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Author:  Eugenio Cano Salas

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~~ ~[ vigésimoquinto illrnDw~rn~illrnDrn de la rnrn[Urnrnill~m mélico POR CARLOS MONSlVÁIS

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L 21 DE febrero de 1962, hace 25 años, se inició en la revista Siemprel el suplemento La cultura en México. El relato de su fundación es muy conocido (hasta donde algo puede ser muy conocido en una sociedad de amnesia induci-

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Promovió escritores y pintores, le hizo un sitio a la crítica de las artes plásticas y el cine, convirtió en noticias de ocho columnas a novelas o a entrevistas con poetas, exaltó la tradición humanista de Alfonso Reyes y Julie Tom, y la modernidad de Octavio paz y Carlos Fuentes. En el pequeño despacho de Balderas y Morelos, Benftez, igual y fiel, se regocijaba con las polémicas, se deslumbraba ante los nuevos prosistas, perseguía las exclusivas. A su lado, Vicente Rojo (quien sustituyó a Miguel Prieto, el gran artista gráfico español, primer director artístico Oe México en·1a cultura) le iba dando forma a la publicación, equilibraba los materiales, ejercía una vigilancia crítica. Y Henrique y Pablo González Casanova, Jaime García Terrés, Gastón García Cantú contribuían a ordenar el tono crítico y sustituían a Fernando en alguna de sus a~ncias en pos del material de Los indios de MéDcb. En los años cincuentas, la escasez de las publicaciones culturales las convertfa en espacios formativos indispensables. La Revista Mexicana de Literatura, a cargo de Carlos Fuentes y Emanuel Carballo, La Revista de la Universidad, dirigida por Garda Terrés, y México en la cultura, eran a tal punto la excepción en un panorama gris o sórdido que convocaban a un tiempo a la excelencia y a la maledicencia. Los mejores querían cola~

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Emilio e.reía Riera.

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Fernando Benílez. 1

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da). Fern~do Benítez, ya director del suplemento de El Nacional, se responsabilizó de 1949 a 1961 de México en la cultura, el suplemento de Novedades. La publicación fue importantísima, defendió con inteligencia el sitio fundamental de la literatura y las artes.

rar, y los peores se convencían, como siempre, de la existencia de una conspiración orientada especfficamente en contra suya, la mafia quiere perderme, se programó para que no reconozcan mi supremo talento. En un medio todavía pequeño, el resentimiento era un medio de difusión masiva, y la idea de una Mafia literaria que inclufa y excluía por razones ajenas al mérito de este poemario, prendió en los alrededores de la vida intelectual. A Benftez nada de esto le resultaba pertinente. A él le interesaba sobre todo romper el cerco valorativo en tomo a la cultura, demostrar que en el país ferozmente institucionalizado los hechos literarios y artisticos eran asuntos de primer orden. Publicar era oponerse al ninguneo y, por lo mismo, fortalecer y ampliar el ámbito de lo nombrado: libros, exposiciones, obras de teatro, películas. Francisco Pina retomó lo iniciado por Luz Alba y su crítica de cine insistió en el nivel artístico y la calidad humanista. Emmanuel Carballo entrevistó a los integrantes del Ateneo de la Juventud, y de Contemporáneos, y los situó en una perspectiva diferente. Elena Poniatowsu renovó la entrevista. Las viñetas de Rojo y Elvira Gazcón animaron e interpretaron por su cuenta. Las notas de libros de Alí Chumacero, Salvador Reyes Nevares, Henrique González Casanova, daban a conocer las novedades literarias. Ceferino Palencia, Margarita Ne1ken y Luis C8!doza y

Aragón informaron de tendencias pictóricas y exposiciones. Fausto Castillo analizaba los acontecimientos teatrales. José Luis Cuevas polemizaba con los Dos Grandes y exigía el fin de una dictadura que ya no lo era tanto. (Languidecían los muralistas de las generaciones siguientes, escasos de contratos). México en la cultura mucho le debió a los refugiados españoles, que revitalizaron la crítica y estimularon niveles de exigencia. Y se benefició en gran medida del patrocinio de don Alfonso Reyes, entonces en el apogeo de su influencia y prestigio, dé las colaboraciones ocasionales de Carlos Pellicer, Salvador Novo, Efraín Huerta, Rosario Castellanos, y del humor de Nildto Nipongo y Rius. El éxito de la publicación era evidente, y ya se hablaba de reimprimir los viejos números y venderlos en volúmenes encuadernados, cuando irrumpió la red de intereses creados. Una crítica al expresidente Miguel Alemán irritó a su antiguo ministro Ramón Beteta, transladado en su viaje de jubilación de la Secretaría de Hacienda a la dirección de Novedades, y Beteta, con la serenidad y tolerancia usuales cesó a Benftez. La solidaridad fue abundante. Más de 30 colaboradores siguieron a Benftez en un acto político y cultural. Se defendían la libertad de expresión yel nivel alcanzado, y las razones del acto las proporcionó acto seguido el señor Raúl Noriega, quien sustitu-

