El Encuentro con infantes significa un reto

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Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006

El Encuentro con infantes significa un reto ¿Pensamientos sin un pensador o dandeliones, dientes de leones? Dra.Elizabeth Herrmann Belloso

Maracaibo – Venezuela

Presidente del Centro-Bion

El encuentro con niños significa un reto. Ver lejos, escuchar lejos y tener la disposición de flotar en el fluyente río de sus sueños. ¿Cuál es el reto? Atrapar el momento cuando nuestra red se conecta con su inconsciente; y comprender lo que se entreteje en imágenes, todo un despliegue de acción y de palabras prelingüísticas. Cuando este sueño comienza a fluir, toma la dirección de un sueño en la continencia de un psicoanalista. ¿Qué hacen los niños cuando llegan a la consulta? Lo que todos los niños hacen, juegan con la naturaleza. Paciencia y disposición permiten percibir cómo exploran, incluso aquellos que vienen dominados por miedos. Comienzan a jugar su distracción favorita: “Puste-Blume”–“Sopla la flor”, “Encuéntrame si puedes”, que es el juego favorito de los niños, haciendo volar pequeños dientes de leones. Pensamientos que aún no han sido pensados en búsqueda de un pensador que los piense (Bion); imágenes de sueños que se representan de múltiples formas y en reacciones somáticas, que como formas mantienen su contenido a ser simbolizado. La pregunta que se plantea es ¿cómo captar aquellos micro-pensamientos, extraer la emoción subyacente y someterlo a nuestro instrumento más poderoso, el arte analítico? La disposición de sentir y de prestarle atención a las percepciones sensoriales y a las transferencias en dandeliones, ha sido denominada por Bion “función alfa α”. Sueños simbolizan para Freud la realidad (1900:24). Su función es ofrecer, al soñador, alternativas en el encuentro con las realidades internas y externas a las que el infante se expone, ineludiblemente, en su encuentro con el resultado de sus exploraciones. La primera actividad inconsciente que realiza el niño es, de acuerdo a Freud (1911:10), un scan primario dirigido a explorar el mundo interno y externo. En estas exploraciones hay 1

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eventos que despiertan reacciones emocionales y que requieren ser elaborados en proceso primario.1 El trabajo de elaboración es facilitado por la capacidad del niño de soñar, en sueños nocturnos y diurnos. El desplazamiento y la condensación son los mecanismos que transforman los estímulos en imágenes aptas para proveerle al soñador una serie de alternativas que permiten soñar y digerir lo percibido sin que el creciente “aparato para pensar” (Freud) sea sobrecargado. Freud (1900:280) ha señalado, igualmente, el ciclo completo que se lleva a cabo cuando el sujeto sueña; proceso que desemboca, para Freud, en la interpretación. Soñar en un ciclo completo, sin interrupciones, es la posibilidad más hermosa y de máxima expresión poética para comunicar.2 La interpretación consiste en traducir el lenguaje de los sueños que representa los estímulos en imágenes internas y reemplazarlas por palabras que representan lo contenido; de esa forma, cada palabra encuentra su imagen correspondiente que, en sus asociaciones, pierden el sin sentido y pueden, con la asistencia del analista, crear el más significativo y hermoso poema. ¿Qué sucede cuando el sueño no puede ser soñado en su ciclo completo; es decir, cuando las imágenes aparecen, mas no pueden ser asociadas a palabras, o los estímulos no pueden ser significados y simbolizados en imágenes o palabras? Esta función, la de prestar atención a las percepciones sensoriales, se realiza desde la vida fetal en el vientre, en algo que Bion ha denominado en el trabajo analítico at-one-ment (en una sola mente) en función α. Se trata de un estado mental que emerge cuando el analista —en una posición mental sin memoria, sin deseo y sin conocimiento— llega dentro de la sesión a sentir, observar y asociar

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Según Grotstein (2001), un evento (estímulo) no es lo mismo que una experiencia (respuesta psíquica). La primera se transforma en la segunda, primero como una realidad psíquica (proceso primario, autoctonía) y, luego, como una representación simbólica (proceso secundario). 2 La interpretación consiste en trasladar el lenguaje de los pensamientos soñados representando la imagen interna y sustituyéndola a través de una palabra que representa lo contenido y de esta forma las palabras que encuentran la asociación pueden perder tu contenido sin significado y pueden crear ahora el más hermoso y significativo poema con la asistencia del analista” (Freud, 1900).

