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LECTIO DIVINA SEGUNDO DOMINGO - PASCUA El don de la fe, la fraternidad y la paz
Domingo de la Divina Misericordia AMBIENTACION El tiempo pascual es un tiempo para profundizar, durante varios domingos, en los dones que Dios nos concede a través de la resurrección de Jesús. En este domingo la Iglesia nos hace reflexionar sobre los dones de la caridad fraterna, la fe y la paz. El domingo pasado celebrábamos la resurrección del Señor. Es el día de Pascua por excelencia. Pero el «tiempo de Pascua» no se acaba en el domingo pasado. Hoy, y los restantes domingos del año, son el día del Señor. El día en que su resurrección nos reúne para celebrar ese gran acontecimiento y para compartir el gozo de nuestra fe. Es, también, el día de la acción de gracias a Dios por habernos favorecido de esta manera. Por la muerte y resurrección del Señor hemos sido perdonados. Una vez más renovamos nuestro arrepentimiento y el ruego de perdón para nuestras debilidades y pecados. Dentro de la Cincuentena Pascual, tiene personalidad propia esta primera semana que hoy acaba, la «octava de Pascua», que se celebra como un único día. Hoy, en el prefacio, todavía decimos: «en este día en que Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado». La tercera edición oficial del Misal Romano (año 2002) le da a este domingo el nombre de «Domingo 2° de Pascua o de la Divina Misericordia». Lo cual no significa ninguna fiesta nueva, ni ningún cambio en los textos del domingo. Por influencia de una santa polaca, Faustina Kowalska, se ha generalizado en Polonia, y después en otras partes, esta «devoción a la Divina Misericordia». Pero el decreto con que se estableció el nuevo nombre de este domingo, el año 2000, indica claramente que seguimos celebrando la Pascua del Señor, precisamente en su día octavo, y que no cambian los textos ni bíblicos ni de oración de este domingo. Hoy es un buen día para dirigir la atención de la comunidad hacia la realidad del domingo, como día en el que de modo privilegiado «se aparece» el Señor Resucitado a los suyos: el «primer día» de la semana, y luego «a los ocho días», o sea, de nuevo el primer día, pero de la semana siguiente.
1. PREPARACIÓN: Invocación al Espíritu Santo Espíritu Santo, Tú que eres el don perfecto de la Pascua, ven a asistirnos para la escucha de la Palabra. Queremos entrar en el misterio pascual del Señor Jesús acogiendo la Palabra que nos congrega para la celebración cristiana del Domingo. Ven con tus dones a acompañar nuestro peregrinar y estimula nuestro celo a trabajar por el Reino de Dios. Amén.
2. LECTURA: ¿QUÉ DICE el texto? Hch. 2, 42-47: «Los creyentes vivían todos unidos…» El libro de los Hechos presenta un resumen de la actividad que desarrollaba la comunidad de Jerusalén. Sin duda que el marco está idealizado, pero refleja una realidad y el anhelo de la comunidad para llegar a ser lo más perfecta posible. La resurrección del Señor impulsaba a las Comunidades Cristianas primitivas a reunirse para vivir en comunidad su fe (y no para cumplir un precepto). Les hacía cambiar su forma de vida y la alegría que llevaban dentro de ellas por la fe en la Resurrección de Jesús, las impulsaba a dar testimonio claro de ella; de tal modo que la gente queda admirada y sorprendida del modo de proceder de los cristianos. Se reunían para compartir y vivir su fe en Comunidad; para escuchar la Palabra de Dios y ajustar a ella su vida; para hacer una oración de acción de gracias al Señor por la fe que les ha ofrecido y por saberse perdonados y redimidos.
Sal. 118(117): «Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia» El salmo responsorial, más que comentar la lectura 1a, sintoniza con la Pascua que estamos celebrando: «hay cantos de victoria en las tiendas de los justos ». Nos invita a alabar a Dios: «den
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia». En ningún tiempo como en el de Pascua tenemos motivos para expresar esta alegría agradecida, porque sigue siendo «el día en que actuó el Señor, y tiene que ser nuestra alegría y nuestro gozo».
1Pe. 1,3-9: «Hemos nacido de nuevo para una esperanza viva » La 2a lectura está tomada de una carta de las llamadas «católicas», porque no va dirigida a una comunidad determinada, sino a varias o en general, a todas las comunidades cristianas, compuestas en su mayor parte por conversos del paganismo. Se trata de un himno de alabanza a Dios por la transformación obrada en nosotros. Con la resurrección de Cristo se nos concede una vida nueva a todos los que le aceptan por la fe en su palabra. Se la considera como un discurso bautismal sintetizado: por la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Dios nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible.
