EL DESAFÍO CONSISTENTE EN ACABAR CON LA POBREZA RURAL

EL DESAFÍO CONSISTENTE EN ACABAR CON LA POBREZA RURAL EL DESAFÍO CONSISTENTE EN ACABAR CON LA POBREZA RURAL © 2001 Fondo Internacional de Desarrol

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EL DESAFÍO CONSISTENTE EN ACABAR CON LA POBREZA RURAL

EL DESAFÍO CONSISTENTE EN ACABAR CON LA POBREZA RURAL

© 2001 Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola Fotos del FIDA: Giuseppe Bizzarri, viii; Robert Grossman, xii; Christine Nesbitt, xviii; Louis Dematteis, 14; Giuseppe Bizzarri, 72; Alberto Conti, 132; Fiona McDougall, 170; Bruno Carotenuto, 202; Radhika Chalasani, 240.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de la presente publicación puede reproducirse, almacenarse en una base de datos o transmitirse, en ninguna forma y por ningún medio, sin la autorización previa por escrito del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). Las solicitudes de información relativas a la reproducción deben dirigirse al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, via del Serafico nº 107, 00142 Roma (Italia).

Este informe ha sido preparado por personal del FIDA y las opiniones en él expresadas no reflejan necesariamente las opiniones de sus Estados Miembros o de los representantes de dichos Estados Miembros que forman parte de la Junta Ejecutiva del Fondo. El FIDA no garantiza la exactitud de los datos contenidos en este informe y declina toda responsabilidad por cualquier consecuencia que pueda tener su utilización. Las denominaciones empleadas no suponen juicio alguno del FIDA respecto del estatuto jurídico de cualquier país o territorio ni de la delimitación de sus fronteras.

Título original: Rural Poverty Report 2001. Primera edición en inglés publicada por Oxford University Press (Reino Unido) en 2001.

ISBN 92-9072-014-X Composición tipográfica realizada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola. Impreso en Italia por Palombi, Roma, octubre de 2001.

PRÓLOGO

La pobreza y la privación crónica son desde hace largo tiempo un aspecto trágico de la sociedad humana. Antes, solían aceptarse con un sentimiento de resignación, con el sentimiento fatalista de que siempre habría pobres. De hecho, la pobreza favorecía muchas veces los intereses de los grupos sociales dominantes al asegurarles mano de obra barata para las labores agrícolas y no agrícolas y el servicio doméstico, por no hablar de una fuente inagotable y prescindible de reclutas para la guerra. La compasión llevaba a algunos a mostrarse caritativos con los pobres, particularmente a través de las instituciones religiosas, pero generalmente ello no era suficiente para impedir la privación, marcada por agudas hambrunas. Hoy en día se han modificado las perspectivas sobre la pobreza. La magnitud misma de la pobreza masiva –la existencia de más de   millones de seres humanos sumidos en una pobreza absoluta y condenados a una vida efímera lastrada por la malnutrición, la mala salud y el analfabetismo– es actualmente inaceptable, tanto por razones morales como de realismo político. Esta nueva convicción se ha incorporado en la declaración que hicieron los dirigentes mundiales en la Cumbre del Milenio, en la que por primera vez en la historia la sociedad humana se comprometió a reducir de forma sustancial –a la mitad– el número de personas sumidas en la pobreza absoluta en un período de tiempo breve, para . No creo que este nuevo consenso sea meramente retórico. En las economías modernas, la pobreza en gran escala es causa de una ingente pérdida económica, pues comporta desperdiciar el talento y la energía de centenares de millones de hombres y mujeres,

quienes en lugar de realizar actividades socialmente productivas que podrían crear riqueza para la sociedad se ven obligados a luchar por la simple supervivencia. Lo que es aún peor, en un mundo caracterizado por la relación entre sus partes y la facilidad de los desplazamientos, la pobreza plantea una amenaza cada vez más grave para la estabilidad social y el orden civil, es caldo de cultivo de enfermedades transmisibles y provoca delitos y enfrentamientos. Nadie, ni los ricos ni los pobres, es inmune a sus consecuencias. Además, con la difusión de los sistemas de gobierno participativos y de la democracia, la sociedad en conjunto no puede cerrar los ojos al destino de una parte importante de la población, en muchos casos la mayor parte de ella, que vive en la pobreza. Los pobres han de ser reconocidos como personas que gozan de derechos y como posibles agentes del cambio con capacidad para influir de manera creciente en el devenir social y económico. No es casual, como ha señalado el premio Nobel A. K. Sen, que las hambrunas se produzcan en las dictaduras, pero no en las democracias, pues éstas no pueden permitir el hambre en gran escala y se ven sometidas a una presión cada vez mayor para combatir la pobreza masiva. La pobreza masiva no afecta sólo a los pobres, sino que convierte en víctima a todo el mundo. A nadie le interesa que perdure. En la actualidad, ese reconocimiento, reforzado por la convicción cada vez más firme de que la pobreza no es ni natural ni inevitable, impulsa la voluntad y el compromiso de erradicarla, en las distintas naciones y dentro de ellas. La experiencia de los  últimos años, por ejemplo en Asia oriental, pone de manifiesto que eso es posible, pero existe una gran incertidumbre iii

