Guía del estudiante. Mito Leyenda Novela Cuento. Narración popular que cuenta un hecho real o fabuloso adornado con elementos fantásticos

Guía del estudiante LENGUAJE Grado Séptimo Bimestre II Semana 5 Número de clases 21 - 25 Clase 21 Tema: Elementos de la narrativa A continuación,

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13º lección TEMA 13 .-LAS FIGURAS PLANAS ELEMENTOS QUE FORMAN UN POLÍGONO Los lados son los segmentos que forman el polígono. Los ángulos son las zo

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Guía del estudiante LENGUAJE

Grado Séptimo

Bimestre II

Semana 5

Número de clases 21 - 25

Clase 21 Tema: Elementos de la narrativa A continuación, encontrará información sobre algunos aspectos del género Narrativo. 1. Subgéneros narrativos: Subgéneros narrativos

Origen escrito y de autor

Origen oral y colectivo

Mito

Leyenda

Relato tradicional basado en creencias de diferentes comunidades que presenta explicaciones sobrenaturales de hechos o fenómenos naturales.

Novela

Narración popular que cuenta un hecho real o fabuloso adornado con elementos fantásticos.

Narración en prosa, generalmente extensa, que cuenta una historia de ficción con un desarrollo más completo en cuanto al argumento y los personajes.

Cuento Narración breve en prosa en la que se cuenta una historia de ficción con un reducido número de personajes, una trama poco desarrollada y un desenlace rápido.

2. Elementos de la narrativa Narrador Tiempo

Personajes Elementos de la narrativa Tema

Secuencia narrativa Espacio

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3. Tipos de narrador Protagonista Cuenta su propia historia. Es el personaje principal y todo lo que sucede lo sabemos a través de él.

Testigo Es un espectador del acontecer, un personaje que asume la función de narrar. Pero no es el protagonista de la historia.

Omnisciente El narrador sabe todo lo cualquiera podría observar y también lo que ocurre en la interioridad de los personajes. No es un personaje dentro de la historia.

4. Tiempo en la narración Tiempo gramatical: se identifica en los verbos que indican el tiempo en el cual se relatan los hechos (pasado, presente y futuro).

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Tiempo interno: es el tiempo que duran los acontecimientos narrados en la historia.

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5. Espacio en la narración Corresponde al lugar o lugares en los que se desarrolla la historia.

6. Personajes Son los elementos de la narración que llevan a cabo las acciones contadas por el narrador y que aparecen a la largo de toda la historia. No pueden confundirse con seres que, aunque aparezcan en la historia, no intervengan en ella. Tienen diferentes matices, pueden ser buenos o malos, lo que no los hace principales o no. Principales: Son aquellos personajes que se destacan sobre los demás porque participan a lo largo de la historia. Siempre están más caracterizados. Personajes

Secundarios: Acompañan o auxilian a los personajes principales en algún momento de la historia. Están menos caracterizados.

Antagonista: Se opone al protagonista o está en conflicto con él/ella.

Protagonista: En torno a él/ella gira el relato. Necesariamente, se ha de destacar por encima de todos.

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7. Secuencia narrativa Es la continuidad de sucesos que se desarrollan en una narración. Toda secuencia narrativa consta de diferentes momentos:

Situación inicial: El momento en el que suelen presentarse los personajes, así como el tiempo y el lugar en el que ocurren los hechos.

Conflicto: El problema que enfrenta el personaje principal.

Situación final: El momento en que se resuelve el problema y termina la narración a través de un final cerrado (cuando la historia no podría continuar) o abierto (cuando la historia podría continuar).

Actividad 1 Aspectos del género narrativo 1 Mencione los aspectos que aporta la guía, diferentes a los ya mencionados en el video.

2 Escriba los aspectos que son nuevos para usted.

3 Diga cuáles de los elementos mencionados considera el más importante en la narrativa y por qué.

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Clases 22 y 23 Actividad 2 Análisis de aspectos del género narrativo Responda las preguntas 1 a 5 a partir de la lectura del siguiente texto: Texto 1: Tomás, el profeta Adaptado de: Lazzarato, F. (1999). Elfos y duendes. Barcelona: Montena.

