Nuevas y viejas fuentes para el estudio de las guerras de Independencia de Cuba

Nuevas y viejas fuentes para el estudio de las guerras de Independencia de Cuba. 1868-1898. Cor ® René González Barrios Presidente del Instituto de H

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Nuevas y viejas fuentes para el estudio de las guerras de Independencia de Cuba. 1868-1898.

Cor ® René González Barrios Presidente del Instituto de Historia de Cuba.

Pareciera que todo está dicho sobre las guerras por la independencia de Cuba, sobre todo, después que, al pasar de los años, decenas de historiadores cubanos y españoles han dejado a la posteridad sus obras, algunas de ellas paradigmáticas y de obligatoria consulta.

Sin embargo, en la medida en que nos adentramos en el análisis de las causas y el desarrollo del largo conflicto de treinta años -1868 a 1898-, que concluyó con la irrupción de un nuevo poder hegemónico global, la pérdida para España de sus más preciadas colonias y el tutelaje neocolonial a Cuba, las incógnitas crecen, y las preguntas sin respuestas con ellas. En el caso de la historia militar, parece haberse centrado, a lo largo de los años, en las grandes acciones militares, las figuras prominentes, y el relato o análisis de las victorias.

Poco, muy poco, se ha escrito de la historia del cotidiano accionar de los bandos beligerantes, desde la perspectiva del soldado, las clases y oficiales subalternos, y de los civiles que aseguraban la guerra. Tampoco de la visión propia sobre el adversario. En una guerra hay múltiples protagonistas, por lo que es imprescindible el estudio a profundidad de lo que ocurría del otro lado de la colina, como lo llamara el historiador inglés Liddell Hart. En el caso de Cuba, hubo un tercer protagonista, subrepticio y al acecho, al que los historiadores necesariamente, tienen

siempre que tener en cuenta: los Estados

Unidos

Durante

de

América.

los

treinta

años

de

conflicto

independentista, Norteamérica tuvo una activa participación. También en sus fondos de archivos, encontrarán los historiadores cubanos y españoles nuevas fuentes para el estudio de aquellas guerras.

Por otro lado, las derrotas son huérfanas, incluso para los historiadores. Cuan provechoso y útil sería el estudio de un conflicto analizando las derrotas y no los éxitos. Al final se llegaría al mismo resultado, el fin del conflicto, pero con las enseñanzas claras de lo que no se hizo correctamente. Esas son las necesarias lecciones en las que el historiador debe profundizar. Es una asignatura pendiente para gran parte de los historiadores militares.

Para llegar a estos nuevos enfoques y análisis, es necesario la relectura de las obras que han marcado épocas en estos estudios, y el acceso a nuevas fuentes documentales. Entraríamos entonces en las disquisiciones de que es lo nuevo y lo viejo en cuanto a fuentes, a partir del conocimiento que los historiadores militares e investigadores de estos temas, tienen al respecto.

Los historiadores militares cubanos, por ejemplo, conocen muy poco, casi nada, de lo que la historiografía española ha escrito en los últimos años sobre las guerras de Cuba, y me atrevo a decir que viceversa. Es esa una limitación y un gran reto. Al desconocimiento de lo publicado, a la falta de contactos, se une como limitación fundamental, el acceso en ambas direcciones, a la documentación de primera mano sobre temáticas desconocidas, necesarias para el análisis del alcance de la guerra y su dinámica económica, política, social y militar.

Cabría preguntarse hasta qué punto los historiadores militares españoles conocen o han tenido acceso a los diarios de campaña,

memorias o publicaciones con selecciones de correspondencias publicadas en Cuba a lo largo del siglo XX y lo que va de XXI. Cuál es el nivel de conocimiento que sobre la documentación de los treinta años de guerra conservan los archivos históricos cubanos, en especial el Archivo Nacional de Cuba, la Biblioteca Nacional José Martí, la biblioteca del Instituto de Literatura y Lingüística, la de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la del Instituto de Historia de Cuba,

por

solo citar

algunas

de

las

principales

instituciones

conservadoras del patrimonio histórico cubano.

