El espíritu de la Ilustración

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El espíritu de la Ilustración 1. El desarrollo del espíritu crítico. La Ilustración 1. Contexto histórico El siglo XVIII europeo es el periodo más importante de la historia mundial desde la revolución del Neolítico. Ningún otro siglo produce cambios tan importantes en el desarrollo de la humanidad. Tres grandes revoluciones confluyen en este siglo: la revolución industrial inglesa, la revolución intelectual de la Ilustración y la revolución política en Francia. Tras la crisis del siglo XVII, en Europa se produce un gran desarrollo económico, en especial en Inglaterra, donde tiene lugar la llamada «Revolución industrial». La burguesía, verdadero sostén de la economía pero carente de poder político, acoge las nuevas ideas ilustradas. Los nuevos planteamientos, la mayoría de ellos de carácter reformista, desembocaron, en el ámbito político, en la Revolución Francesa (1789), y en el artístico, en la corriente neoclásica. Inglaterra comienza la revolución agraria en el siglo XVII y continúa la revolución industrial en el XVIII. Uno de los factores que más influyeron en su desarrollo fue el aumento del excedente agrícola, que permitió liberar mano de obra agrícola para dedicarla a tareas industriales. Por tanto, la revolución agrícola acompañó a la revolución urbana, por lo que se produjo un crecimiento importante de las ciudades. La revolución agraria se inició cuando la nobleza inglesa expulsó del campo a los antiguos siervos mediante las Enclosure Act (Leyes de cercamiento), creando las bases del moderno proletariado industrial, que eran trabajadores libres desposeídos de la propiedad de la tierra. De este modo, el campesino, al ser un trabajador libre, pero que ha perdido la seguridad del sustento, se verá obligado a vender su fuerza de trabajo. Expulsando a los siervos del campo la nobleza inglesa sentó las bases del moderno capitalismo, lo que propiciará el auge de la nueva clase ascendente: la burguesía. La revolución industrial fue acompañada del invento de nuevas máquinas de tejer, que permitirán el auge de la industria textil, acompañada por el descubrimiento de una nueva fuente de energía, el carbón, lo cual frenará la tala de árboles que amenazaba con deforestar Europa. La nueva fuente de energía dará un empuje decisivo a la producción industrial comenzada en Inglaterra y que se expandirá pronto a los países europeos cercanos, provocando la más grande revolución demográfica jamás conocida. Ya había habido revolución demográfica en Europa Occidental entre los siglos XI y XIII, pero no tuvo nada que ver con ésta. Lógicamente, y relacionado con la revolución agraria, siempre que crece el excedente crece la población porque hay más personas a las que poder alimentar. Por su parte, la revolución intelectual de la Ilustración será tan profunda y amplia como la industrial. El siglo XVIII pone las bases del racionalismo cientificista contemporáneo. Socava las bases del pensamiento religioso reduciéndolo a superstición. En toda la historia de la humanidad nunca antes se había negado tan profundamente las bases religiosas de la sociedad. Por primera vez se defiende la tolerancia como un valor, aunque sólo sea porque no hay argumentos fiables que garanticen la verdad de ninguna religión. En política el fundamento de legitimación ya no es la voluntad de Dios, sino la voluntad popular. El pensamiento político medieval también contemplaba la democracia como una de las formas legítimas de gobierno, pero entendida ésta dentro del contexto teológico de la época. Desde el punto de vista medieval el fundamento religioso era la garantía contra la tiranía o poder arbitrario. Pero ahora la voluntad general no tiene límites religiosos. El legislador ya no es Dios, sino el mismo pueblo en el ejercicio de la soberanía. 1

Por lo tanto, la Ilustración consiste esquemáticamente en la construcción de una nueva forma de ver el mundo, en una nueva forma de pensar y de vivir. Para construir este edificio había que derribar el antiguo. Esta aventura comenzó ya antes del siglo XVIII y con distinto ritmo y velocidad según los países. Los dos países europeos hegemónicos, Francia e Inglaterra, fueron los pioneros gracias a una serie de pensadores y a un conjunto de avances sociales, políticos, científicos y económicos. El pensamiento crítico cristaliza en una recopilación que recoge las bases de una nueva forma de ver la vida y la ciencia, la Enciclopedia, mientras que el edificio de la modernidad y el derribo de lo antiguo se manifiesta en la Revolución Francesa. Los elementos fundamentales de este contexto pueden resumirse en los siguientes puntos: •Desmoronamiento progresivo del Antiguo Régimen o estructura señorial basada en estamentos (Rey, nobleza, Iglesia, pueblo llano) vigente desde la Edad Media, a causa del crecimiento de la burguesía por el auge de la industria y el comercio. •Reforzamiento del centralismo del Estado y del poder absoluto de los reyes, por medio del sistema de gobierno denominado Despotismo ilustrado. El poder político intenta independizarse del eclesiástico por medio de lo que se denominó Regalismo, consistente en que cada monarca lo era también de los clérigos de su país, que en algunos casos conllevó decisiones drásticas, como la expulsión de los jesuitas de Portugal (1759), Francia (1764) y España (1767). •Crecimiento demográfico y económico, sobre todo en las ciudades. Transformaciones agrícolas que mejoran la producción; comienzo de la Revolución Industrial; mejora de las comunicaciones terrestres y marítimas para el comercio, explotación de las colonias, que comienzan el proceso de emancipación.

2.Modelos políticos Los rasgos característicos de esta ideología innovadora del siglo XVIII son el Racionalismo, por el cual la razón se considera la única base del saber, lo cual favorece el desarrollo del pensamiento científico; el Utopismo por el que se cree que la aplicación de la razón a todos los aspectos de la vida humana permitirá una mejora constante de la sociedad y un progreso económico y cultural ilimitado; y el consiguiente Reformismo que supone que para lograr estos objetivos, los ilustrados proponen modernizar la sociedad mediante lentas reformas emprendidas por reyes y gobiernos de carácter absolutista. El modelo político de la Ilustración es el despotismo ilustrado. Los gobernantes persiguen la mejora de las condiciones de vida del pueblo y la extensión de la educación a todas las clases sociales, pero se sigue manteniendo la concepción absolutista del Estado: el rey conserva todos los poderes y no se permite la participación democrática en la toma de decisiones. Esta fórmula se resume en el lema que identifica al despotismo ilustrado: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».

