LOZA BLANCA O MAYÓLICA DE AGUASCALIENTES, MÉXICO LOZA BLANCA OR MAJOLICA FROM AGUASCALIENTES, MÉXICO

LOZA BLANCA O MAYÓLICA DE AGUASCALIENTES, MÉXICO LOZA BLANCA OR MAJOLICA FROM AGUASCALIENTES, MÉXICO Daniel Valencia Cruz* RESUMEN Aguascalientes fue

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LOZA BLANCA O MAYÓLICA DE AGUASCALIENTES, MÉXICO LOZA BLANCA OR MAJOLICA FROM AGUASCALIENTES, MÉXICO Daniel Valencia Cruz*

RESUMEN Aguascalientes fue una villa fundada en el siglo XVI como parte del proyecto extorsionista español en el norte de la Nueva España. Vinculada al desarrollo de los centros mineros y a la vida del Camino Real de Tierra Adentro tardó dos siglos en convertirse en una de las ciudades más importantes de México. En el siglo XIX se hizo famosa su producción de mayólica polícroma cuyos diseños y características son descritos en el presente trabajo. La muestra cerámica procede de dos contextos, el Jardín de los Palacios y la casa Terán. Palabras clave: Aguascalientes, Casa Terán, Jardín de los Palacios, mayólica aguascalentense, mayólica sanluiseña

RESUMO Aguascalientes foi uma vila fundada no século XVI como projecto da expansao española no norte da Nova Espanha. Ligada ao desenvolvimento dos centros mineracao e da vida do Camino Real de Tierra Adentro, levou dois séculos para se tornar uma das ciudades mais importantes do México. No século XIX tormou-se famosa pela producao policromada de maiólica cujos desenhos e características estao descritas neste trabalho. A mostra de cerámica vem de dois contextos, o Jardim dos Palacios e a Casa Terán. Palavras chave: Aguascalientes, Casa Terán, Jardín dos Palacios, maiólica aguascalentense, maiólica saluisenha

*Investigador del Centro INAH, México. [email protected]

Valencia Cruz, D. 2013. Loza blanca o mayólicas de Aguascalientes, México. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana 7:111-129. Buenos Aires.

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ABSTRACT Aguascalientes was a town that was founded in the sixteenth century as part of the expansionist project spanish in northern New Spain. Linked to the development of the mining centers and to the life of the Camino Real de Tierra Adentro delay two centuries to become one of the most important cities in Mexico. In the nineteenth century became famous their production of polychrome majolica whose designs and features are described in the present work. The ceramic sample originates in two contexts, the Jardín de los Palacios and Casa Terán. Keyword: Aguascalientes, Casa Terán, Jardín de los Palacios, majolica aguascalentense, majolica sanluiseña

FUNDACIÓN E HISTORIA DE AGUASCALIENTES La ciudad de Aguascalientes es la capital del estado del mismo nombre, se encuentra situada en la porción centro norte de la república mexicana (Figura 1). Fue fundada en la segunda mitad del siglo XVI como parte de la política virreinal para asentar villas españolas a lo largo del Camino Real de Tierra Adentro, con el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes. El objetivo de estas fundaciones fue garantizar el abastecimiento de alimentos y utillaje para los reales de minas, así como mantener activo el tráfico de caravanas y viajeros en un territorio constantemente hostilizado por sus pobladores originarios, los chichimecas. En la cédula de erección expedida por la Audiencia de Guadalajara el 22 de octubre de 1575 se dan los motivos sobre la petición de fundación, así como los nombres de sus promotores: “(…) por cuanto Juan de Montoro por sí y en nombre de Juan de la Cueva y Alonso de Alarcón y muchas otras personas nos fue fecha relación, diciendo que ellos querían poblar una villa en el sitio y paso que dicen de Aguascalientes, junto a unas casas que dicen tener en dicho sitio Alonso de Avalos Saavedra, treinta leguas de la ciudad de Guadalajara y diez y seis de las minas de Zacatecas, atento que ello se seguían gran servicio a dios e nuestro e seguridad de los pasajeros que iban y venían de las dichas minas de Zacatecas e Guanajuato y otros pueblos comarcanos que por allí pasaban, a causa de las muertes y robos que en dicho sitio y su comarca los indios de guerra hacían, y para que la dicha población más cómodamente se pudiese hacer e fuese en aumento” (Orozco 1991:7)

