Sermones sobre la Epístola a los Gálatas por Pedro Puigvert

Sermones sobre la Epístola a los Gálatas por Pedro Puigvert Sermón 7 - LA BENDICIÓN DE ABRAHAM Y LA MALDICIÓN DE LA LEY/ GÁ. 3:7-18 Con el v. 6 termi

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Sermones sobre la Epístola a los Gálatas por Pedro Puigvert

Sermón 7 - LA BENDICIÓN DE ABRAHAM Y LA MALDICIÓN DE LA LEY/ GÁ. 3:7-18 Con el v. 6 terminaba el argumento anterior que señalaba la primacía de la fe sobre la ley con la mención de Abraham, el cual para Pablo es el personaje bíblico con el que empieza la historia de la salvación a quien se anunció de antemano la buena noticia (v. 8) que alcanza su clímax en Cristo. La promesa realizada a Abraham se cumple en Cristo, al cual se refería en primera instancia. Sin embargo, entre la promesa y el cumplimiento de la misma intervino el tiempo de la ley, introducida parentéticamente con el propósito que se menciona en el v. 19, pero sin relevancia efectiva en relación con la obra salvadora de Dios, porque es imposible justificarse por las obras de la ley. 1. La bendición de Abraham (vv. 7-9) En consecuencia (Sabed, por tanto) de todo lo dicho antes, los verdaderos creyentes no son los descendientes de Abraham según al carne, sino los que han creído en Cristo, éstos son los hijos espirituales de Abraham. Es interesante observar que usa el masculino "hijos" en el original porque los varones eran los únicos circuncidados, pero es evidente que a la luz del contexto incluye tanto a hombres como a mujeres (v.26). 1.1. La bendición de Abraham alcanza a los gentiles (v.7). Los gentiles ocupan un lugar especial en la exposición paulina de la historia de la salvación. La promesa de que en Abraham y en su descendencia serían benditas todas las naciones de la tierra (todos los gentiles) se cumplió en Cristo, la descendencia de Abraham por excelencia. Cuando Pablo expone aquí la importancia de que la fe de Abraham se contara para justicia, no lo hace mediante el argumento de Ro. 4:10-12, en relación a que fue justificado estando incircunciso, quizás para no dar pie a que los gálatas pensaran que ellos también habían creíd del mismo modo y después se habían circuncidado como signo de la justificación. Según parece los judaizantes habían contado a los cristianos gálatas la importancia de ser verdaderos hijos de Abraham y por eso debían circuncidarse. De ahí que quiere dejar claro que la circuncisión no convierte a nadie en hijo de Abraham, sino la fe. La herencia de Abraham es la herencia de la fe y los que comparten esta herencia son hijos de Dios. 1.2. El testimonio de la Escritura (v. 8). La Palabra de Dios atestigua la promesa de Dios que llevó a Abraham la buena noticia (evangelio) de que en su simiente serían benditas todas las naciones, de tal modo que por medio de las Escrituras todavía se sigue anunciando esta buena nueva a todos los que las leen o escuchan desde el tiempo del cumplimiento de la promesa hasta el día de hoy. Si la promesa fue una buena noticia para Abraham, también lo es para las naciones gentiles que serán benditas en él. 1.3 Los creyentes son bendecidos con Abraham (v.9). Los hombres y mujeres de fe, no sólo son hijos e hijas de Abraham, sino que comparten la bendición prometida. Para Pablo, los gentiles que han de ser benditos con Abraham son los que, como él, creen en Dios, la bendición que reciben es la justificación en primer lugar. El adjetivo "creyente" aquí no significa fiel o fidedigno, sino alguien que ha creído en Dios. 2 La promesa a Abraham (vv. 15-18). Pablo habla aquí como humano, una expresión que usa cuando traza una analogía de la vida humana (1 Co. 9:8) o cuando utiliza una figura del lenguaje (1 Co. 15:32) o cuando cita un argumento común, rechazado con tanto vigor, que se disculpa por aludir a él (Ro. 3:5). 2.1 Tiene carácter judicial (v. 15). Iglesia Evangélica de Hermanos, avd. Mistral 85,87-Barcelona www.iglesiamistral.org/index2 Pág. 1