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El derribo se fue realizando –con muchas dificultades, pero sistemáticamente- empleando la maquinaria del pensamiento crítico y con un optimismo notable que fue sustituyendo la fe religiosa por la fe en la capacidad del ser humano para progresar. El primer instrumento de derribo – el pensamiento crítico- fue socavando las bases viejas: la autoridad de las iglesias, la tradición inmovilizadora, la rutina, la intolerancia… El segundo instrumento –el optimismo- proporcionó el convencimiento de que en el ser humano había recursos suficientes para mejorar casi indefinidamente si se daban algunas condiciones como reformas políticas y sociales y, sobre todo, una adecuada educación. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo, el deseo de la burguesía de obtener representación política dio origen en Francia a un amplio movimiento revolucionario, la Revolución francesa (1789-1799), que se desarrolló bajo el lema de libertad, igualdad, fraternidad. Este movimiento, cuyo objetivo era establecer un orden social más igualitario mediante la abolición de los privilegios de los nobles y del clero, cuestionó el poder absoluto de los reyes y sentó las bases de los Estados modernos. No obstante, fue una revolución de las clases medias, en la que el Cuarto Estado quedaba excluido, hecho que será decisivo en la historia de la Europa contemporánea. Además, la fase del terror supuso, en cierto modo, el fracaso de los grandes ideales ilustrados, lo cual provocó una crisis individual que en muchos casos derivó en el Romanticismo. 3.Ilustración y Neoclasicismo Por lo tanto, el siglo XVIII es un período de cambios, que produce importantes modificaciones de valores humanos y sociales, que redundarán sin duda en la literatura. El afán por reunir todo el saber creará la Enciclopedia, y el ideal lingüístico y literario creará nuevas instituciones, como las Academias. En el ámbito de las ideas estéticas, el siglo XVIII supone la vuelta al modelo clásico greco-latino, de donde viene la denominación de Neoclasicismo, basado en la tendencia a expresar modelos genéricos, universales, y no temas personales o nacionales, por lo que se produce un arte muy homogéneo en toda Europa. De otra parte, un segundo punto de divergencia entre las luces europeas y francesas lo encontramos en la religión: dentro de los territorios católicos, los ataques más que hacia la doctrina se dirigen de forma directa contra Roma, el poder y las riquezas del clero, especialmente las de los monasterios que llegarán a pasar total o parcialmente al Estado (territorios imperiales y Austria), mientras que en los ámbitos del protestantismo, ni siquiera se producen estas actuaciones. También encontramos diferencias respecto a los temas que más atraen la atención de los pensadores y la forma de tratarlos. En Italia lo que en verdad preocupa a los ilustrados es la aplicación de sus ideas a la economía y la reforma penal. Tal es lo que intenta con sus obras Beccaria (1738-1794), jurisconsulto y también economista, al igual que sus contemporáneos Genovesi (1713-1769) y Galiani (1728-1787), los cuales pretenden una reforma en las cárceles y la eliminación de la pena capital. Por su parte, la Aufklärung alemana se orientó más hacia la ciencia y la educación, los problemas religiosos y morales, estando exenta, en la mayor parte de los casos, del frío racionalismo francés y del peso que tiene en éste el pensamiento político. La multiplicidad de Estados y la diversidad religiosa van a otorgar al movimiento ilustrado una gran riqueza de formas, unas peculiaridades regionales y confesionales superiores a las de otros países. En las Provincias Unidas y en Inglaterra, las ideas ilustradas nunca tuvieron que enfrentarse al pasado por razones distintas. En el caso holandés, los problemas de las Luces habían quedado resueltos esencialmente en la centuria anterior y dentro de su tradición de erasmismo, tolerancia religiosa, relativismo político. Es más, la oligarquización social que vive frena el desarrollo cultural y limita su protagonismo a ser un centro importante del comercio de publicaciones. Respecto a Inglaterra, 3

también había conquistado en el Seiscientos las libertades políticas, religiosas y personales. Su interés, por tanto, no está en atacar al Antiguo Régimen, inexistente, o en crear otro nuevo, que ya tiene. Lo que les preocupa es ver si en la práctica la libertad personal se armoniza con la estabilidad socio-política, el gobierno constitucional evita los peligros de anarquía o despotismo, la riqueza enfrenta a las clases y corrompe el gobierno. Esta mayor preocupación por las cuestiones del aquí y el ahora adquiere especial significado en la Ilustración escocesa, pionera de los análisis sociológicos y económicos. En clara contraposición con esta Ilustración inglesa europea, la que florece en sus territorios situados al otro lado del Atlántico, las trece colonias americanas, tiene el centro de sus intereses en esas ideas potencialmente revolucionarias que les acabarán conduciendo a la independencia. Finalmente, en los países del Este y Sureste europeo el movimiento ilustrado adopta muy variadas direcciones. De influencia claramente francesa, su difusión no encontró especial oposición por parte de la Iglesia oriental e, incluso, llegó a convivir con corrientes místicas. Por la estructura social de la zona, en ningún momento asumió la tarea de propugnar y procurar la renovación social. En definitiva, en cuanto al pensamiento y la cultura, lo que se conoce como Ilustración está definido en el famoso artículo de Kant: atreverse a pensar por uno mismo, en que se manifiesta el cuestionamiento de la autoridad tradicional religiosa, el desarrollo de la observación y la experimentación, y del método inductivo; valores todos que pueden resumirse en los siguientes puntos: •Racionalismo y espíritu crítico. La razón y la experiencia son los fundamentos del conocimiento y de la ciencia, no Dios, ni la Iglesia, ni la tradición, ni las costumbres. Así cobran gran importancia las ciencias experimentales, lo que promueve una revolución científica. •Utilitarismo. La ciencia. La técnica y las reformas sociales se guían por la utilidad para la comunidad. La virtud personal y la ética, también. Un hombre es valorado si es útil a la comunidad. •Cosmopolitismo. Enorme curiosidad de los ilustrados por otros países y otras costumbres. Incremento notable de los viajes y de los intercambios comerciales y culturales. •Humanitarismo. El hombre es considerado como un ser natural que debe respetar las leyes de la Naturaleza. Se proclama la igualdad de todos los seres humanos y se va caminando hacia una profunda transformación de la sociedad jerárquica antigua, que culminará en la Revolución Francesa •Progreso. Se cree en la posibilidad de una mejora indefinida de las condiciones de vida de los seres humanos, que puede hacer posible la felicidad sobre la tierra •Reformismo. Se intenta liberar al espíritu humano de la barbarie (superstición, intolerancia, ignorancia, esclavitud, guerra, privilegios por nacimiento) y guiarlo por la luz de la razón. Estas ideas se llevan en parte a la práctica con reformas sociales. La consolidación del libro y la aparición del periodismo de ideas contribuyen notablemente. •Enciclopedismo. Las nuevas ideas se expresan en la Enciclopedia (1751-1772). La enciclopedia 4

