EL ESPÍRITU SANTO EN LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET Pensamiento de Santo Tomás

EL ESPÍRITU SANTO EN LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET Pensamiento de Santo Tomás ARMANDO BANDERA, O.P. Basta el enunciado del tema para comprender qu

20 downloads 57 Views 1MB Size

Recommend Stories


12. SANTO, SANTO, SANTO
12. SANTO, SANTO, SANTO "DESDE LA PERSPECTIVA DE LA REVELACIÓN LO PRIMERO QUE debemos afirmar sobre Dios es su soberanía. Y este primer punto está ínt

Dios santo, pueblo santo
G U Í A PA R A E L E S T U D I O P E R S O N A L Estudios Bíblicos LifeWay® P A R A A D U LT O S Dios santo, pueblo santo Preguntas que hizo Jesús R

FERIA DE EL SANTO 2016
FERIA DE “EL SANTO” 2016 VALES DESCUENTO PARA LAS ATRACCIONES DE FERIA: Vales descuento para las Atracciones de Feria: Los establecimientos dispondrá

EL MUNICIPIO DE SANTO DOMINGO
Municipios de Antioquia EL MUNICIPIO DE SANTO DOMINGO (DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA) J. D. MONSALVE 1927 SANTO DOMINGO RASGOS GENERALES-TERRITORIO-POB

Story Transcript

EL ESPÍRITU SANTO EN LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET Pensamiento de Santo Tomás

ARMANDO BANDERA, O.P.

Basta el enunciado del tema para comprender que es imposible tratarlo en unas páginas. Han sido escritas ya no pocas cosas. Pero siempre queda materia para añadir o para dar al conjunto enfoques nuevos. Mi intención ahora tiene que ser muy modesta. Me limito a señalar algunos puntos que probablemente podrían tener amplio desarrollo en estudios especializados. Supuesto que hago un trabajo limitado, indico sus límites concretos, en la medida que el tema mismo permite fijación de límites. Si la historia de Jesús no es fácilmente parcelable, mucho menos fácil ha de ser la tarea de parcelar las funciones o los «ministerios» que el Espíritu Santo cumple en esa historia. Para no dejarlo todo en vaguedad, mi propósito es el siguiente. En una primera parte, hago la presentación bíblica del tema, poniendo de relieve que se trata de sola presentación. La segunda parte, dedicada al pensamiento de Santo Tomás, guardará, en cuanto a contenido, toda la posible analogía con la exposición bíblica. 1 l. UN MOMENTO HIST6RICO

Los evangelios dan relieve a la escena en que Jesús se presenta a sí mismo en la sinagoga de Nazaret, ante aquellos convecinos que, para sus adentros, pensaban conocer bien a Jesús. Día tras día y año tras año lo habían visto hacer la vida de cualquiera. En él, después de una larga convivencia, no habían advertido nada especial. Era uno de tantos. Cuando se dan cuenta, aquel Jesús, hijo del carpintero, salta al primer plano y es el asombro de cuantos le oyen. Cuando retorna a su aldea y entra en la sinagoga, le piden que dirija la palabra al pueblo fiel,

172

ARMANDO BANDERA

comentando algún pasaje del libro sagrado. Los hechos son conocidos y no es necesario detenerse en preámbulos. En Nazaret Jesús proclama su misión, exponiendo palabras de un libro que figura como de Isaías, pero que contiene también escritos posteriores, cuyos autores, ocultando su propio nombre, se cobijaron a la sombra del que, bajo más de un aspecto, sobresale por encima de todos los otros. Uno de estos innominados autores es quien incluyó en el libro de Isaías las palabras con que Jesús se dio a conocer.

