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E N S A Y O S 2 D E V E R D A D L I B R O S D E M E N T I R A . C O M ENSAYOS DE VERDAD SUMARIO Pensamiento crítico latinoamericano 5. Edito

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ENSAYOS DE VERDAD

SUMARIO

Pensamiento crítico latinoamericano

5.

Editorial

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Enrique Espinoza y la Recepción del Trotskismo en Chile.

22. La Filosofía Latinoamericana y La Crisis En Honduras. 36. Los Fundamentos de la Crítica en la Obra de Alfonso Reyes. 50. Leopoldo Zea y el Giro Crítico hacia el Pensamiento Epistémico Latinoamericano. PUNTO Y APARTE 60. Literatura Del Hampa: Una Aproximación Biográfica Sobre Alfredo Gómez Morel DIRECCIÓN DEL PROYECTO Luis Cruz Esteban Hasbun Claudio Véliz

COMITÉ EDITORIAL Esteban Hasbun Rodrigo Carvacho Claudio Véliz

EDICIÓN PARA INTERNET Luis Cruz Gabriel Oyarzún

UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE CHILE

Mayo 2010

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onvencidos, como estamos, de la necesidad del decir, iniciamos esta empresa crítica denominada Ensayos de verdad. La literatura como proyección del ego en las conversaciones de pasillo, enclaustrada en las cátedras universitarias y en pequeños círculos autorreferenciales, es un ejercicio que no responde a los cuestionamientos propios del sujeto latinoamericano contemporáneo que deambula entre un conjunto difuso y a la vez unívoco de discursos oficiales, que las instituciones -religiosas, políticas, económicas- (co)producen para corregir los posibles “errores del sistema”: el despertar intelectual, el descrédito social de sus mismas prácticas, la conciencia de que el ejercicio crítico es el pilar fundamental de las grandes revoluciones culturales. Deseamos ser portavoz de los aportes de distintas disciplinas, teorías y prácticas discursivas, cansadas ya del sonido monocorde de los denominados “artículos científicos”, que se transforman muchas veces en la repetición, reiteración y copia de distintas fuentes del saber, cuyo fruto es la cita. No negamos el aporte de las Ciencias Sociales ni del trabajo académico, solo evidenciamos cómo la creación, el punto de vista y la perspectiva, están siendo cada vez más apartados de las revistas académicas, olvidando la importancia que ha tenido para la historia de Latinoamérica el trabajo ensayístico. Nuestro tiempo nos exige la crítica, a grandes voces, mostrándonos en una mano la miseria del continente y en la otra los mecanismos del poder por el poder. Sin duda, tal ejercicio es inseparable del ensayo, ya que nos permite libertad para crear y profundizar en los rasgos estilísticos propios de cada sujeto que se presenta ante el texto con todas sus experiencias culturales y que en ocasiones se ven anulados por los formatos cientificistas. Ensayos de verdad se proyecta no sólo como una revista de reflexión crítica y cultural, sino que a la vez pretende ser un canal de comunicación que de cabida a las distintas y múltiples voces interesadas en reorientar la forma en que se piensa y por lo tanto modifican los espacios de diálogo y significación.

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Enrique Espinoza y la revista Babel. Del sincretismo ideológico al trotskismo intelectual. Recepción de la ideología trotskista en Chile (1935-1945) [por Sebastián Hernández]

Aquí se confunde el tropel -de los que a lo infinito tiendeny se edifica Babel -en donde todos se comprenden. Enrique Espinoza, mayo 1939.

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omo nos muestra Bourdieu, para dar el objeto propio de la creación intelectual y poder establecer sus límites, “…es preciso percibir y plantear que la relación que un creador sostiene con su obra y, por ello, la obra misma, se encuentra afectada por el sistema de relaciones sociales en los cuales se realiza la creación como acto de comunicación, o,…por la posición del creador en la estructura del campo

intelectual.”1 A través de las siguientes líneas buscaremos establecer diferentes directrices de análisis en el marco del desarrollo de una Historia intelectual2 la cual nos permita generar un nuevo lineamiento historiográfico desarrollado en forma casi nula dentro de nuestro país. De esta forma, centraremos nuestra investigación en la figura de Enrique Espinoza, su entorno intelectual como lo es la revista Babel y –en menor medida- su precedente, la revista SECH. Aquí observaremos cómo este escritor a través de sus diferentes trabajos logró encasillarse como un intelectual de renombre en el país y en el continente, generando una atmósfera intelectual como pocas, las cuales trajeron consigo respuestas ideológicas e intelectuales, como muy escasas veces se ha dado en nuestro territorio. Para poder desarrollar una Historia intelectual dentro de la cual se cometa la menor cantidad de errores, es necesario -al mismo tiempo que se establece el sistema de relaciones con las cuales se envuelve el campo-, precisar la autonomía relativa que trae consigo este sitio de estudio. En este sentido, se hace necesario observar al campo intelectual como un sistema de fuerzas en donde, al igual que la ______________________________________________________________ 1 Bourdieu, Pierre. “Campo intelectual y proyecto creador” en Bourdieu, Pierre. Campo de poder, campo intelectual, Montressor Jungla Simbólica, Buenos Aires, 2002. p. 135. 2 Se entiende por Historia intelectual “la relación entre texto y autor, lenguaje e intenciones, entre la obra y su contexto… en donde una hermenéutica profunda nos muestre una forma de acceder al universo semántico intersubjetivamente compartido de una época o una cultura dada y objetivamente encarnado en artefactos culturales, conductas e instituciones por el cual un determinado texto se torna inteligible y se hace legible, es decir, que nos permita volver las condiciones y el contexto de su recepción en objeto de análisis”. Palti, Elías. Giro Lingüístico e Historia Intelectual. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1998. pp. 33-34.

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concepción marxista, los diferentes agentes que la componen, luchan y definen su posición dentro del campo pretendiendo su autonomía como “…producto de un proceso histórico de autonomización y de diferenciación interna…”.3 En nuestra investigación, desarrollaremos el campo intelectual en el que se desenvuelve Enrique Espinoza y la revista Babel, analizando su entorno, su actualidad y pensamiento, para que de este modo podamos observar la redefinición de su proyecto creador a medida que se generaron cambios, en el estructurado campo al que hizo referencia Bourdieu. Asimismo, observaremos a través de nuestro análisis si “el autor más indiferente a las seducciones de éxito y menos dispuesto a hacer concesiones a las exigencias del público, [es capaz de no] tomar en cuenta la verdad social de su obra que le remiten el público, los críticos o los analistas y redefinir de acuerdo con ella su proyecto creador”.4

Por ende, este elemento se analizará presentando los

diferentes sucesos, realidades y críticas que enfrentó Enrique Espinoza y Babel, ya que estos componentes son los que forman parte de la creación que éste desarrolló. Es de esta manera, que bajo los parámetros metodológicos propuestos por la Historia intelectual, desarrollaremos nuestra investigación, centrada en la idea de que la percepción intelectual trotskista se representó a través de Enrique Espinoza y la publicación de la revista Babel, en donde la relación personal de Espinoza con Trotsky, el apego a sus posturas y la muerte de éste último, provocaron un giro ideológico y una nueva línea editorial en la revista, reestructurando su atmósfera intelectual. Finalmente, la cronología de estudio se centrará en el periodo comprendido entre 1936 a 1945, ya que en 1936 se observaron las primeras publicaciones de Enrique Espinoza en Chile, mostrando sus fuertes planteamientos ideológicos sobre su postura política y el comportamiento de los intelectuales. A esto seguiremos desde 1939 con las primeras publicaciones de la revista Babel, en donde veremos el explícito sincretismo ideológico que predominaba entre las ideas libertarias y el trotskismo. Finalmente concluiremos entre 1941 a 1945, donde ya se puede observar de manifiesto la reestructuración de todos los intelectuales del equipo editorial de e n torno a las ideas trotskistas. a) Elementos de análisis centrales del trotskismo presente en Enrique Espinoza. Es de vital importancia desarrollar el concepto de trotskismo en nuestra investiga______________________________________________________________ 3 Ibíd. P. 140 4 Ibid. P. 148

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ción, ya que éste nos permitirá generar los análisis adecuados frente al problema de la representación del trotskismo, a través de la figura de Enrique Espinoza y su entorno intelectual plasmado en la revista Babel. De esta manera, para definir trotskismo nos basaremos en tres elementos centrales, los cuales estableceremos como premisas generales para poder representar esta tendencia ideológica. Es así que los componentes medulares que desarrollaremos como parte de la conceptualización del trotskismo serán la “Revolución Mundial”, “La Revolución Permanente” y la “contraposición a la política representada por Stalin”. Estas son las premisas, a nuestro modo de ver, que tiene que seguir toda persona que se adhiera a esta tendencia ideológica encasillada dentro del trotskismo. Sin

embargo,

cabe

resaltar

que

dentro

de

nuestra

conceptualización

del

trotskismo, hemos excluido la táctica política del “entrismo”, ya que ésta, si bien es desarrollada por Trotsky a partir de los años 30´, recién es conocida y empleada mundialmente a partir de la IV Internacional, que se estableció en 1938.5 Esta táctica fue ajena a nuestro país, siendo un aspecto no representativo del trotskismo en Chile. Nuestro primer elemento a desarrollar dentro de la conceptualización de trotskismo es la “Revolución Mundial”, la cual según Trotsky “…elimina el problema de la distinción entre países “maduros” y “no maduros” para el socialismo [hecha por la URSS]… el capitalismo, al crear un mercado mundial, una división mundial del trabajo y fuerzas productivas mundiales, se encarga por sí solo de preparar la economía mundial en su conjunto para la transformación socialista.”6 Es decir, la economía capitalista, cada vez más expansionista, junto con los problemas sociales que ésta conlleva, buscaron derrocar lo antes posible al gobierno del proletariado; por lo cual era necesario que la Revolución de carácter socialista fuese mundial, para que de esta manera la dictadura del proletariado se pudiera tornar duradera y expansionista. Es por ello que todo adherente del trotskismo debía buscar el desarrollo de la Revolución Mundial, porque sólo de este modo se lograría terminar con la explotación del hombre por el hombre y se podría instaurar la dictadura del proletariado en forma duradera, dando paso al socialismo. De esta manera, se podría mantener esta forma política a nivel mundial y no sería derrocada por el capitalismo. Otro elemento a desarrollar dentro de los ejes fundamentales del trotskismo fue “La Revolución Permanente”, concepto que nace en 1904 de manos de León Trotsky. ______________________________________________________________ 5 Coggiola, Osvaldo. Historia del trotskismo en Argentina y América Latina. Ediciones ryr, Buenos Aires, 2006. p. 397. 6 Trotsky, León. La Revolución Permanente. Fundación Federico Engels, Madrid, 2001. p. 149.

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En ella se postulaba -a grandes rasgos- que la burguesía era incapaz de dirigir una revolución frente al zarismo, ya que al igual que cualquier país atrasado en donde el capitalismo imperaba, la burguesía nacional estuvo “…vinculada inseparablemente a los restos del feudalismo, y por la otra, al capital imperialista…”7 siendo incapaz de cumplir con ninguna tarea histórica. Por lo tanto el proletariado se vería en la obligación de apropiarse del poder y establecer la dictadura del proletariado, para que de esta manera la clase obrera no tuviese que conceder espacio a los capitalistas. Es así como se fundó la teoría de la Revolución Permanente, ya que el autor observó cómo la burguesía estando apegada a viejas estructuras económicas, había mostrado que en caso de desarrollarse una revolución como la ocurrida en 1905, lo único en lo que degeneraría esta acción sería en la consolidación de un Estado burgués parasitario. En este tipo Estado las clases dominantes harían usufructo de las clases obreras, aprovechándose de la condición subalterna de estas clases, como ocurría en los demás países más avanzados. De esta manera, y juzgando por el contexto, la Revolución Permanente se lee como una necesidad en la cual se encuentra ineludible el hecho de que a la revolución democrática burguesa se le debía hacer otra revolución inmediata, para no caer en el mismo estado de opresión. Contando con otras clases superpuestas sobre los trabajadores se generaría, de esta forma, un pensamiento en el cual ya no dejaría el poder en otras manos que no fuesen las del proletariado. Por último, es necesario desarrollar como componente elemental del trotskismo “la contraposición a la política representada por Stalin”. Este elemento es central en todo adherente del trotskismo, ya que desde los inicio del gobierno estalinista, Trotsky desarrolló una fuerte crítica hacia las diferentes estrategias propuestas por Stalin para llegar al socialismo, transformándose en un enemigo férreo del gobierno soviético post Lenin y aplicando un oposición ultra izquierdista sobre éste. Claramente, esta postura antiestalinista puede ser reconocida a través de diferentes artículos emitidos por Trotsky, haciendo que este elemento se transforme en una característica clara de la tendencia trotskista en toda figura política. Ejemplo de esta postura, puede ser observada a través de Alan Woods en su prólogo a La Revolución Permanente, donde el autor explica que “Trotsky describió la política estalinista como “una maliciosa caricatura del menchevismo”. La puesta en práctica de la teoría estalinista de las “dos etapas” en el mundo colonial ha provocado una catástrofe tras otra”.8 ______________________________________________________________ 7 Ibíd. P. 7 8 Trotsky, León. Op. Cit. P.11.

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En síntesis, todas estas características que ayudan a construir el concepto de trotskismo para la presente investigación, son formuladas para generar un nexo de análisis que media entre los diferentes intereses de Enrique Espinoza y su relación con el trotskismo que le asigna la historiografía del mismo corte ideológico. b) Conformación ideológica y del entorno intelectual de Samuel Glusberg. Samuel Glusberg, verdadero nombre de Enrique Espinoza, nació en Kischinev Rusia, en Junio de 1898. Llegó a Buenos Aires en 1905 a los siete años, ya que su padre, el rabino Ben Sión Glusberg, tuvo que emigrar con su familia huyendo de los Progroms.9 Desde muy pequeño Glusberg mostró su talento y habilidades en las letras, desde los 16 años ya leía a literatos de renombre como Tolstoi, Turguenev, Heinrich Heine y Baruch Espinoza, de los cuales construyó su seudónimo en la creación de las letras de Enrique Espinoza. Ya en 1919 comenzó a editar los Cuadernos América, donde publicó a varios autores argentinos, americanos y europeos bajo del sello Babel, conformando una relación intelectual muy importante para su corta edad. Un año más tarde, estas publicaciones comenzaron a generar gran revuelo en federaciones de estudiantes y otros grupos universitarios en el continente, haciendo que se comience a desarrollar una gran vinculación de este personaje con Chile y se inicien los primeros pasos de reconocimiento en nuestro país a una velocidad mucho mayor que la expuesta por otras naciones del continente. Esto se puede apreciar a través de las siguientes palabras de Espinoza: “Allá por 1920 -recuerda-, empezaron a salir en Buenos Aires, bajo mi bisoña dirección, unos cuadernos literarios que interesaron mucho a los dirigentes de la Federación de Estudiantes de Chile. Así mientras sus compañeros de Lima o de La Paz pedíanme tres o cuatro ejemplares de cada título, ellos no bajaban nunca de cincuenta”.10 En 1921, todavía en Argentina, Espinoza publicó Babel, la revista de arte y crítica donde se unieron escritores muy destacados como Augusto D´Halmar, Pedro Prado, Juan Marinello, Jorge Basadre, Horacio Quiroga, Gabriela Mistral, José Carlos Mariátegui, entre otros.11 Este elemento hace que a su corta edad, Enrique Espinoza ______________________________________________________________ 9 Massardo, Jaime. “Los tiempos de la revista Babel” en Massardo, Jaime; et. Al; Babel, revista de arte y crítica 1. Lom Ediciones, Santiago, 2008. p.8. Se entiende por Progroms como el linchamiento multitudinario en contra de los judíos y la destrucción de sus bienes en la Rusia Zarista. 10 Espinoza, Enrique. “De un lado a otro” en Babel, Santiago, sin fecha, p.91. en Massardo, Jaime. “Los tiempos de la revista Babel” en Massardo, Jaime; et. Al; Babel, revista de arte y crítica 1. Lom Ediciones, Santiago, 2008. p. 9. 11 Massardo, Jaime. “Los tiempos de la revista Babel” en Massardo, Jaime; et. Al; Babel, revista de arte y crítica 1. Lom Ediciones, Santiago, 2008. p. 9.

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ya lograse conformar una relación intelectual muy nutrida con grandes escritores de nuestro país y el continente, erigiendo un entorno intelectual muy importante. Esta situación hará que su trabajo desde muy joven, se legitimase gracias a las relaciones y críticas que recibió por sus pares de mucho mayor renombre. Es a través de las primeras ediciones de Babel, que Espinoza logró encasillarse en Chile como “…el amigo de Gabriela Mistral, María Luisa Bombal, Carlos Vicuña y tantos más…”12, debido a que en estas primeras ediciones, el autor dejó entrever sus características críticas literarias más que las ideológicas. En 1924, Espinoza edita su primer libro, el cual lo llama La Levita Gris, en donde uno de sus cuentos “la cruz”, es traducida por Waldo Frank para la revista Menorah de Nueva York.13 Esto significó el desarrollo temprano de una importante fama para nuestro autor. El rápido reconocimiento que obtuvo Espinoza hace que se comience a desarrollar y ampliar su estadía en Chile, donde lo recibieron escritores de renombre como Mariano Latorre, Domingo Melfi y Joaquín Edwards Bello. Este hecho desarrolló una relación intelectual trascendente con éstos escritores; relación plasmada posteriormente en sus aportes a la revista Babel de Chile. Posteriormente, entre 1932 y 1935, Enrique Espinoza intentaría editar la nueva revista Trapalanda. Un colectivo Porteño, la cual tuvo una existencia casi insignificante. Seguido a esto crea su libro “Trinchera”, el cual intentó resumir su política cultural y definirse como un animador de esta índole.14 De de esta manera, circunstancias de época tales como la muerte de Mariátegui, la explosión de la Guerra Civil Española, la crisis económica, la irrupción de distintas dictaduras en nuestro continente y el desplazamiento de la intelectualidad de izquierda en Argentina por el viraje fascista de Lugones, fueron hechos que paulatinamente hacen que Enrique Espinoza vaya politizando su actuar y reestructure políticamente su “proyecto creador”. c) Espinoza en la SECH y la conformación del espacio intelectual. Sus primeros atisbos ideológicos en Chile (1935-1939). En 1935, Enrique Espinoza se radicó en Santiago, escribiendo breves ensayos a través de la revista de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH). A partir de esta publicación, el autor comenzó a conformar un proyecto creador donde mostró su planteamiento revolucionario intelectual. A través de sus artículos, Espinoza resalta la actitud ejemplar de diferentes intelectuales en el mundo, los cuales son capaces de ______________________________________________________________ 12 Reyes Covarrubias, V. “Espinoza: Literatura y Amistad”, en Las Últimas Noticias, Sábado 28 de Agosto de 1961. p. 7. 13 Massardo, Jaime. Op. Cit. P. 10. 14 Miranda, Nicolás. Contribución para una Historia del Trotskysmo chileno 1929-1964. Clase contra Clase, Santiago, 2000. p.31.