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José Emilio P.meco.

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y6 a Benitez, y quien en el lapso de un solo núme-

ro, envió al suplemento de Novedades al limbo provinciano de los años cuarenta. "

La casa de Vallarta 20 Fernando Benítez es un formidable animador cultural, y lo demuestra en cada ocasión. A la salida de Novedades, fue pronto convocado a Los Pinos y el presidente Adolfo López Mateos, el represor amistoso por excelencia, le ofreció ayuda económica para una nueva publicación. Benítez ya había conversado con José Pagés Uergo a quien le endosó la oferta. La Presidencia entregó medio millón de pesos (suma significativa entonces), y Pagés Uergo recibió a los expulsados del paraíso alemanista, inicimdose La cultura en México. Como director,!Pagés es generoso, comprensivo y respetuoso al extremo de la libertad de sus colaboradores. En los 25 años que he permanecido en este suplemento he sido testigo numerosas veces de su actitud inteligente y solidaria, recubierta de aspereza verbal. En los años cincuenta y sesentas, la revista Siempre! fue un insólito espacio crítico, en una prensa dominada por la venalidad, la estupidez, la cursilería yel conformismo. En Siempre! Paco Martínez de la Vega, Antonio Rodrfguez, José Alvarado, Renato Leduc, Alberto Domingo, representaban las posiciones de izquierda, Vicente Lombardo Toledano sostenía el stalinismo priísta, y Roberto Blanco Moheno era el articulista mú criticado y más leído. En Siempre! el periodismo de opinión ronoció un clímax. Cerradas las vias de la discusión política en la sociedad civil, apaciguado el diarismo gracias a dádivas e intimidaciones, Siempre! y Política, dirigida por Manuel Marcué Pardiñas, resultaron las excepciones meritorias. La relación idílica con López Mateos duró poco. Al ser asesinados el líder y campesino Rubén Jaramillo, su mujer Epifania y sus hijos, por un grupo militar o paramilitar, La cultura en Méúco le rindió homenaje al combatiente zapatista y reclamó justicia (Carlos Fuentes, Víctor Flores Olea y León Roberto García escribieron sobre una visita al sitio del crimen). El licenciado López Mateos, a quien se atribuyó el crimen por omisión a comisión, se sintió insultado con el número, o así lo hizo saber. El dinero no se había dado para usarlo en denuncias políticas de corte subversivo. Se terminó el diálogo con el Presidente que autorizaba sonriente las manifestaciones que mandaría reprimir acto seguido, y Pagés asumió los gastos íntegros del suplemento. El número dedicado a Jaramillo fue excepcional, pero indicaba la presencia de otro punto de vista. de una politización de la cultura ya no sujeta a los dogmas del realismo socialista o a los chantajes sentimentales de la izquierda, entonces confinada al Partido Comunista y a verSiones desvafdas del cardenismo (para dar idea de la atmósfera: en los sesentas se consideraba de izquierda al Partido Popular Socialista, que en 1968 habría de condenar al movimiento estudiantil por "subversivo" y al gobierno de Dubcek por "amenazar la gloriosa unidad del mundo socialista"). Esta, creo, fue una aportación considerable de La cultura en Máico, que mucho le debió a Fuentes y Benitez: la fusión de protesta civil y crítica cultural, de an4lisis impiadosos del régimen priísta y de la mentalidad stalinista.

