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Los oficios tradicionales en la Sierra del Guadarrama
1. EL PASTOR Desde los tiempos más remotos, la sierra del centro de la península fue tierra de pastores de origen magrebí, ocupando desde el siglo VIII las sierras del Guadarrama, ricas en pastos. Fue uno de los oficios más antiguos e importantes del Sistema Central, aunque el pastor desapareció de la sierra del Guadarrama a principios del siglo XX. El pastor era fácilmente reconocible por su clásica indumentaria, que constaba del sombrero serrano de aro de madera, un grueso chaleco de piel de oveja para los fríos días de invierno y una faja de lana que le protegía los riñones y servía también para guardar pequeños utensilios como la navaja, la funda de la yesca y el eslabón. Completaban su estampa los zahones de cuero, sujetos con correas por debajo de las rodillas que le permitían transitar cómodamente entre la densa maraña de los piornales. Por último, las abarcas de cuero de vaca le protegían de las espinas y picaduras de víboras.
Pastor trashumante en la meseta central (Segovia), siglo XVIII
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A finales del siglo XIII llega a la península Ibérica una nueva raza ovina traída desde el norte de África, conocida como oveja merina y que dio origen al esplendoroso comercio de la lana castellana, siendo una de las principales fuentes de riqueza de la corona castellana hasta principios del siglo XIX. La lana se mandaba a diversos puertos del mar Cantábrico, desde donde se exportaba a los puertos de Flandes (actuales Bélgica y Holanda), el cual era el principal centro manufacturero de Europa. La lana castellana era transformada en tapices en los talleres flamencos, los cuales decorarían los palacios de las clases sociales más adineradas.
Según censos de la época (siglo XVIII) se llegaron a contar en las sierras del Sistema Central más de un millón de cabezas de ganado lanar, que como cada año al comenzar el otoño, trashumaban hacia la Mancha y Extremadura. Hacían el camino de vuelta desde las dehesas extremeñas, desde principios de junio, transitando distintas cañadas rumbo a las tierras altas castellanas y a las sierras del centro del país, las cuales cobraban una animacion y actividad difícil de imaginar hoy día.
LAS LABORES DEL PASTOR El ganado llegaba a los puertos de montaña donde se repartían los rebaños de quinientas o seiscientas ovejas, entre las diferentes majadas, para lo cual la experiencia de los pastores era importante: tenían que calcular a simple vista la cantidad de ovejas a distribuir por cada una de las majadas, en función de la calidad y cantidad de los pastos.Una vez 2
distribuidas se procedía a suministrar sal a las ovejas, indispensable para recuperarse del largo viaje.
Mapa con las distintas cañadas que recorrieron el territorio peninsular. La cañada segoviana cruzaba el puerto de Somosierra, pasando por Buitrago y Madrid
Los pastores se encargaban de acondicionar las majadas, reparar los chozos (donde debían pasar cuatro meses de agostadero), limpiar fuentes y manantiales, almacenar leña para las hogueras, etc. El abundante tiempo libre que tenían lo pasaban entre otras cosas, buscando raíces de genciana que eran muy apreciadas por su uso medicinal. Los pastores solían hacer turnos de siete días, para poder estar con sus familias (a las que no habían visto durante los meses pasados en las dehesas extremeñas) y para surtirse de los avíos necesarios. Su alimentación era casi siempre de pan, sebo y sal, ingredientes que utilizaban para hacer sopas y migas canas. Genciana (Gentiana lutea)
Algunos pastores recibían del dueño un salario en metálico, otros en cambio eran propietarios de sus propios rebaños. 3
A finales del verano, comenzaban su regreso hacia tierras manchegas y extremeñas, por lo que ya a mediados de octubre eran visibles pocos puntos luminosos de los cientos que en el verano señalaban las hogueras donde hacían noche los pastores. Tan sólo quedaban los pastores de la sierra de Guadarrama, de pueblos segovianos próximos y del valle del Lozoya, que se trasladaban a mediados de otoño desde sus majadas de verano, a laderas más templadas (situados en la cara sur de Cuerda Larga), que se utilizaban como pastizales de invierno. La invernada no era menos dura: con su soledad habitual y la dureza del trabajo de los fríos días de invierno. Cada día había que carear el rebaño, encerrar el ganado y ordeñarlo. En la actualidad, el pastoreo ovino prácticamente ha desaparecido de la sierra del Guadarrama. Otro tipo de pastoreo era el vaquero,que es el que abunda en la actualidad.