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mostrar una autonomía legitimada al seguir una línea trotskista revolucionaria y disidente a la URSS sin tener que apoyar necesariamente el proyecto capitalista erigido por Estados Unidos. De este modo, Espinoza mostrando parte de su pensar, le restó importancia a las figuras políticas y sus proyectos organizacionales, ya que según él lo que realmente cobra importancia, es la dificultad de ser intelectualmente revolucionario al interior de la sociedad porque “…los auténticos pensadores revolucionarios, no pierden en ningún momento su independencia de juicio”15, haciendo mucho más compleja la expresión de sus creaciones en una sociedad adversa políticamente. Es a través de los primeros escritos de Espinoza, en un órgano literario chileno como la SECH, donde podemos observar los iniciales atisbos ideológicos del autor conducidos hacia el trotskismo. Resaltando en diferentes artículos su propia figura de revolucionario o comparando diferentes actitudes de otros intelectuales con las acciones desarrolladas por él, podemos apreciar el giro crítico de Espinoza. Así, temprana y explícitamente en relación a la situación de nuestro país, Espinoza comenzó a recepcionar las posturas ideológicas de Trotsky y a enaltecer su figura en Chile. Un ejemplo de su destacada figura revolucionaria y de los componentes ideológicos marxistas, se puede ver expresado a través de las siguientes líneas: “En la práctica de la dictadura del proletariado, antídoto invitable impuesto por la resistencia armada de la burguesía internacional y que expresa la barbarie del pasado antes que la cultura del porvenir –los nombres de Lenin y Trotsky se hacen pronto para los revolucionarios del mundo entero tan inseparables como los de Marx y Engels en la teoría.”16 Esto nos muestra, cómo Espinoza dio a entender a través de su obra, la independencia ideológica y de juicio que éste poseía, donde muestra su aprecio por las ideas representadas por Trotsky en una época en que el estalinismo calaba fuerte en nuestro país y el Partido Comunista cada vez se bolchevizaba en mayor medida.17 Sin embargo, el punto de mayor importancia en relación de los ideales trotskistas con Espinoza, es la visita del autor en 1938 a Trotsky en Coyoacán, México. Fue esta visita la que repercute muy fuerte en la ideología de Enrique Espinoza, ya que _______________________________________________ 15 Espinoza, Enrique. “Actitud ejemplar de Waldo Frank” en SECH, Año I, N.º 6, Santiago, Octubre, 1937. p. 19. 16 Espinoza, Enrique. “Lenin y Trotsky” en SECH, año II, N.º7, Santiago, Diciembre, 1937. p. 9. 17 Pérez, Cristián. “¿En defensa de la Revolución? La expulsión de la “Izquierda Comunista”, 1928-1936”. En Loyola, Manuel y Rojas, Jorge (compiladores). Por un rojo amanecer: Hacia una historia de los comunistas chilenos. Valus, Santiago, 2000. p. 171.

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junto con entregarle mucha literatura política de su autoría, Espinoza se convirtió en su propio agente literario en Chile18, haciendo que éste vuelque sus posturas ideológicas con mucha más fuerza hacia el trotskismo. Por medio de esta postura representada por Enrique Espinoza, se comenzó a configurar una relación con otros intelectuales de nuestro país que también poseían un enfoque similar en cuanto a lo revolucionario, generando, de esta manera, una nueva atmósfera intelectual. Esta atmósfera se nutrió de diferentes escritores capaces de criticar sin tapujos el sistema y mostrar una adhesión similar por la revolución y el objetivo de la sociedad comunista. Es así, como Espinoza entabló una relación de amistad, ideológica e intelectual con los autores Manuel Rojas y Ernesto Montenegro, instaurando una unidad intelectual capaz de expresar posturas ideológicas a través de las letras y la literatura como muy pocas veces se ha representado en Chile. Esta vinculación de amistad e intelectualidad pudo haberse desarrollado, por lo común que se presentaban los temas tratados por estos autores. Tal como Espinoza generaba artículos sobre las posturas de Trotsky respecto a los referentes del marxismo y la actitud ejemplar revolucionaria de algunos intelectuales, Manuel Rojas expuso trabajos como “José Martí y el espíritu revolucionario en los pueblos”19 y Ernesto Montenegro por su parte escribía artículos como “Horacio Quiroga visto del extranjero”20, donde no sólo se analizaba y adulaba la misma figura de Espinoza, sino que también se le veía como un revolucionario intelectual. Del mismo modo, en la etapa predecesora de Babel, Espinoza también desarrolló una relación de Amistad con José Santos González Vera, el cual era un intelectual que defendía los postulados anarquistas libertarios. Vera, a pesar de su postura ideológica, no dudó en enfrascarse en una relación intelectual y de amistad con Espinoza, llegando a describir a este último en su libro Algunos: “[Espinoza] era un joven delgadito, de aspecto endeble, más bien alto, encorvado ligeramente, de cabellera negra y ensortijada, de cejas tan pobladas que para contenerlas usaba anteojos; de mirada inquisidora, boca grande, de labios gruesos, primos directos de Jesucristo, fueron al África y simpatizantes con sus moradores…”21 ______________________________________________________________ 19 Rojas, Manuel. “José Martí y el espíritu revolucionario en los pueblos”, en SECH, año II, N.º7, Santiago, Diciembre, 1937. 20 Montenegro, Ernesto. “Horacio Quiroga visto del extranjero”, en SECH, año I, N.º4, Santiago, Marzo, 1936. 21 González Vera, José Santos. Algunos, Nascimento, Santiago, 1967. pp. 34-35.

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De esta forma se comenzó a conformar el grupo intelectual que integró Babel. Muchos de ellos, aun cuando no poseyeron las mismas posturas ideológicas, conformaron una amistad y un equipo, con un “proyecto creador” capaz de enarbolar ciertos enfoques intelectuales -como el anarquismo y el trotskismo- muy importantes en relación a la estructuración ideológica política nacional y la instauración de un nuevo imaginario literario para nuestro país.22 Así, a través de los diferentes artículos presentados por Espinoza en la revista SECH, podemos apreciar los primeros planteamientos ideológicos del autor en relación a su postura política y, sumado a ello, el comportamiento de los intelectuales, quienes logrando entablar un círculo cercano de pensamiento, comenzaron a generarse fama por medio de sus trabajos literarios. Esta situación les otorgó legitimación para expresarse libremente y con argumentos “de sobra” acerca de sus posturas políticas. Sus enfoques, producto de ello, tuvieron vida a través de sus críticas y creaciones inclusive en periodos posteriores a la revista Babel. d) El sincretismo ideológico en la reanudación de Babel (1939-1940). En 1939, ya Espinoza reanudó los los artículos extraídos podemos observar en de la revista.

teniendo distintas publicaciones de sus artículos en Chile, tirajes de Babel en Santiago, organizando un soporte crítico con de otras revistas internacionales. A partir de esta instancia es que Babel un sincretismo ideológico representado por el equipo editor

Esta heterodoxia ideológica presente en Babel –heterodoxia intelectual a la que ya hicimos referencia anteriormente-, se representó a través de las distintas posturas defendidas por sus integrantes intelectuales. El trotskismo representado por el mismo Enrique Espinoza o las ideas libertarias representadas por Manuel Rojas, Ernesto Montenegro y José Santos González Vera, forman parte central de este bagaje intelectual. Estos distintos enfoques ideológicos podían verse en explícito en los primeros números de la revista. Allí Enrique Espinoza tradujo o editó artículos contra el fascismo o el anti-estalinismo como “Stalin como ícono”23 de Edmun Wilson o “Posteriptum a Mussolini”24 de Emil Ludwig; por su parte, los demás colaboradores ____________________________________________________________ 22 Ver en Ferretti, Pierina y Fuentes, Lorena. “El imaginario literario de la revista Babel”, en Ferreti, Pierina; Fuentes, Lorena; et. Al. Babel, revista de arte y crítica 2. Lom Ediciones, Santiago, 2008. 23 Wilson, Edmund. “Stalin como ícono”, en Babel, año I, N.º 1, Chile, Mayo 1939. 24 Ludwig, Emil. “Posteriptum a Mussolini”, en Babel, año I, N.º 1, Chile, Mayo 1939.

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de la publicación como Manuel Rojas, produjeron trabajos literarios con alusión al Anarquismo. Las siguientes líneas expuestas son ejemplo de este elemento: “Construido con elementos de timidez y de urgencia, de pasión y de silencio; a través de ganzúas y de ladrones hábiles, acompañado de anarquistas perseguidos por la policía y de cómicos que morían sin éxito en los hospitales; entre carpinteros de duras manos y tipógrafos de manos ágiles;…”25 Es de esta manera como se va afirmando en nuestra palestra literaria, una revista con diferentes matices ideológicos, la que, sin embargo, poseía objetivos claros en los que concordaban los principales colaboradores. Estos elementos eran: a) el hecho de mostrar las diferentes posturas libremente, “Libres de prejuicios, como buenos americanos, haremos naturalmente lugar a la polémica esclarecedora, seguros que para tener razón no es preciso de ningún modo cortar la cabeza al adversario.”26 b) la dirección de la revista enfocada hacia un solo sector de la población; la población inteligente y cercana, capaz de comprender sus posturas, “bajo el signo de tan alta esperanza y sin ningún principio mezquino, pues, en este día consagrado a los trabajadores de todos los países para brindar a los mas cercanos e inteligentes una serie de periódicos de ensayos, artículos y narraciones de valor permanente documental.”27 Y por último, c) la apreciación -bajo cada uno de sus distintos parámetros ideológicos- de la Revolución como la única manera de llegar a la sociedad comunista. Esto lo podemos observar por medio de la edición de divergentes números en Babel referidos a la Revolución, como el número de los últimos meses de 1940 el cual se titulaba “de la poesía a la Revolución”.28 Sin embargo, y a pesar de esta heterodoxia ideológica representada por el círculo de colaboradores más cercanos e importantes de la revista Babel, es necesario distinguir que este equipo intelectual se preocupó de mantener un “crítica positiva” en torno a los artículos editados por su revista. Este mecanismo permitió que las ideas políticas expresadas, obtuvieran importancia a través de la aprobación de sus pares en el campo intelectual en el que estuvo inmerso. ______________________________________________________________ 25 26 27 28

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Rojas, Manuel. “Deshecha rosa”, en Babel, año XX, vol. II, Chile, noviembre-diciembre, 1940. p. 27. Espinoza, Enrique. “Resurrección y Símbolo”, en Babel, año I, N.º 1, Chile, Mayo 1939. p.1. Ibíd. Pp. 1-2. Babel, año XX, vol. II, Chile, noviembre-diciembre, 1940.

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Para que este elemento sucediese, los diferentes colaboradores -como Espinozapublicaban entero o parte de sus artículos en distintos diarios del país, exponiendo sus creaciones a una especie de prueba, en donde, de pasar sus artículos las críticas de sus pares y del público, estos podrían ser publicados en Babel. Este hecho lo podemos ver manifestado en el diario La Hora de Santiago, donde Espinoza escribió en el primer párrafo de su artículo lo siguiente: “En este tiempo de guerra y traición, todos los días nos sorprende una noticia amarga que, contra nuestra costumbre, nos empuja a improvisar un artículo, sin acordarnos la demora de una cuantas semanas para traducir después para “Babel”, sobre el mismo tema, uno más autorizado a los ojos del público.”29 Claramente, elementos como estos son lo que permitieron hacer que Babel, a pesar de su sincretismo ideológico y su temprana edición en nuestro país, se enarbolase como una de las revistas literarias intelectuales más importantes de nuestro territorio. Distinguida por sus mismos pares, por su público y por el respeto de todos, la revista se encasilló en un lugar importante dentro de la estructura del campo intelectual de nuestro país y del continente. d) La consagración de Babel y el giro ideológico de sus colaboradores centrales (1941, 1943-1945). A raíz de la muerte de León Trotsky en 1940 y la importancia que éste tuvo a nivel mundial, la revista Babel sufrió un giro ideológico explícito hacia el trotskismo. En dicho giro –situación contenida dentro de sus últimos números antes del primer cese de publicaciones en julio de 1941- la revista desarrolló un número exclusivo en homenaje a Trotsky y sus postulados ideológicos, sin encontrar críticas por partes de los emblemas libertarios de la revista. En este sentido, más que exponer el trabajo realizado por el siempre trotskista Enrique Espinoza, se hace necesario mostrar los trabajos realizados por sus pares, quienes aún siendo defensores de postulados anarquistas, también se adscribieron al giro ideológico que se vive con la muerte de Trotsky y, al mismo tiempo, dando cuenta de la recepción de estos postulados en la realización de este número homenaje. Es así como a través de Manuel Rojas, podemos observar la relación que poseyó este intelectual con los distintos elementos trotskistas, en las siguientes líneas: ______________________________________________________________ 29 Espinoza, Enrique “Julian T Uwin”, en La Hora, Santiago, 1 de octubre de 1939. página no especificada.

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“La muerte de León Trotsky pone punto final a la historia del partido bolchevique ruso. Un gran partido muere con el gran hombre que era su último combatiente. Con el partido y con el hombre termina, de una vez y para siempre, en todos sus aspectos vitales inmediatos, el movimiento social y político que ese partido y los hombres que lo formaban promovieron en Rusia y que tanto alcance y trascendencia ha tenido en el mundo… Definitivamente, porque lo que queda, aquello que en el terreno social y político fue realizado por ese partido y esos hombres, es un organismo que está muy lejos de esos hombres y de ese partido: un Estado Obrero degenerado, como el mismo Trotsky decía.”30 Claramente, estas líneas recién expuestas ponen en evidencia la incoherencia ideológica de Manuel Rojas en su postura como anarquista. En estas líneas, Rojas no hace otra cosa que enaltecer a un líder político y a su partido, otorgando posturas positivas a estructuras burocráticas a las que se supone que cualquier anarquista aborrece. Una vez ya presentados los últimos números de Babel en 1941, la revista cesó sus publicaciones para reanudarlas en 1943, donde incorporó nuevos colaboradores intelectuales comenzando a editarla de forma bimestral. Esta reanudación trajo consigo dos elementos centrales alrededor de Babel. Primero que todo, generó una nueva perspectiva ideológica mucho más clara y concreta, donde los colaboradores intelectuales se alinearon hacia un ideario pacifista humanista vinculado a la resistencia contra el fascismo y el nacional socialismo de la década del 30´ y 40´, propio de las posturas trotskistas. Seguido de esto, la revista logró consagrarse en el campo intelectual a través de su “proyecto creador autónomo”, legitimado por sus propios pares. El hecho de que Babel lograra consolidarse en sus posturas ideológicas, comenzó con el liderazgo efectuado por Enrique Espinoza quien, al establecerse como editor realiza un número en homenaje a Trotsky, moldeando la ideología presente en sus colaboradores. Es así como desde 1943, el autor comenzó a adherirse de manera mucho más fuerte a los postulados de Marx y Engels al igual que de los referentes de la Revolución Rusa como lo eran Lenin y Trotsky, generando así, una consolidación ideológica de la recepción trotskista a nivel intelectual en nuestro país a través de su persona y la revista Babel.31 ______________________________________________________________ 30 Rojas, Manuel. “El último combatiente” en Babel, año XX volumen II, Santiago, Enero- Abril, 1941. p. 168. 31 Gutiérrez, Patricio. “Heterodoxia, Praxis y marxismo creador en la revista Babel”, Gutiérrez, Patricio; et. Al. en Babel, revista de arte y crítica 3, Lom Ediciones, Santiago, 2008. p.33.

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Seguido a esto, también no hay que dejar de mencionar que junto con la consolidación ideológica que obtuvo la revista Babel a partir de 1943, también se logró su consagración a nivel intelectual. La revista, por medio de la integración de distintos personajes de renombre tales como el diseñador Mauricio Amster (1944) y, junto con ello, una gran selección de ensayos en donde podemos encontrar a Gabriela Mistral, Ciro Alegría, Thomas Mann, Hannah Arendt, Albert Camus, Mc Donald, entre otros, permite su reconocimiento a un mayor nivel en el espacio de la intelectualidad chilena. En definitiva, estaban presentes como dijo González Vera “los escritores llamados a decir algo [que] son de las más diversas lenguas y siglos.”32 A partir de lo anterior es que podemos afirmar que con la consagración intelectual que vivió Babel desde 1943, se logró dar la unión perfecta entorno a un círculo intelectual concreto. Con esta afirmación, la revista se proveyó de una crítica positiva y legitimación otorgada por sus pares y el público, permitiendo el desarrollo de grandes figuras del pensamiento nacional en un “proyecto creador” respecto del trotskismo y sus elementos fundamentales apegados al marxismo. Así podremos ver a lo largo de la revista artículos como “Depauperación y concentración de capital”33 de Laín Diez, “Heine y Marx”34 de Enrique Espinoza, “España otra vez”35 de Manuel Rojas, “La iglesia católica y el fascismo”36 de Guido Piovene, entre otros; todos ellos, muestra de la inclinación de la revista hacia el trotskismo-marxismo. Por último, cabe desatacar que estas posturas ideológicas se han mantenido vigentes a través de Enrique Espinoza hasta en sus últimos trabajos, en donde el enfoque revolucionario y su oposición férrea al estalinismo –característico, por lo demás, de la ideología trotskista- quedaron intactos al revisar su último libro editado en nuestro país como lo es Conciencia Histórica: pensamiento y Acción.