Esta fusión de cultura y política ya no respondía a la "Tercera Posición", de algún modo todavía presente en la Revista Mexicana de Literatura. La propuesta de una vida intelectual más crítica y moderna, ya no sujeta a dictámenes partidistas, respondía al impulso de la Revolución Cubana, centro de convergencia a principios de los sesentas, gracias sobre todo a la habillsima política de Casa de las Américas. Aunque ya Fidel Castro había pronunciado el discurso a los intelectuales cubanos que daría manos libres a la censura ("Dentro de la revolución. todo: fuera de

dos figuras clave: Carlos Fuentes y Juan García Ponce. En los sesentas, Fuentes representó de modo óptimo la vanguardia y el nuevo ímpetu de la cultura nacional universalista. A la fuerza de sus novelas (La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz), Fuentes agregaba su personalidad brillante, la fuerza de sus ensayos y artículos, sus múltiples conexiones internacionales, su capacidad para provocar a conservadores e izquierdistas. Fuentes convertía una conferencia en un happening, daba fiestas que hacían temblar de rabia a las buenas conciencia.~ revolu-

Vicente Rojo por Ulises.

la revolución, nada" ¿Y a cargo de quién está la interpretación?), imperaba todavía la confianza generalizada en un socialismo no dogmático, alejado de las cárceles reales y mentales del stalinismo. Y La cultura en México fue una de las publicaciones que con más insistencia aprobó, encarnó y difundió el nuevo espíritu. De las ventajas y desventajas del nacionalismo

La formación periodística, ideológica y política de Fernando Benítez era profundamente nacionalista. Sin embargo, ya desde los artículos de Cuevas en México en la culhlra, Fernando apoyó la crítica a los excesos del nacionalismo cultural (en sí mismo un exceso). En los años sesenta, el nacionalismo oficial se enfrentaba al descrédito y a los cambios de mentalidad (positivos, negativos e inevitables), y la izquierda política peleaba a su favor. En contra de este nacionalismo aturdido y ya sin contexto social (que defendía con malas razones causas inobjetables, y quería convertir las autopromociones en lealtades ideológicas), se enfrentó La cultura en México. En el proceso hubo

cionarías, defendía a la Revolución Cubana y a la novela experimental. (Interrogado sobre Federico Gamboa, respondió célebremente: "No la he leído. Para mí, es como un general de los hititas", Ysu elocuente desprecio por esa parte de la tradición (que se correspondía con el de Jorge Cuest¡a: "Nadie me obligará a embrutecerme leyendo a Federico Gamboa"), complementó la vehemencia con que exaltaba lo nuevo o lo injustamente desconocido: Cortázar, García Márquez, Vargas Uosa, Juan Gaytisolo, William Styron... Juan García Ponce ha sido el principal, el más infatigable intérprete de una tradición. Además de su labor novelística (que culmina en Crónica de la intervenciÓD), es muy vasta la tarea ensayistica de Gareía Ponce, el más prolífico de la generación de los nacidos en los años treinta. A él le tocó explicar, y promover en su caso, a una pintura (Cuevas, Rojo, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Fernando Gareía Ponce) que diversificaba el panorama y continuaba la tradición oculta o disminuida de Agustín Lazo, Antonio Ruiz el Corzo, María Izquierdo, Manuel Rodrfguez Lozano, Alfonso Michel. Y él también presentó por

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Elena Poniatowska.

su cuenta de nuevo o por vez primera en nuestro , medio a ~n sector muy importat;lte de la literatura en alemán (de Thomas Mann a Heimito Von Doderer y Hermano Broch), ¡de la literatura .francesa, de la literatura ingleSa. Desenfadado, ~gresivc:>, lector tenaz, Garda ;Ponce introdujo Ideas y auton;lS, volvió tema común el heroísmo artístico, y apoyó con su actitud la antisolemnidad, signo, distintivo de los nuevos intelectuales ya distantes de la bohemia y de la burocracia del culto a la inspiración y del culto a las aparlen. cias. Con el pOeta Tomás Segovia, también gran di· vulgador de autores y corrientes García Ponce dirigió la segunda época d~ ,evIsla Mexicana ele

