Establece límites usando palabras para pensar

! Establece límites usando palabras para pensar Criar hijos con amor and lógica es apegarse a la filosofía de la ley y el orden. El hecho de que rec

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! Establece límites usando palabras para pensar

Criar hijos con amor and lógica es apegarse a la filosofía de la ley y el orden. El hecho de que recomendemos que los padres que no se excedan dando órdenes e imponiendo arbitrariamente sus soluciones para resolverle los problemas a los hijos, no significa que debamos permitir toda clase de mal comportamiento. El proceso consiste en dejar que los chicos cometan sus errores y luego enseñarle lecciones valiosas mediante palabras que los hagan pensar. Procuremos no dar sermones, hablar mucho ni recalcarles en la cara sus errores en la cara. Simplemente provea orientación, deja do que ellos piensen por sí mismos. Las declaraciones aplicables y las opciones claras hacen que ellos aprendan a pensar.

Construye paredes que no se derrumben

¿Cómo podemos establecer límites de comportamiento sin decirles a los chicos qué deben hacer? Los límites bien definidos son cruciales en lo que queremos hacer. Nuestros niños necesitan la seguridad de buenos límites para aprender a tomar decisiones. 

Necesitamos ponerles límites desde que son bebés. Algunos padres les dan a sus hijos la seguridad límites firmes. Otros, los dejan en la inseguridad y el temor al no proveerás suficientes límites, o al establecer límites que se derrumban fácilmente. 

Los chicos se sienten más seguros con padres firmes que no permiten que los límites que fijan se quiebren fácilmente. Por otra parte, los chicos pierden el respeto por los adultos que no pueden fijar límites o son laxos a la hora de hacerlos cumplir. En pocas palabras los chicos que se portan mal y no tienen que sufrir ninguna consecuencia se vuelven malcriados.   Los chicos que aprenden a respetar límites impuestos con amor se sienten seguros de sí mismos, y no solamente aprenden a lidiar saludablemente con sus emociones, sino que también aprenden a mantener relaciones satisfactorias con otros. Estas relaciones, a su vez, ayudan a que los chicos desarrollen más confianza en sí mismos. Así, se vuelven más prontos para aprender, tienen menos tendencia a portarse mal y van creciendo saludablemente para ser adultos responsables. La falta de límites firmes conduce a la baja estima y al tipo de comportamiento que se relaciona con ella.

Cómo hablarle a un chico

Para muchos padres establecer límites quiere decir dar órdenes y reforzar esas órdenes con más órdenes, gritos e ira. Piensan que cada vez que les dan órdenes a sus hijos están estableciendo límites, y que ente más levantan la voz y con más frecuencia repitan las

órdenes, más firmes son esos límites. Esto pueda que produzca "buenos resultados" a corto plazo. Pero a la larga no funciona bien. 

Los padres que practican la formación con amor y lógica insisten en el respeto y la obediencia. Pero cuando les hablan a sus hijos usan un enfoque distinto. En vez de usar palabras que provocan peleas o que comunícan órdenes arbitrarias usan palabras que hacen pensar. Usar palabras para pensar en forma de preguntas o de declaraciones aplicables es clave para practicar la disciplina con amor y lógica. Esto hace que responsabilidad de pensar y tomar decisiones recaiga sobre el muchacho. 

¿Cuál es la diferencia entre palabras para pensar y palabras para pelear? Lo primero son órdenes arbitrarias; lo segundo, declaraciones reflexivas. Usamos palabras para pelear cuando desafiamos al chico a desobedecer y usamos amenazas negativas si no cumple la orden. V.g. ¡Nunca me vuelvas a hablar en ese tono de voz! Usamos palabras para pensar cuando usamos declaraciones que hacen que el chico piense por sí mismo. V.g. "Parece que estás enojado. Con gusto te escuchare cuando tu voz esté al mismo nivel que la mía.” 

Los chicos aprenden más de lo que se dicen a sí mismos que de lo que les decimos nosotros. Creen más rápidamente lo que se les ocurre en su propia cabeza. Cuando escogen una opción, piensan por sí mismos y toman sus propias decisiones se les queda la lección. 

¿Quieres cargar el saco o te lo quieres poner?

¿Te quieres poner los zapatos aquí o en carro?

¿Prefieres jugar calmadamente frente al televisor o hacer bulla afuera?

Los chicos pelean contra las órdenes y la diferencia ente órdenes y palabras para pensar es sutil. Si perciben que los padres están tomando más control, se pondrán a prueba a sí mismos para ver si pueden ganar de vuelta el control que les parece que están perdiendo. 

El ciclo de las amenazas

La tentación de usar amenazas es muy grande porque queremos con desesperación asaltar a nuestros hijos con órdenes fuertes, amenazas y palabras ofensivas para controlar su comportamiento, que nos hagan caso y someterlos a los límites que queremos imponerles. En otras palabras, cuando amenazamos no nos sentimos débiles. De otro modo nos sentimos como si tuviéramos que rogarles, y negociar con nuestros niños. Y las amenazas a veces funcionan... Pero no a largo plazo. 

Algunos chicos responden a las amenazas; otros, no. Sin embargo, aunque hagan lo que les decimos, lo harán enojados con la persona que les dio la orden. También pueda que

cumplan la orden pero a medias, simplemente para retomar algo del control que sienten que están perdiendo. Así, de todos modos, están quebrando el límite que les hemos puesto.  La meta es usar palabras parar pensar y declaraciones que podamos hacer cumplir. 