El collado de la Peña de los Lobos, en la Cuerda Larga.
EL ESQUILEO EN LA SIERRA
Una labor importante era la del esquileo, que se realizaba en los más de veinte ranchos que llegaron funcionar al pie de la sierra. El antiguo oficio de esquilador a tijera era itinerante, como el de los segadores y tantos otros en el pasado. Se formaban cuadrillas de diez o doce hombres, que desde mediados de abril hasta finales de junio esquilaban los miles y miles de ovejas que hasta hace menos de cincuenta años existieron en la provincia. 4
La jornada comenzaba a las seis de la mañana y se prolongaba hasta la caída del sol, y durante este tiempo un esquilador experto y buen conocedor de su oficio podía esquilar hasta cincuenta ovejas al día, sacando entre dos y tres kilogramos de lana por oveja,que se vendían en países de Europa, como Bélgica y Holanda.
Nave del esquileo de Cabanillas del Monte, Segovia
Esquiladores Segovianos
EL LOBO ( Canis lupus signatus)
Una de las amenazas a las que se tenía que enfrentar el pastor lo constituía la abundante presencia de lobos en estas tierras serranas. Desde tiempos muy antiguos, los monjes cartujos del Paular (Rascafría), que poseían un importante rebaño de ovejas merinas, organizaban batidas en las que empujaban a voces a los lobos desde las alturas del puerto del Reventón hasta el patio trasero del monasterio, llamado todavía hoy «de Matalobos», donde se les mataba a garrotazos. La caza y la escasez de presas silvestres sobre las que depredar, consecuencia de la pobreza y el hambre endémicos que sufrían las gentes de la sierra en tiempos pasados, unido a la marcha otoñal de los ganados trashumantes hacia sus invernaderos manchegos y extremeños, hacía del lobo de aquellos tiempos un animal mucho más osado y audaz de lo que es hoy día. 5
Aunque los ataques a las majadas se producían a lo largo de todo el verano, era a fines de septiembre y principios de octubre cuando los lobos, que en esta época se esfuerzan en sacar adelante a los jóvenes lobeznos del año adiestrándolos en las técnicas de caza, se volvían más audaces quizá presintiendo la llegada del invierno y la desaparición de los ganados de la sierra. Las más grandes lobadas que se recuerdan tuvieron lugar hacia finales de la segunda década del siglo XX, y una de las más sonadas se produjo en junio de 1917, cuando en las majadas de la Mujer Muerta los lobos mataron más de sesenta ovejas de varios pastores del pueblo segoviano de La Losa. Apenas diez años después el lobo ya estaba prácticamente extinguido de las sierras de Guadarrama y Somosierra. La presencia del lobo en la sierra de Guadarrama y sus ataques al ganado han quedado reflejados no sólo en los archivos históricos y en las hemerotecas, sino también en la literatura y en la poesía. Recogía los lamentos de los pastores tras una primavera de frío y lobos:
Trajo abril ventisca y hielo. Hambre para la llanura. Para los pastores duelo. Que la rezaga inverniza. Echó a los hatos el lobo del canchal de la Pedriza. Enrique de Mesa
CAZADORES DE LOBOS Por la necesidad de defender sus rebaños, algunos pastores, expertos conocedores de las costumbres del gran depredador de las montañas, cambiaban de oficio durante algunas
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Miraflores de la Sierra a la memoria del "Tío Francachela", célebre cazador de lobos del siglo XIX semanas cada año, convirtiéndose en cazadores de lobos. Seguramente, el más renombrado de todos estos loberos que ejercieron su oficio en la sierra de Guadarrama fue Antonio Robledo, el Tío Francachela , nacido en Miraflores de la Sierra en 1826, que limpió de lobos las sierras de Cuerda Larga, la Morcuera, y los montes que rodean la cabecera del valle de Lozoya. Armado únicamente con un saco y un grueso garrote, salía de su casa a principios de junio y pasaba semanas enteras en lo más escabroso de la sierra, buscando los cubiles de las lobas paridas con el fin de apoderarse de sus cachorros. Consiguió para él una pensión vitalicia de ochenta céntimos diarios, continuando persiguiendo al lobo hasta su muerte en 1893.