PRÓLOGO

sobre cuáles son los métodos mejores, más rápidos y eficaces para erradicar la pobreza y el hambre, especialmente en las zonas rurales, en las que se concentra la inmensa mayoría de los pobres. Este es el tema del Informe sobre la pobreza rural en el año 2001. La premisa básica es que los grupos de población pobre no deben ser considerados, como tantas veces se hace, únicamente como una carga para la sociedad. En efecto, los pobres, especialmente las mujeres, son microempresarios industriosos y muchas veces eficaces, ya sea como pequeños agricultores, pastores o pescadores artesanales, o como pequeños comerciantes o artesanos. Si se pudieran crear las condiciones adecuadas para que esos pequeños productores alcanzaran una mayor eficiencia en la producción y en el comercio, los sectores pobres de la población contribuirían de manera importante a conseguir un ritmo de desarrollo más intenso y sostenible, promoviendo el crecimiento económico y la cohesión social. Muchos definen este proceso como la potenciación de la capacidad de acción de los pobres. Pero no será fácil, ni rápido, conseguir que reinen esas condiciones, pues el legado de la historia, la larga marginación de los pobres (en la distribución de la tierra y otros activos y en las instituciones) y los siglos de falta de equidad en el acceso a la educación, la nutrición y la salud son obstáculos demasiado poderosos. Será necesario afrontar y superar esos obstáculos para que puedan alcanzarse los difíciles objetivos de reducción de la pobreza que se han establecido. Actuar directamente sobre la pobreza significa hacer frente a las limitaciones que condenan a ella a un gran número de personas, allí donde se encuentran y en la actividad con la que obtienen su sustento. Casi tres cuartas partes de los pobres viven en las zonas rurales y, según las proyecciones, la mayor parte de ellos seguirá hallándose en el campo hasta bien avanzado el siglo . La población rural pobre depende principalmente de la agricultura y de otras actividades relacionadas con ella para obtener su sustento. Ello hace pensar que para conseguir resultados importantes en la reducción de la pobreza deberían concentrarse la inversión nacional y la ayuda externa en las zonas rurales, en las que vive la población pobre, y en la agricultura, que es la base de su supervivencia. Pero iv

los pobres y la población rural raras veces tienen la misma influencia que los ricos y la población urbana en la adopción de decisiones. Así, la proporción de la asistencia oficial para el desarrollo que se destina a la agricultura ha disminuido de cerca del % a finales de los años ochenta a alrededor del % en la actualidad. La ayuda a la agricultura procedente de instituciones financieras internacionales ha seguido una tendencia similar. La reducción del apoyo a la agricultura perjudica enormemente los esfuerzos encaminados a mitigar la pobreza y el hambre. Los alimentos básicos, cereales tales como el trigo, el arroz, el maíz, el sorgo y el mijo, y raíces y tubérculos como el ñame y la mandioca, son esenciales en la economía alimentaria y en la lucha por la supervivencia de la población rural pobre. Constituyen la mayor parte de la producción y los ingresos de esa población y son la fuente principal de aporte energético. También los pobres de los núcleos urbanos invierten una gran parte de sus ingresos en la adquisición de los alimentos básicos. Por ello, la evolución de la producción y los rendimientos de los alimentos básicos tiene una repercusión importante sobre la pobreza. Durante el decenio de  y la mayor parte del de , por ejemplo, los rendimientos de estos alimentos aumentaron de forma acentuada y la pobreza disminuyó rápidamente. En cambio, en los años noventa, se produjo una desaceleración notable del aumento de los rendimientos y también del índice de reducción de la pobreza. La imposibilidad de mantener la tasa de crecimiento de los rendimientos en el último decenio se explica por múltiples causas, pero, sin duda, una de las más importantes es la reducción de la financiación, por ejemplo para la investigación agrícola, tanto en el plano internacional, en las instituciones del , como en el nacional, en los servicios de investigación y extensión. Esta desatención de la agricultura, tanto por lo que respecta a la cooperación internacional para el desarrollo como a la asignación nacional de recursos, debe resolverse para poder conseguir los difíciles objetivos que se fijaron en la Cumbre del Milenio en relación con la pobreza. Hay quienes afirman que lo importante para erradicar la pobreza es el crecimiento económico y que toda iniciativa encaminada a promover la capacidad

