Discurso del Rector de la Universidad Pontificia Comillas en la Inauguración del Curso

Discurso del Rector de la Universidad Pontificia Comillas en la Inauguración del Curso 2012-2013 Exmo. y Rvmo. Sr. Nuncio en España del Papa Benedicto

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Discurso del Rector de la Universidad Pontificia Comillas en la Inauguración del Curso 2012-2013 Exmo. y Rvmo. Sr. Nuncio en España del Papa Benedicto XVI, Reverendo P. Vice-Gran Canciller y Provincial de España de la Compañía de Jesús, Dignísimas Autoridades, Autoridades Académicas, Presidente y Patronato de la Fundación de la Universidad Pontificia Comillas-ICAI, Profesores e investigadores, Alumnos, Personal de Administración y Servicios, Antiguos Alumnos, Señoras y Señores, Amigos todos. En este mi primer acto de inauguración del curso académico de la Universidad Pontificia Comillas como Rector, quiero que mi primera palabra sea para desear a todos y cada uno de los que formáis parte de esta comunidad universitaria y a cuantos nos honráis con vuestra amistad, confianza y apoyo un año donde tengamos fuerza para superar las dificultades y buscar el bien. El día 1 de septiembre todos los centros universitarios de los jesuitas en España han pasado a depender del Provincial de España, el P. Francisco José Ruiz, antiguo alumno de nuestra Facultad de Filosofía y desde hace cinco días Vice-Gran Canciller de nuestra Universidad. En nombre de toda la comunidad universitaria agradezco el P. Juan Antonio Guerrero sus años de empeño como Vice-Gran Canciller y a usted le doy la bienvenida más cordial. Responderemos a lo que nos pide el P. General con la generosidad y la lealtad que caracterizan a Comillas. Este curso comienza con un adelanto temporal considerable: casi un mes antes que hace no muchos años; una precocidad a la que aun no 1

estamos acostumbrados. Habíamos hecho una parte del cambio de calendario y durante el curso nos dimos cuenta, no sin debate y sin confrontación de opiniones, que si no completábamos el cambio perdíamos las ventajas de empezar antes: la ventaja de dejar prácticamente completo el primer cuatrimestre con la mayor parte de los exámenes hechos antes de las vacaciones de Navidad y la ventaja de facilitar los preciados intercambios de estudiantes extranjeros. Pues bien, decidimos pensando en lo mejor para nuestros alumnos y aquí estamos el 5 de septiembre abriendo este nuevo curso. Aprovecho para recordar que en el centro de esta decisión hemos puesto primero y antes que cualquier otra consideración el beneficio para el aprendizaje y la formación de nuestros estudiantes. Eso es, ni más ni menos, lo que en Comillas debemos siempre hacer. Las molestias y sacrificios que el cambio acarree o pueda acarrear los aceptamos y aceptaremos de buen grado si mejora la formación de nuestros estudiantes. Este es un importante criterio de discernimiento en una universidad jesuítica que tiene que ver con poner en el centro a la persona del estudiante y su desarrollo, y con el mayor servicio, lo cual comporta un continuo salir del propio amor, querer e interés. El refrán ese que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano se puede traducir aquí como: no por empezar antes rebajamos las incertidumbres y la dureza del momento social que vivimos y que afecta de lleno a las universidades. El pasado lunes fui testigo de ello en el boicot que algunos hicieron en la Universidad Autónoma de la Inauguración oficial del curso en las Universidades madrileñas: los gritos y los pitidos mataron a las palabras; desde luego no me parece el camino más apropiado para superar los problemas. Vengo insistiendo en mis discursos en que nuestra comunidad universitaria no puede sentirse ajena a las circunstancias difíciles que vive el país porque no vive en una burbuja, aunque goza de buena salud, aunque nuestros alumnos vienen a cumplir con sus obligaciones de estudio serio y aunque mucha gente sigue confiando en nosotros. El no sentirnos ajenos a las situaciones críticas tiene a mi juicio una dimensión personal y otra institucional. Creo que es conveniente tener las dos presentes y cultivar la sensibilidad en ambas. Para mí esta sensibilidad no está en contradicción con que reconozcamos con 2