es una recopilación de los nuevos puntos de vista críticos y un esfuerzo por fundar una cultura laica. •Didactismo. Una literatura didáctica y moralizante •Teísmo. Muchos ilustrados creen en un ser supremo organizador del universo, pero que no interviene en los asuntos políticos, sociales o morales y que, por supuesto, no tiene nada que ver con las religiones existentes, especialmente con el cristianismo, que, sólo por razones de orden público y de mejor dominio sobre el pueblo, conviene mantener. Voltaire, en este sentido, decía: “Si Dios no existiera, habría que inventarle”, "Quiero que mi procurador, mi sastre, mis criados, mi mujer misma crean en Dios, y me imagino que con eso sería menos robado y menos cornudo”

Literatura europea: Francia e Inglaterra 2.1. El Neoclasicismo. La corriente artística que surge de este complejo mar de fondo se denomina Neoclasicismo, y ocupa prácticamente todo el siglo. Se nutre de ideales similares a los de la Ilustración, es decir, el didactismo, el espíritu crítico y el propósito reformador. El arte va a ser objetivo, y va a buscar sus modelos en los clásicos, repudiando el período anterior por sus excesos lingüísticos y sus exageraciones literarias. Así pues, el estilo neoclásico se caracteriza por un estilo marcadamente sencillo, natural y verosímil, en la línea de lo que se denominó el “buen gusto”. En general, el arte y la literatura se ven sometidos a unas normas fijas, controladas por instituciones del Estado (Reales Academias) que proponen un propósito: educar al público más que para distraerlo. La mirada al pasado grecolatino, por lo tanto, se efectúa desde el academicismo, es decir, buscando normas infalibles que garanticen el didactismo, el decoro y la verosimilitud en todas las obras. De este modo, surgen las poéticas o tratados poéticos (Poética del francés Boileau, a imitación de la Poética de Aristóteles), donde se regula la creación de lo que consideraban literatura de calidad. Una de las palabras clave de los escritores ilustrados es crítica. La crítica social, moral y política es uno de los objetivos básicos de los escritores. La crítica abarca en Francia y en Inglaterra (en España, menos) los temas tabúes de la religión y de la monarquía. La crítica somete a análisis y ridiculiza la sociedad en que viven. Formas literarias como la sátira, recursos literarios como la ironía. Esta característica fundamental hace que la obra literaria se aprecie no tanto por sus aspectos estéticos o por su lirismo, sino por su utilidad y por su claridad. No es una literatura lírica, sino práctica. El escritor cree que su misión no se centra en la innovación artística, sino en la contribución al cambio cultural y social. La otra palabra clave es educación. La literatura quiere contribuir a un cambio de mentalidad. Para ello la literatura es útil y didáctica. Desde los textos literarios se fomenta la mejora 5

de las costumbres, nuevos valores como la igualdad, la libertad individual, el pacifismo, el progreso económico…y se apoyan las reformas. La fábula y el cuento son formas literarias adecuadas a este fin. Por último, cabe destacar la importancia del desarrollo del Periodismo, pues se produce la aparición de las revistas mensuales, semanales o periódicos diarios (se comienza en Inglaterra y se sigue en los demás países). Los escritores que quieren tener mayor proyección pública escriben en estos medios, mucho más populares que los libros. En cuanto a los héroes, su esencia se modifica en connivencia con los nuevos tiempos. El arquetipo de caballero cristiano que se había constituido como ideal máximo de la sociedad feudal, figura en que se fundían los ideales guerreros y heroicos de la ética germánica con los valores sobrenaturales de la espiritualidad cristiana, fue redefinido por las distintas sociedades nacionales que se formaron en Europa. La sociedad española erigió en ejemplo de ideal al hidalgo, la inglesa, el gentleman, la francesa, el honnête homme. En el siglo XVIII estos viejos ideales empezaron a perder credibilidad y vigencia. Son caballeros corteses, educados, cuyos valores son tanto estéticos como éticos, y su nobleza, de sangre o de corazón, o de ambos. En definitiva, pueden resumirse los elementos del Neoclasicismo en literatura en los siguientes puntos: o o o o o o

Academicismo Normativismo Verosimilitud Temas grecolatinos Sencillez estilística, buen gusto Didactismo

2.2 Literatura inglesa En cuanto a las literaturas nacionales, se desarrollan con diversa fortuna. Empezando por la Inglaterra del siglo XVIII, adelantada respecto al resto de Europa política, social y económicamente, sustituye a Francia en la hegemonía continental. Los dos fenómenos literarios más destacados de esta época son la consolidación de la novela en su camino hacia la modernidad y la afirmación prerromántica del sentimiento. La reflexión política de los pensadores británicos es temprana, y ya en el siglo XVII surgen dos grandes concepciones opuestas: Thomas Hobbes (1588-1679), pesimista sobre la naturaleza humana («el hombre es un lobo para el hombre»), defiende el absolutismo en su tratado Leviatán (1651) mientras que John Locke (1632-1704) afirma, en cambio, que la obligación del Estado es velar por el bienestar de los individuos, que, libres e iguales, se agrupan en sociedades. Esta doctrina, llamada liberalismo, se expone en el Ensayo sobre el gobierno civil (1690). Por otra parte, Locke, filósofo empirista, como lo serán en el siglo XVIII George Berkeley (1685- 1753) y David Hume (1711-1776). Esta corriente filosófica, enemiga de toda especulación fuera de la realidad sensible, fue precisamente la que estimuló la reflexión sobre los problemas humanos concretos, como el de la convivencia social y política. Por su parte, el genio científico de Isaac Newton (1642-1727) revolucionó la física. Las consecuencias prácticas de ello inciden en la Revolución Industrial surgida en la segunda mitad del siglo. 6

