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María Regla Foncubierta García*
URBANISMO Y CLASES EN LA CIUDAD DE CÁDIZ. CAMBIOS RECIENTES TOWN PLANNING AND CLASSES IN THE CITY OF CADIZ. RECENT CHANGES Resumen La ciudad de Cádiz es un buen ejemplo de cómo la situación geográfica y el devenir geológico determinan la distribución social del espacio de la ciudad. Debido a su vocación religiosa y su tradición burguesa y burocrática, el factor clase social está muy presente, no sólo en el diseño urbanístico, sino también en el arquitectónico. Palabras clave: Arquitectura, urbanismo, marginación, clases sociales, Cádiz, península itinerante. Abstract The city of Cadiz is a good case to illustrate the way geographical placement and geological becoming can determine social space distribution within the city. Due to its religious vocation and its bourgeois and bureaucratic tradition, this city has a very remarkable social class factor. This is not only present in urban design, but also in the architectonic one. Keywords: Architecture, town planning, marginalization, social classes, Cadiz, peninsula. JEL: O18, O19, R39.
* Profesional sanitaria y asistencial. Núm. 12 (otoño 2010)
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Precisiones iniciales
L
a tesis principal que se va a defender en este artículo es de tipo sociológico y su enunciado resumido vendría a ser el siguiente: En función de los cambios geológicos de una ciudad, así serán los cambios urbanísticos, de manera que los trabajadores queden excluidos de las zonas en que residen las gentes pudientes. Se van a analizar aquí los cambios más recientes. La segunda tesis, que es de tipo geológico se enunciaría mediante la afirmación de que la península en la que se encuentra la actual ciudad de Cádiz, en España es una “península itinerante”, es decir, una isla provisionalmente fijada al continente por un istmo de tierra, pero que tiende a desplazarse al otro lado de la Bahía de Cádiz. Este fenómeno, que se produce a lo largo de periodos históricamente largos, se ha estudiado con mayor detenimientos en las penínsulas atlánticas de Estados Unidos, como el cabo May, en el Estado de Pensylvania, o el cabo Charles, en el Estado de Virginia, en el que se encuentra el parque natural de Presquile (que en francés significa península). Del mismo modo, en la ciudad de Cádiz se aprecia el mismo tipo de tendencia geológica. En realidad, el istmo de la ciudad de Cádiz no la liga directamente al continente, sino a una porción de tierra separada (la Isla de León, donde se encuentra la localidad de San Fernando) que, junto con Cádiz, constituye, en realidad una isla. Esta isla de dos ciudades, separada del continente por el “caño de Sancti Petri”, se encuentra, como en el caso estadounidense mencionado, a la entrada de una bahía (Bahía de Cádiz), en uno de los dos extremos de la entrada, y parece mostrar tendencia a desplazarse hacia el otro extremos (donde hoy se encuentra el término municipal de Rota. Digamos, de paso, que la ciudad de Rota se caracteriza por ser sede de una base militar estadounidense en la que se ha acotado incluso una zona de playa para uso exclusivo de bañistas norteamericanos y sus invitados. Imagen 1. Mapa de la Bahía de Cádiz
Fuente: Google Maps Digamos también, para más información que, en la desembocadura de dicho caño se erigió, en tiempos de los Romanos, una fortaleza, en un pequeño islote, inaugurando lo que hoy se conoce Núm. 12 (otoño 2010)
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como Castillo de Sancti Petri. También existía una calzada romana, que hoy se encuentra sumergida, que unía dicha fortaleza con con la ciudad, situada en el extremo de la península. Imagen 2. Mapa antiguo de la Bahía de Cádiz
Fuente: todocoleccion.net Si observamos un mapa antiguo de la ciudad de Cádiz, veremos que para enlazar la isla de Sanctipetri con la ciudad de Cádiz (Gades, en tiempos romanos), se puede trazar una línea que pase por tierra, aprovechando la línea de escollos marinos conocida como “barra de Sanctipetri”, hasta “Punta de Poniente”.
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Imagen 3. Barra de Sancti Petri.