En las Tierras Altas de Escocia vivió hace muchos años Tomás el profeta. Al principio de nuestro relato, Tomás era un hombre como cualquier otro, al que le gustaba tocar el laúd, un instrumento de cuerda. Un día, Tomás se sentó bajo un árbol. Mientras iba tocando su laúd, le pareció escuchar el tintineo de varias campanillas de plata. Alzó su mirada curiosa y vio a una dama de largos cabellos, vestida de verde: a Tomás no le cupo la menor duda de que su propietaria tenía que ser la reina de los elfos. Se levantó e hizo una reverencia, pero ella le indicó con un gesto que se sentara y le dijo: — Sé que tus canciones son muy famosas entre los hombres. ¿Por qué no me tocas una, Tomás? Nuestro hombre le tocó la más dulce y alegre de sus canciones. Cuando hubo acabado, la reina de los elfos le dijo: — Pídeme el premio que quieras y te lo daré. —Todo lo que quiero es darte un beso, señora —respondió Tomás. —Si me besas, Tomás, tendrás que convertirte en mi criado durante siete años. — Y así ocurrió. Tras siete años de silencioso servicio, la reina quiso ofrecerle un regalo antes de su partida: —Te ofrezco esta manzana: no es una fruta cualquiera, si te la comes, siempre dirás la verdad. — ¡Qué regalo tan peligroso, señora! —respondió Tomás preocupado— porque el hombre sincero no tiene amigos. Sin embargo, Tomás tomó la manzana y al llevársela a la boca, se encontró de repente bajo el gran árbol donde había conocido a la reina. Su vida volvió a ser la de siempre, pero Tomás se sentía inquieto, pues tenía la impresión de que la manzana no le había hecho ningún efecto; sin embargo, un día todos los habitantes del pueblo se reunieron porque una epidemia estaba matando a los animales de la región. Casi sin proponérselo, Tomás se levantó y habló como si las palabras le salieran solas: —No teman, amigos, porque ninguno de nuestros animales caerá enfermo. Créanme, les estoy diciendo la verdad. Así dijo, y al cabo de poco tiempo se descubrió que tenía razón: en el pueblo no enfermó ningún animal. Tomás comprendió entonces cuál era el regalo de la reina de los elfos y a partir de ese día le llamaron el profeta.

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1 El esquema que representa el orden temporal en el que ocurren los hechos es

a)

b)

c)

d)

.

Tomás conoce a la reina de las hadas.

Tomás se convierte en criado de un hada.

Tomás descubre que es un profeta.

Tomás recibe una manzana de la verdad.

Tomás descubre que es un profeta.

Tomás se convierte en criado de un hada.

Tomás recibe una manzana de la verdad.

Tomás conoce a la reina de las hadas.

Tomás conoce a la reina de las hadas.

Tomás se convierte en criado de un hada.

Tomás recibe una manzana de la verdad.

Tomás descubre que es un profeta.

Tomás recibe una manzana de la verdad.

Tomás descubre que es un profeta.

Tomás conoce a la reina de las hadas.

Tomás se convierte en criado de un hada.

2 El relato anterior concluye cuando Tomás:

a) debe servir como criado a un hada. b) escucha el tintineo de campanillas de plata. c) se preocupa porque la manzana no funcione. d) adivina el futuro de los animales de su pueblo. 3 El título del texto permite saber sobre:

a) el protagonista de la historia. b) el tiempo en que ocurre la historia. c) el lugar donde ocurre la historia. d) el narrador de la historia. 4 En el enunciado “Al principio de nuestro relato Tomás era un hombre como cualquier otro”, se emplea la expresión “al principio” para indicar:

a) una comparación. b) un tiempo. c) un efecto. d) una condición. 5 La voz que narra la historia se caracteriza por tener un conocimiento:

a) parcial de los hechos ya que es uno de los personajes de la historia. b) directo de los hechos debido a que es testigo de la historia. c) absoluto de los hechos aunque no participe de ellos. d) personal de los hechos ya que es el protagonista. 126