El período más prolífico en la literatura inglesa, la época augusta, demuestra desde su misma denominación su raíz cultural clásica, cuyo ideal de equilibrio se adaptaba perfectamente al carácter inglés. Uno de los géneros más en boga fue el de la literatura de viajes, de puro testimonio, o utilizado como medio para criticar la propia realidad desde otros puntos de vista. Uno de estos libros, las aventuras del náufrago Robinson Crusoe (1719), de Daniel Defoe (1660-1731), obtuvo un enorme éxito. Aunque hoy se lee como libro juvenil, no deja de ser una epopeya del esfuerzo racional del hombre por vencer a la naturaleza. Otra famosa obra de su autor es Moll Flanders (1722), novela de tono picaresco. La obra se llamó en un principio: The Life and Strange Surprising Adventures of Robinson Crusoe, of York, Mariner. Publicada en 1719. Basada en las experiencias de Alexander Selkirk, que vivió en una isla del Pacífico durante cinco años. En su novela el autor añadió no pocos elementos de su propia cosecha, como la descripción de la lucha de su héroe por la existencia, la adopción por él de un criado indígena, Viernes, su huida de los caníbales y su rescate. Los hechos referidos, tanto en esta su primera novela realista como en las otras que escribió, fueron aceptadas por el público como verdaderos. Las dos secuelas del libro fueron: The Farther Adventures of Robinson Crusoe: being the Second and Last Part of his Life , publicada en Agosto de 1719 y Serious Reflections during the Life and Surprising Adventures of Robinson Crusoe: With his Vision of the Angelick World, publicada en Agosto de 1720. Pero estos dos libros son de poco interés en comparación con Robinson Crusoe. La obra no es solamente una simple novela de aventura romántica, sino una historia de aventuras, un cuento moral y comercial y una fábula puritana. Robinson Crusoe es ciertamente una historia de aventura, la cual explota el interés del lector. Pero a la vez, Defoe muestra todos los intereses puritanos de la sociedad de su época: la mano de Dios está en todas partes y cada ser humano debe de ser juzgado. En cuanto a los temas, Defoe escribe pensando en un público muy concreto, burguesía inglesa puritana, a la que también propone un nuevo mito, el del buen salvaje, que se desarrollará a lo largo de este siglo y que consolidará Rousseau más adelante. En lo que se refiere al estilo, en la obra destaca una organización metódica del material narrativo, que se encuadra perfectamente en los cánones neoclásicos, pues es verosímil en las situaciones, el aspecto temporal está muy bien definidos, así como un efectivo gusto por el detalle, y un estilo sencillo y natural, dentro del buen gusto neoclásico. La novela transcurre de forma dinámica, organizado por un orden lógico, controlada y dirigida por el héroe, quien establece un permanente diálogo con sus lectores. La exactitud y rectitud en el lenguaje descubren a Defoe como puritano con una rectitud moral: el hablante que se expresa correctamente está condicionado a guardar una vida ejemplar, pues durante su solitaria vida en la isla, Crusoe está gradualmente sometido a ver su error, pero está siempre sujeto a abandonar el camino señalado, lo cual le da la libertad de pensar correctamente. Todo ello le convierte también en un ser humano. El personaje de Crusoe está románticamente representado, en el sentido de que él sabe que su desobediencia es malvada, y esto implica que hay una verdadera tensión entre el propósito de Dios y los impulsos muy humanos de Crusoe. Si esto no hubiese sido el caso, el libro tendría menos interés, y habría mostrado la imperfección de un trato religioso monótono. Así, Defoe crea un nuevo tipo de héroe de ficción: el lector se identifica con el personaje.

En definitiva, Defoe fue uno de los grandes escritores ingleses, fantásticamente prolífico, brillante periodista, incomparable como narrador realista y dueño de un estilo sencillo, pero sutil y artístico. Todas estas virtudes explican la gran influencia que su obra ha ejercido en el campo del periodismo y la literatura de las generaciones subsiguientes. En la misma línea de la literatura de viajes, el irlandés Jonathan Swift (1667-1745) fue un mordaz espíritu satírico. Sus Viajes de Gulliver (1726), son a la vez una parodia de la literatura de viajes y una dura crítica, desde un punto de vista ilustrado, de la sociedad humana, el capitán Lemuel Gulliver, se encuentra en

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situaciones paradójicas: es un gigante entre enanos, un enano entre gigantes y un ser humano avergonzado de su condición en una tierra poblada por caballos sabios que son más humanos que los propios hombres y desconfían, con razón, de éstos. Curiosamente, suele leerse como libro infantil, eliminando las dos últimas partes, las más terribles. El propósito de Swift al escribir el libro era ridiculizar a la sociedad a la que pertenecía —la inglesa, aunque todo lo que aparece en la novela se pueda hacer extensivo a cualquier nacionalidad—, y tanto los liliputienses como los gigantes sirven a ese deseo. Así, la gente de Liliput ejemplifica la necedad de los imperios y de los gobernantes, capaces de entablar guerras por motivos peregrinos o por simple odio injustificado. En este caso concreto, el conflicto entre los liliputienses y sus vecinos de Blefuscu estalla debido a las diferencias sobre el método a emplear… para cascar un huevo. El caso de Brobdingnag es muy interesante, ya que Swift pinta al pueblo de gigantes como un ejemplo de sentido común, de gobierno justo y de sabiduría; el hecho, por cierto, de que en el país la gente sea de un tamaño desproporcionado —mientras en Liliput se daba el caso contrario— no es casual, sino una obvia (y quizá deslucida) metáfora sobre la categoría moral que otorga la práctica de la política a los hombres. Las charlas que el soberano del país tiene con Gulliver son muy ilustrativas en este sentido.