En ellas descansan centenares de obras, periódicos, revistas, folletos, correspondencia, diarios de campaña y diferentes tipos de papelería, de imprescindible consulta para el análisis de las guerras.

En el archivo Nacional de Cuba, por ejemplo, existen diferentes fondos vinculados a las guerras de Cuba, el principal de ellos Donativos y Remisiones. A él se suman los fondos Revolución del 95, Academia de la Historia, Partido Revolucionario Cubano, Adquisiciones, Bienes Embargados, Gobierno Superior Civil, Museo Nacional, Máximo Gómez, Calixto García, Manuel Sanguily, Carlos García Vélez, Jorge Quintana, entre otros, repletos de documentos más o menos consultados por los historiadores cubanos.

A las fuentes de archivos cubanas anteriormente referidas, se unen las colecciones de prensa, cubana y española, publicadas en la isla, que atesoran nuestros archivos y bibliotecas. En todos los casos, documentos o prensa, los archivos y fondos cubanos preservan fuentes documentales relacionadas con el ejército español y las guerras de Cuba. ¿Hasta dónde son conocidas estas fuentes por los historiadores militares españoles? No lo sabemos.

El mismo análisis lo hago a la inversa. Son contados los historiadores militares cubanos que han tenido la posibilidad de consultar la enorme riqueza de patrimonio documental vinculadas a las guerras de Cuba, conservada en los archivos históricos militares españoles. Los fondos que atesora el Archivo Central del Servicio Histórico Militar en Madrid, el Archivo General Militar de Segovia, el de la Marina “Álvaro de Bazán” en el Viso del Marqués, el Archivo del Servicio Geográfico del Ejército y el Fondo Ultramar del Archivo Histórico Nacional, son una verdadera revelación para quienes estudien las guerras de independencia de Cuba, con la visión sosegada y multidisciplinaria que marcan 120 años de experiencia y distanciamiento de los hechos.

Hace algunos años, el historiador César García del Pino, miembro de número de la Academia de la Historia de Cuba, considerado actualmente el decano de los historiadores cubanos, tuvo la oportunidad de revisar el fondo Ultramar del Archivo Histórico Nacional. En él existe una Sección Cuba que contiene la correspondencia de los Capitanes Generales y también los Consejos de Guerra realizados contra los independentistas cubanos. Allí están los documentos de la Cámara de Representantes de la República de Cuba en Armas, que fueron capturados en 1871 durante operaciones del ejército español en la provincia de Camagüey.

Otro historiador, en este caso militar, el Dr. Gustavo Placer Cervera, tuvo el privilegio de trabajar en los fondos del Archivo Central del Servicio Histórico Militar en Madrid. Llegó a La Habana cautivado y ansioso por todo lo que olfateó y palpó, había sobre las guerras de independencia y que no tuvo oportunidad de consultar, entre otros

factores, porque las cajas estaban identificadas de maneras generales y no catalogadas cada uno de los documentos.

Pero lo que más le impactó fue la existencia de siete cajas identificadas, según el catálogo, como “Documentación incautada al enemigo. (1895-1898)”. Revisando al azar en una de ellas, entre su contenido heterogéneo, encontró verdaderas revelaciones para nuestra historia: correspondencia, tanto personal como inherente a la guerra, diarios personales, documentos de prefecturas, partes de guerra, etc.

Cabría preguntarse, ¿estos viejos papeles largamente añejados por el tiempo, son a la vez viejas fuentes? En estos casos, los conceptos de lo viejo y de lo nuevo se desdibujan por los niveles de acceso a ellas.

Para la historiografía militar cubana la inmensa mayoría de la información existente en los archivos españoles, en especial los militares, es hoy tan nueva como cuando se organizó y se abrió su acceso al público por vez primera. El concepto de nuevo, repito, lo marca el acceso a la fuente, no el ingreso del documento al archivo.

En el caso de los documentos relacionados con las guerras por la independencia de Cuba existentes en los archivos de la isla, su casi totalidad están catalogados e indexados en los diferentes fondos del sistema nacional de archivo. No obstante, muchos de ellos, como fuentes, también son nuevos para los historiadores, pues la novedad la brinda también la agudeza del investigador al hurgar y hallar entre un mar de papeles, la información precisa que sustente las variables de sus objetivos de investigación.