Enorme ejemplar de lobo cazado en los montes de Valsaín (Segovia) a finales de los años cuarenta del siglo pasado.
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El lobo ibérico es una especie autóctona de las montañas del sistema central, a las que ha regresado de forma completamente natural por la expansión de sus poblaciones del norte de la península.
El lobo es muy importante en los ecosistemas, el paisaje, la cultura y las tradiciones de la sierra de Guadarrama como lo pueden ser, el buitre negro, los pinares de pino silvestre o la vaca avileña. Prueba de ello son las numerosas referencias que existen sobre la pasada abundancia de lobos en la sierra de Guadarrama. La presencia y la reproducción del lobo en la sierra de Guadarrama, puede ser el mejor indicador de la salud de sus ecosistemas.
Lobo en libertad en la sierra de Guadarrama Mastin camuflado entre el ganado
http://guadarramistas.com/category/sierradeguadarrama/elhombreylasierra/oficiosycostu mbres/
2. EL NEVERO La nevería tuvo su época de esplendor a partir de finales del siglo XVI, cuando Felipe II mandó excavar en las inmediaciones del puerto de San Juan de Malagón varios pozos de nieve para abastecer al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. La nieve se usaba para conservar alimentos, enfriar bebidas y varios usos terapéuticos. De estos pozos mandados construir por Felipe II aún se mantiene casi intacto el soberbio pozo de Abantos, construido por el arquitecto Juan de Herrera.
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Pozo de nieve del monte Abantos
En Madrid, el inicio del comercio de la nieve a gran escala se debió a la iniciativa de Pablo Xarquies que consiguió en 1608 un privilegio real. Con este monopolio concedido por Felipe III se le concedía la administración de la denominada Casa Arbitrio de la Nieve y Hielos, con la que llegó a hacer una gran fortuna. Xarquíes comenzó a arrendar diversos ventisqueros en la zona de la Sierra (los que se encuentran en la vertiente meridional de lo que hoy conocemos como Cuerda Larga y otros ubicados en la vertiente septentrional y la cabecera del Valle del Lozoya) En 1614 construyó otra gran casa y varios pozos de nieve en el pueblo de Chozas de la Sierra (hoy soto del Real), desde donde organizó el sistema de transportes hacia la capital.
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Ventisquero del Ratón
El trabajo de los neveros era duro y extenuante porque eran hombres que cargaban carretones de nieve tirados por caballos o mulas, alumbrados por la luz de un farol. La temporada de la nevería duraba desde mayo hasta finales de agosto, en las sierras la nieve duraba hasta la cercanía del verano, los neveros cargaban la nieve en serones de esparto que empujaban para proteger la carga del sol y del aire. Esos hombres y animales bajaban por un camino complicado y debía estar en Madrid para ser utilizada a tiempo, y por supuesto el sol y la tardanza podían hacer inútil el esfuerzo.
La nieve la llevaban a Madrid a la Casa Arbitrio de la Nieve y Hielos que estaba situada en la calle Fuencarral.