1.1. Dos comprensiones de unas mismas palabras

Jesús leyó el texto del profeta (cf. Is 61, 1-2), Y aseguró que aquellas palabras se cumplían en él (cf. Lc 4, 21). Para poder apreciar el sentido del texto original y la nueva visión que Jesús da, desde su propia conciencia de Hijo de Dios, lo mejor será transcribir el pasaje concreto, dando por supuesto que el evangelio no reproduce la totalidad del texto leído. Según el testimonio de San Lucas, las palabras leídas por Jesús fueron éstas: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Seño[». Para el profeta, autor de estas palabras, «el Señor» es Yahvé, el Dios de los patriarcas -Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, como se dice frecuentemente- el Dios único que liberó al pueblo de la esclavitud que sufría en Egipto. Este Señor reveló su nombre Yahvé a Moisés precisamente cuando le encomendaba la difícil misión de liberar al pueblo de la servidumbre a que estaba sometido (cf. Ex 3, 1315). El plan de Dios era trasladar a todo aquel pueblo desde el país en que padecía esclavitud «a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel» (3, 8). El profeta entiende que su misión tiene semejanza con la de Moisés. En el cumplimiento de esta misión, habrá de relacionarse con pobres, cautivos, oprimidos ... Es una misión humanamente difícil para la cual se necesita una «fuerza» o un poder superior. Moisés lo expresó claramente, diciendo: «¿Quién soy yo para ir al Faraón y sacar a los israelitas de Egipto» (Ex 3, 11). Moisés recibió la respuesta que fue dada muchas veces en casos análogos. «Yo estaré contigo», le dijo Yahvé (3, 12). Estas palabras dan plena seguridad de asistencia para cumplir la misión recibida. Sabe bien Yahvé que las misiones por él confiadas a los hombres, sólo pueden ser cumplidas con un poder que le pertene-

EL EsrfRlTU SANTO EN LA HISTORIA DE JES Os DE NAZARET

173

ce en exclusiva y que no comparte con nadie. A través de su enviado es Yahvé quien actúa y quien se hace presente. La seguridad de ayuda es dada por Yahvé bajo formas y expresiones variadas. En el caso de Moisés, la expresión usada nos es ya conocida. Aunque se repite con frecuencia, no es la usada en todos los casos. El profeta cuyas palabras son comentadas por Jesús, recibió una especial gracia de Yahvé. Esta gracia consistía en saber que sobre él reposaba «el espíritu de Yahvé». En este contexto, «espíritu» es la energía, el poder que, recibido de Yahvé, le permitirá superar todas las dificultades, porque Yahvé es el Señor, dueño de cielo y tierra, a quien nada puede hacer frente. En e! Antiguo Testamento, es frecuente e! uso de la palabra «espíritu» en este sentido impersonal: es la fuerza, la energía, el podel. .. con que Yahvé asiste a sus enviados para cumplir la misión encomendada a cada uno. Esta era, en compendio, la situación en que se encontraba e! profeta cuyas palabras sirven a Jesús para presentarse él mismo y para definir su misión. Es fácil comprender que el sentido de las expresiones fundamentales no puede ser el mismo. Para Jesús, «el Señor» es el Padre, su Padre. El «Espíritu» no es ya una fuerza o un poder. Tiene sentido estrictamente personal. Es el Espíritu Santo. Ante sus convecinos de Nazaret, Jesús se presenta en y desde el interior del misterio trinitario. Nunca labios humanos habían pronunciado palabras de contenido tan denso. Dios había dado a los profetas seguridad de estar con ellos, para proporcionarles todo cuanto necesitaban en razón de la misión que habían de cumplir. A través de los profetas, Dios había hecho promesa de estar presente en medio de! pueblo. Fue Isaías -e! que históricamente lleva este nombre- quien concluye uno de sus más célebres vaticinios mesiánicos, prometiendo que el anunciado Mesías recibiría e! nombre de «Enmanue!», con lo que garantizaba la presencia de Dios. El vocablo «Enmanuel» no es tanto el nombre de una persona, cuanto el modo de expresar lo más hondo de su misión: dar al pueblo seguridad de que Dios está presente. Vincular el mensaje al nombre de la persona es un modo típico de proclamar que la persona vive por y para ese mensaje: para transmitirlo y mantenerlo siempre vivo. El pueblo de Israel tenía numerosas pruebas de la presencia de Dios en su vida. 1.2. Nazaret en dos momentos de la historia salvífica

Cuando Jesús se presentó en la sinagoga de Nazaret, fue proclamado un modo de presencia de Dios enteramente nuevo. Hablando de sí