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sus sentimientos contra trans-ferenciales, el acontecer que percibe con todas sus percepciones sensoriales. La continencia materna es el más primario vínculo entre madre e hijo. El desarrollo de la capacidad de contener y de soñar en la madre depende de su propia estructura psíquica y de

sus experiencias tempranas;

depende de su relación de objetos. El feto, el bebé prenatal y postnatal, en esto esta sujeta completamente a su madre, a su relación de objetos; son los objetos que le permiten soñar el ciclo completo y, por lo tanto, percibir, digerir y elaborar los estímulos que la vida provee desde el comienzo. Me refiero a un estado mental que observo previo a la posición esquizo-paranoide descrita por M. Klein (1946). A objeto de presentar ejemplos, quiero referir una experiencia de una observación de bebés, posteriormente presentaré breves viñetas clínicas.

Victoria Victoria se despierta una tarde llorando terriblemente. Su padre, atento, la alza en brazos, calmando al bebé de siete meses, quien pronto deja de llorar y vuelve a dormir con una sonrisa. Un día después sucede lo siguiente: Victoria se despierta de nuevo llorando terriblemente; luego sonríe y comienza a llorar nuevamente, sonríe y llora, repitiendo el ciclo por un rato hasta que se queda dormida y sonríe. El padre se quedó sin intervenir, sólo observaba; pero su intuición, que va más allá de lo obvio, le permitía conectarse con la pequeña de siete meses y comprender que ella estaba experimentado algo importante; podía encontrarse en el sueño con algo que la asusta y lograba, calmarse ella misma. En mi trabajo con niños, he llegado a pensar que, en esta tan importante actividad, el scan inconsciente primario, el percibir los estímulos y la elaboración el infante depende completamente de sus progenitores. ¿Qué sucede si ellos no están disponibles para facilitar esta entrada al mundo; si los sueños no pueden ser soñados y simbolizados en todo su ciclo? Para aclarar la idea he calificado los sueños en sueños completos, incompletos y mitos personales y universales, pensando que los mitos son sueños y anhelos de la humanidad; sueños que no han podido ser completados en su ciclo. Los mitos son, para Bion, modelos

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visuales. Tanto en el mito de la torre de Babel como en Edipo, Bion advierte sobre los peligros de la búsqueda de conocimiento (Charles, 2002). Mitos por lo tanto repiten para ser significados y elaborados. He visto, en la práctica, el desequilibrio de lo que significa cuando el exceso de conocimiento sirve para estructurar defensas se carece de la intuición. A nivel de ejemplos, David ofrece una útil visión sobre el conocimiento (K) que no es suficiente cuando no viene acompañado por la intuición (I) en la búsqueda de T (Verdad). Se pierde la genuina capacidad para conectarse con el infante a un nivel emocional. Para Bion (1993:70), “el sueño es la evolución en O, donde O ha evolucionado lo suficiente como para ser representado en experiencias sensoriales”. Podemos imaginar lo que significa cuando un sueño evoluciona; no puede ser soñado de forma completa; no puede procesar los estímulos, traducir a imágenes y simbolizar la realidad. Entonces aquellas impresiones no se elaboran, se reprimen y llegan a constituirse en contenido del inconsciente. Esto incluye las experiencias emocionales del pasado que se expresan en el presente — las que no han sido transformadas por el sueño completo— Repiten sin cesar, hasta encontrar una significación (Freud, 1898). Leyendo el contenido latente del mito de Narciso, de Ovid, comprendo aquel sueño y phantasía de encontrarse con el objeto, en el otro, como en el caso de Victoria. “Narciso”, es una representación extraordinaria de las añoranzas y de los sueños, y también es una representación simbólica del acto de nacer, donde el nacimiento mental inicia potencialmente una nueva fase en la vida, con la posibilidad de nacer en cuerpo y mente o de permanecer como Narciso, víctima de aguas tan turbias como lo puedan llegar a ser las aguas teñidas de pasiones. Mitos son, hasta donde los interpreto, el fracaso del intercambio informativo entre la madre y el bebé, que se repite en forma de sueños incompletos, hasta cumplir el ciclo y ser significados. Sueños son, para Freud, la realización de un deseo, y

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me preguntaba cuál podría ser el deseo inconsciente que se representa en los sueños. Pensé que, representa el deseo de ser contenido y de encontrar la atención en

α;

la que puede resonar con aquello que inquieta al bebé.