satisfacción cómo la mayor parte de nuestras carreras siguen contando con el favor de los estudiantes y de sus familias. Impresiona comprobar el alto, incluso altísimo nivel, de los expedientes de nuestros alumnos. Este año, por ejemplo, hemos subido en casi todas las carreras la media de la nota de corte para la admisión. Tampoco nos sentimos ajenos a la situación tan difícil que vivimos por haber podido acometer importantes inversiones en nuevos edificios en el campus de Cantoblanco y reformas de cierto calado en los edificios como este en el que nos encontramos (este verano le ha tocado sobre todo a la aulas del Instituto de Idiomas y las aulas informáticas) y en el edificio de Rey Francisco donde se alberga la ICADE Business School. El esfuerzo ingente que hemos realizado en la mejora de nuestras instalaciones responde a necesidades de actualización y a nuestra voluntad de dar un mejor servicio y de no achicarnos en estos tiempos que corren, pero en absoluto ha de interpretarse como señal de que nademos en la abundancia o como licencia para atolondradamente apuntarse a la no austeridad. La austeridad es parte de nuestro estilo de buen uso de los medios y sobriedad, tanto porque no nos sobra nada como por respeto a los que lo están pasando mal. Junto a mi equipo de gobierno estoy convencido de que para que los estudiantes y sus familias nos sigan eligiendo tenemos que mantenernos sin repliegues temerosos, en continua innovación y en búsqueda real de la excelencia en lo que conforma nuestra oferta universitaria. En ese sentido, permitidme que señale los principales acentos que manejamos para conseguirlo en este curso que aquí comienza: Primero: Seguir cuidando la cooperación con otros agentes sociales del mundo empresarial y profesional, implicando más a nuestros antiguos alumnos. Al tiempo que ahondar en la cooperación con otras universidades con las que compartimos identidad y misión y con las cuales sumar esfuerzos sea ganancia para todos. La colaboración interuniversitaria la tenemos bien delineada dentro del Proyecto Aristos Campus Mundus y dentro de UNIJES, en su nueva etapa. Segundo: apostar por más internacionalización, tanto en la capacidad de atraer alumnos extranjeros como en la salida temporal de nuestros 3

estudiantes y profesores e investigadores. La internacionalización de la Universidad, en el terreno de la investigación, nos la jugamos no solo en tener publicaciones de relevancia, sino en crear sujetos y equipos investigadores transnacionales. Y en el terreno docente, la internacionalización se ha ido haciendo patente en el elevadísimo número de intercambios de alumnos, aspecto que nos ha distinguido en los últimos años. Pero también se ha traducido en la pretensión de que todo estudiante de la Universidad esté en condiciones de desenvolverse con fluidez en otros idiomas, particularmente en inglés, con una formación de calidad de altura universitaria. La internacionalización, asimismo, repercute en la propia selección y orientación de los títulos, pues debe tener presente que la formación integral de los alumnos no puede entenderse hoy en día sino en “solidaridad para con el mundo real”, un mundo fuertemente globalizado. También forman parte de ese objetivo experiencias de formación como los programas INSIDE que este año se han visto enriquecidos con el INSIDE Kenia en el que han participado casi 20 personas, o las experiencias de voluntariado organizadas por la universidad en Perú, Kenia o India. Tercero: Este curso vamos a dar un impulso decidido a la cultura de emprendimiento dentro de la Universidad. Ya hacemos cosas pero aun están bastante desarticuladas. Queremos coordinarlas y sacar provecho del valor añadido de poner en común a quienes se forman en Ingeniería, Derecho, Empresariales o Ciencias Sociales y Humanas. Hay datos que dicen que solo el 10% de los estudiantes universitarios españoles piensan en crear una empresa o en trabajar como autónomos, frente al 70% de los norteamericanos. Pero en Comillas, por el talento y talante de nuestros alumnos, tenemos óptimas condiciones para avanzar en el fomento de las vocaciones emprendedoras y empresariales. Hemos de lograr que poner en ejercicio buenas ideas y crear empleos se conviertan en preocupaciones de la mayoría de los excelentes alumnos que tenemos. Aquí el retorno social que puede dar nuestra universidad tiene ya un valor grande y reconocido por muchas empresas donde trabajan nuestros egresados. Aun puede dar más de sí y los antiguos alumnos nos ayudarán a ello. 4

