LA PRESENCIA FEMENINA EN LA

L A PRESENCIA FEMENINA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS REDES MIGRATORIAS Zaira Ivonne Zavala Angulo Objetivos a migración internacional femenina en comun

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A PRESENCIA FEMENINA EN LA

CONSTRUCCIÓN DE LAS REDES MIGRATORIAS Zaira Ivonne Zavala Angulo

Objetivos a migración internacional femenina en comunidades rulares con historia migratoria reciente es menor que la masculina. Por lo general los hombres son quienes abren los caminos que llevan “al norte” y, después, las mujeres andan a través de ellos, se adaptan a las rutas y las nutren con nuevas posibilidades. La intención de este ensayo es analizar la participación femenina en las redes sociales que permiten o facilitan la migración internacional en algunas comunidades rurales con historia migratoria reciente. En esta ponencia pretendo lograr tres objetivos, el primero es distinguir la influencia que tiene el rol de las mujeres migrantes dentro de la estructura familiar en la elección de determinadas redes migratorias en detrimento de otras. El segundo es analizar la participación de las mujeres en la conformación de las redes sociales que se gestan en sus comunidades de origen, y por último indagar si las mujeres en las redes migratorias aportan al fortalecimiento de los lazos sociales que permiten la ampliación de las redes.

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Antecedentes teóricos Varios estudiosos del tema han dicho que la migración internacional es un proceso social complejo, que es necesario comprender de manera interrelacionada. Esto implica que se consideren las causas, las formas y las consecuencias de la migración en el lugar de origen y en el de destino. Portes (1995) y Granovetter (2002) han señalado que las redes sociales son una herramienta de análisis que abarca eficazmente el enfoque micro y macro estructural de la teoría sociológica; las redes sociales son “recursos de asociaciones recurrentes entre grupos de personas unidos por lazos ocupacionales, familiares, culturales o afectivos” (Portes 1995: 8). Este artículo aprovecha las ventajas del marco referencial de las redes sociales para indagar en los vínculos personales e interpersonales que intervienen para que el proceso migratorio sea posible. En este sentido, retomo la definición de las redes sociales propuesta por Massey: “las redes sociales en torno a la migración consisten en lazos que vinculan comunidades remitentes y puntos específicos de destino en las sociedades receptoras; estos nexos unen a los emigrantes y no emigrantes dentro de un entramado de relaciones sociales complementarias y de relaciones interpersonales que se sostienen gracias a un conjunto informal de expectativas recíprocas y de conductas prescritas” (1991: 171). En este ensayo el análisis de las redes sociales se realizará desde una perspectiva que hace hincapié en el proceso que hombres y mujeres deben experimentar para participar de los beneficios de las redes. Dado que una de mis premisas es que hombres y mujeres experimentan la migración de forma distinta, me apoyo en la propuesta de Patricia Pessar (1999) acerca de que “la inclusión de unidades www.migracionydesarrollo.org 1

Eliminado: La presencia femenina en la construcción de redes migratorias ¶ ¶ Ponencia para el 1er Congreso Internacional sobre Pobreza y Migración¶ Zaira Ivonne Zavala Angulo¶ ¶ ¶

de medición como género, hogares y redes sociales facilita un mejor acercamiento a las causas, consecuencias y procesos de la migración internacional”. Por tanto, estudiar el tema desde la perspectiva de redes sociales y género1 como construcciones culturales facilita la compresión de estas diferencias. Existen ya muchos estudios sobre el tema, varios de ellos valiosos, como el de Máxime Molineux (2002), quien enfatiza las disparidades en las redes de hombres y mujeres argumentando que ellas no suelen pertenecer a las redes que brindan beneficios económicos debido a que éstas están generalmente constituidas por hombres; en cambio, las redes de mujeres con frecuencia involucran pocos recursos económicos y están insertas en actividades no remuneradas por relacionarse con cuestiones del trabajo doméstico. Esta explicación nos podría llevar a pensar que la migración femenina está limitada a las redes masculinas, debido a que la constitución histórica de la migración es predominantemente masculina. Pero, también nos hace sospechar que las mujeres utilizan sus propios recursos sociales y construyen sus propias redes migratorias, que pueden o no depender de las masculinas. Quienes han estudiado las redes de la migración femenina (Woo 1995, 2001, HondagneuSotelo 1992, Malkin 1999, Velasco 1995) ya han señalado que las mujeres conforman diversas redes, independientes de las masculinas, en las cuales apoyan sus estrategias y decisión para emigrar, en ellas participan en su mayoría mujeres en distintas etapas del proceso migratorio (Woo 2001). El enfoque de género en el estudio de las redes sociales ha permitido distinguir el acceso diferenciado de hombres y mujeres a los recursos sociales que facilitan la migración “hemos visto que los recursos sociales más importantes para la migración, las redes sociales, no son igualmente accesibles para todos los miembros del hogar, tradicionalmente esas estructuras sociales estuvieron disponibles para los hombres y ellos no siempre las compartieron con las mujeres. Actualmente las mujeres han desarrollado redes femeninas por su cuenta, de tal forma que los miembros de un mismo hogar con frecuencia utilizan distintas redes sociales” (Hondagneu-Sotelo 1992: 126). Desde hace dos décadas se han realizado análisis de las redes sociales con una perspectiva de género (Kossoudji y Ranney 1984, Hondagneu-Sotelo 1992, Woo 2001), la principal ventaja de este enfoque es que permite entender las características de la migración tanto masculina como femenina, evidenciando las facilidades o dificultades que cada uno experimenta de forma desigual “la categoría de género no sólo es una variable para medir, sino que proporciona una panorámica de las relaciones sociales que organizan la migración” (Hondagneu-Sotelo 1992: 3). Para comprender las características de la participación femenina en las redes migratorias es importante entender a la mujer como un ser social que forma parte de entidades sociales, como la unidad familiar, que influyen en su toma de decisiones. Por lo tanto, para analizar la participación de las mujeres en la migración, a través de redes sociales, es necesario tomar en cuenta su contexto familiar. En este sentido pretendo estudiar el papel que tienen las mujeres dentro de la estructura doméstica y las intenciones de su partida, para mostrar la influencia que tiene el entorno familiar en la decisión de las mujeres al emigrar y utilizar determinadas redes. Ofelia Woo (2001) señala que la participación de las mujeres en las redes migratorias depende en forma significativa del ciclo de vida y del papel de la mujer en la estructura del núcleo doméstico como soltera, casada, hija, madre, novia o esposa. En coincidencia con este planteamiento, busco conocer de qué manera el lugar que ocupa la mujer en la estructura familiar es un factor que interviene en la elección de determinadas redes migratorias, en detrimento de otras. Por su parte, Hondagneu-Sotelo elaboró una tipología para clasificar los tipos de migración familiar: 1) Family Stage Migration, cuando los hombres preceden la migración de su esposa e hijos. 2) Family Unit Migration, cuando los miembros de la familia emigran juntos. 3) Autonomous migration, cuando hombres o mujeres solteros emigran independientemente de sus familias.

