manuel Sambruno, Sebastián Argudo, Clemente González, Onofre González Quijano, Carmen Carriedo (viuda de Ruiz), Carmen de Castañeda (viuda de Angulo) y

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Según consta en el protocolo municipal 0448, de 1912.

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Manuel Cancela, entre otros. En algunos de ellos nos detendremos en el capítulo dedicado a la investigación. Como ya hemos señalado, esta etapa se caracterizó por una mayor estabilidad empresarial pero insertada en un contexto de conflictos políticos y sociales a nivel nacional que también tuvieron su repercusión en El Guadalete. Aunque mostró su desconcierto en los primeros momentos, el periódico acogió pronto la llegada de Primo de Rivera al poder, con el orgullo, además, de que la persona que trataba de salvar al país de la decadencia política de los últimos años de la Restauración era jerezana. Fueron varias las visitas que el dictador realizó a la ciudad, donde en estos años se construyó el Teatro Villamarta, con el consiguiente despliegue de júbilo del diario que lo había reclamado constantemente. Con más reticencias recibió a la Segunda República, cuestionando la legitimidad de unos resultados electorales en los que la opción republicana ganó en las principales ciudades pero no en otras zonas. Pero la inestabilidad que el régimen sufrió casi desde el primer día no hizo otra cosa que alentar la radicalización política en toda la prensa nacional, incluyendo a El Guadalete. Finalmente, los disturbios callejeros de abril de 1936, que se reprodujeron en toda España, se saldaron en Jerez en la noche del 15 de abril con el asalto al Convento de las Reparadoras y la quema de las sedes de El Guadalete y el Diario de Jerez, como ya hemos comentado en otras ocasiones. Al igual que ya ocurrió en el siglo XIX, el periódico mantuvo algunos pulsos con la censura. En su inexorable evolución hacia el conservadurismo, El Guadalete pronto se mostró adepto a la monarquía. Uno de los casos más importantes del periodo fue –como ya se ha mencionado en otras ocasiones– la suspensión gubernativa del periódico durante 20 días, concretamente, entre el 11 y el 30 de agosto (ambos incluidos). La razón fue el motín del general Sanjurjo, que sólo tuvo cierto éxito en la localidad y en Sevilla, y que provocó una medida generalizada de suspensión de prensa para más de 100 publicaciones en todo el país. Los rivales locales Diario de Jerez y Claridad corrieron la misma suerte. Un poco antes, en 1928, un artículo escrito bajo el seudónimo Z sobre la Asociación de Caridad provocó una llamada de atención de la censura al director entonces de El Guadalete, Diego Brocardo. El censor calificó de “erróneas” las críticas que recogía el texto –donde Z se lamentaba de que el colectivo no funcionara y de que apenas atendiera a mendigos, por lo que proponía una profunda reorganización– y exigió al responsable del diario que cualquier noticia que se publicara al respecto “la 72

someta antes a mi censura”, sin que se llegara a proponer ningún tipo de multa o sanción. Otro largo periodo de suspensión –aunque no debido en esta ocasión a la censura– vivió El Guadalete debido a la huelga del sector bodeguero que prácticamente paralizó todo la actividad económica de la ciudad en 1934. En esta ocasión, no se publicó el periódico durante casi un mes entre septiembre y octubre. Los principales periódicos que tuvo como competencia en esta etapa fueron El Porvenir de Jerez, El noticiero, Jerez, El Mensajero, El Guadalcacín, Eco de Jerez, El Día, La Conferencia y, sobre todo, Diario de Jerez, que se estuvo publicando de forma continua entre 1904 y 193622 para compartir su mismo final. Otras publicaciones que coincidieron cronológicamente con El Guadalete fueron Alma Rebelde, La Unión, La Idea, El Martillo, La Jarra, La Voz del Campesino, El Nuevo Régimen y el semanario derechista Claridad, que fue el único que siguió publicando tras el estallido de la guerra civil para ser sustituido al poco tiempo por Ayer, con quien hasta compartía director, Enrique Bitaubé. Entre ellos, tenemos que destacar la permanencia e importancia de El Mensajero y el Diario de Jerez. El primero de ellos nació en 1897 como semanario aunque al año siguiente se convirtió en diario. Desde su origen estuvo enfocado hacia los intereses generales y locales, aunque su tendencia política fue conservadora y monárquica. Según Checa (2011, p. 270) este periódico estuvo sostenido por el Conde de los Andes y por Pedro Domecq hasta que cesó en 1924, ya con muy pocos lectores. Tuvo entre sus directores a conocidos nombres del periodismo jerezano como Onofre González Quijano, que más tarde colaboró en El Guadalete. La última etapa del Diario de Jerez comenzó en 1904 y corrió paralela a El Guadalete, con el que compartió final la noche del 15 de abril de 1936. “Muy conservador y de significación esencialmente católica” (Checa, 2011, p. 269), este periódico no se mostró hostil a la llegada de Primo de Rivera al poder, al igual que su rival. En la década de 1930 pasó a manos de los dueños de las bodegas Palomino y Vergara, cuyos principales representantes fueron concejales integristas en el Ayuntamiento en 1931. En 1924 el Diario de Jerez ostentaba el subtítulo de “Periódico de intereses generales”, que más tarde cambió por el de “Defensor de los intereses generales, de Jerez y de su comarca”. En líneas generales, este periódico que resucitó en

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Anteriormente tuvo otras etapas.

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la transición democrática, guardaba muchas similitudes con El Guadalete en cuanto a cuestiones formales como de contenido. Por ejemplo, aparecieron en sus páginas secciones como Notas de sociedad, Notas militares, Religiosas y Por telégrafo. Como ya hemos mencionado en otra ocasión, la adscripción ideológica de El Guadalete fue evolucionando a lo largo de su dilatada historia (en 1927 era el quinto periódico más antiguo de España y el segundo de Andalucía). Desde posiciones más liberales (llegó a definirse como republicano), la tendencia política fue virando hasta terminar sus días como claramente monárquico “y con claras simpatías al maurismo” (Checa, 211, p. 270).

4.3 El periódico bajo el microscopio: la evolución de El Guadalete entre 1898 y 1936 Tal y como ya hemos explicado en el Capítulo 2, correspondiente a la metodología empleada en este TFM, vamos a aplicar a este estudio una ficha de análisis de elaboración propia compuesta a partir de las fichas propuestas por los autores García Galindo (1999) y Rodríguez Infiesta (2007). La intención es trasladar al papel con detalle la evolución que tuvo El Guadalete entre 1898 y 1936, una etapa muy interesante en la historia del periodismo español por ser testigo del paso de la prensa política a la prensa de empresa o de negocios. A través de los parámetros que incluye esta ficha de análisis, descubriremos los signos y síntomas de esa evolución y qué novedades introdujo el periódico en sus páginas. Aunque ya hemos reseñado la ficha con anterioridad, reproducimos nuevamente su estructura en este apartado antes de abordar cada uno de sus puntos aplicados sobre El Guadalete.

1. Ficha descriptiva B) Cabecera: -Título -Subtítulo B) Cronología: -Primer número -Último número -Periodicidad 74

-Ediciones -Contexto de aparición -Épocas. C) Sedes: -Redacción, administración e imprenta (en el caso de que sean espacios diferentes, se separarán en epígrafes) D) Características técnicas: -Número de páginas -Formato y dimensiones -Número de columnas -Tipografía -Dirección telegráfica y telefónica -Tipo de impresión, maquinaria empleada. E) Reformas F) Productos paralelos de la misma empresa: revistas, suplementos… 2. Ficha analítica B) Contenidos: -Secciones más destacadas -Temas principales -Colaboraciones -Opinión -Números especiales -Información de agencias internacionales -Metaperiodismo B) Empresa periodística: -Aspectos jurídicos -Fundadores -Administrador -Sistema de venta mayoritario -Precio de suscripción -Precio del número suelto -Número de suscriptores -Tirada -Métodos de distribución 75

-Zonas de difusión -Campañas promocionales -Organización de otras actividades no directamente relacionadas con el ejercicio del periodismo -Convenios con otros medios C) Recursos Humanos: -Directores -Redactores jefe -Redactores - Corresponsalías -Fotógrafos y/o dibujantes -Empleados en administración -Personal de imprenta -Sueldos D) Publicidad: -Ubicación de la publicidad en el periódico -Características técnicas de la publicidad -Tarifas de publicidad -Anuncios por palabras -Productos que más se anunciaban -Convenios publicitarios -Agencias publicitarias -Publicidad de fuera de la ciudad -Técnicas publicitarias E) Casos de censura y otros incidentes: -Suspensiones -Multas -Otros conflictos F) Naturaleza y orientación: línea ideológica y carácter informativo del periódico. G) Localización de fondos

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A continuación abordamos ya el análisis. Para que resulte más fácil su comprensión, vamos a desgranar los elementos de la ficha en diferentes epígrafes.

4.3.1. Ficha descriptiva

A) Cabecera -Título: El Guadalete -Subtítulo: El periódico nace con el subtítulo de “Periódico literario y de interés general”. El subtítulo “Periódico político y literario” estuvo vigente hasta el 30 de septiembre de 1910. Cambió definitivamente a “Periódico de interés general (fundado en 1852)” a partir 1 de octubre de 1910, coincidiendo con una reforma general del periódico. Para comprobar si el periódico se encontraba en sintonía o no con sus diarios contemporáneos, vamos a compararlo con otras cabeceras. En el ámbito local, el Diario de Jerez pasó de no utilizar ninguno a la fórmula de “Periódico de intereses generales”. Acabó sus días –en las mismas circunstancias de El Guadalete, como es sabido– con el subtítulo de “Defensor de los intereses generales de Jerez y su comarca”. En el contexto nacional nos hemos fijado en La Correspondencia de España (1859-1925), que comenzó su andadura bajo el subtítulo “Diario Universal de Noticias”, inició el siglo con la autodenominación “Diario político y de noticias. Eco imparcial de la opinión y de la prensa”. En la década de 1910 dejó de utilizar subtítulo para solo añadir a la cabecera un escueto “Edición de la mañana”. Ya a mediados de los años 20 incorporaron el de “Diario independiente” hasta su desaparición.

B) Cronología: -Primer número: 6 de abril de 1852. -Último número: 15 de abril de 1936. -Periodicidad: El periódico se publica fundamentalmente en este periodo de martes a domingo. La publicación de los lunes es intermitente y, cuando aparece, es habitualmente con un ejemplar de dos páginas o incluso con hojas sueltas si la actualidad informativa lo requiere. Entre julio de 1903 y junio de 1904 no publican en lunes, vuelven a hacerlo desde entonces y hasta el 31 de julio de 1911 (incluso aumentando a cuatro la 77

paginación de ese día de la semana desde 1908). A partir de ahí pueden encontrarse publicaciones esporádicas los lunes. Por ejemplo, el lunes 10 de agosto de 1914 publican una hoja suelta dedicada en exclusiva a la Primera Guerra Mundial, con titular a cinco columnas. Desde el lunes 26 de julio de 1915 vuelven a publicar una hoja este día de la semana, que corresponde a la portada del periódico, con información telegráfica y alguna sección más como toros o espectáculos. En 1916 y 1917 hemos encontrado ejemplares esporádicos, circunstancia que puede deberse a problemas de conservación. A partir de 1918 en adelante la publicación se estabiliza de martes a domingo. -Ediciones: La publicación de este periódico es matinal. Uno de los signos de esta característica es que hemos encontrado en varios números que la edición entra en imprenta aproximadamente a las cuatro de la madrugada para estar listo a primeras horas de la mañana. -Contexto de aparición: Abordamos en este apartado cuándo nace este periódico, por lo que hemos de remontarnos a 1852, pero también hacemos referencia al contexto en el que comenzamos a estudiar el periódico para este TFM, es decir, en 1898. Como ya hemos mencionado en otros apartados de este trabajo, una etapa previa de El Guadalete abarcó de 1837 a 1852, con Salvador Paradas como editor. No obstante, en 1852 se produjo la refundación definitiva con nuevos dueños y nueva numeración que se mantuvo –no sin interrupciones– hasta 1936 por lo que tomamos este año como punto de partida. El Guadalete aparece en plena década moderada del reinado de Isabel II, bajo la legislación de la Constitución de 1845. Esta normativa recoge la libertad de imprenta en su artículo 2: “Todos los españoles puedan imprimir y publicar libremente sus ideas sin previa censura, con sujeción a las leyes”. Regula este articulo la disposición aprobada el 10 de abril de 1944, que detalla las condiciones para la publicación, la obligatoriedad de presentar un ejemplar ante la autoridad dos horas antes de la publicación, la catalogación de los productos de imprenta en obras, folletos, hojas sueltas y periódicos, o la normativa de los delitos de imprenta y la constitución de los jurados. Aunque es en la década de 1860 cuando Leiva (1982) sitúa la “eclosión periodística de Jerez”, ya en los años 50 se vislumbró un resurgimiento del periodismo jerezano con la aparición de periódicos como El Guadalete (1852), Diario de Jerez, en una de sus múltiples apariciones (1855) y El Constitucional (1858). Completan la oferta 78

periodística local las publicaciones Revista jerezana (1848) y la Revista del Guadalete (1858), asociada al periódico que estudiamos, así como ocasionales. Es en esta década de 1850, señala Leiva, cuando nuevas publicaciones y otras ya existentes “inician nuevas etapas con un contenido más depurado y con un formato más adaptado a los nuevos tiempos” (1982, p. 65). Si nos centramos en la fecha de inicio de este TFM tenemos que adelantar varias décadas, hasta 1898, fecha en la que está vigente la Constitución de 1876 y la Ley de Policía e Imprenta de 1883. El artículo 13 de dicha Constitución garantizaba la libertad de imprenta aunque el mismo texto incluía la potestad del gobierno de suspender las garantías constitucionales en determinadas situaciones, algo que hicieron con frecuencia. En cuanto al contexto periodístico en la ciudad, hay que decir que Jerez terminó el siglo con una década de revueltas y altercados que comenzaron en 1892 con el asalto campesino a Jerez (considerado uno de los últimos actos de la Mano Negra) y acabaron, como el resto del país, con la pérdida de Cuba y Filipinas. Leiva cifra en 15 el número de publicaciones –muchas de ellas de carácter festivo y apolítico– las que ven la luz en Jerez a finales del siglo XIX. Entre ellas hay que destacar el auge de las revistas obreras y gremiales, que tienen en la ciudad representantes como La Locomotora (1886), El Martillo (1897), La Defensa (1899) y El Viticultor (1899). Hay que destacar también que en 1896 El Guadalete incorpora a su oferta Los Lunes Ilustrados del Guadalete. -Épocas Tradicionalmente, los estudiosos consideran dos épocas fundamentales en El Guadalete. La primera de ellas es de 1837 a 1852 y la segunda, la de 1852 a 1936. Concretamente, este trabajo aborda los años comprendidos entre 1898 y 1936, etapa que hemos subdividido atendiendo principalmente al criterio de las reformas, tanto de diseño como de contenido. -Hacia el cambio (de 1898 a 1909): aunque en estos años se percibe ya la evolución hacia diseños y contenidos más modernos (por ejemplo, en 1904), es la etapa previa a los cambios más importantes, que se producen en octubre de 1910. Es un periodo donde se implantaron ya contenidos que permanecerán durante toda la vida del periódico y otros que fueron evolucionando conforme se fueron incorporando adelantos técnicos. -Las innovaciones (de 1910 a 1925): en esta etapa se aplican y desarrollan las modificaciones implantadas en octubre de 1910 aunque también hay que destacar la 79

aparición de secciones como Notas del reporter, que corroboran el interés del medio por adaptarse a las nuevas tendencias periodísticas. -La modernización de los contenidos (de 1925 a 1936): el punto de partida, 1925, significa la generalización del uso de titulares a dos columnas y una tendencia hacia un diseño de la portada más horizontal. En cuanto a contenidos, en estos años se consolidan definitivamente las informaciones de fútbol –que aparecen con regularidad en portada– y de toros, que adopta definitivamente el nombre de Cosas taurinas.

C) Sedes: La sede del periódico, que cambió varias veces de sitio a partir del inicio del siglo XX, siempre estuvo situada en el centro de la ciudad, en calles comerciales secundarias o más pequeñas pero siempre aledañas a los paseos principales. Hay que destacar que son numerosos los anuncios que remiten a las instalaciones del medio para contactar con el anunciante y para la consecución de otro tipo de servicios, como el inserto de publicidad en los trenes –que remiten a un redactor del periódico– o la razón para determinadas ventas. También deducimos que la redacción estaba abierta al público a diario por los horarios de apertura de los domingos que aparecen en algunos ejemplares. -Redacción, administración e imprenta: Siguiendo el modelo propio del siglo XIX en este periódico compartieron espacios la redacción, administración e imprenta. Calle Compás, 2 (hasta el 22 de marzo de 1904). Plaza Eguilaz, 4 (del 23 de marzo 1904 al 26 de marzo de 1912). Entre una y otra fecha, aparece durante varios meses la dirección de la redacción en la plaza del Clavo en un anuncio publicitario aunque en la cabecera siguió figurando Eguilaz, 4. Calle Honda, 9 (del 27 de marzo de 1912 al 25 de diciembre de 1915). Calle Évora, 20 (del 27 de diciembre de 1915 al 25 de septiembre de 1927). Calle Horno, 6 (del 26 de septiembre de 1927 al 15 de abril de 1936).