Representa, entonces, aquel sueño soñado por Narciso en Ovid; aquél que fantasea y sueña, y se imagina ese encuentro en el futuro del nacer. ¿Por qué parece ser tan importante aquel sueño? Porque representa la capacidad de crear, la continencia de los pensamientos de los sueños, lo que promueve capacidades mentales; es decir, el crecimiento de un continente mental para pensar. Sueños incompletos y mitos llenan el lamentable repertorio de las represiones, condenadas a repetirse hasta encontrar el sentido que le dé coherencia, la interpretación que las libere del encierro en el inconsciente. Estos sueños repiten en la sesión para ser soñados, pensados y digeridos con el propósito de cumplir con el ciclo completo y simbolizar la realidad. Es la simbolización la que libera soma de todas aquellas representaciones; elementos beta que, al fallar la continencia, son proyectados vía identificación proyectiva o trans-proyectiva en un tercer objeto, o dentro del propio cuerpo. Constituyen, en el cuerpo, un lenguaje de representaciones que se disuelve cuando la interpretación le da sentido al lenguaje y simboliza la representación. Para llegar a aquellas dimensiones de la mente que se alojan detrás de la ceasura del nacimiento, a aquellos recuerdos encubridores y estados mentales primarios, Bion postula un principio básico en el trabajo analítico: sin memoria, deseo y conocimiento y at-one-ment Esta técnica no varía, independientemente si se trabaja con niños, adolescentes o adultos. Este estado mental ofrece, de acuerdo a Bion (1994:71), las condiciones necesarias para compartir en la sesión un “estado mental de ensoñación” y “conduce al emerger de la ‘memoria’ en ensueños lo que constituye parte de la experiencia de la realidad psicoanalítica”. En mi práctica, esta “memoria”, recuerdo encubridor, aparece como tal en una

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atmósfera de continencia y el deseo es inconsciente, así como también el sueño es una realización del deseo inconsciente (Freud, 1900:543).

¿Cómo se nos presenta tal deseo en la experiencia del día-a-día o en la sesión? Para aclarar la concepción del deseo quisiera acotar que la palabra “Wunsch” — deseo—, usada por Freud, tiene traducciones. Se asocia con algo genuino, puede ser la expresión de una añoranza; en general, no relacionado con los instintos; quizás pueda asociarse con algo de la sexualidad infantil que difiera considerablemente de la sexualidad adolescente o adulta. Es frecuente ver en la literatura psicoanalítica y en la interpretación de los mitos, que no se hace una distinción en los niveles de madurez sexual; de sexualidad infantil evolucionando a sexualidad adolescente, a la madurez sexual del adulto, si todo el proceso va acorde con procesos mentales o emocionales. He relacionado este deseo con el primer anhelo narcisista de encontrarse con el otro objetomadre, en una dependencia mutua y de armonía. En síntesis, un sueño cargado de deseos infantiles que tiene diversos matices, de acuerdo al momento evolutivo de la persona. Freud lo refiere en su trabajo sobre el recuerdo encubridor, de los dandeliones y del reemerger de los deseos infantiles en la adolescencia, cuando la elección del objeto está altamente influenciada por el deseo original infantil y se asocia con épocas anteriores. Ahora, para referir cómo se expresan tales deseos en la sesión, veamos el caso de Andrés: Andrés llega a análisis a sus cinco años. Su cabeza aún conserva la forma alargada de un recién nacido, signos que indican un tránsito dificultoso a través del canal de nacimiento de la madre y, seguramente, intensas reacciones emocionales y somáticas. Soma nos “habla” sobre una experiencia emocional. Llega, por su extrema timidez y sus dificultades, a socializar y a aprender el lenguaje escrito y oral; muestra signos de lento desarrollo que no van acorde con su edad biológica. Andrés es de aquellos niños que exploran, con prudencia e