El lugar elegido para asentar la villa además de tener una privilegiada situación geográfica que permitía reunir y canalizar productos locales y del exterior a las minas, contenía numerosos manantiales de aguas naturales

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Figura 1. Ubicación de Aguascalientes en la República Mexicana.

que permitieron cultivar más de 140 huertos frutícolas. La traza urbana y el ordenamiento de las primeras casas fueron singulares, pues combinaba el trazado español en damero con el cauce de las aguas para el riego de los huertos y la delimitación de los mismos (Diario Oficial de la Federación 1990). A las primeras casas se agregó un presidio, construcción de tipo fortificación en donde permanecía una partida de soldados irregulares cuya función era proteger a los habitantes de la villa, así como recibir a las conductas que transitaban por el Camino Real o Camino de la plata y acompañarlas hasta cierta distancia en donde eran recibidas por los soldados del siguiente presidio.

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Hacia el año de 1584 la Relación Geográfica del Pueblo de Teucaltiche, población localizada al sur de Aguascalientes, la describe de la forma siguiente: “Y en el dicho camino, a ocho leguas de este pueblo [Teucaltiche] está poblada una villa que llaman Nuestra Señora de la Asunción, donde está un fuerte que llaman Aguascalientes. Y es de muy poca o ninguna poblazón, porque no tiene más de los soldados que están en el dicho presidio, que son dieciséis, y un caudillo y dos vecinos porque no se puede tener en la dicha villa ninguna contratación ni valerse sementeras, porque no dan lugar los indios chichimecas de guerra que los matan y les hurtan los caballos y bueyes que tienen en cualquier parte del año” (Gallegos 1988:303)

El crecimiento de la villa fue lento durante el siglo siguiente, pues tal como la describe el obispo Alonso de la Mota y Escobar “(...) las casas eran de adobe y estaban edificadas sin orden alguno entre el matorral de mezquites” (Álvarez 1987:172). En 1609 Gaspar de la Fuente, oidor de la Audiencia de la Nueva Galicia dispuso que la villa se ajustase a una traza congruente, quedando una plaza de 100 varas por lado, así como las manzanas con la misma dimensión, las cuadras de cuatro solares y las calles de 20 varas de ancho. Hacia el año de 1665 la población pasaba de los 8.000 habitantes (Álvarez 1987). El siglo XVIII marcó un brusco salto en el crecimiento de la villa, en el año de 1701 el capitán José Rincón Gallardo cedió el terreno para la construcción de las casas reales y la cárcel. Tres años después se inició la edificación de la parroquia de la Asunción, futura catedral, y en el año de 1730 se introdujo el agua potable, se amplió la alhóndiga y la cárcel. Para el año de 1766, el ingeniero Nicolás de Lafora, inspector de presidios internos, describió a Aguascalientes “(...) como una población de cerca de dos mil casas fabricadas de adobe, sin contar las chozas de indios que la circundan” (Lafora 1939: 48). Desafortunadamente el fin de siglo fue diferente para la villa de Aguascalientes, pues en dos décadas se presentaron tres temporadas de sequías y una epidemia en el año de 1786, provocando una terrible mortandad. Numerosas casas señoriales y templos fueron abandonados, en tanto las casas de los suburbios quedaron en ruina (Jiménez 1990). El siglo XIX inició con la reconstrucción de casas y edificios, así como la construcción de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. La nueva prosperidad fue descrita por Félix María Calleja, 2º. Jefe Político Superior de la Nueva España, de la siguiente manera: “Aguascalientes había crecido con trazo regular, las calles eran rectas, como la mayoría de las nuevas villas españolas del nuevo mundo, y además bastante limpias, a pesar de que las acequias conductoras del agua para el riego de las huertas eran simples zanjas sin revestimiento, los solares y las casas blanqueadas le daban un aspecto muy agradable a la población” (Calleja 1935: 2).