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6 El lugar en el que ocurre la historia es

a) un parque. b) Escocia. c) Inglaterra. d) las partes bajas de Escocia. 7 Esta historia transcurre durante

a) un día. b) siete años. c) en 1.999. d) muchos años. 8 La característica más relevante de Tomás en esta historia es:

a) la rebeldía. b) la tolerancia. c) la incredulidad. d) la obediencia. 9 Según la historia, la reina de Elfos se caracteriza por:

a) ser orgullosa. b) ser autoritaria. c) ser bondadosa. d) ser exigente. 10 En un fragmento, Tomás dice: “porque el hombre sincero no tiene amigos”. ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con lo expresado por Tomás? Justifique su respuesta.

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Lea el siguiente cuento y luego responda Texto 2: El loco Kahlil Gibran

En el jardín de un hospicio conocí a un joven de rostro pálido y hermoso, allí internado. Y sentándome junto a él sobre el banco, le pregunté: -¿Por qué estás aquí? Me miró asombrado y respondió: -Es una pregunta inadecuada; sin embargo, contestaré. Mi padre quiso hacer de mí una reproducción de sí mismo; también mi tío. Mi madre deseaba que fuera la imagen de su ilustre padre. Mi hermana mostraba a su esposo navegante como el ejemplo perfecto a seguir. Mi hermano pensaba que debía ser como él, un excelente atleta. Y mis profesores, como el doctor de filosofía, el de música y el de lógica, ellos también fueron terminantes, y cada uno quiso que fuera el reflejo de sus propios rostros en un espejo. Por eso vine a este lugar. Lo encontré más sano. Al menos puedo ser yo mismo. Enseguida se volvió hacia mí y dijo: -Pero dime, ¿te condujeron a este lugar la educación y el buen consejo? -No, soy un visitante -respondí. -Oh -añadió él- tú eres uno de los que vive en el hospicio del otro lado de la pared. 1 Complete el siguiente esquema con tres oraciones que representen el orden temporal del cuento.

2 ¿Qué tipo de narrador relata la historia?

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3 ¿Cuáles son los personajes principales y cuáles los secundarios?

4 ¿En qué espacio se desarrollan los hechos?

5 ¿Cuál es el tema del cuento?

Actividad 3 - Tarea Termine en casa las actividades que no alcance a desarrollar. Actividad 4 Análisis de textos narrativos Lea el siguiente cuento y responda las preguntas. Texto 3: El cuento de Alí el persa Tomado de: Las mil y una noches

Una noche en que el califa Harun Al Rachid no podía dormir, le pidió a Yafar, su visir, que buscara cómo entretenerlo. Yafar le dijo que tenía un amigo llamado Alí el Persa, que se sabía muchas historias sabrosas, capaces de borrar las penas y calmar las inquietudes. Lo llamaron y le pidieron que contara un buen cuento, de esos que quitan los pesares y adormilan a los insomnes. Alí el Persa contestó: “Oigo y obedezco; le contaré una historia que no es de oídas, sino que me pasó a mí mismo. Sabrá usted, Príncipe de los Creyentes, que hace años decidí irme de Bagdad a recorrer el mundo, con un muchacho que cargaba mis cosas en una liviana bolsa de cuero. Un día, en una ciudad cuyo nombre no importa, estaba vendiendo y comprando cosas, cuando un desvergonzado curdo vino hasta donde estábamos, agarró mi bolsa y empezó a gritar que era suya, con todo lo que tenía, y que se la habíamos robado. Yo le dije que estaba seguro de que era mía, porque la había traído desde Bagdad, pero el ladrón no quiso creerme y la gente, que se amontonó a oír nuestra discusión, me recomendó que llevara el asunto ante el cadí para que nos sirviera de juez. L ibe rtad