Fuente: wikimapia.org Todo esto significa que la antigua calzada romana transcurría por una zona costera que hoy queda permanentemente sumergida y que llegaba hasta la antigua fortaleza que hoy se conoce como playa de la Caleta. El descubrimiento de los restos de esta calzada mostró por primera vez, en los años 70, que la erosión de la costa Oeste era una realidad. A eso había contribuido mucho la utilización de la piedra ostionera (la roca natural que componía la línea de escollos) como material de construcción, desde tiempos de los romanos. Con ella se fabricó el famoso acueducto (cuyos fragmentos se exhiben hoy en la plaza Asdrúbal) y también las murallas de los siglos XVII y XVIII y los palacetes antiguos. La erosión de la costa es el principal motivo (aparte de la protección de la fauna marina) de que hoy esté prohibido edificar con este material.
La península itinerante La imagen 4 muestra la ciudad de Cádiz de 1930, antes de la construcción de la Barriada de la Paz, los espigones de la playa de Santa María del Mar (antigua playa de Mujeres) y el puente que conecta la ciudad con la localidad de Puerto Real. Tampoco estaban construidas las torres de tendido eléctrico que unen el Puntal con dicha localidad (una magnífica obra de ingeniería, comparable con la Torre Eiffel). En este plano, se observa el deterioro de la costa Oeste, en la que la pérdida de arena ha puesto la hilera de escollos al descubierto; en cambio, las zonas proyectadas para el crecimiento de la ciudad se sitúan todas hacia el interior de la Bahía de Cádiz.
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Imagen 4. Un plano de 1930.
Golfo de Cádiz Bahía de Cádiz
El Puntal Proyecto de zona franca Playa de mujeres
Fuente: Guía Arquitectónica de Cádiz (1995). Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dirección General de Arquitectura y Vivienda y Colegio Oficial de arquitectos de Andalucía Occidental, Demarcación Cádiz. Obtención con Simple Scan, para Linux y Gimp, para Linux
El cambio urbanístico. Caso de la Barriada de la Paz. Al padecer la ciudad de la erosión oeste y la acumulación de arena en la parte de la Bahía. La dirección en la que se produce la expansión ha sido modificada modernamente. Durante la mayor parte del siglo XX, la expansión se produjo a lo largo del Istmo, hasta llegar a la fortaleza de la Cortadura (llamada así porque pretendía cortar el paso al enemigo, aunque en la práctica no tuvo utilidad). La construcción de la vía férrea se hizo a levante de la carretera, del mismo modo que ésta (la avenida que atraviesa Cádiz y que la une con la isla de San Fernando) se construyó también más al Este de la antigua calzada romana. La existencia de estas infraestructuras ha frenado un poco la erosión; posiblemente, si no se hubiesen construido esas vías, el mar ya habría comunicado la bahía con el océano, pero gracias a estos escollos, se han ido acumulando dunas y (desde fechas relativamente recientes) se está produciendo la acumulación de especies vegetales en dichas dunas, reafirmando el estrecho terreno “entre dos aguas”. Pero también han puesto de manifiesto la inefable erosión de la costa atlántica y las posibilidades de crecimiento hacia la Bahía. La primera forma de crecimiento que se observa en la ciudad se produce en el casco antiguo. La unión de los tres islotes que forman hoy la cabeza de la península se fue produciendo por un desecado artificial de los canales. El antiguo puerto (lugar todavía recordado como Puerto Chico) desapareció al construirse la muralla; el campo de tiros situado al noreste se fue destinando a construcción, así como las viñas que preceden a la playa de la Caleta. En definitiva, todo el crecimiento se produjo en el casco antiguo, si bien, en la colina (hoy llamada
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Bahía blanca) siempre existieron viviendas y hoy se sabe que fue usada como cementerio por los romanos y probablemente también los fenicios. La segunda fase o forma de crecimiento fue a través de la vía que conecta Cádiz con el resto del mundo terrestre, aunque también se han encontrado restos funerarios fenicios y romanos a lo largo de esos campos. Pero el caso es que en los años 50, todo lo que hoy es conocido como Puertatierra o parte nueva, estaba ocupado por pastos y establos, aparte del destacamento militar de El Puntal y el acuartelamiento de Varela. La mayor parte del crecimiento se produjo, precisamente en los años 50 y 60. Se aprovechó la posibilidad de crecimiento que hemos mencionado antes y se creó una barriada obrera, la Barriada de la Paz. Esta barriada era la más oriental