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El progreso obtenido por Aguascalientes en el ámbito agrícola, ganadero y comercial le permitió obtener el título de ciudad el 22 de octubre de 1824. Las Noticias Estadísticas del Departamento de Aguascalientes del año 1837 señalan la existencia de 3.500 casas, de las cuales solo 28 eran de primer orden, 1.200 de segundo orden y las restantes de tercero (Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística 1861). Durante la primera mitad del siglo XIX se construyeron los monumentos más emblemáticos de la ciudad, entre ellos la Exedra, columna de 21 metros de altura, en cuya cúspide debió colocarse la efigie de Carlos IV, pero debido a la tardanza en su construcción en su lugar fue colocado el busto de su hijo Fernando VII. Así como los baños públicos y lavaderos de los Arquitos y la casa señorial de la familia Terán. Durante la segunda mitad del siglo la ciudad se integró a un vanguardista proyecto industrial, el cual incluyó la instalación de la Gran Fundición Central Mexicana, la construcción de los talleres y casa redonda del Ferrocarril Central, la introducción del tranvía y la electrificación en el año de 1890. En un segundo nivel esta industria requirió de infinidad de talleres especializados para satisfacer sus necesidades y las de los habitantes de Aguascalientes. Había 310 talleres, entre bien instalados y pequeños de las artes comunes, tales como talabarterías, alfarerías, velerías, herrerías, carpinterías, de tejidos de lana, de tabaco, molinos de harina, cervecerías y vinaterías (Gómez Serrano 1995:126).

LOZA BLANCA O MAYÓLICA DE AGUASCALIENTES Para los fines de este trabajo definimos a la mayólica, también llamada loza blanca, a todos aquellos objetos y recubrimientos ornamentales de cerámica que presentan una cubierta de color blanco o amarillento a base de barniz de óxido de estaño y plomo, sobre la cual se pintaron diversos diseños decorativos. Las piezas de cerámica eran elaboradas con barros blancos o rosas finamente tamizados, utilizando torno mecánico o moldes, posteriormente eran sometidas una primera cocción en horno de cámara cerrada. Posteriormente las piezas eran sumergidas en una mezcla de óxido de estaño, base sobre la cual pintaban los diseños decorativos con pigmentos minerales aplicados con finos pinceles. Una vez decorada la pieza se sometía a una segunda cocción a más de 1.000 grados para fundir los colores y el esmalte. Al colocarse nuevamente dentro del horno, en los talleres artesanales se acomodaban las piezas utilizando como separador un tricol, artefacto de tres puntos que evitaba la fusión de las piezas. En los talleres semi industrializados eran empleados grandes cilindros de barro con paredes separadoras, con la finalidad de evitar la fusión de las piezas y que se mancharan de humo.