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Pozo de nieve
3. HACHEROS Y GABARREROS En los siglos XVI y XVII , a causa de la gran demanda de vigas y tablones de madera para la construcción, la sierra de Guadarrama fue explotada por su gran riqueza en pinares de alta calidad. Este oficio, después de la ganadería, fue la mayor fuente de riqueza de esta sierra hasta finales del siglo XIX. El gabarrero se dedicaba a cortar, sacar y vender la leña de los pinares de la Sierra de Guadarrama, una actividad que se remonta a la Edad Media. El principal ejemplar arbóreo que trabajaban estos gabarreros era el pino silvestre ( Pinus sylvestris ).
Existían varias localizaciones donde se llevaba a cabo esta explotación ambiental: 1. Valsaín : Aquí estaba el centro más importante, donde se llegó a formar una auténtica aldea alrededor del movimiento maderero, (Mata de Navalhorno) punto de encuentro para hacheros, carreteros y tratantes de madera (casi siempre procedentes de Asturias para comprar lotes que salían en subastas). 2. El Espinar : La madera de aquí era la más apreciada después de la de Valsaín. Los montes y ríos fueron propiedad del concejo de El Espinar desde 1381. A mediados del siglo XVIII se cortaban 2200 pinos anuales. 11
3. El Paular: Aquí se encontraban los pinos de peor calidad, solo trabajaba una cuadrilla de doce hacheros. De marzo a junio y de septiembre a diciembre, se cortaban unos 30 pinos diarios (5000 pinos anuales), los cuales se bajaban a la serrería de la Sociedad Belga de los pinares de El Paular. De allí salían encargos a los almacenes situados en Villalba, la Cabrera y la calle Atocha (Madrid).
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El oficio: Para derribar los pinos se utilizaban grandes hachas con más de 40 centímetros de anchura de hoja y que podían llegar a pesar hasta 5 kilogramos y cuyo mango, de madera de roble, solía tener al menos ochenta centímetros de longitud. Después de talado, allí donde caía, el pino era desramado y troceado según conviniera. Antes de que empezaran a funcionar las serrerías de vapor de El Paular, Valsaín y El Espinar, los troncos de pino, a veces de más de un metro de diámetro, eran trabajados en el monte por hacheros expertos que, de pie sobre el tronco, lo iba descortezando, dejando así a medio preparar las piezas que después se afinaban en los talleres quitando por completo toda la madera sobrante. Finalmente, se machacan bien los nudos con el peto, la parte posterior del hacha acabada en forma de martillo. El hachero marcaba con el filo del hacha la longitud en pies de cada pieza y dejando su marca particular que se solía pasar de padres a hijos.
4. EL CARBONERO Uno de los oficios tradicionales en la sierra de Guadarrama fue el de carbonero. Éste se hacía cargo del aprovechamiento de las leñas de los robledales serranos para la fabricación del carbón vegetal. Este producto se empleaba en fraguas, herrerías, braseros, estufas y talleres. Hasta mediados del siglo xx, en los montes del Guadarrama fue un espectáculo habitual ver elevarse las numerosas columnas de humo y brillar en la noche los fuegos de los hornos en medio de las matas de roble. 13
Durante mucho tiempo fue muy importante el carboneo de los robledales situados al pie de los pinares de Valsaín y la Acebeda, que fueron propiedad de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, hasta que los pinares de Valsaín pasaron a formar parte del patrimonio real. Las zonas más importantes de carboneo se localizaban en el valle del Lozoya, repartidas entre las antiguas tierras de Segovia y Buitrago, La Herrería, en San Lorenzo de El Escorial, la dehesa de la Golondrina en Cercedilla y Navacerrada, así como el monte de la Raya en Miraflores. Los carboneros solían ser gente humilde sin posesiones de ganado y tierras, así cuando terminaba la temporada de carbonero buscaban otro tipo de trabajos como la siega de mieses y prados.
