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EL OSO MARIPOSO: Os voy a contar el cuento del oso más famoso de la historia de los cuentos. Este oso, vivía en el Monte Solitario. ¿Sabéis por qué se le llamaba así? Pues porque por más que el osito buscara y buscara, no encontraba ningún amiguito con el que poder jugar. ¡Y es que el osito era el único que vivía allí! Al osito no le gustaba su monte, porque se sentía muy solito. Una tarde, cuando estaba jugando en la colina del monte, se fijó en que muy a lo lejos, se divisaban unas enormes montañas. El osito, que era muy curioso, se preguntaba qué se escondería detrás de aquellas fabulosas montañas. ¿Os imagináis que hubiera alguien con quien poder jugar? ‘‘Quizás si salto con mucha fuerza, pueda ver qué hay al otro lado de las montañas’’ – pensó el osito. Así que comenzó a saltar y a saltar con todas sus fuerzas pensado que más allá de las montañas podría encontrar amiguitos. ¡Ay qué contento estaba el osito! Sólo de imaginar que podría encontrar algún amigo… ¡el osito se ponía a cantar como loco! Qué habrá al otro lado De las montañas Habrá un mundo nuevo Por explorar Y muchos amiguitos Con los que jugar Si quiero adivinarlo Solo tengo que Saltar, saltar y volver a saltar
Así que el osito se pasaba el día entero saltando y saltando, ¡sin parar de saltar! Saltaba más alto, otro poquito más alto… pero nunca saltaba lo suficiente como para ver lo que se escondía al otro lado de las montañas. ‘’Ojala fuera más alto y pudiera ver qué hay allí…’’ se lamentaba el osito, pero no se rendía. Así pasó muchos días… por la mañana, saltaba; por la tarde, saltaba; y por la noche… ¿sabéis que hacía el osito por la noche? ¡¡Pues saltar más!! Una noche, agotado de tanto saltar, el osito decidió tumbarse en la colina a dormir un poco. Se apoyó en una roca y pronto se le empezaron a cerrar los ojitos. Estaba tan cansado que no podía evitar bostezar. De repente, mientras bostezaba, una bonita mariposa de colores que volaba cerca del osito… ¡¡se coló en su boca!! -¡¡Oh!! Pero… ¡¡si me he tragado una mariposa!! – exclamó sobresaltado el osito. Pero lo que no sabía el osito es que, lo que se había tragado, no era una mariposa normal… ¡sino una mariposa mágica! De repente, el osito empezó a notar algo raro en su espalda… ¡¡Le habían crecido unas bonitas alas de colores!! -¡Qué bien! ¡Qué bien! Con estas alas mágicas de mariposa, podré volar hasta las montañas y ver por fin que se esconde al otro lado. ¡¡Seguro que encuentro montones de amiguitos!! –gritaba el osito muy contento. Así que se puso de pie y empezó a mover las alitas muy rápido, mientras cantaba… El osito voló sobre la colina y llegó a las montañas en un periquete. Siguió volando hasta que empezó a ver un montón de hojitas marrones y naranjas en
el suelo. Empezó a caminar por aquella extraña ciudad en la que las hojas de los árboles se caían. Hacía bastante frío y el viento soplaba con fuerza. De repente, algo pequeño le dio en la cabeza al oso mariposo. ¡Era una castaña! Pero… ¿quién le habría tirado una castaña? -¡Eh! ¡Aquí arriba! –gritó una ardillita riendo en lo alto de un árbol- soy la ardillita Oti, y esta es la ciudad del otoño. Estoy recolectando frutos secos para tener mucha comidita. ¿Tú quién eres? -Yo soy el osito mariposo, ¡podemos jugar juntos! –dijo muy contento el osito. - ¡Claro que sí! Como hace mucho viento, podemos jugar con mi cometa y así te enseñaré mi ciudad. El osito y la ardillita Oti estuvieron jugando un montón. Como el osito se lo estaba pasando tan bien, se quedó un montón de tiempo con su amiga la ardillita Oti en la ciudad del otoño. Pero llegó un día en el que el osito se empezaba a cansar de tanto viento, de tener que sacar el paraguas por la lluvia y de que las hojas de los árboles