Docente: Monica Incorvaia. Asignatura: Taller de Reflexión II. Mato, Dolores. CAPÍTULO 1: El pueblo Egipto

Docente: Monica Incorvaia Asignatura: Taller de Reflexión II Mato, Dolores CAPÍTULO 1: El pueblo Egipto 1.1: El don del río Nilo Egipto corre longitu

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Docente: Monica Incorvaia Asignatura: Taller de Reflexión II Mato, Dolores

CAPÍTULO 1: El pueblo Egipto 1.1: El don del río Nilo Egipto corre longitudinal al río Nilo y se encuentra comprimido entre valles, montañas y desiertos, forma parte de la Mesopotamia (en griego “entre ríos”). Si bien el estar a orillas del Nilo les proporcionaba una supuesta fertilidad en las tierras, tenían que enfrentarse a la escasez de lluvias, a las grandes sequías y a las inundaciones, que luego descendían rápidamente dejando una tierra fangosa y habiéndose llevado las semillas a su paso; de modo que para poder subsistir debieron crear el sistema de regadío, que les permitiera mantener las tierras fértiles. Construyeron presas para retener el agua de las inundaciones y abrieron canales desde los ríos para regar los campos desérticos. La construcción de estas obras, y tantas otras importantes en el Antiguo Egipto, fueron posibles gracias a la gran organización social que estaba controlada por una clase dirigente específica para cada evento. Por lo tanto, las comunidades que estaban a orillas del Tigris y el Éufrates, al ver resueltos los problemas que referentes a la agricultura, comenzaron a desarrollar otro tipo de actividades, como la producción de alimentos y de productos artesanales, surgió la especificidad en oficios, y creció a gran escala el comercio, la administración y la defensa del territorio. Los desbordes del Delta del Río Nilo fueron calendarizados de modo de poder anticipar la marea, las crecientes y bajantes, y así poder seguir sacando provecho de sus cualidades. De ahí surgió la casta sacerdotal, capaz de predecir los "enfurecimientos" del Nilo y de ofrecer los sacrificios necesarios para que regresara al cauce deseado en el momento preciso. La rígida separación entre los trabajadores y la casta sacerdotal permitió que se

constituyera un poder absoluto, siendo el monarca una figura divina, junto al Sol y al Nilo. La línea sucesoria era femenina, puesto que la condición divina la transmitía la madre y no el padre, el término "Faraón" designaba un título femenino. Se dice que “el desierto protegía a Egipto de enemigos exteriores”, pero lo cierto es que el río constituía una excelente ruta de transporte, que gracias a los vientos del norte eran fácilmente navegables, y facilitaban la tarea de los invasores, quienes encontraban muy atractiva las tierras mesopotámicas. 1.2: Ingreso a la indumentaria egipcia El clima fue uno de los grandes factores que determinaron el tipo de indumentaria que usaría la civilización egipcia, desde la materialidad, el color, la forma, la densidad del textil, hasta la situación de uso. Es por ello, que las prendas se confeccionaban mayormente en lino, no solo por ser un junco próspero a orillas del Nilo, sino por su liviandad y ligereza, apto para tolerar las altas temperaturas. De todos modos, existían las telas de lana, algodón y seda, dependiendo de qué se buscara comunicar en ella época y cuáles fueran sus medios. Por ejemplo, la lana fue raramente empleada por considerarse un tejido impuro, al estar asociado a los pueblos asiáticos. Muy peculiar es la constante de la indumentaria egipcia a los largo de sus 3000 años de historia, que se mantuvo fiel a las tipologías tradicionales, no variando el color (blanco), la situación de uso, y, apenas, los largos modulares. Esto se debe, como se dijo más arriba, al clima, cuya elevada temperatura no dejaba muchas opciones. Se trataba de una evolución sobre el mismo vestido base. La vestimenta de los pueblos varía de acuerdo a múltiples factores: características orográficas y climáticas, características antropológicas, pautas culturales, etc. Todos los pueblos del mundo desarrollaron diversos tipos de calzado que a su vez se manifestaron en una multiplicidad de modelos que respondieron a necesidades propias. El egipcio vivía en un medio ambiente peculiar: desiertos, mesetas pedregosas, marismas y lagunas. Era caminante por excelencia, le era más cómodo ir descalzo, salvo en desiertos puesto que la arena levanta mucho la temperatura y lastima los pies. Las sandalias eran conocidas desde la prehistoria, pero en el caso de Egipto se las usaba en ocasiones especiales. La mayor parte de la indumentaria fue hallada en las tumbas. Sabemos también como se vestían a través de relieves, esculturas o