De acuerdo a la información que poseemos, tanto de fuentes escritas como de las Guías de los Fondos de Archivos Militares Españoles de 2002) como verbales, la documentación referente a las guerras por la independencia de Cuba que está depositada en el AGMM comprende unas 2 500 cajas que no están completamente catalogadas a las que habría

que

agregar

otras

(aproximadamente

mil)

que

fueron

transferidas desde el Archivo General Militar de Segovia. Como podemos apreciar, a simple vista, un universo extraordinario de fuentes para el análisis de la historia desde aristas poco o nunca tratadas.

Las nuevas tecnologías de la ciencia informática han revolucionado el acceso a las fuentes y la socialización de la información. Pero para ello es imprescindible la catalogación e indexación de los documentos. El solo conocimiento o publicación de los catálogos de los fondos, con sus contenidos detallados, resuelve prácticamente el cincuenta por ciento del problema: saber lo que existe. A partir de allí se establecen las prioridades para la investigación y el intercambio.

Es importante el análisis integral de las guerras de Cuba por los impactos que la misma tuvo en los destinos de ambos países. El 98 marcó un antes y un después para España, y también para Cuba, que pasó de colonia ibérica a neocolonia norteamericana.

En el caso de los historiadores militares, con el análisis de la guerra desde el trabajo con las nuevas fuentes, se pueden llegar a conclusiones más objetivas. Muchas veces, cuando leemos ensayos históricos sobre un mismo hecho escritos desde Cuba y España, respectivamente, nos parece se trata de dos guerras diferentes o dos historias diferentes las que se cuentan. Está claro que las perspectivas del análisis varían según los objetivos del investigador, pero lo que no

es lógico el sobredimensionamiento de un hecho de guerra a partir de las diferentes fuentes que ofrecen datos sobre ellas. Ahí está el papel del historiador, y solo la valoración y el análisis permitirán el acercamiento a la verdad histórica.

Brevemente,

enunciaremos

diez

aspectos

de

las

guerras

de

independencia de Cuba, muy poco tratados y que revisten especial importancia en el estudio de estas.

Inventario de las acciones militares españolas y cubanas y de las campañas militares.

La historia de las guerras por la independencia de Cuba, se ha fundamentado en el recuento o análisis de las grandes batallas o acontecimientos trascendentales, sin tener en cuenta que la táctica de ambos bandos hubo de evolucionar a partir de las posibilidades reales del ejército libertador, de enfrentar, desde su maltrecha logística, a su formidable y poderoso adversario. Lo que predominó en la cotidianidad de la guerra fueron acciones de encuentros, casi diarios, a todo lo largo de la geografía de la isla. Eran encarnizados y se peleaba duro. Sin embargo, no existe, ni en Cuba ni en España, un inventario de las acciones militares de las guerras de Cuba.

El Centro de Estudios Militares del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, elaboró, en tres tomos, el Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba. El primero, dedicado a las biografías de los principales jefes mambises, de coronel en adelante; el segundo a las acciones combativas; y el tercero a las expediciones navales y acontecimientos militares.

Ha sido un extraordinario esfuerzo y un intento de acercamiento a la verdadera dimensión del conflicto. Sin embargo, en cuanto a las acciones combativas, se seleccionaron 250 de las consideradas, a partir de las fuentes cubanas, como las fundamentales, lo que no significa que necesariamente lo sean para la historiografía española. El Congreso Nacional de Historia efectuado en La Habana del 8 al 12 de octubre de 1943, determinó que en los treinta años de guerra ocurrieron no menos de 10 mil acciones combativas.

Es imprescindible, para poder analizar la guerra, sus costos e impactos, la confección de un inventario de las acciones combativas de las guerras de Cuba. Los grados ganados por los militares españoles, en especial su alto mando, y los de los jefes cubanos, fue el resultado de un intenso accionar militar reflejados en las hojas de servicios de estos, y en las cicatrices de sus cuerpos.