se cayeran, así que decidió ir en busca de otra nueva ciudad. Se despidió de su amiguita la ardilla Oti y le prometió que volvería a visitarla. Así que el osito se fue y empezó a volar y a volar hasta que vio una ciudad que estaba llena de nieve. Cuando llegó empezó a tiritar… ¡hacía muchísimo frío! De repente, se encontró con un lobito. El lobito iba muy abrigado, tenía guantes y llevaba una bufanda, un gorrito de lana y un abrigo. -¡Anda! ¡Un oso con alas de mariposa! ¿Cómo te llamas? –preguntó el lobito. -Puedes llamarme el oso mariposo –contestó el oso- ¿tú quién eres? -Yo soy el lobito Invi y vivo en la ciudad del Invierno. Aquí hace mucho frío y nieva y llueve un montón, pero yo me lo paso genial. Si quieres puedes venir
conmigo, pero tienes que abrigarte bien. Yo te enseñaré la ciudad del Invierno y jugaremos juntos, ¿vale? Invi le prestó un abrigo, unos guantes, una bufanda y un gorro al osito, y juntos fueron a jugar. ¡Se lo pasaron genial! Jugaron a tirarse bolas de nieve, se deslizaron con el trineo, hicieron muñecos de nieve… ¡Cómo molaba la ciudad del invierno! Mientras jugaban el osito se asomó a una pequeña cueva y vio que estaba allí… su amiga, ¡la ardillita Oti! Pero no quiso decirle nada, porque estaba dormidita. El lobito Invi le explicó que eso se llamaba invernar. Siguieron jugando mucho tiempo hasta que el oso mariposo… empezó a tiritar. -Jo Invi, no aguanto más el frío que hace aquí. Me iré a buscar otra ciudad en la que haga más calorcito. Me lo he pasado muy bien… ¡te prometo que volveré! Invi y el oso mariposo se dieron un abrazo muy fuerte y el osito echó a volar en busca de otra ciudad. Voló y voló hasta encontró una ciudad preciosa. Los árboles estaban llenos de hojas y había flores de todos los colores. Además, hacía mucho más calorcito que en la ciudad del Invierno. De repente, el osito escuchó una bonita melodía. ¡Era el cantar de un pajarillo! -¡Pio pio! ¡Eres el primer oso que he visto volar en mi vida! –dijo el pajarito riendo- Soy el pajarito Primi y esta es la ciudad de la Primavera. ¡Si quieres, puedo enseñártela! El osito, muy contento, voló junto al pajarito Primi. Volaron sobre las bonitas flores de la ciudad primavera y jugaron mientras las abejas se posaban sobre
las flores. Y cuál fue la sorpresa del oso mariposo cuando de repente vio… ¡a la ardilla Oti! -¡¡Ya te has despertado, Oti!! –gritó como loco de contento el osito. La ardilla Oti se unió al oso mariposo y al pajarito Primi. ¡Qué bien se lo pasaron jugando en la ciudad de la Primavera! Jugaron mucho tiempo hasta que el osito, se empezó a aburrir en la ciudad de la Primavera. -Me lo he pasado muy bien –le dijo el osito al pajarillo Primi- pero quiero conocer alguna otra ciudad en la que haga aun más calorcito. ¡Te prometo que volveré! El osito le dio un abrazo muy fuerte y empezó a volar. Voló y voló hasta que empezó a tener mucho calor. Vio a lo lejos que el sol alumbraba con sus rayos una bonita ciudad que tenía árboles llenos de flores. De repente, el osito se encontró… ¡con una jirafa! -Hola osito, que alas tan bonitas tienes –le dijo la jirafa sonriente- soy la jirafa Vera y ésta es la ciudad del verano. Aquí hace mucho calorcito, y para refrescarme me gusta ir a la piscina y saltar las olas en la playa. ¿Quieres venir a jugar conmigo, osito? ¡El osito estaba tan contento! ¡Había conocido una nueva amiguita! Fue con la jirafa Vera a bañarse en la piscina y después a saltar las olas en la playa. ¡Se lo pasó de maravilla! El osito pasó mucho tiempo jugando con su amiga la jirafa Vera, hasta que un día empezó a echar de menos a su amiguita la ardilla Oti, así que decidió ir a visitarla de nuevo a la ciudad del Otoño. El osito se despidió de la jirafa Vera y la prometió que volvería para jugar con ella otro día.
