El arte del Renacimiento

El
arte
del
Renacimiento
 
 El
Renacimiento
comienza
a
gestarse
en
Italia
hacia
el
siglo
XV
y
se
 manifiesta
como
el
renacer
de
lo
antiguo,
consideran

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Story Transcript

El
arte
del
Renacimiento
 
 El
Renacimiento
comienza
a
gestarse
en
Italia
hacia
el
siglo
XV
y
se
 manifiesta
como
el
renacer
de
lo
antiguo,
considerando
con
esto
a
los
 grandes
artistas
griegos
y
romanos
creadores
de
obras
arquitectónicas
tan
 impresionantes
como
el
Partenón
o
esculturas
como
la
de
David.
 Debido
al
orgullo
que
sentían
por
sus
antepasados
o
quizás
por
el
deseo
de
 resurgir
algo
del
esplendor
de
épocas
pasadas,
creyeron
que
de
alguna
 manera
adaptar
estos
estilos
a
su
actualidad
los
dignificaría
y
es
así
como
se
 abocaron
al
estudio
de
las
ruinas
y
las
esculturas.
 El
precursor
de
la
iniciativa
de
materializar
esos
deseos
fue
Brunelleschi
si
 bien
algunos
también
le
atribuyen
el
comienzo
de
los
cambios
a
Giotto
una
 centuria
antes.
 De
esta
manera
se
genera
una
ruptura
con
el
estilo
tradicional
Gótico
que
 estaba
empleando
hasta
ese
momento,
ruptura
que
seguramente
tendría
 como
excusa
algún
malestar
histórico
con
las
raíces
de
este
último.
 Si
bien
como
aclara
Gombrich
(1992)
de
que
desde
la
época
de
Giotto,
el
 estilo
Gótico
fue
variando
y
que
el
Renacimiento
se
fue
dando
 paulatinamente,
no
creo
que
hubiese
sido
tan
contundente
el
cambio
sin
la
 inquietud
de
Brunelleschi
por
medirse
con
los
antiguos
arquitectos
de
Roma.
 Gracias
a
su
genialidad,
él
y
los
que
siguieron
sus
pasos,
supieron
adaptar
 los
rasgos
mas
característicos
de
este
estilo
y
generar
uno
nuevo,
más
 actual,
que
les
permitiría
conservar
las
comodidades
conocidas.
No
copiaron,
 sino
que
destacaron.
No
mezclaron
sino
que
relacionaron.
Mutaron
a
favor
 de
la
practicidad
de
convocar
en
el
mismo
proyecto
la
función
con
la
belleza,
 de
apariencia
austera
pero
nunca
de
despojada
fachada.
 También
fue
Brunelleschi
quién
resolvió
matemática
y
técnicamente
la
forma
 de
plasmar
la
ilusión
de
profundidad
en
un
dibujo
o
pintura
de
la
forma
más


 



real
posible.
Si
bien
desde
la
antigua
Roma
los
artistas
intentaron
generar
 este
efecto,
ninguno
lo
logró
de
la
manera
en
que
nuestros
ojos
captan
las
 imágenes
de
la
realidad.
 Este
descubrimiento
les
daría
luego
la
posibilidad
de
generar
imágenes
más
 naturales,
por
lo
que
muchos
emprendieron
la
tarea
de
ser
lo
más
 naturalistas
posibles,
otros
utilizaron
el
color
o
la
luz
para
realzar
estos
 efectos.
 Citando
a
Hauser
(2002):
“…
el
Renacimiento
aparece
como
una
forma
 histórica
particular
en
la
que
el
espíritu
italiano
se
individualiza
con
respecto
 al
fondo
de
la
unidad
cultural
europea.”
Por
lo
que
nos
hace
pensar
que
para
 los
contemporáneos
a
este
período
fue
más
espectacular
de
lo
que
nosotros
 nos
podríamos
imaginar
hoy
dado
nuestro
contexto.
 Evidentemente
los
artistas
de
aquella
época
tenían
más
de
un
don.
La
 destreza
y
la
habilidad
que
poseían
en
sus
manos,
la
necesidad
de
 superación
y
la
inquietud
por
mejorar
hizo
despertar
otras
necesidades
en
las
 personas.
 Yendo
de
lo
general
a
lo
particular,
hemos
visto
cómo
a
falta
de
instituciones,
 el
oficio
del
pintor
se
transmitía,
según
Gombrich
(1992),
de
maestro
a
 alumnos
en
los
talleres
de
los
primeros,
generación
tras
generación.

 De
esta
manera
la
enseñanza
era,
por
decirlo
de
alguna
forma,
a
imagen
y
 semejanza.
Los
maestros
enseñaban
sus
propias
técnicas
a
sus
alumnos
y
 así
dentro
de
una
comunidad.
Seguramente
dio
comienzo
a
rasgos
que
la
 identificaron
o
la
destacaron
en
comparación
con
otras
comunidades.
 Por
otra
parte,
a
causa
de
la
coyuntura
de
la
época,
la
competencia
por
la
 popularidad
entre
las
ciudades
permitió
elevar
el
nivel
social
de
los
artistas
 despegándose
de
la
clase
de
artesanos,
como
señala
Gombrich
(1992),
al
 poder
elegir
los
encargos
de
parte
de
la
burguesía
o
del
clero.


 



Indudablemente
esta
situación
le
hizo
justicia
a
los
milenios
de
trayectoria
de
 esta
disciplina.
Un
reconocimiento
por
la
incansable
labor
les
fue
dando
un
 lugar
más
destacado
en
la
historia
que
con
el
correr
de
los
años,
muchos
 pensamos
que
se
fue
desvirtuando.