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Los antecedentes más antiguos de producción de cerámica se remontan a segunda mitad del siglo XVIII, cuando la ciudad de Aguascalientes destacó como importante centro productor de loza ordinaria, común o roja. De ello dan cuenta las Noticias Estadísticas de la provincia de Zacatecas, escritas entre 1804-1806, en donde se describe una producción anual para Aguascalientes de 5.600 cargas de loza ordinaria (Florescano y Gil 1976). Siendo una cantidad muy superior a la producida por otros centros alfareros localizados en las jurisdicciones de Sierra de Pinos, los cuales producían cada año loza ordinaria equivalente a un valor de 950 pesos, o bien Sombrerete el cual contaba con solo tres fabricantes de loza ordinaria, ambos en misma provincia de Zacatecas. El volumen de producción y uso de loza ordinaria contrasta con la elaboración local de mayólica, la cual no aparece documentada en textos de la época. Hasta el momento solo contamos con un avalúo fechado en octubre de 1767 sobre los bienes que tuvo la Compañía de Jesús, propietaria de la Hacienda de Ciénega Grande, al norte de Aguascalientes, que menciona la existencia de dos tipos de cerámica o loza: loza común de cuatro y medio reales cada docena y loza poblana o mayólica (González 1994). Hacia fines del siglo XVIII el centro de la Nueva España y sus principales ciudades productoras de mayólica, como Puebla, Oaxaca y México, consolidaron su producción, depurando la técnica heredada por talleres europeos incluido el uso del torno mecánico, el horno de cámara cerrada y el recubrimiento de estaño y plomo, así como la organización del trabajo bajo el régimen de los gremios regidos por ordenanzas (Díaz de Cosío y Álvarez 1982). Por su parte ciudades intermedias, productoras de cerámicas para mercados locales y regionales, eran influidas por ideas de cambio, gestando un nuevo estilo decorativo, diferente a los patrones europeos y chinos los cuales habían influenciado los diseños hasta entonces. El nuevo estilo utilizó diseños más simples y funcionales en una amplia gama de colores, entre los cuales utilizó el azul, naranja, guinda, café, negro, amarillo y verde sobre fondos de óxido de estaño blanco y amarillento (Corcuera 1987). A los centros alfareros antes descritos se integraron a nivel regional los de Guanajuato y Dolores en Guanajuato, Sayula en Jalisco, Venado en San Luis Potosí y Aguascalientes, iniciándose con ellos una tradición de mayólica denominada por los estudiosos del tema de estilo mexicano. Dicho estilo ha sido definido por su colorida policromía que abarca las gamas de los verdes, azules, naranjas y amarillos delineados en negro, café y guinda, así como por diseños más sencillos y funcionales utilizados en su decoración. Nos atrevemos a plantear que se trata de diseños propios de tipos cerámicos tempranos como el Abó polícromo que evolucionaron en una variante por casi tres siglos (Müller 1981). La mayólica de Sayula utilizó barro amarillo y esmalte grueso en la elaboración de azulejos, albarelos, tazas, platos bacinicas, jarrones, floreros y macetas. Por su decoración encontramos una variedad de diseños en color

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azul/blanco, negro/azul claro, negro/rosado y un grupo policromo que utilizó rojo, amarillo, verde, naranja, azul, café y negro, todos ellos sobre esmaltado blanco. Sus motivos decorativos eran muy sencillos, tales como flores, guirnaldas, nombres propios, entre los cuales destaca el ala de murciélago, motivo representativo de la mayólica sayulense. Por su parte la mayólica de San Sebastián del Venado, San Luis Potosí se producía antes del año 1824, tal como lo evidencian las ruinas de hornos y tiestos encontrados al oriente de la capilla de San Diego. Las piezas completas corresponden a platos, tazas, jarritas y azulejos decorados con motivos fitomorfos en color verde y naranja sobre un fondo blanco lechoso. En el caso de los azulejos la decoración formando mosaicos de flores es de color verde delineado en negro sobre blanco. El motivo característico de esta mayólica es la representación de una flor de crisantemo (Reyes s/f). Esta mayólica recibe el nombre de sanluiseña. En cuanto a la loza blanca o mayólica de Aguascalientes se había dicho por una parte que pudo haber estado influida por la producción alfarera de Guanajuato, siendo maestros loceros de esa ciudad quienes se trasladaron a Aguascalientes para divulgar su conocimiento. Esta propuesta nulificaba la posibilidad de un centro productor aguascalentense y la existencia misma de talleres de mayólica que habían subsistido hasta mediados del siglo XX. Durante la última década del siglo pasado, tuvimos la oportunidad de realizar diversas investigaciones arqueológicas en monumentos históricos, bajo la modalidad de rescate arqueológico. Entre estas podemos mencionar las excavaciones en el Portal de Jesús, el Paso a desnivel subterráneo bajo catedral, los Baños de los Arquitos, los sitios de Encinillas y Las Bocas sobre la ruta del Camino real de Tierra Adentro. Destacando el hallazgo de un abundante muestrario de mayólica aguascalentense y porcelana europea proveniente de las exploraciones arqueológicas realizadas en el Jardín de los Palacios. De igual forma las investigaciones arqueológicas efectuadas durante la restauración del monumento histórico conocido como Casa Terán, permitieron fechar fragmentos de mayólica y tricoles encontrados como parte del sistema constructivo de la casa. Ambos sitios se localizan dentro de la delimitación de la zona de monumentos históricos de la ciudad de Aguascalientes (Valencia 1998). La muestra utilizada para caracterizar la mayólica de Aguascalientes proviene de estos sitios, dado su significado cuantitativo y cualitativo. El análisis de estos materiales arqueológicos es complementado con información recuperada a través de la tradición oral. Tradición que fue develada a estos autores por el maestro alfarero Juan Sánchez, durante varias entrevistas realizadas en el año de 1991. El maestro Juan Sánchez comenzó a trabajar desde niño en el taller de Casiano Estrada, ubicado en la calle Félix Díaz, en el barrio de los Ángeles de la ciudad de Aguascalientes, aprendiendo todos los pasos de la elaboración de loza común. Su relación con los talleres de Juan Silva y de los hermanos Araiza

