Story Transcript
in a ligand-independe kinase cascade resulti and can stimulate th functional domains re 1 and 2 (CTAR1 and C of their ability to act activates NF-kB main (TRAF3/NIK/IKK-alph canonical pathway b IKK-beta.95 Although in EBV-positive HRS exist in EBV-negative in HL and might be m Amplification of the frequent in HL.100 101 LMP1 can induce ex mediate hypermethy epithelial cells.102 103 W up-regulate the Polyco component of the po required for the ini lymphoid proliferation transgenic mice.105 W regulate a shared sub the ATM tumour supp mediates some its tra The identification th in the LMP1 gene wa B95.8 LMP1106 led to n virus strain within E general, virus strains similar frequency in healthy donors from exception to this is H increased incidence o compared to HIV-nega to normal controls.110 LMP2A is also high LMP2A was shown to Figure 2 Gene expression in Epstein–Barr virus (EBV) associated Hodgkin lymphoma. (A) EBER expression (brown staining) in the nuclei of Hodgkin/ Syk protein tyrosine Reed–Sternberg (HRS) cells. In situ hybridisation for EBER expression is the and induction of ly most reliable and sensitive method to detect the presence of latent EBV expression of LMP2A NATALIA MARIN HUARTE infection in clinical samples. (B) The latent membrane protein-1 (LMP1) and normal B-cell develop (C) LMP2 are both highly expressed in EBV-positive HRS cells. Not shown is cells to colonise perip the consistent expression of the EBV maintenance protein, EBNA1. LMP2A can provide a R1 PEDIATRÍA HOSPITAL LA PAZ transgenic mouse B ce CONTRIBUTION OF EBV GENES TO THE the B-cell lineage gen PATHOGENESIS OF EBV-POSITIVE HODGKIN levels in HRS cells (eg LYMPHOMA In addition, LMP2A EBV-positive HRS cells exhibit a type II form of virus latency, genes involved in pro virus gene expression being limited to the EBERs, Epstein–Barr TRABAJO PARA EL CURSO DE DOCTORADO: “ PECULIARIDADES 78 from apoptosis (BCLX nuclear antigen-1 (EBNA1), latent membrane protein 1 43 44 79 79 80 cell-mediated immun ANATOMOPATOLÓGICAS DE LAS NEOPLASIAS EN LA EDAD PEDIÁTRICA” (LMP1), LMP2, (fig 2), and the Bam H1A rightward 79 We recently showe transcripts (BARTs). EBV may contribute to the pathogenesis regulates autotaxin, a of HL before the HRS cell progenitor leaves the GC because it lysophospholipase-D has been shown to rescue BCR-negative human tonsillar GC increased the generat cells from apoptosis, and because HRS cells with crippling IGH led to the enhanced gr mutations are almost exclusively found in EBV-positive 1 81–85 cells.114 This is the firs patients. directly to the synthes LMP1 induces many of the phenotypic changes observed in could represent a mo EBV-infected B cells, including expression of the B-cell
VIRUS EPSTEINBARR Y
LINFOMAS PEDIÁTRICOS
VIRUS EPSTEINBARR Y LINFOMAS PEDIÁTRICOS
1. Virus EpsteinBarr Introducción El virus de Epstein‐Barr (VEB) es un herpes virus ubicuo. La infección por VEB es común y de distribución mundial. Suele tener lugar de forma subclínica en la infancia temprana. La primoinfección clínicamente aparente es la mononucleosis infecciosa, afectando a individuos cuyo primer contacto es en la adolescencia y siendo autolimitada la mayor parte de las veces. La puerta de entrada del virus es la orofaringe. Además, el VEB se asocia con el desarrollo de otras enfermedades como el linfoma de Burkitt, el linfoma de Hodgkin, carcinoma nasofaríngeo, linfoma cerebral primario (generalmente en síndromes de inmunodeficiencia adquirida), trastornos linfoproliferativos y se ha encontrado en algunos casos de linfoma de células T y carcinomas gástricos.
Estructura El VEB (o virus herpes humano tipo 4), pertenece a la familia Herpesviridae. Es un virus con una doble cadena de ADN de aproximadamente 184kb que codifican casi 100 proteínas. El ADN está contenido en una cápside icosaédrica a su vez rodeada por una cubierta lipídica donde se alojan las glicoproteínas del virus. Además, los virus herpes poseen una capa amorfa de proteínas entre la cápside y la cubierta.
