The sea-side villages of the Atlantic coast, : an experimental field for modern planning culture in Argentina

The sea-side villages of the Atlantic coast, 1940-1955: an experimental field for modern planning culture in Argentina Perla Ana Bruno Universidad Nac

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The sea-side villages of the Atlantic coast, 1940-1955: an experimental field for modern planning culture in Argentina Perla Ana Bruno Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina

Towards the end of the 19th century, the Argentinean high society, apart from enjoying lake and rivers resorts, started to enjoy the sea-side coast. Afterwards, during the 30’s periodic and seasonal rest at sea-side gradually became more popular among the mid-high social classes, and after 1945 it spread widely due to social tourism. The sea-side villages, which emerged as a consequence of modern tourism, completed the general overview of the suburban life, being distinguished from the 19th century resorts because of their different programs as well as their formal and spatial organization. All these coastal foundations, the speculative residential development as well as some projects for new sea-side villages occurred during a time called, according to the bibliography, the “industrial city” period. These settlements should be studied taking into account the processes of urbanization and modernization which gave birth to the suburbanization of the metropolitan area of Buenos Aires, in the lapse the neoconservative state was followed by an interventionist state which, in spite of being the benefactor of the Peronista era, was not able to control the speculative effects of the urbanization of the Atlantic coast. The aim of this work is to find an explanation for the origin and for the urban configuration of the new sea-side villages of the Atlantic Coast during the period of 1940-1955. In doing so, we should work on the assumption that the new settlements -as new places essentially different from any every day life city with its own problems- became a fertile field for new planning experiences derived from the garden city legacy that superseded the local traditional planning culture of the squared city. Three paradigmatic examples related to the general processes of urbanization and modernization of the country will be compared by means of placing and interpreting them temporarily through the intertwining of two lines: a synchronic line related to social fields (social-political-cultural) and a diachronic line associated with previous disciplinary practices. These experiences have not been included in the classical studies that deal with the historical development of the Argentinean city. However, due to their review, they have become valuable since some of their characteristics are present in the fragmentary urbanization of the leading exponents of today’s suburbanization: private neighbourhoods and country clubs.

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Las villas balnearias de la costa atlántica bonaerense, 1940-1955: un campo de experimentación para la urbanística moderna en Argentina Perla Ana Bruno Centro de Estudios Históricos, arquitectónico-urbanos, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Universidad Nacional de Mar del Plata. Complejo universitario Manuel Belgrano, Funes 3350, Tercer Piso, Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

Introducción La tradición europea de las ciudades de vacaciones se inicia en el siglo XVIII vinculada al poder curativo de las aguas, extendiéndose a lo largo del siglo siguiente como fenómeno social importante, creciendo en número, y generando un tipo particular de asentamiento; constituyéndose finalmente como organización industrial de las vacaciones. Las propiedades curativas se harán extensivas a las aguas del mar, el sol y el aire libre, lo que sumado a la modificación del pudor, y el creciente atractivo de las playas, significará el fin del balnearismo termal y la creciente difusión del balneario marítimo.1 En Argentina el balnearismo inicial de río o laguna, incorporará la costa del mar como alternativa de clase a finales del siglo XIX; se generalizará paulatinamente a partir de los años 30, alcanzando las clases medias altas primero, masificándose de la mano del turismo social después del 45. Si bien genéricamente pude afirmarse, como lo hace Anahí Ballent (1998, p. 91), que para 1910 casi todos los programas de vida extraurbana se encontraban definidos, con excepción de los country club de la década del 30, debemos consignar, que serán las villas balnearias originadas como respuesta al turismo moderno, las que completen el panorama general de la vida extraurbana, diferenciándose de los balnearios decimonónicos en sus programas y en su organización formal y espacial. En los últimos años el estudio de los balnearios ocupa un lugar privilegiado en las ciencias sociales, en las que desemboca, según Rocchi (2002, p. 10) por dos vías: el de la postmodernidad y el retorno a lo clásico, resultando éste más interesante. Surgido de una relectura de teóricos como ThornsteinVeblen, Gabriel de Tarde y Georg Simmel, ha desplegado una gama de trabajos, de los que sin duda la obra de Alain Corbain es referente de las posibilidades que esta vía ofrece. Los trabajos sobre balnearios marítimos en Argentina fueron realizados mayoritariamente por historiadores locales, y abordan las transformaciones operadas en una determinada localidad. Otro grupo considera casi exclusivamente la problemática de la ciudad de Mar del Plata: compuesto por investigaciones que indagan variados aspectos, se limitan a los primeros años de desenvolvimiento de la ciudad, considerándola como caso único y singular, aboliendo las perspectivas comparadas. Enfoque conducente en casos como el de Pastoriza y Torres (1999), donde el balneario es visto como condensador de la movilidad social; o en aquellos que consideran la ciudad como escenario de confluencia del conjunto del arco social de los argentinos, “logrando una unidad de la ciudad-país en la imagen resultante.” (Pastoriza, 2002, p. 90). Cuando el objeto de estudio se desplaza de lo “urbano”, a lo “urbanístico”, la condición de singularidad inhibe la posibilidad de extraer del análisis afirmaciones generalizables. Desde la historia del urbanismo las fundaciones balnearias modernas no han sido examinadas en los estudios que consideran el desarrollo histórico de la ciudad argentina. Hardoy (1972, p. 130) sintetiza cuatro modelos que muestran la transformación del paisaje urbano sudamericano en relación con procesos sociales significativos: el modelo de la ciudad 2