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Semana: 5

Número de clases: 22 y 23

–¿Qué los trae aquí y por qué están peleando? –nos preguntó el cadí. Y el curdo se adelantó y dijo –Que Dios proteja a su señoría, pero este persa tramposo dice que trajo esta bolsa desde Bagdad; y eso es mentira, pues yo mismo la saqué de mi casa, y lo que tiene son mis cosas. –¿Cuándo la perdió usted? –preguntó el cadí. –Ayer –dijo el ladrón–, y por eso no pude dormir en toda la noche. –En ese caso –respondió el cadí–, dígame qué hay dentro de ella. –Sí –dijo el ladrón–. En mi saco hay pintura para los ojos y dos pinceles para untarla, dos tazas doradas y dos candeleros envueltos en un pañuelo, dos tiendas de campaña con dos platos, dos cucharas y un cojín, dos tapetes de cuero, dos jarros y una bandeja de bronce, dos platos, dos jarras y un caldero con un cucharón, dos sacos, dos sillas de montar y una aguja, una vaca y dos terneros, una oveja con dos corderos y una cabra, dos perras y una gata, dos telas verdes, dos camellos, una osa, una leona y dos leones, dos chacales y un colchón, dos sofás y una alcoba alta, dos salones y un pórtico y muchísimas personas de mi país que darán fe de que la bolsa es mía. Entonces el cadí me dijo: –Bien, según usted, ¿qué hay en la bolsa? Yo había quedado aturdido por la osadía del curdo y, para no quedarme atrás, dije: –Que Dios proteja a su señoría, pero, a decir verdad, en el talego no había casi nada: sólo una casita derruida, otra sin puertas y una perrera, una escuela de niños con unos muchachos que juegan a los dados, varias tiendas de campaña con sus cuerdas, una forja de herrero y una red para pescar, y las ciudades de Bagdad y Basora, con el palacio de Saddad ibn Ad, y muchos hombres y mujeres que son testigos de que la bolsa es mía. –¡Falso, todo eso es falso! –dijo el curdo al borde de las lágrimas–. Todo el mundo sabe que la bolsa, señor juez, tiene los objetos que he dicho y, fuera de otras cosas que no menciono, guarda dos ciudades fortificadas, cuatro jugadores de ajedrez, un cojo y dos paralíticos, dos monjes, dos diáconos y dos frailes, y un juez y dos testigos que probarán que la bolsa es mía. Y el cadí me preguntó: ¿y cual es su respuesta a esto? Yo, muerto de la ira, me paré y contesté: Oh, príncipe de los creyentes: tengo que añadir que tenía en esta bolsa mil carneros y mil perros que ladraban, jardines con flores, hierbas aromáticas, manzanas y brevas, mujeres cantantes y fiestas de bodas y tumulto y ruido, amigos fieles y camaradas divertidos y hombres encarcelados por sus delitos, todo el Irak, y muchas mujeres hermosas, indias, griegas, turcas, curdas, persas y chinas, dos ríos y varias ciudades, y también mil navajas de afeitar, para cortar la barba del cadí, si no me reconoce mis derechos y decide que esta bolsa es mía. –Cuando el cadí oyó lo que el curdo y yo declaramos, nos miró confundido y dijo: Ya veo que no son ustedes más que dos descarados, dos zánganos maliciosos que se burlan de los jueces y las leyes de este país bendito. Porque en ningún lugar del mundo, ni de China a Bagdad, ni de Persia al Sudán, ni desde Wadi Numán hasta la tierra de Jurasán, nadie ha oído algo parecido; o esa bolsa es como un mar sin fondo o como el día del juicio final, donde todas las cosas, buenas y malas, resucitarán y estarán juntas. Y, sin más tardanza, me ordenó que abriera la bolsa. Y cuando lo hice, todo lo que apareció fue un pedazo de queso, un limón y dos aceitunas.

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Semana: 5

Número de clases: 22 y 23

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–¡Esta no es mi bolsa! –dije–. La mía debe haberse perdido, con todos sus tesoros dentro. Esta debe ser la del curdo. Y se la entregué a éste y seguí mi camino”. La historia que contó el persa Alí hizo reír sin parar al califa Harún Al Rachid, quien, después de darle a Alí un magnífico regalo, se acostó y durmió en paz. a) Sintetice en tres oraciones el anterior relato.





b) ¿Por qué las respuestas del persa y el curdo sobre lo que contiene la bolsa pueden considerarse hipérboles?

c) ¿Por qué las hipérboles llevan a concluir al cadí que Alí y el curdo son “descarados y zánganos”?