pinturas, pero generalmente vemos al rey y a la familia real, los funcionarios o la elite. Nuestra visión a través de la iconografía, es, en consecuencia, parcial. (Alejandra R. Cérsosimo, 2002, p.61). CAPÍTULO II: Vestuario y belleza de acento egipcio Al analizar las prendas de moda en una sociedad, encontraremos discrepancias entre las que utilizaban las clases poderosas, y los trabajadores o esclavos 2.1: Hombre En el Imperio Antiguo se utilizaba el schenti (Sken-tee), o faldellín, una tela rectangular cuyos extremos se cruzaban y anudaban a la altura de la cadera, y llegaba por encima de las rodillas. En ocasiones utilizaban pieles de animales, como el leopardo, otorgándole poder a quienes la usaban, ya sean soldados o figuras religiosas, en eventos sociales o festividades. Los trabajadores iban desnudos o con un ligero paño de lino, más pequeño, a modo de "chiripá". Estas prendas eran un elemento indispensable, sobretodo para quienes debían trabajar a plena luz del día, posibilitándoles el movimiento y alivianándolos de ropa. En el Imperio Medio, el schenti se alargó, los hombres comenzaron a utilizar elaborados adornos prendidos al cinto, y a finales de este periodo usaron un doble schenti con una faja triangular. En el Imperio Nuevo, los hombres importantes solían utilizar una capa o saya sobre los hombros para cubrirse el torso. Las prendas eran las mismas, pero compuestas de piezas de tela más grandes y con drapeados más intrincados y decorados. Ambos sexos utilizaban schenti drapeados y plisados, sostenidos por prendedores, tirantes o fajas, y con mangas hasta los codos. Los hombres cambiaban su vestimenta con mayor frecuencia que las mujeres, se estima según los pictogramas que los hombres tenían más de 40 indumentos distintos de variada forma, largo y detalle. Sin embargo, son las mujeres quienes introducen mayores cambios. 2.2: Mujer En el Imperio Antiguo el kalasiris o túnicas carecían de cortes y costuras, eran paños envolventes, drapeados al cuerpo; eran ajustadas y caían desde el

pecho hasta los tobillos, sujetas por anchos tirantes. La sobriedad tanto en la indumentaria como en el peinado marca la pauta de esta época. El vestido femenino evolucionará a lo largo de la historia de Egipto, mientras que el del hombre mantendrá el schenti corto. En el Imperio Medio el busto se muestra sin reparos, la túnica ajustada desde debajo del pecho hasta el tobillo. Había modelos de trajes amplios con mangas, pero no era lo habitual. En cambio, el Imperio Nuevo es el auge de las transparencias y los pliegues, marcando el cuerpo con otra sensibilidad y logrando una silueta de curvas suaves. El kalasiris se sujetaba a la cintura con fajines de colores o cenefas, que se entreabrían dejando ver las piernas de sus dueñas. Ciertas veces se cosían plaquitas, de fayenza o pasta de cristal, que al caminar chocaban entre sí produciendo un sugerente sonido como de campanillas. Sobre el kalasiris se superponía una saya o capa corta plisada, con la que se cubría los hombros en forma de abanico. El kalasiris que usaban las mujeres de los campesinos y artesanos, eran más amplios, permitiéndoles trabajar con mayor comodidad. 2.3: Accesorios Dado que las tipologías de la indumentaria no variaban mucho, eran necesarios los accesorios para lograr distinción y prestigio. Las pelucas se realizaban con cabello natural o con fibras vegetales. Los sacerdotes tomaron la costumbre de afeitarse la cabeza y el rostro, así como todo el cuerpo, en señal de pureza, y así los siguieron los nobles. Aunque hay ejemplos, en el Imperio Antiguo, de funcionarios con bigotes. El uso de la barba no era habitual aunque se la encontrase en campesinos desaseados o en quienes la dejaban crecer como señal de duelo. Esa barba en nada se asemejaba a la de los faraones, en lapislázuli, que era señal de divinidad. Tanto las mujeres como los hombres se afeitaban el cuerpo entero, incluyendo la cabeza. El pelo en un país con intenso calor, era poco querido entre los egipcios. Sin embargo, las pelucas, de melena corta durante el Imperio Antiguo y alargándose hacia el Imperio Nuevo, se usaban como elemento de connotación erótica, al igual que el tipo de peinado que llevasen. Cuando una mujer se citaba con su amado o se preparaba para el amor, se dedicaba mucho más y tenía más cuidado en arreglar su peluca o en aparecer