Voló hasta la ciudad del otoño y allí jugó con su amiguita la ardilla Oti hasta que empezó a echar de menos a su amiguito el lobo Invi. Entonces, voló hasta la ciudad del invierno y allí estuvo mucho tiempo jugando con Invi… hasta que empezó a echar de menos al pajarito Primi. Así que voló hasta la ciudad de la Primavera, y se quedó allí mucho tiempo con su amigo el pajarito Primi… hasta que empezó a echar de menos a su amiguita la jirafa Vera. Entonces, ¿sabéis que hizo el osito? Volar hasta la ciudad del verano para quedarse un montón de días jugando con su amiga la jirafa Vera. ¿Y sabéis hasta cuándo se quedó el osito en la ciudad del verano? ¡Hasta que empezó a echar de menos a la ardilla Oti! Y así pasaba los días el oso mariposo que, como quería tanto a sus amiguitos, los iba visitando a sus ciudades cada cierto tiempo. Se iba a la ciudad del otoño y se quedaba allí jugando con su amiga la ardilla Oti en septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Después, se quedaba jugando en la ciudad del invierno con el lobito Invi en diciembre, enero, febrero y marzo. Luego, se iba a la ciudad de la primavera con el pajarito Primi y se quedaba allí en marzo, abril, mayo y junio. Después, se quedaba en la ciudad del verano junto a la jirafa Vera en junio, julio, agosto y septiembre. Y así, el osito mariposo, se pasó jugando toda la vida de ciudad en ciudad. Y fue muy pero que muy feliz, porque sabía que, fuera a la ciudad que fuera, siempre habría un amiguito muy especial esperándole para jugar. Y es que… todos debemos ser osos mariposos, cuidar y conservar nuestras amistades, ya que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Y colorín colorado, este amoroso cuento… se ha acabado.
EL OSO MARIPOSO: Os voy a contar el cuento del oso más famoso de la historia de los cuentos. Este oso, vivía en el Monte Solitario. ¿Sabéis por qué se le llamaba así? Pues porque por más que el osito buscara y buscara, no encontraba ningún amiguito con el que poder jugar. ¡Y es que el osito era el único que vivía allí! Al osito no le gustaba su monte, porque se sentía muy solito. Una tarde, cuando estaba jugando en la colina del monte, se fijó en que muy a lo lejos, se divisaban unas enormes montañas. El osito, que era muy curioso, se preguntaba qué se escondería detrás de aquellas fabulosas montañas. ¿Os imagináis que hubiera alguien con quien poder jugar? ‘‘Quizás si salto con mucha fuerza, pueda ver qué hay al otro lado de las montañas’’ – pensó el osito. Así que comenzó a saltar y a saltar con todas sus fuerzas pensado que más allá de las montañas podría encontrar amiguitos. ¡Ay qué contento estaba el osito! Sólo de imaginar que podría encontrar algún amigo… ¡el osito se ponía a cantar como loco! Qué habrá al otro lado De las montañas Habrá un mundo nuevo Por explorar Y muchos amiguitos Con los que jugar Si quiero adivinarlo Solo tengo que Saltar, saltar y volver a saltar