Fundamentos metodológicos En este ensayo utilicé los resultados del trabajo etnográfico realizado en ocho comunidades de diversos estados del país2, en el marco del proyecto “Pobreza y migración internacional”3 del CIESAS Occidente, 1

La categoría de género se entiende como la construcción cultural sobre los papeles apropiados para hombres y mujeres, de los que se desprenden las relaciones entre ambos (Scott, 1986, citado en Velasco 1995). www.migracionydesarrollo.org 2

en el cual he participado como investigadora de campo desde agosto de 2002 a la fecha. Como parte del trabajo de campo entrevistamos a personas con experiencia migratoria que hubieran retornado recientemente para que pudieran ofrecer su experiencia testimonial.4 De forma paralela al estudio de historias particulares, en cada localidad elaboramos una genealogía de 300 a 500 miembros, con información demográfica, social y migratoria básica de una o más familias, a través de cuatro o cinco generaciones, con el fin de identificar las fechas en que inicia la migración internacional, así como los destinos, las ocupaciones y la temporalidad. Debido a las características del proyecto, se ha estudiado sólo el lugar de origen de la migración. Sin embargo, comparto la visión de algunos estudiosos que afirman que la migración debe ser entendida como un proceso interrelacionado y binacional. Considero que para una mejor comprensión de la conformación de las redes sociales y la migración femenina sería óptimo analizar el proceso de incursión y adaptación en el lugar de destino, tarea que quedará pendiente. Sin embargo, los relatos, los testimonios y las experiencias de las y los actores de la migración recabados en el lugar de origen son suficientes para conocer la conformación local de las redes. Para este análisis elegí tres comunidades: Tepantla, municipio de Astacinga, Veracruz; El Capricho, municipio de Ometepec, Guerrero, y San Luis Chalma, municipio de Tlapanalá, Puebla; las tres son rurales y cuentan con una historia migratoria reciente. Esta característica facilita el seguimiento de los sujetos participantes en las redes, ya que se trata de hechos que aún están en la memoria de los actores de la migración y sus familias. En Tepantla existen relaciones de parentesco y cooperación entre gran parte de la población, que han facilitado la conformación de una red local no muy extensa, pero con una notoria cohesión. En la segunda comunidad, a diferencia de la primera, la cooperación y solidaridad de los habitantes es escasa y no existe alguna red de cooperación externa al apoyo limitado dentro del núcleo familiar. La tercera comunidad aunque de migración reciente, es más añeja que en las otras y cuenta con varias redes de cooperación, de tal forma que los habitantes pueden elegir entre sus contactos a cuál acudir según les convenga en la realización de sus propósitos. Dado que esta ponencia se inserta en el marco de una investigación que buscaba otros objetivos, la metodología de análisis se ha diseñado a posteriori y de acuerdo con los instrumentos recabados; en este sentido, he optado por trabajar con las genealogías de cada localidad, las cuáles ilustran de manera cronológica el proceso migratorio de las comunidades y la participación femenina en él. Asimismo, utilizo los estudios de casos y las entrevistas a mujeres migrantes o esposas de migrantes realizadas en el trabajo de campo. Contexto social y migratorio de las localidades TEPANTLA, ASTACINGA, VERACRUZ5. Condiciones de la localidad:

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Las ocho son comunidades rurales, que se eligieron por sus niveles altos y muy altos de marginación: Colonia Aréchiga, Jalpa, Zacatecas; Cherán, Michoacán; El Capricho, Ometepec, Guerrero; Ocampo, Guanajuato; San Gaspar de los Reyes, Jalostotitlán, Jalisco; San Luis Chalma, Tlapanalá, Puebla; Santa María Asunción, Juxtlahuaca, Oaxaca; Tepantla, Astacinga, Veracruz.. Todas excepto San Gaspar son pobres, la mayoría cuentan con una historia migratoria reciente, a excepción de Colonia Aréchiga y San Gaspar. 3 Proyecto dirigido por el Dr. Agustín Escobar Latapí. 4 El primer acercamiento a la comunidad se realizó con la organización de grupos focales, en donde se discutía la problemática local y el proceso migratorio internacional, indagando en las causas, el trayecto, la instalación y el impacto de la migración tanto en la economía doméstica como en la localidad. El segundo acercamiento se realizó con las familias en las que se identificó algún miembro de reciente retorno a la comunidad, recabando información demográfica de los miembros del hogar. Posteriormente se seleccionaron varios casos de estudio para hacer entrevistas a profundidad con el migrante. Los estudios de caso incluyen observación directa e indirecta de la unidad doméstica y entrevistas semi-estructuradas con los miembros del hogar, para conocer el impacto diferenciado que tiene la decisión de emigrar en los miembros de la familia. 5 Para el análisis de la localidad de Tepantla se utilizaron los diarios de campo de ANAYA (2002), PAREDES (2003) y ZAVALA (2002) (2003). www.migracionydesarrollo.org 3

Tepantla es una comunidad rural ubicada en la sierra de Zongolica, en Veracruz, pertenece al municipio de Astacinga. La distancia aproximada por carretera a la capital del estado es de 213 km. Según los cálculos del presidente municipal, habitan ahí 100 familias, que son 600 habitantes aproximadamente. Según los datos del XII Censo del INEGI,6 en el municipio hay 5 381 habitantes, de los cuales 83 por ciento son hablantes de lengua indígena, principalmente náhuatl. Tepantla es una localidad indígena, la mayoría de los habitantes hablan náhuatl y lo combinan con el castellano o “mexicano”, sólo las personas de edad avanzada, mujeres principalmente, no entienden el castellano. La actividad económica principal del lugar es la agricultura; sin embargo, debido a las condiciones climáticas y orográficas de la sierra es difícil lograr las cosechas. Se siembra principalmente maíz, haba y chícharo, el producto de la cosecha se destina para el autoconsumo, los habitantes testifican a menudo que no se puede lucrar con los escasos productos de la tierra. Como alternativa, algunas personas también se dedican a criar borregos, los venden en la cabecera municipal para obtener ingresos adicionales. Muy pocos hombres se dedican a otra cosa que no sea la agricultura; los que desempeñan otros oficios (carpintería y albañilería) los combinan con la labranza de la tierra. Las mujeres también aportan al trabajo del campo, en particular cuando el marido está ausente, pero no es común que se les retribuya económicamente por ello. Hay pocas alternativas de ingreso para ellas, algunas ayudan a sus vecinas a lavar ropa o venden servilletas bordadas, pero casi siempre el pago es por intercambio de favores. Dada la carencia de servicios, las labores domésticas son una carga pesada para las mujeres.7 Migración y redes migratorias En la comunidad de Tepantla la gente emigra desde hace más de medio siglo. Los habitantes cuentan haberse ido, por largas temporadas, en busca de trabajo a los campos donde se cosechaba café y caña, en tierra caliente cerca de Córdoba, Huatusco o hasta Oaxaca. Los viajes para emplearse en el corte de caña y café eran muy comunes y no sólo exclusivos para los hombres, muchas mujeres participaban en la cosecha o acompañaban a los peones para prepararles y servirles los alimentos. La migración regional constituyó una base importante para el sustento de la comunidad. Los hábitos migratorios cambiaron hace cerca de 30 años, cuando algunos hombres incursionaron en el área de la construcción en la ciudad de México; se empleaban como peones de albañilería y después de unos meses regresaban a Tepantla con más dinero del que se podía obtener en el corte de caña o la cosecha de café. El éxito de los pioneros animó a muchos habitantes más a probar suerte en la capital; la fuerza laboral se diversificó entre la construcción, el comercio y los servicios, en esta etapa migratoria muchas mujeres participaron, se instalaban en casas particulares como empleadas domésticas, niñeras o cocineras. El creciente número de habitantes que migraron a la capital buscando obtener ingresos para el hogar se manifestó en ciertos beneficios económicos en la localidad, las construcciones de lodo y pastura se sustituyeron por otras de madera o corteza de tronco, con techo de lámina; algunas familias adquirieron borregos, pollos o ganado. El flujo migratorio a la ciudad de México aún es constante pero ha disminuido de forma considerable en los últimos ocho años debido a que la migración internacional inicia su apogeo. En la actualidad, la localidad se reconfigura con los ingresos de los que partieron a Estados Unidos, el dinero que envían ha permitido construir casas con madera de mejor calidad, incluso algunas de ladrillo y cemento; también ahora se pueden ver algunas camionetas pick up propiedad de los migrantes retornados o de los parientes que invierten las remesas.