Cuarto: Aplicando las reglas ignacianas, en los tiempos difíciles que nos tocan hemos de ir sólidamente a por más innovación, comenzando por la innovación en la propia casa, revisando, actualizando y fortaleciendo nuestros grados, másteres y doctorados. Nos hemos empleado a fondo desde que asumí el Rectorado. Ya está inscrita en el registro del Ministerio de Educación la nueva Escuela Internacional de Doctorado Comillas y en los próximos meses esperamos poner en marcha la oferta de diez programas de doctorado en las áreas en las que nuestra investigación es mejor y con mayores posibilidades. Potenciaremos ésta dentro de focus áreas seleccionadas en el Aristós Campus Mundus, orientando hacia ellas, por ejemplo, las convocatorias de proyectos propios de investigación que se hagan con equipos de Deusto o Ramón Lull. Respecto de los grados, el curso que comienza también traerá algunas significativas novedades. No estoy aun en condiciones de dar noticia detallada de ellas, porque están en pleno proceso de decisión dentro de las facultades, a las cuales agradezco su buena disposición, pero en buena medida tendrán que ver con la combinación de los grados de Derecho y de Empresariales con el grado de Relaciones Internacionales y con otros cambios que harán a nuestros títulos más atractivos y competitivos, con el fin de seguir atrayendo alumnos y de dotar a éstos de una formación que les permita mejorar su competencia humana y profesional en el mundo globalizado. La evaluación ha de alcanzar asimismo a nuestros programas de postgrado, que deben ser analizados para ser viables, bien aceptados por sus destinatarios y coherentes con las demandas profesionales y académicas. En esta renovación, además de la tradicional buena comunicación con nuestro alumnado, pasado y presente, y con diversas instancias sociales y laborales para la adecuada percepción de sus necesidades e intereses, será clave la colaboración leal y fructífera entre los Centros de la Universidad, lo que contribuirá no sólo a optimizar recursos sino, sobre todo, a enriquecer nuestros estudios y a ahondar en nuestra misión universitaria. El empuje a la innovación también tendrá este curso otras novedades de interés, entre las cuales quiero destacar una: Se integrarán en nuestro campus universitario de Cantoblanco dos grupos de chicos y 5

chicas con Síndrome de Down para realizar módulos formativos específicos. Esto sucede en el contexto de la relación que nuestra Universidad, a través del Instituto de Familia, ha establecido con la Fundación Síndrome de Down de Madrid. Esta importante novedad se verá reforzada desde el punto de vista de la investigación con la creación de una Cátedra especializada en Familia y discapacidad. Queremos, por supuesto, que la integración de algunas personas con discapacidad intelectual sea beneficiosa para ellos, al favorecer el desarrollo de sus competencias profesionales y sus muchas cualidades personales, y que también sea beneficiosa para todos los que trabajamos y estudiamos en Comillas. Será un desafío de integración y de humanización que afrontamos con ilusión y esperanza cristiana. Para el quinto lugar he dejado la orientación fundamental que subyace a cualquiera de nuestras actuaciones. No cabe duda de que, en la consolidación de nuestra oferta académica en la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, han sido elementos esenciales la dedicación y la ilusión del profesorado y del personal de administración y servicios de la Universidad. Con su empeño y desempeño, realizados en muchos casos con alto grado de generosidad, nos hemos adaptado al cambio con naturalidad, al tiempo que hemos profundizado en nuestras señas de identidad, hasta hacer de la reforma una oportunidad para reforzar nuestra posición en el mundo universitario y en la sociedad. Pero los tiempos que corren no nos permiten la complacencia. Si queremos conservar nuestra prestancia en el ámbito docente universitario, debemos mantener, proseguir y avivar nuestro esfuerzo y la identificación con la misión de la Universidad de acuerdo con los pilares del paradigma de la tradición en que nos ubicamos. Un modelo de formación universitaria que viene del siglo XVI y que se ha ido enriqueciendo con el paso de los siglos. Cuatro Metacompetencias indican las dimensiones de desarrollo de la formación integral: Utilitas (dimensión de preparación práctica y profesional), Humanitas (dimensión humanista), Iustitia (dimensión social) y Fides (dimensión religiosa y espiritual). Aunque sean palabras que hayáis oído otras veces, conviene volver a ellas y ahondar en lo que significan. Las cuatro 6