Así que el osito se pasaba el día entero saltando y saltando, ¡sin parar de saltar! Saltaba más alto, otro poquito más alto… pero nunca saltaba lo suficiente como para ver lo que se escondía al otro lado de las montañas. ‘’Ojala fuera más alto y pudiera ver qué hay allí…’’ se lamentaba el osito, pero no se rendía. Así pasó muchos días… por la mañana, saltaba; por la tarde, saltaba; y por la noche… ¿sabéis que hacía el osito por la noche? ¡¡Pues saltar más!! Una noche, agotado de tanto saltar, el osito decidió tumbarse en la colina a dormir un poco. Se apoyó en una roca y pronto se le empezaron a cerrar los ojitos. Estaba tan cansado que no podía evitar bostezar. De repente, mientras bostezaba, una bonita mariposa de colores que volaba cerca del osito… ¡¡se coló en su boca!! -¡¡Oh!! Pero… ¡¡si me he tragado una mariposa!! – exclamó sobresaltado el osito. Pero lo que no sabía el osito es que, lo que se había tragado, no era una mariposa normal… ¡sino una mariposa mágica! De repente, el osito empezó a notar algo raro en su espalda… ¡¡Le habían crecido unas bonitas alas de colores!! -¡Qué bien! ¡Qué bien! Con estas alas mágicas de mariposa, podré volar hasta las montañas y ver por fin que se esconde al otro lado. ¡¡Seguro que encuentro montones de amiguitos!! –gritaba el osito muy contento. Así que se puso de pie y empezó a mover las alitas muy rápido, mientras cantaba… El osito voló sobre la colina y llegó a las montañas en un periquete. Siguió volando hasta que empezó a ver un montón de hojitas marrones y naranjas en
el suelo. Empezó a caminar por aquella extraña ciudad en la que las hojas de los árboles se caían. Hacía bastante frío y el viento soplaba con fuerza. De repente, algo pequeño le dio en la cabeza al oso mariposo. ¡Era una castaña! Pero… ¿quién le habría tirado una castaña? -¡Eh! ¡Aquí arriba! –gritó una ardillita riendo en lo alto de un árbol- soy la ardillita Oti, y esta es la ciudad del otoño. Estoy recolectando frutos secos para tener mucha comidita. ¿Tú quién eres? -Yo soy el osito mariposo, ¡podemos jugar juntos! –dijo muy contento el osito. - ¡Claro que sí! Como hace mucho viento, podemos jugar con mi cometa y así te enseñaré mi ciudad. El osito y la ardillita Oti estuvieron jugando un montón. Como el osito se lo estaba pasando tan bien, se quedó un montón de tiempo con su amiga la ardillita Oti en la ciudad del otoño. Pero llegó un día en el que el osito se empezaba a cansar de tanto viento, de tener que sacar el paraguas por la lluvia y de que las hojas de los árboles se cayeran, así que decidió ir en busca de otra nueva ciudad. Se despidió de su amiguita la ardilla Oti y le prometió que volvería a visitarla. Así que el osito se fue y empezó a volar y a volar hasta que vio una ciudad que estaba llena de nieve. Cuando llegó empezó a tiritar… ¡hacía muchísimo frío! De repente, se encontró con un lobito. El lobito iba muy abrigado, tenía guantes y llevaba una bufanda, un gorrito de lana y un abrigo. -¡Anda! ¡Un oso con alas de mariposa! ¿Cómo te llamas? –preguntó el lobito. -Puedes llamarme el oso mariposo –contestó el oso- ¿tú quién eres? -Yo soy el lobito Invi y vivo en la ciudad del Invierno. Aquí hace mucho frío y nieva y llueve un montón, pero yo me lo paso genial. Si quieres puedes venir