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le permitieron conocer los procesos de la loza de lo blanco o mayólica, incluida la decoración. Sus últimos trabajos, realizados en el Taller de Artes y Oficios de Aguascalientes combinaban las clases a niños y adultos, con la elaboración de vajillas esmaltadas con una decoración policroma de color azul, rojo y verde aplicada directamente sobre el barro cocido, esto es, no incluía la base blanca utilizada en la mayólica. A su muerte, en el año de 1994, estaba probando un nuevo horno de cámara cerrada a base de gas que permitiera hornear pequeñas cargas, entre ellas miniaturas de vajillas, decoradas sobre una base de óxido de estaño, intentando retomar la producción de mayólica a pequeña escala.

LOS MONUMENTOS HISTÓRICOS Y SU CONTEXTO ARQUEOLÓGICO La casa Terán se localiza en la primera calle de Francisco Rivero y Gutiérrez N°110, fue construida en el año de 1796 bajo el partido arquitectónico tradicional de las casas señoriales del siglo XVIII. En su construcción se empleó tepetate, adobe, cantera, tezontle y ladrillo. Por ubicarse en una zona cálida y seca sus techos eran planos y altos, de gran espesor con ladrillo y terrado sostenido por viguería de cedro y pino. Originalmente fue construida de un solo piso, con trece cuartos, tres patios, corral, caballeriza, pajar y cochera (Jiménez 1990). El inmueble fue declarado monumento histórico en el año de 1986 y en el año de 1992 restaurado para albergar una sede alterna del Instituto Cultural de Aguascalientes. La casa recibe su nombre porque en ella nació y habitó el licenciado Jesús Terán Peredo, quien fue gobernador del estado de Aguascalientes y Secretario de Justicia del gobierno de Benito Juárez, quien lo nombró embajador ante las cortes de España e Inglaterra. Murió en 1866 en París representando y defendiendo los principios liberales y republicanos del gobierno juarista. El programa de intervención arqueológica en apoyo a la restauración del inmueble tuvo diversos resultados. Entre estos la liberación de dos pisos antiguos correspondientes a los pavimentos interiores, en loseta de barro, y exteriores en lajas de cantera, de dos modificaciones constructivas por cambio de dueño, en los años 1792 y 1940 (Jiménez 1990:45). Sin embargo el descubrimiento más importante e inesperado fue realizado cuando se removían los terrados de las techumbres debido al mal estado de la viguería. Formando parte de la capa superior del terrado, había fragmentos de mayólica mezclada con cal y arena, cuya función constructiva fue la de aislante de temperatura y humedad (Figuras 2 y 3). En los fragmentos se observa el proceso de producción de mayólica descrito en párrafos anteriores, esto es, fondos de platos y tazones con una cocción inicial, fragmentos de tricoles o separadores de horno (Figuras 4 y 5), y fragmentos de cerámica con decoración polícroma sobre crema, negro sobre crema y amarillo sobre crema (Valencia 1998).

