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El argumento a favor de la Clase Basada en lo Competente (CBC) William Glasser, M. D. Autor de la Teoría de la Elección y la Terapia de la Realidad Tomado del Capítulo 6 de su libro Every Student Can Succeed. Black Forest Press, 2000. Traducción: Fundación ELEGIR
Los problemas de disciplina que uno enfrenta en clase son causados por estudiantes que no triunfan en el colegio. Ellos saben qué es el éxito, pero se han dado por vencidos para lograrlo. Como usted es el profesor, tienden a culparlo por su falta de éxito y se rebelan en contra suya, en contra de las labores escolares y del colegio. No se les ocurre que deben trabajar más duro y ello no sucederá hasta tanto comiencen a creer que pueden triunfar. Si usted adopta el modelo CBC (Clase Basada en lo Competente), sus alumnos descubrirán que el éxito escolar es posible. Este descubrimiento representará una enorme y positiva diferencia en su vida. La CBC convierte los fracasos escolares en éxitos. Al hacerlo, reduce su necesidad de utilizar el control externo. Aún cuando considero que elaboré un buen argumento en los primeros cinco capítulos para la reducción en el uso del control externo, la CBC es, de lejos, mi mejor argumento, porque si se pone en práctica, no necesitará del control externo. Sus estudiantes no tendrán razón alguna para rebelarse contra esta nueva forma de aprender. No hay nada en el CBC que sea difícil de entender o de hacer. Aún cuando es probablemente más exigente tanto para usted como para sus alumnos que lo que están realizando en este momento, es tan exitoso que no creo que ni usted ni ellos se vayan a quejar. Es más probable que lo disfruten porque casi todos sus alumnos se pondrán a trabajar en serio. Más aún, si bien es una forma nueva forma de enseñar en el colegio, no lo es en el mundo real. Toda organización exitosa fuera del colegio que dependa de la enseñanza, incluso las fuerzas armadas, utiliza alguna variación del aprendizaje para el logro de las competencias que describiré aquí.
La redefinición de la educación y la eliminación de la instrucción En el Capítulo Diez de La Teoría de la Elección1, recalqué la importancia de redefinir la
educación. Mientras sigamos conservando la definición actual: la educación es la adquisición de conocimientos (obsoleta desde que los libros se volvieron baratos y de fácil consecución), fracasaremos en la tarea de alcanzar logros escolares. Con esta definición, en los últimos cincuenta años no ha habido mejoras que se puedan medir en cuanto al éxito escolar. Tenemos que encontrar una nueva definición que sea congruente con los descubrimientos recientes de cómo funciona el cerebro y con la era de la información en la que ya hemos ingresado: la educación es usar y mejorar el conocimiento. La adquisición de conocimientos conduce directamente a la instrucción, una práctica que destruye la educación, que les exige a los estudiantes en las clases académicas que gasten hasta el ochenta por ciento de su esfuerzo en la adquisición de destrezas y en aprender de memoria conocimientos que pronto olvidarán o que escasamente utilizarán fuera del colegio; de ahí el nombre instrucción. Piense acerca de todo el trabajo que usted hizo en el colegio, que sabía en el momento en que lo hizo y que rara vez utiliza hoy, fuera del colegio. A diferencia del colegio, en el mundo real se les enseña a las personas a utilizar los conocimientos; el adquirirlos, solamente, no es suficiente. Por ejemplo, es muy importante que un médico reconozca una enfermedad, no obstante, lo 1
Teoría de la Elección: Una nueva psicología de la libertad personal, Ediciones Paidós, 1998. ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 5
que es realmente importante es que utilice esta información para tratar la enfermedad. Incluso, en algunos casos, es importante saber lo suficiente para no tratar la enfermedad. Es bueno saber calcular, pero esto no tiene relativamente ningún valor si uno no sabe cuándo y dónde utilizar esta destreza. Yo podría citar cientos de ejemplos más por el estilo y usted también. No existe la instrucción en un aula que utiliza el enfoque CBC. La instrucción es un desastre educativo. La mayor parte de la instrucción se restringe a dos prácticas comunes: el cálculo repetitivo a mano mucho después de que el estudiante ha aprendido esa destreza, y el aprendizaje de memoria de hechos y fórmulas que no serán retenidas y que fácilmente se pueden consultar en libros y manuales. En muchos casos se considera que el uso de una calculadora es hacer trampa, aún cuando el estudiante haya aprendido a calcular. En casi todos los colegios se considera que es hacer trampa referirse a apuntes o a un libro para buscar datos y fórmulas durante un examen cuando se necesitan para resolver un problema. En el mundo real es todo lo contrario. Se les dice a los trabajadores que investiguen lo que no saben para que puedan utilizarlo correctamente o, si no saben dónde investigar, que pregunten, y que usen calculadoras para que no cometan errores costosos. Si no tiene una calculadora a la mano, se le solicita al trabajador que pida revisar los cálculos hechos a mano a otro trabajador. Lo que se conoce en el colegio como hacer trampa es una práctica efectiva en el mundo del trabajo. Pero un aspecto aún más insidioso de la instrucción es cuando un profesor, después de trabajar arduamente para enseñar una destreza como la lectura, no hace el seguimiento