______________________________________________________________ 32 Cita extraída del enlace electrónico, “Babel (1921-1951). Presentación”. En Memoria Chilena, Literatura, Santiago, 2010. http:// www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=babel(1921-1951). [Última visita 17 de marzo de 2010]. 33 Diez, Laín. “Depauperación y concentración de capital” en Babel, N.º 19, Santiago, Enero- febrero, 1944. 34 Espinoza, Enrique. “Heine y Marx” en Babel, N.º19, Santiago, Enero- febrero, 1944. 35 Rojas, Manuel. “España otra vez” en Babel, N.º 22, Santiago, Julio- Agosto, 1944. 36 Piovene, Guido. “La iglesia católica y el fascismo”, en Babel, N.º 50, segundo trimestre de 1949.

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Conclusiones A través de las siguientes líneas podemos concluir que Enrique Espinoza es un referente de la recepción trotskista en Chile, logrando representar a través de sus creaciones literarias los elementos centrales de tal ideología. A esto debemos añadir que a través de la revista Babel y su número en homenaje a Trotsky, junto con la reanudación de su edición en 1943, logró provocar un vuelco ideológico en los intelectuales libertarios que comprendía el grupo más importante de esta revista, ya que a través de su consagración intelectual, también trajo consigo una consolidación ideológica en donde sus mayores referentes desarrollaron una crítica positiva y hasta aduladora de las temáticas planteadas por este personaje revolucionario intelectual marxista. Es a través de este hecho que podemos comprender que el liderazgo político e influencia ideológica que poseyó Espinoza frente a su equipo editor, deja entrever las falencias teóricas que tuvieron estos escritores con arraigo libertario, sintiéndose incentivados más por propuestas sobre el “bien común”, que por la prosecución dogmática de una línea política. Esto nos muestra, en un nivel de análisis mucho más amplio, cómo los diferentes personajes de corte ácrata en nuestro país, poseyeron un bagaje ideológico considerablemente pobre a diferencia de las abultadas teorías y reflexiones marxistas que llegaron a Chile. Esto lo notamos como resultado de la fácil adhesión anarquista hacia las proclamas trotskistas, por el apoyo en difundir las diferentes ideas y las ayudas a bases intelectuales que eran representadas en parte por Samuel Glusberg, sin oposición alguna. Por último, es preciso destacar como Enrique Espinoza y la revista Babel forman parte importante del campo intelectual chileno. Babel y Espinoza, a través de sus varias publicaciones fueron capaces de generar un nuevo imaginario literario en nuestro país, compuesto de una crítica cultural estricta en relación a las letras y a un repensar en la política de Chile, basado en ideologías fuertemente argumentadas en beneficio de nuestra sociedad. Es por esto que, sin lugar a dudas, Espinoza y Babel marcan “un antes y un después” en la escena de las letras chilenas y en el rol del intelectual en nuestra sociedad.

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Bibliografía Libros • Bourdieu, Pierre. “Campo intelectual y proyecto creador” en Bourdieu, Pierre. Campo de poder, campo intelectual, Montressor Jungla Simbólica, Buenos Aires, 2002. • Coggiola, Osvaldo. Historia del trotskismo en Argentina y América Latina. Ediciones ryr, Buenos Aires, 2006. • Espinoza, Enrique. Conciencia Histórica: pensamiento y acción. Andrés Bello, Santiago, 1973. • Ferreti, Pierina; Fuentes, Lorena; et. Al. Babel, revista de arte y crítica 2. Lom Ediciones, Santiago, 2008. • González Vera, José Santos. Algunos. 2a. Edición. Santiago: Nascimento, 1967. • Gutiérrez, Patricio; et. Al. en Babel, revista de arte y crítica 3, Lom Ediciones, Santiago, 2008. • Loyola, Manuel y Rojas, Jorge (compiladores). Por un rojo amanecer: Hacia una historia de los comunistas chilenos. Valus, Santiago, 2000. • Massardo, Jaime; et. Al; Babel, revista de arte y crítica 1. Lom Ediciones, Santiago, 2008. • Merino, Reyes. Escritores Chilenos de ayer y Hoy. Ediciones Rumbos, Santiago, 2005. • Miranda, Nicolás. Contribución para una Historia del Trotskysmo chileno 1929-1964. Clase contra Clase, Santiago, 2000. • Montenegro, Ernesto. Mis Contemporáneos. Instituto de literatura chilena, Santiago, 1967. • Palti, Elías. Giro Lingüístico e Historia Intelectual. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1998. • Trotsky, León. La Revolución Permanente. Fundación Federico Engels, Madrid, 2001. • Zamudio, José. Heinrich Heine en la literatura chilena-Influencia y traducciones. Santiago: Editorial Andrés Bello, pág. 14-15, nota 2.

Revistas • Babel, Santiago, 1939-1945. • SECH, Santiago, 1936-1939.

Periódicos • El Mercurio, Santiago, septiembre, 1969. • La Hora, Santiago, 1939. • La Unión, Valparaíso, diciembre, 1968. • La Últimas Noticias, Santiago, 1961. • PEC, Santiago, diciembre, 1968.

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LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LA CRISIS EN HONDURAS1

[José Santos Herceg IDEA / Universidad de Santiago de Chile]

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lejandro Korn escribía a principios del siglo XX respecto de la filosofía en Argentina algo que creo se puede aplicar a muchos de los que se encuentran hoy en esta sala: “Me imagino –decía Korn- la sonrisa del lector ante el epígrafe. ¿Desde cuando tenemos filosofía en América latina? ¿Acaso tenemos 2 filósofos?”. Reacción irónica que también fue alguna vez la mía, y que será probablemente la de una parte importante de los que se topan con textos sobre el tema entre los anaqueles de una librería o en una biblioteca. La filosofía latinoamericana, sin embargo, para sorpresa de muchos, constituye desde hace un buen tiempo un tema de investigación y a la fecha tiene a su haber, tanto considerando los textos originales de los filósofos como el metadiscurso o examen crítico de dichos escritos, un enorme caudal de literatura. Utilizando criterios que recuerdan demasiado al concepto de “normalidad” de Francisco Romero, podríamos decir que se dictan cursos de filosofía latinoamericana por todo el continente, se han escrito innumerables historias de la filosofía latinoamericana (tanto continentalmente considerada como por países), se realizan congresos y coloquios sobre el tema regularmente, los libros al respecto llenan bibliotecas. ______________________________________________________________ 1 Conferencia leida el 8 de julio de 2009 en la Facultad de Humanidades, Universidad de Santiago de Chile. 2 Korn, Alejandro, (1993), “Filosofía Argentina”, Qué es eso de... Filosofía Latinoamericana, El Buho, Colombia, pp. 29-48.

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La filosofía latinoamericana, es, hoy por hoy, siguiendo con la categorización de Romero, algo muy “habitual” en algunos lugares del continente donde su estudio se ha vuelto algo “generalizado”: digamos que allí se ha “normalizado” en el sentido de que el dedicarse a ella se ha incorporado como “(…) una actividad ordinaria a la común vida del espíritu”3, se ha ido consolidando hasta pasar a ser “(...) uno de los asuntos habituales del común ejercicio intelectual (...)”.4 Es tanto así que la filosofía latinoamericana incluso a trascendido los límites del continente. En este sentido a inicio del siglo XXI Pablo Guadarrama hace ver que “(…) los filósofos latinoamericanos han podido insertarse mejor en el nivel de las discusiones filosóficas internacionales”5, que “(…) las ideas filosóficas elaboradas en América Latina han llegado a tener mayor reconocimiento mundial”, que “(…) en Europa y Norteamérica, se ha incrementado el interés por estudiar y valorar el pensamiento filosófico latinoamericano”, y que hay un “(…) reconocimiento del grado de madurez alcanzado por la vida filosófica latinoamericana en la actualidad”.6 Esta instalación y reconocimiento contrasta, sin embargo, con la situación en algunos sectores de América Latina. Un caso paradigmático al respecto es el de Chile. En nuestro país, de hecho, aunque se han publicado algunos libros sobre el tema7 se trata de tan pocos textos que no se puede hablar realmente de una línea editorial instalada, sino más bien de obras que irrumpen esporádicamente. Los cultores de esta temática son, de hecho, un grupo selecto de filósofos entre lo que hay que mencionar sin duda a Sergio Vuskovich, Ricardo Salas, Eduardo Devés, Carlos Ossandón, Mario Berrios, Cecilia Sánchez, entre algunos otros, pero su número hace difícil aún poder hablar de una tradición de desarrollo del tema en nuestro país.8 Por otro lado, la investigación al respecto prácticamente no ha sido financiada por los fondos abiertos y concursables, en concreto FONDECYT4 en sus 25 años (1982-1996) no ha patrocinado prácticamente ningún proyecto en el área de la ______________________________________________________________ 3 Romero, Francisco, (1952), Sobre la Filosofía Americana, Editorial Raigal, Buenos Aires, (Escrito en 1942) p.61 4 Ibid 64 5 Guadarrama, Pablo, (2001), “Balance y perspectiva de la filosofía latinoamericana al final del milenio”, Cuadernos Americanos, N°85, p. 177 6 Ibid 178 7 Sin la intención de ser exhaustivo, podría mencionarse aquí los siguiente libros: Manfredo Kempf Mercado, Historia de la filosofía latinoamericana, (Zig-Zag, 1958), Carlos Ossandón, Hacia una filosofía latinoamericana (Nuestra América, Santiago de Chile, 1984), Mario Berrios Caro, Identidad-Origen- Modelos: pensamiento latinoamericano (Instituto profesional de Santiago, 1988), Iván Jaksic, Filosofia e identidad cultural en América Latina (Caracas: Monte Avila, 1988), Luis Vitale, Pensadores latinoamericanos contemporáneos (Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, 2001), Sergio Vuskovich, Filosofía Latinoamericana (Ediciones de la Universidad de Playa nacha, Valparaiso, 2004), Ricardo Salas A. Ética intercultural (URSH, 2004) y la trilogía de Eduardo Devés V, El pensamiento latinoamericano del siglo XX (Biblos-DIBAM, 2003-2004). 8 Aunque se podría sostener con Devés y Salas que la posibilidad de una filosofía latinoamericana es uno de los “temas que ha marcado la discusión filosófica los últimos 16 años” en Chile, sin embargo, no se debe olvidar lo que estos mismos autores sostienen un poco antes, es decir, que “los profesores de filosofía se han especializado en estudiar y difundir los temas tradicionales”. Son las temáticas de la metafísica, gnoseología, antropología, filosofía del lenguaje, teoría política a la luz de los autores “clásicos” lo que sin duda prima en el trabajo de los chilenos (Devés y Salas, “La filosofía en Chile (1973-1990)”, El pensamiento Chilenos en el siglo XX, FCE, México, 1999, p.204) 9 Fondo de Desarrollo de Ciencia y Tecnología.

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filosofía latinoamericana, aunque en los últimos años eso está cambiando. Las cátedras en las carreras de filosofía, ya sea a nivel de pregrado (Licenciatura o Pedagogía) o postgrado, se limitan a ofrecer un curso sobre el tema pero solo en cuatro o cinco universidades en el contexto de una veintena en las que se enseña filosofía a nivel universitario.10 Coloquios en los que se aborde la problemática de la filosofía latinoamericana han existido, aunque su número y regularidad hacen imposible hablar de un tema instalado en nuestro país, habría que referirse más bien a una serie de contactos aislados. Este es el contexto en que se sitúan estas palabras, por lo que la alusión inicial a Korn está justificada. Haciéndome eco de ellas diría, por lo tanto, que me imagino la sonrisa de algunos de ustedes al escuchar el título de esta ponencia. ¿Desde cuando tenemos pensamiento filosófico en América latina? ¿Acaso tenemos filósofos? El mío, por lo tanto, podría ser un gesto de reivindicación. Gesto con el que me veo casi obligado a comenzar cada vez que hago un curso sobre este tema y me enfrento a las escépticas –y en algunos casos irónicas- caras de los alumnos, que luego de tres o cuatro años de estudio de la filosofía fundamental y exclusivamente en su tradición europea, no solo desconocen por completo la tradición latinoamericana, sino que tienen francamente instalada la idea de que la europea, la que se origina en Grecia, es la única filosofía que existe. Uno tiende entonces a intentar demostrar que efectivamente hay una filosofía en América Latina, que, como decía, constituye una gran tradición y que, particularmente para nosotros, posee un indesmentible valor el estudiarla. Ese ejercicio reivindicativo tiene sin duda valor a nivel de la formación de los alumnos, quienes no solo comienzan a interesarse en el tema, sino que luego permanecen en su estudio al momento de desarrollar sus tesis de grado y algunos incluso lo abordan en el marco de sus postgrados. Allí, pienso, hay un enorme trabajo por hacer: una labor claramente con sentido. No es ese este, sin embargo, el escorzo que quiero darle hoy a mi discurso. Lo que pretendo más bien es mostrarles en concreto, aludiendo a la práctica misma del filosofar latinoamericano, algunos de sus rasgos más característicos, un par de elementos que le son propios. Tomaré como hilo conductor, como tema, o más bien como excusa un acontecimiento en extremo reciente, coyuntural, concreto, para ir hablándoles de la filosofía en América Latina. El caso al que me refiero es el de la situación política por la que atraviesa Honduras en este momento. Como ustedes muy bien saben, el día 28 de Junio el presidente electo de ese país –Manuel Zelaya- con el respaldo del Congreso y la Corte Suprema de Justicia fue tomado prisionero por los militares y enviado al exilio. En el intertanto ha jurado como presidente quien hasta entonces encabezaba el Congreso -Roberto Micheletti-. Este, junto con asegurar que no permanecerá en el poder más ______________________________________________________________ 10 La excepción la constituyen la Universidad Alberto Hurtado, la Católica del Maule, la ARCIS, la de la Serena, de Valparaíso y la Cardenal Silva Enríquez, que en su gran mayoría contemplan solo un curso sobre el tema en su maya curricular.

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allá de las próximas elecciones ya programadas, ha decretado una serie de medidas de represión. Imagino que se estarán preguntando qué tiene que ver esto con la filosofía, o mejor aún, qué tiene que hacer la filosofía metiéndose en un tema de política contingente. Se trata, más bien de un tema que debe interesar a politólogos, cientistas políticos, expertos en relaciones internacionales… pero no a los filósofos. Lo que intentaré mostrar aquí es que el que la filosofía se haga cargo de un tema como este, el que los filósofos abordemos asuntos así es plenamente coherente con la manera en que la misma tradición filosófica latinoamericana ha comprendido su manera de hacer o ser filosofía o, dicho de otra forma, hacerse cargo filosóficamente de un asunto como lo que sucede hoy mismo, ahora, en este momento en Honduras es lo propio de una filosofía latinoamericana. Para aclarar este punto, me será necesario traer a colación una serie de categorías que forman parte de esta tradición continental, entre las que están, por ejemplo: el “pensamiento auroral”, la idea “arraigo”, el “a priori antropológico”, la “moral de la emergencia”, la idea de “contra-hegemonía”, de “filosofía de/para la liberación”, de “Utopía para nosotros”, etc. Todas categorías que han ido siendo acuñadas por los filósofos latinoamericanos para comprender su propia labor. Categorías que nos irán mostrando no solo la pertinencia, sino la necesidad de que la situación de Honduras nos de que pensar y nos de qué pensar filosóficamente. Tomaré como hilo una seguidilla de preguntas acerca de la filosofía en América latina: preguntaré, primero por el sujeto filosofante, luego, por su lugar de enunciación, después interregoré acerca del momento o comienzo del filosofar, por su objeto propio y, por último, por la finalidad del filosofar. En otras palabras, nos interesa rastrear quien es el filósofo, cuál es su contexto de enunciación, cuándo tiene lugar su reflexión, sobre qué es lo que piensa y para qué lo hace. Sujeto: ¿Quién? Comenzaré este recorrido, por donde me parece que corresponde hacerlo, por el único lugar desde el cual se puede partir, es decir, por casa: por la obra de quien sin duda es el filósofo más conocido y re-conocido de nuestro país. En la primera frase de su libro titulado La Reflexión cotidiana Humberto Giannini señala que “(…) la filosofía, si quiere conservar su seriedad vital, sus referencias concretas, no debe desterrar completamente de sus consideraciones el modo en que el filósofo viene a encontrarse implicado y complicado en aquello que explica”.11 El tema central para Gianinni será este “nexo”, ese vínculo, es decir, la conexión entre la filosofía y la vida concreta, real, diaria, cotidiana del filósofo. Se ______________________________________________________________ 11 Giannini, Humberto, (2004), La Reflexión cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia, Editorial Universitaria, Chile, p. 17

