EL DOMINIO NATURAL MEDITERRÁNEO MARÍTIMO O MEDIETRRÁNEO LITORAL

EL DOMINIO NATURAL MEDITERRÁNEO MARÍTIMO O MEDIETRRÁNEO LITORAL Comprende todo el litoral mediterráneo, desde la divisoria de aguas de las Sierras Pre

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EL DOMINIO NATURAL MEDITERRÁNEO MARÍTIMO O MEDIETRRÁNEO LITORAL Comprende todo el litoral mediterráneo, desde la divisoria de aguas de las Sierras Prelitorales Costerocatalanas y las alineaciones próximas al litoral del Sistema Ibérico y los Sistemas Béticos, además de la zona litoral de la Andalucía atlántica. El relieve del dominio presenta dos ámbitos bien diferenciados: - Una franja litoral muy estrecha, excepto en el sector suroccidental (desembocadura del Guadalquivir y aledaños), en la llanura levantina (litoral valenciano y murciano). - Las estribaciones litorales de los sistemas montañosos que recorren el dominio, que no presentan grandes alturas, excepto en la zona de las Sierras Penibéticas. Esta distribución del relieve influye notablemente en el clima del dominio: conforme nos alejamos de la costa la altura modifica las condiciones propias del litoral. Por eso, estudiaremos el clima organizándolo en dos grandes grupos: 1. En clima mediterráneo marítimo del litoral 2. El clima mediterráneo marítimo modificado por la altura El clima mediterráneo marítimo del litoral se caracteriza por unas precipitaciones escasas, con un mínimo veraniego, en el que pueden darse dos meses o más secos, y unas temperaturas que se caracterizan por un verano cálido (22ºC o más) y un invierno suave (10ºC o más). La oscilación térmica es moderada entre los 13 y los 15ºC. No obstante, dentro del amplio conjunto del litoral se pueden diferenciar cuatro subzonas con características climáticas propias: - En la costa catalana, desde el cabo de Creus hasta el valle del Llobregat, tenemos un clima “suavizado”, con: o Precipitaciones que rondan los 600 l/m2, tienen un mínimo no muy acusado en verano (uno o dos meses secos) y un máximo en otoño debido a la influencia de la “gota fría” o “depresión aislada en niveles altos” (DANA). o Temperaturas que tienen una oscilación térmica de entre 13 o 14ºC, unos veranos cálidos con 22-24ºC y unos inviernos suaves con 79ºC. - En la zona valenciano-balear, desde el valle del Llobregat hasta el cabo de Huertas, muy próximo a Alicante, tenemos el clima mediterráneo litoral más puro: o Precipitaciones por debajo de los 600 l/m2, con un mínimo veraniego con tres meses secos. El máximo, muy acusado, es en otoño debido a la frecuencia de las precipitaciones torrenciales de la “gota fría”. o Temperaturas: el mes más cálido ronda los 25ºC, y el más frío ronda los 10-11ºC. La amplitud térmica está en los 15ºC. - En la costa meridional andaluza, desde Adra-Motril hasta la frontera portuguesa tenemos un clima mediterráneo de influencia marítima u oceánica (en algunos libros lo denominan oceánico de influencia subtropical). Se caracteriza por: o Precipitaciones: son escasas (entre 500 y 700 mm), tienen un mínimo muy acusado en verano (tres o cuatro meses secos, y dos de ellos muy secos, por debajo de 5-10 l/m2), y el máximo es a finales de otoño e invierno, también muy acusado. o Temperaturas: el mes más cálido ronda los 25ºC y el más frío está entre los 10 y los 12ºC. La amplitud térmica está en torno a los 14ºC.