muy bien peinada. Tan importante era el llevar bien peinada la peluca que, las sirvientas arreglaban el cabello de las damas invitadas a un banquete. Durante el Imperio Medio el tratamiento dado a las pelucas se iría complejizando, se trataría de pelucas más pesadas, en forma de rollo (imitando la iconografía de la diosa Hat-Hor), bipartitas, tripartitas, y cuadradas, estarían adornadas con moños o piezas de oro. En el Imperio Nuevo las pelucas eran más pesadas, con pequeñas trenzas, tirabuzones u ondas a media espalda, y adornadas con joyas semi preciosas o con coronas de nenúfares. Las pelucas se guardaban en cajas junto a las “tenacillas” para ondular el cabello, y la cera de abeja para fijar las ondas. Las sirvientas, no utilizaban pelucas y llevaban el cabello largo. Se encontró un taller de pelucas con vasos de alabastro que contenía pelo humano, redes de lino en forma de gorro que servían de base para las pelucas y que se ataban a la cabeza, una caja que contenía alfileres de hueso, un punzón de bronce, y fragmentos de dos cuchillos de sílex. Acudían a un modelo de cabeza en el cual se trazaban en líneas negras la estructura de la peluca, tratamiento que se hace hoy en día para sombreros, incluso el que hacen los sastres de alta costura sobre el cuerpo del maniquí. Para cubrir la cabeza usaban un tocado particular, el Claf, conformaba por un lienzo de lino preparado en forma cuadrangular cuyos extremos superiores se sujetaban bajo la nuca quedando bien firmes por sobre la frente, y quedando los extremos inferiores sueltos a los lados cubriendo la cabeza. Los trabajadores podían utilizar paños de lino atados detrás de la nuca con algún cordón, evitando así el polvo y la suciedad en su cabello, que el sudor no descendiera a sus ojos y que el cabello no estorbara en su tarea. Este paño era llamado “el paño de los aventadores”. La utilización de una diadema de oro y piedras semipreciosas y la piel de un felino, como el leopardo, rodeando el torso a modo de capa y sujeta con sus propias garras, eran símbolo de realeza. También utilizaban un gorro, como base de las pelucas, que podían colocárselo solo para cubrir el cráneo rasurado. El calzado más utilizado eran las sandalias cuya materia prima era, generalmente, el junco o el papiro. Los egipcios eran duchos en el curtido del

cuero, el cual utilizaban como tiradores para las túnicas, o bien, en el calzado, por cierto muy costosos. Las sandalias comunes o para la vida cotidiana se hacían de papiro, las especiales en cuero, madera, hojas de palmera, metales preciosos y hasta marfil de elefante. En egipcio sandalia se denomina “tbwt”, las había en negro o en blanco de acuerdo a la situación de uso, las blancas eran de uso ritual, y las negras de uso diario. En la vida cotidiana el hombre común iba descalzo y solo en ocasiones especiales usaba sandalias. Cuando tenían que ir a algún sitio las portaban en la mano o las ataban al extremo de un bastón, y las calzaban cuando llegaban a destino. El rey, en cambio, poseían un funcionario cuyo título nobiliario era el de "Porta sandalias del Rey", miembro de la familia real que llevaba las sandalias atadas a su muñeca izquierda y un cuenco en su mano derecha, una caja pequeña atada alrededor de su cuello que contendría el sello del rey, y un taparrabos de dos largas tiras que colgaban sobre sus muslos. Una de las teorías dice que el cuenco servía para recoger la sangre de la víctima en la ceremonia del mazazo en la nuca. En estas ocasiones el porta sandalias era la mano derecha del rey, adquiriendo un rol de gran importancia, y sugiriendo por metonimia las connotaciones que tenía en su época el calzado, considerándose incluso, según la iconografía, símbolo de la vida. Otra interpretación sobre la importancia de este calzado es la de su finada autoridad, al usar los faraones sandalias con la punta levantada señalando al cielo, al espíritu elevado; y a su vez, representaban en su suela a los enemigos de modo que mágicamente el rey los pisoteara cada vez que daba un paso, y quedase por sentado su predominio. Los trabajadores vestían un schenti simple y sandalias de junco que eran provistos por el Estado, además de una pieza de fino lino para ocasiones especiales. Los niños de las clases trabajadoras iban desnudos y descalzos hasta la pubertad, por lo tanto no hay calzados de esta tipología. No se encontraron talleres de artesanos que se dedicasen a estos fines, por lo que se piensa que eran realizadas por las mujeres en el hogar. De acuerdo a las condiciones climáticas y geográficas, el caminar no era tarea fácil, por lo que se valían de compresas, ungüentos, pomadas, bálsamos, vendajes y otros métodos para curar las enfermedades y dolencias de los pies,