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La población del municipio se consultó en la página institucional del INEGI, www.inegi.gob.mx, algunos datos sobre las localidades y municipios se consultaron en la Enciclopedia de los Municipios de México en www.e-local.gob.mx 7 En Tepantla no hay agua corriente y sólo hay dos secciones con lavaderos en la localidad, algunas mujeres tienen que caminar 20 minutos con costales de ropa para lavarla. Las casas se encuentran en laderas de montes y los caminos son de tierra, por lo que hay mucho polvo, además hay muchos hogares sin acceso a la electricidad.

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La migración internacional es un fenómeno reciente en la localidad, hace once años partieron los primeros jóvenes hacia Estados Unidos, poco a poco se fue incrementando el número de personas que buscaron alternativas laborales en el país vecino. En la actualidad, la mayoría de los hombres jóvenes de Tepantla han ido (o piensan hacerlo en un futuro cercano) a trabajar en Estados Unidos. Las mujeres, por su parte, siguen yéndose a las ciudades de México, Tijuana, Ciudad Juárez en busca de empleos domésticos. Son pocas las que cruzan la frontera. Los habitantes de la región pagan en promedio 20,000 pesos por llegar a Estados Unidos, esa cantidad es imposible para quienes viven del producto de la tierra y, por tanto, la posibilidad de emigrar esta fuertemente ligada la facultad de acceder a fuentes de financiamiento y apoyo. En Tepantla se identificaron algunos casos de personas que deciden emigrar a Estados Unidos por su cuenta, pero la mayoría de los que se van lo hacen con ayuda de sus hermanos, hijos o padres, quienes aportan los recursos económicos y ayudan en la etapa de instalación en la nueva comunidad. Hay pocos casos en los que la cooperación y ayuda se extiende más allá de la familia nuclear, la red de ayuda más extendida que se localizó la conforman los miembros de la familia Salas. Con la migración de los primeros jóvenes de la localidad, los Salas, inició la configuración de una red que facilita y sustenta la migración de una parte de la población local8, quienes tienen acceso a aquélla entablan contacto con algún coyote, reciben en préstamo el dinero para cruzar la frontera con un interés muy bajo (que no es fijo, depende del grado de confianza que exista entre los involucrados), aseguran su hospedaje en la ciudad destino y tienen facilidades para encontrar empleo. La red funciona por medio de favores y la retribución es importante; otro factor que le da cohesión es la religión pentecostal. Los miembros de la familia o amigos que comparten la religión son bienvenidos en la red, entre ellos se maneja un código ético y moral que facilita la confianza entre los integrantes; asimismo, se discrimina a aquellos que no comparten las creencias religiosas, aun cuando sean parientes cercanos. Uno de los principales impulsores de esta red es Arturo Salas, quien reside en Carolina del Norte y acoge con regularidad a los recién llegados; este hombre tiene contactos con productores agrícolas y constructores que suelen requerir mano de obra barata y con ellos coloca a sus conocidos. En esta comunidad la participación masculina en la migración es mayor que la femenina, ellos se aventuran con mayor frecuencia a salir de la comunidad para satisfacer múltiples necesidades y expectativas, los hombres abrieron la nueva ruta migratoria transfronteriza, misma que ha tenido un auge fehaciente en los últimos ocho años. Para mostrar la presencia del fenómeno migratorio en la localidad se analizó la genealogía9 realizada en trabajo de campo. Ahí aparece que 91 por ciento de los adultos mayores en edad productiva (de 18 años y menores de 60) tienen experiencia migratoria; de éstos, 64 por ciento fueron a Estados Unidos. En contraste, 52 por ciento de las mujeres en el mismo rango de edad no han salido de la comunidad con fines laborales ninguna vez en su vida, y sólo 7 por ciento ha emigrado a Estados Unidos. De los 65 miembros de la genealogía de Tepantla que han partido al norte, sólo 9 son mujeres. La participación femenina en las redes migratorias Si observamos con detenimiento la relación que tienen con el fenómeno migratorio tanto el estado civil, como el papel de las mujeres dentro de la estructura familiar, podemos encontrar con cierta claridad que el que una mujer esté soltera o casada, o sea hija, novia o esposa es importante para la elección del camino a seguir.

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Aunque no es la única red migratoria que se ha conformado en la localidad, la de la familia Salas es muy extensa e ilustra con eficacia cómo se ha comportado el proceso migratorio en la localidad. 9 Juan Manuel Anaya, Paloma Paredes y Zaira Zavala. “Genealogía de la familia Salas” y “Sendas Familiares” documentos elaborados con el trabajo de campo en Tepantla, en diciembre de 2002 y marzo de 2003. La genealogía de la familia Salas de Tepantla consta de 481 integrantes, cerca de 80 por ciento de la población local, según lo estimado por el Ayuntamiento municipal. www.migracionydesarrollo.org 5

Hay 208 mujeres registradas en la genealogía Salas y sólo nueve han emigrado a Estados Unidos, todas ellas lo han hecho ilegalmente, cuatro se fueron siendo solteras, cuatro estaban casadas y una divorciada. Solteras: Una de las solteras emigró por reunificación familiar, sus padres vivían en Estados Unidos desde tiempo antes y regresaron al pueblo para llevársela. Ella tenía diez años al emigrar y no eligió ningún camino para hacerlo, su madre fue quien tomó las decisiones por ella. Adelaida Itehua es otra de las solteras que emigró; ella partió a Carolina del Norte invitada por su hermana, a la edad de 13 años, llegó a trabajar como obrera. El motivo de su partida era hacer compañía a la hermana y trabajar para apoyar a la economía doméstica, y así fue hasta que dos años más tarde formó su propio hogar y ahora es madre de dos hijos. En este caso Adelaida fue partícipe de una embrionaria red familiar femenina que posibilitó su incursión en la vida de Estados Unidos. Sara Salas, la tercera mujer soltera tenía 26 años cuando partió; ella se fue acompañada por su primo, pero los gastos fueron pagados por su hermano, quien además la recibió y le ayudó a encontrar trabajo. En este caso utilizó una red familiar masculina que estaba constituida previamente. La intención de su partida no es muy clara y no parece ser por reunificación familiar, pues han pasado dos años y la mayor parte de la familia sigue en el pueblo. La última de las emigrantes solteras vive con su pareja en unión libre, ella emigró porque su novio la llamó. Rosa Itehua tenía 19 años cuando Bartolo (ahora conocido como Arturo) le patrocinó el viaje, los parientes cuentan que “mandó una coyota por ella”, desde entonces viven juntos. Los motivos de Rosa parecen claros, emigró para unirse con su pareja y él fue quién se encargó de los tramites para el cruce por la frontera y la instalación en la nueva vida. Esta mujer utilizó una red masculina y una vez establecida ha apoyado a algunos familiares y amigos para que se instalen en Estados Unidos. Bartolo ha sido un eslabón importante en la configuración de la red de los Salas y con la migración de Rosa la red se amplió también para los miembros de la familia Itehua. Casadas: De las cuatro mujeres que partieron casadas sólo una, Laura Itehua, emigró al mismo tiempo que su esposo; llevaban 5 años de casados y era el primer viaje de ambos. De este caso no hay información sobre la red que utilizaron, ni de los motivos para partir. Dos de los casos de mujeres casadas son similares, Elizabeth y Anselma emigraron llamadas por sus maridos, ellos ya tenían uno y dos años respectivamente viviendo en Estados Unidos. En ambos casos, las mujeres se sirvieron de las redes masculinas para realizar el viaje, los esposos hicieron los arreglos necesarios y solventaron los costos. La diferencia entre ambas es que Elizabeth regresó al poco tiempo a su pueblo y Anselma permaneció un par de años en Estados Unidos, hasta que regresó por los dos hijos que había dejado en la localidad; en esta ocasión los ahorros de Anselma se sumaron a los de su esposo y con esto costearon el paso de los pequeños y el segundo viaje de Anselma. En la actualidad, la familia completa vive en Carolina del Norte. El caso de la cuarta mujer que emigró casada también tiene que ver con la reunificación familiar. Sofía Leris viajó a Carolina del Norte en 1999 para encontrarse con su esposo, quien llevaba cuatro años en Estados Unidos. Ella emigró por sus propios medios, al tener claro que quería encontrarse con su marido buscó apoyo en sus redes familiares y llevó a cabo su objetivo. En este caso la mujer utilizó una red alternativa y no se limitó a los recursos sociales ni económicos del marido. De las mujeres que emigraron en Tepantla, sólo una era divorciada al momento de partir. Ofelia Tecpile emigró a la ciudad de México al separarse de su esposo en 1995, dejó a sus hijos en Tepantla y tres años más tarde, a la edad de 30 años, emigró a Carolina del Sur. No se tiene certeza de quién le ayudó a juntar el dinero o quién la invitó, parece que fue algún pariente suyo. Con los ejemplos de la genealogía podemos afirmar que en esta localidad la migración femenina tiene como primer objetivo la reunificación familiar y, en menor medida, apoyar la economía doméstica en la localidad de origen. Sin embargo, es necesario complejizar estos hallazgos, ya que algunas mujeres dijeron en un principio emigrar para encontrarse con su pareja o con el pretexto de la