D) Características técnicas -Número de páginas: Lo habitual es que el periódico tenga cuatro páginas de martes a domingos, dos o incluso solo una los lunes (en las etapas en las que se publica en lunes). Hay algunos números especiales que llegaban a las 6 u 8 páginas, pero se deben a acontecimientos que el periódico consideró relevantes para la ciudad. 80

-Formato y dimensiones: El tamaño del diario también experimentó cambios en el periodo estudiado. Los detallamos a continuación: En 1900 las medidas eran de 55 x 36,5 cm, con 5 columnas de 7 cm. En 1911 aumentó, sobre todo, de ancho: 58 x 43 cm. Hay que recordar que en 1910 se produjo un cambio general de diseño que también incluyó el tamaño y el incremento a 6 columnas. En 1920 se mantienen, aproximadamente, las mismas medidas. Por último, en 1935 tuvo lugar otra modificación del formato, que alcanzó las mayores dimensiones de su historia con 64,5 x 44 cm. Como se puede deducir, el tamaño de El Guadalete en este periodo se asemejaba más al formato sábana que al tabloide. Tal y como hemos podido comprobar, el diario se encontraba en la línea de otros periódicos que se publicaron en Jerez en las mismas fechas. El Diario de Jerez, que fue su rival desde 1904 a 1936, medía en 1904 59 x 40 cm, un tamaño similar al que presentaba El Guadalete. Más tarde, en 1924, aumentó a 62 x 42,5 cm, medidas que mantuvo hasta su desaparición. El periódico que estudiamos solo le superaba en un par de centímetros. -Número de columnas La maquetación de El Guadalete tiene cinco columnas hasta el 30 de septiembre de 1910. Pasa a seis el 1 de octubre, diseño que mantuvo hasta su desaparición. -Tipografía A lo largo de su existencia, la cabecera ha cambiado de letra. Durante el periodo de tiempo que abordamos utiliza un tipo parecido a la English Towne Normal, la letra emblemática de la cabecera del New York Times. En 1910 encargó en exclusiva un nuevo diseño a un taller alemán, según explica el propio periódico en un aviso el 1 de enero. El resultado, similar en estilo, presenta unas líneas más limpias, con menos ribetes sobresaliendo de los caracteres. Los títulos de secciones y titulares de artículos también han tenido una considerable variedad de tipografías a lo largo de la existencia del medio. Entre 1904 y 1906 los títulos de algunas de las secciones más habituales como Por telégrafo, Última hora y la Sección Religiosa constituían una pequeña ilustración, un grabado, con un motivo relacionado con el tema de la sección. A partir de esa fecha, solo conservarán

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este formato las secciones Literatura y Última hora, que lo mantuvo, al menos hasta mediados de 1909. En líneas generales, a medida que pasan los años, las tipografías de titulares y secciones se fueron volviendo más serias, con diseños más simples y modernos. Solo quedó más elaborado el tipo de letra de la cabecera, emblema ya del medio. -Dirección telegráfica y telefónica El periódico tiene teléfono desde el 6 de agosto de 1904 (fecha en que aparece por primera vez en la cabecera). Primero fue el número 55 y más tarde, el 1555. Es precisamente en enero de ese año cuando hizo pública ante sus lectores su intención de incorporar novedades técnicas al medio, como detallamos en el apartado E). Hay que destacar que es un claro signo de modernización del periódico, que incluso coincide temporalmente con los grandes periódicos nacionales. -Tipo de impresión, maquinaria empleada. Aunque era habitual que los periódicos alardearan en sus páginas sobre la modernidad de sus recursos técnicos y la compra de nueva maquinaria, no hemos encontrado en El Guadalete más que vagas referencias a las mejoras de maquinaria. Sí tenemos constancia de que la imprenta de José y Tomás Bueno (llamada más tarde Imprenta del Guadalete) ya poseía en el siglo XIX mejores maquinarias que la competencia. Como dice Clavijo (2002), a diferencia de las demás, el establecimiento de los Bueno contaba con “prensa a máquina”, lo que facilitó una mejor producción y un abaratamiento de los costes que se tradujo en la permanencia y estabilidad del negocio.

E) Reformas: La primera manifestación acerca de reformas e incorporación de nuevos servicios que encontramos en El Guadalete dentro del periodo elegido apareció el 1 de enero de 1904 a modo de declaración de intenciones para el nuevo año que comienza. Dice en un Aviso a los lectores que pretenden incorporar a lo largo del año “importantes reformas en nuestra publicación, dando mayor amplitud a la información que hoy constituye el principal atractivo de la prensa diaria acompañándola de la ilustración gráfica y dando mayor extensión a la telegráfica y postal” (1 de enero de 1904, portada). El mismo texto anunciaba el nombramiento de un nuevo corresponsal en Barcelona y adelantaba otras “mejoras materiales” sin dar más detalles al respecto. En cuanto al diseño, el 1 de octubre de 1910 hubo un cambio considerable que incluyó el aumento del número de columnas, el cambio del subtítulo por el definitivo 82

“Periódico de interés general (fundado en 1852)” así como un rediseño de la cabecera. Aunque mantuvo su tipografía habitual a grandes rasgos, la letra es más gruesa, desaparece el punto y se recuadra la información de precios y dirección del medio de forma que queda más limpio. El diseño del periódico empezó a hacerse más horizontal con algunos artículos recuadrados y columnas partidas que rompían la excesiva verticalidad. Es interesante en este punto atender a las explicaciones que da el propio periódico con respecto a los cambios. En un aviso dirigido a sus suscriptores, aseguró que “para corresponder al creciente favor del público, hemos decidido aumentar desde hoy considerablemente el tamaño de nuestro periódico, como asimismo su lectura”. Hablaba del aumento en el número de columnas y de que iba a aparecer a partir de entonces un servicio telegráfico doble servido por la “reputada y antigua Agencia Fabra que no solo envía noticias de España sino también de todas las plazas importantes del Extranjero, á causa de poseer la corresponsalía y correspondencia de las mejores agencias europeas”. Aseguraban que tendrían dos conferencias diarias que completarían con los telegramas. Con respecto a los cambios descritos en la cabecera, explicaban que habían encargado a Alemania “un magnífico y artístico galvano” (1 de octubre de 1910, portada). Los responsables eran cada vez más conscientes de la importancia de los titulares, tanto del contenido como de la extensión. Empezaban a jugar con los tamaños de titulares a más de una columna en 1906 aproximadamente, cuando aparecieron ya informaciones con titulares a dos columnas. El 28 de junio de 1910 se publicó un titular a toda plana “Los héroes de Taxdirt”, con el subtítulo de “Grandioso recibimiento”. Se trataba de una crónica de los actos de bienvenida que da la ciudad a los soldados del Escuadrón de Alfonso XII a su vuelta de Melilla. El artículo ocupaba toda la portada – con el texto dividido en distintos epígrafes en negrita– y gran parte de la segunda página. Las primeras ilustraciones que encontramos en el periodo elegido para este estudio aparecieron el 3 de enero de 1898. Se trataba de cuatro dibujos firmados por Cilla (entendemos que se trata de Francisco Ramón Cilla y Pérez, conocido caricaturista de la época y colaborador de las principales revistas ilustradas del momento en España) insertos en un artículo titulado En perpetua alarma y firmado por Luis Taboada como colaboración inédita. Las ilustraciones fueron habituales en los años inmediatamente posteriores y no tenían una ubicación exacta. Era común que apareciera la ilustración de 83

una persona conocida (por ejemplo, un médico local o un militar) y estuvo generalizado su uso en la publicidad. Mayoritariamente, no llevaban firma alguna. El 1 de enero de 1901 aparecieron dos grabados en la segunda página, insertos en un artículo publicado por El Mundo Naval Ilustrado, acerca del jerezano Víctor M. Concas; y en octubre de 1903 se utilizó la ilustración para mostrar un monumento que se iba a levantar en Valladolid en honor de un personaje histórico de la ciudad. Aunque no solían verse a diario, el periódico insertaba fotografías en determinados días que consideraba importantes. Es el caso del 14 de abril de 1911, Viernes Santo, cuando aparecieron en portada dos fotografías y una ilustración, todas ellas sin firma. Otro ejemplo relevante en la utilización de fotografías en portada lo encontramos poco después, el 2 de septiembre de 1913, con la publicación de un artículo dedicado a la colonización del Monte Algaida, en Sanlúcar. Hay que recordar que en 1907 se había aprobado en el Congreso la primera Ley de Colonización y que este tipo de proyectos eran de vital importancia en Jerez, donde en 1916 se puso en marcha el proyecto de colonización de los Llanos de Caulina (en la que iba a ser nueva zona regable del pantano que estaba en construcción, hoy Guadalcacín) con el reparto de parcelas a agricultores. El artículo llevaba cinco fotografías en portada y otras tres en la segunda página, todas ellas con pie de foto pero sin firmar. Ya en 1916 aparecieron varias fotografías firmadas por Información. Habitualmente se trataba de imágenes de la Primera Guerra Mundial. Se deduce que eran fotografías servidas por agencias. Otra de las variaciones que encontramos en el diseño del periódico, cada vez más adaptado a los nuevos tiempos, apareció el 9 de noviembre de 1912, día a partir del que colocan la fecha en todas las páginas del periódico, no solo en la portada. Este mismo elemento sufrió otro cambio más adelante, en 1928, cuando abandonó el centro de las páginas para figurar a los lados derecha o izquierda según sean páginas pares o impares. Entre el 1 y el 28 de abril de 1918 detectamos cierta anomalía en el diseño. Solo durante esos días, el periódico volvió a tener cinco columnas. No es que fueran entonces más anchas sino que había más espacio en blanco en los márgenes. El 30 del mismo mes recuperó las seis columnas que había adoptado años atrás. A partir de 1925 se generalizaron los titulares a dos columnas en portada. Los titulares a toda plana o a cuatro columnas se reservaban para acontecimientos importantes como el recibimiento a la tripulación del avión que había completado la 84

ruta España-Argentina, -el Plus Ultra- (10 de abril de 1926) o el traslado del cadáver del aviador jerezano que participó en aquella gesta, Alberto Durán, fallecido en un accidente posterior a la aventura (21 de julio de 1926). Aproximadamente en estas fechas de finales de la década de 1920, la impresión del periódico empezó a ser más clara, menos manchada, lo que puede indicar un cambio de maquinaria. Las portadas estaban cada vez más partidas y con más artículos a dos columnas (incluso el texto) lo que hace más horizontal el diseño. La tipografía elegida para los títulos (que llegaron a ser hasta pequeñas ilustraciones en años anteriores) también ganó en claridad y legibilidad. El precio del número suelto, que publicaba en la cabecera junto con el de las suscripciones desde 1913, aparece ya más grande. Es un síntoma de que la venta al número cada vez era más importante frente al sistema decimonónico de venta por suscripción.

F) Productos paralelos de la misma empresa: Su existencia en el siglo XIX fue más pródiga en el lanzamiento de productos paralelos que el siglo XX. En 1858 nació La Revista del Guadalete y en 1896 empezaron a publicarse Los Lunes Ilustrados del Guadalete, que mantuvo el mismo formato que el periódico y compartió alguno de sus redactores. A partir de la década de 1910 se editan esporádicamente hojas sueltas o suplementos, que responden a la actualidad informativa. Por ejemplo, el domingo 1 de noviembre de 1914 se publica una hoja suelta “Servicio telegráfico de El Guadalete. El conflicto europeo”, que acompaña al número de ese día. Está diseñado a cuatro columnas e impreso a una sola cara (según se conserva). El domingo 4 de julio de 1915 se publica un suplemento de página y media titulado “Kriegsbrauch Im Landkriege”, bajo el subtítulo “Notas belgas”. Se trata de un artículo del conocido periodista italiano Luigi Barzini, del Corriere de la Sera. El mismo día hay también una hoja suelta de suplemento telegráfico. Aunque fueron muchas y variadas las publicaciones que vieron la luz desde la Imprenta del Guadalete, destacamos en este punto la revista especializada La Agricultura Bética, fundada en 1894, por el hecho de que hasta ubicaba su redacción y administración en la misma dirección que el periódico (la calle Compás, 2) y aparece anunciada habitualmente en las páginas del diario. Esta publicación salía a la calle los días 15 y 30 de cada mes. 85

4.3.2. Ficha analítica A) Contenidos -Secciones más destacadas: Fueron muchas y muy variadas las secciones que El Guadalete publicó en sus páginas durante estos 38 años, aunque algunas de ellas duraran solamente unos meses. Por eso, vamos a dividir este apartado en tres partes, utilizando para ello un criterio cronológico. -De 1898 a 1909: Disposiciones de la autoridad, Anuncios de interés, Del extranjero, Gacetillas, Variedades, Boletín religioso, Ecos de Sociedad, Notas del día, Sección literaria, Última hora y Telegramas son algunas de las secciones con las que comenzamos nuestro análisis. La información internacional ya tenía cabida en el medio con la sección Alcances, que recogía artículos y noticias publicados en periódicos extranjeros. Aunque era más habitual que se copiaran artículos de periódicos nacionales, empezaban a aparecer ya traducciones de textos en otros idiomas. Eran secciones que aparecían a diario (salvo escasas excepciones) en las páginas de El Guadalete. Algunas de ellas, como el Boletín Religioso y Gacetillas se mantuvieron en el tiempo hasta prácticamente la desaparición del medio. Otras, como Telegramas, evolucionaron gracias a la incorporación de adelantos técnicos y fueron sustituidas en primero lugar por la denominada Por telégrafo (enero de 1904) y más tarde por Servicio telegráfico y telefónico. Por telégrafo, en un primer momento, se limitaba a dar cuenta de noticias recibidas principalmente de Madrid y Barcelona. No obstante, acompañaba a esta sección otro espacio llamado Del extranjero: Alcance telegráfico de la Agencia Fabra, que ofrecía información de París, Londres, Washington, Buenos Aires y Pekín, entre otras ciudades. Es una evolución, como se intuye, de la anteriormente citada Alcances, que recogía noticias de periódicos de otros países. Además de revalidar esa importancia de la información internacional que ya aludíamos previamente, estas nuevas secciones evidenciaron la incorporación y utilización de nuevos medios técnicos. Al año siguiente, al título de Por telégrafo se le incorporó el subtítulo De nuestro corresponsal en Madrid la Agencia Fabra. Hay que apuntar, por último, que esta sección telegráfica sustituyó a la anteriormente denominada Telegramas. La ubicación de estas secciones en el espacio del periódico era generalmente aleatoria aunque algunas de ellas se colocaban preferentemente en las últimas páginas, 86

como Última hora, destinada a recoger las noticias que llegaban a la redacción poco antes de la hora de cierre, con el resto de las páginas ya confeccionadas. Variedades y Sección literaria respondían a ese afán literario y cultural que el periódico demostró en esta etapa hasta en su subtítulo. Aunque no se ha comprobado una continuidad destacada, hay que mencionar aquí la sección Cuentos del lunes, que insertaba pequeños textos literarios y que se publicaba habitualmente en portada. Esta tendencia se corrobora con la inserción habitual de folletines, que se mantuvo hasta 1912 aproximadamente. El martes 28 de marzo de 1905 apareció una sección titulada La semana en la bolsa. Aunque llevaba la anotación De nuestro servicio especial entre paréntesis (lo que podría indicar que es una información tomada de agencias), el texto está firmado por José M. de Arévalo. Dada la continuidad del artículo cada martes en los meses posteriores, podemos afirmar que se trataba de una sección, que se completaba con la publicación habitual de las cifras de cotización de la Bolsa madrileña y que solía ocupar un espacio en portada. Esta sección evolucionó tal y como veremos en los siguientes años. En octubre de 1902 apareció la sección Crónica de modas, destinada a informar sobre tendencias de moda a través de descripciones minuciosas del vestuario de las señoras de clase alta en eventos nacionales e internacionales. El primer artículo de esta sección, que se repitió en meses sucesivos los domingos y los jueves, está firmado por MMe Roberts y fechado en París el 9 de octubre de 1902. Apareció nuevamente en portada el 8 de enero de 1905 un artículo bajo el título Revista de modas, que firma Elisa Doudet y que describía con detalle los atuendos vistos en la Ópera de París. En 1903 –viernes 28 de agosto– se publicó por primera vez la sección Ecos de sociedad, que más tarde fue sustituida por Notas del Reporter. Este espacio dio cabida a breves tan dispares como el anuncio de un concierto, la pequeña crónica de una excursión de varias familias a la Azucarera de El Portal y la salida o la llegada de viaje de personalidades de la ciudad. La inclusión de las secciones dedicadas a información taurina, deportiva y de ocio es un rasgo también de la evolución de El Guadalete hacia la prensa de negocios. En agosto de 1907, dentro de la sección Notas de Sociedad apareció el epígrafe Notas Sportivas, donde se daba cuenta de noticias ecuestres (ha de tenerse en cuenta la importancia que la práctica de los deportes relacionados con los caballos, desde la doma hasta el polo o las carreras, ha tenido históricamente en Jerez). El mismo año, un mes 87