conmigo, pero tienes que abrigarte bien. Yo te enseñaré la ciudad del Invierno y jugaremos juntos, ¿vale? Invi le prestó un abrigo, unos guantes, una bufanda y un gorro al osito, y juntos fueron a jugar. ¡Se lo pasaron genial! Jugaron a tirarse bolas de nieve, se deslizaron con el trineo, hicieron muñecos de nieve… ¡Cómo molaba la ciudad del invierno! Mientras jugaban el osito se asomó a una pequeña cueva y vio que estaba allí… su amiga, ¡la ardillita Oti! Pero no quiso decirle nada, porque estaba dormidita. El lobito Invi le explicó que eso se llamaba invernar. Siguieron jugando mucho tiempo hasta que el oso mariposo… empezó a tiritar. -Jo Invi, no aguanto más el frío que hace aquí. Me iré a buscar otra ciudad en la que haga más calorcito. Me lo he pasado muy bien… ¡te prometo que volveré! Invi y el oso mariposo se dieron un abrazo muy fuerte y el osito echó a volar en busca de otra ciudad. Voló y voló hasta encontró una ciudad preciosa. Los árboles estaban llenos de hojas y había flores de todos los colores. Además, hacía mucho más calorcito que en la ciudad del Invierno. De repente, el osito escuchó una bonita melodía. ¡Era el cantar de un pajarillo! -¡Pio pio! ¡Eres el primer oso que he visto volar en mi vida! –dijo el pajarito riendo- Soy el pajarito Primi y esta es la ciudad de la Primavera. ¡Si quieres, puedo enseñártela! El osito, muy contento, voló junto al pajarito Primi. Volaron sobre las bonitas flores de la ciudad primavera y jugaron mientras las abejas se posaban sobre
las flores. Y cuál fue la sorpresa del oso mariposo cuando de repente vio… ¡a la ardilla Oti! -¡¡Ya te has despertado, Oti!! –gritó como loco de contento el osito. La ardilla Oti se unió al oso mariposo y al pajarito Primi. ¡Qué bien se lo pasaron jugando en la ciudad de la Primavera! Jugaron mucho tiempo hasta que el osito, se empezó a aburrir en la ciudad de la Primavera. -Me lo he pasado muy bien –le dijo el osito al pajarillo Primi- pero quiero conocer alguna otra ciudad en la que haga aun más calorcito. ¡Te prometo que volveré! El osito le dio un abrazo muy fuerte y empezó a volar. Voló y voló hasta que empezó a tener mucho calor. Vio a lo lejos que el sol alumbraba con sus rayos una bonita ciudad que tenía árboles llenos de flores. De repente, el osito se encontró… ¡con una jirafa! -Hola osito, que alas tan bonitas tienes –le dijo la jirafa sonriente- soy la jirafa Vera y ésta es la ciudad del verano. Aquí hace mucho calorcito, y para refrescarme me gusta ir a la piscina y saltar las olas en la playa. ¿Quieres venir a jugar conmigo, osito? ¡El osito estaba tan contento! ¡Había conocido una nueva amiguita! Fue con la jirafa Vera a bañarse en la piscina y después a saltar las olas en la playa. ¡Se lo pasó de maravilla! El osito pasó mucho tiempo jugando con su amiga la jirafa Vera, hasta que un día empezó a echar de menos a su amiguita la ardilla Oti, así que decidió ir a visitarla de nuevo a la ciudad del Otoño. El osito se despidió de la jirafa Vera y la prometió que volvería para jugar con ella otro día.