Con dos ejemplos ilustraré este aspecto. La toma de Bayamo por el Conde de Valmaseda en enero de 1869, y la campaña de Pinar del Río en 1897. Las principales fuentes que analizan el primer hecho, hacen referencia al avance de Valmaseda desde Puerto Príncipe y sus encuentros con las tropas cubanas en El Salado, Saladillo, como acciones de mayor significación. Cuando revisamos las hojas de servicios de militares españoles que participaron en aquella campaña conocida como “Creciente de Valmaseda”, encontramos un batallar diario en el que las fuerzas de ambos bandos se enfrascaron en innumerables acciones de pequeña y mediana envergadura. La lectura de esta ofensiva tiene que ser necesariamente distinta, pues no fue un paseo para el ejército español, sin más gloria que el avance indetenible de poderosas fuerzas para recuperar la proclamada capital de la

Revolución. El naciente e improvisado ejército libertador dio guerra y vendió cara su derrota.

En el caso de la campaña de Pinar del Río en 1897, cuando el capitán general Valeriano Weyler había proclamado la pacificación de ese territorio tras la muerte del general Antonio Maceo, revisando los partes publicados en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, encontramos que en el año 1897 se combatió en aquella provincia más que en el año precedente. Los insurrectos tras las medidas militares tomadas por Weyler, cambiaron la táctica y desplegaron una activa guerra de guerrillas, combinada con acciones semi regulares. El 97 fue más duro al Ejército español en Occidente que el 96. Próximamente saldrá a la luz una nueva investigación al respecto, elaborada a partir del análisis comparativo de fuentes cubanas y españolas.

Para la elaboración de este inventario de acciones militares, son fuentes

importantes

los

documentos

relacionados

con

las

condecoraciones militares, las órdenes de la capitanía general, los documentos del cuerpo de la Guardia Civil, de los voluntarios y los guerrilleros, las hojas de servicios de los jefes militares, los registros de la sanidad militar, entre otros. La casi totalidad descansan en los archivos militares españoles.

Biografiar al alto mando español

Las guerras de Cuba fueron el escenario práctico en que se formó toda una generación de generales españoles que pasarían a jugar primero en ella, y posteriormente en la vida política y militar de España, importantes roles históricos. En los campos de batalla de Cuba, y frente a un adversario pujante y audaz, los militares españoles, veteranos

entre otras, de las campañas de África, Santo Domingo, Conchinchina, y de las propias guerras intestinas de la península, lograron acumular un respetable caudal de experiencias teórico-prácticas como militares.

Los insurrectos cubanos se enfrentaron a jefes y oficiales del ejército español, militares de carrera, con excelente preparación, que en su gran mayoría demostraban en el combate entereza, coraje y valor.

El conocimiento por los historiadores militares cubanos de los jefes que comandaban al ejército español, fortalece el análisis de la significación de cada acción combativa y del prestigio de los jefes cubanos, forjados en el combate a militares que los superaban en preparación.

Las hojas de servicios del generalato español y de los miembros de su alto mando, son una de las principales fuentes para el análisis integral de la guerra.

El tratamiento despectivo a los jefes cubanos por militares españoles y por la historiografía española, no amerita ni avala la destacada carrera militar de sus jefes. Si se niega como militares a los generales cubanos, ¿qué mérito tiene haber combatido durante treinta años contra un ejército de ineptos y no derrotarlos de manera fulminante? Llamo la atención al respecto, pues como regla, los principales jefes de ambos bandos, se reconocieron sus méritos.

La economía y la guerra

En las secciones Destinos, Estadística, Instrucción, Contabilidad, Armamento, Asuntos Generales, Justica, Organización, Reclutamiento, Recompensas,

Remonta,

Sanidad,

Uniformidad,

Material

de

Administración, Material de Artillería, Material de Ingenieros, Material de los Cuerpos, Material de Sanidad, Asuntos generales, entre otras, de la sección Asuntos del Ministerio de la Guerra, se encuentra un caudal enorme de documentación para el análisis económico, político y social de las guerras de Cuba.