antes, apareció la sección Espectáculos, que aglutinaba los anuncios de funciones en el Teatro Eslava, las corridas de toros y las proyecciones del cinematógrafo Ruiz. Dado su carácter literario y cultural las crónicas de teatro habían ocupado esporádicamente espacio en este diario aunque a partir de ahora lo hicieron con más asiduidad. Secciones como De artistas y teatros o De Teatros son muestra de esta consolidación. A medida que avanzaba el siglo, las proyecciones de cine e incluso las reseñas de algunas películas fueron ganando espacios, como la publicada el 26 de mayo de 1916 sobre la película Christus, o la aparecida en enero del año siguiente en portada sobre la obra Un solo corazón. Como información práctica para el lector, se incluían diariamente los horarios del ferrocarril y los vapores así como las funciones previstas en el teatro para esa jornada. -De 1910 a 1920: Esta década supone la consolidación y evolución de secciones ya esbozadas en la década anterior, así como la incorporación de otras que se mantuvieron hasta 1936. Aparecieron en estos años secciones como Sucesos Locales y Notas taurinas, lo que denota la adaptación del medio a los nuevos gustos de sus lectores por las noticias de interés general y las especializadas en diversos temas como los toros o los deportes. La incorporación de nuevos medios técnicos como el teléfono también propició la mejora de algunas de las secciones ya existentes. En este último caso se encuentra la sección Por telégrafo, que a partir de diciembre de 1910, añadió Y por teléfono, lo que indica que ya utilizaban como fuente de información este nuevo medio. Hay que recordar que el periódico anunciaba su número de teléfono desde 1904. Finalmente, en 1926 desapareció el titular Servicio telegráfico y telefónico para quedar solamente el referido al teléfono. En agosto de 1908 comenzó a publicarse la sección Notas militares que, al principio tuvo una periodicidad irregular. No fue hasta finales de 1914 cuando se incorporó prácticamente a dario. Esta sección recogía en breves determinadas informaciones sobre el ejército, desde nombramientos y ascensos hasta el inicio del curso en las academias militares. Hay que reseñar que las dos fechas son relevantes ya que en la primera está España inmersa en operaciones militares en Marruecos mientras que en 1914 acababa de estallar la Primera Guerra Mundial. La incorporación más destacada de esta década fue la de las secciones Sucesos locales (1917) y Sucesos en la provincia, que es más tardía y no se instituyó como tal 88

hasta 1928. En un primer momento, Sucesos locales se limitó a reseñar los casos atendidos en la Casa de Socorro mientras que noticias de crímenes iban aparte. Fue a partir de 1922 cuando esta misma sección incluyó actuaciones de la Guardia Civil e intervenciones de los juzgados, aunque siguió siendo habitual que los sucesos más graves fueran en noticia aparte para darle una mayor entidad. Su ubicación en el periódico fue cambiando con el paso de los años y es habitual encontrarla en la contraportada en los años 30, una página –como analizaremos posteriormente– en la que fue perdiendo espacio la publicidad, que se redistribuyó, y fue ganando el texto. No obstante, los sucesos más destacados sí que se colocaron en páginas previas. Otra sección relacionada con los sucesos es la denominada Audiencia, es decir, breves informaciones o crónicas judiciales que reseñaban los juicios celebrados en la ciudad. Es lo que hoy podemos conocer en muchos medios bajo la denominación de Tribunales. Apareció por vez primera en octubre de 1919 y se asentó más adelante, a partir de 1927. En abril de 1919 se publicó la sección Nota del día, un artículo a dos columnas que a partir de este momento tuvo espacio en portada. Apareció firmada en principio por E.B.F. aunque luego alternó su autoría con Don Braulio, José Barrón, Kronos, S. B. y otros. Siguieron teniendo espacio en estos años las secciones Gacetillas, Sección Oficial, Del Ayuntamiento, Boletín Religioso (que más tarde pasó a llamarse Sección Religiosa y luego, simplemente, Religiosas) y Espectáculos, entre otras. Aunque, como hemos reseñado anteriormente, la información taurina ya iba ganado espacio en el periódico desde la década anterior, hay que destacar que la sección Notas taurinas apareció en junio de 1911. Esta sección, cuya ubicación oscila entre la portada y la página dos, incluía el anuncio de corridas de toros en Jerez y de otras localidades así como otras noticias de interés para los aficionados a la tauromaquia como la cornada sufrida por un torero. La información de toros se ofreció bajo diferentes epígrafes como De Re Taurina y Sección Taurina, para establecerse finalmente como Cosas Taurinas, que se publicó por primera vez en octubre de 1928. -De 1921 a 1936 Ya en la década de 1920 se generalizó en el diario otra sección denominada Crónica financiera, que empezó a publicarse en 1922 firmada por redactores del periódico El financiero, de Madrid, como colaboración especial. Es una evolución de La semana en

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la Bolsa, mencionada anteriormente, y denota el interés del medio por las cuestiones económicas. En 1922 comenzó a publicarse la sección denominada Vox populi, en la que se publicaban cartas de denuncia de muy variados temas enviadas a la redacción de El Guadalete por los ciudadanos. Es una sección que se podría equiparar a lo que hoy conocemos como Cartas al Director, aunque en este diario existía otra sección denominada Remitidos para recoger esos escritos. También en 1922 apareció una sección que se mantuvo hasta 1936. Se trata de Letras de luto, epígrafe bajo el que se aglutinaban los obituarios. En esta sección se anunciaban los fallecimientos (el periódico, además, inserta esquelas desde sus primeros tiempos) y los funerales, de los que eventualmente se pueden encontrar hasta pequeñas crónicas (dependiendo de la identidad del finado). A partir de 1925 es habitual también encontrar informaciones tituladas Fútbol o De fútbol en portada y en páginas interiores. Estas noticias (también aparecieron informaciones sobre otros deportes, como el boxeo o el tenis) eran mayoritariamente breves aunque paulatinamente fueron copando más espacio y llegaron a disponer de varias columnas. Es el caso de la edición del 15 de septiembre de 1928, en cuya portada se insertaba la crónica del último partido del equipo local con titular a dos columnas y firmado por el autor habitual de las informaciones deportivas en El Guadalete, Adrián Pulido. El 17 de octubre de 1925 la noticia de apertura llevaba los elementos que hoy consideramos habituales en el encabezamiento de una noticia: antetítulo, titular y subtítulo. Aunque anteriormente han aparecido subtítulos, más bien se limitaban a frases para encuadrar el tema del que se iba a tratar. En este caso, se trata de una frase completa que aporta datos nuevos al lector: “Se acuerda la emisión de un empréstito de 10.000.000 de pesetas para la realización de importantes obras de urbanización y saneamiento”. La sección Notas del reporter apareció en mayo de 1924 por primera vez. Viene a sustituir los Ecos de Sociedad. Notas del día tampoco se publicaba ya (pero podemos decir de ella que queda sustituida, al menos en espacio, por El Guadalete hace 40 años, que aún no sale). La publicación de Notas del reporter es muy importante para este TFM ya que refleja, nuevamente, la aplicación de las nuevas tendencias del periodismo mundial en este periódico local. El reporter o reportero (ya en castellano) respondía a la figura del periodista de calle, el que investiga y recorre los lugares de la ciudad, los 90

bajos fondos y las altas esferas, donde pueden surgir las noticias. Es una figura que se ensalzó en estos años, siguiendo la estela de los grandes periodistas estadounidenses del momento. Estas Notas del reporter recogieron desde bodas, viajes y resultados de exámenes de los hijos de familias ilustres de la ciudad hasta breves crónicas de funerales y anuncios de funciones benéficas. Se da la circunstancia en algunos de los números consultados que la misma sección aparece dos veces (por ejemplo, en la portada y la página 3 del 4 de marzo de 1933). En 1927 apareció la sección A través de la prensa, que ocupó el espacio que previamente tuviera Notas del día. En esta sección se insertaban comentarios acerca de noticias y opiniones vertidas en otros medios como El Sol, El Debate y ABC, entre otros. Apareció en diferentes días a la semana pero no permanece en el tiempo. En agosto de 1928 comenzó a publicarse la sección El Guadalete hace 40 años, tal día como hoy, que perduró hasta la desaparición del medio. Ocupaba el espacio superior derecho de la portada y recordaba cada día pequeños extractos de informaciones publicadas por el periódico cuatro décadas antes. En octubre de 1928 se consolidaron las secciones especializadas de toros y teatro como Cosas taurinas y Cosas teatrales. Notas cinematográficas apareció de forma esporádica a partir de 1927. En los años 30 se incorporó Por los cines, que reseñaba las películas que se proyectaban en las salas de cine jerezanas. Está firmado por M.C. Aunque en principio salía con mayor asiduidad, su publicación se fue espaciando en los meses siguientes. La sección Momentáneas nació en 1930 en portada y mantuvo una presencia estable solamente hasta final de año, con alguna reaparición esporádica en los meses siguientes. No tenía un día concreto de publicación. La sección Rápida, de una edición a otra perduró más en el tiempo. Apareció a finales de 1930 y siguió publicándose hasta la desaparición del medio. Llevaba la firma de Galete. Se trataba de una especie de resumen de lo que aconteció el día anterior, los temas más destacados, algún comentario sarcástico y anécdotas, el estado del tiempo o el ambiente que se respiraba en la ciudad ante determinados acontecimientos. Estába escrita en tono desenfadado. En octubre de 1931 empezó a publicarse Por si quieren reírse, una sección en la que se incluyen chistes. No tenemos constancia de que tenga una periodicidad fija.

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-Temas principales: Al igual que en otros aspectos, los temas abordados en las páginas de El Guadalete también evolucionaron. No obstante, hay temas que perduran en el tiempo con más fuerza que otros. Vamos a detallarlos a continuación -El campo y la economía local: entre los temas que persisten a lo largo de los años destaca todo lo relacionado con la vid, desde el cultivo hasta la comercialización de los vinos, dada la importancia del sector en el tejido productivo jerezano. Así, se dedicaban artículos de apertura en portada a la nueva política de los aranceles, a cómo actuar frente a determinadas enfermedades de la planta o a conferencias leídas en el Ateneo de Jerez donde se destacan las propiedades saludables de los caldos de la zona. Por extensión, otros cultivos practicados en la comarca como el trigo, o la cría de ganado vacuno y caballar también fueron temas de interés para esta redacción. Otras de las principales preocupaciones del periódico eran las infraestructuras. Son considerables los artículos sobre los proyectos de construcción del ferrocarril, del pantano de Guadalcacín o del actual Teatro Villamarta. -Cultura: debido a sus originarias intenciones de periódico literario, la literatura y en general, la cultura, ocuparon también un espacio considerable en el diario. Poemas y cuentos breves se publicaron con cierta asiduidad incluso en la portada. Tenemos que hablar aquí de la inclusión de folletines, el último de los cuales vio la luz en el año 1912. Fue la novela titulada Fe, esperanza y caridad, escrita por Amalia de Mendoza de Miranda, redactora de El Guadalete, según reza en la portada de la obra. Otros de los títulos publicados en estos 38 años que estudiamos fueron Sotir y Mitka, de Juan Pedro Aladro; Marieta, del autor local M. Bellido; y Oliverio Twist (traducen el nombre), de Charles Dickens. -Las cifras: otra de las prácticas habituales de El Guadalete desde sus primeros años y hasta su desaparición fue la inclusión de estadísticas de población de forma anual, que incluían parámetros tan dispares como nacimientos, defunciones, matrimonios, población presa, reses sacrificadas en el matadero, etc. Estas estadísticas se solían publicar en las primeras semanas del año (con respecto al ejercicio anterior) y en portada. El resto del año también destinaban espacios menores para cifras estadísticas, por ejemplo, de los pacientes atendidos en la casa de socorro cada mes. -Información de “los colegas”: como en otros periódicos de provincias, era habitual la inserción de artículos de otros diarios –ya fueran de tirada también regional o nacional– que pudieran resultar de interés para los lectores. Así, en las páginas de El 92

Guadalete aparecieron asiduamente textos de El Imparcial, El Sol, El Debate, El Liberal o el Diario de Cádiz. -Información internacional: fue abriéndose paso en las páginas de este diario local con la incorporación de traducciones de artículos de otros países. La primera vez fue, según anunciaron, en la portada del 6 de septiembre de 1898. Se trató de dos textos de Le Petit Parisien, dedicados a la reciente pérdida de las colonias americanas. En noviembre de ese mismo año, la sección Alcance recogía noticias breves sacadas de periódicos extranjeros con informaciones desde París, Río de Janeiro y Estados Unidos, entre otros. El interés por la información internacional –que ya no perdió espacio en el periódico– es uno de los signos de modernización de la prensa en su evolución al modelo de empresa o de negocios. La mejora de los medios técnicos para la transmisión de noticias (aún en estado incipiente para los periódicos de provincias) y de los transportes favorecieron la inclusión de noticias internacionales en los diarios de provincias con escasos medios para tener corresponsales en el extranjero como el que nos ocupa. -Interés local y provincial: desde los primeros periódicos que analizamos se percibe en El Guadalete una clara intención provincialista a pesar de que su foco de principal interés fuera la ciudad de Jerez. Esto se debe a la inclusión regular de noticias de localidades cercanas como San Fernando, El Puerto, Sanlúcar y Arcos (bajo el epígrafe Notas arcobricenses), entre otras. Esta tendencia se puede apreciar, igualmente, en la publicidad, cuestión que analizaremos en su apartado específico. -Temas sociales y laborales: aunque es un periódico de tendencia conservadora, no pasaba por alto las noticias que afectan a obreros de la ciudad y agricultores, desde la carestía de alimentos hasta conflictos patronales y huelgas. Uno de los primeros ejemplos que encontramos sobre los problemas de la clase trabajadora en el periodo que estudiamos se publicó en marzo de 1901. Se trataba de un artículo titulado “La cuestión obrera”, que apareció sin firma, a modo de editorial. El periódico hizo en él una reveladora descripción de la “calamitosa situación” que vivían los obreros de la zona, que no tenían para comer más que pan y patatas en el mejor de los casos. El autor no se quedó en la denuncia sino que propuso en el texto la creación de fondas para obreros en todos los barrios de la ciudad y en la zona rural, a las que los jornaleros pudieran acudir a comprar comestibles variados y en buen estado, donde se les fiara en épocas de falta de trabajo y que contaran con la subvención municipal. En el texto incluso citó a un colega local, El Martillo, órgano de la sociedad de arrumbadores, uno de los más 93

destacados ejemplos de prensa obrera de estos años. Este tipo de artículos, como veremos más adelante, fueron recurrentes en El Guadalete, que utilizó su influencia como cuarto poder para hacer denuncias públicas sobre la falta de viviendas para la clase obrera, las deficiencias del sistema sanitario municipal o la necesidad de construir más escuelas para la educación de las familias trabajadoras. Más avanzado el siglo, el periódico siguió denunciando las penurias de la clase trabajadora y también informó sobre las huelgas y conflictos de distintos gremios, ya fuera en la ciudad o fuera de ella. En algunas ocasiones, además, se vio perjudicado por los paros por lo que le prestaba aún más atención. Se mostró contrario a disturbios y vandalismo. Ante huelgas generalizadas o de determinados sectores el periódico llegó a ver interrumpida su publicación. Así ocurrió en junio de 1911, cuando El Guadalete no salió a la calle durante tres días (entre los días 23 y 25) debido a una huelga general en la ciudad. También hay que mencionar que el 20 de septiembre del mismo año dedicó prácticamente toda la portada al artículo “Las huelgas en España” donde relataba la situación de ciudades como Sevilla, Barcelona, Bilbao y Cádiz ante los paros obreros. Dentro de esta misma tendencia y como ya hemos mencionado en el epígrafe dedicado a las secciones, en junio de 1922 apareció la sección Vox Populi, que recogía las cartas de denuncia de diferentes temas enviadas al periódico por los ciudadanos. -Para mujeres: como ya hemos mencionado en el apartado correspondiente, en octubre de 1902 apareció la sección Crónica de modas, donde se hacía una descripción –en este caso– de las vestimentas de los asistentes a las actividades celebradas en el gran hipódromo de París. Se dirigía, directamente, a las lectoras, por lo que se ve aquí una clara intencionalidad de atraer a otros públicos que habitualmente no leían el periódico. La moda, los toros, el fútbol y las crónicas teatrales se volvieron habituales en los periódicos de información general para concentrar ante sus páginas a un mayor número y diversidad de lectores. Pero los relativos a moda no fueron los únicos artículos dirigidos a la mujer en El Guadalete. En 1906 aparecieron algunos artículos dirigidos a las féminas. Uno de ellos merece mención por el tema que trata y por la firma que lleva. Se trata de Notas feministas, escrito por Carolina de Soto y Corro y publicado el domingo 25 de marzo de 1906, acerca de la necesidad y los avances que se estaban produciendo entonces respecto a la educación de las mujeres. La autora, que dirigió en Jerez la revista de artes y literatura Asta Regia, está considerada la primera mujer periodista de la ciudad.