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inhibición, tratando de alcanzar los dandeliones, en el menor tiempo posible. No toma mucho tiempo en encontrar un juego de dominó, el cual consiste en juntar parejas de animales en el menor tiempo posible y quedarse sin cartas. Juntar parejas de animales en el juego de dominó parece ser de gran atracción para todos los niños, así que comenzamos a jugar. ¿Quién se queda primero sin cartas de animales? Cada carta está dividida en dos mitades, y en cada mitad está la imagen de un animal. Pronto hemos alcanzado colocar un gran número de cartas y cada uno de nosotros tiene el mismo número de cartas en la mano. Andrés me pregunta, —“¿Empatamos?”. Su expresividad me alcanza como “¿nos equiparamos?”; pero pronto llegó otro fragmento que cambió el sentido pudiendo significar “¿Empate de empatarse, de unirse?”. Él parecía preguntarme, con su intercambio de cartas, de palabras, de imágenes y de sentimientos, —“¿Puedes complementarme, ser la otra cara del significado y contenerme?”. Una vez que alcancé el sentido de lo que quería expresar (¿cómo se transmiten las emociones?), respondí con algo que podía traducirse en útil para él. Señalé su necesidad de continencia y de comprensión; su deseo de encontrar la complementariedad simbolizada en las cartas. Le mostré el doble significado de sus palabras en lo que llamo lenguaje de sueños o fenómeno pre-lingüístico; el pensamientos que buscan un pensador para ser pensados, el eje central de discusión del presente trabajo. La reacción de Andrés validó mi intervención; pudo continuar explorando y el análisis podía proceder. Este tipo de transferencia se desarrolla como un todo de una serie complementaria. El juego, la acción del niño y las palabras que usa, el sentir del analista, dan un todo en la interpretación del sentido. La emoción se transmite de la misma forma como las imágenes del sueño y el pensamiento inconsciente que surge. Bion (1980:21) lo ha expresado de la siguiente manera: “En ocasiones me pregunto por qué comienzo a sentirme enojado o alarmado en

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una sesión, no soy capaz de descartar la sensación que el paciente me está haciendo algo, o teniendo un efecto sobre mí”. Este “hacer algo” o “sentir algo” también lo “siente” el niño en una dimensión a la que no tiene acceso, el inconsciente. En sesión esto se ve de la siguiente forma: “La madre, que está presente en la sesión, menciona su reencuentro con su esposo; el padre de su hijo que ha estado ausente. Este anuncio amenaza de forma evidente al infante (de 2,5 años) quien reacciona a sus palabras con el grito: “...tá comenzando otra vez”, corriendo en desconsuelo. Este suceso que se repite cuando de separaciones se habla, parece ser una analogía de algo que aún no tiene significado y que ha comenzado a emerger cada vez con más fuerza. AlfOnso, el niño, durante la sesión comienza a gritar: “tá comenzando otra vez”, corriendo, en acción. ¿Qué está comenzando de nuevo?, me pregunto. El niño ha encontrado ahora su libro favorito, un libro de zoom. Un libro que abre y cierra escenas como un zipp, un archivo condensado. Abre una página, desconcertado, apurado y señala, todo alarmado, con su dedo una imagen de una mujer dentro de un gran automóvil con un hombre, mientras que, con la otra mano, señala a su madre y grita: “mía, mía”. Siento en la contra-transferencia, un profundo dolor en mi pecho, la imagen del niño corriendo (acción) completa el significado que puedo darle en el momento a la palabra “mía”, palabra que contiene la representación del objeto fragmentado. Una parte del objeto, la madre, está sentada en un gran carro con un hombre adentro y la otra en el sofá. Estas imágenes se comenzaron a integrar en mí como la imagen de un sueño que coincidía con la imagen del libro: la madre como un objeto total no estaba disponible para el niño. Entonces comencé a hablar sobre la tormenta emocional que parecía estar representada en ese “está empezando otra vez”. Le muestro su necesidad y su anhelo, el terror que, de alguna forma, despierta al acercarse el padre. Asocio que este terror puede estar relacionado con separaciones y encuentros. Mientras hablo, la madre,