y, junto con San Severiano, Guillén Moreno, Cerro del Moro y Loreto, eran considerada zona marginal, simplemente porque estaba incomunicada por la vía del tren; alejada de este modo de la zona turística de playa. Era ahí donde encontraba vivienda el obrero y donde se construían promociones oficialmente subvencionadas. La clase pudiente del periodo franquista fue ocupando los mismos palacetes de la burguesía rica del casco antiguo (por ejemplo, los de la Alameda Apodaca), pero también los chalés de la colina (Bahía Blanca), que se construyeron con absoluto desprecio de los restos arqueológicos. Otros emplazamientos de chalés y pisos caros eran La laguna (situada al oeste de la vía) y la zona de la playa. Es curioso que, mientras en el casco antiguo, los ricos habían habitado la parte de la Bahía, para controlar el tráfico marítimo, los pobres habían sido desplazados hacia el Campo del Sur (barrios de la Viña y Santa María). En cambio, la existencia de la vía del tren y el auge del turismo invirtió la orientación de la marginación y los pobres se ubicaron hacia el Este, mientras que los ricos se quedaron al otro lado de la vía férrea. Sin embargo, en los años 80 y 90 del siglo XX, se puso de manifiesto la gran erosión que sufría la zona de la playa; se constató la tendencia de aquella zona a hundirse lentamente bajo el nivel del mar. De hecho fue en los 90 cuando se desenterró el teatro romano y se llegó a la conclusión de que tenía que haber sido construido en un terreno relativamente elevado, mientras que ahora se encontraba, en gran parte, bajo el nivel del mar. También la cripta de la catedral nueva ha quedado hundida y el peso de la sede religiosa presiona la muralla, de modo que en los años 40 hubo que reforzarla con unos bloques de hormigón, ya emblemáticos del Campos del Sur. En esa década de los 90, el mar consiguió abrir un socavón en el campo del Sur, en un terrero en que antiguamente había estado la plaza de Toros (la del casco antiguo). En la Playa de Santa María del Mar se construyeron dos espigones que la limitan, con la finalidad de frenar la erosión y permitir que la arena se deposite preservando la playa. A lo largo de la Playa de la Victoria, en la primera mitad de los 90, se acometió la gran obra de volcar millones de toneladas de arena, procedente de la Bahía (con el deterioro de la calidad de la misma y la destrucción del medio ambiente marino). Los remedios fueron peores que la enfermedad; dejaron de verse estrellas de mar y caballos de mar, cesó unos años el desove de peces, la gente se quejaba de la aspereza de la arena, con fragmentos de moluscos cuyas conchas pinchaban; además, el mar volvió a tragarse la arena, creando escalones absurdos y la obra del paseo marítimo, hecha en mármol, quedó parcialmente enterrada. Los altos edificios que se construyeron en los años 50 y 60 a lo largo de la costa (y que proporcionaban un calor tremendo a los bañistas, cortando el viento y reflejando el sol) empezaron a sufrir los efectos del salitre y la humedad; los coches se corroían rápidamente; las fachadas se deterioraban, etc. Núm. 12 (otoño 2010)
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Por todo ello, se decidió que había que reactivar la parte marginal de la ciudad para que los ricos pudiesen comprar allí viviendas, ya fuera para habitarlas o para arrendarlas. Por ello, se creó, en los años 80 (y se acabó en los 90) el proyecto de soterrar la vía del tren. Una vez finalizado el proyecto, la gente más pobre y los inmigrantes (que empezaron a dejarse sentir desde finales de los 90 y sobre todo en la primera década de este siglo) dejaron de habitar aquellos barrios antes considerados marginales y empezaron a ocupar los antiguos edificios del casco antiguo (que habían dejado de ser palacetes, durante los malos tiempos del siglo XX), convirtiéndose, por obra de tabiques, en casas de vecinos. Algunas de estas viviendas, construidas en la primera mitad del siglo XVIII siguen estando hoy ocupadas por inmigrantes, padeciendo la amenaza de ruina y acarreando todavía los caracteres de infravivienda, como el hecho de tener cuarto de baño o cocina compartidos. Otro de los problemas en que se nota el hundimiento paulatino de la ciudad es en el alcantarillado. Los edificios de determinados emplazamientos (algunos relativamente elevados) sufren continuamente inundaciones fecales, porque el alcantarillado debe ser enterrado cada vez más profundamente y, en último término, bombeado hacia una zona alejada del mar. En la Barriada de la Paz, todavía sube la marea a través de las alcantarillas y, en zonas más hundidas como La Laguna (atención al nombre) o San Severiano, se desborda el alcantarillado cuando llueve mucho. Todos estos problemas se han ido sobrellevando con ingenio, pero es indiscutible ya la erosión de la ciudad por el lado del océano y su itinerario paulatino hacia el interior de la Bahía. Décadas después de su creación, la Barriada de la Paz fue, poco a poco ganando terreno al mar, hasta el punto de comunicar, por un paseo costero, con la zona de El puntal. Esta circunstancia, junto con el soterramiento de la vía, desmarginaliza considerablemente estas zonas, que conectan ya directamente con la Zona Franca y el acceso al Puente Carranza. Cuando se concluya el segundo puente de acceso (una gran obra de ingeniería, hoy paralizada por la crisis), la zona que antes fue una barriada obrera, con grandes solares aún por edificar, una parroquia, varios colegios y algunos terrenos para jugar al fútbol, se convertirá en el entorno del Corte Inglés y otros centros comerciales. A esto contribuye también el haber diezmado el terreno de Astilleros Españoles en Cádiz, lo que conecta también la Barriada por el norte con el casco antiguo de la ciudad, a través de la carretera de Astilleros o carretera Industrial. Hoy la ciudad tiene dos accesos más, aparte de la Avenida y el Paseo Marítimo, que son la avenida que hay sobre la vía del tren y la que atraviesa los antiguos terrenos de astilleros, recorre el paseo de la Bahía y enlaza con Puntales. Enmedio de esas dos nuevas vías de acceso, se encuentran las antiguas barriadas marginales de La Paz, El cerro del Moro, Guillén Moreno y San Severiano. Los trabajadores pobres (que hoy son los inmigrantes) viven en las casas en ruina del casco antiguo.
La arquitectura Podemos usar como ejemplo de iniciativa clasista la utilización del edificio Mora, antiguo hospital modernista, donado por el acaudalado benefactor Mora y Vitón y construido en 1903, que se aprecia en las imágenes 5 y 6, para la facultad de empresariales. Aunque la utilización del espacio ha sido criticada y se han incluido plantas que comparten ventanas, en lo que antes Núm. 12 (otoño 2010)
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fue una planta baja de techo alto, el edificio no deja de ser un lugar agradable, al menos, visto desde la fachada. Los suelos son de buena calidad y cuenta con todas las medidas de seguridad necesarias en un edificio actual, patio interior acogedor, entrada para carga y descarga, etc. En realidad, se trata de varios edificios, conectados entre sí, por vía aérea o por el subsuelo. Este edificio, hasta su clausura como hospital, tenía también un pasadizo que lo conectaba con el centro médico Policlínico, hoy edificio Andrés Segovia, también de la Universidad de Cádiz. Fue una época en que la sanidad pública contaba con medios suficientes (hoy se diría excesivos ). La estructura de patios, puentes y pasadizos de la actual Facultad de empresariales respeta la forma original, ideada para causar sosiego y procurar la recuperación de los enfermos, aunque sólo fuese por el factor psicológico de vivir en esta especie de paraíso. Hoy es un centro muy visitado por estudiantes Erasmus, que disfrutan de las puestas de sol en la playa de la Caleta, frente a dicha Facultad. Imágenes 5 y 6. Antiguo Hospital de Mora, hoy Facultad de Empresariales.
Fuente: Guía Arquitectónica de Cádiz (1995). Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dirección General de Arquitectura y Vivienda y Colegio Oficial de arquitectos de Andalucía Occidental, Demarcación Cádiz. Obtención con Simple Scan, para Linux y Gimp, para Linux
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Fuente: http://memoriadecadiz.es/tag/hospitalmorenodemora/ Un ejemplo arquitectónico simétrico al anterior es este bloques de vivienda de protección oficial, ubicado en una zona (Calle Barbate, Barriada de la Paz), en la que otras edificaciones de los años 90 comparten estructuras similares (también los edificios nuevos del Cerro del Moro). A simple vista, refleja el planteamiento organizativo y la estética de una cárcel. Incluso existen bloques de viviendas en dicha barriada que son conocidos con nombres de cárceles cercanas, como Puerto II. Pero si nos fijamos bien, guarda similitudes con la imagen del edificio Mora, en la que también existe un patio interior alargado y unos edificios interconectados; la diferencia es que el primero de los edificios está pensado para agradar y acoger la luz, mientras que el segundo parece orientado a la consolidación del hecho consumado de la marginación, enclaustrando en un foso si luz a los vecinos que acceden a sus viviendas.