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El apóstol establece una analogía tomada de la práctica judicial humana. Si, pese a todo lo dicho, los gálatas persisten en apelar a la ley, deben considerar que la promesa divina fue dada con mucha anterioridad a la ley y, por tanto, no puede ser anulada ni modificada por ella. Un pacto, aunque sea humano, una vez ratificado nadie lo invalida. ¡Cuánto más si este pacto procede de Dios! La promesa hecha a Abraham queda confirmada por un pacto, en el que Dios se comprometía a dar la tierra santa a sus descendientes. El pacto hecho con Abraham compartía con el testamento ordinario su relación con la herencia que recibirían los descendientes de Abraham que consiste, según Pablo, en la doble bendición: la justificación por la fe y el don del Espíritu. A lo largo del AT el pacto hecho por Dios con su pueblo es un pacto de gracia, por cuanto la parte superior concede la gracia a una inferior. 2.2.La promesa de la simiente (v.16). Aquí no debemos convertir en un problema el que Pablo insista en el singular simiente en lugar del plural. En realidad lo que señala es que el texto bíblico utiliza un singular colectivo (descendencia) que puede referirse a un solo descendiente o muchos. En el primer caso se trata de un único descendiente, Cristo por el que la bendición prometida llegaría a los gentiles. En el segundo caso sería a todo el que recibe dicha bendición (Cf. v.29). 2.3 La herencia por el cumplimiento de la promesa (vv. 17-18). La promesa dada a Abraham estaba completa en sí misma y tenía toda la confirmación necesaria de la autoridad de su autor Dios (He. 6:13-18). Señala que fue ratificada al tiempo que fue dada, mucho antes de la ley. Por tanto, después nada puede anular la promesa o hacerla menos firme de lo que era cuando Abraham la recibió por primera vez. La ley fue dada en la época de Moisés, mucho después de la promesa, 430 años, que se calculan desde el pacto de Gn. 15:18-21, hasta el Éxodo. Así, pues, la ley no puede anular la promesa; el Evangelio con el corolario de la justificación y el don del Espíritu, es el cumplimiento de la promesa. En el v. 18, Pablo matiza lo que ha dicho: si la herencia de los descendientes de Abraham estuviera apoyada en la ley, entonces pertenecería al pueblo de la ley, es decir, los judíos. Pero si se apoya en la promesa hecha a Abraham, la ley no puede afectarla, pues pertenece al pueblo de la fe (v. 7), ya sean gentiles o judíos. Así la herencia se apoya en la promesa y, por tanto, por la fe. El verbo "concedió" está en modo perfecto y esto quiere decir que Dios no sólo garantizó la herencia a Abraham en el pasado, sino que continúa haciéndolo a sus descendientes espirituales. 3. La maldición de la ley (vv. 10-14) Todos los que dependen de las obras de la ley y no quieren ser justificados por la fe se colocan bajo la maldición de la misma ley. ¿Por qué? Porque nadie observa todo lo prescrito por la ley, de modo que al fracasar en cumplirla se hacen merecedores de maldición (5:3). ¿Cómo es justificado uno ante Dios? Primero responde con la experiencia de Abraham (v.6) y ahora aporta un principio permanente dándole un sentido más hondo al texto de Habacuc que tiene que ver con la fidelidad y aquí con creer en la obra de Cristo. La ley exige obras, el evangelio pide fe. La maldición de la ley es la pronunciada sobre el transgresor (Dt. 27:26), pero Cristo ha redimido a su pueblo al hacerse maldición en su lugar. ¿Cómo es posible si Cristo vivió una vida perfecta? Pues por medio de su muerte en la cruz le hacía maldito para la ley (Dt. 21:23). El verbo redimir nos habla de la obra redentora que nos ha liberado de la maldición. Iglesia Evangélica de Hermanos, avd. Mistral 85,87-Barcelona www.iglesiamistral.org/index2 Pág. 2