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Literatura, cuya caja de resonanCia inmediau ~'- - - - - - - - - - - - - - - - - - - , fue la Casa del Lago de la UNAM, en donde SE r----'''''''-''''''''''''''='''C:'''''''''''' I difundieron autores, Juan José Gurrola, José Luis I Ibáñez y Héctor Mendoza, 'continuaron la gran I tarea de Poesía en Voz Alta, y se quiso poner al día de manera sistemática a la cultura mexicana I Era inevi~able creer en la vanguardia, y a su ma:, ' I do todos lo hacían, los interesados en la renova, ción política y los absortos en el quehacer literaI , rio. Cercanos a Garcfa Porice, compartiendo su I desprecio a fonDas culturales, anacrónicas y su I respeto por las nuevas tradiciones de la cultura occidental, un grupo de escritores escribió en La I Revista Mexicana de Literatura, en el suplemenI to de Siempre! y en la Revista de la Universidad, I dio conferencias en la Casa del Lago, participó I en l~ happeninp de Alejandro Jodorovsky, deI fendló el derecho de los pintores abstractos ante la intolerancia de los epígonos de la Escuela MeI xicana de Pintura. I Es notable la' lista de los participantes en este I movimiento de vanguardia. Juan Vicente Melo excelentes cuentos y novelas (La obe: diencia Qoctuma es un gran libro desconocido) y su crítica musical en La cultura en México si~e , I siendo modelo de lucidez y calidad prosística. " ......1tiiiJ: I Jorge Ibargüengoitia, uno de nuestros novelistas • I ~ayores, puplicó crónicas a~das y divertidíL_ - - - - - - - - - - - - - - - - - .J Simas que aun aguardan su compilación, y un Carlos Pereyra. tanto a la manera de sU admirado George Bernard Shaw, modificó la crítica teatral. La cuende La cultura en México, Pacheeo perfecciona su tista Inés Arredondo y la poetisa Isabel Fraire labor de servicio cultural de primer orden, iniciacontribuyeron con notas, ensayos y traducciones. da en EstacloDes y en Médco en la cultura. El Humberto. Batis produjo una nota crítica a la semantiene semana a semana una columna de sínmana~ y sostuvo una publicación importante tesis literaria e histórica (la actual "Inventario" C?uademos del viento, a la que ha dedicado u¿ en Proceso), traduce cuentos y poemas, está al día de todo lo que se publica, presenta a autores libro de reminiscencias literarias. Federico Alvarez y Alberto Dallal escribieron ensayos y notas entonces extraños como Onetti, despliega las cualidades por las que hoy los jóvenes escritores lo Salvador Elizondo, cuya excelente novela Fara: consideran un maestro indiscutible. beuf, responde al clima de vanguardia, entregó Las primeras entrevistas de Elena Poniatowska ensayos brevísimos y dirigió la culminación de se publicaron en México en la cultura, y le valieesa actitud de vanguardia, la efímera revista S.Nab. El cuentista José de la Colina colaboró ron una fama de la que no termina de desprencon ensayos, críticas bibliográficas y cinemaderse: ingenua, maliciosa, desinformada hasta el tográficas,. trad~cciones. A' su excelente prosa, , punto de la lucidez, capaz de las preguntas inoDe la Colina urna entonces su infatigable entu- ~ siasmo por André Breton. Gómez de la Sema - - - - - I ': Nicholas Ray, ehaplin. Cyd Charisse. I Pero fue Garcfa Ponce el escritor' más ubicuo , I de esta vanguardia. Lo recuerdo el día de Expo I 66 retando a los últimos mexicanistas integrales ' I o dando conferencias sobre Musil o Paul 'K1ee ¿ I insultando a "todos los estúpidos" del Estab&h~ ment literario, o defendiendo las películas de Gu' I rrola en el Concurso de Cine Experimental o I I mandando "a la chingada a todas las Glorias Na, I cionales una tras otra".. Si bien mucho de la he, I rencia cultural de García Ponee se desprendía de I I la !ectur.a, cuidadosa de Octavio Paz, ya figura , pnmordial en los años sesentas, la influencia de I Paz nunca se transformó en mimetismo. En 1965 I o en 1987, el de ~arefa Ponee es un punto de vis' I ta elocuente, sumamente crítico, singular. I I I

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La diversificación del panorama

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Otros escritores destacados participan en La cultura México de los años sesenta. Luego del poeta Jume Gareía Terrés y del historiador Gastón Garcfa Cantú, llega a la jefatura' de redac!ción José Emilio Pact.o, poeta, cuentista novetarea lista, cronista histórico, traductor. Eñ

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Jaime García Terrés.

