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PRINCIPIOS GENERALES DEL MAGNETISMO (Continuación) También los estoicos y otros filósofos distinguidos pertenecientes á la secta de los peripatéticos le han llamado: alma del mundo, alma universas. Es la lu0 astral de los cabalistas, el aJcasa de los indios, «el char suLhl de Platón, que, después de la muerte del cuerpo material, conducía el espíritu divino; es el espíritu, el fluido universal, el arqueo de la naturaleza, qae sirvió de base á las teorías de Van Helnont y de Mesmer; la materia sutil de Descartes, con su pleno y sus torbellinos; es, final mente, el principio que Newton calificaba de espíritu muy sutil penetrando á través de todos los cuerpos y que está oculto en su subtancia y que los ííeicos contemporáneos, á pesar de su materia:lÍ8mo, se han visto obligados á reconocer con el nombre de Éter, Y es en las transformaciones diversas de ese agente, en donde toma su origen ol od de Reichenbach, que no es otra cosa que el Magnetismo fisiológico, Encerrado en los estrechos límites de la energía humana, ha llegado á ser el principio vital de Barthez, la electricidad animal de Petetin, la fuerza nei5rioa radiante de Beréty, el nervtsmo de Luce, el fíluido nerviow, de algunos fisiólogos contemporáneos y el fluido magnético de los magnetizadores. La ciencia oficial no admite ya la existencia de un fluido particular en cada agente de la naturaleza, pero siéndole necesaria todavía la pala bra, especialmente para la explicación de los fenómenos eléctricos, la ha conserrado en el lenguaje científico. Si en la propia acepción del vocablo no hay fluido especial en cada agente, es decir, en cada modo vibratorio del éter, es evidente que una modificación, que una manera de ser del fluido etéreo se produce en cada transformación; y que según los casos, sin cometer una heregía científica, pueden todavía emplearse los calificativos de fluido luminoso, calorífico, eléctrico ó magnético. En todos los casos, la literatura científica, aun conservando sus reglas y sus principios, se ve con frecuencia obligada á emplear expresiones antiguas para designar hechos nuevos, ó para explicar los antiguos con el auxilio de teorías rejavenecidas ó imaginadas por los sabios que, sin parecerse, se suceden anas á otras en las cátedras de nuestras universidades.
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LOS PROaRBSOS OB LA S CIBNCUS
III.—Deñnleión del Magnetismo.—Etimología de la palabra Todos los cuerpoí de la naturaleza, y más particularmente los cuerpos animados, obran continuamente los unos sobeo los otro?; y esa perpetua reciprocidad de acción constituye el Magnetismo. Puede por tanto decirse que es: la «acción recíproca que los cuerpos ejercen ó pueden ejercer los unos sobre los otros». En los antiguos idiomas, no existen palabras que tenga un sentido tJreciso para manifestar lo que los magnetizadores entienden por ese vocablo que, hasta fines de la Edad Media, no sa había empleado más que para designar el conjunto de propiedades de loa imanes. La palabra imán parece tener analogía con el vocablo amar, en razón de la relación que existe entre el poder de atracción físico inherente á la naturaleza del primero y la idea de simpatía y de atracción moral que lleva en sí el segundo. Los griegos, que descubrieron la piedra imán en los alrededores del pueblo llamado Magnesio, en el Asia Menor, le dieron el nombre del lugar de origen, magues, que en latin se convirtió en magneticus. Casi todos los etimologistas están de acuerdo en reíerir á la raíz magnes el origen de nuestra palabra magnetismo. En física la palabra imán ha quedado como término genérico que designa toda substancia que posee la propiedad natural, ó adquirida de atraer el hierro y de tomar la dirección del meridiano, en tanto que la palabra magnetismo designa, más particularmente, el conjunto de propiedades de los imanes. w"ie han observado sienípre en el cuerpo humano, ciertas propiedades que no dejan de tener analogía con las del imán; y en el siglo xvi se ha dado igualmente al conjunto de esas propiedades el nombre de magnetis' mo. Es el Magnetismo animal de Mesoaer; el Magnetismo vital, ó Magnetismo humano de los magnetizadores contemporáaeos. Como se verá en el caj ítulo V, se ob='ervan en el imán dos fuerzc)s distintas que pueden disociarse y estudiarse separadamente: 1.* El agente estudiado en física con el nombre de magnetismo. 2." Un agente fisiológico, vital, que tiene grandes analogías con el magnetismo humano. Este magnetismo del imán y del cuerpo humano, existe en todos los animales, en las plantas, en la mayoría de los cuerpos inanimados, y está engendrado por la electricidad, por el calor, el movimiento, el roce, el sonido y las descomposiciones químicas. Se le encuentra en el magnetismo terrestre, en la luz y hasta en los olores.