174

ARMANDO BANDERA

mismo, Jesús hace la suprema revelación. Él es alguien que ha sido enviado por su Padre, alguien en quien el Padre ha derramado su Espíritu para cumplir una misión que, estando expresada en palabras antiguas, es enteramente nueva, tan nueva como la persona misma de Jesús que deberá cumplirla. El modo de hablar, o sea, el empleo de palabras «arcaicas», es parte del mensaje. El contenido es nuevo, con una novedad que, en lo humano, no podía ni ser sospechada. Pero en el designio de Dios, que es quien lleva la iniciativa, aquella novedad estaba en la línea de una serie de intervenciones anteriores, las cuales eran conducidas a plenitud. La escena de la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret remite a otro hecho anterior y contribuye a garantizarle un contenido histórico que comúnmente le es negado. Me refiero a la anunciación (cf. Lc 24-38). Comencemos indicando que es San Lucas quien narra los dos hechos. En la anunciación el concepto clave es vocación, pero una vocación que, recayendo en primer término sobre la persona de María, que es la interlocutora del ángel, se prolonga hacia el Hijo que de ella nacerá. La concepción de ese Hijo será obra del Espíritu. Pienso, pues, que se trata de dos hechos, salvíficamente conectados entre sí, de tal manera, sin embargo, que la «clave de lectura» o el criterio de interpretación está dado por el acto en que Jesús fue protagonista: un acto que, por ser él mismo vehículo de revelación, esclarece todo lo que estaba contenido ya en palabras l • El relato de la anunciación es completado y explicado por Jesús en la sinagoga de Nazaret. Mi opinión es que ambos hechos pertenecen a la historia y que, «leídos» desde su conexión histórica, ofrecen un contenido más consistente, o sea, menos «volatilizable» y menos sujeto a los variables gustos de momento, de sistema, de ideología. 1.3. Nazaret: Trinidad inmanente, «trinidad económica»

La presencia y las palabras de Jesús en la sinagoga de Nazaret no remiten solamente a la anunciación. Remiten también a otros hechos que allí son explicados o aludidos. Para dar idea de ellos, sigamos leyendo a Lucas. Tal vez los «expertos» tengan objeciones que poner; pero creo que Lucas permite ver mejor la coherencia de los hechos; muestra escribir con una originalidad que es, ya de por sí, principio de explicación. l. Jesús revela con palabras y con obras: «con toda su presencia y manifestación ... » (DV 4a). En Cristo, todo es revelación, todo es redención, todo es recapitulación (cf. Catecismo de La Iglesia católica, nn. 516-518).

EL ESrfRlTU SANTO EN LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET

175

Jesús inicia su ministerio haciéndose bautizar por Juan. «Cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo y bajó sobre él el Espíritu Santo, en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco» (Lc 3, 21-22). Lucas expresa muy bien la hondura espiritual del momento. Jesús está puesto en oración; escucha una voz que se dirige a él personalmente y que sólo puede proceder de alguien que es Padre: Tú eres mi Hijo. Jesús, al mismo tiempo que escucha esta voz, contempla al Espíritu Santo que desciende sobre él en forma de paloma. El mismo evangelista conecta directamente el bautismo con otro gran acontecimiento. «Jesús -dice- lleno de Espíritu Santo se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto; durante cuarenta días fue tentado por el diablo» (Lc 4, 1-2). Jesús rechazó todas las tentaciones. Pero el tentador no se dio por vencido. «Acabada la tentación, el diablo se alejó de él en espera de ocasión oportuna» (Lc 4, 13). La referencia a la pasión y muerte es evidente. Es tema del que ahora no diré nada. Pero conviene no perderlo de vista, porque, estando conexos los misterios, una parte del contenido de cada uno es su vinculación con los otros. En la sinagoga de Nazaret, Jesús proclama ante aquel auditorio lo que en el Jordán y en el desierto le había ocurrido a él personalmente. Dios quiere estar presente en el pueblo y guiar su historia desde lo más hondo de su propio misterio, es decir, definiéndose como Padre que, por la encarnación, envía al Hijo y derrama sobre él la plenitud del Espíritu Santo. El Hijo, ungido por el Espíritu Santo y fortalecido por él, tendrá que enfrentarse con alguien bajo el cual hay «cautivos, oprimidos ... ». Ya sabemos quién es. El misterio de la Trinidad se revela en la historia y muestra en ella su dinamismo salvífico. Recordando el título de este apartado, habría que decir: la historia salvífica está integrada por hechos mediante los cuales se nos revela que la salvación de la humanidad tiene origen en un designio de Dios Padre, es ejecutada por el Hijo encarnado y, finalmente, conducida a consumación por el Espíritu Santo. La historia salvífica tiene, pues, una configuración semejante a la del misterio de la Trinidad, por el cual sabemos que dentro de Dios, hay una persona que es Padre, otra que es Hijo y una tercera, que es el Espíritu Santo. La semejanza de configuración nos da base a nosotros para «definir» esa historia como «trinidad económica». La distinción de «momentos» -iniciativa salvífica del Padre, ejecución histórica por el Hijo encarnado, consumación final por el Espíritu Santo- no implica ni encapsulamiento de las personas, como