Ciclo vital de VEB La primoinfección es consecuencia del contacto con las secreciones orales de pacientes seropositivos. In vitro, el VEB ha demostrado no sólo infectar los linfocitos B sino además transformarlos en blastos proliferativos; este mecanismo depende de la expresión de proteínas virales bajo el control del EBNA‐2. In vivo, el modelo actualmente aceptado, defiende que el programa de crecimiento del VEB activa linfocitos B que se convierten en blastos proliferativos y éstos se diferencian en células B de memoria en reposo. En las células B de memoria en reposo el virus encuentra un lugar idóneo para permanecer sin ser detectado por el sistema inmune. Este proceso tiene lugar en el centro germinal de los ganglios linfáticos.
Infección y respuesta inmune frente al VEB Para comprender el papel patogénico que puede tener el VEB en diferentes neoplasias hay que saber que después de la infección primaria el VEB nunca es eliminado completamente del organismo, permaneciendo en los linfocitos B en un estado conocido como infección latente. Una de las características del VEB es su capacidad de transformar in vitro los linfocitos B estableciendo las llamadas líneas celulares linfoblastoides. De los muchos genes codificados por el virus sólo 11 se expresan en estas líneas celulares infectadas de forma latente. Se trata de seis antígenos nucleares denominados EBNA‐1, ‐2, ‐3A, ‐3B. ‐3C, ‐LP, tres antígenos de membrana llamados LMP‐1, ‐2A y ‐2B y dos ARNs de pequeño tamaño que se localizan en el núcleo en un elevado número (106‐ 107 copias por célula) y que se conocen como EBER 1 y EBER 2 (EBERs).
2
Existen tres estados de latencia diferentes: La forma de latencia I se observa en el linfoma Burkitt (LB) y en los linfocitos B infectados que circulan en la sangre periférica. En esta forma de infección la expresión del genoma viral queda limitada a los EBERs y a la proteína EBNA‐1 cuya función es indispensable para mantener el episoma, pero que carece de capacidad inmunógena. Este patrón tan restringido de expresión génica permitiría a las células infectadas escapar a la vigilancia inmune por linfocitos T citotóxicos (CTL), favoreciendo así la persistencia de la infección latente. La forma de latencia tipo II se asocia fundamentalmente a neoplasias (carcinoma nasofaríngeo, carcinoma gástrico asociado a VEB y linfoma de Hodgkin VEB positivo). En esta forma se expresan la proteínas EBNA‐1 y LMP‐1, LMP‐2A y 2B y los EBERs. Es la que caracteriza a la enfermedad de Hodgkin (EH) y al carcinoma nasofaríngeo (CNF). La forma de latencia tipo III es la que caracteriza a las líneas linfoblastoides y se observa también en la mononucleosis infecciosa y en la gran mayoría de los trastornos linfoproliferativos B asociados a inmunodeficiencia. La inmunosupresión actuaría permitiendo que los linfocitos B infectados expresen todas las proteínas asociadas a la infección latente sin que sean reconocidos y eliminados por los CTL.
3
2. Enfermedades en las que el VEB podría tener un papel causal:
3. VEB y Linfomas. i. Linfoma de Burkitt El linfoma de Burkitt (LB) es una neoplasia de linfocitos B que afecta sobre todo niños de África central y Nueva Guinea. En el resto del mundo se encuentra de forma esporádica un linfoma morfológicamente idéntico. La asociación entre el LB africano y VEB es muy fuerte: ‐ Más del 90% de los tumores africanos son portadores del genoma del VEB ‐ El 100% de los pacientes tienen títulos elevados de anticuerpos frente a los antígenos de la cápside viral ‐ Los títulos séricos de anticuerpos frente a la cápside viral son proporcionales al riesgo de desarrollar el tumor. Aunque estos datos apoyan fuertemente la idea de que existe una íntima relación causal entre el VEB y LB, existen otras observaciones según las cuales podrían existir otros factores implicados: 1. La infección por VEB no se limita a las regiones geográficas en las que ocurre el LB; el VEB es ubicuo e infecta de manera asintomática a casi todos los adultos de la población mundial. 2. El genoma del VEB sólo se encuentra en el 15‐20% de los casos de LB extraafricano, pero tanto la forma endémica (africana) como los casos esporádicos de esta enfermedad tienen una translocación t(8;14) o, con menos frecuencia, varias translocaciones que provocan la expresión no regulada del oncogén c‐myc. Parece, por tanto, que el VEB es sólo un factor en el desarrollo escalonado del LB; las personas normales controlan fácilmente la infección por el VEB gracias a sus respuestas inmunitarias eficaces dirigidas contra los AG’s virales expresados sobre las membranas celulares; por lo que la mayoría de los pacientes infectados permanecen asintomáticos. En las regiones de África donde el LB es endémico, existirían otros cofactores mal conocidos (paludismo crónico) que favorecerían la proliferación mantenida de las células B inmortalizadas por el VEB. La población de células B en división activa corre un riesgo mayor de sufrir mutaciones, como la t(8;14), que yuxtapone a c‐ myc con uno de los locus de los genes de las inmunoglobulinas. La consiguiente activación de c‐ myc confiere a la célula afectada una ventaja para el crecimiento. Una de las proteínas codificada por el VEB, EBNA‐1, activa la maquinaria para la reordenación de los genes de las inmunoglobulinas. Esta actividad podría incrementar la probabilidad de que se produzca una translocación t(8;14), con la consiguiente activación ce c‐myc. La sobreexpresión del encogen c‐
4
myc no basta por sí sola para dar lugar a la transformación maligna, sino que, con toda probabilidad, es uno de los múltiples pasos del proceso de la génesis del linfoma. En las células inmortalizadas por el VEB se producen otras mutaciones adicionales que posiblemente afectan al encogen N‐ras. El conjunto de estos cambios determina la aparición de una neoplasia monoclonal de células B. Según esta hipótesis el VEB no tiene una capacidad oncogénica directa pero, al actuar como un mitógeno policlonal para las células B, establece el escenario que facilita la adquisición de la translocación t(8;14) y de otras mutaciones, que en conjunto liberan a las células del control del crecimiento normal. Junto a estos cambios también se produce una alteración de la expresión del gen viral, como una reducción en la exposición de antígenos que pueden ser reconocidos por las células T citotóxicas.