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reunificación familiar; pero además de éstos pueden perseguir otros objetivos distintos y sólo aprovechar la posibilidad de acceder a la red masculina para llevar a cabo sus propósitos. Veamos el caso de Laura Tzompaxtle10 quien emigró invitada por Juan Salas (su novio telefónico) con el objeto de convertirse en su mujer. En entrevista, ella relata que tomó la decisión de irse al país vecino casi sin darse cuenta: “yo no pensaba irme, pero cuando menos acordé ya me había ido”. Ella confiesa que fue un arrebato decirle a Juan que aceptaba cruzar la frontera para ser su mujer. Laura accedió porque tenía curiosidad por conocer Estados Unidos y ésta era una posibilidad para conseguirlo sin solventar ella misma el costo económico: “pensaba conocer cómo es allá porque muchos tíos y primos dicen que está mejor, mis primas las de allá tenían bebes y yo quería juntarme con ellas”. Sin embargo, la oferta de emigrar incluía convertirse en la mujer de un hombre al que había visto en pocas ocasiones y con quien hablaba por teléfono una o dos veces por semana durante los últimos meses (“tenía como que miedo de verlo”). Cuando Laura accedió a la propuesta de Juan lo hizo sin pensar en las consecuencias, cuenta que después imaginaba que llegando a Estados Unidos se escaparía; tenía la esperanza de que el avión la dejara en otra ciudad y que Juan no la encontrara. De cualquiera manera, era conciente de la alternativa de buscar a sus parientes si no le gustaba vivir con ese señor. A fin de cuentas se acostumbró y ahora tiene un hijo que la motiva a permanecer al lado de Juan. Es claro que en Tepantla la migración femenina comienza a gestarse y lo ha hecho de forma muy ligada a las redes masculinas, aún hay pocos casos de mujeres que acceden a recursos propios para traspasar la frontera e instalarse en un contexto migratorio internacional; sin embargo, aunque son pocos los casos de migración femenina en esta comunidad, ya comienza a verse su influencia en la consolidación y extensión de las redes sociales. Algunas mujeres ya instaladas en la vida transnacional, como Rosa Itehua, promueven la migración de sus parientes y conocidos, gestionan con sus esposos la ayuda solidaria, el apoyo económico y la asistencia en Estados Unidos.

EL CAPRICHO, OMETEPEC, GUERRERO11 Condiciones de la localidad El Capricho es una comunidad rural del municipio de Ometepec, pertenece a la región de la Costa Chica de Guerrero y limita al sur con el estado de Oaxaca. Según el INEGI la población de la cabecera municipal es de 11 474 habitantes y en El Capricho, según cálculos de los investigadores de campo, hay aproximadamente 700 personas. Algunas de las casas de la localidad son de adobe y tienen techo de lámina, pero la mayoría son de ladrillo debido a que hace 10 años gran parte de la población recibió el apoyo de “World Vision”, institución que les proporcionaba gratis el material para la construcción de una vivienda a quienes lo solicitaban, el único requisito era tener un terreno disponible y no poseer casa propia. En la orilla del río hay algunas casas de materiales precarios, hay de lodo y carrizo y otras más con paredes y techo de cartón. Estas viviendas pertenecen a familias que tenían una casa de adobe y que la perdieron cuando las destruyó el huracán Paulina, en octubre de 1997. Algunas familias pudieron reconstruir sus viviendas con el apoyo del gobierno12, pero los más pobres no han podido recuperarse de la catástrofe y habitan casas de cartón, lodo, carrizo o ladrillos apilados sin cemento. El Capricho está ubicado a la orilla del río Santa Catarina, el gran caudal de este afluente y la tierra arenizca le infunden un ambiente tropical a la localidad. Los habitantes del pueblo organizan varias de sus actividades cotidianas en torno al río, este lugar es motivo para la construcción de los espacios sociales y lugar de actividades domésticas, las mujeres lavan ropa, trastes y niños en la orilla,

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Zaira Ivonne Zavala Angulo, “Estudio de Caso de Juan Salas y Laura Tzompaxtle” Diario de campo de Tepantla, marzo de 2003. 11 Para ilustrar el fenómeno migratorio en esta localidad se utilizaron los diarios de campo de Alejandro Hernández (2002) y Zaira Zavala (2003b) 12 El apoyo estaba condicionado a la construcción de la vivienda en un lapso de tiempo determinado. Quienes no tenían dinero para pagar al albañil no tuvieron acceso al material de construcción que proporcionaba el gobierno. www.migracionydesarrollo.org 7

también hombres y mujeres adultos se duchan en el cauce del agua, todo el día hay gente socializando en torno al río. El clima del lugar es caluroso la mayor parte del año y es propicio para el cultivo de mango, guayaba, coco, nanche y plátano. En tierras alejadas del cauce y cercanas al monte, de temporal, se cultiva calabacita, cebolla, maíz, sandía, tomate, melón, etcétera. Las actividades productivas de la región se centran en la producción agrícola y en menor medida, ganadera. Algunas personas crían chivos, puercos o reses, aunque son la minoría quienes pueden solventar el costo de inversión y mantenimiento de los animales. Los que se dedican a la agricultura complementan sus actividades con otros ingresos, principalmente son migrantes temporales a las ciudades de Acapulco, Puebla o México. Muchos hombres trabajan por temporadas en la construcción y regresan a la comunidad en tiempo de cultivo o cosecha, para permanecer sólo unos meses trabajando la tierra. La razón de las migraciones urbanas temporales es que la tierra no da lo suficiente para el sustento familiar, el producto de las cosechas regularmente se destina al autoconsumo, sólo cuando la cosecha es abundante se comercializa, pero no se obtiene con ello el sustento para largas temporadas, por lo que la emigración se vuelve una respuesta cotidiana a las necesidades básicas. Las labores de hombres y mujeres están claramente delimitadas, ellos son proveedores, trabajan la tierra o emigran para suministrar recursos. Las mujeres se encargan del hogar, recolectan leña, cuidan a los hijos y preparan los alimentos, no es frecuente su participación en las labores agrícolas; cuando el marido está ausente los hijos, u otros parientes cercanos, son quienes se hacen cargo del cultivo de la tierra.