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pregunta por el modo en que un asunto, cualquiera sea este, se vuelve filosófico, o dicho con sus palabras, “entra en estado de problematización filosófica”12. De allí que el libro tenga este nombre que ha sido tan sorprendente para Paul Ricoeur: La reflexión cotidiana. Una reflexión tanto espacio-temporal (la rutina diaria) como psíquica que, en tanto que logran coincidir, dan lugar a lo que para Giannini constituye lo propiamente filosófico. Como dice el autor, “(…) cuando el pensador se encuentra, por así decirlo, en camino entre la reflexión espacio-temporal y la reflexión psíquica, entonces, nos parece, puede decirse que se encuentra implicado y complicado en aquello que explica; entonces se encuentra, lo más humanamente posible, en el centro del drama humano”13. Este estar implicado y complicado en aquello que se explica del que nos habla Giannini pone de manifiesto un tema ya antiguo en filosofía, esto es, el vínculo del sujeto filosofante con su pensamiento. Se ha preguntado si efectivamente habrá que considerar esta relación, o dicho de otra forma, si la obra debe ser entendida y comprendida con independencia de su autor. En la tradición europea es quizás Hegel quien de una manera más pregnante ha dado una respuesta a este asunto cuando sostiene taxativamente que simplemente no hay filosofía sin “sujeto”. El problema es que el alemán no se refiere al filósofo particular al hablar del sujeto, sino que más bien al Espíritu. Será Arturo A. Roig quien en el ámbito latinoamericano, tomándose de Hegel, vuelve a poner de manifiesto la centralidad del sujeto, pero para el argentino no se trata de un sujeto “trascendental”, sino uno de carne y cuerpo, de dolores y risas, de desesperación y sueños, de fiestas y velorios: uno hecho de barro y, a veces, enterrado en el lodo. Un yo concreto que aparece –al que se le deja aparecer- y con ello descubre afirmando, que el mismo tiene valor y que, por lo tanto, lo tiene el pensar y pensarse. A esto lo llamó Roig “a priori antropológico”. La filosofía es para este autor un aparecer del “yo”, es la irrupción de un sujeto filosofante que se valora, que se auto-valora, sin esto no hay filosofía posible. A partir de aquí se puede comprender que ese “ejercicio valorativo originario” que constituye al sujeto, lo pone, al mismo tiempo, a una cierta distancia frente al mundo y genera un alejamiento que le permite verlo como una realidad objetiva. “Solo la constitución del hombre como sujeto hace nacer al mundo como objeto” dice Roig.14 No se trata, sin embargo, de cualquier mundo, sino el del mismo sujeto: mi mundo, nuestro mundo. Para el caso del sujeto histórico, empírico, concreto, que interesa aquí, que es el sujeto latinoamericano, el mundo que se abre es justamente el suyo, América Latina. Lugar que es parte de la valoración originaria en tanto que el valorarse del sujeto a sí mismo implica el valorar lo suyo, su lugar. ______________________________________________________________ 12 Idem 13 Ibid 18 14 Roig, Arturo Andrés, (1984), El pensamiento latinoamericano y su aventura I y II, Centro editor de América latina, BBAA. Cap. IV

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Me pregunto, cómo no va a tener valor el pensarnos, pensar lo nuestro, o dicho por el otro lado, cómo va a tener más valor pensar asuntos que no nos atañen en lo más mínimo, que no nos afectan, con los que no tenemos relación alguna… asuntos en los que no nos encontramos ni implicados ni complicados en lo más mínimo. Lo que ocurre en Honduras en estos días nos “afecta” directamente a los latinoamericanos, en realidad no solo a los latinoamericanos, aunque sin duda principalmente a nosotros. No nos afecta, por supuesto, en el sentido de causarnos algún perjuicio directo, puesto que estamos en Chile, pero sí lo hace evidentemente en tanto que nos produce una “afección”, es decir, nos causa sorpresa, rabia, impotencia, dolor y, por qué no decirlo…. algo de miedo. Estamos frente a un quiebre, una ruptura democrática que necesariamente nos remite a la historia reciente del continente. Historia marcada, como bien se sabe, por los levantamientos, los pronunciamientos, los Golpes de Estado, los gobiernos de facto y dictatoriales. Nikolaus Werz escribe, con todas las aclaraciones que ello merezca, que “las formas de dominación autoritaria atraviesan como un hilo conductor la historia de América. Dictadores y régimenes militares, revoluciones palaciegas y golpes de Estado, violencia y dominación violenta han sido la constante política en el subcontinente”15. Si pensarnos tiene algún valor, lo tiene pensar esta realidad, nuestra realidad y hacerlo radical, profundamente y, sin duda, filosóficamente. Lugar: ¿Desde dónde? Si existe una relación entre el filósofo y su pensamiento, entre los pensadores latinoamericanos se ha puesto de manifiesto, también, la estrecha relación entre la filosofía y su lugar de enunciación. En este sentido se puede comprende el llamado expreso que hacen algunos autores latinoamericanos a atender a este vínculo como fundamental. No es casual ni anecdótico que una reflexión surja en un determinado contexto. En este sentido se podría entender el que Raúl Fornet Betancourt asegure que el tiempo y espacio donde se da la reflexión “(…) no son ingredientes que se puedan añadir o no, según gusto, al quehacer filosófico”, pues ellos determinan, especifican su “gusto”, su “sabor”: contornean su “rostro”.16 No es indiferente que la filosofía emane en un cierto lugar del globo. Enrique Dussel escribía que “(…) se trata de tomar en serio al espacio, al espacio geopolítico. No es lo mismo nacer en el Polo norte o en Chiapas que en New York”17 y, retomando expresamente esta tesis, Walter Mignolo hace ver que “(…) hacer filosofía ______________________________________________________________ 15 Werz, Nikolaus; 1980, “Das Erbe der Caudillos und die Sustemkrise der Gegenwart”, Illy y Sielaff (edit.) Diktatur-Saatmodell für die Dritte Welt?, Friburgo y Würzburg, p. 109 16 Fornet- Betancourt, Raúl, (2002), Modelle brefreiender Theorie in der europaischen Philosophiegeschichte, IKO, Band 13, Frankfurt am Mein / London, p. 13 17 Dussel, (1977), Filosofía de la Liberación, Editorial Edicol, México, 1977, p. 12

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en América Latina o en África (y también en Estados Unidos) no es lo mismo que hacer filosofía en Alemania, Francia o Inglaterra”.18 El lugar de la enunciación no es secundario, de hecho, no habría un lugar abstracto, en el sentido de neutro. El espacio y el tiempo, el contexto desde el cual se emite un discurso filosófico es su lugar y en tanto que tal, es central para efecto de su constitución como discurso. Si es que el lugar de enunciación de la filosofía latinoamericana es América latina, ella tiene que tener a la vista que se trata de una reflexión que se da en un espacio que se caracteriza, entre otras cosas, por su inestabilidad política, por el quiebre, por la ruptura… por la violencia. Nuestra filosofía es y ha sido una filosofía vinculada con la violencia como uno de sus rasgos característicos. Violencia en todos los sentidos posibles, es un rasgo característico del contexto en que surge la filosofía latinoamericana. Ella ha sido un pensamiento en “medio de la violencia” por una parte. Un filósofo colombiano presentaba en Argentina hace un tiempo una sobrecogedora ponencia cuyo título rezaba “Filosofar en tiempo de guerra”19, en ella mostraba de qué manera, incluso antes de ser directamente un ejercicio crítico, el hacer filosofía en su país se había transformado un asunto en el que se arriesgaba la vida. No parece necesario ir más allá de las fronteras de nuestra propia historia para percatarse de esta realidad. La filosofía en América latina ha sido, también, un pensamiento “de la violencia” y, en ese sentido es que la situación por la que atraviesa Honduras en estos días es algo propio del pensamiento filosófico latinoamericano. América latina –esta tierra atravesada por la violencia que hoy se expresa en Hondurases el sustrato, el contexto, el lugar de la filosofía latinoamericana y en tanto que tal la cualifica, la determina, la caracteriza. América latina es, por ello mismo, su objeto, su asunto, su tema. En tanto que pensamiento en América latina, la filosofía que tiene su lugar de enunciación aquí no puede serlo más que “de” o “acerca de” Latinoamérica. Objeto: ¿Qué? Ya Juan Bautista Alberdi, quien podría ser considerado en algún sentido el fundador de la filosofía latinoamericana, por haber sido el primero en hablar directa y expresamente de ella, subrayaba en 1848 la necesidad de que la filosofía se haga cargo de “(…) los problemas que importan especialmente a una nación”.20 Incluso se da el trabajo de hacer una enumeración taxativa de los objetos de estudio prioritarios para una filosofía americana. Se pregunta ¿cuáles son los problemas que América está ______________________________________________________________ 18 Mignolo, Walter, (2001), “Introducción”, Capitalismo y geopolítica del conocimiento. El Eurocentrismo y la filosofía de la liberación en el debate intelectual contemporáneo, Duke University, Ediciones del signo, Argentina, 2001, p. 13 19 Primer Congreso Regional del COMIUCAP, Universidad Católica Argentina (Argentina), Junio del 2001. 20 Alberdi, Juan Bautista, (1995), “Ideas para un curso de filosofía contemporánea”, Fuentes de la Cultura Latinoamericana I, Zea (comp.), FCE, México, 1995, p.150

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llamada a establecer y resolver en estos momentos? Y responde, “(…) los de la libertad, de los derechos y goces sociales de que el hombre puede disfrutar en el más alto grado en el orden social y político; los de la organización pública más adecuada a las exigencias de la naturaleza perfectible del hombre, en el suelo americano”.21 Para este autor, la filosofía habría de hacerse útil en tanto que, dice, se la estudia “(…) aplicada a los objetos de un interés más inmediato para nosotros”.22 En un sentido análogo en cuanto al objeto del filosofar, pero distanciándose esta vez de la tradición europea, es que se ha hablado de la filosofía latinoamericana en término de una “filosofía de lo americano” o “acerca de lo latinoamericano”. Carlos Ossandón describe muy bien esta corriente cuando señala que se trata de un pensamiento “(…) cuyo objeto o problema filosófico es desentrañar nuestra realidad”.23 Identidad latinoamericana, integración continental, sincretismo religioso, originalidad y autenticidad, son algunos de los problemas, de los temas de la filosofía en América latina. Esta manera de entender el pensamiento filosófico, como temáticamente determinado y geográficamente localizado, puede rastrearse a lo largo de una nutrida tradición que va desde aquello que Silvio Zabala llamó “filosofía de la conquista”, pasando por el pensamiento filosófico de la emancipación (tanto política como mental) y atravesando todo el siglo XIX y XX hasta llegar a nuestros días. Si hay una temática que ha sido constante y omnipresente en el pensamiento latinoamericano es el de la lucha contra todo aquello que atente o restrinja la libertad. Esto fundamentalmente porque el sujeto latinoamericano es, dicho con Roig, esencialmente Ruptura, es decir, ha sido objeto de múltiples, permanentes e ininterrumpidos intentos de control, de domino, de subordinación. De allí que para este y otros autores, la filosofía latinoamericana, en lo que tiene de verdaderamente original, es filosofía de o para la emancipación: “(…) un filosofar –dice el autor- cuyo discurso ha sido constantemente diagnóstico, denuncia, proyecto y compromiso, que se nos muestra episódicamente a lo largo de nuestra vida de luchas y que ha dejado sus huellas dispersas en sucesivos comienzos y recomienzos, lanzamientos y relanzamientos (…)”.24 Una filosofía que “(…) desde el siglo XVIII hasta nuestros días, se planteó de modo constante la quiebra de totalidades opresivas (...)”.25 ______________________________________________________________ 21 Ibid, 149 22 Ibid, 148 23 Ossandón, Carlos, (1984), “El concepto de “normalidad filosófica” en Francisco Romero”, Hacia una Filosofía Latinoamericana, Nuestra América Ediciones, Santiago de Chile, p. 13 24 Roig, Arturo Andrés Ibid, P. 10 25 Roig, Arturo Andres: “La ‘dignidad humana’ y la ‘Moral de la emergencia’ en América Latina”, Caminos de la Filosofía Latinoamericana, Universidad de Zulia, Venezuela, 2001, p. 72

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En este sentido lo que ocurre en Honduras actualmente no solo debe ser considerado un tema propio de la filosofía latinoamericana, sino que de tenérselo como un tema que enlaza directamente con lo esencial de esta tradición de pensamiento. Los acontecimientos ocurridos hace unos días en Honduras, el exilio forzado de su presidente democráticamente electo, la toma del poder político por la fuerza, la implantación de un régimen de excepción, en tanto que irrupción de un poder carente de legitimidad que busca imponerse por la fuerza, constituye, sin lugar a dudas, un objeto de denuncia e implica una necesidad de diagnóstico por parte de la reflexión filosófica. Un análisis que tiene lugar ahora, en este momento, en el momento en que los acontecimientos están teniendo lugar y no más tarde cuando las aguas se calmen. Momento: ¿Cuándo? A lo que se alude es a la idea de una filosofía latinoamericana como “filosofía “auroral” idea que fuera propuesta por Salazar Bondy, Roig, Cerutti-Gulberg y Fornet-Betancourt en abierta y expresa contraposición a la concepción hegelian de filosofía.26 Salazar Bondy destacaba hace casi cuarenta años que “[E]s preciso (…) forjar un pensamiento que, a la vez que arraigue en la realidad histórico-social de nuestras comunidades y traduzca sus necesidades y metas, sirva como medio para cancelar el subdesarrollo y la dominación que tipifican nuestra condición histórica”.27 De allí que crea que la filosofía deba ser “la mensajera del alba, principio de una mutación histórica por una toma de conciencia radical de la existencia proyectada al futuro”.28 La propuesta de Arturo Andrés Roig de una “filosofía matinal” está en esta misma línea. La filosofía latinoamericana no es para Roig conservadora, ni se limita a un discurso de lo ya acontecido, sino que es un pensamiento de la denuncia y la propuesta. De allí se entiende que sostenga, contra Hegel, que “[n]o se trata, pues de un “pensar crepuscular” sino un “pensar matinal”, su símbolo, no es el búho que levanta su vuelo al atardecer, sino la calandria que eleva sus cantos a la madrugada”. “La filosofía – dice Fornet Betancourt en el mismo sentido-, en tanto que crítica temporal es Parte y Juicio de su tiempo. De allí que no permanezca a una distancia precavida (…) sino que intente constituirse en praxis de la historia y del mundo”.29 Según el cubano la filosofía no es solo un “ejercicio ______________________________________________________________ 25 Roig, Arturo Andres: “La ‘dignidad humana’ y la ‘Moral de la emergencia’ en América Latina”, Caminos de la Filosofía Latinoamericana, Universidad de Zulia, Venezuela, 2001, p. 72 26 Cf.: Santos Herceg, José, “Desde Hegel y a pesar de Hegel. Su huellas en los pensadores latinoamericanos”, Hegel pensador de la actualidad. Coleccion de ensayos sobre la Fenomenologia del espiritu y otros textos, Editorial Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2009 27 Salazar Bondy, Augusto, (1989), ¿Existe un filosofía en nuestra América?, Siglo XXI, Argentina, (1968), p. 90 28 Ibid, 89 29 Fornet- Betancourt, Ibid, 23. 30 Ibid, 24

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espiritual” que permite hacer comprensible el mundo, sino que es también “(…) actividad práctica para transformar el tiempo”. La filosofía debe dejar de ser una simple “reconstrucción del pasado histórico” para volverse una “fuerza innovadora en la historia”.30 Ella ha de mirar hacia el futuro y no puede esperar, por lo tanto, al atardecer para iniciar su vuelo, como decía Hegel, sino que tiene que “preparar la aparición de amanecer” (FornetBetancourt, 2002:25). Es, como señala aludiendo a Bloch, Mariátegui, Sartre y situándose en una tradición marxista, un “pensamiento del amanecer”.31 La filosofía que se ha de hacer cargo de la situación crítica por la que atraviesa Honduras en este momento no puede tener lugar más que aquí y ahora… no mañana cuando todo se halla resuelto. La filosofía así entendida, no espera a que los acontecimientos hayan tenido lugar para, a partir de allí, conceptualizar o elevar a la reflexión contando con una perspectiva que permita pensar en universales. Ella se hace parte –participa- acompaña a los acontecimie tos, surge con ellos y se desarrolla junto con ellos. El pensamiento filosófico latinoamericano reflexiona sobre el quiebre, sobre el poder, el gobierno, la democracia, la represión, la justicia… pero lo hace respecto de Honduras hoy, para ello abandona el cómodo palco de un pretendido saber universal y abstracto para instalare allí mismo, para pensar el movimiento junto con este, para ver su derrotero... incluso –si es posible- para incidir en él. Finalidad: ¿Para qué? La filosofía latinoamericana, entonces, es denuncia pero también proyecto. Es en este sentido, profundamente utópica. Utopía que, sin embargo, no debe ser entendida aquí en el sentido peyorativo en el que se usa coloquialmente como sueño inalcanzable, como simple fabulación irreal, como quimera, sino más bien como una propuesta que pudiera tener repercusiones en el mundo, en la práctica, en la realidad. Es en este horizonte donde se pueden identificar los dos elementos que desde Horkheimer se consideran constituyentes de toda utopía: la crítica y la propuesta. La realidad tal como está es absurda, es intolerable, no es posible seguir así. La utopía es, antes que nada, denuncia: se explicita directa o indirectamente lo inaceptable de la situación. Ella es inconformidad con el mundo dado. Es, por tanto, un gesto de rebeldía: ¡esto no se soporta! En este sentido la utopía lleva aparejada siempre una dimensión conceptual y analítica de lo social. Pero no es sólo crítica, sino también propuesta. De allí el papel fundamental de la imaginación para el pensamiento utópico: ella habría de “fecundar” a la razón en la búsqueda de que las alternativas no solo sean deseables sino también viables. Utopía como propuesta al ternativa, proyecto. “La utopía aparece –en palabras de María Eugenia Piola______________________________________________________________ 31 Ibid, 25

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ternativa, proyecto. “La utopía aparece –en palabras de María Eugenia Piola- como una construcción a través del pensamiento, la reflexión o la imaginación individual o colectiva de otros mundos mejores y contrapuestos con los existentes”.32 El ejercicio de construir mundos alternativos que no sean mero divertimento ficcional está fundado no solo en la convicción de que la realidad debe ser diferente sino también en el convencimiento –tal vez mejor en la indispensable certeza- de que efectivamente puede serlo. “La realidad –escribe Paulo Freire- no es inexorablemente ésta. Es ésta como podría ser otra”.33 “La utopía –en palabras de Cerutti Guldberg- lucha y se enfrenta contra las apariencias de cambio. Ella aspira al cambio efectivo, real, eficiente, justamente en la medida en que la situación presente le resulta intolerable”.34 La realización de la utopía es la concreción de algo pendiente, es el necesario pago de una deuda siempre postergada con la realidad. No puede, por lo tanto, dejar de propender a su instalación concreta, a su encarnación. No se trata, por tanto, de una imaginación delirante y sin sentido, los “sueños que se sueñan despierto” procuran construir el futuro. La utopía tiende esencialmente a su encarnación en la realidad. La irrealizabilidad no tiene nada que ver con el pensamiento utópico entendido como horizonte. “Se es utopista –afirma Cerutti Guldberg- por exceso de realismo y no por ingenuidad”.35 La filosofía latinoamericana, en tanto que auroral es utópica, es crítica pero también propositiva: tiende a la concreción de un mejor mundo, a saldar las deudas, a construir los pendientes. Lo que ha dicho Manuel Caballero, en el sentido de que “Nuestras sociedades son profundamente democráticas”36 debe ser comprendido como un ideal siempre presente, como una Utopía, un sueño que sirve de motivación y permite mantener una esperanza impidiendo el quiebre definitivo, el derrumbe total, haciendo posible los procesos, una y otra vez reeditados, de recuperación de la democracia. En este sentido el papel que cabe a la filosofía en el caso de la situación hondureña es el de la búsqueda de caminos que conduzcan nuevamente de regreso a la ruta de la democracia.

