EL CONEJO Y EL RIFLE

EL CONEJO Y EL RIFLE. www.reyamelescritor.com EL CONEJO Y EL RIFLE. Esa mañana caminaba por el bosque, frecuentemente después de hacer mis tareas,

5 downloads 244 Views 277KB Size

Recommend Stories


El CONEJO GIGANTE DE ESPAÑA
El CONEJO GIGANTE DE ESPAÑA Me pide un amigo de esta asociación que escriba algo sobre el GIGANTE de ESPAÑA, tengo que decir que me cuesta trabajo exp

Es el conejo un animal doméstico?
¿Es el conejo un animal doméstico? V. Hertel (Rabbits, 6 (6): 7, 1983) Se trata de la opinión de un cunicultor. No soy doctor, ni he estudiado nunca

Enfermedades intestinales del conejo
Enfermedades intestinales del conejo Los investigadores franceses destacan siempre el gran papel que ejerce el ciego del conejo, pues llega a ocupar e

La Pasteurelosis del conejo
T r a b a j o O r i g i n a l La Pasteurelosis del conejo En los conejos, generalmente, la enfermrdad -p:^.titeurelosis- se presenta con cuadros res

ESTUDIO CRONOFARCOCINETICO DEL ACETATO DE CIPROTERONA EN EL CONEJO
k CATEDRA DE FARMACOLOGIA FACULTAD DE VETERINARIA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID ESTUDIO CRONOFARCOCINETICO DEL ACETATO DE CIPROTERONA EN EL CONE

Story Transcript

EL CONEJO Y EL RIFLE.

www.reyamelescritor.com

EL CONEJO Y EL RIFLE. Esa mañana caminaba por el bosque, frecuentemente después de hacer mis tareas, me daban permiso de ir a jugar, era un lugar solitario y muy hermoso donde corrían libre y tranquilamente muchos animales, a mi me tocaba verlos y disfrutaba mucho viendo como hacían travesuras, una tarde como de costumbre fui, al ir por la vereda que siempre recorría, vi unas pequeñas gotitas de sangre, las seguí, tuve el cuidado de irlas tapando con tierra, lo hacía como un juego, por fin llegué a donde un gran conejo blanco estaba reposando en el pasto, detrás de algunos arbustos, lo miré y me acerqué un poco, él hizo el intento de pararse para echar a correr, pero no pudo y volvió a caer agotado. - ¡No me hagas nada por favor! ¡tengo familia y solo vine a buscar alimento para ellos! - No te preocupes, me llamo Guillermo y no te haré daño, puedes confiar en mí, pero dime ¿qué fue lo que te pasó? - Hace un rato buscaba algo de comer y lo encontré, pero como estaba descuidado juntando algo para llevar a mi madriguera, no me di cuenta cuando se acercaron a mi unos niños y un señor, llevaban un rifle de municiones y me dispararon mientras reían, los primeros disparos los esquivé, pero en un mal salto, una de las municiones alcanzó a rozarme la espalda, no es grave pero si sangré, solo espero que no sigan el rastro y me encuentren igual que tú. - No lo harán he tapado la sangre con tierra, pero ¡calla, alguien se acerca! ¡no te muevas te taparé con mi chamarra! Se acercaron dos niños y un adulto. - ¿Oye niño no has visto un conejo herido por aquí?, es nuestro. - No señor acabo de llegar, pero hace un rato cuando venía llegando vi que algo corrió hacia el lado contrario de donde vienen ustedes. - ¡No puede ser venimos de allá!, pero bueno lo buscaremos, si lo ves grítanos, y levanta tu chamarra, a ver Juan levántasela al niño. - No se molesten déjenla ahí, la puse a propósito para sentarme en ella y no ensuciar mi pantalón, porque mi mamá se enoja y me regaña. - De todos modos niño, es más difícil lavar una chamarra que un pantalón a ver tú Jorge levántala y dásela. - No por favor no la levante porque descubrirá mi secreto.

- Y ¿Cuál es tu secreto a ver dinos? - Es que se van a burlar de mí. - ¿Por qué nos habremos de burlar? el secreto quedará bien guardado entre nosotros. El señor sonrió y volteó a ver a sus hijos quienes lo veían interrogar a Guillermo. - Ya vámonos papá dijo Juan, deja al niño él no tiene el conejo. Jorge alcanzo a ver que la chamarra se movía y miró a Guillermo, quien se dio cuenta de que lo habían descubierto, Jorge no dijo nada, Juan notó que Jorge y Guillermo se veían raro y también discretamente volteó a ver la chamarra, ésta se movió suavemente. - A ver niños si no levantan la chamarra lo haré yo mismo, ¡a ver háganse a un lado! El señor se acercó y se agachaba para recogerla, cuando de pronto Jorge le grito; - ¡Ya papá, venimos a seguir al conejo o a levantar chamarras, además a nosotros que nos importa si la tira o no! - Es cierto, creo que tienes razón, a menos que pienses que tiene escondido el conejo debajo de la chamarra papá ¡jajajajajaja! - Debajo de la chamarra, jajajajajaja, ¡que ocurrentes son los niños! Bueno, vámonos ya a buscar al conejo si no, no podrán seguir practicando con su rifle. - Si, vámonos, ya me aburrí dijo Jorge. Los dos niños se le quedaron viendo a Guillermo, quien de manera silenciosa y discreta les agradeció que no los delataran. - Pero debe estar por aquí ese conejo dijo el padre. - Señor ¿para qué lo quieren, se lo van a comer porque tienen hambre? - ¿Hambre? no digas tonterías niño, solo andamos probando este magnífico rifle, les enseño a mis hijos a tirar, estamos jugando solamente. - Señor y ¿por qué no juegan con cosas que no estén vivas? - Porque no se mueven es más divertido con algo que se mueva. - Entonces señor por qué en lugar de molestar a los animales no ensayan ustedes mismos, para que sientan lo que se siente lastimarlos.