PRÓLOGO

de acción de los pobres sólo sirve para disipar energías y debilitar los esfuerzos dirigidos a acelerar el crecimiento. Sin duda, es esencial aumentar la producción, pero para reducir la pobreza es igualmente importante preguntarse quién debe beneficiarse de ese aumento. El incremento de la producción de los agricultores comerciales en zonas bien regadas, o de las industrias en las zonas urbanas, es importante desde el punto de vista de los ingresos y la disponibilidad de alimentos a nivel nacional, y de las exportaciones. Sin embargo, es posible que sea de poca utilidad para reducir la inseguridad alimentaria y la pobreza de los millones de pequeños agricultores y pastores de las zonas de escasos recursos. El incremento de la producción en estos grupos tendrá una incidencia mucho mayor sobre la pobreza que un aumento comparable de los ingresos de los grupos más favorecidos. ¡El crecimiento debe redundar en favor de los pobres! Además, en muchos países pobres, especialmente del África subsahariana, la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza y en esas circunstancias sólo habrá crecimiento sostenido si se crean las condiciones que permitan a los grupos de población pobre (principalmente agricultores y pastores) aumentar la productividad y la producción. Potenciar la capacidad de acción de esos grupos no significa dejar de promover el crecimiento. Antes bien, es un medio eficaz, tal vez el único, de conseguir un crecimiento sostenible. Potenciar la capacidad de acción supone básicamente modificar el legado histórico de marginación que condena a la pobreza crónica a un gran número de personas. Los elementos básicos para ello son el acceso a servicios económicos, a la atención primaria de salud y a la educación, y la posibilidad de que los pobres puedan organizarse, especialmente a nivel local comunitario, para proyectar sus puntos de vista y sus intereses y conseguir una mayor influencia en las decisiones sobre la asignación de los recursos locales. La potenciación de la capacidad de acción de los pobres y su participación en el sistema de gobierno local contribuirían también a la utilización más responsable de los recursos públicos que se gastan en su nombre pero que muchas veces se despilfarran por razones bien conocidas. Tal vez, más que de potenciación de la capacidad de acción cabría hablar de

liberación de los grupos pobres de la población de las dificultades históricas que les mantienen en la pobreza. ‘El hombre nace libre y en todas partes se encuentra encadenado’, dijo un filósofo francés. Nuestro cometido consiste en ayudar a los pobres a liberarse de esas cadenas. Si la potenciación de su capacidad de acción es crucial para los pobres, lo es doblemente para las mujeres pobres. Incluso en comparación con sus homólogos masculinos, las mujeres pobres tienen muchas más dificultades para acceder a la educación y la salud o a servicios económicos como el crédito y la extensión. En muchos casos se les niega el derecho a tener tierra en propiedad y sus opiniones cuentan menos aún en el proceso comunitario de adopción de decisiones. En muchos países, las mujeres producen una gran parte de los cultivos alimentarios y hacen la mayor parte del trabajo de elaboración y preparación de los alimentos, además de desempeñar sus tareas familiares. Pese a que son las auténticas artífices de la seguridad alimentaria familiar, sufren de forma desproporcionada los efectos de la pobreza y el hambre. La labor de poner fin al hambre y la pobreza debe comenzar facilitando el acceso de la mujer a los servicios sociales y económicos y al proceso de adopción de decisiones. Pero de poco servirá potenciar la capacidad de acción de los pobres si éstos no disponen de medios materiales para aumentar la producción y los ingresos. Este informe aborda cuatro factores básicos –los activos, la tecnología, los mercados y las instituciones– y examina políticas y estrategias que podrían reforzar la posición de la población pobre. Por lo que respecta a los activos, los derechos sobre la tierra y el agua son, evidentemente, los más esenciales para la población rural pobre e históricamente los más difíciles de modificar. Con todo, en los últimos años se han adoptado nuevos enfoques de la reforma agraria, enfoques de colaboración, en ocasiones basados en el mercado, y que en muchos casos comportan también la participación de . Es preciso seguir en esta línea. En los años venideros, el acceso al agua será aún más problemático. De hecho, la competencia por el agua se ha convertido ya en una fuente de tensión entre distintos grupos, e incluso entre naciones. Se han de movilizar más recursos y nuevas tecnologías y se ha de propiciar la v