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Semana: 5

Número de clase: 24

Clase 24 Actividad 5 Elementos narrativos 1 Lea los siguientes cuentos.

Texto 4: Mito de Ícaro Dédalo era un famoso inventor griego que durante mucho tiempo estuvo al servicio del rey Minos en la isla de Creta. Un día, el rey se enfadó con él y quiso castigarlo. Dédalo decidió huir. Pero sabía que si huía, el rey apresaría a su hijo Ícaro para vengarse. Así pues, Dédalo decidió llevarse a Ícaro consigo. Como no tenían el tiempo para construir una embarcación, Dédalo pensó que podrían abandonar la isla volando. Pero, para ello, necesitaban unas alas como las de un ave. El inventor construyó unas estructuras que imitaban las alas de un pájaro con palos de madera. Después, las cubrió con plumas, que pegó cuidadosamente con cera de abeja. Antes de emprender el vuelo, Dédalo advirtió a Ícaro que debía evitar volar demasiado cerca del mar. -¿Y eso por qué? -preguntó Ícaro. -La humedad podría estropear las alas -contestó Dédalo-. Tampoco te acerques al sol, porque el calor podría derretir la cera -advirtió el padre. Pero, cuando Ícaro se sintió libre como un pájaro, olvidó las palabras de su padre. Atraído por la brillante luz del sol, voló hacia el gran astro. A medida que se acercaba al sol, el calor era más intenso y la cera se ablandó hasta derretirse. Las plumas de las alas de Ícaro empezaron a desprenderse y, finalmente, el chico cayó al mar. Dédalo lo buscó desesperadamente. Pero lo único que encontró fueron unas plumas que flotaban en la superficie del agua.

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Semana: 5

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Texto 5: Caperucita roja Hermanos Grimm

Érase una vez una niña encantadora a quien todo el mundo quería, pero sobre todo su abuela, quien no encontraba cómo complacerla. En una ocasión le regaló una caperuza de terciopelo rojo. Resulta que la niña se veía tan bien con ella que todos los días y a toda hora quería usarla; así que desde entonces la llamaron Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: –Ven Caperucita, toma esta torta y esta botella de vino. Llévaselas a tu abuela. Está débil y enferma, y esto le hará bien. Sé muy amable y dale mis saludos. Compórtate bien en el camino, no abandones el sendero, pues si te caes, la botella se romperá, y entonces no tendrías nada para llevarle a tu abuela enferma. Caperucita Roja prometió obedecer a su madre. La abuela vivía en el bosque a media hora del pueblo. No bien Caperucita se adentró en el bosque un lobo se le acercó. Ella no sabía lo malo que era ese animal, de modo que no sintió miedo. –Buenos días, Caperucita Roja. –Buenos días, lobo. –¿A dónde vas tan temprano, Caperucita? –A casa de mi abuela. –¿Y qué llevas en el delantal? –La abuela está enferma y débil, así que le llevo torta y vino. Ayer horneamos y con seguridad que le sentará muy bien. –Caperucita, ¿dónde vive exactamente tu abuela? –Su casa queda a no menos de un cuarto de hora de aquí, en el bosque; justo debajo de los tres árboles de roble. La casa tiene un seto de castaños. Con seguridad que conoces el lugar –comentó Caperucita. El lobo entonces pensó: “No cabe duda de que aquí tengo un buen manjar. Sin embargo, debo proceder con cautela”. Así que dijo a la niña: –Oye Caperucita: ¿has visto los capullos que florecen en el bosque?, ¿por qué no les das una mirada? Con seguridad que tampoco has oído los cantos tan lindos de los pajaritos. Caminas como si estuvieras yendo a la escuela. ¡Ay, qué bellezas las que se ven en el bosque! Caperucita Roja abrió los ojos y vio cómo el sol se colaba por entre los árboles, y cómo el suelo estaba cubierto de flores; entonces pensó: “Si llevo un ramo de flores a la abuela se alegrará mucho. De todos modos aún es temprano y volveré a casa a tiempo”. Así que se apartó del camino y se puso a recoger flores. Cada vez que cortaba una pensaba que un poco más allá encontraría otra más bonita, y corría tras ella, adentrándose más y más en el bosque. El lobo en cambio corrió derecho a la casa de la abuela y tocó la puerta. –¿Quién llama? –Soy yo, Caperucita Roja. Te traigo un pastel y un poco de vino. Ábreme la puerta. L ibe rtad