Jn. 20, 19-31: «A los ochos días, se les apareció Jesús» PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIOO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: -La paz esté con ustedes. Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. Jesús repitió: -La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: -Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedarán retenidos. Tomás, llamado Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: -Hemos visto al Señor. Él replicó: -Si no veo en sus manos la marca de los clavos, si no meto el dedo en el lugar de los clavos, y la mano por su costado, no creeré.
A los ocho días estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa y Tomás con ellos. Se presentó Jesús a pesar de estar las puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo: -La paz esté con ustedes. Después dice a Tomás: -Mira mis manos y toca mis heridas; extiende tu mano y palpa mi costado, en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. Le contestó Tomás: -Señor mío y Dios mío. Le dice Jesús: -Porque me has visto, has creído; felices los que crean sin haber visto. Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están relatadas en este libro. Éstas quedan escritas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él. Palabra del Señor R/. Gloria a tï, Señor Jesús.
RE-LEAMOS EL TEXTO PARA INTERIORIZARLO Por una venerable tradición, se lee cada año en este domingo el evangelio en el que Juan nos cuenta las dos apariciones del Resucitado a los apóstoles: el «primer día de la semana», en ausencia de Tomás, y «a los ocho días», ahora con la presencia del incrédulo, que tiene la ocasión de expresar su fe con una confesión muy afortunada: «Señor mío y Dios mío». En ambas ocasiones el saludo de Jesús es un saludo de alegría: «¡shalom!». Pero el encuentro es también de yo», y de donación
paz
que les llena de
misión, «así también los envío
del Espíritu, «reciban el Espíritu Santo».
Para Juan la infusión del Espíritu sucede en el día mismo de Pascua, y no a los cincuenta días, como en el relato de Lucas. Esta infusión del Espíritu y esta misión tienen un contenido muy importante: «a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados» (éste es el motivo por el que desde la Iglesia de Polonia se ha pedido que este domingo se llame también «de la misericordia divina»).
La finalidad del evangelio de Juan queda expresada en sus dos últimos versos: despertar la fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios y así alcanzar vida en su nombre. En este marco queda encuadrada la duda de Tomás ante la aparición de Jesús y la nueva aparición a los ocho días.
3. MEDITACION: ¿QUÉ NOS DICE el texto? La lectura del libro de los Hechos es sobre la caridad y fraternidad entre los discípulos y creyentes en la resurrección. Debería ser un ejemplo para nuestras comunidades cristianas: «Se entregaban a la enseñanza de tos Apóstoles y a la vida común, a la participación del Pan y a la oración». Y nos informa de que las cuatro dimensiones básicas de la vida de aquella comunidad eran la doctrina apostólica, la comunión de bienes, la celebración de la eucaristía y la plegaria común. Llama la atención la vitalidad que tiene la Primitiva Comunidad Cristiana. Todo es acción: la reunión gozosa, la celebración, el poder de los apóstoles, la puesta en común de los bienes, la bondad irradiada en medio de los fieles y la acción desplegada para agregar nuevos miembros a la comunidad. Nosotros también nos reunimos aquí para: * celebrar la Eucaristía; * escuchar la Palabra de Dios (enseñanza de los Apóstoles); * hacer oración juntos; * manifestar públicamente nuestra fe cristiana. También lo hacían los primeros cristianos cuando vivían la noticia reciente de la Resurrección del Señor de un modo muy cercano. Sin embargo no sé si nuestra actitud, nuestro espíritu cristiano y nuestro compromiso de fe coincide con el de aquellas comunidades cristianas de las que nos habla la primera lectura de hoy. Al escuchar esta lectura, que sepamos acoger lo que nos dice y contrastarla con nuestra fidelidad, personal y comunitaria, a la fe en Cristo Resucitado. En la segunda lectura, San Pedro escribe sobre el don de una fe esperanzada. Hemos renacido a un nuevo estilo de vida por la resurrección de Jesús, un estilo de vida guiado por la fe. La fe cambia el sentido de nuestra vida, de nuestra muerte, de nuestra ética, de nuestros valores y anhelos. Esta fe es don de Dios; fue adquirida para nosotros por la resurrección de Jesús. Como dice el Apóstol Pedro, nosotros no hemos visto a Cristo como él lo vio, pero creemos en él y por eso gozamos la alegría de nuestra salvación. Cristo-Jesús, por su muerte y resurrección alcanzó y mereció el perdón y la salvación para todos nosotros. Nuestra fe en Cristo y en su resurrección nos hace "vencer al mundo".