para enseñarle al estudiante tanto el valor como la alegría de utilizar la destreza. El éxito de los libros de Harry Potter demuestra que los niños leerán libros largos y complicados por el simple placer de leerlos. Una de las razones del gran éxito de estos libros es que Harry Potter utiliza la magia para escaparse del mundo de control externo en el que vive, en la misma forma en que lo hicieron Tom Sawyer y Huck Finn hace más de un siglo. Al igual que Harry Potter, un fenómeno, existen muchos libros más de gran interés que se les podrían presentar a los niños en el colegio. No podemos depender de los textos para enseñarles a los niños la alegría de la lectura. En una CBC, los profesores pueden utilizar los textos, pero no pueden contar con que los niños los lean por placer. Por ejemplo, la queja más común sobre nuestros colegios es que un número insuficiente de niños está aprendiendo a leer y actualmente se está
emprendiendo un esfuerzo enorme para enseñarle a un mayor número de niños a leer mejor. Pero de acuerdo con mi experiencia, sí les enseñamos a la gran mayoría de nuestros estudiantes a leer. Nuestra verdadera falla es que no les presentamos a la mayoría de ellos, particularmente a los estudiantes desfavorecidos, la alegría de leer. Aún cuando la lectura es una destreza valiosa para toda la vida, al igual que todas las destrezas, hay que utilizarla o se corre el riesgo de perderla. Ahora mismo, tanto al nivel de primaria como de secundaria, a los estudiantes que se rehúsan a aprender de memoria información que tanto ellos como sus profesores saben que pronto olvidarán, se les castiga con notas bajas y reprobación. Se trata de tiempo que podrían utilizar en la lectura, la investigación de información en libros y la utilización de lo que han consultado. El castigo por no aprender de memoria es una práctica educacional destructiva y posiblemente el ejemplo más claro de control externo en los colegios. Mi hijo fue obligado a aprenderse de memoria los presidentes en el orden de su elección para pasar un examen final de historia en la secundaria. Lo hizo, pero odió a su profesor de historia por obligarlo a hacerlo y, durante mucho tiempo, odió la historia. Pero por lo menos lo hizo. ¿Y qué de los estudiantes que no lo hacen? No solamente odian al profesor y odian la historia; ni siquiera tratarán de aprenderla. Esto significa que si no aprenden de memoria un montón de cosas inútiles, no se gradúan; ciertamente no se trata de algo que pudiera calificarse como un resultado educativo deseable. Cuando los estudiantes que provienen de hogares desfavorecidos sí aprenden de memoria y logran el éxito, lo hacen más porque quieren a sus profesores que porque aprecien la utilidad de lo que se les exige que hagan. Es una lástima que muchos buenos profesores malgasten su bien ganado prestigio con estos estudiantes, exigiéndoles que realicen un esfuerzo inútil. La mayoría de los estudiantes que aceptan la instrucción lo hacen porque provienen de familias pudientes o educadas, en las que los padres fueron “instruidos” y tuvieron éxito. Más que cualquier otra práctica, es este énfasis actual en la instrucción el que ha llevado a la enorme y creciente disparidad entre el logro de los estudiantes de familias pudientes o educadas, o ambas, y el logro mucho menor de los estudiantes provenientes de familias menos aventajadas. Es la instrucción la que mata el entusiasmo y la alegría en la mayoría de las clases académicas. Tanto los estudiantes privilegiados como los desposeídos se quejan de que sus clases son aburridoras pero, al igual que mi hijo, la mayoría de ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 6
los estudiantes privilegiados hacen el trabajo. Tienen lo suficiente a su favor en sus vidas fuera del colegio y, por ello, se aguantan la instrucción en clase. Si no lo cree, pregúnteles a sus propios hijos qué tanto de su trabajo académico asignado en clase y de sus tareas es emocionante o divertido. La mirada de incredulidad que verá en sus caras le hablará a usted mejor que cualquier cosa que puedan contestar. Dígales que olviden el entusiasmo y la diversión y le cuenten algunas de las cosas que están aprendiendo ahora mismo que consideren les serán útiles en sus vidas, ahora o más adelante y verá una incredulidad aún mayor en sus ojos. La CBC posee el potencial de proporcionar alegría y entusiasmo para todos los estudiantes y les dará a los desposeídos una mejor oportunidad de obtener logros. Si continuamos instruyendo al nivel que lo hacemos ahora, un grupo logrará el éxito, pero ningún grupo se desempeñará mucho mejor de lo que lo están haciendo ahora. Sin alegría, no existe nada que motive el aprendizaje. Estoy buscando profesores que quieran ser parte de la alegría y el entusiasmo que vienen con la implementación de Clases Basadas en lo Competente. Considero que la alegría y el éxito inherentes a este tipo de clases son cruciales para el logro de una sociedad bien educada, comprensiva y segura. Nuestras prisiones están llenas a reventar con reprobados escolares, la mayoría de los cuales provienen de familias pobres, que fracasaron porque la instrucción les repugnaba. Casi todas estas personas son capaces. Los colegios les fallaron a ellos tanto como ellos se fallaron a sí mismos. El mundo real exige competencias y generalmente las obtiene cuando trata bien al trabajador y éste percibe la utilidad de lo que se le pide que haga. En el mundo real casi nunca se da reconocimiento por la incompetencia. Cada vez que se le solicita que haga algo, bien sea en el trabajo, en el hogar o en cualquier otra parte, el nivel competente es lo mínimo que se espera y acepta. Más aún, no hay nada acerca de dicho nivel que sea difícil de entender. La razón obvia por la que el mundo real espera el nivel competente es para que una labor útil se haga en forma apropiada. Pero hay una razón adicional importante. Si personas a quienes les importamos nos solicitan que hagamos algo que consideramos como útil y lo hacemos bien, tanto los que lo solicitan como los que lo hacen se sienten bien. La relación entre ellos se fortalece y el resultado no sólo es un trabajo competente, sino también unos trabajadores que