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centes que ocultan trampas mortales. En SiemElena desarrolló un tTabajo distintG, 40nde ya se despliega su magistral lirismo, y cuyo punto de partida es su libro de cr6nicas Todo empezó en domingo, mucho más suelto y crítico, y que p~ figura las cr6nicas de Fuerte es el silencio. En su turno, Sergio Pitol, hoy uno de nuestros novelistas más elogiados y leídos, entregó notas y traducciones del inglés, del francés. del polaco. Gabriel Zaid, uno de los editores de la revista ICáthanU en Monterrey, apadrinada por Alfonso Beyes. trajo al suplemento de Siemprel su humor, su afán de exactitud y sus puntos de vista inesperados. JuUeta Campos contribuy6 con notas y ensayos. Y los mexicanos de origen guatemalteco, Luis Cardoza y Augusto Monterroso entregaron de tanto en tanto sus ensayos y aforismos (Cardoza), sus fAbulas y textos inclasificables (Monterroso) De la crítica teatral se encarg6 Carlos So16rzano (quien después publicó en la UNAM una selecci6n de sus colaboraciones). Y don Francisco Pina prosigui6 su tarea de oponerle al espíritu gacetillero que dominaba, su gusto cultivado, su amor por Chaplin y el neorreaUsmo, su sabiduría. El grupo Nuevo Cine, que publicó 10 6 12 números de la revista de ese nombre, recogió y consolidó la tarea de Pina, y contribuyó declsivamente a que la ida semanal al espectáculo pasase de acto gratuito a hecho cultural. En La cultura en Máico colaboraron con críticas y ensayos sobre cine Jomi García Ascot, José de la Colina y sobre todo, Emilio Garcfa Riera, quien aquí publicó, entre otras cosas, parte de sus indJspensables libros de historia del cine mexicano. En los sesentas, última década de la ciudad recambie y amistosa, la relación entre el periodista cultural y sus lectores aún disponía de respuestas inmediatas, y una nota levantaba agrias discusiones en cafés y encuentros callejeros. ¡Oh sueftos del mundo anterior a SEDUEI De seguro la prisa me hace omitir nombres destacados. Pero a los que he citado los recuerdo lunes a lunes en la redacción del suplemento en ValIarta, absortos en los 'elogios de Fernando a los articulos que todavia no lela, o viendo trabajar al implacable Vicente Rojo (ver trabajar a Vicente fue el deporte favorito de los colaboradores de La cultura en MáIco). Estl atm6áerade1gozo de los descubrimientos culturalel concluyó en ptet~

1968, al iniciarse el movimiento estudiantil. Pero

y la oligarquía en el poder", notable clásico del

bfa ~onnaiMdente~bien­ te intelectual. Uno fue el mens.aje: el artista yel escritor pueden, si se les da la gana, convocar la

-sectarismo:

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atenci6n, ateniéndose a las consecuencias. No importa la acusaci6n de frivolidad o de exhibicionismo, cuenta la decisi6n de hacer las cosas sin sentimientos de clandestinidad. La vida pública del intelectual y del artista es, precisamente, pública. Lo es en su producción personal (libros o estatuas o cuadros o piezas de teatro), Y10 es en

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1Jer&o.

Director: Carlos Moasi.üs Consejo de Redacción: JoH J BIaDco, Ellriqae Mercado, José Maria P~rez Gay. Diset\o: Bernardo RecaJDier MéDco, D.F., marzo S, 1987. No. 1300.

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Nannjo por Nannjo.

pronunciamientos politicos, ~ sus actitudes cívicas y, ¿por qué no?, en sus gestos sociales. Se reivindicó un derecho: el del escritor y el artista como noticia, lo que niega el fúnebre "ninguneo" que deposita toda la atencl6n en los pies de los futbolistas, la agilidad de los toreros, el puño de los boxeadores. el rostro de las estrellas y el Sacrificio Marmóreo del Poder. Los sesentas revelaron el rechazo del anonimato como el precio correspondiente al trabajo artistico o intelectual. ¿Por qué admitir la oscuridad como el único recinto permisible a quienes no sean banales, inofensivos o meramente decorativos? ¿Por qué concentrar todas las miradas en quienes sólo divierten o sólo se divierten? En 1965, Carlos Fuentes publicó en La cultura en México su intervenci6n en la serie "Los narradores ante el público", y le añadió una fotonovela donde un grupo de escritores (la "mafia") aparecfa bailando y diCiendo frases tremendistas. De inmediato, respondi6 PoUtica (10. de octubre de 1965) en serm6n apocalfptico intitulado: "Los intelectuales mexicanos, La Dulce Vita SUS