La aparición de Jesús a los suyos el primer día, y luego el día octavo, los llena con razón de alegría. Esa misma resurrección y presencia es la razón de ser de la alegría y la confianza que rezuma la carta de Pedro: «no han visto a Jesucristo, y lo aman; no lo ven, y creen en él, y se alegran con un gozo inefable y transfigurado» El Evangelio de hoy tiene muchos sentidos y enseñanzas. Uno de ellos es Cristo resucitado entregando a sus discípulos el don de la paz y de una fe renovada «La paz sea con ustedes» es el saludo usual de Jesús resucitado. En los labios del Hijo de Dios esta paz no es sólo un deseo, sino un don. Las palabras de Jesús realizan lo que significan. Creer en Jesús y seguirlo en la Iglesia produce paz. La verdadera paz es algo que para mucha gente es aún más importante que el amor. Paz con nosotros mismos, aceptándonos como somos, tratando al mismo tiempo de ser fieles a nuestra conciencia cristiana. Paz con los demás, por la práctica de la justicia y del respeto mutuo, y aprendiendo a perdonar unos a otros. Paz con Dios, fuente y sentido último de toda búsqueda de paz. Jesús también concede el don de una fe renovada. Esto acontece en su diálogo con Tomás, cuya fe no había experimentado todavía la renovación de la resurrección. La manifestación a sus discípulos, tal como la recordamos en el evangelio de hoy, es una de las que «"nos va mejor»... porque se nos ofrece la figura del Apóstol Tomás, a quien no le cabe en la cabeza lo que le cuentan sus compañeros. Tomás quiere ver con sus ojos y tocar con sus manos a Jesús. No se fía del testimonio, desconcertante, que le dan sus compañeros, los Apóstoles. Nosotros vivimos en un mundo en el que todo se mide, todo se pesa, todo se palpa y todo se demuestra... ¡o se exige que se demuestre! Por eso queda tan poco espacio para la fe en aquello que supera toda medida, todo peso y toda demostración experimental. No hay mucho lugar al testimonio de la Palabra de Dios. ¡Como le sucedía a Tomás! Sin embargo, hoy al igual que ayer, Jesús resucitado sigue ofreciendo sus dones más esperados y más necesitados: * la paz (que es su habitual saludo en sus manifestaciones después de la resurrección), * la fe para quienes admiten el testimonio de los que le vieron resucitado, * y el gozo de saber y experimentar que Jesús vive en nosotros. LA FE REMITE CONSTANTEMENTE AL GRUPO, A LA IGLESIA
- Lo que creemos no lo hemos inventado, sino que lo hemos recibido en cadena. El primer eslabón de esa cadena es siempre la fe de los apóstoles. - La fe que recibimos en el bautismo es una fe respaldada por la comunidad: la fe de la Iglesia, que sale garante del desarrollo de nuestra fe. - La fe, como la vida o la enseñanza, no es algo que se recibe de una vez por todas, sino que es susceptible de progreso. Nuestra adscripción al grupo de creyentes, al pueblo de Dios, es garantía de fe, indispensable en el niño tanto como en el adulto. - La comunidad, la Iglesia, educa, es decir, hace posible el desarrollo de la fe, y al mismo tiempo la Iglesia se va edificando y construyendo desde la fe del pueblo de Dios. - Tomás tiene la pretensión de no aceptar el testimonio del grupo por poner más de relieve el carácter personal de la fe; no creemos porque nos lo dicen, pero no podemos creer si no nos lo dicen: San pablo dice que «La fe viene por el oído», por la comunicación, por la Tradición, por la Iglesia.
LA VIDA PERSONAL, TESTIMONIO DE FE EN EL RESUCITADO - «Si los cristianos vivieran como redimidos sería más fácil creer en el Redentor». (Nietzche). Vivir como resucitados: la vida nueva en Jesús; la alegría y el optimismo (2da. lectura), la caridad y fraternidad (1ra.lectura); construyendo un mundo nuevo. - Para los que buscan en medio de dudas; el reto es superar el plano de lo sensible y experimentaba; apertura a dimensiones profundas y esenciales; aceptar un «Cristo encarnado» no siempre suficientemente manifestado y revelado.
Una comunidad «pascual»: un reto para nosotros El primer fruto de la Pascua de Cristo y de su envío del Espíritu fue su comunidad, transformada por el gran acontecimiento: «¡hemos visto al Señor!». Es una comunidad que, según Lucas, permanece fiel a cuatro aspectos de su vida: la doctrina de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración. Podríamos decir que estos cuatro pilares de la comunidad son la evangelización, la oración, la Eucaristía y la comunión
fraterna.
- Es una comunidad de creyentes. Los que forman esa comunidad son los que han sido agraciados con el don de la fe, los que han creído «que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios» y que en su nombre se nos da la vida, los que han creído a pesar de no haberle visto. Además, «perseveran en la enseñanza de los apóstoles».
