DON QUIJOTE Y LA BALSA DE PIEDRA: EL MUNDO. Joanna Courteau Iowa State University

DON QUIJOTE Y L A BALSA DE PIEDRA: EL MUNDO TRANSFORMADO Joanna Courteau Iowa State University Con su obra, la Balsa de Piedra (1986), José Saram

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DON QUIJOTE

Y L A BALSA DE PIEDRA:

EL MUNDO

TRANSFORMADO

Joanna Courteau Iowa State University

Con su obra, la Balsa de Piedra (1986), José Saramago nos invita a leer El Ingenioso DonQuijote de la Mancha (1605, 1615) no tanto por puntos, como contrapuntos, no tanto por conver­ gencias como divergencias. El diálogo que así se establece entre las dos obras mediante repartées y touchés, a pesar de divertido, no deja de hacer parte del proceso dialógico inter textual, defini­ do por Mikhail Bajtín, como una comunicación continua entre afirmaciones pasadas y futuras referentes a un tema. En la traduc­ ción al inglés de Todorov "Every utterance enters into a relation with past utterances and those of the future, which it foresees as answers (53)," Bajtín afirma que los textos dialogan entre si aun en ausencia de la intención consciente del autor. La visión de este proceso dialógico es ampliada por Julia Kristeva que entiende todo texto "como una esponja que absorbe y transforma una multiplicidad de otros textos [traducción de la a] (74)." En un artículo anterior traté de mostrar que Saramago no solo hace una lectura crítica de un texto del siglo XVII del famo­ so orador Antonio Vieira, pero, mediante el proceso analizado por Michel Butor, lo apropia y lo transforma de tal manera que llega a completarlo (73). En el caso de Don Quijote, José Sarama­ go hace una lectura inusitada y por lo que yo haya podido averi­ guar aun no teorizada por los críticos: al mundo utópico de Don Quijote el contrapone el mundo distópico de La Balsa de Piedra, el cual solo se entiende a través de una lectura cuidadosa de Don Quijote. De hecho, en este caso, él invierte el proceso de Michel Butor: es la lectura de Don Quijote que completa el sentido de la Balsa de Piedra. La yuxtaposición de las dos obras complica el

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discurso contemporáneo sobre la cultura y las practicas sociales, tal como lo expresan Raymond Williams y Jacques Bourdieu. Es importante observar que el diálogo con Don Quijote no se establece sin la intervención consciente del autor. José Saramago insiste en que nos fijemos en el texto del Quijote por alusiones di­ rectas e indirectas, y algunas veces hasta nos dirige a pasajes es­ pecíficos. Entre las alusiones directas hay varias referencias a Don Quijote y "su triste figura" como también a " un lugar cuyo nombre recordar no quiero" como ha señalado María Fernanda de Abreu en su ponencia del primer día. Una de las mas cómicas alusiones directas es la que se le ocurre a Joaquim Sassa justa­ mente cuando estaban en la Sierra Morena " o que teme o que fez, [Don Quijote] em couro, aos saltos, como doido, no meio dos penhascos da Serra Morena( 137)." Otra referencia directa toca a Rocinante, el cual se compara con el burro de nombre Platero "mas se este tem urna rara cor de prata, chamasse Platero e honraría o nome, como Rocinante, sen­ do antes rocim, nao desmerecía o seu (297)." La historia de Rocinante también sirve de referencia para el coche "Dos Caba­ llos", que obviamente había sustituido a un vehículo que anterio­ rmente era conducido por dos caballos biológicos, el cual, al transcurrir la novela, vuelve a convertirse en un vehículo de dos caballos biológicos. "O mundo da tantas voltas que pode bem acontecer perderem um automovel Dois Cávalos e acharem urna galera com dois cávalos (241)." Curiosamente en la historia del burro se evoca directamente El platero y yo de Juan Ramón Jiménez sin confirmar el paralelo entre Sancho Panza y su amo, Roque Lozano, un campesino sumamente practico, cuyo pragmatismo se resume en dos pala­ bras "Si no la [Europa] veo, es porque nunca ha existido (Losada 100)." Este hombre pragmático es el mismo hombre, que al fin del viaje, insiste en cavar la tierra para enterrar a su compañero, este señor "seco de carnes" que se llama Pedro de Orce, el cual en la apariencia remonta tanto a Don Quijote como a Cervantes. Paralelos menos directos son inferidos por el lector. Entre los más importantes así inferidos se encuentra el marco escénico. Cervantes coloca a un hombre loco en el mundo de la novela, el cual intenta transformarlo según su visión fantástica derivada de

