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EL LIBERALISMO DURANTE EL REINADO DE ISABEL II La situación de la época es una división de opiniones e ideales. Por una parte, unos partidarios de don Carlos, hermano de Fernando VII que defendía el antiliberalismo, la defensa de los valores tradicionales, la desigualdad social, etc. Éstos iniciarán la 1º guerra carlista (1833−1839) con una sublevación absolutista contra Mª Cristina y proclamando a don Carlos como rey. En la guerra distinguimos dos períodos: • La 1º fase (1833− 1836) con el levantamiento de partidas en el País Vasco, Cataluña, Aragón, ValenciaLos carlistas, con el apoyo popular del norte del país organizarán las guerras con el método de las guerrillas (atacar al enemigo de forma inesperada, no planificada). Las vacilaciones del gobierno permitieron al gran dirigente carlista, el general Zumalacárregui , organizar un ejército de cerca de 25.000 hombres, mientras el general Cabrera unificaba las partidas aragonesas y catalanas, con los que don Carlos entró en España y se puso al frente del ejército, avanzando hacia Madrid, pero la toma de Madrid fracasó. Los carlistas recibieron el apoyo de la Santa Alianza. Tras la muerte del general Zumalacárregui, el general liberal Espartero venció a las tropas carlistas en Luchana, tras algunos éxitos de aquellos. • La 2º fase (1836−1839) estuvo marcada por la división ideológica del carlismo, incapaz ya de conseguir por las armas el trono para don Carlos. Por un lado encontramos a los llamados transaccionistas, que se mostraban partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales, mientras que los intransigentes, más cercanos a don Carlos y apoyados por una radicalizada base campesina, eran partidarios de continuar con la guerra. El jefe de los transaccionistas, el general Maroto, acordó en nombre de parte del ejército carlista la firma del Convenio de Vergara (1839) con el general liberal Espartero. La negociación consistió en mantener los fueron de las provincias vascas y Navarra e integrar al ejército carlista en las tropas reales. Los seguidores de Isabel II eran los absolutistas de las clases urbanas, fieles a Fernando VII, los liberales moderados y las capas populares u grupos ilustrados mas progresistas Durante la regencia de Mª Cristina de Borbón (1833−1841) se inició el proceso de implantación del liberalismo en primer lugar con el gobierno de Cea Bermúdez. En segundo lugar, Martínez de la Rosa , que al frente del gobierno promulgó un Estatuto Real en 1834, que pretendía reconocer algunos derechos y libertades políticas, pero sin aceptar todavía el principio de soberanía nacional ni la separación de poderes. El régimen del Estatuto ejemplificaba un tipo de liberalismo censitario, partidario de limitar el poder absoluto pero sólo por parte de un parlamento representativo de los sectores privilegiados, marginando a la inmensa mayoría de la población. SE hizo evidente que las reformas del Estatuto eran absolutamente insuficientes para que una parte de la población apoyaran a Isabel II con la esperanza de que el trono aceptase la implantación del liberalismo en España. Todo esto dio lugar a dos grandes tendencias: los moderados y progresistas. (Moderado = La Corona y los antiguos privilegiados; pero en ocasiones por necesidad la Corona se vio obligada a aceptar gobernar con el sector progresista) Los moderados estaban formados por terratenientes, intelectuales, comerciantes, mandos militares, alto clero y los nobles que defienden la propiedad, el sufragio censitario y el clericalismo y quedan definidos en la Constitución del 45. Los progresistas estaban formados por la media y pequeña burguesía, la burguesía industrial y financiera y las profesiones liberales que defienden las reformas, la importancia de los poderes locales, los derechos individuales y colectivos, amplio cuerpo electoral y quedan definidos por la Constitución del 12 y del 37.