Comportamiento pasivo agresivo

Cuando les pedimos a los chicos que hagan algo que no les gusta, con frecuencia responden con un comportamiento pasivo agresivo. Saben que tienen que cumplir con la orden para evitar el castigo, así que canalizan su ira de tal manera que les fastidie a los padres. Buscan que el fastidio sea tal que la próxima vez los padres lo piensen dos veces ants de darle la orden de nuevo.

El libro usa el jmplo de una niña que no quería lavar los platos, por eso se demoraba hasta que se hacía muy tarde en la noche, y estaba a las carreras en la mañana. Cuando la mamá finalmente daba el ultimátum, la chica empezaba a lavar los platos, pero "accidentalmente" se le rompía un vaso, y así se desquitaba de su mamá.   El mensaje de la chica con su comportamiento era: "Piénsalo dos veces antes de pedirme que lave los platos de nuevo,"

Comportamiento de resistencia pasiva 

Esto quiere decir que los chicos se resisten a cumplir las órdenes pero no se lo dic a sus padres. Se resisten por medio de su comportamiento, no con palabras. Por ejemplo, cuando el padre le dice que haga algo, el chico se hace el olvidadizo. La actitud de fondo es: "Lo hago pero a mi manera y en mi tiempo". La señal de que esto está pasando es que,os padres se frustran. Uno puede frustrarse por muchas cosas, pero siempre que haya chicos que practiquen la resistencia pasiva, los padres experimentarán mucha frustración. 

Es mejor pensar que pelear

Las palabras para pelear invitan a desobedecer. Realmente desafían al chico. Lo que estamos haciendo es pintando una raya en el piso y desafiando al chico a cruzarla. Las palabras para pelear incluyen tres tipos de órdenes:

Decirle a los chicos qué hacer, “Cortas el pasto (la yarda) ahora mismo.”

Decirlo a los chicos que no les está permitido, “¡No me vuelvas a hablar de esa manera!”

Decirle a los chicos lo que no les vamos a permitir, “No vas a salir de la casa hasta que limpies tu cuarto.” 

Cuando les damos órdenes con frecuencia estamos desafiando a los chicos a pelear y a menudo son combates que no podemos ganar. ¿Porqué mejor no usamos palabras que no invitan a pelear? Los límites se pueden establecer mejor cuando no estamos peleando con los chicos. Está clínicamente comprobado que los chicos no pueden pelear con nosotros y pensar a la vez. 

Los padres que quieren usar la disciplina del amor y la lógica usan palabras que hacen pensar y declaraciones que se pueden implementar. Por ejemplo:

Lo que vamos a permitir: “Ven a comer con tan pronto como termines de cortar la yarda.”

Lo que haremos: “Con gusto te leeré la historia tan pronto termines el baño.”

Lo que proveeremos: “Puedes comerte lo que te hemos servido o esperar a ver si la próxima comida te gusta más.” 

La palabra que más provoca a pelear es “no”. Se ha calculado que con niños de dos años los padres usan la palabra mpas de las tres cuartas partes del tiempo. Los chicos se cansan de oírla. La regla es que uses “no” lo menos que puedas. Por otra parte usa “sí” lo más que puedas. Por ejemplo: “Sí, puedes ver televisión tan pronto como acabes de lavar los platos” 

Usando palabras para pensar podemos establecer límites sin darles órdenes a los chicos. Por ejemplo, si quieres que poden el pasto podemos establecer la opción de cortar el pasto y comer la comida de turno, o no cortar el paso y no comer la comida de turno. En el mundo real, si no trabajamos, no comemos. Les estamos dando a nuestros hijos la opción de tomar sus propias decisiones. No hay necesidad de enojarse por ello. Nadie los está obligando a nada. Ellos están tomando sus propias decisiones.  

“Sí” siempre suena mejor que “no”, siempre y cuando estemos sanos y no nos divierta controlar a los demás. Eduquemos a nuestros hijos en el arte de tomar decisiones sabias desde temprano. Ejemplo:

Hijo: “¿Me puedes comprar  _______?” 

Padre: “Hijo, si alguien se merece tener ________, eres tú. !Cómpratelo!”

Hijo: “No tengo dinero.”

Padre: Cuanto lo siento. A mí me pasa esto todo el tiempo. Parece que no vamos a poder comprar hoy.”

Dí lo que quieres decir y lo que quieres decir dilo

Los chicos querrán todo el tiempo probar sus límites. De hecho es necesario que los prueben para que se cuenta de qué tan firmes son. Es importante para ellos saber si lo que les dijiste es verdaderamente lo que querías decirles. 

Algunos procuraran probar los límites con ira o culpa, otros se harán los olvidadizos. Se quejaran, tratarán de negociar, lloriquearán, saldrán corriendo para su cuarto, tratarán de ser respondones y muchas cosas más. Hacerlo sentir a uno culpable es uno de los trucos más efectivos. 

A los chicos no les gustan los métodos de la disciplina con amor y lógica. Preferirán los métodos antiguos que ya conocen y trataran de volver atrás cada vez que puedan. El límite es la opción del chico. Claro que les dará hambre si deciden esperar hasta la próxima comida, porque no quieren cortar el pasto. Pero el hambre es una consecuencia natural de sus decisiones. Si no quieres trabajar, tampoco comes. 

Si cedemos a la hora de imponer los límites, destruimos el sentido y la lección de las consecuencias. Estaremos estableciendo un límite que fácilmente se desmorona. Si nos enojamos por la decisión que tomaron y si les decimos luego: “te lo dije”, también estaremos ofreciendo un límite débil y arbitrario, y los chicos tendrán razones para enojarse con sus padres y no con ellos mismos. 

Los ingredientes para establecer límites saludables con nuestros hijos son: Usar palabras para pensar, ofrecer opciones, y no hacer despliegues de ira.

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