colonial, el modelo republicano; el modelo de la primera fase industrial y el de la ciudad industrial, con importantes niveles de desempleo, sin las viviendas y servicios indispensables, y con una estructura urbana fragmentada. Veremos que como contrapartida de este último, en el que a partir de 1940 la explosión demográfica será base del acelerado proceso de urbanización, las villas balnearias se generalizan y desarrollan. Las fundaciones costeras de la provincia de Buenos Aires, tanto los pequeños fraccionamientos residenciales especulativos, como los proyectos de villas balnearias, deben ser estudiadas en vinculación con el proceso general de urbanización y modernización del país, que asimismo origina la suburbanización del área metropolitana de Buenos Aires. En “El Mapa Social de Buenos Aires” (Torres, 1993), considera cuatro momentos dentro de este proceso, siendo para nuestro análisis significativo el primer período (1940-1960), caracterizado por la aparición de loteos económicos y la densificación de las zonas centrales. Esta suburbanización inédita hasta entonces, tiene lugar para el autor dentro de un marco contradictorio: la fuerte presencia del Estado en el desarrollo económico y social del país, por un lado; y por otro, políticas de laissez-faire relacionadas al uso del suelo, favorables a los agentes inmobiliarios. El objetivo general del trabajo es aproximar una explicación del origen y configuración urbana de las villas balnearias modernas de la costa atlántica bonaerense en el período 1940 y 1955, partiendo del supuesto general que estas fundaciones, en tanto lugares nuevos y esencialmente distintos a la ciudad donde se vive y trabaja, con sus problemáticas particulares, constituyeron un campo fértil para la puesta en práctica de experiencias urbanísticas derivadas del urbanismo jardín como forma moderna de hacer ciudad, desplazando la tradición de fundaciones en damero. Se compararán tres ejemplos paradigmáticos, vinculados con el proceso general de urbanización y modernización del país, a partir de situarlos e interpretarlos temporalmente en el entrecruzamiento de dos líneas: una sincrónica, que los vincula con distintos referentes de otros campos de la totalidad social (socio-política-cultural); y una diacrónica, estableciendo relaciones con experiencias disciplinares previas.

Argentina 1940-1955: transformaciones político-culturales y proceso de urbanización Como consecuencia del crac internacional de Wall Street de 1929, se producirá en el país una crisis estructural y orgánica, alterando toda la actividad económica, con repercusiones sociopolíticas. “Nacionalismo económico, proteccionismo y economía dirigida son los rasgos sobresalientes de la etapa que se inaugura. La crisis asume en la Argentina características singulares derivadas del clima de ruptura del orden institucional, que hace posible que el Ejército –influido por las ideas desprendidas de la Italia fascista, de la España de Primo de Rivera y asociado al neoconservadurismo y nacionalismo de élite– se constituya en ejecutor del poder político” (Girbal-Blacha, 2001, p. 27). Un plan de protección y activación industrial será complementado con el estímulo a la construcción y a las obras públicas; un ejemplo es la realización bajo el gobierno de Justo de gran parte de la red caminera del país. Para la urbanización de la costa este de la Provincia de Buenos Aires, la construcción de rutas posibilitará la reactivación del mercado interior, e incorporará el potencial turístico costero a la economía nacional. Para una descripción de las transformaciones territoriales vinculadas a la actividad turística ver (Bruno, 2002). A partir de junio de 1943 el panorama político será dominado por un grupo militar, liderado por el general Juan Perón, quien formará un movimiento político en torno a su persona. En la posguerra se implementa una política económica mercadointernista, conducida por un Estado dirigista, nacionalista y popular; se defenderá el sector de la industria ya 3

instalado, aportando a su crecimiento, a lo que se suma un ensanchamiento del sector de consumo favorecido por la política de distribución de ingreso. En busca de la independencia económica del país, se nacionalizan los servicios públicos (ferrocarriles, teléfonos, gas, flota fluvial, etc.); se inicia la repatriación de la deuda externa. Otros instrumentos económicos financieros son la estatización de la banca y la reestructuración del sistema bancario. La modificación de la Constitución Nacional impone restricciones a la propiedad privada: “Al definir la propiedad privada como un ‘derecho natural’ limitado por su ‘función social’, la Constitución de 1949 afirmaba implícitamente que el Estado tenía el poder de expropiación, de empresas o tierras, para asegurar su ‘pleno uso productivo’ en beneficio de la sociedad en su conjunto, un poder por el cual la rama ejecutiva del gobierno podía, si lo deseaba, iniciar la reforma agraria” (Rock, 1991, p.362). Las desigualdades de distribución poblacional que se venían desarrollando desde finales de 1920, vinculados a los procesos de migración interna e inmigración de los países limítrofes, se acentúan en las décadas de 1940 y 1950, con grandes masas del interior del país que migraron hacia los centros urbanos importantes. Reanimado por el proceso de industrialización y urbanización, el Gran Buenos Aires adquiere un crecimiento de proporciones desconocidas. Dos vinculaciones evidentes pueden establecerse entre la urbanización del país en general, y la generalización de los hábitos turísticos, que alentará la urbanización costera. Una referida al desarrollo vertiginoso de las grandes ciudades, el consecuente aislamiento de la naturaleza, y la necesidad de recuperación del desgaste de la vida en un ambiente artificial y deficitario. Otra se liga a la ampliación de experiencias compartidas y la imitación de modos de comportamiento de la clase alta, inherentes a la vida urbana. También decisivo en la generalización de las condiciones de vida moderna y confortable, es la propaganda impresa en diarios y revistas, así como las emisiones radiales. La asociación descanso con el acercamiento hacia la naturaleza y su vinculación con la educación fundamentalmente de jóvenes y niños, se inicia en el ámbito gubernamental con la realización de parques de deportes en los centros importantes de la provincia, a partir de la creación de la Dirección General de Educación Física y Cultura de la Provincia de Buenos Aires en 1936.2 Esta cultura del cuerpo y del espíritu se continuará y profundizará con la realización de juegos deportivos y los campeonatos argentinos “Evita”. El Gobernador Mercante creará el Ministerio de Educación provincial, dividiendo su acción en tres secretarías: Administrativa, Educación y Cultura, pasando entonces a depender del mismo el turismo escolar. Es en la generalización de la cultura del espíritu, el deporte y la vida al aire libre, en donde se extenderá progresivamente el turismo, considerado como forma particular de ocio, igual que la cura, el reposo, el deporte, necesarios para la recuperación de las fuerzas físicas y la agilidad física y mental. En forma creciente el turismo adquirirá valor propagandístico y pedagógico, al traducir cultura, costumbres, sentimientos; siendo igualmente expresión de entendimiento entre los pueblos e ilustrar sobre la geografía de la Nación. Las actividades culturales y recreativas y los encuentros deportivos desarrollados durante el verano en los centros turísticos, fueron los espacios adecuados desde donde irradiar al interior del país, ideas, conductas, valores, “el pensamiento de los hombres que desde las grandes capitales del litoral, están sirviendo al desarrollo y evolución de la cultura nacional.”3 El espacio turístico es también centro de cultura física, de perfeccionamiento del cuerpo masculino, y de mujeres y niños. Finalmente, fueron centros difusores de moda, como los paseos en bicicleta, caminatas o los mismos ejercicios.4

