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Huella del Agua y Reducción de Filtraciones en Canales

Nuevas Estrategias para Enfrentar el Problema de la Escasez Hídrica En los últimos años, han aparecido nuevas opciones para evaluar y enfrentar la menor disponibilidad y creciente demanda por el vital elemento. Mientras en el plano mundial, el concepto de la Huella del Agua incorpora antecedentes de las cantidades necesarias de agua para productos de uso diario, en planos más específicos, investigadores evalúan formas de detectar y reducir las pérdidas en los canales de riego.

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Hamil Uribe C. Ingeniero Civil Agrícola, Dr. Investigador INIA Quilamapu [email protected]

Felipe Riquelme M. Licenciado en Ciencias de la Ingeniería INIA Rayentué [email protected]

El aumento sostenido en la demanda y la escasez de recursos hídricos, ha generado una preocupación mundial motivando a cuantificar el agua usada en las distintas etapas de los procesos productivos. El año 2002, el investigador holandés Arjen Hoekstra introdujo el concepto de la huella del agua o huella hídrica, definida como el volumen total de agua dulce usado para producir bienes o servicios. La huella hídrica pretende diferenciar el consumo de agua según su fuente de procedencia y considera, además, el agua contaminada asociada a la producción. Para ello, la huella hídrica es dividida en colores: azul, verde y gris.

Huella de colores La huella azul corresponde al agua dulce, superficial o subterránea, utilizada por un cultivo. Involucra agua evapotranspirada, agua incorporada en el producto mismo, agua fresca que no retorna al cauce o fuente donde fue captada, o que no retorna en el mismo período en que se desarrolla el cultivo. En épocas de lluvias, la demanda de agua del cultivo está cubierta por ella.

La Huella del Agua

La huella verde es un indicador del uso del agua proveniente de las lluvias, que luego de ser almacenada en el suelo, es evapotranspirada por las plantas. No considera el agua de lluvia que pasa a recargar las napas o que se pierde por escurrimiento superficial. La demanda de agua total de los cultivos o agua evapotranspirada, corresponde a la suma de la huella azul y verde. La huella gris es un indicador del grado en que el agua fresca es contaminada, ya sea por fertilizantes o pesticidas, en el proceso de producción por sobre los estándares de calidad del agua de riego. Debido a las dificultades para cuantificar estos valores, se ha definido la huella gris como el agua requerida para diluir los contaminantes hasta alcanzar los niveles establecidos por las normas de calidad del agua de un país o región. La huella de agua total de un producto considera la suma de estos tres componentes, y se expresa en términos de volumen de agua por masa de producto obtenido.

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Huella de agua total demandada por la producción de algunos insumos comunes.

Como un indicador de “uso del agua”, la huella hídrica difiere de la medida clásica de “extracción de agua” en los siguientes aspectos: • No se limita al uso del agua azul, sino que incluye el agua verde y gris. • No está restringido a uso directo del agua, sino que incluye el uso del agua indirecta. • No incluye el uso de agua azul en la medida en que esta agua se devuelve a la fuente de origen. La huella hídrica puede ser interpretada en relación a la sustentabilidad de los sistemas productivos, ya que puede reflejar, por ejemplo, la sobrexplotación de las reservas de agua subterránea, o el grado de polución que sufren los mismos acuíferos. Una cuestión relevante para la huella del agua de cualquier proceso, producto, consumidor o productor, es si la contribución al total de huella hídrica de un producto puede reducirse o evitarse por completo. La pregunta clave es si existe una diferencia entre la huella hídrica actual y lo mínimo razonable (sostenible) de los sistemas productivos, aspecto que será considerado por los consumidores antes de seleccionar un producto en el mercado. El cálculo de la huella del agua está relacionado con el tipo de producción, por lo que sus unidades pueden variar. Por ejemplo, para producir un litro de leche se requieren 1000 litros de agua; para producir un kilo de carne se requieren 15.400 litros de agua; y para producir un kilo de arroz se requieren 2.500 litros de agua. Si bien la huella hídrica lleva más de 9 años de desarrollo, todavía no es un criterio ampliamente considerado y no se ha llegado a un consenso de cuál es la mejor forma de calcularla. Instituciones como Unesco-IHE para la Educación Relativa al Agua, la Universidad de Twente, la Organización Mundial para la Protección del Medio (WWF) y el Banco Mundial, formaron en 2008 la Red de la Huella del Agua (Water Footprint Network) para difundir y estandarizar su cálculo a nivel mundial.

El cambio climático está influyendo negativamente en la disponibilidad de agua en el mundo, al tiempo que aumenta su demanda en los cultivos.

Para estandarizar la huella hídrica en la agricultura, es necesario considerar un método único de determinación de la evapotranspiración real del cultivo. Además, se deben considerar condiciones específicas de cada cultivo por zona, longitud del periodo de desarrollo, variedades, etc. En Chile, el riego utiliza el 78% del agua disponible; la industria el 12%, la minería el 4%, y los usos domésticos alcanzan sólo al 6%.

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La huella del agua en Chile Países como España, Italia, Holanda, Francia, Estados Unidos e India, están midiendo la huella del agua de productos agrícolas desde 2007. En Chile existen iniciativas apoyadas por el Ministerio de Agricultura para determinar la huella del agua de los cultivos más relevantes, proceso que desde 2011 está a cargo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA. Es así como se trabaja en: tomate, olivos, uva pisquera, uva de mesa, manzanas, paltas, cítricos, cereza, remolacha, leche de vaca y carne de bobino y ovino. Por otra parte, la Fundación Chile está trabajando fuertemente en este tema. Si bien la huella hídrica azul y verde en los cultivos dependen de la evapotranspiración y precipitación, mejoras en los sistemas de riego acompañadas de un buen manejo y una adecuada fertilización, aumentan la productividad, gastando menos litros de agua para producir y, a la vez, reduciendo el agua gris. Esto gracias a que las lixiviaciones se reducen, quedando los fertilizantes disponibles para los cultivos y disminuyendo la cantidad de agua requerida para diluir los contaminantes a niveles no tóxicos. Considerando que las unidades de la huella hídrica son litros por kilos, un aumento en el rendimiento de los cultivos podría tener un impacto importante en la reducción de ella.

¿Impacto en los sistemas productivos? En la actualidad, crecientes grupos de consumidores están dispuestos a pagar más por un bien o servicio que es amable con el medio ambiente, por lo que el uso eficiente de los recursos hídricos y la producción limpia son muy valorados. La huella del agua se está convirtiendo en un indicador de alto impacto, ya que permite comparar los gastos de agua involucrados en la producción de un bien o servicio entre distintas regiones o países. Al igual que la huella de carbono, se espera que se convierta en un estándar internacional y en un requerimiento para entrar a mercados más exigentes, por lo cual no será extraño que se requiera incluir la huella hídrica en la etiqueta de muchos productos. Todo hace prever que la huella hídrica repetirá el fenómeno ocurrido con la huella de carbono que pasó, en pocos años, de ser sólo un concepto, a ser considerado un indicador clave en la cuantificación de los gases invernadero. Sin embargo, previo a ello se deberán uniformar los criterios de cálculo y asociarlos a la disponibilidad de agua del área geográfica donde se realiza el uso del agua. Finalmente, se puede señalar que la huella hídrica aumentará la necesidad de buscar soluciones que disminuyan el uso del agua, sin impactar la eficiencia de los sistemas productivos.

A fines del siglo XX, la agricultura empleaba el 70% de toda el agua utilizada en el mundo. Para 2030, la FAO estima que el agua destinada al riego aumentará un 14%.

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