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presente en la sesión3 comienza a participar y refiere las dificultades durante el parto del niño, las dificultades sufridas durante el embarazo; el haber perdido líquido amniótico al séptimo mes de gestación y la respuesta del niño, el corazón latiendo loco; tanto, que el parto tuvo que ser inducido prematuramente para salvar al niño. Este terrible trauma, la amenaza de perder la vida [líquido amniótico, nacimiento prematuro], demandas y heridas narcisistas (dificultades de la pareja de contener a su bebé), estaban resurgiendo y eran estimulados por eventos externos que resonaban internamente y emergían, en la sesión, como recuerdo encubridor: el terror del niño, al asociarse a lo que él sentía, “lo llevaba a repetir los latidos locos de su corazón”, ante la posibilidad de perder en su phantasía la protección del vientre materno. Es en un estado mental de ensoñación at-one-ment en al sesión, que se transciende la ceasura del nacimiento. Emerge el recuerdo, lo asocia la madre4 que puede aportar la memoria necesaria e importante que le da sentido a la acción del niño; surge en análisis la pareja parental en la representación psíquica, la madre, el niño y la analista (representando al padre). La acción del niño contiene y representa un significado que puede ser dilucidado. El pensamiento inconsciente encuentra un continente que lo piensa; la madre logra conectar la interpretación al evento traumático, la analista logra sentir el impacto emocional que re-emerge como contenido de un sueño y que vuelve a repetirse —para ser soñado en su ciclo completo—, hasta darle significado a la emoción y verbalizar el sentir, relacionando todos los elementos de toda la escenificación. Una acción repetida sin sentido logra significarse y simbolizarse: el sueño incompleto ser soñado completo. Con relación a este fenómeno, quiero citar un interesante trabajo de Marylin Charles (2002) sobre el Grid (Bion, 1997); un instrumento que Bion propone para 3

En relación a la inclusión de la madre en el tratamiento de niños pequeños, ver Salomonson (2005) y Norman (2001). 4 “Asociaciones libres” está relacionado con “tener contacto con”, “unión, una sensación de libertad libre de la sistematización de los símbolos”, “vincular”.

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entender mejor las reglas y los principios básicos del Psicoanálisis, pensado sobre la sesión y, de esta manera, incrementar la capacidad de observación, de intuición y de interpretación. Dice: “en la columna 6, (la que se refiere a la acción) encontramos afirmaciones que sirven de herramienta para ayudarle al paciente a encontrar soluciones a los problemas del desarrollo. En esa columna encontramos que pensamientos son transformados en acción, así que la acción aparece en el lugar del pensamiento… Bion igualmente ha descrito las transformaciones proyectivas como acción que evade el pensamiento” (Charles, 2002:8). En el análisis con niños, estos proto-pensamientos que no han sido pensados requieren de una mente para pensarlos; son dandeliones, como aquellos señalados por Freud (1898) en su artículo sobre los recuerdos encubridores. Bion se ha referido a ellos, diciendo: “Si, los llamamos los dorados niños y niñas [Freud, 1898] pero cuando se caen los pétalos de aquellos dandeliones, los llamamos

‘los

limpiadores de chimenea’, término creado por Freud en el análisis de la histeria que igualmente se asocia con la “asociación libre” en función de ‘limpiar–se’ aquello que ‘cuando los limpiadores de chimenea al polvo llegan’”. Dice Bion, que Shakespeare, tuvo una asociación similar aludiendo a “los limpiadores de chimenea”: Se me ocurre que, detrás de todas estas asociaciones, emerge el individuo excepcional, Shakespeare, Freud, Bion, y todos aquellos que crean obras, pioneros, mencionan los famosos limpiadores de chimenea, término usado por Freud para indicarle a sus pacientes histéricas el cómo asociar (se) libremente y limpiar la chimenea interna. Por cierto, en un uso de palabras donde el origen cultural es notable. Hago entonces el link con la histeria, que en alemán denota, en el lenguaje común, a una persona que “todo lo exagera”. Tengo que pensar en los síntomas de las histéricas, problemas de lenguaje, dificultades de entender el doble sentido de sus expresiones, el armar todo un escenario en acción. Todo un escenario que observo en el trabajo con niños que me hace recordar los primeros trabajos de Freud con relación a las histéricas. Es Bion quién crea un puente para el pensamiento que

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busca una mente para ser pensado; aquellos dandeliones son los recuerdos encubridores y que relaciona con la sexualidad infantil, los niños “doradas” (el color de los dandeliones), recogiendo dandeliones y dos niños cayéndole encima a una niña para arrancarle su ramo de flores. Freud, a los diecisiete años, es el paciente que, en la autorreflexión, llega a las siguientes observaciones: se enamora de una joven y logra captar que el motivo de tan fugaz enamoramiento era el color intenso dorado amarillo (el estímulo) del vestido de la joven que le había despertado el amor, y recuerda el color de los dandeliones y la escena con la niña. Refiero esto para demostrar cómo un evento del pasado se hace presente en una emoción , que se ha mantenido en el tiempo sin transformarse, y que, como emoción, parte de un “sueño” que no pudo ser significado e interpretado a su debido tiempo, y surge de nuevo en la repetición del intento de soñar para ser complementado, comprendido e interpretado. Son los recuerdos encubridores los que revelan un evento del pasado que, en el presente, se hace presente. En el caso de AlfOnso, el recuerdo encubridor revela una situación traumática durante el nacimiento que no puede ser recordada; el recuerdo queda reprimido detrás de la ceasura del nacimiento y solo es accesible durante el trabajo del sueño, único capaz de trascender la barrera que instala la ceasura. Son los sueños los que no-solo contienen imágenes, emociones, contienen pensamientos de los sueños que requieren de un pensador para pensarlos. En el análisis de niños pequeños, estos proto-pensamientos que quedaron sin pensar y que requieren de un pensador para pensarlos, surgen dentro de un contexto de una escenificación casi artística que, observada en su conjunto y sentida, puede darle coherencia al todo. Como nos ha dicho Bion, toca pensar los pensamientos; en todo los niveles, inconsciente y consciente, toca traerlos al