LOS PROGRESOS DE LAS CIENCIA^
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En todos los cuerpos ó agentes de la naturaleza, el agente megnético está sometido á las mismas leyes; pero, sus propiedades vitales, son tanto más ífrandes cuanto está el cuerpo de que emana mejor organizado. En el caerpo humano participa, iamldén de las cualidades físicas y morales de los individuos. La ciencia oficial que por último admite la realidad de los efectos del magnetismo, niega todavía la existencia del agente magnético, como fuerza física. Quiere sustituir la palabra magnetismo por el vocablo hipnotismo, del griego upnos, que significa dormir. Esta palabra es no solamente insuficiente para explicar los efectos observados, sino que es impropia, en el sentido de que no es necesario dormir para experimentar todos los beneficios del magnetismo. Cuando un físico habla de magnetismo, todo el mando sabe que se trata de la acción dinámica que los imanes ejercen entre sí. En labios de un magnetizador, la misma palabra significa la acción que un individuo ejerce, ó puede ejercer sobre su semejante, ha palabra es por tanto insuficiente para manifestar el pensamiento del magnetizador y del físico. Como indica dos órdenes de fenómenos distintos, parecía necesario agregar á una de ellas el calificativo que le sea propio. Por esta razón yo designo el magnetismo de los diferentes cuerpos, como agentes de la naturaleza bajo el nombre de Magnetismofisiológico,por que se deja sentir en el organismo sin descubrir su acción sobre la aguja imantada. Según el manantial de donde emane, el magnetismo fisiológico se divide: en magnetismo humano; en Zoo magnetismo ó magnetismo de los animales; magnetismo de los vegetales, del imán de la electricidad, de la luz, del calor, del sonido, del movimiento, del frotamiento ó roce, de las descomióposiciones químicas, etc. etc. Muchos magnetizadores estusiastas, han afirmado que el magnetismo es el principio de la misma vida que late en nosotros. La vida es el modo de actividad de la materia. Es un atributo dinámico de la substancia organizada, atributo que desaparece cuando las condiciones del medio y de constitución de la substancia, se ven modificados más alia de ciertos límites. Así pues, el magnetismo es el regulador, el gran modificador, el principio equilibrante por excelencia. Con él, la vida que se extingue en un cuerpo gastado por una prolongada serie de sufrimientos, renace cual si se le transmitiera una nueva existencia. El medio en que la vida ya no se hace posible, porque lo posee las cualidades necesarias para el funcionamiento del organismo, vuelve á adquirir estas cualidades y el equilibrio se restablece. (Continuará.)
OPINIONES SOClJtLES E l trabajo d e los a n i m a l e s auxiliares del liomlDre
Hasta que llegue el anhelado día en que el hombro deje de emplear en absoluto á, los animales como bestias de carga, y en el que el hombre mismo cese de practicar rudos trabajos manuales, para constituirse nada más que en director del aparato ó máquina que en general los efectuará, debido á los adelantos científicos actualmente conocidos y los que con el transcurso del tiempo han de lograrse indefectiblemente, siguiendo las leyes naturales del progreso, hasta que llegue ese dia (cuya aurora aun no se vislumbra,,pero que se presiento y \), cuántos sufrimientos, cuántas penalidades, cuan grandes martirios tienen que soportar las pobres bestias de carga... lY hemos de presenciar siempre impasibles el repugnante y cruel espectáculo qué á diario tenemos en nuestras vías públicas, viendo maltratar de un modo inhumano, inicuo, atroz, á esos míseros cuadrúpedos que no cometen más falta que es el no poder, en la mayoría de los casos, rebasar el máxi/nuní de fuerza desarrollada^ ¿Quién ha dejado de presenciar multitud de veces en su vida, el procedimiento convincente que emplea la inmensa mayoría de los conductores (tiranos irresponsables; para conseguir á todo trance el fin que se proponen, puédase ó no, pero que forzosamente tienen que conseguir'o y lo consiguent —¡Pero de qué modol ¡Cómo queda el ánimo de los que presencian tal repetido espectáculo, y sobre todo el estado de los que tienen que padecerlo! Hay veces en que más bien parece de espejie inferior el maltratante, al maltratado. En que el rey de la Creación se coloca por s a bestialidad, por su falta de sentí, mientes, por su cólera ciega é implacable, con la desdichada bestia, que tiene la fatalidad de sufrir su saña, muy por debajo de ella, siendo ambos dignos de lástima, la una por lo que sufre materialmente, el otro por su sahajismo. ¿Y no hay forma de que cesen de una vez estos horripilantes cuadros, que hablan muy poco en íavor- del progreso, de la cultura social que debe imperar en pleno si glo XK? ¿Hemos de seguir impasibles, día tras día, viendo como se comete el mayor de los absurdos, cual es tratar de realizarlo irrealizablet Pero,si no es realizable y se realiza jcómot Hé aquí el problema: por la virtud del látigo; pero no empleado como estimulante, sino como instrumento de suplicio y de un modo ciego y brutal para obtener el fín apetecido.
LOS PROGREBOS DE LAS CIBNCIAS
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En nombre de la civilización y de la cultura es llegada la hora de que se emprenda una cruzada hasta conseguir que se regularice el emplao del látigo, aplicando multas y otros correctivos á los que maltraten á las pobres bestias de tiro y de carga, tratando de conseguir por la fuerza y sólo por la tuerza, lo que racionalmente no puede exigirse. No hacemos más que bosquejar el estudio que de este asunto tenemos hecho j que encaja en esta publicación siempre dispuesta á llenar sus planas con lo que representa cultura y progreso. Esperemos de nuestros amigos y lectores en general, que si les es simpática esta idea, nos remitan á nuestra Redacción cuantos datos, estudios y trabajos tengan hechos ó quieran hacer respecto á esta campaña, que proseguiremos con todas nuestras fuerzas, hasta ver de conseguir se implante en nuestra nación para honra suya, lo que en otros países hace tiempo es un hecho del que se enorgullecen.
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