_____________________________________________________________ 32 María Eugenia Piola; “Utopía y postmodernidad en América Latina: ser o no ser...”, Cuadernos Americanos, N°75, México, 1999, p.104. 33 Freire, Paulo, (1997), Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa, Siglo XXI, Argentina, p. 73 34 Cerutti Guldberg, Horacio, (1989), De varia utópica (Ensayos de Utopía III), Publicaciones de la Universidad central de Bogotá, Colombia, p. 162 35 Cerutti Guldberg, Horacio, 500 años después. Presagio y tópica del descubrimiento, UNAM, México, 1991 36 Caballero, Manuel, (1989), “¿Cuál hombre latinoamericano? ¿Quinientos años después de qué cosa?, América Latina en el Umbral del Siglo XXI, Editorial Nueva Sociedad, , ILDIS, Venezuela, p. 48

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Conclusión Comenzaba esta ya tal vez demasiado larga y sin duda en extremo apretada e xposición diciendo que pretendía mostrar que el que la filosofía latinoamericana se haga cargo de lo que ocurre hoy en Honduras, el que los filósofos abordemos asuntos así es plenamente coherente con la manera en que la misma tradición filosófica latinoamericana ha comprendido su manera de hacer ejercer su labor o, dicho de otra forma, hacerse cargo filosóficamente de un asunto como lo que está sucediendo ahora en Honduras es lo propio de una filosofía latinoamericana. Espero, con ello, no solo haber sostenido coherente y suficientemente mi punto, sino que, a la pasada, haber mostrado una suerte de panorama de temas, asuntos, perspectivas que contribuyan a hacer patente, que en el caso de la filosofía latinoamericana estamos frente a una tradición no solo respetable por su extención, sino que también por la profundidad de sus contenidos. Lamentablemente, en el breve espacio del que se dispone en el contexto de una exposición, solo es posible exhibir a la pasada algo así como la punta del iceberg, sin embargo, me quedo con la esperanza de haber despertado el interés de alguno por esta filosofía que es, por lo demás, la nuestra.

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LOS FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN LA OBRA DE ALFONSO REYES

[por Esteban Hasbun]

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1. INTRODUCCIÓN

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a crítica literaria es una práctica, un quehacer, una actividad instalada sólidamente en distintos círculos institucionales, principalmente universidades y revistas especializadas. Sin embargo es imprescindible realizar una revisión conceptual de las bases filosóficas, históricas y culturales de tal ejercicio en Latinoamérica, de lo contrario se hace imposible definir lineamientos claros, objetivos y metas, tanto para los reducidos espacios académicos como para los lectores no profesionales que realizan un sinnúmero de lecturas desconociendo la tradición que sustenta este trabajo intelectual en nuestro continente. Una posibilidad para adentrarse en esta problemática, es realizar el seguimiento de los fundadores de la crítica literaria latinoamericana, de los supuestos conceptuales que orientaron su trabajo ensayístico. En este panorama, sin duda alguna, Alfonso Reyes ocupa un lugar central, ya que no solo produjo un trabajo crítico importantísimo, sino que también fue capaz de realizar investigaciones que significaron un aporte epistemológico a la labor cultural literaria, reorientando el camino recorrido, sustentando nuevos y necesarios aportes teóricos. La labor escritural del mexicano recoge las más importantes tradiciones literarias, filosóficas y científicas de su tiempo, en un intento por aclarar el panorama general de los estudios literarios. En el conjunto de su extensa obra, un porcentaje reducido está dedicado a la teorización de la literatura y a la epistemología de la crítica. A pesar de esto, tales creaciones son el fruto de toda su labor intelectual, ya que a pesar de las diversas temáticas y disciplinas que al autor aborda, se mantiene un proyecto general para Latinoamérica: el enriquecimiento conceptual, la importancia del estudio y la creación, la

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necesidad de un proyecto común y la universalización de su palabra para situarse en el punto más alto de las grandes tradiciones culturales. Se realizará entonces una revisión de los pilares conceptuales que sustentan algunos de los textos de Alfonso Reyes dedicados a la literatura, para identificar y definir su propuesta general sobre la crítica literaria y la manera en que tal actividad es parte de un ideal simbólico y cultural para Latinoamérica. 2. EL PROYECTO LATINOAMERICANO En distintos trabajos interpretativos, Alfonso Reyes cede un espacio para reflexiones sobre Latinoamérica y la labor que debe cumplir la literatura y el ejercicio crítico de la misma. Sin importar la especificidad de sus textos, si se refiere a la cultura griega o realiza interpretaciones teóricas e historiográficas, es posible hacer el seguimiento de algunas de sus propuestas. Este sentido de unidad se ve expresado en la utilización del concepto Nuestra América, del cubano José Martí. En su ensayo Notas sobre la inteligencia americana1 —esta denominación no solo se utiliza como forma de unificar e integrar las diferencias raciales, geográficas, idiomáticas y culturales propias de nuestro plural continente— sino que también sirve como estrategia para generar un proyecto mayor y ambicioso que nos alce a las cumbres de la cultura universal, donde el principal referente es Europa: Nuestra América debe vivir como si se preparase siempre a realizar el sueño que su descubrimiento provocó entre los pensadores de Europa: el sueño de la utopía, de la república feliz, que prestaba singular calor a las páginas de Montaigne, cuando se acercaba a contemplar las sorpresas y las maravillas del nuevo mundo.2 El nexo entre Latinoamérica y Europa es un elemento central en la propuesta cultural de Reyes. Dentro de su programa, la apropiación de la cultura occidental, su asimilación y síntesis funcionan como motor de lo que Guillermo Mariaca denomina “viabilidad postcolonial” (comillas en el original): dadas una lengua y una cultura dominantes, la única posibilidad de integración de América en el mundo consiste en seguir la corriente del progreso relegando lo “autóctono” a exotismo. La identidad americana, ______________________________________________________________ 1 Publicado en la revista Sur de Buenos Aires, septiembre de 1936. 2 O.C., en El ensayo mexicano moderno, México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1958

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entonces, resulta de “americanizar” lo europeo que se está importando, de comunicarle el “condimento de abigarrada y gustosa especiería”3 Europa es parte de nuestra propia problemática, de la discusión sobre el ser latinoamericano. Se comprende entonces la labor enciclopédica de Reyes, los estudios sobre distintos autores y temáticas literarias y filosóficas europeos (Goethe, letras españolas, francesas, etc.). Al comprender la cultura producida en Europa se entiende lo propio y se encauza el camino hacia lo universal. El conocimiento de las fuentes mismas del saber es una de las tareas intelectuales del mexicano, el cual en sus estadías tanto en Francia, como en España y México mantiene un trabajo constante de publicaciones diversas. Este espíritu renovador lo lleva a afirmar en su trabajo más ambicioso; El deslinde prolegómenos a la teoría literaria: “Nuestra América, heredera hoy de un compromiso abrumador de cultura y llamada a continuarlo, no podrá arriesgar su palabra si no se decide a eliminar, en cierta media, al intermediario.”4 Sin embargo esta “especialización” que debe realizar el sujeto y toda la institucionalidad intelectual latinoamericana obliga a trabajar paralelamente en dos niveles: por uno la investigación y la creación y por otro el nexo necesario entre teoría y práctica, entre quehacer intelectual e historia concreta de cada nación, lo que lo lleva a firmar que […] la verdadera historia literaria de nuestros pueblos queda un poco más vinculada con su historia política y social de lo que ha podido acontecer en pueblos más viejos (aunque tampoco allá se desata nunca ese cordón umbilical), donde las artes de la cultura se han construido ya casa propia y ejercen una función más respetada en sí misma, sin que se les exija el deber público inmediato, imperioso. Allá, vinculación conceptual; acá, humana La función social del ejercicio intelectual se hace evidente, producto de una historia cultural problemática que obliga al compromiso de los sujetos y de las instituciones. La “torre de marfil” del artista no coincide con nuestra situación real. Incluso en este ámbito Reyes sigue trabajando en relación con Europa, evidenciando lo disímil de ambos contextos. Baste recordar el asesinato de su padre Bernardo, protagonista de la sanguinaria Revolución mexicana, para comprender que el mismo Reyes, intelectual refinado, sufre los difíciles conflictos de la historia latinoamericana. ______________________________________________________________ 3 Mariaca, Guillermo: El poder de la palabra. La crítica cultural hispanoamericana, Santiago, Chile: Tajamar Editores, 2007 (51) 4 México D.F. Fondo de Cultura Económica: 1983 5 Obras completas, Tomo XXII, 698: 1983

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Esta conciencia, resultado de sus experiencias personales y de un estudio acabado de la historia americana, nos permite afirmar que Ciertamente, para Reyes la supervivencia cultural —y, por consiguiente, histórica— de América estaba directamente relacionada con su capacidad de hablar al mundo europeo en sus mismos términos, de asumir al colonizador hasta su ser contemporáneo. Y su particular manera de demostrarlo fue la crítica literaria. Tanto en su flujo estrictamente teórico como en sus múltiples trabajos de reseña, su labor enfatiza la comparación (quizá habría que decir, la equiparación) de la literatura latinoamericana con la europea, de la cultura latinoamericana con la europea. De esta manera, América se convierte en el espejo de Europa y los portadores de la “antorcha cultural” serán “los que saben leer”, los que “hemos combatido por el bien y la belleza”6 La problemática relación colonizado—colonizador no se rompe definitivamente con las independencias de los distintos estados nacionales latinoamericanos, puesto que los lazos de dependencia se mantienen culturalmente; los estudiantes manejan desde la infancia la historia y el arte de Occidente; por el contrario, Occidente desconoce los aspectos más elementales de nuestra cultura7. Pero lo que podría entenderse como un estado de “inferioridad” se transforma en una ventaja comparativa: el colonizado se apropia de Occidente. Tal visión sobre la función de la crítica y el proyecto americano requiere un esfuerzo intelectual superior; manejar distintas áreas del conocimiento, conocer las últimas investigaciones, en resumen, encarnar el ideal mismo del buen lector que asume la necesidad de equipararse a un ente externo para, recién, poder hablarle sin sentir inferioridad por pertenecer a Latinoamérica. Esto explica que “Alerta su curiosidad hacia todos los rumbos, atento siempre a las manifestaciones del espíritu, allí donde surjan, conquistador y propagador de las tradiciones fundamentales de la cultura, universal y enciclopédico, Reyes realiza en México el más cumplido ejemplo del hombre de letras.”8 Es decir, un compromiso intelectual con el conocimiento y una conciencia, una ética de lo latinoamericano que se funda en el saber.

______________________________________________________________ 6 Mariaca, Ibid, 58 7 Reyes, Alfonso en Martínez J.L. Ibid. 308 8 Martínez, J.L., Ibid, 266

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3. LOS ORÍGENES DEL CONOCIMIENTO La comentada presencia de la cultura europea en la obra de Alfonso Reyes, responde principalmente a dos causas: la primera, realizar un trabajo autónomo, sin intermediaciones al conocimiento (para hablarle al colonizador “en sus mismos términos”), la segunda, a la necesidad de recrear el ideal cultural e intelectual para Latinoamérica; ambos destinos nos llevan directamente al mundo griego, fuente de estudio, monumento del saber universal, modelo a seguir. La misma valoración de Grecia la tiene Pedro Henríquez Ureña, maestro y guía intelectual de Reyes. Éste le otorga el papel de un Sócrates9, consejero y amigo con quien compartir inquietudes literarias y filosóficas, pero también alguien al que se pueden confesar los sentimientos más íntimos, elementos que quedan registrados en la constante correspondencia que mantuvieron por años ambos intelectuales. La visión de Henríquez Ureña sobre Grecia es bastante clarificadora y nos sirve como punto de partida para comprender la afición de Reyes por el Helenismo: De su aptitud crítica nace el dominio del método, de la técnica científica y filosófica; pero otra virtud más alta todavía la erige en modelo de disciplina moral. El griego [...] creyó en la perfección del hombre como ideal humano, por humano esfuerzo asequible, y preconizó como conducta encaminada al perfeccionismo, como prefiguración de la perfecta, la que es dirigida por la templanza, guiada por la razón y el amor.10 En La crítica en la edad ateniense el autor presenta indistintamente análisis filosóficos, históricos, literarios y afirmaciones producto de su propia función crítico—teórica. Lo importante radica en evidenciar cómo esta lectura de la cultura griega permea su propia postura crítica sobre la literatura y en qué medida la orienta y se proyecta hacia Latinoamérica. En el mundo helénico no solo se presenta un modelo intelectual sino que también humano, ya que “Si el helenismo es sinónimo de humanismo, éste, a su vez y antes que nada, es la capacidad de alcanzar una armonía interior y una perfección moral; en la obra de Reyes, como en la de varios ateneístas, ética y estética están intrincadas indisolublemente.”11 ______________________________________________________________ 9 Glantz, Margo. 2006 Alfonso Reyes: una miscelánea http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=22535&portal=0 10 Citado en Ibid 11 Ibid

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Este acabado estudio regresa a los orígenes mismos del pensar de la cultura occidental, modelo a seguir para Alfonso Reyes, intento por aclarar el panorama general de la crítica literaria, de los aspectos filosóficos, históricos y morales que la originaron; con esto, el camino conceptual para la crítica latinoamericana queda despejado. El autor presenta su compleja investigación de la siguiente manera: “Nada, pues, más expresivo sobre la figura de la mente griega que el observar cómo la palabra se enfrenta con la palabra y le pide cuentas y la juzga; cómo, en suma, se enfrenta la crítica con las manifestaciones literarias. Tal es la justificación del ensayo que ahora emprendemos”.12 Si Grecia es el origen del modelo humano al que aspira Reyes, también lo es de una “práctica” social que el autor y un conjunto de intelectuales latinoamericanos asumen como primordial para lograr los objetivos políticos, la “utopía americana”; tal práctica es la crítica. Pero Reyes, además de la revisión histórica y filosófica necesaria para aclarar este complejo panorama epistemológico, presenta algunas proyecciones generales que su estudio podría arrojar a nuestras letras: Las limitaciones y conquistas de la crítica griega pueden resumirse en breves trazos. Grecia no nos dio siempre la crítica que hoy necesitamos, que hoy entendemos, resultado de una experiencia más vasta, de un material más abundante, del mayor trasiego entre pueblos y lenguas, el cual nos ha conducido a la preciosa concepción de la literatura comparada […] Por otra parte, la crítica está determinada por la masa de creaciones existentes.13 A partir de esta perspectiva, se entiende que la síntesis14 a la que apunta Reyes, debe reorientar el concepto de crítica primigenio (socrático, occidental,) para los objetivos latinoamericanos, sin desconocer los antecedentes previos, sin sacrificar, en el ejercicio, la producción ya existente, la historia y la identidad.