 Aun
no
alcanzando
la
total
libertad,
durante
el
Cuatrocentto,
el
tema
no


correspondía
a
su
voluntad
pero
las
técnicas
de
representación
utilizadas
si.
 Un
aspecto
sensible
se
había
despertado
en
ellos
ante
la
posibilidad
de
 representar
desde
el
gusto
propio
los
temas
requeridos
y
no
a
través
de
 reglas
preestablecidas.

 Citando
a
Gombrich
(1992):
“…su
tarea
en
cuanto
escultor,
como
él
mismo
 dijo
(refiriéndose
a
Miguel
Ángel),
no
era
sino
la
de
quitarle
al
bloque
lo
que
 le
sobraba,
es
decir,
suprimir
de
él
lo
necesario
hasta
que
aparecieran
esas
 figuras
contenidas
en
su
entraña.”
 A
través
de
estas
palabras
podemos
ver
la
íntima
conexión
que
se
estaba
 gestando
entre
el
artista
y
su
obra.

 Volviendo
a
lo
particular,
vemos
que
cada
artista
se
esforzó
por
ser
único
y
 especial,
por
llevar
un
sello
propio
en
cada
obra
que
realizase,
por
generar
 su
propia
identidad.
Esto
es
lo
que
los
llevaría
a
la
fama
y
a
la
popularidad.
 Con
el
tiempo
el
tema
de
los
encargos
fueron
cambiando
hasta
el
momento
 en
que
comenzaron
a
generar
sus
propios
contenidos.
 Por
ejemplo,
haciendo
un
rápido
lineamiento
vemos
en
las
obras
de
 Masaccio
la
importancia
que
le
dio
a
la
perspectiva,
situando
a
los
 personajes
dentro
de
recintos
como
medios
para
poder
evidenciar
esta
 técnica.
El
efecto
de
profundidad
tan
notable
hacían
que
el
espectador
 interactuara
con
la
obra
desde
otra
sensación.
 Por
otra
parte,
Donatello
tuvo
otro
contacto
con
el
naturalismo,
posando
su
 interés
por
las
formas
de
las
expresiones
y
las
transformaba
en
espontáneas.


 



Del
otro
lado
de
los
Alpes,
Van
Eyck
descubría
un
nuevo
producto
y
 desarrollaba
una
nueva
técnica
de
representación
que
le
permitiría
nuevos
 efectos.
Más
tarde
esto
sería
incorporado
como
una
gran
ventaja
por
otros
 artistas.
 Mantegna
se
preocupó
por
recrear
todos
los
detalles
de
cómo
hubiese
 ocurrido
determinada
situación
en
la
realidad,
en
lugar
de
idealizarla,
por
 ejemplo
en
su
obra
“Santiago
conducido
al
lugar
de
su
ejecución”,
finales
de
 1455.
 Otros
como
Botticelli,
recrearon
fragmentos
de
poesías
o
de
relatos
 mitológicos.
 Leonardo
Da
Vinci
y
Miguel
Ángel
fueron
muy
populares
en
su
época
 realizando
espectaculares
obras,
impresionando
a
los
espectadores
y
sobre
 todo
exponiendo
sus
habilidades
sobre
superficies
que
millones
de
personas
 pudieron
admirar.
Generaron
nuevas
visiones
que
lo
lograron
a
partir
de
la
 proyección
minuciosa
de
cada
componente
y
técnica.
 Ticiano
realizaba
retratos
de
la
aristocracia
destacando
la
sensación
de
 profundidad
y
el
uso
del
color.
 En
definitiva,
todos
los
artistas
que
podamos
nombrar
fueron
únicos
y
con
 identidad
propia.
Por
más
que
los
encargos
de
las
obras
fueran
similares
 cada
uno
supo
destacarse
en
particular.
 La
inquietud
inteligible
les
permitió
a
cada
uno
de
los
más
famosos
y
 reconocidos
artistas
ser
únicos
e
irrepetibles.
Cada
uno
con
su
estilo
propio
 que
lo
identificó
de
los
demás
artistas.
Cada
uno
desarrolló
técnicas
que
 después
otros
emplearon
o
adoptaron,
técnicas
que
les
permitió
ser
mejores
 en
lo
que
hacían.
 Dedicaron
su
vida
a
ello,
gracias
al
amor
propio,
a
la
vanidad,
a
la
superación
 es
que
se
diferenciaron
de
sus
antecesores.


 



Si
bien
podemos
recordar
a
grandes
artistas
griegos
de
la
antigüedad,
 también
recordemos
que
durante
cientos
de
años
o
incluso
en
algunas
 civilizaciones,
miles
de
años
el
arte
que
desarrollaron
mostraron





























 pocas
variaciones
significativas.
 Quizás
desde
el
Renacimiento
podemos
ver
que
los
cambios
se
presentaron
 más
vertiginosamente
y
las
técnicas
se
fueron
mejorando
de
maestros
a
 alumnos.
 También
quizás
la
ansiedad
expectante
por
lo
nuevo
y
la
nueva
conciencia
 del
individuo
sobre
sí
mismo
haya
generado
una
evolución
importante
no
 sólo
en
el
arte
sino
en
el
comportamiento
del
ser
humano.
 


 



Bibliografía
 
 -Hauser,
Arnold.
(2002).
Historia
social
de
la
literatura
y
el
arte:
desde
la
 prehistoria
hasta
el
barroco.
Debate.
Buenos
Aires.

 
 -Gombrich,
Ernst.
(1992).
Historia
del
Arte.
Alianza.
Madrid.

 
 
 
 


 

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