harán un esfuerzo por sí solos para mejorar lo que hacen hacia el logro de la calidad. Por lo tanto, la apuesta que harían los gerentes y profesores exitosos en el mundo real con cualquier persona a quien le solicitan que haga cualquier cosa es: Lo que le estoy solicitando que
haga es útil. Si usted no puede ver su utilidad, estoy más que deseoso de explicársela. Acepto que tal vez no le guste hacer lo que le estoy solicitando, porque le resulta aburridor, difícil, extenuante, o porque se le paga poco, pero siempre sabrá que hay una buena razón por la cual yo le estoy solicitando que lo haga.
Con el fin de lograr que el trabajo sea más agradable (porque un montón de trabajo no es inherentemente agradable), a los gerentes de éxito les importa mucho cómo se sienten sus trabajadores. Si esta importancia es evidente, los trabajadores trabajarán duro, aún si el trabajo, en sí mismo, es desagradable. La gerencia interesada en la gente se justifica porque la calidad del trabajo es
directamente proporcional a qué tan bien se llevan los trabajadores con su gerente. Este axioma se le
aplica igualmente al trabajo escolar como al mundo de trabajo fuera del colegio.
El trabajo escolar (no la instrucción) puede ser útil, pero su utilidad rara vez se les explica a los estudiantes. A diferencia del mundo real, en el que la utilidad del trabajo es obvia, o se explica, la utilidad de gran parte del trabajo que se les solicita a los estudiantes que hagan en sus clases académicas, ni es obvia, ni se les explica. La razón de la mayor parte del trabajo escolar incompetente se basa en la queja frecuente que se les escucha a los estudiantes: ¿Y cuándo es que me va a servir todo
esto?
Entre menos pudiente el estudiante, menos obvia la utilidad del conocimiento; por ejemplo lo relacionado con el estudio de la obra de Shakespeare, que tanto valora nuestra cultura pudiente. Muchos estudiantes de hogares desfavorecidos tienen poco aprecio por nuestra cultura; escasamente saben que existe la televisión pública. El único sitio en que pueden estar expuestos a la cultura, su colegio, con frecuencia les quita las ganas al exigirles que se aprendan de memoria un montón de hechos, como si la desagradable memorización fuese el camino para apreciar nuestro legado cultural. Yo le enseñé Romeo y Julieta a un grupo de estudiantes en la escuela secundaria a partir de esta pregunta: “¿Qué harían ustedes si a sus padres no les gusta su novia o su novio”? ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 7
No tuvieron que aprender nada de memoria para sentirse intrigados por esa pregunta y se sorprendieron de que los padres hace 500 años eran aún peores que los de ellos. La utilidad no depende de los hechos. Depende de que sus
estudiantes vean la conexión entre su vida y lo que usted les está enseñando. Gústele o no, usted es el
único que les puede ayudar a hacer esa conexión. Title One, un enorme programa con buenas intenciones, dirigido a ayudarles a ser exitosos a los estudiantes desfavorecidos en Estados Unidos, logró muy poco. Investigaciones recientes sobre este costoso esfuerzo han demostrado que los 130,000 millones de dólares que se gastaron en los últimos treinta años, no se tradujeron en logros en el desempeño de los estudiantes. Se les trató mejor, pero la escolarización, que bloqueaba su habilidad para entender la utilidad de lo que se les enseñaba, continuó sin variación. La clave para persuadir a los estudiantes a que hagan mayores esfuerzos para aprender es tomarse el tiempo para enseñarles el valor de hacer el trabajo. Con más asistentes para los profesores, el ambiente en las clases de Title One mejoró, pero no lo suficiente como para compensar la destrucción que causa la instrucción. El mundo escolar, a diferencia del mundo real, no exige el nivel competente. El mundo escolar es infinitamente diferente al mundo real. Ni siquiera se acerca a éste en cuanto a solicitar competencia. Pocos estudiantes que obtienen una nota por debajo de B (bueno) hacen trabajo competente y nadie sabe esto mejor que los estudiantes mismos. El lema de trabajo de los estudiantes con bajos logros es “Con esto basta”. Si se supone que el colegio debe preparar a los estudiantes para el mundo real, el sistema actual de otorgar crédito con un “con esto basta”, no está cumpliendo la tarea. En la gran mayoría de los colegios de hoy día, la meta manifiesta para los profesores es la de enseñarles a los estudiantes lo suficiente para que les pueda ir bien en los exámenes de estado. Pero para que a los estudiantes les vaya bien en estos exámenes, tienen que lograr una nota mayor a C (aceptable) o D (regular) en la clase. Así que, en la práctica, además de la meta manifiesta, la meta real es enseñarles a los estudiantes que hagan lo suficiente para pasar el trabajo y graduarse. El grado, y no el ser competente, se proclama en la mayoría de los sistemas escolares como una medición adecuada de logros por parte de los estudiantes, aún si no les va bien en los exámenes. Según lo reportó el diario Los Angeles Times (en 6/8/99), en un artículo cuyo título era “La tasa de graduación en el estado se encuentra entre las más bajas en Estados Unidos”, los colegios, (aún