Ingeniería militar y cartografía militar

En las guerras de Cuba, sobre todo en la del 95 al 98, la ingeniería militar española jugó un rol muy importante. La isla se llenó de trochas, alambradas, fuertes, trincheras, blocaos, etc., a un altísimo costo económico y militar, sobre todo por las implicaciones que en cuanto a su protección y defensa implicaban. Los fondos del Cuerpo de Ingenieros brindan formidables datos para el análisis, al igual que los existentes en el Archivo del Servicio Geográfico del Ejército donde existen documentos sobre Cuba en su fondo de Mapas y Planos. De hecho, para analizar las acciones combativas, los mapas son fuentes fundamentales, muy poco utilizadas por quienes priorizan otro tipos de fuentes.

Inteligencia militar

El contenido de una sola caja, la 3409, del Fondo Ultramar del Archivo Central del Servicio Histórico Militar, nos dará una idea de lo importante que es la consulta de estas fuentes Según catálogo, esta caja contiene:  Confidencias (1882-1898)  Planes del enemigo. •

1882-1898. (aproximadamente 100 páginas).



1895-1898 (Aproximadamente 300 páginas).



1896-1898 (Aproximadamente 200 páginas).

 Informes sobre movimientos de los insurrectos Serafín Sánchez y Miguel Barnet en Santo Domingo.  Informes sobre movimientos y actividades de Máximo Gómez y Antonio Maceo.  Expediente, fechado el 12.1.1887 sobre informes de un espía del Cónsul en Cayo Hueso.  Instrucciones para que cada batallón en operaciones contrate cuatro prácticos (se les pagaban 40-50 pesos mensuales por sus servicios).  Confidencias relacionadas con reuniones de revolucionarios en la jurisdicción de Holguín en 1893 (10 páginas).  Cartas (en inglés), de oficiales de la Kingston Infantry Militia ofreciéndose para ir a Cuba al servicio del Ejército Español.  Telegramas e informes fechados el 21 de Diciembre de 1895, relacionados con el movimiento de la Columna Invasora.  Creación de Secciones de Policía afectas al EM y Comandancias Generales con el fin de adquirir toda información que pueda ser útil para la campaña.  Numerosos anónimos, confidencias y denuncias de Diciembre de 1896.  Subcarpeta de confidencias anónimas agrupadas por meses.  Subcarpeta “El Gobernador Civil de Santa Clara denuncia abusos cometidos por la Guerrilla de Cifuentes”. Octubre 1896.  Confidencias sobre desembarco en Punta Cartas, Pinar del Río, con pertrechos para los insurrectos. Abril 1896.  Subcarpeta de Confidencias agrupadas por lugar de origen.

Es muy importante en el análisis de las guerras, estudiar el largo brazo del espionaje español, que alcanzó la actividad insurrecta en todo el

mundo y que llegó a penetrar y reclutar a jefes, oficiales y revolucionarios cubanos. Ello aportaría información muy valiosa a los historiadores cubanos, para el análisis del ¿por qué? de muchos de los principales acontecimientos de las guerras de Cuba.

Sanidad Militar y las bajas en la guerra

Historiadores cubanos liderados por el Dr. Raúl Izquierdo Canosa, coronel de la reserva de las fuerzas armadas cubanas, realizaron un levantamiento nacional en los archivos, de las bajas españolas en la guerra del 1895 a 1898. Como resultado, se publicó la obra Viaje sin regreso. Sin embargo, no todo está dicho, pues la información utilizada está fundamentada en los registros de las parroquias y cementerios de la isla y no en los informes de la sanidad militar española existente en sus archivos militares. Estas fuentes aportarían, entre otros elementos, la posible ubicación y enterramientos de los militares españoles caídos en Cuba, y las causas.

Empleo de cubanos en la guerra Voluntarios, guardia Civil y guerrillas

Según la apreciación de jefes cubanos del ejército libertador, España empleó miles de cubanos, negros incluidos, para combatir la insurrección. Estos formaban parte de la Guardia Civil, el Cuerpo de Voluntarios y sobre todo, de las guerrillas que servían como punta de lanza, vanguardia y exploración a las tropas regulares. Este tema tan necesario de estudio, permanece virgen en la historiografía militar cubana.