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participación directa de los agricultores pobres para buscar soluciones más equitativas y sostenibles a los difíciles problemas de la utilización del agua y el estrés por déficit hídrico. El capital humano, y la capacidad de trabajar, figuran entre los activos más importantes de los pobres. Lamentablemente, la privación anterior ha determinado que en muchos casos carezcan de las capacidades necesarias para adecuarse a las tecnologías modernas y los mercados. Fomentar esas capacidades y construir el capital humano de los pobres reviste especial importancia, porque tendría gran repercusión sobre su productividad económica y su dignidad humana, sin afectar a los activos de otros, como puede ocurrir cuando se reforman los derechos sobre la tierra y el agua. Al aumentar la productividad y mejorar la gestión sostenible de la tierra y el agua, los adelantos tecnológicos ofrecen la posibilidad de afrontar muchos de los obstáculos a los que se enfrentan los pobres a causa de la falta de activos. Pero para ello hay dos requisitos fundamentales: la tecnología debe ser adecuada a las condiciones de la población pobre y debe estar a su alcance. En el momento presente no se cumple realmente ninguno de los dos requisitos. En muchas zonas del mundo, los niveles de productividad que consiguen los pequeños agricultores son sólo alrededor de un tercio de los que podrían obtener en condiciones óptimas. Unos servicios de extensión inadecuados, que no llegan a los campesinos pobres, la falta de mercados competitivos y de proveedores de semillas, fertilizantes y servicios de financiación rural, así como unos mercados para la producción poco desarrollados, limitan las posibilidades de los pobres de acceder a una mejor tecnología y los incentivos para hacerlo. Estas condiciones se han visto agravadas por la supresión de los servicios suministrados por el Estado, por ejemplo los servicios de extensión, en el marco de los programas de liberalización y ajuste. La experiencia que hemos adquirido en el  demuestra que si se establecen unos servicios de extensión capaces de dar respuesta a las necesidades, en ocasiones en colaboración con el sector privado y las , así como servicios financieros y fuentes de insumos, los agricultores pobres pueden conseguir aumentos sustanciales de la producción y los ingresos. Los productores de maíz de vi

Tanzanía, por ejemplo, duplicaron los rendimientos adoptando métodos más adecuados y utilizando semillas y fertilizantes de mayor calidad. Al mismo tiempo, es necesario elevar el nivel tecnológico en la producción. Unos cultivos –y un ganado– más productivos y más resistentes a las plagas y a la sequía, junto con unos métodos más eficaces de gestión de la tierra y el agua, transformarían la situación a la que se enfrentan millones de agricultores minifundistas. En este contexto, los avances en la biotecnología resultan extremadamente prometedores. Desafortunadamente, la investigación actual en biotecnología, al igual que la investigación farmacológica, se centra en los cultivos y productos de importancia para los más acomodados, especialmente para los grandes agricultores de las zonas templadas cuyo poder adquisitivo permite la existencia de mercados rentables. Los campesinos pobres de los países pobres raramente ofrecen incentivos comerciales adecuados a la agroindustria que domina la investigación en el campo de la biotecnología y por ello la investigación tiende a pasar por alto las necesidades de los pobres, tanto por lo que respecta a los medicamentos necesarios para luchar contra las enfermedades que les aquejan como a los cultivos y el ganado. Para modificar esta situación es necesario forjar asociaciones entre entidades públicas y privadas y ofrecer incentivos fiscales y de otro tipo. Los mercados tienen una importancia cada vez mayor en los sistemas de subsistencia de los pobres. A medida que los países adoptan políticas basadas en las fuerzas del mercado, que se suprimen las juntas estatales de comercialización y de productos básicos y que se liberalizan las normas que rigen el comercio agrícola interno, los campesinos pobres se ven más expuestos a las demandas de los mercados y son más vulnerables a su inestabilidad. Muy a menudo, los productores rurales se ven obligados a vender a precios bajos durante el período de abundancia que sigue a la cosecha y a comprar a precios elevados en el período de escasez, perdiendo, pues, en los dos casos. Con todo, si los productores rurales tuvieran la posibilidad de organizarse y de acceder a una información actualizada sobre el mercado y dispusieran de mejores carreteras que contribuyeran a reducir los costos de transacción, el mer-