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los libros de caballería "solo me fatigo por dar a entender al mundo el error en que está en no renovar en si el felicísimo tiem­ po donde campeaba la orden de la andante caballería (590)." El choque absurdo que resulta de la confrontación de este individuo con el mundo acaba por hacerle daño tanto a sí mismo como a aquellos a quienes este trata de ayudar, como es el caso del huér­ fano Andrés. Por otro lado, Saramago, al separar la península ibé­ rica del resto de Europa, coloca el mundo histórico en una situa­ ción fantástica, dibujando a través de la novela el resultado del choque de este mundo con los seres humano. Por medio de efec­ tos carnavalescos de un mundo que se ve trastornado, sea por un loco en un caso o sea por si mismo en el otro, los dos autores crean una situación hipotética en la cual se puede observar el ser humano en una situación de crisis, lo que les lleva a efectuar un análisis profundo del fenómeno cultural. Para analizar los efectos de este choque, los dos autores adop­ tan una estructura paralela por medio de la cual proporcionan una visión totalizadora del mundo de la época de producción, el cambio en las prácticas ante el choque con lo fantástico, y las conclusiones que se pueden derivar de este choque. Su visión total del mundo incluye un reconocimiento de la historia, geo­ grafía, mitología, tecnología y, medios de comunicación de la época, en resumen un reconocimiento integral de la vida social y cultural de la época de producción. Es como si hicieran un com­ pendio, un inventario de todo lo que se sabe en esta época. Los dos son libros para el fin del mundo. Si el mundo, tal como lo conocemos, sucumbiera ante estos ataques fantásticos, quede aquí documentado que así era. Unos pocos ejemplos bastarán para aclarar el paralelo carác­ ter enciclopédico de las dos obras y para mostrar que la obra de Saramago completa y pone al día el reconocimiento hecho por Cervantes. Por ejemplo, los cinco peregrinos en su viaje de esca­ pe del trastorno de la península no solo siguen la ruta de nuestro ingenioso caballero andante; pero, motivados por la situación pe­ culiar de la península y ayudados por la modernización de carre­ teras, la alargan, añadiendo al esbozo geográfico del Quijote, Portugal, Galicia, y los Pirineos. De esta forma queda confirmada la unidad geográfica de la península. Así mismo, añadiendo los

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más recientes descubrimientos arqueológicos, representados por el Hombre de Orce, que podría también ser el Hombre de Burgos u otro de los famosos restos petrificados de algún antepasado europeo o africano de los seres humanos de hoy, Saramago ex­ pande el conocimiento histórico contenido en el Quijote. El ingre­ diente arqueológico no sólo expande el conocimiento pre-histórico pero también añade otro concepto posterior a la época de Cervantes, el concepto de evolución de Darwin. Las dos obras muestran los efectos del fenómeno fantástico en la vida de los hombres y mujeres que habitan este mundo. En el mundo de Don Quijote los personajes necesarios para sostener la vida material y cultural de la época: los arrieros, los cabreros, las prostitutas, los castellanos, las pastoras, los labriegos, los pri­ sioneros, los músicos, los poetas, los juglares, los bailarines, los actores, y hasta los animales y objetos aguantan, algunos con to­ lerancia otros con resistencia, los ataques de locura de Don Qui­ jote. El resultado del choque se nos ofrece de una doble perspec­ tiva, la del narrador o la de Sancho, y la de Don Quijote, como es el caso de los molinos de viento, cuya resistencia a su ataque la explica Don Quijote como fenómeno supernatural. En el mundo de la Balsa de Piedra también figura la recepción del fenómeno fantástico por todos los tipos sociales, incluso técnicos y turistas, animales y artefactos de la tecnología moderna. Por ejemplo, en el caso del apagón se muestra la reacción ante la pérdida de la electricidad, que incluye el reciclaje de los medios antiguos de iluminación, "com trémulas maos acenderam-se as velas ñas casas, as lanternas de pilhas, os candeeiros de petróleo, os casticais de prata fina, os de bronze, as palmatorias de leitao, as esquecidas candeias de azeite (36)." Un grupo de destaque en Don Quijote proporciona el modelo para los sobrevivientes del cataclisma de la Balsa. Después de observar los detalles de la vida de los cabreros los cuales, "No entendían aquella jerigonza y no hacían otra cosa que comer, callar... Acabado el servicio de carne, tendieron sobre las zaleas gran cantidad de bellotas avellanadas, y justamente pusieron en el centro un medio queso, más duro que si fuera hecho de argamasa (98)," Don Quijote les ofrece su visión de la vida en la edad de oro en la cual dominaba la justicia "Todo era paz entonces, todo

