Expresiones coloquiales en la titulación de noticia

Expresiones coloquiales en la titulación de noticia Gloria Estrella Caballero G. Universidad Bolivariana De Venezuela Resumen La ponencia tiene como

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Expresiones coloquiales en la titulación de noticia Gloria Estrella Caballero G. Universidad Bolivariana De Venezuela

Resumen La ponencia tiene como objetivo registrar el uso de expresiones coloquiales en la titulación de noticias, a través del estudio de un corpus seleccionado de tres diarios nacionales: “Últimas Noticias”, “La Voz” y “2001”, en aras de plantear un conjunto de reflexiones, pues, si bien es cierto que se pretende atraer al lector, gracias a un tratamiento directo y cotidiano, no se debe ignorar el distanciamiento deliberado de las aplicaciones canónicas del lenguaje. Por otra parte, la creación de mensajes frescos, directos y humorísticos subrayan, sin duda, el carácter vivo de la lengua, pero puede topar con límites, en abierto conflicto con la Deontología Periodística o los usos prescriptivos del idioma. Tanto la literatura especializada y el análisis lingüístico servirán de base teórica y metodológica para así articular una mirada crítica. Palabras registros.

clave:

titulación,

noticias,

expresiones

coloquiales,

Cuando el lector aborda los titulares de primera página en “Últimas Noticias”, “La Voz” o “2001”, muchas veces se ríe o se sorprende porque reconoce en la palabra escrita una semejanza con la que emplea en el uso cotidiano. Sin duda, capta un estilo desenfadado que lo aproximará al entorno, al imaginario del país. Manuales, textos canónicos y prescripciones que tratan el género periodístico no contemplan ni admiten concesiones, al menos no del tipo señalado. En ese sentido, la lengua, en tanto institución que rinde tributo a la tradición y a la identidad, por su dinamismo natural, se convierte en un crisol para las transformaciones sociales. El periodismo es uno de los campos más permeables a los cambios, o al menos, su

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carácter público nos permite atisbar cuáles son las tendencias ideológicas, lingüísticas y comunicacionales. Ahora bien, más allá de la identificación inicial por parte del lector, el fenómeno en juego tiene implicaciones amplias, las que se manifiestan en el código, en el ejercicio y en la Deontología periodística. Si queremos profundizar en ello, ubicaremos expresiones populares

o

de

tipo

coloquial,

venezolanismos

y

otros

giros.

Asimismo, se debe indicar que en el texto escrito se ha establecido una conexión directa con la Pragmática, rama de la Lingüística que empalma con el estudio de la oralidad. Revisaremos

los

titulares

en

las

portadas

de

periódicos

nacionales y se hará un análisis de tipo morfológico y lexical, será entonces

posible,

metodológicamente

hablando,

proceder

a

la

reflexión respectiva. Tres Diarios: Un Estilo Común Hace algunos años, a propósito de una investigación para el área de Lingüística (2003), ya había llamado nuestra atención el lenguaje empleado en la prensa. En aquel momento planteamos una hipótesis: la presencia abundante de venezolanismos. En el estudio se demostró que, en efecto, se apelaba a tales construcciones sin mayor conciencia, pues el Lic. Ubaldo Arrieta*, periodista y entonces editor de la sección El País, del diario “Últimas Noticias”, admitió que no consultaba

un

diccionario

especializado,

sino

que

había

una

preocupación: “enganchar” al lector. A partir del citado trabajo, en el que se analizó un corpus de titulares, surgió la iniciativa de

profundizar y ampliar el tema, por

ello, decidimos incorporar otros diarios: “La Voz” y “2001”. ________________ *U. Arrieta (comunicación personal, 29 de julio, 2003)

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Antes de abordar el inventario recolectado, es relevante comentar que “Últimas Noticias”, de formato tabloide, pertenece al Grupo Editorial Cadena Capriles. Desde su fundación (1941) se le consideró “el diario del pueblo”. El Lic. Arrieta comentó que “Últimas Noticias” había adoptado un nuevo formato, más acorde con la realidad