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Conclusión. El propósito de la muerte redentora de Cristo es doble (v. 14): en términos generales, el primero es la bendición de Abraham que garantizada por la fe sustituye la maldición y el segundo es específico, la promesa del Espíritu, es decir, el don del Espíritu Santo que es concedido a todos los que creen en Cristo. Sermón 8 - EL PROPÓSITO DE LA LEY / GÁ. 3:19-29 El contenido de esta porción es tanto que me asusta darlo en un poco más de media de hora porque soy consciente que debo dejar muchas cosas importantes sin decir. Tiene el objetivo de mostrarnos los motivos por los que se dio la ley. La pregunta ¿para qué sirve la ley? es natural para toda persona que acaba de leer u oír el argumento de Pablo de que por la ley nadie se justificará delante de Dios (v. 11). Los gálatas sabían que el AT era revelación divina y que la ley de Moisés era un don de Dios, pero Pablo acaba de escribir que no tiene ningún valor para obtener el favor de Dios y que nadie se salva por el cumplimiento de sus preceptos. Entonces no es de extrañar que el mismo Pablo interprete que surgirá de ellos la pregunta: ¿Para qué sirve la ley? y que la conteste. 1. El propósito de la ley es para estimular las transgresiones (vv. 19-21) Pablo señala que la ley se introdujo como un factor adicional para producir transgresiones, porque "donde no hay ley tampoco hay transgresión" (Ro.4:15). Un dato de la experiencia humana nos enseña que la promulgación de leyes específicas crea la categoría de infracciones específicas, con la oportunidad de cometerlas. Pero el apóstol va más allá: el objetivo de la ley es aumentar el total de transgresiones. Además este propósito tiene un límite: debía permanecer fuerte hasta la venida de Cristo (simiente). 1.1. La ley fue ordenada por medio de ángeles (v. 19). Cuando dice que "fue añadida" no quiere decir que fue agregada a la promesa como una especie de suplemento, sino a la situación humana debido a un propósito especial diferente al de la promesa. La administración de la ley por medio de ángeles no tiene referentes en el AT, lo más cercano es Dt. 33:2: "Yahweh vino de Sinaí...y vino entre diez millares de santos”. Es probable que tanto Esteban (Hch .7:53) como pablo aquí deriven su argumento de este pasaje. Esta idea parece que era sobradamente conocida a pesar de la falta de referencias anteriores. En el caso de Esteban señala que el pueblo mostró su impiedad despreciando la ley, aunque ésta fuese administrada por seres tan altos como los ángeles y si fue salvaguardada mediante sanciones severísimas, ¡cuánto más terrible será la pena por rechazar el mensaje de salvación, que no fue traído por ángeles, sino por el Señor mismo! 1.2. La ley fue ordenada en mano de un mediador (vv.l9 b, 20). En general, se ha identificado a este mediador con Moisés. Las dos afirmaciones del v. 20 son inteligibles si se toman por separado. Es evidente que el mediador requiere al menos dos partes en las que mediar. Por otro lado, la unicidad de Dios es doctrina fundamental para judíos y cristianos. El problema viene cuando queremos relacionar las dos cláusulas. Una respuesta podría ser que al hacer la promesa a Abraham Dios actuó unilateralmente, pero al dar la ley usó una mediación. 1.3. ¿Es la ley contraria a las promesas? (v. 21). La dirección del argumento parece prepararnos para una respuesta afirmativa, pero muy en su estilo Pablo hace una negación enfática. Y argumenta: Si se hubiera dado una ley capaz de producir vida, la justificación se basaría sobre la ley. Pero se ha demostrado que es incapaz de dar vida ya que si pudiera "Cristo murió en vano" (2:21). Sólo la justificación por la fe es el camino hacia la vida y presupone la incapacidad y el desplazamiento de la ley. Ser justificado por la fe es recibir la vida. Iglesia Evangélica de Hermanos, avd. Mistral 85,87-Barcelona www.iglesiamistral.org/index2 Pág. 3