como así el dolor de pantorrillas, la picazón y los calambres. Para curar la hinchazón, por ejemplo, se recomendaba esparcirse larva de renacuajo cocida en aceite. El proceso del teñido de telas se introdujo muy lento en Egipto. Sin embargo, a pesar de ser sus túnicas blancas, no escaseaba el color. Los brazaletes, aros, colgantes, anillos y tobilleras estaban hechos en piedras semi preciosas o en arcilla, bañados en azules, verdes, marrones y dorados que contrastaban con las túnicas. También utilizaban valonas (grandes cuellos que se colocaban sobre los hombros y se cerraban bajo la nuca) y fajas, bordadas con hilos de oro y piedras semipreciosas, que colocaban sobre la piel o sobre las túnicas. En el Imperio Nuevo se introdujo, bajo la influencia de los Sirios, los bordados con motivos de la flor de loto, el papiro, pájaros en vuelo y formas geométricas. Emblemas sacros, como el escarabajo y el áspid (pequeña víbora venenosa) eran usados por la nobleza y el clero. 2.4: Higiene A diferencia de otras civilizaciones, la egipcia tenía un gran sentido de la higiene, considerándola no sólo ritual si no necesaria, ya sea para mantener bello y puro el cuerpo que luego pasaría a mejor vida, o para ayudarles a tolerar el clima y mantener el cuerpo fresco. Solían, a su vez, lavar constantemente sus prendas a utilizar obteniendo una imagen impecable. •

El Aseo:

Actividad que se realizaba diariamente, varias veces al día, es preciso aclarar que por las familias mas acaudaladas. Su baño consistía en una suerte de ducha, pasaban el agua a través de un cestillo que la dispersaba como si se tratara de un tamizado. Al bajar el sol, se refrescaban en las aguas del estanque que toda buena familia tenía en la parte central de su patio. La gente trabajadora, a la hora de su aseo personal, se introducía en una bacha (lo que hoy en día sería una bañadera), donde iban vertiendo el agua, con otra vasija más pequeña. Para lavarse manos y cara, disponían de jofainas o lavabos. Los menos agraciados, o los esclavos, se bañaban en el Nilo o en canales

aledaños.

Un baño alternativo, realizado generalmente por los soldados en campaña, era fregarse

el

cuerpo

con

arena

para

despojarse

de

la

suciedad.

Dado que las altas temperaturas sometían al cuerpo a una transpiración excesiva, los beneficios del baño duraban poco, por lo que inventaron el desodorante, realizado a partir de trementina e incienso en polvo, o de incienso, alumbre y mirra, aplicados en diferentes partes del cuerpo. Por las mañanas y luego de cada comida, recurrían al aseo bucal, que consistía en enjuagues de nitrita o natrón disuelto en agua. De tener halitosis (mal aliento), tomaban una pastilla de kifi,mezcla de semillas de alholva molidas, incienso, mirra, bayas de enebro, resina de acacia, pasas y miel. •

El Embellecimiento:

Ya en ese entonces recurrían a la exfoliación para mantener la piel tersa, suave y limpia de impurezas. Se untaban sobre el cuerpo, la cara y las manos, una pasta compuesta por polvo de alabastro, natrón rojo, sal y miel, que luego enjuagaban con agua, y secaban. Para evitar que la piel se resecara en contacto con la arena, el viento seco y el sol, la mantenían húmeda con ungüentos, logrando una piel suave y elástica. Éstos se hacían a partir de aceites tanto animales como vegetales, se empleaban grasas de hipopótamo, cocodrilo y gato. Los egipcios también conocieron los beneficios terapéuticos de

los

masajes

corporales

con

aceites

y

otros

ungüentos.