asignando calificaciones bajas), están fracasando en retener a los estudiantes. No obstante, no se cita nada en el artículo que les recomiende a los colegios que abandonen las notas bajas o que exijan el ser competente en los colegios. El artículo no ofreció solución alguna a este problema, excepto la inferencia de que es culpa de los profesores, que los estándares se tienen que elevar y que se requiere de más control externo. A diferencia del mundo real, en el que los gerentes están muy animados a proporcionar un sitio de trabajo satisfactorio con el fin de que más trabajadores hagan trabajo competente, los profesores de la escuela secundaria, especialmente en los colegios desfavorecidos, no se encuentran muy animados a proporcionar un entorno de clase satisfactorio que vaya más allá de lograr que los estudiantes simplemente “pasen”. Esta es una de las razones por las cuales manifestamos que las calificaciones en las pruebas están mejorando a una tasa mucho más lenta en los colegios de secundaria que en los colegios de primaria en donde ahora se anima a los profesores para que proporcionen un entorno de clase satisfactorio. Pregúnteles a sus propios hijos en dónde gozaron del trabajo escolar, si en la primaria o en la secundaria; la mayoría mencionará que en los grados inferiores. El disfrute del colegio no es un concepto de “castillos en el aire”; es aún más vital que exista el éxito escolar en los grados superiores que en los grados inferiores. Se sabe que muchos profesores de secundaria hacen esfuerzos por proporcionar ese tipo de entorno, pero el sistema en el que trabajan rara vez se los reconoce. Los profesores antipáticos y a quienes no les interesa esto, son aceptados y hasta estimados en muchos colegios, siempre y cuando la mayoría de sus estudiantes hagan el trabajo suficiente para lograr obtener crédito. La actitud de que “es problema del estudiante, no del profesor, si no quiere aprender”, es demasiado común en los colegios de secundaria. Atrapados en este sitio de trabajo que tolera la incompetencia y en el cual, con frecuencia, esto no importa, la mayoría de los estudiantes se vuelven apáticos en sus clases académicas. Algunos se rebelan y son tildados como problemas disciplinarios, (de hecho, es sorprendente que sean tan pocos los que lo hacen). Si los trabajadores en una empresa fuesen tratados en la forma en que son tratados tantos estudiantes de secundaria en sus clases académicas, infiriendo que “está bien si eres incompetente, simplemente asiste y haz un poco de trabajo”, esa empresa quebraría en muy poco tiempo. Con la excepción del Distrito Escolar de Johnson City, Nueva York, bajo el liderazgo del ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 8
Superintendente Albert Mamary, en los años en que operó entre 1976 y 1993, no hay otro distrito escolar (del que yo tenga conocimiento) que seriamente haya sugerido la eliminación de calificaciones bajas y la instauración del nivel competente (B) como el estándar mínimo para lograr crédito. Durante esos años, los colegios de Johnson City fueron alabados en todo el país. A riesgo de ser repetitivo, no puedo sino preguntarme cómo podemos exigir un mejor desempeño en las pruebas de estado y aún así dar crédito por calificaciones bajas. Todo lo que se dice hoy día sobre la rendición de cuentas no tiene sentido porque no existe nada por lo que haya que rendir cuentas en sistema escolar alguno que dé crédito por la incompetencia.
Casi todas las actividades extracurriculares se basan en el nivel competente. Algunos eventos en nuestros colegios en los cuales casi siempre se exige el ser competente (un requisito generalmente bien aceptado por los estudiantes), son las actividades extracurriculares, tales como atletismo, música, teatro, el equipo de ejercicios y las porristas. También se exige en escritura, edición y fotografía para el periódico del colegio y el anuario. Los estudiantes que no están dispuestos a lograrlo y sobrepasarlo, rara vez se presentan para estas actividades y, si lo hacen, no permanecen en ellas mucho tiempo. Sin embargo, no hay escasez de estudiantes que quieran participar, porque hay alegría, entusiasmo y mucho éxito en estas actividades útiles. Los estudiantes y los profesores se conectan los unos con los otros en las experiencias extracurriculares. Puede haber algunos profesores o entrenadores en estas actividades que tratan mal a los participantes, pero, tradicionalmente, el ambiente extracurricular es de trabajo arduo; en él profesores y estudiantes se aprecian mutuamente. No se necesitan notas para incentivar a los participantes. Están perfectamente conscientes de que lo que eligen hacer vale la pena porque comprenden su valor y porque se sienten bien. Las actividades extracurriculares son populares y exitosas en la mente de estudiantes, profesores, padres y en la comunidad en general. Es una lástima que no aprendamos lo suficiente de su éxito como para hacer lo mismo en las clases académicas. En Irlanda lo están haciendo.