- Mira niño en primera no somos tontos para pegarnos entre nosotros y en segunda los animales no sienten nada. - ¿Quién te dijo que sentían? a ver. - Es cierto señor, no lo pensé de esa manera. - Bueno a ver niños vamos a buscar al conejo no debe estar lejos. - ¿Y si no lo encontramos padre? - Pues fácil buscamos a otro animal, al fin aquí hay muchos. Se marcharon haciendo mucho ruido, reían, discutían y hasta peleaban por echarse la culpa de que se les había escapado, cuando todo quedo nuevamente en silencio, levanté mi chamarra, el conejo temeroso temblaba todavía. - Es muy malo, ¿quien le habrá dicho que los animales no tenemos sentimientos? - La ignorancia señor conejo, ella se lo dijo, venga le ayudaré a juntar algo de comida para su madriguera, usted me guiará y la dejaré ahí, confíe en mi, nunca diré donde vive. - Me has salvado y lo menos que puedo hacer es corresponderte. Empezamos a juntar hierba fresca, él me indicaba de cual y yo lo hacía gustoso, junté mucha, cuando terminamos me guió hasta su madriguera, acerqué la hierba a la entrada, la dejé en el piso y me retiré unos metros. - ¡Espera! quiero que conozcas a mi familia. La llamó con algunos ruidillos, salieron una coneja grande y bonita acompañada por muchos conejos pequeños, al verme se asustaron, pero él los calmó. - Es un muy buen amigo, no tengan miedo, acérquense. Lo hicieron despacio y cuando se dieron cuenta que no les haría nada, los pequeños empezaron a jugar conmigo, estuve un rato con ellos, me despedí y les prometí regresar nuevamente a jugar, ellos felices también se despidieron. - Gracias niño me has salvado la vida y estoy en deuda contigo. - De nada señor conejo, ¡Ah! Por cierto me llamo Guillermo. - Ve con cuidado Guillermo dijeron la coneja y los conejitos, aquí te esperamos cuando quieras venir.

- Gracias lo haré. Me retiré, caminé un rato y cuando salía del bosque oí unos gritos y el llanto de un niño. - ¡Ya ven por andar jugando con el rifle ya lastimaste a tu hermano! por tu culpa ya no podremos practicar con los animales, ¡vámonos, muévanse! tendremos que ir con un médico para que revise a tu hermano, ¿te duele mucho hijo?, - Si papá, ¿tú crees que así le dolía al conejo? porque si es así le debió doler mucho como a mí - No hijo los animales no sienten así que ni te preocupes. - Papá y ¿cómo sabes que no sienten? - Bueno no lo sé, pero me lo han dicho. - ¿Quién te lo dijo papá? - Pues no sé creo que lo oí de unos cazadores un día, si… eso fue. - Papá ya no quiero usar el rifle, mejor cámbialo por una pelota. - ¿Una pelota? ¿pero estás loco? cuando yo era niño soñaba con un rifle como este y venir a cazar conejos y pájaros. - Si papá, pero yo no quiero hacerlo, prefiero una pelota. - ¿Y tú Juan? no me digas que también quieres una pelota para jugar en lugar del rifle. - Perdóname padre, pero si prefiero un balón que el rifle. El señor se les quedó viendo fijamente mientras cargaba a su hijo hacia su coche, yo permanecía escondido detrás de los arbustos. - ¡Yo no quería venir a perseguir animales Jorge! ¡fue idea tuya! - ¡No es cierto! es que mi papá nos dijo que iba a ser divertido, y cuando le disparamos al conejo primero me sentí mal, después al ver feliz a mi papá también me puse feliz, pero ahora que siento este dolor en mi pie me doy cuenta que no es bueno tirarle a los animales, ¿se imaginan lo que debe estar sufriendo el pobre conejo? - Si es cierto, dijo Juan, yo también creo que si les duele.

El papá no dijo nada, ya no supe más, regresé a los dos días a visitar a los conejitos y un día que pasaba por un parque vi a los dos hermanos y al padre, muy felices jugando fut- bol, me vieron pasar. - ¡Niño! ya tengo la respuesta a lo que me preguntabas el otro día, tenias mucha razón los animales también sienten y ¿sabes algo más? también las plantas, porque son seres vivos. - Gracias señor, ya lo sabía, pero me da gusto que ustedes lo hayan aprendido. - El señor se me quedó mirando, los niños me hicieron una señal cerrando el ojo izquierdo, los tres entendimos perfectamente por qué. -¿Quieres jugar con nosotros? me preguntaron ambos. -Gracias voy a un mandado, pero otro día sí. Sonrieron, se voltearon hacia el parque y siguieron jugando continuaba mi camino.

mientras yo

www.reyamelescritor.com

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.