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La organización administrativa del turismo provincial La organización nacional del turismo se inicia con la creación de la Comisión Nacional de Turismo en 1941 (Decreto 85.322)5, cuyas principales funciones eran la promoción, orientación, control y coordinación del turismo dentro de la República Argentina en todos sus aspectos, adoptando las medidas necesarias para estimularlo; realizar la propaganda adecuada dentro y fuera del país, y preparar un proyecto de ley nacional de turismo. En 1948 se crea la Dirección de Turismo y Parques de la Provincia,6 siendo sus fines principales la conservación de las zonas de turismo, la protección de las bellezas naturales, las fuentes de salud o termas, la flora, la fauna, y todo lo que constituya fuente de atractivo turístico. Crear y habilitar lugares de sosiego; impulsar el turismo social para facilitar el descanso a un mayor número de personas, organizando campamentos económicos y colectivos. En 1951 se intensificará la labor del Estado provincial en materia de turismo social, con el apoyo del Consejo Provincial de turismo, con la finalidad de colaborar en el cumplimiento de los objetivos de la citada Dirección, a través de la realización de campañas de información de las zonas turísticas de la provincia en el país y en el extranjero. Citemos finalmente el plan de turismo social Eva Perón, y la aprobación en la legislatura provincial del 2° Plan Quinquenal, donde se expresa como objetivo fundamental de la Nación en materia de turismo, “posibilitar el acceso del pueblo al conocimiento de las bellezas naturales del país y las creaciones del esfuerzo argentino aprovechando, al mismo tiempo, los beneficios del descanso físico y espiritual del turismo.”7 Paralelamente a esta generalización del turismo la legislación social comienza a reconocer el descanso como derecho, con la reducción de la jornada laboral, el “sábado inglés” y la incorporación del descanso anual remunerado. Hasta aquí hemos resumido los cambios político-culturales más significativos en vinculación al surgimiento y organización del turismo en el país, dentro del período de hondas transformaciones, en el que el turismo es generalmente observado desde la óptica estatal como “turismo social”. Pero además del estado, también los particulares trataron de captar los beneficios, no sólo económicos, que proporciona la actividad turística extendida a grupos cada vez más amplios de población. La acción privada intervendrá en la construcción de hoteles y viviendas para el veraneo. Progresivamente aumentará la inversión en el mercado de tierras tanto en las ciudades existentes, como con la adquisición de “fondos de campos” sobre el mar, en los que se construirán las nuevas villas balnearias de la costa Atlántica.

Tiempo libre, ciudad regular y espacio del ocio Como consecuencia, quizás, de la herencia dejada por la conquista española, basada en la fundación de ciudades, proyección del “mundo capitalista, mercantil y burgués” (Romero, 1986, p. 15), la ocupación y transformación territorial que se produce en el siglo XIX, funda, al menos en la pampa, la mayoría de las ciudades, diseminando la cuadrícula indiscriminadamente. Focalizaremos la atención en la vinculación entre las ciudades en cuadrícula, y el espacio del ocio, visto desde el ámbito disciplinar en las expresiones vertidas por los urbanistas en artículos periodísticos, charlas de difusión o preliminares de planes reguladores, de dónde surgen además las transformaciones conceptuales de la idea de balneario. Las fuentes consultadas comparten una característica importante: basando el análisis en la ciudad de Mar de Plata, utilizarán la crítica para fundamentar sus propuestas, o simplemente esbozar su concepción de “ciudad balnearia.” 5