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Los progresistas tenían fuerza en el dominio popular y en su fuerte influencia en la Milicia Nacional (Fuerza nacional, alternativa al ejército regular, una implicación de los sectores liberales y ciudadanos en su lucha por la implantación del liberalismo) y en las Juntas revolucionaria. En el verano de 1835 los progresistas protagonizaron, a través de las Juntas y las Milicias numerosas revueltas urbanas en Andalucía, Barcelona, Madrid Ante la situación Mª Cristina llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, que rápidamente inició un programa de reformas, aunque bajo los límites que le imponía el régimen del Estatuto Real. Por este motivo la nobleza y el clero presionaron a Mª Cristina para que se deshiciera de él. Tras su destitución, los progresistas demandaron la necesidad de un régimen constitucional y el establecimiento de un modelo social y económico liberal. Por fin, tras el levantamiento progresista de la guarnición de La Granja, residencia real de verano donde se encontraba la Regente, ésta decidió volver a llamar a los progresistas al poder y restablecer la Constitución de Cádiz Los progresistas con Mendizábal a la cabeza, primero como jefe de Gobierno y luego como Ministro de Hacienda, asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un nuevo régimen liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. La acción del progresismo fue esencial en la concepción jurídica de los derechos de propiedad. Abordaron una reforma agraria con la disolución del régimen señorial, según el cual los señores perdían sus atribuciones jurisdiccionales pero conservaban la propiedad de las tierras que los campesinos no pudieran acreditar documentalmente como propias. El antigua señor se convirtió en el nuevo propietario agrario y los campesinos pasaban a ser simples arrendatarios o jornaleros. La desvinculación de las tierras con la supresión de los mayorazgos, patronatos fideicomisos y sus propietarios pueden venderlas sin trabas. La desamortización civil y eclesiástica con los que pretendía conseguir los recursos necesarios para luchar contra el carlismo, recuperar vales de la Deuda y crear una base social de compradores que se implicaría en el triunfo del liberalismo con la disolución de las órdenes religiosas, excepto, las hospitalarias y las docentes, paso de las tierras a manos del Estado y que son reprivatizados y subastados. El libre funcionamiento del mercado con una serie de medidas legislativas con la liberación completa de la economía. Medidas sobre la libertad de explotación de la propiedad agraria, de comercio o sobre la actividad industrial como eliminación de las aduanas interiores, libertad de precios y de almacenamiento, la implantación de la libertad de industria y comercio etc. Para completar el liberalismo económico. El gobierno progresista convocó cortes extraordinarias que aprobaron la nueva constitución, el 8 de junio de 1837 de características liberales moderadas con principios como el régimen liberal, soberanía nacional, separación de poderes, Estado laico, igualdad jurídica y fiscal en el que el rey convoca y disuelve las cortes, con derecho de veto, elige al Senado, el poder ejecutivo reside en el rey, los ministros pueden ser diputados, el poder legislativo está caracterizado por el bicameralismo( Congreso elegidos por sufragio censitario y restringido, y el Senado elegidos por designación real) el poder judicial con juicios por jurados con funciones similares a las de 1812, diputados y ayuntamientos elegidos por sufragio censitario restringidos y los derechos similares a los de 1812. Durante la Regencia de Espartero (1841−1843) En las elecciones de 1837 los moderados obtuvieron la mayoría y pasaron a ocupar el gobierno. Los moderados intentaron desvirtuar los elementos más progresistas y democráticos de la legislación de 1837 y prepararon una ley electoral mas restringida, limitación de la libertad de imprenta, se le dio a la corona la facultad de nombrar a los alcaldes y le devolvió sus bienes al clero. Mª Cristina apoyó al sector moderado y provocó el enfrentamiento directo con los progresistas con la Corona, y la regente antes de dar su apoyo a los progresistas dimitió. Los sectores afines al progresismo apoyaron al general Espartero, vencedor de la guerra carlista, asumió el poder y se convirtió en regente. 2
Espartero aprobó un arancel que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses. La medida provocó en Barcelona un levantamiento en el que estuvo involucrada la burguesía, pero también las clases populares, que veían peligrar sus puestos de trabajo. Espartero mandó bombardear la ciudad hasta conseguir su sumisión. Los moderados aprovecharon para protagonizar una serie de conspiraciones encabezadas por los generales Narváez, O´Donnell, Prim y Serrano. En 1843 Espartero abandonó la regencia y se exilió a Inglaterra para no nombrar a un tercer regente así que las cortes decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel II y la proclamaron reina a los 13 años. En su reinado distinguimos dos fases: • El régimen moderado ( 1843− 1854) Las elecciones de 1844, realizadas por distritos uninominales de pequeña dimensión, que favorecía el control por los caciques y el gobierno. Así las nuevas Cortes tenían una mayoría abrumadora de moderados. Al frente se situó como jefe de Gobierno el general Narváez quién sentó las bases del nuevo Estado moderado. Se asentó sobre el predominio social, económico y político de la burguesía terrateniente. Para estos grupos era necesario consolidar un nuevo orden social, que protegiese de las conquistas de la revolución. Liberal contra la reacción del carlismo. Debe de asentar un liberalismo conservador. Para gobernar de acuerdo con estos principios los moderados y la Corona se prestaron a elaborar una nueva constitución. La constitución de 1845( muy conservadora) rechaza la soberanía nacional, la soberanía le correspondería al rey y a las cortes, recorte del poder legislativo y ampliación del ejecutivo, afianzamiento de la religión católica y la Iglesia