El tercer país que visita, Balnibarbi, con su rey sobrevolando sus dominios en una isla voladora llamada Laputa, es la continuación lógica en la progresiva ilustración de los comportamientos humanos en cuestiones de política y convivencia. En la isla volante los cortesanos pasan sus días en un estado de meditación constante; tal es su ensimismamiento, que deben ir acompañados de unos sirvientes (espabiladores, en palabras de Gulliver) que se encargan de darles golpes para que regresen a la realidad y presten atención a lo que les rodea; no obstante, las cuestiones sobre las que ejercen tanta reflexión son tan absurdas que no tienen la menor incidencia en la vida cotidiana. En el país de Balnibarbi los despropósitos son absolutos: el narrador visita la Gran Academia de la capital, en la que cientos de sabios se dedican a pergeñar inventos que, en lugar de mejorar las condiciones de vida de los habitantes, complican innecesariamente sus tareas. Es en esa visita cuando se cuentan algunos de los momentos más hilarantes del libro. Tras unas cuantas paradas en algunas otras regiones, Gulliver se embarcará en su cuarto y último gran viaje, que le conducirá hasta la tierra de los Houyhnhnms. El narrador pone un énfasis especial en su encuentro con esa raza de caballos parlantes, que le causan una hondísma impresión, y que no podrá olvidar mientras viva. Aunque la metáfora es obvia (caballos que se comportan como personas, que atesoran una dignidad y un sentido común fuera de lo normal y que tienen a los humanos —a los que denominan yahoos— como seres salvajes e inferiores), Swift se cuida de cargar las tintas en el sentimiento tan profundo que provoca en el narrador su contacto con los houyhnhnms, y no de evidenciar las hirientes diferencias entre la manera de conducirse de los caballos (que ni siquiera tienen palabras o expresiones para designar la mentira y el engaño) y la de los seres humanos que Gulliver conoce. Al igual que ocurría en el caso del país de Brobdingnag, aquí también saltan a la vista las comparaciones entre las repúblicas ideales que pinta Swift y la cruda realidad que era la sociedad del XVIII; sin embargo, mientras en el país de los gigantes la intención era ridiculizar el comportamiento humano, en el de los caballos es casi un lamento por lo que se podría haber conseguido y se ha desperdiciado, una queja por la mezquindad y la injusticia social. En definitva, Viajes de Gulliver es una lectura fascinante por su contenido, aunque su forma haya perdido vigencia con el paso del tiempo; el estilo de novela de aventuras se adereza con el humor, la ironía y la rabia que rebosa Swift (en la mejor tradición irlandesa) son unas bazas inigualables para dotar al libro de un ritmo ligero con un mensaje muy interesante. El tercer autor inglés destacado es el poeta satírico Alexander Pope (1688-1744), autor de la epopeya burlesca El robo del rizo (1713). El poema satiriza una pequeña disputa comparándola con el épico mundo de los dioses. Está basado en un incidente contado por el amigo de Pope, John Caryll. Arabella Fermor y su pretendiente, Lord Petre, provenían de familias aristocráticas y católicas en un periodo de

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Inglaterra en el que el catolicismo estaba prohibido. Petre, loco de amor por Arabella, le cortó un mechón sin permiso, creando un conflicto entre las dos familias. Pope escribió el poema a petición de sus amigos en un intento de mezclarlos de una manera cómica. Utilizó el carácter de Belinda para representar a Arabella e introdujo un sistema de sílfides, o espíritus guardines de las vírgenes, una versión en clave de parodia de los cuentos épicos tradicionales sobre los dioses. El poema de Pope satiriza las tradiciones de la épica clásica: el rapto de Helena de Troya se convierte aquí en el robo de un mechón de pelo; los dioses se transforman en diminutas sílfides; el viaje de Eneas hasta el Tíber se convierte en el viaje de Belinda hasta el Támesis y la descripción del escudo de Aquiles pasa a ser la descripción de las enaguas de Belinda. También mantiene el estilo épico al hacer invocaciones, lamentaciones, exclamaciones y similares y, en algunos casos, parodia conversaciones imitando el estilo de la Ilíada de Homero. Aunque el poema es tremendamente divertido en ocasiones, Pope siempre mantiene la idea de que la belleza es frágil, y la pérdida de un mechón le afecta profundamente a Belinda. Como deja claro la introducción, las mujeres en aquel periodo tenían un papel esencialmente decorativo en lugar de racional, y la pérdida de la belleza era un asunto serio.

En la segunda mitad del siglo aparece un tipo de novela más moderna, centrada en una temática amorosa y ambientes burgueses, buscando como público receptor a esta clase social ascendente. El primer paso lo da Samuel Richardson (1689-1761) con Pamela o La Virtud recompensada (1740), novela sentimental epistolar de final feliz, que genera toda una moda. Esta obra es parodiada por Henry Fielding (1707-1754) en Joseph Andrews (1742), que sigue el modelo cervantino (trama itinerante, protagonista acompañado, constante ironía). Fielding es autor de otra gran novela, Tom Jones (1749). También demuestra saber la lección de Cervantes Laurence Sterne (1713-1768) en Tristam Shandy (1759-1767), auténtico juego literario metanarrativo, de gran libertad constructiva. Escribió también un Viaje sentimental por Francia e Italia (1768). Con la gran Jane Austen (1775-1817) culmina la narrativa de la época. Sus novelas describen, con clara elegancia e ironía, conflictos psicológicos finamente analizados en ambientes burgueses de provincia. Sus obras más destacadas son Sentido y sensibilidad (1811), Orgullo y prejuicio (1813), y sobre todo, Emma (1816).

Literatura francesa Desde un punto de vista literario, el dominio del Clasicismo durante el siglo XVII, hace que el siglo XVIII sea en Francia una prolongación en muchos sentidos de la etapa anterior. Sin embargo, la fuerza subversiva de las ideas ilustradas inspirará, al final del siglo, la caída del Antiguo Régimen con la Revolución Francesa (1789). Nacida en Francia, la filosofía ilustrada extendió por toda Europa sus novedosas ideas racionalistas y reformistas. Sus principales figuras, pensadores polifacéticos y combativos, no dudaron en recurrir a la literatura para difundir su pensamiento. Entre estos, los más destacados son Montesquieu, Montaigne, Diderot y Rousseau. El barón de Montesquieu (1689-1755) obtuvo un gran éxito con su tratado político Del espíritu de las leyes (1748), donde se defiende la separación de poderes en el Estado, mientras que en su novela epistolar Cartas persas (1721) traza una dura visión crítica de la sociedad francesa, a través de los ojos de unos viajeros persas que visitan este país. Voltaire es el prototipo del philosophe, o pensador ilustrado. Aparte de su Diccionario filosófico (1764), escribió innumerables opúsculos y panfletos sobre todo tipo de temas (Tratado sobre la tolerancia, El filósofo ignorante) que su público devoraba. Su producción literaria también es inmensa, pues fue poeta y dramaturgo. Tienen más vigencia sus relatos alegóricos, que exponen problemas morales con una visión pesimista del hombre. Entre ellos destacan El ingenuo (1767) y, 9