______________________________________________________________ 12 O.C. 17 13 Ibid 29 14 “la síntesis es aquí un nuevo punto de partida , una estructura entre los elementos anteriores y dispersos, que —como toda estructura—es trascendente y contiene en sí novedades […] Esta capacidad de asomase a la vez al incoherente panorama del mundo y establecer estructuras objetivas, que significan un paso más, encuentra, en la mente americana, un terreno fértil y abonado” (Reyes, Alfonso, en Martínez, J.L., 309: 1958)

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4. LA CRÍTICA LITERARIA 4.1 Función de la crítica El conjunto de ensayos dedicados a la teoría y crítica literaria, a pesar de las diversas fechas de publicación, mantienen un hilo conductor, una columna vertebral que se puede evidenciar al realizar un seguimiento de los textos; se reiteran y profundizan ideas, se citan los trabajos anteriores, planteando nuevas posibilidades de lectura. En “Aristarco o anatomía de la crítica”15 Reyes afirma que “La crítica es este enfrentarse o confrontarse, este pedirse cuentas, este conversar con el otro, con el que va conmigo.”16 Existencia y contemplación, vida y razón, dualismo que permite al sujeto “alejarse” de sí mismo para realizar una acción del intelecto. La crítica representa además aquel ejercicio visto de manera negativa muchas veces, rechazado por parte importante de los seres humanos ya que —como expresa de manera muy caricaturesca— “Al galanteador, le hace notar el diente de oro y la arruguita del cuello”.17 Dentro de lo que considera el “cisma del poeta”18 , reflexiona en torno al servicio social que presentó desde sus inicios la poesía (religioso, mágico, político) con respecto a la tribu. Pero esta función espiritual que presta el artista, lo introduce en una relación artificial con el lenguaje que él mismo engendra. Pronto acontece el despertar y el poeta comienza a considerar al poema como algo suyo. Tres son las causas que para Reyes explicarían tal fenómeno19 : desarrollo del sentimiento individual en los sujetos —por ende germen de la racionalidad y de una actitud crítica que cuestiona el orden imperante y no se conforma con las explicaciones sociales heredadas de las costumbres y de los descubrimientos que, durante su bagaje histórico, va construyendo la tribu—; sospecha del poeta de que pudo hacer mejor su labor, ante un posible fracaso de sus fórmulas, lo que podría interpretarse como un antecedente, al menos básico, del concepto de institución literaria; el afán estético, espíritu perfeccionista, motor de la creación artística en general, principio de “poética” que orienta la inspiración, corrigiéndola, dirigiéndola, profesionalizándola, transformándola en un oficio de la palabra, en un arquitecto del lenguaje. Este desdoblamiento entre creador poeta y creador censor, anuncia la pugna entre el protagonista—artista y el deuteragonista—crítico, el cual “Se ciega de orgullo. Pretende ______________________________________________________________ 15 Conferencia leída en el Palacio de Bellas Artes, bajo los auspicios de la Orquesta Sinfónica de México, el 26 de agosto de 1941. Ensayo incluido en La experiencia literaria. 1952 16 Ibid 84 17 Ibid 83 18 Ibid 85 19 Ibid 86

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usurpar el papel del héroe, y da un golpe de estado.20 Reyes, para encauzar a esa parte de la crítica que pretende tomar el papel central, “sustituir los poderes”, plantea los grados en que la misma se acerca al texto literario, identificando los elementos centrales de cada uno de ellos, perspectivas de análisis y comparaciones, rectificando a momentos cuestionamientos erróneos que se suelen aplicar a los mismos. 4.2. Grados en que la crítica se acerca al objeto literario 4.2.1 La impresión y el impresionismo El primer elemento indispensable para realizar un análisis literario es sin duda la impresión, la recepción, la relación directa, elemental y emocional que entabla el lector con el texto. Cuando esta acción común y natural a todos los hombres es expresada de manera formal (oral o escrita) suele llamársela impresionismo. Sin embargo, este primer grado en la escala de la crítica es en parte rechazado tanto por filólogos como por artistas. Reyes presenta una verdadera apología del impresionismo, en cuanto, en primer lugar, es vista como una respuesta naturalmente humana ante el texto, totalmente legítima, debido a que “[…] el fin de la creación literaria no es provocar la exégesis, sino iluminar el corazón de los hombres, de todos los hombres en lo que tienen de meramente humanos, y no en lo que tienen de especialistas en ésta o la otra disciplina”.21 Apela por lo tanto a lo más irreductible de la experiencia humana, a la contemplación de la belleza artística, al despertar de las emociones más básicas durante la lectura, y advierte que el crítico, en cualquier grado de la escala “[…] si no lleva adentro un impresionista, carece del contacto para establecer esa misteriosa comunicación con la poesía y se queda, por decirlo así, fuera del recinto.” Y sentencia “El impresionismo es el común denominador de toda crítica”22. Ante cualquier afán teorizante y academicista, el poema se presenta asequible a todos los seres humanos. 4.2.2 La exégesis En este grado de la escala crítica Reyes identifica el mecanismo que utiliza la institución literaria, representada en parte por el “programa académico”, para la “preservación de caudales” que denominamos de manera general y un tanto inaprensible “cultura”. La que muchos llaman ciencia de la literatura —y que Reyes prefiere llamar exegética— cumple ______________________________________________________________ 20 Ibid 87 21 Ibid 88 22 Ibid 88

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una “función educativa”23 que se valida —además del programa académico— por la integración de un conjunto de métodos que le entregan el derecho de aspirar al título de ciencia. Tales métodos son históricos, psicológicos y estilísticos. La institución literaria, fundada en la razón, epistemológicamente sustentada, el saber objetivo, la “ciencia”, pretende asomarse al nivel superior de la crítica, dado que a través de esta escala de acercamiento al objeto literario “[…] juegan diversamente la operación intelectual, el mero conocer, y la operación axiológica o de valoración, que aquí podemos llamar de amor; juegan diversamente la razón y la “razón de amor.”24 Para la exégesis cobra vital importancia la “época mental e histórica”25 en que es producida la obra; el sujeto—creador supeditado a una tradición cultural que forma su psiquis y la define26; las influencias biográficas y filosóficas que sea posible descubrir en sus textos; la recepción de los mismos. Funciona como el mecanismo teórico—conceptual que la moviliza. Reyes, a pesar de este preciso análisis y descripción sobre el dominio de la filología y sus alcances, con un profundo sentido humanista postula una serie de recomendaciones a este grado de acercamiento a la literatura: “[…] no debe aceptar como métodos determinantes, sino como simples auxilios, los que proceden de disciplinas extrañas” e incluso le reconoce méritos: “[…] fertiliza y renueva el goce estético”27, siendo fiel a su concepto de crítica, la cual no solo censura sino que también encomia. 4.2.3 El juicio Llegamos aquí al punto más alto de la crítica literaria, donde Reyes presenta su modelo ideal que se funda en Sócrates, creador de la crítica, y por medio de la inteligencia americana y su capacidad de síntesis, es resignificado, lo que lo lleva a afirmar, en el contexto de sus estudios helénicos, específicamente en La crítica en la edad ateniense que En los dos polos del eje crítico encontramos el impresionismo y el juicio. Aquél es la crítica artística, creación provocada por la creación; no parásita como injustamente se dice, sino inquilina, y subordinada a la creación ajena solo en concepto, no en calidad, puesto que puede ser superior al estímulo que la desata. Y éste, el juicio, corona del ______________________________________________________________ 23 Ibid 90 24 Ibid 88 25 Ibid 90 26 De acuerdo a los diversos discursos, ya sean políticos, económicos o artísticos, en los que como productor y receptor de cultura se haya insertado. 27 Ibid 90

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criterio, es aquella alta dirección del espíritu que integra otra vez la obra considerada dentro de la compleja unidad de las culturas28 Además denomina “la hora de América” al momento en que toda la cultura que partió desde Atenas, pasando por Alejandría y Roma, para reposar finalmente en Constantinopla y difundirse por el Occidente europeo, se utilice para consolidar los sueños y aspiraciones de Latinoamérica.29 La “corona de la crítica” sintetiza los dos extremos de sus polos; se funda en el amor y no desconoce las técnicas de la exégesis, pero las utiliza de manera totalmente libre, ya que no se esclaviza en el método. Pero “es acto del genio. No todos la alcanzan […] Toda la emotividad en bruto y todos los grados universitarios del mundo son impotentes para hacer sentir, al que no nació para sentirlo, la belleza de este verso sencillo: “El dulce lamentar de los pastores”.30 El juicio es el “monumento” construido sobre el “andamiaje” que es la exegética, situando la obra literaria en el cuadro de los valores humanos, pero enfocando de preferencia el valor literario . Unificando de esta manera los aspectos literario—conceptuales y culturales con los elementos éticos y humanos imprescindibles en el conjunto de la propuesta teórica de Alfonso Reyes.

5. EL LECTOR CRÍTICO EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO El acto de lectura es visto, en el conjunto de la obra de Reyes, como una instancia reflexiva, que compromete al sujeto tanto en lo racional como emocional, baste recordar la importancia que concede a la impresión. A través de la lectura se define la perspectiva crítica, comprendiendo el conjunto de manifestaciones humanas que permiten elaborar una visión particular de la cultura, tan importante es que “De suerte que, como decía Sainte-Beuve, la lectura es el A.B.C. de la crítica. Los métodos mismos de la crítica pueden definirse como métodos del buen leer […]”32 (Reyes, Alfonso, citado por, de Zuleta Emilia: 2000). ______________________________________________________________ 28 O.C., 18 29 Ibid 20 30 Reyes, Alfonso: “Aristarco o la anatomía de la crítica” en La experiencia literaria, Buenos Aires Argentina: EDITORIAL LOSADA S.A., 1952 31 El deslinde, prolegómenos a la teoría literaria, México D.F. Fondo de Cultura Económica: 1983 (19) 32 Reyes, Alfonso, citado por, de Zuleta, Emilia: Alfonso Reyes y la función de la crítica: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/public/34697393211403084865679/p0000008.htm#I_32_&portal=0

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En el último apartado de La experiencia literaria, “Los tres relámpagos: el discurso, la golondrina y el halcón”, Reyes establece un nexo notable entre la crítica y el acto de lectura. Declara “Yo quisiera contar ahora los deleites que procura la crítica”.33 Dando espacio, sin duda alguna, a sus “impresiones” como lector. Tensiona las denominaciones “ignorante” y “humanista”, problematizando sobre la capacidad de éste para ser capaz de realizar un acto de lectura en profundidad, estableciendo nexos intertextuales, históricos y filosóficos. El lector ilustrado tiene aquí toda la aprobación de Reyes, dado que sería capaz de movilizarse entre los diversos discursos provenientes de la cultura identificando, contextualizando y analizando la información. Siguiendo esta preocupación por el acto de lectura en El deslinde, precisamente en el apartado que corresponde a las Fases de la postura pasiva34 entendiendo esto último como el diálogo entre el creador y el lector, donde éste presenta “(…)una postura que superficialmente llamamos pasiva.” ya que el lector debe realizar un acto imprescindible, una imagen de lo que se le ha propuesto en la lectura, que incluso puede no coincidir con el objeto; establece un conjunto de elementos conceptuales interesantes de abordar. La Postura pasiva, es superficialmente pasiva en tanto posibilita que el lector se represente un objeto planteado y que sea capaz de mantener un distanciamiento con el autor; postura crítica ante el texto. Es en este contexto que Reyes culmina La experiencia literaria con un mensaje a toda la juventud latinoamericana, resaltando la importancia del juicio como último y mayor grado de la crítica y con el cual finalizaremos el análisis de este trabajo: “El iniciar a los más posibles se convierte, por eso mismo, en un alto deber social. Hegel habló alguna vez del “condenado por Dios a ser filósofo”. Si entre los jóvenes que han seguido este examen, algunos sienten sacudida la vocación, si algunos oyeron el “Tu Marcellus eris!” disimulado en mis palabras, esta charla no habrá sido inútil”. 36

______________________________________________________________ 33 34 35 36

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Conclusión Es la crítica literaria un posibilidad para que el pueblo latinoamericano logre superar su estado de letargo social y económico, utilizando toda la potencialidad existente -toda la inteligencia-, en la recepción de la cultura universal, realizando una síntesis que permita (re)crearnos sin perder la identidad, la tradición y las costumbres. Este proyecto se funda también en la confianza y valoración depositadas en las culturas de la pre-conquista, profundizando el conocimiento de las mismas, dedicándo tiempo y energía intelectual a su estudio. De esta manera aprovecharemos el caudal impresionante de arte y ciencia acuñado durante siglos por nuestros antepasados que dominaron el continente antes de la llegada de los españoles. No por esto olvidaremos la vieja Europa. Su cultura e historia es parte de la propia sabia que sustenta la estructura primaria de los sujetos latinoamericanos; su legado es un eslabón más en al arduo camino de la universalización y renegar de esta rica herencia nos condenaría a desandar parte del camino, siendo portavoces de un discurso inconsistente e inviable, dado que representamos la fusión de múltiples tradiciones y razas, siendo este fenómeno, la hibridez, parte central de nuestra riqueza cultural, el signo trascendental que impulsa al contacto con el mundo foráneo que a la vez, históricamente, somos. Por último, es importante resaltar el valor en este contexto del sujeto crítico, el cual debe constantemente mantenerse alerta a todas las manifestaciones humanas, del arte y de la ciencia para incorporarlas a su propio discurso, siendo capaz de seleccionar los elementos que sirvan a un proyecto mayor, latinoamericano, utópico, soñado hace tantas generaciones por intelectuales de ambos lados del atlántico, ya que América se convirtió en el último reducto territorial, socialmente organizado, capaz de solventar y experimentar los anhelos libertarios de Occidente. El juicio y la lectura son los pilares fundamentales que encarnan el accionar de este sujeto, las herramientas con que dispone en su labor enciclopédica de leer el mundo, ganando terreno en el ámbito de las letras, conformando instituciones, construyendo discursos que sustenten el accionar social, representando a su vez las aspiraciones de los sectores menos privilegiados, portando la antorcha del saber, iluminando el camino hacia la perfectibilidad.

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BIBLIOGRAFÍA Del autor • Reyes, Alfonso: “Aristarco o la anatomía de la crítica” en La experiencia literaria, Buenos Aires Argentina: EDITORIAL LOSADA S.A., 1952 • ——————: El deslinde, prolegómenos a la teoría literaria, México D.F. Fondo de Cultura Económica: 1983 • ——————: La crítica en la edad ateniense, en Obras completas, Tomo XXIII, México D.F. Fondo de Cultura Económica, 1983 • ——————: Notas sobre la inteligencia americana, en El ensayo mexicano moderno, México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1958 Estudios críticos • Mariaca, Guillermo: El poder de la palabra. La crítica cultural hispanoamericana, Santiago, Chile: Tajamar Editores, 2007 • Martínez, José Luis: El ensayo mexicano moderno, México D.F.: Fondo de Cultura Económica Páginas web • de Zuleta, Emilia: Alfonso Reyes y la función de la crítica: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/public/34697393211403084865679/ p0000008.htm#I_32_&portal=0 recuperada: 5 de julio del 2009 • Glantz, Margo: Alfonso Reyes: una miscelánea: http://www.cervantesvirtual.com/ FichaObra.html?Ref=22535&portal=0 recuperada: 2 de Julio del 2009

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LEOPOLDO ZEA Y EL GIRO CRÍTICO HACIA EL PENSAMIENTO EPISTÉMICO LATINOAMERICANO [por Claudio Véliz Rojas]

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“Salieron, y si en Dhalmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea de cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado. Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura”. Jorge Luis Borges, El Sur.

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l pensamiento crítico latinoamericano es un “tema” que hoy en día podemos afirmar que efectivamente ya es un “tema” para la intelectualidad americana. Existen espacios para desarrollarlo y ciertamente es un componente esencial para las publicaciones serias que estén dispuestas a evaluar el estatus epistemológico de sus estudios. Sin embargo, históricamente, podemos decir que esta situación es reciente. Si bien durante el siglo XIX gran parte de nuestros pensadores –Bolívar, Bello, Bilbao, Sarmiento, entre otros- dedicaron gran parte de su obra a develar la forma de conformar proyectos nacionales que encuadrasen con los ideales de las elites gobernantes, el pensamiento crítico como tal no fue reconocido sino hasta comienzos del siglo XX. En este sentido, la labor de intelectuales como Pedro Henríquez Ureña, José Gaos, Alfonso Reyes, entre otros, fue un trabajo que dio cuenta de esta inquietud del americano por categorizar el conjunto de ideas que hasta ese momento (década de 1920 aproximadamente) habían de reiterar la misma pregunta, ¿Qué es ser americano?

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Sucesor de José Gaos en la ex Casa de España en México (hoy, actual Colegio de México), el filósofo mexicano Leopoldo Zea dedicó toda su vida a contestar esta pregunta. Tomando la filosofía como herramienta de cambio, el autor hoy en día es identificado como uno de los mayores intelectuales americanos representado por su búsqueda de definición de “nuestra esencia”. De allí que, el presente trabajo intente contrastar la visión que se ha sostenido tradicionalmente de Zea como un filósofo ontológico de lo americano, y exponer un plausible giro crítico del autor hacia una epistemología del pensamiento continental. Utilizando como enfoque de análisis, la metodología aportada por Giles Deleuze en cuanto a la interpretación de “intersticios” como “puntos de fuga” para la comprensión del texto, pretendo observar el binarismo propuesto por Zea como una ventana para observar la flexibilidad de las fronteras existentes entre los pensamientos americano y europeo. En este sentido, es la hipótesis de este trabajo plantear que el proyecto filosófico entregado por Leopoldo Zea, proyecto que tradicionalmente se ha analizado como un pensamiento ontológico de la realidad americana -el pensar el problema americano como la búsqueda por la “esencia” de lo propio- no sería sino el “inicio” de su creación intelectual pues, el resultado final de su reflexión responde a un cariz distinto. El autor -y aquí está su giro crítico- ofrece como producto implícito de su obra la realización de un pensamiento mucho más próximo a una comprensión epistemológica de la realidad continental, siendo expresado dicho giro argumental, a través de sus reiteradas relecturas del pensamiento americano como medio para “conocer” nuestro continente. Algunas líneas respecto del pensamiento de Leopoldo Zea Antes de comenzar la discusión entorno al enfoque otorgado por Zea a su pensamiento, resulta válido clarificar lo que se entenderá por pensamiento ontológico, por un lado, y pensamiento epistemológico, por otro. El pensamiento ontológico americano, de acuerdo al análisis realizado por Andrés Roig, se encuentra vinculado con autores tales como Nimio de Anquín, Félix Schwartzmann, Mayz Vallenilla, entre otros, quienes intentan develar a través de sus respectivas obras, la pregunta sobre “¿que es lo propiamente americano?”1. Por otra parte, pensamiento epistémico o epistemológico, será explicado sobre sus términos tradicionales, vale decir, la pregunta acerca del “como conocemos”, en contraposición del la pregunta por el “ser” (pensamiento ontológico).

______________________________________________________________ 1 Roig, Andrés, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. FCE., México DF., 1981.