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Bimestre: II

Semana: 5

Número de clase: 24

–Baja el picaporte. Estoy demasiado débil para levantarme. El lobo bajó el picaporte y la puerta se abrió. Entró en la casa, se dirigió a la cama de la abuela y se la comió. Luego se vistió con la ropa de la abuela, se puso la cofia, se metió entre la cama y cerró las cortinas. Entretanto Caperucita había estado recogiendo tantas flores como fue capaz de cargar. Sólo entonces se dirigió a casa de la abuela. Cuando llegó se encontró, para sorpresa suya, con que la puerta estaba abierta. Entró a la sala y encontró todo tan extraño que pensó: “Dios mío, ¿por qué estoy tan asustada? ¡Siempre me he sentido tan bien aquí!”. Se dirigió a la cama y descorrió las cortinas. La abuela estaba acostada con la cofia cubriéndole la cara; tenía una mirada tan extraña. Entonces Caperucita le dijo: –¡Ay, abuela, qué orejas tan grandes tienes! –¡Para oírte mejor! –¡Ay, abuela, qué ojos tan grandes tienes! –¡Para verte mejor! –¡Ay, abuela, qué manos tan grandes tienes! –Para cogerte mejor. –¡Ay, abuela, qué boca tan grande tienes! –¡Para comerte mejor! No bien terminó, saltó de la cama y se tragó a la pobre Caperucita Roja. Una vez el lobo se comió su manjar, se metió de nuevo en la cama, se quedó dormido y empezó a roncar fuertemente. En ese momento pasaba un cazador, a quien le pareció muy raro que la abuela roncara de ese modo, así que decidió echar una mirada. Entró al cuarto y allí se encontró con que en la cama de la abuela se hallaba el lobo al que buscaba desde hacía tanto tiempo. “Se ha tragado a la abuela, pero es probable que ella todavía pueda salvarse. No le dispararé”. Tomó pues unas tijeras y empezó a cortarle la panza al lobo. No había dado más que unos pocos cortes cuando alcanzó a ver la Caperucita Roja. Cortó un poco más, y la niña entonces saltó y gritó: –Ay, qué asustada estaba. Qué oscuridad había dentro del lobo!–; y luego, también la abuela salió viva. Caperucita buscó entonces unas piedras muy pesadas, y con ellas rellenó la barriga del lobo; así que cuando el lobo se despertó, trató de salir corriendo, pero las piedras eran tan pesadas que se cayó y se mató. Y entonces los tres se pusieron muy felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó. La abuela se comió la torta y se bebió el vino que Caperucita había traído; y Caperucita pensó para sus adentros: “Jamás en mi vida volveré a apartarme del sendero para meterme al bosque cuando mi mamá me lo haya prohibido”. También se cuenta que en otra ocasión Caperucita Roja tomó unos pasteles para llevárselos a su abuelita, cuando otro lobo se le acercó y le insinuó que abandonara el camino. 134