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-Sucesos: a medida que avanza el siglo se fue afianzando la información de sucesos en el periódico, hasta que se instituyeron las secciones Sucesos locales (en 1917) y Sucesos en la provincia (a partir de 1928). En 1903, por ejemplo, encontramos la siguiente noticia: “Horroroso crimen”. En ella se describió la muerte de una madre y dos de sus hijos en lo que en principio parecía ser un incendio casual. No obstante, las averiguaciones de la Guardia Civil acabaron con la declaración de un habitante de la misma zona que sabía que la familia guardaba una cantidad considerable de dinero en la choza. Este individuo, que trabajaba como guarda de ganado, asesinó a las tres personas e incendió la casa para borrar su crimen, aunque finalmente fue descubierto. Según relató el artículo, fue el alcalde de San José del Valle en aquel momento, José María Pavón, el que dio la noticia al diario. A pesar de que el periódico declaró en la publicidad propia que solía insertar en la última página que “no hace relatos extensos de crímenes repugnantes” (22 de octubre de 1910, p. 4), aparecieron nuevamente titulares como éste: “Suceso sangriento. Un hombre muerto y un herido”. Ya con las secciones Sucesos Locales y Sucesos en la provincia vigentes, los sucesos de mayor entidad se publicaban aparte. Por ejemplo, el 3 de septiembre de 1935 apareció el siguiente titular: “Sangriento suceso en La Alcubilla” y el subtítulo “Un hombre recibe una puñalada al intervenir en una reyerta”. Se trata, además, de un titular construido de la misma manera que otros muchos que podemos leer hoy en cualquier periódico. -Economía: la información económica también evolucionó de forma considerable en El Guadalete en las tres primeras décadas del siglo X. Como ya hemos reseñado, fueron varias las secciones que se dedicaron a este tipo de información y fue diaria la inclusión de los datos de la Bolsa de Madrid. Dentro de los temas de interés local, se solían publicar también cada año los presupuestos municipales. -Nuevo vocabulario, deportes y toros: relacionado con el contenido, también debemos analizar el vocabulario empleado puesto que puede convertirse en un síntoma de la modernización del medio. Así, el 14 de septiembre de 1904 apareció el siguiente titular: “Una interview con D. Jaime de Borbón”. La utilización del vocablo anglosajón “interview” denota que el periódico estuvo atento a las innovaciones que llegaban desde otros países hasta la prensa española y que se atrevió a introducirlas en cierta medida. Otro ejemplo de este síntoma es el uso de la palabra “sportman”, vocablo con el que se definía a los hombres que practicaban “sports”, antes de que se generalizara el término español de deportes. En esta misma línea, el 16 de septiembre de 1914 se publicó un 95

artículo bajo el titular “De Foot-ball” donde se daba cuenta de un partido celebrado el día anterior. El término en castellano se generalizó a partir de 1925 y desde entonces es habitual encontrar informaciones de este deporte en portada, muchas de ellas firmadas por Adrián Pulido (seudónimo de Manuel Pareja Isla). Esporádicamente, también se publicaron informaciones de otras disciplinas como el tenis y el boxeo, aunque el predominio del fútbol fue claro desde el principio. Sin dejar aparte la especialización de los contenidos, tenemos que adentrarnos en la información taurina, que cobró gran relevancia en este medio por el prestigio del redactor encargado. Además de las secciones específicamente taurinas (que se publicaban aparte), se insertaron ya en 1912 crónicas de corridas celebradas en otras plazas importantes de España como Madrid (17 de mayo de 1912). Las crónicas e informaciones locales taurinas cosecharon gran popularidad en El Guadalete debido a su autor, Don Braulio (seudónimo de Rafael Pozo Roldán, uno de los periodistas más conocidos de estas primeras décadas del siglo XX en la ciudad e impulsor del asociacionismo profesional). Encontramos el 15 de septiembre de 1915 una detalladísima crónica de la novillada de feria celebrada el día anterior, desglosada toro a toro y firmada por R. P. (aún no había adoptado su seudónimo, como sí aparece ya en la década de 1920). Ocupó casi dos columnas completas en portada y otras dos y media en la segunda página. Igualmente, en mayo de 1920 se publicó la crónica “La segunda de Feria”, firmada ya por Don Braulio, que ocupó varias columnas en la portada y siguió en la página tres. En los primeros años de la década de 1920 se empezaron a publicar también anuncios de corridas y festivales taurinos, tanto en Jerez como en otras localidades cercanas como Sanlúcar. -Colaboraciones: Las páginas de El Guadalete estuvieron repletas de colaboraciones de todo tipo. Por norma general, los artículos especializados en diferentes temas se dejaron en manos de profesionales de los diferentes sectores. Es decir, que un artículo sobre salud llevaba la firma de un médico o que un artículo sobre agricultura salía de la pluma de un perito agrónomo. Por ejemplo, un artículo sobre farmacias publicado en 1922 fue escrito por el farmacéutico y director del Laboratorio Municipal Tomas Cafranga, que también progresó en la carrera periodística dirigiendo el periódico El Propagandista. Otro ejemplo similar es el del maestro local Fernando Carrasco, que escribió un artículo titulado “Cuestiones fundamentales. Las enseñanzas públicas” (22 de noviembre de 1925, portada). Este maestro era conocido en porque había elaborado un estudio sobre 96

la necesidad de construir más escuelas en la ciudad y dotarla de más profesores. El diario buscaba así el prestigio de firmas especializadas en diferentes asuntos. Desde 1899 hay artículos escritos por León Roch (seudónimo del periodista gaditano Francisco Pérez Mateos, que también firmó en algunas ocasiones con su nombre real). Este conocido periodista nacido en Grazalema en 1872, aunque criado en Jerez, firmó varios artículos de crónica política desde Madrid, ciudad en el que pronto hizo progresos profesionales. Según De la Plata (2010, p. 36) fue secretario de Redacción de La Época, colaborador de la revista Mundo Gráfico y miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). En 1923 publicó el libro 75 años de periodismo (Ed. Espasa), con motivo de las bodas de diamante de La Época. Otros colaboradores de prestigio que dejaron su firma en las páginas de este diario fueron Dionisio Pérez, María de Xerez (seudónimo de la escritora Carmen Carriedo, colaboradora además de otros medios como ABC y El Correo de Andalucía), el médico y político Fermín Aranda, Fernáncruz (seudónimo del periodista católico y asiduo colaborador de ABC Juan de Dios Fernández Cruz) y Tomás García Figueras, entre otras. -Opinión: El artículo de apertura solía oscilar entre una noticia local relevante y un editorial de un tema de interés ya sea local, regional o nacional. En muchas ocasiones, escrito a modo de editorial, no llevaba firma. Si la llevaba, eran muchas y variadas las que aparecían, desde el director del momento hasta colaboradores. -Números especiales Son varios los números especiales que hemos encontrado en El Guadalete a lo largo de nuestra investigación. Por ejemplo, el 14 de mayo de 1918 se publicó un número de ocho páginas que incluía dos novedades importantes. Las dos primeras páginas estaban dedicadas íntegramente a un reportaje sobre producción ganadera de la casa Domecq que llevaba en portada seis fotos de caballos firmadas por D. González y otras ocho fotos en la segunda página (seis de caballos, firmadas por la misma persona, y otras dos de bodegas jerezanas, sin firmar). En la página 3, en un artículo de la fábrica de botellas iban otras dos fotos de D. González. Las páginas 6 y 7 eran también especiales pues recogían una información a toda plana titulada “La catástrofe europea. Las informaciones del embajador alemán en Londres”. La página 6 llevaba ocho imágenes de la guerra firmadas por Información y la página 7 lleva otras dos más. Esta página 8 ya se compartía con otras informaciones del periódico y con publicidad. 97

Otro número especial se editó el martes 1 de octubre de 1929, con motivo de la inauguración el domingo anterior de un monumento a Primo de Rivera. Son cuatro páginas de detalladísima crónica (relatan hasta el menú que degustaron los invitados) de la inauguración y de todos los actos celebrados con motivo de la presencia en Jerez del dictador. A partir de la segunda página, el texto se intercalaba con publicidad. En total, este número de El Guadalete tuvo seis páginas. -Información de agencias internacionales: Desde 1904 El Guadalete disponía de los servicios de la Agencia Fabra, que era la suministradora en España –dentro de la alianza internacional de las principales agencias de noticias del mundo en ese momento– de información internacional. La suscripción a los servicios de Fabra era la única forma de que el periódico pudiera contar con información nacional e internacional sin necesidad de contar con excesivo número de corresponsalías, que suponían un gasto superior. No obstante, el periódico mantenía algunas plazas que consideraba importantes e incluso destinaba a enviados especiales a determinados acontecimientos. -Metaperiodismo: Entre 1898 y 1936 el periódico está salpicado de reflexiones sobre la prensa, sobre el papel del periodista y de los diarios. El primer ejemplo lo encontramos en febrero de 1898 donde un redactor se planteó la influencia de la prensa en la crisis de Cuba y rescató unos comentarios que a tal efecto se publicaron en el periódico El Globo, al que desde El Guadalete consideraban en ese momento como reflejo de las impresiones del propio gobierno. En 1899 encontramos otro ejemplo de reflexión sobre el periodismo. Concretamente, León Roch (seudónimo del jerezano Francisco Pérez Mateos) arremetía contra los nuevos usos del periodismo sensacionalista o “vicios modernistas” en un artículo publicado el lunes 20 de marzo de 1899 en portada bajo el título “Los achaques de la prensa”. Afirmaba en el texto que cuando la vida privada sale a relucir en espacios públicos “el periodista se convierte en ladrón de la honra ajena. La pluma no oficia ya de escalpelo, hace oficios de puñal o de navaja”. En noviembre de 1924, el presidente de la Federación de la Prensa, José Francos Rodríguez visitó la ciudad, acontecimiento que se recogió en un artículo de portada a cinco columnas donde se cita la dignificación del periodismo y del oficio del periodista. Dice el texto que el representante de los periodistas habló en último lugar y que “enalteció la misión del periodista, dando una verdadera conferencia sobre los fines y 98

necesidades de la Federación de la Prensa, abogando igualmente por la unión de los periodistas jerezanos” (El Guadalete, domingo 23 de noviembre de 1924, portada). El periódico se hizo también eco de las actividades que las distintas asociaciones de la prensa que hubo en estas primeras tres décadas del siglo XX organizaron con fines benéficos, como un festival taurino en 1935. El 1 de diciembre de 1935, día en que se celebró esa corrida de toros cuyos beneficios iban destinados a la creación de un Montepío para periodistas, se publicó el artículo “El día de los periodistas jerezanos”, firmado por Sebastián Argudo. En el texto, el autor loaba la labor callada de “los chicos de la prensa”, los esfuerzos y sacrificios diarios de los redactores y reporteros por la noticia. Hablaba de la prensa como “cuarto poder” y de la escasa recompensa que tenían los desvelos de los que cada día escriben en las páginas de los periódicos. “En la nota escueta, en el telegrama de última hora, en la última conferencia telefónica, en el artículo confeccionado, va, casi siempre oculto el trabajo penoso del reporter”, decía en el texto publicado en portada. Otro ejemplo lo encontramos en la portada del 1 de febrero de 1903, con un artículo titulado “El deber de las grandes rotativas” en el que el autor (no aparece firma) llamaba desde la prensa “que vegeta trabajosamente en provincias” a la responsabilidad de las grandes rotativas como cuarto poder y como influenciadoras de la sociedad. Vino a pedir a “los hermanos mayores” que, ya que ensombrecen los logros del presupuesto de Urzáiz (ministro de Hacienda del momento y, además, periodista) se reunieran las “salvadoras rotativas” para estudiar una solución. El artículo “Periódicos a la moderna”, publicado el 7 de febrero de 1911 en portada y firmado por Ángel Guerra (posible seudónimo del periodista José Betancort), hizo una profunda reflexión y comparación acerca de la prensa española y la extranjera con motivo de la publicación de un nuevo periódico El Excelsior. Entre otras cosas, decía Guerra que en España “el periódico ha cambiado, se ha hecho más grande, más bello en su presentación y más copioso en su lectura. Pero el periodismo no ha cambiado”. Continuó la autocrítica asegurando que “nuestros periódicos nutren sus columnas con solo tres asuntos: política, toros y crímenes. Deben ser los que más interesan al público, ya que tan bien y tan abundante los sirven”. En ese apartado se podría profundizar mucho más de lo que permiten las limitaciones de este TFM por lo que puede constituirse como un nuevo objeto de estudio para futuras investigaciones.

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B) Empresa periodística -Aspectos jurídicos: Hemos encontrado pocas referencias a El Guadalete como empresa. Destacamos en este punto la mención de “una empresa particular” que se hace con el periódico en su último traspaso de titularidad, fechado en 1912. Precisamente, este aspecto puede revelarse como un objeto de interés para futuras investigaciones. -Fundadores: Los fundadores de El Guadalete en 1852 fueron José Bueno Nuesa y Juan Piñero. El primero de ellos es el propietario junto a su hermano Tomás Bueno de una conocida imprenta que puso en marcha su padre y que se convirtió en una de las más modernas y conocidas de la ciudad. Juan Piñero era abogado, profesión que ejercía desde su propio bufete en Jerez. En los últimos años de su vida –murió en 1870, con solo 43 años– se interesó por la política y fue concejal del partido liberal hasta finales de 1869. -Propietarios: La titularidad de El Guadalete pasó de José Bueno Nuesa a Agustín Piñero y Fernández Caballero el 24 de agosto de 189823. Poco después, el 25 de octubre de 1900, Agustín Piñero vende la propiedad a José Vega Pomar. El 26 de marzo de 1904 la propiedad vuelve a cambiar de manos: de José Vega Pomar a Agustín Piñero, nuevamente. El 6 de abril de 1906, tras la muerte de Agustín Piñero, el periódico “pasa administrativamente a manos de su hermano político José Rocafull de Montes”. No obstante, otras ocupaciones profesionales le llevan a nombrar a Jacinto Ribeyro como “director del medio con carácter interino”. El 17 de mayo del mismo año Ribeyro deja el cargo y desde el día siguiente, día 18, lo asume Javier Piñero. En octubre de 1910 aparece como director, propietario y administrador Javier Piñero y Fernández Caballero, posiblemente hermano de Agustín Piñero y Fernández Caballero. El protocolo municipal 0448 recoge el 2 de febrero de 1912 “la compra del periódico y la imprenta” por parte de “una empresa particular”, sin dar más detalles. También se anuncia el cese de Javier Piñero y Fernández Caballero, al que sustituye en

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Los cambios de titularidad que se citan en este apartado proceden de los siguientes protocolos municipales, consultados en el Archivo Municipal de Jerez: 0351, 0362, 0389, 0339 y 0448.