En las conferencias que diera Della Paolera en Mar del Plata8 (1932), expresa que esta ciudad debe transformarse en una ciudad balnearia moderna, moldeándose en las “formas” de la ciudad jardín, en tanto expresión más moderna del arte urbano de la actualidad, teniendo aquí su razón de ser dado el carácter de la aglomeración. Consideraba que el orden geométrico del trazado en damero, si bien podría prestarse para la ciudad llana, engendra un desorden insospechado en el suelo accidentado. Se destacan además de estas primeras charlas, la caracterización de la ciudad como centro regional de turismo, basando su propuesta en la realización del sistema de avenidas costaneras, y “la puerta del mar” (quizás influenciado por la propuesta de Agache para Río), como estructuras urbanas importantes, que condicionarán la implantación de los edificios públicos. Aspectos analizados en (Bruno, 1997). Ver además la relación ciudad naturaleza en el urbanismo argentino de la década (Bruno, 2002). En marzo de 1936 la Revista de Arquitectura dedica un número especial a la ciudad de Mar del Plata, “el primer balneario de Sudamérica”. El arquitecto Vautier utilizará el espacio para exponer su concepción sobre los balnearios, comenzando por definir el ocio, el que restablece en los tiempos modernos la categoría de función social y necesidad fisiológica; recuperación de las fuerzas físicas y de la agilidad y equilibrios mentales que constituyen las distintas formas del ocio: la cura, el reposo, el deporte, el turismo y la vida al aire libre. Pero dos fenómenos negativos opacan la tendencia natural hacia el ocio: la especulación y la imprevisión, cuyo resultado es la parcelación microscópica, la destrucción del paisaje y la congestión de casas y personas. Considera urgente la organización de una política que observe el problema del empleo inteligente del ocio, tomando medidas de protección y resoluciones activas para determinar la “adaptación funcional y composición armónica sensible que exige la formación del cuadro espacial dentro el cual el ocio ha de desenvolverse con eficacia” (Vautier, 1936, p.99). Concluye con la necesidad de descentralización de la zona balnearia de Mar del Plata, la que detenta una conformación mezquina del Paseo Marítimo, la urbanización marginal de construcciones continuas y compactas, en parcelamientos de especulación y realizados en un “banal trazado en damero”, que desconoce la topografía y el potencial plástico que permite desentrañar su utilización inteligente. Propone la formación de una zona de vegetación contigua a las playas hacia el sur del puerto, con zonas deportivas y la organización colectiva del reposo, reemplazando el plano del hotel cerrado y compacto por el plano abierto de células individuales e independientes, pero ligadas al centro de aprovisionamiento común, citando como ejemplo la ciudad de reposo para Barcelona. En la década siguiente, Angel Guido, coautor con Benito Carrasco del plan regulador para Mar del Plata expresaba en la prensa local que el damero fundacional era aceptable para el asentamiento inicial como saladero y puerto. La inadvertencia del cambio experimentado en el poblado al mudar de función urbana transformándose en balneario, constituye el defecto de importancia capital en materia urbanística: la ciudad “continuó tenazmente el viejo, monótono y rectilíneo trazado del fundador” (Guido, 1942), en lugar de encaminarse hacia lo pintoresco. Consecuentemente, las directivas del Plan Regulador propuesto estarían encaminadas hacia la “ciudad jardín”. La problemática del ocio y la recreación van adquiriendo en la disciplina igual jerarquía que los temas de salud y educación. Citemos como ejemplo, la mención especial obtenida por los arquitectos Prats y Pastor (1944) en el Vº Salón Nacional de Arquitectura. Justifica su mención constituir prueba de las situaciones que venimos afirmando, como la consideración del tiempo libre como nuevo factor social para la masa popular; la competencia del Estado en la organización de la recreación, y la incorporación del tiempo libre como tema arquitectónico. Antonio Bonet en el capítulo Preliminar del proyecto de Plan Regulador para la ciudad de Necochea,9 consideraba que el acceso masivo a las playas constituyó un problema de traslado de masas desde comienzos del siglo XX, relacionando la generalización creciente del fenómeno, 6

con las consecuencias del proceso de industrialización del país, fundamentalmente en el Gran Buenos Aires. “Esta transformación dio lugar a un notorio mejoramiento del nivel económico de la clase media, con la consiguiente atracción de la población del campo, cosa que al encarecer la vivienda y valorizar la tierra indujo a elevar los edificios, creando como reacción natural el instintivo anhelo de neutralizar los nocivos efectos de la aglomeración humana.” Coincide en que el trazado de Mar del Plata quedó librado a la ambición de especuladores continuando el mismo de cualquier otra ciudad del interior: “la cuadrícula dividida en manzanas cortadas por calles dispuestas simétrica y perpendicularmente. Este trazado colonial, superado por las exigencias del tránsito en todas partes, resulta aun más inadecuado para una ciudad balnearia, pues con su utilización no se pueden aprovechar nunca los accidentes geográficos y las bellezas del paisaje.” En el capítulo “La Zona Balnearia”, establece la diferenciación con el balneario tradicional, el que, como la ciudad del siglo pasado, fue trazado para el estado social imperante en esa época, como una serie de lotes donde se situaran las viviendas individuales de las familias pudientes, servidas por calles de acceso a esas viviendas y, a lo sumo, de una avenida costanera para el encuentro y el paseo cotidiano. La propuesta será considerada en el apartado siguiente, pero adelantemos aquí que la misma considera un balneario para grandes masas humanas, de modo que el espacio las absorba confundiéndolas con los elementos de la naturaleza –árboles, cielo inmenso, playa dilatada– para que cada individuo integrado al paisaje obtenga el solaz y descanso deseados. Propone edificación en altura dispuesta en el verde, completada con viviendas individuales. Finalmente prevé espacio para actividades deportivas y culturales al aire libre y juzga fundamental la variación del paisaje ciudadano: “El balneario no puede parecerse a una ciudad. Para ello hay que eliminar el ruido y el peligro del automóvil, y abrir el horizonte cerrado de las manzanas de la calle angosta, consiguiendo, en una palabra que la trama de la ciudad balnearia sea totalmente distinta del resto de nuestras ciudades” (Bonet, 1950, p. 2). De lo expuesto se desprende coincidencia en la consideración negativa del damero para la ciudad balnearia, por la monotonía resultante, el desconocimiento de la topografía y el paisaje, así como la asociación ente espacio del ocio y “ciudad jardín”, en un ambiente de vida suburbana. La necesaria vuelta a la naturaleza, el respeto por el paisaje, la vida al aire libre y actividades deportivas. Al final del período el tiempo libre es un nuevo y masivo factor social; compete al Estado su organización, y se incorpora definitivamente a la problemática urbanística y arquitectónica.

La villas balnearias modernas La denominación genérica de “villas balnearias” propone englobar el conjunto de propuestas urbanísticas residenciales del ocio moderno; originalmente se autodenominaban de distinta manera: pueblo balneario, residencia marítima, balneario o villa, optando por esta última en tanto denota un recinto urbano menor que la ciudad, vinculado a lo suburbano en un sentido positivo. En investigaciones anteriores (Mazza y Bruno, 2000 y 1999) hemos establecido, por un lado, tres momentos claves en el proceso histórico de formación de los balnearios de la región y un cuarto momento de planificación.10 Por otro, nos permitieron considerar los casos que siguen como representativos, a la vez que jalones en la transformación conceptual de la idea del balneario moderno operada en el período.