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Imagen 7. Edifico de viviendas de protección oficial en barrio obrero.
Fuente: Guía Arquitectónica de Cádiz (1995). Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dirección General de Arquitectura y Vivienda y Colegio Oficial de arquitectos de Andalucía Occidental, Demarcación Cádiz. Obtención con Simple Scan, para Linux y Gimp, para Linux No hace falta un ejercicio intelectual demasiado imaginativo para identificar los pasadizos aéreos, que unen los dos lados del patio, con los pasillos de vigilancia de las prisiones y no sorprendería ver a un funcionario carcelario paseándose de un lado a otro. El otro dato que falta y que no se muestra en las guías de arquitectura es cuánta gente convive, por metro cuadrado, en las zonas construidas con estos diseños, en comparación con las zonas de viviendas de lujo. Lógicamente, es más probable que surja el conflicto y el crimen en un barrio pobre, no ya por el menor poder adquisitivo de sus habitantes, sino también por el problema de espacio. El problema de espacio no sólo incrementa la probabilidad de disputas por la cercanía y el reparto del terreno, sino también por el desgaste psicológico o efecto “cárcel”, que genera angustia y mal humor. Es como si se llegase a un acuerdo con los pobres: Les damos alojamiento, pero no salgan de ahí.
La vocación religiosa Las construcciones que se realizan en la actualidad siguen respondiendo a patrones clasistas y todo parece responder a intenciones que, puestos en el caso más perverso, se puede comparar la supuesta intención de rechazo y ocultación con el emplazamiento y los destinos que tienen Núm. 12 (otoño 2010)
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los distintos edificios. Es muy curioso el caso de la escalera lateral, situada entre la catedral de Cádiz y la sede del Obispado. Se trata de un acceso no sólo escondido, sino recatado, en el sentido de que el parapeto de la escalera no llega a la cintura de las personas, como ocurre normalmente, sino que tapa completamente la visión de cualquier ser humano que se interne en dichos edificios; es como una manera de impedir que se sepa quién entra y quién sale (tal vez, para cuando acuda el espíritu santo). Es un hecho muy notable también la ampliación de la manzana en la que se encuentra la Catedral, en la que recientemente se ha construido otro acceso tapiado en el lateral opuesto (el occidental) al que acabamos de mencionar (el oriental). Con esto, se controla prácticamente el ancho de las dos catedrales, unidas entre sí, ya que se ha limitado el acceso por la vía lateral oriental de la catedral y se ha hecho peatonal la calle que la separa de la “catedral vieja”, actual Iglesia de la Santa Cruz. Si consideramos que la plaza de la Catedral también es peatonal y que confluyen en ella otra iglesia, una capilla de un colegio privado y, siguiendo por Calle Pelota, otra capilla, el Ayuntamiento y otra iglesia más, anexa a un hospital, podemos considerar que el actual Barrio del Pópulo está completamente rodeado de una especie de minivaticano, como ocurre en otras ciudades, como Sevilla o Granada. Curiosamente, aunque los centros de salud (magnífico edificio abandonado, llamado “olivillo”) y los colegios escasean cada vez más y los vecinos deben organizar protestas cada cierto tiempo para que no dejen a un barrio sin escuela, lo que nunca falta es un centro espiritual católico, como mínimo. Es cierto que en Cádiz ha instalado dos sedes también la Iglesia de los Mormones, en sendas edificaciones de gran calidad. Lo religioso y lo comercial está reemplazando, como ocurre en todo el mundo, a lo público y asistencial. La atención a pobres y enfermos se deja en manos de instituciones benéficas (normalmente, las confesiones religiosas son las únicas entidades con recursos suficientes para asumir estas responsabilidades). Pero esto es una tónica general en toda España. El patrimonio cultural es, casi siempre, de ideología católica. En el Caso de Cádiz, la Torre de Poniente de la Catedral es una fuente de ingresos turísticos importantes, pero no hay que olvidar que la catedral es un regalo de la Burguesía gaditana y ahora la Iglesia cobra dinero a los propios gaditanos por visitar la catedral, su Torre y la cripta museo, donde se guarda una carroza de plata, llamada la Custodia. Otra repercusión urbanística que tiene la religión en Cádiz es la forma en que el Ayuntamiento