Guerra naval

España prestó especial atención al combate a las expediciones mambisas, preparando incluso tropas de infantería de marina que desplegaron a todo lo largo de la isla. Desde las fuentes cubanas se han publicado varias obras sobre las expediciones mambisas; ninguna que conozcamos, sobre la estrategia y guerra naval española contra la insurrección, existiendo múltiples documentos al respecto, en los archivos militares españoles.

Prensa militar

Con los avances del Internet y las infocomunicaciones, apenas en los últimos cinco años los historiadores cubanos han accedido a medios de prensa españoles del siglo XIX, de importancia capital para estudiar las guerras. Me refiero al Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, al Correo Militar, La Correspondencia Militar, Militares y Paisanos, entre otros. Todas son fuentes imprescindibles para la comparación de los partes sobre las acciones combativas, con las fuentes cubanas, entre otros temas de la guerra.

Tengamos en cuenta la existencia de versiones diferentes de las acciones y sus resultados, según el bando; que los cubanos no recogían en su prensa muchas por las que los españoles eran condecorados y consideradas sus victorias; que los españoles tampoco las de los cubanos. La contrastación de las fuentes de prensa cubanas y españolas y su comparación con los partes de guerra, documentación oficial y diarios de campaña, nos permitirá aclara las tergiversaciones que la prensa y los jefes de ambos bandos, divulgaban.

Documentos ocupados y diarios de campaña

Pudiéramos considerar estas fuentes como patrimonios o trofeos de guerra del ejército español, que tienen para los historiadores militares cubanos y para Cuba, un efecto especial. Muchos de ellos pertenecieron a los patriotas que ayudaron a forjar la nueva nación independiente, y su inventario y publicación tendría un doble y especial efecto.

Como

se

presupone

que

todos

hayan

sido

ocupados

como

consecuencia de derrotas del mambisado cubano, su contenido es mucho más valioso para el análisis de las interioridades de la guerra en el campo cubano.

A los diez puntos anteriores podríamos agregar nuevas aristas de investigación. Lo importante de esta reflexión es el llamado de atención sobre lo novedoso de las fuentes que albergan los archivos militares españoles para la historiografía militar cubana, y para los historiadores españoles, la que acumulan los archivos y bibliotecas cubanos.

Conocemos que el Archivo de Indias conserva el fondo del general Camilo García Polavieja y la Academia de la Historia el de Caballero de Rodas, ambos capitanes generales de la isla. Estas son otras fuentes novedosas, prácticamente desconocidas para la historiografía cubana.

En ocasión del centenario de la guerra de 1895, hube de entregar a la Casa Editorial Verde Olivo del Ministerio de las Fuerzas Armadas de Cuba, sendas obras sobre el ejército español y los capitanes generales durante la Guerra de los Diez Años. Ambos libros, hoy agotados,

marcaron el inicio de una nueva etapa de análisis de las guerras de Cuba desde la perspectiva del adversario.

Desde esa fecha comencé a trabajar en la elaboración del Diccionario biográfico militar de los generales de España en Cuba entre 1868 y 1898, obra a la que convidé a sumarse, tiempo después, a dos historiadores militares y un apasionado médico estudioso del tema. De esta obra se derivará el inventario de las acciones combativas de las guerras de Cuba, como resultado del análisis de las hojas de servicios de cada uno de aquellos militares.

Alguna vez una persona me manifestó que era imposible escribir mis dos libros sobre el ejército español sin haber visitado España. Le contesté que estaban hechos con las fuentes existentes en la isla y que otro, sin dudas mejor, hubiera sido el resultado si hubiera tenido acceso a las fuentes militares españolas. Lo mismo, estoy seguro, contestaría un historiador español, de las guerras de Cuba.

Aprovechemos la ocasión del 120 aniversario de las guerra del 95 al 98, como pretexto para emprender una nueva ofensiva historiográfica, con un intercambio fluido de datos y fuentes, que contribuyan al análisis objetivo e integral de una historia común.

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