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Entre el cabo de Huertas y la zona de Adra-Motril hay una variedad de clima que se denomina mediterráneo seco o subdesértico. Lo incluimos en este dominio porque sus temperaturas tienen unas características propias del dominio, pero sus precipitaciones no tienen nada que ver. o Temperaturas: el verano es caluroso y frecuentemente el mes más cálido tiene temperaturas ligeramente por encima de los 25ºC. El mes más frío no está por debajo de los 10ºC. La oscilación térmica está entre los 15 y los 16ºC. o Precipitaciones son escasísimas o esteparias (siempre por debajo de los 300 mm), y tienen sus máximos a comienzos de la primavera y finales de otoño y principios del invierno. El mínimo veraniego es muy acusado y tiene más de cuatro meses secos, varios de ellos muy secos.

El relieve, aunque no es de excesiva altura en este dominio (exceptuando Sierra nevada), hace que aumente el volumen de las precipitaciones, especialmente en las zonas que reciben más advecciones cargadas de humedad, como la zona norte de la cordillera costero-catalana (vientos de borrascas mediterráneas) o las cordilleras penibéticas (vientos del suroeste). Los inviernos son más fríos y el alejamiento del efecto suavizador del mar hace que los veranos sean templados (excepto en las zonas de mayor altitud), por lo que la amplitud térmica supera los 15ºC. Los factores que determinan estos climas son: - La cercanía a un mar relativamente cálido (el Mediterráneo): o Suaviza las temperaturas invernales o Suaviza las temperaturas veraniegas o En otoño, cuando el continente se está enfriando más rápidamente que la masa marina mediterránea, es frecuente la formación de borrascas sobre el mar que provocan precipitaciones en todo el litoral (el relieve hace de barrera hacia el interior y origina el efecto Föhen en el dominio), que pueden ser extremadamente fuertes si se produce una “gota fría”. - La distancia y la distribución del relieve hacen que a este dominio lleguen escasas masas de aire procedentes del Atlántico (Am, Pm, Tm) y se vea poco influenciado por el Frente Polar, lo que hace que las precipitaciones sean escasas, y que haya un segundo mínimo en invierno. - La proximidad a África permite la influencia de los vientos procedentes del norte de este continente, que son secos y cálidos, especialmente en verano, cuando la Jet Stream circula muy al norte. La influencia de estos vientos disminuye conforme avanzamos hacia el norte. Esta influencia es muy notable en la zona subdesértica y escasa en la variedad costero-catalana. - La exposición a los vientos del suroeste (Tm) origina que la variedad mediterránea de influencia subtropical las máximas precipitaciones sean a final del otoño y en el invierno. Cuando cesa esta influencia y predomina la de los vientos del sur (Tc) tenemos los veranos secos o muy secos. Los ríos de este dominio tienen un perfil y unos regímenes que tienen mucho que ver con el relieve y el clima del mismo. En general, su longitud depende de la proximidad de las cordilleras (en las que nacen) del litoral en el que desembocan. Así, los ríos de la zona catalana (el Ter y el Llobregat, por ejemplo) son cortos y discurren por pendientes medias, mientras que los que nacen en las zonas altas del Sistema Ibérico (el Turia y el Júcar) y de las Sierras Prebélicas y Subbéticas (el río Segura) son más largos y su perfil es menos abrupto. Los que tienen su origen en las Sierras Penibéticas, muy próximas a la costa, son muy cortos y su curso presenta un fuerte desnivel. Por último, los ríos que desembocan en el litoral onubense (Tinto y Odiel) nacen en Sierra Morena, por lo que son también más