El Año de Transición, un programa basado en lo competente, nuevo en Irlanda, ha sido acogido con un
entusiasmo que no se ve con frecuencia en las clases académicas. El Año de Transición, creación del progresista Departamento de Educación y Ciencia de Irlanda, se tornó en una realidad educativa en 1994. No solamente tiene el apoyo del Ministerio de Educación, sino que también lo propugnan activamente y continúan animándolo. Se trata de un año adicional que aquellos estudiantes que hayan completado su Certificado Junior, a la edad de quince años, pueden elegir, en lugar de dejar el colegio o pasar al Ciclo Senior. Lo que ofrece este año, tanto para los estudiantes como para los profesores, es una oportunidad para trabajar juntos en la planificación de un programa. El contenido típico de este año incluye experiencias de trabajo, tecnología de la información, desarrollo personal y social, artes, estudios técnicos, práctica en enseñanza y tutorías, conciencia europea, lenguas modernas y educación en los medios de comunicación. Desde un punto de vista educativo y de motivación, los resultados han sido extraordinarios. El entusiasmo generado por este enfoque, que se basa esencialmente en competencias, se propagó a lo largo y ancho del colegio, afectando positivamente tanto a los profesores como a los estudiantes. Los estudiantes participantes, muchos de los cuales estaban listos para partir a la edad de quince años, ahora llegan al colegio temprano y se quedan hasta tarde todos los días del año. Con la oportunidad de lograr un poco de control sobre su propia educación, ellos demuestran su agradecimiento trabajando arduamente para sí mismos y no solamente para satisfacer los requisitos exigidos por el colegio. Aprenden más acerca de sí mismos de lo que jamás antes habían aprendido y así lo reconocen: “este es el mejor año
que he tenido en el colegio”. Según Brian Lennon, profesor avanzado del Instituto William Glasser y educador en Irlanda, “el
Año de Transición les ha ofrecido a nuestros profesores y estudiantes la libertad de enfocarse en el verdadero aprendizaje. Lo que emerge es una experiencia de calidad con un sentido más fuerte de relevancia en el currículo, una mayor responsabilidad personal en los estudiantes, un orgullo genuino en el aprendizaje y una relación de mucha mayor colaboración entre profesores y estudiantes”. “Un ejemplo de uno de dichos programas, elegido por nuestros estudiantes es el siguiente: invitaron a un conferencista de una universidad a que capacitara a los profesores en cómo enseñarles a niños pequeños. Luego aplicaron estas destrezas ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 9
como profesores asistentes en un colegio de primaria cercano. El Año de Transición en nuestro colegio les ha ayudado a los estudiantes a redescubrir la alegría del aprendizaje; también se debe resaltar que les ha ayudado a los profesores a descubrir la alegría de enseñar”. En el Colegio de Brian, el Colegio Saint Oliver, se les entregan certificados a los estudiantes por los diversos componentes del año de transición que completen exitosamente. Hacia finales del año se lleva a cabo una velada especial para que puedan exponerles su trabajo a sus padres y amigos. A pesar de que lo que se hace es tan diferente a la forma usual de aprender, no ha habido críticas u oposición organizada a este enfoque innovador. El programa es un éxito absoluto. Se pueden obtener detalles adicionales acerca de este programa en el sitio en la Web de Saint Oliver (www.socc.ie).
Las clases de arte, música y vocacionales se basan en lo competente. En las clases electivas, como arte y música, los estudiantes pueden recibir una nota, pero casi siempre hacen un esfuerzo y, de recibir notas, éstas casi nunca son menores a una B; con frecuencia son A. En los cursos vocacionales, todos los cuales se dictan con estándares del mundo real, realmente no hay problemas en lograr que los estudiantes los acepten y el ser competente es un requisito absoluto para el otorgamiento de crédito. En estas clases, los estudiantes ven la utilidad de lo que están aprendiendo; existe mucha alegría y profesores entusiastas. Los estudiantes podrían tener que aprender ciertas cosas de memoria en las clases vocacionales, pero cuando lo hacen, ven su valor, porque las utilizan todos los días para hacer el trabajo. Presionar a los estudiantes de bajos ingresos para que trabajen es, generalmente, contraproducente. Existe cierta evidencia de que los estudiantes provenientes de familias de mayores ingresos y más educadas pueden trabajar para obtener crédito si se les presiona, pero no se logra un aprendizaje competente a través de la presión, sea cual fuere el ingreso familiar. Presionar a los estudiantes que no tienen incentivos familiares para aprender no solamente es inútil, es contraproducente. Estos estudiantes dedicarán la energía que puedan tener a resistir la presión, dejando poca o ninguna energía para lo que más
necesitan hacer: aumentar sus esfuerzos para lograr un aprendizaje competente.