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Semana: 5

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Pero Caperucita no le obedeció sino que siguió adelante, camino de la casa de la abuela. Le contó entonces que se había topado con el lobo, que él la había saludado muy amable, pero que en su mirada había algo pavoroso. –De no haber estado en medio de un camino por el que transita mucha gente, me habría comido. –Ven –dijo la abuela–; cierra la puerta con el picaporte, de modo que no pueda entrar. Un rato después el lobo tocó a la puerta y dijo: –Ábreme abuela, soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles. Adentro nadie le contestó, ni mucho menos le abrió la puerta. El lobo dio entonces varias vueltas alrededor de la casa, hasta que al fin decidió saltar al tejado. Esperaría hasta cuando Caperucita saliera de la casa de la abuela esa noche para ir a la suya; entonces la seguiría, y cuando estuviera muy oscuro se la comería. Pero la abuela adivinó sus intenciones. Al frente de la casa había una gran artesa de piedra; entonces la abuela dijo: –Toma un balde, Caperucita; ayer estuve cocinando unos chorizos. Trae en el balde el agua en que los cociné. Caperucita estuvo pues cargando agua hasta que la gran artesa estuvo llena. Entonces el olor de los chorizos llegó hasta la nariz del lobo. Este olfateó y miró hacia abajo; pero estiró tanto el cuello que no pudo sostenerse y comenzó a deslizarse… y siguió resbalándose hasta que cayó en la artesa y se ahogó. Y Caperucita Roja volvió alegre y feliz a su casa. 2 Identifique los elementos narrativos indicados en el cuadro para cada cuento.

Mito de Ícaro

Caperucita Roja

Narración

Personajes

Tiempo

Espacio

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Semana: 5

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3 Identifique en la secuencia narrativa de cada uno de los cuentos.

Mito de Ícaro

Conflicto:

Situación inicial:

Caperucita Roja

Situación inicial:

Situación final:

Conflicto:

Situación final:

4 Encuentre y escriba la mayor cantidad de aspectos similares en los dos cuentos.

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Grado Séptimo

Bimestre II

Semana 5

Número de clases 21 - 25

Nombre Colegio

Fecha

Clase 25 Actividad evaluativa La princesa y la arveja Hans Christian Andersen

Había una vez un príncipe que quería encontrar una princesa, pero una princesa de verdad. Viajó por todo el mundo buscando una, pero siempre algún defecto les encontraba. Princesas había muchas, pero a él le resultaba muy difícil tener la absoluta certeza de que eran auténticas. Siempre había algo en ellas que no estaba del todo bien. Finalmente, el príncipe regresó a su casa muy triste, porque estaba desesperado por encontrar una princesa de verdad. Una noche estalló una terrible tormenta. Había rayos y truenos, y la lluvia caía a cántaros. Era realmente una noche espantosa. En mitad de la tormenta, alguien llamó a las puertas de la ciudad, y el viejo rey ordenó que las puertas fueran abiertas. Era una princesa quien estaba afuera, pero su aspecto era atroz debido a la lluvia y la tormenta. El agua le corría por el pelo y las ropas, se le metía por la punta de los zapatos y le salía por los tacones; pero ella decía que era una princesa de verdad. “Bueno, bueno, ya lo veremos”, pensó la anciana Reina, pero no dijo nada. Fue a un dormitorio, quitó toda la ropa de la cama y puso una alverja en el fondo. Luego, cogió veinte colchones y los puso sobre la alverja, y encima de estos puso además veinte edredones. Aquí era donde debía dormir la princesa. A la mañana siguiente le preguntaron cómo había dormido. –Ay, muy mal –dijo la princesa–. Apenas pude pegar los ojos en toda la noche. Sólo Dios sabe qué había en esa cama. Al parecer, estaba acostada sobre algo duro, y amanecí con el cuerpo lleno de cardenales. ¡Ha sido verdaderamente espantoso! Todos supieron enseguida que se trataba de una princesa de verdad, pues pudo sentir la alverja a pesar de veinte colchones y veinte edredones. ¡Solo una auténtica princesa podía tener la piel tan delicada! De modo que el príncipe la tomó por esposa, seguro de que había encontrado a una princesa de verdad. La alverja fue llevada a un museo, donde todavía puede verse, si nadie se la ha robado. ¡Como veréis esta sí que es una historia verdadera! L ibe rtad

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Bimestre: II

Semana: 5

Número de clase: 25

Pregunta 1:

Pregunta 2: Pregunta 3:

Pregunta 4:

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