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2. El propósito de la ley es encerrarlo todo bajo pecado (vv. 22-25) Pablo continúa demostrando por qué la ley, a pesar de su propósito de producir transgresiones, no es contraria a las promesas. En tanto que ley de Dios, sirve como instrumento divino para cumplir su objetivo: por sí misma no puede impartir vida, pero al mostrar el fracaso del esfuerzo humano en cumplirla, encarrila a los hombres y mujeres hacia la gracia de Dios como única esperanza. La ley produce transgresiones y, con ello demuestra su incapacidad para conducir a la justificación y la vida. Quienes la emplean para justificarse, como los judaizantes en Galacia, de hecho abusan de ella y este mal uso anula la promesa. Lo que hace la ley es iluminar la condición humana universal: todos estamos bajo pecado. Cuando uno se da cuenta de eso y quiere librarse debe acudir a la promesa para ser justificado creyendo en la promesa y en quien la ha hecho: Cristo. El apóstol ilustra este v. 22 con dos figuras que son muy esclarecedoras. 2.1.La ley como alcaide/carcelero (v. 23). Esto tiene que ver con el tiempo anterior de la llegada de la fe en Jesucristo, es decir, el evangelio introducido por el Salvador. Esta nueva era es el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham. En el tiempo de la ley estábamos confinados donde el guardián o alcaide toma el lugar del pecado del v. 22. Del mismo modo que judíos y gentiles están encerrados bajo pecado, aquí están confinados bajo la ley. Hombres y mujeres están reprimidos bajo su tiranía, pero pueden ser liberados por Cristo. La ley mantuvo alejados a los gentiles de los privilegios del pueblo de Dios y apartó a Israel del resto de la humanidad, pero esta fuerza divisoria ha sido superada por el efecto de la redención en Cristo asumida por la fe. 2.2 La ley como ayo/pedagogo (w. 24-25). Se trata del pedagogo, una referencia al esclavo/asistente personal que acompañaba al niño libre a dondequiera que fuese desde el momento en que abandonaba los cuidados de la nodriza. Su deber era enseñarle buenos modales, llegando a emplear la vara en caso necesario; llevarlo a la escuela cargando su bolsa y demás efectos, esperarle en la sala habilitada para ellos o en la misma clase. Después debía devolverlo a casa y repasar la lección aprendida aquel día. De este modo restringía la libertad del niño hasta la llegada de la mayoría de edad en que ya era responsable de su libertad. No era un instructor en el sentido actual del término ni Pablo atribuye una función educativa a la ley. La idea es que así como el pedagogo mantenía bajo control al niño hasta la mayoría de edad, la ley guió al pueblo de Dios hasta que con la llegada de la fe, obtuvo la mayoría de edad espiritual en Cristo. 3. El propósito de la ley es llevarnos a un nuevo orden de libertad (vv. 26-29) 3.1. Por filiación divina (v. 26). El "nuestro" del v. 24 (judíos y gentiles) se convierte ahora en el "todos" (v.26). De los hijos de Abraham del v. 7 pasamos aquí a hijos de Dios por la fe en Cristo. Quien es Hijo por excelencia ha establecido una relación filial con Dios por la fe, una experiencia cristiana generalizada de unión vital con Cristo. 3.2. Por el bautismo (v. 27). Como en la filiación también el bautismo es "en Cristo". Significa ser incorporado a él por la fe con referencia al bautismo real, cuya expresión simbólica es el bautismo por inmersión en agua como señal de aquél. 3.3. Por el revestirse (v. 27). Iglesia Evangélica de Hermanos, avd. Mistral 85,87-Barcelona www.iglesiamistral.org/index2 Pág. 4

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Es otro modo de expresar la incorporación a Cristo y la idea puede haber sido tomada del acto de desvestirse del bautismo (Col. 3:10, Ef.4:24) que implica metafóricamente la asunción de un nuevo estilo de vida. 3.4. Por la unidad en Cristo (v. 28). En Cristo se superan las barreras de todo tipo, étnicas, religiosas, sociales y sexuales, porque todos constituimos un solo cuerpo, pues todos somos hermanos en Cristo Jesús. Conclusión (v. 29). Quienes están "en" Cristo, son también "de" Cristo, no sólo en el sentido de pertenencia, sino de que participan de él por el Espíritu. Si Cristo es linaje de Abraham según la promesa, así también los que son de Cristo.

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