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Establecidos dichos parámetros, podemos comenzar nuestro análisis por comprender que es lo que entiende Zea, al referirse al pensamiento filosófico americano. Para el filósofo mexicano, el pensamiento hispanoamericano2 es el resultado de la readaptación de las ideas europeas como una herramienta para romper con el pasado colonial. Bajó la línea de su mentor José Gaos, Zea entiende que este ejercicio intenta la apropiación de un “presente extraño” y el quiebre (significado por el autor como “aniquilamiento”) con el pasado propio3. De lo anterior, la concepción de Zea respecto de la historia del pensamiento americano, muestra precisos componentes de filosofía dialéctica hegeliana. El enfrentamiento del americano con su pasado para aniquilarlo, explica este choque de estructuras que tendería a otorgar como resultado, un tercer componente nacido de esta tensión permanente. No obstante, la lectura de las ideas europeas por los americanos poseen, bajo el análisis de Zea, una orientación pragmática, vale decir, la filosofía debe estudiar las ideas para cambiar la realidad continental. Específicamente, el estudio de las ideas se concentra en la comprensión de los hechos y el sentido de éstos4. Esta comprensión historicista5, se encamina a la preparación de América para el rompimiento con el patrón europeo. Como ya lo enunciáramos previamente, el pensamiento de este filósofo lo encontramos claramente influenciado por la concepción hegeliana de la realidad. A través de su obra, Zea continuamente nos está intentando mostrar que los procesos de readaptación de los filosofemas europeos, se han dado en una continua dialéctica mal comprendida, en que el americano se encuentra subyugado bajo una realidad que no le permite ser6. Esta dialéctica mal comprendida, implica el entendimiento por parte del sujeto hispanoamericano de una “lógica formal” la cual no ha sido capaz de comprender que la forma para avanzar hacia un presente propio, es la negación dialéctica del pasado. Esta negación, entendida como asimilación del pasado, es lo que guiaría al sujeto continental hacia un presente “propio”, devenido de un pasado “propio”. Bajo el entendimiento de la realidad en un constante proceso dialéctico, claramente el binarismo es un elemento que se encuentra totalmente explícito en el pensamiento del autor. La obra de Zea, por nombrar algunos ejemplos Discursos desde la marginación y ______________________________________________________________ 4 Ibíd. p. 21. 5 En mi análisis, el concepto de historicismo no será llevado bajo el esquema clásico de la historiografía, relacionando el historicismo con el positivismo. Por el contrario, en este trabajo el concepto historicista será utilizado para designar el pensamiento de Leopoldo Zea, como un proceso intelectual que se enfoca con fuerza en la comprensión de la realidad a través de su contexto social; la comprensión de la realidad en torno a la historia como devenir. 6 En su texto, El pensamiento latinoamericano, Zea, apoyándose en los argumentos de otro pensador americano, Ernesto Mayz Vallenilla, explica el estado del ser americano bajo el concepto de ‘no-ser-siempre-todavía’. Zea, Leopoldo, El pensamiento latinoamericano. Vol. I. Editorial Ariel, Barcelona, 1976, p. 4.

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la barbarie, La esencia de lo americano, La filosofía de la historia en América, entre otros títulos, son algunos casos que dan testimonio de este pensamiento en permanente tensión de dos polos. Por una parte tenemos al Viejo Continente, que a través de un proceso continuo de apoyo ha conseguido captar a la América anglosajona como parte de su propio proyecto civilizado, y por otra parte, tenemos a la América hispánica como el continente con autoconciencia de marginación, que siendo hijo de la cultura íbera, acarrea los mismos problemas de retraso barbárico que España. Caracteres “esenciales” del pensamiento americano En estos polos dos polos (polo civilizado occidental v/s polo barbárico marginal) se depositan las bases intelectuales del autor, para intentar dilucidar que es lo que podemos comprender como “lo esencialmente americano”. De lo anterior, para Zea existen caracteres que nos llevan al reconocimiento de un pensamiento hispanoamericano que se contrapone al pensamiento europeo. 1) En un primer lugar podemos observar la concepción de lo americano como un producto “accidental”. Para el filósofo el descubrimiento y la conquista son productos accidentales en Latinoamérica7, debido al encuentro de estos dos mundos, productos de circunstancias fortuitas. Si bien, en este sentido, el autor reconoce que también existe un cierto factor de “accidentalidad” en el pensamiento europeo producto de su tardía autoconciencia de no ser único frente al mundo (de no ser el mundo en su totalidad), el pensamiento americano, por su parte, nace con esta característica; nace con el reconocimiento de su conciencia universal. En este sentido, derivado del carácter “accidental” de la conciencia americana, es que nos encontramos con un segundo factor, factor que, por lo demás, será clave en la concepción filosófica de Zea; 2) la “particularidad universal” del sujeto hispanoamericano. De acuerdo a lo explicado por Zea en su obra La esencia de lo americano, nuestra filosofía siempre ha buscado la conciencia por lo propiamente americano, en contraposición con la cultura europea quienes desde sus inicios se ha ‘sabido’ universal. Es esta búsqueda “por lo americano” lo que nos ha permitido investir nuestra cultura con ribetes universales, tomando distintos modelos europeos y haciéndolos propios, en contraposición a una cultura europea que, más que universal, constantemente se ha comportado intelectualmente como provincianos en defensa de sus limitantes terrenos. De allí que Zea citando a Vasconcelos, concibe al americano como una “raza cósmica” en la cual lo estético, se sobrepone a los elementos políticos y sociales de la sociedad europea. De lo anterior, el ______________________________________________________________ 7 A este respecto, resulta relevante señalar que Zea no reconoce, no al menos en las obras consultadas, la existencia de pensamiento antes de la llegada de los europeos en América. El pensamiento americano, bajo la concepción del autor es producto de la imbricación de estas dos culturas.

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americano es quien realmente nace con la conciencia de lo universal en contraposición a un europeo que falacia esta postura. 3) Otra de las características expuestas por el autor para problematizar en torno a la esencia de lo americano, es que nuestro pensamiento vuela -basándose en la metáfora de Alfonso Caso- con alas de plomo8. Esta afirmación se entiende al explicar que, en contraposición con lo que ha sido el pensamiento europeo, el filosofar americano se ha confrontado directamente con el actuar9. Todos nuestros pensadores, según asevera Zea, se han vistos envueltos en la necesidad de resolver problemas inmediatos, problemas que conllevan soluciones concretas y no abstracciones nacidas del propio pensamiento. En este punto podemos ver como el sustrato hegeliano del “pensamiento zeino” se subvierte debido a que, si bien constantemente se nos está mostrando bloques en confrontación (original-originado/ naturaleza-historia/ civilización-barbarie), el pensamiento del autor no está dispuesta a “elevar el vuelo, cuando ya los sucesos han pasado”, sino que más bien y se ciñe a los patrones de filósofos que como Andrés Roig, pretenden ser un “filosofía matinal”10, es decir, una filosofía dispuesta a hacer cambios. De lo anterior, lo que intenta Zea es comprender la realidad para cambiarla, entendiendo que la forma de salir del estado en que se encuentra América Latina, es asimilar el pasado para seguir hacia delante. 4) Finalmente, otra de las características que pertenecería a lo propio de nuestro pensamiento según el autor, es un elemento ya enunciado con anterioridad; la subordinación del pensamiento europeo al pensamiento americano. Este carácter instrumental, lo podemos vislumbrar en la totalidad de los pensadores americanos del siglo XIX. Estos hombres, según nos explica Zea, readaptan modelos europeos a sus necesidades inmediatas y a partir de estos enfoques, construyen lo nacional. Ejemplo de ello son tanto el positivismo como el romanticismo americanos, los cuales son modelos aplicados por los intelectuales americanos como una forma de construir esta nueva identidad, y de esta forma, romper con el pasado que les antecede.

______________________________________________________________ 8 Zea, Leopoldo, La esencia de lo americano. Editorial Pleamar, Bs. As., 1971, p. 34. 9 “Por lo que se refiere a los filósofos americanos, éstos se vieron obligados, a la inversa de los europeos, a pensar sus problemas y darles soluciones concretas, mediatas. Se encontraron con que tenían que pensar y actuar al mismo tiempo”. Zea, Leopoldo, La esencia de lo americano. Op. cit. p. 49. 10 Este tema lo rescato a partir de la exposición realizada por el filósofo José Santos, y su distinción entre la filosofía hegeliana (que no levanta el vuelo sino cuando ya los hechos han acontecido) y la “filosofía matinal”, la que se desarrolla como práctica en los mismos hechos.

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Giro crítico en el pensamiento de Zea. De lo ontológico a lo epistemológico Al referirse al modelo de readaptación de ideas, Zea observa este proceso como un sistema útil y por lo demás que vuelve a su origen. El autor argumenta que, las filosofías universales desarrolladas por los europeos solo alcanzan la “universalidad por su relación con lo humano, por su relación con el hombre que las hace posible”11. De allí que el filósofo argumente que la conciencia filosófica siempre ha existido en América, independientemente si esta se ha materializado en otros lugares. En este mismo sentido, y reforzando el argumento de Zea, el hombre americano al contener en si mismo la cualidad de lo universal, sería especial receptor de esta conciencia filosófica universal pues, ¿quien mejor que él -bajo la concepción del autor- esta preparado para recepcionar sistemas universalizantes? Contando con estos parámetros ya expuestos, procederé a develar los intersticios que me permiten ver ciertos componentes de pensamiento epistémico, en su obra. 1) En primer lugar, deberemos precisar que Zea posee una lectura amplia de la situación americana. Como ya hemos podido apreciar, el americano es un sujeto universal, y en su universalidad es capaz de establecer diálogo con otros sujetos subalternos que se encuentran en condiciones de dependencias similares. Muestra de ello son las citas constantes por parte del autor hacia autores tales como José Rizal (filipino) o Abdel Malek (egipcio), quienes también poseen esta pregunta constante en busca de su identidad al interior del proyecto moderno. He aquí unos de aristas interesantes del pensamiento de Zea: la construcción de la esencialidad americana, se construye junto con otros pueblos que también están en busca de su identidad, y se les reconoce como hermanos en la causa. A través de esta actitud holística en la cual todos los discursos subyugados pueden estar contenidos bajo una lógica universal, podemos suponer que Zea está buscando una forma de conocer al americano a través lecturas “otras” entendidas como “propias”, que le permitan comprender el problema común de dependencia; Zea se encuentra en la búsqueda del como “conocer” los problemas del americano. 2) Por otra parte, el mismo enfoque utilizado por Zea, es una muestra de pensamiento epistémico. El autor, si bien basa su contenido en la búsqueda por el “ser” americano, su lectura dialéctica de la realidad claramente aporta una forma de “conocer” lo americano más que preguntarse por esta forma de conocimiento en si. Zea a través de los argumentos de Octavio Paz, Jean Paul Sartre, Vasconcelos, Alfonso Reyes, desea encontrar una forma ______________________________________________________________ 11 Ibíd. p. 48.

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de leer lo americano, pues ¿Cómo pretenderemos comprender el ser americano, sin entender previamente, como se le ha leído este sujeto? Es así como los autores antes mecionados, entregan al filósofo mexicano herramientas para deconstruir el discurso tradicional acerca de cómo se ha conocido América y, sobre esta deconstrucción, Zea plantea su filosofía de acción para liberar el pensamiento americano de sus cadenas de dependencia. En este punto, observamos este tipo de juicio los vemos afectados en gran medida por la filosofía de la liberación, la cual plantea la superación del filosofar americano a partir de la construcción de un pensamiento auténtico en Latinoamérica. 3) Este argumento nos da paso a un tercer planteamiento; la comprensión historicista de Zea del pensamiento hispanoamericano. La aprensión historicista del pensamiento es una estrategia para ver de que forma se ha interpretado la realidad americana, y a partir de ella, de que manera se deberá actuar en el presente. No olvidemos que la propuesta de Zea pone de manifiesto un error que, a su juicio, es estructural al desarrollo americano: el intento por amputar el pasado propio americano cuando, bajo la “lógica hegeliana” en confrontación con la “lógica formal”, lo correcto es aceptar (negar) este pasado para comenzar a vivir un presente propio. No olvidemos que para Zea, el pasado americano está constituido por la imbricación con elementos europeos; de allí que lo correcto es aceptar estos elementos en vez de rechazarlos. A este respecto, este conocimiento del pasado para cambiar el presente, muestra anclajes profundos en nuestra historia intelectual. El mismo Francisco Bilbao a través de su obra El evangelio americano (1864), ya expresaba, “¡Nosotros conoceremos a la historia para saber maldecirla, para apreciar nuestra civilización americana, para despreciar la satisfacción del error en que vives, y para venerar sus mártires!”12. Esta voz se escucha muy presente en el pensamiento de Zea, quien proclama el conocimiento del pasado para realizar el cambio necesario pues, “lo filosófico se da en la actitud frente al mundo, en el afán por resolver los problemas que se le presentan al hombre, al hombre sin más, de la más manera más definitiva y auténtica”13 . Esta “acción” filosófica efectiva frente a lo presente, demanda este conocimiento previo, demanda este “conocer” previo. De lo ontológico a lo epistémico.

______________________________________________________________ 12 Bravo de Goyeneche, José Alberto (comp.), Francisco Bilbao 1823-1865: El autor y la obra. Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2007, p. 688. 13 Zea, Leopoldo, La esencia de lo americano. Op. cit. p. 35.

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Conclusión En conclusión, si bien la reflexión crítica de Zea ha sido tradicionalmente comprendida como un análisis vinculado a la búsqueda por la esencia del pensamiento hispanoamericano, este trabajo ha pretendido mostrar que la lectura profunda de sus planteamientos, podría provocar una cierto giro en lo que tradicionalmente hemos entendido por el objetivo manifiesto de los textos “zeinos”. El “universalismo americano” planteado por Zea como forma de definir nuestra cultura, podría ser entendido como una búsqueda del propio americano para conocerse, más que para confirmar su esencia. El permanente estado de expectativa frente a un presente incierto descrito por el filósofo mexicano, empujaría a Zea a construir un camino para la lectura del americano. Ahora bien, al evaluar el contexto de enunciación de Zea, encontramos comprensible su deseo por definir América. El filósofo se encuentra en el meollo de un pensamiento intersticial, que no es europeo, pero que tampoco es indígena; es un pensamiento que apropia elementos del viejo continente e intenta adaptarlos a su contexto. Es allí donde se refleja claramente el sentir de Zea; el sujeto americano, argumenta el autor, está intentando constantemente pertenecer al proyecto mundial. En este sentido, un sujeto que poseyendo la conciencia de ser marginado, se encuentra expectante frente al presente que podría abrirse. En palabras de Zea, “(…) este pasado nuestro aún no se convierte en auténtico pasado, sigue siendo un presente que no se decide a ser historia”14. En definitiva, comprendiendo que lo esencial de lo americano para Zea se debate en: 1) la accidentalidad de nuestro nacimiento, 2) la universalidad del americano, 3) la instrumentalidad del conocimiento europeo y 4) la practicidad de la propuesta del pensamiento americano, podemos entender que, después de lo ya visto, todas estas características, más que una “esencia” propia del pensamiento americano, son señales hacia un camino por el “como conocemos” al americano: como se ha leído a éste. Por otra parte, 1) la amplitud del proyecto de Zea, 2) el historicismo de su propuesta, 3) el enfoque dialéctico, son factores que nos dan a conocer la forma que toma el pensamiento del autor y que, finalmente, podría volverse una “cobertura” que explicaría mucho mejor el “contenido” de su obra. De esta forma, y volviendo a Borges, es Zea quien tomando el cuchillo del pensamiento crítico, quizás sin saberlo manejar en toda su plenitud a diferencia de los años de experiencia que poseen los saberes europeos, y sale a la lucha. El crítico comprende que si hubiera existido un final digno en su pugna por el descubrimiento de lo americano, quizá le hubiese gustado este tipo de campeada; lo que realizó y lo que inconscientemente llevó a otro nivel, de lo ontológico a lo epistemológico.

______________________________________________________________ 14 Zea, Leopoldo, El pensamiento latinoamericano. Op. cit. p. 20.

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BIBLIOGRAFÍA • Carlos Ossandón B., Ensayismo y modernidad en América Latina. (LOM Ediciones, Santiago, 1996). • José Alberto Bravo de Goyeneche (comp.), Francisco Bilbao 1823-1865: El autor y la obra. (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2007) • Leopoldo Zea, Filosofía de la historia americana. (FCE., México DF, 1987). • ____________, El pensamiento latinoamericano. Vol. I. (Editorial Ariel, Barcelona, 1976). • ____________, La esencia de lo americano. (Editorial Pleamar, Bs. As., 1971). • ____________, Discurso desde la marginación y la barbarie. (FCE., México DF., 1990). • Andrés Roig, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. (FCE., México DF., 1981). Internet • “Autopercepción intelectual de un proceso”. Revisado en el sitio web http://www.ensayistas.org/antologia/XXA/zea/zea2.htm Última visita, 21 de julio de 2009).

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PUNTO Y APARTE LITERATURA DEL HAMPA: UNA APROXIMACIÓN BIOGRÁFICA SOBRE ALFREDO GÓMEZ MOREL [por Rodrigo Carvacho Alfaro]

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Un verdadero delincuente nunca usa la violencia, sino la cabeza. El delincuente debe tener de todo, menos ideales, y vivan, eso es lo único que interesa. (Alfredo Gómez Morel) En la historiografía literaria nacional, nos encontramos con distintos escritores que de una u otra manera han perpetuado su nombre con diferentes obras que han sido consideradas clásicas en nuestra literatura chilena. Si bien es cierto, existen estas obras que el canon dominante ha magnificado, también existen otras que el canon nunca ha aceptado. Por esto, nos ocuparemos de Alfredo Gómez Morel, escritor, ex delincuente internacional y ex presidiario, en conjunto con su novela autobiográfica Mundo Adentro Montado en un Palo de Escoba. Configurar su biografía es jugar con la ficción y la realidad, como diría Mario Vargas Llosa es dilucidar la verdad de las mentiras. Es por esto que lo presentado el día de hoy es un intento biográfico sobre datos rescatados de entrevistas, narraciones y noticias de diferentes publicaciones nacionales. Alfredo Gómez Morel nace alrededor de 1917, ya que no existe una fecha exacta, siendo concebido por doña Ana Morel Serrano y don Agustín Gómez Aránguiz. A los tres meses de vida es abandonado por su madre en la entrada de un conventillo de la ciudad de San Felipe, siendo acogido por Doña Catalina Oliva, Viuda de Osorio. Luego, es internado en el orfanato de las monjas Carmelitas de la misma localidad. Cuando tenía la edad de siete años, debido a los maltratos que sufre por las religiosas, se fuga del orfanato y vuelve a vivir con Doña Catalina Oliva hasta, más o menos, los once años. Durante su estadía con doña Catalina, recibe su primer nombre: Luis. Posteriormente, su madre, al obtener su tutoría, lo traslada a la ciudad de Santiago donde vivirá con ella por un lapso de tres años. En ese tiempo, nuevamente sufre el cambio de su nombre por el de Vicente. Durante esos años, ingresa al internado La Gratitud Nacional, gracias a las influencias de su padre, en donde su estadía es de tres años.