actual: el interés

básico consistió en dirigirse a una clase media cada vez menos favorecida, con graves problemas, que no hallaba respuesta en los canales tradicionales y aunque mantendría el perfil de un periódico popular, se había trazado captar a dicho público y sus necesidades. “2001” se edita en Caracas, es un medio de circulación nacional, pertenece al grupo editorial Bloque DEARMAS. Desde 1973 mantuvo un formato estándar, asociado al periodismo amarillista, en el 2004 se trazó un cambio de público: clase alta y media alta y un formato tabloide. “La Voz” es un periódico de Guarenas, estado Miranda, abarca informaciones nacionales y de la región de Vargas, Guarenas-Guatire, Barlovento y Altos Mirandinos, es de formato tabloide, pero con una particularidad: la portada se diagrama como un diario estándar. El lema debajo del logo reza: “Un suceso nacional”. En aras de localizar los usos coloquiales, seleccionamos cuatro titulares por cada uno de los tres diarios, entre junio y octubre de 2012. Analizamos un total de 12 titulares, 7 corresponden a la modalidad simple (título) y 5 a la compuesta (antetítulo y título). Los clasificamos en cuatro grupos de fenómenos: morfológicos, léxicos y locuciones. En los tres diarios encontramos términos en el campo de la Morfología del Español de Venezuela, específicamente la derivación; la investigadora Irma Chumaceiro la explica: toda lengua posee ciertas estructuras que facilitan el desarrollo de nuevas posibilidades

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Dentro de estos mecanismos ocupa un lugar primordial la formación de palabras, que nos es otra cosa más que el conjunto de operaciones morfológicas y léxico-semánticas mediante las cuales se pueden formar nuevos signos a partir de las mismas unidades básicas (1998: 51). La estudiosa señala que tanto la sufijación como la prefijación son recursos importantes para la caracterización y la diferenciación dialectal (1998: 52). En cuatro titulares del corpus detectamos la sufijación. En el diario “Últimas Noticias” leemos: “MuchachERO a vacacionar” (Fecha: 04 de agosto de 2012) Chumaceiro apunta que el sufijo –ero equivale a cantidad y cita: corotero `cantidad de objetos` (1998:53). El significado se traslada a cantidad de estudiantes, ya que por contexto entendemos que se trata de niños y jóvenes. También del mismo diario: “Llegar a Oriente cuesta un platAL” (Fecha: 18 de agosto de 2012) El sufijo –al corresponde a un conjunto de cosas: adecal `conjunto de personas pertenecientes al partido AD`; candidatural `propio de una candidatura` (1998:54). Platal indica mucho dinero, sinónimo del término en un registro más informal. En “2001” hallamos otro ejemplo: “MatraquEO de fiscales puede llegar a 1.000 bolos” (Fecha: 21 de julio de 2012) Estamos

ante

el

sufijo

–eo:

“bastante

productivo

y

generalizado en el habla informal, da lugar a sustantivos que denotan 4

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`acción

de…`:

guabineo,

manguareo,

matraqueo,

pantalleo

(1998:55). El enunciado termina con la expresión bolos, forma abreviada, coloquial de la moneda nacional, el bolívar. Por último, en “La Voz” localizamos otro titular compuesto: Agresores del hombre le quitaron la vida en vía a Barlovento

Matan a machetAZOS a camionero en tramo de la autopista a Oriente (Fecha: 6 de octubre de 2012) En cuanto a –azo, Chumaceiro remite a María Josefina Tejera (1969), ésta lo ubica entre los sufijos que denotan `golpe` tanto en sentido propio como figurado. Dentro de los fenómenos léxicos escogimos otro caso en “La Voz”: Turba de más de cien personas acabó con la vida de un asesino

Linchan a MALANDRO que mató a maestra (Fecha: 3 de agosto de 2012) Para Ángel Rosenblat malandro es una voz del lunfardo y la contextualiza en el argot que nació en el país, en décadas posteriores a 1940, para él antes “no había una verdadera república del hampa” (2001: tomo 4, 156-157). El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), por su parte, (Ibídem: tomo 7, 964) enmarca el término en el uso coloquial de Venezuela, es el equivalente de delincuente, especialmente el joven. El verbo linchar confiere un carácter más informal. En “Últimas Noticias” rastreamos el siguiente titular: “Faltan planteles por BOJOTE” (Fecha: 12 de septiembre de 2012) 5

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Según Rosenblat bojote corresponde a envoltorio, lío.