176

ARMANDO BANDERA

si cada una estuviese encerrada en sí misma, ni aislamiento de las funciones. En el misterio de la Trinidad hay «orden», es decir, distinción y, al mismo tiempo, unidad. Pues bien, en la «trinidad económica» ocurre algo semejante: hay un «orden» análogo, el cual lleva consigo distinción y unidad también análogas. Hablando un poco más concretamente, habría que decir que el Padre conserva siempre su protagonismo; una vez elaborado su plan, no se queda «mirando» a ver cómo su Hijo y el Espíritu Santo lo ejecutan y consuman; él mismo guía todo esto. Y algo parecido es válido también en relación con el Hijo y el Espíritu Santo: todo cuanto hace el Hijo es consumado por el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo, por su parte, no hace nada que no le venga del Hijo. Creo que esta breve exposición puede bastar para encuadrar bíbli-· camente la acción del Espíritu Santo en Jesús durante su historia terrena. Evidentemente, el encuadramiento bíblico no puede tener el rigor ni la exactitud de un encuadramiento impuesto por la fuerza lógica de un sistema. Hay que contar siempre con una cierta flexibilidad. Teniendo esto en cuenta, pienso que el encuadramiento propuesto puede prestar buenos servicios.

II Ha llegado el momento de decir expresamente algo acerca del pensamiento de Santo Tomás. El procedimiento más fácil sería resumir lo que él dice comentando pasajes bíblicos cuyo tema central consiste en describir el plan de salvación. Esto daría abundante material. Baste pensar en que Santo Tomás comentó el evangelio de San Juan, la carta a los Romanos y la carta a los Efesios, que pueden figurar bien entre los escritos del Nuevo Testamento en que la descripción del plan salvífico tiene presencia bien acentuada. No cabe duda que el desarrollo del tema a base de todo ese abundante material es una posibilidad enteramente aceptable y coherente con la finalidad que se intenta lograr. Dando todo eso por supuesto, me ha parecido que podría ser más nuevo un camino de apariencia más modesta, pero capaz de conducir a resultados de los cuales no es frecuente hablar y que, sin embargo, me parecen merecedores de atención.

1.

CRISTO y EL ESPíRITU SANTO EN UN OPÚSCULO

Cuando se quiere estudiar el pensamiento de Santo Tomás, la dificultad con que se tropieza más de una vez es la multitud de obras que