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el cargo de director Diego Brocardo Forcades. Este es el último traspaso del que se tiene constancia en el Archivo Municipal. Según varias referencias bibliográficas –Álvarez Chillida (1996) y guía de archivo de la Junta de Andalucía– es el jerezano Joaquín Pérez-Lila el último propietario de El Guadalete. Este político, que llegó a ser presidente de la Diputación de Cádiz en varias ocasiones, estaba muy vinculado al Conde de los Andes. Según esta documentación, en 1927 Pérez-Lila era dueño del diario, por lo que no sabemos si su adquisición corresponde a la anteriormente mencionada. No obstante, hay cierta incongruencia en algunas fechas que habría que comprobar con un estudio más profundo. -Administrador Más compleja es la averiguación de la figura de los administradores del periódico, que no siempre coincidieron con la de propietarios. En un anuncio del propio medio publicado en 1906 apareció como administrador Bernardo Testón y Ortega. En 1922 es Adrián Pulido el que figura en la documentación del Archivo Municipal como administrador mientras que en 1923, según las estadísticas de prensa que se conservan en el protocolo municipal 0496, el administrador era José Luis Navarro. No hemos encontrado más referencias al respecto. -Sistema de venta mayoritario: Al menos, hasta 1913, la venta mayoritaria era por suscripción. Ponemos esa fecha como punto de partida aproximado para el arranque de la venta al número porque fue entonces cuando el periódico incorporó a sus tarifas el precio del ejemplar suelto. -Precio de suscripción: Las diferentes tarifas aparecieron durante todo el periodo estudiado en la cabecera del periódico, como en diarios importantes de tirada nacional como El Imparcial. En 1898, el precio por suscripción del periódico en Jerez era de dos pesetas al mes y 22,50 al año. Fuera de la ciudad el precio era de 6,75 al trimestre y 25 al año. En julio de 1898 cambiaron el precio fuera de Jerez al trimestre por el precio al mes de 2,50 pesetas. En julio de 1903 se incorporaron a la cabecera los precios para el extranjero, fijados en 4 pesetas al mes y 40 al año. Uno de los motivos de que este periódico local incluyera en sus tarifas los precios en el extranjero pudo deberse a la especial relación que mantenían los empresarios y familias acomodadas de la ciudad con Inglaterra por la exportación de vinos. Esta circunstancia provocaba que los hombres de negocios 101

emprendieran frecuentes viajes al Reino Unido, que sus hijos fueran a estudiar allí o que tuvieran que permanecer allí durante largas estancias. El 1 de octubre de 1910, dentro de un cambio general de diseño, desapareció el precio de la suscripción en el extranjero por mes y solo aparece ya por año. Se mantuvieron los precios. En noviembre de 1919 subió el precio de las suscripciones en Jerez a 2,50 al mes y 25 pesetas por año. Fuera de Jerez a 3 pesetas por mes y 27,50 por año. El 15 de julio de 1922 el precio de la suscripción en el extranjero por un año se elevó hasta 60 pesetas. Estas tarifas estuvieron vigentes hasta 1936. En comparación con otros periódicos del momento en la ciudad, las tarifas de El Guadalete están en la línea de las de su colega Diario de Jerez. No obstante, la cifra es superior a otro diario local, El Mensajero, que solo cobra por la suscripción mensual en la ciudad 1,50 pesetas frente a las 2 de El Guadalete en las dos primeras décadas del siglo XX. -Precio del número suelto: No apareció en la cabecera del periódico hasta septiembre de 1913. Eran 10 céntimos por ejemplar del día y 0.25 por número atrasado. No obstante, hay que anotar que en septiembre de 1907 se publicó un aviso en el periódico donde se informaba a los lectores de que se vendían números sueltos de El Guadalete en la librería de Miguel Gener a 10 céntimos (que es el mismo precio que se anunciará en 1913 en la cabecera). El 1 de junio de 1935 apareció un aviso en la portada del periódico donde se anunciaba el incremento del precio del ejemplar a 15 céntimos “en cumplimiento de las leyes aprobadas en Cortes”. -Número de suscriptores: Es una cifra difícil de obtener sin contar con los archivos propios del medio. Teniendo en cuenta la circunstancia de que la forma tradicional de venta de prensa era por suscripción y de el precio del número suelto no aparecía siquiera en las tarifas que se anunciaban en el periódico, podemos afirmar que hasta antes de 1913, cuando parece que se generalizó la venta al número, prácticamente el número de ejemplares tirados puede corresponderse al de suscriptores. Así, según los datos de tirada que los propios medios proporcionaban a las autoridades por mandato legal, entre 1906 y 1912 El Guadalete pudo tener aproximadamente entre 800 y 1.200 suscriptores (sin diferenciar entre la ciudad y fuera de ella).

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Según el protocolo municipal 0339, de 1906, el director del periódico comunicó en un escrito a la Alcaldía de la ciudad los datos de tirada asegurando que corresponde a “845 entre suscriptores y cambios” (es difícilmente legible, pero podemos entender que se trata de intercambio de ejemplares con otros periódicos) de lo que podemos estimar que la cifra real de suscriptores puede rondar los 800 en estas fechas. En años posteriores, hay que empezar a tener en cuenta –como hemos destacado más arriba– la venta al número. -Tirada: Debido a las diferentes normativas de regulación de la prensa, el Archivo Municipal de Jerez conserva datos de tirada de los periódicos locales en diferentes años. No obstante, hay que tomar las cifras con precaución puesto que son ofrecidas por los propios medios. Detallamos a continuación los datos relativos a El Guadalete: En 1906: 845 ejemplares diarios En 1908: 750 ó 950 (no se entiende bien la primera cifra) En 1909: 800 ejemplares diarios En 1912: 1.200 ejemplares diarios En 1935: de 2.500 a 3.000 ejemplares diarios. Según recoge García Galindo (1994), la tirada reflejada en la Estadística de Prensa Periódica atribuida a este periódico en 1927 es de 4.000 ejemplares. Con respecto a las cifras ofrecidas por otros periódicos contemporáneos y encontradas en el mismo lugar, podemos decir que en 1935 El Guadalete era el periódico local más vendido de la ciudad, con una considerable diferencia con respecto a su principal competidor, el Diario de Jerez, que declaró vender en torno a 1.500 ejemplares diarios. -Métodos de distribución: El principal método de distribución era, por suscripción, a través de repartidores, según hemos podido detectar por los avisos que aparecen en el diario. Hay que anotar aquí que cuando se acercaba el verano, El Guadalete incluía un aviso para sus suscriptores para que dieran las direcciones de sus residencias estivales para recibir allí, sin sobrecoste alguno, sus periódicos. Este servicio extra se puede interpretar también como un síntoma del considerable poder adquisitivo general de los lectores de este periódico, que podían permitirse veranear mientras gran parte de la población sobrevivía con trabajos agrarios o urbanos escasamente remunerados.

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Empezó a venderse por número suelto en 1907 (en la librería de Miguel Gener, según un anuncio publicado el jueves 12 de septiembre) aunque el precio no aparecería publicado en la cabecera, es decir, no se normalizó este modelo de venta al margen de este establecimiento en concreto, hasta 1913. -Zonas de difusión: El periódico no solo se distribuía en Jerez sino también las localidades de su entorno como Cádiz, Sanlúcar, El Puerto, Trebujena, San José del Valle y la sierra de Cádiz. Una de las razones de esta afirmación es la existencia de tarifas para suscripciones fuera de Jerez e incluso en el extranjero. Otro hecho que lo demuestra es que había informaciones diversas sobre esas poblaciones, así como anuncios de establecimientos radicados en estos municipios. -Campañas promocionales: Desde 1899 el periódico puso en práctica otra técnica propia del nuevo periodismo: la autopromoción. En el mes de febrero de dicho año apareció la resolución de un concurso de pasatiempos cuyo regalo era una suscripción gratuita al periódico. Se publicó bajo el antetítulo de Concurso El Guadalete. Fue común también la inclusión de anuncios publicitarios sobre el propio periódico o sobre su imprenta. El 14 de diciembre de 1912 el diario publicó en sus páginas un anuncio promocional bajo el título de Regalo de El Guadalete. Se trata de un sorteo para conseguir una pulsera de oro y piedras Licar al que los lectores pudieron optar canjeando el cupón que aparecía inserto en el anuncio por un bono para el concurso en un establecimiento que se indicaba. El número agraciado debía corresponder con el premio de la Lotería Nacional del 31 del mismo mes. Otro ejemplo de esta misma técnica promocional (síntoma de su proceso de modernización) es la puesta en práctica de un sistema de cupones diarios para sus suscriptores con los que pudieron conseguir regalos. El 15 de septiembre de 1915 encontramos el aviso a los clientes donde explican que con diez cupones y una pequeña aportación de dinero, los suscriptores o lectores habituales de El Guadalete podían conseguir una ampliación fotográfica de la imagen que desearan en un estudio fotográfico de la ciudad con el que el periódico suscribió un convenio de colaboración. Se trata de una técnica que aún hoy sigue funcionando en los medios escritos para fidelizar a los clientes durante, al menos, un determinado periodo de tiempo. El domingo 27 de noviembre de 1927 apareció en portada una llamada a los lectores que rezaba así: “Véase en 4ª plana informaciones de interés”. Se trata de una 104

técnica de autopromoción destinada a atraer la atención de los lectores. Aunque no es una práctica que se repitiera a diario en el periódico, es un síntoma aún incipiente de que los periodistas empezaban a concebir la portada como el escaparate del ejemplar. Mayoritariamente, esa cuarta página contenía publicidad y un par de columnas de texto en las que se incluían la Sección oficial (con un comunicado del alcalde) y la noticia de un accidente automovilista. El Guadalete nunca llegó a remitir de portada a páginas interiores salvo en este discreto aviso y alguna continuación de un artículo extenso. -Organización de otras actividades no directamente relacionadas con el ejercicio del periodismo: Eran habituales las suscripciones abiertas en favor de diferentes objetivos, como la ayuda a la viuda de un guardia civil fallecido en acto de servicio, la instalación de un monumento o la celebración de una fiesta de Reyes Magos a beneficio de familias con pocos recursos. Hay muchos ejemplos de organización y promoción de este tipo de iniciativas en la década de 1910, aunque también se reprodujo en años posteriores. Por ejemplo, en 1933 lanzaron una campaña para la recogida de abrigos para los pobres. -Convenios con otros medios: Consciente de que podía ampliar su atractivo añadiendo nuevos productos a su oferta pero sin que le supusieran excesivos gastos, El Guadalete propició acuerdos con otros medios de comunicación que puedan resultar atractivos para sus lectores y suscriptores. Así, el 15 de septiembre de 1915 el diario insertó en sus páginas el anuncio de una suscripción ventajosa para sus ya clientes con la revista internacional de moda Pictoral Review. Ser ya suscriptor del periódico local suponía un descuento para la revista dirigida a las mujeres de la familia, como indicaba el llamamiento del anuncio: “Lector, entregue esta hoja a su madre, su mujer, su hermana, su novia: ella le dará las gracias”.

C) Recursos Humanos - Directores El 25 de junio de 1903, solo unos días después del fallecimiento de José Bueno Nuesa, el protocolo municipal 0382 recoge la notificación a la Alcaldía del cambio de director a Agustín Piñero y Fernández Caballero, firmada por el susodicho y por José Vega Pomar (entonces propietario del medio). En 1906, el heredero de Agustín Piñero –José Rocafull de Montes– nombró director a Jacinto Ribeyro, que solo estuvo en el cargo un mes para cederlo a Javier Piñero. 105

El último director de El Guadalete fue Diego Brocardo y Forcades, que accedió al puesto en 1912 y lo ejerció hasta la desaparición del medio. Brocardo ya era un conocido periodista de la ciudad, que había dirigido ya el periódico La Lucha. Participó activamente en el movimiento asociativo de la ciudad y ya figura en la junta directiva de la primera Asociación de la Prensa de Jerez, fundada en 1911, de la que fue presidente en años posteriores. -Redactor jefe El primer redactor jefe del que tenemos constancia es Manuel Bellido, que ya lo era en 1898. Rafael Pozo Roldán fue otro de los redactores jefe. Ya aparecía como tal en 1934, según el protocolo municipal 0593C. Era un veterano periodista que hizo famoso su seudónimo, Don Braulio, en las crónicas taurinas de El Guadalete. Fue uno de los impulsores del movimiento asociativo de los periodistas en Jerez, ya que restauró la APJ como Sindicato de Redactores y Corresponsales en 1919 y fue el primer presidente de la actual asociación en 1935. Además de su trayectoria en medios locales, fue corresponsal de los periódicos Abc, La Nación y Diario de Cádiz. Tras la desaparición de El Guadalete, Pozo Roldán pasó a ser redactor jefe de Ayer y redactor de Amanecer. Es precisamente en este último diario, fundado en las primeras semanas de la Guerra Civil, donde encontramos un dato muy relevante sobre la conciencia de la profesión. Según recoge el protocolo municipal 0620 (relativo a 1937), de la plantilla formada por varios redactores solo Pozo Roldán cobra sueldo porque “es profesional”. -Redactores: Según recoge De la Plata (2010), a finales del siglo XIX la plantilla del periódico estaba formada por el médico Juan J. del Junco, el archivero Agustín Muñoz (que escribía sobre temas de historia local), un tal Ruiz (encargado de asuntos tan variopintos como los sucesos, los temas religiosos y las crónicas teatrales), Pío Barroso, dos hijos de Juan Piñero, Gregorio Gómez y otros trabajadores de los que solo conocemos sus apellidos: Bellido y Gallardo Lobato. Según nuestras averiguaciones, en 1903 también formaba parte de la redacción Jacinto Ribeyro, que más tarde sería director interino durante unas semanas. En 1910 trabajaba como redactor Manuel Díaz Arranz, autor de algunos artículos de denuncia relativos al mal estado del cementerio municipal. También firmó por esas fechas Martín

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Ferrador, seudónimo de Francisco José Ragel García, periodista, abogado y cronista oficial de la ciudad. Publicó artículos relativos a tradiciones y costumbres jerezanas. En la década de 1920, figuraban en la redacción conocidos nombres del periodismo jerezano como Adrián Pulido, Rafael Pozo Roldán, Rafael Balao Vargas y Ramón de Cala Rodríguez. Especial mención merece aquí la figura de Adrián Pulido (seudónimo de Manuel Pareja Isla), que se especializó en la información de deportes. Suyas son las primeras crónicas de partidos del equipo local aparecidas en El Guadalete. Figura como corresponsal de varios medios como La Unión Mercantil, Las Noticias, El Fígaro y El Liberal, entre otros, en la década de 1920 (Guía Oficial de Jerez, 1921). Pero también tuvo responsabilidades en la estructura del periódico. Ya desde el año 1901 aparecen firmadas por él las notificaciones periódicas a la Alcaldía sobre los trabajos que realizaba la imprenta de Bueno y que incluían desde el propio diario hasta esquelas. En 1922 figuraba como redactor y como administrador del periódico. En 1936, la composición de la última redacción de El Guadalete, según el protocolo municipal 0613 fue la siguiente: José Pareja Isla (creemos que puede ser un hermano de Manuel, que falleció en 1928), Ramón de Cala Rodríguez, Antonio Solís Pascual, Manuel Sambruno Barrios (que más tarde fue director de Amanecer), Sebastián Argudo Rivero, Onofre González Quijano (que fue secretario de la Asociación de la Prensa en 1912), Carmen Carriedo (ya citada en otro epígrafe por su seudónimo, María de Xerez, como colaboradora previa), Carmen de Castañeda, Manuel M. Piña Sánchez, Tomás del Villar y Navarro y Manuel Cancela Gómez. De la Plata (2010) suma a esta nómina de redactores a Diego Campoy Miró, sobrino de Diego Brocardo, que se dedicó a la información deportiva. - Corresponsalías: El 1 de enero de 1904, en un artículo a los lectores, el periódico anunció la introducción de novedades y el nombramiento del escritor Francisco Vilaseca como corresponsal en Barcelona. Ya se anunciaban en el periódico las corresponsalías de Mr A. de Lorette en París y, a partir de 1904, también Mrs. Heinrich Grünmandel en Austria-Hungría. Aunque no especificaban el nombre, aparecían también informaciones firmadas por El Corresponsal en localidades cercanas como Cádiz o Chipiona. Esporádicamente, hubo enviados especiales y corresponsalías momentáneas. Por ejemplo, el que fue director del periódico desde 1912 hasta su desaparición, Diego Brocardo Forcades, firmó artículos 107

previamente como corresponsal en Melilla. Un anuncio publicado en el propio periódico en 1908 aseguraba que el medio tenía corresponsales en Londres, París, Madrid, Barcelona, Casablanca, Ceuta y Melilla, “y demás centros importantes de España y del extranjero” (25 de marzo, 1908, p. 4). Estas son otras de las firmas aparecidas con cierta regularidad en El Guadalete desde fuera de la ciudad: Manuel Quiñoy y Presa (corresponsal en Sanlúcar en 1914 según nota que aparece en el periódico), Alberto Espinosa, Manuel Chacón y Manuel M. Piña (firman crónicas desde Melilla cuando ya Diego Brocardo es director) y Salvador Sala, que solía escribir desde América. -Fotógrafos y/o dibujantes: Desgraciadamente, han sido mayoría las fotografías que hemos encontrado a lo largo de nuestra investigación sobre El Guadalete que no llevaban firma alguna, sobre todo, en los primeros tiempos. A partir de 1916 fueron varios los casos en que figuró la firma Información como autor de las imágenes. Dado el carácter genérico de este término y la temática de las fotografías en concreto (relativas a conflictos mundiales o reportajes del extranjero), podemos deducir que se trata de imágenes servidas a través de agencias. Pero para asuntos locales, el periódico contaba con la colaboración de fotógrafos jerezanos. Se trata de D. González (que corresponde a Diego González Lozano) y Javier González Ragel (su hijo). Los dos fueron conocidos reporteros gráficos y colaboradores de diferentes medios. El primero de ellos, fallecido en 1923, fue asiduo colaborador de publicaciones como La Ilustración española y americana, Blanco y Negro, La Esfera y Panorama Nacional, entre otras. Es padre de una saga de reconocidos reporteros gráficos y artistas plásticos, como Javier González Ragel y Carlos González Ragel, quienes heredaron el estudio fotográfico familiar. La firma de Javier González Ragel como fotógrafo también apareció en El Guadalete, al menos, a partir 1918, en varios reportajes (por ejemplo, el 13 de julio de 1922 en una información sobre la Yeguada Militar). En cuanto a las ilustraciones, tenemos que destacar la firma de Cilla, seudónimo de Francisco Ramón Cilla y Pérez, como hemos explicado en otro apartado de esta misma ficha de análisis. -Empleados en administración, personal de imprenta y sueldos: En el transcurso de esta investigación no ha sido posible localizar referencias sobre estos tres indicadores.