Voló hasta la ciudad del otoño y allí jugó con su amiguita la ardilla Oti hasta que empezó a echar de menos a su amiguito el lobo Invi. Entonces, voló hasta la ciudad del invierno y allí estuvo mucho tiempo jugando con Invi… hasta que empezó a echar de menos al pajarito Primi. Así que voló hasta la ciudad de la Primavera, y se quedó allí mucho tiempo con su amigo el pajarito Primi… hasta que empezó a echar de menos a su amiguita la jirafa Vera. Entonces, ¿sabéis que hizo el osito? Volar hasta la ciudad del verano para quedarse un montón de días jugando con su amiga la jirafa Vera. ¿Y sabéis hasta cuándo se quedó el osito en la ciudad del verano? ¡Hasta que empezó a echar de menos a la ardilla Oti! Y así pasaba los días el oso mariposo que, como quería tanto a sus amiguitos, los iba visitando a sus ciudades cada cierto tiempo. Se iba a la ciudad del otoño y se quedaba allí jugando con su amiga la ardilla Oti en septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Después, se quedaba jugando en la ciudad del invierno con el lobito Invi en diciembre, enero, febrero y marzo. Luego, se iba a la ciudad de la primavera con el pajarito Primi y se quedaba allí en marzo, abril, mayo y junio. Después, se quedaba en la ciudad del verano junto a la jirafa Vera en junio, julio, agosto y septiembre. Y así, el osito mariposo, se pasó jugando toda la vida de ciudad en ciudad. Y fue muy pero que muy feliz, porque sabía que, fuera a la ciudad que fuera, siempre habría un amiguito muy especial esperándole para jugar. Y es que… todos debemos ser osos mariposos, cuidar y conservar nuestras amistades, ya que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Y colorín colorado, este amoroso cuento… se ha acabado.
EL OSO MARIPOSO: Os voy a contar el cuento del oso más famoso de la historia de los cuentos. Este oso, vivía en el Monte Solitario. ¿Sabéis por qué se le llamaba así? Pues porque por más que el osito buscara y buscara, no encontraba ningún amiguito con el que poder jugar. ¡Y es que el osito era el único que vivía allí! Al osito no le gustaba su monte, porque se sentía muy solito. Una tarde, cuando estaba jugando en la colina del monte, se fijó en que muy a lo lejos, se divisaban unas enormes montañas. El osito, que era muy curioso, se preguntaba qué se escondería detrás de aquellas fabulosas montañas. ¿Os imagináis que hubiera alguien con quien poder jugar? ‘‘Quizás si salto con mucha fuerza, pueda ver qué hay al otro lado de las montañas’’ – pensó el osito. Así que comenzó a saltar y a saltar con todas sus fuerzas pensado que más allá de las montañas podría encontrar amiguitos. ¡Ay qué contento estaba el osito! Sólo de imaginar que podría encontrar algún amigo… ¡el osito se ponía a cantar como loco! Qué habrá al otro lado De las montañas Habrá un mundo nuevo Por explorar Y muchos amiguitos Con los que jugar Si quiero adivinarlo Solo tengo que Saltar, saltar y volver a saltar
Así que el osito se pasaba el día entero saltando y saltando, ¡sin parar de saltar! Saltaba más alto, otro poquito más alto… pero nunca saltaba lo suficiente como para ver lo que se escondía al otro lado de las montañas. ‘’Ojala fuera más alto y pudiera ver qué hay allí…’’ se lamentaba el osito, pero no se rendía. Así pasó muchos días… por la mañana, saltaba; por la tarde, saltaba; y por la noche… ¿sabéis que hacía el osito por la noche? ¡¡Pues saltar más!! Una noche, agotado de tanto saltar, el osito decidió tumbarse en la colina a dormir un poco. Se apoyó en una roca y pronto se le empezaron a cerrar los ojitos. Estaba tan cansado que no podía evitar bostezar. De repente, mientras bostezaba, una bonita mariposa de colores