sobre todo, Cándido o el optimismo (1759), su obra maestra, en la que la bondad natural del protagonista choca continuamente con la sociedad humana, tema similar al de Viernes en Robinson Crusoe. Un espíritu ilustrado puede educar a un alma pura, que no haya sido contaminada por la sociedad. Denis Diderot (1713-1784), por su parte, dedicó gran parte de su vida a la gigantesca empresa de La Enciclopedia (1751-1772), compendio de todo el saber ilustrado, de la que fue director. Además de obras de teatro (¿Es bueno? ¿Es malo?) y de teoría teatral, escribió varias novelas: La religiosa, confesiones de una monja sin vocación, Jacques el fatalista, o su mejor obra, El sobrino de Rameau, cuyo protagonista resume las principales ideas del autor. Por último, Jean-Jacques Rousseau es el gran disidente de la Ilustración. Sostiene que es la cultura la causante de los males de la humanidad y exalta el sentimiento por encima de la razón, con lo que anticipa la sensibilidad romántica. Sus ideas políticas, expuestas en El contrato social (1762) influyeron mucho en la Revolución Francesa. Su producción más propiamente literaria consiste en La nueva Eloísa (1761), larga novela epistolar sobre el conflicto entre amor y deber, que obtuvo un enorme éxito; Emilio o De la educación (1762), libro a medio camino entre la novela y el tratado educativo, de enorme influencia en la futura pedagogía y Confesiones, que supone la primera autobiografía espiritual desde San Agustín. Esta disidencia se relaciona directamente con la toma de conciencia de la individualidad, que se gesta en este período, por el cual algunos intelectuales se levantan contra las formas y los valores colectivos sancionados por la tradición. Grabado de Aubert (B. N., París)Voltaire, Diderot, D¿Alambert y a otros pensadores ilustrados, a los que se considera ya como auténticos intelectuales modernos.

La persona que quizás representa mejor el nuevo sentir fue Rousseau. Su vida fue una permanente protesta contra las convenciones de la sociedad de su tiempo. Se emancipó de la autoridad paternal, se sublevó contra la educación que se le quiso dar, se unió a una mujer casada, protestó contra la civilización artificial y la ilustración racionalista del siglo XVIII, causó el escándalo de sus contemporáneos al poner en duda los beneficios que podrían haber producido los avances científicos, convivió durante largos años con una mujer analfabeta, ordinaria y borracha y entregó los hijos que tuvo con ella a un orfanato. Rousseau desconoció todo valor social colectivo y centró su existencia en su propia subjetividad. Rousseau fue el primer representante de aquel individualismo y subjetivismo que se convertirían en fuerzas determinantes de la historia contemporánea y que darían origen a un proceso emancipatorio que en el curso del tiempo abarcaría todos los fenómenos de la existencia social. Mientras que en los siglos anteriores el hombre había tratado de ordenar su existencia individual incorporándose a un orden de valores objetivos, ahora trataría de vivir su vida desde su propia individualidad y comprendería la existencia como la posibilidad de realizar su subjetividad. En un somero repaso de los géneros literarios, hallamos que la poesía es el género más pobre del siglo. La estética neoclásica, basada en la imitación de los autores grecolatinos, las reglas y el propósito didáctico, fue especialmente poco fructífera con ella. Sólo en los últimos momentos del neoclasicismo hay un autor de interés, André Chénier (1762-1794), con sus poesías bucólicas e idílicas. Destacables por su difusión social y su propósito didáctico en la línea de la Ilustración es el fabulista La Fontaine, el cual reelabora a los fabulistas clásicos, Esopo y Fedro. Su presencia en la literatura española se reflejará en fábulas de Iriarte y Samaniego. En el panorama teatral, los mejores autores del teatro neoclásico, aparte del intento de drama sentimental burgués de Diderot, son comediógrafos: Alain-René Lesage (1668-1747), el cual saquea el repertorio barroco español en su prolífica producción, y Pierre de Marivaux (16881763), que se hizo famoso por sus piezas de enredo amoroso y galante, como El juego del amor y del azar o La doble inconstancia, en las que no falta la crítica social y moral. Pero el más destacado es Pierre-Agustin de Baeumarchais (1732-1799), de trepidante vida, autor de dos ágiles y 10

divertidas farsas de ambiente español, El barbero de Sevilla (1775) y Las bodas de Fígaro (1784). Es la novela, por tanto, el género que alcanza un nivel superior. La primera obra importante es la entretenida Gil Blas de Santillana de Lesage, supuesta imitación de una novela picaresca. También escribió Marivaux dos largas novelas sentimentales, La vida de Mariana y El campesino enriquecido. Siguiendo esta evolución, Manon Lescaut (1731), de François Prevost (1697-1763) es ya una obra maestra por su análisis psicológico de una pasión amorosa arrebatadora que arrastra a los protagonistas. Finalmente, cabe destacar cómo el ambiente de relajación de costumbres hace florecer el subgénero de la novela libertina, de difusión clandestina por su mezcla de erotismo, anticlericalismo e ideas subversivas. Su culminación es el marqués de Sade (1740-1814), encarcelado por la inmoralidad de sus obras, como Justine, y muerto en un manicomio. LA ILUSTRACIÓN EN ALEMANIA Alemania no era un Estado unitario sino una infinidad de estados independientes. Desde la Reforma luterana, la libertad de conciencia se había considerado uno de los derechos inalienables del cristiano, por lo que los alemanes tenían a gala interpretar libremente las Escrituras. De este modo, la cultura universitaria estaba basada en los principios de la libertad de pensar, investigar y publicar y los autores estaban convencidos de no tener fuerza suficiente para intervenir en los asuntos públicos. Su relación con la teología y metafísica medieval era mucho más tolerante mostrándose respetuosos con la tradición de los problemas sobre ontología. Varias son las figuras ilustradas que propiciaron la difusión ilustrada en Alemania. Por una parte, la tolerancia del escéptico Federico II (1740-1786). La actitud del gran rey de Prusia, aun cuando siempre manifestara personalmente comprensión hacia la fe de sus súbditos en la Iglesia. Por otra, la presencia decisiva de Immanuel Kant (1724-1804). Alemania e Italia, dos naciones fragmentadas políticamente, fueron las zonas europeas más influidas por la cultura ilustrada francesa. En el caso alemán, la estética neoclásica tendrá un breve desarrollo y pronto será reemplazada por el prerromanticismo, que anticipa la edad dorada de la literatura germánica. En Italia, el género más importante será el teatro. En las pequeñas Cortes de los innumerables estados alemanes, a imitación de Versalles, se desarrolla una lírica rococó de escaso valor. Predomina una estética clasicista, didáctica y de respeto a las reglas, difundida por las teorías de J. Gottsched (1700-1766). Más interesante resulta el temprano descubrimiento del paisaje, que tan importante será para los románticos. A. von Haller (1708-1777) escribe en 1729 el poema descriptivo Los Alpes y F. Klopstock (1724-1803) refleja sus sentimientos en los fenómenos de la naturaleza. En la narrativa, el interés por la Antigüedad se refleja en Historia de Agatón, de C. Wieland (1733-1813), novela de ambiente griego. La isla Felsenburg, de J. Schnabel (1698-1752) describe, con ecos del Robinson, la comunidad utópica formada por unos náufragos. La única gran figura de esta época es Gotthold Lessing (1729-1781), importante por sus tratados de estética, como Laocoonte, y como dramaturgo. Escribió «dramas burgueses » de final feliz, como Minna von Barnhelm; y tragedias como Emilia Galotti, de ambientación italiana, y un drama simbólico-religioso, Natán el sabio. Por su parte, los pensadores ilustrados italianos más importantes son G. B. Vico (16681744), cuyas reflexiones sobre la historia anticipan el romanticismo, y C. Beccaria (1738- 1794), autor de De los delitos y las penas (1764), donde se aplican al Derecho los ideales humanitarios y racionales de la Ilustración, atacando la tortura y la pena de muerte. En la lírica predomina la 11