ii. Linfoma de Hodgkin EL LH, tiene una incidencia de 1‐10/100.000 y una curva bimodal en cuanto a la incidencia, con un primer pico entre los 15‐35 años y otro en mayores de 50 años. La relación varón:mujer es de 3:1. Se observa un mayor número de casos entre hermanos y familiares consanguíneos. Además se observa una asociación con alteraciones inmunológicas: lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide, ataxia‐teleangiectasia y agammaglobulinemia.
Durante años se ha sospechado que el VEB era el agente etiológico del LH. Los pacientes con antecedentes de Mononucleosis infecciosa o con títulos de anticuerpos elevados contra los antígenos del VEB tienen un riesgo algo mayor de EH. Las pruebas seroepidémicas han sido reforzadas por los estudios moleculares. En las células RS se pueden reconocer los genomas del VEB y las transcripciones del RNA específicas del VEB, en un 40% de los casos de esclerosis nodular y en un 60‐70% de las formas de celularidad mixta. La configuración del ADN es la misma en todas las células tumorales de un determinado caso, indicando que la infección se produjo antes de la transformación maligna de las células. Además, las células tumorales VEB‐positivas expresan la proteína‐1 latente de la membrana, que es codificada por el genoma del VEB, y se ha comprobado que posee capacidad de transformación neoplásica. Por eso, la infección por el VEB quizá sea uno de los diversos pasos que intervienen en la patogenia del LH. Sigue existiendo la posibilidad de que otros agentes infecciosos todavía desconocidos estén involucrados en esta enfermedad, especialmente en los casos que son VEB negativos.
iii. Linfoma en pacientes inmunodeprimidos El desarrollo de linfomas de células B en pacientes inmunodeprimidos ilustra de manera espectacular el papel que desempeña la repuesta inmunitaria del huésped en el control de las células B transformadas por el VEB. Algunos pacientes con SIDA y los que reciben un tratamiento inmunosupresor a largo plazo pueden presentar tumores multifocales de células B en los tejidos linfoides o en el SNC. Estos tumores comienzan por ser policlonales, aunque pueden acabar siendo monoclonales. La expresión de antígenos virales como LMP‐1 permanece elevada en estas células por lo que parece que los tumores representan contrapartidas in vivo de las líneas de células B inmortalizadas in vitro por la infección por el VEB. La observación de que, en algunos casos, los tumores regresan cuando se reduce el tratamiento inmunosupresor demuestra que el crecimiento de las células, dirigido por el VEB, es sensible a la regulación inmunitaria.
5
4. VEB y carcinomas epiteliales: i. Carcinoma Nasofaríngeo La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado el carcinoma nasofaríngeo (CNF) en tres tipos diferentes: queratinizante (tipo 1), no queratinizante diferenciado (tipo 2) y no queratinizante no diferenciado (tipo 3). Estos dos últimos están fuertemente relacionados con la infección por VEB y son mucho más frecuentes que el queratinizante (80% frente al 20%). El CNF es un tumor de la superficie del epitelio, que normalmente se presenta como una masa a nivel cervical, síntomas de obstrucción nasal y pérdida de audición. Así como el linfoma de Burkitt (LB), el CNF presenta una distribución geográfica característica. Es muy frecuente en el sur de China (representa el 20% de los cánceres en adultos) y muy poco frecuente en Europa y América del Norte (