EL ESr!RITU SANTO EN LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET

177

escribió. Una cierta rutina ha hecho que algunas apenas sean tenidas en consideración. Creo que este fenómeno afecta al tema que ahora interesa desarrollar. Santo Tomás escribió el opúsculo Contra errores graecorum, de excelente contenido, aunque el título asusta un poco. Como nota marginal, indico que es un modelo de análisis de expresiones y de valoración de doctrinas con un criterio que hoy llamamos ecuménic02• Santo Tomás no vivió en un ambiente ecuménico, ni contó con las orientaciones sobre ecumenismo dadas por el concilio Vaticano n. De hecho, sin embargo, mostró tener muy claros algunos puntos esenciales, que aún hoy no acabamos de asimilar. Estamos ya situados en el opúsculo. Con ocasión de explicar unas palabras de San Atanasio acerca de la «autoridad» en que se fundamenta la fe, Santo Tomás aclara que lo dicho por San Atanasio es cosa evidente. La fe que profesamos no tiene su fundamento en la intervención de ángeles ni en los milagros con que haya sido confirmada la predicación del evangelio. El origen y fundamento de nuestra fe, aquello que, en relación con la fe, tiene valor de «autoridad fundan te» , es que «el Padre la reveló por medio del Hijo y del Espíritu Santo». A esto puede añadirse la intervención de ángeles, que han servido como agentes para comunicaciones divinas. En confirmación de la fe han sido realizados también multitud de milagros. Pero nada de esto es la fuente de donde mana la fe, ni la «autoridad» que la fundamenta 3• En este pasaje, revelación hecha por el Padre equivale a lo que expresamos ordinariamente diciendo que es el Padre quien tiene la iniciativa en el orden salvífico y quien elabora el plan o designio de salva2. El opúsculo fue compuesto por encargo personal del Papa Urbano IV el cual pedía a Santo Tomás su parecer acerca de un escrito anónimo titulado Libellus de fide Trinitatis, en el que estaban recogidas numerosas expresiones de escritores griegos, que, según se decía, eran contrarias a la fe profesada por la Iglesia. Urbano IV, al hacer su petición, envió a Santo Tomás un ejemplar del Libellus. En un breve proemio, Santo Tomás dice: «Lo leí con toda diligencia y me di cuenta de que en él hay muchas cosas útiles y apropiadas para confirmación de nuestra fe». Santo Tomás continúa su valoración global del Libe/lus, anotando una cosa clara, pero no siempre tenida en cuenta, o sea la diversidad de lenguaje; éste -/. Santo Tomás tiene una persuasión muy firme acerca del nexo entre acción santifican te del Espíritu Santo y misterio de la Iglesia. Tratando de la Virgen María se plantea la cuestión relativa a la santificación de algunas personas en el seno materno. La respuesta es que además de la Virgen María, este don lo recibieron solamente Jeremías y el Bautista. Teóricamente sería posible -sigue diciendo Santo Tomás- atribuir el mismo privilegio a otras personas. Él expresa su discrepancia fundándose en que, cuando la Escritura no dice nada sobre ello, es de suponer que no haya sucedido. Lo importante es la razón en que se apoya. «Estos privilegios de gracia, otorgados a algunos al margen de, o fuera de, la ley común, se ordenan a la utilidad común, de acuerdo con 1 Cor 12, 7 ... Ahora bien, esta utilidad sería imposible de lograr si la santificación de algunos en el seno materno no fuese puesta en conocimiento de la Iglesia»8. Este dato, aparentemente ocasional, muestra bien hasta qué punto Santo Tomás estaba convencido de que en la Iglesia se muestra la multiforme sabiduríá de Dios --del Padre- o su plan de salvación que es llevado a efecto conjuntamente por el Hijo y el Espíritu Sant0 9 • Creo que esto nos confirma en lo que ha sido dicho ya, o sea, que lo más pneumatológico se muestra en y a través de lo más densamente cristo-

6. Cf. Contra errores graecornm, 2. a p., cc. 4-7, n. 1087-1092.

7. [bid., c. 32, n. 1119. 8. Summa Theologiae, 3, q. 27, a. 6. 9. Es tema del que habla San Pablo en diversos lugares, especialmente en el capítulo tercero de la carta a los Efesios. Por lo que se refiere a Santo Tomás, podrá verse su comentario a dicho texro.

EL ESP!RlTU SANTO EN LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET

181

lógico. En cierto sentido se podría decir que la pneumatología, más bien que contenidos, da la penetración en esos contenidos, para entenderlos y vivirlos a la luz de Dios. La carne -dijo Jesús- «no sirve para nada. Las palabras que yo os he dicho son espíritu y son vida» (Jn 6, 63). «Pues así como el cuerpo goza de vida corporal por virtud de un espíritu corporal, así el alma disfruta de vida espiritual por virtud del Espíritu Santo»lO. Es la vida espiritual que brota del cuerpo de Cristo, presentado y celebrado como pan de vida.

1.1.2. El (

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.