llamada corriente arcádica, poesía expuesta como juego, de tema pastoril y mitológico y formalmente antibarroca. Su mejor expresión se encuentra en los libretos de ópera de Pietro Metastasio (1698-1782). Muy distinto es El día, largo poema narrativo en el que se satiriza la frívola vida de los aristócratas. Su ºautor, Giuseppe Parini (1729-1799) es el mejor poeta de la época. El dramaturgo más importante del siglo es Carlo Goldoni (1707-1793). Sus comedias (La posadera, El café, Las riñas de Chioggia) son de leve trama amorosa o de enredo y de estructura clásica. Sin embargo, su ambientación realista en las calles de Venecia y su lenguaje coloquial las hacen muy modernas. También tuvieron mucho éxito las comedias de magia y exotismo de Carlo Gozzi (1720-1806). El único apunte de prerromanticismo en Italia se halla en Vittorio Alfieri (1749-1803), más en el contenido (rebeldía, conflicto poder-libertad) que en la forma de sus tragedias, algo enfáticas y perfectamente clásicas, como Filippo (1775), Saúl (1782) o Mirra (1784). Alfieri narró su inquieta existencia de aristócrata y viajero en su autobiografía en prosa Vida.

El Prerromanticismo El origen del término se remonta al adjetivo inglés romantic, neologismo introducido después de mediados del siglo XVII para indicar, en un sentido primordialmente peyorativo, el contenido sentimental y aventurero, apartado de la realidad, de los antiguos romances, con particular referencia a las reelaboraciones populares y en prosa de la materia épica y caballeresca. Sin embargo, a partir de comienzos del siglo XVIII, la palabra asume su otro sentido objetivo de «pintoresco» o «sugestivo», designando específicamente los escenarios naturales afines a los descritos en los romances: ambientes selváticos, lugares desiertos y desolados, ruinas antiguas y misteriosas. La segunda acepción va prevaleciendo progresivamente, trasladándose pronto de la realidad paisajística a los estados de ánimo que las vistas naturales pueden provocar en el que contempla, como se refleja en los nocturnos ingleses. Otro carácter significativo que surge del temperamento prerromántico es la revaloración de los genios poéticos del pasado más conformes con los dictados de la «naturaleza», contra los malentendidos y limitaciones de origen racionalista. Es determinante a este propósito la difusión del teatro de Shakespeare, con su mundo de poderosas pasiones y de ardiente espíritu de aventura. Varios son los brotes prerrománticos en la literatura europea del siglo XVIII. Mientras en Inglaterra la fe ingenua en la virtud inspira las novelas sentimentales, en Francia surge un paulatino abandono a los impulsos del corazón de ciertas obras dramáticas y narrativas populares de la época, hasta llegar a la exaltación de la naturaleza y de la espontaneidad primitiva que con mucha mayor resonancia marca la producción de Rousseau. El Romanticismo se opone ante todo al Clasicismo, identificado con el Racionalismo del siglo XVIII, en el hecho de que rechaza la fe absoluta en la razón (capaz de garantizar la comprensión total de la realidad) y desdeña el culto de la «objetividad» del arte antiguo propugnado por las poéticas neoclásicas. Simultáneamente, junto a estas tendencias que entran en la revaloración de la interioridad individual, se va afirmando en el prerromanticismo un creciente interés por las formas literarias que pueden referirse al alma de todo un pueblo: de ahí la recuperación de la peculiaridad cultural de cada nación, que coincide con el rechazo de la tradicional mitología clásica greco-romana y el rescate recreador de sus propias leyendas y tradiciones. En Alemania, el redescubrimiento del patrimonio étnico, legendario y musical, va enriqueciéndose paulatinamente con nuevos contenidos y originales adquisiciones 12