Migración y redes migratorias Los hombres y las mujeres de El Capricho se han dedicado por generaciones a las actividades agrícolas, ganaderas y piscícolas para procurar el sustento diario. La tradición migratoria de la localidad no tiene un patrón identificable, hay quienes nacieron y murieron sin haber emigrado, también hay quienes han emigrado al interior del país desde inicios de siglo, evadiendo los conflictos de la Revolución y la guerra Cristera. Algunos de los lugareños, sobre todo los nacidos entre 1965 y 1980, han optado por emigrar a las ciudades de Acapulco, México y Puebla en busca de empleo y hay un aumento reciente de aquellos que han decidido atravesar la frontera norte de México. En la genealogía encontramos que de los 291 miembros de la familia de Ruperto y Juana, sólo 4 por ciento han emigrado dentro del territorio nacional, en cambio 21 por ciento lo han hecho hacia Estados Unidos. La migración internacional en El Capricho inicia con la década de los noventa, cuando unos jóvenes pioneros viajaron con rumbo a la ciudad de Los Ángeles, animados por un maestro de la primaria. El ejemplo de los primeros motivó a muchos otros, hombres y mujeres, entre 18 y 54 años, que se fueron sumando a los ausentes. Sin embargo, la posibilidad de emigrar no está ahí para cualquiera, quien decide partir requiere la ayuda de alguien que responda por él para el pago del paso por la frontera y que además tenga la disposición de acogerlo durante la etapa de instalación y colocación laboral. Los habitantes de El Capricho están seguros de que partir sin el soporte de un familiar o conocido es asumir un riesgo muy alto “el que se va tiene que tener quien lo reciba allá, porque si no, va perdido”.13 Por lo regular son los parientes cercanos quienes asumen la responsabilidad de apoyo y colaboración, pero los acuerdos no se discuten en el seno familiar, sino que se dan a nivel personal, quien está instalado en Estados Unidos invita a su hermano, primo o sobrino y el afortunado elegido puede entonces prepararse para cruzar la frontera; este es el caso más común. El proceso inicia con la invitación y por lo regular incluye la información del “coyote” a quien se le encargará el paso por la frontera, de esta forma el emigrante tiene las cosas más sencillas. En la localidad de El Capricho se encontraron muy pocos casos en que la migración internacional se dio por iniciativa de algún habitante sin contactos previos que le “invitaran” a emigrar. En estas circunstancias, el interesado tiene que hacer uso de sus relaciones sociales para gestionar por su 13 Zaira Ivonne Zavala Angulo, “Entrevista con Concepción Román”, Diario de campo de El Capricho, 20 de marzo de 2003.

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cuenta la información y el apoyo económico requeridos para intentar la hazaña. Los resultados dependen de la destreza del solicitante y el grado de confianza que exista con sus provisores. El costo económico de emigrar oscila entre 18 y 22 mil pesos, el monto se puede adquirir en la localidad con familiares de migrantes o migrantes retornados, con un interés de 20 a 30 por ciento mensual. En El Capricho no hay organización alguna, fuera del núcleo familiar de quienes ya están en “el norte”, que facilite la migración. Además, estos vínculos suelen ser selectivos y restringidos. Aunque existe la posibilidad de irse sin la ayuda de los parientes, muchos interesados en trabajar en el norte se ven desalentados al no tener quién los apoye en el proceso, además acceder a los informantes no es tarea simple. Según Martina “muchos dicen ‘fulano no me quiere pasar’, aunque sean hermanos y todo, pero no te van a hacer el cargo de andarle buscando trabajo porque ellos no van a perder su semana, peor si están trabajando bien”14. Y es que conseguirle trabajo a alguien implica por lo menos perder un día laboral. Otro ejemplo es el caso de Violeta, ella se quiere ir a Estados Unidos en donde viven 5 de sus hermanos, pero ellos no la quieren pasar. Sus hermanos le ponen de pretexto que es joven y que sólo se quiere ir para casarse. La participación femenina en las redes migratorias La genealogía de El Capricho15 ilustra una activa participación femenina en las redes migratorias de la localidad. Los pioneros de esta familia en la migración internacional son cuatro jóvenes que partieron en 1992, tres de ellos eran hermanos: Lucía, Joaquina y Alejandro (es importante resaltar que dos mujeres se encuentran entre los primeros que emigraron de la genealogía familiar). El sexo femenino ha estado presente en el flujo migratorio desde que inició su apogeo en los noventa. En esta familia extensa han emigrado 59 personas, de los cuáles 63 por ciento son hombres y 37 por ciento, mujeres. De las 149 mujeres registradas en la genealogía 22 han emigrado a Estados Unidos por lo menos una vez en su vida. De ellas seis lo hicieron siendo solteras, diez estaban casadas y cuatro vivían en unión libre, una emigró divorciada y otra al enviudar.

Solteras Entre las seis mujeres que emigraron solteras, cuatro se fueron siendo menores de edad, las llevaron sus padres y se trató en los cuatro casos de toda la familia (en 1995, 1998 y 2002). En estos casos el objetivo es claramente la unificación familiar y la red utilizada es decisión de los padres. Las otras dos solteras son Lucía y Joaquina de la Cruz Medel, hermanas pioneras en la migración, viajaron juntas en 1992 acompañadas por su hermano. De ellos sólo sabemos que se fueron juntos de forma ilegal; no hay datos sobre los motivos de su partida ni del tipo de red que utilizaron para emigrar. Casadas De las trece mujeres casadas o que viven en unión libre, tres partieron para reunirse con su pareja, quien ya estaba trabajando en Estados Unidos. En los tres casos los hombres antecedieron a la migración y fueron quienes consiguieron los fondos para llevar a sus mujeres, ellas se adaptaron a las redes masculinas; el tiempo que pasó desde que el hombre emigró hasta que su mujer lo alcanzó va desde seis meses hasta dos años. Entre las mujeres que emigraron casadas hay un caso de unificación familiar que no depende de la migración masculina, sino de la femenina; Jannet Ruiz Zárate ya estaba casada cuando partió, lo hizo invitada por sus hermanos y tiempo después su esposo la alcanzó en Estados Unidos. Jannet tenía intenciones de cruzar la frontera para trabajar allá, la mujer estaba animada por varios de sus hermanos que ya vivían y trabajan en Estados Unidos. Ella no quería irse sola y su esposo Ulises no podía y 14

Jesús Alejandro Hernández Ramírez, “Entrevista con Martina Aguirre”, Diario de campo de El Capricho, 19 de marzo de 2002. 15 HERNÁNDEZ, Alejandro y Zaira ZAVALA. “Genealogía de la familia Hernández López”, Trabajo de campo en El Capricho, marzo de 2003. www.migracionydesarrollo.org 9