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amistad, todo Concordia(99)," sin mencionar que es precisamente lo que acaba de presenciar entre los cabreros, pero un lector aten­ to como Saramago reconoce su fuerza seminal y se vale precisa­ mente de este modelo de vida de "amistad, paz y concordia," para salvar a los cinco peregrinos fugitivos del caos destructivo del mundo de pies arriba. La vida ideal que los salva, teorizada por Don Quijote y prac­ ticada por los cabreros, es una vida sencilla y sosegada en la cual domina la comunicación oral. En esta vida hay poco tiempo para hablar y combinar, para escuchar cuentos fantásticos o historias verídicas, noticias de guerra con los turcos, recitaciones de can­ ciones o poemas, o representaciones dramáticas. Al contraponer la abundancia cultural de sus respectivas épocas a esta vida sen­ cilla, tanto Cervantes como Saramago demuestran cuanto de la cultura es superfluo y cuan poco tiene que ver con la misión prin­ cipal del hombre que es el sobrevivir. Mientras los cabreros, si­ tuados en el siglo XVI, se sientan al rededor de un fuego para co­ mer, los hombres de nuestra época, como se ha visto arriba, se valen de todos los medios accesibles para no aguantar ni un mo­ mento la oscuridad. Lo que resalta de esta yuxtaposición de los dos episodios es que, para escapar al trastorno mundial, los cinco sobrevivientes de Saramago vuelven a la iluminación sencilla de fuego de lefia de los cabreros. El deseo de Don Quijote da la vida sosegada de antaño se cumple a través de los cinco peregerinos de Saramago, que adoptan, para sobrevivir, la vida sencilla de los cabreros. La descubierta de la verdad profunda de lo poco que se nece­ sita para vivir y lo cuanto de nuestro aparato cultural es superfluo, lleva los dos autores a aludir a mitos y cuentos antiguos para de­ mostrar en las tradiciones del pasado y los choques del presente que la civilización occidental se ha alejado mucho de lo que es la sobre vivencia, señalada en la vida sencilla de la edad de oro de Helas, a la cual alude Don Quijote. Los dos autores se sirven de la mitología clásica para subrayar este desencuentro entre la so­ brevivencia y la cultura, estableciendo así una relación entre las creencias antiguas y modernas como, por ejemplo, el mito de Cerbère: Si ladran los perros mudos de Cerbère, el fin del mundo se acerca, profecía que se cumple cuando se da la separación de