A excepción de la matemática real, la mayoría de los estudiantes tienen alguna idea de cuáles destrezas educativas son útiles en el mundo real y cuáles no lo son. Tengo más de cuarenta años de experiencia hablando con estudiantes en las escuelas públicas y hay cinco destrezas que todos ellos me dicen que consideran útiles en el mundo real: la lectura, la
escritura, el cálculo (que no es matemática real), las ciencias y el uso de la computadora.
Cuando hablamos, los estudiantes, de hecho, dicen matemáticas y no cálculo. Pero cuando se les pide que describan qué son las matemáticas, lo que describen es el cálculo. Mi definición de la matemática real es poder resolver problemas, como aprender a recibir los vueltos correctos en una tienda o resolver problemas en física cuántica. También existe algo que se conoce como matemáticas puras, lo cual no me parece apropiado tratar en este libro y, además, ello tiene poco que ver con lo que sucede en las clases de matemáticas anteriores a la universidad. Aún cuando muchos de los estudiantes con quienes he hablado han aprobado algunos cursos verdaderos de matemáticas, como álgebra y geometría, rara vez los mencionan porque la mayoría de ellos no se sentía competente en ellos, aun habiendo obtenido buenas calificaciones. Mencionan que el cálculo, bien fuese a mano o con calculadora, es útil para resolver problemas sencillos de matemáticas, como por ejemplo, descubrir los promedios de bateo en béisbol. Para efectos prácticos, son las únicas matemáticas que la mayoría de las personas conoce y utiliza. Nos falta mucho trecho antes de que muchos estudiantes mencionen las matemáticas avanzadas como útiles en el mundo real, o de que muchos estudiantes sean aprendices entusiastas de las altas matemáticas en el colegio. Creo que deberíamos comenzar a avanzar en esa dirección. Cantidades enormes de estudiantes, especialmente de hogares privilegiados, ganan crédito en cursos de matemáticas, tales como álgebra, aún cuando tanto ellos como el profesor saben que tienen poca habilidad para resolver problemas tales como, por ejemplo, la hora y el sitio en los cuales se encuentran dos trenes en un momento determinado. Más aún, pocos de ellos comprenden por qué es importante aprender matemáticas avanzadas. Los estudiantes casi nunca ven a alguien en el mundo real aplicando las ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 10
matemáticas avanzadas. Para la mayoría de ellos las matemáticas son un obstáculo que hay que “saltar”, así que, al igual que usted y yo, lo “saltan”. Para aquellos que no pueden “saltar” este obstáculo, la forma en que enseñamos ahora las matemáticas en los colegios de secundaria es una pesadilla. Qué son o por qué las necesitan (excepto para ingresar a la universidad) es un verdadero misterio para casi todos los estudiantes, exceptuando a aquellos que tengan talento en esta área. A la mayoría de los estudiantes que asisten al colegio les gustan los conceptos de ciencias y consideran que vale la pena aprenderlas. Pero, infortunadamente, la mayor parte de lo que hacen antes de tomar química y física en la escuela secundaria es aprender de memoria, a partir de un texto, hechos de ciencias que pronto olvidarán. A muy pocos se les enseña lo que realmente son las ciencias o cómo pueden ser útiles en el mundo real. No obstante, a partir de películas tales como La guerra de las galaxias, producciones de televisión como Viaje a las estrellas y ahora, los libros de Harry Potter, reciben una insinuación de lo que podrían ser las ciencias. Desafortunadamente, estos programas y libros ni siquiera comienzan a explicar las ciencias reales ni nada que se les asemeje. Las ciencias en el mundo real no tienen nada que ver con la instrucción, por ello es complejo descubrir esto cuando se observa la forma en que se enseña y cómo se evalúa en la mayoría de los colegios de primaria y de educación media. Los estudiantes tienden a percibir la lectura como útil, pero tal como ya lo he explicado, se da poco énfasis al suministro de material de lectura interesante. Los colegios de secundaria están llenos de estudiantes que saben leer pero que nunca han leído un libro por placer y me han dicho que no tienen intenciones de hacerlo jamás. Cuando les hablo de leer por el placer (antes de Harry Potter), me miran como si cuestionaran mi salud mental. La mayoría de los estudiantes también consideran que la escritura es útil, pero la forma en que se enseña, enfocándola en gramática que no entienden, resulta en poca creatividad, bajas calificaciones y fracaso escolar. Menos de la mitad de los estudiantes aprenden a escribir competentemente en la escuela pública, aún cuando la habilidad para escribir competentemente se correlaciona más con el éxito en las pruebas estatales de logros que con cualquier otra cosa que enseñemos, excepto la resolución de problemas no técnicos. Todos los estudiantes creen que las destrezas en computadoras valen la pena