conceptuales: la exaltación del sentimiento como esencia de la inspiración poética y la interpretación del arte como «acción y movimiento» contra toda pretensión preceptista externa preparan el camino a la impetuosa erupción del Sturm und Drang, antecedente inmediato del romanticismo. Hacia 1770 empieza a difundirse este nuevo estilo, llamado Sturm und Drang (Tempestad y empuje). De sensibilidad ya prerromántica, defiende el sentimiento y la libre fantasía frente a la razón y las reglas clásicas. Su principal teórico es J. G. Herder (1744-1803), quien al identificar lengua y espíritu nacional, estudia la poesía popular y el folclore. Friedrich von Schiller (17591805), el más importante escritor del siglo, tuvo un carácter rebelde y una obsesión por la libertad que le acercan al espíritu del Sturm and Drang. Poeta (El canto de la campana) y estudioso de estética, es sobre todo dramaturgo. Sus primeras piezas dramáticas, que escribió muy joven, están protagonizadas por jóvenes rebeldes y exaltados, como Los bandidos (1782), drama burgués en prosa sobre un joven arrastrado al delito por una falsa acusación y Don Carlos (1783-1787), tragedia histórica en verso sobre la rebeldía entre política y amorosa del hijo de Felipe II. Con el tiempo, por influjo de su amigo y rival Goethe, Schiller evoluciona hacia un estilo que conjuga temas románticos (rebeldía, libertad) con una forma más clásica. Ello se advierte en sus piezas en verso de madurez: la trilogía Wallenstein, María Estuardo y, sobre todo, Guillermo Tell (1804), sobre el libertador suizo. Sin embargo, precisamente en el mundo alemán, el Sturm und Drang se asienta sobre una base filosófica: la identificación entre la energía vital del hombre y la fuerza creativa de la naturaleza, la poesía como «lengua madre» del género humano y, a la vez, específica de cada pueblo, el genio como libre intérprete de la belleza artística en su multiforme esencialidad. Uno de los más importantes factores del surgimiento prerromántico es la Revolución Francesa, por los excesos del Terror, que empujaron a los espíritus románticos a una visión más interiorizada de la relación entre cultura y vida social y que mostraron el fracaso del mito ilustrado de la razón. Resulta también fundamental el desarrollo del idealismo filosófico postkantiano, que afirma la potencia creadora del espíritu y la fusión de arte e historia. Por último, cabe destacar la fundación en Berlín de la revista Athenäum (1798-1800) por parte de los hermanos E y A. W. Schlegel, con la que se hace patente la partida de nacimiento oficial del romanticismo en Alemania. En definitiva, hacia 1770 se levantó en Alemania una generación de jóvenes poetas que, bajo la influencia de Rousseau, declararon la guerra a la Ilustración y su impersonal racionalismo. En otros términos, se apelaba al sentimiento, no a la razón; se apelaba a la vivencia, no al conocimiento. Originalidad y genialidad son las divisas de este período cuyos jóvenes poetas quisieron revolucionar las letras y artes, la vida entera, porque sus sentimientos y pasiones se desbordaron. Rompieron con las formas tradicionales y se decidieron por el caos, porque el caos era fecundo y engendraba nuevas fuerzas. Se sintieron libres y quisieron disfrutar de su libertad. Cada persona debía formar su propio mundo, cada persona era un mundo. Goethe (1749- 1832) A esta generación perteneció también Johann Wolfgang Goethe. La publicación de sus poesías y, ante todo, de su drama Goetz von Berlichingen y de su novela Los sufrimientos del joven Werther lo hicieron célebre en Alemania y Europa y lo convirtieron en la primera figura literaria de su país. Se trata de una novela epistolar, en la que se narran las vicisitudes de un joven enamorado hasta su suicidio. Se considera la obra inaugural del Sturm und Drang, y modelo para muchas novelas románticas posteriores, que defenderán el predominio de la imaginación, el sentimiento y la acción sobre el intelecto. Pero es en Fausto (1773-1806) donde alcanza la culminación de su obra y un puesto en la literatura universal.

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Fausto es una obra en verso, aparentemente es un drama, es decir, de estructura dialogada, pero realizada para ser leída, sin representación posible, que trata el tema del pacto con el diablo. En la primera parte, Fausto se halla decepcionado por su vida y decide vender su alma para conocimiento y poder; además, trata de los amores con Gretchen/Margarita, su embarazo no deseado y el posterior infanticidio y ejecución consiguiente. En la segunda parte, Margarita ha fallecido, y Fausto viaja a través de planos ficticios, en el tiempo y en el espacio. Engendra un hijo con Helena de Troya y colabora con el emperador alemán para vencer en una batalla. Finalmente, el amor de Margarita lo salva de la condena final. Fausto se basa en varias fuentes. Para empezar, la importante tradición oral, creada a partir de la leyenda de un personaje del siglo XV, Johannes Fausto, que fue partidario del reformismo junto a Martín Lutero, y que terminó por romper con este círculo a causa de su apasionado gusto por la antigüedad pagana y sus prácticas mágicas, por lo que fue perseguido; además, la anterior obra de Goethe está relacionada con figuras de corte similar: Prometeo, el titán; Mahoma, el profeta; Fausto, el mago; César, el héroe. Son los grandes genios creadores a través de los cuales se ha revelado la humanidad y que han dado forma a la civilización humana. Todos los héroes representativos de este período tienen el gesto de la rebelión y la exuberancia de su yo que desborda los límites de la razón y de la moral. Fausto se corresponde enteramente con esta modalidad, si bien Goethe -a lo largo de su vida y sin dejar de elaborar esta obra clave de la literatura occidental- no tardó mucho tiempo en abandonar ese enfoque y en superar el romanticismo juvenil del Sturm und Drang. La leyenda de Fausto fue la base para que Goethe llevara a cabo la creación de su obra dramática que tiene como título el apellido del mago, y realiza una versión en la que predomina la fusión del pasado con el presente en ese acto de brujería que supone el pacto, acto solemne, revestido de garantías a causa de un elemento mágico esencial, la gota de sangre con la que se firma dicho acuerdo, cuya importancia queda reflejada en el siguiente fragmento: Fausto - (...) ¿qué quieres de mí, maligno espíritu: bronce, mármol, pergamino o papel? También dejo a tu elección el si debo escribirlo con un estilo, un buril o una pluma. Mefistófeles - ¡Cuánta palabrería! ¿Por qué te has de exaltar de este modo? Basta un pedazo de papel cualquiera con tal que lo escribas con una gota de sangre. Fausto - Si así lo quieres... Mefistófeles - La sangre es un fluido muy especial. 14La desaparición de Satanás con respecto al mito medieval obedece a la intención de dar a Mefistófeles mayor participación e independencia a lo largo de la obra, quien únicamente se ve sujeto a las órdenes del mago porque así lo estipula el acuerdo. Los personajes destacados serán Margarita, doncella inocente, bella, perteneciente a una clase social humilde, y el personaje de Fausto, que en el relato de Goethe, se ve endeble anímicamente, no es autosuficiente, por lo tanto pertenece al común de los mortales. Para integrarse dentro de la representación de mundo reproducida en el texto, Fausto necesita de Mefistófeles, de su poder, sus consejos, su astucia, ya que es la fuente que satisface cada deseo del protagonista.

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