no quería renunciar a su trabajo en ese momento, así que él convenció a su hermano Darío para que acompañara a su esposa y se instalara en Estados Unidos para después reunirse con ellos. Darío accedió y la familia de Jannet proporcionó (en calidad de préstamo) el dinero necesario para el paso de ambos. Tres meses después del viaje Darío ya había saldado su deuda y además pagó el viaje de su mujer, Sofía. Después de 8 meses de que había partido Jannet, Ulises se reunió con ella en Carolina del Norte, de nuevo la familia de Jannet financió con un préstamo el paso. Con el apoyo de los familiares de Jannet pudieron emigrar ella, Darío y Ulises y como consecuencia también Sofía. Además, tiempo después Jannet invitó a su suegra a emigrar, ella le consiguió los recursos económicos para cruzar la frontera, aun sin el apoyo de su esposo y también la recibió en su casa y le consiguió empleo. Siete mujeres partieron al mismo tiempo que sus esposos entre 1995 y 2002, algunas de ellas llevaron también a sus hijos. De las familias que migraron completas ningún miembro ha vuelto a México, se fueron con la idea de instalarse en una nueva vida y así parece haber sido. La migración de la unidad doméstica completa es una estrategia que las mujeres ven como protección para la integridad familiar, así evitan el riesgo de ser abandonadas por el hombre que emigró, “estando los hombres allá, se juntan con otra mujer y se olvidan de la que tienen aquí por eso muchas prefieren irse junto con el esposo”16. Hay además tres mujeres que aunque casadas se fueron sin ayuda de sus esposos. De dos no tenemos información sobre cómo decidieron partir y qué red utilizaron, pero de Martina sabemos que decidió emigrar para resolver las necesidades del hogar. El objetivo principal era conseguir dinero para reedificar su casa, destruida con el huracán Paulina. Martina es madre de 14 hijos, dos de los cuales estaban viviendo en Carolina del Norte con sus esposas; ella tenía intenciones de migrar pero ni sus hijos, ni su hermano que vivía en Estados Unidos la apoyaban. Martina insistió hasta que su nuera se ofreció a apoyarla “metí capricho en eso, porque una mujer de ellos [Jannet] dijo: si se quiere venir yo le ofrezco ayudar. Los hijos no querían que yo fuera, pero ya ve que uno es arriesgada y peor cuando uno tiene la necesidad grande. Yo voy a ver si puedo y si no pues me regreso, pero a intentar...”17. A fin de cuentas la nuera fue quien le prestó el dinero y le consiguió empleo. En este caso la decisión de partir estaba relacionada con una estrategia económica para solventar las necesidades del hogar, pero no estaba respaldada por una decisión consensuada al interior del mismo, sino por las ganas de Martina de aportar a la economía doméstica, ella decidió migrar aunque había en casa un marido saludable y varios jóvenes en edad de intentar la travesía. Viudas o separadas La única viuda que emigró es Miriam Aguirre, quien partió como estrategia económica al perder a su marido y proveedor en 1996. Ella dejó a sus tres hijas en Milpillas con la familia de su esposo y desde entonces no ha vuelto. Se sabe que fueron sus parientes quienes la apoyaron para irse. La única migrante separada es Esther, ella se fue a Estados Unidos cuando tenía 51 años. Mucho tiempo después de haberse separado del padre de su hijo decidió buscar una nueva alternativa de vida en el país vecino. Cuando ella partió su hijo tenía 20 años, él se quedó estudiando en Acapulco. Ella emigró con ayuda de unos familiares de Chilpancingo. En la genealogía de El Capricho las mujeres revelan que los motivos para la migración son varios, el primero sigue siendo procurar la reunificación familiar, también hay varios casos de estrategias para solventar las necesidades económicas y, según ejemplifica el caso de la mujer divorciada, la migración puede ser la alternativa de continuar la vida en otro lugar. También es posible distinguir que las mujeres casadas utilizan con mayor frecuencia las redes masculinas, porque sus esposos les apoyan para buscar la reunificación, pero también hay casos de mujeres casadas que se van con sus propias redes y son ellas las que ayudan al esposo a emigrar, como Jannet.

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Jesús Alejandro Hernández Ramírez, “Entrevista con Aida Ventura”, Diario de campo de El Capricho, 12 de marzo de 2002. 17 Jesús Alejandro Hernández Ramírez, “Entrevista con Martina Aguirre”, Diario de campo de El Capricho, 19 de marzo de 2002. www.migracionydesarrollo.org 10

En el caso de las mujeres solteras lo más común es que migren porque sus padres se las llevan para unificar a la familia y una minoría se va por motivos personales con el apoyo de sus hermanos o hermanas. En cualquier caso, ya sean mujeres solteras o casadas, es muy poco probable que los recursos utilizados se extiendan más allá del núcleo doméstico. Esta característica de las redes limitadas al apoyo y solidaridad entre padres, hijos y hermanos, favorece la solidaridad entre mujeres y puede ser una de las causas por las cuales las mujeres de ésta localidad tienen una enérgica participación en la migración. En El Capricho, las mujeres han contribuido al fortalecimiento y ampliación de las redes de manera constante; quienes se han instalado en Estados Unidos invitan a otras y otros para que crucen la frontera. A veces sólo interceden para convencer a los hombres de proporcionar los recursos necesarios, pero no es raro que sean ellas mismas quienes satisfagan esos requerimientos incluso cuando sus parejas no están de acuerdo. Hay varios ejemplos, externos a la genealogía, de mujeres que participan en la consolidación de las redes migratorias, tal es el caso de la familia de Guadalupe Sotelo Barrios, quien cuenta que su hermana Mariana se fue a California hace 3 años, motivada por una amiga que poco tiempo atrás había cruzado la frontera. Un año después Mariana invitó a su hermano Israel y entre ambos convencieron a Cupertino, otro de sus hermanos. Otro ejemplo es el de la familia Barroso Peñalosa. Silveria tiene tres hijos que emigraron entre 1996 y 2002: Maribel fue la primera, ella vive en Carolina del Norte desde hace 6 años, cuando partió lo hizo por invitación de su prima Sira Barroso, quien tenía poco tiempo trabajando allá. Maribel invitó a sus hermanos Ignacio Peñalosa (en 1998) y Verónica. Ahora esta última ha ido dos veces a Estados Unidos, la primera vez fue en 1999 (allá conoció a su marido, ambos trabajaron 2 años allá y regresaron a Aguascalientes y a El Capricho para formalizar la boda) y la segunda en 2002. SAN LUIS CHALMA, TLAPANALÁ, PUEBLA18 Condiciones de la localidad La localidad de San Luis Chalma es vecina a la cabecera municipal de Tlapanalá, le llaman la Junta Auxiliar, lo único que divide a ambas poblaciones es un canal de agua. Según el INEGI hay 8 686 habitantes en el municipio de Tlapanalá y según los cálculos del presidente auxiliar de San Luis Chalma en la localidad habitan cerca de 100 familias que son 1 000 personas aproximadamente.19 La actividad económica principal de San Luis Chalma es la agricultura y, en menor medida, la construcción. En la localidad siembran principalmente ejote, sorgo, frijol, cebolla y maíz. Al igual que en otros lugares del país, los habitantes de San Luis Chalma se quejan constantemente de que las actividades agrícolas no son suficientes para garantizar el sustento familiar. Los habitantes suelen asegurar que el trabajo en el campo es muy pesado y mal remunerado; la gente invierte en el cultivo durante varios meses y nunca tienen la certeza de cuánto se obtendrá por la inversión, algunas veces el precio del mercado es tan bajo que los campesinos prefieren dejar que el producto de la siembra se pierda para no invertir más dinero en la cosecha y el transporte. Quienes se dedican a la construcción argumentan que tienen trabajo gracias a los parientes que viven en Estados Unidos y que envían remesas para construir sus casas en su pueblo de origen. En los años sesenta, antes de que comenzara el flujo migratorio en la localidad, no había casas de ladrillo en la comunidad y ahora las hay por doquier “el caserío de San Luis no es dinero de aquí, a los albañiles nos mantienen [los de] allá”. Las mujeres de Chalma también participan en las actividades agropecuarias, cuando los maridos están ausentes son ellas quienes se encargan de contratar a los peones que trabajan la tierra. Ade18