forman un conjunto indisoluble que debe guiar el trabajo de la universidad y de los profesores e investigadores, y no menos de todos los que con los servicios ayudáis a que los alumnos aprendan y se formen. El P. Nicolás ha dicho: “No [se trata de] formar a los mejores del mundo, sino formar a los mejores para el mundo. Con lo que la excelencia de un profesional se mide ante todo es con el parámetro del mayor servicio a la familia humana”1. Y eso se vuelve imperativo por exigencia misma de la fe cristiana que da base y fundamento a Comillas. La fe a la que el Papa Benedicto ha decidido dedicar el año que se inaugurará el próximo 11 de octubre, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. El año de la fe invita a que comprendemos de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino el acto con el que uno decide entregarse libremente a Dios, confiar en Él y tener el coraje de aceptar su amor concreto. Lo cierto es que existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento. El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (cf. Rm 10, 10). El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo. La acción de los labios simboliza la respuesta libre que uno da2. Esa fe en Jesucristo no es una abstracción alejada de la vida real o algo reservado a minorías selectas. La fe libera, compromete y envía, respetando las mediaciones de lo real y su legítima autonomía, porque el Dios que protagoniza y toma la iniciativa en el encuentro no se halla fuera de la realidad mundana, sino que está en el mundo y el mundo en Él. Por eso, es posible “amar a Dios en todas las cosas y a todas en Él” (San Ignacio) y por eso podemos decir que la fe cristiana comporta la obligación de “hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella” (I. Ellacuría). Ahí se engancha el tríptico de fe-justicia-cultura. Si para el cristiano todo tiene su sentido último y pleno en Cristo, ese sentido no niega sino que refuerza la consistencia propia de lo creado y rechaza la visión dicotómica entre lo sagrado y lo secular, entre este 1 2

P. A. NICOLÁS, Conferencia “Misión y Universidad ¿Qué futuro queremos?”, Barcelona, ESADE, 12 de noviembre 2008. Cf. BENEDICTO XVI, Carta apostólica en forma de Motu proprio Porta Fidei (11 de octubre 2011).