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D) Publicidad -Ubicación de la publicidad en el periódico: Desde 1899 se generalizó el uso de la última página como entera de publicidad (solía llevar también los horarios del ferrocarril en formato de publicidad). También en esta época hubo publicidad en la pagina 3. Más tarde, se colocaron anuncios también en la 2 (a partir de 1915 aproximadamente), la 3 y la 4. Los primeros anuncios en portada (de vinos) aparecieron en 1921. Los anuncios más habituales en primera plana desde este año hasta su desaparición fueron de vinos y de teatro, aunque también se publicaron anuncios de coches (Ford) o de libros. En sus últimos años de existencia, el periódico no reservó ninguna página completa a la publicidad sino que los anuncios se intercalaban con artículos varios y secciones. Es la página 4 la que perdió el predominio de la publicidad que tuvo en años anteriores en favor de otras páginas. Hay números donde figuraron más anuncios en otras partes del periódico que en la contraportada. -Características técnicas de la publicidad Como el resto del periódico, el diseño de la publicidad también fue evolucionando en El Guadalete con el paso de los años. En los ejemplares de 1898 solían aparecer anuncios cuadrados, donde el ribete del recuadro y la tipografía de mayor tamaño constituyen la mayor distinción entre la publicidad y el resto de contenidos del periódico. Ya en estos años también se diseñaban anuncios con alguna ilustración. En líneas generales, la publicidad contenía mucho texto –en ocasiones, con la misma o parecida tipografía que la utilizada en las informaciones– mientras que en los últimos años los mensajes eran más directos, más contundentes y breves. A lo largo del tiempo, los formatos de la publicidad también fueron diversificándose. De los habitualmente cuadrados, encontramos más adelante faldones (tanto inferiores como superiores) e incluso verticales a una columna que para poder leer había que voltear el periódico. El uso de las ilustraciones también se generalizó y encontramos ya en las décadas de los años 20 y 30 ciertos logotipos que aún perduran como el de la marca de coches Ford o las bodegas jerezanas Sánchez Romate. -Tarifas de publicidad: En la cabecera del periódico dice “anuncios, reclamos y comunicados a precios convencionales”. En la documentación consultada, no hemos encontrado más referencias a este respecto.

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-Anuncios por palabras: La sección Anuncios de interés, que se inserta en el periódico hasta 1912, recogía lo que hoy conocemos como anuncios por palabras, es decir, frases breves donde se anuncia una oferta o una demanda, desde la venta de una casa hasta la disponibilidad de una mujer para ama de cría. Más adelante, estos anuncios perdieron fuerza frente a la publicidad al uso y la sección como tal desaparece, aunque se siguen insertando algunos sueltos. -Productos que más se anunciaban: Dado el considerable número de anuncios que se insertaban en El Guadalete ya en 1898 (y que fue aumentando en los años siguientes) es muy variada la cartera de servicios y productos que se publicitaban, desde medicinas de todo tipo (como pastillas para la tos y suplementos para anemia) hasta maquinaria agrícola, pasando por servicios de transporte

marítimo

y

ferrocarriles,

médicos,

farmacias,

carnes,

vinos

y

establecimientos. En los últimos años, aumentó de forma notable la inserción de anuncios de establecimientos (cafeterías, zapaterías, tiendas de ropa,…), funciones de los teatros Villamarta y Principal, bodegas y vinos, médicos, estudios fotográficos, coches y balnearios, entre otros artículos. A partir de 1928 aparecía cada día la programación de radio de la emisora de Radio Sevilla (EAJ 5). No hemos encontrado la programación de Radio Jerez (EAJ 58), que inició su andadura en 1934. -Convenios publicitarios: Según un anuncio aparecido el 26 de noviembre de 1906, El Guadalete gestionaba la publicidad que podía aparecer en los tranvías de Cádiz a San Fernando, es decir, que aquel dueño de establecimiento que quisiera anunciarlo en los trenes tenía que tramitarlo con José María Martín, redactor del diario en ese tiempo. Desconocemos si el periódico percibía un porcentaje de esa publicidad que se contratara o era una actividad personal paralela del trabajador. -Agencias publicitarias: A lo largo de los años comprendidos entre 1898 y 1936 aparecieron anuncios de cuatro agencias publicitarias. No se ha encontrado otra referencia que indique que El Guadalete mantenía algún tipo de relación empresarial con estas agencias de cobertura nacional. En 1903 se publicó el anuncio de Roldós y Compañía, una prestigiosa agencia publicitaria creada en 1872 por Rafael Roldós. Su propietario, que comenzó su 110

trayectoria profesional con tan solo 11 años como corredor de anuncios del Diario de Barcelona, fundó también el diario Las Noticias (1896-1939). La agencia, adaptada a los nuevas necesidades publicitarias como el marketing online, está considerada la más antigua en activo. La segunda agencia de publicidad que se anunció en las páginas de El Guadalete fue La prensa Sociedad Anunciadora, que apareció por primera vez en enero de 1906 entre otros anuncios publicados en la cuarta página. Esta empresa también se anunciaba en periódicos de tirada nacional como ABC. La tercera de las agencias apareció en un anuncio en octubre de 1913. Se trata de Haasentein y Vogler, ubicada en Barcelona. Fue una de las tres principales agencias alemanas a principios del siglo XX y, según la publicidad, tuvo sede en España. La cuarta de las agencias que se anunció en El Guadalete lo hizo en 1926. Se trata de Publicitas, con sedes en Madrid y Barcelona. -Publicidad de fuera de la ciudad: Las páginas del periódico acogieron publicidad de otras localidades de la zona como Cádiz y Sanlúcar y también de la capital, Madrid. Podemos interpretar esta circunstancia como un indicio más de que el periódico no solo se leía en Jerez sino de que su alcance era comarcal. -Técnicas publicitarias Desde muy pronto El Guadalete mostró interés por la publicidad (en su Prospecto de declaración de intenciones ya decía de ella que “tiene su primer elemento en el periodismo”) de ahí a que ponga en práctica novedosas técnicas publicitarias. El primero de los casos destacados lo encontramos el 17 de octubre de 1905 en relación a un anuncio de la cafetería La Estrella. En lugar de un anuncio de mayor tamaño en un solo espacio del periódico (habitualmente en esta fecha, las páginas 3 ó 4), este establecimiento se publicitó en la página 2 en tres columnas diferentes con pequeñas inserciones entre los artículos. Solo figuraban el nombre y la dirección del establecimiento y cada una de las cuatro inserciones destacaba alguna de sus ofertas. Por ejemplo, en el primer inserto que apareció en la columna dos dice: “Especialidad en tés, marcas inglesas” mientras que en el segundo, ubicado en la misma columna, reza: “El sin rival café Torrefacto”.

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E) Casos de censura y otros incidentes -Suspensiones En 1932 El Guadalete fue uno de los más de cien periódicos que sufrió las consecuencias del levantamiento de Sanjurjo. En su caso, la suspensión duró 20 días – entre el 10 y el 31 de agosto– aunque otros medios nacionales tardaron hasta varios meses, como fue el caso de ABC. En su ejemplar de reaparición, el editorial de apertura agradece el apoyo de ciudadanos y políticos pero evitó pronunciarse a favor o en contra de la suspensión decretada. El texto recogía que ese día volvían a su trabajo diario “sin rencores para nadie y sin calificar de justa o de injusta la medida que nos ha tenido en prolongada incomunicación con nuestros estimados lectores”. Pero este periódico no solo se vio afectado por las suspensiones gubernamentales sino que también los conflictos laborales perjudicaron a la publicación. Es el caso, por ejemplo, del paro general que se produjo durante tres días por el denominado conflicto de los arbitrios –imposición de nuevas tasas a industriales y comerciantes– y que afectó también al gremio de las artes gráficas. El periódico dejó de salir entre el 23 y el 25 de junio de 1911. También desde las artes gráficas llegó otra de las interrupciones en la publicación, llevada a cabo entre el 14 y el 19 de mayo de 1933. El gremio se declaró en huelga en solidaridad con la protesta que estaban protagonizado los trabajadores de viñas, como hicieron otros muchos sectores en la ciudad. El periódico se publicó el domingo 13 de mayo con un editorial contundente donde mostraba su total rechazo a la huelga, hablaban de la “sinrazón de las causas” y abogaban por la vuelta al trabajo de los obreros sin represalias por parte de empresas y autoridades. Más larga fue la ausencia de El Guadalete en la ciudad al año siguiente, entre el 12 de septiembre y el 10 de octubre de 1934, cuando los obreros de imprentas volvieron a solidarizarse con otros gremios del sector agrario y vinatero que llevaban semanas de confrontación laboral. Según recoge Caro Cancela (1989), el 11 de septiembre dejaron de trabajar “quedándose la ciudad sin periódicos”. El movimiento huelguístico, además, se extendió a otras localidades cercanas. El conflicto solo sucumbió ante la declaración del estado de guerra en toda España por los sucesos ocurridos en Asturias, lo que derivó en que fuera el Ejército el que tomara el control de la situación. La reivindicación de los obreros jerezanos quedó sepultada por las circunstancias nacionales y regresaron al trabajo. El Guadalete volvió a imprimirse el 10 de octubre con un editorial en el que la

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radicalización hacia la derecha era ya más que evidente, bajo el título de “¡Viva España!”. En cuanto a la censura, hay que anotar que hemos encontrado varios ejemplares donde destacan espacios en blanco en medio de artículos, lo que pudo ser consecuencia de la acción censora. Es el caso del reportaje “El mitin organizado por el Bloque Nacional”, publicado el 19 de marzo de 1935, donde hasta hay frases que quedaron cortadas a la mitad. Este ejemplar lleva la leyenda de “Este periódico ha sido visado por la censura”, que ya había aparecido con anterioridad. Pero no es este el primer caso, otro similar lo encontramos el 23 de noviembre de 1924, en un artículo que reseñaba la visita del presidente de la Federación de Prensa de España a la ciudad. En la página 2, cuando se hacía referencia a la patria en comparación con otros países vecinos como Francia, hay varios espacios en blanco. Era habitual que los periódicos utilizaran los espacios en blanco como señal de protesta contra la acción de la censura, pero la práctica se prohibió en 1927. -Multas: Una de las primeras comunicaciones de los responsables de aplicar la censura hacia El Guadalete aparece en el protocolo municipal 525 de 1928. No se trata directamente de la apertura de un expediente ni de la imposición de una multa sino de un aviso al responsable de El Guadalete, Diego Brocardo, firmada por el censor Teófilo Azabal, instando al director a que cualquier noticia que fuera a publicar relativa a la Asociación de la Caridad “la someta antes a mi censura como censor que soy de esta ciudad para evitar que se den a la publicidad noticias tan erróneas como la que se expresa en el artículo de fondo de hoy -11 de septiembre de 1928– firmado por el señor Z”. La segunda no tarda en llegar, ya con multa, en agosto de 1927. El día 16 del mismo mes El Guadalete publicó el artículo “Bagatelas” en el que daba cuenta en tono jocoso de determinadas situaciones vividas por dos personajes en la ciudad. En censor consideró que “el texto ridiculiza a la ciudad de Jerez, a la autoridad y a sus agentes” e impuso al director una multa de 25 pesetas. Después de que el pago fuera requerido dos veces, el responsable del medio no tuvo más remedio que hacerle frente. El episodio figura en el protocolo municipal 998. Más cuantiosa fue la sanción impuesta en 1929 por la inserción de un suelto sobre la huelga en Vitoria publicado en febrero de 1929 en la sección Información telefónica. En esta ocasión, Brocardo tuvo que abonar 75 pesetas. En la noticia se hablaba de un enfrentamiento entre los huelguistas y la policía que se saldó con 12 113

fallecidos. El censor consideró que la noticia era “peligrosa para el orden público” y que con su publicación se faltaba a “lo ordenado por la superioridad”. También en 1929 un artículo firmado por Sebastián Sañudo fue objeto de una sanción económica de 50 pesetas. Publicado el 28 de marzo, el texto “Fe y tradición” llevaba, a juicio del censor, unas frases finales que podían “excitar al vecindario a que proteste” por lo que se pudieron considerar como alteradoras del orden público. En este mismo año pródigo en sanciones, el 11 de diciembre, se registró un caso significativo en las páginas de El Guadalete que analizaremos más en profundidad en el apartado dedicado a la función del medio como cuarto poder pero que también se puede abordar desde el punto de vista de la censura. En medio de toda una investigación municipal surgida a raíz de un artículo del periódico sobre el funcionamiento de la beneficencia sanitaria, el diario publicó un artículo titulado “Las farmacias municipales” en el que relataba la declaración que Diego Brocardo había hecho en el Ayuntamiento al respecto. Este texto no se fue sometido, según manifestó el propio censor, a su revisión, por lo que se le impuso una multa de 500 pesetas. El director interpuso un recurso de alzada contra la sanción y el alcalde elevó el caso al gobernador civil de la provincia con un texto en el que habla de la filosofía del periódico y de que no siempre sus acciones se correspondían con ella, como en el caso que les ocupaba. Recordó, por ejemplo, el artículo “Bagatelas”, que ya hemos comentado en este mismo apartado. Finalmente, el gobernador civil dio 15 días al sancionado para hacer las alegaciones legales oportunas y, por desgracia, nos quedamos sin saber cuál fue el resultado final ya que el expediente municipal conservado en el protocolo municipal 1003 termina en este punto. -Otros conflictos Como era habitual en los periódicos de principios del siglo XX, las polémicas surgidas entre los medios y los propios periodistas solían tener cabida en las páginas del periódico. Un caso similar lo encontramos en la sección taurina, concretamente, el 15 de mayo de 1914, cuando Diego Brocardo excepcionalmente firmó el artículo de la sección De re taurina. En el texto explicó el conflicto surgido entre el aficionado Carmelo Berihuete (no se especifica que fuera periodista) y Rafael Pozo Roldán. Después de un cruce de remitidos y declaraciones en los periódicos El Guadalete y La Tribuna respecto a la actuación del torero Paco Madrid, la polémica necesitó de la mediación de Diego Brocardo para quedar finalmente zanjada.

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Con respecto a otros medios, encontramos en varias ocasiones en referencia al Diario de Jerez. En la página tres del 2 de febrero de 1918, El Guadalete saludó al rival en el estreno de una nueva etapa, no sin recordar disputas pasadas: “Si, como no dudamos, son ciertos sus propósitos, nosotros, olvidando motivos que nos indujeron a romper con él toda clase de relaciones, aceptamos el saludo y se lo devolvemos gustosos”.