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Playa Chapadmalal (1939) La propuesta de los hermanos Martínez de Hoz para residencias balnearias sobre las playas de Chapadmalal (a 20 km. de Mar del Plata), en un lote de su propiedad de 400 hectáreas, sobre el camino costanero que une Mar del Plata con Miramar, se fundamenta en la necesidad de dar respuesta al alojamiento veraniego en un barrio apartado, espacioso y tranquilo junto al mar, difícilmente hallable en Mar del Plata, la que va acentuando su carácter de “balneario popular”. Buscando una “fisonomía moderna”, y para aprovechar los desniveles del terreno, sustituyen la “monótona subdivisión en damero”, por un trazado que combina dos subsistemas de calles: uno radial y otro ortogonal apoyados sobre la avenida del frente, y vinculados por otra avenida de circunvalación interna, y por una “herradura” a modo de bisagra, que contiene la iglesia en un lote triangular.11 Avenidas y calles de distintos tamaños según función y jerarquía ocuparán aproximadamente el 18% de la superficie total. Plazas y parques conteniendo los arroyos, serán las reservas para uso público estipuladas por ley;12 no se contempla la construcción de áreas deportivas, ni de hoteles; el conjunto esta destinado a vivienda individual, previéndose lotes con anchos de frente variable entre 20 y 25 m., y una profundidad máxima de 50 m. El amanzanamiento resulta variado e irregular, aboliendo las manzanas cuadradas, aun en el sector ortogonal. De función exclusivamente residencial, se plantea como barrio descentrado, dependiente de la ciudad de Mar del Plata.

Pinamar (1943) Con el propósito de construir un pueblo balneario, el arquitecto Jorge Bungexiii funda Pinamar S. A.; la propietaria del “fondo de campo” aportó los terrenos; Bunge y un grupo de accionistas contribuyeron con capital. Comienzan las plantaciones para la fijación de médanos en 1941; al año siguiente se trazó la red vial, abriéndose al público en 1943. En palabras de Bunge (1943, p.189): “Se trata del trazado de una ciudad jardín, hecho en forma irregular 8

siguiendo los desniveles del terreno. Estos según podrá apreciarse en el plano parcial de nivelación, son considerables, pues se trata de médanos generalmente abruptos”. El trazado se compone de formas irregulares y calles curvas. El esquema inicial de la primera subdivisión, emplazado sobre el ángulo formado por la intersección de la avenida costanera y la calle de acceso, es una espiral originada a partir de una calle en cul-de-sac. Le sucederán en 1946, otras cuatro subdivisiones enfrentadas a la primera, que componen lo que podríamos definir como una serie de abanicos engarzados. Si bien utiliza el abanico como recurso formal, es más difícil encontrar una ley del trazado, como en Chapadmalal. Mediante subdivisiones sucesivas se habilitan entre 1944 y 1956, un total de 3124 parcelas, afectando una superficie de 408 hectáreas. La particularidad de la propuesta urbanística es contar inicialmente con un plan de urbanización progresivo y la diferenciación en tres zonas con características bien determinadas: Zona balnearia, paralela a la costa y de profundidad variable; es la faja de los médanos más altos, por lo que los espacios libres están determinados por la topografía del terreno. Es la zona de población veraniega y deja reservas para iglesia, casa parroquial, barrio comercial, hoteles y diversiones. En la Zona intermedia, más distante del mar, ubica centro cívico y edificios públicos: Municipalidad, Policía, Bancos, Correo Central. En la Zona industrial y obrera, ubica hospital, escuela, plaza de deportes y parque público. Cementerio, potrero de policía y corralón municipal se disponen en donde las arenas son más firmes, y alejadas de la población por razones de higiene. 9

Completan y caracterizan el plan, la venta de terrenos de amplias dimensiones sujeta a restricciones; los lotes no podían fraccionarse (frentes mínimos de 25 metros); se definen también los cercos divisorios, bajos y de follaje, se prohiben las paredes medianeras y se limitan las alturas máximas y los materiales, en busca de un conjunto armónico en comunión con la naturaleza. Completan la oferta turística la previsión de espacios para prácticas deportivas como yachtig de playa, sky y trineo en las dunas, tenis, golf, equitación. La construcción del hotel como punto de reunión para las actividades sociales, y la iglesia como una de las primeras obras públicas a emprenderse.

Villa del Mar en Necochea (1950) La propuesta del plan para la zona balnearia de los arquitectos Antonio Bonet y Jorge Ferrari Hardoy, se compone de 2 sub-zonas, una de vida colectiva y la otra de vivienda individual (1570 lotes de diversas dimensiones, con frentes variables de 20 a 50 m.), comprendida entre la playa y una zona deportiva densamente forestada (abarca deportes diversos: tenis, natación, carrera, equitación, golf, footing). Todos los lotes tienen calles al frente y sendero peatonal al fondo, separando la circulación vehícular de la peatonal. Una clasificación de las calles las divide en vías rápidas, lentas y de estacionamiento. Entre estas zonas y la playa propiamente dicha, prevén una superficie de “anteplaya”, de 97 has. con grandes espacios libres y forestación, conteniendo comercio, hoteles, restaurantes, etc.. El proyecto obtuvo el tercer puesto14 y no fue realizado, aprobándose en 1951 las normas y el plan de desarrollo urbanístico para el lote Mar 4, con varios puntos de contacto con el plan descripto. El proyecto urbanístico15 para el lote Mar 4 (1951) se compone de tres unidades de viviendas, el centro comercial vecinal y una zona cívica turística de hoteles, salas de conciertos, bibliotecas, y locales para comercio. Rodeado por avenida de tránsito rápido, conserva la clasificación vehícular. Cada unidad residencial consta de subsistemas o racimos de lotes individuales de frente de ancho mínimo de 15 m., organizados en torno a calles peatonales rematando generalmente en cul-de-sac, dispuestos en un parque público. La propuesta se vincula tanto con el concepto de unidad vecinal, como con la teoría de planificación orgánica de Pertzoff, y en general con los proyectos americanos de planificación residencial para la pos guerra.