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cado podría ser un poderoso aliado en los esfuerzos encaminados a erradicar la pobreza. Como se pone de manifiesto en el presente informe, el  y otros agentes han adoptado una serie de iniciativas prometedoras precisamente con ese objeto. Es mucho lo que queda por hacer, pero el camino que hay que seguir está claramente indicado. Las instituciones nos llevan nuevamente a la relación de la sociedad con la población pobre. Las instituciones, entendiendo por ello tanto las organizaciones como las normas, cumplen una labor de intermediación entre las demandas encontradas de diferentes grupos sociales. Inevitablemente, quienes controlan las instituciones, por lo general los más ricos, son los más favorecidos en este proceso. También en este caso, la cuestión estriba en cómo hacer posible que los pobres intervengan de forma más activa en las instituciones oficiales y no oficiales que afectan a sus vidas, especialmente en el ámbito local. Los progresos en la descentralización y la delegación de competencias en las instituciones locales pueden ser útiles a veces, pero sólo si las poblaciones pobres están suficientemente organizadas para participar en dichas instituciones de forma eficaz. Los nuevos enfoques institucionales respecto del establecimiento de sistemas financieros para los pobres de las zonas rurales, desde la microfinanciación y los bancos rurales hasta los bancos de desarrollo agrícola reformados y los bancos comerciales, ofrecen una gama de instrumentos amplia y potencialmente interesante para proporcionar servicios de ahorro, crédito y seguros a la población pobre. Aunque pueda parecer sorprendente, para las poblaciones pobres que viven en condiciones vulnerables disponer de servicios de ahorro seguros y accesibles localmente es tan importante como contar con servicios de crédito. Pero la descentralización y la financiación son sólo dos ejemplos de instituciones importantes para los pobres. Muchas otras, tanto nacionales como regionales, también influyen decisivamente en sus vidas. Es necesario acometer una transformación más amplia del marco institucional que se traduzca en una distribución más equitativa de las oportunidades

y los beneficios del crecimiento económico. En este aspecto, las  y las organizaciones de la sociedad civil podrían desempeñar una función esencial, pero hasta la fecha sólo se han dado pequeños pasos, aún titubeantes. Los pobres existen desde hace mucho tiempo. Para poner fin a la pobreza absoluta se necesitará un esfuerzo sostenido en varios niveles y una colaboración estrecha entre quienes tratan de conseguir ese objetivo. Se pueden establecer asociaciones a nivel mundial, como demuestra la Declaración de la Cumbre del Milenio, a nivel nacional, con la actuación mancomunada de los interesados nacionales y de asociados externos, e internamente, con organismos oficiales, el sector privado e instituciones de la sociedad civil para crear unas condiciones que permitan a los sectores pobres de la población superar la herencia del pasado y salir de la pobreza. Pero la asociación fundamental, y en último extremo la única que importa, debe forjarse con los propios pobres. Ellos poseen el talento, la capacidad y el conocimiento de su propio medio y, además, han mostrado una y otra vez, especialmente las mujeres, la voluntad y la capacidad de aprovechar las oportunidades de mejorar sus vidas y de reducir su vulnerabilidad y la de sus familias. El problema de la pobreza no debe resolverse desde fuera. La asistencia externa debe tan sólo ayudar a romper las cadenas que en el pasado han aprisionado a un gran número de nuestros semejantes. La Cumbre del Milenio impulsó a la sociedad humana hacia un noble e histórico objetivo. Confío, y creo que así será, en que este Informe sobre la pobreza rural en el año 2001 supondrá una contribución importante en este proceso, un proceso que será de gran importancia para todos nosotros en los próximos decenios.

Fawzi H. Al-Sultan Presidente del FIDA

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PRÓLOGOS

Agradecimientos ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN

El informe ha sido preparado bajo la dirección y orientación de John Westley, Vicepresidente del . Atiqur Rahman, estratega principal y coordinador de políticas del , tuvo a su cargo la gestión y coordinación de la preparación del informe, con el apoyo de Guido Geissler, y anteriormente de Pietro Turilli. Un Comité de Dirección integrado por Mona Bishay, Eve Crowley, Sappho Haralambous, Gary Howe, Luciano Lavizzari, Jean-Louis Lawson, Bruce Moore, Atiqur Rahman (coordinador), Takao Shibata, Klemens van de Sand y John Westley (presidente) supervisó la preparación del informe. PREPARACIÓN Y ULTIMACIÓN DEL INFORME

Michael Lipton, de la Unidad de Investigación de la Pobreza ₍₎ de la Universidad de Sussex (Inglaterra), desempeñó la dirección intelectual de la preparación del informe. En la , Saurabh Sinha dirigió la labor sobre el informe, que redactaron Michael Lipton, Saurabh Sinha y Julie Litchfield. Rachel Blackman hizo contribuciones valiosas a distintos capítulos. Joanna Church, Xavier Cirera, Reetika Khera, Jennifer Leavy, Loraine Ronchi, Kitty Stewart, Isabel Vogel y Shahin Yaqub brindaron asistencia para la investigación en diferentes fases del estudio. Rachael Straub se encargó de la gestión de los datos y proporcionó apoyo administrativo. Ultimación del informe

El informe se ultimó en el  mediante consultas entre el equipo de la , integrado por Michael Lipton y Saurabh Sinha, y un equipo del  del que formaban parte Uday Abhyankar, Rodney Cooke, Eve Crowley, Edward Heinemann, Gary Howe, Bruce Moore, Atiqur Rahman, Hans Dieter Seibel, Ganesh Thapa, Phrang Roy, John Westley y Douglas Wholey. Observaciones, exámenes y aportaciones