que volaba cerca del osito… ¡¡se coló en su boca!! -¡¡Oh!! Pero… ¡¡si me he tragado una mariposa!! – exclamó sobresaltado el osito. Pero lo que no sabía el osito es que, lo que se había tragado, no era una mariposa normal… ¡sino una mariposa mágica! De repente, el osito empezó a notar algo raro en su espalda… ¡¡Le habían crecido unas bonitas alas de colores!! -¡Qué bien! ¡Qué bien! Con estas alas mágicas de mariposa, podré volar hasta las montañas y ver por fin que se esconde al otro lado. ¡¡Seguro que encuentro montones de amiguitos!! –gritaba el osito muy contento. Así que se puso de pie y empezó a mover las alitas muy rápido, mientras cantaba… El osito voló sobre la colina y llegó a las montañas en un periquete. Siguió volando hasta que empezó a ver un montón de hojitas marrones y naranjas en
el suelo. Empezó a caminar por aquella extraña ciudad en la que las hojas de los árboles se caían. Hacía bastante frío y el viento soplaba con fuerza. De repente, algo pequeño le dio en la cabeza al oso mariposo. ¡Era una castaña! Pero… ¿quién le habría tirado una castaña? -¡Eh! ¡Aquí arriba! –gritó una ardillita riendo en lo alto de un árbol- soy la ardillita Oti, y esta es la ciudad del otoño. Estoy recolectando frutos secos para tener mucha comidita. ¿Tú quién eres? -Yo soy el osito mariposo, ¡podemos jugar juntos! –dijo muy contento el osito. - ¡Claro que sí! Como hace mucho viento, podemos jugar con mi cometa y así te enseñaré mi ciudad. El osito y la ardillita Oti estuvieron jugando un montón. Como el osito se lo estaba pasando tan bien, se quedó un montón de tiempo con su amiga la ardillita Oti en la ciudad del otoño. Pero llegó un día en el que el osito se empezaba a cansar de tanto viento, de tener que sacar el paraguas por la lluvia y de que las hojas de los árboles se cayeran, así que decidió ir en busca de otra nueva ciudad. Se despidió de su amiguita la ardilla Oti y le prometió que volvería a visitarla. Así que el osito se fue y empezó a volar y a volar hasta que vio una ciudad que estaba llena de nieve. Cuando llegó empezó a tiritar… ¡hacía muchísimo frío! De repente, se encontró con un lobito. El lobito iba muy abrigado, tenía guantes y llevaba una bufanda, un gorrito de lana y un abrigo. -¡Anda! ¡Un oso con alas de mariposa! ¿Cómo te llamas? –preguntó el lobito. -Puedes llamarme el oso mariposo –contestó el oso- ¿tú quién eres? -Yo soy el lobito Invi y vivo en la ciudad del Invierno. Aquí hace mucho frío y nieva y llueve un montón, pero yo me lo paso genial. Si quieres puedes venir
conmigo, pero tienes que abrigarte bien. Yo te enseñaré la ciudad del Invierno y jugaremos juntos, ¿vale? Invi le prestó un abrigo, unos guantes, una bufanda y un gorro al osito, y juntos fueron a jugar. ¡Se lo pasaron genial! Jugaron a tirarse bolas de nieve, se deslizaron con el trineo, hicieron muñecos de nieve… ¡Cómo molaba la ciudad del invierno! Mientras jugaban el osito se asomó a una pequeña cueva y vio que estaba allí… su amiga, ¡la ardillita Oti! Pero no quiso decirle nada, porque estaba dormidita. El lobito Invi le explicó que eso se llamaba invernar. Siguieron jugando mucho tiempo hasta que el oso mariposo… empezó a tiritar. -Jo Invi, no aguanto más el frío que hace aquí. Me iré a buscar otra ciudad en la que haga más calorcito. Me lo he pasado muy bien… ¡te prometo que volveré! Invi y el oso mariposo se dieron un abrazo muy fuerte y el osito echó a volar en busca de otra ciudad. Voló y voló hasta encontró una ciudad preciosa. Los árboles estaban llenos de hojas y había flores de todos los colores. Además, hacía mucho más calorcito que en la ciudad del Invierno. De repente, el osito escuchó una bonita melodía. ¡Era el cantar de un pajarillo! -¡Pio pio! ¡Eres el primer oso que he visto volar en mi vida! –dijo el pajarito riendo- Soy el pajarito Primi y esta es la ciudad de la Primavera. ¡Si quieres, puedo enseñártela! El osito, muy contento, voló junto al pajarito Primi. Volaron sobre las bonitas flores de la ciudad primavera y jugaron mientras las abejas se posaban sobre