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Reflexiones finales Los cambios político-culturales del período marcaron la transformación del litoral Atlántico bonaerense hasta convertirlo en región turística nacional, cimentando en el área características persistentes, a través de la interacción entre el accionar estatal con las obras de infraestructura (caminos, parques, viveros, balnearios públicos y colonias de vacaciones) y las operaciones particulares que aprovechando los resquicios de la legislación, sobredimensionaron el negocio inmobiliario. Ambos sectores persiguieron sus beneficios: políticos unos, económicos otros, signados por un ideal de descanso común, la reparadora vuelta a la naturaleza, la vida al aire libre, las prácticas deportivas, el sol, el mar... Contracara de la modernización y urbanización del país, la generalización de las vacaciones ocupará un lugar de importancia creciente para el Estado neoconservador primero, y decididamente para el Estado benefactor, dirigista y planificador de los años peronistas, que no logró atemperar el proceso especulativo en la costa Atlántica.

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Desde finales de la década del 30 la disciplina urbanística reflejará los cambios sociales incorporando la generalización del ocio como problemática moderna. Después de la guerra “la sociedad de tiempo libre” como tema sociológico generará reflexiones y propuestas urbanísticas tendientes a resolver los problemas de la recreación para la “masa popular”. Los ejemplos analizados son indicativos de los cambios aludidos. Chapadmalal representa la retirada por elección como alternativa de clase, una temprana asociación entre espacio del ocio y formalizaciones tipo “ciudad jardín”, representativa de una línea de proyectos que, sin desconocer los alcances teórico-conceptuales del término, lo adoptarán como trazado alternativo, vaciándolo del contenido howardiano, resignificándolo como alternativa moderna y pintoresca, como evasión del legado colonial, apelando a su flexibilidad física, a sus posibilidades de adaptación a distintos terrenos, lo nuevo, distinto y singular inherente al espacio del ocio. Pinamar perfecciona la propuesta urbanística, inicia una planificación considerando necesidades reales, y valiéndose de herramientas normativas (zoning, restricciones al dominio, etc.) construye un ámbito particular con características perdurables, en comunión con la naturaleza. Propuesta que cobra realidad al sumársele un proyecto social, que con los años constituirá una comunidad. Villa del mar en Necochea da continuidad a la representación del espacio del ocio como ambiente suburbano, en contacto con la naturaleza, inmerso en el verde, pero respondiendo al balneario masivo y no de elite como los anteriores, complejizando y multiplicando los programas (cines, auditoriums, restaurantes, etc.). Plantea un cambio en el uso de la tierra que el gobierno peronista provincial aceptará como funcional a la conveniencia del pueblo, “iniciando una obra profunda y de perdurable repercusión social”. El proyecto, tan trunco como el gobierno derrocado por la Revolución Libertadora, es otro indicio de las oportunidades que dieron las villas balnearias de llevar a la práctica, aunque no a la realidad, conceptos y teorizaciones que la disciplina difundía internacionalmente, con las adaptaciones y reinterpretaciones necesarias para aplicar teorías destinadas a descentralización urbana, barrios obreros, o la reconstrucción de posguerra, a una necesidad tan distinta y particular como es el espacio residencial del ocio. Finalmente, estas experiencias fueron marginadas de la revisión histórica, subyaciendo en el acervo cultural disciplinar: ambiente pintoresco y vida suburbana renacen en las últimas décadas en intervenciones fragmentarias que caracterizan los procesos de suburbanización actual de barrios cerrados o countries, resignificando entonces su revisión como insumo revelador, tanto de la dinámica histórica entre actores e instituciones, modos de planificación, así como las relaciones entre técnica y política, que determinan el proceso de construcción de nuestra realidad urbana.

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VAUTIER, E. (1936). “La urbanización del ocio”, Revista de Arquitectura, (marzo 1936), Organo de la Sociedad Central de Arquitectos, Buenos Aires. Referencia de imágenes 1 Localización de balnearios en la costa Atlántica bonaerense. Trazados de los balnearios decimonónicos de Mar del Plata, Miramar y ciudad de Necochea (Archivo Histórico de Geodesia, MOSP, La Plata) 2 Playa Chapadmalal (Archivo Histórico de Geodesia, MOSP, La Plata) Balneario Pinamar (Planes Reguladores Urbanos (1962), Ordenanza Municipal 96/61, Madariaga: Municipalidad de General Juan Madariaga) 3 Villa del Mar en Necochea, propuesta de BONET, A: La zona balnearia, Núcleos de vida colectiva y la anteplaya (Inédito, IAA/FADU/UBA). 4 Villa del Mar en Necochea (Lote Mar 4), Zonificación según uso del suelo y perspectiva (Revista Nuestra Arquitectura, diciembre de 1952) 5 Mensura y desarrollo urbanístico Lote Mar 4 en Necochea