“En

Venezuela (también en otras partes) significa `montón de cosas`: ‹‹Tengo de eso por bojotes››, ‹‹Llevaba un bojote de azucenas››, ‹‹Le dijo un bojote de cosas›› (Ibídem: tomo 4, 169). El DRAE,

(2001:

tomo 2, 224) sitúa la voz en Colombia, Honduras, Puerto Rico y Venezuela y la define como paquete. Antes de rastrear las locuciones, es fundamental notar que esa denominación corresponde a “una modalidad especial de palabras compuestas, ya que poseen una forma fija, (…) un significado preciso (…) y una determinada función en la oración (…) y, al mismo tiempo, cada uno de sus componentes es separable (…) capaz de funcionar por su cuenta” (Seco, 2001:335). Clasificamos varios tipos, uno de ellos es la locución adverbial, del diario “2001”: “Hay tomates y cebollas COMO ARROZ” (Fecha: 14 de agosto de 2012) Este singular enunciado en Venezuela significa en abundancia, según el DRAE (2001: tomo 2, 147). Otro titular compuesto es el que transcribimos a continuación, se halla prácticamente descontextualizado, pues se debe leer parte del texto para saber de qué trata la noticia (se refiere a la obligatoria recolección

de

fondos

y

reclutamiento

de

votantes

entre

los

funcionarios públicos para participar en la campaña electoral de un candidato): Poder

El 1×10 es A JURO (Fecha: 7 de julio de 2012) Rosenblat asegura que una de las frases más típicas del país es a juro. Sin embargo, su gran campo, aparte del habla popular, es el periodístico (1969: tomo III, 172) y añade: 6

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Nuestro a juro es, pues, la conservación de un uso castellano, pero con dos innovaciones: una en el sentido y otra en la forma. Al perder el significado de probabilidad (de juro= de seguro) se convirtió en locución adverbial de modo, y el modo se expresa preferentemente con la preposición a (…) (Ibídem, 174). Localizamos una locución nominal en “La Voz”, en un titular compuesto: Valles del Tuy

“MOVIDA DE MATA” en el ejecutivo de Charallave (Fecha: 24 de julio de 2012) En cuanto a su significación puede decirse que dicha estructura implica, en este caso, cambios, generalmente profundos, es decir, remoción de cargos o despidos en la administración pública. Categorizamos una locución verbal en “Últimas Noticias”: Apucv HACE LA CRUZ al bono y quiere pagos chin-chín (Fecha: 3 de septiembre de 2012) El DRAE precisa que la expresión hacerle a alguien la cruz es una frase coloquial (2001, tomo 4: 466) y equivale a librarse de algo. Con el término chin-chín, también de uso informal, se indica que el pago a los trabajadores del sector universitario debe ser en efectivo, no en un bono, ya que no representa una opción para resolver el problema salarial. Finalmente, en los titulares que se reproducen a continuación nos interesa destacar cómo una frase sintetiza un contenido, en el primero se sustituye un verbo y en el segundo se modifica un verbo omitido (estar). Del periódico “2001”: “Cantv LE METIÓ LA CHOLA a Internet” 7

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(Fecha: 3 de septiembre de 2012) Y de “La Voz”: Valles del Tuy

Servicio de electricidad BAJO LA LUPA (Fecha: 12 de julio de 2012) Meter la chola supone ser rápido, acelerar un proceso; bajo la lupa connota someter a escrutinio a una persona, objeto o situación. Entre Registros Te Veas El análisis realizado tiene como objetivo central, en principio, servirnos de la Lingüística para ubicar la presencia de expresiones coloquiales y así poder sustentar que, en efecto, ha habido un cambio de registro en la redacción de titulares. En segundo lugar, tratamos de comprender, a través de una perspectiva crítica las repercusiones del fenómeno. Esta tarea es sólo posible si asumimos que existe un respaldo teórico de las prescripciones aplicables al género noticioso. Si revisamos, sólo por mencionar un texto, el Manual para redactar titulares, toparemos con normas como: “No se debe hacer chistes en lugares comunes o en redundancias (Rojas, 2003:105), o que “se titula la noticia, no para despertar la curiosidad del lector, sino para satisfacerla, para atraer al lector (…)” (Ibídem: 85). Es obvio que cada licencia desplaza las técnicas. ¿Por qué estudiamos los registros? Antes definiremos el concepto: “conjunto de diferencias provocadas por la relación entre el texto y el contexto situacional. Se clasifican, en general como formales, informales; escritos, hablados; científicos, periodísticos, entre