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la península. Lo que nos enseña este ejemplo es que hay que ha­ cer caso a la naturaleza que anuncia los desastres naturales. Ya los sabios de la Antigüedad así lo tenían entendido. La tradición clásica señalada por Cervantes, y reiterada por Saramago, sirve para destacar este choque entre la civilización y la sobre vivencia. El caso del "louco de Lisboa," que nos hace pensar en el loco de Sevilla, es un ejemplo paradigmático de esta incompatibilidad entre la civilización y la sobre vivencia. El loco de Lisboa es el único sobreviviente de un naufragio, a quien salva el río Tajo al tragarlo y depositarlo en el centro de la ciudad de Lisboa. El marinero, balbuceando, como un loco, de placer al oír el agua dulce de la fuente es tomado por tal por la guardia civil que lo mata a tiros para prevenir disturbios en la ciudad desierta. Con el ejemplo de este mal afortunado marinero, Saramago ilustra dos puntos importantes: la imposibilidad de sobre vivencia de un individuo sólo y la inutilidad de estructuras estatales en momentos de crisis cataclísmicas. El ejemplo de los cinco sobre vivientes confirma esta deducción: ellos sobreviven a la catás­ trofe combinando todos los recursos del grupo y escapándose al estado. Aplicando los principios de la edad de oro en la cual "to­ do era paz entonces, todo amistad, todo Concordia (99)" a la es­ trategia de sobre vivencia de sus peregrinos embebidos "em am­ biente de saudável convivencia e camaradagem de armas (66)" a lo largo de sus viajes de escape, Saramago demuestra la utilidad de este modelo en cuanto estrategia de sobre vivir. Los cinco se escapan a la muerte cierta ayudándose mutuamente y concordan­ do en todas las acciones. La concordia depende de negociaciones entre los miembros del grupo, que habiendo ofrecido opciones, escogen entre todos la alternativa que les parece mejor. Este grupo, que consiste de cinco, y más tarde de seis prota­ gonistas humanos, un perro y dos caballos, desempeña el papel de actores principales en el drama de sobrevivir. Cada uno, incluso los animales, tiene el importante papel de interpretar y orientar el destino del grupo en medio de la península lanzada sin rumbo cierto al océano, cada uno, escogido por razones especiales, "por­ que os vi como separados da lógica do mundo (énfasis mío) e assim precisamente me sinto eu (139), contribuye un elemento vital al rescate del grupo en un momento crítico: Pedro de Orce,

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por las vibraciones que siente en todo su cuerpo; Joaquim Sassa, por tirar al mar una piedra gigante como si fuera una piedrita cualquiera; José Anaico, por ser rodeado siempre de un enorme grupo de estorninos, María de Carda por trazar con la vara de ne­ grillo una raya en el suelo que no se puede borrar, y por fin María Guaraiva que deshila sin parar una media azul, cuyo hilo no tiene fin, el perro por haber ladrado, aún siendo perro de Cerbére. Al rescatar el futuro, cada miembro del grupo también salva su historia y su mito, porque al fin de la novela todos, menos el muerto Pedro de Orce, vuelven a ser lo que eran. María Carda, por ejemplo, que puede representar el mito de la "perfecta casa­ da" del Quijote deja abierta esta posibilidad para el futuro. El efecto del desastre que se observa en ellos, que por algún tiempo serán los únicos sobrevivientes, es que se dan cuenta de que, para sobrevivir, de nada les sirve el vasto aparato acumulado de cultu­ ra occidental, al cual abandonan sin pena para dedicarse a la vida rústica y sencilla de sobre vivencia. En el mundo nuevo que crean no hay injusticia, son todos iguales ante el furor imperdonable de la tierra. Su mundo es aquél a que aspira Don Quijote, siguiendo el orden de la andante caballería. Don Quijote quiere deshacer los agravios que han impedido la vuelta a la edad de oro, por eso él ofrece ayuda y protección a los perseguidos por la justicia, a los huérfanos, mujeres de mala reputación, y otros. A pesar de la aparente disonancia con la cultura de su época, Don Quijote es el resultado de esta cultura. Su locura puede interferir con las prácti­ cas diarias, pero no puede alterar la cultura en sí. Para cambiar la cultura, como para sobrevivir, se necesita mucho más que la ac­ ción de un solo individuo inspirado, se necesita el apoyo de mu­ chos individuos igualmente inspirados, como lo tuvieron Jesús Cristo o Mahoma. Tomando como punto de partida el hecho de que un indivi­ duo inspirado no puede cambiar solo la cultura que le rodea, Saramago crea una crisis cataclísmica, la cual produce un tal abismo que sencillamente devora todo el aparato cultural. Los ingredientes que forman la cultura material y social de la época quedan enteramente abalados como el concepto de la propiedad privada, la utilidad del automóvil, la pertinencia de los medios de