F) Naturaleza y orientación: línea ideológica y carácter informativo del periódico. Como ya se ha mencionado en otras ocasiones, El Guadalete inició su andadura con talante progresista pero fue evolucionando hacia el conservadurismo hasta terminar sus días como periódico de derechas. Así lo corrobora Checa, que asegura que este proceso se desarrolló “de forma lenta pero continua” y que es “fiel reflejo de la burguesía jerezana”. El Guadalete, en un formulario que rellenan ellos mismos a petición de las autoridades, se declaraban independientes en 1923. El Diario de Jerez, por su parte, se manifestaba en el mismo contexto como periódico conservador. Hay que destacar que el segundo siempre fue más contundente en su afiliación conservadora, monárquica y católica que El Guadalete. En 1932, en otro documento similar conservado en el protocolo municipal 0559, aparece la calificación de “independiente, tendencia conservadora”. Ya en 1934 la definición era más clara: periódico de derechas”. Como ya hemos comentado en el apartado dedicado a los temas principales, el periódico se solía hacer eco de los conflictos obreros y de las necesidades de las clases trabajadoras aunque su perfil de público (a juzgar por diversos signos detectados a lo largo de la investigación) no respondía a este estrato social. Poco a poco, fue radicalizando su postura con respecto a las huelgas y paros, en las que se llegó a ver involucrado. Su postura frente a los diferentes regímenes que se desarrollaron en esta época en España quedó reflejada en diferentes artículos editoriales que se fueron publicando en momentos clave. El artículo

Lamentable pero… bajo el subtitulo de Lógica

Consecuencia, publicado el 14 de septiembre de 1923, habla de “los sucesos ocurridos en Barcelona”, es decir, del pronunciamiento de Primo de Rivera, ocurrido el día antes. Lamentaban lo sucedido pero también criticaron la situación que se venía padeciendo en España en los meses anteriores. Poco después se pronunciaron a favor de la dictadura. 115

El día 18 de septiembre, tras conocer las primeras medidas del directorio militar, termina así el editorial de portada: “Si ese es el comienzo, hay que convenir en que no va mal”. Eso sí, en el periódico hubo continuas referencias a la censura y a las intervenciones que padecían en las trasmisiones telefónicas (ejemplares de 16 y 18 septiembre de 1923). El 14 de abril de 1931 se publicó el articulo “Proclamación de la República”, donde argumentaba que el nuevo sistema político era la consecuencia de “la evolución de los tiempos”. No obstante, dedicó un “recuerdo de fervorosa simpatía al gesto caballeroso del augusto príncipe que hasta ayer ciñó la Corona de España”. En otro artículo que se insertó en la misma portada se cuestionan los resultados de las elecciones, donde la mayoría de los votos optan por la monarquía en el conjunto del país mientras que la opción republicana fue la elegida en las capitales como Madrid, con “noventa mil votos por treinta mil de los monárquicos”. El autor (cuya firma no aparece) se cuestiona “¿pero es que Madrid es España?” Titulares de editoriales como el siguiente “Por Jerez, por Andalucia, por España”, con antetítulo “La locura marxista” (publicado el 12 de enero de 1936) denotan la politización extrema a la que llegó este medio –en consonancia con la politización general de toda la prensa, que se decantó pronto por uno u otro bando– poco tiempo antes del estallido de la Guerra Civil. Siguiendo la tendencia general y ante la inestabilidad de la última etapa de la Segunda República, el periódico fue incrementando

sus

editoriales

de

opinión

política.

Su

tendencia

hacia

el

conservadurismo se acentuó ante los acontecimientos y finalmente fue víctima –junto con el Diario de Jerez, aún más escorado hacia la derecha– de los disturbios que en esas semanas se produjeron en numerosas ciudades españolas. El 7 de abril acababa de ser destituido Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República y se habían convocado elecciones para el día 26. Precisamente, los incidentes más graves se produjeron entre los días 14 y 15 de abril, cuando se produjo en Madrid un atentado del que se acusaron desde uno y otro bando. A los ataques de falangistas a asociaciones obreras de izquierdas respondieron éstas con atentados contra personalidades de la derecha y contra periódicos antirrepublicanos, así como iglesias y conventos. El Guadalete y Diario de Jerez no fueron los únicos que sufrieron asaltos en estas semanas. Ya previamente, en marzo, los talleres del periódico La Nación fueron destruidos y otros medios como El Ideal de Granada y La Gaceta de Levante también sufrieron ataques en sus instalaciones. 116

G) Localización de fondos Los ejemplares del año 1898 y de 1918 a 1936 se han consultado a través de Internet en la Biblioteca Virtual de Andalucía, dependiente de la Junta de Andalucía (http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/consulta/registro.cmd?id=102110) Los ejemplares de los años comprendidos entre 1899 y 1918 se han consultado también a través de Internet en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, dependiente del Ministerio de Cultura (http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=3633). No se conservan en ninguna de las dos webs los periódicos desde el 29 de septiembre de 1918 hasta enero de 1919. De 1919 en adelante, todo está en la Biblioteca Virtual de Andalucía.

4.3.3. El cuarto poder de El Guadalete Una vez completada la ficha descriptiva y analítica de El Guadalete, vamos a ahondar en uno de los aspectos que consideramos más relevantes en este periodo que estudiamos. Se trata de la función de este periódico local como cuarto poder, como contrapeso de los poderes políticos, tribuna de denuncia y defensa de los intereses de los ciudadanos. Esta conciencia social de los medios parte de la década de 1880 en Estados Unidos y da lugar a citas como la de Pulitzer en el World en 1883, donde define a su periódico como “democrático –dedicado a la causa del pueblo en lugar de a los potentados– que denuncie todos los fraudes y todas las farsas, que combata todos los males públicos y todos los abusos, que defienda al pueblo y luche con él con verdadera sinceridad”. Esta nueva funcionalidad del periodismo tiene en la prensa popular y en las conocidas como publicaciones muckraking a sus principales exponentes. El término anglosajón muckraking o muckrakers es habitualmente traducido como “rastrilladores de cieno”, aplicado al periodismo, aquellos que escarban para destapar o sacar a la luz asuntos ocultos o turbios. Fundamentalmente, esta tendencia periodística va a centrarse en los abusos de los poderosos hacia las clases más desfavorecidas de la sociedad, aquellos que solo podían comprar los periódicos baratos y entre los que circulaban de unas manos a otras los “penny papers”. Es el germen del periodismo de investigación, tendencia a la que no fue ajena El Guadalete desde sus primeros años de existencia. Habitual era la inclusión de artículos 117

sobre los problemas de la clase obrera y las necesidades de la ciudad en cuanto a infraestructuras, aunque hay ciertos casos en los que los periodistas de este medio fueron más allá de emitir sus opiniones al respecto, como analizaremos más adelante. Dice Timoteo Álvarez (1987, p. 25) que la sociedad del siglo XX puede definirse como “la sociedad de la información” puesto que es cuando “los viejos medios, siempre utilizados por poderes legales y reales, se convierten en casta dominante, capaz de dictar o, al menos, de influir decisivamente en las reglas del juego social”. A su juicio, los medios pasan a ser “los managers de la sociedad de masas”. Como cita García González (1999, pp. 56-57), “el periódico asume a diario la responsabilidad de convertirse en defensor de la ciudadanía frente a los hipotéticos abusos e injusticias del poder, y su arma será la objetividad”. Mantiene esta autora que la prensa contribuyó de esta manera a “la aceleración del cambio en las modernas sociedades urbanas”. Atendiendo al periodo comprendido entre 1898 y 1936, vamos a centrarnos en algunos de los casos que provocaron mayor efecto en las autoridades implicadas y que tuvieron mayor continuidad en las páginas del periódico.

4.3.3.1 Cadáveres en el centro de la ciudad: la insalubridad del cementerio y el análisis de muestras El primero de ellos es la denuncia que durante años formula El Guadalete sobre las deficiencias del cementerio municipal y la necesidad de contar con uno nuevo que respondiera a las características de una población en constante crecimiento. Para ello, hay que situarse en 1911, cuando Jerez sumaba en torno a 62.000 habitantes. Según el propio periódico, la tasa de mortalidad es de 25 por cada 1000 en vez de 12, como en otras ciudades, circunstancia que Javier Piñero –entonces director del medio– achacaba, entre otras cosas, a la insalubridad del cementerio de entonces, situado en la calle Santo Domingo (hoy pleno centro de la ciudad y ya habitado en la década de 1910). El 14 de abril de 1911 apareció por trigésimo sexta vez este texto de denuncia que se dirige “al señor ministro de la Gobernación y a la Dirección General de Sanidad, al Consejo Superior de Sanidad del Reino y a todas las autoridades” ya que “Jerez es un pueblo sin energía y sin pulso”. Aseguraban que había enterrados en apenas dos hectáreas 187.000 cadáveres y que “cuando llueve las aguas forman surcos dejando al descubierto tibias y calaveras en horrible profanación”, así como otros detalles escabrosos. Terminaron el texto explicando que “como El Guadalete lleva más de 118

treinta años pidiendo la clausura del Cementerio por nocivo a la salud pública y por atentatorio al sagrado reposo de la muerte, estas líneas se seguirán publicando diariamente hasta que se consiga tan justa, higiénica,

piadosa y necesaria media

(inserción número 36)”. A esta urgente necesidad se le sumó, además, una negligente construcción de la tapia de las nuevas instalaciones por lo que el traslado a otra necrópolis en mejores condiciones se retrasaba constantemente. Este asunto fue ampliamente abordado por El Guadalete, que publicó sucesivos artículos bajo el antetítulo de “Un gran escándalo” y que llegó a pedir al Ayuntamiento que llevara el tema a los tribunales. Según contaban las sucesivas informaciones –firmadas por el director, Javier Piñero–, las arcas municipales habían abonado 90.000 pesetas y había numerosos incumplimientos del pliego de condiciones en cuanto a calidades de los materiales y forma de construcción. A tal punto llega la investigación del periódico que Piñero afirma el 14 de julio de 1911 que “tenemos en nuestra redacción un trozo de la mezcla que se ha usado en los cimientos. Esta muestra recogida por nosotros mismos personalmente se desmorona con los dedos”. Aseguró que los motivos de la inconsistencia eran que estaba hecha de “una parte de cal y cinco de tierra” cuando tenía que estar formada por “una parte de cal y dos de arena”. Al día siguiente añadió que el análisis de la mezcla estaba hecho “por laboratorios oficiales”, lo que demostraba las deficiencias que habían denunciado los propios trabajadores de la obra. Nos encontramos, pues, ante un caso claro de periodismo muckraking, en el que los periodistas no se limitaron a consultar diversas fuentes sino que acudieron al lugar, revisaron ellos mismos las obras e incluso llegaron a coger una muestra de los materiales para someterla a un análisis experto y fundamentar con ello su denuncia pública. El siguiente capítulo en este asunto lo puso el conocido arquitecto sevillano Aníbal González, que fue designado por el contratista de la obra para determinar el estado de la tapia del nuevo cementerio. El informe se publicó el 8 de agosto de 1911 y en él se detallaban, efectivamente, varios incumplimientos con respecto al contrato firmado.

119

4.3.3.2

Medicinas

con

retraso

para

los

pobres:

inspecciones,

declaraciones y multas Otro de los casos que vamos a analizar con más detenimiento en este apartado para demostrar la faceta de El Guadalete como cuarto poder lo encontramos en noviembre de 1929. El día 22 el periódico insertó un artículo titulado “Las viviendas de los pobres”, bajo el subtítulo “Temas locales” y sin firma. Se trata de un texto en el que el autor describió el mal estado de las viviendas donde residían muchas familias obras y la necesidad de que el Ayuntamiento, como había anunciado, iniciara la construcción de edificios de viviendas que reunieran todas las condiciones de salubridad a precios asequibles para los más necesitados. Describió el periodista que eran muchas las penurias a las que se enfrenta esta clase social y, aprovechando que su acompañante en la visita a los barrios obreros era médico de la Beneficencia Municipal, el tema derivó hacia este servicio que presta el Ayuntamiento. Según le cuenta el facultativo, los medicamentos que se recetaban un día no siempre se sirven en la misma jornada y “ocurre que el enfermo que ha sido visitado por el médico a las diez de la mañana, no puede comenzar el uso de la medicina que ha de mitigar su mal hasta el día siguiente”. Solamente los casos de urgencia se atendían con garantía en la misma jornada. Sigue diciendo que “se trata de un defecto de organización que bien merece que el Ayuntamiento estudie el medio de corregirlo para evitar que se prolongue esta anormalidad que pueda ser causa de perjuicios irreparables, sin que quepa culpar más que a una organización defectuosa y anticuada”. Los efectos que esta denuncia tuvo fueron inmediatos. Como reza en el expediente 21706 del legajo 1003, el alcalde –Enrique Rivero– pidió una inmediata rectificación “como dispone la vigente Ley de Imprenta”. La petición sale publicada al día siguiente, 23 de noviembre, en las páginas del periódico. En ella aseguraba que en el artículo había afirmaciones respecto al funcionamiento de la farmacia municipal “completamente gratuitas y sin fundamento alguno”. En un comentario que se publica inmediatamente después de la carta, El Guadalete hizo su correspondiente valoración asegurando que hubieran publicado el escrito del alcalde “aunque la vigente Ley de Imprenta no nos impusiese el deber de insertar la rectificación que se nos pide invocando aquel texto legal”. A tenor de su función como cuarto poder, afirmaban en el texto que “con habernos hecho eco de la versión que motivó las líneas que dedicamos ayer a despacho de las recetas en los establecimientos municipales encargados de tan importante servicio, hemos logrado que se aclare una cuestión, de trascendencia 120

indudable (…)”. De esta forma, el medio se reivindicaba como herramienta útil para las necesidades de los ciudadanos. Pero el conflicto no quedó simplemente en la rectificación sino que el Ayuntamiento quiso comprobar de primera mano que las afirmaciones realizadas por El Guadalete no eran ciertas y averiguar quién había transmitido esa información al periodista. Con estos objetivos, las autoridades locales ordenaron inspecciones “sin previo aviso” al Botiquín de la Casa de Socorro y a la farmacia del Hospital de Santa Isabel. El mismo expediente aludido, conservado en el Archivo Municipal de Jerez, recogió el informe favorable de las inspecciones y la convocatoria del director del periódico, Diego Brocardo, a comparecer en el Ayuntamiento para declarar sobre el tema. La comparecencia del responsable del medio deja varias ideas relevantes para el análisis de la faceta de la prensa como cuarto poder, como analizamos en este apartadoDijo Brocardo que “creyendo prestar un servicio y cumpliendo además un deber de ciudadanía, estimé que debía acoger la versión para que pudiese llegar a noticia de quienes estuviesen facultados para corregir las faltas de referencia, en el caso de ser ciertas”. El director aludió, pues, a la publicación de la denuncia como la prestación de un servicio a los ciudadanos, al uso del periódico como altavoz. Curiosa fue la respuesta que Borcardo da al ser preguntado por la persona –el acompañante médico de la beneficencia municipal que dice ir con él en la visita a los barrios obreros– que le proporcionó esa información, de la que dice no haber sido testigo directo. “Es práctica en las redacciones acoger las informaciones que tengan verosimilitud y olvidar su procedencia”. Claramente, estaba protegiendo a su fuente. El Ayuntamiento mantuvo su empeño de descubrir al denunciante y, tras una serie de averiguaciones que no se detallan, llamó a declarar a Manuel Benítez Lagos, médico de la beneficencia municipal domiciliaria. El facultativo reconoció que esos comentarios se produjeron “en conversación particular con el señor Brocardo hace algún tiempo” y que “nunca creyó ni autorizó que pudiera ser objeto de una información periodística”. A grandes rasgos, el médico explicó que las medicinas solicitadas por la mañana se servían en el mismo día pero que cuando la receta llegaba a determinadas horas de la tarde, no se entregan hasta el día siguiente a no ser que llevaran la petición de urgentes. Argumentaba, además, que eran los propios pacientes los que solicitaban a los médicos que hicieran la petición urgente para así poder contar con el remedio en la misma jornada. 121

Nada más se sabe de las consecuencias que pudo padecer este profesional por haber hecho estas declaraciones al periodista. El conflicto siguió en el periódico, donde el día 11 de diciembre apareció una breve reseña de la declaración de Brocardo en el Ayuntamiento sobre el tema. Se dio la circunstancia de que este texto “no ha sido sometido a la previa censura” por lo que le impusieron una multa de 500 pesetas. Esta sanción –comentada en la ficha en su epígrafe específico– fue recurrida por el periódico y el caso acabó en manos del gobernador civil de la provincia, sin que se conserve la resolución en el legajo consultado. Para terminar, vamos a reseñar brevemente cómo el alcalde comunica la situación a su superior provincial con una descripción del periódico. En ella asegura que el diario se había caracterizado desde 1852 “por su apartamiento e independencia de toda actuación política (…) circunscribiéndose a los servicios de información y publicidad y salvando siempre los respetos personales”, no obstante, continúa en el texto, “existen datos, no de error rectificado sino de tendencias precisamente contrarias a aquellas de que se alardea” y recuerda anteriores casos de sanción contra el medio.