- Es una comunidad sacramental. Los que creen y reciben el Bautismo «nacen de nuevo», se agregan a la comunidad y se reúnen cada Domingo para celebrar la Eucaristía. También es una comunidad depositaria de otro signo sacramental, el de la Reconciliación: «a quienes les perdonéis los pecados, les quedarán
perdonados». - Es una comunidad fraterna y solidaria. Atestigua el libro de los Hechos que «Lo tenían todo en común: vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos». Los creyentes no comparten sólo su fe, sino también se muestran solidarios y van trabajando para que crezca la fraternidad entre ellos. Es una comunidad unida hacia dentro. - Es una comunidad misionera que crece. «Yo los envío», dice Jesús a sus apóstoles, y en los Hechos nos enteramos de que la gente sabía apreciar el testimonio que daba aquel grupo de cristianos: "eran bien vistos por todo el pueblo", y por eso «día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban
salvando». No es una comunidad cerrada, sino abierta y enviada a
una misión. Están
en el mundo, aunque son distintos y dan testimonio de valores nuevos.
experta en dolor. Ahora ya está formada por personas que «no han visto a Jesús» y que por eso a veces tienen la tentación de la duda. - Es una comunidad
Una comunidad que ya desde el primer siglo es perseguida por un mundo hostil o indiferente. El libro de los Hechos nos contará muchos de estos momentos difíciles, y la carta de Pedro habla ya desde el inicio de que los que creen en Jesús tendrán que sufrir un poco, en pruebas diversas. Pero también dice que lo podrán superar todo movidos por la fe y la esperanza en Cristo Jesús. - Es una comunidad alegre y esperanzada. La página de Pedro está llena de optimismo: resurrección, nacimiento nuevo, esperanza, alegría, fuerza, marcha dinámica hacia la salvación final. Que en medio haya momentos de prueba es menos importante, porque con la fuerza de Dios lo superan todo.
4. ORACION: ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS? Padre misericordioso, por la Pascua de tu Hijo, concede a tu iglesia que sea ante todos los hombres un testimonio de viviente fe y amor cristiano, como lo fueron las primeras comunidades cristianas. Que todos nosotros, renovados por la Pascua,, sepamos convivir en paz y armonía compartiendo nuestra fe con todos y dando testimonio de nuestra esperanza cristiana.
Que no seamos como Tomás, sino que demos acogida a la Resurrección de Jesús y gocemos del don de la paz que él concede a todos. Amén.
5. CONTEMPLACIÓN y ACCIÓN: ¿QUÉ NOS PIDE HACER la PALABRA? Veamos si nuestra postura personal es semejante a la de Tomás o a la de los otros Apóstoles. De todos modos no olvidemos lo que dice Jesús, el Señor: «dichosos los que crean sin haber visto porque tendrán vida en mi nombre». Y es que para confirmar la fe, como dice un comentarista, no es preciso tocar físicamente a Jesús. El ha dejado a nuestro alcance la «experiencia pascual» por la que pasaron también sus discípulos. Los Apóstoles habían vivido una fantástica etapa de su vida al encontrarse con Jesús, gran Maestro y Profeta. Pero todo hubiera resultado efímero y pasajero de no haber pasado por la «experiencia pascual de fe», de sentirse resucitados en la misma resurrección de Jesús. La noticia pascual por excelencia -que Cristo vive y nos está presente-, sigue resonando hoy con fuerza para todas las comunidades cristianas del mundo. El Resucitado es el mismo que el Crucificado, y por eso enseña las llagas de sus manos y de su costado. Pero también el Crucificado es ahora el Resucitado, que vive para siempre. La Comunidad Cristiana Primitiva es un nosotros hoy: nuestras comunidades
buen espejo
para que nos examinemos
cristianas, parroquiales o religiosas,
¿tienen
estas cualidades que admiramos en la primera? Puede parecemos un poco utópico el cuadro «pascual» que nos presenta Lucas (seguramente está idealizado: basta seguir leyendo en los capítulos siguientes). Pero es el programa de vida nueva al que Dios nos invita al unirnos al Resucitado y dejarnos guiar por su Espíritu. Es un reto para toda comunidad cristiana de hoy.
Relación con la Eucaristía. Cada Eucaristía nos une en la fe al Cristo Resucitado para testificarlo en la vida. Algunas preguntas para pensar durante la semana 1. ¿Me falta paz en algunos aspectos de mi vida? ¿Por qué? 2. ¿Identifico mi fe con la de Tomás, o con las palabras del Señor? 3. Tensiones que se presentan entre la fe personal y la comunitaria. 4. Cómo vivir superando esas tensiones. P.Carlos Pabón Cárdenas, eudista