organiza las procesiones de Semana Santa. Simplemente, el planteamiento es el siguiente: Todo el que se encuentre en la calle una tarde de esa semana, se tiene que quedar a ver las procesiones, simplemente, porque no puede pasar por ninguna parte. Parece exagerado decirlo de esta forma, pero es así. En la parte nueva de la ciudad quedan avenidas por las que se puede transitar, pero en el casco antiguo, si uno no quiere ver procesiones, tiene que entrar en el “muelle” (el puerto comercial) o atrincherarse en el Parque Genovés. Aún así, escuchará las bandas, con sus ritmos cansinos y sus tambores y trompetas que asustan a los niños. El resto del año, a partir de las 7 de la tarde, el viandante del casco antiguo será perseguido por los tañidos incesantes y monótonos de los diversos campanarios, colocados de forma que no se pueda dejar de oírlos. No debemos negar que la mayor parte del terreno construido del centro histórico y comercial está destinado a vivienda, seguido del comercio; el tercer lugar lo ocupa el culto católico, por delante de la Administración pública (oficinas, centros educativos y de salud). Y mientras para el culto, se cuenta con grandes espacios y, en determinadas épocas (no sólo la Semana Santa), también con el espacio público, los servicios imprescindibles, como centros sanitarios y administrativos, se insertan en cualquier portal o incluso en una planta de edificios de viviendas o de otros propósitos. Por ejemplo, algunos de los juzgados (salas de lo penal) Núm. 12 (otoño 2010)
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están situados en el estadio de fútbol, en una planta de un edificio que comparte con bufetes de abogados y que ocupa mucho menos que los negocios allí instalados (supermercado, etc.). A veces, la religión invade también, mediante crucifijos, símbolos y sacerdotes, el espacio educativo, sanitario, asistencial y administrativo. En la propia Universidad, que es donde hay más libertad (se supone), en el año 2008, se encontró un enorme y valioso crucifijo presidiendo un aula de dibujo técnico. Aparte, en el Ayuntamiento, el crucifijo (instrumento de tortura y ejecución, no lo olvidemos) decora prácticamente todos los despachos. Estos elementos que ya forman parte de lo que uno tiene que vivir cada día, resulta muy chocante a visitantes asiáticos, musulmanes, etc., pero también a europeos (no tanto a lationoamericanos). Como en otros lugares turísticos considerados exóticos, la población gaditana parece más preocupada por las comodidades ultraterrenales que por las de su ciudadanía; no obstante, esto es una imagen falsa, pues es bien sabido que la gente de Cádiz es muy aficionada a la buena vida; lo único que pone de manifiesto este cúmulo de caracteres urbanísticos y arquitectónicos es el poder económico y político de la Iglesia Católica.
Conclusión En la fisonomía de una ciudad están presentes las clases sociales. Si, por motivos geológicos, dicha fisonomía muestra una tendencia al cambio geográfico, la ubicación de las clases sociales se hará en función de los intereses de las clases dominantes. Además, la estética es acorde con dicha función de estratificación social (lo cual sería más comprensible en relación con la calidad de los materiales, pero no tanto con el diseño). Cádiz es una ciudad donde, por sus especiales características de crecimiento y deriva geológica, los cambios se han notado de forma continuada y, especialmente, en épocas recientes. Esto se ha notado tanto en la ubicación espacial, como en la arquitectura. Además, la vocación religiosa de una ciudad se muestra también de forma exacta y predecible en su diseño urbanístico y arquitectónico, así como en la utilización de espacios urbanos.
Bibliografía Cirici Narváez, J. R. (1992): El Hospital de Mora de Cádiz. En El arte español en épocas de transición, actas delCongreso Español de Historia del Arte (9. 1992. León) Galindo Lucas, A. (2010): "El estilo académico de Manuel Mora Garcés y su relación con Cádiz". Entelequia. Revista Interdisciplinar, 11, Primavera 2010. Págs. 275276. Disponible en Internet: Garófano, R. y De Páramo, J. R. (1983): La constitución gaditana de 1812. Diputación de Cádiz. Guía Arquitectónica de Cádiz (1995). Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dirección General de Arquitectura y Vivienda y Colegio Oficial de arquitectos de Andalucía Occidental, Demarcación Cádiz
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