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“La riada de bañistas hacia las riberas del mar, que comienza alrededor de 1750, tiene como finalidad deshacer una antigua angustia. Y, aunque forma parte de las tácticas de lucha contra la melancolía y el spleen, responde también al deseo de calmar las nuevas ansiedades, que a todo lo largo del siglo XVIII, con alternativas, se apoderan de las clases dominantes. Es justamente este aspecto lo que da toda su riqueza al discurso médico dedicado a los beneficios del agua fría del mar y, más aún, a las recomendaciones del baño marino y la estancia de reposo junto al mar. Médicos e higienistas, al tiempo que producen conocimiento científico, dan la alarma y crean el deseo; su discurso, asume o codifica prácticas que, posteriormente, se les escaparán.” (Corbain, 1993, p.89). Pueden resumirse los fines esenciales de la Dirección como el dictado de clases prácticas de ejercicios físicos a niños y jóvenes, aplicando los métodos racionales y científicamente reconocidos. Difundir la afición a juegos y ejercicios al aire libre, así como todas las prácticas que se relacionan con la educación física, moral e intelectual. Organizar concentraciones y exhibiciones gimnásticas, concursos atléticos y deportivos. Hacer del “estadio” un centro de educación social. Intensificar el sentimiento nacionalista exaltando las tradiciones de la patria, cultivando la fe en sus grandes destinos, divulgando la vida ejemplar de sus héroes, infundiendo el respeto a sus emblemas e instituciones fundamentales y afirmando el concepto de la unidad moral y jurídica de la nación. Leyes del Estado y Provincia de Buenos Aires, período legislativo LXXXIV- Año 1937-1938. Extraído del discurso de cierre de la Asamblea de Turismo del sudeste provincial, a cargo del Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Víctor Rivarola, en Boletín Municipal mayo – junio 1945, Mar del Plata: Municipalidad del Partido de General Pueyrredón. “Este año en las terrazas de la pileta municipal, en las playas y demás sitios de recreo y solaz, se han visto a centenares de figuras femeninas en traje de baño realizando esos ejercicios que afinan los cuerpos y les prestan gracia, flexibilidad y soltura, preparando tipos de belleza incomparable, regulación racial que se deberá a Mar del Plata.” En Mar del Plata Anuario, Temporada 38-39, Mar del Plata. Decreto de febrero 22 de 1941. Crea la Comisión Nacional de Turismo, con carácter honorario dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación (Bol. of. 2/3/941) Esta comisión es luego anexada en 1943 a la Dirección de Parques Nacionales, y pasará en 1945 a ser la Administración General de Parques Nacionales y Turismo. Ley provincial 5254, 3 de julio de 1948. Crea la Dirección de Turismo y Parques. (Bol. Of., 21/07/1948). De sus funciones se destaca la organización y el fomento de actividades sociales, culturales, deportivas, artísticas, evocativas, certámenes, exposiciones o muestras, a fin de conocer las riquezas y características de la Provincia, su producción, y su industria. 2º Plan Quinquenal, Capítulo IX Turismo, en Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 5ª sesión extraordinaria, Período 96º, La Plata, 23 de diciembre de 1952. Entre los objetivos generales destaca el auspicio estatal para el desarrollo de centros y zonas de turismo; la organización del turismo social, internacional, escolar y el fomento de hoteles y hosterías de turismo, así como la realización de trabajos públicos en zonas y centros de turismo. Carlos María Della Paolera (n. Buenos Aires, 1890; m Buenos Aires, 1960) Argentino, Ingeniero civil y urbanista. Es uno de los primeros urbanistas profesionales de la Argentina, de amplia actuación en la década del ´30. Elabora planes reguladores para distintas ciudades del país además de impulsar, como jefe de la oficina de Urbanización de la municipalidad de Buenos Aires (1932-1939), el Plan Regulador y distintas intervenciones urbanas en dicha ciudad. Contribuye a difundir los principios del urbanismo científico en sus conferencias, escritos y otros eventos tales como exposiciones y congresos. Datos extraídos del Diccionario Histórico de Arquitectura, Hábitat y Urbanismo en la Argentina (1992), Tomo 1, Buenos Aires: Proyecto Editorial SCA, CEADIG, FADU, IAA. En Mar del Plata, pronuncia en 1932 una serie de conferencias en las que explicará su propuesta: Mar del Plata ciudad jardín balnearia, centro regional de turismo. Se supone elaboraba el Plan Regulador para la ciudad, el que de realizarse no ha podido hallarse; fue redactor principal del Reglamento General de Construcciones de 1937. Esta propuesta se enmarca dentro del concurso de Plan Regulador para la ciudad de Necochea, cuyo propósito fundamental fue urbanizar las fracciones transferidas al Instituto Inversor de la Provincia de Buenos Aires, en cuatro lotes frente al mar, denominados Lote Mar 1, 2, 3, y 4. El Instituto convoca a concurso internacional en enero de 1949. 15