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mundo y el mundo por venir, entre el desarrollo humano y la evangelización. Desde el punto de vista del conocimiento que busca la verdad de la persona humana, exige que respetemos el método propio de cada una de las ciencias o artes, sin olvidar la profundidad del ser y el sentido donde la Filosofía y la Teología tienen algo indispensable que aportar. Y supone una vocación hacia la interdisciplinariedad como cauce de respeto a una realidad compleja, diversa y plural. Proceder según esos criterios, al fin y a la postre, nunca puede desembocar en una oposición entre la ciencia y la fe, a pesar de conflictos y desencuentros. Ese don y tarea que es la fe no pertenece solo ni a las actividades especializadas que organiza el Servicio de Pastoral ni solo al ámbito personal y privado de las convicciones íntimas de cada persona: “La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree” (Porta Fidei, 10). Tendremos este año un tiempo propicio para profundizar en la alegría insobornable de esta dimensión creyente de nuestra vida y de nuestro trabajo universitario. Os animo a que entre todos lo hagamos y busquemos los tiempos para ello, sin estridencias, con sencillez y hondura. Como hacemos las cosas más valiosas e importantes de la vida. La lección inaugural que acaba de pronunciar el Profesor José Luis Fernández de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y Director de la Cátedra de Ética Económica y Empresarial, nos ha guiado con brillantez por los vericuetos de la sostenibilidad y la urgencia de su tratamiento interdisciplinar. En estos momentos de crisis, los cuestionamientos de la sostenibilidad del modelo económico, de las estructuras sociales del llamado Estado de Bienestar, de la estructura política del Estado o del clima de nuestro planeta están presentes por todas partes. A nosotros en Comillas nos concierne en prácticamente todas las áreas de conocimiento que cultivamos. Es obvio que la sostenibilidad tiene un muy relevante componente ético, ya que la cuestión que pretende resolver es, en el fondo, la forma más apropiada o más justa de distribuir los recursos existentes. Por ejemplo, el desarrollo ya no se contempla hoy sólo centrado en la mejora de la suerte de los pobres y desposeídos del mundo, sino que mira también a la mitigación de los niveles de riqueza y las pautas de 8

consumo entre los ricos de la tierra. Y esto no se puede afrontar sin recurrir a la ética, tanto en su perspectiva filosófica como teológica. Así es como quiere tratar una Universidad católica como la nuestra estas cuestiones. Agradezco al Profesor Fernández la oportunidad de su lección, a la vez que hago votos para que acertemos a reforzar nuestro trabajo en pro de la ética y la sostenibilidad. Voy concluyendo. Todos y cada uno de nosotros podemos llenar de sentido y de valor el tiempo que vivimos; tiempo de incertidumbre que nos presiona y a muchos aflige. Frente a lo que puede parecer, la mayor parte de las cosas que vamos a vivir durante el curso no pertenecen a la categoría de leyes inexorables ante las cuales la libertad humana ha de plegarse y rendirse. Al contrario, dependen de la acción humana y por tanto del uso que hagamos de la libertad. Ser persona significa en buena medida responder desde la libertad para convertir lo que nos pasa en bien para nosotros y para los demás. La sabiduría tiene que ver con ese arte de vivir que en medio del fragor cotidiano conserva una mirada que traspasa la superficie de las cosas; una mirada así tiene parte de esfuerzo pero sobre todo de don. En eso fue maestro el Cardenal Martini, jesuita que fue arzobispo de Milán y Rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, a quien quiero rendirle sentido homenaje y darle las gracias al Señor por su vida y su obra. Dijo al recibir el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2000: “Hoy un espíritu dialogante es más necesario que nunca. Pero para eso se necesita antes de nada haber profundizado bien la propia identidad. La Biblia, y en particular los evangelios y las cartas de Pablo, son como el espejo que… nos hace entender quiénes somos y qué estamos destinados a ser. Para dialogar es además necesario cultivar una espiritualidad basada en el silencio, en la escucha…. Hoy es necesario que cualquiera que tenga una responsabilidad pública disponga en su jornada momentos de silencio prolongado, tanto más largos cuanto más grandes sean sus responsabilidades. El episodio bíblico de Elías en la caverna del monte Oreb nos cuenta que la voz de Dios no se manifestó ni en el viento impetuoso ni en el terremoto ni en el fuego, sino "en un débil murmullo de silencio" (1 Re 19, 13). El silencio abre el corazón y la mente a la escucha de lo que es esencial y verdadero”.

Tomemos en serio esa invitación en una sociedad del conocimiento y la hiperinformación, donde no sólo hay una profunda crisis sino muchos 9

ruidos, mucho conocimiento inútil y no poca información superficial e incluso tramposa. Buen curso y muchas gracias a todos por su atención.

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