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presente para quitarle su fuerza obstructora y la potencia que le adhiere el hecho de ser inconscientes a pujar por llegar a ser conscientes. Aunque Bion no ha referido esta técnica directamente a niños, la práctica me ha enseñado que sus pensamientos son aplicables en su tratamiento. Algunos analistas se han referido a estos fenómenos mentales como transferencias transgeneracionales; procesos emocionales ante eventos reales5; aspectos pre y postnatales de la personalidad, contenido arcaico (¡no primitivo!), dimensiones que Freud ha llamado nuestros “tesoros internos.” En la interpretación del acontecer se integran las diversas expresiones de lo inconsciente, lo que se expresa en la acción, en el pintar, en el jugar, en las palabras pre-lingüística. El conjunto de lo comunicado es el lenguaje que nos toca escuchar, lo inconsciente contenido en cada uno de estos elementos que se expresan más allá de la palabra. Es por este motivo que he llamado a este lenguaje de los niños el “lenguaje metafórico” y me atrevería a formular la hipótesis de que se trata del mismo lenguaje que han hablado las pacientes histéricas de Freud (las que ni mienten ni todo exageran). Hay muchas similitudes entre los fenómenos que despliegan los infantes. Los infantes en análisis comunican a través de la acción, jugar es parte de una acción; pintar, correr sin sentido es una acción; acciones acompañadas por palabras, muchas veces de formación arcaica, como las descritas por Freud; de contenido inconsciente, en el sentido de Matte Blanco; conteniendo los lados opositores de cada comunicación. Por ejemplo, “blanconegro”, palabras cuyo contenido aún no está diferenciado, de la misma manera que aquellos infantes soñadores o las histéricas aún no están diferenciados de sus objetos por soñar. He podido observar que donde aparece la palabra de doble sentido, desplazando y condensando contenidos, esto se relaciona con la fragmentación de la relación de objeto.

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see Grotstein 2001, Bianchedi 1997 and Freud 1900

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Las identificaciones proyectivas son acciones mentales, así como las transproyectivas. Es solo el conjunto del performance en el campo de observación dentro del cual el infante “actúa” que se revela la memoria encubierta, lo que del inconsciente

emerge

desde

adentro:

memorias

encubridoras,

recuerdos

reprimidos que en el sueño transcienden la ceasura. Todo esto es un indicador del sentido de la acción muy diferente al significado de un “acting out”. Me baso en esta hipótesis cuando llamo este lenguaje que toca interpretar “el lenguaje metafórico de los infantes”, o las partes prenatales de la personalidad en acción, en lo siguiente: metáfora en alemán significa “una expresión, que surge de lo que se transfiere en imagen”. Esta analogía me hace pensar en los casos de las histéricas que, al igual que los infantes, expresan por múltiples vías fuentes inconsciente; y, al igual que en los infantes, en el análisis de las histéricas se trata de múltiples perspectivas analíticas, que convergen en los deseos reprimidos (Rieff, 1993:6). El deseo de una madre mental y emocionalmente disponible que lo contenga. La forma para alcanzar el estado mental conductivo a facilitar el estado de ensoñación en análisis es el principio básico formulado por Freud: “asociación libre”. Las palabras conducen a la misma cadena asociativa que la utilizada originalmente para aprender un lenguaje Freud (1915:169-171). Recuerdos infantiles que —como en el caso de los dandeliones de Freud— son recuerdos encubridores, que pueden tener inherencia como recuerdo encubridor en las elecciones de objetos en la adolescencia que se han originado en la infancia. Es por esto que surgen los profundos efectos de rechazo, de miedo y de síntomas en la adolescencia cuando la adolescente histérica es confrontada con los deseos sexuales de adolescentes en todo su fervor, y se mezclan los tiempos y los recuerdos encubridores de material reprimido. La interpretación del lenguaje metafórico nos lleva a entender que es en sesión que el niño reactiva el sueño no soñado que contiene el recuerdo encubridor y es el conjunto de los elementos que aparecen en análisis que conducen a la comprensión de la acción como substituto de un pensamiento que busca un