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Figura 2. Tiestos de bordes de mayólica polícroma. Procedencia Casa Terán, Aguascalientes, México.

Figura 3. Tiestos de cuerpos de tazones de mayólica polícroma. Procedencia Casa Terán, Aguascalientes, México.

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Figura 4. Tricoles con incrustación de mortero de cal y arena. Procedencia terrados de la Casa Terán, Aguascalientes, México.

Figura 5. Fondos de tazón y soportes de tipo anular de tazón después de su primera cocción. Procedencia terrados de la Casa Terán, Aguascalientes, México.

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Considerando que los fragmentos de mayólica se encontraban formando parte del sistema constructivo de la casa en su etapa primigenia, estos pueden ser fechados para el año de 1796. Una fecha más temprana a las asignadas por divulgadores de la historia de la ciudad, permitiendo afirmar que se producía mayólica desde fines del siglo XVIII. En cuanto al Jardín de los Palacios, se trataba de un espacio público que recibía su nombre por ubicarse en la parte trasera de los actuales palacios del Gobierno del Estado de Aguascalientes y del Palacio Municipal. En dicho lugar se encontraban en el siglo XVIII las caballerizas, huerto y casas de los sirvientes de la casa señorial más importante de la ciudad. En el año de 1991 se construyó un estacionamiento subterráneo y tuvimos la oportunidad de registrar una serie de muros y cimientos de diversos materiales, como adobe, matacán, cantera, tabique y mampostería. Después de efectuar estos registros la excavación se hizo en profundidad, permitiendo descubrir el brocal de una fosa séptica que había sido utilizada como basurero de la casa hace más de 150 años. Junto con desechos orgánicos fueron encontrados y recuperados los fragmentos de platos, tazas, tazones y bacinicas de mayólica aguascalentense, así como platos de porcelana europea de las firmas inglesas Spode y Davenport y de las francesas Creil-montereau y David Johnston. El tipo dominante de mayólica es el polícromo sobre fondo crema, el cual utilizó colores verde, anaranjado, azul y amarillo delineados en negro, café y guinda (Valencia 1993:35). El análisis y restauración de estas piezas permitió construir el tipo cerámico de mayólica aguascalentense que es descrito a continuación.

Mayólica aguascalentense La pasta de los fragmentos analizados por lo general es fina, con desgrasante de arena, compacta y bien cocida. Los colores de la pasta abarcan el blanco grisáceo 5YR 8/2, café muy pálido 10YR 8/3 y 8/4, rosa 5YR 8/4, amarillo rojizo 5YR 7/6 y 6/8, blanco 10YR 8/2 y amarillo 10 YR 8/6 (Munsell 2000). En la mayoría de las piezas el espesor de la pasta, incluido el esmaltado fluctúa entre los 3 y 6 milímetros, esto es, una pasta delgada. De acuerdo con el maestro locero aguascalentense Juan Sánchez, aun en el siglo XX se usaban dos tipos de arcilla en la elaboración de pastas para la mayólica, una roja que se recolectaba en un lugar conocido como Presa de los Gringos y otro barro más claro llamado blanco del río de Pirules, hoy río Aguascalientes. Ambas se mezclaban en una proporción de dos a uno respectivamente para obtener un barro crema. Considerando que este barro se recogía del río, lo primero que se hacía era dejarlo secar, posteriormente se revolvía con un azadón para quitar las piedras grandes y nuevamente era batido con agua en un hoyo redondo hecho de piedra. De este lugar se tomaban las