las flores. Y cuál fue la sorpresa del oso mariposo cuando de repente vio… ¡a la ardilla Oti! -¡¡Ya te has despertado, Oti!! –gritó como loco de contento el osito. La ardilla Oti se unió al oso mariposo y al pajarito Primi. ¡Qué bien se lo pasaron jugando en la ciudad de la Primavera! Jugaron mucho tiempo hasta que el osito, se empezó a aburrir en la ciudad de la Primavera. -Me lo he pasado muy bien –le dijo el osito al pajarillo Primi- pero quiero conocer alguna otra ciudad en la que haga aun más calorcito. ¡Te prometo que volveré! El osito le dio un abrazo muy fuerte y empezó a volar. Voló y voló hasta que empezó a tener mucho calor. Vio a lo lejos que el sol alumbraba con sus rayos una bonita ciudad que tenía árboles llenos de flores. De repente, el osito se encontró… ¡con una jirafa! -Hola osito, que alas tan bonitas tienes –le dijo la jirafa sonriente- soy la jirafa Vera y ésta es la ciudad del verano. Aquí hace mucho calorcito, y para refrescarme me gusta ir a la piscina y saltar las olas en la playa. ¿Quieres venir a jugar conmigo, osito? ¡El osito estaba tan contento! ¡Había conocido una nueva amiguita! Fue con la jirafa Vera a bañarse en la piscina y después a saltar las olas en la playa. ¡Se lo pasó de maravilla! El osito pasó mucho tiempo jugando con su amiga la jirafa Vera, hasta que un día empezó a echar de menos a su amiguita la ardilla Oti, así que decidió ir a visitarla de nuevo a la ciudad del Otoño. El osito se despidió de la jirafa Vera y la prometió que volvería para jugar con ella otro día.
Voló hasta la ciudad del otoño y allí jugó con su amiguita la ardilla Oti hasta que empezó a echar de menos a su amiguito el lobo Invi. Entonces, voló hasta la ciudad del invierno y allí estuvo mucho tiempo jugando con Invi… hasta que empezó a echar de menos al pajarito Primi. Así que voló hasta la ciudad de la Primavera, y se quedó allí mucho tiempo con su amigo el pajarito Primi… hasta que empezó a echar de menos a su amiguita la jirafa Vera. Entonces, ¿sabéis que hizo el osito? Volar hasta la ciudad del verano para quedarse un montón de días jugando con su amiga la jirafa Vera. ¿Y sabéis hasta cuándo se quedó el osito en la ciudad del verano? ¡Hasta que empezó a echar de menos a la ardilla Oti! Y así pasaba los días el oso mariposo que, como quería tanto a sus amiguitos, los iba visitando a sus ciudades cada cierto tiempo. Se iba a la ciudad del otoño y se quedaba allí jugando con su amiga la ardilla Oti en septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Después, se quedaba jugando en la ciudad del invierno con el lobito Invi en diciembre, enero, febrero y marzo. Luego, se iba a la ciudad de la primavera con el pajarito Primi y se quedaba allí en marzo, abril, mayo y junio. Después, se quedaba en la ciudad del verano junto a la jirafa Vera en junio, julio, agosto y septiembre. Y así, el osito mariposo, se pasó jugando toda la vida de ciudad en ciudad. Y fue muy pero que muy feliz, porque sabía que, fuera a la ciudad que fuera, siempre habría un amiguito muy especial esperándole para jugar. Y es que… todos debemos ser osos mariposos, cuidar y conservar nuestras amistades, ya que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Y colorín colorado, este amoroso cuento… se ha acabado.