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En esta institución sufre vejaciones por parte de sacerdotes que oficiaban de profesores. Así lo relata el autor: En el colegio, tanto en el alma como físicamente, fui golpeado por otras dos personas que jamás, creo, debieron cruzarse en mi vida. Fueron dos sacerdotes depravados sexuales.1 Esas terribles situaciones lo hacen comenzar a huir del Colegio. Es en este tiempo cuando entra en contacto con los “pelusas” del río Mapocho en una de sus primeras fugas. Es ahí cuando comienza a vincularse con lo que sería más tarde su futuro y su percepción del río: Pero la fugaz percepción que tuve de ese mundo lleno de basura, plagado de perros tristes y habitado por niños de mirada torva, me atraía. El río tenía un sentido, tenía un encanto. Desde que conocí el Mapocho, supe que él era otra manera de llamar a la libertad y el amor.2 Es aquí cuando Gómez Morel comienza a delinquir y a realizar actos que lo motivan a pertenecer al Río. Es por esto que es expulsado del internado. Luego, gracias a los contactos de sus padres, comienza su recorrido por diferentes instituciones como Patrocinio San José, el Internado Barros Arana (donde lo acusan de un robo que asegura no cometió) y el Instituto Zambrano. En todos estos lugares obtiene el mismo resultado: expulsión por robo. Siendo apresado por cometer diferentes delitos, según él acompañado por un perro, Gómez Morel es llevado a la Casa de Menores ubicada en San Francisco; su permanencia en dicho lugar le sirve de excelente academia en donde cursa lecciones de “carterismo”, “cuenteo” y “escapeo” con los chicos mayores, para finalmente diplomarse de “choro”. Hasta la edad de dieciocho años su vida transcurre entre el río, el reformatorio y la cárcel. En una de sus primeras estadías en el penal mayor de Valparaíso, conocido como “Los Pimientos”, se convierte en amigo de uno de los “príncipes del hampa” de Chile: “El Ñato Tamayo”. Él lo instruye en el “código de honor del hampa”, en dónde lo que más perduró en él fue que un verdadero delincuente nunca usa la violencia sino que la cabeza. Al salir en libertad conoce a Margarita Elgueta, de oficio prostituta, con quien se casa años más tarde cuando comienza a tener éxito como escritor y columnista. Lamentablemente enviuda en 1967 producto de un cáncer. ______________________________________________________________ 1 Por qué me convertí en delincuente. Op. Cit. p.102 2 Idem. p. 102

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Como meta de superación del hampa, viaja al Perú para titularse de delincuente internacional. En ese país oficia de secretario y guardaespaldas de un chino traficante de drogas. Pero esa ocupación duró poco, porque no pasó mucho tiempo antes que se desencadenara una guerra entre pandillas de narcotraficantes. Su jefe fue eliminado a balazos y sus victimarios lo buscaban para ajusticiarlo. “Me escapé jabonado -indica- y alcancé a llegar a Colombia. Para sobrevivir, pese a que no tenía ideas políticas, me afilié al FAO, Fuerzas Obreras Armadas, como mercenario”3. Inquieto, ambicioso, sin escrúpulos, Gómez Morel escaló posiciones en el FAO. Cumpliendo “misiones” recorrió Colombia, Panamá, Venezuela, Cuba y Centroamérica. Más tarde sus superiores le encomendaron una aventura que era el rapto del actor George Raft, concesionario de todos los casinos de la Habana. Cambia su visión al llegar a México, país donde se especializa en robar residencias, escondido en un buque carguero. No había acabado de desembarcar cuando fue atacado sorpresivamente por un individuo que le disparó a quemarropa. Un movimiento instintivo de la cabeza y de la mano derecha impidieron que la bala le quitara la vida, pero no evitó que le volara el pulgar. “Acostumbrado a estos avatares por el entrenamiento que había recibido, seguí al tipo y logré acorralarlo para saber por qué había intentado matarme. Me dijo que se había equivocado, que la víctima iba a ser otra. Yo llevaba una pistola-metralleta escondida entre mis ropas. Entonces para que no volviera a equivocarse le disparé una ráfaga en ambas piernas...”.4 Nuevamente en Colombia, entre los años 1939 y 1948, tiempo en que el país vivía una especie de guerra civil no declarada, formó su grupo delictual integrado por Elías Valdizán (peruano), Euclides González (colombiano), Beniamino Lampo (ítalo-francés) y cuatro jóvenes panameños. Los instruye en un específico código al que podríamos llamar “Reglas Básicas de un antisocial” y que son los consejos que le diera Alfredo Vidales Correa, alias “El seco”, líder hamponal de la región de Chaparral, en Colombia. Estas reglas consisten en una especie de filosofía delictual, en donde manifiestan sus intenciones y odios más claros para la ejecución perfecta del delincuente: Sigan esto pero sean prácticos. Recuerden que como delincuentes, ustedes están en guerra contra el sistema. Exploten las pasiones. Nunca ______________________________________________________________ 3 “Alfredo Gómez Morel: Un clásico de la miseria”. En Las Últimas Noticias del 29 de noviembre de 1981. p. 14. 4 Idem. p. 14.

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tomen partido por uno de los bandos que se disputan el poder. Aprendan a odiar como ellos los odian a ustedes. No quemen ni destruyan nada. Vayan y busquen a los que se odian y comercien con el temor que infunden. No cometan el error de creer en algo o en alguien o lo pagarán muy caro. Esta es una sociedad corrompida y ustedes deben tratar de sacarle un jalón antes que se derrumbe. El delincuente debe tener de todo, menos ideales. Y vivan: eso es lo único que interesa.5 Buenos Aires será su próxima estancia: “Mi padre para deshacerse de mí me dio dinero para que me fuera a Buenos Aires. Allí conocí a Patricio Kelly quién me integró al grupo de guardaespaldas del general Perón”6 . Gómez Morel afirma haber sido el único testigo del suicido de Juan Duarte, hermano de Eva Perón. “Un día, cuenta, estaba yo solo en el sótano de un edificio de Leandro Alem donde teníamos el cuartel general. Entonces llegó Perón acompañado de Juan Duarte. El general estaba indignado y poniendo un revólver en la mesa frente a su cuñado le dijo: “Vamos a ver si tienes el valor suficiente”. Me ordenó que me retirara con él y cuando subíamos las escaleras hacia el primer piso oímos un disparo. Juan Duarte se había suicidado porque, según se decía, había cometido un cuantioso desfalco”.7 En su trayectoria delictual conoce los penales de diecisiete países de América y sufrió doscientas ochenta y ocho detenciones. Ningún tipo de transgresión le fue ajena, es decir, fue ladrón, traficante de drogas y matón a sueldo. Pero nunca se convirtió en un homicida. Sin embargo, todo este prontuario policiaco está mezclado de incursiones en lo literario, tema que nos convoca. Preocupado del tema y estando en Brasil, visitó a la poetisa chilena Gabriela Mistral, quien lo envía a hablar con Stefan Zweig, también radicado en ese país:“Ella me envió a hablar con Stefan Zweig, entonces en Brasil, dedicado a escribir una obra sobre ese país, quien me escuchó, revisó mis primeros escritos y me alentó a seguir redactando”8. Gómez siguió el consejo del literato europeo. Poco después abandonaría el delito y su condición de mercenario aventurero y comenzaría a escribir. En el año 1945, Gómez Morel recibió un premio por su poema Canto al Café estando preso en la cárcel de Cúcuta (Colombia). Así nos lo narra el autor: ______________________________________________________________ 5 6 7 8

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Gómez Morel, Alfredo (1971) Por qué me convertí en delincuente. 2da parte. Revista Paula N° 102. Santiago de Chile. P.105. Guzmán, Andrés. “El hombre del río, la ciudad y los perros”. En La Tercera de la Hora. Viernes 16 de mayo de 1980. P.5. Guzmán, Andrés. Op. Cit. P.5. “Alfredo Gómez Morel: Un clásico de la miseria”. En Las Últimas Noticias del 29 de noviembre de 1981. p. 15.

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Un 22 de diciembre de 1945, en el Salón de la Dirección de la Cárcel Modelo de Cúcuta, el Ministro y Procurador General de la República, don Palmenio Cárdenas, en representación del Ministro de Educación, me entregó los premios del concurso de poesía al que había convocado para que los habitantes de los países bolivarianos alabaran las bondades del café. (Obtuve el primer premio enviando mi poesía desde el penal). 9 El Ministro le habría preguntado: “¿Por qué no intentas hacer algo útil por una vez como experimento? Si te resulta, bien. Y si no, sigues siendo el sinvergüenza que eres”.10 Luego, le ofreció su protección inscribiéndolo en los cursos nocturnos de Derecho de la Universidad Jaraviana de Colombia. Un año estuvo estudiando. Precisamente hasta que cierto profesor le encargara un trabajo sobre la diferencia entre la comunicabilidad e incomunicabilidad del dolor. Recuerda el autor: “Mi experiencia práctica en la materia abonó el terreno a una exposición bastante buena y completa. El profesor me llamó adelante y me señaló como ejemplo positivo. Sus elogios fueron interrumpidos por un alumno: “Si no lo hace bien sobre ésta materia, ¿quién entonces?” -preguntó-. Todos rieron. Dos días después me fugué de la cárcel. Había tomado la segunda alternativa. Volví a ser el sinvergüenza. Lo otro no me resultó”.11 Estando en Chile y aprontándose a volver al delito internacional, se embarcó en Valparaíso. Al mismo tiempo de su embarque, en esa ciudad se cometió un robo de joyas a un general de la nación. Cuando arribó a Buenaventura la policía lo estaba esperando y lo extraditó a Chile. Él, pese a jurar que nada tuvo que ver con esa operación, fue condenado a cinco años. Cuando cumplía su pena, en 1960, participó en un concurso de cuentos organizado por la Sociedad de Escritores de Valparaíso y ganó el primer premio con su obra “Doce pesos de amor”. A esto, se suma también, una mención honrosa que recibe por el texto “Quien”. En la década de los sesenta, siendo indultado y bajo la protección de algunos benefactores como Blanca Grove, los doctores Milton Calderón Dosset, Francisco Hofman, Guillermo Varas, Claudio Naranjo y sus respectivas esposas, comenzó su difícil carrera como literato escribiendo su primera novela titulada El Río, relato autobiográfico y biográfico del Mapocho que ha tenido 17 ediciones en América y una en Francia, dando inicio a una serie de libros, ______________________________________________________________ 9 “Por qué me convertí en delincuente” segunda parte. En Revista Paula n° 102. Santiago de Chile. p. 102. 10 “Alfredo Gómez Morel o no niegues la prisión ni la miseria” por Héctor Tolosa Fierra. En el Diario Austral del domingo 18 de febrero de 1968. Temuco, Chile. p.3. 11 Idem. p:3.

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todos ellos englobados bajo el título: Mundo Adentro Montado en un Palo de Escoba. Sobre El Río, el autor dice: “...la mugre está envuelta en poesía, ésa es la única ficción que contiene este libro”12 Por aquellos años realiza trabajos periodísticos, colaborando en primera instancia en el Diario “El Golpe”. Luego, en 1966 en la Revista “Aquí Está”, donde llegó a ser subdirector, mantenía una columna llamada “El Rincón de Alfredo” donde revelaba un profundo y sentido espíritu humanista. Cronos, cronista de la época, comenta que se distinguía como un periodista muy ágil y ameno.13 También, fue colaborador de diferentes diarios y revistas de Argentina, Paraguay y Colombia. Fue tanta su importancia como cronista que aparece publicado en la “Antología de Redactores Nacionales” de la Editorial del Pacífico S.A. en 1963. Dicha antología fue seleccionada por Próspero y en ella aparecen grandes redactores como Alone, Julio Barrenechea, Joaquín Edwards Bello, Nicomedes Guzmán, Benjamín Subercaseaux, Daniel de la Vega, entre otros. Este texto nos comenta sus dotes de cronista y en ella dice: De repente, como un tornado o un torrente, saltó a la actualidad literaria con un libro extraño y contradictorio: “EL RÍO”. Se ha hablado mucho de él y de su autor. Yo no lo voy a hacer aquí, porque esto no es una antología de novelistas, sino de redactores. Pero Alfredo Gómez, también se hizo redactor y entonces sí que se coló de golpe y con luz propia, en la actividad periodística. Comenzó a escribir, entiendo que desde hace poco tiempo, en el diario “GOLPE”. Confieso que no lo había leído, porque no creo mucho en esos diarios que siempre aparecen un poco antes de las elecciones y que después, se mueren de consunción. Pero un día, mi amigo Luis Fuenzalida, de “La Tercera”, me insinuó que le echará un vistazo al aspecto periodístico de la extraña personalidad de Alfredo Gómez. Lo hice y quedé deslumbrado.14 En relación a las novelas que escribió, ya hemos dicho que la primera es El Río, y le sigue La ciudad. En varias entrevistas y notas periodísticas se nombran las obras El mundo, El regreso, Yo me fugué del infierno verde y Pobre Tomás. A esto se le agrega un libro de poesía La nota perdida.

______________________________________________________________ 12 Gómez Morel, Alfredo. (1997) El Río. Editorial Sudamericana. Chile. Contraportada. 13 “Del diario vivir” por Cronos. En la Discusión de Chillán el 31 de enero de 1977. p. 3. 14 Próspero (1963) Antología de Redactores Nacionales. Editorial del pacífico. Santiago de Chile. p. 121.

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La Ciudad, segunda parte de su novela autobiográfica, fue impresa en Argentina, finalizando el 23 de agosto de 1963, bajo el sello de Ediciones de la Librería Renacimiento de Santiago de Chile. Esta edición está dedicada a Marmaduque Grove Vallejos, padre de Blanca Elena Grove Valenzuela. Si bien en la carta prólogo que también posee, al igual que El Río, argumenta que se demoró en la publicación porque quería entregar una buena novela, años después afirma que “abomino de este libro que sólo lo escribí por necesidad, en quince días”. Pese a que cosecha una gran cantidad de elogios literarios, la situación personal y económica del escritor es pésima. El 28 de diciembre de 1976 aparece publicada en el diario “Las Últimas Noticias” firmada por Alfredo Gómez Morel una carta, en donde anuncia un estado grave de salud. En ella solicita ayuda y un regalo para sus hijos. Argumenta al decir que vive en una “rancha” ubicada en Once Poniente N° 8380 en la población San Gregorio de La Granja. Luego de esa carta, el sábado 8 de enero, dos días después de la Pascua de los Negros, una delegación de la Sociedad de Escritores de Chile, compuesta por su vicepresidente, monseñor Fidel Araneda Bravo; la tesorera, Patricia Morgan; y la secretaria, Isabel Velasco, llegó a la casa de Gómez Morel, tras el dramático S.O.S. del novelista golpeado por la enfermedad y la pobreza. Fruta fresca, leche, carne, huevos, y otras cosas surtidas componían el aguinaldo preparado por la SECh para la familia de Gómez Morel. Fue un día de regocijo para la esposa y los niños. Al ver tanta maravilla desplegada ante sus ojos, Gómez Morel sólo supo exclamar: “Esto es cosa de Dios”. Pese a todo pronóstico, en mayo de 1977 Gómez Morel envía a la Sociedad de Escritores de Chile otra petición debido a la mala situación económica de su familia. Como la respuesta demorara, Gómez Morel tomó papel y lápiz y escribió una misiva a Radio Chilena denunciando, con líneas gruesas, “el estado de abandono en que lo mantenía la SECh”. Olvidando todas las ayudas prestadas por dicha institución. Estando enfermo y pobre, apela a su condición de escritor y periodista de varios medios, para continuar solicitando ayuda humanitaria debido a la triste situación por la que está atravesando. En una nota publicada en el “Cronista” de Santiago con fecha veintitrés de noviembre de 1977, estando hospitalizado desde hace tres meses, denuncia la intención de grupos políticos exiliados de utilizar políticamente su libro El Río, para realizar una película en la que se denostaría al gobierno dictatorial de Augusto Pinochet Ugarte y se desconocería la labor social de la señora Lucía Hiriart de Pinochet. Es innegable que Alfredo Gómez Morel sigue fiel a uno de sus “principios”: “lo único importante es seguir vivo”. En agosto de 1979, se le concede una pensión de gracia otorgada por la Junta Militar. 67

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Ya en 1981, a la edad de 66 o 68 años (ya que nunca ha quedado clara su edad), está casado, tiene dos hijastros: Clara y Luis Fuentes Alvial y un par de mellizos de cinco años de edad: Andrés y Alfredo Gómez Alvial. Separado de su esposa, reside en un Hogar de Ancianos de la calle Tomás Moro 20015, de la ciudad de Santiago, perteneciente a Conapran. Pese a todos sus problemas, nunca deja de buscar la oportunidad para subsistir, ofreciendo talleres de literatura, anunciando que su novela El Río será publicada en Ecuador, que comenzará a rodarse una película basada en su obra, etc., etc. Las últimas señales del autor las encontramos en diferentes periódicos de la época en donde nos informan que el día 15 de agosto de 1984, a las siete de la mañana habría fallecido deplorablemente el escritor chileno Alfredo Gómez Morel en su humilde pieza de pensión que ocupaba en Balmaceda 1372, en la población San Rafael de la Pintana. Luego habría sido llevado a las losas del Instituto Médico Legal de Santiago, como un N.N. cualquiera a la espera de algún pariente que lo reconociera y le diera sepultura. Su Certificado de defunción informa que murió de una cardiopatía hipertrófica e insuficiencia aguda miocardial y traumatismo de hombro izquierdo. Para finalizar, Andrés Sabella, en una crónica que publicó en “El Mercurio” de Antofagasta el día 29 de agosto de 1984, despide a Gómez Morel afirmando que Alfredo Murió tal [como] los personajes de sus libros, peleando, a vida y muerte, con la vida y la muerte. [...] Sencillamente se perdió en medio del mundo. Alfredo Gómez Morel, escritor y delincuente internacional, un sujeto que vislumbró un camino en la literatura a base de estocadas, balas, asaltos y mentiras que lo hicieron sobrevivir. Como un icono de la literatura marginal de Chile, merece una apreciación crítica más profunda y metódica de la que se ha hecho hasta hoy, esa es nuestra misión. Su vida, en cambio, merece quedar tal cual como está, una eterna ficción de la cruda realidad del río y la ciudad.

______________________________________________________________ 15 Dirección de la última residencia del Presidente chileno Salvador Allende G. muerto el 11 de septiembre de 1973.

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