Las primeras versiones del informe se examinaron tanto en el  como fuera de él. Uday Abhyankar, Kamaluddin Akbar, Perín Saint Ange, Ingrid Bellander, Julio A. Berdegué, Mona Bishay, Rodney Cooke, Eve Crowley, Ralph Cummings, Dana Dalrymple, Alain de Janvry, Per Eklund, Raghav Gaiha, Guido Geissler, Mohammed Hassani, Sappho Haralambous, Edward Heinemann, Gary Howe, Sean Kennedy, Aziz Khan, David Kingsbury, Luciano Lavizzari, Shantanu Mathur, John Mellor, Mike Mispelaar, Bruce Moore, Chase Palmeri, Jakob Pedersen, Raquel Peña-Montenegro, Atiqur Rahman, Thomas Rath, Phrang Roy, Nikolaus Schultze, Hans Dieter Seibel, Ahmed Sidahmed, Cristiana Sparacino, Ganesh Thapa, Phillipe Trape, Richard Trenchard, Klemens van de Sand, John Westley, Vera Weill-Hallé, Douglas Wholey y Joseph Yayock hicieron observaciones, aportaciones escritas y sugerencias.

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PRÓLOGOS

DOCUMENTOS DE ANTECEDENTES

Preparación del documento conceptual y del documento básico de trabajo: Ole Hansen, Patricia Parera, Siddiqur Osmani, Atiqur Rahman y Pietro Turilli prepararon documentos conceptuales y de antecedentes. Michael Lipton y Saurabh Sinha prepararon un documento básico de trabajo para la reunión que tuvo lugar en octubre de  con el fin de intercambiar ideas y determinar el alcance del informe. Solon Baraclough, Vigdis Bröch Due, Jacques Chonchol y Oliver Saasa formularon observaciones acerca de esos documentos. Documentos de antecedents sobre distintos temas: Lawrence Haddad, Peter Hazell, John Hoddinott, Pamela Jagger, Anthony Killick, Anna Knox, Jonathan Kydd, Sanjukta Mukherjee, Siddiqur Osmani y Colin Poulton prepararon documentos de antecedentes sobre algunos temas. Rudo M. Chitiga, Christina Liamzon, Bolaji Ogunseye, Lavinia D. R. Pessanha y Nader Izzat Said hicieron aportaciones desde la perspectiva de las organizaciones de la sociedad civil. Dentro del , Mona Bishay, Eve Crowley, Nikolaus Schultze y Douglas Wholey coordinaron los exámenes internos de los documentos temáticos de antecedentes y participaron en ellos. Evaluaciones regionales:

Región de Asia y el Pacífico: Pranab Bardhan, Raghav Gaiha, Jikun Huang, Govind Koirala, Gregg Morgan, K. Imai, Keijiro Otsuka, Rushidan Rahman, Phrang Roy, Bishan Singh y Ganesh Thapa. Región de África oriental y meridional: Marian Bradley, Daniela Capitani, Alice Carloni, Chris Cramer, Malcom Hall, Gary Howe, Jan Sligenbergh y Daphne Topuuzis. Región de África occidental y central: Elisabetta Basile, David Kingsbury, Jaap Reijmerink, Cristiana Sparacino y Eric Tollens. Región de América Latina y el Caribe: Pilar Campaña, María Elena Cruz, Pablo Glikman, Roberto Haudry de Soucy, Alberto Hintermeister, Aníbal Monares, Raúl Moreno, Raquel Peña-Montenegro, Benjamín Quijandría, Pietro Simoni, María Sisto y Carlos Trabucco. Región del Cercano Oriente y África del Norte: Mouna Hashem, Chase Palmeri, Pietro Turilli y El Sayed Ali Ahmed Zaki. APOYO

Facilitación de las reuniones: Peter Keller. Traducción: Juan Faci Lacasta. Edición y corrección de pruebas: Esther Recarey. Coordinación y supervisión de la traducción: Juan José Coy Girón. Publicación: María Elisa Pinzón, con la colaboración de Susan Beccio, Enza Falco, Silvia Persi, Birgit Plöckinger, David Paqui y Marie Slater. Legal: Christian Codrai. De secretaría y administrativo: Evelyn Balde, Antonella Cordone, Jessica Lattughi y Carol Portegies. x

ÍNDICE

CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN Y SINOPSIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

La pobreza y su dimensión rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La reducción de la pobreza rural: el marco conceptual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los activos y la reducción de la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La tecnología, los recursos naturales y la reducción de la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mercados para los campesinos pobres: el acceso a nuevas oportunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las instituciones y la población rural pobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1 2 3 5 7 9 12

Recuadro

Recuadro 1.1: ¿Por qué centrarse en la pobreza rural? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