otros,

pero

son

básicamente

“‹maneras

de

hablar›,

coloraciones, tonos (…) que se relacionan con elementos de la

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situación en que se producen los textos”, por tanto, “son aspectos del estilo (…)” (Reyes, 1998:47). En el texto escrito no debería haber una subordinación tan estrecha con la situación de producción, debido a que cada autor juega “a su modo con los datos de contexto, dentro de ciertos límites” (Ibídem: 52-53). El inventario de titulares, aun cuando pertenece al registro escrito, posee rasgos que requieren de la Pragmática para que se pueda comprender cabalmente el significado. Dicha rama se encarga del estudio de los principios que regulan el uso del lenguaje en la comunicación, (…) las condiciones que determinan tanto el empleo de un enunciado concreto por parte de un hablante concreto en una situación comunicativa concretas, como su interpretación por parte del destinatario (Escandell, 1999:13-14). Si seguimos este modelo, llegaremos a varias conclusiones: las frases adquieren significados que van más allá del contenido literal, en franca dependencia con los datos de la situación comunicativa en que se generan los enunciados, una parte del significado no se reduce al código y para caracterizar de modo adecuado el significado, se debe

tomar

en

cuenta

los

factores

que

participan

de

las

circunstancias de emisión (1999:22). De acuerdo con la investigación realizada, resulta muy difícil, en especial para un lector de otra nacionalidad, asimilar el sentido de un titular, si por analogía, no apela a sus capacidades como hablante. De alguna manera, éste evoca las circunstancias en que se enmarcan las expresiones y así crea una suerte de proyección lingüística que le permitirá recobrar las aristas del hecho noticioso. Por otra parte, cuando el público se enfrenta a un titular con giros

coloquiales

reproduce

el

modelo

de

análisis

pragmático

(Escandell, 1999) que incluye un emisor (hablante), destinatario (receptor elegido), un intercambio de roles por la comunicación de tipo dialogante y un enunciado (mensaje). Se considera el entorno o 9

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situación

espacio-temporal,

“decorado”

de

la

enunciación,

las

coordenadas de tiempo de lugar y tiempo, el aquí y el ahora y lo más relevante, la información pragmática requiere de un “conjunto de conocimientos, creencias, supuestos, opiniones y sentimientos de un individuo en cualquier momento de la interacción verbal” (Ibídem: 31). Inferimos que la evocación de las condiciones propias de la oralidad se actualiza cada vez que el lector descifra la noticia. Pero retomemos el tema del registro porque es en este concepto donde gravita la forma que adopta el titular. En relación a este punto, indagamos en antecedentes y consultamos una tesis de grado

de

la

Universidad

Central

de

Venezuela;

una

de

las

conclusiones sigue esa dirección: “Los titulares de la primera página de Últimas Noticias son ajustados por adecuación pragmática- lo que se habla de acuerdo con lo que se hace- y la situación es lo que cambia el registro, en este caso coloquial” (2007:126). Suscribimos esta postura y nos apoyamos en la perspectiva de Alexis Márquez Rodríguez, quien reflexiona acerca de las fronteras difusas entre lengua popular y habla y cómo la lengua popular puede, en algunos momentos, ser culta y en otros, vulgar; se basa en Rosenblat (1969), éste entendió que el habla popular penetra la culta y viceversa (1996: 39). Sin embargo, el desplazamiento de registro, aunque representa riqueza como fenómeno lingüístico, tropieza con límites de variada naturaleza. Comenzaremos por discurrir sobre las consideraciones de Márquez Rodríguez en cuanto a las funciones propias del lenguaje periodístico: la primera es comunicar. Nos preguntamos, ¿los titulares estudiados cumplen siempre con este postulado? No, porque algunos carecen de contexto o se sitúan en el terreno ambiguo de la connotación, lo cual viola el carácter denotativo, objetivo que debe privar en el texto noticioso, verbigracia, en el uso de locuciones adverbiales nos percatamos de opiniones filtradas.

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En cuanto a la segunda función, la pedagógica, el autor recuerda que cada vez más se considera al periodista un “maestro de masas”, en el marco de la educación asistemática, aquí se bifurca este principio, en las funciones informativa y formativa, lo cual se ratifica al advertir la creciente relevancia que ha adquirido el comunicador social y el inmenso desarrollo de los medios (1996: 42). El autor también menciona la función estética, ¿contribuyen los titulares de prensa estudiados a desarrollar el buen gusto del público o incurren en fórmulas degradantes y ordinarias? (1996: 42). Sostenemos que el redactor queda en entredicho cuando replica ciertos usos coloquiales, con el fin de congraciarse o generar empatías fáciles hacia el lector; deja de lado, entonces, el deber que se consagra en el Artículo 14 del Código de Ética: “El periodista tiene su instrumento fundamental en el idioma (…) está obligado a usarlo debidamente” (2006:20). El manejo adecuado de la palabra demanda un compromiso personal en sintonía con el sentimiento colectivo, si bien estamos penetrando en el terreno de los valores, asunto de raíz cualitativa, de cualquier manera, hay linderos que no se pueden traspasar. En algunos de los casos descritos se evidencia el sensacionalismo, así como