El análisis de la localidad se basa en el trabajo de campo de ANAYA, Juan Manuel (2002) (2003) y PAREDES, Paloma (2002) (2003). 19 Por el número de habitantes la localidad se clasifica como rural, pero esta categoría no toma en cuenta que es vecina de la cabecera municipal y tiene acceso a algunos servicios que los pueblos comúnmente no tienen, como educación y servicios municipales. Lo que San Luis Chalma tiene en común con las comunidades rurales es que no cuenta con servicio de agua corriente, ni drenaje; además la actividad económica principal es la agricultura. www.migracionydesarrollo.org 11

más es frecuente que las mujeres trabajen por temporadas en la pizca de cacahuate y almendra en la cabecera municipal. Las mujeres con más iniciativa venden algún producto en sus casas, como chicharrines, hielitos de sabores o golosinas; otras se dedican a la limpieza de casas y al lavado de ropa ajena. Aun cuando realizan trabajo remunerado ninguna mujer se escapa de la responsabilidad de las actividades domésticas y del cuidado de los pequeños. Hombres, mujeres y jóvenes coinciden en que el trabajo agrícola es agotador y la remuneración económica, insuficiente. Las condiciones laborales en la localidad provocan el deseo de salir a buscar otras alternativas mejor remuneradas; así, viajar a Estados Unidos se convierte en una opción tentadora. La enfermera de la localidad ilustra: “aquí sí hay trabajo; no le corren al campo, sino a la falta de dinero”20. En la actualidad la mayoría de los jóvenes de San Luis Chalma sueñan con emigrar a Estados Unidos, en principio por las pocas expectativas de desarrollo en la localidad y además porque irse al norte representa seguir el ejemplo de prosperidad de quienes encontraron trabajo y mejoraron sus condiciones de vida. Migración y redes migratorias Los habitantes de San Luis Chalma están habituados a la migración internacional, los pioneros en dejar la tierra para cruzar la frontera norte lo hicieron de 1960 a 1964 con el Programa Bracero, aunque fueron una minoría los hombres que participaron en este programa. La siguiente etapa de la migración internacional en la localidad ocurrió en términos de ilegalidad, cuando en 1973 un joven de Chalma, Felipe Díaz Vega, partió a Nueva York acompañado por otros cuatro muchachos de Tlapanalá. En la cabecera municipal ya había algunas historias exitosas de hombres emigrados y los habitantes de Chalma no tardaron en seguir el ejemplo. Felipe Díaz fue un eslabón importante para la conformación de la historia migratoria reciente en la localidad; él apoyó a su esposa e hijos e invitó a sus cuñados, hermanas, primos, etcétera, ellos a su vez llevaron a sus propias familias y conocidos. La red migratoria iniciada por Felipe Díaz no es la única que se ha construido en San Luis Chalma, varias historias se fueron erigiendo en torno a la esperanza de mejores oportunidades de vida que se vislumbraron al otro lado de la frontera norte. En la actualidad es constante el flujo de hombres y mujeres de Chalma que migran hacia Estados Unidos, hay varios ejemplos de personas que han conseguido regularizar sus documentos y ahora son ciudadanos norteamericanos que realizan viajes anuales a su pueblo en México; la ciudad más solicitada por los oriundos de Chalma es Nueva York, seguida de Houston. Aunque la migración internacional comenzó apenas hace 30 años, según la genealogía realizada, San Luis Chalma es ahora un pueblo con un evidente trayectoria en este ámbito que facilita que quienes tienen intenciones de partir lleven a cabo su propósito. Debido a la exitosa instalación de familiares y conocidos en el país vecino, la posibilidad de acceder a uno o varios apoyos se incrementa y aumentan también las probabilidades de que los interesados realicen de forma más organizada y menos riesgosa el proyecto de emigrar al país del norte. Aunque contar con redes firmes no es una garantía, porque los riesgos al cruzar la frontera de forma ilegal son prácticamente inevitables. Los datos de la genealogía21 muestran que la migración internacional tiene más adeptos que la regional. De los 277 miembros de la genealogía, sólo 11 tienen algún antecedente de migración regional y ésta ocurrió entre 1967 y 2000; en cambio 92 personas han ido a Estados Unidos al menos una vez, estos viajes han ocurrido entre 1960 y 2003. La red familiar se ha extendido internacionalmente, de tal forma que hay 31 niños pertenecientes a esta familia que nacieron en el país vecino, tres en Carolina, dos en Chicago, uno en Houston y 25 en Nueva York. La participación femenina en las redes migratorias En la genealogía de San Luis Chalma hay 92 personas que han emigrado a Estados Unidos, 32 por ciento son mujeres y 68 por ciento son hombres. De las 106 mujeres registradas en esta rama familiar, 20

Paloma Paredes Bañuelos “Entrevista con Yolanda Miranda” Diario de campo de San Luis Chalma, 13 de julio de 2002. 21 Juan Manuel Anaya y Paloma Paredes “Genealogía de San Luis Chalma” y “Sendas Familiares” documentos elaborados en el trabajo de campo en San Luis Chalma, julio de 2002 y marzo de 2003. www.migracionydesarrollo.org 12

29 han participado en la migración internacional y esto ha ocurrido entre los años de 1980 y 2002; 16 de ellas partieron siendo solteras y 13 casadas o en unión libre. Solteras Siete mujeres solteras dejaron su tierra debido a que sus padres las llevaron con el objetivo de reunificar a la familia. Varias emigraron con recursos de ambos padres, quienes tenían de uno a cuatro años laborando en el país vecino, sólo unas cuantas se fueron sólo con los fondos del padre de familia. En ninguno de los siete casos participaron las jóvenes en la elección de los medios para emigrar, sólo siguieron las instrucciones de sus padres. Un par de mujeres, Sara y Ada, también partieron con el objetivo de unificar la familia, pero en este caso se trata de la formación del nuevo hogar. Ambas emigraron para casarse o unirse libremente con su pareja, quien ya vivía allá. En los dos casos el hombre fue quien se hizo cargo de los contactos y costos del traslado y de la instalación en el nuevo lugar. Dos de las solteras que emigraron, Eloisa y Rosalba, fueron apoyadas por sus hermanos, pero el objetivo no era propiamente la reunificación familiar, aunque ambas llegaron a vivir a casa de sus familiares; los motivos en este caso responden tanto a expectativas individuales como a estrategias económicas del núcleo doméstico. En ambos casos los hermanos (hombres y mujeres) las apoyaron con el dinero del viaje, el hospedaje y la negociación con los padres para que las dejaran partir. Elvia y Ever, también solteras, partieron sin depender de sus padres o hermanos. Buscaron apoyo por su cuenta con conocidos o familiares, una de ellas lo encontró con sus tías y de la otra sólo sabemos que viajó con la intención de trabajar como niñera, porque una conocida le habló del empleo. Casadas o en unión libre De las mujeres casadas, o que viven en unión libre, cinco migraron con ayuda de su esposo, y además cuatro de ellas después regresaron al pueblo para llevarse a sus hijos a radicar en Estados Unidos. En estos casos las mujeres dependieron enteramente de la red masculina, tal como sucedió con Alicia, quien emigró un año después del arribo de su esposo Antonino a Nueva York, el hombre solventó los gastos y contactó al mismo coyote que lo había pasado a él por la frontera porque “había probado ser seguro”. Las parejas que regresaron por sus hijos lo hicieron de uno a tres años después de haber partido; en esta ocasión las mujeres contribuyeron con sus ahorros al viaje de los hijos y de esta forma unificaron la familia, como Adela, quien un año después de haberse ido volvió a México para recoger a los cuatro hijos que había dejado en Coatepec con sus padres. En la genealogía se encontraron dos mujeres casadas que se fueron a Estados Unidos a reunirse con su esposo, pero no utilizaron los recursos del marido ya emigrado. Salomé y Josafat gestionaron por su cuenta lo necesario para realizar el viaje, en ambos casos los hermanos las apoyaron con su viaje. En la familia de Josafat incluso hipotecaron la casa materna para procurar los recursos económicos. Además de pagar su deuda, las dos devolvieron el favor a sus familiares tiempo después, porque ambas invitaron a sus hermanas a emigrar con sus respectivos maridos: Salomé invitó seis años después a Josefina y a Juan, les brindó apoyo monetario y los recibió en su hogar. Por su parte Josafat animó 3 años después a su hermana Teresa y a su cuñado Blas, ella les prestó el dinero para realizar el viaje y los recibió un tiempo en su vivienda. Cinco mujeres emigraron al mismo tiempo que sus maridos, Teresa y Josefina lo hicieron apoyadas por sus hermanas, quienes ya estaban instaladas en Estados Unidos, en este caso la participación femenina fue esencial para que la migración fuera posible. En cambio, Carmen, Silvia y Guillermina se fueron después de contraer nupcias en Chalma; en estos tres casos el hombre fue quien se hizo cargo de los gastos y las mujeres se concretaron a seguir a su marido. De acuerdo con la genealogía, en San Luis Chalma el papel que tienen las mujeres en la estructura familiar es importante, más no definitivo, para la participación en las redes migratorias. La mayoría de las mujeres solteras emigran con el apoyo de sus padres, en busca de la reunificación familiar, pero también encontramos ejemplos de que ellas buscan apoyo en sus hermanos, hermanas o parientes menos cercanos, como las tías o primas. Por lo general estos casos se asocian con proyectos