Entrevista realizada en el aula de Enseñanzas Iniciales de Montejo de la Sierra a un antiguo carbonero: Los carboneros cortaban los árboles obteniendo troncos de unos 80 centímetros. Cortados todos ellos con hacha y podón. La leña se transportaba en caballerías y a hombros. Cuando se estaba cerca de la hornera con un palo en forma de horca que se llamaba horquilla, se ponían los troncos en la hornera conformando un círculo y en medio de ella se colocaba un tronco en posición vertical llamado la niña. Este proceso se denominaba encañar y se hacía con los troncos más finos. La hornera era el espacio encima del cual se construye la carbonera. Se le quitaban las hierbas y se debaja lo más plano posible. Se cubría con ramas de árboles (barda) y luego con tierra. Se quitaba la tierra con el azadón y el carbón se sacaba con rastrillo, se amontonaba y se ponía en seras (cestas). El horno duraba encendido alrededor de treinta a cuarenta días, según el grosor de la leña. Durante ese tiempo los carboneros vivían en un chozo hecho con palos de barda y tierra. El chozo lo construían cruzando varios palos largos, se cubría con ramas de árboles (barda) y tierra por encima. En lo alto del cruce de los palos se ponía césped para que el agua de lluvia no se filtrara y evitar así mojarse. El cruce de palos hacia de chimenea. Herramientas: Podón,hacha,horquilla. 14
Elementos construidos: hornera, horno, chozo.
5. BANDOLEROS Era bien conocida y temida la fama de casi todos los puertos de Guadarrama, que debido a su situación y a la espesura del paisaje, se convirtieron en lugares propicios para albergar a bandoleros y malhechores. Cercano a nosotros, contamos con testimonios como el del ex ministro de Hacienda Pascual Madoz acerca de lo peligroso que resultaba el paso de El Paular (en la actualidad se le conoce como el puerto de Cotos). Era muy variado el tipo de gente que se dedicaba a robar y asaltar caminos. Estos individuos eran gentes de la zona con un trabajo más o menos itinerante, que conocían los terrenos y sabían muy bien cómo escabullirse. Esto dio lugar a que los vecinos sospecharan de cualquier oficio que requiriera pernocta en el monte, como era el de carbonero. La crisis de la agricultura, la guerra de Independencia (18081813) y el hambre de 1812 fueron responsables de la aparición de un creciente número de bandoleros. Éstos se organizaban en partidas que llegaron a ser formadas por hasta 40 miembros, generando alarma y haciendo intransitable y peligroso los pasos que cruzaban la sierra (las carreteras más afectadas eran las de Castilla, Francia y Segovia). Tuvieron que tomar carta en el asunto los alcaldes y vecinos de la zona, y al no ser suficiente fueron enviados destacamentos de tropas que ajusticiaban a los bandoleros capturados con duros castigos, dejando su cuerpo clavado en picas en los bordes de los caminos.
A continuación haremos mención a la banda de Manuel Rodríguez, alias “ Rey de los Hombres”, que en colaboración con Juan de Nieva, “Cabeza gorda”, sacudieron durante algún tiempo con sus robos y asesinatos la zona del puerto de Navacerrada. El 18 de marzo de 1792 hicieron falta más de cuatrocientos efectivos para finalmente, tras una gran resistencia, acabar con sus vidas .