un

tratamiento

despectivo

a

la

persona,

en

tanto,

el

comunicador social se convierte en juez de los hechos. La palabra es un arma de imponderable penetración ideológica, por tal razón, no resulta sencillo medir y mucho menos comprobar hasta qué punto se causa daño en el destinatario. El periodista Arrieta admitió que el problema de la estrategia de conquistar al lector entraña el riesgo de que lo popular degenere en vulgarismo o chabacanería, entre algunos efectos. Conviene volver a Ángel Rosenblat, quien ante el espíritu innovador y la fidelidad conservadora en el castellano de Venezuela, dilucida con tino este espinoso asunto: “La lengua representa una unidad de cultura, y la demagogia lingüística es disgregadora. Dentro 11

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de esa unidad, flexible y viva, caben la severidad académica, la espontaneidad juvenil y la constante actividad creadora del hombre” (1969: tomo II, 252). Otro problema ligado al empleo de la palabra inapropiada es el señalado por Márquez Rodríguez, quien se pliega a Eduardo Santoro y propone el estereotipo lingüístico para designar hábitos que forja y establece el periodista en la sociedad contemporánea (1996: 42). Si

el

manejo

del

lenguaje

implica

riesgos

y

acarrea

responsabilidades (1986:15), estimamos, entonces, no basta con invocar la política editorial y los naturales intereses que anidan en ella para justificar excesos lingüísticos; no es válido escudarse en la técnica, nunca neutra, cuando confunde, por ejemplo, mezclar los usos coloquiales con la jerga, menos estable ésta que el dialecto, es decir, “lengua especial de un grupo social determinado, cuyos integrantes realizan una actividad común: profesionales, hampones, deportistas, estudiantes, etc.” (1996: 37). Vale

aclarar

que

no

consideramos

impropio

abrir

las

posibilidades a la incorporación de enunciados menos formales en la titulación, siempre que no se transgredan los principios periodísticos de las normas elementales, no se interfiera en la comprensión y en casos más extremos, no se incurra en la ofensa o cuando se intente justificar la descalificación, lo cual configura, a la postre, el periodismo tendencioso. Reconozcamos también que, en algunos casos, se contribuye al dinamismo del código y se apuesta a la innovación, al mensaje genuino a través de nuestra manera de ser y expresarnos, con el fin de balancear el ejercicio honesto del oficio y la realidad cambiante. Si alguna ganancia deja a entrever el uso de expresiones coloquiales, no aplicable a la mayoría de los casos, es la de simbolizar una defensa de la cultura propia en un mundo donde la diversidad está amenazada; se reivindica la conexión afectiva que se ha perdido con la aplicación de una fórmula concebida en espacios asépticos para 12

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el consumo de las masas, en abierta contradicción con la identidad de los públicos y sus peculiaridades. Referencias Acosta, Y. (2007). “El lenguaje popular en tamaño tabloide”. Trabajo Especial de Grado para optar a la Licenciatura en Comunicación Social no publicado, Universidad Central de Venezuela, Caracas. Caballero, G. (2003). El empleo de venezolanismos en los titulares del periódico Últimas Noticias. Manuscrito no publicado, Escuela de Letras, Universidad Central de Venezuela, Caracas. Código de Ética del periodista venezolano. (2006, junio). Caracas: Ministerio de Comunicación e Información. Chumaceiro, I. (1998). Morfología. Español actual, (69), 51-66. Diccionario de la lengua española. (2001). España: Real Academia Española. Escandell, M. (1999). Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel. Márquez Rodríguez, A., Cuenca de Herrera, G. y Angulo, L. (1986). Lenguaje,

ética

y

comunicación.

Caracas:

Registro

de

Publicaciones Oficiales. Universidad Central de Venezuela. Márquez Rodríguez, A. (1996). La comunicación impresa. Caracas: Vadell Hermanos Editores. Reyes,

G.

(1998).

Cómo

escribir

bien

en

español.

Madrid:

Arco/Libros. Rojas, M. (2003). Manual para redactar titulares. México: Trillas. Rosenblat,

Á.

(1969).

Buenas

y

malas

palabras.

Madrid:

Mediterráneo. Seco, M. (2001). Gramática esencial del español. Madrid: Espasa Calpe.

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