largos, y su perfil presenta el “salto” de Sierra Morena para discurrir luego hacia su desembocadura con un perfil bastante llano. Los regímenes de estos ríos tienen una estrecha relación con el clima imperante en su cuenca y con la altura del relieve. En general, sus cursos altos tienen un componente pluvionival, excepto algunos que lo hacen por zonas más elevadas en las que se imponen las características nivopluviales. En el resto del curso predominan las características de los regímenes: - En la vertiente mediterránea hasta el Cabo de Gata, el régimen mediterráneo, que sigue el ritmo de las precipitaciones: un estiaje acusado en verano (julio y agosto) y un máximo en otoño. En primavera se da un máximo secundario. Es interesante señalar que el acusado máximo de precipitaciones relacionado con la “gota fría” no tiene un reflejo automático en un máximo similar en el coeficiente de regularidad. - En el litoral andaluz, desde el Cabo de Gata hasta la frontera portuguesa, se acentúa el estiaje veraniego, y el máximo se sitúa en invierno, como corresponde al ritmo de las precipitaciones. En las zonas más áridas y allí donde la sequía veraniega se prolonga bastante tiempo podemos encontrar ríos que tienen su curso seco varios meses al año, pero que, cuando reciben precipitaciones presentan caudales torrenciales. A estos ríos los denominamos ramblas. La vegetación de este ámbito está fuertemente influenciada por: - La severidad de las sequías veraniegas - La fuerte acción antrópica - El elevado nivel de erosión de los suelos - El relieve De forma general, se pueden establecer tres grandes ámbitos: -

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En las zonas de montaña, por encima de los mil metros sobre el nivel del mar, se dan cliseries con un piso montano con robledales y pinos, y otro superior, supraforestal, de matorral más o menos cerrado. La acción antrópica se manifiesta en estas zonas ha sido intensa: tradicionalmente se han talado los bosques climácicos buscando pastos para el ganado, y en los valles y piedemontes se han dado usos agrarios relacionados con la agricultura extensiva o con la explotación de leñosas, como el olivo, la vid o el almendro. En las zonas del litoral no árido, donde los mínimos veraniegos son importantes y la acción antrópica ha degradado bosques y suelos, el bosque mediterráneo se refugia en pequeñas manchas situadas en las zonas altas, dejando el resto al matorral mediterráneo. No obstante, las características del clima (muchas horas de sol, inviernos muy benignos, veranos calurosos…) y la existencia de ríos de un caudal relativamente importante (Turia, Júcar y Segura) han potenciado los usos agrícolas intensivos, muy vinculados con los cultivos hortofrutícolas, que han reducido a la mínima expresión los espacios destinados a vegetación climácica o a la vegetación natural “degradada”. El fuerte desarrollo de los usos artificiales del suelo (avance de los usos urbanos) ha incidido fuertemente en el mismo sentido. El bosque mediterráneo es de hoja perenne, presenta árboles con troncos que se ramifican pronto y dan lugar copas globulares y anchas que proyectan sombra sobre el suelo. En los bosques naturales originarios, las copas entraban en contacto unas con otras, proyectando bastante sombra y generando un microclima en el suelo, para protegerlo del calor y la evaporación en los períodos en los que no hay precipitaciones. Esta sombra