aprenderlas y muchos son usuarios hábiles de estas herramientas. Estos estudiantes descubren que las destrezas en computadoras son tan útiles que no dependen del colegio para que allí se les enseñe a utilizarlas. Pero, para aquellos que no tienen acceso a una computadora o que no tienen a alguien fuera del colegio que les enseñe a usarlas, los colegios deben proporcionar esta educación, y la mayoría de los colegios están tratando de hacerlo. El aprendizaje de destrezas en computadoras es importante en nuestros colegios hoy día, aún en muchos barrios desfavorecidos. Infortunadamente, pocos estudiantes consideran que la historia o los estudios sean útiles. Estas materias, sociales potencialmente fascinantes, están más relacionadas con la instrucción, es decir, con el aprendizaje memorístico de hechos históricos que pronto se olvidarán, que cualquier otra asignatura que se enseñe en el colegio. Aún cuando algunos profesores logran que estas materias cobren vida, la CBC ayuda a que estas materias se tornen más llamativas, al eliminar la instrucción de la forma en que se enseñan. La omisión más triste de nuestros colegios actuales es que dos de las más importantes destrezas del mundo real, hablar y escuchar, nunca son mencionadas por los estudiantes como útiles porque ni los colegios ni los padres recalcan su importancia. Para progresar en el mundo real, social o económicamente, estas destrezas son necesarias. La única forma de aprender a hablar y escuchar competentemente es hacerlo. En vista de que casi nunca hay un énfasis académico en la práctica de estas destrezas, depende de los profesores individualmente el reconocer su importancia y comprometer a los estudiantes en su práctica. Algunos profesores lo hacen, otros no. El aprendizaje de la utilidad de las matemáticas reales, las ciencias y los estudios sociales constituyen una prioridad en la CBC. El aprendizaje competente en esas materias, al igual que en la lectura, la escritura, las matemáticas y el uso de las computadoras, también representan una prioridad alta en la CBC. En los procesos de aprendizaje de la CBC habría también tanta interacción entre el profesor y el alumno e interacción de equipo, que las destrezas de hablar y escuchar se convertirían en una parte natural y esencial del currículo.
Evaluación: pruebas y calificaciones El propósito auténtico de la evaluación que hoy día se conoce como Evaluación Formativa, es el de ayudarles a los estudiantes a aprender bien. Cuando se les dan bajas calificaciones a los ELEGIR Volumen 4 Marzo/2005 – Página 11
estudiantes antes de que sean competentes, ellos se desaniman. En una CBC, no se asignarían las calificaciones hasta tanto el profesor considere que los estudiantes son competentes y hayan logrado el nivel de B o Bueno. Después de eso, se pueden lograr notas más altas que una B, haciendo trabajo más profundo. En el próximo capítulo entraré en mayor detalle en cuanto a cómo se hace esto en una CBC.
Profesores y padres están generalmente de acuerdo con los estudiantes con respecto a lo que vale la pena aprender en el colegio, con una importante excepción, el aprender de memoria. Tanto los padres como los profesores están de acuerdo con los estudiantes en que la lectura, la
escritura, el cálculo (matemáticas), las ciencias y la destreza en el uso de computadoras son útiles.
Pero, a estas cinco habilidades, agregan la destreza de aprender de memoria, tal vez el aspecto más destructivo de la educación y, en términos generales, una destreza inútil para la vida. De hecho, el aprendizaje de memoria que ellos apoyan tan vigorosamente es apenas a corto plazo: simplemente recuérdelo para el examen. Nadie espera, realmente, que los estudiantes retengan todo lo que aprenden temporalmente de memoria. Para padres y maestros, la memorización a corto plazo es el camino más seguro a la universidad y, a excepción de las carreras técnicas, es muy importante para el éxito educativo en la universidad hasta el nivel de doctorado. Para los estudiantes, el aprendizaje de memoria casi nunca está en la lista de las destrezas útiles. A muchos estudiantes competentes les disgusta el colegio debido al aprendizaje de memoria. El conocimiento temporal es valioso solamente en el colegio; el utilizar del conocimiento es valioso en todas partes, ahora y después.
Las destrezas que se requieren para tener éxito en el mundo laboral. De las cinco destrezas útiles para los estudiantes (o de las seis para los profesores y los padres, si le agregamos el aprendizaje de memoria), solamente tres se valoran ampliamente en el sitio de trabajo: la lectura, la escritura y las habilidades en la computadora. El mundo real nunca le solicita a nadie que aprenda algo de memoria que no se utilice diariamente o que pueda ser consultado con facilidad y precisión. En el trabajo, todos los cálculos se hacen con
calculadoras y no se toleran los errores. Las matemáticas y las ciencias, más allá de la solución de problemas simples, se le dejan a los expertos entrenados en la universidad o se enseñan específicamente si se requieren. Los principiantes no hacen matemáticas avanzadas o ciencias en el mundo real. Las seis destrezas adicionales para el mundo laboral ni se exigen ni se enfatizan en la mayoría de las aulas) las críalos son la resolución
de problemas, la aplicación de los conocimientos, el liderazgo, la cooperación, el hablar y el escuchar.