2

CAPÍTULO 2: LA POBLACIÓN RURAL POBRE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

15 15 15 18 19 21 31 37

Establecer correctamente las prioridades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Es la pobreza un fenómeno rural? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Definiciones del término ‘rural’ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Qué es la pobreza? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Quiénes son los pobres? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La vulnerabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Evolución reciente de la pobreza rural y la respuesta de los donantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gráfico

Gráfico 2.1: Distribución de la pobreza rural en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Recuadros

Recuadro Recuadro Recuadro Recuadro Recuadro Recuadro

2.1: ¿Por qué tiene importancia cómo definen los países el concepto ‘rural’? . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2: ¿Es posible establecer una definición común del concepto ‘rural’? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3: ¿Qué significa la pobreza? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.4: Medición de la pobreza de consumo: identificación y agregación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.5: Los índices de desarrollo humano y de pobreza humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.6: Obstáculos interrelacionados y grupos desfavorecidos en Nepal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

17 18 19 20 21 25

Cuadro 2.1: Distribución de los pobres por regiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2.2: Relación entre la mortalidad de los grupos pobres y no pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

22 26

Cuadros

xiii

ÎNDICE

Cuadro Cuadro Cuadro Cuadro Cuadro Cuadro

2.3: Tendencias de la relación adultos/personas a cargo en las zonas rurales y urbanas . . . . . . . . . . 2.4: Magnitud de la pobreza transitoria y de la pobreza crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.5: Acceso a la salud y el saneamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.6: Tasas de analfabetismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.7: Clasificación de países según las tendencias de la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.8: La ayuda y la pobreza de consumo extrema en las principales regiones, 1998 . . . . . . . . . . . . . .

32 35 38 39 40 41

Anexo

Cuadro 2.1: Diferencias entre las zonas rurales y urbanas en materia de pobreza (umbrales nacionales de pobreza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2.2: Tendencias y perfiles de la pobreza, con indicaciones sobre el crecimiento y la redistribución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2.3: Estructura de edad y proporción entre la población de 15-59 años y el resto de la población, 1959-2030 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2.4: Resumen de la investigación sobre la dinámica de la pobreza y resultados más destacados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2.5: Ayuda a los sectores de la agricultura, la silvicultura y la pesca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2.6: Agricultura/silvicultura/pesca: porcentaje de la cooperación técnica total . . . . . . . . . . . . . . . . . .

44 48 62 64 68 68

CAPÍTULO 3: LOS ACTIVOS Y LA POBLACIÓN RURAL POBRE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

73

La pobreza de activos: la posibilidad de reducir la pobreza rural introduciendo cambios de política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los activos de tierras de labranza y los campesinos pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los activos de extracción de agua y las políticas de lucha contra la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los activos de ganado y los campesinos pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otros activos físicos y la reducción de la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Activos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones y repercusiones en materia de políticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otros activos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

73 76 91 103 106 110 117 120

Recuadros

Recuadro 3.1: Los activos: definición; propiedad, control y beneficio; obtención y pérdida; resultados para la población rural y para los pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Recuadro 3.2: Desigualdad en la distribución de la tierra en algunos países . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Recuadro 3.3: La experiencia de la reforma agraria en América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80 Recuadro 3.4: Algunos datos sobre la eficiencia de las explotaciones pequeñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 Recuadro 3.5: La reforma agraria en África meridional y oriental: tres situaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Recuadro 3.6: La reforma agraria en los antiguos países comunistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 Recuadro 3.7: Cuatro ejemplos de reforma agraria: grandes expectativas, profundas decepciones y logros intermedios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 Recuadro 3.8: Obstáculos que dificultan la compra de tierra por la mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Recuadro 3.9: Asociaciones e iniciativas que contribuyen al éxito de la reforma agraria . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Recuadro 3.10: Los dambos gestionados por agricultores en Zimbabwe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 Recuadro 3.11: Alfabetización freireana regenerada mediante técnicas de potenciación de la capacidad de acción de la comunidad (REFLECT) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

xiv

ÎNDICE

Cuadro

Cuadro 3.1: Perfil de pobreza por clases de propietarios de tierra en las zonas rurales de Bangladesh, 1988-89 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

78

Anexo

Opciones no distributivas respecto de la tierra: explotaciones colectivas, estatales y cooperativas, concesión de títulos sobre tierras comunales y restricciones en materia de arrendamiento . . . . . . . . . . . 121 Cuadro 3.1: Índice de concentración agraria de Gini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 CAPÍTULO 4: LA TECNOLOGÍA, LOS RECURSOS NATURALES Y LA REDUCCIÓN DE LA POBREZA RURAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