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porciones necesarias para batir y decantar el barro en unas pilas o pilones de decantación, donde se colaba el barro por medio de un cernidor y se pasaba al tendedero. A continuación se pisaba el barro o bien amasaba para lograr la humedad y plasticidad idónea y formar los bolillos y cajetes, que eran las medidas necesarias para tornear o modelar las piezas según el caso (Juan Sánchez, comunicación personal 1991). El personal que realizaba estas tareas recibía el nombre de trabajador de patio, en tanto que el encargado de manejar el torno se le denominaba roedero o tornero. Una vez hechas las piezas se dejaban secar al ambiente dos días y dos más al sol antes de someterse a una primera cocción o sancochado. En espacio aparte existía el molino de sangre o tahona, donde se molía el óxido de plomo, estaño, nácar y vidrio, esta mezcla se diluía en agua y se depositaba en un gran cántaro donde se sumergían los platos o tazas para lograr el recubrimiento completo. Finalmente se decoraba con pinceles, cuyo pelo podría ser de caballo, perro y en ocasiones de burro. Los colores utilizados se obtenían de diversos óxidos, entre estos el de cobre para el verde, de antimonio para el amarillo, manganeso para el negro, de hierro para el rojo y cobalto para el azul, siendo este último el más caro debido a que se tenía que importar. En los objetos estudiados las formas identificadas corresponden a servicios de mesa como platos extendidos de soporte anular, con diámetros de entre 19 y 23 cm (Figuras 6, 7, 8 y 9). Platos de hondos, de fondo plano, cuerpo recto divergente, más pequeños que los anteriores, con diámetros que van de los 16 a los 20 cm. Tazones de cuerpo curvo y soporte anular, con diámetros de 11 a los 14 cm y altura entre 6 y 9 cm (Figuras 10 y 11). Tazas de cuerpos rectos y curvos con soporte anular ambas con asa sencilla, con diámetros variables que van de los 6 cm a los 12 cm, con una altura que fluctúa entre los 6 y 9 cm (Figuras 12 y 13). Localmente se recuerdan algunos nombres antiguos que describen formas como taza de coquito, taza de media caña, jarrito de bola, cazuelita de a tlaco, por el valor que tenía y la cazuelita de a pilón, por el uso que se le daba (Juan Sánchez, comunicación personal 1991). Había también utensilios de aseo como bacinicas. Objetos de ornato como floreros y macetas. Figurillas y miniaturas, así como azulejos utilizados en recubrimientos decorativos. Sobre la producción de azulejos, los mejores ejemplos se encuentran en la cubierta de las cúpulas de templos de San Marcos y el del Señor del Encino, ambos monocromos en color amarillo. Una fuente con azulejos y cántaros policromos existió en el Jardín de San Marcos hasta que fue demolida alrededor de 1960, así también existe la tradición en la arquitectura civil en la que se hacían mosaicos formados por azulejos representando animales en muros de patios de viejas casonas del centro de la ciudad. Los motivos utilizados en los diseños decorativos son muy simples, siendo geométricos y fitomorfos. Respecto a los primeros se usan líneas rectas y onduladas pintadas sobre los bordes interiores y exteriores de las piezas, llamados sombra y perfil, particularmente usando colores verde, naranja y café.

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Figura 6. Plato extendido de mayólica policroma aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

Figura 7. Plato extendido de mayólica policroma aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

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Figura 8. Plato extendido de mayólica azul y naranja sobre blanco aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

Figura 9. Plato extendido de mayólica naranja sobre blanco aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

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Figura 10. Tazón de mayólica polícroma aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

Figura 11. Tazón de mayólica polícroma aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

Figura 12. Taza de mayólica polícroma aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

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Figura 13. Taza de mayólica naranja sobre blanco aguascalentense. Procedencia Jardín de los Palacios, Aguascalientes, México.