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comunicación, el aparato de gobierno, los avances tecnológicos, etc. En este vacío cultural, esta crisis nos permite distinguir cla­ ramente lo que les mantiene sanos y vivos a los miembros de nuestro grupo de peregrinos, como también a las masas pertur­ badas en los pocos momentos de normalidad, y es el recuerdo de las mas básicas prácticas diarias: comer a una mesa, dormir en una cama, aunque no sea la suya; o comer sentados alrededor de un fuego con los compañeros y dormir juntos al aire; estas son las prácticas de las más fundamentales que nos permiten sostener la vida. La destrucción del superfluo aparato cultural permite la vuel­ ta a estas prácticas básicas, prácticas sencillas que sirven precisa­ mente para sobrevivir en un mundo en que las manifestaciones de cultura, entre ellas leyes, orden, gobierno, han desaparecido. Nuestro pequeño grupo pone en práctica el mundo ideal de la edad de oro predicado por Don Quijote, "donde todo es amistad, paz, y Concordia." Es aquí donde se puede ver que los dos libros leídos juntos presentan un serio desafío al concepto de Boudrieu de "reproducción de cultura." Al permitimos ver claramente la distinción que existe entre las prácticas culturales y las prácticas básicas necesarias para sobrevivir los dos autores aquí conside­ rados nos llevan a concluir que no es siempre necesario repro­ ducir una cultura que se basa en la explotación e injusticia. Es posible inventar un nuevo orden o volver al orden antiguo de amistad, paz y Concordia. Pero como la reproducción es un hábito, un esfuerzo súper humano es necesario para destruir el petrificado orden antiguo. En el mundo del futuro anunciado por la "A vara de negrillo....[que] está verde, [y que] talvez flore9a no ano que vem", quizás no haya necesidad de los esfuerzos de la noble caballería tan acalorademente defendida por Don Quijote, donde los andantes caballeros "tomaron a su cargo y echaron so­ bre sus espaldas la defensa de los reinos, el amparo de las donce­ llas, el Socorro de los huérfanos [Andrés] y pupilos, el castigo de los soberbios y el premio de los humildes(59)." En el mundo estabilizado de la Balsa quizás este grupo, que ha formado "um oasis de paz, estes sete seres que vivem na mais perfeita das har­ monías, duas mulheres, tres homens, um cao e um cávalo (226)" pueda servir de modelo para establecer una cultura nueva que ba-

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se las reglas del comportamiento en la misma justicia que ha orientado sus estrategias de sobre vivencia. Con el desapare­ cimiento hipotético de la cultura Saramago nos proporciona una oportunidad ideal de no reproducir la que tenemos ahora, de transformar el mundo para satisfacer igualmente las necesidades de todos sin repetir las injusticias del pasado. En resumen lo que se deduce al concluir la lectura paralela de la dos obras es el desafío que montan juntas al concepto de Bourdieu de reproducción de cultura. El mundo en el cual vive Don Quijote con toda la complejidad social y cultural que ha acumu­ lado en los miles de años de desarrollo de civilización occidental está lleno de injusticia que Don Quijote quiere abolir. Pero él solo no puede cambiar un sistema totalmente petrificado, como lo demuestra su choque duro contra los molinos de viento. El grupo de sobrevivientes de Saramago está inmerso en el mismo sistema de complicaciones sociales y culturales, todavía más exacerbadas por la influencia nociva de la tecnología. Una vez desmoronado este sistema por el desastre natural, el grupo de los sobrevivientes y, por extensión, el ser humano puede volver al cuadro nómada de paz y armonía de los cabreros y de la edad de Oro. "Estao sentados á sombra de urna árvore, acabaram de comer, sao como nómadas no modo e no trajar (229)." El proceso continuo de la reproducción de la cultura por hábi­ to (habitus, Bourdieu) nos lleva a la petrificación simbolizada por la balsa de piedra. La cultura de sobre vivencia está llena de ener­ gía y vitalidad, como lo sería una balsa nueva de madera. Repro­ ducción inútil de los elementos extráenos a la sobre vivencia sirve para conservar para siempre el vehículo, pero así conservado éste no puede desempeñar su papel de antaño de mantener la vida. Por más difícil que sea, hay que romper la balsa de piedra para revelar la madera viva que todavía talvez se encuentre en su centro, para que un día vuelva a florecer como la vara del negri­ llo. BIBLIOGRAFÍA CITADA BOURDIEU, Pierre. Outline of a Theory of Practice, Nice. Cambridge: Cambridge University Press, 1977. BUTOR,Michel. Repertoire///.París: Génuit, 1968.

trad. Richard

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