4.3.3.3 Denuncia política: la incompatibilidad de los concejales y sus acciones “perturbadoras” Otro de los casos más destacados que hemos detectado en El Guadalete en su vertiente como cuarto poder lo encontramos apenas un año antes de su desaparición, en junio de 1935. El día 22 apareció un artículo titulado “Incompatible y perturbador”, bajo el antetítulo “Caso de incapacidad” y sin firma. En él, el autor denunciaba que el teniente de alcalde y responsable de Vías y Obras, Andrés Villagrán, no podía ser concejal en Jerez porque estaba jubilado del Ayuntamiento de Arcos e incapacitado por enfermedad para ejercer cargo público. Además, le acusaba de suprimir el servicio de los carritos de limpieza viaria para dar la concesión a “un grupo de amigos o allegados para que disfruten del presupuesto municipal”. Según se desprende del artículo, no es la primera vez que el periódico denunciaba las incompatibilidades de este concejal con su cargo pero sí los “rumores” respecto a “los proyectos” del político paras una futura concesión del servicio. Se preguntaba el autor “¿Pero qué mil diablos perseguirá el incompatible Sr Villagrán con esta orden tan absurda como perturbadora?”. Según el legajo 0463, el Ayuntamiento abrió expediente solicitando a los administrativos municipales que realizaran un informe con una relación de los gastos hechos por el concejal en cuestión. El 4 de julio del mismo año, el director de El 122

Guadalete, Diego Brocardo, acudió a declarar al Ayuntamiento acerca del artículo publicado. No solo corroboró lo que aparece en el artículo sino que el director del periódico aportó aún más datos acerca de las intenciones de Andrés Villagrán respecto al servicio de limpieza viario de la ciudad. Aseguró que el concejal pretendía darle el trabajo a un hijo suyo y dio un buen número de nombres que podrían certificar este punto, así como demostrar una serie de actuaciones irregulares llevadas a cabo por el político. Finalmente, aseguró que el concejal, al realizar en persona las compras de materiales de obra y otros efectos, se habría quedado “con un 5% del importe de las facturas”, algo fácil de comprobar revisando las cuentas. Según recoge el expediente, el responsable del periódico afirmó que “si lo dicho en El Guadalete no es suficiente denuncia, que se considere así su comparecencia”. Como hemos visto en anteriores procesos, el Ayuntamiento inició en los días siguientes una ronda de declaraciones de todas las personas nombradas por Brocardo. Aunque algunos de ellos lo negaron todo, otros sí que certificaron algunas de las actuaciones denunciadas, como la de que un conductor de Bomberos acudiera a una localidad cercana a recoger cal viva con un camión de la limpieza que se averió por el peso de la carga. El propio Villagrán también compareció en el Consistorio y defendió su actuación asegurando que con la compra directa de los materiales por su parte ahorró al Ayuntamiento un 40% del coste de la cal viva y un 25% del ladrillo. Igualmente, también negó todo lo relativo a su intención de conceder el servicio de limpieza viaria a un hijo suyo o cualquier otro allegado. Como nos ha ocurrido en otros casos aquí reseñados, el expediente termina con la elaboración de un informe general elaborado por el responsable de la investigación al alcalde, sin que tengamos conocimiento de su resolución.

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CAPÍTULO 5 El Guadalete, en la senda de la prensa de empresa 5.1. Conclusiones generales: la reivindicación de la prensa local Cuando abordamos la realización de este estudio acerca del paso de la prensa política a la prensa de empresa en El Guadalete, también nos planteamos la necesidad de contribuir con él a la historia del periodismo en Jerez y en Andalucía. Tradicionalmente marginada frente a los estudios sobre los grandes periódicos madrileños, la historia de los periódicos de ámbito provincial y local proporciona nuevas claves al estudio de la prensa y evidencia que no todos los periódicos evolucionaron de la misma forma hacia los nuevos modelos. Por fortuna, los investigadores cada vez prestan más atención a los procesos comunicativos que se desarrollan en contextos más reducidos, labor que humildemente hemos querido desempeñar con la investigación planteada en este TFM. Como ya destacamos en el Capítulo 1, a pesar de la relevancia que El Guadalete tiene en el periodismo jerezano, no existe hasta la fecha una monografía que aborde su existencia como elemento de análisis. Son numerosas las obras, dedicadas o no al periodismo en concreto, que lo mencionan o bien como fuente de hechos pasados o bien como objeto de estudio aunque sin la profundidad que, al menos, ha pretendido este trabajo. En líneas generales, este estudio cualitativo de El Guadalete ha supuesto un paso más en el conocimiento del periódico de mayor longevidad en la historia del periodismo jerezano y ha abierto nuevas vías de investigación para conocer muchos otros aspectos de este medio de comunicación aún por descubrir. Esta aportación a la historia del periodismo jerezano se puede extrapolar a los ámbitos provincial y andaluz. La relevancia de la provincia de Cádiz en la historia del periodismo ha estado ligada, habitualmente, a la Constitución de 1812, una fecha de indiscutible relevancia. No obstante, hay que incidir en que la importancia de este territorio no se quedó circunscrita al siglo XIX y a la capital sino que hubo otros periodos y ciudades que merece la pena estudiar, como es el ejemplo de Jerez o el del Campo de Gibraltar. Situamos así a la localidad de Jerez y a la comarca, como nos planteábamos en nuestros objetivos, como un núcleo activo y renovador del periodismo gaditano. En el caso de Andalucía, este estudio traspasa la centralidad regional de Sevilla y Málaga como exponentes del periodismo andaluz para adentrarse en la prensa 125

de provincias, sometidas a otros ritmos y circunstancias. Siguiendo los postulados de la microhistoria, El Guadalete y sus circunstancias pueden servir como ejemplo relevante y relevador de procesos comunicativos más amplios. De igual forma, hemos puesto en valor los preciados fondos hemerográficos que se conservan de El Guadalete. Si bien la colección está físicamente completa en la Biblioteca Municipal de Jerez, hay que destacar que la digitalización de la mayor parte de ella y su libre acceso a través de Internet hacen todavía más asequibles las investigaciones. Hemos comenzado a explotar, en el buen sentido de la palabra, estos ricos recursos digitales que pueden ser sometidos a múltiples y variados análisis con los que ahondar en la historia del periodismo.

5.2. Conclusiones específicas: un ejemplo de modelo mixto Fueron varias las preguntas a las que nos enfrentamos al comienzo de este estudio sobre El Guadalete. Todas ellas, en un ejercicio de expresión mínima y quizás excesiva, se pueden reducir básicamente a dos: ¿Evolucionó el periódico del modelo de prensa política a la prensa de empresa? ¿Cómo lo hizo? Para seguir el rastro de ese proceso, elegimos el periodo comprendido entre 1898 y 1936, etapa en la que otros diarios de similares características también se enfrentaron a esta transformación, en mayor o menor medida. Tras el análisis pormenorizado del periódico –con la consulta de alrededor de medio millar de ejemplares– y la consulta de la bibliografía específica, podemos afirmar que El Guadalete estuvo a caballo entre los dos modelos o, como diría García Galindo, que responde a las características de un modelo mixto. El autor considera periódico mixto a aquellos en los que “coexisten aspectos viejos y nuevos del periodismo”. Se refiere, principalmente, a “los periódicos políticos y a los de información, o dicho de otro modo, a los que son de opinión y pretenden ser de información” (García Galindo, 1995, p. 160). Son varias las características que nos llevan a situar a nuestro objeto de estudio dentro de esta clasificación que también abordan Seoane y Saiz (1996) bajo la denominación de modelo híbrido. En el lado de la prensa política encontramos rasgos como el estancamiento en solamente cuatro páginas durante todo el periodo (salvo suplementos excepcionales), la escasa utilización de fotografías, la proliferación de artículos bajo epígrafes generales o de sección (es decir, sin la estructura moderna de 126

titulares y subtítulos informativos), la lenta evolución del diseño y el formato sábana. En el otro extremo de la balanza –el de la prensa de empresa– tenemos que reseñar otra serie de características que, aunque mantenemos la clasificación como modelo mixto, nos permiten afirmar que El Guadalete estaba en la senda del periodismo de empresa. La evolución fue lenta e incluso experimentó en sus últimos años un anquilosamiento (Checa Godoy, p. 442) del que ya no saldría pero sus páginas sí acogieron algunas incorporaciones y novedades que merece la pena destacar. La incorporación de secciones como Notas del reporter, Cosas Taurinas, De fútbol y Sucesos locales responden al nuevo modelo de prensa informativa que ya se había impuesto en los periódicos de tirada nacional en la década de 1930 y que se abría paso en las provincias con retraso. La inclusión de fotografías –aunque no asiduamente pero sí en momentos e informaciones puntuales–, la atención a nuevos públicos como las mujeres, la incorporación de adelantos técnicos como el telégrafo y el teléfono, la contratación del servicio de agencias, la inserción de la publicidad en todas las páginas del periódico, la defensa de la dignificación y el asociacionismo de la profesión, y la conciencia y aplicación de las nuevas funcionalidades de los medios de comunicación – como la denuncia pública– colocan a este periódico en el camino de la modernización. No obstante, la politización general de la prensa a partir de la Segunda República detuvo la senda reformista, más acusada en las dos primeras décadas del siglo XX que en la tercera. Siguiendo las hipótesis trazadas en el Capítulo 1, desgranamos a continuación los principales resultados no sin antes destacar que no se trata de conclusiones cerradas sino de propuestas susceptibles de revisión en próximas investigaciones. 1. Teniendo en cuenta los datos esbozados anteriormente en líneas generales, podemos corroborar la primera de las hipótesis que nos planteábamos en este TFM: El Guadalete estuvo atento a las innovaciones periodísticas de la época y las fue incorporando en la medida de sus posibilidades. Como hemos reseñado más arriba, el periódico estaba claramente en la senda del periodismo de empresa aunque tenemos que situarlo dentro de la clasificación de modelo mixto, ya que no terminó de deshacerse de rasgos propios de la prensa de partido. 2. Aunque nos hemos encontrado limitaciones a la hora de ahondar en la modernización del periódico como empresa, podemos afirmar que durante el periodo estudiado se sentaron las bases del funcionamiento moderno de un 127

medio de comunicación. Algunos de esos signos de modernización fueron la ampliación del número de redactores y su especialización. Es el caso, por ejemplo, de dos conocidos periodistas –Rafael Pozo Roldán y Manuel Pareja Isla, bajo los seudónimos de Don Braulio y Adrián Pulido– que se especializaron respectivamente en las secciones de toros y de deportes. En esta conclusión también podemos apuntar el incremento de la publicidad en el periódico y, por consiguiente, de ingresos, o la venta al número, de cuya generalización tenemos constancia a partir de 1913. 3. Entre la plantilla de El Guadalete figuran algunos de los periodistas que han pasado a la historia local, y sobre todo, a la historia del periodismo jerezano, por su implicación en la dignificación de la profesión. Diego Brocardo, Manuel Pareja Isla, Rafael Pozo Roldán y Onofre González Quijano, entre otros, se encuentran entre los principales impulsores –algunos de ellos incluso ostentaron la presidencia– de la Asociación de la Prensa de Jerez. Es habitual encontrar en las páginas del periódico la mención al colectivo y a las actividades que organizaba. Además de estas referencias concretas, El Guadalete también insertó en sus páginas reflexiones acerca del periodismo y de los periodistas, lo que demuestra que la profesionalización del sector era uno de sus caballos de batalla. 4. Otra de las hipótesis que podemos refrendar tras el estudio del periódico es la de su función como cuarto poder. Desde sus primeros años, El Guadalete ha mostrado su preocupación por los problemas de las clases desfavorecidas y por los intereses de la ciudad. No obstante, esta función se hizo aún más evidente en el periodo que estudiamos con ejemplos relevantes que hemos reseñado en otros apartados como la necesidad de un nuevo cementerio y la denuncia de irregularidades en su construcción, la acusación de mal funcionamiento de la farmacia municipal o la publicación de presunta malversación de fondos públicos por parte de un concejal que ni siquiera podía serlo debido a incompatibilidades laborales.

Dada la amplitud del tema que hemos abordado, estas conclusiones son solo algunas de las muchas que pueden desprenderse de un estudio más exhaustivo de El Guadalete, el periódico a la vez más conocido y más desconocido de los jerezanos. 128

5.3. Nuevas vías de investigación Las limitaciones de espacio y tiempo propias de un TFM dejan abiertas otras líneas de trabajo para investigaciones futuras, que pueden abordar cuestiones más específicas del medio. Dejamos esbozadas las siguientes, a modo de propuestas: 1. Este TFM ha cubierto humildemente el periodo comprendido entre 1898 y 1936 pero aún queda por profundizar en la existencia de este periódico entre 1852 y 1898, o antes aún, en su primera etapa entre

1837 y 1852,

incluyendo a su antecesor, El Charlatán. 2. Aunque aquí lo hemos abordado suscintamente, la profesionalización del periodismo vista desde un periódico local como El Guadalete es un tema digno de estudio para futuras investigaciones. Desde la fundación de la Asociación de la Prensa hasta las reflexiones generales sobre el ejercicio del periodismo dan suficiente material para emprender una nueva investigación que construya las bases de la conciencia profesional del periodismo jerezano. 3. Relacionada con la propuesta anterior, también sería interesante investigar acerca del papel de las mujeres periodistas. Tras el ejemplo de la considerada como periodista pionera –Carolina de Soto– las primeras representantes femeninas se incorporaron en estas primeras décadas del siglo XX y hemos encontrado a algunas de ellas en la redacción de El Guadalete, como María de Xerez, seudónimo de la escritora Carmen Carriedo. 4. La relación entre los diferentes aparatos censores y El Guadalete en sus diferentes etapas es otro tema interesante para abordar en una próxima investigación. 5. En líneas más generales y extrapolando el objeto de estudio a todos los periódicos de Jerez, otro posible aspecto para investigar puede ser el análisis de la lectura de prensa en Jerez, con un contexto temporal limitado a criterio del investigador.

Con el esbozo de futuras líneas de investigación relacionadas con este TFM, solo pretendemos corroborar que este trabajo ha puesto las bases de una futura Tesis Doctoral que siga ahondando en los pormenores de uno de los periódicos más longevos de la prensa andaluza, contribuyendo así a una mayor y más profundo conocimiento de la historia del periodismo. 129

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ANEXO DOCUMENTAL

Este anexo incluye todos aquellos documentos que hemos considerado claves en nuestra investigación y a través de los que se puede seguir la evolución de El Guadalete entre 1898 y 1936, como hemos desarrollado a lo largo de todo el trabajo.

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INDICE

Documento 1: Portada del 3 de enero de 1898. Documento 2: Portada del 15 de abril de 1936. Documento 3: Portada del 1 de enero de 1904, con el anuncio de innovaciones en el periódico. Documento 4: Cabecera del 6 de agosto de 1904, con la publicación por primera vez del número de teléfono de la redacción. Documento 5: Artículo aparecido en la página 2 del 1 de octubre de 1910, con el anuncio de modificaciones e innovaciones en el periódico. Documento 6: Dos suplementos especiales publicados en El Guadalete los días 1 de noviembre de 1914 y 4 de julio de 1915, respectivamente Documento 7: Crónica taurina y crónica deportiva en portada (22 de julio de 1925 y 9 de mayo de 1926, respectivamente). Documento 8: Portada del ejemplar del 2 de septiembre de 2013 con un gran reportaje que lleva varias fotografías. Documento 9: Portada del 13 de julio de 1922, con un gran reportaje que lleva fotografías firmadas. Documento 10: Corresponsalías/enviados especiales. En este caso, se trata de un artículo firmado por Diego Brocardo (director del periódico a partir de 1912) escrito desde Melilla como enviado especial, en julio de 1909. Documento 11: Técnicas publicitarias. Publicidad de la cafetería La Estrella dividida en pequeñas inserciones en diferentes columnas (octubre de 1905). Documento 12: Autopromoción del periódico y campañas promocionales. Documento 13: Publicidad en portada. Documento 14: Metaperiodismo.

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Documento 15: El Guadalete en su función de cuarto poder: los casos del cementerio, la farmacia municipal y el concejal Villagrán.

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Documento 1: Portada del 3 de enero de 1898, fecha de inicio de la etapa que abarca este TFM.

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Documento 2: Portada del 15 de abril de 1936, último número del periódico.

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Documento 3: Portada del 1 de enero de 1904, con el artículo “A nuestros lectores”, donde el periódico da cuenta de las innovaciones que va a incorporar a partir de ese momento.

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Detalle para su lectura:

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Documento 4: Cabecera del 6 de agosto de 1904, con la publicación por primera vez del número de teléfono de la redacción, uno de los signos de su modernización.

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Documento 5: Artículo aparecido en la página 2 del 1 de octubre de 1910, con el anuncio de modificaciones e innovaciones en el periódico. Es la fecha en la que más novedades se incorporan.

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Documento 6: Dos suplementos publicados en El Guadalete los días 1 de noviembre de 1914 y 4 de julio de 1915, respectivamente.

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Documento 7: Noticia taurina y crónica deportiva en portada (22 de julio de 1925 y 9 de mayo de 1926, respectivamente).

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En detalle, para su lectura

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Documento 8: Portada del ejemplar del 2 de septiembre de 2013 con un gran reportaje que lleva varias fotografía (sin firmar).

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Documento 9: Portada del 13 de julio de 1922, con un gran reportaje que lleva fotografías firmadas.

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En detalle

La firma de la foto

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Documento 10: Corresponsalía/enviados especiales. En este caso, se trata de un artículo firmado por Diego Brocardo (director del periódico a partir de 1912) escrito desde Melilla como enviado especial, en julio de 1909.

158

Documento 11: Técnica publicitaria. Se trata de un anuncio de la cafetería La Estrella, dividida en pequeñas inserciones en diferentes columnas (17 de octubre de 1905, página 2).

159

Documento 12: Autopromoción del periódico y campañas promocionales.

160

Documento 13: Publicidad en portada (26 de julio de 1922).

161

Documento 14: Metaperiodismo.

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Documento 15: El Guadalete en su función de cuarto poder: los casos del cementerio, la farmacia municipal y el concejal Villagrán.

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El último de los artículos destacados, en detalle para su lectura

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