En una CBC, la resolución de problemas y la aplicación de los conocimientos serían una parte importante de todo lo que se está enseñando. Este debería ser el propósito real de invertirle tiempo al aprendizaje de la historia, los estudios sociales y la literatura. En estas materias no se trata apenas de “quién lo hizo” o “qué sucedió”, sino porqué y para qué lo hizo, cómo lo hubiera podido hacer mejor y qué se puede aprender de la experiencia. El hacer esto sería buena práctica para lo que se exige por encima de todo lo demás en el mundo laboral real:
la resolución de problemas no técnicos con base en la aplicación o la utilización de los conocimientos.
Más allá de estas destrezas, el éxito en el mundo real depende de qué tan bien se lleven los trabajadores y los gerentes, por lo que muchas empresas hacen un esfuerzo significativo y gastan mucho dinero enseñando cooperación y liderazgo. Pero para poder cooperar y liderar, necesitan hablar y escuchar de forma que ayuden a las personas en el trabajo a conectarse los unos con los otros. Desafortunadamente, estas destrezas solamente se pueden aprender a través de la práctica y el ejemplo. Aquí, tanto el mundo real como el mundo escolar se quedan cortos: ninguno de los dos le dedica suficiente tiempo a la práctica de las destrezas de comunicación y conexión. Puedo entender por qué el mundo del trabajo no lo hace: no hay suficiente tiempo. Pero no hay excusa alguna para no hacerlo en el colegio en donde puede ser parte de prácticamente todas las clases académicas. El depender de la gente para aprender a hablar y a escuchar en forma efectiva, más que todo por sí solos, como lo hacemos hoy día, no tiene sentido. En una CBC, estas destrezas se practicarían todos los días como parte del esfuerzo normal de enseñanza. Esta es la forma más segura de aprender.
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Idealmente, para obtener crédito todos los estudiantes tendrían que ser competentes. Con base en la creencia falsa de que un gran número de estudiantes son incapaces de aprender competente, la mayoría de los colegios no están dispuestos a aumentar sus estándares al nivel de créditos por competencias que exige la CBC. Pero en los capítulos siguientes argumentaré que, si podemos deshacernos del control externo, podremos convencer a prácticamente todos los estudiantes para que trabajen lo suficiente para que el CBC funcione bien en cualquier clase. Asignarles un “incompleto” a aquellos estudiantes que no hagan lo suficiente para obtener crédito les proporciona una oportunidad de aprender. Al asignar una calificación baja o una reprobación se desmotivan. Nuestra experiencia a partir de los ocho (hoy día más de 11) Colegios de Calidad Glasser confirma este argumento. No se da crédito por la incompetencia, pero casi no hay estudiantes incompetentes. La incompetencia deja de ser un problema. Cuando les ofrecemos a los estudiantes una oportunidad para lograr la competencia de manera que crean que pueden lograrla realmente, la inmensa mayoría aceptaría la oferta. De hecho, a juzgar por sus calificaciones en las pruebas de estado, muchos estudiantes en un CGC (Colegio Glasser de Calidad) no están dispuestos a conformarse con ser competentes. Quieren continuar trabajando hasta lograr aprendizajes de calidad. Debido a que asociamos las relaciones fuertes entre profesor y estudiante con la eliminación de la instrucción, realmente se vuelve más agradable hacer trabajos competentes que desempeñarse incompetentemente como lo hacen tantos estudiantes hoy día. El problema con exigir competencia no está en los cerebros de los estudiantes; está en los cerebros de los administradores, profesores y padres que creen que la mayoría de los estudiantes, especialmente los desfavorecidos, tienen que ser obligados a aprender. Ellos creen esto porque así ha sido durante siglos. Pero no es lo que tiene que ser, y ciertamente no es la forma como se hace en un Colegio Glasser de Calidad. Cuando escucho a ciudadanos destacados, como políticos, líderes empresarios y aún líderes educativos hablar sobre mejoras a la educación, siempre hablan en términos muy generales, como si lo que estuviera ocurriendo en clase estuviese bien, como si todo lo que tuviéramos que lograr es hacer lo mismo, pero con más ahínco. Casi nunca
mencionan la resolución de problemas, la utilización de los conocimientos o hablar y escuchar, todas
estas destrezas muy importantes en el mundo real, sin importar qué tarea se emprenda. Es poco común oírle a alguien en una posición de poder que hable seriamente acerca de cómo es de importante que los colegios proporcionen un ambiente cariñoso y de confianza. Más que todo, hablan acerca de la utilización de más control externo. El ser competente es el núcleo del éxito y de la felicidad, sin importar lo que elijamos hacer con nuestras vidas. Ser competente debería ser el valor central de nuestros colegios. En el mundo laboral, donde el trabajo competente es el valor central, los trabajadores incompetentes son, a la larga, despedidos, o no son promovidos. Pero en el colegio, no se despide a los estudiantes por su incompetencia, ni debería hacerse. Necesitamos hacer un esfuerzo serio para ayudarles a lograr aprendizajes competentes, en vez de lo que estamos haciendo ahora, incluyendo la promoción por razones sociales o políticas. Se nos abona que existe un vigoroso movimiento para alejarnos de ése tipo de promoción estudiantil. Lo que estoy tratando de propiciar es un movimiento aún más fuerte hacia el logro del éxito para todos los estudiantes.
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