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SINDICALISMO Flexibilidad, Marco Social Europeo y Reivindicaciones −−>[Author:EB]PRELIMINARES. Desde hace algunos años venimos observando la actividad sindical con crecientes dudas sobre su funcionamiento llegando, en casos extremos al estupor e incluso la sorpresa. Los medios de comunicación se refieren continuamente a esta supuesta actividad en favor de los trabajadores y de las clases obreras, por más que en las declaraciones de los líderes sindicales y en las manifestaciones públicas de su actividad sea difícil identificar una sola acción o toma de posiciones en favor de este colectivo. A lo largo de la historia de la actividad sindical, se ha defendido los derechos de los trabajadores y la adecuación de las condiciones de trabajo. Pero la sociedad ha ido evolucionando e incorporando cambios (no sólo ha habido avances) a una velocidad vertiginosa. Lamentablemente, los sindicatos no se han hecho eco de esta veloz carrera y sus reivindicaciones no son las más adecuadas al momento histórico que vivimos. Poco tiene que ver con nuestra realidad la imágenes de los primeros núcleos industriales en Europa; trabajo repetitivo y monótono, tareas muy especializadas, incapacidad para el reciclaje o la formación Aún así, en muchas ocasiones, los sindicatos continúan reivindicando medidas que se muestran más cercanas del surgimiento del industrialismo que a la incorporación de los avances científicos a las tareas productivas; la revolución de la nuevas tecnologías o la flexibilidad que se impone como nuevo marco para el desarrollo de las relaciones laborales. Este fenómeno no se localiza únicamente en el ámbito laboral, existe el ejemplo claro de las reivindicaciones ecologistas. Éstas vienen contando sistemáticamente con la desaprobación por parte de los movimientos obreros, temerosos de la pérdida de puestos de trabajo e incluso de la desaparición de ciertos oficios. Dado que la situación actual poco o nada tiene que ver con la misma durante el surgimiento del industrialismo, debemos acostumbrarnos a considerar que ocurre lo mismo en el ámbito ecológico. La reivindicación de estos movimientos no significa una opción anti−sindicalista y mucho menos anti−trabajo. Ambos aspectos son perfectamente conjugables desde la perspectiva de un mundo flexible y global. El mundo propuesto mil veces y otras tantas ignorado por todos los países, sus economías y sus dirigentes. En este nuevo orden mundial los sindicatos están llamados a jugar un papel clave, que no puede pasar por las reivindicaciones de igualdad por medio de la indiferencia o de la supresión de características particulares. Los textos propuestos para el análisis pretenden ayudar a elaborar una visión crítica de esta situación y de sus posibles causas.SINDICATOS Y FLEXIBILIDAD. La flexibilidad ha acabado por convertirse en un concepto pesado y generalizado cuya denominación encierra diversos significados aunque ninguno de ellos consiga expresar claramente lo que en un principio este término contenía. El campo de la flexibilidad abarca las técnicas y la organización laboral, los salarios, las formas de empleo y en general los diferentes tipos de relaciones laborales que tiene lugar en nuestros días. Podemos hablar de flexibilidad interna (relativa a la organización productiva) o externa ( en relación a las formas de empleo, leyes del mercado,). Existe asimismo la flexibilidad técnica, social, económica; todas ellas referidas a las diversificaciones y adaptabilidad requerida por el mundo actual.
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La flexibilidad constituye una lucha contra las limitaciones, las reglamentaciones, la burocracia y todo aquello que limita la libertad del individuo y su iniciativa. Pero ésta no ha sido defendida únicamente como una respuesta a las limitaciones del Estado o del mercado. Tenía en cuenta también las aspiraciones individuales de los asalariados, mientras que los sindicatos parecían más interesados por el control de las conductas individuales y por la atribución de condiciones uniformes. El sindicato transformarlos mercados laborales constituyendo monopolios que imponen a los empresarios unas condiciones salariales y laborales que no se derivan de la libre confrontación de la oferta y la demanda en u mercado competitivo. Con la flexibilidad, las limitaciones del mercado están sustituidas por la negociación colectiva y la función económica de los sindicatos disminuye. La flexibilidad negociada conduce a la integración. Los negociadores buscan contrapartidas mutuas, intercambian ventajas y se benefician mutuamente. El intento de los sindicatos por la representación de los asalariados no alcanza su objetivo en cuanto a las personas que se encuentran en situación de desempleo. La diversidad de características particulares es difícilmente extensible a la generalidad de los trabajadores, pero lo es aún más si nos referimos a los desempleados, cuya particular situación se pierde en el intento de representatividad sindical. Los excluidos no pueden integrarse en una acción sindical que represente al mundo del trabajo, lo que no supone un problema si se considera la flexibilidad de las relaciones en el mercado laboral, la libertad del empresario y de su iniciativa e incluso de la representación del asalariado. Probablemente, a la luz de los valores de la nueva flexibilidad y de la democracia, el sindicalismo pueda recuperar sus funciones representativas y reivindicativas originales.SINDICALISMO EN EL MARCO EUROPEO. La nueva Europa se está definiendo a través del mercado único y de las nuevas políticas económicas, que intentan no ya realizar una suma de componentes autónomos, sino crear un nuevo ente supranacional con nuevas competencias. Este nuevo tipo de organización implica la toma inmediata de una serie de medidas rigurosas tanto en el plano de política económica como social. Es necesaria la asimilación de presupuestos idénticos que integren a los nuevos países de un modo coherente y cohesionado en dicha organización. Esta situación conforma una nueva línea de actuación de los sindicatos. Se debe pasar de una estrategia de defensa de las posiciones adquiridas en cada uno de lo países integrantes de la Unión Europea, a la construcción de un proyecto positivo que integre las nuevas reivindicaciones. La línea que siguen los sindicatos en la actualidad es absolutamente irreconciliable con los presupuestos de la Unión, las diferentes posturas pasarían a ser cada vez más conflictivas y a generar rivalidad y exclusión. Se debe atraer la atención del sindicalismo hacia la cooperación y la flexibilidad social, en un intento por reducir los costes sociales que podría traer la nueva situación de los asalariados europeos. No se está hablando en ningún momento de revolución. Se trata de un reforma gradual a través del consenso de los sindicatos a nivel europeo. Se impone la necesidad de instaurar marcos de referencia comunes y extensibles a las diferentes regiones europeas, de tal modo que los convenios, legislaciones, acuerdos, tratados, sean comprensibles y, sobre todo, compartidos, por la generalidad de los trabajadores europeos. La nueva Europa necesita la creación de un espacio social compartido que de cohesión interna a lo que, de hecho, es más que un proyecto. En esta labor de construcción el sindicato tiene un papel preeminente porque el nuevo espacio social europeo debe ser, también, el futuro de los asalariados y de sus reivindicaciones sociales. 2
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