permitía también el desarrollo de un estrato de arbustos. Hoy estos bosques tan apenas existen. Los árboles no son muy altos (aunque pueden alcanzar los 20 o 25 metros) ya que no tienen que competir por la luz y sus sistemas de raíces son poderosos para aprovechar al máximo el agua precipitada e infiltrada. Sus hojas, adaptadas al medio, han desarrollado mecanismos para defenderse de la insolación, el calor y la evapotranspiración: son pequeñas (a veces espinosas), están protegidas por una fuerte cubierta o dermis que sirve de aislante y que refleja parte de la luz solar, sus poros, por donde transpiran y pierden agua, están concentrados en el envés de la hoja -zona de sombra- y protegidos por pelillos, y un grueso tejido interior les permite acumular agua en las épocas del año en que llueve. Las especies más importantes son: - La encina, que domina en la zona de precipitaciones escasas, inviernos frescos o fríos. - El alcornoque que lo hace donde las precipitaciones son moderadas y los inviernos no son muy fríos y los veranos calurosos, como en zonas gerundenses de la Costero-catalana. Es importante también destacar la presencia de pinos, que, como vegetación climácica, son especies muy secundarias en este ámbito, pero han ido colonizando amplias zonas bien por el progresivo deterioro de los encinares por la acción del hombre, bien por las repoblaciones llevadas a cabo. La vegetación mediterránea “degradada”: 1. Cuando la acción del hombre no es netamente destructiva y se limita a la tala periódica sin arrancar las raíces (lo que provoca el recrecimiento del árbol a partir de los brotes de las raíces superficiales), favoreciendo la erosión de los suelos y una disminución de las defensas del bosque frente a la aridez de los meses secos, se desarrolla un bosque de encinas que adoptan formas arbustivas: de 2 a 4 metros de altura y copas poco densas y achaparradas. En la actualidad casi todos los encinares que quedan presentan ese estado. 2. Donde las precipitaciones son muy escasas, los inviernos muy fríos o los suelos muy pobres y, sobre todo, donde el hombre ha talado de forma definitiva el bosque se da el matorral mediterráneo, que puede adoptar tipologías diferentes según su estado de degradación: - Maquis o maquia. Presenta matorrales densos de más de 2 metros de altura. - Garriga es una fase de degradación del maquis. Presenta matorral de entre 2 y 0,6 metros de altura, también denso - Brolla es el aclarado de la garriga, que permite la llegada de la luz al suelo, resecándolo y empobreciéndolo en humedad. - Tomillares, con el 50% del suelo sin cubrir, presenta especies leñosas que no sobrepasan los 0,5 metros, muy adaptadas a condiciones de gran aridez. Una de las características de este matorral es su gran variedad de especies. Destacan los rosales silvestres, las jaras, los brezos, las aliagas, el romero o el tomillo.

En las riberas de los ríos, la existencia de cursos de agua modifica las condiciones y tenemos una formación vegetal propia. Los ríos del dominio de interior suelen presentar un claro estiaje veraniego, por lo que los árboles que necesitan tener sus raíces en permanente contacto con el agua (alisos y sauces) tienen una difícil supervivencia. Son los álamos, chopos y fresnos los que forman masas boscosas compactas a lo largo de las riberas de los ríos En las zonas de clima árido predomina la vegetación adaptada a esa extrema sequía y al número de meses con temperaturas elevadas. La vegetación está formada por la fase más degradada de matorral mediterráneo, el tomillar, y por zonas en las que ya sólo sobreviven a la escasez de agua algunas hierbas bajas y dispersas. En las ramblas, donde hay un abastecimiento irregular de agua, encontramos adelfas y palmitos. Las características del clima de este ámbito árido, especialmente sus inviernos moderados y soleados, han favorecido el desarrollo de cultivos forzados (invernaderos). A ello ha colaborado también el desarrollo de una potente red de carreteras que permite colocar (durante todo el año o varios meses antes de los que sería natural) en Europa los productos cultivados a precios muy rentables y competitivos. Los usos artificiales son muy importantes en esta zona: la franja litoral presenta una fuerte densidad urbana que se introduce hacia el interior a través de los valles de los ríos por los que discurren las carreteras, dando lugar a la mayor concentración de usos artificiales de España, exceptuando el caso madrileño. El desarrollo del turismo ha reforzado esta tendencia. El resultado es una franja litoral prácticamente urbanizada en su casi totalidad. En cuanto a los usos agrarios, la franja litoral y los valles de los ríos presentan una fuerte ocupación del suelo por cultivos intensivos hortofrutícolas, especialmente en las zonas de clima mediterráneo levantino y de influencia subtropical. Los piedemontes y las zonas de monte bajo tienen usos agrarios relacionados con los cultivos extensivos de cereales y con los leñosos, como el olivo, la vid o el almendro. En estas zonas también encontramos usos ganaderos (ovino extensivo). En el interior catalán y en zonas próximas a las grandes aglomeraciones urbanas tenemos usos ganaderos industriales.

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