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pensador para ser pensado, puede surgir cuando el estado de ensoñación transciende la ceasura y emerge el recuerdo traumático que se representaba en los fenómenos que requerían ser simbolizado.

David: ¡No puedo! El análisis de David comienza con una entrevista con el padre que produce en mí la transferencia somática de un profundo dolor en el pecho que desaparece al final de la primera entrevista. En el primer encuentro sucede lo siguiente: David (cinco años) ha encontrado el juego de dominó de las cartas de los animales y ha comenzado, sentado en el suelo, a construir casitas que se caen y él las vuelve a montar. Está muy concentrado en su actividad además, on-line. La mamá, después de hablar del motivo de la consulta, me refiere su deseo de tener otro bebé. David reacciona de inmediato, tira las cartas con violencia al suelo y grita: — “No puedo” Siento un impacto muy fuerte y un pensamiento veloz atraviesa mi mente; pienso que, realmente, él no puede con el deseo de la madre de tener otro bebé. La madre responde lo siguiente: —“Claro que puedes, es tan fácil jugar con cartas, ven te enseño”. La respuesta me asombra, pienso que ella no ha captado el mensaje emocional subyacente y la conexión con su deseo de tener otro bebé. Ve y escucha solo un aspecto de la comunicación que contiene un doble sentido: “Las casitas de cartas se están cayendo, “no puedo” significaría, probablemente, no puede tener otro bebe, ¡soy un prenatal! Este vientre está ocupado”. También podría significar, siguiendo el modelo de la madre, “no puedo jugar a las cartas”. Decido hacer una intervención y digo que a David le resulta difícil pensar en la posibilidad de tener un hermanito debido a que su necesidad de disponer de mama es tan grande, que algo está pasando que hace que sus casitas se caigan; y que, por los momentos, él ocupa todo el vientre materno y no tiene espacio para hermanitos. Pienso en el trabajo del sueño que ha surgido David ha desplazado la idea de otro bebé en las cartas y las tira con fuerte acción al suelo. “No puedo”, como

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expresión, contiene el polisémico mensaje; un segundo pensamiento, en un objeto disociado, las cartas, que, en la condensación de la imagen, representan que su casita interna se está cayendo. Pensé e interpreté que en su phantasía esta casita representa a mamá. .Hay algo con lo que el no puede, lo dice con toda claridad. Él no ha podido soñar el sueño completo y la tarea se le dificulta. La desconexión mental y emocional entre madre e hijo es muy evidente; sus respuestas lo confunden aún más, refuerzan su sistema defensivo. Es mucho más tarde, que la madre puede relatar, con mucha pena, el terrible trauma de nacimiento de David. La operación del recién nacido, la neumonía, los duelos no elaborados en la familia con experiencias similares sólo son algunos ejemplos. En un estado mental sin memoria, deseo y conocimiento, el lenguaje metafórico surge con expresiones polisemias. Para David no existían los sueños que simbolizan la realidad, ni la comprensión de su complejo lenguaje; le tomó tiempo ir aprendiendo y simbolizando, desmontando todo un sistema de “adaptaciones” “defensas” poco útiles para ayudarle a crecer y a integrarse al mundo de los niños. En el caso de los niños, el acontecer que observo es el siguiente: repetir, recordar y elaborar; en el analista, observar, sentir en un estado sin memoria y deseo.

Bibliografía BION, WR (1977). The Grid. In: Two papers: the grid and caesura. Karnac Books, BION, WR (1991). A memoir of the future. Karnac Books, London. BION, WR (1991). Transformations. Karnac Books, London. BION, WR (1993). Attention and interpretation. Maresfield Library, London. BION, WR (1993b). Second thoughts. Jason Aronson, INC, London. BION, WR (1994). Cogitations. New extended edition. Karnac Books, London. BION, WR (1997). La tabla y la cesura. Gedisa, España.

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