Mantener un rostro joven ha sido y es la lucha del hombre y la mujer desde la Antigüedad. La mujer egipcia no se exponía al sol, y las campesinas lo hacían sólo en época de cosecha. Para combatir las arrugas y pecas una buena opción era aplicarse a diario una pasta de resina de terebínto, cera de abeja, behen fresco, hierbas de chipre y aceite de alholva, previamente triturada y macerada. 2.5: Maquillaje Cuando los hombres y las mujeres del antiguo Egipto se maquillaban los ojos, no lo hacían solamente para resaltar la belleza de los mismos. El mesdemet o khol que obtenían de la galena (sulfuro de plomo) o de la antimonita (sulfuro de antimonio), lo empleaban también para prevenir enfermedades oculares, como repelente de moscas y para evitar el reflejo del sol. A su vez, cuando se pintaban los ojos, representaban a Horus, amuleto con el que invocaban la protección mágica de su persona. Por un tiempo también se empleó una sombra

verde, udju,

que

se

obtenía

de

la

malaquita.

Oscurecían sus cejas y pestañas con polvo de galena mezclado con agua que se aplicaba con palitos de madera, metal o hueso. Este sería el antecedente de lo

que

hoy

conocemos

como

Rimmel.

A los labios se les aplicaba, con pincel o con el dedo, oxido de hierro humedecido, dándoles una tonalidad rojiza, pintura que por un tiempo también se lo aplicó sobre los pómulos. Desde estos tiempos eran frecuentes las pinzas de depilar, las cuchillas para rasurar, los tarros para ungüentos, recipientes para el khol,espejos, peines de hueso o madera, y pinceles, entre otro sinnúmero de elementos de tocador. El peine arrastraba la suciedad y las liendres, sobretodo los piojos, portadores de enfermedades

como

el

tifus.

Las canas eran un problema para las mujeres ya desde ese tiempo, por ello optaban por cubrírselas con diferentes tónicos: como henna, sangre de vaca negra hervida y mezclada con aceite, o grasa de serpiente negra. El olor que emanaba de estos ungüentos no era nada agradable, por lo que recurrían a esencias para aplacarlo. Otro efecto no deseado era la opacidad y resecamiento del cabello, debiendo recurrir a las yemas de los huevos del cuervo

negro

para

devolverle

el

brillo

e

hidratación.

Tanto los hombres como las mujeres se hacían la manicura y pedicura, y utilizaban barniz o laca blanca para decorar sus uñas.

CONCLUSIÓN El aporte más relevante, apreciable y alucinante fue el saber de buena tinta la importancia y valor del río Nilo. Me crea una cierta sensación de impacto el solo hecho de pensar que era sagrado, venerado y honrado y lo que traía consigo. Gracias al mismísimo se desprende y desglosa la vida, y cuando digo vida es literal, del pueblo egipcio. Es impresionante que el clima haya sido el determinante en lo que respecta a la indumentaria egipcia, a la vez que la sensualidad y la feminidad predominaban, pese a la poca evolución que la misma tuvo a lo largo de su historia.

Sin duda alguna es un pueblo que supo adaptarse, ajustarse y acomodarse al clima fluvial. Sinceramente me parece un pueblo hermoso e ilustre, que nos ha dejado testimonio de su indumentaria gracias a los dibujos y relieves plasmados en las tumbas y templos.

BIBLIOGRAFÍA •

CIMMINO,F.- La vida cotidiana de los Egipcios. Madrid, 1991.



MONTET,P.- La vida cotidiana en Egipto en tiempos de los Ramsés. Madrid, 1990



ROBINS, G.- Las mujeres en el antiguo Egipto. Madrid, 1996.



STROUHAL, E.- La vida en el antiguo Egipto. Barcelona, 1994.



http://www.egiptomania.com/vidacotidiana/indumentaria.htm



http://www.civilization.ca/civil/egypt/egcl06e.html



http://www.institutoestudiosantiguoegipto.com/la_belleza_y_la_higiene_e n_el_an.htm



http://www.transoxiana.org/0104/sandalias.html

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