Algunos tiestos de tazón y taza presentan líneas onduladas en la parte exterior del cuerpo, en colores amarillo y negro, siendo escasa la muestra. En el caso de los motivos fitomorfos se trata de pequeñas guirnaldas, racimos de flores y una flor que puede ser identificada como de amapola, mismos que son aderezados con un motivo puramente aguascalentense que es el pestañeado, todos ellos en conjunto decoran los fondos de platos y el exterior de floreros. Si bien se ha considerado que la tradición policroma de las mayólicas del siglo XIX evidencian una decadencia de la tradición mayólica en México, dada la falta de refinamiento y lo simple de sus diseños, otros autores señalan que este complejo cerámico representa una evolución con matices propios asociados a procesos socioeconómicos de la época (Fournier y Charlton 1998). En nuestra opinión serán los nuevos sitios de producción, arriba citados, quienes en gran medida con su tradición histórica determinaron los diseños que caracterizan a la mayólica del siglo XIX. La mayólica de Aguascalientes no presenta marcas de los talleres o maestros loceros. Posiblemente al tratarse de una producción para satisfacer los mercados locales y con poca competencia, las locerías no requirieron de someterse a medidas de control y fiscales como se establecieron en Puebla y la ciudad de México desde el siglo XVII. De ahí también que los documentos antiguos que hablan de su producción sean principalmente contratos de compraventa de mercancías y testamentos.

OCASO DE LA MAYÓLICA AGUASCALENTENSE En 1885, Pedro Santoyo, Isidro de la Vega y Julián López fundaron la fábrica de loza fina San Carlos, su objetivo era copiar la porcelana europea, sin embargo su efímera sociedad concluyó un año después con un pleito judicial (Gómez Serrano 1988).

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El censo de familias dedicadas a la alfarería levantado en el año de 1921 declara tan solo en 30 el número de talleres existentes en la ciudad de Aguascalientes, sin diferenciar las que producían loza ordinaria de las de mayólica (Martínez 1988). Un momento de resurgimiento asociado a una búsqueda de calidad ocurre entre 1940 y 1950 en los talleres de Quirino y Bernabé Hernández, de los Araiza y de Juan Silva, últimos maestros loceros de lo blanco en Aguascalientes (Giffords y Olvera 1994). La decadencia sobreviene en los años siguientes, las causas son diversas, entre las que se encuentran el aumento del costo de los materiales, otra una baja demanda y una más que las instituciones de gobierno intentaron obligar a los talleres a registrarse para pagar impuestos y el seguro social de sus trabajadores. Para el año de 1958 ya tan solo existía un solo taller dedicado a la mayólica, el de Juan Silva, en la calle de Larreategui. Diversos ejemplares de mayólica Aguascalentense existen en los acervos del Museo Regional de Aguascalientes, entre ellos la colección restaurada procedente del Jardín de Los Palacios y algunas piezas sueltas entregadas como donación. Otras más debieron llegar a colecciones de museos en San Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato, Jalisco y ciudad de México, desconociendo su procedencia. De esta forma queda a la investigación arqueológica no solo la tarea de ampliar el conocimiento sobre esta tradición cerámica, sino también divulgar su origen y cronología.

Recibido: marzo de 2013 Aceptado: octubre de 2013

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BREVE CURRÍCULUM VITAE DEL AUTOR Daniel Valencia Cruz: Licenciado en Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México. Diploma de Estudios Avanzados en Gestión de Patrimonio Histórico, UPO, Sevilla. Investigador titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Profesor titular de la materia Arqueología Histórica. Ha realizado investigación arqueológica en inmuebles de los Centros Históricos de las ciudades de México, Aguascalientes y Querétaro, de los años 1982 a 2013. Actualmente trabaja en el Centro INAH Querétaro, siendo responsable de la Zona Arqueológica El Cerrito, centro ceremonial prehispánicos del periodo Posclásico mesoamericano.

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