El modernismo, esa gran libertad, que renov6 las muchas literaturas cuyo instrumento comin es el castellano (J. L. Borges, Pr6logo a El oro de los tigres, 1972). La importancia del modernismo es doble: por una parte dio cuatro o cinco poetas que reanudan la gran tradici6n hispinica, rota o detenida al finalizar el siglo xvII; por otra, al abrir puertas y ventanas, reanim6 el idioma. El modernismo fue una escuela po6tica; (...). Despu6s de esa experiencia el castellano
pudo soportar pruebas mis rudas y aventuras mas peligrosas. Entendido como lo que realmente fue -un movimiento cuyo fundamento y meta primordial era el movimiento mismo-, ain no termina: la vanguardia de 1925 y las tentativas de la poesia contemporinea estan intimamente ligadas a ese gran comienzo. (...) El modernismo se inicia como estitica del ritmo y desemboca en una visi6n ritmica del universo. Revela asi una de las tendencias mas antiguas de la psiquis humana, recubierta por siglos de cristianismo y racionalismo. Su revoluci6n fue una insurrecci6n. Doble descubrimiento: fue la primera aparici6n de la sensibilidad americana en el ambito de la literatura hispinica; e hizo del verso espaiol el punto de confluencia entre el fondo ancestral del hombre americano y la poesia europea. Al mismo tiempo revel6 un mundo sepultado y recre6 los lazos entre la tradici6n espafiola y el espiritu moderno. Y hay algo mas: el movimiento de los poetas hispanoamericanos esta impregnado de una idea extralia a la tradici6n castellana: la poesia es una revelaci6n distinta a la religiosa, ella es la revelaci6n original, el verdadero principio. No. Dice otra cosa la poesia moderna, desde el romanticismo hasta el surrealismo. En esta visi6n del mundo reside no s6lo la originalidad del modernismo, sino su modernidad (Octavio Paz, caracol y la sirena (Ruben Dario)>>, en Cuadrivio [1965]).
> de las imigenes utilizadas por Herrera y siempre muy generoso de metaforas, dindoles tanta Reissig -quien preeminencia que varios hoy lo quieren trasladar a precursor del creacionismo>> (Herrera y Reissig, Inquisiciones)- y que prodigase las alatodo 61 banzas al poeta uruguayo; tambien en este caso -Herrera en si, con aseidad, nunca en funci6n de forasteras valias>>- situaba en el pasado la plenitud de los hallazgos po6ticos. De paso, al convertir a