con el que se firmó en 1851 el Concordato de la Santa Sede en el que se establecía la devolución de los bienes desamortizados, la centralización de la administración local, sufragio mas restringido y manipulación electoral, remisión de leyes, la Corona nombra al Senado, el poder judicial se limita a la autonomía de los jueces, los alcaldes son elegidos por el gobierno El liberalismo moderado emprendió la tarea de construir una estructura de Estado liberal en España con los principios de centralismo y uniformización, una reforma fiscal con impuestos estatales y contribución directa, reorganización de la administración reforzándose una estructura centralista con el fortalecimiento de los Gobiernos Civiles y Militares en cada provincia, aprobación del Código Penal de 1851, control gubernamental de los ayuntamientos (Ley de Administración Local de 1845 en el que los alcaldes son elegidos por el rey o gobernador civil), Centralización de la educación en Madrid dirigido por la Iglesia, la imposición del sistema métrico decimal, la disolución de la Milicia Nacional la creación de la Guardia civil ( Cuerpo armado con finalidades civiles pero con estructura militar, que se encargaría de mantener el orden público y la vigilancia de la propiedad privada, sobre todo en el medio rural) La vida política no se desarrollaba en las cortes sino alrededor de la corte, con la organización de numerosos grupos de presión o camarillas que buscaban el favor real o gubernamental, al margen de la vida parlamentaria Fuera del sistema liberal, el carlismo continuó siendo la fuerza de mayor oposición. Los levantamientos carlistas se revitalizaron siendo el mas importante de ellos la llamada guerra dels matiners o 2º guerra carlista como consecuencia de según ellos la suave constitución. Surgieron otros partidos como la Unión liberal en 1845 y el Partido Demócrata en 1849 (partido dividido de los progresistas que llevaron a cabo también el derrocamiento de Isabel II) El Partido Demócrata se convirtió es una fuerza de oposición a la política moderada y evolucionando hacia posiciones cada vez mas críticas contra la monarquía liberal de Isabel II. • El bienio progresista (1854−1856) En el año 1854, la actitud del gobierno, partidario de reformar la Constitución para fortalecer más los poderes del ejecutivo en detrimento del Parlamento, provocó una levantamiento de los progresistas y de parte de los 3
propios moderados que desembocó en el pronunciamiento de Vicálvaro a cuyo frente se colocó el general O'Donnell. De igual modo, sectores moderados y progresistas contrarios al gobierno elaboraron el llamado Manifiesto de Manzanares en demanda del cumplimiento de la Constitución. La reforma de la Ley electoral, de la reducción de los impuestos y de la restauración de la Milicia, elaboración de una nueva constitución, la del 1856 que no fue promulgada. La reina Isabel II nombró presidente de gobierno a Espartero y a O´Donnell ministro de guerra. El gobierno estaba vinculado a la Unión Liberal (coalición moderado−progresista) Plan de reformas económicas para los intereses burgueses con reanudación de la obra desamortizadora y la ley de ferrocarriles. La nueva ley desamortizadora a cargo del ministro Madoz, afectó a los bienes del Estado, de la Iglesia, de órdenes militares, de cofradías, de las instituciones benéficas y sobre todo de los ayuntamientos. Con ello se pretendía conseguir recursos para Hacienda y las inversiones públicas La construcción del ferrocarril fue otro gran proyecto económico del gobierno del Bienio, que elaboró en 1855 la Ley General de Ferrocarriles, que regulaba la construcción y ofrecía incentivos a las empresas que intervinieran en ella. Las reformas del Bienio no mejoraron las condiciones de vida de las clases populares ni tuvieron en cuenta sus demandas, lo que generó un grave conflicto social y se produjeron levantamientos obreros en Barcelona, donde los trabajadores pedían reducción de impuestos, la abolición de las quintas, la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. A todo esto el gobierno acabó presentando una Ley del trabajo que introducía algunas mejoras laborales y permitía la formación de asociaciones de obreros. A pesar de estas mejoras se produjo un nuevo levantamiento en el campo castellano y en muchas ciudades del país, con asaltos e incendios de fincas y fábricas. Esta situación provocó una grave crisis en el gobierno con lo que Espartero dimitió y la reina confió el gobierno a O´Donnell, que reprimió duramente las protestas. O´Donnell restauró el régimen que dos años antes había ayudado a derribar, restableciendo los principios del moderantismo, aun turnándose unionistas y moderados. Durante la etapa que transcurre de 1856 y 1863 la Corona confió la formación del gobierno, primero a O´Donnell y luego a Narváez y se produjo una etapa de cierta estabilidad política, dominada por la vuelta al conservadurismo. Se restableció la Constitución de 1845 y se anuló la legislación del Bienio. Los unionistas llevaron a cabo una política exterior activa agresiva cuyos objetivos eran desviar la atención de los problemas internos. Se desarrollaron acciones como la intervención en México pero de mayor importancia fueron las de norte de África. Que permitió a España la incorporación de Sidi Ifni o la ampliación de la plaza de Ceuta. En 1863 los gobiernos unionistas fueron incapaces de afrontar la oposición progresista y la gran crisis económica. O´Donnell presentó su dimisión y la Reina entregó el nuevo poder a los moderados. Entre 1863 y 1868 el moderantismo gobernó de forma autoritaria, al margen de las cortes y de todos los grupos políticos ejerciendo una fuerte represión. Fue asimismo incapaz de mejorar la situación económica. A partir de ese momento, amplios sectores de la sociedad coincidieron en la necesidad de dar un giro a la situación, que esta vez no podía consistir en un simple cambio de gobierno, sino que implicaba a la propia monarquía isabelina o lo que es mejor dicho, se produce el derrocamiento monárquico de Isabel II.
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