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de migración que no tienen mucho que ver con la reunificación familiar, suelen responder a estrategias personales para apoyar la economía doméstica o proyectos individuales diversos. Las mujeres casadas se mueven más con los recursos sociales y económicos de sus esposos; aunque también hay casos de ayuda entre hermanos y hermanas, independientes de los recursos del marido. Aunque las casadas con frecuencia se van a unir a la familia, no es éste el único motivo, como ilustra el caso de Isabel Pérez Campos, quien fue a Estados Unidos tres veces, siempre con los gastos cubiertos por su marido, pero nunca con el propósito de buscar la reunificación familiar: la primera vez quería conocer; la segunda vez, que su esposo conociera a su hija, quien ya tenía cuatro años de edad, y el tercer viaje tuvo el propósito de cuidar a su marido en la convalecencia de una enfermedad. Asimismo, hay casos en que la migración comienza por un interés femenino. Varias mujeres querían irse por varios motivos personales y convencieron a su pareja para que las acompañara; estos casos estuvieron asociados a mujeres que tenían hermanas viviendo en el país vecino quienes proporcionaron apoyo económico y de instalación. En San Luis Chalma la ayuda entre hermanos y hermanas cumple un papel importante para el mantenimiento de las redes migratorias, principalmente las femeninas. Comentarios finales... ¿Cómo particiipan las mujeres en las redes migratorias de las localidades estudiadas? Al estudiar la participación femenina en las redes migratorias en tres localidades con contextos distintos salen a relucir algunas diferencias fundamentales. En Tepantla, Puebla, las mujeres participan de las redes migratorias de forma más apegada a los vínculos y contactos masculinos, esto se debe en parte a la cultura indígena de la localidad. Aquí las mujeres no son activas partícipes de la toma de decisiones sobre sí mismas y aún menos sobre el destino de sus familias; aunque no son todos los casos, la mayoría de las mujeres que emigraron lo hicieron en el contexto familiar, utilizando las redes masculinas. Por el contrario, en El Capricho, Guerrero, la participación femenina va mucho más allá de los designios del varón; al igual que en otras localidades el viaje tiene como principal objetivo conservar la unidad familiar, pero la diferencia es que en esta localidad las mujeres hacen valer su voz y parten junto con el marido para no arriesgarse al abandono, incluso hay casos en los que la mujer es quien decide emigrar y convence al marido para que la siga, o lo hacen sin su consentimiento, procurándose sus propios medios. Una característica distintiva en el Capricho y en San Luis Chalma es la constante participación de los lazos de hermandad en la conformación de las redes sociales, esta característica favorece notablemente la migración femenina y permite que las mujeres, al apoyarse entre sí, confeccionen lazos y redes que facilitan la toma de decisiones y el proceso migratorio sin depender de los vínculos masculinos. Esta solidaridad entre hermanos y hermanas se ha visto reflejada en un aumento en la migración femenina en las dos localidades mencionadas, no así en Tepantla, donde la red migratoria aún tiene un tronco claramente masculino, aunque comienza a tener los tintes femeninos que con el paso del tiempo pueden reafirmarse y perfilar un camino distinto. Sobre los fines de la migración hemos encontrado que las mujeres de las tres comunidades procuran la unidad familiar antes que los objetivos personales. La mayoría de las mujeres que emigran lo hacen para reunirse con sus padres, hermanos o esposos y la minoría lo hace por motivos personales que algunas veces tienen relación con las estrategias económicas del hogar, pero hay múltiples razones más involucradas en la decisión de partir cuando no se tiene como objetivo prioritario la unificación. Se ha comprobado en un gran número de casos que la migración de las mujeres se apega principalmente a un proyecto familiar (“Family Stage migration”) en el cual el hombre inicia el proceso migratorio y tiempo después continúa la mujer, algunas veces también con los hijos. El siguiente caso más común es cuando la familia emigra al mismo tiempo (“Unit migration”), lo que implica mayores niveles de organización, más recursos económicos y una visión más informada del lugar de destino. Por último la “autonomous migration” es más recurrida mientras más grande sea la red y existan mayores oportunidades para las mujeres que desean irse por razones distintas a un proyecto de unificación. www.migracionydesarrollo.org 14

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No obstante las categorías explican en buena medida la mayoría de los casos de migración femenina, las excepciones y minorías son dignas de puntualizarse; en cada una de las comunidades estudiadas existen matices en los motivos y razones para emigrar, que no encuentran cabida en las categorizaciones, casos donde la migración obedece a una decisión desesperada de una madre de familia, como el de Martina en El Capricho, quien busca por sus propios medios los recursos necesarios para emigrar, aun a costa de la reticencia de su esposo e hijos. Isabel, de San Luis Chalma, se fue a Estados Unidos tres veces, siempre con los gastos cubiertos por su marido, pero ni una vez con el propósito de reunificar la familia. Laura, en Tepantla, hizo el viaje para conocer y experimentar el mito de que en Estados Unidos se vive mejor, aunque eso implicara unirse en matrimonio con un hombre al que había visto un par de veces en su vida. Estas historias cuestionan esquemas ¿qué cosas son capaces de hacer las mujeres para emigrar y conseguir sus metas? El objetivo central de ésta ponencia era indagar en la participación de la mujer en las redes migratorias, para lo cual se clasificaron los casos de acuerdo con el papel de la mujer dentro de la estructura familiar. Este análisis permitió demostrar que el papel que tiene la mujer como esposa o hija es fundamental para su participación en las redes sociales y en particular en las redes migratorias. Las hijas se van utilizando la red que sus padres disponen y las esposas lo hacen siguiendo las instrucciones del marido. En efecto, las mujeres tienen la posibilidad de elegir; sin embargo, el papel de la mujer dentro de la estructura familiar es importante, si no determinante, en la elección de una red en detrimento de otra. Un hallazgo interesante es que mientras menos determinante es el papel de la mujer en el núcleo doméstico, más autonomía tiene en la decisión de emigrar y es más libre y variada la elección de la red migratoria que utilizará. La influencia de las mujeres en la formación de redes sociales migratorias está íntimamente ligada a su participación en la estructura social, mientras mayor sea ésta, mayores posibilidades hay de que influyan en los intercambios de información y transacciones económicas; y, en caso contrario, mientras menos participación social tengan estarán más limitadas a las esferas del trabajo doméstico. Asimismo, la posibilidad de que las mujeres aporten al fortalecimiento de lazos y ampliación de las redes está en función de la posibilidad que tienen de influir en la toma de decisiones al interior del hogar. En las localidades de El Capricho y San Luis Chalma, donde las mujeres tienen más injerencia en la toma de decisiones, los lazos sociales se han fortalecido en numerosas ocasiones debido a la participación de ellas; en cambio, en Tepantla la mayoría tienen poca influencia en las decisiones al interior del hogar y aún son pocas las que han participado en la migración internacional; sin embargo, con las pioneras migrantes ya comienza la presencia femenina a influir en la consolidación de las redes.

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