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Otro conocido bandolero fue Antonio Sánchez, vulgarmente llamado ”Chorra al Aire”, quien ya de niño aprendió bien el oficio en la banda de “el Sardina”, que asaltaba correos franceses. Antonio Sánchez, cubría con sus numerosas fechorías gran terreno en zonas de nuestra sierra (Buitrago, La Cabrera, Miraflores, Colmenar Viejo, Bustarviejo, El Escorial y Guadarrama), siendo famoso por ser muy escurridizo para las autoridades, aunque finalmente no se libró de ser apresado en Quijorna, para ser luego juzgado y ejecutado en Madrid. En 1838 fue el famoso viajero inglés George Borrow, quien comentó de la existencia de una mujer, “la Tuerta”, que vestida de hombre, asaltaba a las gentes en el Alto del León. Se cuenta que “la Tuerta” asaltó a una cuadrilla de segadores gallegos que regresaba a sus tierras. Son más famosas aún las correrías de Pablo Santos y Paco “El sastre”, los cuales hallaban refugio en la Pedriza de Manzanares, sitio clave para poder operar en las importantes carreteras de Castilla y Francia, y así poder escabullirse después. Uno de los más sonados robos de Pablo Santos fue asalto a “la Mala de Francia” (servicio de postas entre Madrid y Bayona). También fue muy conocido el secuestro del hijo de una adinerada de El Boalo, Braulia del Valle, que recuperó a su pequeño tras pagar un elevado rescate. Pablo Santos encontró su muerte tras recibir un balazo de uno de sus secuaces en una disputa por una escopeta y un tabardo de paño que le habían robado a un cabrero. Francisco Villena, apodado Paco ”El Sastre”, fugitivo de la prisión madrileña de el Saladero donde estuvo preso por una condena por robo, también se hizo famoso por el secuestro de los hijos del marqués de Gaviria. Secuestró a los pequeños en el colegio con ayuda de sus secuaces y se los llevó a La Pedriza, donde fueron cercados por varios destacamentos militares, cayendo muertos la gran mayoría de la partida. De esta logró escapar Paco “el Sastre” pero en 1840, mientras paseaba por el Rastro de Madrid fue apresado y posteriormente ajusticiado en un patíbulo en la Puerta de Toledo. Fueron años en los que la justicia hizo hincapié en la persecución de las partidas de bandoleros y a todo sospechoso de colaboración con los mismos. En este sentido destacamos la ejecución de tres pastores de la garganta de Manzanares por dar refugio a unos bandidos en una noche de frío. A mediados del siglo XIX parecía que estaba más tranquila la situación pero no erradicada del todo. A pesar de todo esto siguieron cometiéndose robos y asaltos esporádicos. El 25 de octubre de 1852 a un arriero le robaron mil ochocientos reales en el puerto de Navacerrada. Efectivos de la Guardia Civil de Navacerrada y Guadarrama apresaron a los culpables y el dinero fue devuelto al arriero. Mucho tuvo que ver la creación de la Guardia civil y el el descubrimiento del telégrafo para ponérselo bastante difícil a los bandoleros. Aun así queda por mencionar las andanzas y aventuras de Fernando Delgado Sanz “el Tuerto”, siendo sus primeras fechorías de poca importancia, como el robo de ganado que luego vendía a chalanes y en las ferias de Pinilla del Valle y Buitrago. A partir de 1868, cuando se unió a más gente sin escrúpulos, es cuando las
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fechorías fueron siendo de mayor gravedad, pues comenzó a asaltar personas por las tierras de Pedraza, Sepúlveda y el valle del Lozoya. El Tuerto Pirón no fue un asesino como anteriores afamados bandidos. Se cuenta que sólo en una ocasión mató a uno de sus secuaces por traición. Apareció en los periódicos madrileños por el robo de una iglesia de un pueblo de Segovia, llamado Tenzuela. Quince años anduvo dando esquinazo a la Guardia Civil, escondiéndose por los escarpados picos de la sierra, en chozos de pastores y hasta una copla le cantaban: Mientras existan tocones, le van a coger al Tuerto por los cojones… Finalmente, en noviembre de 1881 fue detenido en Rascafría tras ser denunciado por un carbonero. Terminó fugándose en enero de 1882, volviendo a ser apresado por la Guardia Civil en el pueblo de Miraflores y condenado a cadena perpetua. “El Tuerto Pirón” último bandolero de la Sierra de Guadarrama murió en la prisión de Valencia el cinco de julio de 1914. Hasta hace bien poco, algunos ancianos de los pueblos del valle del Lozoya todavía recordaban cómo en su niñez seguían recordándose las hazañas del Tuerto Piron.
Goya, Asalto de ladrones , 1794
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Bandido desnudando y violando a una mujer, Goya, 1799
Bandido asesinando a una mujer, Goya
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6. BIBLIOGRAFÍA: VÍAS, Julio: Memorias del Guadarrama, Madrid, La Librería, 2011 juliovias.blogspot.com.es guadarramistas.com
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