El primero se corresponde con el balneario decimonónico (Mar del Plata, Necochea, Miramar, Mar del Sur); habrá una transición en las décadas del 10 y del 20 del siglo siguiente (Atlantic City, Claromecó, Reta), y a partir de allí se generarán las propuestas modernas, produciéndose su “planificación” desde finales de los 50. La accesibilidad a los primeros balnearios estuvo determinada exclusivamente por el ferrocarril, y a partir de 1930, paulatinamente será reemplazada por la red carretera. 10 En la generación del trazado los arroyos constituyen una condicionante física y formal importante, fundamentalmente el arroyo Lobería, aparentemente capitalizado como origen y orientador de la traza. Se distinguen tres sector, de los que fijaremos la atención en el central, ya que los laterales son entendidos como ampliaciones posteriores. Este sector central se divide en dos subsistemas. Un primer sistema radial, cuyo centro podría corresponderse con un círculo tangente al arroyo Lobería, y en coincidencia con una loma, uno de los puntos más altos del sitio. El abanico resultante es dividido centralmente en dos partes por una amplia avenida de 50 metros, la mas ancha del conjunto, que corre perpendicular al camino, comunicando la semicircunferencia central, con otra avenida de 37 metros de ancho, de unión de los distintos sectores, a modo de circunvalación. El otro sector, esta formado por una superficie rectangular dividida centralmente por una avenida que modo de “eje cívico”, contiene una plaza y la delegación municipal. Se relaciona con el primero por una de las calles radiales que partiendo de la semicircunferencia desemboca en el centro de lo que puede llamarse herradura. Parece oportuno señalar que la operación no fue un éxito. Los lotes pueden haberse vendido (sin base, en 120 mensualidades sin interés, sin obligación de edificar), como expresaban los anuncios inmobiliarios, pero las edificaciones son muy escasas, el trazado es difícilmente reconocible, y las calles no más que “huellas” cubiertas de hierba. 11 Como punto de partida para la reglamentación de la fundación de nuevos centros de población o ampliación o modificaciones de trazado de los existentes, debe considerarse la Ley Nº 3487 de Fundación de pueblos, sancionada por la Legislatura Bonaerense en 1913, vigente durante el período en estudio, a partir de dos decretos reglamentarias de 1927 y 1944. Formulaba los pasos a seguir por los propietarios de terrenos que se destinaran a la formación de centros de población; normas para la determinación del nombre; aspectos relacionados con el trazado y dimensiones de calles. También determinaba los porcentajes de superficie que debían escriturarse a favor del fisco. Del primer decreto reglamentario de 1927, es oportuno destacar dos aspectos: 1.- Considera centro de población todo trazado que contenga manzanas, quintas y chacras y los fraccionamientos de campos para la fundación de colonias, aun cuando no tengan amanzanamiento para planta urbana. 12.- Al considerar la orientación, hace referencia expresa a los trazados radiales y curvilíneos, una muestra concreta de su progresiva utilización: “En los casos de trazados radiales y curvilíneos, como en el de las ciudades jardín, en los que predominan el concepto estético en lugar del económico, el Poder Ejecutivo, previo informe de las oficinas técnicas, podrá disponer su aprobación”. El decreto 21.891 de septiembre de 1949, da cuenta tanto del proceso de urbanización, subdivisiones y loteos, tratando mediante la regulación de atemperar los efectos negativos de dicho proceso. El primer inciso se ocupa de las definiciones de “manzana urbana” como toda unidad rodeada de calles cuyos lados mínimos tengan entre 150 metros como máximo y 60 como mínimo; “macizo de barrioparque o loteo fin de semana” cuando los lados superan los 150 metros y la superficie no excede las 5 hectáreas; fuera de estas condiciones serían quintas o chacras según sus características. Luego define dimensiones mínimas de lotes, permitiendo en las zonas urbanas sólo lotes de 10 metros de frente como mínimo. Para lotes frentistas de avenidas fija un mínimo de 15 metros y un retiro de frente obligatorio de 5 metros. En toda la costa del Atlántico y hasta 5 kilómetros de profundidad los lotes debían tener un frente mínimo de 15 metros. En barrios parque y macizos fin de semana el mínimo era de 20 metros de frente. Para finalizar con el aspecto especulativo, hay otro decreto del año 1950 cuyo propósito es controlar “los excesos especulativos que caracterizan la mayor parte de los fraccionamientos de tierras llevados a cabo en los últimos años, y en particular, los que se proyectan en la costa Atlántica;” El Gobernador Mercante hace referencia nada menos que a la subdivisión para venta de las arenas de la “playa”, a los campos de médanos vírgenes, al minifundio en zonas sujetas a la fuerza del mar... Por esto decreta obligatorio en los fraccionamientos sobre la costa Atlántica en los que se proyecte la creación de manzanas o macizos fin de semana, dejar librada al uso público la “ribera externa”, definiéndola como la franja paralela y contigua a la “playa” definida en el Código Civil, y sujeta a la 16

entrada del mar por los movimientos de las mareas; debiendo construirse paralela y contigua a dicha ribera externa una Avenida Costanera de cien (100) metros de ancho. Prohibe también la creación de lotes de tipo urbano, suburbano, residencial, o de barrio parque, en zonas de médanos vírgenes. 12 Jorge Bunge (1893-1961) Se graduó de arquitecto en la Escuela Politécnica de Munich, donde estudió urbanismo con Teodoro Fisher. Como urbanista, antes que Pinamar, realizó un proyecto de urbanización para las playas de Claromecó, al sur de la Provincia Buenos Aires, que nunca se realizó. 13 Pinamar S.A. imponía al comprador condiciones de venta, tales como: servidumbres reales y continuas, prohibiendo la subdivisión del lote adquirido, dejando libre de edificación el 75 % del mismo. Obligación de retirar las edificaciones del fondo del frente y de medianeras; límite de altura de la construcción de no más de dos pisos. Restricciones con respecto a los materiales, obligándose también el comprador a someter los planos de edificios a construir a la aprobación de Pinamar S.A, y a edificar en un plazo no mayor a cinco años. 14 El primer puesto fue declarado desierto. El segundo puesto fue otorgado a la propuesta del equipo compuesto por los arquitectos Fernández Pico y Ernesto Vautier, obteniendo el tercer puesto la propuesta de Antonio Bonet y Jorge Ferrari Hardoy. Extraído de Revista de Arquitectura, julio de 1950. 15 El plano de desarrollo urbanístico presentado por el Instituto Inversor de la provincia, fue aprobado por Decreto del Poder Ejecutivo provincial 6135 de abril de 1951. De los considerandos interesa destacar: “Que tal aprobación implica sancionar un nuevo concepto de parcelamiento y uso de la tierra, desprovisto del mezquino afán especulativo, y concebido por el contrario, desde un punto de vista funcional acorde al mérito potencial de la fracción a urbanizarse, y a la conveniencia del pueblo que ha de usufructuarla; que en consecuencia se iniciará así una nueva obra de profunda y perdurable repercusión social, concordante con el espíritu y la práctica de este Gobierno”, firmado por el Gobernador Mercante. El equipo de trabajo estaba compuesto por los arquitectos Antonio Bonet, Alberto Cuenca, Jorge A. Lima, Alejo Martínez (h), Luis Rébora, Carlos Lange, José M.F. Pastor, Alberto Etcheverry e Ingeniero Civil José Bonilla.

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