Posibilidades y opciones tecnológicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El cambio técnico en favor de los pobres: las enseñanzas de la historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La investigación bioagrícola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La tecnología mejorada de ordenación de tierras (TMOT): la tierra como recurso natural . . . . . . . . . . . . . . La tecnología hídrica y los pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Técnicas favorables a los pobres en otras actividades rurales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La tecnología, la segunda revolución industrial y los campesinos pobres: conclusiones y repercusiones para la organización de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

133 136 139 148 155 160 161

Recuadros

Recuadro 4.1: La secuencia mundial del progreso agrotécnico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4. 2: Mejoramiento vegetal y animal y biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.3: La labor del GCIAI apoyada por el FIDA: centrar la atención en las zonas más pobres puede dar buenos resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.4: El manejo integrado de plagas en Indonesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.5: Colaboración entre agricultores e investigadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.6: Disponibilidad de mano de obra y nueva tecnología para la ordenación/conservación de la tierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.7: La labranza de conservación en Chiapas, México, y Ghana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.8: Iniciativas comunitarias de recuperación de tierras en China . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.9: Recuperación de tierras mediante actividades de conservación del suelo y el agua en Burkina Faso y el Níger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 4.10: Eficiencia en la conducción, aplicación y utilización del agua; eficiencia económica y social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

137 139 140 145 147 149 151 153 154 155

Cuadro

Cuadro 4.1: Tasa de aumento de los rendimientos de los cereales, raíces y tubérculos, 1961-98 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

xv

ÎNDICE

CAPÍTULO 5: MERCADOS PARA LOS CAMPESINOS POBRES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171

El acceso a los mercados: limitaciones y oportunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los problemas de acceso al mercado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El acceso a los mercados y la comercialización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La liberalización, el acceso al mercado y la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El acceso al mercado y la mundialización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

171 173 183 190 193 196

Recuadros

Recuadro 5.1: Limitaciones de acceso al mercado relacionadas con obstáculos físicos, estructurales, de información y organización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.2: Tasas de rendimiento de la construcción de carreteras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.3: Los comerciantes privados en Zambia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.4: Desarrollo de empresas colectivas rurales en Mozambique . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.5: Los teléfonos de pago rurales del Banco Grameen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.6: La comercialización y los campesinos pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.7: Vendedores de agua en Bangladesh . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.8: El trabajo asalariado y los campesinos pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.9: La modificación del acceso al mercado tras la liberalización del comercio . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.10: Los supermercados internacionales y los cultivadores locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.11: Dos exportadores africanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 5.12: El comercio justo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

173 176 179 181 182 183 186 188 191 194 196 197

Cuadro

Cuadro 5.1: Repercusiones de las reformas sobre los precios, la producción y la productividad agrícolas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 CAPÍTULO 6: LAS INSTITUCIONES Y LA POBLACIÓN RURAL POBRE: FORJAR COALICIONES PARA REDUCIR LA POBREZA RURAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

Las instituciones y la potenciación de la capacidad de acción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La descentralización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Provisión de servicios financieros para reducir la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Asociaciones para erradicar la pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Apropiación o coaliciones? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

203 204 219 225 230 235

Recuadros

Recuadro 6.1: Aumento de la responsabilización y mejora de los resultados mediante la descentralización: ¿importa el carácter del régimen político? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 6.2: Descentralización acompañada de control: el programa Alimentos para la Educación de Bangladesh . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 6.3: Transferencia de competencias: ¿qué hay detrás de esa expresión? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 6.4: Principales factores que facilitan la acción colectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuadro 6.5: Programa de gestión de zonas comunales para los recursos autóctonos, Zimbabwe . . . . . . . Recuadro 6.6: Gestión forestal conjunta en Madhya Pradesh: transformación de la sociedad de una aldea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xvi

205 206 207 209 215 216

ÎNDICE

Recuadro 6.7: Enfoque para promover instituciones de microfinanciación orientadas a la reducción de la pobreza rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226 Recuadro 6.8: Participación comunitaria en la prestación de servicios de salud para los pobres . . . . . . . . . 229 Recuadro 6.9: Potenciación de la capacidad de acción de las mujeres mediante el aumento de los ingresos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231 Cuadros

Cuadro 6.1: Gestión local satisfactoria de los RPC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 6.2: Novedades y deficiencias que obstaculizan la divulgación y sostenibilidad de las instituciones de microfinanciación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 6.3: Productos financieros para los pobres y posibles innovaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 6.4: Tipología de las asociaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

211 220 222 227

CAPÍTULO 7: ERRADICAR LA POBREZA RURAL: DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241

Nuevos temas y desafíos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241 Reanudar y extender el retroceso de la pobreza rural: crear una asociación mundial entre todas las partes interesadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244 Éxito o fracaso en el futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246 Recuadro

Recuadro 7.1: Asociaciones para el desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249 Siglas y abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269

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