Lo Cu/ltlra en México. suplemento de Siempre! Director General: José PIIIá

Concomitantemente (a los atropellos de la oligarquia gubernamental) se amplia el circulo de los intelectuales que diciéndose ' ..progresistas,••.. expresan por las vías del escapismo. de la falsa universalidad y del C05mopolitismo ramplón y snob su inconformidad con el patriotismo polftito de la oligarquía burocdtica. Espejo de ésta, dan esos intelectua1el ODa imaaeo invertida de la

burguesfa a la que critican por su falso nacionalismo tricolor. Home6patas de la inteligencia, dicen destruir a la burguesfa y a los gustos burgueses apurando hasta la última gota de la cursileria de las fiestas y frivolidades burguesas. Y no contentos con ello, transladan a sus plAticas, a sus engendros novelfsticos, pict6ricos o ensayísticos ese pecuUar sentido go-go del que se ufanan en sus reuniones y aún en las conferencias que para empatar dictan ante el delirante regocijo de sus claques de incondicionales y segUidores... Concientemente refugiados en un arte abstracto y evasivo, bandera de confusión y equivocas... esa destacada capa intelectual identifica el patrioterismo oficial y la demagogia con los auténticos problemas del pueblo mexicano... Completan, de tal modo, con su af'n snob de universalismo hincado en oscuros sentimientos de inferioridad, frustraci6n y servil imitaci6n, una de las ramas de las tenazas oficiales de propaganda y 39

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dadora de la vida de los suplementos culturales ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - , en México desde los años cuarenta viene del Ateneo de la Juventud, conoce un periodo intenso de experimentación y provocación con el grupo de Contemporáneos, y se extiende a Taller, Tierra Nueva y Revista Mexicana de Literatura, y desde luego a algunos traDstemuIos. En una lista parcial, los nombres sintetizan arquetipos de conducta intelectual y literaria: Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri, José Vasconcelos (malgré lui), Martín Luis Guzmán, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jorge Cuesta, Daniel Cosío Villegas, José Gaos, Luis Cemuda, Adolfo Sánchez Vázquez, Adolfo Salazar... No son todos los nombres desde luego, pero representan los comportamientos que se juzgan mú valiosos, la decisión de persistir pese a la I hostilidad o la indiferencia del medio, que a lo I cultural reservaba un sitio secundario. 1. A esta tradición se añaden, con sus caracterísI ticas únicas, Benítez, Octavio Paz (que la fortalece cuestionándola y ampliándola), Rosario CasI tellanos, Sergio Fernández, Luis González y I González, Carlos Fuentes. Fuera y dentro, escriI tores excepcionales: Renato Leduc, Juan de la Cabada y, especialmente, Efraín Huerta, José _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ .JI Revueltas y Jaime Sabines. Los acontecimientos del 68 interrumpen el proceso de fusión continua Carlos Fuentes. de estas obras en una sola tradición indiscriminada. Ya para entonces no tiene el menor caso diez lideres ferrocarrileros mú, estén en la cárcel contraponer lo nacional y lo universal (polémica desde hace 10 años, es un ultraje la soberbia ya jubilada en 1948 a 1951), pero falta la gran represiva del presidente Díaz Ordaz), y por idendiscusión sobre la democracia y los espacios tificar en el crecimiento democrático la posibilicríticos, que permitirá revisar a fondo del sentido dad de desarrollo cultural. La sensación confusa de la tradiCión, aceptando lo esencial (el valor se va aclarando: urgen lectores y espectadores, y intrínseco del trabajo intelectual y artístico), y para conseguirlos es preciso romper los muros del negando las partes mú ornamentales y la justifipatemalismo, darle un nuevo sentido público a cación de la estabilidad a toda costa. la vida cultural. Si en 1968 los escritores y artistas apoyan de Rechazar el autoritarismo es la consigna politimodo tan abrumador al movimiento estudiantil, ca, y crear y fomentar actitudes libres es la cones en razón de sus demandas (cuyo significado signa cultural a la que se le da cuerpo (sin saberlo moral todas comparten: es una vergüenza nacioy sabiéndolo) en las marchas, en las brigadas, en nal que Demetrio Vallejo. Valentín Campa y el mural colectivo en torno a la estatua de Miguel Alemán en C.U. (en el que participan Cuevas, Rojo, Felguérez, Lilia Carrillo), en las lecturas febriles de Paz y Sabines los domingos en la Explanada de Rectoría. De julio a octubre de :?

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